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Menéndez, Pedro: “Psicoterapias planificadas: criterios que orientan nuestra labor”, en Focalización y

psicoanálisis. Roca viva. Montevideo, 1996.

Apuntes de la Conferencia dictada el 30.8.89 en el Centro de Estudios en


Psicoterapia:

El concepto de Consulta se lo entiende como el pedido de asesoramiento técnico en determinado


ámbito de una disciplina, a alguien que se lo considera idóneo en ese ámbito; a quien la sociedad le
ha conferido un titulo o una nominación habilitante para tal caso. En ese sentido, en todo pedido de
consulta hay una pregunta implícita o explícita, y requiere una respuesta por parte de aquel que es
consultado.

En nuestro caso, la consulta psicológica requiere algún tipo de dinámica de devolución o de


intercambio, producto del procesamiento que haga de lo que observe el consultado. Digo esto
porque habitualmente las leyes de abstinencia y neutralidad en nuestra disciplina, han coartado esto
que para mí es fundamental, que es el que nosotros nos manejamos en un nivel de prevención
secundaria, esto es, asistencia.

Otro punto, aparte del concepto de consulta, que creo que en alguna medida nos puede desilusionar
pero que es crudamente la realidad, es el siguiente: la vigencia de la nosografía que nosotros
empleamos. ¿Por qué triunfo Krapelin y no Freud en la nosografía? Es duro decirlo, pero lo que pasa
es que lo que interesa en primer lugar del paciente es su peligrosidad y su grado de imputabilidad,
después vienen los psicodinamismos.

Entonces, a la ley primordial del concepto de consulta, esto es, pedido de asesoramiento técnico,
para lo cual nos han conferido un título habilitante, se agrega la otra a no perder de vista que es: lo
que importa inicialmente en una situación legal, no psicológica: en todo caso, lo psicológico
involucrado en lo legal.

Otro criterio que quería referir, es que nosotros concebimos una jerarquía que tiene como punto de
partida la clínica, luego la teoría, y por último la técnica. Lo que se observa regularmente es que, a
priori, se instaura un modelo teórico, y se trata de constatar todo lo observable a ese presupuesto. O
bien se instaura una modalidad de asistencia independientemente de las condiciones singulares de
la situación clínica en curso. Quiere decir que se tratan de la misma manera, con el mismo plan,
todas las situaciones planteadas.
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Nuestra disciplina es primordialmente empírica, otra cosa es que luego uno trate de hacer inferencias
y de teorizar, pero es práctica, por eso además se aprende con la experiencia, y por eso además es
inductiva, es decir, se parte de la observación de muchos casos singulares para establecer no leyes,
sino criterios de carácter general. La jerarquía, reitero, es que hay una situación clínica y diversas
modalidades o aproximaciones teóricas y no a la inversa, una teoría a la cual se deba subordinar
toda la experiencia.

En relación a esto quiero referir que para nosotros la situación clínica es singular, es única, tiene
analogía con otras, es equiparable; por algo no es que nos remitimos al diagnostico, porque hay un
perfil, porque hay cierta regularidad de aparición. Pero las dificultades y las potencialidades en cada
situación son patrimonio exclusivo de esa. Por eso mismo es que no hay leyes inexorables, esto es,
no hay determinaciones seguras, es probabilística la inferencia que uno hace.

Freud establece un criterio de clasificación de acuerdo a si son capaces de establecer un vinculo o


no. La población de pacientes se divide en o narcisistas, o de transferencia. Esto se ha perdido de
vista para el establecimiento de un criterio prevalente en el curso de un proceso terapéutico. El
terapeuta ha privilegiado los psicodinamismos y la estructuración del aparato psíquico,
desentendiéndose de lo otro que es anterior, que es la vigencia o no de esta posibilidad de vínculo.

En general planificar se tiene por establecer objetivos y medios para llegar a esos fines. Es decir, se
supone racionalmente que hay una secuencia anticipada de pasos para acceder a un estado ya
previsto por el que planifica.

Voy a referirme ahora a algunas de las implicancias que a mi criterio supone el concebir procesos
terapéuticos planificados. Entendiendo por procesos terapéuticos planificados a la organización de
recursos articulados en sucesión esperable, de acuerdo a una situación clínica determinada.

Desde el punto de vista clínico, suponer entonces así concebida una planificación, implica la
observación de fenómenos en más de un ámbito de manifestación, es decir en el discurso, en el
cuerpo, en la mímica, en la organización familiar, es decir, una semiología múltiple. Implica también
la posibilidad de un pronóstico, de un diagnostico-pronostico, porque poder planificar implica una
probabilística lo cual no quiere decir una certeza en el curso del proceso a desarrollar pero por lo
menos la anticipación de una secuencia a develar. Este pronóstico se basa en la inducción, esto es,
tras la observación de casos particulares uno establece una previsión a través de lo que ya tiene
observado en situaciones similares. También implica la posibilidad de una evaluación clínica, esto es,
de objetivos verificables. Aclaro que evaluar no significa poner un número sino medir en el sentido de
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comparar entre el momento evolutivo esperable y la situación vigente en ese momento. Y por ultimo
entonces, desde el punto de vista clínico incluye necesariamente un diagnostico evolutivo o un
criterio evolutivo.

En mi experiencia personal y en lo que yo observo en otros colegas, habitualmente uno opta por la
teoría que esta vinculada con lo que ha sido su tratamiento personal, las más de las veces esto
ocurre así. En segundo lugar opta por aquello que cree que sabe más, que cree que de esa manera
entiende mejor, y por ultimo por aquella disciplina teórica o por aquel punto de vista teórico cuya
concepción del sujeto y de la persona desde el punto de vista filosófico e ideológico al que es mas
afín, a lo que uno tiene por bueno desde el punto de vista filosófico e ideológico.

La neurosis se organiza y sustenta afuera, nosotros tenemos una teoría endopsíquica y


sujetocéntrica, la neurosis es relacional y se construye en las relaciones. Poder resolver el conflicto
de forma intrapsíquica no asegura el cambio psicológico, falta todavía ocupar el ámbito externo que
es dar un curso distinto a estas relaciones. Así, desde el punto de vista clínico, el beneficio
secundario requiere con frecuencia del proceso terapéutico mucho más tratamiento que la resolución
del conflicto en cuanto a su intelección y hallazgo intrapsiquico.

Habitualmente se dice con ligereza que la clínica es el laboratorio de las prácticas, pero la clínica no
es solo el laboratorio de prueba de las prácticas, se planifica un tratamiento y secundariamente la
experiencia sirve para verificar el proceder técnico.

Entre la teoría y el recurso esta la experiencia clínica, aquellas que han permitido procesar la
relación entre determinada teoría y determinado recurso. Freud tuvo que pasar por una práctica de la
interpretación para darse cuenta que era posible que un síntoma se modificara por el uso de la
interpretación. Sin ese nivel de la experiencia clínica no hay relación entre teoría y recurso.

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