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HISTORIA DE AMOR
(Últimos capítulos)

Historia de Amor
Ultimos capítulos

Título original
Histoire d’amour (Derniers Chapitres)
Traduccion : Leonardo Hincapié

Primera publicación
C (copy right) LES SOLITAIRES INTEMPESTIFS, EDITORIAL
ISBN 2­9506524­1­7

Esta obra fue creada, en una puesta en escena del autor, en abril de 1991 en
el “Espace Planoise” (Besançon) y retomada en el Théâtre de la Cité
Internationale (París) en febrero de 1992.
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PERSONAJES

LA MUJER
EL PRIMER HOMBRE
EL SEGUNDO HOMBRE

PRÓLOGO
EL PRIMER HOMBRE.­ Prólogo.

El primer Hombre.
Una noche, el Primer Hombre se queda solo, lo olvidan,
no se sabe qué pasa con él, qué habrá de él.
Qué fue de él.
“Cuántos años es que tiene?”
El Primer Hombre, una noche…
Es la historia de dos hombres y una mujer.

LA MUJER.­ Ella, la mujer ( yo), ella, ríe suavemente.
Puede ser ­ no se distingue muy bien­ puede ser
que también llore, un poco, es posible.

EL PRIMER HOMBRE.­ Una noche.
Una noche, él, el Primer Hombre.
(Es la historia de dos hombres y una mujer.)
Él, el Primer Hombre.

LA MUJER.­ Tú.

EL PRIMER HOMBRE.­ Exacto. Yo.
El Primer Hombre, él, yo ­ no empieces a enredarme
El Primer Hombre deja su casa,
abandona la cama en que dormía,

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los deja atrás de él.
Los abandona. (La idea.)
Camina en la oscuridad, a través de las calles.
No se sabe por qué toda la Ciudad está apagada,
eso parece,
toda la Ciudad está apagada.
Todo esto sucedió en la parte antigua de la Ciudad,
la parte antigua tal como era antes.
Talvez
­ eso piensa ­
tal vez él no entiende, tal vez no entienda él,
tal vez ya no haya nadie.
Todos los habitantes se habrían ido – una historia asítodos
los habitantes se habrían ido sin dejar dirección,
no hay nadie,
todos se fueron sin que se supiera, sin decírselo a él.
Nunca me dicen nada.
Habrían huido
­ eso piensa ellos
habrían huido sin decir nada.
O bien entonces, duermen, es más sencillo,
sólo él podía imaginar algo más complicado,
duermen, es posible, aparentemente, duermen y callan.
Él, el Primer Hombre,
tiene en la cabeza la idea de que no regresará,
que toda esta historia se acabó,
construye frases,
se cuenta a sí mismo
que toda esta historia se acabó.
Que envejece ­ de eso es que hablo­ que también envejece, en
ese momento, el paseo por la ciudad, la noche, que envejece
de una manera muy particular.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ EL Segundo Hombre.
El prólogo, es principalmente la historia del Primer Hombre,
su partida, el fin de sus ilusiones.
LA MUJER.­ Permanezco apartada, pero tan cerca, a la vez.
Ella dice que cuenta menos,
que es menos importante.
Está en segundo plano, hay menos luz, se ve menos bien.

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EL PRIMER HOMBRE.­ El Primer Hombre.
Siempre había vivido así.
No sabía, no imaginaba que un día, aquella noche,
por ejemplo, todo podía apagarse, terminar.
Así vivíamos los tres.
Ése es, el resumen de la historia.
Vivíamos los tres juntos.
“Cuántos años era que teníamos?”
Esto ocurre en la parte antigua de la Ciudad.
Aquí, antes, no había nada, era el campo, sin calle y sin casa.
Un día, una noche, aquella noche, todo se acaba, es el final de
esa época de mi vida. Tengo algo más de veinte años,
veintidós, veintitrés, no se entiende muy bien qué pasa.
Alguno traiciona.
El Primer Hombre, yo (el que estoy haciendo),
el Primer Hombre dice eso, lo piensa.
Lo escribe, a su manera.
Envía una carta y escribe:
“Alguno traiciona …”
Eso alivia, las cartas anónimas, las cartas de amor,
no escribo suficientes.
Abandona la cama, abandona la casa, camina hacia el río
(fue ahí que lo dejamos),
no sabe lo que va a pasar,
es infeliz, piensa en eso.
Esa complacencia que tenía a veces por la desgracia!
Que tengo! Esa complacencia que tengo por la desgracia!
Eso habría sido hermoso, muy elegante, gritarlo en la Ciudad
apagada (repitiendo: “en la Ciudad apagada”)
habría sido hermoso gritarlo en la ciudad apagada,
extremadamente literario.
“Historia de amor” es una historia literaria.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Ella ríe.
LA MUJER.­ Leyendo:
ella reía suavemente, o bien, ella lloraba, un poco, ya no lo
recuerdo.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ El otro hombre, el segundo,
bueno, admitámoslo, yo,
el Segundo Hombre, en aquella época, cuando todo empieza,
en aquella época, el Segundo Hombre no hacía nada.
Era el más joven
( él es el más joven)
era el más joven, me parece y vivía allí con ellos.
Cuando el otro baja hacia el río, él está en su cama y duerme.
Yo dormía.

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Así es, en ese momento, cuando esto empieza, no me acuerdo
de nada, estaba en mi cama y dormía.
LA MUJER.­ Con solo hacer timbrar el teléfono habría sido
suficiente,
arrancarlo de su sueño y decirle,
recordarle enérgicamente,
decirle que tú existías.
Eso, creo, es lo que se habría debido hacer.
Claro, tal vez hubiera sido menos hermoso,
lástima,
menos elegante,
menos “extremadamente literario”, es evidente.
Cómo me disgusta cuando hablas así ¡
Decirle por teléfono
(mírame  cuando te hablo!)
decirle por teléfono, abandonar el río al claro de luna y buscar
una moneda en el fondo de tu bolsillo.
EL PRIMER HOMBRE.­ En aquella época
( un agregado a la primera versión)
en aquella época, el que se quiera acordar, se podía, es una de
las diferencias sin importancia con en el mundo de hoy,
en aquella época, uno lo recuerda,
en aquella época se podía hacer una llamada telefónica con
monedas.
No estábamos sometidos todavía a la absoluta y necesaria
premeditación de las tarjetas magnéticas.
LA MUJER.­ Retomo:
Decirle por teléfono, abandonar el río al claro de luna y buscar
una moneda en el fondo de tu bolsillo, lo más sencillo del
mundo.
“Historia de amor”, también podía ser una historia
telefónica, sólo eso.
EL PRIMER HOMBRE.­ El Primer Hombre.
Bajando al río (ahí donde lo habíamos dejado),
bajando al río…
Es su oficio, hay que decirlo.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ No van a entender nada.
EL PRIMER HOMBRE.­ Contar historias, inventarlas,
así es que se gana la vida (explico)
contar historias, es su oficio.
Bajando al río.

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LA MUJER.­ Al mismo tiempo:
LA MUJER, EL SEGUNDO HOMBRE.­ “Ahí donde lo
habíamos dejado.”
EL PRIMER HOMBRE.­ Bajando al río, no se sabe,
ya no sabía dónde iba,
tiene el plan de tirarse.
Bajando al río, es joven
­ y le encanta ese gusto por el exceso ­
él piensa poco a poco en la historia, en la linda historia que
será, la linda historia que se va a armar.
Se construye lentamente a la velocidad de su paso por las
calles desiertas.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ “En la Ciudad apagada.”
EL PRIMER HOMBRE.­ En su cabeza…
Cuando llega al río, el momento ideal para saltar, la historia
está lista, no muere, se da media vuelta y se va a escribirla.
“Historia de Amor”, es un libro.
LA MUJER.­ Ella ríe.
Ríe abiertamente.
(es lo que está escrito.)
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Yo, no tengo ni idea, ustedes nunca
me dicen nada.
Yo duermo.
La mujer ríe.
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PRIMERA PARTE
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Íbamos hacia la colina
(ahora, es ahí donde está la Ciudad, la Ciudad moderna).
Sobre la colina, hasta donde me acuerdo, nos paseábamos,
paseábamos,
contábamos historias,
eso nos hacía reír.
Tú eras el que menos reía de los tres.
EL PRIMER HOMBRE.­ Es posible.
No recuerdo
Es posible.
No recuerdo haber sido más o menos risueño que los otros.
Era juicioso o algo así por el estilo.
LA MUJER.­ Lo que él quiere hacer ­siempre lo mismo él
cuenta una historia, eso me concierne de algún modo.
Ya no me hago más preguntas, sabes
(es contigo)
es lo que creo entender.
Debo captar las palabras, las frases, las ideas también, sin
interrogarlo.
No pido que confirme lo que creo, lo que supongo.
Pienso (lo sé), pienso que no tiene ganas que lo interrogue.
Lo que él quiere hacer, entonces, es contar la historia de dos
hombres,
ustedes dos,
y de una mujer,
yo.
Es lo que creí entender.
Juguemos a ese juego que no me gusta: juguemos al “antes”.
Antes, entonces,
antes, él ya decía lo mismo cuando se lo preguntábamos.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Somos jóvenes, teníamos...
LA MUJER.­ Lo que él quiere hacer
(retomando),
lo que quiere contar, es su oficio – tú lo dijiste ­ es simplemente
una historia ingenua, la historia ingenua de esos dos hombres y
de esa mujer, la historia de diez años que acaban de pasar o de
los diez años, que están transcurriendo aquí.
EL PRIMER HOMBRE.­ Es hora de comenzar.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Le decimos que lo ayudaremos, que
participaremos en esa historia,
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que de alguna manera, nosotros también escribiremos.
“Historia de amor”, es también la historia de nosotros dos.
LA MUJER.­ Sí, eso decimos.
“Historia de amor”, es también nuestra historia.
EL PRIMER HOMBRE.­ Es hora de comenzar, de comenzar en serio.
El Primer Hombre.
Luego, ellos se dejan, se separan.
El Primer Hombre, después de aquella noche en la que se
sintió traicionado, el Primer Hombre no vuelve a vivir con
ellos.
No puede.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Ruidos de tren (efecto de sonido).
LA MUJER.­ Luego, durante algún tiempo.
“Historia de amor” es la historia de esta separación.
Luego, durante algún tiempo, se separan, los tres,
nos separamos,
el Segundo Hombre (ése, de allá) y La Mujer permanecen
juntos y se separan también,
casi en seguida también.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Ellos dicen, cada uno a su vez, ellos dicen, tú lo dices
y tú también, ellos dicen que me escribirán,
que me darán noticias suyas.
Esto sucede antes de la Guerra.
EL PRIMER HOMBRE.­ El Primer Hombre.
Pasa un largo tiempo.
LA MUJER.­ Ella piensa que las cosas, a partir de ahora, ya no serán como
antes, ya no como antes.
Vive en otro país, bastante lejos de aquí, muy lejos, creo, no sé
(así está escrito).
En ese otro país, aprendo a cantar.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ El Segundo Hombre, es una
tontería, es lo único que recuerdo, el Segundo Hombre se
duerme.
Es joven, yo era joven, él es joven en aquella época, antes de
que estallara la Guerra, no trabaja, duerme.
Hoy (otra precisión), hoy, soy diferente. No está bien o mal,
pero soy diferente.
EL PRIMER HOMBRE.­ El Primer Hombre.
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Yo escribo, comienzo a escribir,
ahí comencé a escribir
“Qué edad era que tenía?”
“Historia de amor” es mi primera historia escrita, mi primera
historia de amor escrita, etc., etc.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Nuevos ruidos de tren (pista de sonido).
EL PRIMER HOMBRE.­ El Primer Hombre.
Primera parte.
Fue antes de que estallara la Guerra, justo antes.
Permanezco solo aquí, el Primer Hombre permanece solo
aquí, en la parte antigua de la Ciudad, la que hoy está
destruida, arrasada, al pie de la colina.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ La Mujer canta un poco, casi nada,
no se oye bien, en su rincón, lejos o muy cerca.
LA MUJER.­ Cantaba? Yo no canto. No recuerdo, yo cantaba?
EL SEGUNDO HOMBRE.­ No sé, está escrito, leo: “ella
cantaba...”
Bueno, no sé. Ya veremos.
LA MUJER.­ Lo único que faltaba!
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Bueno. Ya veremos!
“Ruidos de tren.”
EL PRIMER HOMBRE.­ El Primer Hombre.
(Continúo.)
Después de aquella noche, quería morir, después de aquella
noche que quería morir, bajaba hacia el río.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ No me acuerdo de esa historia.
Qué clase de historia es ésa?
Ya me contaste eso?
LA MUJER.­ Y, volviéndose hacia mí con su dulce sonrisa de
niño:
“Dije ya una estupidez?”
EL PRIMER HOMBRE.­ Después de aquella noche en la que
quise morir,
(descenso hacia el río. Sí?)
después de aquella noche, me quedé en esta ciudad.
Es aquí donde vivíamos los tres juntos antes de que ustedes
lo rompieran todo,lo destruyeran todo,
aquí donde vivíamos juntos,
unos con otros, los dos hombres y la mujer.
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Durante el tiempo de esta separación permanecí aquí, todo el
tiempo que estuve retirado, esperándolos.
Escribía un libro, un libro o una canción, simplemente una
canción.
“Historia de amor”, es el libro, el libro ése, o esa canción,
lo que queda, casi nada de esos años, de esas semanas o esos
meses que me parecieron años.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ La Mujer canta un poco, casi nada,
se escucha mal.
LA MUJER.­ Ella sonríe, un poco, y escucharemos casi
imperceptible, un disco.
La Mujer tararea con el disco.
EL PRIMER HOMBRE.­ Durante todo ese tiempo, casi
muero también. Quería morir, era la época de mis
veinticinco años, creo.
Quería morir, estaba en esa parte antigua de la Ciudad y quería
morir.
Decía eso y a veces incluso lloraba.
Era un poco infantil, pueril, me repetía eso:
“Es un poco infantil, pueril...”
Tenía cerca de veinticinco años, sí, fue justo antes de que
estallara la Guerra y ya no se llora, me lo repetía, a esa edad
uno ya no llora.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Máquina de escribir, el ruido, ahí.
Máquina de escribir.
LA MUJER.­ Me fui muy lejos, a otro país. Allá, ella no hace
amigos, no me instalé, todo el tiempo que duró la separación,
debí haber vivido en un hotel, en hoteles, eso creo.
Esperaba el momento en que pudiera regresar aquí, a esta
Ciudad,
esperaba el momento en que de nuevo fuera posible.
Cuando ya no sufra, regresaré
(es lo que me digo).
Allá, de alguna manera, allá, yo también estaba sola.
Qué creyeron?
Ella no conoce el idioma de ese país y no hace ningún esfuerzo
para aprenderlo. Yo no hice ningún esfuerzo. Ella no hizo
ningún esfuerzo por aprenderlo y hablarlo.
Se decía de mí que era la Extranjera, así la llaman, la
Extranjera.
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Aprendía a cantar.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Ella canta un poco?
EL PRIMER HOMBRE.­ Rehice mi vida.
Así se dice?
No sé, no es muy correcto, rehice mi vida.
Vivo solo, en la Ciudad, en la antigua Ciudad.
Así lo decido, así lo decidí, decido que en adelante, viviré solo,
el tiempo que sea, el tiempo que sea necesario.
A veces también me ahogo, un ahogo que me invade.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Estoy aquí, muy cerca de ti.
Antes de estallar la Guerra.
Apenas si te hablo y tú no me escuchas.
LA MUJER.­ Casi susurrando:
EL SEGUNDO HOMBRE.­ “No es nada, nada más que una
pequeña historia en tu vida... Tienes veinticinco años y no es
grave...”
No era grave.
El Segundo Hombre. ¿No conocías a nadie más aparte de
nosotros?
(Así? “Aparte de nosotros”? )
Nadie a quien puedas, a veces, cuando las cosas se ponen
difíciles,
cuando oscurece , nadie a quien puedas hablarle?
EL PRIMER HOMBRE.­ Es el comienzo de mi enfermedad.
Comienzo a estar enfermo.
Aquí estoy.
Nadie a quien responderle, no tengo ganas.
Así es, lo decidí, así es como esos meses, esas semanas que
me parecieron años deberán vivirse sin nadie más aparte de
ustedes.
Incluso a veces
­ es el comienzo de mi enfermedad ­
por la noche hablo dormido.
Es el tiempo de la Preguerra, ese momento
(y a esta enfermedad también la llamo Guerra)
es el tiempo de la Preguerra y dormido, digo cosas como ésta:
“Demasiado miedo de amar a otros que no sean ustedes...”
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Ruidos de teléfono, timbre de teléfono, largos
timbres de teléfono, y nadie responde, y otras variantes más, más timbres,
largos timbres, timbres de teléfono y uno de los hombres, tú, yo, uno de los dos
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hombres contesta, y ahora otro ruido –pista de sonido – ahora otro ruido, el
tono del teléfono, o el vacío que se escucha a veces en la bocina cuando la
persona que llamaba desistió en el mismo instante en que uno contesta, el vacío
sonoro del teléfono, ridículo y desesperante, la persona irrecuperable, y también
otro ruido, posible, cuando uno de los dos hombres contesta, tú, yo, alguno de
los dos, al otro lado, la respiración del que no habla, lejos y aún tan cerca, su
respiración, precisa, y después colgar en seco, brutal, el abandono, la simple
verificación de nuestras presencias, el abandono, y además ­pista de sonido
todavía­ y además, agregado a la antigua versión, otros ruidos, diferentes
voces, los contestadores telefónicos:
“Usted está comunicado, pero no estamos.”
LA MUJER.­ En ese otro país
(continúo?)
en ese otro país, ustedes no lo conocen, es muy lejos, nunca
los oí hablar de él y no me parece que hayan podido, alguna
vez, vivir allí o incluso, solamente, pasar por él,
en ese otro país, en frente de mi casa, todos los días hay un
hombre que me mira.
No lo conozco.
Aprendo a cantar
(ya lo dijimos)
yo aprendo a cantar y él me escucha, permanece ahí durante
horas y me escucha.
(Por ejemplo, trabajo en mi ventana y del otro lado del patio,
él está en su habitación.)
Él nació en ese país y no hablamos el mismo idioma.
Me mira, yo canto, eso lo sé, él me mira y durante mucho
tiempo no hubo sino eso entre los dos.
EL PRIMER HOMBRE.­ El Primer Hombre.
Quería escribir un libro sobre esa historia, tenía ese proyecto.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Timbre del teléfono.
EL PRIMER HOMBRE.­ A partir de ahora tendré que
quedarme solo todo el tiempo
­ y no te imaginas el miedo que tenía! ­ durante el tiempo que va
a durar la separación de los dos hombres y la mujer, cada uno
por su lado, todo ese tiempo, lo consagraré a ese libro.
“Historia de amor”, es el título.
“Historia de amor” será el relato de lo que fueron nuestras
vidas,
como las veo hoy,
con la distancia,
como siento las cosas, ahora,
el relato de lo que vivimos antes, hace tiempo, los tres juntos.
Eso dije en el momento en que nos separamos,
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eso dije,
quería trabajar en ello y ya veríamos.
“Me pongo a trabajar en ello y ya veremos…”
Y a nuestro regreso, cuando suframos menos, ya veremos lo
qué será,
un libro, una canción o incluso un título, sólo un título
lanzado al aire, sin importancia.
Más tarde, “Historia de amor”, fue también una carta que
quería enviarles, que deseaba escribirles y que siempre, por
miedo o por cobardía, sin quererlo realmente, abandoné.
“Historia de amor”, también, es una carta.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Nos fuimos.
Donde es que sucede esto?
Un andén del tren, una vez más, de nuevo ahí.
Ella (tú), ella, la Mujer, se va muy lejos.
Yo, el Segundo Hombre, me alejo sólo unos cuantos
kilómetros,
es la misma ciudad,
algo así como un barrio de esa parte antigua de la ciudad,
cerca del río donde vivíamos los tres juntos.
En aquella época, es todavía el campo, no había carretera.
Apenas unas semanas antes de comenzar la Guerra, justo antes de tu
enfermedad.
Tren.
EL PRIMER HOMBRE.­ El Primer Hombre.
“Cuántos años tengo?”
Digo eso, y luego, me pareció bien agregar, para hacerme el
“interesante”, me pareció bien agregar que escribiría un libro,
que no había por qué preocuparse, que no tenían que
inquietarse por mí,
que esa pequeña desgracia, la separación (y todo, también, la
enfermedad, igual),
que todo aquello no era tan malo y seguramente me permitiría
escribir un libro.
LA MUJER.­ En el andén del tren, la Mujer, allí también,
permanece apartada, un poco.
Ella se va, casi no se ve.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Diapositivas.
(Diapositivas? Mientras hablamos?)
LA MUJER.­ O también
a veces, creo que es así como eso pasa,
ella ya se ha ido discretamente, la noche en que sus vidas,
la de los tres,
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la noche en que sus vidas tambalearon,
ella se fue cuando todo se acabó y la enfermedad se hizo un lugar.
Ella no se ve.
Los dos hombres se separan sin preocuparse por ella, sin
verla, sin saber.
Yo salgo, así, de la escena, del plano, así, en la planta, mierda, en la punta de los
pies.
“Es así, creo, como vivíamos en esa época, si no estoy mal…”
Ella dice eso y sale
(tomando aire y marcando bien las palabras)
“en la punta de los pies”.
Y ahí,
pregunto, tú eres el que sabe,
y ahí, tal vez río, o entonces, casi imperceptibles, no son sino
lágrimas.
Puede ser.
No me dices nunca nada.
EL PRIMER HOMBRE.­ El Primer Hombre.
Yo no sé.
LA MUJER.­ Ya veremos.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Timbre de teléfono.
La Mujer:
LA MUJER.­ Durante todo el tiempo de la separación,
permanecemos alejados uno del otro.
No nos hablamos. Nunca.
Nos llamamos.
A veces, rara vez, me escribías, era antes de que te enfermaras.
No entendía todas las palabras, escribías mal, escribes mal,
hace tiempo que quería decírtelo,
y después tus cartas, largas cartas que escribes a máquina, de
tu mundo al mío, dejándome un sabor amargo.
Tú no dices la verdad, tampoco.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Timbre de teléfono.
EL PRIMER HOMBRE.­ Creo que el libro, lo vamos a leer
juntos, más tarde,
hoy,
cuando todo esté terminado,
“reparado”,
cuando suframos menos,
porque ese día, sufríamos,
y más tarde,
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hay que esperar,
esto dejará de ser.
“Esto no será más que un lejano recuerdo”,
dijo alguno,
uno de nosotros.
Incluso quise reír.
“Historia de amor”, quise agregar eso, será un libro divertido
(lo creía), un libro divertido, una obra divertida.
Y las lágrimas otra vez.
Cuántos años era que tenía?
Era antes de la Guerra?
Se me salieron las lágrimas y un tren que se los lleva, a ella y a él, a ustedes, el
otro hombre y la Mujer o sólo uno de los dos.
LA MUJER.­ Así termina la primera parte,
concluye.
Aquí también, siempre hago eso, pregunté:
“Me río un poco, imperceptiblemente, me dejo llevar por esta
linda escena?”
EL PRIMER HOMBRE.­ Aquí, con seguridad, ella ríe.
Ríete.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Ruidos de Guerra.
Tren.
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SEGUNDA PARTE
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Luz.
LA MUJER.­ En ese otro país, ése que ustedes no conocen,
está el hombre que me mira. Él aprende mi idioma, poco a
poco empieza a hablarme, bastante mal.
No entiendo nada. Me río.
Pregunta quién soy.
Enseguida él quiere que yo le prometa que no me iré, que
jamás lo dejaré.
Tenía que jurar que me iba a quedar en ese país que no es el
mío,
allí donde soy extranjera.
Es contra ese país que estalla la Guerra.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Ellos no se olvidan.
Ustedes no se olvidan.
Ya estaban lejos el uno del otro, el otro hombre, el Primer
Hombre y ella, la Mujer, y de un país al otro, de tu mundo al
suyo, ellos no se olvidan.
Yo.
Yo, lo que hago, mientras cada uno vive por su lado, mientras
estamos separados,
lo que hago, es trabajar.
Trabajé.
Es la única cosa, la única huella, por mucho que busque, la
única idea que me queda.
Yo, trabajé.
“Te volviste juicioso…” dice ella.
“Te volviste juicioso.”
LA MUJER.­ Las cartas dejan de llegar.
No se sabe por qué, por la Guerra o porque estabas enfermo, o
Simplemente porque el Primer Hombre dejó de escribir.
Permanezco ahí, todo ese tiempo,
con ese hombre extranjero,
junto a él.
Me dicen “la Extranjera” y a él, le dicen “el Hombre de La Extranjera”.
Es durante la Guerra.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Ése de ahí, lo dijo, ése de ahí, un
día, dice que todo esto es mi culpa, todo esto, lo dice, tú dices
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que yo soy el responsable.
En el momento en el que nos separamos y no sabíamos por
cuánto tiempo,
no estábamos seguros de volvernos a ver,
uno de nosotros dice eso, él dice que es por mi culpa.
LA MUJER.­ Se dice, “Es culpa mía.”
No es cierto?
“Culpa mía.”
EL PRIMER HOMBRE.­ Es por su culpa, de todas maneras.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Alguien, uno de nosotros, dice eso.
Que es culpa mía, entonces.
No lo sabía.
Respondo.
Lo ignoraba.
“Cuántos años era que tenía yo?”
Dormía. Acuérdense un poco de mí también.
Era mi juventud.
Cuando bajas hacia el arroyo, hacia el río, dicen que se quiere
lanzar, ignoraba también eso.
Vivíamos los tres.
Ella – tú – ella, la Mujer, nunca me decía nada. Nadie me
explicaba. Yo dormía, eso es, yo dormía, me lo contaron.
Jamás sabré si reías, o bien, imperceptibles, o bien tal vez
eran solo tus lágrimas que caían…
LA MUJER.­ O bien entonces nada.
Ya no sabemos, ya no me acuerdo, tomó mucho tiempo
olvidar, tal vez yo también dormía, a tu lado, y entonces,
¿qué quedará?
Solo quedaría él , ese ahí, sólo él,
bajando en plena noche hacia el río, hacia el arroyo,
y “manifestando el deseo de lanzarse”.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Parece que el otro hombre, el
primero, sufrió por causa mía.
Eso dicen (está escrito).
EL PRIMER HOMBRE.­ Eso parece.
Eso dicen.
Está escrito.
LA MUJER.­ Me río?
No me dices nunca Me río?
Para distencionar el ambiente?
Me río? ¿Una carcajada?
18
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Y continuando. Lo que sigue:
Lo que hago, durante el tiempo de la separación, “ durante el
tiempo que duró la separación”,
lo que hice, fue trabajar.
La historia, la segunda parte de la historia, tú me lo dijiste
cuando nos volvimos a encontrar, la segunda parte de la
historia, es la historia de ese trabajo.
LA MUJER.­ “Historia de amor”, es incluso un trabajo.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Decidí tener un oficio.
Era una manera como cualquier otra de sobrevivir. Decidí
que sería arquitecto, que construiría casas, ciudades,
lugares como éste.
La historia de un Arquitecto.
Construye otra casa, él dice – yo dije eso – él dice que va a
rehacer su vida,
que en esa nueva casa, cuando se acabe la Guerra,
las cosas serán distintas.
Todavía es el campo, no hay carretera, no había nada, aquí, en este barrio, sólo
campo,
es ahí donde él construye.
La historia de un Arquitecto.
Construye otra ciudad.
Dice que va a rehacer su vida en esa nueva Ciudad, que allí,
cuando acabe la Guerra,
las cosas serán distintas.
Era todavía campo, no había carretera, sólo una casa o dos, si
acaso, y es ahí donde decide construir.
Y en el libro
­ el libro ése, el libro que se titula “Historia de amor” –
las cosas cambian poco a poco, se cuentan distinto.
En esa nueva Ciudad – está escrito –
él construye este lugar, aquí en donde estamos ahora, esta
noche.
Después, cuando ella regrese
­ tú, la Mujer ­
cuando ella regrese, es acá que él la encerrará, que la tendrá
prisionera,
pero todavía no hemos llegado allá.
LA MUJER.­ La Mujer, con un pequeño gesto dulce de la
Mano:
“No, todavía no.”
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Y en ese lugar que él construye para
ella, ella será cantante,
es la Guerra, ella tendrá que cantar.
Él también – yo también – estoy enfermo a partir de ese
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momento.
La historia de un Arquitecto.
Y entonces, poco a poco, “Historia de amor” se vuelve un
cuento.
Cuando El Primer Hombre me cuenta el libro,
cuando nos volvemos a encontrar,
dice que las cosas se cuentan distinto.
Es la historia de un Arquitecto que durante la Guerra
construye este lugar para encerrar a una cantante, o el
recuerdo de una cantante.
Dice, escribe que el Arquitecto hace eso para tener menos
miedo.
La enfermedad del Arquitecto, yo, es el miedo.
Dice, escribe, que hace eso para aparentar que no está solo.
EL PRIMER HOMBRE.­ Ruidos de avión encima de nuestras
cabezas.
LA MUJER.­ Ella, adentro, canta.
EL PRIMER HOMBRE.­ El Primer Hombre.
Durante el tiempo que duró la separación, meses, tal vez
semanas que me parecieron años, de noche, me quedaba solo
en mi cama,
o bien entonces, como no podía dormir, me levantaba y me
sentaba.
Escribo.
“Qué edad era que tenía?”
Cuento la historia en voz alta, mientras la escribo, la historia
de ese Arquitecto loco, poco a poco, loco por una cantante que
lo dejó y que él espera hasta la demencia.
Al comienzo de la segunda parte, el hombre, el Primer
Hombre, yo, el hombre es menos importante, se le ve poco, la
iluminación no es buena,
o bien,
no sé,
él murió de su enfermedad,
o ya está escribiendo otro libro.
LA MUJER.­ Cuando volví, ellos me estaban esperando.
Los dos. Me cuentan el libro que uno de ellos escribió.
Y leí lo que yo soy en el libro. Leo que soy uno de los
personajes del libro.
Y no todo lo entendía, cómo son de distintas las cosas.
Y sin embargo, a veces, el relato me pareció más exacto, más
exacto de lo que había sido en la realidad que habíamos vivido.
20
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Hay hacia el fin de este capítulo
un pasaje en el que ellos dicen a la Mujer lo que en adelante
será
la historia, la historia del Arquitecto y de la Cantante, y
ella, La Mujer, tú,
que está recién llegada, llora suavemente.
Ella dice:
“Jamás sabré cantar o lo haré tan mal que se burlarán de mí.”
LA MUJER.­ No se cantar o lo haré tan mal que se burlarán de mí.
21
TERCERA PARTE
LA MUJER.­ Nos volvemos a encontrar.
Me separo del hombre extranjero, lo dejo, lo abandono o muere.
Es el final de la Guerra.
Cuando el tren llega a la estación, en la parte antigua de la Ciudad,
es una de las primeras cosas que me dicen, hacía mucho tiempo
que había dejado todo aquello y pensaba que jamás regresaría.
Me preguntan, porque ahora soy extranjera, porque parezco
extranjera,
si sé dónde dormir y quedarme,
me dicen que el Mundo cambió y que desde ahora es necesario
saberlo para adaptarse a él.
También me dicen que la parte antigua de la Ciudad ya no existe.
Me dicen que allí sólo quedó en pie la estación del tren, y por
supuesto los muros,
algunos muros y algunas casas se sostienen todavía pero nadie vive allí,
ya nadie vivirá allí.
Sólo hay un hombre – están hablando de ti – sólo hay un hombre
que se volvió loco, enfermó, no sé, y que no se quiere ir.
A partir de ese momento es el tiempo de la Posguerra.
Sobre la colina, aquí, hay una nueva ciudad,
ahí está la vida y también es ahí donde debo ir.
Me muestran el camino, dibujan un mapa en el vaho del vidrio.
EL PRIMER HOMBRE.­ Ya no me muevo.
Dicen que ya no quiero moverme, que estoy enfermo.
Permanezco encerrado en mi casa, el día y todas las noches
además.
Vivo así, espero la muerte. No me interesa continuar.
Paro acá.
Ya no te escucho
(al Segundo Hombre)
ya no te escucho cuando me hablas a través de la puerta.
No entiendo nada de esa historia, lo que dices, el pasado.
No lo recuerdo o no quiero, no tengo ganas.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Alguien, uno de nosotros,
alguien dice, pregunta,
dónde fueron a parar todos esos años.
Yo no los vi desaparecer.
“ Te estás volviendo juicioso...”
Es lo que dirá, la Mujer, cuando la vuelva a encontrar.
22
EL PRIMER HOMBRE.­ No me interesa continuar. Paro.
Dije en el libro lo que no digo en otro lado.
Se acabó.
LA MUJER.­ “Te estás volviendo juicioso...”
Pero también, agrega eso para tranquilizarlo, porque tiene
miedo de preocuparlo desde el instante en que al fin se reencuentran,
y además
“No has cambiado”.
Él, el Segundo Hombre, tú, ése que, hoy, es arquitecto, él, tú, tú
sonríes.
Pregunta que si eso es cierto, que si no lo digo sólo por
complacerlo,
responde que así está muy bien.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Ella y yo,
la Mujer y el Segundo Hombre,
vivimos de nuevo juntos,
en la nueva Ciudad,
ya no hablamos casi de la Guerra, es historia antigua.
Ya no hablamos nunca de nuestras vidas,
de lo que fueron nuestras vidas antes de separarnos,
cuando vivíamos juntos los tres,
en la parte antigua de la Ciudad, cerca al río.
Nunca hablamos del otro hombre
­ tú ­
el que escribe o que muere, es lo mismo, y que nos hace falta.
Esperamos el momento que sea posible, para volver hablar de
él, cuando sintamos menos miedo.
LA MUJER.­ Los siguientes años pasan así, viven en dos
ciudades,
nosotros dos juntos, El Arquitecto y La Cantante,
y el que escribe, cada uno por su lado.
“Cuántos años es que tienen?”
Yo canto.
La Mujer, durante el resto de su vida, no habla jamás de eso,
permanece en ese edificio que El Arquitecto construyó para ella,
para encerrarla.
A veces cuando le dicen,
o cuando ella lo lee, cuando ella se da cuenta, acabo de darme
cuenta,
cuando le dicen todo eso, el rol y el personaje que actúa,
no responde, sonríe un poco,
como lo hacía antes,
sin que se sepa realmente.
23
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Y ahí como en otras partes,
en ese momento como en tantos otros,
tú no hablabas,
no hay nada escrito,
y ella no sabía.
LA MUJER.­ No sé.
24
EPÍLOGO
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Epílogo? Sin epílogo? Me
sorprendes.
EL PRIMER HOMBRE.­ Ahora es asunto de ustedes,
Arréglenselas.
LA MUJER.­ Epílogo.
Y en fin, las cosas iban cada vez más rápido,
atropelladamente,
estábamos muy lejos de lo que habíamos querido vivir,
muy lejos de lo que debía estar escrito.
Un día, sin haber acabado el libro
­tal vez, incluso, él ni siquiera había escrito una línea y se
contentó con sólo contarnos la historia
un día, él muere ahí,
arrebatado y ahogado a la vez.
O también, él lo abandona,
ya no le interesa más,
cuenta otra cosa.
Él dice, como última artimaña, una última confesión, dice que
no era eso lo que había previsto decir, escribir.
“Historia de amor”, en el fondo era otra historia.
EL SEGUNDO HOMBRE.­ Fin?
Responde.

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