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¿Qué competencias matemáticas debería tener cualquier ciudadano?

Las repuestas a esta interrogantes son importantes para plantear como gran
objetivo educativo el que los niños y las niñas sean competentes
matemáticamente, dominando una serie de conocimientos que hoy sean
formativos y sean esenciales mañana, cuando estos escolares ya sean
ciudadanos libres y reflexivos.

En gran medida el éxito de la idea de competencia matemática se debe a la visión


que de ella ha trasmitido el ´profesor Danés Mogens Niss (Niss,2001). A él se
debe la definición básica:

Competencia matemática: la habilidad de entender, juzgar, hacer y usar


matemáticas en una gran variedad de situaciones y contextos en los cuales la
matemática juega o podría jugar un papel importante.

La oportunidad de esta definición es que se resume en una frase lo que es para


todo el mundo el gran objetivo de aprender matemáticas: hacer personas
competentes matemáticamente.

Intentemos ver como el enfoque potencial está bien relacionado con una visión
realista.

1. a Competencia: pensar matemáticamente


La primera competencia sobre la que debemos reflexionar con detalle es la de
pensar matemáticamente (Mason, Burton y Stacey, 2000), es decir, la
oportunidad de aplicar en nuestra vida la peculiar forma de pensamiento
cuantitativo y lógico. Por ello apostó Miguel de Guzmán (2012, 2006)
invitándonos a << pensar mejor>> mediante la práctica del pensamiento
matemático. Dentro de esta competencia podemos resaltar habilidades como
entender conceptos, abstraer, intuir, relacionar conceptos, generalizar y criticar.

Pero debemos practicar todo esto no solo en el aprendizaje estricto de la


matemática sino relacionado también la matemática con la realidad y, muy
particularmente, con nuestra vida cotidiana.

Por ejemplo, las cifras y las referencias estadísticas han invadido debates,
informaciones, decisiones políticas, etc. Los datos estadísticos parecen aportar
rigor al discurso, seriedad a las conclusiones y, sin embargo, acostumbran a
generar discusiones sobre sí mismos ¿Dónde está la verdad estadística? Para
pensar matemáticamente sobre estadística hay siete consejos prácticos
(Moore, 1995):

 Observar bien el medio o persona que presenta los datos.


 Informarse de la procedencia de los datos, como fueron recolectados,
cuando y donde.
 Pensar si los datos ofrecidos tienen sentido.
 Analizar si la información es completa o parcial
 Repasar la aritmética y los cálculos escondidos.
 Mirar la finalidad de los datos, su uso.
 Poner sentido común y estudiar las interpretaciones.

2. a Competencias: razonar y argumentar


matemáticamente

Aquí nos referimos a los razonamientos o deducciones que son genuinamente


nuestros, es decir, apreciar la necesidad de demostrar y entender mejor los
conceptos a través de las propias demostraciones seleccionadas… sin olvidar la
capacidad de traspasar el rigor disciplinar y el sentido crítico a los razonamientos
cotidianos. Razonar matemáticamente no es recitar algo de memoria sino poner
en marcha un fuerte potencial creativo. Quizá por esta razón los libros de texto de
Lluís A. Santaló hacían referencia a la creatividad.

Hoy en día los estándares de curriculares americanos del NCTM (2000) han
abierto nuevas visiones a las demostraciones y al razonamiento que las hace
posible, aclarando muy bien que solo hace falta demostrar aquello para lo que la
demostración aporte un mejor conocimiento conceptual.

Demostrar sólo para entender mejor. Las demostraciones no solo son las propias
de las matemáticas sino que son comunes en muchos actos de la vida: en el
quehacer judicial, en el religioso, en el educativo, en el político…Y en nuestra vida
cotidiana podemos aplicar en cierta manera <<el rigor>> de los argumentos o no
admitir aquellas ofertas, declaraciones, informaciones, etc., que no estén
respaldadas por <<demostraciones>> adecuada a cada caso (Dewdnet, 1996;
Devlin, 1999, 2000).

3. a Competencia: resolver problemas


Esta competencia fue explorada por George Pólya y desde aquellos
tiempos del how to solve it (Pólya, 1957) todo el mundo ha coincidido en
que los problemas ofrecen el más genuino entrenamiento para ser
competente matemáticamente.
Resolver problemas es algo que merece ser trabajado en sí mismo. No se
trata solo de una técnica para verificar si una cosa se sabe hacer.
Hablamos de problemas y no de ejercicios. Hay problemas cerrados
abiertos, puros o aplicados, pero siempre deben ser problemas que resulten
incitadores y atractivos. Los problemas del estudio PISA de la OCDE son
bellos ejemplos de enunciados para poner a prueba si se sabe relacionar la
matemática escolar con la vida cotidiana.
En la vida cotidiana podemos identificar varios tipos de problemas
relacionados con su grado de dificultad:

 Problemas que se resuelven por simple sentido común.


 Problemas que se resuelven por métodos elementales.
 Problemas que se resuelven por métodos sofisticados.
 Problemas que se resuelven por métodos geniales.

Resolver problemas es una actividad implícita o explícita en nuestra vida social


(Pollack, 1997).

4. a Competencia: saber hacer modelos

Con esta competencia se pondrá a prueba nuestra capacidad para


matematizar, ir del mundo real al modelo y del modelo hacia atrás, hacia el
mundo real, en un fino juego para lograr mejores modelos, obteniendo e
interpretando los resultados. Tom Romberg y Jan de Lange con sus libros
mathemathics in context (Romberg y de Lange, 1999) o, en el nivel
siguiente, Sol Garfunkel con su obra Modeling our World (Garfunkel, 2000),
nos dan pautas sobre cómo convertir la modelización en un eje vertebrador
de la enseñanza.

5. a Competencia: comunicación

Se puede disfrutar de un inmenso repertorio de actuaciones encaminadas a


saber explicar ideas y métodos, sabe usar diferentes recursos expresivos
(gráficos, cuantitativos, cualitativos…) y saber entender lo que sobre los
mismos expliquen los demás.
Hace más de 50 años don Pedro Puig Adam ya incluyó, en su famoso
decálogo para los profesores de secundaria, la competencia comunicativa
en temas cualitativos a lo lardo de toda su vida.

6. a Competencia: representación

Se trata de entender y/o usar numerosos materiales o recursos, representando


tanto objetos como situaciones, pasando de un recurso a otro, codificando y
decodificando, sabiendo usar varias alternativas de representación, etc.

Esta habilidad deberá acompañar a los adultos para entender todo tipo de
representaciones, desde tablas a ficheros, de códigos bancarios a graficas
económicas, de mapas de metodología a libros o webs.

7. a Competencia: usar símbolos

A menudo es preciso usar e interpretar toda clase de simbolismo aplicable a los


problemas cotidianos, relacionando esto con el lenguaje natural, entendiendo la
sintáctica y la semántica, manipulando correctamente la formalización.

Karl Menger ya lo dijo hace años (Menger, 1993) debemos mirar muy bien el
simbolismo, pues este es imprescindible, pero deben evitarse las confusiones.
Añadía Menger que gran parte de las dificultades de los escolares radican,
precisamente, en la confusión conceptual que proviene de simbolismos
anacrónicos de los que se hace un uso abusivo. Los símbolos (¡miremos un
teclado!) forman parte del lenguaje actual y su buen uso debería facilitar la
resolución de problemas elementales. Por encima de todo, evitar las confusiones
que se dan con éstos (por ejemplo, en tantos por ciento) (Paulos, 1998).

8. a Competencia: uso adecuado de instrumental

Esta es la competencia para saber usar bien, con sus límites y virtudes, toda
clase de materiales, programas informáticos, aparatos de comunicación o
reproducción… Entre el ábaco y la factoría de Bill Gates hay, evidentemente, un
cambio profundo. Pero la competencia instrumental no es algo inherente a los
instrumentos o las tecnologías sino que debe ser inherente a nuestra capacidad
para usar correctamente todos los instrumentos que están a nuestro alcance (que
hoy son muchos). En este <<uso correcto>> también involucramos el saber ver si
los resultados obtenidos tienen sentido o si el coste del uso es o no razonable.

Un tema interesante es saber combinar el cálculo mental con el cálculo manual y


con el cálculo hecho con la ayuda tecnológica. En cada situación es razonable
usar el recurso que sea más adecuado.

Al fin llegamos al fin de nuestro recorrido. Nos gustaría haber mostrado la


omnipresencia de la matemática en nuestra vida cotidiana y de qué modo
podemos sacar partido a nuestros recursos más elementales. Todo lo dicho tiene
profundas implicaciones docentes pero también interés para nuestras actividades
como ciudadanos: para ser más eficaces, para ser más reflexivos, para ser más
críticos. No se trata de ganar más, ni de tener más coches o más vacaciones. Lo
que se trata es de intentar que el pensamiento nos ayude a entender mejor el
mundo que nos rodea y la sociedad global en la que vivimos.

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