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La causa de todas las causas

¿Qué nos lleva a ser consumidores irresponsables que ponen en riesgo su salud y el futuro de su propio
planeta a causa de los productos que utilizamos? Nos hemos rendido ante el disfrute y el facilismo, y el
sector mercantilista ha hecho uso y abuso de esta situación para incrementar su poder y ganancias,
utilizando como pieza clave los medios de comunicación y la publicidad para mantener viva y hacer crecer
más esta realidad cada día. Aquí el eslabón que completa la cadena.

 Medios masivos de comunicación y publicidad


Los medios masivos de comunicación son los principales encargados de difundir todo tipo de
publicidad. Televisión, radio, Internet, periódicos, carteles en las calles, entre otras, se hacen
presente en forma constante en nuestras vidas al punto de la invasión, siendo el mejor medio para
introducirnos sus ideas. Las estrategias de marketing son infinitas y de acuerdo con estudios técnicos
mundiales una persona es impactada 3.000 veces de manera diaria por todo tipo de anuncios, de los
cuales un 12% se quedan en la cabeza. Mediante distintos procedimientos los grandes intereses
siembran y divulgan pensamientos o productos dentro de una cultura o sociedad para instaurar en
ella opiniones y valores que generen patrones de consumo que respondan siempre a su beneficio
personal. Creemos que pensamos, que tenemos decisión propia, pero en realidad los medios de
comunicación son tan penetrantes y poderosos que logran formar nuestro pensamiento: somos lo
que nos quieren vender.
La televisión se ha vuelto hace años un “integrante más” de la casa de casi todas las familias del
mundo, nos acompaña desde que nos levantamos hasta acostarnos, y todo lo que nos va mostrando
se va grabando sin que lo notemos, poco a poco, en nuestro inconsciente. Desde los primeros años
de edad la televisión se introduce en nuestras vidas invitándonos a vivir en el mundo de las
imágenes. Nos convertimos, tanto chicos como mayores, en adictos a la televisión: llegar a casa y
encender el televisor es ya una acción inconsciente, con independencia de lo que se esté
transmitiendo, nuestra vida gira a veces a su alrededor de su programación y hasta se paralizan
actividades sociales, culturales o lúdicas por coincidir con un programa de televisión. La publicidad
por este medio es completamente eficaz, ya que al mostrar imágenes en movimiento unidas con
palabras y música genera un efecto indudable. Muchas veces nos quedamos tarareando la canción,
o recordamos la publicidad sin saber por ahí de qué se trataba o de qué marca nos vendían, pero ahí
está, trabajando en nuestro subconsciente. De hecho hay canciones que se han vuelto conocidas por
una publicidad, y publicidades que se han hecho famosas y hasta han quedado grabadas en la
historia de una sociedad, por lo que no cabe duda de la influencia que la televisión puede ejercer
sobre notros. Hoy en día este campo se ha ampliado aún más, la mayoría de los programas son
interrumpidos continuamente por anuncios publicitarios y hasta en el momento menos pensado
aparece un anuncio enmascarado (como mostrar “casualmente” el logo de una marca) sin a veces
darnos cuenta que lo están haciendo con intención. Y no sólo la publicidad nos está vendiendo algo
en la televisión: todo lo que se muestra a través de las novelas, los actores, los conductores,
famosos, artistas, deportistas, nos está proponiendo en forma constante un estilo de vida, un
modelo de cuerpo, una forma de vestir, tecnología que usar, modas que seguir que nos seducen y
nos atrapan al punto de vivimos buscando reproducir esos modelos, que lamentablemente siempre
son banales, de competencia, libertinaje y frivolidad.
Pero la televisión no es el único medio por el cual llegan a nosotros: radio, internet, revistas,
periódicos y carteles en cada sitio de la ciudad se hacen presentes para vendernos sus estereotipos y
productos. Con solo salir a la calle ya recibimos miles de impactos publicitarios en un día. Los
carteles van desde los más gigantes hasta los más pequeños y escondidos, para cubrir por completo
todos los campos. Los vemos del tamaño de edificios, atrás de los asientos de los buses y hasta en
las mesas en que nos sentamos a comer. Ellos no dejan espacio sin cubrir y sea donde sea que
estemos la publicidad está ahí, realizando su trabajo y ejerciendo su influencia.
Lo peor de todo es que la publicidad no solo es invasiva, sino que también es engañosa y desleal
¿Cuántas veces nos ha pasado atraernos por la imagen de un producto comestible y al comprarlo
nos damos cuenta de que es totalmente distinto? Nos mienten y nos dejamos mentir ¿Cómo
podríamos creer sino que un aparato para modelar el cuerpo puede con media hora de uso diario
brindarnos la figura escultural que nos muestran? La falta de ética en la publicidad es completa, el
engaño es evidente y está frente a nuestros ojos, sabemos que lo que nos venden es una falsa
realidad, y hasta a la denigración, desaprobación, o menosprecio directo o indirecto de personas,
empresa, productos, servicios o actividades van a recurrir si es necesario con tal de imponerse por
encima en el mercado.
Comprendamos que si las publicidades no causaran efecto alguno en nosotros, si gracias a ellas
nosotros no consumiéramos, estas no existirían, no se invertirían los millones que son invertidos a
diario en las mismas para tener gracias a ellas más millones de ganancias.

 Cultura y educación
Dediquemos nuestro tiempo a propuestas culturales que tengan un valor verdadero para la
evolución de las personas como seres humanos: teatro, música, literatura y demás manifestaciones
artísticas conscientes pueden aportar muchísimo a nuestras vidas. Estudiemos lo que las distintas
tradiciones místicas de la historia tienen para ofrecernos, enriquezcámonos con su sabiduría para
comprender más la naturaleza que nos rodea y nuestra propia existencia. Investiguemos más allá de
lo que el modelo de consumo nos ofrece para comprender verdaderamente cuáles son las mejores
alternativas ante todo aquello que precisamos para nuestro vivir diario.
Igualmente debemos ser realistas y comprender que los medios de comunicación y la publicidad son
algo imposible de evitar, estamos expuestos a ellos en todos los ámbitos de la vida social, por lo que
es fundamental educarnos para poder ser consumidores críticos de los mismos. Tenemos que
aprender a ser espectadores responsables, que saben discernir para extraer lo positivo o educativo
que pueda haber en los medios, y detectar y aprender de lo negativo; tener uno el poder y no
dejárselo a los medios de comunicación.
La educación para el consumo crítico debe iniciarse en la familia, tenemos que educar a los niños
para que sepan poner el contenido de lo que reciben en tela de juicio. Así mismo es la familia
nuclear la que tiene en su seno el compromiso de mantener la cultura y los valores para que seamos
humanos y solidarios: compartamos más momentos familiares con los chicos, salidas al aire libre o
paseos culturales, no dejemos su educación en manos de los medios por puro facilismo o
comodidad.

«La victoria de la llamada sociedad de consumo ha sido absoluta. Ha conseguido todos y cada uno de los
objetivos a que podía aspirar un demonio postmoderno. Ha conseguido que vivamos en ella y de ella
plácidamente: está asumida. El consumo no es tan solo el objetivo final de toda actividad económica. Va
más allá de un ideal tan pedestre. Es el criterio de la desigualdad entre los hombres. La medida de la
felicidad. El estilo de vida. La religión de todos. El consumo, no el hombre, es la medida de todas las
cosas». Salvador Giner

«Olvidan dos cosas, sin embargo, que la huelga de consumo es la única gran insumisión que aún podemos
practicar impunemente. Dos: cuando la gente no quiere ir, nadie le detendrá». Juan Cueto

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