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El concepto de libertad: vinculada a la facultad que posee todo ser vivo para llevar a cabo una

acción de acuerdo a su propia voluntad. A partir del siglo XVIII, la libertad comenzó a unirse a otras
facultades o virtudes, como la justicia y la igualdad.

El concepto de Estado: se define como el conjunto de instituciones que poseen la autoridad y


potestad para establecer las normas que regulan una sociedad, teniendo soberanía interna y
externa sobre un territorio definido.

El concepto de Nación: Nación es el conjunto de personas que se identifican con un territorio,


idioma, raza y costumbres, constituyendo generalmente un pueblo o un país.

El concepto de País: Un país es aquel territorio o nación políticamente independiente que posee
un gobierno propio junto con un conjunto de leyes, administración, población y fuerzas de
seguridad; es decir es aquella área geográfica constituido por un determinado número de
personas y ciertos recursos naturales, y que se caracteriza muchas veces por sus elementos
políticos, sociales y culturales, que los diferencian de otros. Entonces se puede decir que la
significación de país abarca sinónimos como nación, estado, región, provincia o territorio, lugar
etc. de igual forma un estado puede formarse por diferentes naciones o países, como en el caso de
España con Cataluña y el País Vasco

El concepto de Gobierno: es la autoridad gobernante de una unidad política, que tiene por objeto
tanto dirigir, controlar y administrar las instituciones del Estado, como regular una sociedad
política y ejercer autoridad.

El Estado Laico: Significa simplemente que, desde el punto de vista jurídico, no habrá una religión
o credo oficial en la Constitución Política. La fe religiosa es algo que cada ser humano debe
alcanzar ejerciendo su libre albedrío y no por medio de la coerción, sea de nuestros padres,
amistades o del gobierno.
La idea del Estado laico tiene su origen en el liberalismo cuyo principio es que todo ser humano es
libre. Esto quiere decir que todo ser humano tiene el derecho a disponer de su vida, de sus bienes
y de su ingreso de la manera que más le guste. Del reconocimiento de este principio se deduce
que todo ser humano puede seguir el credo que le plazca y en la manera que quiera. El único
límite a la libertad individual debe ser el respeto por el ejercicio de la libertad del otro.

El término secular:

se utiliza como un adjetivo calificativo para designar a todos aquellos fenómenos o elementos de
una sociedad en los cuales la religión no está más presente, tanto porque fue eliminada de ese
ámbito o porque nunca lo estuvo. El proceso de secularización de distintas áreas de la vida social
comienza especialmente luego de la Revolución Francesa en 1789, momento en el cual la religión
católica pierde su poder en el ámbito político y social.

Las características político-sociales del estado secular frente al estado laico:

Estado laico o secular se denomina al Estado, y por extensión a una nación o país, independiente
de cualquier organización o confesión religiosa o de toda religión[1] y en el cual las autoridades
políticas no se adhieren públicamente a ninguna religión determinada ni las creencias religiosas
influyen sobre política nacional.

No se puede olvidar que la Constitución de 1886 fue fruto del período histórico denominado “La

Regeneración”. Dicho movimiento político surgió en el país a finales del siglo XIX y fue liderado

por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro;

Dentro de los cambios evidentes de la Constitución de 1991, respecto de la de 1886 está,

como dijimos antes, el reconocimiento de la soberanía del pueblo. Con esto, en pleno espíritu

democrático, se reconoce que el poder político proviene de los colombianos, que si la

Constitución tiene autoridad es porque los constituyentes representan al pueblo mismo. En

síntesis, el pueblo de Colombia es el “constituyente primario”, es él quien decide su destino,

quien da autoridad a sus gobernantes.


El Estado laico se funda y tiene lugar en la protección de las libertades fundamentales,

particularmente lo que respecta a la libertad de expresión, de conciencia y una defensa de la

autonomía.

Cuando

hablamos del estado liberal hicimos énfasis en las libertades individuales y en la importancia

de que el sujeto tenga la facultad para decidir por sí mismo, valerse de su propio pensamiento.

Por eso, si revisamos en algunos argumentos que ya hemos señalado, el pensamiento moderno

reconoce que la dignidad del ser humano estriba en que él mismo es artífice de su vida, él tiene

la facultad de decidir y optar sin que el estado de una forma paternalista lo guíe. En eso consiste

la autonomía, en la capacidad que tiene cada individuo para ser el protagonista de sus propias

decisiones, de su vida, sin que esté sujeto a la tutela de alguien, además de sí mismo.

Así las cosas, no hay mayor mal que viole estas libertades que el paternalismo del Estado, es

decir, cuando el Estado decide comportarse como un padre con los ciudadanos diciéndoles

qué deben pensar, en qué deben creer, etc. No solamente el estado no puede regular la libre

expresión de los individuos, sino a la vez no puede interferir en las convicciones que cada uno

tenga y en eso consiste la libertad de conciencia

La laicidad es un principio que consiste en dos proposiciones básicas; la primera es la

separación estricta del estado de las instituciones religiosas y la segunda es que las personas

de diferentes religiones y creencias son iguales ante la Ley.

Literalmente, el secularismo consiste en que

no tenemos argumento alguno para afirmar la existencia de Dios, pero tampoco para negarlo;

luego, a diferencia del ateísmo que sí niega la existencia de Dios, el secularismo es respetuoso
con las múltiples creencias y solo exige de ellas ese mismo respeto de ellas hacia las demás.

La laicidad garantiza que el derecho de las personas a la libertad de la religión siempre se

equilibra con el derecho a ser libres de religión y también otorgar las garantías para los no

creyentes.

El secularismo tiene también lugar en defensa de la democracia y de la equidad social. En una

democracia secular todos los ciudadanos son iguales ante la ley y ni la ley ni el estado pueden

otorgar ventajas o desventajas a los creyentes de determinada religión, pues ante todo las

personas son ciudadanos con los mismos derechos y obligaciones entre sí; no puede haber

lugar a la discriminación religiosa.

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