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Revista de Terapia Psicológica, año IX, Nº16 (41-55) 1991

Diagnostico en el Enfoque Humanista:


Una Visión Crítica.

Maria Inés Winker


Maria Chacón
Con la colaboración de:
Verónica Dueñas, Iván Mergudich, Patricia Trat

Resumen

Este trabajo es una primera aproximación al tema del diagnostico en el enfoque


humanista y pretende llenar un vacío existente en la literatura de esta orientación.
Revisa las posturas de connotados representantes de este movimiento y propone
un modo de aproximarse a la persona que consulta, intentando superar las dimensiones
que se cuestionan al diagnostico tradicional.

I.- Introducción

En los medios académicos y profesionales de nuestro país, es frecuente escuchar


como una critica a la psicología humanista, el que en este enfoque no se realice un
diagnostico psicológico antes de programar las intervenciones terapéuticas.
Esta idea es explicable en parte, por la ausencia de textos que se aboquen al tema
dentro de la literatura especializada. Por otro lado, la amplitud de los planteamientos y
la diversidad de autores que se autoadscriben a este enfoque, contribuyen a una cierta
falta de coherencia y claridad al respecto.
Este trabajo tiene justamente como objetivo llenar ese vacío y presentar de
manara sistematizada la postura frente al diagnostico, de algunos representantes del
Movimiento Humanista.
Sabemos que desee períodos muy remotos el ser humano ha intentado definir lo
que es normal y anormal y hacer una clasificación de los fenómenos anormales. Sin
embargo, al igual que en otras áreas del conocimiento, ha sido difícil ponerse de
acuerdo en esta. "En diferentes momentos históricos han surgido diversas visiones y
modelos sobre la normalidad, prevaleciendo unos u otros según las teorías, postulados
filosóficos y cosmovisiones consideradas válidas en la cultura predominante.
El modelo médico sobre la enfermedad surgió a principios del 1800 pero su
influencia en lo que es diagnóstico psicológico y psiquiátrico perdura hasta la
actualidad. Incluso durante muchos años este modelo fue utilizado como base para la
realización del diagnóstico de trastornos mentales sin que se suscitara ningún tipo de
cuestionamiento.
Posteriormente y en parte como resultado de eventos históricos, surgieron
diversos enfoques, corrientes y movimientos psicológicos que comenzaron a polemizar
en torno a la concepción del diagnóstico tradicional que se basaba en los postulados del
modelo médico. Entre estos movimientos nos encontramos con el que podemos
denominar el Humanista Experiencial.
El movimiento en Psicología denominado por Abraham Maslow “La Tercera
Fuerza”, fue propiciado en los Estados Unidos de Norteamérica después de la Segunda
Guerra mundial, y fue consolidado y dado a conocer mundialmente en la década de los
60, extendiendo su influencia hasta Latinoamérica y muy fuertemente a Chile.
Al hablar del Movimiento Humanista es necesario tener en cuenta que abarca
más que la pura disciplina psicológica, ya que incluye desde la literatura hasta la
política y el movimiento social conocido como “contracultura” (fuerte critica a los
valores y sistema de vida imperantes en ese momento en la sociedad occidental.
Tageson, 1982). Las teorías psicológicas y los enfoques psicoterapéuticos que
emergieron, son de una gran riqueza y diversidad por lo tanto, no se puede plantear que
compartan un marco teórico único. Lo que los autores fundadores del Movimiento en
psicología humanista comparten, es un concepto del ser humano y una tendencia a
concebir la psicoterapia de una cierta forma, así como también una critica hacia las
teorías psicológicas imperantes en ese momento en la disciplina (Conductismo y
Psicoanálisis).
Es por esto que para lograr una visión general del enfoque humanista en relación
al diagnóstico, se ha elegido un grupo de autores: Carl Rogers, Abraham Maslow,
Milton Erickson y Fritz Peris que son relevantes y muy representativos del movimiento.
Todos desarrollan su trabajo en Estados Unidos y de ningún modo abarcan, en su
totalidad lo que es la postura del enfoque. En este trabajo no se incluyen otros aportes
importantes como los que plantean el uso de imágenes en el proceso de diagnostico
(Shorr et al, 1980). Tampoco se abarca la vertiente existencial ni la psicología
transpersonal, posturas que aunque estrechamente vinculadas al movimiento humanista
difieren en muchos de sus planteamientos centrales, específicamente en el concepto de
ser humano que sustentan por lo que ameritan un estudio y análisis aparte.
La postura frente al diagnóstico y su realización en el enfoque humanista se
traduce en la concepción de MAPA que consiste en una forma distinta de aproximación
a los problemas del ser humano, intentando superar las dimensiones que se le cuestionan
al diagnostico nosológico tradicional, por lo que se le dedica un punto especial.
Por último se plantea una integración de los aspectos comunes frente al
diagnóstico, de los diferentes autores expuestos.
Pretender que el tema del diagnóstico en general y principalmente en el enfoque
humanista-experiencial esté totalmente abarcado, es por decir lo menos, pretencioso. La
riqueza y variedad de los postulados y planteamientos humanistas hace difícil lograr una
plena cobertura de ellos. Sin embargo, este trabajo pretende ser un aporte como primera
aproximación al tema, dentro de la literatura especializada chilena.

II.- Conceptos Generales

1. Algunos planteamientos respecto de la pregunta sobre lo normal:


Desde épocas muy antiguas los seres humanos han tratado de comprender la
gran variedad de fenómenos que se producen en el mundo interno y entre las personas.
Una pregunta central ha sido el por qué muchos sujetos se comportan de modo diferente
a como lo hace la mayoría o experiencian procesos peculiares, distintos. Los
especialistas se han abocado al problema de la salud versus la enfermedad dedicando
energía y esfuerzo a clasificar y ordenar las conductas distintas, hoy llamadas
“enfermedades” o “trastornos mentales”.
Para poder clasificar estos comportamientos peculiares, para identificarles y
realizar algún tipo de diagnostico sobre ellos, es necesario tener una postura acerca de lo
que constituye un fenómeno normal y cual uno anormal, lo que ha dado origen a
diferentes modelos.
A través de los tiempos, sostienen Nathan y Harris, “el ser humano ha estado en
desacuerdo respecto a lo que es y lo que no es normal” (1983, pág. 16).
Los primeros puntos de vista conocidos acerca de la normalidad se encuentran
en el Antiguo Testamento donde se describe lo que debe ser la conducta ideal; su no
cumplimiento implicaba castigos. Esta postura es conocida como la visión ideal de la
normalidad. Para ella, normal es “todo aquello que cumple con un cierto modelo que el
hombre valora y al que supone, debe tratar de tender (Capponi, 1987, Pág. 18).
Posteriormente surgieron otros puntos de vista, por ejemplo desde la Estadística,
lo normal se define como lo que se observa más a menudo, es decir se identifica con lo
que posee mayor frecuencia de ocurrencia. Así la diferencia entre lo normal y lo
anormal es considerada con un criterio cuantitativo y lo normal constituiría el rango
medio, mientras los dos extremos corresponderían a la psicopatología, anormalidad o
desviación (Capponi, op. cit).
Estas dos posturas entregan una visión más bien absoluta del concepto de
normalidad en la medida que plantean la validez de criterios que distinguirían lo que
corresponde a un comportamiento adecuado o a uno desviado.
A esta idea se opone la visión relativista que no acepta la existencia de una
norma única y valida universalmente. Propone la relativización del concepto basándose
en que distintas culturas definen lo normal y lo patológico de acuerdo a criterios
diferentes, por lo que algo que en una sociedad es sano o normal, en otra puede ser
patológico (Nathan y Harris, op.cit.).
Desde la Antropología este planteamiento ha sido claramente ratificado.
Estudios recientes plantean que esto sería valido también para distintas subculturas por
ejemplo entre los distintos segmentos sociales (Winker y Prado, 1989) o entre distintos
grupos profesionales (Cyarman, 1974).
Otros modelos han ampliado sus preguntas al origen de la conducta considerada
desviada, y han buscado una explicación de los procesos patológicos o anormales
pretendiendo lograr a partir de allí, una clasificación que delimite más claramente los
cuadros patológicos y desdé la cual se pueda visualizar formas de tratamiento.
Es así como en siglos pasados cobró una gran fuerza el Modelo Moral para el
cual la anormalidad era considerada una consecuencia natural del pecado y de la
trasgresión moral.
La conducta desviada entonces, debía ser eliminada para que la persona no se
siguiera alejando del camino señalado por la palabra de Dios y no fuese a arrastrar a
otros hacia su pecado.
A principios del 1800, el modelo moral comenzó a ser reemplazado por lo que se
ha denominado el Modelo Medico, el que plantea distintos supuestos acerca de la causa
de los procesos patológicos, así como también sobre su diagnostico y forma de
tratamiento. Existiría una condición patológica subyacente a lo que se manifiesta. El
diagnostico se realiza con base a los signos y síntomas los que reflejarían el carácter,
gravedad y duración del trastorno subyacente. El tratamiento implicaría la “destrucción”
de ese agente patológico que subyace (Nathan y Harris, 1983)
Este modelo representó un paso adelante en cuanto a la conceptualización de los
desajustes mentales ya que estimuló la investigación y observación cuidadosa de la
conducta enferma para fines diagnósticos, al igual que redujo el estigma “casi
demoníaco” atribuido anteriormente a los trastornos mentales, humanizando las
condiciones existentes en los hospitales psiquiátricos.
Desde campos distintos a la Medicina surgieren otras visiones para definir lo que
era normal-anormal y sus posibles causas por ejemplo, el Modelo de la Consecuencia
Social, para el cual lo patológico sería producto del vivir en una sociedad desordenada.
Lo desviado derivaría del modo como algunos individuos intentan enfrentarse a esta
sociedad caótica.
Por su parte, el Modelo Conductual aborda la sicopatología como un conjunto de
conductas inadaptadas que la persona ha ido aprendiendo y adquiriendo a través de su
desarrollo, las que deben ser entendidas como comportamientos que siguen las mismas
leyes que las conductas no desajustadas. Se desestima la idea de trastornos subyacentes
al comportamiento problema; este es importante en sí mismo, es al que debe tratar de
identificarse lo más precisamente posible y es hacia donde deben dirigirse los esfuerzos
terapéuticos.
Otro modelo importante de mencionar es el psicodinamico, para el cual la
anormalidad sería consecuencia de la interacción existente entre un conjunto de
acontecimientos críticos en los primeros años de vida. Para este modelo la
psicopatología manifiesta es expresión de un conflicto más profundo, usualmente
inconciente, que subyace a ella, el cual debe ser diagnosticado y tratado, es decir, sigue
la línea del modelo médico (Nathan y Harris, op. Cit.).
Todos los modelos mencionados han tenido una gran influencia en el diagnóstico
psicológico esto es, en la determinación del carácter y naturaleza del desajuste, en la
medida que cada uno de ellos es una visión particular sobre los procesos patológicos. La
concepción del diagnostico y la forma de llevarla a cabo en psicología y psiquiatría, se
ha visto influida principalmente por la visión del modelo médico, aspecto que
tocaremos a continuación. Sin embargo, como se puede inferir de lo ya expuesto, no
existe una concepción única al respecto y como lo plantea Capón (1987, Pág. 24) “el
acto de determinar lo normal o anormal es siempre un juicio, o sea, una operación
valorativa y por tanto subjetiva”.

2. Influencia del modelo médico sobre la concepción del diagnóstico psicológico:


El modelo médico, centrado en descubrir la etiología subyacente, en clasificar
basándose en signos y síntomas y en prescribir un trata miento cuya finalidad es lograr
la eliminación del agente patológico subyacente, se encuentra sumamente influenciado
por el desarrollo teórico del psiquiatra alemán Emil Kraepelin. Evidentemente que con
el pasar del tiempo y en la medida que aumentó el caudal de conocimientos, esta visión
ha sufrido modificaciones. En la actualidad los Manuales Diagnósticos de Trastornos
Mentales (1980) más ampliamente utilizados, DSM III y DSM III-R, enfatizan una
aproximación descriptiva a los fenómenos. Este cambio se debe a que la ecología de
muchos trastornos que allí se señalan es desconocida y a que, distintas aproximaciones
teóricas brindan diversas explicaciones para la conducta considerada como desajustada.
En todo caso, el énfasis en la clasificación y denominación ha persistido y sigue siendo
usual escuchar términos como “neurosis”, “trastornos limítrofes”, “trastornos de
personalidad” y otros. Este énfasis ha llevado que, en el diagnóstico psicológico o
psiquiátrico, el objetivo central sea lograr conceptualizar el fenómeno que se está dando
en la persona a través de un termino específico al cual se le adscriben una serie de
características (síntomas principales y secundarios muchas veces, una evolución
particular).
Varios autores abogan por este planteamiento postulando que si no existiese una
clasificación bastante exhaustiva de los diferentes trastornos, cada enfermedad seria un
problema nuevo y el tratamiento de está tendría que desarrollarse por medio de la
experimentación tipo ensayo y error. Por otra parte, los enunciados que sirven para
denominar a una determinada enfermedad pueden funcionar como descripciones
abreviadas de la conducta permitiendo tener una cierta idea sobre lo que se puede
esperar del paciente. Estas descripciones abreviadas contribuirían a ordenar una gran
cantidad de información. Se agrega que la existencia de un lenguaje común facilitaría la
comunicación entre los distintos profesionales que de otro modo seria difícil de realizar
Por último, el hecho de denominar los desajustes y atribuirles una serie de
características más o menos propias a cada uno de ellos, ha permitido desarrollar la
investigación capacitando a los profesionales para comparar diferentes tratamientos,
para formular hipótesis sobre distintas etiologías y para predecir posibles resultados.
Pero así como se menciona esta serie de ventajas que tendría aproximarse a la
realidad psicológica de un paciente intentando configurar un cuadro particular con una
denominación específica, también se han planteado críticas al no considerarlo el
mecanismo de acercamiento más adecuado. Desde la psiquiatría, la critica más
vehemente corresponde al movimiento de la Antipsiquiatría, representada
principalmente por Ronald Laing y Thomas Szazs quienes señalan que el diagnostico
entendido de ese modo, conviene a los profesionales de la salud mental pero no a sus
pacientes.
En “Sanity, Madness and the Family” Laing y Esterson analizan 12 casos de
personas diagnosticadas como esquizofrénicas e intentan demostrar que en realidad la
“locura” consiste en un sistema de escape de una situación familiar insostenible.
Plantean que no existe un criterio objetivo, generalmente aceptado, para el diagnóstico
de esquizofrenia, que no existe acuerdo respecto a personalidad prepsicotica,
curso/duración y salida de la enfermedad. La esquizofrenia que se estudia y trata como
una enfermedad conocida sería un mito (en Cohén, 1977). Por su parte. Szazs (1960)
centró su crítica en el poder de los psiquiatras, a quienes consideraba más carceleros que
médicos y planteó, al igual que los autores anteriores, que la esquizofrenia carece de un
criterio unificado en cuanto a síntomas, diagnóstico y forma de tratamiento.
Desde la psicología, tanto el conductismo como el movimiento humanista han
rechazado la asimilación del modelo medico al psicológico. Los psicólogos
conductuales cuestionan la aplicación del modelo médico a los trastornos psicológicos o
del comportamiento, basándose en el modelo de aprendizaje y rechazando la existencia
de una etiología común a la conducta desviada. Los planteamientos del enfoque
humanista serán revisados a continuación.
III.- ¿Cómo se Diagnostica en el Enfoque Humanista?

1. El concepto de ser humano como antecedente fundamental:


La psicología Humanista propone una aproximación fenomenológica para
estudiar al ser humano. Se enfatiza el que cada persona es única, con sentimientos e
ideas propias. Se postula la existencia de un self o sí mismo que funciona como agente
activo frente al ambiente y no solo respondiendo reactivamente a él. Así cada uno, desde
su individualidad, percibe su realidad y esta percepción determina sus reacciones frente
al mundo. Luego, para estudiar al individuo hay que comenzar conociendo como él, en
particular, percibe la realidad. Esta no esta definida objetivamente sino que es subjetiva,
personalizada e individual, de acuerdo al perceptor (Tageson, 1982; Shaffer, 1987).
Algunos filósofos plantean que no corresponde preguntarse por la naturaleza
humana ya que no existiría una naturaleza única ni independiente de los humanos
concretos y sus circunstancias.
Sin embargo, los autores de la psicología humanista plantean posturas
específicas al respecto, especialmente en cuanto a la bondad básica del hombre,
influencia que puede ser rastreada en los planteamientos de Rousseau, especialmente en
Rogers.
Por otra parte, en esté enfoque se enfatiza una concepción holistica del ser
humano. El origen de este planteamiento puede ser encontrado en el pionero trabajo de
A. Smith, autor al cual todos hacen referencia en sus trabajos posteriores.
Goldestein (1940) por ejemplo, influido por la teoría de la percepción de la
percepción de la guestalt, aplicó el concepto de holismo a la personalidad y la
motivación. Propuso la existencia de una motivación básica hacia la unidad y la
totalidad en todas las personas y demostró con numerosas investigaciones, ya con un
valor clásico, que el organismo funciona como un todo pudiendo, partes de él,
compensar funciones que otras partes no pueden cumplir. Así mismo en cada persona,
los rasgos de personalidad se integran de una forma única dando singularidad al
carácter, ninguno de estos rasgos puede separarse de los otros porque están
dinámicamente interrelacionados (Tageson, 1952; Shaffer, 1978).
Autores como Rogers y Maslow entienden la tendencia hacia la unidad
planteada por Golstein como, una forma de autoactualización. Plantean que los
organismos vivientes están constantemente haciendo esfuerzos para actualizar nuevas
potencialidades. Un corolario de la autoactualización es la confianza básica en el
organismo humano, confianza en la capacidad humana de trascender el narcisismo y
egocentrismos propios de la infancia. El drive biológico hacia la autoactualización es
dirigido por la conciencia. Puesto que no es posible actualizar la totalidad del potencial
humano a lo largo del desarrollo, la persona debe optar entre distintas alternativas, debe
elegir las potencialidades que actualizará. Así, la conciencia transforma el drive
biológico de auto actualización a través de elecciones individuales que la persona hace.
Según Frankl estas elecciones están mediatizadas e influenciadas por la constante
búsqueda de un sentido, necesidad que sería intrínseca a la naruraleza humana.
La psicología Humanista reconoce la presencia de claras limitaciones inherentes
a la existencia humana sin embargo, plantea que es fundamental el margen de libertad y
autonomía que cada uno tiene para reaccionar frente a estas limitaciones.
Así, los humanistas entienden la capacidad de autodeterminación, como una
parte integrada del proceso total de “llegar a ser”, visto como un logro personal más
que como algo dado desde el nacimiento. De acuerdo con la psicología humanista, cada
uno debe intentar alcanzar su ideal de autenticidad lo que no implica una mera
adaptación a la realidad sino un ajuste dentro de la persona, un proceso de integración,
interna que puede llevar a rechazar normas que han sido impuestas desde la infancia.
En este enfoque también se describe la existencia de un nivel transpersonal en
que la conciencia de la existencia de otros modifica nuestra manera de enfrentar el
mundo. En los conceptos de Buber (1957), la relación “yo-tu” en que el otro es
percibido como sujeto (y no como objeto) permite un desarrollo personal y una forma
de gratificación intrínseca al ser humano. A veces se ha descrito que la tendencia a la
autorrealización opera en este nivel, a través de la búsqueda de las necesidades de
conocer (a sí mismo, a los otros, al universo) y de contacto (con otros), lo que con
atribuiría a darle un sentido a nuestras vidas.
En un excelente trabajo de recopilación Tageson plantea que más allá de
divergencias y discrepancias entre los distintos autores del enfoque humanista, existe
consenso en los siguientes puntos: postura fenomenológica, concepción holistica del
hombre, centracion en la persona, libertad, autonomia y autenticidad.
Por ultimo, la psicología humanista postula que la naturaleza humana nunca se
termina de definir completamente ya que los limites de esta se pueden extender de
forma infinita a través de la auto actualización.
2. Cuatro autores y sus respectivos planteamientos respecto al diagnostico.
En un campo en el cual hay gran diversidad de autores así como de divergencias
teóricas y practicas no es fácil seleccionar o elegir a quienes considerar representantes.
Con fines ilustrativos hemos decidido revisar los planteamientos de Abraham Maslow,
considerado como el pionero de estas ideas, de Carls Rogers y Fritz Perls, quienes
hicieron esta escuela y tienen numerosos discípulos y seguidores en diversas partes del
mundo y de Milton Erikson, un visionario en psicoterapia.

2.1. Abraham Maslow en la Psicología del Ser.

Abraham Maslow es quien acuñó la denominación Tercera Fuerza para los


planteamientos de la Psicología Humanista. Planteo una nueva psicología como
alternativa al conductismo y al psicoanálisis, ya que consideraba que estos dos
enfoques, de algún modo, desconocían o no tomaban en cuenta ciertos aspectos
importantes de la experiencia humana como la salud, la creatividad, el amor, el
altruismo. A esta psicología la llamó Psicología del Ser queriendo entregar una nueva
visión del ser humano, así como un nuevo concepto de lo que es salud y enfermedad.
(Diman y Frager, 1979).
En este enfoque el ser humano es potencialmente completo, perfecto. El ideal
último, un ser humano totalmente desarrollado, nunca se alcanzaría pero estaríamos
constantemente tendiendo a el por tanto, hay grados de humanidad y grados de lo que
Maslow llamo “disminución humana”.
Esta Psicología del Ser o de la salud se fundamenta sobre los siguientes
supuestos básicos:
Cada persona posee una naturaleza interna biológica e inmutable. Esta
naturaleza, en parte común a la especie y en parte particular, es esencialmente plena.
Para un desarrollo saludable conviene sacarla hacia afuera y cultivarla; si se la niega o
desconoce la persona enferma con síntomas evidentes o imperceptibles, inmediata o
posteriormente. Esta naturaleza es débil, delicada, derrotable por hábitos, presiones
sociales y actitudes erradas pero nunca desaparece, ni siquiera en las personas enfermas.
(Maslow).
Podemos darnos cuenta del gran énfasis que Maslow hace en las dimensiones
positivas de la experiencia humana (autenticidad, individuación, creatividad).
Justamente su aporte a la psicología en general y a la Psicología Humanista en
particular, es haber creado conciencia de la importancia que tienen los aspectos sanos
del ser humano y no solo los enfermos. Para ello enfatiza la necesidad de estudiar a las
personas que se autorrealizan y analizar las “experiencias cumbre” (momentos de
extrema felicidad y plenitud) tal como son descritas por quienes las experimentan. Esto
nos enseñaría respecto a errores, diferencias y dirección en la cual encausar nuestro
propio desarrollo, a la vez que daría una actitud más esperanzada a quien ayuda.
Este autor rechaza deliberadamente los siguientes aspectos del diagnóstico
tradicional:
a) la distinción entre salud y enfermedad en base a la existencia de síntomas. Los
síntomas, dice, no son necesariamente indicio de enfermedad como queda en evidencia
por ejemplo, al considerar los síntomas de un prisionero en un campo de concentración
en contraste con la ausencia de síntomas en un oficial nazi que lo vigila. (Maslow, op.
cit.).
b) la clasificación o encasillamiento de que es objeto la persona diagnosticada,
ante la cual reacciona con un sano disgusto como protección frente a una situación que
no respeta su identidad particular.
Maslow usa como sinónimos la palabra “neurosis” y el concepto “disminución
humana” y los entiende como falta de actualización de las capacidades, como pérdida de
la posibilidad de ser lo que se podría ser. En esta “disminución” juegan un rol decisivo
los determinantes familiares, económicos, sociales, religiosos, educacionales y
filosóficos. La persona ha perdido en alguna medida las claves internas o la habilidad de
reconocerlas, de saber que es lo que le gusta o disgusta, qué disfruta y qué no. Se vuelve
entonces hacía claves externas como horarios, reglas sociales o señales dadas por otras
personas. En la mayoría de la gente, esta perdida llevaría al uso de mecanismos de
defensa (los descritos por Freud) y a respuestas como falta de interés, de disfrute,
incapacidad de relajarse y temor a la responsabilidad. Esta condición sería reversible si
se logra gratificar las necesidades básicas de amor y estima que se han ido frustrando.
Como en esta Psicología del Ser no se habla de normalidad o anormalidad sino
de ver al hombre en toda su potencialidad, la evaluación consiste en identificar las
necesidades predominantes o insatisfechas y las posibilidades de auto actualización, así
como los determinantes que la dificultan.
Con respecto a identificación de necesidades, Maslow propone una jerarquía en
cinco estadios. Determinadas necesidades de cierto estadio solo aparecen o motivan la
conducta si los grados inferiores están suficientemente satisfechos. En el estadio inferior
ubica necesidades fisiológicas como el hambre, la sed y el contacto sexual; en el que
sigue las de seguridad, luego las necesidades de contacto social, pertenencia y amor. Y
en el cuarto estadio, las de confirmación y estima. Solo cuando están satisfechas estas
cuatro “necesidades de carencia” aparecen las necesidades de crecimiento y
autorrealización. (Maslow, 1973).
Maslow diferencia entre patología y metapatología. La patología seria resultado
de la privación de necesidades “de carencia”, en cambio la metapatología resultaría de
la frustración de necesidades superiores y se expresaría en incapacidad de amar
profundamente, no poder disfrutar, no poder ver el valor real de los logros personales,
limitaciones que, a veces, ni la persona misma percibe en sí.

2.2. Carl Rogers en la Terapia Centrada en la Persona.

Para Rogers la terapia consiste en favorecer el desarrollo de la persona de modo


que alcance crecimiento y madurez de acuerdo a lo que ella define como tal. Plantea que
“el ser humano tiene la capacidad latente o manifiesta de comprenderse a sí mismo y de
resolver sus problemas de modo suficiente para lograr la satisfacción y la eficacia
necesaria de un funcionamiento adecuado. Tiene además una tendencia a ejercer esta
capacidad”. (Rogers y Kinget, 1971, pag. 28). Pero la actualización eficaz de esta
potencialidad no es automática “requiere un contexto de relaciones humanas positivas,
favorables a la conservación y a la valoración del yo, es decir, requiere relaciones
carentes de amenaza o de desafío a la concepción que el sujeto se hace de sí mismo”
(op. Cit. Pág. 29).
El comportamiento de la persona no está sólo determinado por la tendencia a la
actualización sino también por la noción del yo. El yo es un estructura perceptual, es
decir un conjunto organizado y cambiante de percepciones que se refieren al sujeto. Esta
estructura perceptual forma parte de la estructura total que engloba las experiencias del
sujeto en cada momento de su existencia.
La tendencia a la actualización actúa constantemente en función del
enriquecimiento del yo, pero el éxito de esta acción no depende de la situación real y
“objetiva” sino de la situación tal como el sujeto lo percibe a través del prisma de su
yo. Para que tal noción del yo sea realista debe fundarse en la experiencia autentica del
sujeto es decir, éste debe ser psicológicamente libre, no sentirse obligado a negar o
deformarlo que siente para conservar el afecto de los demás o la estima de sí mismo
(Rogers y Kinger, 1971)
Rogers plantea varias objeciones al diagnostico tradicional:
a) sostiene que en la mayor parte de las obras psicológicas, existe la concepción
implícita de que una terapia exitosa lleva a la persona desde una categoría de enferma a
otra de normal. Sin embargo cada vez es más evidente que no hay acuerdo en lo que se
refiere a la significación de las categorías diagnosticas, “…he llegado a creer que el
término “psicopatología” es una etiqueta cómoda que los aficionados al diagnostico
colocan a ciertos aspectos de la personalidad que en su fuero interno les asustan”
(Rogers y Kinger, 1971)
b) por otra parte, para que el comportamiento cambie se requiere un cambio en
la percepción, lo que no puede ser substituido por el conocimiento intelectual. Entonces
aunque el terapeuta sepa exactamente lo que tenga el paciente, es decir, tenga un
diagnóstico preciso, no lo ayudará diciéndoselo. Mostrárselo podría hacer que el
paciente presentara resistencia, mientras que, cuando él pueda tolerar el dolor, explorará
por su propia cuenta las áreas conflictivas y cambiará su percepción. “Podríamos decir
que la psicoterapia de cualquier orientación está completa cuando el diagnostico de la
dinámica es aceptado por el paciente. En la terapia centrada en el cliente la finalidad del
terapeuta es proporcionar las condiciones en las que el cliente sea capaz de aceptarlo.
En un sentido preciso y significativo la terapia es el diagnostico” (Rogers, 1951, pág.
197)
c) en el diagnostico tradicional se pone el locus de evaluación en el clínico y no
en el cliente, esto puede llevar a incrementar las tendencias dependientes del cliente y a
hacerlo sentir que la responsabilidad del entendimiento y cambio de su situación no está
en sus manos sino que en las del otro lo que en sí mismo dificulta el proceso
terapéutico.
d) hacer diagnóstico trae consecuencias sociales y filosóficas: que expertos
hagan el diagnostico hace que unos pocos seres tengan el control sobre muchos. Además
el cambio, definido por el terapeuta puede implicar que lleva hacia su concepción
valórica y no hacia la del cliente.
e) el uso de terminología técnica echa una especie de cortina de humo verbal
entre la experiencia y la toma de conciencia de esta. Se tiende a imponer ciertas formas
a la experiencia en lugar de permitir que emerja en su calidad original.
Rogers utiliza el término “incongruencia” para referirse a la experiencia de la
persona que no es psicológicamente libre es decir, aquella cuya libertad experiencial
esta amenazada, a la que no le esta permitido experimentar ciertos sentimientos por
temor a perder el afecto de personas importantes para él. Cuando las condiciones de
vida exigen este divorcio entre la experiencia y su representación, el que pierde su
bienestar, la confianza en sí mismo y eficacia; queda envuelto en una angustia
generalizada, no sabe bien lo que piensa y quiere, es incapaz de tomar desiciones, esta
desprovisto de valores enraizados en la experiencia personal, no logra un
comportamiento estable y eficaz. Quien vive tal incongruencia, se esfuerza en vano por
actualizar uno “yo” que no concuerda con lo que experimenta verdaderamente (Rogers
y Kinger, 1971).
El funcionamiento congruente ocurre cuando la estructura del yo es tal que
permite la integración simbólica de la totalidad de la experiencia. La personalidad que
funciona integrada: a) estará abierta a sus experiencias. b) experimentará cada momento
como nuevo viéndose a si misma como un proceso más que como un producto. c)
confiará en su organismo, hará en que sienta que es correcto el momento y confiará en
que esto es una guía adecuada para su conducta y así tendrá un foco de evaluación
interna, cada vez seducirá menos a los demás en busca de aprobación o de pautas
externas por las cuales hacer sus desiciones.
Rogers plantea que el paso desde la rigidez a la nitidez se da a través de un
proceso. Es posible terminar en qué punto de este continuo se encuentra un determinado
individuo mediante la obtención de muestras de las cualidades que presenta su
experiencia: mayor o menor apertura a la experiencia y a la organización de
personalidad más existencial o cerrada (Rogers, 1973).

2.3. Fritz Perls en la Terapia Guestáltica.

Esta obra de Perls tiene un enfoque más explicito hacia la practica de la


psicoterapia que hacia la teoría de la personalidad. Es por esto que, cuando se intenta
extrapolar de ella una teoría coherente aparecen ciertos vacíos sin embargo,
intentaremos reservar sus conceptos centrales.
Uno de estos conceptos es el de "madurez o maduración” entendida como un
proceso de crecimiento continuo en el cual el apoyo ambiental se transforma en
autoapoyo. En la práctica terapéutica, la madurez de un individuo se logra mediante la
disminución del apoyo ambiental y el aumento de su capacidad para movilizar recursos
propios en el afrontamiento con su ambiente.
También es central para este autor, una vision holistica del ser humano
considerado como un oreganismo que funciona como un todo. Por lo tanto, cualquier
aspecto de su conducta pone en evidencia esta totalidad de allí el énfasis que Perls
asigna a la observación de la conducta gestual tanto como a la verbal, en el inténto de
conocer a un paciente.
Esta concepción holistica incluye además al ambiente. Perls dice que se debe
considerar al individuo formando un campo más amplio que incluye al organismo y su
medio y, entre ambos, una frontera que define la relación. En el individuo sano esta
frontera es fluida y permite contacto y aislamiento del medio. El contacto da ocasión a
la formación de una guestalt y el aislamiento a su clausura (cierre). En un individuo
neurórico las funciones de contacto y aislamiento estan alteradas lo que lo deja frente a
un conglomerado de guestalt no terminadas porque, o no se han formado o no se han
cerrado totalmente. (Fadiman y Frager, 1979)
Las señales para este ritmo de contacto-aislamiento son mandadas por una
jerarquia de necesidades. La necesidad dominante surge como un primer plano o figura
frente al fondo de la personalidad total. Una vez satisfecha retrocede al fondo
permitiendo que emerja al primer plano lo que en esos momentos es más importante.
Esto constituye el principio de regulacion organismica.
Un organismo sano acomete con todas sus potencialidades la gratificacion de su
necesidad más destacada. Uno neurótico, por el contrario, es incapaz de saber cual es su
necesidad dominante o de definir su relación con el medio de modo de poder
satisfacerla. Se llega así a un proceso de contacto-aislamiento disfuncional,
distorsionándose la existencia de este organismo como un todo unificado (Perls, 1982).
Perls describía la neurosis formada por cinco capas o estratos: el ficticio, el
fobico, el impasse, el implosivo y el explosivo.
El ficticio es el estrato de roles; actuamos en el “como si” fuéramos docentes,
estudiantes, terapeutas, de acuerdo a un concepto existente para tal rol. De esta manera
entramos en roles complementarios (opresor-oprimido por ej.) y en juegos de control.
Una vezquecomprendemos este modo de funcionar aparece la incomodidad, el dolor, la
desesperación y entramos al estrato fóbico. La actitud fóbica básica consiste en tener
miedo a ser lo que uno es, expresado en “¿que podrá sucederme si me lo permito?”.
Aparece la resistencia y las objeciones: “no se puede”, “no se debe”. Detrás de la capa
fóbica nos encontramos con el impasse, el momento en que no podemos producir
nuestro propio apoyo y donde el apoyo ambiental no se logra. Al estar en él
experimentamos la sensación de no estar vivos, de ser nada, de que somos cosas y
llegamos a un estrato implosivo, estado en el que se paralizan las energias necesarias
para vivir. Aquí es, dice Perls, donde la mayor parte de las terapias y terapeutas se
escabullen porque temen a la sensación de estar muerto, de desaparecer. La
consecuencia de quedarnos aquí es la mantención del status quo; es necesario
atravesarlo y haciendolo vemos que ocurre algo curioso, la persona expota hacia la vida:
hacia la dicha, la pena, el orgasmo, la furia.
La explosion es la capa neurotica final. “como yo lo veo, esta progresion es
necesaría para llegar a ser autentico, nadie puede ser distinto de lo que es en un
momento dado, todo lo que puede hacer un terapeuta es ayudar a sentirse más real.
(Perls, 1960, en Fagan y Shepherd, pág.30).
Si bien Perls no tiene un rechazo explícito por el diagnostico tradicional e
incluso usa conceptos de la psiquiatria como “paranoide” o “cuasi-esquizoide”, lo hace
para describir parte del funcionamiento de las personas sin considerar que tales términos
lo explican. Es su orientación fenomenologica y su enfoque holistico lo que está detrás
de este énfasis en la experiencia en forma descriptiva y no causal… “Finalmente está el
enfoque guestaltico que trata de entender la existencia de cualquier suceso a travez del
modo en que se produce, que trata de entender el devenir merced al cómo, no al por qué
merced a la omnipresente tornacion guestáltica, merced a la tensión de la situacion
inconclusa que es el factor psicologico. En otras palabras en terapia guestáltica tratamos
de ser congruentes con todos los restantes sucesos, en especial con la naturaleza, pues
somos parte de ella”. (Perls, 1966, op. cit., pág 24).
La meta última del tratamiento es incrementar el potencial humano a traves de
un proceso de integración. Por tanto, la primera entrevista se centra en detectar
conflictos (atendiendo a las angustias, verbalizaciones o conducta no verbal del
paciente), los que adoptan una pauta de identificación-alienación. Es decir, el paciente
se idennfica con muchas acciones, ideas y emociones pero dice violentamente no, a
otras. La integración requiere de una identificación con todas las funciones vitales.
Considerando estas ideas podemos pensar que frente a cada paciente el
observará al organismo en su totalidad. Atenderá a los desordenes de personalidad sin
centrarse en ellos, observará sus angustias, conflictos no percibidos, sus disociaciones y
gestalt completas e incompletas pudiendo determinar en que punto del continuo apoyo
ambiental-autoapoyo o bien, en cual de las cinco capas de neurosis se encuentra la
persona.

2.4. Milton Erickson en su Enfoque Personal.

Lo que caracteriza su modo de hacer terapia es su respeto por la individualidad


de cada paciente y su optimismo frente a la vida que le hace ver cada situación
inesperada, indeseable o desgraciada como una oportunidad para ser más de lo que
deseamos ser y para conocernos más. Creó muchas técnicas pero no una teoría porque
sostenía que ella haría que los terapeutas actuaran con más rigidez, siendo la flexibilidad
una de sus características sobresalientes.
Los siguientes son algunos elementos básicos en su pensamiento:
Cada ser humano es un sistema completo en sí mismo esto es, tiene integridad.
La persona es todo lo que necesita ser y la psicoterapia es el proceso de autoayudarla a
realizar sus posibilidades reales. Luego, las personas no necesitan ser algo nuevo o
remover algo errado de sí o de su pasado, sino que necesitan usar habilidades que no
saben que han adquirido a través de sus experiencias de vida y aprendizajes.
Cada parte del sistema persona es valiosa. El terapeuta debe proponerse
encontrar la forma de hacer uso de cada parte para beneficio de todo el sistema. Se trata
de entender esa parte, desorrollarla y hacer que se exprese mejor y de nuevas maneras
de modo que satisfaga la totalidad de las necesidades de esa persona. Considerando sus
escritos y los registros de sus sesiones es válido suponer que Erickson pensaba de los
seres humanos como basicamente adecuados en todos sus aspectos y partes, tenía, por
tanto, una actitud vital de aprobación de nuestro ser básico más allá de todo juicio de
bueno o malo respecto a nuestra conducta. Incluso con pacientes diagnosticados
psicóticos o limítrofes mantenía la misma perspectiva.

Definía el sistema como una conducta autohipnótica suceptible de ser cambiada,


ayudando al cliente a hacerse cargo de su propia autohipnosis. Se trata de encontrar el
aspecto positivo de aquella parte de la persona que sabotea sus deseos de una vida mejor
y que puede incluso, reducirla a la categoría de entermo mental. “Descubrir el fin
positivo aún de los aspectos más negativos de la persona y validarlo, para que pueda
llevar a resultados positivos… esta es la esencia de la psicoterapía breve, el delicado
arte del reencuadre” (Zeig, 1985. comunicación verbal)
El insconciente es importante. El supuesto básico es que el inconciente sabe lo
que es mejor para cada persona en cada momento. De ahí proviene el interés de
Erickson en contactarse con él a través de la hipnosis. La confianza en él, evita que el
terapeuta manipule sin respeto o use técnicas sin consideración de los valores y el
propio sentido de dirección de la persona. Cada persona tiene sus propias percepciones e
ideas que le son útiles; se trata de ser respetuoso y trabajar con las realidades del cliente.
Esto implica aceptar sus valores para lo cual no es necesario que el terapeuta esté libre
de teorias y creencias sino, ermemente enraizado en ellas de modo que pueda contener a
otros sistemas de valores sin sentir amenazados los propios.
La práctica terapeutica es directiva y estrategica. Erickson asumia la
responsabilidad por el cambio, planteaba estrategias de intervención para aprovechar al
maximo los recursos del cliente, las que se dirigian a resolver sintomas en un contexto
de terapia breve. Para ello buscaba lograr un ajuste máximo con el cliente (pareo),
sincronizandose con él en postura, ritmo respiratorio, paralenguaje, lenguaje, y una vez
establecido este marco de aceptación, introducia variaciones en direccion al cambio
querido por la persona.
En relación a cómo se planteaba Erickson respecto al diagnostico tradicional, es
importante resaltar que él consideraba indispensable que un terapeuta conociera
ampliamente las distintas patologías, sin embargo enfatizaba otros conocimientos y
habilidades que le permitieran individualizar la comunicación de cada cliente. Debía ser
un agudo observador, tener buena comprension de los seres humanos y sus situaciones
vitales y, conjuntamente con ello, haber logrado un afinado control sobre su voz y
motricidad, tener sentido común y flexibilidad para usar el yo en una gama que fuera
desde el autoritarismo hasta la debilidad y haber desarrollado la capacidad de operar en
distintos estados de conciencia desde el alerta habitual hasta el trance profundo.
Estudiando el modo como Erickson trabajaba, se ha podido precisar las
categorías diagnósticas que usaba para individualizar el estilo perceptivo y relacional
de sus clientes.
Respecto al estilo perceptivo y de procesamiento de informacion, observaba: a)
dónde ponía su atencion el cliente, en la experiencia externa o en la interna (según el
modo como describía un hecho) b) donde se ubicaba en el continuo atención focalizada-
difusa c) cual era su sistema sensorial experiencial, visual, auditivo, kinesico d) qué
hacia con la información, la intensificaba o la reducia e) cómo procesaba,
secuencialmente o en mosaico.
Con respecto al estilo relacional intentaba ubicar a la persona en las siguientes
categorias: a) cual era su estrura familiar y el lugar entre los hijos b) donde ha pasado
sus años formativos, en un medio rural o urbano c) era intra o extrapunitividad d) one-
up (persona que define y controla la acción) o one-down (que responde).
La ubicación del cliente en estas categorías permiten conocer cómo percibía su
mundo y predecir sus comportamientos lo que era una poderosa herramienta de
influencia en direccion al cambio requerido por la persona.

3. El concepto de Mapa Psicológico.

En la Psicoterapia Humanista-experiencial, y especialmente elaborado en la


escuela de Psicología de la Universidad Católica como forma de diagnóstico se ha
utilizado la construcción de un “MAPA” del cliente. El concepto de “mapa” es bastante
amplio y ha sido usado de manera analógica por terapeutas y teoricos de la
comunicación (bateson, 1972).
Existen necesariamente diferencias entre el mundo y cualquier modelo o
representación de él. El mapa (representación) no es el territorio (mundo). Además, los
modelos que tiene cada uno de nosotros serán diferentes. Estas diferencias estan dadas
por las limitaciones neurológicas, sociales e individuales. Las limitaciones neurológicas
se refieren a que el sistema receptor humano no es capaz de percibir ciertos fenómenos
físicos. Estas limitaciones que están determinadas genéticamente, llevan a distinguir
entre el territorio y la representación del mundo (mapa).
Las limitantes sociales se refieren a categorías o filtros a los cuales se está sujeto
como miembro de un sistema social (el idioma por ejemplo). Este conjunto de filtros
empieza a distinguir a unas comunidades de otras, las experiencias comienzan a diferir
dando lugar a representaciones del mundo cada vez más divergentes. Un tercer modo en
que las representaciones del mundo pueden diferir del mundo mismo es por medio del
conjunto de filtros llamado limitantes individuales. Estas son todas las representaciones
que creamos como seres humanos basándonos en nuestra singular historia personal.
Estos filtros constituyen la base para las profundas diferencias existentes entre los seres
humanos y sus respectivos modelos de mundo (Bandler y Grinder, 1980).
Latinton afirma que el mapa no es el territorio, nosotros operamos a partir de
nuestra representación sensorial del mundo y no en la realidad misma (…) no es el
“mundo” en sí mismo el que dicta la insatisfacción o felicidad, sino es la versión que
cada persona hace de él. La mayoría de nuestra conducta (quizá toda) está orientada por
construcciones internas y por la representación sensorial de nuestro mundo (en
Kalawski, 1970).
Batesón (op. Cit.) se pregunta ¿Qué aspectos del territorio pasan al mapa? Dice
que si el territorio fuera uniforme nada de él se encontraria en el mapa salvo sus
fronteras. Lo que pasa al mapa son las diferencias. Las diferencias en el mundo de la
comunicación son las que producen efectos, mientras que en las ciencias exactas los
efectos son producidos por fuerzas, impactos o intercambio de energía. En la
comunicación, los efectos son provocados por esa clase de “cosas” que entran en el
mapa proviniendo del territorio.
Decimos que el mapa es diferente al territorio pero, ¿qué es el mapa?
Operacionalmente alguien salio con su retina e hizo una representación que luego dibujó
en un papel. Lo que hay en el papel es una representación retiniana de la persona que
hizo el mapa y así, nos topamos con una regresión al infinito, con una serie de mapas. El
territorio no aparece nunca en absoluto. El proceso de la representación siempre lo
filtrará, excluyéndolo, de manera que el mundo es sólo mapas de mapas de mapas al
infinito. Todos los fenómenos son literalmente apariencias, según Bateson (op. cit.).
Kalawski (1980) plantea que es importante deferenciar entre realidad e imagen.
Señala que los conceptos de mapa y territorio son una buena aproximación para
diferenciar estas dos dimensiones sin embargo, reflejan sólo un tipo de relación entre
ellas. Este autor llama Imagen (I) a toda construcción, plan, esquema, estructura o
proyecto que representa de alguna manera algo fuera de él y llama Realidad (R) a todo
lo que existe, independientemente si es o no representado. La imagen no es la realidad,
es una cierta medida inmaterial, independiente del espacio y del tiempo. La imagen
puede representar información acerca de una realidad existente así como también puede
constituirse en un programa o modelo para construir una realidad futura. Estas dos
direcciones de la imagen se dan en forma simultánea.
Practicamente toda la conducta está determinada por lo que percibimos o
recordamos o pensamos o queremos. Todos estos conceptos corresponden a imágenes
por lo tanto, en la medida que podamos estudiar cuales son los diversos tipos de
imágenes, cómo se forman, modifican y cómo es su interacción con la realidad,
podemos comprender y modificar el comportamiento (op. Cit.)
Podemos ver así que los conceptos de Imagen y Realidad se asemejan a los de
mapa y territorio pero permiten comprender más profundamente la relación ente ambos.
No sólo el mapa representa el territorio sino que tambien el mapa puede “modificarlo”.
Profundizando en el concepto de mapa, se puede decir que es una representación
incompleta y provisoria de la realidad que tiene por objeto describir y explicar algún
aspecto de ella y de las relaciones que existen entre distintos elementos de modo de
permitir la accion sobre ella. (Apuntes Curso Psicoterapia Integral).
El uso de este concepto en psicoterapia permite mantener presente la separación
entre la representación y lo representado evitando los problemas que se generan cuando
esta distinción se pierde y una determinada representación se confunde con la realidad.
En la situación terapéutica, hacer el mapa de un paciente implica construir una
representación tomando los aspectos escenciales de él y de las relaciones existentes
entre ellos, tanto, en su mundo interno como externo. Esta representación orienta al
terapeuta en lo que hace, le permite establecer concordancia entre lo que hace en un
momento y lo que hace en otro y le deja ver las implicaciones de su accionar.
En terminos generales, el mapa necesita ser modificado constantemente para
hacerse más exacto. Debido a que la realidad cambia y, debido a que ciertas
representaciones sirven para algunos y no para otros. En situación de terapia, mediante
el mapa se formula una imagen explicita del paciente que se va chequeando y
cambiando a traves del proceso terapéutico. Se puede avanzar gracias a la imagen pero
el avance implica cambiarla. Entonces esta imagen necesaria para ordenarse, debe ser
flexible y modificable.
En concreto, se puede construir una representación única de cada paciente que
guie la acción, respondiendo a las siguientes cuatro preguntas: ¿quién es el paciente?,
¿Qué le pasa?, ¿cómo es él? y ¿qué hacer? (Apunte mapa, EDUC, 1988).

¿Quién es el paciente?

Consiste en una descripción resumida de la persona, que permite ubicarla en


categorías sociales como sexo, edad, nivel socioeconomico, estado civil, profesión;
agregando caracteristicas externas peculiares por ejemplo: hijo de madre viuda, vive en
un pueblo pequeño. Se incluyen aspectos psicológicos que aparezcan en la interaccion
con el terapeuta (timido, suspicaz, inseguro…) y algunos elementos que describan su
entorno familiar o social. En esta caracterización ayuda el uso del lenguaje común que
resume en una expresión, por ejemplo “empleado bancario” y características
compartidas con aquellas personas que se desenvuelven en ese contexto.

¿Qué le pasa?

Se describe el problema de la persona conjuntamente con una consideración del


marco de la referencia en el cual esto se evalúa como problema. Detrás de la pregunta
“¿Qué le pasa a la persona?” hay otras preguntas implicadas: ¿Quién dice que lo que le
pasa es un problema?, ¿Cuál es el criterio de normalidad o adecuación que esta
utilizando.
En este punto se incluye lo que tradicionalmente se entiende por motivo de
consulta, con un análisis de las circunstancias en que se presenta: cuando, desde cuando,
con quien, cuándo no, con qué frecuencia, duración, etc; y se precisa la interacción del
problema con otros aspectos importantes de la vida de la persona.
Conviene tener presente en este punto, las ideas de la teori de la Comunicación
(Watziawick, 1980) para entender que la definición de un problema como problema es
parte integrante de él. Esto permite determinar el conflicto en que esta la persona entre
lo que le sucede y lo que ella cree que debiera sucederle. Por otra parte permite apreciar
la paradoja en la que se encuentra quién afirma que no tiene control sobre una parte de
su conducta y requiere, para lograr este control, la colaboración de otra persona.
Es de particular importancia considerar lo que no le pasa a la persona, que
situación buscada o necesitada no le ocurre. Para esto es necesario utilizar un cierto
esquema de lo que es esperable encontrar en la situación general y especifica de esa
persona. Con respecto a la situación general, son útiles las consideraciones sobre etapa
de vida y tareas evolutivas. Con respecto a la situación especifica, es necesario poder
tantear la configuración (familiar, laboral, etc.) en la que se encuentra la persona y
entender desde allí la importancia de los aspectos deficitarios de su situación.

¿Cómo es la persona?

Trata de establecer un mapa de los mapas de la persona es decir, entender de qué


manera la persona se representa a sí misma y a los aspectos relevantes de su mundo; que
aspectos no son o son muy poco representados e, igualmente, cuales son las
representaciones alternativas y/o conflictivas que usa. Por ejemplo, una mujer que
interpreta una serie de conductas suyas en relación al marido como “sumisas”
simultaneamente como “ser una buena esposa”. La pregunta esencialmente en este
punto es ¿Cómo percibo yo que la persona percibe? y se necesita desarrollarla
precisando: cómo percibo que siente, piensa, desea, aspira, etc. Es útil considerar acá las
preguntas de Kelly: ¿cuales son sus constructos personales?, ¿los sistemas en los cuales
estos constructor se organizan?, ¿los procedimientos utilizados para validar estos
constructos?
También es impotrante diferenciar partes internas y roles internos para lo cual
pueden usarse instrumentos del Análisis Transaccional u otras categorías. Importa
además asumir distintas perspectivas para entender el problema de la persona. Por
ejemplo, una persona autoexigente y que exige a los demás perfección, en el sentido de
hacer calzar la realidad con un determinado ideal, percibe sus exigencias hacia otros
como una muestra de preocupación y afecto mientras que éstas las perciben como
descalificación y rechazo. Es importante entonces, asumir la perspectiva desde la cual
“se mira” la persona; conocer y entender sus “cuentos”, pero a la vez, poder asumir una
perspectiva diferente.

¿Qué hacer?

Se trara de implementar un pla de acción incluyendo ciertas estrategias y


técnicas, con el fin de ayudar a la persona a determinar los caminos alternativos que
puede tomar, considerando las dificultades que le pueda traer el usar alguno de estos. El
plan debe ser lo suficientemente claro como para dar un curso de acción, pero
suficientemente flexible de modo que pueda irse adaptando a lo que vaya sucediendo en
la psicoterapia. En este punto es necesario considerar las necesidades y recursos de la
persona que consulta así como las habilidades, recursos y necesidades del terapeuta.
La idea que está a la base del concepto de mapa tal como aquí se está
planteando, es la idea de diagnóstico como se usa en el estudio de las organizaciones.
No implica clasificación, como podría entenderse el diacnóstico psiquiátrico, sino la
tarea de precisar y delimitar los problemas que existen en una determinada organización
y de proponer y planificar soluciones.
IV.- Conclusiones

Al revisar a los autores elegidos es posible encontrar una serie de planteamientos


comunes en relación al diagnostico.
Cada ser humano es único y aunque se lo pueda adscribir a una categoría
psicopatológica, existe en él un conjunto de características propias que es necesario
considerar. Para enfatizar este aspecto Rogers denomina a su acercamiento “terapia
centrada en la persona” y Ericsson plantea que cada cliente presenta una problemática
individual y requiere, por tanto, de un enfoque psicoterapéutico nuevo y propio (Zeig,
1985).
Todo individuo presenta integridad es decir, sus distintos aspectos (biológicos,
psicológicos, sanos, enfermos…) están insertos en un todo indivisible y considerarse
separadamente sin desvirtuar su naturaleza. Ericsson por ejemplo, asegura la eficacia de
sus intervenciones dirigiendo sus mensajes a distintos niveles de procesamiento de
información a la vez y Perls no hace diferencia entre actividad mental y física puesto
que ambas estan intimamente imbricadas e influyéndose en un organismo que funciona
como una unidad. En la medida que el diagnóstico aisla una parte “enferma”,
“afectada”, o “disfuncional” del resto del organismo, aleja al terapeuta de la persona
concreta con sus limitaciones y recursos y puede hacerla perder eficiencia.
El énfasis en la patología que implica el diagnostico tradicional es una herencia
de la medicina que ha sido ampliamente cuestionada. Se le critica a la psicología, el
haberse ido construyendo como ciencia en torno a la patología. En franca oposición a
esta tendencia Maslow (1968) resalta la necesidad de centrarse en el estudio del hombre
sano y critica el enfoque tradicional que hace que las personas consideren sus problemas
como provocadores de sufrimiento y enfermedad (culpa, ansiedad, depresión) y no
como circunstancias de vida y reacciones naturales ante ellas, a través de las cuales van
autoactualizándose.
La concepción sobre los procesos de salud y enfermedad es otro aspecto común.
Estos procesos no son concebidos como diferentes. Lo anormal se describe a traves de
los mismos procesos que se utilizan para describir la salud (Lamer, 1978). Así por
ejemplo, Perls consideraba que una forma de lograr el desarrollo psicológico es
atravesar las cinco capas de la neurosis dándose, en este proceso, grados crecientes de
desarrollo y decrecientes de neurosis. Por su parte Maslow rechaza deliberadamente la
concepción dicotómica tradicional de salud-enfermedad en base a la existencia de
síntomas con su ejemplo del campo de concentración, donde sería más sano tener
síntomas que no tenerlos.
Incorporada a la concepción anterior está la idea de proceso. si bien es cierto que
en la terapia humanista existe una especie de tipología, por ejemplo la guestalt habla de
funcionamiento libre versus obstruido o bien, Perls propone ubicar al paciente que
llegue a consultar en una de las cinco capas, esta tipología se centra en los procesos y no
en el sujeto. Es decir, la denominación de “fóbico” específica patrones repetitivos de
conducta que forman parte de la conducta total del sujeto pero no caracteriza a la
persona en sí. Además el concepto de proceso implica la idea de movimiento en
contraposición al uso estatico de términos psiquiátricos como etiquetas asignadas para
siempre a la persona (Latner, op. Cit.)
El respeto al paciente en cuanto éste es quien determina la dirección del cambio,
es otro aspecto compartido. La existencia de un diagnostico puede hacer que el
terapeuta defina una dirección, lo que podría ser sentido como imposición irrespetuosa y
resultar en resistencia por parte del paciente (Zeig, 1985). Por su parte, Rogers advierte
sobre el peligro de aumentar tendencias dependientes del cliente y hacer recaer la
responsabilidad del cambio en el terapeuta, al realizar un diagnostico.
Los anteriores planteamientos que, según nuestro punto de vista son compartidos
por los autores revisados, aparecen salvaguardados en el “mapa” como forma de hacer
diagnóstico en el enfoque humanista-experiencial.
La idea de mapa implica que siembre que debiera existir conciencia de que este
es sólo una representación “del territorio” y no la realidad (persona) en sí. Esto,
pensamos, disminuye el efecto de etiquetamiento en la medida que nos hace tener
preseste que lo representado es una abstracción de lo existente. Abstracción que, por una
parte es incompleta — corresponde sólo a una parte del individuo y no al organismo
total — y por otra, es modificable puesto que corresponde a un momento determinado
del desarrollo de una persona ydeberá reformularse en correspondencia al cambio de su
funcionamiento. Es conveniente detallar un aspecto más en relación a la condición de
modificabilidad del mapa. Puede suceder que, para entender a un determinado problema
de la persona el terapeuta deba realizar una representación “x” y para entender otra
dimensión problemática deba llevar a cabo otra representación.
Una llamada de atención especial en relación al ef'ecto del etiquetamiento se
extrae de lo señalado por Kalawski (1980) respecto a que las imágenes pueden crear
realidades. Efectivamente, un diagnóstico puede llevar a la persona a tener (o mantener)
el comportamiento que se le adscribe mediante esa categoría.
Por ultimo, es conveniente hacer notar que en nuestra proposición, esta
“caracterización de una determinada parte del territorio que es una persona en un
determinado momento” no se llama diagnóstico sino mapa y señalar que cada una de
estas dos palabras arrastra una gama distinta de significados.
Hemos intentado revisar varias de las ideas centrales en torno al diagnóstico.
Muchas de ellas constituyen una seria crítica al modo cómo se ha venido realizando
hasta ahora. Nos parece valiosa esta critica porque ha permitido que se cuestionen
planteamientos tomados corno verdades. Ha facilitado que nos hagamos conscientes que
los términos psiquiátricos utilizados son un intento de representar una parte de la
realidad, y no es que ésta exista tal cual la definen esos términos. Al pensar que estas
clasificaciones son una verdad en sí, se pierde el sentido del diagnóstico ya que, en
definitiva, el objetivo al que debe apuntar es al logro de un mayor beneficio para la
persona que está sufriendio.
A nuestro juicio el diagnóstico no es en sí mismo malo o perjudicial sino que lo
pemicioso sería la utilización que se ha hecho de él. Es diferente un acercamiento que
permita entender al paciente, a otro qué implique un etiquetamiento que conlleva una
serie de perjuicios y prejuicios sociales para la persona. Sin embargo pensamos que es
imposible no diagnosticar o, en cierto sentido, etiquetar. Siempre se le asigna un
término, concepto, configuración o representación a lo que se está observando.
Diferente es que esta configuración tenga una connotación peyorativa y se convierta en
una definición estatica de la persona.
Si bien coincidimos con Capponi cuando señala: “nos parece peligroso caer en la
tentación muchas veces seductora de la negación. No existen enrermedades, no hay
normales ni anormales, somos todos equivalentes y la acción humana modificadora de
ayuda no tiene un sustento epistemológico, es una ocurrencia más del hombre. (Esta
postura) incita a la paralización de la acción, a la evitación del compromiso, del acto
generoso de entrega” (1987, pág. 38) creemos necesario tener en cuenta que el
diagnóstico siempre parte limitado a una cierta visión de hombre y de realidad, por lo
cual es restringido desde su inicio a la vez que, las concepciones de hombre y realidad
son influidas y restringidas por las visiones imperantes en una sociedad.
Nos adscribirnos, por tanto, a la idea de diagnostico que se desprende del
significado etimológico de la palabra griega “diagnostikas” que es el “conocer”
(Diccionario de la Real Academia Española, 1984) Para el enfoque humanista hacer
djanóstico es un intento de conocer esta totalidad que es la persona que llega a consultar.

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