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FILOSOFIA DE LA HISTORIA

Mg. Sc. Santos Diamantino


INTRODUCCIÓN
 El concepto connotado con las palabras “filosofía
de la historia” apareció por primera vez en el
pensamiento filosófico occidental a mediados del
siglo XVIII.
 François-Marie Arouet, más conocido como
Voltaire, al crearlo en el contexto de la
Ilustración, le dotó de un contenido explícito.
 El súbdito de Luis XV y autor de magníficas obras
históricas referidas especialmente a su época, creía que
la “filosofía de la historia” permitiría visualizar los
hechos humanos iluminándolos desde una perspectiva
racional.
 Así, la “filosofía” refrenaría verter sobre el
conocimiento del pasado las supersticiones, las fábulas,
los prejuicios o los intereses religiosos y políticos que
impedían, hasta antes de la Ilustración, efectuar una
valoración ecuánime de la historia, imposibilitando
alcanzar la verdad de los procesos que acontecieron.
EL OBJETIVO DEL SIGLO XVIII
 descubrir cómo se debe entender el decurso
verosímil del devenir, comprender a la naturaleza
humana como la causa que influye para
protagonizar los hechos sociales expresados en
procesos singulares, articular de modo conexo y
razonable la historia de los imperios, implicaba
una labor de construcción “filosófica”.
DEVENIR
 Tiene origen en la lengua francesa, es un término
que refiere a algo que puede sobrevenir,
suceder o llegar a ser.
 Se asocia a CAMBIO o la MUTACION que se
produce en el tiempo.
 Filosóficamente se entiende al devenir como
un proceso de cambio que, en ocasiones, se
opone a ser. De acuerdo a esta concepción, la
realidad nunca es fija o estática, sino que se trata
de algo dinámico.
DEVENIR
 Lo que es ahora pronto dejará de serlo y pasará a
ser otra cosa. El presente siempre es efímero y
el devenir no es más que un proceso de ser. Por
eso suelen oponerse las ideas de ser (fijo) y
devenir (cambio).
 Para Heráclito (544 a.C. - 484 a.C.), el devenir
es la sustancia del ser: todo está sujeto al tiempo
y al continuo cambio. Por eso este filósofo
aseguraba que ninguna persona puede bañarse
dos veces en el mismo río.
HERÁCLITO
 a) la afirmación del cambio, o devenir, de la realidad, (Este
cosmos [el mismo de todos] no lo hizo ningún dios ni ningún
hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que se
enciende según medida y se extingue según medida.) que se
produce debido a:
 b) la oposición de elementos contrarios, que es interpretada
por Heráclito como tensión o guerra entre los elementos.
(Conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y
que la justicia es discordia y que todas las cosas
sobrevienen por la discordia y la necesidad.) Ahora bien,
esa "guerra" está sometida a:
 c) una ley universal, el Logos, (que podemos interpretar
como razón, proporción...) que regula todo el movimiento de
la realidad conduciéndolo a la armonía, y unificando así los
elementos opuestos; de donde se sigue la afirmación de la
unidad última de todo lo real. (No comprenden cómo esto,
dada su variedad, puede concordar consigo mismo: hay una
armonía tensa hacia atrás, como en el arco y en la lira.)
DEVENIR
 Más cerca en el tiempo, Hegel también analizó el
devenir considerando que la realidad no estática,
sino que deviene a partir de la dialéctica. El
devenir, en este sentido, se produce a partir del
cruce entre una posición conocida como tesis y
otra contraria, denominada antítesis, cuyo
encuentro deriva supone el devenir en un tercer
estadio: la síntesis. El devenir es ese pasaje
entre la tesis y la antítesis.
EL OBJETIVO DEL SIGLO XVIII
 Es descubrir cómo se debe entender el decurso
verosímil del devenir, comprender a la
naturaleza humana como la causa que influye
para protagonizar los hechos sociales expresados
en procesos singulares, articular de modo conexo
y razonable la historia de los imperios, implicaba
una labor de construcción “filosófica”.
Con un método histórico basado
en fuentes primarias, la filosofía
permitiría articular el devenir
de modo inteligible y verdadero,
destacando los procesos,
relacionando los hechos y
descubriendo en las vicisitudes
que acontecieran, el fondo
racional de la historia.
 Después de Voltaire, no sólo en Francia
sino especialmente en Alemania, se
desarrollaron de manera intensa y
diversificada, varias reflexiones y
esfuerzos notables por sistematizar la
historia como parte del conocimiento
filosófico.
 Autores como Johann Von Herder,
Immanuel Kant, Johann Gottlieb Fichte
y, particularmente, Georg Wilhelm
Friedrich Hegel, establecieron de forma
propia y original, el sentido, el valor y el
contenido que debía desplegarse en la “filosofía
de la historia”.
 Hoy día, estos autores, junto, por ejemplo, a
Karl Marx o Auguste Comte, y con
Voltaire incluido, son considerados,
connotados pensadores de la “filosofía
teleológica de la historia”.
 Pero suponer que invariablemente la “filosofía
de la historia” debe señalar un final es decir,
un telos y un sentido, considerando a la
historia desde una perspectiva universal; creer
que existe un decurso sucesivo e ineluctable
que marca por necesidad ontológica, el proceso
que siguen los acontecimientos
invariablemente; en fin, asumir que la verdad
concerniente al presente y el futuro de la
humanidad se realiza de una determinada
manera, refiere sólo ciertos síntomas típicos de
una forma de enfocar filosóficamente y de
reflexionar sobre la historia.
 La visión teleológica de la historia se
sistematizó por primera vez, de modo completo
en el siglo V de nuestra era, gracias a la labor
intelectual de San Agustín.
 El obispo de Hipona explicitó consideraciones
sobre el principio y el final de la historia
universal, asumió la creencia en la existencia
de un plan estructural que marcaría el curso
invariable del progreso hacia una meta
trascendente, estableció que la relevancia que
otorga valor a los sucesos debería atribuirse de
acuerdo al momento de dicha marcha y según
la fe expresada en la centralidad de un sujeto
con protagonismo extraordinario.
 Estas puntualizaciones se dieron muy
temprano respecto del momento en que
el cristianismo conquistó su legalidad e
influyeron, no sólo sobre la edad media,
sino con mucha fuerza, sobre la
modernidad secularizada e incluso sobre
el siglo XX.
 Pero se constituyen, sola-mente, en una
expresión entre otras tendencias,
respecto de cómo es posible pensar la
historia desde una perspectiva filosófica.
 En Occidente y en un sinfín de manifestaciones
culturales diversas de la humanidad, existe un
conjunto amplio y múltiple de elaboraciones
literarias, míticas y religiosas que incorporan
contenidos sobre la historia.
 A tales reflexiones no se les puede negar que
constituyan también contenidos “filosóficos”.

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