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Hacia una reconsideración del concepto de estilo

Carolina Valeria Félix Padilla

5. La forma en Hegel.
En esta obra, publicada póstumamente a partir de los apuntes de las clase de Estética de
Hegel, el filósofo busca plantear su sistema para conocer el arte, con el fin de fundar una
Filosofía del Arte (bello). Por principio, debe considerarse que Hegel entendía el devenir
como el transcurso del Espíritu en su toma de consciencia de sí, fundamentalmente a través
de tres esferas de desenvolvimiento para ese desarrollo histórico: la Filosofía, la Religión y
el Arte.
Dicho lo anterior, para Hegel, la fundación de la ciencia del arte es necesaria en ese
desarrollo histórico del Espíritu, pues es la manifestación de su proceso de autoconsciencia.
Por principio, aclara que el objeto de su reflexión es sólo aquel arte que define como “libre”
al que sólo apunta hacia lo verdadero. La racionalización que implica esta “ciencia del arte”
permite al espíritu entender los mecanismos que determinan la adecuación entre la
representación interna (Vorstellung) y su representación externa (Darstellung), para con ello,
alcanzar ese conocimiento pleno de sí.1
El arte es bello por ser expresión del espíritu. Dado que su telos es la consciencia de
sí, la necesidad del arte es como un impulso humano para “imprimirse en las cosas del
mundo” (a través de su modificación, o lo que Marx, algunas décadas después llamará
trabajo), y de esta manera, hacer al mundo más familiar, y en última instancia, alcanzar dicho
autoconocimiento.
La belleza de la representación externa (D) está definida por la belleza intrínseca al
contenido,2 de ahí que Hegel demerite la noción de imitación para superponerle la de
invención, que posibilita alcanzar la verdad del Espíritu en forma de configuración sensible.
La belleza de la representación interior (V) está en su proceso de prefiguración mismo,
en tanto que se revela como aquello susceptible de ser representado. Este contenido aunque
universal, es concreto y por lo tanto, remisible a la particularidad de la forma sensible que lo
representa. Esta concreción que vincula a la idea con su figura sensible es lo que le da su

1
En tanto que parte del espíritu, la naturaleza del arte es pensarse a sí misma, “el arte sólo tiene su auténtica
verificación en la ciencia”. Vid. Hegel, Lecciones sobre la estética, Madrid: Akal, 2018, p. 15.
2
“Forma y contenido como concrescientes entre sí”. Ibidem, p. 41.
carácter de idóneo y por lo tanto, bello a las formas del arte.3 La idea concreta sólo puede
manifestarse idealmente en una figura verdadera.
En el desarrollo de este conocimiento de sí, la ciencia del Arte se hace cargo, por un
lado, del desarrollo histórico de las formas del arte, y por otro, de su particularidad en relación
con su naturaleza sensible.
Como se ha dicho ya, la historia del arte es la progresiva toma de consciencia de sí
del espíritu, lo que se manifiesta en una creciente adecuación entre forma y contenido. En el
comienzo, la llamada forma artística simbólica tiende a la abstracción que vuelve ambigua
la relación entre la idea universal y la particularidad de la figura sensible. Posteriormente, se
alcanza un equilibro entre forma y contenido que se manifiesta en la belleza de la forma
clásica del arte. En un último estadio, el de la forma artística romántica, se ve una progresiva
subsunción de la materialidad al contenido, esto es a la expresión pura del espíritu
sacrificando la particularidad de la figura sensible.4
Paralelo a esto, cada una de las artes singulares manifiesta un estadio del desarrollo
de la relación entre forma y contenido. Así la arquitectura bella se concibe como el primer
estadio en ese proceso de des-extrañamiento5 del mundo (desde lo inorgánico) que busca
transformar el espacio para adecuarlo al espíritu del hombre, por lo que es el arte singular de
la forma artística simbólica. Posteriormente, la escultura sería el arte característico de la
forma artística clásica en la que existe una correspondencia exacta forma y contenido.
Por último, entre las artes singulares correspondientes a la forma artística romántica
hay un progresivo desprendimiento de la materialidad de las figuras sensibles. Primero la
pintura, que comienza a desprenderse de la materialidad espacial; posteriormente la música,
cuya figura sensible sólo depende de lo temporal; por último la poesía, entendida como la
más espiritual por ser la relación originaria entre representación (V) y representación (D), y
por ello, atravesar todas las artes singulares antes descritas. La poesía es entonces, la forma
más espiritual de arte, y en ese sentido, más autoconsciente.
Bibliografía.
Hegel, George W. F., “Introducción”, en Lecciones sobre la estética (1842), Alfredo Brotons
(trad.), Akal: Madrid, 2018, pp. 7-67.

3
“La idea concreta lleva en sí misma el principio de su manifestación” Ibidem, p. 57.
4
Como una sucesión entre “la aspiración, el logro y el rebasamiento del ideal”. Ibidem, p. 61.
5
Que transforma para volverlo un reflejo de sí.

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