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LIMA 7 por otros, grandes y solemnes, adornados con sobrios de columnas, adosados a los limpios muros en los que sampean el equilibrio y la circunspeccién del gusto clasico. Los nes se alargan y llegan a correr a todo lo largo de las facha- *) creando una continuidad de voltimenes de maderamenes sy suspendidos que dan un cardcter singular a las ca- fias. Los interiores remedan vagamente patios pompe- nos y el vivo colorido dieciochesco es suplantado, en las ma- sobre todo, por un funebre tono chocolate oscuro; dejan arse los azulejos que tanto alegraban los interiores del Si- III y desaparece en general el variado y vivo cromatis- eemplazado por un uniforme y mondécromo colorido con o sabor mojigato y santurron. sta planta rectangular, de mucho mas fondo que frente, e claro origen mediterraneo y de ancestro romano en el in- en tanto que hacia el exterior, sus balcones de celosias, sbar desde dentro sin ser visto desde fuera; las ctipulas ¢ ines recortandose con mérbida turgencia sobre el cielo erlino, las torrecillas de mirador y en algunos casos las venta- de ajimez y los mader4menes trabajados, atm en la época iblicana; las ventanas de rejas con sus vistosos coronamien- namentados Iamados “coronel” y todo ese encanto y io de arquitectura cerrada al exterior: abicrta, lumino- onriente en Jos interiores, daba a la ciudad ese aspecto MO que atin conserva en aquellos escasos lugares en los a piqueta demoledora y modernizante no ha destruido el ito de los recoletos ambicntes, que bien merecen los elo- ‘gue les prodigaron los viajeros y que caracterizé a Lima Ja ciudad singular que hizo escribir al Padre Cobo en el XVII: “con ser tan esclarecida, Lima podria compararse mas nobles ciudades de Europa” y al historiador chileno nin Vicufia Mackenna, en el Siglo XIX, “Lima, se pue- ecir, era la segunda ciudad de Espafia, si no era mds toda- Para calificarla mds adelante como “la capital virtual de rica” en el Virreynato, hasta mediados del Siglo XVIII que la extincién de algunos de sus mds ricos yacimientos ndario metal dureo y argentino y la pérdida de la hege- fa del tréfico comercial por el desmembramiento de Nueva ida en 1718 y de Buenos Aires en 1772, trajeron la deca - €conémica y politica a estos reinos del Peri y su capi- balcones voltean inclusive en las esquinas.

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