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L A V I D A E N E L N O RT E

JORGE DURAND Y PATRICIA ARIAS

I. A la conquista del norte:


misiones y presidios
Defender y poblar las provincias del norte, Baja California. Exploradores y conquista- culturales y estructuras sociales, pero logró
conocidas como el septentrión, en lo que dores no encontraron suficientes razones preservar, al menos, la existencia y la identi-
hoy corresponde a los estados de Arizona, para asentarse allí de manera temprana, dad indígenas.
California, Colorado, Nuevo México y intensa y sistemática. La presencia de los jesuitas perduró casi
Texas fue una empresa tardía de la colo- La situación comenzó a cambiar en la un siglo, hasta su expulsión de todas las po-
nización española en América. segunda mitad del siglo XVII cuando sesiones del rey de España en 1767. Así
Durante el primer siglo y medio de la franceses e ingleses, entre ellos el conocido tuvieron que salir de sus misiones de
conquista, el septentrión fue sucesivamente pirata Francis Drake, comenzaron a incur- Arizona, Nuevo México, Texas y California.
visitado y ampliamente recorrido por tierra y sionar en la costa atlántica. Atacaban a los En ese lapso, sólo en California, los jesuitas
por mar sin encontrar las Siete Ciudades ni barcos españoles que comerciaban perlas y establecieron 17 misiones y bautizaron a
Ciguatán, esa “...isla poblada de mujeres, pieles, y establecían relaciones de todo tipo unos 12 mil indígenas. A pesar de todo,
rica en oro y perlas...” que, decía Miguel con los indígenas. La situación cambió más lentamente, el septentrión se había ido po-
León-Portilla, tanto buscaron los españoles. aún cuando ingleses y franceses comenzaron blando de haciendas ganaderas, reales de
El septentrión era una región alejada de a acercarse, por tierra, a las solitarias tierras minas, comercios, colonias.
los espacios y las rutas que potenciaban la del septentrión. El contacto llevó también enfermedades,
riqueza colonial; con una población indíge- Si bien los misioneros franciscanos esta- como la sífilis, y ocasionó la disminución de
na escasa, desconfiada y beligerante; con ban en el territorio de Nuevo México desde la población indígena: de 13 mil almas en
pocos productos interesantes: costaba fines del siglo XVI, el establecimiento de un 1700 a 6 mil en 1752.
mucho conseguir las afamadas perlas de fuerte en La Paz, en 1683, marcó el inicio Con la salida de los jesuitas de la región,
del asentamiento permanente en la amplia las misiones pasaron a manos de los francis-
región. La segunda misión se fundó en canos provenientes del Colegio de San
Presentación Monterrey, que era la capital española de ese Fernando, en la ciudad de México. Aunque
territorio. hay que decir también que ellos habían lle-
Con esta entrega iniciamos la publi- Los misioneros jesuitas primero, y gado por su cuenta. En 1769 varias expedi-
cación de una serie de fascículos después los franciscanos, promovieron, no ciones convergieron en la bahía de San
basados en el libro de Jorge Durand sin dificultad, la concentración y la perma- Diego, donde fray Junípero Serra inauguró
y Patricia Arias: La vida en el norte: nencia de los indígenas en las cabeceras de la primera misión franciscana. Desde ese
Historia e iconografía de la misión para facilitarse la tarea de evange- momento y hasta 1823 fray Junípero Serra y
migración México-Estados Unidos, lización. Gracias a ese contacto cercano, los sus sucesores fundaron 21 misiones en
publicado en 2005 por el Colegio de misioneros aprendieron a valorar diferentes California situadas a un día de marcha entre
San Luis y la Universidad de aspectos de las culturas y organización una y otra. A su vez, las misiones de Baja
Guadalajara. social indígenas —la elaboración de produc- California, que estaban bajo su jurisdicción,
tos manuales, sus conocimientos agríco- pasaron a manos de los dominicos, que
las— que buscaron estimular y preservar. comenzaron a llegar a las misiones en 1772.
El proceso de aculturación alteró sin Junto con las misiones solían estable-
duda la adaptación de los grupos indígenas cerse los presidios, es decir, defensas contra
en sus espacios naturales, modificó rasgos los indios en pie de guerra que asolaban las

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poblaciones y contra los europeos que na española para mantener un control efecti- La lejanía, el desapego y la incomuni-
invadían las tierras situadas al norte del río vo y eficaz sobre esos territorios enormes y cación con el centro del país favorecieron la
Bravo. sobre sus escasos pobladores —colonos, llegada de los estadunidenses: primero con
Muchos presidios y misiones se funda- misioneros, militares e indígenas, sobre todo visitas esporádicas de comerciantes, explo-
ban, abandonaban, volvían a fundarse o apaches, insumisos— que imponían sus pro- radores y aventureros; más tarde, de
cambiaban de lugar. Con todo, gracias al pios códigos de conducta y relación. colonos. La década de 1830 marca el fin del
empeño de pobladores, misioneros y solda- Las luchas armadas que se sucedieron sistema de misiones y presidios. Las
dos, varios asentamientos comenzaron a hasta 1821 con la culminación de la inde- misiones, desvinculadas del centro, habían
echar raíces. Así, muchas de las misiones pendencia de España, debilitaron aún más comenzado a desintegrarse y en 1836 fueron
administradas por jesuitas y franciscanos se las instituciones socioeconómicas, políticas finalmente suprimidas. Los presidios se
convirtieron en ranchos, pueblos, gérmenes y religiosas del septentrión. En la turbulen- encontraban en decadencia o abandonados.
de ciudades, donde se trabajaba en activi- cia bélica, la comunicación con la ciudad de En su prolongado y tortuoso paso por el
dades agrícolas, se criaba ganado, se fabri- México se volvió aún más deficiente e inse- septentrión, exploradores y monjes se encar-
caban telas y diversos utensilios. En ellas gura, lo que anunciaba, entre otras cosas, el garon de nombrar y bautizar casi cada lugar
solían vivir también indígenas cristianiza- inminente desmantelamiento del sistema de por el que pasaron. Así dejaron una
dos. Pero las misiones ocupaban una ínfima presidios y misiones, que mal que bien había geografía plagada de nombres españoles,
parte de ese enorme territorio. servido para mantener a raya a los temidos muchos de los cuales se conservan hasta la
A mediados del siglo XVIII había tres apaches y comanches. actualidad.
presidios en la provincia de Texas: Adaes,
San Antonio de Béxar —el
más próspero— y el de la
Bahía del Espíritu Santo. En
esos años fueron fundados
otros dos: San Xavier (1746)
y San Agustín de Ahumada u
Orcoquizac (1758). En la
segunda mitad del siglo
XVIII, misioneros francis-
canos y militares abrieron
nueva rutas en la costa de la
Alta California.
Durante el siglo XVIII, la
vida, el gobierno y la admi-
nistración de presidios y
misiones se complicó. La
visita a los presidios de 1724-
1728, encargada por el virrey
Juan de Acuña, marqués de
Casafuerte, puso en evidencia
las diferencias que existían
entre ellos. Si bien todos
ayudaban a contener a los
indios en guerra, había fuertes
contrastes en cuanto a la dis-
ciplina y el cumplimiento de
las obligaciones militares.
La visita, que recomendó,
entre otras cosas, la reducción
de presidios, descubrió lo evi-
dente: la dificultad de la coro-

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