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CELEBRACIÓN DE LA LUZ EN PASCUA O PENTECOSTÉS

(Pascua 2009)

Después de haber seguido a lo largo del Adviento y la Cuaresma nueve catequesis


bajo el lema de “LUZ PARA TI. BÚSCALA EN EL MUNDO”, proponemos una
celebración para el tiempo de Pascua o Pentecostés donde agradezcamos la LUZ que
ilumina nuestro caminar por la vida y el mundo. Jesús Resucitado, el Espíritu enviado
por el Padre en Pentecostés es esa fuente de luz y sabiduría presente en lo bueno y
positivo del mundo. Imaginamos una celebración conjunta de varios grupos de
catequesis.

Preparación.

En lugar visible y preferente estará colocado el Cirio Pascual. Cerca y en otro lugar
equivalente y visible, siete velas. Preparados, carteles con los siete dones del Espíritu para
pegarlos en su momento a las siete velas.
En un panel, el mapa mural que se ha ido completando en las catequesis de la luz
durante el año. En su defecto, un mapamundi o imagen del mundo. Un proyector (u otro foco
de luz concentrada) que iluminará el panel a sus tiempos. También podría ser la proyección de
una imagen del mundo y otras diapositivas que, al hilo de la lectura, estará encendida o
apagada según se indica.
Preparar una hoja que se entregue a todos al menos con la invocación de los 7 dones
y la oración final.
Preparar velitas que cada uno encenderá de las velas de los siete dones al tiempo del
gesto simbólico.

CANTO DE COMIENZO: invocación al Espíritu.


Si no se canta, se puede comenzar escuchando la canción “Sé mi luz, enciende mi noche” (CD
“Alégrate”, de Ain Karem).

INTRODUCCIÓN DEL CELEBRANTE.


Ambientar a los niños situándolos ante el mural que resume las catequesis de Adviento
y Cuaresma: en ellas hemos pedido a Dios que nos abra los ojos para reconocer las fuentes de
luz que tenemos cerca de nosotros y para saber aprovecharlas y elegir con acierto. Son fuentes
de luz los ejemplos y ayudas de personas que nos influyen para bien y que aumentan nuestra
sabiduría de la vida; también lo son los libros y el trabajo escolar y las pantallas por las que
recibimos información y sugerencias de comportamiento.
Hoy, miramos a Jesús resucitado, es la primera fuente de luz y de inspiración para un
cristiano. Vamos a desear que Él, sobre todo, ilumine nuestra educación y nuestro crecer en la
vida.

LECTURA DIALOGADA (tres buenos lectores, sin correr pero sin perder el ritmo; otra
persona que encienda y apague el foco del proyector al hilo de lo que se lee)

Narrador 1:
Desde que existe el hombre sobre la tierra, la historia de este planeta y sus habitantes
ha sido un sucederse constante de bien y mal, de construcción y destrucción, de luz y
tinieblas. Escuchamos en resumen de esta historia.

Narrador 2:
Hubo un tiempo, en que todo era caos y tinieblas.
Hasta que dijo Dios:
Lector: Haya luz

Narrador 1:
Y hubo luz. Díos creó la luz. (encender el foco de luz que ilumina el mundo)
Y después creó Dios el mundo, y las plantas, y los animales.
Finalmente creó Dios al hombre y a la mujer,
los creó a su imagen y semejanza:
capaces de amar, capaces de entender y libres.

Narrador 2:
Por el mal uso que los humanos hicieron de la libertad, vino el pecado.
Adán y Eva pecaron. (apagar la luz)
Caín mató a su hermano Abel, y el corazón de muchos
hombres y mujeres se llenó de egoísmo y de violencias.

Dios, sin embargo, no quiso abandonar a los hombres,


y se propuso hacer de la historia humana una historia de salvación.

Narrador 1:
Empezó llamando a Abraham al que dijo:

Lector: Sal de tu casa a la tierra que yo te mostraré.


Haré de ti un pueblo más numeroso que las estrellas del cielo,
más grande que las arenas de la playa. (encender la luz)

Narrador 1:
Abraham se fió de Dios. Hizo con él un pacto de amistad.
Por eso, Abraham es el padre de todos los creyentes.
Sus descendientes, los hijos de Jacob,
empujados por el hambre, emigraron a Egipto.
Pero allí llegaron a ser tratados como esclavos.
Clamaron a Dios y el Señor escuchó sus gritos.
Para enviarles un libertador, Dios se apareció a Moisés y le dijo:

Lector 1: He visto la opresión de mi pueblo


Anda, yo te envío para que saques a mi pueblo a la libertad.

Narrador 1:
Capitaneados por Moisés, salieron los israelitas de Egipto, salieron de la esclavitud.
Junto al monte 2INAB, todo el pueblo hizo un pacto de amistad con Dios, la Alianza,
y el pueblo se comprometió a guardar los Diez Mandamientos.

Narrador 2:
Pero con el paso del tiempo,
el pueblo y algunos de sus reyes faltaron gravemente a la Alianza, (apagar la luz)
faltaron a la amistad y se apartaron del Señor,
y vivieron otra vez en el destierro y la esclavitud.
Dios les prometió de nuevo un salvador, el Mesías, y una alianza nueva.

Narrador 1:
Para cumplir la promesa, Dios eligió en primer lugar una madre,
y esta fue María de Nazaret. (encender la luz, se puede proyectar una imagen de
María, luego de Jesús, luego de los apóstoles; se mantiene el foco encendido hasta el
final de la lectura)
De ella nació Jesús, Dios hecho hombre.
Jesús instruyó a doce apóstoles y los preparó para extender por el mundo
lo que Él llamaba el REINO DE DIOS, una sociedad
como una gran familia de hermanos.

Narrador 2:
La víspera de su muerte, les prometió que les enviaría el Espíritu Santo, les dijo:

Lector: “El os enseñará todas las cosas y os recordará todas mis palabras, es el
Espíritu de la verdad. La paz os dejo, mi paz os doy. No tengáis angustia ni
miedo”.

Narrador 2:
Esta promesa del Espíritu se cumplió el día de Pentecostés.

Lector: “Un ruido del cielo, como una violenta ráfaga de viento, resonó en toda la casa
donde se encontraban los apóstoles, y vieron aparecer unas lenguas como de
fuego que se repartían posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron
todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en diferentes lenguas, según el
Espíritu les concedía expresarse”. (encender el Cirio Pascual)

Narrador 1:
El Espíritu de Dios tomó en ellos la forma de luz y calor. Aquel mismo día empezaron a
proponer las enseñanzas de Jesús y a construir el Reino de Dios. Transmitían el
Espíritu Santo a quienes se bautizaban y, desde entonces hasta hoy, los creyentes han
encontrado en este Espíritu la LUZ y la fuerza para vivir según el deseo de Dios.

HOMILÍA.
Comentar la transformación que el Espíritu produce en los apóstoles: su decisión y
valentía, su capacidad de convencer a otros, su comprensión de lo que antes no habían
comprendido sobre Jesús, su iniciativa y ánimo para dispersarse por el mundo a predicar el
Reino…
Los apóstoles transmitían el Espíritu Santo a quienes se bautizaban y, desde entonces
hasta hoy, los creyentes han encontrado en este Espíritu la LUZ y la fuerza para vivir según el
deseo de Dios. La tradición de la Iglesia ha concreta en siete cualidades o características de
las personas (los 7 dones) la transformación que el Espíritu hace en nosotros.
Hacer una breve explicación de los siete dones (repasarlos en la hoja con la que luego
se va a orar): ellos son la sensatez, el bien pensar y el buen desear que dan calidad a nuestra
vida humana y a nuestro ser cristianos. El Espíritu de Dios que habita en nosotros nos impulsa
a menudo a estos buenos deseos. Si nuestro egoísmo no pone freno a tales deseos, ellos
darán su fruto de obras buenas, los frutos del Espíritu. La tradición de la Iglesia enumera doce
frutos: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad (generosidad), bondad, benignidad,
mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad (Gálatas 5,22-23). Es decir, que si nos
dejamos inspirar por la sensatez y el buen sentimiento que nos sugiere el Espíritu Santo
nuestro comportamiento producirá buenos frutos de bondad, paciencia, generosidad, etc.
Explicar el gesto que luego se hará tomando cada uno luz para sí de uno de los siete
dones.

INVOCACIÓN DE LOS 7 DONES


(Al invocar cada uno de los 7 dones, aludimos a una de las catequesis tenidas en Adviento y
Cuaresma)

1 El don de sabiduría capacita para descubrir la luz (la sabiduría) que nos puede
venir de los amigos y compañeros. (encender una vela, ponerle el cartel
“SABIDURIA”)
TODOS: Quiero fijarme y aprender de las buenas acciones de los demás.

2. La inteligencia nos ayuda a aprovechar la sabiduría (la luz) que nos puede venir de
los maestros. (encender una vela, ponerle el cartel “INTELIGENCIA”)
TODOS: Gracias por la luz que me viene por los maestros y educadores.
3 El don de ciencia nos permite descubrir la sabiduría que podemos encontrar en los
libros. (encender una vela, ponerle el cartel “CIENCIA”)
TODOS: Gracias por la luz que me viene por los libros y la lectura.

4. La fortaleza nos permite perseverar en el esfuerzo y el estudio, luz que nos abre
caminos para vivir y dominar el mundo. (encender una vela, ponerle el cartel
“FORTALEZA”)
TODOS: Gracias por la luz que me viene del estudio y el colegio.

5. El consejo nos lleva a reconocer que los buenos ejemplos de nuestro alrededor son
como pistas que tú nos mandas para guiarnos. (encender una vela, ponerle el cartel
“CONSEJO”)
TODOS: Gracias por la luz que me viene de los buenos ejemplos y consejos de los
que me educan.

6. La piedad hacia los demás nos descubre que las cualidades que cada uno tenemos
son luz que tú nos has dado para que la llevemos a otros. (encender una vela, ponerle
el cartel “PIEDAD”)
TODOS: Gracias por la luz y la ayuda que yo proporciono a otros.

7. El respeto por los recursos materiales y los medios de comunicación nos impulsa a
valorar las cosas que disfrutamos y usarlas con responsabilidad para el bien.
(encender una vela, ponerle el cartel “RESPETO”)
TODOS: Gracias por la luz que me viene por los medios de comunicación.

8. Que tu Espíritu, Señor, sea siempre nuestra luz cuando tenemos que decidir.
TODOS: Gracias por la luz que me viene por la oración y mi amistad contigo.

INVITACIÓN A LA REFLEXIÓN Y GESTO SIMBÓLICO


Proponer que cada uno elija uno de los 7 dones que quiere fomentar para sí mismo.
Formularse deseos de estar atentos a la llamada interior. Se puede luego escribir este deseo o
propósito en una etiqueta adhesiva y pegarla en la vela.
Acudir a encender la propia vela en la luz del cirio correspondiente. Según sea el
grupo, al encender la vela propia podrían formular el deseo en relación con ese don elegido.

ORACIÓN FINAL. Recitar juntos

Aquí estamos, Señor, una vez más, junto a ti que eres la luz.
Gracias por lo que hemos aprendido en este curso.

Gracias, Señor, por el Espíritu Santo que habita en nosotros


y nos inspira ideas sensatas y buenos sentimientos.

Ojalá seamos siempre capaces de elegir la luz del bien


y evitar las tinieblas del mal.

Ojalá nuestros ojos estén siempre abiertos


y nuestro corazón esté siempre generoso
para seguir las llamadas que escuchamos en nuestra conciencia.

Ojalá, Señor, unos a otros nos animemos a ser luz para el mundo.
Que te sentimos cerca caminando siempre a nuestro lado. Amén.

Jesús Pérez Rivera, sj


León

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