Sie sind auf Seite 1von 27

2.

1 Elementos de los sistemas de partidos

La representación política se realiza principalmente por conducto de los partidos


políticos; organismos que median entre el Estado y la sociedad y que se han
convertido en los principales canales de la representación democrática en el mundo,
cuyas propuestas de candidatos compiten por el voto de los electores para acceder
al gobierno y ejercer el poder.[1]

El número y la dimensión relativa de los partidos, sus aspectos específicos


organizativos, además de la composición, la homogeneidad o la heterogeneidad de
la coalición partidista que sostiene al gobierno, son las principales características que
definen al sistema de partidos en una democracia.

2.1.1 Concepto y evolución de los partidos políticos

El concepto de partido político se ha construido de diferentes maneras de acuerdo


con el momento histórico y la realidad sociocultural imperante. Al respecto, Jaime
Cárdenas explica que existe una acepción amplia y otra restringida sobre el
concepto, asociadas precisamente a distintos contextos históricos (1996, 11). Así, en
el primer caso, el origen de los partidos se remonta a los comienzos de la sociedad
políticamente organizada, con el surgimiento de grupos organizados para la
obtención de fines políticos. En cambio, la acepción restringida se refiere a “una
agrupación con ánimo de permanencia temporal, que media entre los grupos de la
sociedad y el Estado y participa en la lucha por el poder político y en la formación
de la voluntad política del pueblo, principalmente a través de los procesos
electorales” (Cárdenas 1996, 11). Desde esta perspectiva, los partidos políticos, como
los conocemos hoy, tienen un origen más reciente. El mismo Cárdenas señala que
“son el resultado de la quiebra de la sociedad tradicional o feudal y su paso a la
sociedad industrial” (Cárdenas 1996, 12).

En complemento a esta idea, Andrés Malamud expone que “la condición histórica
del surgimiento de los partidos fue el incremento de la participación política, que se
verificó fundamentalmente a partir de la profundización del proceso de urbanización
de los siglos XVIII y XIX” (2003, 322) y que el sustrato indispensable mediante el cual
se desarrollaron fue el parlamento, como el órgano de representación política por
excelencia al que la burguesía fue constituyendo como herramienta de control
gubernamental.
A partir de entonces es posible advertir ciertos elementos comunes en los partidos
políticos, como se puede advertir en las propuestas teóricas de los autores que se
muestran en la Ilustración 1.

Ilustración 1. Algunos conceptos de partidos políticos

Fuente: Elaboración propia con base en Bartolini (1995), Sartori (2005) y Cotarelo
(1985)

En razón de lo anterior, se puede decir que el común denominador de los partidos


políticos se refiere a los siguientes aspectos:

 Integración mediante una asociación o grupo de personas con ciertos


elementos de identificación.
 Propósitos de competencia política para la obtención del poder
mediante elecciones.
 Postulación de candidaturas que permitan el acceso al poder a los
ciudadanos.
 Materializar la representación política mediante la conformación de
órganos parlamentarios y permitir la conformación de gobiernos.

Para comprender de mejor forma las características de los partidos políticos en la


actualidad, es importante estudiar su desarrollo histórico. En esta unidad se
explicarán las etapas que corresponden a la evolución "clásica" de los partidos
políticos para el caso inglés, ya que fue en Inglaterra donde se observaron los
primeros ejemplos de clubes políticos que contribuirían a la representación
parlamentaria y la conformación de los nacientes grupos legislativos. Estos clubes se
constituyeron posteriormente en sendas agrupaciones políticas vinculadas a grupos
sociales; una representaba a la nobleza (los tories) y la otra a la burguesía (los whigs).

En otros países se presentó un tránsito similar: de los clubes a las organizaciones


políticas, como en Francia (republicanos y monárquicos), en Estados Unidos
(federalistas y antifederalistas) y México (centralistas y federalistas o liberales y
conservadores).

Los hechos históricos en cada periodo no aparecen nítidamente diferenciados y


secuenciados, con frecuencia se superponen, dependiendo del desarrollo social y
político de cada país. Sin embargo, en general es posible advertir que el proceso de
la evolución histórica de los partidos políticos se da en cinco etapas:

 Antipartidismo: presente en el siglo XVII y en buena parte del XVIII.


Los portadores de ideas afines e intereses similares empezaron a
unirse en facciones que después se desarrollarían en partidos
políticos. Su aparición fue considerada como un hecho negativo, ya
que la expresión y representación de las divisiones subnacionales se
veía como antinatural, contraria a la concepción organicista de la
sociedad que dominaba en ese periodo.
 Males necesarios: observable en el siglo XVIII. En este periodo los
partidos fueron vistos, precisamente, como males necesarios que
debían ser contenidos y controlados en los gobiernos libres y
representativos. La presencia de los partidos se consideraba un mal
menor en comparación con las tiranías que podrían surgir si los
partidos fuesen suprimidos.
 Aceptación u oposición legítima: manifiesta en el último tercio del
siglo XVIII y principios del XIX. Inglaterra (pero no Francia ni Estados
Unidos) reconoció que los partidos no solo eran bienes necesarios de
un gobierno representativo, sino también elementos permanentes del
juego político y representantes de distintos principios políticos que
legítimamente aspiraban a obtener el poder del Estado. Se
reconocieron las cualidades de la oposición política abierta y
permanente, que debía estar fundada en partidos organizados sobre
convicciones y principios comunes, en contraste con las intrigas
cortesanas que eran ajenas a la opinión pública. Además, se advirtió
que los partidos eran un medio útil para prevenir el mal mayor,
representado por gobernantes tiránicos. La aceptación de los partidos
significó la aceptación del disenso, lo que dio pie a mayor tolerancia
y, en consecuencia, a una sociedad más plural.
 Legalización: suscitada en el siglo XX. La creciente importancia y el
desarrollo de los partidos volvieron necesaria su legalización. Si los
partidos eran el fundamento de la democracia al mediar entre el
pueblo y el gobierno, debían ser controlados por el Estado y, para ello,
ser reconocidos y regulados jurídicamente. La consolidación del
reconocimiento legal de los partidos continuó en el periodo de
entreguerras, en el que se configuraron las bases que permitirían la
constitucionalización de los partidos.
 Constitucionalización: ocurrida en la segunda mitad del siglo XX. Se
considera que en esta etapa los partidos fueron creadores del Estado
de bienestar[2], por lo que varias constituciones, sobre todo en
Europa, reconocieron su función en la vida del Estado,
considerándolos como entidades de carácter o interés público, e
incorporando sus derechos y obligaciones. Después de la Segunda
Guerra Mundial, los partidos se convirtieron en protagonistas de la
reconstrucción política de Europa occidental bajo los principios de la
democracia constitucional.

El concepto de partido político ha sido acuñado a partir de dos elementos


particulares: el momento histórico y la realidad sociocultural. Su evolución histórica
suele catalogarse en cinco etapas: antipartidismo, males necesarios, aceptación u
oposición legítima, legalización y constitucionalización.

2.1.2 Tipos de partidos políticos

La clasificación que a continuación se presenta respecto a los tipos de partidos


políticos se elaboró a partir de las obras de tres autores clásicos. En su libro Los
partidos políticos, Maurice Duverger (2012) clasifica a los partidos según su
composición, a saber: de "cuadros", "masas" o "militantes". Años más tarde, Otto
Kirchheimer (1966) observó la aparición de los llamados partidos “atrapa todo"
(catch all party)[3], que buscan atraer votantes de diversos puntos de vista e
ideologías, y después Panebianco (1995) añadió la categoría de partidos
"profesionales electorales", cuya dirección está ejercida por cúpulas conformadas
por personalidades que están insertas en el parlamento u otras esferas del Estado y
la ideología no juega un papel preponderante (véase Ilustración 2). Esta clasificación
refleja la tipología más común en la ciencia política, que se hace a partir de la
estructura organizativa de los partidos políticos.

Ilustración 2. Clasificación de partidos políticos


Fuente: Elaboración propia

A continuación se describirán a detalle cada uno de los diferentes tipos de partidos


de acuerdo a su composición.

De cuadros

Los partidos de cuadros nacieron en la primera mitad del siglo XIX en Europa, en los
regímenes semidemocráticos y de sufragio restringido. Eran organizaciones
controladas por un pequeño grupo de líderes, usualmente al frente del grupo
legislativo del partido, con poca participación, influencia o control por parte de la
mayoría de los miembros, pero con apoyos ocasionales de estos. Sus estructuras
organizacionales eran débiles, ya que se basaban principalmente en las redes
interpersonales.
La actividad principal de estos partidos tenía lugar en época de elecciones, tiempo
durante el cual cada grupo luchaba, primero, por las candidaturas al interior de su
organización y, después, en la competencia frente al partido oponente.

De masas

Durante la primera mitad del siglo XX, la extensión del sufragio y la llegada de las
ideologías de las clases sociales dieron origen a los partidos de masas. A diferencia
de los de cuadros, los de masas, siendo más numerosos, se organizaron en secciones,
eran centralizados y estaban fuertemente articulados (Duverger 2012, 96). El mismo
diseño obligó a que se transformaran en estructuras rígidas que, desde una posición
central, tomaban decisiones que ejecutaban las secciones en las que se encuadraban
los leales al partido. Los partidos de masas son un fenómeno moderno porque el
sufragio universal es una condición del siglo XX, antes no había una cantidad
importante de votantes. Un factor a considerar consiste en que con la expansión de
la ciudadanía también aumentaron las demandas sociales. Quizás por ello en este
tipo de partidos es posible advertir un origen socialista o revolucionario. En el primer
caso los partidos eran constituidos por obreros, en tanto que en el segundo lo
conformaban grupos armados, indistintamente de derecha y de izquierda, que
buscaban combatir el statu quo. La sección fue la estructura de los partidos
socialistas, mientras que la célula lo fue de algunas manifestaciones de los partidos
revolucionarios, como ocurrió con los comunistas y fascistas.

Una característica común consiste en que tenían una organización sólida y una
amplia base de afiliados que hacían aportaciones económicas al partido. Su
membresía era amplia, activa y comprometida. Mantenían lazos fuertes con
organizaciones externas, como sindicatos, entidades religiosas y medios de
comunicación.

De militantes

En el partido de masas sus integrantes conformaban cuadros políticos que


posteriormente adoptaron una identidad, lo que condujo a que se les identificara
como “fieles”, “leales” o militantes. Desde la década de 1950, Duverger indicaba que
existía una nueva figura: “los partidos de fieles, más abiertos que los partidos de
cuadros, pero más cerrados que los partidos de masas […] No es ya la concepción
de un partido de clase: es la concepción de un partido de élite” (2012, 100).

Los partidos de militantes, al igual que sus antecesores, son producto del sufragio
universal, de la regularidad de las elecciones y de la profesionalización del quehacer
político. No obstante, los partidos de militantes son más abiertos que los de cuadros
porque, en principio, todo el que se presente puede convertirse en militante. Son
más cerrados que los partidos de masas porque los militantes tienen que demostrar
su valía, su importancia, interés y compromiso con la organización política; no
solamente deben acudir a votar por el partido, tienen que trabajar para él.

Partido “atrapa todo” (catch all party)

El partido “atrapa todo” o catch all party es una categoría acuñada por Otto
Kirchheimer en 1966 para denominar la transformación de los partidos de militantes
en la década de los sesenta, en un contexto de reconstrucción posterior a la Segunda
Guerra Mundial.

Kirchheimer identificó algunos cambios socioeconómicos de la posguerra derivados


del Estado de bienestar y asociados con una mejora general en el nivel de vida, lo
que conllevó a una reducción de las contradicciones de clase, a una mayor
secularización de los electorados y a cambios relevantes en los medios de
comunicación de masas (Gangas s/f, 3). La homogenización de las condiciones de
vida de las poblaciones condujo a que varias de sus demandas fueran parecidas. Aun
cuando en el pasado los partidos se habían especializado en representar y defender
a algunos grupos concretos, en este nuevo contexto se vieron obligados a cambiar
de estrategia. Así, ante electorados cada vez menos cautivos, menos ideologizados
y más amplios fue necesario que los partidos alterasen las formas de hacer política
para persuadir a los ciudadanos a otorgarles su voto.

A partir de un proceso de “desideologización”, los partidos políticos concentraron su


propaganda en el mundo de los valores o en temas generales compartidos, en
principio, por grandes sectores del electorado. De esta forma, el fortalecimiento del
poder organizativo de los líderes comenzó a apoyarse más en los grupos de interés,
que en los propios afiliados.

Profesional electoral

Panebianco ha propuesto llamar a los partidos actuales ‘profesionales electorales’,


porque han hecho de las técnicas para campañas electorales una especialización en
la que solamente unos cuantos pueden planear y ejecutar estrategias que permiten
el triunfo electoral (1995). No obstante, en el partido profesional electoral los
militantes siguen siendo quienes se encargan de difundir los planteamientos y de
convocar a los potenciales electores a votar. El partido profesional electoral tiene en
los medios de comunicación —radio y televisión, principalmente— apoyos para
formular planteamientos generales que llegan a todos los votantes. Su desempeño
más importante se da durante las campañas políticas y su punto culminante es la
jornada electoral. Similar a como sucede con el catch all party, para el partido
profesional electoral lo importante es obtener todos los votos que le sean necesarios
para ganar las elecciones.

Este tipo de partido pretende escapar de la paradoja de los partidos de militantes


pues, si bien reconoce en estos su principal capital político, sabe que todos los
electores son necesarios para obtener el triunfo electoral. Por lo tanto, procura
construir una oferta política que pueda resultar atractiva para todo tipo de votante.

La clasificación más aceptada de los partidos políticos actuales ha sido construida


según su composición y desarrollo histórico, a saber: de cuadros, de masas, de
militantes, “atrapa todo” y profesional electoral.

2.1.3 Funciones de los partidos políticos

Las funciones de los partidos políticos están vinculadas al contexto social en el que
actúan, a las transformaciones del sistema político, a la expansión del sufragio y al
incremento de la ciudadanía, entre otros aspectos. Los partidos actuales intentan
mantener, al mismo tiempo, vínculos con las instituciones y con la sociedad, debido
a su función de intermediarios entre los gobernados y los gobernantes.

De acuerdo con Mario Fernández, las funciones de los partidos políticos, que se
describen a continuación, se pueden dividir en dos grandes aspectos: la
representación de la sociedad y la operación del régimen político (1986).

Representación de la sociedad

Los partidos políticos desempeñan una función de intermediarios entre gobernados


y gobernantes en las democracias modernas representativas. Los partidos políticos
materializan este tipo de representación de distintas formas, tales como:

 La articulación de demandas sociales. Se realiza en tres pasos:


captar, procesar y canalizar los requerimientos de sus electores a las
áreas competentes. Estos pasos, además de la valoración del peso de
las fuerzas políticas existentes, permiten procesar las demandas de los
ciudadanos y la manifestación de las diversas opiniones sociales.
 La agregación de intereses. Es una función primordial de las
organizaciones políticas porque permite resumir y sintetizar las
demandas en propuestas en torno a los principios ideológicos de los
partidos y canalizarlas hacia las esferas de toma de decisión. Además,
se incentiva la proyección de políticas públicas que puedan ser
respaldadas por los ciudadanos, sin que necesariamente el signo
ideológico determine su aceptación.
 El reclutamiento político. Las democracias modernas necesitan
personal político preparado para desempeñar las funciones en los
parlamentos, ministerios y burocracias. El reclutamiento y preparación
de las personas para ocupar los cargos está en manos de los partidos
políticos. Estos usan dos estrategias principales de reclutamiento:
forman a sus líderes dentro de las estructuras partidarias, o bien,
buscan integrar a las personas preparadas. El reclutamiento implica: el
nombramiento de personas a puestos y cargos políticos, la
designación de candidatos a cargos públicos electivos y la formación
adecuada del personal político.
 La movilización y participación de la ciudadanía. Los partidos
tienen la tarea de convencer a la ciudadanía para participar en la vida
política de un lugar, ya sea a través de la movilización o en la toma de
decisiones a través de las elecciones. Los partidos políticos canalizan
las demandas emergentes de participación de los ciudadanos a través
de los conductos institucionales. Una amplia participación en
diferentes aspectos de la vida política aumenta la legitimación del
sistema y de los partidos, tanto en el gobierno como en la oposición.
 La socialización política. La socialización política es un proceso en
donde la gente adquiere ciertos patrones y valores de
comportamiento político. Tiene un nexo básico con la cultura política
porque permite el reforzamiento de las expectativas de cambio social
y acercamiento a la educación cívica. En las diversas etapas del
desarrollo de los partidos, la socialización fue fundamental para
mantener el statu quo, o bien, para construir mecanismos de
transformación social.
Operación del régimen político

La segunda de las funciones de los partidos políticos se relaciona con la forma en la


que opera el régimen político, ya que estos son quienes tradicionalmente llevan a
los gobernantes al poder. La representación política que ejercen es el vínculo entre
electores y elegidos. La operación del régimen y los términos de representación
política pueden manifestarse de distintas formas a partir de las siguientes variables:

 La proyección hacia cargos públicos. Desde la etapa de los partidos


de masas, las organizaciones políticas han nutrido de funcionarios y
representantes populares a las instituciones públicas. Por lo que los
partidos han sido un semillero constante para los ocupantes de cargos
públicos. Esta proyección, en un contexto democrático, permite que
los electores seleccionen entre los partidos, y al interior de estos, a las
personas que consideran más capaces para desempeñar de mejor
forma los cargos públicos de representación popular e, incluso, de
áreas determinadas de la administración pública.
 La competencia por el poder político. Esta actividad ha dejado de
asociarse únicamente con el periodo electoral para convertirse en una
función permanente de los partidos políticos. Estos ya no compiten
únicamente en las elecciones, sino también en las acciones
gubernamentales, en las iniciativas legislativas y en la elaboración de
políticas públicas. Al respecto, Anthony Downs afirma que los partidos
políticos desarrollan programas para ganar las elecciones futuras
(1992).
 La producción de políticas. Es una de las funciones principales de los
partidos profesionales. En el ciclo de las políticas públicas (agenda,
elaboración, implementación y evaluación), los partidos buscan
realizar sus programas y articular las demandas sociales.
La producción de políticas no solamente tiene que contribuir a lograr
que una iniciativa sea aprobada, sino que, con el respaldo de los
ciudadanos, intenta abonar al quehacer gubernamental y en la
construcción de la gobernabilidad del régimen político.
 La formación de gobierno. Esta función se relaciona con la razón de
ser de los partidos, es decir, la búsqueda del poder. Todos los partidos
políticos compiten por el poder y los ganadores tienen el derecho a
gobernar de forma individual o mediante coalición. De esta manera,
los partidos consiguen una mayor influencia en la vida política y social
del país, así como en la implementación de las políticas públicas
adoptadas.
 El ejercicio de oposición. En las democracias modernas, la calidad del
gobierno es igual de importante que la calidad de la oposición. Los
partidos que pierden la elección en turno tienen la oportunidad de
realizar el ejercicio de una oposición crítica y coherente frente a las
iniciativas gubernamentales, fortaleciendo así el funcionamiento del
sistema político democrático.

Además, de acuerdo con Lipset y Rokkan, los partidos actúan como agentes de la
gestión del conflicto y como instrumentos de integración, a partir de lo que
denominan líneas críticas de ruptura o clivajes (en Nohlen 1994, 42).

Las principales funciones de los partidos políticos se refieren a la representación de


la sociedad y a la operación del régimen político. La primera se hace posible a partir
de la articulación de demandas sociales, la agregación de intereses, el reclutamiento
político, la movilización y participación, así como la socialización política, mientras
que las variables que definen la operación del régimen se refieren a la proyección
hacia cargos públicos, la producción de políticas públicas, la formación del gobierno
y el ejercicio de la oposición.

[1] También existen las candidaturas ciudadanas independientes; no obstante, como


representan un porcentaje mínimo en comparación con las de los partidos, no
rebaten la idea de que estos institutos políticos son los principales canales de la
representación política en todo el mundo.

[2] El Estado de bienestar está conformado por un conjunto de instituciones públicas


que tienen como principio mejorar las condiciones de vida y fomentar la igualdad
de oportunidades entre los ciudadanos.

[3] -Tienen su origen en las democracias europeas posteriores a la Segunda Guerra


Mundial.
-Se deben en buena parte a los cambios socioeconómicos de la mitad del siglo XX y
al ascenso de las clases medias.
-Buscaban convencer a electorados más amplios, por lo que disminuyeron
drásticamente el componente ideológico.
-Se adaptaron de mejor forma a la competencia electoral.

2.2 Clasificación de los sistemas de partidos

De acuerdo con Leonardo Valdés, el concepto de sistema de partidos se refiere al


“espacio de competencia leal entre los partidos, orientado hacia la obtención y el
ejercicio del poder político” (2016, 27). Sin embargo, esta definición pareciera
aplicable únicamente en un contexto plenamente democrático a partir de la
expresión de “competencia leal”. Al respecto, vale la pena señalar que la existencia
de un sistema de partidos puede darse en regímenes poco democráticos, como se
verá más adelante. Por ello, una aproximación conceptual más precisa podría ser: el
conjunto de interacciones derivadas de la competencia entre partidos, así como las
relaciones y dinámica que se presentan entre ellos en un Estado determinado.

De acuerdo con Nohlen, los elementos principales que se observan en un sistema de


partidos son los siguientes (1994, 39):

 Número de partidos.
 Tamaño de los partidos.
 Distancia ideológica entre los partidos.
 Pautas de interacción entre los partidos.
 Relación de los partidos con la sociedad o con grupos sociales.
 Actitud de los partidos frente al sistema político.

Los partidos en sí mismos no constituyen un “sistema”, sino que son partes de un


entramado que permite la interacción entre ellos. Por lo tanto, la noción de sistema
de partidos no se refiere al régimen legal que se aplica a los partidos políticos en un
Estado determinado, ni tampoco a la organización interna de los partidos, sino al
sistema de interacciones que resulta de la competencia entre ellos.

Adicionalmente, el número de partidos es una variable muy importante en los


sistemas de partidos, tanto, que a partir de ella y del factor de competencia es
posible establecer una tipología básica. La primera gran distinción se presenta
respecto a la presencia o ausencia de competencia, de la cual se desprenden dos
tipos de sistemas: competitivos, en los que cualquier partido puede ganar y no
competitivos, en los que solamente gana el partido gobernante.
La segunda diferencia de los sistemas de partidos, atiende al número de partidos
que existen: unipartidismo, es decir, la presencia única del partido gobernante;
bipartidismo, la existencia de dos partidos relevantes, y multipartidismo, la existencia
de más de dos partidos importantes. La interacción que se suscita entre los partidos
políticos depende de cómo se configuren estas variables, teniendo como
consecuencias fenómenos igualmente diferenciados, como la fragmentación o la
polarización, que estudiarás en los siguientes apartados.

A continuación se muestran esquemáticamente los tipos de sistemas de partidos a


partir de sus características principales (véase Ilustración 3).

Ilustración 3. Sistemas de partidos

Fuente: Elaboración propia

En los siguientes apartados se expondrá una tipología de los sistemas de partidos


con base en los factores de competencia y número.
Un sistema de partidos puede entenderse como el conjunto de interacciones
derivadas de la competencia entre partidos, así como las relaciones y dinámica que
se presentan entre ellos en un Estado determinado. Los principales elementos que
lo integran se refieren al número de partidos, su tamaño, las diferencias ideológicas
y las pautas de interacción entre ellos, la relación que tienen con la sociedad y la
actitud que presentan ante el sistema político.

2.2.1 Sistemas competitivos y no competitivos

La presencia o la ausencia de competencia electoral en un sistema de partidos define


la principal interacción que existe entre un conjunto de ellos. Así, en los sistemas de
partidos competitivos más de un partido tiene posibilidades de ganar una elección,
de manera que los partidos se alternan en los puestos que se obtienen por voto
popular. En cambio, en los sistemas de partidos no competitivos, no existe la
posibilidad de que el partido gobernante pierda, de manera que varios partidos
conformen el sistema, estos no tienen posibilidad real de acceder al poder.

Los sistemas competitivos y no competitivos pueden subdividirse, a su vez, en otras


categorías que varían según el número de actores que participan en el sistema, es
decir, en función de si existen dos, tres o más partidos, como se explica a
continuación (Sartori 2002, 158).

Sistemas competitivos: partido dominante, bipartidismo, multipartidismo

De acuerdo con Sartori, los sistemas de partidos competitivos pueden clasificarse de


la siguiente manera (2002, 158-161):

 Sistema de partido dominante. El partido gobernante mantiene una


larga permanencia, pero siempre existe la posibilidad de que pierda,
como ocurrió con el sistema de partidos de Japón hasta 2009.
 Bipartidismo. Dos partidos se alternan los puestos de elección
popular, sin que un tercero pueda competir con posibilidades reales
de ganar, como sucede con el sistema de partidos de Estados Unidos.
 Pluralismo moderado. Más de dos partidos comparten los puestos
de elección popular y generalmente se requieren de coaliciones para
gobernar, por ejemplo, en Alemania.
 Pluralismo extremo. Diversos partidos acceden a los puestos de
elección popular, como es común en Brasil.
 Atomización. No hay posibilidad de coaliciones gubernamentales por
la cantidad de partidos que existen, por lo que ninguno puede tener
el respaldo suficiente para gobernar. Un ejemplo de ello es la
República de Weimar en Alemania entre 1918 y 1933.

Los sistemas de partidos competitivos son propios de los regímenes democráticos,


puesto que, al existir una competencia efectiva por el poder entre diversos actores,
los ciudadanos tienen posibilidades reales de elegir a sus gobernantes.

Sistemas no competitivos: partido único, partido hegemónico

Los sistemas de partidos no competitivos pueden clasificarse de la siguiente manera


(Sartori 2002, 158-161):

 Sistema de partido único. Está prohibida la existencia de partidos


diferentes al partido gobernante. Un ejemplo emblemático es el
sistema de partidos que existió en la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas.
 Sistema de partido hegemónico. Se permite la existencia de otros
partidos distintos al gobernante, pero su presencia es testimonial, es
decir, no tienen posibilidades de derrocar al partido dominante.
Sartori identifica dos ejemplos de este modelo: Polonia hasta 1989 y
México hasta antes de la reforma electoral de 1996 (2002).

Los sistemas de partidos suelen catalogarse en competitivos o no competitivos. Son


ejemplos del modelo competitivo los sistemas de partido dominante, bipartidista, de
pluralismo moderado, de pluralismo extremo y de atomización. En cambio, el
sistema de partido único y el sistema de partido hegemónico son manifestaciones
de los sistemas de partidos no competitivos.
.3 Interacciones en los sistemas de partidos

Las interacciones en los sistemas de partidos pueden dividirse en dos: la dinámica


que tienen los partidos en su interior y la forma en la que interactúan dependiendo
de su “peso” en el Poder Legislativo.

2.3.1 Interacción al interior de los partidos

Para medir la interacción al interior de un partido político se utiliza la coherencia


partidista, que permite identificar el grado de organización del partido político. Para
ello se divide en dos tipos (Ruiz y Otero 2014, 42-44):

 Coherencia partidista programática: se relaciona con los programas


o acciones que acuerdan llevar a cabo y, por tanto, mide las similitudes
entre las posiciones de los distintos miembros del partido a partir de
la identificación de los grados de consenso o disenso respecto de un
tema específico.
 Coherencia partidista organizativa: se relaciona con la estructura
orgánica del partido y, por tanto, mide el grado de acuerdo entre los
miembros del partido sobre su gestión interna.

Aunque no se precisará en cómo medirla debido a la multiplicidad de factores que


se deben tomar en cuenta y la complejidad de las fórmulas, es importante que sepas
que existen distintos índices para hacerlo, como el de Rice, UNITY o la cristalización.
Los índices de Rice o UNITY se basan, principalmente, en el conteo de votos a favor,
en contra y abstenciones de los miembros de un partido político (Ruiz y Otero 2014,
114).

Por su parte, la cristalización se relaciona más con las percepciones sobre el partido
que se estudia, es decir, se mide el grado de consolidación ideológica o programática
en función de cómo los miembros de los otros partidos consideran la actuación de
un partido específico (Ruiz y Otero 2014, 114; García y Ruiz 2001).

Para identificar cómo interactúan los partidos políticos a nivel interno, se usa la
coherencia partidista. Esta puede ser de dos tipos: programática, mide las similitudes
entre las posiciones de los distintos miembros del partido a partir de la identificación
de los grados de consenso o disenso respecto de un tema específico, y organizativa,
mide el grado de acuerdo entre los miembros del partido sobre su gestión interna.

2.3.2 Interacción en el Poder Legislativo

Para medir la interacción en el Poder Legislativo no basta con contar a los partidos
que tienen registro en un país determinado, ni a todos los que han participado en
las elecciones durante un periodo en específico, ya que seguramente en varios casos
existen partidos que, aunque participan constantemente en las elecciones, no tienen
respaldo ciudadano significativo, o bien, solo existen durante un periodo corto. Por
lo tanto, en adelante veremos cómo identificar a los partidos relevantes en un
sistema determinado, a partir de la definición de algunos criterios.

Sartori propuso contar solamente a los partidos que tenían fuerza para integrar una
alianza, o bien para oponerse a una medida de gobierno, sin importar su tamaño, lo
que significa que podemos excluir a los partidos que no tienen posibilidades de
coalición ni posibilidades de chantaje (2002, 155). A la inversa, debemos contar a
todos los partidos que tienen importancia gubernamental en la liza en que se
deciden las coaliciones e importancia competitiva en la liza de la oposición.

La coalición o el chantaje a los que se refiere Sartori pueden ejemplificarse con las
posibles interacciones en dos sistemas diferentes, el primero con dos partidos
relevantes y el segundo con tres partidos relevantes:

 Sistema con dos partidos: uno gobierna y el otro es oposición, si este


decide colaborar pueden aprobar, en conjunto, una medida política;
por el contrario, si el partido opositor decide disentir no puede
amenazar al partido gobernante.
 Sistema con tres partidos: uno gobierna y dos son oposición; si
alguno de los partidos opositores decide colaborar con el partido
gobernante pueden formar coalición y marginar al opositor. Además,
el partido que colabora tiene la posibilidad de presionar al partido
gobernante.

Polarización
La polarización determina un valor numérico para medir la distancia entre las fuerzas
electorales (partidos o coaliciones) de un país en un momento determinado,
tomando en cuenta la cantidad de votos o escaños obtenidos por cada una de dichas
fuerzas (Sartori 1992). La relación causal es la siguiente:

 Si una sola fuerza electoral obtiene la mayoría de los votos o escaños,


la polarización será baja.
 Si no existe una fuerza que obtenga la mayoría de los votos o escaños,
la polarización será alta.

La polarización se expresa en porcentajes: un porcentaje mayor significa más votos


o escaños, un porcentaje menor significa menos votos o escaños. A partir de esta
variación se pueden identificar cuatro tipos de polarización:

 Baja: cuando una de las opciones obtiene la mayoría y el resto de las


opciones juntas no obtienen el mismo porcentaje o más, por lo que la
sola opción mayoritaria puede lograr cambiar las leyes. En este caso
no es necesario el consenso con las fuerzas opositoras, por ejemplo,
un partido obtiene 80% de los votos o escaños.
 Media: cuando una de las opciones obtiene el 50% de los votos o
escaños, lo que facilita los consensos si hay una alianza de la primera
fuerza con cualquiera de los partidos restantes.
 Alta: cuando hay dos fracciones con más votos, pero donde ninguno
obtiene el 50% de los votos o escaños, lo cual dificulta el consenso,
aunque es posible que intervenga un tercer partido político.
 Extrema o absoluta: todos los partidos obtienen un porcentaje de
votos o escaños similar, de forma tal que la posibilidad de entablar
consensos es mínima.

Observa el siguiente video que ilustra las categorías de polarización a partir de los
resultados electorales de las elecciones en México durante 1967, 1997 y 2009,
respectivamente, así como un caso hipotético que muestra la polarización extrema
o absoluta.

Video 1. Polarización en México (1967, 1997 y 2009) y caso hipotético


Haz clic en la imagen para ver el video

En los sistemas de partidos competitivos, propios de los regímenes democráticos, es


común que exista un mayor grado de polarización. En el video que acabas de revisar
se advierte que, para el caso de México, en la época del partido hegemónico la
polarización era baja, pero conforme se fueron implementando las reformas
electorales que favorecieron la competencia efectiva, incrementó la tendencia hacia
una polarización más alta. Las reformas electorales las estudiarás en el Módulo 3 de
este Diplomado.

Superposición

Al igual que la polarización, permite conocer el potencial de colaboración en el


órgano legislativo. Para su medición se debe decidir sobre tres aspectos: 1) si el
cálculo se realiza sobre cuestiones programáticas (acciones determinadas del
partido) o ideológicas (toma de decisiones en función de sus intereses); 2) cuáles
partidos se analizarán, ya que la superposición se calcula entre parejas, y 3) la fórmula
a emplearse. Es decir, hay fórmulas distintas para medir la superposición y dada su
complejidad no se incluyen en el material de estudio. El rango de variación es de
entre cero y uno: si la superposición es baja, hay un sistema polarizado, mientras que
si es alta, significa que hay una baja polarización, es decir, que los partidos compiten
por un espacio ideológico similar (Ruiz y Otero 2014, 103-104).

Para conocer las interacciones en los sistemas de partidos es necesario no sólo


contar a los partidos que tienen registro, sino también a los que tienen fuerza para
integrar una alianza o para oponerse a una medida de gobierno. Hay diversos
métodos para medir estas interacciones, pero los más conocidos son la polarización
y la superposición.

.4 Interacciones entre los sistemas electorales y de partidos

Como has estudiado en este módulo, tanto los sistemas electorales como los
sistemas de partidos permiten cumplir uno de los principales objetivos de los
regímenes democráticos, que consiste en generar representación política. Por medio
de las reglas electorales, los partidos logran participar y competir en comicios para
obtener cargos legislativos y ejecutivos. En tal virtud, existe un vínculo indisoluble de
reciprocidad entre ambos sistemas: las modificaciones que se realizan en uno
tienden a afectar al otro.

La principal consecuencia de los sistemas electorales se observa cuando influyen de


manera notoria en la conformación de los poderes legislativos e impactan en el
sistema de partidos, tanto en el número de estos como en la dinámica de la
competencia electoral o en el aumento de la competitividad.

Las consecuencias políticas más evidentes del diseño de los sistemas electorales son
las llamadas mayorías manufacturadas o prefabricadas. Esto sucede cuando un
partido político obtiene la mayoría absoluta de un órgano colegiado, sin importar
que su cantidad de votos haya sido menor a otros. Este efecto se genera por la
diferencia que existe entre el porcentaje de votos y el porcentaje de escaños. Este
fenómeno también se conoce como sesgo de la representación legislativa.

Una mayoría de consenso también puede presentarse por medio de la segunda


vuelta, en aquellos sistemas electorales en los que existe. Esto, debido a que los votos
que durante la primera vuelta originalmente fueron emitidos en favor de los
candidatos que no encabezan la votación, deben emitirse en la segunda ronda por
alguno de los dos candidatos que la disputan.

Así, una forma de medir las consecuencias políticas de un sistema electoral específico
es calculando la diferencia entre el porcentaje de votos obtenido por un partido
político y su porcentaje de escaños en el poder legislativo. Esta medida sirve para
evaluar qué tan proporcional o desproporcional es el sistema electoral empleado.

Otra forma de medir las consecuencias consiste en identificar en cuántas ocasiones


un partido político alcanza la mayoría en los órganos de representación, sin haber
obtenido la mayoría absoluta de los votos. En estos casos, el sistema electoral influye
directamente en el diseño del sistema de partidos.

Estos supuestos tienen el propósito de identificar los efectos que los sistemas
electorales generan en los sistemas de partidos, en la integración de los poderes
políticos y en la elaboración de las políticas que pretenda impulsar un gobierno
determinado.

Los índices más comunes para determinar las posibles consecuencias de un sistema
electoral sobre el sistema de partidos de un país se denominan son el de
fragmentación, el de proporcionalidad, el de número efectivo de partidos electorales
(NEPE) y el de número efectivo de partidos parlamentarios (NEPP), tal como se
muestra en la Ilustración 4.

Ilustración 4. Relación entre los sistemas electoral y de partido

Fuente: Elaboración propia

A continuación, se explica en qué consiste cada uno de estos índices.

2.4.1 Fragmentación

La fragmentación es un índice que permite evaluar la relación existente entre el


número de partidos y su tamaño, así como la competitividad interpartidista. Sirve
para saber si aumentan o disminuyen los partidos que potencialmente podrían
convertirse en gobernantes o socios de una coalición gubernamental (capacidad de
negociación, en términos de Sartori).

La manera más común de calcularlo es el índice de fragmentación de Rae, que


pondera a los partidos por sus propios pesos electorales o parlamentarios. Hay dos
maneras de calcular el índice de fragmentación, dependiendo de qué es lo que
queremos medir. Si nos interesa conocer el índice de fragmentación respecto de la
fuerza electoral de los partidos, debemos restar de 1 la sumatoria de los cuadrados
de los porcentajes de votos obtenidos por los partidos políticos. De forma similar,
cuando queramos conocer el índice de fragmentación en el ámbito legislativo,
debemos restar de 1 la sumatoria de los cuadrados de los porcentajes de escaños
obtenidos por los partidos políticos. El índice de Rae varía entre 0 y 1, siendo 0 el
valor de máxima concentración y 1 el de máxima dispersión.

Para comprender a profundidad cómo se calcula la fragmentación, observa el


siguiente video:

Video 2. Índice de fragmentación

Haz clic en la imagen para ver el video

La fragmentación es un índice que permite evaluar la relación existente entre el


número de partidos y su tamaño, así como la competitividad interpartidista, la forma
de hacerlo más conocida es a través del índice de RAE que señala que mientras se
obtenga un valor más cercano a 0 hay más concentración y a 1 hay mayor dispersión.

2.4.2 Índice de proporcionalidad

La relación que existe entre el porcentaje de votos obtenidos y el porcentaje de


escaños que se distribuyen entre las fuerzas políticas en competencia es una
proporción, de tal suerte que, cuando la relación entre los votos de los ciudadanos
y los escaños distribuidos se expresa en porcentajes, se obtiene el índice de
proporcionalidad.

La proporcionalidad es una forma de cuantificar la relación que existe entre un


sistema electoral y un sistema de partidos, a la luz de los votos que se emiten y la
manera en que se materializa la representación política. Se usa para medir la
desproporcionalidad de un resultado electoral en comparación con los puestos de
elección popular que se ganan; en otras palabras, es la diferencia entre el porcentaje
de votos obtenidos y el porcentaje de escaños asignados a los partidos.

Para realizar la medición de proporcionalidad es necesario convertir los votos y los


escaños de cada partido en porcentajes, a fin de realizar un cotejo de ambos. Si se
presentan diferencias, la relación es la siguiente:

 Subrepresentación: cuando se presenta un menor porcentaje de


escaños frente al porcentaje de votos.
 Sobrerrepresentación: cuando se presenta un mayor porcentaje de
escaños frente al porcentaje de votos.

Para calcular la proporcionalidad (Ps) en el sistema de partidos se usa el Índice de


Gallagher. La fórmula consiste en sumar el cuadrado de la diferencia entre el
porcentaje de escaños obtenidos por cada partido y el de votación, y dividir esta
suma entre dos, tomando la raíz cuadrada de este valor.

El valor del índice va desde 0 a 100, y un valor más bajo implica menor
desproporcionalidad (o mayor proporcionalidad), y viceversa.

La medición de la proporcionalidad permite mostrar qué tan desproporcional es un


sistema electoral y cómo influye en el sistema de partidos. Esta relación se puede
manifestar de acuerdo a lo siguiente:

 Un sistema electoral proporcional tiende a disminuir los sesgos de


sobrerrepresentación y subrepresentación.
 Un sistema electoral desproporcional tiende a generar sesgos de
sobrerrepresentación para los partidos grandes y de
subrepresentación para los partidos chicos.

De acuerdo con Lijphart, los diversos sistemas electorales tienden a


sobrerrepresentar a los partidos grandes y a subrepresentar a los otros partidos
(1999, 160-1). Esto sucede porque las reglas electorales específicas pueden estar
diseñadas para “premiar”, por ejemplo, al partido mayoritario al adjudicarle más
escaños, en perjuicio de los otros. En este sentido, el mismo Lijphart afirma que todos
los sistemas electorales tienden a sobrerrepresentar a los partidos grandes a través
de generar resultados desproporcionales, reducir el número efectivo de partidos
parlamentarios en comparación con el número efectivo de partidos electorales y/o
fabricar una mayoría parlamentaria para partidos que no han recibido el respaldo
mayoritario de los votantes.

Estas tres tendencias son mucho más fuertes en los sistemas de mayoría que en los
de representación proporcional. Sin embargo, en los sistemas de RP, las reglas
también pueden excluir del reparto a los partidos que no alcancen el umbral legal y
entonces la distribución de escaños se realiza únicamente entre los que logran
rebasar la barrera, como viste en la Unidad 1.

La sobrerrepresentación o subrepresentación por sí mismas no son necesariamente


un fenómeno negativo. En todos los sistemas electorales modernos este fenómeno
se presenta en mayor o menor medida. Esto es así precisamente porque los sistemas
electorales tienen umbrales que no permiten la representación de todas las fuerzas
políticas en competencia. Pero los umbrales son importantes en la medida en que
buscan garantizar un mínimo de representatividad entre los integrantes del poder
legislativo, de manera que la toma de decisiones en su interior no sea fraccionada y
se asegure con ello un piso básico de gobernabilidad.

Para comprender cómo se calcula la proporcionalidad, observa el siguiente video:

Video 3. Índice de proporcionalidad

Haz clic en la imagen para ver el video

La proporcionalidad es la relación que existe entre el porcentaje de votos obtenidos


y el porcentaje de escaños que se distribuyen entre las fuerzas políticas en
competencia. Las diferencias pueden ser de sub- o sobrerrepresentación.

2.4.3 Índice del número efectivo de partidos electorales (NEPE)


El índice del número efectivo de partidos electorales (NEPE) sirve para obtener una
medición de los partidos que son relevantes en la contienda electoral. Tiene como
propósito evaluar la importancia de los partidos políticos al interior del sistema.
Permite verificar, por ejemplo, si un sistema opera como bipartidismo, aunque
existan más partidos involucrados en la contienda; otro supuesto podría ser que, a
pesar de que existan diversas fuerzas políticas con reconocimiento oficial, en realidad
el sistema de partidos puede que corresponda a un modelo de partido dominante.

El índice NEPE se calcula dividiendo uno entre la sumatoria de los cuadrados de los
porcentajes de votos obtenidos por los partidos políticos, observa el caso hipotético
del siguiente video para aprender a calcularlo:

Video 4. Índice del número efectivo de partidos electorales (NEPE)

Haz clic en la imagen para ver el video

El índice NEPE tiene como propósito evaluar la importancia de los partidos políticos
al interior del sistema.

2.4.4 Índice del número efectivo de partidos parlamentarios (NEPP)

El índice del número efectivo de partidos parlamentarios (NEPP) pretende medir el


peso de los partidos en los congresos para sopesar si tienen capacidad para
coaligarse o posibilidad de influir en la formulación de las políticas públicas. El NEPP
se calcula dividiendo uno entre la sumatoria de los cuadrados de los porcentajes de
escaños obtenidos por los partidos políticos.

Video 5. Índice del número efectivo de partidos parlamentarios (NEPP)

Haz clic en la imagen para ver el video


Como puedes observar, la interacción que existe entre el sistema de partidos y el
sistema electoral tiene consecuencias de ida y vuelta que determinan los estándares
de competencia efectiva entre partidos, así como la proporción que existe entre los
votos obtenidos y los escaños asignados, entre otros aspectos.

El índice NEPP pretende medir el peso de los partidos en los congresos para
coaligarse o tener la posibilidad de influir en la formulación de las políticas públicas.

Das könnte Ihnen auch gefallen