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Universidad Nacional Luiq Gonzaga" de Ica

Facultad de Derecho y Ciencia Política

Control de Lectura N" 0l


. Curso de Derecho Cambiario
Tema: El Supuesto de Hecho de la Obligación Cambiaria

Autor: Cándido Paz-Ares

5to año
Secciones: A, B, C y E

2019 -l
,el
El Supuesto de hecho de la Obligación Cambiaria

Cándido Paz-Ares
Catedrático de Derecho Mercantil

§UMARIO: I. hnnooucsóN.-§ 1. Consideraciones generales.*Il. El§uPIrE§ToDEHEcHo


DE LA oBLlcAcIóN cAn{BIARIA.-§ 2. El contato de entrega y la obligación
cambiaria inter Wrtes.-§ 3. La apariencia y la obligaci&n cwtbiadra inter
turti os.-llL L¿ ¡nsrneccróN DE LA otsucACIÓN cAI\,IBIARLA.-§ 4. Sentidos de
la absfracción.-§ 5. El caráster abstracto & ta obügacién cambiaria.-IV.
OsucAc¡óbi cAr\dBrARtA y oBLtcACIóN cAUsAt.-§ 6. Consideraciones
genemles.-§ 7. La excepción de enüega del título.-§ 8. El derecho a retener [a
prestación y a rescatar el títuIo.-§ 9. La excepción de realización del üttrlo.-§
t0. Las excepciones de perjuicio y prescripción del título.

I. IrrnoouccúN

§ l. Cowideraciones generales

La ponencia que me ha sido encomendada dentro de Este cwso versa sobre la natr¡raleza jurídica
de la obligacíon carrbiaria, Se tr¿ta de t¡n tema de gran comp§idaü que en el marco de esta
disertación solo prede ser abordado en sus trazos más gruesos. Centraré la atención en tres
cuestiones básicas. La primera es la relativa a la fuente de la obligación cambiaria. De lo que se
mta es de averiguar crÉl es el supuesto de hwho aI que el ordenamiento conect¿ la constitución
'de la obligación cambiaria (v. infra, tr). La segunda cuestión alude al célebre problema de la
absüacción cambiaria. En relación con ella habrá de determinarse en que medida puode califica¡se
de absüacta ta obligación c¿nrbiaria {v. infra, trI). La tercera cuesüón versil sobre lm dificiles
problemas de coordinación que suscita la existencia sepamda de una obligación cambiaria y una
obligación causat que tienen el mismo proposito páctico (v. irfra, fV). A esta última cuestión se
le presAra especial atención. Las dos primer¿s serán objeto de un fiatamiento mas simplificado,
En todo cam, el objetivo es insertar la teoría de la obligación cambiaria en nuestro sistema del
' derecho de obligaciones. A tat efecto prtiré de la teoría duali*a, que he desarrollado con dealle
e,n otros estudios (l).

II. EI SUPUESTO DE TIECI{O DE LA OSUCECTÓN CAMBIARIA

§2. El confrato de entregay lo obligación cambiaria


«infer partes»

Cuardo Primusac€pt& una leüa Wra4garel precio de una compraveilta y se Ia enfiega a


Seeandus ---el vendedor-, st¡rge a su cargo una nueva obligacién *la obligación canrbiaria-
que se yu)fiapone a la obligación preexistente derivada del contato de corrpraventa. La
suscripción de l§letr¿ üene, pres, eficacia constitutiva de una ntnva obligacióa y no merameúe
declarativa de la obligación causal preexistente. Lo qr¡e hemos de determinar es cémo trace esa
novs obligatio. La cue$tión no ofrece dificuttades desde la óptica de la doctrina dualista. En
efecto,la obligación cambiaria no surge de un acto unilaÍeral, sino ---{omo es regla general de
nuestro derecho de obligaciones- de un negocio confiactual. Para que alguren quede obligado
cambiariamerits no basta con la simple redacción y suscripción de la letm" sino que es nrcesario
además la redacción y la suscripción son sólo actos preparatorios* /a concurrencia de
-porque
un contrato. Dicho contato se denomina contrato de enfrega porque se sustancia cuando el
deudor, entregando la letra, declara obligarse, y el acreedor, recibiéndola, declara aceptar la
promssa del suscrigor (esta explicacién es homogéna y vale para todas las relaciones
cambiarias: la que se instaura entre Iibrador y tomador, entre acsptante y presentante; entre
endosante yendooatario, ets.). Tecnicamente estoquiere decirque el zuprresto & lrecho, laspecies
facti ala que el ordenamieato conecta la constitución de la obligación oambiariq es un coutrato;
y siendo así, cualquier circunstancia que denuncie que ese confrato re ha fonnado de una manera
incompleta o de una maoeria viciada da lugar a la invalidez de la obligacion cambiaria. Esta es,
en definitiva, la razón por la que el deudor cambiario puede esgrimir conta su contraprte en el
contrato de entrega (el librador contra el tomador; el eudosante conh su endosatario; el aceptante
contra el preser$ante, etc.) cualquier excepción que se ñmde en el defecto o en un vicio de
cualquiera de los elementos que segun el artículo 1.261 del Código Civil debe¡r concurrir para
que el conüato surüa efectos obligatorios.
Elcontato deenüegaesuncoitutoobligatorio y dispositivo.Esobligatorio porque constituye
la obligación ca¡nbiaria a cargo del deudor que entrega la letra y es diqposifiuo porque transmite
la propiedad de la letra y los derechos derivados de ella. Pero pude ser solo obligatorio (por
ejemplo, algunas fomras de aceptación) o sólo dispositivo (p. ej., el endoso sin mi
responsabilidad).Es un conüato real porque es necesaria lafraücién del documento para que el
c,ontrato snuta efectos.

§ 3, ¿a apariencia 1t la obligación cqmbiqria <<inter tertios»

La explicación anterior es, sin embargo, una explicación pareial. Si el fundamento de la


obligacién cambiaria fuera siempre contractual no podría e4pücarse porque el deudor no puede
oponer al tercero acreedor los vicios y vicisitudes del contrato de enhega. Esta sola circunstancia
se despede clararnente del art. 67.2 LCCW- nos hace perisar qrre la fuente de la
-que
obligación ca¡nbiaria inter tertias no es Ia misma que en las relaciones inter partes. No es, pues,
el contrats de entega, sino un supuesto de hecho más simplificado. Este supuesto heclro es
tanrbién un supuesto de hecho conocido pornuesto dereoho privado general: laapariencia.
Imaginemgp que el contato de entega enüe Primus y Secundus no se ha celebrado válidamente
(por ejemplq porque Primus padeció un error excusable sobre el alcance de su obligacién o
poique fue víctima de la intimidación de Secundus). Es obvio que si Secwtdus se dirige contra
Primas, éste puede oponerle la excepción de error o de intimidacién, con las que, al denunciar la
invalidez del contrato de enfrega, pone de manifiesto que no estri obligado a Fgar.
Ahora bien, si Secundus, en lugar de conservar la lefrq se la transmite a Tertiws,las cosas
canrbian radical¡nente de caiz. Ello no quiere decir que la circulación del efecto convalide la
ineficacia de la situacién afierjor: la obligación csnbiaria deriyada del contrato de entrega sigue
siendo irwálids,pues el eror' la intimidación o el vicio de que se trate no desaprecen, como es
natural, con la circulación. Lo que sucede es que si el tercer adquirente *Tertius* es de buena
fe y ha recibido el üa¡lo confiando en la regularidad de la obligación íncorporad4 surge a cambio
del deudor cambiario **de Primu*-, por el simple hecho de haberfirmado la letra. Por lo tanto,
la constitución de la obligacion canrbiaria tiene uu fundamento confractual inter partes y un
fundamento utrilffral inter tertios. I"a obligación surge, en este riltimo supoesto, de la apariencia
que suscita el doErrmento.
El
supuesto de hecho apariencial se basa en la conexión de dos principios: el principio de
publicidad y el principio de imputacién La firma del docrunento genera la apariencia jurldica
(publicidad) de que et derecho suscrito ha surgido libre de defectos y de hl ap*riencia ha de
responder el suscrípor en la medida en que la creacién de dicha apariencia le sea imputable
(imputación). Para que exista responsabilidad por apariencia son necesarios cuafio requisitos:

a) La denominada situación objetiva de aparieneio, es decir, la situacién objetiva cuyo


aparecer exterior tieue t¿l fircrza con relación al tercero que el derecho permite a éste fiarse de
ella sin necesidad de una investigación exhaustíva- En la leúra este elemento viene configurado
pr un documento formalmente válido que refleja (aparerteraente) Ia existencia de un derecho de
crédito.

b) I¿ denorninada situaeién de tereeros. La apariencia sólo actua respecto del tercero


carnbiario, es &cir, un tercero que haya adquirido la letra en virhrd de un negocio de tn[fico
(negocio de tráfico es aqtrel en e[ que tradens y ac,cipienr tienen un interés económico inde-
pendiente (uo hay tal en transmisiones gratuitas o a tltulo fiduciario).
cJ Se requiere, en tercer lrgar, bwnafe en Ia adquisicién. Ei tercero ha de ignorar los vicios
del contrato de entrega. Si los sonoce o los desconoció con culp grave en el momento de
adquisición no resulta protegido porque carece de justificaeion la protección.
dl Finalmente, es precisa la impÍación I¿ situación objetiva de apriencia ha de ser imputable
al deudor con areglo a algun criterio objetivo. La imputabilidad surge de Ia firroa voluntaria de
Lalefra. Por tanto, la firma se entiende, no como un negocio jurídieo, sino como un simple acto
jurldico. La apriencia hace así nacer un crédito que no habrla nacido de acuerdo con la teoría del
contrato o <<resucitan» un cédito que, de acuerdo con la doútina del negocio juridico, se habría
extinguido.

III. L¡, ¿ssrnAccróN DELA oBuGACróN cAMBTARIA

§ 4. Sentidos de la abstracción

La obligacién canrbiaria cuyos supuestos de hecho altemativos quedan delimitados en los


apartados precedentes suele calificarse de obligación abstracta. Semejante oalificación requiere
algunas precisiones qr¡e oos indiquen son claridad en qué sentido hacemos la calificacióa Al
{gspesto pueden hacerse algunas puntualizaciones:

l;La primera tiene por objeto recordar que la obligación cambiaria es abstracta en el sentido
funcional, es decir, en el sentido de que se habla de absúacción pra aludir a los negocios con
causa plural o variable. En este aspecto, el negocio canrbiario es, en efecto, abstracto, puesto que
carece de una carxa üpica que lo individualice. La etrtrega de una letra de ca¡nbio puede realizarse
por muy diversas causas {donandi, credendi, solvendi, de caucién, etc.). Se fiata de un tipo de
abstacción que no es desconocido por nuesfro ordenamiento, en el que se reconocen negooios
ñmcionalmente abstractos (cesión de créditos, expromisién, etc.).

2. El negocio cambiaris es bnrbién absfacto en el orden procesal. Esto siguifica simplemente


que el acreedor carnbiario puede pretender del deudor la saüsfacción de la pretensión sin tener
que probar la valides de la causa. Provoca la inversión de la carga de la prueba. Utilizando Ia letra
como título ejecutivo, el demandante ao ha de probar que Ia emisión o transrnisión de la letra se
debió a m negocio causal concreto (la existencia de lacausa), sino que corresponderá al deman-
dado probar que el uegocio carece de causa Al ig,ual que en el oaso de la absiracción fimcional,
la absfiacción procesal es prfectamente congruente con nuesffo derecho de"obligacio*r, ,o*á
lo demuesta el artículo 1,27? CC, que presume la existencia de causa {€unque no se Exprese».

3' También se afirma que la obligación cambiaria es abstracta en el sentido de que es wta
obliqacign autónorw respecto a la obtigación causal. Con ello quiere decirse qo" negocio
cambiario ---§orrio se ha recordado ya- hace nacer una nrteva obligación distint¿ de"tla causal.
AHql bien, el hecl¡o de que la obligación cambiaria sea distirta de la obligacién subya(rnte no
significa que quede desvinculada de elta.
4. Por úlümo, la doctrina tradicional afirma que Ia letra es un tífulo absfiacto en seirtido
material, os decir, en el sentido de que las vicisitudes de lo relrción cawol (la que dio origen a la
emisión o fransmisión de la letra) no afectan a la relación cambiaria, Con ello quiere significarse
que la valtdgz y eficacia del negocio cambiario son independieirtes de la vaHdéz y eficacia de la
caus& Tal calificación responde a la necesidad de la doc8ina de justificar 1a inoponibilidad de
excepciones causales &er¡te al tercero cambiario. Es muy discutiblq sin embargq que tal
calificación sea eomlmtible con nuestro Derecho de obligaciones, qrn ----como es sabldo- es un
derecho causalista.

§ 5. E'l carácter abstracto de la obligación carnbiaria

En efrcto, no nos parece correcto calificar Ia obligacion cambimia como obligación abstracta
en sentido matsrial. No 1o es ciertameute la obligación cambiaria inter partes. De-serlo
-ademiis
de introducirse una anomalía er Ruestro sistema, gobernado por el principio de 1a causalidad de
la atibución-- no se explicaría por qué los artículos 2A y 67 LCCh penniien al deudor oponer al
acreedor cambiario las excepciones dimanantes de sus relaciones causales. En este terreno la
obligacién cambiaria es una obligación rigurosamente causal. Cuando la obligación canrbiaria se
establece frente a terceros que no han sido parte en el negocio subyacente .arñd, ta obligación se
comporta como una obligación abs&acta. No se trata, sin embargo, de una absüacción-material
(que no tiene cabida en nuesto derecho de obligaciones), sino & una abshacción personal, que
es compatible con los prirrcipios de nuestro sistema. La Ley Calnbiaria, es cierüo, *p.*
analÍticamente Ia causa del supuesto de lrecho negocial desde el momento en que la letra rircutu
(v' arts. 2Ü y 67 LC§h). Pero esta separación nada tiene que ver con la genuina absracción
material, propia del derecho alemán. No opera ratione materiae a ratione negotit(por fiatarse
de
un negocio q§e no expresa la causa), §no ratione personae (abstacción personal). la absUacción
.se produce como consecuencia de la plarattdad subjetwa propia de fa htra de cambio. Cada
participante en el giro cambiario $¡eda sometido tos ,i"ioi o ausencia de Ia propia
causa de la
" o vicios de las causas de'atribución
atribución, pero ptrede deseotende,rse de la ausencia de las
relapiones en las que no e§ Prte. Es decir, la causa (de las relaciones entre los o¡'os participantes
en el giro cambiario) constituye para el te¡cero una circunstancia exteÍra al negocio firndamental
en virtud del eual está legitimado o justificado para reclamar al deudor Ia prestación Un
fenómeno simil¿r a€aece en todas las relaciones trilatemles. Se produce rura escisióo eutre la
esusa eredendi y la cousa debendi,de forma que el fercero puede iener causa por recibir pgo
el
amqus el deudor no tenga cüusa debendi,y el deudor puede estar aunque terero no tenga
cau§a uederdi. Asf, por ejemplo, si la obligación del aceptante es nub(porque "i el contrato áe
compraventa con eI lib¡ador que le llevó a obligarse cambiariamente to era) el áceptante no tiene
cau§a debendi,pero el tomador sí tiene cnuca credendi,porque su dereciio al cobro de
la letra
tiene su origen e sB relación (causal) con el librador. El tomador üene demho, por trmto, a
desentenderse {res inter alias acta) de las vicisitudes de la relación entre librador y aceptante.
TV. OoUCICTÓN CAIIBIARTAY OSUCEC¡éN CAU§AL

§ 6. Consideraciones generales

Llegamos asi finalmente al estudio de la tercera cuestión que nos proponíamos abordar en esta
lección. Se trata del problerna, al que queremos prestar una especial atención, de la coordinación
e'nfie la obligacíón cambiaria y la obligacién causal o, como suele decirse en la dogmática de los
títulos-valor, de la accíón cambia¡ia (acción ex titulo) y de Ia acción causal (acción ac causa). La
primera se fimda en la obligación cambiarie que surgs del negocio cartular, y goza del régimea
especial del derecho de los títulos-valor. La segunda se frmda en la obligación derivada negocio
subyacente, y esüi sometida a la disoiplina general que corresponda (compraventa, présAmq
apeudamiento- et§.). El hecho de que sean dos pretensiones distintas no quiere decir que sean
independientes. Por lo que aqul inbresa, ha de indicarse qtre el ejercicio de la acción causal, en
la medida en que persigue el mismo objetivo que el ejercicio de la acción cambiaria (la
satisfaccién del interEs dsl aoreedor-tsnedordel título), se halla subordir¡ado a ciertas circunstan-
cias que se producen en el plano de la obligación cartular. El precepto qu€ en nuestro
ordenamiento regula las condiciones de ejercicio de la acción causal es el artículo 1.170 CC. El
precepto tiene r¡rra fi¡nción reguladora y al propio tiempo desempda u*afinción interPretotivs.
Sobre este segundo aspecto conviene tanrbién reparar. La norma interpretativa maferial que
contiene puede formularse así: mientr¿s de la convención ejecutiva no se desprenda oüa cosa, ha
de entenderse que los títulos carnbiarios se emtregan trxo solvenda y rw eon otros fines u otos
efestos (llamamos convencisl ejecutiva al acuerdo en virtud del cual las partes conüenen
suscnbir y/o entregar un tituto cambiario para regular sus relaciones causales). En stt función
reguladora,el artículo contempla y disciplina los límites que la existencia de un título cambiario
impone al ejercicio de las acciones dimanantes del negocio causal, en cuya virtud se emitió o
suscribió. Por medio de estos limites:{uq en definitiva" se fraducen en excepciones cambiarias
fre¡te a lasacciones causales-- el ordenamiento trata de eoordinar la existencia y funcionamiento
independientes de la obligac ión ex título y de la obligación e* cüus{t . Cuatro son eü concreto tales
llmites o er«cepciones: la excepcién de enfega del titulo (v. irdra, § 6), el derwlro a retener la
prestación y aiescatar el título {v. infra, § 7), la excepción de realizaoión del dtulo (v. iafa § 8)
y la excepcién de perjuicio del título {v. infra, § 9). El hecho de que hablemos de acciones y de
excepciones obdece al enfoque ofensivo/defensivo con que üadicionalmente suele abordarse el
estudio de la lefia de canrbio. La materia es, no obshnte, exquisitamente sustantiva.

§ l. U excepeién de en*ega det títuto

El tltulo cambiario, según acabade exponerse, se entrega nonnalmente pro solvenda, es decir,
con finalidad de pago o cumplimiento de la obligación subyacente. Dicha finalidad convierte en
subsidiaria la responsabilidad derivada de la relación causal y, eonsiguientemente, determina que
el acreedor que recibe el título no pueda ejercitar la acción causal enfre tanto no haya intentado la
satisfacción de su interés por los cauces que el dtulo le proporciona. la entrega del título hqce
inexigible el crédito esusal. Este efecto debe construirse como ura modificacién de larelación
causal operada por la convención ejecutiva, en virtud de la cual la exigibilidad de la obligación
ex causa se somete a una condicién suspensiva (potestativa), que cabalmente consiste en la
necesidad de que el acreedu reclame pneviamente por medios cambiarios (basta a tal efecto la
simple reclarn:trtión ex&4iudicial, la presentación del títuto al cobro). Esto es lo que se desprende
de la lectura del artículo l,.fiA Cq y especialmente de zu Érrafo terceror «Entretanüo [es decir,
mientras el titulo no se presente al pgo] la aocién derivada de la obligacién primitiva quedará en
swpeoso». La acción causal, pues, sólo renace o se reactiva cuando el titulo queda impagado (v.
STS 2 1-VI46). A este $rpuesto han de asimilarse todos aquellos en que aparezcan circunstancias
que pongan en entredioho la idoneidad del instrumento cambiario para obtener el pago: negativa
a aceptar del librado, insolvencia del librado, insolvencia del librador en las hipótesis de letr:as no
aceptables, et§. (arg. exwt.50 LCCh).

§ 8. ¿'l derecho a retener la prest*ción y a reseatar


el título

La segpnda condición a que qtreda sometido el ejercicio de la acción causal esla restitrción det
título. En efecto, el acteedor únicamente puede pretender la prestación ex causa contra la
devolucióndel título. Mientras nolo restituya" el deudorestálegitimado par:aretenerla prest¿ción
La existeacia del mencioriado derecho del detdor causal a rescatar el título (aconrpañado de la
correspondiente facultas retentionis\, aunqrÉ no se halla consagrada positivamente de una
tnaner& directa y global, se reconoce generaknente por la doctrin¿ y la jurisprudencie (v.,
ultimamente, STS l8-IlI-87 y RDGR 1GIX-8}. EI fundamento de esta afiibución al deudor ¿x
causs deun dsrechode rescate similar al que contempla el artlculo 45 LCCh al disciplinar el pago
canrbiario s halla fi¡ndament¿lnnente en la neresidad de impedir que el deudor se vsa expuesto
al riesgo de un doble pago. Desde el punto de üsta positivo, el derecho de rescaüe puede funda¡se
en la aplicacióa analógica del artículo 69 II LCCh, que es el r¡nico precepto de nuestr¡
ordenamier¡to que confiere tat facultad pam oponerse aI Fgo de un crédito causal (obsérvese que
e[ crédito derivado de la provisión es un crédito causat).

§
g. La excepción de realización del título

El deudor puede ner¡ffilizar la acción causal ejercitada por su acreedo¡ ex ctnts(toponiendo la


excepción de «realización del tltuto». Así se infiere del artículo 1.170 tI CC cuando üspone que
«[-]aentregade pagarés alaorden,letrasdecambio u otos documentos mercanüles produce los
efectos del pgo [sobre la obligación causal, claro esai] cuando htüiesen sido realizados». Dos
son los problemas que suscita Ia exégesis de la norma transcrita: en qué consiste la
realización del t{tulo y averiguar qué significa laproducción de los efecns del pago,

1. La segunda de las cuestiones planteaclas no suscita mayor dificuttad. Cuando et Código


prescribe qq.e la realización del ütulo produce los efectos del pago esta significando lisa y
Uanamente que la realización del título (aunque por sl misma no es pago de la obligación causal,
siiio pago de la obligación cambia¡ia) extingue la obligación causal. Si utiliza la expresión
«produce los efectos del pago» es por ser el pago el hecho extintivo princeps del derecho de
obligaciones (cfr. art. t.156I CC).

2. El concepto de realización del título tesuhade más dificil definición. Para perfilarlo ha de
partirre de que el titulo se enfregapro solverdo y que, por taotq no habiendo novaciór¡ la acción
causal debe permanecer viva entretanto el interés del acreedor no ss etrcuentre reintegrado.
Anancando de tal premisu refleja la ingqulvocafinalidad de la norma*-, por fuera hemos
-q*
de entender que la expresión «realizacién del titulo» alude a todos aquellos stpuestos en que se
produce la satisfacción definitiva del inteÉs del acreedor. El problema consiste entonces en
determinar cuándo puede reprfiarse definü»anrcnte satisfecho eI interés del acreedo¡ ex caasa. La
respuesta no pare¡e dificil: cuando el valor que ha ingresado en su pafrimonio como consecuencia
de la negociación o de la ejecución (cobro) del título ya rio está sujeto al alea de la devolución;
cuando el acrsedor ya no queda expuesto al riesgo de tetrer que restituir la valuh recibida o la
suma cobrada, ni directa ni indi¡ectamente, ni en vla cambiaria ni en vía causal Asi las oosas,
resulta obvio que la utiliación pr prte del legislador de rm concepto *onómico («realización
del tÍtulo») en lugar de rm concepo jurídico («extincién del título») se halla plenamente
justificada, pues sólo e[ concepto económico se refiere a cualquier v¿lorizacién deñnitiva
-que
del ütulo, es decit a su conversién irrevereible en un valor que equivale al valor del crédito
causat- dispone de la flexibilidad necesaria pam englobar todos los supuestos de satisfacción
definitiva del acreedor causal: tanto los crrsos de extincién satisfactiva (por ejemplo, el pago de
la letra o la compensación) como los supuestos de satisfaccién no extintiva (v. gr.: la venta de
tífulo o el endosopro sol*o con la cláusula sine obligo).

3. La explicación más lineal del efecto extintivo que analizámos es la que se fi¡nda en la
comunidad de fin que las partes atribuyen al crédito oartular y al credito causal. En efecto: el
convenio ejecutivo en $¡e se fija que el título se entrsgap,ro solvendo de la obligación causat
necesaríamente ha de interpretarse en el sentido de que la acción causal per,ece cuando el acreedor,
con ayuda del títuto, $re& definitivamentesatisfecho. De la mismammera que la acción causal
permarcce en suspenso entretanto el acreedor no intent¿ la satisfbcción cartular de su interés (y
por ello dispone el deudor-segdm veíamos*- de la excepcién dilatoria de «entregadel título»),
así se extingue cuando el acreedor queda definitivamente satisfecho en su interés (convirtiéndose
entonces la excepción dilatoria en ma excepción perentoria).

§ 10. l"as excepciones de perjuicioy prescripcion del título

El artículo 1170 II dispone, er su segunda previsión, que la erifrega del título «produciiá los
efectos del pgo [es decir, extinguirá las obligaciones causalesJ cuando por culpa del acreedor se
hubiesen perjudicado». El concepto de perjuicio ha de bt¡scarse en la legislación cambiaria y, por
tanto, entenderse como la perdida de la acción cambiaria de regreso ocasionada por la inftaccióu
de los deberes de diligsncia impuestos al tenedor (tales deberes son básicamente los relativos a la
presentación de la letra al F.go y al levantamieuto del protesto o realizaeién de la llamada
decla¡ación equivalente). La nornna faculta, así pues, al deudore¡ canrsap ra opon€rse a la acción
causal esgrimierdo la excepción de perjuicio del titulo cambiario.
1. Ante semejante prescripción, la tarea inmediah del intérprete consiste en determinar si la
notma posse algtún sentido, pues, al meaos en principio, resulta sorprrendente que el legislador
decrete el perecimiento de la acción causal como consecuencia de tm evento e¡rtintivo no
satisfactivo de la accién cambiaria A nuestro modo de ver, la norma contenida en el artículo
1.170 U in fine, aunque no carece de justificaciéq es6 fonnulada con tal generalidad o
simplicidad que necesariamente desemboca en conclusiones incongnrentes, unás veces por
excesivas y otras por restrictivas. Para apercíbirnos de ello hemos de tener en cuenta quela ratio
del precepto consiste docrina bien consolidada'en la necesidad de proteger al deudor
-segrm
w c&tsa contra el empeoramienlo de su psición que fraerla consigo la autorización al acreedor
qrre ha dejado perjudicar Ia leúa para el ejercicio de Ia acción causal. De lo que se trata es de
evitar al deudor ex causo el daño que le ocasionaría la perdida de las acciones cambiarias para
regresar contra los obligados anteriores; y ello con independencia de que, por otras vias, pudiese
reintegarse (v. SSTS 18-III-1987 y 27-l-1992). De ello se desprende, primero, qr:e cuando el
perjuicio del título no dañe la posición del deudor ex causa (porque detrrás de él no hay obligados
de regreso contfü los que pueda üilizarse la acción carnbiaria) no extingue la acción causal del
tenedor. En estos casos hay que reducir teleológicamente el alcance de la nonna que nos ocupa.
Y segundq que cuando el dtulo no se , pero por cualquier otra razón se inutilice
dañando [a posición del deudor @c causa (qr¡e ya no lo puede emplear para reintegrr¡rse
cambiariamente de los obligados anteriores) ha de entenderse que la acción causal tanrbién se
extingue. En estos otros casos el precepto debearrptiarse analógicamente.

a) Laredaccién teleológicadel artfculo 1.170 tr infineque proponemos procede en el caso


de que la accién causal se dirija contra un dEudor ex cdusa que en el nexo ca¡nbiario carezca de
obligados anteriores contra los que pueda ejercitar la acción de regreso. Es decir, en el caso de
que el tomador se dirija con la accién causal conta el lttrador de la letrq del cheque o del pagare
(o supuestos análogos como puede ser el del endosatario que se dírija conüa el tomador, cuando
el librador ha firmado de favor). Teniendo en cuer¡ta que, eil tigor, el articulo 1.170II no decreta
la extincién de la obligación causal por el «perjuicio del tltulo» en sí rnismo considerado, sino
por el perjuicio que el «perjuicio del titulo» ocasiona al deudor ex causct, es claro que en los
supuestos que contemplamos debe dejarse sin aplicación. La razén se comprende sin esft¡er¿o si
tenemos en cuenta que entales caso§, el deudor er ccrusalro padece ningon daffo por someterse a
la acción causal, ya que a cambio recibe rm título que, aunque objetivamente se halla perjudicado,
le sirve para lo mismo que un ütulo no perjudicado: Fra dirigirse coatra el aceptante (pues la
acción directa no se perjudíca). El lrecho de que no le sirva para ejercitar acciones de regreso le
es indiferente, pws siendo él el ultimo obligado de regreso car6e de sqietos pasivos conffa los
que utilizarla.

b) La ampliacién analógica proprresta se refiere al caso de la prescripción del titulo. En dicha


hipotesis, en efecto, debe reputarse también extinguida la acción causal. La identidad de la razón
que se aprecia enüe este supuesto y el expresanrente contemplado por la norma citada demanda
que ésta se aplique por analogfa (art. 4.I CC). Si no la aplicésemos estaríamos incurriendo en una
incongruencia valorativa, pues permitiríamos que el acredor ocasionase un daño al deudor er
cantsa, ya que a cambio de Ia realizacién del crédito cat¡sal le restituiría un título prescrito, es
decir, un tltulo pivado de valoq pues ro le serviría al deudor par,a reinteg"rarse en vía cambiaria
de los obligados anteriores, que en cualquier momento pdrlan paralizar su pretensión con la
excepción de prescripción. Conviere advertir que la solució¡r expuesh nada tiene que yer con el
régimen de la prescripcién del crédíto causal. El resultado alcanzado se explica en base a la
aplic¿ción analégica del ardculo I.170 II y no porque se enüenda --tomo a veces se ha
entendido- que Ia prescripción del crfiito cambiario acanoe m:rsigo la prescripción del crédito
causal. Las prescripciones de amhs créditos son prescripciones independientes y no se
interfieren mutuamente (SSTS 20-Vt-1966,5-Vlf-1972" 31-V-1979y 4-VII-1981).

, 2. H eÉcto extintivo de la obligacién causal previsto por el artículo lJ?A II queda


coiidicionado a que el acreedor haya obra& negligentemente («...o por culpa de[ acreedor se
hubiese perjudicado»). Este requisito suscita graves perplejidades dentro del sistema cambiario
en vigor. Tradicionalmente venía sosteniéndose que siempre existia culpa del acreedor, salvo en
las hipotesis de fuerza mayor o de título emiüdo con la cláusula sin gastos. Más recientemmte se
ha adverÍido que esa solución no resulta stisfactoria (al menos para el derecho vigente), porque
en tales hipotesis de ñ¡erza mayor o de cláusula sin gastos no es que el perjqicio se produzca sin
culpa del acreedor, sirrplemente no se produce el perjuicío (v. arts. 64 y 59 LCCh). Y con base
en esta apreciación, sin duda exacta, ha tratado de reducirse el alcance del precepto afirmando
que la obligación causal solamente se e:rtingue e,n aquellos casos en que el pe{uicio del título
obedezca a <<culpa exclusiva» del apreedor, ew además ha de ser grave. Pero esta opinión no
puede compartirse. La disciplina del Código Civil ha de ser int€rpretada desde Ia perspectiva de
laLey Cambiaria¡, enest¿ línea, hade camiuarsehacia uua soltrción similaralatadicional, que
haga coincidir los efectos del perjuicio en el plano cambiario y en el plano causal. Siernpre que
haya perjuicio desde el punto de vista de la Ley Carnbiaria debe reputarse que tarnbién hay
perjuicio relevante en el orden civil. Cualquier otra sotrución no compaginarfa con la ruio del
articulo 1.170 tr CC, que traia de proteger al deudor causal y, de manera indirecta, refor¿ar el
rigor cambiario. El acreedor, por lo demás, no queda indefenso &ente a este rigor En este sentido
no puede ofvidarse que siempre subsiste la acción de uriqrecimiento" «Cuando el tenedor
hubiere pe¡dido la acción mmbiaria cortra todos los obligados y no pudiera ejercitar occiones
causalescontaellos, podrádirigirse*disponeel artí. 65 LCCh-conüael librador, el aceptante
o un endosante, exigiéndoles el pago de la cantidad con [a que se hubieren enriquecido
injustamente en su perjuicio... r».

3. La norma que comentamos no obedece, a nuestro juicio, a los principios de la


responsabilidad extraconüactual por culp, de modo que tenga que interpretarse que la perdida
de la ascién causal del acreedor coustituye la forma legal de liquidacién del da¡Io que ocasiona al
deudor ex cawa el perjuicio del dtulo. La nonna debe considerarse más bie,n como expresión del
principio general que veda venire canfrapropriurnfactwm(arf.7.I CCly qug espwlficarnente,
prohfbe que nadie pueda pedir de oto el restablecimiento de una sitr¡ación primitiva (la situación
precedente a la enüega del título pro solvendo en Ia que el acreedor podía ejercitar la acción
causa§ cuando por su parte no está en condíciones de restable§€rlq devolvíendo intasto el valor
que se le enuegó (es dwir, un dtulo vivo que permita aI deudor ex causo reclamar de los obligados
anteriores el pgo & un título a cambio del oual enúegó vahsa [üene int€rés en este sentido la
STS 18-IU-8fl). Este es un prirrcipio que reconoce expresamente el artículo 1.295 CC en materia
de rescisión (pero v. ambién artlculos 1.078, 1.308, 1.314, 1.488 y L852 CC) y que, desde luego,
nos parece aplicable en estos casos, en que se resuelve Ia convención de la datio pro solvendo.

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