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Escribir filosofía

Anjan Chakravartty
Institute for the History & Philosophy of Science & Technology
University of Toronto
1. Claridad. Lo creas o no, la dificultad más seria al enfrentar una comunicación filosófica es el reto de
descubrir qué es lo que está tratando de decir el autor. Expresa tus ideas tan claramente como sea posible.
Recuerda que el lector no tiene acceso a las horas de procesamiento mental que te han llevado a tu punto,
así que ponte en sus zapatos cuando lo expliques. Plantéalo con tus propias palabras, incluso al discutir
el punto de vista de alguien más (¡Pero recuerda citarlos!). Sé tan preciso como puedas. Define tus térmi-
nos. Usa ejemplos. Aproxímate a ese punto desde diferentes perspectivas y dilo de maneras distintas.
2. Estilo y contenido. El estilo es una cuestión personal y diferentes estilos son compatibles con un
buen escrito. Pero hay algunas sugerencias (¡además de los pre-requisitos básicos de una buena orto-
grafía y gramática!). Haz la tesis y la estructura de tu ensayo transparentes (i.e., preséntalas en tu
introducción, recuérdale al lector en cada sección de dónde vienes y hacia dónde te diriges, y haz refe-
rencia a ello en tus conclusiones). Describe el problema en cuestión, define los términos clave para
evitar ambigüedades. Considera los puntos de vista relevantes de los autores que has leído, sopesa sus
fuerzas y debilidades. Argumenta a favor de una tesis particular al explicar las consideraciones que la
apoyan, y defiéndelas de posibles críticas. Si es posible, argumenta desde tu propio punto de vista, que
puede ser una variación de algo que ya hayas mencionado, o algo totalmente distinto. No intentes
hacer demasiado. Un ensayo ceñido a un tema que vaya a profundidad es mucho mejor que uno que
toca muchos puntos de vista y/o autores superficialmente. Y recuerda: cuando emplees las palabras o
ideas de otras personas (sea que los cites o sólo hagas paráfrasis), siempre refiérelos en una nota a pie
[o en otro estilo de citado] y añádelos a la bibliografía.
3. Trucos del oficio. Usa ejemplos para hacer claro tu punto y para ayudar a convencer al lector de que
estás en lo correcto. A menudo hay ejemplos típicos en la literatura, pero siéntete libre de crear ejemplos
propios. Ofrece contraejemplos para mostrar que una postura debe estar mal encaminada. Cada vez
que hagas una afirmación (o la haga un autor que estés discutiendo), piensa lo que podría decirse en
respuesta, y entonces qué podría responderse a ello (y así sucesivamente). Para cada afirmación, piensa:
‘¿Por qué esto tiene (o no tiene) sentido?’, y trata de hacer lo mismo con tus respuestas. Una forma
común de dar razones en contra de algo es mostrar que es inconsistente (i.e., que dice cosas contradic-
torias, o tiene consecuencias que se contradicen una a otra). Para argumentar a favor de algo, trata de
mostrar que se sigue de supuestos razonables, o que si no fuese el caso, resultarían consecuencias po-
co razonables. Éstos son sólo unos pocos de los ingeniosos trucos que emplean los filósofos.
4. Qué hace bueno a un ensayo. Un buen ensayo es uno que tiene una tesis clara, argumentos claros
que la apoyan y la defienden de posibles críticas, así como una estructura bien pensada que es el ca-
mino obvio de principio a fin. Al considerar el pensamiento de otras personas, usa siempre el principio
de caridad (i.e., interprétalos de la manera más razonable y defendible que sea posible y consistente
con lo que dicen). Pasar de una buena exposición del material a presentar algo original es lo que hace
destacar a los buenos ensayos. Esto no es tan difícil como parece –la originalidad puede ser demostra-
da de muchas maneras simples. Puedes hacer una distinción interesante. Puedes mostrar que puntos
de vista que parecen similares en algunos aspectos son de hecho bastante distintos en otros, o vice-
versa. Puedes combinar elementos de los puntos de vista de otras personas de una forma nueva.

[Traducción de Marc Jiménez Rolland]

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