Sie sind auf Seite 1von 4

Benjamín Tugender.

PALABRAS PRELIMINARES

El tema que pretendo teorizar debe de introducirse, de antemano, advirtiendo que todas
las perspectivas concernientes y desencadenantes a lo largo de la prosa se encuentran
condicionadas bajo la subjetividad de mis pensamientos, situados en un contexto
específico bajo una sociedad puntual, con un carácter formacional determinado y una
interacción contextual idealizada que interviene, de forma continua, a la hora de construir
conceptos. Sin embargo, en tiempos de esclarecer la cuestión a tratar, intentaré de abordar
el tema de forma generalizada siendo lo más coloquial y práctico posible.
INTRODUCCIÓN:
“El Origen Etiológico De La Violencia A Través Del Tiempo”

“No es la violencia la que incurre en el hombre sino nadie más que él mismo quien,
tras llegar a conocerla, va a hacer uso de su esmero.” –

Si quisiéramos rastrear la violencia a través la línea de tiempo deberíamos remontarnos


al origen del universo, más precisamente; al origen de la vida. Desde que existen los seres
vivos conviviendo en un ecosistema aparece la necesidad de adaptarse a los cambios
endógenos y exógenos que se nos plantea. Como primordialmente estableció el científico
naturalista inglés Charles Darwin (1809 -1882) en su libro el Origen De Las Especies no
son, sino las que se adaptan, evolucionan y sobreviven, las especies que continúan
ocupando un espacio en nuestra historia. Por lo qué, si para sobrevivir había que adaptarse
y evolucionar como seres, entonces el simple hecho de vivir implicaba un esfuerzo
propio, que invitaba a forjar un instinto de preservación natural, conocido comúnmente
como instinto de supervivencia; el cuál para obtener resultados óptimos debía someter al
ser bajo cierto nivel estrés. No es el estrés al que me refiero, exactamente, el mismo del
que estamos acostumbrados a dialogar, sino en vez de estrés psicológico, estrés
fisiológico; aunque inherente también a un desgaste psíquico, este estrés propone que
nuestro cuerpo para movilizarse cotidianamente necesita de una fuente de energía que
permita a nuestras células funcionar, siendo esta generalmente nuestro alimento.
Entendiendo que, si este faltase, las condiciones que aseguran la vida y el correcto orden
de nuestra persona pudieran verse extremadamente afectadas, ocasionado la muerte.
Aunque actualmente considerar la obtención del alimento como un motivo de estrés en
su plena dimensión de la palabra suena absurdo, pero hace miles de millones de años no
lo era. Las Especies luchaban entre sí para su supervivencia, el más fuerte era el
merecedor del alimento. Por ende, quien salía vencedor en la batalla de la vida, era quien
sobrevivía. Es en este punto donde empieza a tomar sentido el tema que me compete
teorizar, si el simple hecho de vivir implicaba luchar; entonces, el tener que ser más fuerte
que el resto era una necesidad de supervivencia. Por lo qué, fue nomás el organismo, el
cual, mediante evolución, quien debió adaptarse y tomar nuevas estructuras. Variando así
sus formas anatómicas, con la aparición de flagelos, por ejemplo, en el caso de las
bacterias, sus formas fisiológicas; por ejemplo, en la contabilización de enzimas en el
caso de algunas plantas carnívoras para digerir los insectos de los que se alimentaban y
porqué no, también considerar, las psicológicas. Las cuáles también implicaban un
cambio importante en la conducta concerniente a cualquier ser; pero sobretodo a los de
nuestra especie. Así fue como, de alguna manera en un pasado lejano, la vida se volvió
una competencia, aunque no para todos, por ejemplo, los herbívoros temían por sus vidas
a la hora de llegada de los predadores, hambrientos por devorarlos. Las bacterias que
sobrevivían mutaban ontogénicamente para poder adaptarse a las nuevas necesidades que
el Universo proponía y los primeros homínidos adquirían habilidades de forma paulatina
mediante la imitación de sus contemporáneos y así, sucesivamente, se iba desarrollando
la cadena de la evolución; dejando huellas imborrables de historia y creando nuevas
conforme esta avanzaba. A pesar de todo, como recientemente había mencionado, si vivir
implicaba competir, entonces, ya no todo era tan simple. De a poco, conforme pasaba el
tiempo y todo se volvía más complejo, se veía desde una perspectiva filogenética cada
vez más presente la actividad del instinto de supervivencia, el cual más allá de implicar
un esfuerzo en la autorregulación fisiológica del medio interno, también implicaba el
despertar de una variante emocional psicológica, conocida como conducta de defensa o
condicionada. Si competir por la vida significaba una batalla entre especies, iba a ser así
como se determinaría el sentido de lo que hoy conocemos como agresividad. Podemos
decir que los seres vivos de ese entonces evolucionaron de forma tal que ontogénicamente
sus sucesores nacieran predispuestos a lidiar con cierta agresividad de defensa o
combativa de preservación, la cuál ante diversas circunstancias dónde se viera en riesgo,
esta se activase, permitiendo que cualquier ser evolucionado pudiera defenderse y auto
preservarse. Si desde su nacimiento, las especies estaban predispuestas a desarrollar esta
capacidad inherente a su entorno, entonces podemos decir que no se observaban, hasta
ese entonces, nociones de un perjuicio mayor detrás la agresividad. Considerando que,
las pérdidas naturales consecuentes de quienes no lograsen evolucionar estaban dadas
sobre lo cual no se podía combatir en ese entonces. Entonces, conforme pasaba el tiempo,
las especies que lograban evolucionar subsistiendo. Sin embargo, el problema surgió
cuando el ser independiente; aquel que ya había logrado completo dominio por si mismo
del entorno que habitaba, y con mejores cualidades de adaptación que las otras especies
comenzaba a carecer de esta agresividad de defensa; para transformarla en deseo o
necesidad de combate. Denotándose así el primer antecedente de violencia en la historia,
donde se podía apreciar que ya el ser no mataba por el simple hecho de supervivencia
sino por la necesidad de autocomplacencia de sí mismo. Es decir, por querer corresponder
aquel acto pulsional irreversible que se le cruzase conforme su Deseo. Ejemplos claros
en la historia, fueron las matanzas de dinosaurios herbívoros por parte de los carnívoros
o, de manera más actual, las campañas de aniquilación por parte los colonizadores en
época de formación de territorios geopolíticos. Quedando así, por primera vez,
esclarecida una diferencia fundamental entre estos dos conceptos similares a primera
vista, pero muy distintos a nivel intelectual. Por lo que deducimos las siguientes
preguntas, ¿es lo mismo agresividad qué violencia?, ¿se esconde una agresividad
ontogénica que viene con nosotros detrás de nuestro nacimiento ó es una emoción que
desarrollamos conforme el transcurso de nuestras vidas?, ¿cómo repercute la violencia
en nuestra vida cotidiana y de qué forma la advertimos?, ¿cómo es el perfil de un violento
y de qué manera podemos descifrarlo? Podríamos referirnos a estas, entre otras
cuestiones, si nos refiriéramos hacia la búsqueda del origen, la etiología y la patogenia de
la violencia como padecimiento instaurado de manera cotidiana en nuestra sociedad.

Das könnte Ihnen auch gefallen