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¿Existen apóstoles hoy? | Parte 1


Por Rubén Rodriguez - 20 noviembre, 2015

Hace algunos años conversaba con una persona sobre temas espirituales. Le pregunté cómo se llamaba el pastor de la
iglesia a la que asistía a lo que respondió: “en mi iglesia el líder es un apóstol”. Si tienes treinta años o más,
probablemente has notado que en los últimos años el cristianismo ha visto un crecimiento de personas afirmando ser
apóstoles. Este crecimiento reciente es llamado por algunos la “Nueva Reforma Apostólica” y/o “la Segunda Era
Apostólica”. Esta serie de dos artículos tiene el propósito de estudiar este tema a la luz de las Escrituras para poder
contestar la pregunta: ¿Existen apóstoles hoy?

Para contestar esta pregunta principal buscaremos responder tres preguntas relacionadas: 1) ¿Qué significa la palabra
apóstol?, 2) ¿Cuáles eran los requisitos para ser apóstol? y 3) ¿Por qué se necesitaban apóstoles en la iglesia primitiva? En
la primera parte de esta serie analizaremos las primeras dos preguntas a la luz de la Escritura.

¿Qué significa la palabra apóstol?


La palabra apóstol en nuestras versiones de la Biblia en español es una transliteración (palabra que pasa de un idioma a
otro igual o casi igual). La palabra en griego es apostolos y significa delegado, mensajero o enviado. En la Biblia se utiliza
el término de tres maneras diferentes:

1. Sentido único – La Biblia se refiere a Cristo como el “apóstol y sumo sacerdote de nuestra
profesión” (He. 3:1). En este sentido Jesús es, no solo un apóstol sino, El Apóstol. Solo de Jesús se puede
decir que fue enviado por el Padre para dar su vida por los pecados del mundo (Jn. 3:16-17, 34, 5:36-
38, 8:42).
2. Sentido específico – La Escritura usa la palabra apóstol en un sentido específico para hablar de un grupo
especial de personas, los doce, Matías y el apóstol Pablo (Mt. 10:2-4; Lc. 6:12-16; Hch. 1:26; Gal. 1:1). Eran
escogidos por Dios para ser sus representantes especiales ante el mundo. Explicaremos esto en más detalle
luego.
3. Sentido general – Eran también considerados apóstoles, en un sentido diferente al mencionado
anteriormente, ciertos líderes escogidos por las iglesias con una tarea específica. En 2 Corintios 8:23 se les
llama “mensajeros” (en griego apóstoles) a un grupo de hermanos. En Filipenses 2:25 Epafrodito es
llamado “mensajero” (en griego apóstol). Estos hermanos eran apóstoles, aunque no en el sentido específico
de los doce, Matías y Pablo. Simplemente habían sido escogidos por un grupo de creyentes con una
encomienda. Los hermanos mencionados en 2 Corintios 8:23 habían sido escogidos por las iglesias para
llevar una ofrenda a los creyentes pobres de Jerusalén (2 Co. 8-9) y Epafrodito había sido escogido por la
iglesia de Filipo para llevar ayuda material a Pablo, quien se encontraba encarcelado (Flp. 2:25, 4:18). Se
debe notar que no se les llama apóstoles de Cristo (1 Co. 1:1; 1 Pe. 1:1), sino apóstoles o mensajeros de las
iglesias (2 Co. 8:23; Flp. 2:25).

¿Cuáles eran los requisitos para ser un apóstol de Jesucristo?


Luego de que el Señor ascendiera a la diestra del Padre, los apóstoles decidieron reconocer quién había sido escogido por
Dios para sustituir a Judas Iscariote. Algunos estudiosos sostienen que los apóstoles se apresuraron al nombrar a Matías ya
que, alegan, debió ser el apóstol Pablo quien sustituyera a Judas. La postura que se tome en cuanto a este punto es
irrelevante para propósitos de este escrito. Lo esencial para responder nuestra pregunta es notar que en el proceso de
nombrar a Matías podemos ver cuatro requisitos necesarios para que una persona pudiera sustituir a Judas y ser
considerada apóstol.

En Hechos 1:21-22 leemos lo siguiente:


Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús
entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue
recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección.”

En este pasaje podemos notar tres requisitos para ser apóstol:

1. Ser testigo ocular de la resurrección de Cristo. Todos los apóstoles vieron con sus ojos físicos a Cristo
después de Su resurrección, incluyendo al apóstol Pablo quien fue testigo ocular de Su resurrección camino a
Damasco (1 Co. 9:1, 15:8; Hch. 9:3-5; 26:16). Es por eso que defiende su apostolado frente a los Corintios
con las palabras “…no he visto a Jesús el Señor nuestro?” (1 Co. 9:1). Algunos claman haber visto a Jesús
en visión. Esto no cumple el requisito de ser testigo ocular de la resurrección de Cristo. Pablo vio a Cristo
ocularmente y aun así, considera su llamado al apostolado como algo único y anormal, pues fue el único y
último de los apóstoles en ver a Jesús ocularmente. Es por eso que escribió que el Señor se le apareció “al
último de todos, como a un abortivo” (1 Co. 15:8).
2. Haber aprendido y recibido la doctrina directamente de Jesús, no de otros creyentes. Los apóstoles
aprendieron las doctrinas relacionadas al Nuevo Testamento directamente de Cristo. Estuvieron aprendiendo
de él por tres años durante su ministerio terrenal y luego de Su ascensión continuaron aprendiendo de Cristo
por revelación directa de Él. El apóstol Pablo enfatiza este requisito al defender su apostolado en su epístola
a los Gálatas. “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre;
pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo” (Gal. 1:11-12).
Un apóstol no aprendía las enseñanzas del Nuevo Testamento de ningún hombre, ni siquiera de otros
apóstoles (Gal. 1:16-17), sino directamente de Cristo.
3. Los apóstoles debían dar evidencia de su apostolado con milagros. Los apóstoles dieron evidencia de su
llamado con señales milagrosas (Hch. 3:1-10, 4:33, 5:12-16, 9:32-43, 13:11, 14:3, 8-9, 16:18, 19:6, 11-
12, 20:9-10, 28:3-10). Es por eso que Pablo también defiende su apostolado haciendo referencia a los
milagros hechos por él: “Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda
paciencia, por señales, prodigios y milagros.” (2 Co. 12:12). Aunque algunos hoy afirman hacer los
milagros que los apóstoles hicieron, la realidad es que tales afirmaciones no son ciertas. Los apóstoles
sanaban de manera extraordinaria, inmediata, completa, irrefutable y continua. Después de los apóstoles
nunca ha habido un tiempo de abundantes milagros semejante al de los inicios de la iglesia primitiva.
4. Ser escogido por Dios como apóstol. Haber aprendido la doctrina directamente de Cristo, haberlo visto
ocularmente y hacer milagros no era suficiente para ser considerado apóstol de Jesucristo. Muchas personas
oyeron la Palabra de Dios directamente de los labios de Jesús, más de quinientos hermanos lo vieron después
de haber resucitado (1 Co. 15:6) y personas que hicieron milagros no fueron considerados apóstoles (Hch.
7:5-8). Un apóstol era una persona escogida personalmente por Cristo para esa posición (Hch. 1:2; Gal.
1:1, 15-16).

Considerar estos requisitos es suficiente para concluir que hoy no tenemos apóstoles. Nadie en el día de hoy ha visto a
Cristo ocularmente, nadie hoy está haciendo milagros como los que hicieron los apóstoles y nadie hoy aprende su doctrina
por revelación directa de Cristo sin necesidad de maestros y del Nuevo Testamento y esto es suficiente para concluir que
no existen apóstoles hoy. Dios no llama apóstoles a personas que no cumplen con los requisitos que Él mismo estableció.

En la segunda parte de esta serie veremos que hoy no existen apóstoles al considerar el propósito de los apóstoles en la
iglesia primitiva.

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¿Está Dios restaurando en la actualidad


el oficio de apóstoles y profetas en la
iglesia?
Pregunta: "¿Está Dios restaurando en la actualidad el oficio de apóstoles y profetas en la iglesia?"

Respuesta: El movimiento para restaurar el oficio de apóstoles y profetas basa su afirmación de que
los apóstoles y los profetas deben ser parte de la iglesia en Efesios 4:11-12, "Y él mismo constituyó a
unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo."

Durante el primer siglo de la iglesia existía el oficio de apóstol, y el don espiritual del apostolado. El
oficio o cargo de apóstol fue ejercido por los doce discípulos de Jesús además de Matías, quien ocupó
el puesto de Judas, y Pablo. Los apóstoles fueron escogidos especialmente por Cristo (Marcos 3:16-19).
La selección del sustituto de Judas se encuentra en Hechos 1:20-26. Note en este pasaje que al cargo
de Judas se le llama "oficio." También debe tenerse en cuenta que Pablo fue escogido por Cristo (1
Corintios 15:8-9; Gálatas 1:1; 2:6-9). A estos hombres les fue dada la tarea de colocar las bases de la
iglesia universal (Efesios 2:20). En el primer siglo fueron creadas las bases de la iglesia universal. Es
por esto que el oficio de apóstol ya no es ejercido. Una vez que el fundamento ha sido creado ya no
necesitamos fundadores.

También existía el don espiritual del apostolado (éste no debe confundirse con el oficio—son distintos).
Entre los que tenían el don espiritual se encontraban: Santiago (1 Corintios 15:7; Gálatas 1:19),
Barnabás (Hechos 14:4, 14; 1 Corintios 9:6), Andrónico y Junías (Romanos 16:7), posiblemente Silas y
Timoteo (1 Tesalonicenses 1:1; 2:7), y Apolos (1 Corintios 4:6,9). Este último grupo tenía el don del
apostolado, pero no el "oficio" apostólico conferido a los doce apóstoles y a Pablo. Aquellos que
tuvieron el don del apostolado, entonces, fueron aquellos que llevaron el mensaje del evangelio con la
autorización de Dios. La palabra apóstol significa "enviado como delegado autorizado." Esto era cierto
con los que ejercían el oficio de apóstol (como Pablo) y con los que tenían el don espiritual (como
Apolos). Aunque hoy existen hombres como éstos, hombres que son enviados por Dios para difundir el
evangelio, es mejor no referirse a ellos como apóstoles, debido a la confusión que esto ocasiona.
Muchos no están conscientes de los dos usos diferentes del término apóstol.

El don de profecía fue también un don temporal, otorgado por Cristo para establecer las bases de la
iglesia universal (Efesios 2:20). El profeta proclamaba un mensaje de parte del Señor para los
creyentes del primer siglo. Estos creyentes no tenían la ventaja que tenemos hoy de tener una Biblia
completa. El último libro del Nuevo Testamento (el Apocalipsis) no fue completado sino hasta finales
del primer siglo. De manera que el Señor proporcionó hombres con dones, llamados profetas, que
proclamaron mensajes de parte de Dios hasta que se completó el canon de las Escrituras.

Debe tenerse en cuenta que la enseñanza actual sobre la restauración de profetas y apóstoles dista de
ser lo que las Escrituras describen acerca de los hombres que tuvieron el don de la profecía y el oficio
de apóstol. Aquellos que enseñan tal restauración, enseñan que nunca se debe criticar o siquiera
cuestionar a los apóstoles y profetas, porque hablar en su contra es hablar en contra de Dios, aunque
el apóstol Pablo elogió a la población de Berea por corroborar lo que él dijo con la Palabra de Dios
para asegurarse de que decía la verdad (Hechos 17:10-11). El apóstol Pablo también le dijo a los
gálatas que si cualquiera, incluyéndose a sí mismo, enseñaba otro evangelio, esa persona sería
"anatema" (Gálatas 1:8-9). En todo, Pablo dirigía a las personas a la Biblia como suprema autoridad.
Los hombres que afirman hoy ser apóstoles y profetas se constituyen a sí mismos como autoridad
suprema, algo que nunca hicieron Pablo y los doce discípulos.

También debe tomarse en cuenta que la Escritura se refiere a los apóstoles y profetas en tiempo
pretérito. 2 Pedro 3:2 y Judas 3-4 afirman que las personas no deben desviarse del mensaje que dieron
los apóstoles (pretérito). Hebreos 2:3-4 también habla en pretérito acerca de los que ejecutaron (en el
pasado) "señales, prodigios, y diversos milagros" a través de los dones del Espíritu Santo.

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