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Tendencias de historia del derecho

y memoria histórica en Latinoamérica


Mónica Patricia Fortich Navarro
Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala
Editores

Tendencias de historia del derecho


y memoria histórica en Latinoamérica

Universidad Libre
Facultad de Derecho
Doctorado en Derecho
Bogotá D.C. Colombia, 2016
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica en Latinoamérica / Mónica
Patricia Fortich Navarro, Pablo Elías González Monguí y Paula Mazuera Ayala editores; Pablo
Elías González Monguí, Pablo Galaín Palermo coordinadores. -- Bogotá: Universidad Libre,
2016.
275 p.; 24 cm. – (Colección Doctorado)
Incluye referencias bibliográficas
ISBN 978-958-8981-16-1
1. Derecho – Historia - América Latina 2. Historiografía 3. Derecho y sociedad
I. Fortich Navarro, Mónica Patricia, ed. II. González Monguí, Pablo Elías, ed. III. Mazuera
Ayala, Paula, ed. IV. Galaín Palermo, Pablo, coord.

340.980 SCDD 21

Catalogación en la Fuente - Universidad Libre. Biblioteca.

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Correo-e del autor: direccion.doctorado@unilibrebog.edu.co

© Mónica Patricia Fortich Navarro, Pablo Elías González Monguí y Paula Mazuera Ayala (eds.), 2016
© Facultad de Derecho, Doctorado en Derecho, 2016
© Universidad Libre Sede Principal, 2016

ISBN 978-958-8981-16-1

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Secretario General Floro Hermes Gómez Pineda

Censor Nacional Antonio José Lizarazo Ocampo

Director Nacional de Planeación Omeiro Castro Ramírez

Director Nacional de Investigaciones José Helvert Ramos Nocua

Presidente Seccional Julio Roberto Galindo Hoyos

Rector Seccional Jesús Hernando Álvarez Mora

Decano Facultad de Derecho Carlos Arturo Hernández Díaz

Director Doctorado Pablo Elías González Monguí


Editores
Mónica Fortich Navarro
Paula Mazuera Ayala
Pablo Elías González Monguí

Comité Editorial

Gustavo Rojas Paéz


Magister en Sociología, Instituto Internacional de Sociología Jurídica-Onatí

Fernando Mayorga García


Doctor en Derecho, Universidad de Navarra

Federico Fernández-Crehuet
Doctor en Derecho, Universidad de Granada

Comité Científico

Nhorys Esher Torregroza Jiménez


Doctora en Derecho, Universidad Externado de Colombia

Andrés Botero Bernal


Doctor en Derecho, Universidad de Buenos Aires

Victoria Sanford
Doctora en Antropología, Universidad de Nueva York

Pares Evaluadores

Jorge Eliecer Martínez Posada


Doctor en Filosofía, Universidad de Barcelona. Posdoctor Ciencias Sociales,
Universidad de Cadiz

Diego Barragan Giraldo


Doctor Educación y Sociedad, Universidad de Barcelona. Magíster en Desarrollo
Educativo y Social, Universidad Pedagógica Nacional
Contenido

Presentación 15

Capítulo 1
Historia cultural y social de los abogados en la Lima colonial:
hacia una nueva conceptuación metodológica

Teodoro Hampe Martínez

1. Una aproximación cultural y social a la profesión legal 20


2. Primera generación de abogados en el Perú colonial 23
3. Primacía de los abogados criollos en la audiencia de Lima 26
4. Formación académica e imagen social de los abogados 30
5. Hacia una nueva conceptuación metodológica 33

Capítulo 2
La historia del derecho en México: autores, obras y evolución

Oscar Cruz Barney

1. Derecho e historia del derecho 41


2. Objeto de estudio y utilidad de la historia del derecho 43
3. Utilidad de la historia del derecho 44
4. Enseñanza de la historia del derecho en México 44
5. Instituto de Investigaciones Jurídicas e Historia del Derecho en México 46
5.1 Publicaciones de historia del derecho del Instituto de Investigaciones
Jurídicas 49
5.2 Papel del Instituto de Investigaciones Jurídicas en el estudio 63
y difusión de la historia del derecho 63
6. Textos y manuales de historia del derecho mexicano 63
6.1 Libros 67
6.2 Fascículos o folletería 72
6.3 Artículos periodísticos 73
6.4 Textos académicos 73
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Capítulo 3
La verdadera justicia depende de la reforma a la profesión de abogado

Hernán Alejandro Olano García

1. Sobre la abogacía y el ejercicio de la profesión 80


2. Los abogados, la moral y el derecho 83
3. Los grandes maestros y los grandes abogados 85
4. Los abogados y los estudios de historia del derecho 86
5. El futuro de la profesión 93

Capítulo 4
Tendencias de los estudios historiográficos y la cultura del libro jurídico

Mónica Patricia Fortich Navarro

1. Una apuesta metodológica denominada cultura del libro 99


2. Sociología y cultura del libro 102
3. Semiótica y cultura del libro 103
4. Historiografía y cultura del libro 104
5. Tendencias historiográficas y cultura del libro jurídico 106
6. Etapas de evolución de la historia del derecho 107
6.1 Historia crítica e historia del derecho 108
6.2 Historia institucional e historia del derecho español 108
6.3 Historia económica y social, y Escuela de Annales 109
7. Escuela de Annales, historia del libro y cultura del libro jurídico 110
8. Cultura del libro jurídico: la síntesis metodológica 114
8.1 Selección del objeto de estudio 114
8.2 Contextualización del objeto de estudio 114
8.3 Análisis del objeto de estudio 115

Capítulo 5
Una aproximación a la historiografía del derecho a la igualdad de género
a partir de la experiencia docente

Paula Mazuera Ayala

1. Desde lo histórico 117


2. Desde lo jurídico 120
2.1 Políticas públicas 121
2.2 Plan Decenal de Educación 2006-2016 121
Contenido

11

3. Enfoque patriarcal 123


4. Enfoque matríztico 124
4.1 Propuesta matríztica 124
5. Observatorio de participación política para las mujeres 127
6. Incorporación de la perspectiva de género en las instituciones
de educación superior 127
7. Fortalecimiento de las organizaciones comunitarias de jóvenes 128
8. Programa de salud sexual y reproductiva 128
9. Desde la educación 129
10. Dimensiones de lo femenino 131

Capítulo 6
Cuatro historias sobre historia (jurídica)

Federico Fernández-Crehuet

1. Historia del derecho de Savigny 137


2. Helmut Coing, el gran historiador del derecho privado 140
3. La historia desde Marie Theres Fögen 144
4. Historia y memoria: Walter Benjamin 147

Capítulo 7
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado interno
colombiano: técnicas de neutralización

Pablo Elías González Monguí

1. Técnicas de neutralización 154


1.1 Las negaciones 156
1.2 ¿Quiénes niegan? 158
2. Justificaciones de las violaciones de derechos humanos 159
2.1 Negación del conflicto armado interno 159
2.2 Negación de los hechos 159
2.3 Negación de conocimiento 164
2.4 Negación de la responsabilidad 167
2.5 Negación de los daños 172
2.6 Negación de las víctimas y su autonegación 179
2.7 Negación de la existencia del victimario (perpetrador)
y de sus acciones criminales 182
2.8 Condena a quien condena 184
2.9 Apelación a lealtades superiores 187
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

2.10 Indiferencia moral 190


2.11 Negación de los derechos humanos 191
Conclusiones 192

Capítulo 8
A propósito de también la lluvia, el derecho y la historiografía de
los derechos humanos: una mirada desde el sur global

Gustavo Rojas Páez y Andrés Guzmán

1. Política del despojo: aproximaciones a las historias del extractivismo 199


2. Examinando el legado de la Escuela de Salamanca 201
3. Del imperialismo a la globalización: entendiendo las trayectorias de
producción de conocimiento jurídico 203
4. Represas, territorio y respeto por los derechos 204
5. Guerra del agua de Cochabamba 206
A manera de conclusión 208

Capítulo 9
Apuntes y reflexiones sobre la violencia política y la paz negociada:
las conversaciones de paz con la guerrilla (1984)

Fabiola Calvo Ocampo

1. La violencia como forma de resolver las contradicciones políticas por


el poder y el territorio 211
1.1 Elementos sociopolíticos 212
1.2 El estado colombiano: un modelo de estado excluyente 213
1.3 Papel de los partidos tradicionales liberal y conservador 213
1.4 Propuesta de lucha armada de liberación 214
1.5 Narcotráfico, grupos paramilitares y conexión con el Estado 215
2. De la violencia política a una paz negociada 217
2.1 Negociación y diálogo en 1984 217
2.2 Surge la Unión Patriótica 218
2.3 Rompimiento de los acuerdos 218
2.4 Surge la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG) 219
2.5 De las armas a una salida política 220
2.6 Asamblea Nacional Constituyente (ANC) 220
2.7 Sobre la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB) heredera de
la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG) 223
Colofón 224
Contenido

13

Capítulo 10
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005, “por la cual se modifica la Ley 757 del 25 de julio de 2002”

Fernando Mayorga García

1. Antecedentes de la modernización tecnológica de la Registraduría


Nacional del Estado Civil, PMT 228
2. Obligación legal y técnica de adelantar el proyecto de renovación de
las cédulas de ciudadanía 232
3. Descripción del Proyecto de Renovación de las Cédulas de Ciudadanía
- PMT, segunda fase 236
3.1 Objetivo 236
3.2 Razones estratégicas 236
3.3 Razones normativas 236
3.4 Actividades del proyecto de la Segunda Fase del PMT 236
4. Beneficios del Proyecto de Renovación de las Cédulas de Ciudadanía
- PMT, segunda fase 238
5. Gestiones realizadas para la viabilidad del Proyecto de Renovación de
las Cédulas de Ciudadanía - PMT, segunda fase 238

Datos biográficos 275


Presentación

La obra que hoy presentamos a la comunidad académica de la Universidad


Libre, y en general a todos los interesados en los temas de historia de derecho se
convierte en el punto de partida de una serie de trabajos y nuevas publicaciones
que son el testimonio de los crecientes y cada vez más variados estudios sobre
las relaciones entre historia y derecho.

El propósito de esta publicación es presentar el balance, las voces y los


discursos que nacen y se despliegan en el ejercicio académico de la línea de
investigación denominada “Sociología, historiografía y cultura jurídica
hispanoamericana”, que se desarrolla en el grupo de investigación “Derecho,
Sociedad y Estudios Internacionales”, desde donde se promovió la creación
del I Encuentro Internacional de Historiografía, Sociología y Cultura Jurídica
Latinoamericana.

La historia, como ciencia que investiga y relata una forma particular


del pasado, teniendo como marco las diferentes metodologías utilizadas
para la revisión del “hecho histórico”, pretende dar a conocer los sucesos,
experiencias, formas de vida, cosmovisiones y desarrollo de las sociedades en
momentos particulares del devenir del ser humano. La historia, como otros
saberes sociales, tiene en cuenta el contexto en el cual se desarrollan eventos
concretos, “hechos” que bajo la mirada del historiador, y en ejercicio de los
métodos de investigación historiográfica, permitan una mayor comprensión
de las interacciones humanas en el pasado y el presente.

En este sentido la historia del derecho como sub disciplina de la historia,


e incluso como una disciplina propia, se constituye en estudio científico de
los hechos históricos, entendidos como hitos relevantes de la sociedad. La
preocupación de los iushistoriadores es dar sentido a la relación entre derecho
e historia en términos de sus interacciones, y de la experiencia y sus eventos
donde el pasado puede ser visto en el futuro, y donde el devenir social en todos
sus aspectos se ha moldeado desde el pasado.

El presente texto aborda en diez capítulos la producción intelectual de


destacados docentes nacionales e internacionales, compartida en el marco
del I Encuentro Internacional de Historiografía, Sociología y Cultura Jurídica
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Latinoamericana, “Una mirada al pasado para proyectarnos al futuro”. Dichos


docentes han desarrollado sus investigaciones en el marco general de la
historia, específicamente en la historia del derecho, como aporte a la reflexión
de lo que ha sido el desarrollo de éste en el contexto latinoamericano e
hispanoamericano, desde la Colonia hasta nuestros días, y sin dudarlo ha sido
bastión de la democracia y el desarrollo social de los pueblos hispanoparlantes.

La selección y organización de los textos refleja la diversidad de las


voces y discursos con los que en diferentes latitudes de Hispanoamérica, y
bajo diferentes posiciones epistemológicas, es posible hablar y escribir sobre
la historia y su relación con el derecho, sin dejar de lado a la sociología y la
posibilidad de una historia social, ni los aportes de la antropología en términos
de su mirada sobre la cultura. Bajo el hilo conductor de lo que hemos dado
en revisar en la línea de investigación denominada Sociología, historiografía
y cultura jurídica latinoamericana, el repertorio de posibilidades se extiende y
conecta allí, donde se piensa en pasado para proyectar el futuro, como lema de
nuestro evento y consciencia de la responsabilidad social de la investigación
científica en Ciencias Sociales.

En ese orden de ideas invitamos a una lectura de los diferentes textos de


la presente obra, que pueden sintetizarse en cada uno de los capítulos sobre el
concepto de la historia y quehacer de los historiadores del derecho, en temas
o posibilidades metodológicas para su abordaje, y en reflexiones sobre el papel
de la historia para que desde la preocupación por la memoria histórica se pueda
pensar en escenarios de paz en una agenda de posconflicto.

En el primer capítulo titulado: “Historia cultural y social de los abogados


en Lima colonial: hacia una nueva conceptuación metodológica”, que se publica
in memoriam del Doctor Teodoro Hampe Martínez (quien nos acompañó este
primer encuentro), nos recuerda que el autor aborda la tradición del derecho
desde una perspectiva colonial, la cercanía e influencia del derecho europeo
y los procesos culturales, sociales y políticos que han dado paso a las formas
actuales del derecho.

El capítulo dos presenta a los lectores una posición de los estudios historio-
gráficos del derecho como disciplina propia que interactúa con la historia;
este capítulo titulado “La historia del derecho en México: autores, obras y
evolución”, presenta una amplia explicación del derecho como actividad de
élite, pero también como profesión fundante de la universidad mexicana.

El tercer apartado, titulado “La verdadera justicia depende de la reforma a la


profesión de abogado” es una construcción historiográfica desde la memoria que
Presentación

17

invita a la reflexión ética y política sobre la profesión del derecho, y las diferentes
ramas del saber en el cual se encuentra inscrito el desarrollo profesional.

Para el siguiente capítulo, “Tendencias de los estudios historiográficos y


la cultura del libro jurídico”, se desarrolla una propuesta metodológica para la
formación del derecho fundamentada en la “cultura del libro”, como estrategia
que promueve la alfabetización académica y el crecimiento intelectual que debe
ser pilar del discernimiento de abogado; a través de la producción textual y las
competencias lectoras y escritoras el estudiante construye esferas de sentido
que lo ubican como parte de una comunidad lingüística específica.

El capítulo quinto denominado “Una aproximación a la historiografía del


derecho a la igualdad de género a partir de la experiencia docente”, pretende
establecer un desarrollo descriptivo y normativo en cuanto a la igualdad de
género, sus implicaciones respecto de prácticas efectivas que la promuevan,
además de las formas de hacerla efectiva. En este sentido se abordan las dos
perspectivas: histórica y jurídica, haciendo énfasis en la descripción jurídica
desde la igualdad de género en el ambiente educativo en Colombia.

Bajo el título de “Cuatro historias sobre historia (jurídica)”, el sexto capítulo


pone en contexto cuatro puntos de vista desde los que se ha reflexionado sobre
cómo escribir la historia jurídica: las reflexiones de Savigny y la introducción del
enfoque histórico en la ciencia del derecho; los planteamientos metodológicos
de Helmut Coing; los planteamientos de la teoría de sistemas aplicados a la
historiografía jurídica, y por último se presentan algunos de los planteamientos
metodológicos que ha suscitado el enfrentamiento con el pasado, en concreto
con el pasado totalitario europeo.

El séptimo capítulo, titulado “Justificaciones de los actores y de las víctimas


en el conflicto armado interno colombiano: técnicas de neutralización”, aborda
la historia de violencia colombiana y las causas del conflicto armado desde
mediados del siglo pasado, desde la perspectiva de los actores involucrados en
el conflicto, las víctimas y las diferentes legitimaciones que se realizan de los
contextos de violencia a través de la negación de los hechos y la revictimización
de las víctimas.

Para el capítulo octavo, titulado: “A propósito de también la lluvia, el derecho


y la historiografía de los derechos humanos: una mirada desde el sur global”,
producto de una investigación en el marco del proyecto “Constitucionalismo global,
justicia transicional y multiculturalismo”, aborda los procesos de criminalización
de la protesta social marcados por dinámicas históricas que han favorecido la
expansión de fenómenos económicos como el extractivismo a gran escala.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

En el capítulo noveno, bajo el título “Apuntes y reflexiones sobre la


violencia política y la paz negociada: las conversaciones de paz con la guerrilla
en 1984”, en el tono descriptivo y explicativo de la periodista, reflexiona
sobre el actual proceso de paz que se lleva en La Habana desde una mirada
crítica y política al pasado, cuando a comienzos de los años 80 tres grandes
grupos guerrilleros, bajo el gobierno de Belisario Betancur, emprendieron un
proceso de negociación y concertación de paz, y los cimientos de una nueva
Constitución que cambiaría la historia reciente del país.

En el capítulo décimo se presenta una evolución histórica sobre la creación


y reglamentación de la cédula de ciudadanía y la importancia que ello representa
para la formación de una conciencia ciudadana, un sentido de Nación y el pleno
ejercicio de los derechos.

Finalmente en esta obra, y en el encuentro que la dinamizó, se rinde


un homenaje a la memoria del maestro Jaime Jaramillo Uribe (1917-2015),
uno de los historiadores más importantes de Colombia y con seguridad una
autoridad intelectual en Hispanoamérica por su impecable hoja de servicios a
la academia colombiana, por su incansable labor como maestro formador de
historiadores y fundador de lo que los expertos no dudan en calificar como la
“nueva historia colombiana”, en el que participan y del que son discípulos los
nombre más relevantes de la historiografía colombiana del siglo XX.

En este sentido aspiramos a que la obra que presentamos, con sus voces y
visiones diversas, se convierta en referencia obligada para todos aquellos que
quieren tener una perspectiva amplia, multidisciplinar y variada de la historia,
la memoria y el derecho, y la posición que dichas relaciones han ocupado en
el ejercicio de la profesión en el contexto latinoamericano; así mismo obliga a
una reflexión profunda y consciente del papel que como abogados y abogadas
tenemos en la construcción de un país en paz que conoce su pasado, doloroso
y fracturado, y no está dispuesto a repetirlo.

Mónica Fortich Navarro


Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala
Capítulo 1
Historia cultural y social de los abogados en la Lima colonial:
hacia una nueva conceptuación metodológica

Teodoro Hampe Martínez (in memoriam)1

En la historiografía de las últimas tres décadas se ha investigado con crecien-


te interés los procesos de transferencias culturales entre Europa y América,
desde las más variadas perspectivas, y del mismo modo se han empleado
diversas formas para describir y analizar esos procesos de reproducción de
un orden simbólico fuera de su lugar de origen. De esta forma se habla de la
circulación y reproducción de ideas, de trasplantes, cultural transfers, cultural
translations, etc.

Una historiografía jurídica abierta a su incorporación dentro del debate


sobre el Derecho como parte de la cultura en un mundo globalizado/globalizador
debe estar especialmente interesada en esta línea de análisis, siendo la
aparición de órdenes normativos transnacionales a través de procesos de
adaptación, reproducción y resignificación de autoridades uno de los desafíos
más importantes para el mundo del Derecho, y su reflexión una tarea central
para la emergente “Ciencia Jurídica Transnacional”, de la cual es parte integral
la Historia del Derecho.

América Latina, con su alteridad y su relativa cercanía a Europa, así como


por la importante tradición intelectual de reflexión sobre dichos procesos, es un
campo de conocimiento privilegiado para estudios dedicados a esta temática.
Dentro de tales investigaciones muchos autores ponen énfasis en el papel de
los actores, sean éstos personas, instituciones o artefactos, responsables de la

1 (1952-2015) Licenciado en Historia y en Educación por la Pontificia Universidad Católica


del Perú (1983). Doctor en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid (1986).
Profesor ordinario de la Pontificia Universidad Católica de Perú (nombrado en 1988), y de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos (nombrado en 2003). Fue Profesor visitante en la Universidad de Paris X,
Universidad de Toulouse II, Pontificia Universidad Católica de Chile, Universidad de Sevilla, Universidad
de Paderborn y Universidad de Brown. Recibió becas de investigación del Banco de España, de la
John Carter Brown Library, de la Fundación Alexander Von Humboldt y del Ministerio de Ciencia e
Investigación de Austria.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

formación de espacios jurídicos iberoamericanos. También hay un creciente


interés en analizar la manera en la que nuestra visión de esos procesos impacta
sobre la forma de concebir y construir los espacios jurídicos, tradicionalmente
concebidos a partir de la ficción decimonónica de una vigencia homogénea de
órdenes normativos dentro de un espacio nacional. Hoy en día es obvio que
esta visión no solo se refiere a un período muy corto en la historia, sino que
aun para este período no carece de una dosis de irrealidad.

Actualmente se hace prioritario desarrollar líneas de investigación que


enfoquen aquellos cambios en el diálogo entre las ciencias jurídicas y sociales,
con especial atención al mundo euro-latinoamericano, incluyendo desde luego
a la Historia del Derecho. Planteamientos sobre cómo se forman los espacios
jurídicos, cómo se inserta el Derecho como modo de normatividad en un
campo prescriptivo más amplio, y cómo analizar la reproducción de órdenes
legales desde una perspectiva tanto diacrónica como sincrónica, resultan
hoy ejes de investigación prioritarios. En tal contexto interesará examinar
la expansión global de los imperios europeos y de las misiones católicas, y
cómo éstos contribuyeron a la formación de espacios normativos “líquidos”,
imposibles de reducir a límites territoriales definidos por criterios jurídico-
políticos. Asimismo volcaremos la mirada al estudio de los actores, individuales
y colectivos, protagonistas de esos sucesos, y al análisis de los instrumentos,
materiales e inmateriales, que hicieron posible todo este proceso.

En la presente comunicación quisiera integrar dos líneas de análisis


distintas y complementarias: una conceptual y otra histórico-empírica.
Para el eje conceptual considero especialmente importantes la reflexión
sobre categorías conceptuales, la propuesta y discusión de instrumentos
metodológicos adecuados a las preguntas planteadas, y la consideración del
variado panorama historiográfico internacional. Para la línea histórico-empírica
valoramos el estudio de casos concretos analizados a la luz de las reflexiones
aquí propuestas, y adecuadamente contextualizados.

1. Una aproximación cultural y social a la profesión legal

Una de las principales orientaciones en la historia cultural y social de los


abogados es describir y analizar la producción, transmisión y recepción de
ideas y prácticas del Derecho a lo largo del tiempo. La difusión y mediación
de estos discursos representa, sin duda, una parte importante de la historia
de la profesión legal y del pensamiento político. Hay que reconocer, empero,
que la historia cultural es un concepto bastante impreciso; se trata de un
emprendimiento heterogéneo que comprende una gran diversidad de materias
Historia cultural y social de los abogados en la Lima colonial:
hacia una nueva conceptuación metodológica
21
Teodoro Hampe Martínez

y enfoques, haciendo difícil establecer los límites que separan a ésta de otras
formas (también válidas) de historiografía, por ello la presente contribución
–marcada por la perspectiva cultural y social– posee, sencillamente, el carácter
de un ensayo preliminar.

Se puede señalar que los factores ideológicos y políticos jugaron un rol


primordial en la inserción y posterior expansión profesional de los abogados
en Lima colonial. La urgencia por contar con un Derecho de base técnica y
racional fue un factor decisivo en el auge tomado por los hombres de toga, y
asimismo las oportunidades ofrecidas por la emergente administración colonial
provocaron un mercado singular de trabajo para las primeras generaciones de
abogados. En un par de contribuciones precedentes ha sido nuestra intención
ensayar una visión panorámica de la profesión legal, sus orígenes, desarrollo
y vinculaciones sociales, advirtiendo los cambios acaecidos durante el “largo
siglo XVII” o etapa de madurez del régimen colonial.

Sugarman y Pue (2003) han puesto de relieve los cambios en la


historiografía tradicional respecto al mundo cultural y social de los hombres
de leyes en la temprana Edad Moderna. Hasta los años setenta la historiografía
se interesaba poco por averiguar cómo se ganaban los abogados su sustento,
por conocer en profundidad sus prácticas e ideales, su reputación, la manera
como trataban a sus clientes, y las posibilidades de tener acceso a consejería
legal y asistencia judicial en la sociedad, en consecuencia un amplio margen
de intervención económica, política y social de los abogados quedaba
prácticamente sin ser atendido.

A partir de los años setenta el concepto de cultura se ha convertido en


eje para entender tanto la comunidad política como la identidad personal.
Por su naturaleza normativa la legislación es una expresión del imaginario
colectivo y puede comprender los más variados aspectos de la experiencia
social. Dicho de otro modo: la aproximación cultural al Derecho concibe a la
ley como una de las vías privilegiadas a través de las cuales cada sociedad se
define y presenta a sí misma.

En nuestra aproximación particular tratamos de cubrir una serie


de temas relacionados con la perspectiva cultural y social, tales como la
formación profesional de los abogados, relaciones entre ellos y el Estado
metropolitano, estructura de su carrera y aspiraciones económicas,
imagen popular de los hombres de leyes y su autopercepción como gremio
profesional. Esta investigación aspira a comprender las complejas maneras en
las cuales los abogados de la ciudad de Lima fueron construidos imaginativa
e institucionalmente.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

La historia de la profesión legal ilustra cómo los abogados han tenido


amplias oportunidades de usar la toga –y sus conocimientos específicos– como
trampolín para emprendimientos políticos y de negocios, para la creación y
transmisión de discursos y lenguajes políticos de la mayor importancia, para el
diseño de instituciones, mercados, comunidades, imperios coloniales, etc. La
perspectiva cultural y social de la profesión legal nos ofrece un entendimiento
más profundo y completo que las aproximaciones tradicionales sobre el
aporte de algunos juristas individuales al desarrollo de la legislación y la
jurisprudencia.

Recapitulando, puede decirse que antes de las reformas generales


implementadas en la época de la Ilustración –en España, Francia y otros países
de Europa– prevaleció un modelo por el cual los profesionales del Derecho
debían reflejar sobre todo eficiencia en el manejo de una lengua “muerta” (el
latín), y en las normas de una legislación desfalleciente. En este modelo se
distinguían tres rangos profesionales: jurisconsultos en la cima, abogados en el
medio y procuradores en la base.

Fue solo en la segunda mitad del siglo XVIII que los soberanos europeos
ordenaron a las escuelas de Derecho enseñar la legislación de su territorio
en lengua vernácula. La tardanza de esta medida se explica en buena parte,
según el profesor Baade (2001), porque los letrados de formación universitaria
estaban eximidos de tratar asuntos procesales ante los tribunales, ya que esta
tarea correspondía a los procuradores.

Nuestra contribución ha querido demostrar el rápido trasvase hacia


América de los hombres de leyes de origen peninsular, fenómeno alentado
por la masiva emigración de gente que buscaba mejores oportunidades allende
el océano. Como es natural, este panorama empezará a cambiar al cabo de
unos cincuenta años, de la mano con el desarrollo y consolidación de las
sociedades criollas. En el caso de Lima, sede audiencial y cabeza de virreinato,
la composición de los abogados evidencia una presencia mayoritaria de los
nacidos en la tierra a partir de 1580 (luego del decisivo impulso brindado por
el virrey Toledo a la Universidad de San Marcos). También para entonces se
produce una transformación en los servicios de asistencia legal, en la medida
en que los abogados son apartados del patrocinio privado de los señores
indígenas, colocándose en su lugar un sistema de protectores y letrados de
oficio por iniciativa del virrey Toledo. Parece que este gobernante, al imponer
una medida aparentemente democrática, apuntaba la mirada sobre todo contra
la relativa autonomía de los jefes étnicos.
Historia cultural y social de los abogados en la Lima colonial:
hacia una nueva conceptuación metodológica
23
Teodoro Hampe Martínez

2. Primera generación de abogados en el Perú colonial

A pesar de la prohibición contenida en la capitulación que pactaron


Francisco Pizarro y la emperatriz Isabel, los abogados hicieron su aparición en
el Perú desde los primeros años de la presencia europea. En cierta forma esta
realidad se apoya en la tradición jurídica romana que reconocía que las normas
podían suspenderse en su aplicación ante circunstancias extraordinarias, bajo
la premisa de que la ley se acata pero no se cumple. Aunque suele considerarse este
aforismo como un indicador del incumplimiento generalizado de la ley durante
el gobierno de los austrias españoles, esto parece obedecer principalmente al
carácter casuístico del sistema legal del Antiguo Régimen, y a la flexibilización
en su uso. Si bien las medidas adoptadas por lejanos virreyes o gobernadores
estaban invariablemente sujetas a revisión por parte de los organismos
centrales, era necesario que esos altos funcionarios tuvieran la capacidad de
resolver asuntos urgentes en el acto, usando de la prerrogativa de ignorar el
cumplimiento de normas procedentes de la corte, siempre que hubiera motivos
razonables para ello.

Un ejemplo ilustrativo es el caso del licenciado alemán, quien en 1535


obtuvo una licencia de la Corona para pasar a la Nueva Castilla y ejercer allí la
profesión legal. La norma correspondiente reconocía que estaba suspendiendo
la aplicación de un ordenamiento general, contrario a la presencia de los
hombres de leyes en el Nuevo Mundo, debido a razones perentorias.

La inquietud de los abogados por dirigirse a ultramar en busca de mejores


condiciones sociales –“para valer más”, como era la expresión corriente–
fue complementada por las oportunidades que la naciente administración
de justicia colonial brindaba. Los cabildos de las principales ciudades
hispanoamericanas y la emergente burocracia eran las principales fuentes de
oportunidades laborales, seguidas por las posiciones que ofrecían la Iglesia
(para los graduados en las facultades de Cánones) y el foro. El ayuntamiento
de México, por ejemplo, solicitó a Carlos V que permitiera el ingreso de los
abogados pese a las restricciones consuetudinarias, y Hernán Cortés, quien
había estudiado jurisprudencia en la Universidad de Salamanca, se hizo con los
servicios del licenciado Alonso Zuazo, un graduado salmantino.

Durante los primeros años de la colonización española en tierra de los incas,


tanto los cabildos municipales como la administración de justicia provincial,
convocaron masivamente a los abogados. La política de nombrar asesores
letrados para los ayuntamientos se hizo muy extendida en las principales
poblaciones de Perú. Tenemos un ejemplo en agosto de 1538, cuando la ciudad
de Lima nombró como procuradores generales a Alonso Navarrete y Pedro de
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Avendaño, y lo hizo invocando la necesidad impostergable de contar con una


asistencia legal, a pesar de los términos prohibitorios de la Capitulación de
Toledo. Esta práctica de citar la Capitulación quedó suspendida ya cuando el
licenciado Alonso Velázquez y el doctor Fajardo fueron nombrados abogados
del Cabildo de Lima en marzo de 1581. Por otra parte, el 22 de noviembre de
1588 el licenciado Diego Ruiz de la Torre era nombrado abogado de la ciudad
del Cuzco en reemplazo del licenciado Bueno de Pedraza, pero al día siguiente
el licenciado Juan de Andueta impugnó formalmente esa designación.

Una de las características principales de esta época inicial es la paulatina


llegada de abogados procedentes de Castilla, graduados en universidades
españolas, y que iniciaban en América su carrera legal y social. Los
profesionales del Derecho, educados de preferencia en las aulas universitarias
de Salamanca, Valladolid, Alcalá de Henares y Lérida (centros de formación
más prestigiosos de la Península), provenían generalmente de familias
hidalgas o de la naciente burguesía urbana; en virtud del controlado estatuto
de limpieza de sangre, cabe añadir el dato de que la mayor parte de ellos
eran cristianos viejos. La vertiginosa ascensión de los letrados como grupo
social incentivó un interés extraordinario por los estudios universitarios. De
hecho, se calcula que durante el Siglo de Oro cuatro quintas partes de los
estudiantes matriculados en Salamanca y Valladolid seguían la carrera de
jurisprudencia, ya sea en Derecho Civil o Canónico, con el objetivo de llegar
algún día a desempeñar un puesto de consejero o alto funcionario. A fin de
proteger sus intereses particulares los letrados reaccionaron cerrando filas
en torno a los colegios mayores –especie de fraternidades de élite– donde
habían residido durante sus años de estudio.

El licenciado Polo Ondegardo (1520-1575), quien arribó a la ciudad de los


Reyes o Lima en 1544, fue en muchos sentidos un ejemplo representativo de
aquella generación primigenia de hombres de leyes. Nacido en Valladolid, como
el mayor de los siete hijos de un funcionario del Santo Oficio de la Inquisición
y nieto de un comerciante de origen milanés, sabemos que estudió la carrera
de leyes en la Universidad de Salamanca. Tan pronto como se recibió con el
título de licenciado, y gracias al llamado de su tío carnal, Agustín de Zárate,
designado para tomar cuentas a los oficiales de hacienda en las provincias del
Perú y Tierra Firme, se embarcó en la flota de 52 naves que trajo al primer
virrey de estas tierras, Blasco Núñez Vela.

Ya en Lima, Ondegardo fue nombrado por su tío asesor letrado para la


toma de cuentas de la Real Hacienda. En 1546, instigado por los seguidores
del rebelde Gonzalo Pizarro, el licenciado Polo –nombre con el que se haría
conocido en tierras americanas– decidió integrarse al alzamiento de los
Historia cultural y social de los abogados en la Lima colonial:
hacia una nueva conceptuación metodológica
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Teodoro Hampe Martínez

encomenderos. Una vez que el bando de Pizarro fue vencido Polo se plegó a
la bandera real, siendo nombrado por el presidente La Gasca corregidor de la
provincia de Charcas o La Plata, en 1548.

En un rasgo que ciertamente lo aleja del resto de los letrados de la época,


este personaje obtuvo una encomienda de indios y propiedades rurales en
el valle de Cochabamba, y disfrutó de un rico patrimonio hasta su muerte,
en 1575. Por cierto, el licenciado Polo Ondegardo ha pasado a la posteridad
por sus sesudos tratados sobre la civilización andina, que incluyen extensos
informes sobre la forma como en la época inca se recolectaba el tributo, se
cultivaba la tierra y se distribuían los recursos.

Los más tempranos casos de abogados litigantes están documentados en


Lima hacia la mitad del siglo XVI. En un escrito de la Sala Civil de la Audiencia,
fechado en abril de 1552, aparece el licenciado Antonio del Prado, quien
permanecería en la actividad forense por casi dos décadas. También participaron
de la litigación algunos de los profesores fundacionales de la Universidad de
San Marcos, como el doctor Jerónimo López Guarnido, sevillano de origen
(1525-1596), catedrático en la Facultad de Leyes; su retrato es uno de los
pocos que se conservan de los abogados litigantes de aquella época; ejerció en
la Audiencia de Lima entre 1550 y 1580, y patrocinó varios casos de señores
indígenas. La imagen de que los abogados estaban provocando una excesiva
litigación por parte de los nativos no tardó en apoderarse de los gobernantes
coloniales, promoviendo –como veremos a continuación– la introducción de
reformas radicales.

Algunos de los juristas peninsulares que llegaron al Perú con título


universitario recibieron nombramientos como corregidores o asistentes
letrados de las justicias mayores. Tal fue el caso del licenciado Diego Álvarez
de Toledo (1525-1606), designado sucesivamente para los corregimientos de
Huamanga, Trujillo y Potosí, la rica ciudad minera del Alto Perú. Respecto
a este personaje se conoce que estudió jurisprudencia en la Universidad de
Salamanca y que llegó a las Indias aproximadamente en 1550. Fue autor de un
tratado jurídico, De titulis regni Peruani (hoy lamentablemente perdido), y llegó
a ser propietario de una mina de plata en Porco.

Las administraciones de justicia locales y provinciales, o sea los


ayuntamientos y corregimientos, no eran los únicos focos de atracción para
ese conjunto primigenio de migrantes profesionales. La ciudad de Lima
había solemnizado, el 29 de abril de 1549, luego de la rebelión pizarrista y
la ejecución de sus cabecillas, la instalación definitiva de la Real Audiencia,
compuesta de dos salas civiles y una de asuntos criminales, que funcionaba
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como tribunal superior de apelaciones y organismo de asesoría política. La


metrópoli del Rímac concentraba el mayor contingente de población europea y
era escenario de activos negocios y disputas legales, por lo cual contaba con un
número creciente de abogados. En Lima la litigación fue un campo de trabajo
importante para los hombres formados en leyes.

Hacia 1560 uno de los principales abogados en la capital peruana era el


licenciado Francisco Falcón (1521-1587), natural de la villa de Alcázar, en
Castilla la Nueva, y educado como jurista en el Estudio General de Lérida, en
Cataluña. Años antes de su llegada a Perú se había desempeñado como teniente
de gobernador en Quito y Popayán. En la Audiencia de Lima llevó a cabo una
impresionante carrera como abogado asumiendo el patrocinio de notables
vecinos locales y comerciantes y, lo que le dio mucha reputación, de señores
indígenas. El curaca Juan Bautista Caxahuaraca lo contrató para el sonado caso
de las tierras de coca de Quivi, al noreste de Lima, en julio de 1567, pendencia
judicial que llegaría hasta el Consejo de Indias. Ese mismo año fue nombrado
como el principal vocero de los señores indígenas ante el segundo Concilio
Provincial de Lima. Falcón contribuyó a diseminar las doctrinas lascasianas, y
su “arte legal” le dio fortuna y reputación.

3. Primacía de los abogados criollos en la audiencia de Lima

Viene al caso tocar aquí uno de los ámbitos en los cuales se concentró el afán
reformador de don Francisco de Toledo, el quinto virrey del Perú (que gobernó
de 1569 hasta 1581). Nos referimos al campo de la enseñanza superior, más
concretamente al funcionamiento de la Universidad de Lima. El 25 de abril
de 1577, en la festividad del evangelista San Marcos, recientemente elegido
patrono de la institución, se inauguró solemnemente el “estudio general” de
la capital del Perú, dotado con 27 cátedras pertenecientes a las facultades de
Artes, Cánones, Leyes y Teología. Más tarde, en 1588, se brindó la exención de
pagar tributo a todos los graduados de San Marcos, una prerrogativa similar a
la que gozaban en Castilla los titulados por la Universidad de Salamanca.

Fue justamente en la década de los años ochenta que la primera


generación de letrados criollos empezó a egresar de las aulas sanmarquinas.
Para comienzos del siglo XVII la mayoría de los abogados y procuradores que
trabajaban en la Audiencia de Lima eran oriundos de la tierra, criollos que
vinieron a tomar la posta de sus colegas y antecesores de origen peninsular, que
habían hegemonizado la prestación de servicios legales en los tribunales y en la
administración virreinal. Parece natural que los profesionales criollos obraran
de esta manera, en parte por la expectativa de obtener un ingreso económico
Historia cultural y social de los abogados en la Lima colonial:
hacia una nueva conceptuación metodológica
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Teodoro Hampe Martínez

regular, pero también por la noción implícita de honor que conllevaba el


servicio a la patria, bajo el estandarte real.

Según lo ha puesto de manifiesto Holguín Callo (2002), alrededor de 1579


el doctor Diego de Salinas debió constituirse en el primer nativo de la tierra
peruana en recibir un grado académico en jurisprudencia por la Universidad de
San Marcos. A partir de entonces los criollos se hicieron un grupo claramente
reconocible en las asambleas eclesiásticas, en la burocracia y en el foro. Así se
iniciaría el decisivo período que Burkholder y Chandler (1977) han llamado
“la era de la impotencia”, y que se ubica con mayor énfasis entre 1680 y 1740:
período caracterizado por la reducción de la injerencia estatal en las Indias
españolas ante la irrupción de las elites criollas en los cargos políticos y
administrativos.

La mayoría de esos profesionales criollos procedían de familias que


integraban las oligarquías locales, como hijos o nietos de encomenderos,
terratenientes y mercaderes.

José Dávila Falcón, bautizado en 1618, estudió a partir de 1634 en el colegio


de San Martín de Lima regentado por los jesuitas, y obtuvo en 1645 su borla
doctoral en la Universidad de San Marcos. Cinco años más tarde fue admitido
como catedrático de Instituta en la Facultad de Leyes de esta casa de estudios,
y falleció siendo canónigo de la catedral de Lima, en 1676. Tan brillante carrera
fue sin duda facilitada por las influencias de su padre, Diego Dávila Falcón,
vecino y eventualmente alcalde ordinario de la ciudad de Huánuco, quien a
su vez había sido hijo de Juan Sánchez Falcón, poseedor de la encomienda de
los Yachas y Chupaychos en la jurisdicción huanuqueña. El linaje de los Dávila
Falcón se constituyó en una pléyade de letrados: un hermano de Diego, Juan,
también estudió en el colegio de San Martín y Francisco (nacido hacia 1593), y
llegó a ser vicerrector de este mismo plantel.

Un patrón similar corresponde al clan de los Larrinaga, de origen


vascuence. El patriarca del clan, don Leandro de Larrinaga Salazar, que estudió
en San Marcos y obtuvo la cátedra de prima de Cánones en 1596, fue elegido
rector de la Universidad limeña al menos en cinco oportunidades (1599, 1603,
1609, 1619 y 1620). Laborando como protector general de los naturales en
la Audiencia de Lima se hizo de mucho prestigio social. Su hijo don Juan de
Larrinaga Salazar obtuvo el doctorado en cánones por la Universidad de San
Marcos en 1614, y fue autor de un tratado sobre la protectoría de indígenas,
Memorial discursivo sobre el oficio de Protector general de los indios del Pirú (1626),
además fue regidor perpetuo del cabildo de Lima, una posición que suponía
prestigio y reconocimiento en su ciudad natal, y falleció siendo oidor de la
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Audiencia de Panamá. Por otra parte, un nieto de don Leandro, Nicolás Matías
del Campo y Larrinaga, compuso el Memorial histórico y jurídico que refiere el
origen del Protector general (1671), reasumiendo las posiciones a favor de la
reforma en la defensoría de los naturales que había expuesto su tío Juan.

El florecimiento de la vida universitaria exigió que hubiera locales capaces


de hospedar a los estudiantes de pocos recursos, o a los que venían de provincias
lejanas para completar su formación en la capital del virreinato. También
en Lima los colegios –caracterizados por su combinación de actividades
intelectuales con la vida contemplativa– representaron un semillero de los
principales funcionarios, tanto civiles como eclesiásticos, en la época. El
primero que funcionó en esta ciudad fue el colegio de San Martín, regentado
por la congregación jesuítica, el cual se inauguró en 1582 con un reducido
conjunto de becarios y pensionistas. Una década después, en 1592, abría sus
puertas el colegio de San Felipe y San Marcos (llamado vulgarmente Colegio
Real), que estuvo a cargo de clérigos dependientes del arzobispado. Ya en la
centuria siguiente aparecieron sucesivamente el colegio de San Ildefonso, de
los agustinos (1608), el de San Buenaventura, de los franciscanos (1611), el
de San Pedro Nolasco, de los mercedarios (1626), y el de Santo Tomás, de los
dominicos (1645).

La relación que hemos logrado formar con los expedientes del Archivo
Histórico de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos demuestra que los
graduados en las facultades de Derecho Civil y Canónico de la ciudad de Lima
procedían de lugares como Madrid (caso de don Diego Hurtado de Avendaño,
licenciado y doctor en cánones, 1607), Quito (Pedro Maldonado de Chaves,
licenciado y doctor en cánones, 1620), Chuquisaca (Alonso Corbacho de Zárate,
doctor en cánones, 1626), Huánuco (Juan Blásquez de Valverde, licenciado en
cánones, 1626), Cuzco (Vasco de Contreras y Valverde, licenciado y doctor en
cánones, 1629), Gran Canaria (Mateo Ruiz de Sosa, licenciado en cánones,
1630), México (Juan Sáenz de Mañozca, licenciado y doctor en cánones, 1635),
Sevilla (don Gonzalo Astete de Ulloa, licenciado y doctor en cánones, 1646), y
la villa imperial de Potosí (Sebastián Mateos de Robles, licenciado y doctor en
cánones, 1658).

También había quienes revalidaban en la alma mater limeña sus títulos


obtenidos en universidades españolas (como Gaspar de Escalona y Agüero,
procedente de Salamanca, doctorado en leyes en 1594, o don Nicolás Flores,
procedente de Sevilla, doctorado en cánones en 1627).

En tales circunstancias es un hecho que la metrópoli del Rímac experimentó


durante el primer tercio del siglo XVII un auténtico esplendor cultural, con tal
Historia cultural y social de los abogados en la Lima colonial:
hacia una nueva conceptuación metodológica
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Teodoro Hampe Martínez

pléyade de ingenios y artistas que bien se justifica la denominación de Atenas


del Nuevo Mundo, acorde al gusto renacentista de la época que se le dio por
entonces.

Uno de los focos de ese sostenido auge era la Universidad de San Marcos,
beneficiada con un firme crecimiento de cátedras y de fuentes económicas. Al
comenzar aquella centuria el virrey don Luis de Velasco resolvió enmendar
algunas de las normas que había impuesto Toledo en esta casa de estudios,
tomando de las arcas fiscales el dinero necesario para su implementación.
Desde entonces se constituyeron establemente dos cátedras (una de prima y
otra de vísperas) en cada una de las facultades de Cánones, Leyes y Teología,
junto con algunas cátedras más específicas: una de lengua quechua, otra de la
Biblia, y otras más del Decreto y de la Instituta.

Aunque el Estado colonial era el mercado prioritario para los hombres


de leyes, las oportunidades que podía ofrecer la burocracia indiana tenían
sus límites, dado que existía un número cerrado de plazas y los candidatos
iban siempre en aumento. En estas circunstancias la fase de declinación de los
Habsburgo se hizo testigo del “beneficio de empleos”, práctica en virtud de la
cual se enajenaban plazas a los candidatos más pudientes, con la salvedad de
que podían ejercer el cargo sólo durante un tiempo limitado, como máximo
hasta el fin de sus días. Así fue como en 1633 se inició la venta de los oficios
fiscales, correspondientes a los tribunales de cuentas de México, Bogotá y
Lima, y a las numerosas cajas reales que existían en Indias. Después, en 1678,
se incrementó el mercado de empleos con la oferta de los corregimientos de
españoles y de indios, y en 1687 se agregaron los oficios de audiencias.

Aquella práctica dio rienda suelta a la corrupción y “deslealtad” generalizada


de los funcionarios, pues el que había pagado una fuerte suma por un empleo
que iba a desempeñar durante un plazo limitado querría naturalmente
recuperar sus gastos y obtener una ganancia. Entendemos que los principales
beneficiarios de la venalidad de los oficios fueron los miembros de las elites
criollas que consiguieron introducirse en el aparato estatal y hacer prevalecer
aquí sus intereses particulares, lo que coincide con el proceso de formación de
una conciencia americana, vale decir, los albores del protonacionalismo indiano.

A favor del “criollismo” se enarbolaron múltiples argumentos, como la


semejante capacidad entre los españoles de América y los peninsulares; el
mejor conocimiento de realidades, costumbres y leyes por parte de los locales;
la menor tendencia a la corrupción al estar rodeados de sus familias y depender
de sus riquezas (y no de magros sueldos); el amor por la tierra y el deseo de mejor
gobernarla; el ahorro de los cuantiosos gastos de transporte e instalación, etc.
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en Latinoamérica
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4. Formación académica e imagen social de los abogados

Llevado por la determinación de concentrar todas las instancias del poder


en manos de la Corona, el virrey don Francisco de Toledo había quitado la
responsabilidad conductiva de la Universidad de Lima (fundada en 1551) a
los padres dominicos, nombrando en 1571 a su primer rector laico, que fue
el licenciado Pedro Fernández de Valenzuela, alcalde del crimen de la Real
Audiencia. Luego dispuso cambiar de local a esta casa de estudios, haciéndola
mudar primero a un terreno contiguo a la iglesia de San Marcelo (1574), y
después al edificio que había ocupado la casa de recogimiento de mujeres de
San Juan de la Penitencia, frente a la plazuela de la Inquisición; además otorgó
a la institución una renta de 13.000 pesos anuales, tomada del repartimiento
de indios Hanan-Wankas.

El mismo virrey fomentó la ejecución de otras medidas importantes


para la colectividad académica. Bajo su mandato se redactaron las primeras
constituciones sobre el funcionamiento de la Universidad limeña (1571),
y se le concedió el privilegio del fuero escolástico con derecho privativo de
administración de justicia en todos los pleitos donde estuvieran involucrados
miembros de la comunidad universitaria: estudiantes, graduados y profesores.

La ordenación epistemológica vigente en las épocas del Renacimiento y


Barroco consideraba que tanto el Derecho civil como el canónico ofrecían la
capacitación necesaria para dilucidar los más variados problemas religiosos,
políticos, institucionales, económicos y morales que existían en la sociedad,
por ello se entendía que los estudios de jurisprudencia eran indispensables para
desempeñar oficios de justicia y útiles para ejercer cargos de gobierno. Aún más,
había una serie de obras cuya consulta era virtualmente imprescindible para los
letrados implicados en la administración pública de Hispanoamérica, conjunto
que incluía a Política para corregidores de Jerónimo Castillo de Bobadilla (1597),
Política indiana de Juan de Solórzano Pereira (1647) y Gazophilacium regium
Peruvicum de Gaspar de Escalona y Agüero (1647), entre otras piezas.

Por su parte, el historiador y jurista granadino Bermúdez de Pedraza


(1973) dedica varias páginas de su tratado El secretario del rey (1620) a la
cuestión de los conocimientos que ha de poseer el buen funcionario. Anota que
el secretario deberá dominar la retórica para hablar y escribir con elegancia,
leer historia para enriquecerse con las enseñanzas de los hechos pasados, y
saber lenguas, especialmente las de aquellos pueblos que su príncipe señorea.

Además, los inventarios de las bibliotecas particulares reunidas por oidores,


fiscales, inquisidores, catedráticos y otros hombres de saber dan a conocer la
Historia cultural y social de los abogados en la Lima colonial:
hacia una nueva conceptuación metodológica
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Teodoro Hampe Martínez

rica cantidad de materiales de lectura que ellos tenían a su disposición. Estos


documentos revelan cómo se difundían en el ámbito indiano las tendencias
más significativas y recientes de la cultura europea, a pesar de la censura
inquisitorial y de los controles oficiales. Junto a las glosas y comentarios
medievales a los textos fundamentales del Derecho común se alineaban en los
gabinetes numerosas monografías de jurisprudencia castellana, normas de la
legislación europea, estudios sobre temas actuales de la vida social, tratados
de moral católica, e inclusive formularios legales producidos localmente. Así,
pues, sucesivos hallazgos documentales realizados en las últimas décadas
han destruido el falso concepto de que los siglos de la dominación española
significaron para el Perú un período de oscurantismo y atraso cultural.

Un examen minucioso de los registros aduaneros pone en evidencia


que los ministros de la Inquisición, encargados de vigilar la entrada y salida
de todo material impreso, dejaban simplemente circular los libros que no
estaban contemplados en el Index expurgatorio, obviando la circunstancia de
que estuviesen vedados por otras disposiciones oficiales. Entre las colecciones
librescas más nutridas para el siglo XVII podemos señalar la del doctor Arias
de Ugarte, un eminente letrado y presbítero criollo, quien fuera oidor de las
Audiencias de Panamá, Chuquisaca y Lima, y luego obispo y arzobispo en
varias sedes. Su biblioteca constaba de 640 volúmenes al hacerse el inventario
respectivo en Lima, en 1614, pero destaca singularmente el registro de las
obras que poseía en su morada el canónigo limeño Francisco de Ávila, doctor en
cánones por la Universidad de San Marcos y famoso “extirpador de idolatrías”
de la zona de Huarochirí, muerto en 1647, quien dejó un impresionante
lote de 3.108 volúmenes. Del inventario podemos deducir que sus materias
de estudio preferidas eran textos fundamentales y comentarios del Derecho
civil y canónico, legislación castellana, monografías de asuntos jurídicos,
hagiografía, liturgia y ascetismo, historia, geografía, literatura en prosa y en
verso, lexicografía y medicina.

Aparte ello, el poder derivado de sus cargos y privilegios, así como la lejanía
respecto al centro de toma de decisiones del Imperio, daban a los letrados y
agentes públicos distribuidos en las dilatadas provincias de Hispanoamérica
una relativa libertad de acción. De aquí provinieron muchos conflictos de
lealtad hacia el rey, ya que las intenciones políticas de la monarquía no siempre
coincidían con los intereses privados de estos grupos. La manera en que se
resolvieron dichos conflictos fue variable, dependiendo de las circunstancias de
tiempo, lugar y personas. Parece evidente, con todo, que la trasgresión de las
normas tendió a ser más acentuada durante la segunda mitad del siglo XVII,
en la época de mayor declinación del poder de los Habsburgo. Investigaciones
en historia social del Derecho realizadas en los últimos años para el ámbito
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de Quito y la Nueva Granada demuestran, efectivamente, la validez de dicha


impresión y la firmeza de la costumbre de desarrollar linajes al interior de la
administración colonial indiana.

Es evidente que el ostentoso tren de vida y las ambiciones materiales de


los funcionarios llevaron a una exagerada difusión de las prácticas corruptas
determinando abusos de poder, incumplimiento de las leyes e injusticia social.
Entre las formas más comunes de corrupción burocrática pueden citarse las
actividades de comercio ilícito, aceptación de cohechos y sobornos, extensión
del favoritismo y clientelismo, además de la venta de empleos públicos y
servicios estatales. En este mismo contexto la baja en la recaudación tributaria
y el hecho de que los servicios judiciales estuvieran patrimonializados –puestos
en manos de familias con derechos preferentes de acceso– contribuyeron a
acrecentar una mala imagen de la burocracia y del sistema de justicia.

Hay que recordar, por cierto, que la “segunda vida” del Derecho Romano
se inicia hacia los siglos XI y XII con el redescubrimiento del Digesto y la
enseñanza jurídica en Bolonia y otras universidades italianas. Los maestros
de las escuelas de Derecho pronto se identificaron con los juristas romanos,
emulando las responsa de la Antigüedad clásica por medio de las consultas
u opiniones letradas. Una consecuencia directa de la existencia de juristas
capacitados en latín y formados en las escuelas de leyes fue la intensificación
de la división al interior de la profesión forense en dos ramas: una superior,
a cargo de abogados, y otra inferior, a cargo de procuradores, lo que quiere
decir que se conservaron, todavía en la Edad Moderna, rezagos de la antigua
distinción profesional entre juristas y oradores.

El jurisconsulto era típicamente un profesor universitario con la graduación


máxima en ambos Derechos y con el privilegio de haber publicado por lo menos
su disertación o trabajo de graduación. Era jurisconsulto por su actividad
de productor de opiniones en cuestiones litigiosas, especialmente de orden
institucional, que solían publicarse en colecciones de consilia. El jurisconsulto
debía también conocer de la legislación que regía localmente en las ciudades,
señoríos, principados, reinos, etc.

En tal contexto, no tiene mayor relevancia que los abogados fueran


satirizados al interior de la sociedad colonial, como lo expresa verbigracia
Mateo Rosas de Oquendo (alrededor de 1598), al decir que en la ciudad de Lima
estaban “por fanegas medidas los letrados (...)” . Es un hecho que los abogados
junto con los médicos y sacerdotes han sido por mucho tiempo el blanco de
escritores, artistas y demás intérpretes de la cultura popular, quienes han
captado la desconexión entre sus pretensiones y su degradada realidad, pero
Historia cultural y social de los abogados en la Lima colonial:
hacia una nueva conceptuación metodológica
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Teodoro Hampe Martínez

las circunstancias sociales y culturales hicieron inevitable la presencia de los


hombres de leyes en el Nuevo Mundo: una sociedad juridizada y el emergente
Estado en ultramar requerían la presencia de este personal, educado en las
facultades y saberes de la jurisprudencia.

Durante el siglo XVII, marco nuclear de nuestro estudio, se consolidaría


la hegemonía de los abogados criollos, tanto en el foro como en la esfera
administrativa y política. El adiestramiento formal ofrecido por la Universidad
limeña, en sus cátedras y facultades de Derecho civil y canónico, congregará
el interés de las mejores familias indianas, provenientes no sólo del territorio
de la vieja gobernación de Nueva Castilla, sino también de otras comarcas
del Nuevo Mundo y aun de la Península. En este contexto el deterioro de los
servicios brindados por el Estado metropolitano, a causa del patrimonialismo
en la designación y venta de los oficios públicos, contribuirá a una ácida crítica
social contra los letrados-burócratas, y el rol forzoso de los abogados como
intermediarios en la arena judicial aumentará la difusión de esos cáusticos
juicios de valor, muchas veces exagerados y faltos de sensatez.

Tales son las conclusiones que podemos extraer de esta aproximación


empírica inicial, a la manera de una visión panorámica sobre la temprana
historia social de la abogacía en el Perú.

5. Hacia una nueva conceptuación metodológica

Nuestra intención primordial, o de largo aliento, es ensayar una visión


panorámica del gremio de abogados en Lima durante el período en que funcionó
la Real Audiencia de esta ciudad (1544-1821), enfocando el desarrollo de la
profesión legal y sus vinculaciones sociales.

En breve esta contribución aspira a comprender las complejas formas


en que los abogados de Lima colonial fueron construidos imaginativa e
institucionalmente, y para ello proponemos una nueva conceptuación metodo-
lógica. Esta conceptuación o línea programática enfatiza fundamentalmente
las siguientes cuestiones:

a) Reconstruir las características generales del gremio de abogados desde


el punto de vista de su estatus u origen social, procedencia geográfica,
formación académica en derecho (cursos, literatura, aprendizaje práctico,
etc.), de los criterios de reclutamiento y exclusión de los candidatos para
ejercer oficios jurídicos, y de los procesos de promoción y movilidad social
de este colectivo,
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b) Discutir las características generales de la capacitación técnica y


cultural de los abogados en Lima, y en qué medida se dio un proceso
de profesionalización de los operadores del derecho (para ser abogados,
procuradores, magistrados, profesores, etc.).
c) Analizar la diferenciación ocupacional y la división del trabajo entre
dichos operadores, así como los conflictos de poder que se dieron entre
los distintos actores del sistema judicial, político y eclesiástico (abogados,
procuradores, magistrados, gobernadores, obispos, etc.).
d) Reconstruir las características generales de la pertenencia a corporaciones,
colegios u órdenes, y los privilegios ofrecidos al gremio de abogados;
sus pretensiones de superioridad social, relaciones sociales de clientela
y patronazgo, eventuales estrategias matrimoniales de los abogados y
construcción de una imagen propia en relación con su oficio, función y el
derecho en general.
e) Estudiar la contribución del gremio de abogados a la construcción y
sedimentación de un ordenamiento jurídico regional o nacional, y analizar
su aportación de índole académica y literaria para la doctrina y la ciencia
del derecho en la época investigada.
f) Analizar el poder social adquirido por los operadores del derecho y su
relación con la sociedad en que se insertaban, así como las condiciones de
vida material (riqueza, posesiones, etc.), y aspectos de la vida cotidiana y
privada de los abogados en el espacio y el tiempo bajo observación.
g) Reconstruir las características generales de la administración de justicia:
eficacia de la ley, dificultades de acceso a la justicia y desviaciones de la
conducta ética (problemas como la corrupción judicial y el favoritismo
de los abogados y litigantes), y analizar el perfil de la litigación en que se
vieron involucrados abogados y procuradores.
h) Analizar la visión de los juristas sobre el papel del derecho en la sociedad, y
la justicia y la visión de la población en general con respecto a los operadores
del derecho, desde el punto de vista político, moral, religioso, etc.

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Capítulo 2
La historia del derecho en México: autores, obras y evolución

Oscar Cruz Barney1

1. Derecho e historia del derecho

Si consideramos que el derecho es una realidad histórica, algo que existe


y cambia a través del tiempo, parece lógico pensar que para saber qué es el
derecho es necesario saber qué ha sido (Tomás y Valiente, 1987, p. 23). El
derecho como hecho histórico debe ser estudiado históricamente por exigencia
de su naturaleza (Levaggi, 1998, p. 4).
El derecho tiene historia, primero por la condición finita y temporal del
hombre, que evoluciona en estados sucesivos y varios, y que por lo mismo no
puede realizar todo el derecho de una vez, y en segundo lugar por la sucesión
y variedad inagotable de las situaciones en que el hombre se ve a sí mismo
incluido, cada una de las cuales lleva consigo una forma jurídica especial.
La parte de la historia que estudia la actividad humana dentro de la sociedad,
así como las relaciones entre las personas, es la que nos ayuda a entender el
origen y desenvolvimiento del derecho (Liniers de Estrada, p. 10).
Un problema que suele atraer la atención de los historiadores del derecho
es el del estatus científico de la historia del derecho, es decir si la historia del
derecho es historia o es derecho.
Ubicar la historia del derecho es una cuestión compleja debido a la naturaleza
dual de la misma, es decir su carácter tanto jurídico como histórico, de ahí que

1 Doctor en Derecho con Mención Honorífica por la Universidad Panamericana y licenciado en


derecho con Mención Honorífica por la Universidad Iberoamericana. Cuenta con el Título de Licenciado en
Derecho homologado a Título universitario oficial español de Licenciado en Derecho por el Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte de España. Es Ex Presidente del Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de
México, fundado en 1760 por los periodos 2008-2010 y 2010-2012. Igualmente Colegiado en el Ilustre Colegio
de Abogados de Madrid. Senador de la Unión Iberoamericana de Colegios y Agrupaciones de Abogados - UIBA.
Secretario Regional-Región II Centroamérica de la Unión Internationale des Avocats. Académico Honorario
de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Madrid. Investigador del Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México en donde es Director de la Revista Mexicana de
Historia del Derecho y Coordinador del Área de Historia del Derecho. Investigador Nacional Nivel III en el
Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología).
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
42
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

el estudioso deba aceptar la utilización de los métodos correspondientes a cada


disciplina (Bernal, 1991, p. 47).

Este primer problema, que pudiera parecer una cuestión de carácter


meramente teórico, tiene vital importancia desde el punto de vista metodo-
lógico. Así, quienes consideran que la historia del derecho es una ciencia jurídica,
e inclusive “la ciencia jurídica” por antonomasia, construyen su estudio con
criterios distintos de los empleados por aquellos que defienden la idea de que
la historia del derecho es una especialidad de la historia (Bernal, 1991, p. 27).

Para Escudero (1995) la historia del derecho es una ciencia intrínsecamente


dual, es decir que implica historia y derecho. Señala que “la historia del derecho
es historia, y como ciencia es histórica y jurídica” (p. 42). Por su parte, para
Sánchez-Arcilla (1999) la historia del derecho “es la parte de la ciencia jurídica
a la que le corresponde el estudio del fenómeno jurídico en su dimensión
temporal, con independencia de su vigencia” (p. 5).

En la segunda mitad del siglo XVIII los juristas de la Ilustración sintieron


la necesidad de conocer la historia, en especial la historia jurídica, para alcanzar
así una formación más completa y comprender mejor el derecho, de modo que
no sólo se estimuló su estudio, sino que varios juristas se consagraron a la
investigación de la historia del derecho aplicando los métodos críticos de los
historiadores (García Gallo, 1984, pp. 11-12).

El creciente interés de los historiadores por las instituciones jurídicas y el


de los juristas por la historia se acentuaron en el siglo XIX, lo que abrió paso a
una nueva ciencia, aunque se confundía la historia general con la historia del
derecho, pues concebían a esta última como una rama de la primera (García
Gallo, 1984, pp. 14-15).

El estudio de realidades pasadas o pretéritas elaborado conforme a los


métodos de la investigación críticos y rigurosos propios de la historiografía
actual es historia, y si esas realidades pasadas son jurídicas, lo que se está
construyendo es una especialidad de la historia, precisamente la historia del
derecho. Así, por su método la historia del derecho es justamente historia,
mientras que por su contenido es derecho.

A decir de Tomás y Valiente (1987) “la historia del derecho es historia,


pero no por eso debe confundirse con otras ramas de la misma, ni perder su
individualidad al relacionarse con la historia política o la económica” (p. 27).

La historia del derecho como especialidad representa una serie de


exigencias de carácter metodológico. Del mismo modo en que para hacer
La historia del derecho en México:
autores, obras y evolución
43
Oscar Cruz Barney

historia de la economía se requiere emplear métodos propios de dicha ciencia,


la historia del derecho requiere, junto con las técnicas propias de un estudio
historiográfico, otras peculiaridades derivadas de la naturaleza de su objeto,
por eso el historiador del derecho debe ser no únicamente historiador sino,
ante todo, jurista, sin embargo no debe pretender aplicar conceptos jurídicos
actuales a situaciones históricas. El historiador del derecho debe entender
y exponer los conceptos jurídicos propios de cada sociedad en un momento
histórico determinado (Tomás y Valiente, 1987, p. 28).

2. Objeto de estudio y utilidad de la historia del derecho

Ahora bien, ¿cuál es el objeto de estudio de la historia del derecho?

Se considera que la historia del derecho analiza el origen y las


transformaciones del derecho a través del tiempo (García Gallo, 1984, p. 15);
asimismo, se indica que estudia el sentido de los procesos de mutación de las
estructuras jurídicas (Pérez-Prendes, 1996, p. 61)2.

Por su parte Escudero (1995) señala que “Nuestra disciplina tiene por
objeto la historia de la formulación, la aplicación y los comentarios del derecho,
y la historia de las instituciones sociales reguladas por él” (p. 39).

La historia del derecho no solamente puede referirse a las normas que a


través del tiempo han regido a un pueblo, sino a la relación que ha existido o
que debió existir entre las normas y las facultades a las que aquéllas se aplican
(De Cervantes, 2002, p. 201).

Dentro del objeto de estudio de la historia del derecho se encuentran


entonces los procesos de creación, integración, interpretación, estudio-
enseñanza y aplicación del derecho, así como de las instituciones sociales,
políticas y administrativas reguladas por él.

Sánchez-Arcilla (2003), tras hacer un amplio recorrido por el desarrollo


de la historia del derecho en España, considera que el jurista-historiador deberá
analizar, en primer lugar, todos los términos del campo gnoseológico dando
preeminencia a los términos propiamente jurídicos, lo que no significa que

2 La sociedad a partir de sus valores le otorga un objetivo o varias finalidades a los diversos
fenómenos que en ella se producen y que desea regular mediante normas jurídicas. Como esta aparición
de fenómenos y su regulación es dinámica, fuerza es que también las instituciones experimenten cambios.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
44
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

no deba tener presente los términos de contenido metajurídico, para lo que


deberá tomar siempre en cuenta una referencia temporal que le sirva de “punto
de partida para conocer el ordenamiento jurídico vigente en ese momento”
(Sánchez-Arcilla, 2003, p. 405; Beneyto, 1931).

3. Utilidad de la historia del derecho

En primer lugar, la historia del derecho intenta enseñar la dependencia


del derecho respecto de diversos factores de la realidad: ¿En qué ha consistido
el derecho? ¿Cómo se conforma? ¿Qué factores lo condicionan? ¿Cómo ha ido
cambiando? En especial, ¿qué valores o utopías trata de realizar?

Básicamente, en este sentido la historia del derecho tiene una función


formativa para todo aquel que vaya a dedicarse al estudio del derecho. Se requiere
una sólida formación histórica que permita al practicante del derecho conocer el
origen y sentido del derecho vigente y de las instituciones jurídicas, para así no
errar en la interpretación de las normas jurídicas ni adoptar modelos extraños
sin el juicio crítico adecuado, de ahí la importancia de su estudio y difusión.

En el fondo la historia del derecho constituye una reflexión sobre qué


es el derecho. Si se quiere ser un jurista y no un simple conocedor de las normas
vigentes para su aplicación mecánica ausente de toda crítica (Tomás y Valiente,
1987, pp. 34-35; Palma, 2006) se “debe pensar” con una conciencia histórica del
derecho y de su evolución.

Señala Hespanha (2002, p. 15) que la misión de la historia del derecho es la


de problematizar el presupuesto implícito y acrítico de las disciplinas dogmáticas,
es decir, la idea de que el derecho de nuestros días es el racional, el necesario, el
definitivo, y destaca entonces la función crítica de la historia del derecho.

4. Enseñanza de la historia del derecho en México

El estudio de la historia del derecho en México se inició a fines del siglo


pasado en varios Estados de la República. En el Distrito Federal fue la Escuela
Libre de Derecho quien tuvo el privilegio de crear la primera cátedra de historia
del derecho patrio, fundada el 12 de diciembre de 1917 (Bernal, 1989, p. 38 &
Vásquez, 1981, p. 145), si bien existían cátedras de historia del código o de los
códigos en algunos Estados de la República.

La materia le fue encomendada a Don Miguel S. Macedo, profesor


fundador. De esa primera “hornada” se formaría más adelante una verdadera
La historia del derecho en México:
autores, obras y evolución
45
Oscar Cruz Barney

escuela de historiadores del derecho en torno a la figura de Don Toribio


Esquivel Obregón (1864-1946), uno de los más grandes historiadores del
derecho mexicano, quien escribió uno de los textos más importantes para los
estudiantes de nuestra materia, Apuntes para la historia del derecho en México, en
cuatro volúmenes originalmente, que posteriormente se vería condensada en
dos por la Editorial Porrúa, ya en varias reimpresiones.

Discípulo de Esquivel Obregón fue Don Javier de Cervantes (2003),


maestro en la Libre de Derecho de 1942 a 1967, cuyos apuntes de clase
mecanografiados sobre Historia General del Derecho e Historia del Pensamiento
Jurídico en México servían de texto a sus alumnos3.

El ambiente de zozobra vivido en los tiempos revolucionarios actuó


en detrimento de los estudios de historia del derecho en nuestro país. Fue
necesario esperar el arribo a México de un gran número de estudiosos e
intelectuales españoles después de la guerra civil (1936-1939), para inyectar
nuevas energías a la enseñanza de la historia del derecho en México.

A nuestro país arribaron juristas españoles de la talla de Niceto Alcalá-


Zamora, Wenceslao Roces, Rafael Altamira y Crevea, Javier Malagón Barceló,
José Miranda, Agustín Millares Carlo, Manuel Jiménez Huerta, Manuel
Pedroso, Luis Recasens Siches, Demófilo de Buen, Rafael de Pina y Felipe
Sánchez Román, éste último fundador del ahora Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM, grandes juristas todos, a quienes México les debe gran
parte de su desarrollo en el campo de la ciencia del derecho.

Así, un grupo de juristas e historiadores liberales fueron acogidos en México


y en la UNAM, algunos de los cuales posteriormente llegarían a la Universidad
Iberoamericana (Cruz, 2002). Lo fundamental para nuestro tema fue que la
perspectiva de estos intelectuales españoles era distinta a la de los maestros de
corte más conservador de la Escuela Libre de Derecho, adecuándose más a la
visión propia del México revolucionario (Bernal, 1981, p. 39).

Los inmigrantes españoles se encontraron por su parte con grandes


juristas mexicanos, tales como Don Antonio Gómez Robledo, Antonio
Martínez Báez, Genaro Estrada, Silvio Zavala, Edmundo O’Gorman y Manuel
Cervantes. De hecho, de la unión en el trabajo de algunos de ellos surgió el
ahora Colegio de México.

3 Recientemente publicados ya en forma de libro en una obra doble por el Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
46
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

En los años sesenta se vivió un nuevo impulso en la materia, cuando


se fundó el seminario de Derecho Romano, y posteriormente de Derecho
Romano e Historia del derecho en la Facultad de Derecho de la UNAM,
integrándose una biblioteca especializada con el auspicio de Guillermo Floris
Margadant (1998).

Posteriormente se han celebrado desde 1978 diversos congresos de


historia del derecho mexicano, cuyas memorias han sido publicadas por la
UNAM. El último en Guanajuato (2014).

Actualmente nuestro país cuenta con varios centros de educación


superior en donde se investiga o se enseña historia del derecho: Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Escuela Libre de Derecho, Colegio de
México, Colegio de Michoacán, Universidad Iberoamericana (Cruz, 2009),
Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Universidad Panamericana,
ITAM, Universidad Anáhuac, Facultad de Derecho de la UNAM, Facultad de
Derecho de la UAM, y diversas universidades tanto estatales como privadas en
la República Mexicana, entre muchas otras.

Existen una serie de publicaciones periódicas que son de importancia para


el estudio de la historia del derecho mexicano:

a) Anuario mexicano de historia del derecho (1989), ahora Revista Mexicana de


Historia del Derecho, de aparición semestral.
b) Revista de Investigaciones Jurídicas de la Escuela Libre de Derecho.
c) Revista Jurídica de la Universidad Iberoamericana.
d) Ars Iuris de la Universidad Panamericana, que cuenta con una sección
dedicada a la historia del derecho.
e) Revista de la Facultad de Derecho de la UNAM.
f) Historia Mexicana del Colegio de México.
g) Boletín de Fuentes del Instituto Mora.
h) Revista de Historia Novohispana del Instituto de Investigaciones Históricas
de la UNAM y otras más.

5. Instituto de Investigaciones Jurídicas


e Historia del Derecho en México

El interés por la historia del derecho en el Instituto de Investigaciones


Jurídicas ha estado siempre presente; la realización en 1975 y publicación
posterior en 1976 del IV Congreso Internacional de Historia del Derecho
Indiano lo acredita, logrado gracias al apoyo y ayuda del Instituto (Zabala,
La historia del derecho en México:
autores, obras y evolución
47
Oscar Cruz Barney

1989, p. 340). Las publicaciones dedicadas a temas histórico-jurídicos o la


publicación de ediciones facsimilares por la institución han sido constantes.

Asimismo el apoyo brindado para la celebración de los congresos de historia


del derecho mexicano y de un ulterior Congreso de Historia del Derecho Indiano
ha sido constante. Lo atestiguan las memorias correspondientes publicadas en
forma individual o en el Anuario Mexicano de Historia del Derecho (Soberanes,
1984; Bernal, 1988).

La participación del Instituto de Investigaciones Jurídicas, ya sea en forma


institucional o a través de sus investigadores en los Congresos de Historia del
Derecho Mexicano, ha sido una constante. Iniciados en 1981 (Bernal, 1981)
bajo los impulsos del Dr. Guillermo Floris Margadant (1988), el noveno y
más reciente se llevó a cabo en Zacatecas y sus memorias fueron publicadas
en el Anuario Mexicano de Historia del Derecho (N° XX), correspondiente al año
2008. Están en prensa las memorias del X Congreso de Historia del Derecho
Mexicano y preparándose las del XI.

Hacia 1965 las Áreas, entonces Secciones, del Instituto eran: Derecho
Público, Derecho Privado, Derecho Procesal y Derecho Internacional (Seara,
1965, p. 29). Cabe destacar que en los primeros 25 años del Instituto de Derecho
Comparado de México solamente se publicó un título de Historia del Derecho
bajo la ya creada Serie C) Estudios Históricos, que incluía “trabajos que sin tener
un carácter iuscomparatista estricto, contienen no obstante un material de
información interesante sobre instituciones jurídico-políticas del México
histórico, que puede auxiliar al investigador jurista en estudios posteriores de
aquel carácter” (Rodríguez, 1965, p. 47).

El magnífico trabajo de José Miranda González (citado por Elola, 1965),


que habría de publicarse posteriormente en edición facsimilar con prólogo
y notas de Andrés Lira (1978), será el primer texto de historia del derecho
publicado por lo que es hoy el Instituto de Investigaciones Jurídicas. Un texto
que por su gran calidad daba un muy buen inicio al caudal de publicaciones
históricas que vendrían con el paso de los años.

El Área de Historia del Derecho se crea por oficio circular del Director del
Instituto de enero 31 de 1979. Mediante dicho documento se comunicó a la
comunidad académica la creación de tres grandes áreas: Derecho Público a
cargo de D. Héctor Fix Zamudio, Historia del Derecho a cargo de Jorge Mario
García Laguardia y Derecho Internacional a cargo de Ricardo Méndez Silva (XL
Aniversario del Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1980, p. 15).
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
48
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Entre 1980 y 1989 las actividades sustantivas del Instituto eran desde
luego la realización de investigaciones jurídicas, la impartición de cátedras en
licenciatura, maestría y doctorado tanto en la Facultad de Derecho de la UNAM
como en otras instituciones públicas y privadas, y la superación y formación de
su planta académica (Reporte Institucional, 1998, p. 4).

En la segunda mitad de la década de los ochenta (1986) se inauguraron las


instalaciones en la Ciudad de las Humanidades, organizando al año siguiente
su actividad académica en cuatro grandes áreas:

a) Derecho Público.
b) Derecho Privado.
c) Derecho Social e Informativo.
d) Historia y Filosofía del Derecho.

El Área actualmente está integrado por los Drs. José Luis Soberanes
Fernández, Beatriz Bernal Gómez, Adriana Berrueco García, José Antonio
Caballero Juárez (Coordinador de área), Adriana Flores Castillo, Jorge Mario
Magallón Ibarra, Eugenia Maldonado Rodríguez y Guillermo José Mañón
Garibay.

En 1989 el Lic. Jorge Madrazo (1989), entonces director del Instituto,


afirmaba que en “(…) el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, el
área de historia del derecho ha sido tradicionalmente una de las más amplias y
que más reconocimientos nacionales e internacionales ha conquistado para la
Institución” (p. XIII).

Grandes historiadores del derecho han pasado y/o laboran o se han


relacionado con el Instituto a través de sus publicaciones: Jorge Adame, María
del Refugio González, Marta Morineau, José de Jesús López Monroy, Guillermo
Floris Margadant, José Luis Soberanes, Beatriz Bernal, Silvio Zavala, etc.

Bajo la dirección del Dr. José Luis Soberanes Fernández (1990-1998)


la historia del derecho en el Instituto vivió un gran impulso. Se publicaron
múltiples investigaciones y se salieron a la luz diversas ediciones facsimilares de
gran importancia, marcando sin duda una época en la materia en nuestro país.

El Dr. Diego Valadéz mantuvo el entusiasmo y apoyo a la historia del


derecho, continuado con gran entusiasmo hasta la fecha por el Dr. Héctor
Fix Fierro, lo que se refleja por la celebración de dos congresos de contenido
histórico jurídico: el primero en abril de 2009 dedicado a los 120 años de
la publicación del Código de Comercio de 1889, en conjunto con el Tribunal
La historia del derecho en México:
autores, obras y evolución
49
Oscar Cruz Barney

Superior de Justicia del Distrito Federal y el Ilustre y Nacional Colegio de


Abogados de México, cuyas memorias fueron ya publicadas (Cruz, 2009),
y el segundo en octubre del mismo año sobre los abogados y la formación
del Estado mexicano organizado conjuntamente con el Instituto de
Investigaciones Históricas y el Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de
México, cuyas memorias están en preparación.

Sostiene Jaime del Arenal (2006) que “es verdad que el impulso renovador
de la historia del derecho en México provino, primero, de la Facultad de Derecho
de la UNAM y, después, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la misma
universidad, gracias a la presencia magisterial y directora del doctor Guillermo
Floris Margadant” (p. 61).

La tarea de investigación en historia del derecho llevada a cabo en el


Instituto se desarrolla, enriquece y completa con los trabajos de historiadores
del derecho como el Dr. Andrés Lira González, Lic. Jaime del Arenal Fenochio,
Lic. Alejandro Mayagoitia, Dr. Rafael Diego Fernández Sotelo, Dr. Marco
Antonio Pérez de los Reyes, Dr. Rigoberto Ortiz Treviño, Dr. José Ramón
Narváez Hernández, Dr. Juan Pablo Pampillo, Dr. Rafael Estrada Michel, Dr.
Salvador Cárdenas Gutiérrez, Mtro. Juan Carlos Abreu y Abreu, Dr. Juan Pablo
Salazar Andreu y Dr. José Enciso.

5.1 Publicaciones de historia del derecho del Instituto de


Investigaciones Jurídicas

El buque insignia de la historia del derecho en el Instituto de Investigaciones


Jurídicas es el Anuario Mexicano de Historia del Derecho que se publica desde
1989, siendo su primera Directora Técnica la Dra. Beatriz Bernal.

Inició con un Consejo Editorial y una lista de importantes miembros del


Anuario en el extranjero.

La dirección del Anuario cambió en 1992 con el número IV, en el que su


nuevo director, el Dr. José Luis Soberanes Fernández, habría de dirigirlo con
gran éxito hasta el año 2009, en que deja la dirección y publica el número XXII
correspondiente a 2010. Sin duda, la visión del Dr. José Luis Soberanes fue
fundamental para mantener viva y presente la única publicación periódica que
hay en nuestro país dedicada exclusivamente a la historia del derecho.

En 2010 el Anuario pasa a ser Revista Mexicana de Historia del Derecho con
periodicidad semestral, bajo la dirección del Dr. Oscar Cruz Barney.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
50
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Su Consejo Editorial se integra por: Dr. Silvio Zavala, Dra. María del Refugio
González, Dr. Andrés Lira González, Dr. José de Jesús López Monroy, Dr. Jorge
Adame, Lic. Jaime del Arenal Fenochio, Lic. Alejandro Mayagoitia, Dr. Rafael
Diego Fernández Sotelo, Dr. Marco Antonio Pérez de los Reyes, Dr. José Antonio
Caballero, Dr. Rigoberto Ortiz Treviño, Dr. José Ramón Narváez Hernández, Dr.
Juan Pablo Pampillo, Dr. Rafael Estrada Michel, Dr. Salvador Cárdenas Gutiérrez,
Mtro. Juan Carlos Abreu y Abreu, Dr. Juan Pablo Salazar Andreu y Dr. José Enciso.

Los miembros de la Revista en el Extranjero son: Prof. Linda Arnold


(Estados Unidos), Dra. Ana Barrero (España), Dra. Beatriz Barrios (España),
Dra. Beatriz Bernal (España), Dr. Bernardino Bravo Lira (Chile), Dr. Antonio
Dougnac (Chile), Dr. José A. Escudero (España), Dr. Alberto de la Hera
(España), Dr. Abelardo Levaggi (Argentina), Dr. Jorge Luján (Guatemala),
Dr. José M. Mariluz Urquijo (Argentina), Dra. Rosa M. Martínez de Codes
(España), Dr. Eduardo Martiré (Argentina), Dr. Arturo Muro Romero (España),
Dr. Mariano Peset (España), Dr. José Reig Satorres (Ecuador), Dra. Daisy
Ripodaz (Argentina), Dr. José Sánchez Arcilla (España), Dr. Ismael Sánchez
Bella (España), y Dr. Víctor Tau Anzoátegui (Argentina).

Como señalamos líneas arriba el Anuario, ahora Revista, ha publicado


diversas memorias de los Congresos de Historia del Derecho Mexicano y de
esfuerzos colectivos, como fue el Simposio Internacional “1808: a doscientos
años y el origen de los derechos humanos”, organizado por el Instituto de
Investigaciones Jurídicas y la Comisión Nacional de Derechos Humanos bajo
la coordinación del Dr. José Luis Soberanes.

Durante sus primeros 22 años de vida el Anuario Mexicano de Historia del


derecho ha dado cabida a estudios no solamente de derecho mexicano, sino de
otras latitudes y sistemas jurídicos. El Derecho Romano, el Derecho Castellano,
el Derecho Indiano, el Ius Commune han transitado por sus páginas. Se busca
que la publicación sea un foro de discusión y análisis histórico jurídico.

Cabe destacar que con motivo de las fiestas del bicentenario del inicio del
movimiento de Independencia y del centenario de la Revolución se preparó
una colección con la LXI Legislatura del Senado de la República dedicada a la
historia de las instituciones jurídicas de los Estados de la República4. Varios
volúmenes han sido publicados a la fecha. Se trata de un atinado esfuerzo por
dotar a las entidades federativas de una historia jurídica local, la primera en
muchos casos no dedicada estrictamente al ámbito constitucional.

4 Coordinados por los Dres. Patricia Galeana y Daniel Barceló.


La historia del derecho en México:
autores, obras y evolución
51
Oscar Cruz Barney

Las publicaciones que el Instituto ha hecho sobre historia del derecho son
las siguientes, divididas en: Fuentes, Facsímiles, Estudios, Obras colectivas,
antologías, memorias de congresos, simposios y seminarios, y Bibliotheca
Iuridica Latina Mexicana.

5.1.1 Fuentes

Altamira y Crevea, R. (1987). Diccionario castellano de palabras jurídicas y técnicas tomadas de


la legislación indiana, 1ª reimp. 395 p.

Álvarez de Lara, R.M. (presentación y coord.) (2004). Acervo Silvio Zavala. 1ª reimp. XXIX-
600 p.

Arnold, L. (transcripción) (1996). Archivo de la Suprema Corte. Inventario del Archivo del
Tribunal de Guerra y Marina, 1816-1854. XIII-291 p.

Barragán, J. (1987a). Algunos documentos para el estudio del origen del juicio de amparo, 1812-
1861. 1ª reimp. 295 p.

Barragán, J. (1987b). Primera Ley de Amparo de 1861. 1ª reimp. 222 p.

Barragán, J. (1987c). Proceso de discusión de la Ley de Amparo de 1869. 1ª reimp. 330 p.

Barragán, J. (1993). Proceso de discusión de la Ley de Amparo de 1882. 653 p.

Carbonell, M.; Cruz Barney, O. y Pérez Portilla, K. (comps.) (2004). Constituciones históricas
de México. 2ª ed. Coedición con Porrúa. XVIII-556 p.

González, M. (comp.) (1995). La centenaria obra de Ignacio L. Vallarta como gobernador de


Jalisco. 835 p.

González, M. (1994). El siglo diez y nueve de Francisco Zarco y su pensamiento constitucional.


Estudio introductorio y compilación, 265 p.

González, M. (estudio introductorio y compilación) (1998a). La reforma del Estado federal.


Acta de Reformas de 1847. 932 p.

González, M. (Introducción y compilación) (1998b). Homenaje al Congreso Constituyente de


Querétaro. 255 p.

González, M. (Estudio preliminar y ed.) (1996). Ordenanzas de la minería de la Nueva


España formadas y propuestas por su Real Tribunal. 477 p.

Guiot de la Garza, L. (1997). Catálogo de disposiciones legislativas, de administración y de


gobierno de la ciudad de México (1821-1855). Coedición con el Departamento del
Distrito Federal. XXIII-119 p.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
52
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Iglesias, R. (introducción y recopilación) (1997). El pensamiento de Antonio Díaz Soto y Gama


a través de 50 años de labor periodística, 1899-1949. 478 p.

Iglesias, R. (Introducción y recopilación) (1998). Planes políticos, proclamas, manifiestos y


otros documentos de la Independencia al México moderno, 1812-1940.

Labastida, H. (1997). Guía bibliográfica, cronológica y temática de los debates del Senado en las
sesiones públicas y secretas 1824-1853. 973 p.

Labastida, H. (1995). Guía hemerográfica de los debates del Senado en las sesiones públicas
ordinarias y extraordinarias, 1824-1853. 200 p.

León, A. (1992). Recopilación de las Indias. Coedición con Miguel Ángel Porrúa. T. I: 1026
p.; T. II: 971 p., y T. III. 1082 p.

Lope y Vergara, F. (1981). Diccionario alfabético legislativo del comercio de Filipinas y Nueva
España. Estudio introductorio y notas de Ramón Sánchez Flores. 149 p.

Maniau, J. (1995). Compendio de historia de la Real Hacienda de la Nueva España. Notas y


comentarios de Alberto M. Carreño. 149 p.

Morales, A. (comp.) (1995). México: una forma republicana de gobierno. Vol. II: La forma de
gobierno en los Congresos Constituyentes de México. T. I: 817 p. T. II: 785 p.

Olea, H. (1985). Sinaloa a través de sus Constituciones. 351 p.

Rodríguez, J. (1992). Escritos jurídicos (1839-1863). Antología. 220 p.

Soberanes, J. (compilación y estudio preliminar) (1997). Memorias de la Secretaría de


Justicia. 534 p.

Soberanes, J. y Vega, J. (1998). El Tratado de Guadalupe Hidalgo en su sesquicentenario. 61 p.

Solano, F. de (1991). Cedulario de tierras. Compilación. Legislación agraria colonial (1497-


1820). 2ª ed. 587 p.

Zavala, S. (1994). Suplemento documental y bibliográfico a la encomienda indiana. 469 p.

5.1.2 Facsímiles

Actas constitucionales mexicanas 1821-1824. Estudio preliminar de José Barragán Barragán.


1980. 9 ts.

Actas constitucionales mexicanas 1821-1824. Estudio preliminar de José Barragán Barragán.


1981. T. X. VII-284 p.
La historia del derecho en México:
autores, obras y evolución
53
Oscar Cruz Barney

Álvarez, J. (1982). Instituciones de derecho real de Castilla y de Indias. Ed. facsimilar de la


reimpresión mexicana de 1826. Estudio preliminar, fuentes y bibliografía de Jorge
Mario García Laguardia y María del Refugio González. 2 ts. 175/XXIV/ 261/288 y
229/ 324 p.

Anónimo (1994). Libro de los principales rudimentos tocante a todos juicios, criminal, civil
y executivo, año de 1764. Transcripción y estudio preliminar de Charles R. Cutter.
81 p.

Castillo, J.M. del (1994). Ensayo sobre el derecho administrativo mexicano. T. I: 483 p. T. II:
340 p.

El derecho. Periódico de Jurisprudencia y Legislación 1868-1897. Primera época. 1ª reimp.


Coedición con la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 2004. T. I al VIII.

Escriche, J. (1998). Diccionario razonado de legislación civil, penal, comercial y forense. Con
citas del derecho, notas y adiciones por el licenciado Juan Rodríguez de San Miguel.
Ed. y estudio introductorio por María del Refugio González. 2ª reimp. Coedición con
Miguel Ángel Porrúa. 738 p.

Rodríguez, J. (1992). Pandectas Hispano-Megicanas. Ed. facsimilar tomada de la de 1852,


con un estudio preliminar de María del Refugio González. 2ª ed.

Soberanes, J. (ed.) (1991). Curia filípica mejicana. Coedición con Porrúa. XIII-790 p.

Ventura, E. (1992). Recopilación sumaria de todos los autos acordados de la Real Audiencia y
Sala del Crimen de esta Nueva España. Ed. facsimilar tomada de la de 1787, con estudio
preliminar de María del Refugio González. 2ª ed.

5.1.3 Estudios

Adame, J. (coord.) (2006). Derecho civil y romano. Culturas y Sistemas Jurídicos Comparados.
XI-703 p.

Adame, J. (2004). El matrimonio civil en México (1859- 2000). XI-120 p.

Aguayo, R. (1986). Don Vasco de Quiroga. Pensamiento jurídico (Antología). Edición, liminar y
notas por José Luis Soberanes Fernández, y evocación del autor por Antonio Gómez
Robledo. Coedición con Miguel Ángel Porrúa. 263 p.

Aguilar, J. (2001). El manto liberal. Los poderes de emergencia en México 1821-1876. 287 p.

Alcalá-Zamora, N. (1992). Estudios de teoría general e historia del proceso (1945-1972). 1ª


reimp. T. I: 628 p.; T. II: 694 p.
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Zavala, S. (1982). La defensa de los derechos del hombre en América Latina (siglos XVI-XVIII).
Coedición con UNESCO. 63 p.

5.1.4 Obras colectivas, antologías, memorias de congresos, simposios


y seminarios

Bernal, B. (coord.) (1988). Memoria del IV Congreso de Historia del Derecho Mexicano. T. I:
590 p. T. II: 593.

Caballero, J.A. y Cruz, Ó. (coords.) (2005). Historia del derecho. Memoria del Congreso
Internacional de Culturas y Sistemas Jurídicos Comparados. X-348 p.

Cruz, Ó. (coord.). (2009). 120 años del Código de Comercio. Codificación y Descodificación
Mercantil en México. México: Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México, Tribunal
Superior de Justicia del D.F., Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Cruz, Ó. y Soberanes, J.L. (coords.). Diccionario de Historia del Derecho. México: IIJ, UNAM,
Porrúa.

Enciclopedia Jurídica Mexicana. T. XII: Salud, Trabajo, Seguridad social, Historia del derecho
mexicano, Jurisprudencia, Legislación, Personas y familia. 2ª ed. Coedición con Editorial
Porrúa.

González, N. (coord.) (2006). Estudios jurídicos en homenaje a Marta Morineau. T. I: Derecho


romano. Historia del derecho. XLIV-509 p.

García, Sergio (2010). El derecho en México: dos siglos (1810-2010). Tomo I: Derecho
constitucional.

García, Sergio (2010). El derecho en México: dos siglos (1810-2010). Tomo II: Derecho
internacional.
La historia del derecho en México:
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Oscar Cruz Barney

García, Sergio (2010). El derecho en México: dos siglos (1810-2010). Tomo III. Derecho
administrativo.

García, Sergio (2010). El derecho en México: dos siglos (1810-2010). Tomo IV: Derecho privado.

García, Sergio (2010). El derecho en México: dos siglos (1810-2010). Tomo V: Derecho social.

García, Sergio (2010). El derecho en México: dos siglos (1810-2010). Tomo VI: Derecho procesal.

García, Sergio (2010). El derecho en México: dos siglos (1810-2010). Tomo VII: Derecho penal.

García, Sergio (2010). El derecho en México: dos siglos (1810-2010). Tomo VIII: Historiografía
del Derecho.

Soberanes, J.L. (coord.) (1984). Memoria del III Congreso de Historia del Derecho Mexicano
(1983). 733 p.

Soberanes, J. L. (1980). Los tribunales de la Nueva España (antología). 367 p.

Soberanes, J. L. y Martínez de Codes, R.M. (coords.). Homenaje a Alberto de la Hera. XIII-


920 p.

Varios (1994). A cien años de la muerte de Vallarta. 258 p.

Varios (1991). Centenario del Código de Comercio. 615 p.

Varios (1986). Homenaje a fray Alonso de la Veracruz en el IV centenario de su muerte (1584-


1984). 66 p.

Varios (1990). La Constitución mexicana de 1917. Ideólogos, el núcleo fundador y otros


constituyentes. 515 p.

Varios (1984). La formación del Estado mexicano. Coedición con Porrúa. 300 p.

Varios (1998). La supervivencia del derecho español en Hispanoamérica durante la época


independiente. 447 p.

Varios (1978). Libro del cincuentenario del Código Civil. 351 p. 26.

Varios (1981). Memoria del II Congreso de Historia del Derecho Mexicano (1980). 760 p.

Varios (1995). Memoria del X Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho
Indiano. Coedición con la Escuela Libre de Derecho. T. I: 926 p.

Varios (1979). Setenta y cinco años de evolución jurídica en el mundo. Vol. II: Historia del
derecho y derecho comparado. 191 p.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Varios (1985). Un siglo de derecho civil mexicano. Memoria del II Coloquio Nacional de Derecho
Civil. 200 p.

5.1.5 Bibliotheca Iuridica Latina Mexicana

En coedición con el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM se publica la


Bibliotheca Iuridica Latina Mexicana. Sus títulos son:

Adame, J. (trad., intr. y notas) (1987). Modestino. Respuestas. Libros I al XIX. Latín-español.
XXVII+42+42 p.

Adame, J. (trad., notas e índice) (1993). Libro XVIII del Digesto (sobre la compraventa). Latín-
español. CXXXVI+95+95 p.

Irigoyen, M.P. (intr., trad., notas e índice) (1994). Paulo: Sentencias, libro segundo
Interpretatio. Latín-español. CLXXXI+69+ 69 p.

Irigoyen, M.P. (trad., notas e índice alfabético) (1995). Julio Paulo. Sentencias a su hijo, libro
I. Interpretatio. 1ª reimp. Latín-español. LXXXV+49+49 p.

Irigoyen, M.P. (versión de) (Estudio introductorio, trad., anotación e índices) (1997). Sobre
el significado de las palabras (Digesto 50.16). Latín-español. XLI+51+ 51 p.

Irigoyen, M.P. (versión de) (2005). Sobre diversas reglas del derecho antiguo (Digesto 50:17).
Latín-español. XXXVII+ 23+23 p.

Montemayor, M.E. (trad., intr. e índice de palabras anotado) (1994). Comparación de leyes
mosaicas y romanas. Latín-español. CXLIII+53+53 p.

Montemayor, M.E. (versión de) (2003). Fragmentos vaticanos. XXV+96+96 y XXXICXLII p.

Vargas, A. (trad., intr. y notas) (1991). Consulta de un jurisconsulto antiguo. Latín-español.


XXVII+32+32 p.

Con el Fondo de Cultura Económica se publicó el importantísimo texto de Aguiar y Acuña,


Rodrigo de y Montemayor y Córdoba de Cuenca, Juan Francisco (1994). Sumarios de
la Recopilación General de Leyes de las Indias Occidentales. Presentación de José Luis
Soberanes Fernández. 792 p.
La historia del derecho en México:
autores, obras y evolución
63
Oscar Cruz Barney

5.2 Papel del Instituto de Investigaciones Jurídicas en el estudio


y difusión de la historia del derecho

La historia del derecho ha sido objeto de impulso constante por el Instituto


de Investigaciones Jurídicas. Sin duda la dirección del Dr. José Luis Soberanes
fue emblemática en ese sentido, dado su carácter de historiador del derecho,

“(…) quien tanto hizo durante su gestión por impulsar la historia del derecho,
sea mediante publicaciones, organización de congresos, o intercambio de
conferenciantes e investigadores, sea mediante el apoyo bridado a estudiantes
mexicanos para formarse en el extranjero como historiadores del derecho” (Del
Arenal, 1987, p. 75)

Afortunadamente el apoyo a los estudios y tareas de historia del derecho


se mantuvieron bajo las direcciones siguientes. Actualmente el Instituto dio
un paso de gran importancia en materia de rescate de literatura jurídica al
hacerse atinadamente de una muy importante colección de folletería jurídica
mexicana, enfocada al derecho constitucional, que permitiría mayores estudios
histórico-jurídicos en dicha área.

En cuanto a las publicaciones histórico-jurídicas, sin menoscabo de la


importante tarea que otras instituciones llevan a cabo, sin duda el papel del
Instituto ha sido fundamental para la materia5. El número y la calidad de
los textos publicados es una clara muestra de la importancia de ese papel.
No olvidemos que la única publicación periódica dedicada exclusivamente a
Historia del Derecho es responsabilidad del Instituto.

El Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM a través del Área de


Historia del Derecho tiene y desempeña una responsabilidad y tarea “histórica”:
debe mantener e incrementar los estudios, la investigación y las publicaciones
en la materia.

6. Textos y manuales de historia del derecho mexicano

La transición hacia un nuevo orden jurídico se puede analizar desde


dos puntos de vista: uno, la sustitución del orden jurídico, y otro la manera
de administrar justicia, lo que implica la necesidad de modificar las leyes y

5 Pensemos en las publicaciones de libros, artículos y demás obras llevadas a cabo a manera de
ejemplo por la Universidad Iberoamericana en sus diversas sedes: Universidad Panamericana, Escuela
Libre de Derecho, Colegio de México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, y otras más.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
64
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

elaborar nuevos ordenamientos. La transición es un movimiento que se inicia


desde antes de la independencia, hacia el constitucionalismo y la codificación
(González, 1988, p. 116).

La sustitución de ordenamientos debía llevarse a cabo por tres razones


fundamentales:

a) El derecho vigente en México en el momento de la independencia, y aún


después era el castellano-indiano y había sido dictado por el rey.
b) Una gran parte de ese derecho ya no correspondía a las ideas de un gran
número de mexicanos, cuyo gobierno a lo largo del siglo XIX emitió y
ejecutó diversas leyes nacionales.
c) Debido a que la realidad se fue modificando a ritmo acelerado.

Este proceso se inicia inmediatamente después de consumada la


independencia y toma su perfil definitivo con la expedición del Código Civil
para el Distrito y Territorios Federales (1870), para concluir en la primera
década del siglo XX, cuando se completó la sustitución del antiguo orden
jurídico al dictarse los códigos federales de procedimientos en materia civil y
en materia penal.

La transición en sentido estricto se inició con la expedición del Código


Civil de 1870, que empezó a regir el 1° de marzo del año siguiente (González,
1988, pp. 447-448), y con él se presentaron dificultades en temas como la no
retroactividad de la ley, que los juristas de la época debieron resolver.

Los juristas en el México independiente conocían la doctrina de la época


anterior a la independencia; muchos habían sido formados en ella y buscaron
adaptarla a la nueva realidad (González, 1988, p. 152).

Con la independencia y supervivencia del derecho español en México el orden


de prelación del derecho indiano será adoptado y adaptado dentro del derecho
mexicano, con el siguiente resultado (Mercado, 1857, p. 620 & Roa, pp. 5-6):

Orden de prelación:

I. En los Estados, las leyes de los Congresos que cada uno ha tenido, pero en el
Distrito y Territorios, las leyes generales.

II. Decretos de las Cortes de España y Reales Cédulas de 1811 a 1821.

III. La Ordenanza y Reglamento de Indias del Cuerpo de Artillería del 10 de diciembre


de 1807.
La historia del derecho en México:
autores, obras y evolución
65
Oscar Cruz Barney

IV. La Ordenanza del Real Cuerpo de Ingenieros del 11 de julio de 1803.

V. La Ordenanza General de Correos del 8 de junio de 1794.

VI. La Real Ordenanza Naval para el servicio de los baxeles de S.M. de 1802.

VII. La Ordenanza de Intendentes del 4 de diciembre de 1786.

VIII. La Ordenanza de Minería del 25 de mayo de 1783.

IX. Las Ordenanzas de S.M. para el régimen, disciplina, subordinación y servicio de sus
Exercitos del 20 de septiembre de 1769.

X. La Ordenanza de Milicia Activa o Provincial del 30 de mayo de 1767.

XI. Las Ordenanzas de Bilbao del 2 de diciembre de 1737.

XII. La Recopilación de Indias de 1680.


XIII. La Novísima Recopilación de Castilla.

XIV. La Nueva Recopilación de Castilla.

XV. Las Leyes de Toro.

XVI. Las Ordenanzas Reales de Castilla.

XVII. El Ordenamiento de Alcalá.

XVIII. El Fuero Real.

XIX. El Fuero Juzgo.

XX. Las Siete Partidas

XXI. El Derecho Canónico.

XXII. El Derecho Romano.

Este orden de prelación estuvo vigente mientras se promulgaban los


códigos de carácter nacional. El parteaguas en esta sustitución fue el Código
Civil de 1870.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
66
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

Cabe destacar que la referencia en el Orden de Prelación del Derecho


Mexicano a los “Decretos de las Cortes de España y Reales Cédulas de 1811
a 1821” se refiere evidentemente a la producción de las Cortes de Cádiz entre
los años de 1810 y 1814, incluyendo a la Constitución gaditana en lo que no se
opusiera al sistema constitucional del México independiente.

Surge la duda de si las normas de corte liberal dictadas entre 1820 y


septiembre de 1821 quedaban comprendidas entre los denominados “Decretos
de las Cortes de España”. Se le da prioridad a la legislación gaditana en el
Orden de Prelación posiblemente debido al hecho de que “en vísperas de la
independencia mexicana, en 1820, esta legislación gaditana, abrogada en
1814, había sido restaurada, de manera que como derecho de promulgación
más reciente, merecía una prioridad superior a la mayor parte de la legislación
(...)” (Margadant, 1998, p. 367)

Lo anterior se explica por una doble razón: se trata de legislación liberal


y de normas en cuya elaboración participaron delegados mexicanos a las
Cortes de Cádiz entre 1810 y 1814, si bien la de 1820-1821 había sido
elaborada solamente por representantes peninsulares (Margadant, 1998, p.
368).

Los abogados, conocedores del derecho indiano en el cual habían sido


formados, se dan a la tarea de adaptar las obras de doctrina peninsulares a la
nueva situación jurídica mexicana. También se produjeron obras propiamente
mexicanas, que desde luego contenían una buena parte de derecho español. Los
juristas en el México independiente conocían la doctrina de la época anterior
a la independencia, ya que muchos habían sido formados en ella y buscaron
adaptarla a la nueva realidad.

La abundancia legislativa del México decimonónico hizo necesaria la


recopilación de las numerosas leyes expedidas por los sucesivos gobiernos, a
efecto de hacer accesibles a abogados, autoridades y jueces tanto las nuevas
disposiciones como las expedidas por las Cortes en España que se consideraban
vigentes en la Nación. En tal sentido, a lo largo de todo el siglo XIX se elaboraron
numerosas recopilaciones tanto oficiales como privadas de derecho mexicano
para responder a una necesidad clara de contar con los textos legislativos, y de
dar publicidad a los mismos (Cruz, 2004).

La legislación expedida por las Cortes en España y por el monarca Fernando


VII estaba recopilada en dos colecciones españolas que se hicieron rápidamente
difíciles de conseguir en México:
La historia del derecho en México:
autores, obras y evolución
67
Oscar Cruz Barney

a) Colección de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes generales y
extraordinarias desde su instalación (Imprenta Real, Madrid, 1813-1823,
10 vols.).
b) Decretos del Rey Fernando VII, desde el 4 de mayo de 1814 hasta fin de diciembre
de 1833 (Imprenta Real, Madrid, 1816-1834. 18 vols.).

Durante el siglo XIX la historia del derecho fue utilizada por los juristas y
abogados de manera instrumental, como medio argumentativo o demostrativo,
y no será sino hasta el siglo XX que se inicien los estudios de historia del
derecho dentro de textos científicos y manuales para la enseñanza (González y
Salvador, 2010, pp. 4-5).

El problema de la primera etapa de la historiografía jurídica mexicana


es la imposibilidad de lograr mantener la distancia adecuada con la historia
que le permitiese la objetividad necesaria. “La cátedra universitaria, y con ella
la aparición de textos específicos en materia de historia del derecho, pueden
ser considerados como hitos históricos para fijar los límites entre la etapa
originaria y la del desarrollo de una historiografía jurídica formal”, de manera
que se pudiere pasar de un conocimiento controvertido a uno aceptado para la
enseñanza (González y Salvador, 2010, p. 7).

Una vez consumada la independencia de México los abogados,


conocedores del derecho indiano en el cual habían sido formados, se dan a la
tarea de adaptar las obras de doctrina peninsulares a la nueva situación jurídica
mexicana. También se produjeron obras propiamente mexicanas, que desde
luego contenían una buena parte de derecho español.

González (1988) divide la producción jurídica de la época en: libros,


fascículos, artículos periodísticos y textos académicos (p. 154).

6.1 Libros

Antes de la codificación destacan las obras de adaptación y adición de


la doctrina peninsular. Son trabajos en donde se exponen en conjunto las
instituciones civiles y procesales, sin reducirse a una sola materia. Entre ellas
podemos señalar:

a) Nuevo Febrero mexicano, editado por Mariano Galván Rivera, Impreso por
Santiago Pérez (México, 1852, IV tomos).
b) El litigante instruido o el derecho puesto al alcance de todos, compendio de la
obra del Doctor Juan Sala, que se enseña en las Universidades de España,
Nueva Edición, Librería de Rosa y Bouret (París, 1870). Esta obra viene
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
68
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

acompañada de un apéndice con legislación mexicana en materia procesal


(Soberanes, 1978).
c) Novísimo Sala Mexicano, o ilustración al derecho real de España, del
mismo autor, con las notas del sr. Lic. D.J.M. Lacunza, edición corregida y
considerablemente aumentada con nuevas anotaciones y refundiciones, relativas
a las reformas que ha tenido la legislación de México hasta el año de 1870 por los
señores Don Manuel Dublán y Don Luis Méndez (Imprenta del Comercio, de
N. Chávez, a cargo de J. Moreno, México, 1870, 2 tomos). De ésta existen
múltiples ediciones anteriores.

Se produjeron también obras doctrinarias y de recopilación del derecho y


jurisprudencia mexicanos. Sobresalen dos que en ausencia de códigos buscaron
ofrecer al lector todo el derecho vigente hasta ese momento:

a) De Juan N. Rodríguez de San Miguel, Pandectas hispano-megicanas (Nueva


Edición, Librería de J.F. Rosa, Méjico, 1852, 3 tomos) (Morineau, 1997 &
Rodríguez de San Miguel, 1997).
b) De Florentino Mercado, Libro de los códigos, o prenociones sintéticas de
codificación romana, canónica, española y mexicana (Imprenta de Vicente G.
Torres, México, 1857. Autores liberal y conservador, respectivamente)6.

Además, hubo adaptaciones mexicanas de diccionarios de derecho español


como el de Joaquín Escriche (1837), Diccionario razonado de legislación civil, penal,
comercial y forense, con citas del derecho, notas y adiciones por el licenciado Juan
Rodríguez de San Miguel, Impreso en la Oficina de Galván a cargo de Mariano
Arévalo (México), de la cual existen dos ediciones facsimilares: la primera del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM publicada en 1993, con un
estudio introductorio de María del Refugio González, y la segunda por Miguel
Ángel Porrúa, en 1998, con un prólogo de estudio de la misma autora.

Después de la expedición de los códigos aparecieron diversos libros en


donde se comentaba, desarrollaba o exponía el contenido del código respectivo
en forma de diccionario. Igualmente hubo obras de derecho constitucional,
administrativo, mercantil, natural, canónico, fueros militares y procedimientos,
así como traducciones de obras extranjeras. De modo estrictamente
ejemplificativo podemos mencionar (Cruzado, 1905):

a) En el derecho administrativo aparecieron obras como el Ensayo sobre el


derecho administrativo mexicano (Taller de Imprenta de la Escuela de Artes

6 De esta obra existe una edición facsimilar publicada por el Tribunal Superior de Justicia del
Distrito Federal.
La historia del derecho en México:
autores, obras y evolución
69
Oscar Cruz Barney

y Oficios para Mujeres, México, 1874) de José María del Castillo Velasco.
Existe una edición facsimilar precedida de un estudio introductorio de
Alicia Hernándes Chávez (1994) del Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la UNAM, publicada en México en 2 tomos.
b) Dentro del derecho agrario podemos mencionar la obra de Wistano Luis
Orozco (1895), Legislación y jurisprudencia sobre terrenos baldíos (Imprenta
de El Tiempo, México, 2 tomos). En 1902 publicó Los negocios sobre
terrenos baldíos. Resoluciones judiciales, y estudios del lic. Wistano Luis Orozco,
en el caso especial de Agustín R. Ortiz contra los Moctezuma (Tipografía de M.
Esquivel, San Luis Potosí, República Mexicana, 1902).
c) En el campo del derecho civil (Borja, 1996) e inmediatamente después de
la promulgación del Código Civil de 1870 tenemos, entre otros, a Francisco
de Paula Ruanova (1871) con sus Lecciones de derecho civil. Formadas de las
doctrinas de varios autores, y anotadas con el texto de todas las leyes respectivas
(Imprenta de Narciso Bassols, Puebla, 2 tomos); a Raymundo Guerra
(1873) con su Derecho del Código, o sea El Código Civil del Distrito puesto en
forma didáctica (Imprenta de J.M. Aguilar Ortiz, México); a Isidro Montiel
y Duarte (1877) con su Tratado de las leyes y su aplicación que con arreglo al
Código Civil del Distrito Federal y de la Baja California compuso (José María
Sandoval, Impresor, México), y a Nicolás Islas y Bustamante (1876), Índice
de las referencias y concordancias de los artículos del Código Civil, con una
noticia de los que se refieren al código penal, al de procedimientos, al de comercio
y a reglamentos particulares y de policía (2ª ed. Imprenta y Librería de J.M.
Aguilar Ortiz, México).
Posteriores al Código de 1884 están Manuel Mateos Alarcón (1900) con
sus Estudios sobre el Código Civil del Distrito Federal, promulgado en 1870,
con anotaciones relativas a las reformas introducidas por el Código de 1884
(Tipografía y Litografía La Europea, de J. Aguilar Vera, México, 6 tomos).
De esta existe edición facsimilar del Tribunal Superior de Justicia del
Distrito Federal publicada en 1992. También Agustín Verdugo (1885) y
sus Principios de derecho civil mexicano (Tipografía de Gonzalo A. Esteva,
México, 5 tomos), de la que existe una edición facsimilar del Tribunal
Superior de Justicia del Distrito Federal publicada en 1993.
En materia de sucesiones está, de Víctor José Martínez (1856), el
Compendio razonado del derecho de testar, o sea de los testamentos a la luz
de la filosofía (Tipografía de Ignacio Arango, Morelia), al que antecede la
obra española de Pedro Murillo Velarde (1839), Práctica de testamentos, en
la que se resuelven los casos más frecuentes que se ofrecen en la disposición de
las últimas voluntades, refundida y notablemente aumentada para la mayor
utilidad de los jueces y alcaldes, de los párrocos y confesores, y de los abogados
y escribanos (Imprenta de Galván a cargo de Mariano Arévalo, Méjico).
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

d) En derecho constitucional y Amparo está la obra de José María del Castillo


Velasco (1871), Apuntamientos para el estudio del derecho constitucional
mexicano (Imprenta del Gobierno, en Palacio, México). Existe una edición
facsimilar del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, publicada
en México en 1993. Hubo también catecismos constitucionales como los
de José Miguel Macías (s.f.), Catecismo de Derecho Político Constitucional
(8ª ed., Librería La Ilustración de Rafael B. Ortega, México), o el de
Nicolás Pizarro (1861), Catecismo político constitucional (Imprenta de N.
Chávez, México).
Importantes para el estudio del Constituyente de 1857 son las obras de
Francisco Zarco (1857), Crónica del congreso constituyente (1856-1857),
Estudio preliminar, texto y notas de Catalina Sierra Casasús (El Colegio de
México, México), y la Historia del congreso extraordinario constituyente de 1856
y 1857 (Imprenta de Ignacio Cumplido, México, 2 tomos). Para facilitar su
consulta Basilio Pérez Gallardo (1878) elaboró una Guía para consultar la
Historia del congreso constituyente de 1856-57 que escribió y publicó el señor Don
Francisco Zarco (Imprenta de Francisco Díaz de León, México).
De Silvestre Moreno Cora (1902)7, Tratado del Juicio de Amparo conforme a
las sentencias de los Tribunales Federales (Tipografía y Litografía La Europea,
de J. Aguilar Vera, México, 2 tomos), con edición facsimilar del Tribunal
Superior de Justicia del Distrito Federal publicada en México en 1992;
Francisco Cortés (1907), El Juicio de Amparo al alcance de todos (Imprenta y
fototipia de la Secretaría de Fomento, México); Fernando Vega (1883), La
nueva Ley de Amparo de garantías individuales orgánica de los arts. 101 y 102 de
la Constitución. Comentarios acerca de sus disposiciones más importantes. Ensayo
crítico filosófico de la ley (Imprenta de J. Guzmán, México). Desde luego de
Ignacio L. Vallarta (1894), Votos del sr. Lic. Ignacio L. Vallarta presidente que fue
de la Suprema Corte de Justicia Nacional en los negocios más notables resueltos
por este tribunal desde mayo de 1878 hasta noviembre de 1882 (Imprenta
particular a cargo de A. García, México, T. I; Imprenta Particular, 1894, T. II;
Imprenta y Litografía de Ireneo Paz, 1897, Ts. III y IV).
e) En derecho mercantil se publicaron también textos como el de José J. Tornel
y Mendívil (1854), Manual de derecho mercantil mexicano, o sea el Código
de Comercio de México puesto en forma de diccionario (Imprenta de Vicente
Segura Argüelles, México), y el útil trabajo de Antonio de J. Lozano (1890),
Código de Comercio de los Estados Unidos Mexicanos que comenzó a regir el 1°
de enero de 1890, concordado literalmente con el que dejó de estar en vigor en
la misma fecha y con los vigentes en España, Francia, Bélgica, Alemania, Italia,

7 Sus memorias fueron publicadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en 1998.
La historia del derecho en México:
autores, obras y evolución
71
Oscar Cruz Barney

Holanda y Portugal (Edición de la “Guía Práctica del Derecho”, Imprenta y


Encuadernación de A. de J. Lozano, México).
Asimismo, en 1893 se publicó el Diccionario de Derecho Mercantil y Marítimo
de la República Mexicana, ó sea, el Código de Comercio vigente, puesto en
forma de diccionario por El Lic. Juan Manuel Díaz Barreiro, apoderado del H.
Ayuntamiento de la ciudad de México (México, Edición del “Boletín Judicial”,
Imprenta de las Escalerillas N° 20).
f) En derecho natural podemos señalar la obra en cuatro tomos de Clemente
Munguía (1849), Del derecho natural en sus principios comunes y en sus
diversas ramificaciones, o sea, curso elemental de derecho natural y de gentes,
público, político, constitucional, y principios de legislación (Imprenta de la Voz
de la Religión, México).
g) En el derecho canónico se publicaron obras como las Institutiones
Canonicae ex operibus Santoris Doctrinae Doctorum Excerptae et quampluribus
adnotationibus locupletate (México, Ex typographia Vocis Religionis, 1851,
2 tomos). Asimismo se publicaron las actas y decretos del Quinto Concilio
Provincial Mexicano por Próspero María Alarcón y Sánchez de la Barquera
(1899), Acta et decreta Concilii Provincialis Mexicani Quinti celebrati An. Dom.
MDCCCXCVI Metropolita (Editio Secunda, Mexici, Apud Herrero Fratres).
Este Concilio se comentó por F. Régis Planchet Pbro. (1900) en su obra El
derecho canónico y el clero mexicano, o sea anotaciones al Concilio V Mexicano
(México, Librería de la Vda. de Ch. Bouret).
h) Para derecho procesal la obra de Jacinto Pallares (1874), El Poder Judicial
o tratado completo de la organización, competencia y procedimientos de los
Tribunales de la República Mexicana (Imprenta del Comercio, de Nabor
Chávez, México). Existe una edición facsimilar del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal (México, 1992).
Se hicieron comentarios al Código Procesal Civil, entre los que destacan los
de Pablo Zayas (1872), Tratado elemental de procedimientos en el ramo civil,
conforme al Código puesto en vigor en el Distrito Federal el 15 de septiembre de
1872 (Neve Hermano Impresores, México, 2 tomos).
i) En materia de Derecho Militar, Derecho de la Guerra y Derecho Marítimo
(Herrera & González, 1937) podemos señalar a Blas José Gutiérrez Flores
Alatorre (1883), quien escribió en dos tomos sus Lecciones teórico-prácticas
de los procedimientos judiciales en los fueros común y de guerra o Códigos de
Procedimientos Penales y de Justicia militar (Imprenta de Gregorio Horcasitas,
México). Del mismo autor (1876) los Apuntes sobre los fueros y tribunales
militares, federales y demás vigentes en la república (Imprenta de J.M. Aguilar
Ortiz, México, 2 tomos), que se complementa con el Prontuario de citas de
disposiciones y doctrinas legales sobre los enjuiciamientos criminales ordinario,
federal, constitucional (o contra altos funcionarios), de imprenta, salteadores y
plagiarios y del fuero de guerra, con especialidades del civil contenidas en la obra
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

“Apuntes sobre los fueros y tribunales militares, federales y demás vigentes y


sobre los derechos marítimo, internacional, etc., etc.” (Edición de la Escuela de
Jurisprudencia, Imprenta de la Escuela de Artes y Oficios, México, 1880,
también desde luego de Gutiérrez Flores Alatorre).
En derecho marítimo la obra de Justo Sierra (1854), Lecciones del Derecho
Marítimo Internacional (Imprenta de Ignacio Cumplido, México), de la que
existe una edición facsimilar de la Secretaría de Pesca.
j) En relación con las Leyes de Reforma, la obra más importante es la de Blas
José Gutiérrez Flores Alatorre (1870) titulada Leyes de Reforma. Colección
de las disposiciones que se conocen con este nombre, publicadas desde el año de
1855 al de 1868, formada y anotada por el Lic. Blas José Gutiérrez catedrático
de procedimientos judiciales en la Nacional Escuela de Jurisprudencia (Miguel
Zornoza, Impresor, México). Sobre desamortización la obra de Luis G.
Labastida (1893), Colección de leyes, decretos, reglamentos, circulares, órdenes
y acuerdos relativos a la desamortización de los bienes de corporaciones civiles y
religiosas y a la nacionalización de los que administraron las últimas (Tipografía
de la Oficina Impresora de Estampillas, México).
k) También se llevaron a cabo traducciones de obras extranjeras en diversas
materias como el Manual elemental del derecho de la guerra, traducción de
la parte que con relación a esta materia contiene el Manual Elemental de
Derecho Internacional Público de R. Foignet (1900) (Tip. El Lápiz del Águila,
México), hecho por Luis G. Tornell. También de M. Bluntschli (1871), El
Derecho Internacional codificado (Trad., adiciones y notas de José Díaz
Covarrubias, Imprenta dirigida por José Batiza, México). Otro, esta vez de
derecho romano, Ever Bronchorst (1868), Explicaciones del jurisconsulto Ever
Bronchorst al título del Digesto, de diversas reglas del derecho antiguo (Trad. de
Pedro Ruano, Imprenta de Lara, México), y en derecho eclesiástico la obra de
Fernando Walter (1852), Manual del Derecho Eclesiástico Universal (Trad. al
español por J.M.B., 2ª ed., Librería de D. José María Andrade, París-México).

6.2 Fascículos o folletería

El folleto jurídico, señala Del Arenal (1987), fue una de las formas
editoriales adoptadas por la literatura jurídica mexicana que alcanzó un auge
extraordinario en el siglo XIX. Fue el folleto un medio de expresión de las
aspiraciones y controversias entre los miembros de la sociedad mexicana.

En cuanto a su contenido los folletos abarcaban gran variedad de temas,


como conflictos familiares, herencias, operaciones mercantiles, codificación,
escuelas de derecho, abogados, etc. Destacaron por su número e importancia
los folletines procesales, así llamados por Jaime del Arenal, consistentes en
alegatos, sentencias e informes de autoridades. Estos folletines eran un reflejo
La historia del derecho en México:
autores, obras y evolución
73
Oscar Cruz Barney

fiel de las necesidades y conflictos de la sociedad decimonónica mexicana (Del


Arenal, 1987, p. 83).

6.3 Artículos periodísticos

Las publicaciones periódicas incluían generalmente algún artículo de


carácter jurídico, en temas históricos, políticos, filosóficos, parlamentarios, o
bien de derecho positivo (González, 1988, pp. 163-165). Durante el siglo XIX
aparecieron diversas revistas jurídicas que ayudaron a desarrollar los estudios
de historia del derecho. Pensemos así en El Foro, El Derecho, la Revista de
Jurisprudencia y Legislación y la Revista Jurídica.

6.4 Textos académicos

Se trataba de los textos elaborados para la celebración de un acto académico


como la obtención de un grado o cátedra, o bien como puro ejercicio escolar
(González, 1988, pp. 166).

En las últimas décadas han aparecido publicados diversos textos para la


enseñanza de la historia del derecho mexicano, entre ellos:

Cruz, Ó. (1997). Historia del derecho en México. México: Oxford University Press. La
segunda edición aparece en 2005 con numerosas reimpresiones.

De la Torre, J.A. (2005). Lecciones de historia del derecho mexicano. México: Universidad
Autónoma de Aguascalientes, con una segunda edición en Editorial Porrúa en 2005.

Icaza, F. de (2008). Plus Ultra. La Monarquía Católica en Indias 1492-1898. México: Porrúa,
Escuela Libre de Derecho.

López, E. (2003). Historia del derecho mexicano. México: IURE Editores.

Margadant, G.F. (1990). Introducción a la historia del derecho mexicano. México: Esfinge.

Narváez, J.R. y Rabasa Gamboa, E. (coord.) (2007). Problemas actuales de la historia del
Derecho en México. México: Porrúa Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad de
México.

Rojas, A.A. (1996). Visión panorámica de la historia del derecho mexicano. México: Centro
Universitario México.

Soberanes, J.L. (1995). Historia del derecho mexicano. 3ª ed.. México: Porrúa (la primera en
la UNAM, la segunda en el Fondo de Cultura Económica).
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Capítulo 3
La verdadera justicia depende de la reforma a la profesión
de abogado

Hernán Alejandro Olano García1

Los antecedentes de la Universidad se encuentran en las escuelas de


pensamiento de la Grecia clásica. Las dos más importantes, aparte de los
círculos pitagóricos, son la Academia de Platón, fundada a comienzos del siglo
V a.C., y el Liceo de Aristóteles, donde la búsqueda de la verdad era la actividad
que por sí misma las justificaba.

Luego, el nacimiento de las universidades se basó en la tradición escolar


grecolatina, que a comienzos del siglo IX fue impulsada por Carlomagno,
en cuya época se dio origen al trivium (gramática, retórica y dialéctica), que
se complementaría con las cuatro disciplinas matemáticas del quadrivium
(geometría, aritmética, astronomía y teoría musical), de ahí que el primer
nombre que se le dio a la Universidad fue el de Estudio General, Studium
Generalis, cuyos fines aparecerían definidos en Las Partidas del rey español don
Alfonso X “El Sabio”.

En las palabras de don Alfonso está claramente expresada la esencia de


la Universidad como una comunidad de maestros y alumnos (magistrorum et
scholarium) dedicados a los saberes y la búsqueda de la verdad a partir de varios
hábitos, entre los que están:

a) Amor desinteresado a la verdad.


b) Cultivo de la mente con método, orden y sistema.
c) Difusión del conocimiento mediante publicaciones científicas.
d) Esfuerzo intelectual.
e) Especialización profesional.

1 Abogado, con estancia Post Doctoral en Derecho Constitucional como Becario de la Fundación
Carolina en la Universidad de Navarra, España. Doctor Magna Cum Laude en Derecho Canónico.
Magister en Derecho en Relaciones Internacionales y en Derecho Canónico. Especialista en Bioética,
Derechos Humanos, Derecho Administrativo y Gestión Pública, Liderazgo Estratégico Militar y Derecho
Constitucional. Director del Grupo de Investigación en Derecho e Historia de las Instituciones “Diego de
Torres y Moyachoque, Cacique Turmequé”, en la Universidad de La Sabana.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
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f) Estudio y rigor crítico.


g) Humildad intelectual, un hábito que tiene presente la debilidad de lo que
uno conoce y la intensidad de cuanto ignora.
h) Respeto por la opinión ajena y al que está en el error.
i) Veracidad y servicio.

Cada uno de esos hábitos debe llevar a profesores y estudiantes a encontrar


sus metas y objetivos.

En primer lugar el estudiante debe superar el que se le siga considerando


alumno, a lo que se llega encontrando la luz de la verdad superior. Dejar de ser
A- sin, lumno, lumni, lumen - Luz, una persona sin luz. Alumno también quiere
decir “alimentado” y por eso llamamos nodriza (“alma”) a la Universidad, digna
madre que alimenta a sus alumnos (“alma mater”). Al comienzo los estudiantes
sólo iban a la universidad a escuchar (audire), y por eso se exigía de ellos que
fueran ob-audientes, es decir, obedientes. Hoy en día su papel está en procurar
de cumplir lo mejor posible su compromiso consigo mismos.

1. Sobre la abogacía y el ejercicio de la profesión

El abogado o advocatus, de ad (a) y vocatus (llamado), a quien se requería


para asesorar en los asuntos judiciales o también para actuar en ellos, según
dice Ossorio (2006), era quien defendía en juicio a una persona por escrito
o de palabra, o intercedía por alguien hablando en su favor, lo cual ocurrió
muchos años, incluso a través de personas que ni siquiera tenían título que así
los acreditase, por eso la definición original se contradice con la que Cabanellas
(citado por Fierro Manrique, 1987) ofrece para definir el término abogado: “El
que con título legítimo ejerce la abogacía. También es el profesor en jurisprudencia que
con título legal se dedica a defender en juicio, por escrito o de palabra, los intereses o
causas de los litigantes” (p. 25).

Don Alfonso X “El Sabio” erigió la abogacía como un oficio público que sólo
podía ser ejercido a través de examen presentado ante magistrado, juramento
de desempeñar bien el cargo e inscripción de su nombre en la matrícula de
abogados. Así transcurrieron los siglos hasta la actualidad. Incluso, “hay
vestigios desde Nabucodonosor en el ejercicio profesional y, puede afirmarse
que Babilonia tenía ejemplos de normatividad y ejemplos de protoabogados”
(Botero Bernal, 2006, p. 19).

Después de la creación de Colombia en 1819 no todo el sistema jurídico


cambió de inmediato, ya que gran parte del llamado derecho “castellano-
La verdadera justicia depende de la reforma
a la profesión de abogado
81
Hernán Alejandro Olano García

indiano” (Mayorga, 1996, p. 51) continuó en vigor buena parte del siglo XIX,
incluso en la Constitución de Cúcuta de 1821, la que dispuso que “se declaran
en su fuerza y vigor las leyes que hasta aquí han regido en todas las materias y puntos
que directa o indirectamente no se opongan a esta Constitución ni a los decretos y las
leyes que expidiere el Congreso” (Uribe Vargas, 1977, pp. III, 397), disposición
que permitió que años después, al expedirse la Ley de Procedimiento Civil de
1825, se tuvieran en el orden de prelación de fuentes en todos los Tribunales
de la República, tanto civiles como “criminales”; de hecho, “el ejercicio de la
profesión del Derecho no se constituyó entonces como una defensa del otro
sino como una defensa propia o de sí mismo” (Botero Bernal, 2006, p. 21).

El ejercicio de la profesión de abogado, según Siqueiros (2009), “no debe


percibirse como una actividad de exclusivo beneficio personal, sino como una misión
de compromiso con la sociedad en la que actuamos. En tal virtud, el desempeño de
nuestras tareas profesionales debe estar vinculado a nuestra responsabilidad frente a
la comunidad” (pp. 525-529).

De igual forma, la misión del abogado debe ser cosmopolita, como


procuradores e impartidores de justicia nacional e internacionalmente, por
eso “el jurista debe estar imbuido de una fe honda y sincera en los postulados de la
justicia; en un deseo ferviente de luchar sin anteponer el lucro a tan noble propósito.
Aquellos de nosotros que no sigamos los postulados de la ética profesional no seremos
dignos exponentes de la abogacía” (Siqueiros, 2009, p. 527).

Quien ejerce nuestra profesión debe luchar por el derecho y obrar con rectitud,
como abogado y como juez, como juristas. Precisamente un buen juez debe obrar
bajo ciertos principios que se desprenden de las admoniciones de Don Quijote a
su escudero Sancho Panza para el gobierno de la Ínsula Barataria: “cuando pudiere
y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente; que no
es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo; si acaso doblares la vara de la
justicia, que no sea con el peso de la dádiva, sino con el peso de la misericordia”.

Esto es lo que Monroy Cabra (2000, 18) dio por denominar la “necesidad
de volver al sentido primitivo de la abogacía”, que se concreta con un principio
fundamental: “obrar con moralidad y rectitud de conciencia. La honradez, la bondad,
la firmeza, la prudencia, la ilustración y pericia, son consecuencia de la moralidad. Y
si se recuerda el origen histórico de la abogacía, se encuentra que antes que profesión
nació como una actividad señoril”.

Y agrega Monroy Cabra (2000):

“La realidad de la abogacía no es ni una corrupción generalizada, ni de un


prestigio basado en la práctica inmaculada. Hay que insistir en la necesidad de un
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

modo honrado o inteligente de cumplir la profesión. Los usos ilegales admitidos,


los abusos y corruptelas, la ilicitud de la mentira y el principio de que el fin no
justifica los medios, son violados crónicamente.

”La única manera de purificar «lo que huele a podrido» es aumentar el número
y calidad de actuaciones deontológicas claras y morales. No se puede permitir
que el pragmatismo se imponga, ni que se acepte la moral laxa o que se limiten
o supriman las exigencias morales. No se puede cooperar para el mal, ni puede
existir complicidad en la utilización de pruebas dolosas o medios inmorales o
ilícitos” (p. 18),

Señalando más adelante, para dejar inquietudes sobre la moralidad y


rectitud de conciencia, que:

“La moralidad es la regulación de los actos humanos de acuerdo con algunos


criterios, normas o leyes. Desde luego que la ética se refiere a los actos humanos
libres, morales, voluntarios e imputables, excluyendo los actos meramente
naturales, los físicamente coaccionados y los no imputables.

”La norma próxima de la moralidad es la conciencia personal, y la norma objetiva


es la ley.

”Cuando se dice que el abogado debe actuar con moralidad estamos expresando
que debe tener rectitud de conciencia.

”El ideal moral que tiene que tener el abogado es actuar en conciencia y a
conciencia como lo observa Rafael Gómez Pérez (Deontología Jurídica, EUNSA,
Pamplona, 1982, p. 128), la conciencia juzga según criterios anteriores a ella
y que ella no crea, sino descubre: la ley moral, la ley humana y la ley divino-
positiva. El abogado debe juzgar siempre con conciencia cierta y verdadera,
ha de seguirse la conciencia invenciblemente errónea y no es lícito actuar con
conciencia prácticamente dudosa. Desde luego que el abogado debe mirar la
ley moral para saber qué actos son moralmente buenos, malos o indiferentes,
e indagar la finalidad objetiva de la acción, las circunstancias que rodean el acto
y el fin que pretende el que realiza el acto. Existe libertad de conciencia, pero se
debe advertir que el fin no justifica los medios y que, por ende, no es lícito utilizar
pruebas falsas o que no sean inmaculadas.

”El abogado tiene responsabilidad moral, y por tanto debe actuar según su recta
conciencia y los dictados de la ley moral” (Monroy Cabra, 2000).

La función social de nuestra profesión, según el Decreto-Ley 196 de 1971,


art. 1°, establece que “La abogacía tiene como función social la de colaborar con las
La verdadera justicia depende de la reforma
a la profesión de abogado
83
Hernán Alejandro Olano García

autoridades en la conservación y perfeccionamiento del orden jurídico del país, y en la


realización de una recta y cumplida administración de justicia”, lo cual indica que:

“(…) la abogacía no es, como muchos piensan, un medio fácil para enriquecerse
sin importar los medios utilizados, ni es tampoco defender cualquier causa, así
sea injusta, si los honorarios son importantes, ni tampoco el abogado es un
hombre diestro en el manejo de la ley que puede defender a un mismo tiempo lo
blanco y lo negro” (Monroy Cabra, 2000, p. 20).

Citando también a Martínez Val, quien agrega:

“(…) la abogacía es una institución servida por profesionales libres e independientes,


y consagrada a la justicia, al consejo, a la concordia y a la defensa de intereses
públicos y privados, mediante la aplicación de la ciencia y de la técnica jurídicas”.

2. Los abogados, la moral y el derecho

En relación con los jueces, quienes también son abogados, el Papa Francisco
(2014) expresó su estima por la actividad que desempeñan, “finalizada –ha
dicho– al buen funcionamiento de un sector vital de la convivencia social”.

El aspecto ético del trabajo de magistrado ha sido el primer punto del breve
discurso del Santo Padre, que ha puesto de relieve cómo en todos los países
las normas jurídicas “están destinadas a tutelar su libertad e independencia
para que pueda cumplir con las necesarias garantías su importante y delicada
tarea (...) respondiendo adecuadamente al encargo que la sociedad les confía y
manteniendo una imparcialidad irrebatible” (Papa Francisco, 2014).

La independencia del magistrado y su objetividad de juicio,

“(…) requieren una aplicación atenta y puntual de las leyes vigentes. La certeza
del derecho y el equilibrio de los diversos poderes de una sociedad democrática
encuentran su síntesis en el principio de legalidad, en nombre del cual el
magistrado actúa. Del juez dependen decisiones que repercuten no solamente
en los derechos y los bienes de los ciudadanos, sino que atañen a su misma
existencia” (Papa Francisco, 2014).

El Papa Francisco (2014) ha citado algunas de las cualidades intelectuales,


psicológicas y morales que debe poseer cualquier representante de la
magistratura y que den garantía de fiabilidad, destacando entre ellas de forma
específica la prudencia, ya que:
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

“(…) no es una virtud para quedarse quieto, para decir: «Yo soy prudente y me
paro». ¡No! Es una virtud de gobierno, para sacar adelante las cosas, la virtud
que lleva a sopesar con serenidad las razones de derecho y de hecho que deben
estar en la base del juicio. Se tendrá más prudencia cuando se posea un equilibrio
interior, capaz de dominar el influjo derivado del carácter propio, del propio
punto de vista, de las propias convicciones ideológicas”.

La sociedad espera mucho de la magistratura, ha señalado el Pontífice


(2014), sobre todo en un contexto como el actual, “caracterizado, entre otras
cosas, por la aridez progresiva del patrimonio de valores y de la evolución de las
estructuras democráticas”, y ha exhortado a los magistrados a “no decepcionar
las legítimas expectativas de la gente” y a esforzarse siempre en ser “un ejemplo
de integridad moral para toda la sociedad (…), un testimonio ejemplar del estilo
propio del fiel laico cristiano; leal a las instituciones, abierto al diálogo, firme y
valiente cuando se trata de defender la justicia y la persona humana”2.

Colombia no ha sido ajena a la victimización de la Rama Judicial por muchos


motivos. Recordemos al juez Tulio Manuel Castro Gil, luego a los magistrados
de la Corte Suprema de Justicia, junto con otras personas sacrificadas por el
M-19 ese 6 y 7 de noviembre de 1985 (Olano, 2015, p. 16).

Los magistrados, auxiliares, abogados, empleados administrativos y de


servicios de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado, así como
los visitantes frecuentes u ocasionales del Palacio de Justicia en el centro
de Bogotá se encontraban realizando sus actividades habituales el 5 y 6 de
noviembre de 1985. Nadie podía imaginar que 28 horas después el Palacio
sería arrasado como consecuencia de una de las acciones más demenciales
que el país ha presenciado, resultado de la violenta incursión armada de la
guerrilla y la desproporcionada respuesta del Estado: el uso de armamentos
y explosivos de todo tipo, inexplicable vacío de poder del Gobierno, incendios
que destruyeron la edificación y el saldo trágico de cerca de un centenar de
personas que perdieron la vida entre civiles, miembros de la fuerza pública y
guerrilleros, y al menos 11 cuyo paradero aún se desconoce.

Pero no estamos aquí solo para hablar de los jueces, muchos tan
cuestionados ética y moralmente por sus influencias políticas y económicas,
sino también para ver los autores y textos “que han perdurado más allá del
naufragio provocado por el oleaje del olvido y la desidia de los siglos (…) Son lo más
resistente a ser engullido por el olvido” (Téllez Maqueo, 2009).

2 Vatican Information Service, VIS. Junio 17 de 2014.


La verdadera justicia depende de la reforma
a la profesión de abogado
85
Hernán Alejandro Olano García

3. Los grandes maestros y los grandes abogados

Lo primero que deberíamos realizar los abogados es revisar la obra


jurídica de Andrés Bello y luego continuar con la elaboración de una revisión
y complementación del listado y compilación de los textos de las distintas
áreas, de lo más representativo del derecho nacional, comenzando por
Fernando Vélez, y recordando a Cerbeleón Pinzón, Avelino Escobar, Juan
Félix de León, Ezequiel Rojas, y su contraparte: Miguel Antonio Caro,
Alfonso López Michelsen y su contraparte: Leopoldo Uprimny Rosefeld,
Adán Arriaga Andrade, Jaime Azula Camacho, Germán Cavelier, Edmond
Champeau, José Vicente Concha, Hernando Devis Echandía, Darío Echandía
Olaya, José María Esguerra Samper, Nicolás Esguerra, Juan Camilo Restrepo
Salazar, Hernando Franco Idárraga, Bernardo Gaitán Mahecha, Julio Rozo
Rozo, Jorge Eliécer Gaitán, Nicolás García Zamudio, César Gómez Estrada,
Monseñor Rafael Gómez Hoyos, Guillermo González Charry, Jorge Enrique
Gutiérrez Anzola, Juan Benavides Patrón, Carlos Betancur Jaramillo, Juan
Rafael Bravo Arteaga, José Joaquín Caicedo Castilla, Carlos Holguín Holguín,
Fernando Hinestrosa Forero, Esteban Jaramillo, Adolfo León Gómez, Carlos
Lleras Restrepo, Hernán Fabio López Blanco, Carlos Lozano y Lozano, Carlos
Medellín, Diego Mendoza Pérez, Hernando Morales Molina, Marco Gerardo
Monroy Cabra, Miguel Moreno Jaramillo, Abel Naranjo Villegas, Álvaro Pérez
Vives, Francisco de Paula Pérez, Mauricio Plazas Vega, Eduardo Posada, Carlos
Restrepo Piedrahita, Diego Uribe Vargas, Félix Restrepo, S.J. Emilio Robledo
Uribe, Antonio Rocha Alvira, Eduardo Rodríguez Piñeres, Eustorgio Sarria,
Hernando Tapias Rocha, Rafael Uribe Uribe, Diego Uribe Vargas, Alfredo
Vásquez Carrizosa, Jorge Vélez García, Jaime Vidal Perdomo, Luis Villar
Borda, Jesús María Yepes, José Ignacio Narváez García, Rodrigo Noguera
Laborde, de los cuales existen obras “clásicas”.

También podrían estudiarse algunas piezas como el discurso de Bernal


Medina, o los estudios realizados por expertos para la elaboración de códigos,
como los de Parmenio Cárdenas,  Blas Herrera Anzoátegui, entre otros, ni
mucho menos las obras del profesor Roberto Suárez Franco. Tampoco puede
desconocerse el legado latinoamericano de Ángel Ossorio y Gallardo en El Alma
de la Toga, y es que los abogados no sólo somos “espíritus prácticos”, pues:

“(…) si leemos de derecho, seremos abogados; pero sólo abogados. Y ser abogado
no es un mal inicio. Pero ser sólo abogado pudiendo ser al mismo tiempo un
homo integer es un grave error. Si además de «buenos abogados», queremos
ser «abogados buenos», o sea, abogados justos, y por tanto, seres humanos
felices, entonces debemos leer otra clase de textos: los textos clásicos” (Téllez
Maqueo, 2009).
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Sobre ese punto insiste en incluir dentro del listado tres cánones, propuestos
en 1937 por un destacado profesor de la Universidad de Columbia llamado
John Erskine, quien aterrado con la necesidad de incorporar a los inmigrantes
a su nuevo país propuso que el mejor modo de lograr la incorporación de los
inmigrantes era hablarles de lo que tenían en común tanto americanos como
europeos: la civilización occidental:

a) Canon Universal (literatura): Homero, Platón, Virgilio, Dante, Shakespeare,


Cervantes, Moliére y Goethe.
b) Canon Universal (filosofía): Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino, Kant, Hegel.
c) Canon de la Universidad de Columbia (humanidades): Homero, Safo,
Esquilo, Sófocles, Eurípides, Tucídides, Aristófanes, Platón, Cicerón,
Sagrada Biblia, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Cristina de Pisan,
Maquiavelo, Calvino, Descartes, Locke, Dante, Bocaccio, Montaigne,
Shakespeare, Milton, Cervantes, Hume, Smith, Hegel, Goethe, Austen,
Woolf, Marx, Conrad, Mill, Freud, Weber, Gramsci, Arendt, Lenin,
Habermas, Tolstoi, Dostoyevsky, Aristóteles, Galileo, Virgilio, Hobbes,
Rousseau, Kant, Darwin, Nietzche.

Estos cánones, asegura el profesor Téllez (2009) de la Universidad


Panamericana, se asocian a aspectos pedagógicos en la formación del jurista,
tales como:

a) El cultivo del método del caso.


b) La simulación de juicios.
c) Las prácticas forenses (diríamos aquí hoy que nuestro Consultorio Jurídico
y las Clínicas Jurídicas que se están organizando en varias facultades de
derecho del país).

Así consagro esta propuesta para las reformas curriculares que actualmente
se estudian en muchas facultades de Derecho, pues como Director de un
Programa de Humanidades veo estas falencias no sólo en la formación de los
profesionales, sino, específicamente en la de los abogados, ya que actualmente
en los centros universitarios, debido a los afanes de la globalización, se impone
el pensamiento de que todo ya es conocido y que los fundamentos históricos
del Derecho son cosa de otros tiempos.

4. Los abogados y los estudios de historia del derecho

Una asignatura como la historia del Derecho debe comprender el campo


de los deberes que implica la profesión de abogado, mediante el estudio
La verdadera justicia depende de la reforma
a la profesión de abogado
87
Hernán Alejandro Olano García

de las regulaciones éticas que la enmarcan y sus expresiones normativas,


identificando el sentido de ellas dentro de una visión clara de la ética personal y
social. Se trata, así, de una reflexión sobre la profesión de abogado en su origen,
su práctica, su fundamento, y una explicación a fondo del estatuto profesional.

Como competencia general se debe comprender el campo de las


obligaciones que implica la profesión de abogado a partir del estudio de las
regulaciones éticas que la enmarcan y sus expresiones normativas, con el fin de
que el jurista actúe personal y profesionalmente de manera ética.

El estudio de la historia del derecho se encuentra con el del derecho


natural, ius naturale, entendido como una ley que siempre es justa y equitativa,
al margen de las costumbres y los usos morales y jurídicos locales. La historia
del derecho puede ser solo el estudio de los ordenamientos jurídicos del pasado,
que muchas veces se confunden con la ciencia política, ya que “son los poderes
del Estado quienes crean el derecho vigente” (Gaviria Gil, 2012, p. 132).

En la Historia y el Derecho el objetivo general ha de ser estudiar nuestra


profesión y las normas que rigen las especialidades, para que se pueda estudiar
al “hombre y la mujer de manera paralela al tiempo y a los fenómenos del
derecho” (Londoño Hidalgo, 2014, p. 23).

Aún con dispersión de temas, así como del estudio desorganizado de


cada una de las ramas del derecho o de su legislación propia, hay que tener en
cuenta, según Londoño Hidalgo (2014, p. 28), unos lineamientos de lo que es
la historiografía del derecho en Colombia:

a) Dispersa: al aproximarse a la historiografía del derecho en Colombia hay


que hacerlo con una perspectiva de integración de los trabajos existentes.
Es evidente su existencia; solo es necesario un trabajo de articulación e
integración. De ahí que las posiciones facilistas no le den carta de existencia
por no existir un cuerpo aparente de obras.
b) Centrada especialmente solo en aspectos de derecho público: las principales
obras de historia del derecho en Colombia son las que forman parte de la
rama del derecho constitucional en el derecho público.
c) Sin continuidad: no hay una secuencia de obras: hasta ahora se evidencia
esfuerzos en ese sentido como en el caso de la Facultad de Derecho de la
Universidad de los Andes.
d) Escasa en su circulación y difusión: algunos de los trabajos más importantes
o están agotados o sus ediciones son de muy corta difusión.

Y es que:
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
88
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

“(…) durante muchos años la historia del derecho fue estudiada no por
profesionales de la historia ni por muchos juristas, sino que se estudió también
por los docentes y, en general, en muchos casos existieron estudios pequeños
que a la luz de hoy son historia del derecho, que provenían de los libros de
enseñanza. Estos libros tienen mucha importancia, ya que eran memorizados
por los estudiantes y a su vez estos lo hacían con sus hijos, pues formaron parte
de una profunda raíz llena de nacionalidad, de héroes y de historias llamativas de
entonces” (Londoño Hidalgo, 2014, p. 68).

Para poder estudiar nuestra historia del derecho, como objetivos


específicos, busco que el estudiante de Derecho, e incluso el profesional,
capte las semejanzas y diferencias del proceso en el Derecho Comparado y
tenga unas nociones básicas al respecto, que por su propia cuenta le permitan
ahondar en el tema cuando sea necesario, pues en la gran mayoría de las
Universidades el Derecho Comparado se ve como algo inalcanzable dentro
del desarrollo del programa fijado, pero no como la ciencia de carácter
internacional e interdisciplinar que tiene por objeto el estudio del método
comparativo y los sistemas jurídicos del mundo, de ahí que por ejemplo en
Colombia el número de profesores de Derecho Procesal sea tan escaso y en
últimas las Universidades deban recurrir a los litigantes para que enseñen
lo que los poquísimos tratadistas colombianos han referido sobre el tema
en sus elocuentes obras, notándose en ellas el gran vacío de bibliografía y
material complementario para desarrollar las asignaturas relacionadas con
Historia del Derecho, que prácticamente por tiempo se reducen al estudio de
unos principios que rigen el Derecho, o a la “historia de los héroes”, corriente
que “asimila la historia del derecho a la historia de la legislación (…) y a los
juristas y abogados que crearon las primeras normas del Estado” (Gaviria
Gil, 2012, p. 141); en segundo lugar los que sólo analizan tópicos como las
materias que estudiaban los abogados en las universidades, la relación entre la
educación legal y el proceso de formación del Estado y el papel de los abogados
en el movimiento de independencia durante la década de 1810 y su posterior
relación con la constitución del Estado liberal (Gaviria Gil, 2012, p. 143),
y el tercer grupo, de quienes han estudiado la codificación del siglo XIX, el
multiculturalismo y el derecho indiano (Gaviria Gil, 2012, p. 144).

Por ejemplo, en el Instituto de Derecho Comparado de la Universidad


Complutense de Madrid, donde se cursa el Doctorado y el Magister en Derecho
Comparado, el programa incluye las siguientes materias, que se extraen de los
programas que sobre Derecho Procesal se estudian en Colombia:

a) Sistema Romanista y Germano.


b) Sistema Angloamericano.
La verdadera justicia depende de la reforma
a la profesión de abogado
89
Hernán Alejandro Olano García

c) Sistema Socialista.
d) Sistema Hispanoamericano.
e) Sistema o Derechos Islámicos y el Jalmúdico.
f) Derechos Africanos.

Además de una serie de seminarios adicionales como los que se enumeran


a continuación:

Desarrollo, evolución y presupuesto del Derecho Constitucional Iberoamericano


a) Estudio comparativo de los ordenamientos penales iberoamericanos.
b) Privatización en el Derecho Comparado.
c) Códigos Civiles Iberoamericanos.
d) Comunidad Económica Europea e Iberoamericana.
e) Derecho Matrimonial Comparado.
f) Nuevos Contratos Mercantiles.
g) Arbitraje Comercial e Internacional.
h) Supranacionalidad y Nacionalismo.
i) Abogado y Derecho Comparado.
j) Defensa del Consumidor en el Derecho Comparado Iberoamericano.
k) Movimientos Sociales.
l) Protección al Medio Ambiente en Derecho Comparado.
m) Comercio Internacional.

Desafortunadamente, como ya se mencionó, el conocimiento que de estos


temas tenemos en Colombia y Latinoamérica es vago e impreciso.

Ahora bien, si gracias a la Ley 1029 de 2006 volvería a las aulas, después
de la desafortunada exclusión del pensum educativo de la asignatura historia,
mediante el Decreto 1002 de abril 24 de 19843, expedido por el “humanista”
Belisario Betancur como política de su Plan de Desarrollo “Cambio con
Equidad”,  a través de la Oficina de Currículo del Ministerio de Educación
Nacional, cartera a cargo del conservador Rodrigo Escobar Navia.

Según la Academia Colombiana de Historia, “la Oficina de Currículo


era una dependencia que navegaba en la burocracia teniendo como guía el
materialismo internacional con centro en Moscú” (Monroy Reyes, 1985, pp.
639-640), de esta forma la Academia recordaba las palabras de Fidel Castro

3 Por el cual se establece el Plan de Estudios para la educación preescolar, básica (primaria y
secundaria) y media vocacional de la educación formal colombiana.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

luego de derrocar a Fulgencio Batista por medio de la violencia, al rectificar


su estrategia sosteniendo que la izquierda podía derrotar a los gobiernos
burgueses no usando bombas y cañones sino “infiltrándose” en los cuerpos de
profesores, y así hemos visto cómo “está demoliéndose la historia en beneficio de
los que sabemos” (Arciniegas, 1985, pp. 973-974).

Para las facultades y los programas de Derecho el Ministerio de Educación


Nacional expidió la Resolución 2768 de 2003, la cual en su artículo 2° señala
la obligatoriedad de los cursos de historia del derecho e historia de las ideas
políticas como componente del área humanística en el pensum formativo
del abogado, pero el resto de los estudiantes universitarios continúan con los
vacíos que nos dejó Belisario.

Es precisamente en la historia donde encontramos nuestro futuro para


el establecimiento y conservación de la identidad nacional. Cuando nos
propusimos elaborar esta obra se pudo observar que un gran reto para el futuro
parece ser mantener la investigación en historia como función prioritaria que
nos abre los caminos del progreso con el estudio de nuestra historia, lo cual
generará una sociedad con un sano sentido del bien común, con una moral
social y espíritu público, y con una viva memoria de su propio pasado; podría
decirse que es educar para la ciudadanía.

Como decía el historiador antioqueño Julio César García, “pensar en lo


que nos une y no en lo que nos divide, debe ser el lema de todos, para que podamos
presentar un frente único en el esfuerzo por resolver los problemas nacionales”, y
nada tan importante para la unión como el estudio de la Historia despojado del
manto de la parcialidad o del silencio, como algunos han sido formados.

En los actuales momentos lo que mejor se puede hacer para enseñar


historia del derecho es presentar un manual general que muestre de nuestra
ciencia los hechos pasados que han construido nuestro presente y que son la
base del futuro de Colombia.

En torno a los temas que nos ocupan el profesor Botero Bernal (2005), ha
dicho que:

“(…) el nuevo impulso que se espera llegue a tener la historia del derecho en
Colombia enfrentará diversos retos, entre los cuales hay tres de gran importancia:
el primero versa sobre la existencia de una conciencia jurídica colombiana
atravesada por prejuicios que darán guerra a toda visión académico-histórica del
fenómeno jurídico, tales como: la visión pleitómana de la profesión jurídica, la
concepción del ejercicio profesional como un oficio sin posibilidades teoréticas
La verdadera justicia depende de la reforma
a la profesión de abogado
91
Hernán Alejandro Olano García

e investigativas, la corrupción de la abogacía, etc. El segundo apunta al bajo


perfil de muchos docentes de derecho colombianos, quienes consideran que la
formación jurídica se circunscribe a la enseñanza de los rodeos de la ley vigente.
Y, por tercer reto, la poca literatura en historia del derecho colombiano” (p. 21).

Ahora bien, con ocasión de la nueva estructura judicial que surgió de la


reforma constitucional del equilibrio de poderes con la Comisión Nacional de
Disciplina Judicial y el Consejo de Gobierno Judicial, se debe también regular
lo relativo a la colegiatura obligatoria de abogados, como ocurre en muchos
países, para regular el ejercicio de la profesión ante el creciente número de
abogados sancionados por la Judicatura, ya que:

“Es notorio que a lo largo de la historia de la colegiación de abogados ha


trascendido e influido el momento histórico en el cual estas organizaciones
pretendían regular el comportamiento ético de sus agremiados, y en definitiva en
nuestros días ha recobrado especial importancia por los acontecimientos sociales
recientes en donde se refleja una fuerte necesidad de reglamentar la conducta de
quienes manejan el destino jurídico de los ciudadanos.

”En esta atmósfera es trascendente no dejar de lado el papel de las universidades,


pues si se pugna por la necesaria colegiación de los abogados a razón de la falta
de un comportamiento poco ético de éstos es menester considerar cuál es la
formación que en estas instituciones se otorga.

”Al respecto podemos señalar que en el nuevo contexto global, social y económico,
la visión del abogado y su formación ética han sido muy cuestionadas y criticadas,
especialmente el comportamiento de litigantes, funcionarios públicos y de los
miembros del poder judicial. El maestro Luis María Bandieri, al respecto, hace
referencia a la importancia de la vida universitaria en la formación del abogado,
al señalar que: «(…) ambos tipos de comprobaciones son desalentadoras y
claramente percibidas por los profesores, alumnos y profesionales del derecho
y que a su vez, generan una crisis de confianza por parte de la sociedad, de los
profesionales y de quienes se aprestan para serlo, de la preparación universitaria de
los abogados. Por otra parte, la sociedad manifiesta, cada vez más intensamente,
su descreimiento acerca de la idoneidad y de la honestidad de jueces y abogados.
Síntoma inequívoco, esta vez, de una crisis de confianza en la capacidad y en la
corrección de la conducta profesional, que se acompaña de una deslegitimización
social respecto de las prerrogativas y consideración otorgados tradicionalmente a
jueces y abogados»” (Espinoza Monroy, año, pp. 155, 166-167).

Hay que tener en cuenta las siguientes ventajas y desventajas:


Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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“Ventajas:

• Permitiría al colegio practicar exámenes de conocimientos a los abogados que


deseen ejercer la profesión, con lo que se evitaría que la ejerzan quienes carezcan
de los conocimientos necesarios. Además, se sancionaría con la inhabilitación a
los que sean excluidos del colegio por conductas deshonestas.
• En países desarrollados existe la colegiación obligatoria para los abogados y
ha dado resultados satisfactorios.

Desventajas:

• La falta de preparación de los abogados no se soluciona necesariamente


con la colegiación obligatoria. Debe remediarse durante la etapa de estudios de
licenciatura. La práctica de exámenes a los abogados por parte de los colegios de
abogados, no es una solución ideal, ya que mucho depende de la calidad de los
estudios realizados para obtener el título de licenciado en derecho.
• Existe una tendencia hacia la especialización por ramas del derecho, por lo
que sería poco práctico examinar en materia civil o tributaria. Pero tampoco se
puede llegar al extremo de que la colegiación sea por especialidad, ya que muchos
abogados, sobre todo en la provincia se dedican a diversas ramas”.

También hay que tener en cuenta que conforme a la multiplicidad de


documentos que justifican los estándares de calidad para el registro calificado
de varios programas de Derecho en el país, se han diagnosticado algunas
deficiencias en la formación de los abogados, que a mi juicio impedirían
finalmente su colegiatura y que se concretan en las siguientes circunstancias
(Sandoval Cumbe, et al, 2007):

“• El énfasis lo gana lo procesal, lo contencioso, antes que lo sustantivo y los


sistemas alternativos de solución de conflictos,
• La carencia del profesorado de tiempo completo que asista al estudiante en
un proceso educativo y que apoye la investigación que debe darse al interior de la
universidad,
• La deficiente educación instrumental o técnica del abogado,
• La multiplicidad de conocimientos sin una articulación que permita una
formación integral,
• Las evidentes fallas en la formación humanística de los abogados,
• Las universidades no están formando los abogados que requiere el país” (p.
136).

En un estudio realizado en 1995 por el Ministerio de Justicia y del


Derecho se determinó que había por entonces 78.000 abogados de los cuales
La verdadera justicia depende de la reforma
a la profesión de abogado
93
Hernán Alejandro Olano García

cerca de 70.000 poseían Tarjeta Profesional, de modo que por cada 1.000
habitantes había 222 abogados, mientras que en Chile sólo había 64, Ecuador
86, Argentina 152 y en Bolivia 153. Una década después se habían otorgado
cerca de 146.000 tarjetas profesionales, con un promedio de 289 abogados por
habitante (Sandoval Cumbe, et al, 2007, p. 94).

5. El futuro de la profesión

Del mismo modo, antes de 1992 existían 38 facultades de derecho; 56


en 1995, y en 2005 había ya 117. Para 2010 el dato es de 123 programas de
derecho en el país, de los cuales solamente 24 se encuentran con acreditación
de alta calidad.

El concepto de calidad que se exige hoy de los programas de Derecho debe


superar la antigua concepción de la enseñanza de esta ciencia, que a finales
de los años ochenta del siglo XX apuntaba a los siguientes temas (Molina
Betancur, 2010, 168):

a) Análisis de casos concretos y particulares.


b) Desprecio y desvalor por la teoría del derecho.
c) Predominio de la enseñanza nemotéctica de los códigos.
d) Predominio del positivismo jurídico en la aplicación del derecho.
e) Privilegio de la escritura en las formas de aplicación del derecho.
f) Rol activo de la enseñanza vs. rol pasivo del aprendizaje.
g) La casi inexistencia de la enseñanza de la ética y la responsabilidad
profesional.
h) Concepción del derecho como fundador de la sociedad.
i) Enseñanza retórica del derecho.
j) Inexistencia de la investigación formativa en los estudios del derecho.
k) Inexistencia de la segunda lengua.
l) Currículos rígidos, extensos y unilaterales (p. 168).

Por esta razón se han puesto en una balanza esos elementos y se matizan
proponiendo que la nueva concepción de la enseñanza del derecho debe estar
encaminada a buscar (Molina Betancur, 2010, p. 170):

a) Análisis de casos abstractos y generales.


b) Aprecio y valoración por la teoría jurídica.
c) Predominio de la enseñanza analítica del derecho.
d) Privilegio de la oralidad en la aplicación del derecho.
e) Rol interactivo entre la enseñanza y el aprendizaje.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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f) Concepción del derecho como instrumento para transformar la sociedad.


g) Enseñanza del método socrático: discusión y reflexión, aprender haciendo.
h) Incursión de la ética y responsabilidad profesional.
i) Incursión de la investigación formativa en los estudios del derecho,
j) Incursión del bilingüismo.
k) Incursión del realismo jurídico en la aplicación del derecho.
l) Currículos flexibles, móviles y transversales.

Las instituciones de educación superior pueden, en consecuencia,


establecer los requisitos que estimen convenientes para ofrecer los niveles de
calidad que el artículo 67 Constitucional contempla. De la garantía de calidad
de la educación son responsables el Estado, las entidades de educación superior
y los educandos. Así, en su orden, el Estado tiene la labor de inspeccionar y
vigilar que ello sea una realidad; las universidades deben adoptar las medidas
necesarias que les permita garantizar la idoneidad profesional de sus egresados,
y estos últimos deberán acatar las disposiciones que para tales fines impone
la Constitución, la ley y los estatutos internos de las entidades de educa-
ción superior en las que voluntariamente deciden adelantar sus estudios, con
base en lo decidido desde la expedición de la Sentencia T-309 de 1993 de la
Corte Constitucional.

Otro aspecto tiene que ver con los Exámenes de Estado de la Calidad de
la Educación (ECAES), que se denominan Pruebas Saber Pro, que son pruebas
académicas de carácter oficial y obligatorias que forman parte, con otros
procesos y acciones, de un conjunto de instrumentos de que el Gobierno
Nacional dispone para evaluar la calidad del servicio educativo.

A través de esta prueba el Ministerio de Educación Nacional pretende


comprobar el grado de desarrollo de las competencias de los estudiantes que
cursan el último año de los programas académicos de pregrado que ofrecen las
Instituciones de Educación Superior.

Así mismo, a través de ellas se obtiene información sobre el estado actual


de la formación en las diferentes áreas, información que proporciona una
visión de conjunto sobre los estudiantes, programas e instituciones, así como
también sobre el país, los departamentos y municipios.

En 2005 la “moda” fue la del estudio del Derecho por competencias siguiendo
el modelo Tuning de la Unión Europea, administrado por la Universidad de
Deusto, modelo que en nuestra zona sólo ha sido adoptado por Ecuador, ante lo
cual yo propuse en ese momento que se diera una ponderación de importancia a
las competencias genéricas de Derecho, al parecer inmodificables y obligatorias
La verdadera justicia depende de la reforma
a la profesión de abogado
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Hernán Alejandro Olano García

punto a punto según los europeos, así como incluir otras o también mejorar
la redacción a las existentes y comprometer al profesional del Derecho, en
principio, a que se le dé una formación en valores, en estructura de su ciencia,
y por último en un nivel instrumental complementario, como el que surge de
la necesidad de una segunda lengua.

Así las cosas, se organizan unos puntos, de los cuales cada profesor escogerá
uno o varios para poder elaborar el programa de cada una de sus asignaturas,
sin dejar de lado la historia del derecho, o al menos la de su especialidad dentro
del derecho:

a) Actúa en forma ética y transparente con responsabilidad social, buscando


de manera leal y eficiente la justicia y la equidad en sus actuaciones, para
defender adecuadamente los intereses de quienes representa.
b) Actúa con capacidad jurídica, con el apoyo técnico necesario para ejercer el
debido proceso, razonado y con argumentos, ante autoridades judiciales o
administrativas.
c) Comprende adecuadamente los fenómenos políticos, sociales, económicos,
personales y psicológicos, entre otros, considerándolos en la interpretación
y aplicación del Derecho.
d) Conoce la historia del derecho e interpreta y aplica los principios generales
del Derecho y del ordenamiento propio de su país, así como las diferentes
normas del sistema jurídico nacional e internacional en casos concretos.
e) Conoce al menos una lengua extranjera distinta a la materna, que le
permita actuar eficientemente en el ámbito jurídico.
f) Considera la importancia y la pertinencia del uso de los Medios Alternativos
de Solución de Conflictos (MASC).
g) Es capaz de enfrentar nuevas situaciones y contribuir a formular soluciones
jurídicas en casos generales y particulares.
h) Está comprometido con los Derechos Humanos y el Estado social y
democrático de derecho.
i) Posee capacidad de ejercer su profesión trabajando en equipo, bien sea
con colegas o con expertos de otras carreras, contribuyendo de manera
efectiva en la solución de casos.
j) Posee capacidad para analizar una diversidad muy amplia de trabajos
complejos en relación con el Derecho, y de sintetizar sus argumentos en
forma precisa.
k) Posee capacidad para aplicar sus conocimientos de manera eficaz en un
área determinada de su profesión.
l) Posee capacidad para decidir si las circunstancias de hecho son sufi-
cientemente claras para poder adoptar en Derecho una decisión bien
fundada.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
96
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

m) Posee capacidad para dialogar y debatir desde una perspectiva jurídica y


con conciencia crítica, comprendiendo las distintas teorías y conceptos,
jurídicos y filosóficos del Derecho, con el efecto de articularlos y proponer
y tomar una solución jurídica razonada.
n) Posee capacidad para ejercer la investigación científica en su actividad
profesional.
o) Posee capacidad para redactar textos y expresarse de manera adecuada en
forma verbal y escrita con un lenguaje fluido y técnico-jurídico, así como con
una adecuada gramática acorde con las actualizaciones idiomáticas recientes.
p) Posee capacidad para utilizar la tecnología, así como los avances de ésta, en
la búsqueda de la información relevante para ejercer su carrera, así como
para actualizarse profesionalmente.

Estas reflexiones y normas permitirían, desde las aulas, superar la creencia


de que la abogacía no puede ser “un asunto de práctica profesional”; esa es la
lucha que se debe superar entre el académico y el profesional del Derecho, es
decir, entre abogados dedicados a la universidad y abogados dedicados al litigio
o ejercicio profesional, o entre profesores de asignaturas de fundamentación
jurídica y profesores de asignaturas de fundamentación práctica, es decir
los procesalistas. Queda entonces una pregunta por resolver: Sin conocer el
pasado, ¿posee futuro la profesión jurídica?

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Capítulo 4
Tendencias de los estudios historiográficos y la cultura
del libro jurídico

Mónica Patricia Fortich Navarro1

El objetivo central de este texto es revisar algunos de los elementos de


las teorías de Roger Chartier (2000) sobre la historia del libro y el panorama
de los estudios historiográficos que permiten una historia del libro en el
marco de diferentes estudios sobre la historia de las mentalidades (Escuela de
Annales), y las posibilidades que dichos referentes ofrecen para un estudio de
la historiografía del derecho en clave de una historia de los libros jurídicos.

1. Una apuesta metodológica denominada cultura del libro

La herramienta de investigación denominada cultura del libro permite un


marco teórico y una herramienta metodológica para avanzar en investigaciones
sobre los procesos de producción, circulación y recepción de textos. Dicho
enfoque metodológico que hemos propuesto se ofrece como un instrumento
de revisión interdisciplinaria para las personas y la comunidad académica
interesada en comprender los procesos de creación de textos y discursos
contenidos en los libros, entendidos como “una estructura viva” resultado de
los hechos sociales, los imaginarios, y las expresiones materiales y simbólicas
de diferentes grupos humanos.

Entre los objetivos de dicha propuesta es necesario hacer un recorrido por


la “historiografía del libro” y la sociología del libro, que nos permita una serie

1 Abogada de la Universidad de Cartagena. Magistra en Literatura Hispanoamericana


Seminario Andrés Bello, Instituto Caro y Cuervo. Doctora en Sociología Jurídica e Instituciones Políticas,
Universidad Externado de Colombia. Doctora en Derecho y Ciencias Sociales, Facultad de Derecho,
Universidad Nacional de Educación a Distancia UNED-España. Becaria Posdoctoral Facultad de Derecho
–Doctorado en Derecho Universidad de los Andes–. Docente investigadora de la Facultad de Derecho en
pregrado y posgrado, Universidad Libre, Seccional Bogotá. Centro de Investigaciones Socio Jurídicas,
Grupo de investigación Derecho, Sociedad y Estudios Internacionales, Línea de Investigación Sociología,
Historiografía y Cultura Jurídica Latinoamericana. Coordinadora del I Encuentro Internacional de
Historiografía, Sociología y Cultura Jurídica Latinoamericana, 2015.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
100
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

de referencias teóricas para comprender el mundo de los libros, en aspectos que


van desde sus formatos hasta las formas de lectura, construcción de bibliotecas
o redes de sentido discursivo de los lectores.

En este sentido advertimos una precisión de términos que será objeto


de reflexiones por los historiadores, y es justamente el uso de la expresión
historiografía para referirse a la relación “historia y grafía” en el sentido
propuesto por Michel de Certeau, y retomado por Chartier (2007), en reflexión
sobre la historia como relato y como conocimiento, en una tradición donde la
idea de la historia como narrativa, relato o escritura estaba ausente:

“(…) la historiografía (es decir «historia» y «escritura») lleva inscrita en su nombre


propio la paradoja –y casi el oxímoron– de relación de dos términos antinómicos:
lo real y el discurso. Reconocer esa paradoja conduce a repensar oposiciones
formuladas demasiado bruscamente entre la historia como discurso y la historia
como saber” (Chartier, 2007, p. 25).

De acuerdo con el alemán Reinhart Koselleck (citado por Chartier,


2007), Certeau ha sido el historiador que más ha revisado las propiedades del
discurso histórico como un tipo particular de relato, a través de las premisas
de la escritura de la historia que supone un orden cronológico y un discurso
desdoblado o fragmentado:

“Ha demostrado cómo la escritura de la historia, que supone el orden cronológico,


el cierre del texto y el relleno de los intersticios, invierte el proceder de la
investigación, que parte del presente, que podría no tener fin y que se confronta
sin cesar a las lagunas de la documentación” (Chartier, 2007, p. 26).

Esta escritura de la historia fragmentada o desdoblada funciona en tres


niveles: el de convocar al pasado que no está presente, mostrar la competencia
del historiador para manejar las citas y fuentes, y convencer al lector de la
validez del saber:

“Ha demostrado también que, a diferencia de otros relatos, la escritura de la


historia está desdoblada, hojeada, fragmentada: «se plantea como historiográfico
el estudio que ‘comprende’ a su otro –la crónica, el archivo, el documento–, es
decir el que se organiza foliado, en el cual una mitad, continua, se apoya sobre la
otra sin saberlo»” (Chartier, 2007, p. 26).

Con esta metodología se pretende indagar las formas cómo el universo de


los libros, en diferentes campos del saber, obedece a unas reglas sociales, a un
orden discursivo que lo legitima como y a unas referencias tempo-espaciales
Tendencias de los estudios historiográficas y la cultura
del libro jurídico
101
Mónica Patricia Fortich Navarro

concretas que determinan para qué, para quiénes y por qué los grupos humanos
privilegian ciertos textos y discursos contenidos en los libros, y los convierten
en instrumentos para una teleología del poder.

Los discursos modernos sobre epistemología de las ciencias, sobre


investigación científica y estrategias metodológicas insisten en la necesidad
del diálogo de saberes, de la interdisciplinariedad y de los conocimientos de
frontera como una condición para realizar lecturas sobre la complejidad de los
fenómenos sociales, que permita integrar los referentes y aportes conceptuales
más significativos de los diferentes campos de conocimiento.

A través de este ensayo proponemos la relación entre los principales


elementos de la historia del derecho y una especial de la Escuela de Annales para
la organización conceptual de la nueva herramienta metodológica “Cultura del
libro”, para la investigación en ciencias sociales que permita esa re-lectura de
la complejidad social. Partiendo de esa necesidad de interdisciplinariedad y de
la importancia de conjugar aspectos teóricos y metodológicos de las diferentes
ciencias humanas se postula una herramienta a la que hemos denominado
cultura del libro, con la que se pretende identificar el origen genético de los
textos y los discursos contenidos en los libros a partir de los procesos de creación
y recepción que desde esos libros se hace para la organización, mantenimiento
y legitimación de los diferentes órdenes sociales.

El objetivo principal de esta propuesta metodológica se centra en identificar


la secuencia de voces, textos y discursos sociales que han consolidado y configurado
a las sociedades occidentales, han sido la piedra angular del proceso civilizatorio,
y que han permitido la organización de las instituciones sociales, textos y
discursos que son la herramienta fundamental para lograr su cohesión social de
cara a llenar dichas instituciones (Estado, iglesia, familia, etc.) de legitimidad, y
perpetuarlas en el tiempo. A esta experiencia epistemológica y metodológica para
la identificación y revisión de textos y discursos sociales le hemos denominado
Cultura del libro, con la pretensión de centrar el análisis en los procesos de creación
y difusión de textos y discursos mediante el dispositivo denominado “Libro”, dada
su capacidad para la legitimación de un orden social específico.

La denominación “Cultura del libro” pretende centrar el objeto de estudio y


análisis en la textualización del mundo social que se elabora desde el recipiente
continente y contenido en un Libro. Lejos de una apología a la cultura libresca,
a los procesos ilustrados orientados por bibliófilos o las estratagemas del
mundo editorial y ardides de bibliómanos, estamos insistiendo en la necesidad
de revisar el horizonte de sentido y el orden social que configura el “Libro”
desde la creación de la imprenta hasta los modernos dispositivos tecnológicos
para la difusión textual y discursiva.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
102
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

En la construcción de nuestra propuesta teórica y metodológica han


sido esenciales los aportes de varias ciencias y disciplinas sociales que han
realizado una aproximación con los procesos de formación de pensamiento
ilustrado desde la aparición del libro en el escenario social y académico de la
civilización occidental. Sin que todos los aspectos de su obra sean tenidos
como marco de referencia esencial, destacamos los trabajos sociológicos de
Pierre Bourdieu, Norbert Elías, Boaventura de Soussa Santos; los trabajos
historiográficos de Roger Chartier, Lucien Febvre, o Henrí Jean-Martin, y un
grupo de autores que amén a su pertenencia a campos tan diversos como la
filosofía, la lingüística, las ciencias de la comunicación o la literatura, hemos
decidido postularlos en una línea de estudios semióticos en lo que atañe al
horizonte simbólico de sus propuestas, entre ellos Michel Foucault, Teun van
Dijk, Hans Robert Hauss, Patrick Charaudeau, y Umberto Eco, Eliseo Verón,
entre otros.

En efecto, es preciso aclarar que la acepción misma que hemos elegido


“Cultura del libro” es tomada de las reflexiones pedagógicas que a cerca de
los estudios sobre el libro elabora José Joaquín Brunner (1998), aunque
resemantizada para los propósitos de nuestro estudio. Si bien ese estudio
podría proponerse y se ha propuesto desde algunas ciencias sociales como la
historia, la semiótica, las ciencias de la información y la documentación, entre
otras, el eje central de nuestra indagación es sociológico.

2. Sociología y cultura del libro

Uno de los aspectos centrales de nuestra propuesta se sustenta en la


obra del sociólogo francés Pierre Bourdieu (1992) y los aspectos centrales
de su teoría de los campos (teoría de la acción) en tanto desde ella se postulan
algunos conceptos centrales para el análisis de los procesos de producción y
reproducción discursiva.

La teoría del campo editorial como un capítulo de la teoría de los campos,


propuesta por el sociólogo francés Bourdieu es una las corrientes más
importantes para la comprensión de las estructuras sociales y sus orígenes. La
complejidad de la obra de Bourdieu y sus posibilidades permite al investigador
social moverse entre los análisis de campos dentro de la sociología del arte y
la cultura, la sociología del saber, la política y el derecho, o la construcción del
pensamiento científico, porque a partir de los conceptos centrales de la teoría
de Bourdieu (1992) (campo y habitus) es posible una aproximación al mundo
social, y por supuesto a la del mundo del libro, como un campo específico
de conocimiento. Las reglas del método del autor permiten observar cómo
Tendencias de los estudios historiográficas y la cultura
del libro jurídico
103
Mónica Patricia Fortich Navarro

los agentes de un campo se mueven en él, establecen sus reglas, generan sus
posiciones de poder, legitiman sus prácticas y definen su autonomía.

Si bien ese estudio podría proponerse y se ha propuesto desde algunas


ciencias sociales como la historia, la semiótica, las ciencias de la información
y la documentación, entre otras, el eje central de nuestra indagación es
sociológico. Uno de los aspectos centrales de nuestra propuesta se sustenta en
la obra del sociólogo francés Pierre Bourdieu (1997) y los aspectos centrales
de su teoría de los campos (teoría de la acción), en tanto desde ella se postulan
algunos conceptos centrales para el análisis de los procesos de producción y
reproducción discursiva.

Por otra parte la reflexión sobre los procesos de creación y circulación de


libros en y desde Bourdieu analiza la importancia del concepto de capitales,
en especial de los denominados capitales culturales dentro los cuales los
libros son uno insumos importantes para definir la estrategias de poder y las
interacciones de los agentes que se mueven al interior de los campos sociales.
A partir de la teoría de Bourdieu los “libros” son capitales culturales simbólicos
cuyo valor traspase las relaciones materiales para configurar una herramienta
de control y cambio social.

3. Semiótica y cultura del libro

Desde el horizonte de los estudios semióticos se pretende abordar las


dimensiones simbólicas de los textos y discursos contenidos en los libros que se
tomen como objeto de estudio. Desde los conceptos de voz y discurso en Michel
Foucault (1970), y las nociones de “función autor”, hacia los planteamientos de
análisis crítico del discurso en Teun van Dijk (1983). Además se toma como punto
de apoyo para el análisis los elementos teóricos de la propuesta de la estética de
la recepción de Hans Robert Jauss (1976) y la recuperación de la perspectiva de
los lectores-receptores frente a las obras, el análisis sociolingüístico de Patrick
Charaudeau y los conceptos de semiótica y enciclopedia en Umberto Eco, así
como la idea de semiosis en Eliseo Verón (1987), para conformar un todo
orgánico que permita rastrear el horizonte simbólico que va del lenguaje hasta
las representaciones sociales que se generan desde y hacia los libros.

El enfoque desde la semiótica abarca una serie de postulados teóricos


donde se enfatiza en la condición sígnica de las interacciones entre personas
y en sus procesos de comunicativos. Lo esencial desde esa perspectiva es la
revisión de las interacciones en elementos implícitos, relaciones que no siempre
son evidentes en términos de hechos materiales.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

4. Historiografía y cultura del libro

La moderna historiografía del libro hace parte de esos nuevos relatos


sobre los procesos de construcción del pensamiento ilustrado y la historia de
las mentalidades sociales. La historiografía del libro que nos propone el francés
Roger Chartier (2000) es una de las referencias teóricas más importantes para
comprender los procesos de creación y recepción de los libros, entendidos
como producciones de sentido que no son inocentes y corresponden a unas
intencionalidades manejadas de los centros de producción del conocimiento.

Para este enfoque los libros están llenos de referencias temporo-espaciales


que corresponden a un orden social concreto y a unas intencionalidades no
siempre, explícitamente, declaradas en los textos y discursos que hacen parte de
los libros. Una de las ideas centrales en la propuesta de Chartier (2000) consiste
en la comprensión sobre el libro como un principio ordenador de sentidos entre
autor y lector, entre quienes difunden la obra y quienes la recepcionan:

“El libro apunta siempre a ilustrar un orden, sea el de su desciframiento, en el cual


debe ser comprendido, sea el orden deseado por la autoridad que lo ha mandado
ejecutar o que lo ha permitido. No obstante, este orden, en sus múltiples figuras,
no es omnipotente para anular la libertad de los lectores” (p. 20).

Entre ese orden de la autoridad y el de su propia comprensión se genera una


tensión que según Chartier no restringe complemente al lector, una tensión
dialéctica que no es la misma en todos los lugares y en todos los tiempos, de
allí la importancia de una historia de la lectura y de los libros para documentar
las diversas expresiones de esa tensiones.

De acuerdo con Chartier (2007) el orden de los libros también tiene otros
sentidos en sus posibilidades de acción, de acuerdo con los usos que se le dan a
los textos, bien sean manuscritos o impresos:

“Las obras, los discursos, no existen sino a partir del momento en que se
transforman en realidades materiales, en que se inscriben en las páginas de un
libro, transmitidos por una voz que lee o relata, o interpretados en el escenario del
teatro. Comprender los principios que gobiernan el «orden del discurso» supone
que se descifren en rigor las leyes que fundan los procesos de producción, de
comunicación y de recepción de los libros (y de los otros objetos que vehiculizan
lo escrito)” (2007, p. 20).

La historia del libro propuesta por Chartier (2007) tiene un programa


metodológico que va desde los registros cuantitativos de los libros contenidos
Tendencias de los estudios historiográficas y la cultura
del libro jurídico
105
Mónica Patricia Fortich Navarro

en las bibliotecas, a lo largo y ancho de la historia occidental, en atención a


construir Corpus de obras, hasta abordar los procesos cualitativos sobre
ciertos libros (o un libro concreto) con pretensiones canónicas y un impacto
tangible en la construcción de las sociedades antiguas y en las modernas. En
una mirada sobre la importancia hoy de los estudios sobre historia del libro,
Chartier (2000b) responde a la pregunta sobre la pertinencia de los estudios
sobre el libro, la edición, la lectura y los lectores:

“(…) ¿Por qué la importancia concedida a la historia del libro, de la lectura, de los
lectores? Esto ocurre en un momento en que los discursos más comunes versan
sobre la pérdida de este mundo de objetos: el libro impreso, o de las prácticas, en este
caso la lectura. Me parece que la reflexión histórica o sociológica o filosófica que se
dedica al tema de la lectura, del libro, de los soportes de los textos, puede vincularse
con este presente quizá para corregir los diagnósticos más sombríos” (p. 19).

En efecto, la preocupación de Chartier (2000b) sobre el impacto que los


medios de comunicación y la distancia que pudiera generarse entre textos e
imágenes obliga las revisiones historiográficas. Otra razón para la vigencia de los
estudios es “historización de los criterios, conceptos y representaciones sobre
la cultura escrita” como universal e invariable, desconociendo que conceptos
como libro, lectura o autor han existido desde siempre, pero se han expresado
de diversas maneras o han sufrido cambios, por ejemplo en el caso del autor:

“Para nosotros, un texto literario se identifica en primer lugar con un nombre


propio, tiene un autor, si bien no es el caso para todos los textos, ni siquiera
en nuestra sociedad, porque, por ejemplo una publicidad no tiene autor, un
texto legislativo no tiene autor. Un texto jurídico funciona bajo un régimen de
identificación que no se vincula con la figura personalizada que se expresa a
través de un autor” (Chartier et al, 2000b, p. 20).

Esta historia del libro es un elemento esencial para la aproximación


metodológica denominada cultura del libro y que puede ser implementada
en los diferentes campos tanto de las ciencias sociales como de las ciencias
formales, que requiere para su comprensión de referencias de la sociología de
los campos para revisar el fenómeno de la creación y circulación de los libros
como estructuras simbólicas que movilizan sentidos sociales.

La historiografía del libro que propone Chartier (2007) es otra de las


referencias teóricas importantes para comprender los procesos de creación y
recepción de los libros, entendidos como producciones de sentido, que no son
constructos inocentes y corresponden a unas intencionalidades manejadas
desde los centros de producción del conocimiento.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

La historia del libro propuesta por Chartier tiene un programa meto-


dológico que va desde los registros cuantitativos de los libros contenidos
en las bibliotecas, a lo largo y ancho de la historia occidental, en atención a
construir un corpus de obras, y por otra parte abordar los procesos cualitativos
sobre ciertos libros (o un libro concreto) con pretensiones canónicas, y para
postular un impacto tangible en la construcción de las sociedades antiguas y
en las modernas.

Desde la teoría se pretende extrapolar la construcción de un corpus de


obras que se constituyan en referencias obligadas para la comprensión de una
determinada postura discursiva, mientras que desde allí es posible revisar la
creación de cannon para validar la calidad y condición de las obras como punto
de referencia obligada, obra maestra y pieza clave que el establecimiento valida,
destaca y considera imprescindible para la labor de reproducción discursiva.

5. Tendencias historiográficas y cultura del libro jurídico

Desde la aproximación de los juristas interesados en una historia del derecho


es necesaria una mirada por las tendencias que la tradición historiográfica
tradicional señala a la historia del libro, para luego intentar establecer un punto
de contacto con las ideas que se proponen bajo el concepto de cultura del libro
jurídico (Fortich, 2011). En preciso advertir que no se trata de una relación
exhaustiva, por cuanto toda clasificación tiene sus límites y particularidades
epistemológicas.

Una de las herramientas esenciales en la configuración de la herramienta


metodológica denominada en esta investigación cultura del libro jurídico recibe
uno de sus principales aportes discursivos de los estudios historiográficos
modernos, en especial de la metodología propuesta en la historia del libro que
surge al interior de una historia de las mentalidades o una historia social de
lectura, de la cual Chartier (2007) es uno de sus mejores exponentes.

Antes de revisar los aportes de la historia del libro en Chartier


(2007), y en Febvre y Jean Martin (2005), es significativo revisar algunos
conceptos que giran alrededor de la labor del historiador: en su orden los
conceptos de historia, historiografía, historicismo, historiología y la idea de
memoria histórica, revisión que está asociada a diversas discusiones de los
estudiosos en torno a la validez y alcance de expresiones como historia vs.
Historiografía, y la claridad que ello puede aportar para los no historiadores,
en especial a los historiadores del derecho sobre cuál debe ser la orientación
más adecuada a los estudios.
Tendencias de los estudios historiográficas y la cultura
del libro jurídico
107
Mónica Patricia Fortich Navarro

La historia es entendida como el conjunto de los hechos acontecidos en


el pasado de la humanidad y que son conocidos como “hechos históricos”
registrados oficialmente como hitos esenciales en la relación de los eventos
pasados. Por otra parte la historiografía es el estudio de la historia como
ciencia, la objetivación de los hechos históricos a través de diferentes técnicas,
métodos, distintas expresiones de la producción de los historiadores, las
escuelas y tendencias o colectivos de estudio, o el conjunto de estudios sobre
un tema concreto o particular, y es igualmente, como lo expresara Ricouer,
una relación entre la historia y su escritura. En efecto, sobre las distancias
entre historia e historiografía se prefiere la segunda en cuanto hace relación
a las diferentes posibilidades metodológicas desde donde es posible hacer el
abordaje o estudio de los hechos históricos.

La historiografía hace alusión a la ciencia que complementa el estudio


de los hechos sociales como la sociología, la geografía, la antropología, la
economía y el mismo derecho. También se refiere a las ciencias auxiliares de
la historia como la numismática, la paleografía o la silografía, y finalmente
a especialidades o materias de la historia como la historia de la religión, la
historia de la economía o la historia del derecho.

Por otra parte están los conceptos de historicismo, que hacen alusión a
una expresión creada por Leopold von Ranke en el siglo XIX, que se refería
a una escuela filosófica que presenta la realidad como producto de un devenir
histórico, y más tarde el concepto de historiología que atañe a una teoría
de la historia en la que José Ortega y Gasset señala las estructuras, leyes y
condiciones de la realidad histórica.

Finalmente, se destaca el concepto de memoria histórica, entendida


como “hechos históricos trascendentales”, es decir aquellos hechos de la
historia que son considerados útiles en la comprensión del pasado y desde la
perspectiva del historiador son “dignos de recuerdo” por el sujeto histórico.
Este concepto de memoria histórica tiene gran relevancia para los modernos
estudios de historia del derecho en la medida que permita la reconfiguración
de los hechos dignos de recuerdo en el proceso de construcción de la identidad
y formación del derecho.

6. Etapas de evolución de la historia del derecho

A pesar de la gran cantidad de textos referidos a la historia del derecho y su


relación con la historia tradicional, uno de los textos que ofrece una reflexión
clara sobre las diferentes etapas que ha sufrido la historia y que se extienden a
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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la historia del derecho son las tres señaladas por el historiador Mariano Peset
(1988) en su historia de los hechos, las ideas y las instituciones, en donde
señala la etapa de la historia crítica (comprendida entre los siglos XVII a XVIII),
la etapa de la historia institucional y de la cultura (entre los siglos XIX a XX), y
la etapa de la historia económica y social (en el marco del siglo XX).

6.1 Historia crítica e historia del derecho

En cuanto a la historia crítica, Peset (2000) afirma que surge a finales del
siglo XVII y la inauguran los monjes Bollandistas franceses a través del estudio
de los diplomas, y las reglas y métodos de la diplomacia como se refleja en la
obra De re Diplomatica de Jean Mabillon, en donde se hace un estudio de la
historia más allá de la crónica o tradición, para ir a un estudio de las fuentes a
través de la crítica textual. Más tarde en el siglo XVIII Voltaire realiza estudios
históricos con un enfoque universal y de carácter político, como lo hizo en sus
textos Essai sur les moeurs y Le Siecle de Louis XIV.

En la historia crítica española se destacan las obras de Nicolás Antonio y


su Biblioteca Vetus y Biblioteca Nova, en la que se centra en un estudio de autores
rechazando la tradición de los falsos cronicones o falsos autores, y depurando
la historia eclesiástica en una tradición en la que se destacan autores como el
agustino Flórez, el jesuita Buriel o Masdeu.

Según palabras de Peset, los autores “tratarán de grandes eventos o


personajes encumbrados –grandes escritores en las Bibliotecas antonianas–
pero, con una crítica aguzada, para evitar errores, inexactitudes” (1988).
También se destacan autores españoles como Gregorio Mayans y Siscar , Juan
Sempere y Guarinos, José María Antequera o Francisco Martínez Mariana.

6.2 Historia institucional e historia del derecho español

La etapa de la historia institucional y de la cultura se inicia en el siglo XIX


con cambios importantes en la manera de hacer historia, atribuidos por Peset
(1988) al triunfo de la revolución burguesa y al romanticismo, donde cambia
el sujeto de la historia individual y se considera un sujeto colectivo como la
nación, por su interés en el espíritu del pueblo “volksgeist” y sus discursos
nacionalistas: “los liberales exaltan al pueblo, con quien se identifica la burguesía
revolucionaria, mientras que el romanticismo conservador contrapone los
valores tradicionales y medievales de la restauración” (Peset, 1988).

En esa línea de la historia institucional se destacan las obras de Savigny o


Niebuhr, interesándose tanto por la historia social, política y de las instituciones,
Tendencias de los estudios historiográficas y la cultura
del libro jurídico
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Mónica Patricia Fortich Navarro

como en la historia de la cultura o la literatura. Aquí se destacan autores como


Eduardo Pérez Pujol, Joaquín Costa, Rafael Altamira y Crevea, Rafael de Ureña
y Eduardo de Hinojosa. Se pasa de una historia de la política y la guerra a una
historia de las instituciones: “el positivismo histórico –el culto a los hechos– se
fortalece con el estilo de Ranke o la codificación de las normas de la crítica de
Bernheim” (Peset, 1988).

De la historia institucional surge la Escuela de Hinojosa, congregada en


torno al Anuario de Historia del Derecho Español, fundado en la época de
Primo de Rivera; en ella destacan nombres de autores como Álvaro García
Gallo, Álvaro D´Ors, el Padre López Ortiz, José María Ots Capdequí, Laureno
Diez Canseco, Galo Sánchez y Claudio Sánchez Albornoz, autores cercanos al
opus dei y el franquismo de posguerra (Peset et al., 2000).

6.3 Historia económica y social, y Escuela de Annales

Finalmente, la etapa de la historia económica y social que comienza a


finales del siglo XIX se inicia con una historia económica de Marx, Hildebrant,
Roscher o Lamprecht, que separa economía de las ideas, a la que luego sigue otra
línea que separa a los historiadores positivistas de los historiadores sociológicos
como Weber o Sombart. De esa disputa entre historiadores positivistas y los
de las ideas surge hacia 1929 la Escuela de Annales, en la que se destacan los
franceses Ferdinand Braudel (1976), con su Estudios del mediterráneo en época
de Felipe II; March Bloch (1968), Sobre la sociedad feudal, y Lucien Febvre, La
historia del libro y la lectura, en una primera etapa más apegada a la historia
social y económica por contraste con una historia que venía interesándose en
los hechos políticos y las instituciones jurídicas.

La escuela de Annales también da un giro de y de los temas económicos y


sociales se vuelve al mundo de las ideas o de las mentalidades, donde el interés
se centra en hechos de la vida cotidiana, giro en el que participa la obra de
Braudel, Civilización material, economía y capitalismo, siglos XV a XVIII, o la obra
del italiano Ginzburg (2001), El queso y los gusanos, que abren nuevos y diversos
rumbos a los historiadores:

“Los Annales y en general los historiadores más cercanos han intentado buscar
nuevas posibilidades técnicas y metodológicas, abrir paso al mundo de las ideas
colectivas a través de la historia de las mentalidades, estudiar la alfabetización o
la vida colectiva, plantear los grandes temas del poder, del amor y de la muerte
(…) huir de explicaciones economicistas (…) Numerosas direcciones difíciles de
resumir o recoger, que andan buscando una redefinición de métodos y problemas”
(Peset, 1988).
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

7. Escuela de Annales, historia del libro y cultura


del libro jurídico

En el ámbito de la historia del derecho español se destaca la obra de Jaime


Vicens Vives, quien hacia el año de 1950 participa del Congreso de Ciencias
Históricas de París y genera un movimiento de tensiones con la Escuela de
Hinojosa, que desde la figura de su mentor y el bastión conservador de la
Revista Anuario de Historia del Derecho se había impuesto en el franquismo y el
periodo de la guerra civil española. En efecto, esta ruptura que inaugura Vicens
Vives encuentra oposición en autores como Sánchez Albornoz o García Gallo,
de la Escuela de Hinojosa, quienes consideran que la historia del derecho es
ciencia jurídica y no histórica (Peset, 1977).

Sobre los aportes de las tesis de Vicens Vives, citado por Peset (1977), en
la moderna historia del derecho español, es acusar los defectos que la historia
tradicional del derecho presentaba, como por ejemplo: el medievalismo, el
desvío de la investigación de archivos, la consideración de los manuales como
ejes de investigación y la influencia del positivismo jurídico como primacía del
estudio de las leyes (Peset, 1977).

Todas esas etapas sintetizadas en el texto de Peset son esenciales en una


dirección que debe darse a los estudios de historia del Derecho. En ese sentido
es importante anotar que la tradición historiográfica del derecho que tenemos
en América Latina, en especial en Colombia, se ha nutrido indistintamente de
las tres tendencias y no siempre con suficiente certeza en cuanto a los alcances
y limitaciones que ello implica.

Justamente la apuesta metodológica de los estudios de historia del libro


jurídico, denominada Cultura del Libro, participa de la tensión entre elementos
de la moderna escuela de Annales, en especial las tendencias metodológicas
de la Historia del Libro con algunos elementos de historia institucional y de la
cultura, sin embargo es evidente la influencia de la historia de las mentalidades
que enmarcan los estudios sobre el libro y el pensamiento ilustrado en las
posiciones de Lucien Febvre y Henrí Jean Martin (2005), y especialmente
Roger Chartier (2000).

A pesar del esfuerzo por una definición de los principales planteamientos


de Annales, coincidimos con el historiador brasileño Fonseca (2012), en la
dificultad de sistematizar y reducir el sentido de esta escuela:

“Intentar describir la «epistemología» de la escuela de los Annales, también


conocida entre nosotros como escuela francesa, es algo que desde luego no
Tendencias de los estudios historiográficas y la cultura
del libro jurídico
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Mónica Patricia Fortich Navarro

aprobarían sus integrantes. La razón es que una de las características típicas


del movimiento fue justamente repudiar cualquier modelo filosófico previo que
pudiera limitar la libertad del enfoque en la búsqueda de la «historia total» (p. 71).

La propuesta de la Cultura del libro hunde sus raíces en la necesidad


de instrumentalizar para nuestra historia del derecho uno de esos perfiles o
“historia de migajas” (Francois Dosse) que implica nociones de la historia como
narrativa (Paul Ricoer), nos permiten revisar la historia de los libros jurídicos
como una microhistoria, unatema de interés que se vuelve visible en la historia
de los Annales como historia social o historia de las mentalidades.

De acuerdo con el historiador Peter Burke (citado por Fonseca, 2012), la


escuela de los Annales tuvo tres periodos distintos en relación con su ruptura
de la historia tradicional y con el establecimiento, y de lo que se conocía como
la “escuela metódica” como expresión del positivismo en la historia de Francia:

“(…) una primera fase –que se extiende de 1929 hasta 1945–, cuando la «escuela»
era pequeña, radical y subversiva, y lideraba una «guerra de guerrillas» contra la
historia tradicional (…) En este periodo destacaban las figuras de los fundadores
del movimiento Lucien Febvre y Marc Bloch” (p. 72).

Una segunda etapa en que se da su consolidación en el escenario intelectual


y de la historia francesa y su difusión en Europa tiene su máximo representante
en Fernand Braudel, y una tercera caracterizada por su fragmentación:

Hay una segunda fase –que desde 1945 (un año después de la muerte de
Bloch) hasta 1968–, cuando el movimiento se transforma efectivamente
en «escuela», con determinados conceptos propios y métodos innovadores
(…) Hay finalmente una tercera fase –que en la clasificación mencionada se
inicia en 1968, año en que Braudel deja la dirección de la revista publicada
por el grupo, y que llega hasta nuestros días– que está marcada por una
profunda fragmentación y diversidad temática e incluso metodológica”
(Fonseca, 2012, p. 73).

Dentro de esta última fase y sus diversas apuestas surge el movimiento


de los que llamaran “la nueva historia”, en el que se destacan autores como
Jacques Le Goff, George Duby o Emmanuel Le Roy. Chartier (2007) se ubica
en estas últimas fases del movimiento.

En armonía con la oposición que los mismos integrantes de Annales


tenían a su reducción programática, el mismo Chartier (2007) haya postulado
en algunos momentos sus planteamientos que no hay una escuela de Annales,
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

es claro que es uno de los máximos exponentes de las últimas etapas de dicha
escuela. A propósito de la pregunta sobre la relación entre historia de la lectura,
el libro o la cultura escrita, anotó:

“Aquí nos acercamos a un punto metodológico esencial que nos remite a la


discusión o colaboración entre los historiadores que vienen de una tradición
de historia social y cultural, como es mi caso, y que pertenecen al mundo –no
quiero decir escuela porque no me parece que haya escuela– de los Annales, a su
tradición, con historiadores de la literatura, bibliógrafos, paleógrafos y otros, lo
cual implica reconocer la vinculación esencial entre el texto en su materialidad,
que soporta los textos, y las prácticas de apropiación, que son las lecturas”
(Chartier et al, 2000b, p. 35).

En algunos momentos de la revisión de nuestra investigación, en especial


en nuestro primer estudio sobre libros y bibliotecas (Fortich, 2011), se citaron
algunos trabajos sobre historia de los libros en la perspectiva de la historia
institucional con autores como García-Gallo, Álvaro de Ors, u Ots Capdequí; es
necesario acotar que es posible el diálogo con otras corrientes que no deberían
ser excluyentes entre sí.

La historia del libro, en especial la del libro jurídico –que es uno de los
principales aspectos de nuestra propuesta–, también nos obliga a revisar los
elementos de encuentro y tensión entre la historia y el derecho como un aspecto
importante de los planteamientos epistemológicos de la escuela de Annales.

No son pocos los autores que se han ocupado de revisar ese dialogo que
en algunos momentos parecía romperse al interior de Annales entre juristas
e historiadores. En su obra sobre la historia del derecho Fonseca (2012)
retoma algunos autores como Febvre, Hespanha, o Grossi para referirse a las
dificultades de diálogo entre Annales y la historia del derecho, y cita la frase de
Febvre en su texto Combates por la historia: “Historiadores, sed geógrafos. Sed
también juristas y sociólogos y psicólogos”, aunque también advierte que el
interés por la historia del derecho en Marc Bloch fue casi nulo (p. 85).

Antonio Manuel Hispanha (citado por Fonseca, 2012) señala las razones
del distanciamiento entre Annales y la historia del derecho en cinco aspectos,
el primero de los cuales es una reacción contra el “positivismo histórico” y
su interés de reducción de la historia del derecho a la historia de las normas
jurídicas:

“(…) los Annales surgieron justamente como reacción a una historia política (de
cuño positivista) con la que la historia del derecho siempre parecía identificarse. Y
Tendencias de los estudios historiográficas y la cultura
del libro jurídico
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Mónica Patricia Fortich Navarro

sus metas de superación de la factualidad positivista, el esfuerzo interdisciplinar,


el rigor teórico y la preocupación por el presente se oponen sin duda alguna a todo
lo que se hacía en términos de historia del derecho hasta entonces” (Fonseca,
2012, p. 85).

Como a la historia del derecho solo le interesaban las normas, y a la historia


social los hechos, se planteaba un divorcio entre “hechos” y “normas”:

“(…) si el método cuantitativo (que es unos de los rasgos centrales de los Annales)
recoge por naturaleza los «hechos» (pues solo ellos pueden ser cuantificables),
este procedimiento no tendría espacio en una historia del derecho de este tipo,
porque los juristas, tradicionalmente, separan el «hecho» de la «norma», como si
fuesen realidades absolutamente incomunicadas, divorciadas e independientes
entre sí” (Fonseca, 2012, p. 85).

Como tercer aspecto señala que la historia del derecho se ocupada de la “corta
duración”, es decir lo inmediato (innovaciones legislativas, jurisprudenciales,
doctrinales) dejando de lado las “estructuras” y las “continuidades”, y cuando
revisaba la “larga duración” se limitaba a una relación de las tradiciones
jurídicas mediante criterios lineales y progresivos. Un cuarto aspecto refiere a
la institucionalidad de los estudios:

“(...) el propio marco institucional de la historia del derecho, confinada en las


facultades de Derecho y limitada a fines y objetivos estrictamente jurídicos, no
ayudaba al diálogo con los historiadores sociales. De hecho, los propósitos de
las investigaciones históricas del derecho parecían limitarse a la interpretación
histórica de las normas o a la demostración de cómo el derecho actual es el
resultado lógico y coherente de la historia” (Fonseca, 2012, p. 86).

En quinto lugar, como consecuencia de esa linealidad entre derecho pasado


y presente, el discurso historiográfico jurídico exigía que el historiador del
derecho fuese jurista, o que el jurista tuviese inclinaciones históricas para un
correcto abordaje de los elementos teóricos necesarios. Por otra parte Fonseca
(2012) retoma en pocas líneas las razones del distanciamiento de acuerdo con
Paolo Grossi, según el cual la historiografía tradicional:

“(…) se encarna (…) en un grupo de investigadores documentalistas, dominados


por el culo positivista y tal vez hasta formalista del documento escrito, narradores
de la historia ligada a las formas. Fórmulas, nombres, liturgias, datos sin alma,
casi fabricantes de sombras, distantes de una historia hecha de carne y de
mentalidades como la perseguida por los programas innovadores de Febvre y
Bloch” (Fonseca, 2012, p. 86).
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Al final establece una esperanzadora reflexión desde estos dos autores


(Hispanha y Grossi) para señalarle a la historia del derecho y los historiadores
sociales caminos comunes para el diálogo entre las dos disciplinas, que incluya
a la Nueva Historia, al estudio del discurso jurídico, al lenguaje del derecho a
la historia de los contextos, de la cultura, de las tradiciones literarias, de las
estructuras sociales, de las creencias religiosas, etc., en las cuales el derecho
opera (Fonseca, 2012).

8. Cultura del libro jurídico: la síntesis metodológica

El propósito de la propuesta epistemológica y metodológica que hemos


denominado cultura del libro, y que se propone de manera esencial para la
revisión de las obras jurídicas del derecho colombiano, en diferentes etapas
de formación de este sistema jurídico, es revisar los procesos de producción
y reproducción de los textos y discursos contenidos en dichas obras jurídicas,
tomando como telón de fondo los planteamientos de Chartier (2007).

En atención al espacio para la socialización de esta apuesta presentamos las


síntesis de las tareas investigativas que se desarrollarían desde la herramienta
denominada Cultura del libro, destacando que se han realizado algunos ejercicios
de investigación en el campo jurídico y sociológico (Fortich, 2012). La estrategia
metodológica que ha sido propuesta en varios ejercicios previos, en especial en
la obra Togados y letrados (Fortich, 2011) supone agotar 3 momentos:

8.1 Selección del objeto de estudio

El primer proceso que se realiza es la selección de una obra o un corpus de


libros del área respectiva de las ciencias sociales, para que el análisis se centre en
un libro específico, un conjunto de ellos o incluso una biblioteca representativa
de un personaje que haya impactado la cultura jurídica en un momento concreto
de su evolución. A partir de la selección del objeto de estudio, entendido como
obra o libro “jurídico”, se puede identificar un texto o discurso y desde ella la
perspectiva de un autor o un lector en términos de recepción.

8.2 Contextualización del objeto de estudio

Luego de seleccionar una obra o un grupo de ellas se procede a la


identificación de los centros de producción textual y discursiva: origen de
los textos o discursos en una perspectiva que identifique el lugar y espacio-
tiempo de procedencia en tanto centro o periferia, y en tanto discurso
ortodoxo o heterodoxo.
Tendencias de los estudios historiográficas y la cultura
del libro jurídico
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Mónica Patricia Fortich Navarro

8.3 Análisis del objeto de estudio

Son varios los procesos de descomposición del objeto de estudio en sus


mínimas unidas constitutivas, sin embargo el proceso se puede sintetizar en
las siguientes actividades:

a) Identificación y caracterización de los centros de producción de textos y


discursos.
b) Identificación de las estrategias de circulación de los textos y discursos.
c) Identificación de los centros de recepción textual o discursiva.
d) Análisis de las estrategias de recepción desde los centros de producción.
e) Análisis de la estética y ética de la recepción en cuanto a los niveles y
formas de la recepción.
f) Análisis de la estrategia de transgresión o adaptación discursiva.
g) Recepción crítica del discurso: fase de evaluación y valoración crítica de los
diferentes aspectos de análisis del objeto de estudio.

En este programa metodológico, tanto el abordaje historiográfico como


el sociológico van a permitirle a los investigadores el abordaje de la historia
del libro en tanto se revisen los centros de producción de textos y los de
reproducción. Igualmente intenta redefinir la perspectiva de autor y la del
lector, simultáneamente con la identificación de un corpus (Fortich, 2012b),
las obras que construyen el sentido de la biblioteca o un canon que establece
las obras hegemónicas (obras maestras) y su impacto en la construcción de
sentidos sociales.

Bibliografía

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Verón, E. (1987). La semiosis social. Buenos Aires: Gedisa.


Capítulo 5
Una aproximación a la historiografía del derecho a la igualdad
de género a partir de la experiencia docente

Paula Mazuera Ayala1

La presente ponencia pretende establecer un análisis descriptivo de los


desarrollos normativos respecto a la igualdad de género, sus implicaciones
con relación a las prácticas efectivas que promuevan la misma, y las formas
de hacerla realidad. Se abordarán las dos perspectivas: histórica y jurídica,
haciendo énfasis en la descripción jurídica desde la igualdad de género en
el ambiente educativo en Colombia, aspecto que es de vital importancia en
el estudio que se establece a partir de consolidar la igualdad de género en el
marco normativo que se despliega en las diferentes prácticas educativas que se
desarrollan a nivel de la educación superior.

1. Desde lo histórico

Lo histórico como punto de referencia para el tema de estudio, se desarrolla


a partir de la perspectiva de género:

“La perspectiva de género emerge como una categoría de análisis de la realidad


social y política a fines del Siglo XX y comienzos del Siglo XXI. De contornos
difusos y ambiguos, podemos decir que, centralmente, supone una antropología
que considera que lo femenino y lo masculino son dimensiones de origen cultural
en el ser humano, quitando toda relevancia al dato biológico. De esta forma,
la perspectiva de género sería una clave de interpretación de la sociedad que
pretende discernir y denunciar los condicionamientos culturales que oprimen

1 Abogada de la Universidad Libre, Seccional Pereira. Candidata a Doctora de la Universidad


Libre, Seccional Bogotá. Magister en Derecho de la Universidad de Manizales. Especialista en Gerencia en
Servicios de la Salud. Especialista en Derecho Constitucional de la Universidad Libre, Seccional Pereira,
con experiencia en Dirección de Consultorio Jurídico y Centro de Conciliación. Docente Investigadora
en Pregrado y Postgrado (especialización y maestría) en el área de investigación. Formadora en pruebas
Saber-Pro. Par Académica del Ministerio de Educación Nacional.
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en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

a la mujer y a su vez, que promueve iniciativas para liberar a la mujer de esos


condicionamientos” (Fundar, 2004).

Es así como se entiende que la perspectiva de género se constituyó en


tópico esencial para el desarrollo de las comunidades en la última mitad del
siglo pasado, como una validación de la labor de la mujer en espacios sociales,
políticos, económicos y culturales:

“Una visión dialéctica que sostiene que la historia y la sociedad avanzan por
la superación de los contrarios. En la actual perspectiva de género, los que se
contraponen son: la relación hombre-mujer, la relación naturaleza-cultura, la
relación sexo-género” (Tapia, 2010, p. 7).

Los espacios de reflexión y constante cambio desde la perspectiva de


género han permitido que hoy en día, en el marco del contexto educativo,
sea necesario dilucidar el alcance de la comunicación y la pragmática como
elementos de formación de los futuros profesionales, en especial de aquellos a
quienes se les ha delegado la función de ser operadores jurídicos.

Desde esta perspectiva, el análisis de contexto se hace pertinente teniendo


en cuenta la tradición histórica del derecho como una carrera de formación
liberal pero abiertamente masculina, que solo en las últimas décadas ha
permitido la participación activa de la mujer.

Hasta la primera mitad del siglo XX el concepto histórico del género no había
descollado en la producción historiográfica de Colombia; los intersticios a través
de los cuales transitaba esta disciplina estaban fuertemente influenciados por
la memoria de las élites, el Estado y las guerras, dando así exclusión a otros
espacios y sujetos insertos en la población general, incluidas las mujeres y sus
diferentes luchas reivindicatorias. Al respecto González Erazo (2011) refiere que:

“(…) la historiografía producida por la Escuela de los Annales, no necesariamente


visibilizó la importancia de la mujer como sujeto histórico y político, como agente
de cambio, más bien, la limitó al espacio doméstico, incluyéndola como un objeto
del mismo, en su rol de madre, esposa, «ángel del hogar», amante, hija, hermana,
prostituta o santa” (p. 2).

Lo anterior invisibilizó la perspectiva del género dejando al hombre como


sujeto protagonista del devenir público y a las mujeres ocultas en la intimidad
de sus hogares, desconocidas en sus relaciones representativas y a merced de
la visión patriarcal del historiador, lo que no indica necesariamente que las
mujeres no hayan participado activamente en la construcción histórica, sino
Una aproximación a la historiografía del derecho a la igualdad
de género a partir de la experiencia docente
119
Paula Mazuera Ayala

que fueron desconocidas en dicha participación, y aunque hay registros incluso


desde la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX de acciones
fundamentales de las mujeres en la independencia y diversas reivindicaciones
sociales, culturales y políticas, todas ellas se describen como acciones aisladas
de heroínas pero no de conjuntos sociales femeninos.

En este sentido son bien conocidas las múltiples referencias a personajes


tales como Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos y otras pocas lideresas que
figuran en dichos compendios:

“La gran mayoría de escritos que dicen tratar el tema de las Mujeres de la
Independencia, profundiza más en los hechos heroicos masculinos, en sus
batallas, triunfos y derrotas. Por cada seis páginas, tres renglones se dedican a
nombrar a la mujer. Un relato historiográfico como este muestra a la mujer como
mera espectadora, apolítica y estúpida” (González Erazo, 2011, p. 4).

Desde esta perspectiva la historia no ha sido prolifera en los temas públicos de


las mujeres; algunos de los textos encontrados que sitúan a las mujeres en dichos
intersticios históricos en la primera mitad en el siglo XIX, y en la primera mitad del
XX necesitaron de casi una centena de años: en los 80, César R. Marcucci (1980)
escribió Bolívar y la mujer costeña en la Independencia; Ramiro Gómez R. (1982)
Antonia Santos: plata, genealogía y biografía; Evelyn Cherpak (1985), La participación
de las mujeres en el Movimiento de Independencia de la Gran Colombia, y en los años
90, William Ospino H. (1995) escribió Las mujeres del Magdalena en la Guerra de
Independencia de España; Evelyn Cherpak (1995), Las mujeres de la Independencia.
Sus acciones y retribuciones; Beatriz Castro C. (1995), Policarpa Salavarrieta; Alicia
Hincapié B. (1996), Tras la imagen y presencia de Policarpa, Roberto Velandia (1996),
Las mujeres mártires de la Independencia, entre algunos otros.

Es preciso preguntarse acerca del imaginario de los autores en estas


obras, así como del imaginario colectivo que gira en torno a la participación
de las mujeres en épocas que han marcado la trasformación social de este país,
imaginarios que a nuestro modo de ver no superan una visión cristiana, de
virtudes femeninas y apoyadoras de los hombres, no como sujetos plenos de
acción social, política e incluso cultural, sino como aguerridas acompañantes y
dulces cómplices de sus hombres.

Desde esta perspectiva es necesario hacer una revisión a la memoria,


una mirada que diste mucho de la visión patriarcal, la construcción de nuevas
esferas de sentido que reconstruyan los ideales de mujer, de lo femenino, que
reescriban su actuar como sujetos políticos y con pleno reconocimiento del
lugar que ocuparon y que ocupan en la actualidad.
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2. Desde lo jurídico

Como docente de derecho se hace pertinente indicar el referente jurídico


sobre el cual se desarrolla esta reflexión. El referente normativo lo constituye
principalmente el Título II de la Constitución Política de 1991 (arts. 13, 15, 16,
21, 26, 27, 43 y 54), en la medida que contienen los principios fundamentales,
los derechos y las garantías constitucionales en materia de igualdad y género.

Igualmente son múltiples los tratados y documentos internacionales que


integran el bloque de constitucionalidad, en los que el Estado colombiano ha
participado con el fin de llegar a compromisos que aseguren la igualdad real, la
eliminación de cualquier forma de discriminación en las relaciones sociales de
hombres y mujeres al interior del Estado, entre los cuales se pueden señalar:

a) Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada y proclamada por


la Asamblea General en su Resolución 217 A(III), de diciembre 10 de 1948.
b) Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea
Genera en su Resolución 2200 A(XXI), de diciembre 16 de 1966.
c) Convención Americana sobre Derechos Humanos, “Pacto de San José de
Costa Rica”, suscrita en la Conferencia Especializada Interamericana sobre
Derechos Humanos.
d) Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer, adoptada y abierta a la firma y ratificación, o adhesión por
la Asamblea General en Resolución 34/180 de diciembre de 1979.
e) Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer, “Convención de Belem do Paraá”, adoptada y abierta a la
firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General de la Organización
de Estados Americanos, el 9 de junio de 1994 en Belem do Pará, Brasil.
f) Declaración de Beijing celebrada en 1995 y aprobada en la Cuarta
Conferencia Mundial Sobre la Mujer, que promueve “los objetivos de
igualdad, desarrollo y paz para todas las mujeres del mundo, en interés de
toda la humanidad”.
g) Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer, adoptada por la Asamblea
General en su Resolución A/54/4 de octubre de 1999.
h) Resolución 1325 de 2000, aprobada por el Consejo de Seguridad de la
ONU el 31 de octubre de 2000.

Los Objetivos del Desarrollo del Milenio para el año 2015 indican que
los 189 Estados miembros de las Naciones Unidas se han comprometido a
“Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer”, eliminando
Una aproximación a la historiografía del derecho a la igualdad
de género a partir de la experiencia docente
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Paula Mazuera Ayala

las desigualdades de los géneros en la enseñanza primaria y secundaria para el


2005, y en todos los niveles de enseñanza para el 2015.

2.1 Políticas públicas

El CONPES 091 de 2005 plantea las metas y estrategias del Estado


colombiano para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio
(2015), en el cual una de sus metas es “mejorar los instrumentos con que
cuenta el país para monitorear y evaluar la situación de equidad de género en
diferentes ámbitos y ampliar la capacidad de evaluación para orientar políticas
y programas de manera acertada”. En lo relativo a la promoción de la equidad
de género y la autonomía de la mujer el gobierno nacional se ha comprometido
a obtener avances en las siguientes áreas: mercado laboral, violencia de género
y participación.

2.2 Plan Decenal de Educación 2006-2016

Plantea como uno de sus propósitos que “el sistema educativo debe garantizar
a niñas, niños, jóvenes y adultos el respeto a la diversidad de su etnia, género,
opción sexual, discapacidad, excepcionalidad, credo, edad, desplazamiento,
reclusión, reinserción o desvinculación social, y generar condiciones de atención
especial a las poblaciones que lo requieran”. Uno de los macro-objetivos es
“diseñar y aplicar políticas públicas articuladas intra e intersectoriales que
garanticen una educación en y para la paz, la convivencia y la ciudadanía basada
(entre otros), en principios de equidad, inclusión, diversidad social, económica,
cultural, étnica, política, religiosa, sexual y de género”.

Igualmente se tuvo en cuenta la Jurisprudencia de la Corte Constitucional,


entre otras Sentencias las siguientes: T-051 de 2011, C-371 de 2000, T-247 de
2010, y C-310 de 2007, con respecto al tema propuesto.

Uno de los objetivos del milenio propuesto en la Asamblea General de


Naciones Unidas se refiere a “promover la equidad de género y la autonomía de la
mujer”. Desde esta intencionalidad Colombia se comprometió en este objetivo
a disminuir los niveles de violencia contra la mujer, así como a mejorar el
mercado laboral y las oportunidades educativas.

En los objetivos del milenio sólo se tiene en cuenta la equidad de género a


partir de la educación infantil, y no en el aspecto de las relaciones conyugales
o el ambiente familiar, aspecto que muestra la falta de enfoque que sobre el
tema de violencia intrafamiliar y violencia contra la mujer tienen las entidades
gubernamentales.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Es importante abordar el tema de la violencia contra la mujer desde la


perspectiva del desarrollo humano, especialmente si se tiene en cuenta el vacío
de enfoque que existe en lo institucional. Durante los últimos cien años las
mujeres se han visto avocadas a emprender grandes luchas por sus derechos,
en cuanto a su reconocimiento como parte activa de la sociedad, de lo laboral,
lo político y constitucional.

En los últimos 20 años estas luchas se han ratificado en repetidas


declaraciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU). En 1979 se
produjo la declaración “Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer”, considerada como una declaración internacional de derechos
para la mujer. En 1992 el Consejo Económico y Social de la ONU definió el
concepto de “violencia contra la mujer” como un abuso de los derechos de las
mujeres, que deben ser protegidos también dentro del marco internacional de
los derechos humanos.

Para 1993 la Asamblea General de la ONU amplía el concepto de violencia


contra la mujer y la define como “todo acto de violencia que tenga o pueda
tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la
mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria
de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”
(Castillo Marín, 2009).

Igualmente, desde espacios como la Organización Mundial de la Salud,


Amnistía Internacional, Cumbre de las Américas, entre otros, se ha hecho
referencia al tema proponiendo un esquema integral de desarrollo de la mujer
en todos sus ámbitos de vida, y advirtiendo permanentemente sobre su
precaria situación.

En el caso de la violencia contra la mujer el tema no ha sido abordado de


manera formal, ya que son pocos los esfuerzos que propenden por investigar
y analizar el tema desde espacios de participación públicos y privados. Se hace
evidente que la violencia contra la mujer es más común en parejas de adultos
jóvenes, y es allí donde debiera concentrarse la mayoría de los esfuerzos
institucionales.

Los altos índices de violencia, la poca facilidad para denunciar y las pobres
medidas públicas y privadas que se tejen al respecto son muestra evidente de
que se hace necesario trabajar el tema en pro del desarrollo humano por la
equidad de género, dado que las mujeres en Colombia representan la mitad de
la población del país.
Una aproximación a la historiografía del derecho a la igualdad
de género a partir de la experiencia docente
123
Paula Mazuera Ayala

María Cristina Maldonado (2006) le otorga a la trilogía conflicto, poder


y violencia el carácter de inseparable dentro de las relaciones, y sostiene que
a mayor legitimidad en las relaciones de dominación-subordinación menor
conflicto, a mayor conflicto menor poder y en consecuencia más necesidad de
ejercer poder legal y más ejercicio del dominio con violencia.

Igualmente argumenta que el poder no es un estado. El poder es la


imposición de la voluntad de un grupo o individuo sobre otro u otros, que
implica interacciones de influencia mutua en dos direcciones desde el dominio
y desde la subordinación. La violencia en todas sus expresiones se caracteriza
por algún nivel de arbitrariedad, ya que puede quedar por fuera del control del
sujeto que genera la violencia yendo más allá de los fines que persigue.

3. Enfoque patriarcal

El tema de la inequidad de género está íntimamente ligado al desarrollo


de la cultura patriarcal europea, a la cual pertenece gran parte de la humanidad
moderna. Tal cultura establece la primacía de un “pater familia”, quien es el
centro del poder y la autoridad, y quien establece órdenes de subordinación
y sumisión. De allí surgen fenómenos como la competencia, la lucha, las
jerarquías, el control, la dominación del otro y la apropiación de la verdad.

Maturana Romesín (2003) lo describe con claridad, cuando dice que.

“En nuestra cultura patriarcal vivimos en la jerarquía que exige obediencia,


afirmando que una coexistencia ordenada requiere de autoridad y subordinación,
de superioridad e inferioridad, de poder y debilidad o sumisión, y estamos siempre
listos para tratar todas las relaciones, humanas o no, en esos términos” (p. 38).

En el panorama de la tradición patriarcal, en el cual aún nos encontramos


inmersos, la mujer ha sido sometida a un proceso de cosificación, es decir
fue tratada como un “algo” que es susceptible de manipulación, ostentación,
dominación y control, y se la ha dejado al margen del desarrollo humano jugando
un papel más decorativo o de forma que de fondo en las grandes decisiones que
atañen a la sociedad. Este panorama, sin embargo, ha sido atenuado por las
conquistas en materia de derechos, comenzando por el derecho a la educación
superior (1933), al voto (1954), al trabajo, a la seguridad social, y en suma al
destacamento en los más importantes roles figurativos.

Es así como la mujer paulatinamente ha logrado insertarse de manera


más activa en la vida productiva de la sociedad asumiendo roles directivos,
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

de control, expertos y demás desarrollos del liderazgo, sin embargo la


participación de la mujer en los diferentes escenarios sociales aún está marcada
por la exclusión, las dificultades para acceder a la educación superior (dados los
intereses culturales, el machismo, las responsabilidades que están obligadas
a asumir en el hogar desde temprana edad y las inequidades económicas en
relación al género masculino); la carga del conflicto armado, desde el cual se
fragmenta la familia, y donde la mujer entra a formar parte del mismo a través
de la vulneración de sus derechos, la cosificación sexual y la pérdida de libertad,
sin que se la tenga en cuenta como un actor más del conflicto.

En lo político la mujer también se ha visto rezagada dado su nivel educativo,


las responsabilidades en el hogar, la falta de oportunidades y la dominación
patriarcal de los partidos políticos, el difícil acceso a la capacitación política en
igualdad de condiciones y los estereotipos patriarcales.

4. Enfoque matríztico

Maturana (2003) establece como polo cultural opuesto a la sociedad


patriarcal lo que él denomina cultura matríztica, correspondiente al desarrollo
de las sociedades del neolítico (7.000 a 5.000 a.C.). En dicha sociedad no había
división de clases sociales; la propiedad era colectiva, había vestimenta similar
para hombres y mujeres, y existía una economía común primitiva. Basado en
esto se establece que el hombre y la mujer se deben respeto mutuo en una red
armónica de relaciones en la que prevalecía el criterio de la comunidad, y no
de un personaje en particular. Advierte este autor que no se debe confundir
matríztico con matriarcal, puesto que este último no es más que el enfoque de
la mujer que quiere primar sobre el hombre.

Es en este marco conceptual que se propone ir al reconocimiento


igualitario entre hombres y mujeres, tendiente a instaurar una democracia del
tipo matríztico que se refiere al concepto pleno de la palabra, enfoque que se
propone como la ruta de salida a las jerarquías de dominación que ha reinado
por siglos en las sociedades occidentales.

4.1 Propuesta matríztica

Teniendo en cuenta lo anterior, está claro que los procesos de prepon-


derancia del ego son eminentemente patriarcales y los procesos de desarrollo
comunitarios son matrízticos. Se plantea en esta reflexión que es necesario
establecer una movilización comunitaria en torno al tema de la equidad de
género en Colombia, tendiente a inferir en los objetivos de desarrollo del
milenio planteados.
Una aproximación a la historiografía del derecho a la igualdad
de género a partir de la experiencia docente
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Paula Mazuera Ayala

4.1.1 Movilización comunitaria

Entendido el propósito, es necesario aclarar que la movilización


comunitaria se puede definir como la capacidad de los individuos, grupos u
organizaciones para plantear iniciativas endógenas que formulen, ejecuten
y evalúen acciones sugeridas para resolver e identificar problemas propios, a
través de la participación popular. Para desarrollar un proceso de Movilización
Comunitaria se requieren los siguientes elementos de trabajo.

a) Paso I: Organización de equipo

• Aclaración del compromiso de los actores del proceso: comunidad,


equipo interdisciplinario de trabajo social, y organizaciones públicas y
privadas interesadas.
• Elaboración (estructuración y formulación) del Proyecto de Movilización:
objetivos, impactos, medios de trabajo, espacios de participación.

b) Paso II: Organización para la acción

• Determinar objetivos específicos para la acción.


• Programar actividades para realizar los objetivos.
• Discriminar tareas específicas.
• Asignar roles y funciones.
• Aclaración de los recursos a utilizar.
• Ejecución.

c) Paso III: Seguimiento, evaluación y control

• Inspección de ejecución (informes de trabajo).


• Manejo de satisfactores.
• Reuniones de retroalimentación.
• Mecanismos de solución de conflictos.

d) Paso IV: Medios alternativos y masivos de comunicación

• Comunicación desde lo cotidiano


• Educación desde la comunicación.
• Vinculación de los medios.

Para la utilización de la metodología propuesta se reconoce que la


movilización se centra desde dos espacios: en la acción desde afuera, o en el
motivo mismo del movimiento, ligado a la movilización desde adentro, desde
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

la persona o grupo. Estas dos tendencias marcan la forma de entender un


proceso de transformación.

La conformación del equipo de trabajo se daría teniendo en cuenta el


contexto de la mujer en Colombia, para lo cual se hace necesario entonces
partir de las necesidades básicas de la población, y la estructuración de políticas
de desarrollo que tiendan a propiciar espacios de participación desde los cuales
se de reconocimiento al interlocutor y se le incluya.

La comunicación en espacios de participación tiene relación con la educación.


No es lo mismo informarse sobre el tema que hacer un aprendizaje en el cual la
información juega un papel importante. La comunicación educativa tiene como
protagonistas a los sectores involucrados, refleja sus necesidades y demandas,
tiene en cuenta su cultura, interviene en los procesos de transformación, crea
espacios de expresión y transforma las relaciones sociales.

Los medios masivos de comunicación también forman parte importante


en la conformación de la movilización comunitaria; se hace necesario entonces
comprometerlos de manera más activa en la conformación de una identidad
propia respecto de la equidad de género y el papel de la mujer en el medio.

Los medios deben colaborar en la difusión de las políticas, actividades


y procesos que se cumplen con respecto al tema. Igualmente se requiere la
especialización de los mensajes para entrar en espacios sociales con un lenguaje
adecuado. Podríamos afirmar que la capacidad de movilización de los medios
está ligada más a esa especialización del mensaje que a la intención de persuadir
o incidir en el comportamiento.

El uso de la comunicación en la movilización comunitaria tiene tres etapas,


cada una de las cuales se caracteriza por una cierta forma de actuación de los
tres grandes factores que afectan a la comunicación:

a) La relación (existente entre los actores del proceso, según criterios de tipo
jerárquico, familiar, de clase social, etc.).
b) Contexto (situación o ambiente donde ocurre la comunicación en un
determinado momento).
c) Lenguaje (conjunto de contenidos, códigos y medios utilizados para la
interacción comunicativa).

Los tres aspectos están íntimamente ligados entre sí y sus interrelaciones


variables determinan las características del proceso de comunicación (Viega F.,
1993).
Una aproximación a la historiografía del derecho a la igualdad
de género a partir de la experiencia docente
127
Paula Mazuera Ayala

La finalidad de esta propuesta es fortalecer la masa crítica (Aburdene,


1993) de personas que aseguren mediante la concientización y el trabajo
comunitario que los derechos de la mujer sean cada vez más reales.

5. Observatorio de participación política para las mujeres

Reconociendo la disminución que se ha presentado en cuanto a la


participación de las mujeres en cargos de elección popular y las demás ramas
del poder público, y teniendo en cuenta que la mujer tiene poca participación y
representación en el espacio político nacional, y hoy en el marco del proceso de
paz y lo que sería el posconflicto, esta estrategia busca mantener un seguimiento
a dicho fenómeno identificando las causas que inciden para que esto ocurra y,
con base en ellas, implementar acciones que contribuyan a su disminución.

El observatorio pretende hacer seguimiento a temas relacionados con el


cumplimiento de la ley de cuotas, fomentar la participación de la mujer en
los espacios políticos para lograr un incremento del 20% en las corporaciones
públicas, además implementar un programa de capacitación de liderazgo y
ciudadanía para mujeres. La formación de un Observatorio requiere más
que de recursos financieros la voluntad política para abordar el tema de la
equidad de género.

Igualmente este tipo de programas debe concebirse en cada uno de los


municipios del país, de manera tal que se contribuya a disminuir las brechas de
desarrollo que existen entre la Capital y los demás municipios.

6. Incorporación de la perspectiva de género en las


instituciones de educación superior

Se hace necesario abordar más a fondo el tema de la perspectiva de género


en la educación, puesto que se evidencia en los objetivos del milenio planteados
que la propuesta está netamente enfocada a la educación básica. Se entiende que
las Instituciones de Educación Superior son los escenarios que por excelencia
contribuyen a la cualificación de hombres y mujeres, en su mayoría jóvenes,
en aspectos técnicos relacionados con sus disciplinas. Se propone entonces
que desde allí mismo se desarrollen acciones pedagógicas que le apuesten a
la sensibilización y movilización de estas personas en la construcción de una
sociedad más justa e incluyente. En este sentido es importante propiciar desde
las universidades la inclusión de una perspectiva de género en sus diferentes
programas y proyectos.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

7. Fortalecimiento de las organizaciones comunitarias


de jóvenes

Reconociendo la importancia de la participación de hombres y mujeres


en distintos espacios que contribuyan a su fortalecimiento como seres
humanos partiendo de sus diferencias, es imperante desarrollar procesos de
capacitación y acompañamiento a los grupos u organizaciones sociales de
jóvenes, de manera tal que sean verdaderos protagonistas de su desarrollo
y propongan transformaciones organizacionales, acorde con sus intereses
y expectativas.

8. Programa de salud sexual y reproductiva

A nivel de salud existen otras estrategias a considerar, que además de


contribuir a superar la inequidad entre los géneros estarían aportando en la
disminución de los índices de mortalidad de la población.

Los resultados arrojados en los últimos estudios relacionados con el tema


en mención plantean que aspectos como el desconocimiento, desinformación
y factores de orden cultural y/o religioso, son las principales causas por las
cuales las mujeres no se realizan la citología o el examen de mama, entre otros.

Se requiere la conformación de programas continuos de atención a


la población femenina en las zonas urbanas y rurales, desde los cuales las
instituciones busquen los espacios en las comunidades como una forma de hacer
prevención activa de la enfermedad y concientización de las responsabilidades
de la mujer con respecto a su cuerpo. La estrategia estaría enfocada desde la
responsabilidad compartida.

Después de tener una visión más amplia sobre la situación de la mujer


en nuestro medio, debemos decir que la equidad debe entenderse como la
posibilidad de “dar a cada quien lo que le pertenece, reconociendo las condiciones
o características específicas de cada persona o grupo humano (sexo, género,
clase, religión, edad). Reconocer la diversidad sin que ésta signifique razón para
la discriminación (...)” (Alfaro, 1999, p. 9).

Los objetivos del milenio en cuanto a la equidad de género deben estar


centrados en la “aplicación efectiva” de estrategias para que la prohibición de la
violencia contra la mujer deje de ser letra muerta y se convierta en una realidad
tangible para las mujeres de la región.
Una aproximación a la historiografía del derecho a la igualdad
de género a partir de la experiencia docente
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Paula Mazuera Ayala

Los gobiernos, instituciones públicas y privadas, autoridades locales,


asociaciones, organizaciones sociales y comunitarias, y las personas deben
hacer todos los esfuerzos posibles por erradicar este universal atropello a la
dignidad, a la integridad y a la vida de las mujeres.

Al igual que se menciona en el documento sobre los objetivos del milenio,


se deben aunar esfuerzos que propendan por el fortalecimiento de la autonomía
de la mujer en el sector urbano y rural. La violencia y el abuso sexual contra
las mujeres es una problemática que requiere ser atendida de manera puntual,
como lo señala la ley desde una perspectiva de derechos humanos, lo que obliga
a que todas las instituciones competentes de los sectores de la salud, justicia
y educación, adquieran la capacitación suficiente y asuman la responsabilidad
que permita brindar atención adecuada y oportuna a las víctimas de este flagelo,

Generar desde los diferentes estamentos de la sociedad un cambio de


enfoque hacia sociedades más justas, equitativas y orientadas más hacia la
inclusión que hacia las relaciones jerárquicas y de rango.

El enfoque matríztico exige el desarrollo de un liderazgo adaptativo que


permita enfocar más que soluciones técnicas al tema de la equidad de género,
soluciones de transformación adaptativas que impliquen comprometer a los
interesados en la solución de sus problemas.

Para finalizar, el manejo de una verdadera cultura de género que permita


prácticas de inclusión de la mujer en los diferentes escenarios de la comunidad
se convierte en una necesidad prioritaria para los gobiernos actuales.
Especialmente en el ámbito de la educación superior se pretende desarrollar
aplicaciones desde la comunicación en el aula que incluyan el respeto a la
mujer, su integridad y desarrollo integral como un ser humano protagonista
de los cambios sociales de la historia.

9. Desde la educación

La categoría género en la educación se presenta como la representación de


una relación que traduce la pertenencia a un grupo, a una clase, a una categoría,
y que tiene la función de constituir a los individuos concretos en hombres
y mujeres (De Laurentis, 1986), esto es, una relación que se asigna desde
lo cultural y social hacia la identidad, y que va más allá de la biología del ser
humano. El género es una forma de acercarse a las construcciones de identidad
cultural, de organización de las normas pasadas y futuras, y de visibilizarse en
el discurrir de la vida social.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

El lenguaje como construcción simbólica de la realidad de las personas


representa en la acción comunicativa una experiencia significativa de relación
social en lo simbólico, como la forma capaz de relacionar al sujeto con el
mundo a través de una realidad que ocurre solamente con uno de los géneros,
el masculino, y que representa solo una cara en la formación histórica del
lenguaje, que contribuye al sistema de dominación patriarcal.

El problema semántico-ideológico ocurre porque el carácter patriarcal de


la sociedad y de las concepciones del mundo le da en primer lugar el significado
general (hombre como el término asignado al género humano), y luego como
varón, que hace que se desestime el significado genérico.

Esta discriminación que se ha dado en el lenguaje tiene carácter histórico,


prueba de ello es la definición que el diccionario asigna a la mujer como “hembra
del macho”, o como “el grupo sexual que no es hombre”, significados que no
permiten ver a la mujer como ser de la sociedad y de la cultura, y sí en función
de otros grupos.

Pero no solo el lenguaje por sí mismo es trasformador o limitador de la


condición de hombres y mujeres; éste se encuentra inmerso en las funciones
y roles que se le han asignado tradicionalmente a éstos y éstas. Ellas cumplen
el rol reproductivo de la sociedad, en esferas privadas y particularmente
destinadas a la conservación de la especie (dadoras de vida-muerte-vida)
(Lagarde, 2003), y ellos desde el rol productivo, desde la esfera pública y en
desarrollo de su identidad masculina, pero esta realidad está mediada por los
diferentes cambios sociales que desde el siglo XIX han constituido el interés
contemporáneo de la mujer.

Las diferentes formas en las cuales las actividades y funciones asignadas


a ellas se reconfiguran en relaciones complejas y contradictorias hace evidente
que el mundo no puede ser mirado exclusivamente desde la dimensión
androcéntrica, dado que la misma conciencia de las mujeres ha cambiado desde
la propia identidad y su acción política. Así las cosas, se pueden observar formas
nuevas de ver la cultura con orientaciones ideológicas diferentes y desde donde
la mujer deja de ser “naturaleza” (conjunto de cualidades y características
atribuidas a las mujeres), y se asimila en su concepción social y cultural.

Es importante mencionar que en el caso de la masculinidad la relación con


el género atraviesa características propias, dado que la constitución cultural y
social de lo masculino está mediada por el código de aprendizaje de identidad
masculina, el cual indica qué se debe hacer y qué no, en la construcción propia
de su género, y para llegar a serlo demostrar en el entorno, en el eje de la vida
Una aproximación a la historiografía del derecho a la igualdad
de género a partir de la experiencia docente
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Paula Mazuera Ayala

social, que no se es niño, que no se es homosexual y sobre todo que no se es


mujer. (Aquí el mundo de lo masculino está en la negación de cualquier rasgo
de dependencia o pasividad “propia de las mujeres”), y sí en la formación de
características de autosuficiencia, valor y control del sufrimiento propio.

10. Dimensiones de lo femenino

Desde 1867, con las obras de Marx y Engels sobre la división natural del
trabajo, entendida como una dimensión de lo femenino y lo masculino que
está diferenciada por el género en sus características sexuales, las sociedades
especializaron a las personas en formas particulares según el sexo, y atribuyeron
a la mujer la naturaleza misma de la reproducción, dejando su quehacer en
el límite de la esfera privada y sin muchas posibilidades de apropiación de
la esfera pública, como constructoras de modos de vida y concepciones del
mundo particulares, por lo tanto su rol de reproducción de lo social y cultural
corresponde al determinado por el hombre al cual pertenece la esfera de lo
público, y por ende su construcción.

En cuanto a la dimensión de la sexualidad de las mujeres ésta en el mundo


contemporáneo es considerada como una realidad biológica, psicológica y
cultural que es producto de discursos y prácticas sociales en contextos históricos
determinados (Foucault, 1978).

Esto es: la sexualidad existe de acuerdo a las construcciones lingüísticas


a las cuales les asignamos significantes diferentes, es decir que es producto
de momentos históricos en los cuales los discursos construidos en torno al
término determinan la existencia de esta:

“Wittig es perfectamente consciente del poder que posee el lenguaje para


subordinar y excluir a las mujeres. Con todo, como «materialista» que es, cree
que el lenguaje es «otro orden de materialidad», una institución que puede
modificarse de manera radical. El lenguaje es una de las prácticas e instituciones
concretas y contingentes mantenidas por la elección de los individuos y, por lo
tanto, debilitadas por las acciones colectivas de los individuos que eligen. La
ficción lingüística del «sexo», sostiene, es una categoría producida y extendida por
el sistema de heterosexualidad obligatoria en un intento por ceñir la producción
de identidades sobre el eje del deseo heterosexual” (Butler, 1990, p. 87).

Dentro de las construcciones lingüísticas contemporáneas el concepto


de narrativas permite la visibilización de nuevos actores sociales en los
cuales se involucran nuevas temáticas, y el género como una de esas nuevas
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

temáticas logra el reconocimiento de un sector socialmente excluido. Desde


la modernidad la mujer no era contemplada en el discurso, pero a partir del
surgimiento de las nuevas narrativas que se oponen a los grandes relatos y que
ponen en cuestionamiento a las utopías se permitió el reconocimiento de un
sector determinante en la sociedad.

La narrativa es un acto simbólico, un fenómeno de comunicación cambiante


que le da sentido a la vida, es una construcción social que se realiza a través
del lenguaje (Mumby, 1997). La narrativa privilegia el relato como su forma
de expresión, el cual se transmite de generación en generación y se actualiza,
construye y reconstruye en el ejercicio mismo de narrar, acto que permite dar
cuenta de los éxitos o fracasos de los personajes, dar legitimidad a las instituciones,
representar modelos a seguir, valorar actuaciones de la comunidad, además de
admitir una pluralidad de acentos en el narrar que constituyen el lazo social.

Dado que se está hablando de las construcciones lingüísticas en lo referente


al entorno de lo femenino y lo masculino, es pertinente referirse al concepto
“género” desde la genealogía misma del término, cuyo significado antes era
destinado a una simple categoría gramatical y que remitía a la diferenciación
entre las palabras masculinas y femeninas, pero que luego, en 1876, en Francia
el término se acuña como un eufemismo para referirse a la diferencia física
entre hombres y mujeres, puesto que mencionar la palabra sexo era considerado
de mal gusto. Posteriormente la palabra género no solo fue utilizada para
mencionar dicha diferencia física, sino las diferencias de comportamientos y
estilos entre hombres y mujeres.

Recientemente el término es apropiado por las ciencias sociales para referirse


a conductas sociales en la cultura de hombres y mujeres, y lo que se espera de
ellos y ellas. El concepto es ampliado hacia otras dimensiones que se contemplan
dentro de lo cultural, lo político, lo psicológico, ligado al poder y a los saberes.
Todas las relaciones entre los seres humanos se constituyen en relaciones de
poder, y por ende todos los fenómenos socio-culturales se consolidan como
escenarios propios de poder, el trabajo, la sexualidad, el cuerpo, entre otros.
La relación hombre-mujer se ha construido históricamente como una relación
desigual en la que el poder se ha ejercido de manera directa o a través de la
construcción de significados que han contribuido a edificar roles y espacios
privilegiados para ejercerlo.

Según Castell (2008):

“El poder es la capacidad relacional que permite a un actor social influir de


forma asimétrica en las decisiones de otros actores sociales, de modo que se
Una aproximación a la historiografía del derecho a la igualdad
de género a partir de la experiencia docente
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Paula Mazuera Ayala

favorezcan la voluntad, los intereses y los valores del actor que tiene el poder.
El poder se ejerce mediante la coacción y/o la construcción de significado
partiendo de los discursos a través de los cuales los actores sociales guían sus
acciones” (p. 33).

Desde la perspectiva foucaultiana el poder se ejerce mediante una red de


discursos y prácticas sociales.

Ejemplificando lo anterior la mujer puede ser víctima del poder, pero a su


vez puede ser reproductora del mismo; en una doble vía la mujer maltratada por
su marido puede ser maltratadora de sus hijos, y estos a su vez maltratadores
de sus compañeros; el poder está atravesado por el uso de la palabra, tanto en
el acto comunicativo cotidiano como en discursos más elaborados en el mundo
de lo público.

Cuando la mujer pisa la esfera pública se convierte en sujeto de poder, en


protagonista social de la crítica como una fuerza histórica, como un grupo social
que toma decisiones con respecto a su voluntad y conciencia. La presencia de
las mujeres en la vida pública ha traído consigo el aporte de una visión plural
y diversa del mundo, caracterizada por un énfasis diferente en las relaciones
de justicia y solidaridad, marcadas seguramente por la influencia que en las
mujeres ha tenido su permanencia en los espacios privados, y su dedicación a
las tareas de reproducción y cuidado.

Lo anterior quiere decir que la entrada de las mujeres a la esfera pública


incorpora elementos diversos en el ámbito público, y muchos de aquellos
asuntos que tradicionalmente se entendían como del orden estrictamente
privado pasaron a ser abordados y discutidos públicamente. La diversidad que
en las formas de interpretar el mundo aportan las mujeres al escenario político
lleva a tratar asuntos “invisibles” para la sociedad que sucedían en lo privado:
violencia doméstica, vida sexual, salud, condiciones materiales de vida, entre
otros, son temas que ya ocupan el interés público y se tratan en los escenarios
de representatividad política.

Ejemplo claro de lo anterior lo constituye la “Ley de Violencia Intrafamiliar”


que busca garantizar los derechos de las mujeres y erradicar la violencia de
la familia, en bien del interés general. Ley que desarrolla el artículo 42 de la
Constitución Política, el cual se refiere a la protección de la familia.

En la dimensión del saber se abordan diferentes campos del conocimiento


desde lo científico hasta lo empírico en la construcción del sentido común.
Desde esta perspectiva son los saberes y discursos los que fundamentalmente
permiten crear, afianzar y sostener las relaciones de poder.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

Si se mira a través del tiempo, la mujer ha estado al margen de los


diferentes aspectos del conocimiento para quienes han contado la historia,
las ciencias, las artes, la filosofía, la literatura, que entre otros son campos del
saber que se relatan desde una perspectiva masculina, aunque no se puede
negar que la mujer si ha estado en todos estos campos, su visibilización
ha sido reducida; solo a partir de acciones estoicas y valerosas de mujeres
que en la historia se atrevieron a levantarse a los convencionalismos de la
época se logra el reconocimiento de ella como partícipe de la construcción
del conocimiento.

Desde una perspectiva más reciente las mujeres se han erigido en sectores
que propenden por hacer una construcción de la historia en la que ellas se
incluyen como protagonistas, la cual no está por fuera del orden lingüístico en
la construcción de una identidad atravesada por la palabra. Al realizar actos de
lenguaje mediante los cuales la mujer se nombra como tal, reconoce en ella su
identidad genérica:

“El análisis del lenguaje provee de un punto crucial de entrada, un punto de


partida para entender cómo son concebidas las relaciones sociales y, por lo tanto
–ya que entender cómo son concebidas significa entender cómo funcionan– cómo
están organizadas las instituciones, cómo se viven las relaciones de producción
y cómo se establece la identidad colectiva. Sin poner atención en el lenguaje y en
los procesos mediante los cuales se constituyen los significados y categorías, sólo
se imponen modelos super simplificados en el mundo, modelos que perpetúan la
comprensión convencional, en vez de abrir nuevas posibilidades interpretativas”
(Scott, 1988, pp. 87).

Por otra parte, el aula de clase es aquel espacio físico o virtual donde se
hacen construcciones dialógicas de saberes, con sentido y significado cultural,
en la cual se hace urgente generar gnosis en todos sus responsables. Darle
importancia a la perspectiva de género dentro de las prácticas pedagógicas
implica que se dé cuenta de la inclusión de la mujer en los diversos espacios
sociales, establece un modo del quehacer docente en el proceso enseñanza-
aprendizaje que está de acuerdo con las necesidades nacionales, regionales,
institucionales y personales de los interlocutores.

Conceptos como la igualdad, entendida como el derecho inherente a todos


los seres humanos de ser reconocidos como iguales de manera incondicional sin
discriminación en razón al género, raza, religión, entre otros, trae que los y las
docentes como parte integrante de la formación social deben tener en cuenta
principios esenciales como la igualdad para desarrollar convivencia entre los
discentes y conciencia colectiva que trascienda las estructuras meramente
Una aproximación a la historiografía del derecho a la igualdad
de género a partir de la experiencia docente
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Paula Mazuera Ayala

académicas al medio cotidiano como demanda social que desde la universidad


se debe dar respuesta.

Educar significa no solo lograr del estudiante la interiorización de


conocimientos técnicos, sino promover el desarrollo integral del ser humano,
por lo que resulta prioritario fortalecer en la comunidad académica valores que
enriquezcan la diversidad y la inclusión para superar las limitaciones impuestas
por el género a través de un trabajo sistemático de los actores académicos.

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Capítulo 6
Cuatro historias sobre historia (jurídica)

Federico Fernández-Crehuet1

En el siguiente trabajo se pasa revista a cuatro puntos de vista desde


los que se ha reflexionado sobre cómo escribir la historia jurídica. En primer
lugar me ocupo de las reflexiones de F.C Savigny y la introducción del enfoque
histórico en la ciencia del derecho. Posteriormente reviso críticamente algunos
de los planteamientos metodológicos de Helmut Coing, para pasar, en tercer
lugar, a describir los planteamientos de la teoría de sistemas aplicados a la
historiografía jurídica. Por último, para cerrar este trabajo presento algunos de
los planteamientos metodológicos que ha suscitado el enfrentamiento con el
pasado, en concreto con el pasado totalitario europeo.

1. Historia del derecho de Savigny

Un páramo blanco separa el horizonte del viajero (Fernández-Crehuet,


2008). No hay cobijo frente a la nieve ni al viento que borra cualquier huella en
el camino. Sólo sobresalen pequeñas astas de palos y destartalados matorrales
destinados a desaparecer. Savigny viajó a París en el invierno de 1805. Cuatro
meses de camino. Un viaje de estudios que se convirtió en una auténtica
aventura: en aquel entonces era necesario enganchar entre 15 y 20 caballos
al carruaje; los caminos entre Francia y Alemania estaban completamente
destrozados debido al pesado tráfico militar que habían sufrido en las guerras
napoleónicas; no era extraño que los coches de caballos perdieran el control al

1 Doctor en Derecho de la Universidad de Granada (1998). Profesor Titular de Filosofía del


Derecho en la Universidad de Granada. Con estancias de investigación en Berlín (Humboldt y Technische
Universität), Gotinga (Karl Albert Ruprecht Universität), Edimburgo (School of Law) y en el Max
Planck-Institut para historia jurídica de Frankfurt am Main. Cuenta con una beca para investigadores
experimentados de la Fundación Humboldt. En el Max-Planck ha dirigido la Sección Ibérica del Proyecto
de Investigación Das Europa der Diktaturen. Ha sido IP de dos proyectos financiados por el Ministerio de
Ciencia, el primero España y Portugal: Derecho y Dictadura (SEJ 2006-13018) y el segundo Dictadura,
Derecho y Memoria (DER 2009-10446). Sus líneas de investigación son la filosofía jurídica alemana, la
historia de la filosofía jurídica española, especialmente el siglo XX, Una aproximación desde la filosofía
del derecho al tema de Derecho, Memoria histórica y dictaduras.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
138
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

bajar algún puerto de montaña o simplemente una pendiente con algo más de
inclinación; era necesario encontrar forraje para los caballos en cada pueblo,
extremo que, debido a la carestía de la época, no era en absoluto sencillo.

En estas condiciones Savigny pierde sus maletas con importantes


manuscritos y notas al entrar a París; no sabe si se los roban o el baúl, que viajaba
en la parte trasera de la calesa, simplemente se cayó. Sea como fuere, uno de sus
alumnos y discípulos predilectos, Jacob Grimm (el gran narrador de historias y
cuentos infantiles), que en aquella fecha solo contaba con 20 años, viaja desde
Marburg para con su dedicación y celo volver a realizar el trabajo perdido.

La correspondencia de Savigny, compendiada y comentada en una obra


monumental por Adof Stoll (1927), no es propia de un jurista teórico. Sobre
todo en el tomo dedicado a los años de juventud, cuando Savigny realiza estos
viajes, da la impresión que estamos leyendo la vida de todo un Indiana Jones de
la Rechtswissenchaft. Y no es la excepción. Niebuhr, el gran historiador amigo de
Savigny (por el que intercede para que el mismísimo Goethe prologue su Historia
de Roma), tuvo que cruzar los Alpes con un tiempo “de perros” después de haber
localizado el palimpsesto de Gayo en la sala capitular de la Biblioteca de Verona.

Pero no nos quedemos en lo anecdótico. Tras estos viajes de aventura en


pos de la ciencia jurídica o histórica subyace una mentalidad y cosmovisión
nueva. Los viajes tenían un objetivo palmario: la búsqueda de la fuente. El
enfoque histórico que Savigny comienza a dar a sus trabajos, especialmente a
su Geschichte des Römischen Recht in Mittelalter, se fundamenta en un estudio
exhaustivo de los textos, de los manuales, de los archivos, en definitiva, de los
documentos. Savigny es uno de los principales impulsores de este giro histórico
que es constitutivo no solo de la ciencia del derecho y la historia jurídica (él es
uno de los primeros que emplea el término Rechtswissenschaft), sino también
de las ciencias humanas en general.

Esta nueva perspectiva metodológica se distancia y rompe en buena


medida (hay excepciones sobre las que se podría abundar en otro momento)
con el paradigma iusnaturalista. Veamos, Kant (2003) en la Kritik der reinen
Vernunft escribe: “Comprendo por sistema la unidad de los conocimientos
organizados bajo una idea”.

Esta idea presupone dos cosas: que el sistema se fundamenta en un


principio desde el que se pueden deducir las partes, y que el sistema tiende
a ser completo. Los sistemas pueden ser construidos a partir de principios
(cognitio ex pricipiis) o bien desde datos (cognitio ex datis). Savigny, la Escuela
histórica y en general el giro historicista que comienza precisamente en el XIX
Cuatro historias sobre historia (jurídica)
139
Federico Fernández-Crehuet

apuestan por este segundo modelo. Los viajes de Savigny a las bibliotecas de
París, Marburgo, Praga o Weimar pueden ser comparados con los de Alexander
von Humboldt por Latinoamérica; éste recogía datos y especies naturales,
mientras que Savigny textos y datos jurídicos. La ciencia jurídica se emancipa
de una razón teologizada y empezaba a constituirse en una ciencia autónoma,
apoyándose en una razón histórica.

Todos nos hemos dejado seducir y hemos oído o explicado a nuestros


alumnos qué representa el Volksgeist según Savigny: ese lugar oculto, misterioso
y metafísico, origen del derecho. A mi juicio lo realmente novedoso del enfoque
del autor alemán no se encuentra aquí. Por decirlo de forma un poco extrema
y quizá un tanto radical: la obra fundamental de Savigny no es su System des
heutigen Römischen Rechts, que es su obra más conocida, la que está traducida a
nuestra lengua, y de la que hiciera eco Durán y Bas para defender los derechos
históricos catalanes.

Debemos prestar igual atención a su Geschichte des Römischen Rechts in


Mittelalter, libro que posee una única finalidad: mostrar la continuidad del derecho
romano a través de la Edad Media. El libro adopta un carácter –permítaseme
la expresión– casi de listín telefónico, cuando en el volumen IV se recogen,
con enorme acribia metodológica, las diversas obras de los glosadores. Aquí lo
realmente notable es la construcción de un elemento clave de la historia jurídica
europea, un modo (¿ingenuamente?) empírico y evolutivo de hacer historia.

Uno de los lugares comunes repetidos ad nauseam en los manuales de


la historia jurídica es la defensa de la costumbre por la Escuela Histórica en
general, y por Savigny en particular. La costumbre es adornada igualmente
con un origen metafísico que procede de su relación con el espíritu del pueblo,
con el Volksgeist. La costumbre se impone a la ley y de tal modo refuerza el
elemento romántico atribuido a esta corriente. Una interpretación como
ésta choca frontalmente con el estudio de la historia como ciencia, como un
conjunto de documentos y textos recopilados en archivos y bibliotecas. Esta
defensa de la costumbre como fuente del derecho autónomo no se encuentra
en el pensamiento de Savigny, sino en la obra de Puchta. Savigny defiende en
el primer volumen de su citado System que la costumbre es simplemente un
hecho y que como tal debe ser defendido ante el juez; éste no tiene la obligación
de conocerla, las partes han de demostrar su existencia. Un hecho. Un mero
hecho, al igual que las fuentes de derecho romano sobre las que fundamenta
sus libros (Fernández-Crehuet, 2008).

En resumen, se puede afirmar que el modo de escribir historia de Savigny


(de escribir la historia del derecho) se caracteriza por:
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en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

a) Ser un estudio empírico de la historia. Sólo interesan los hechos; los hechos
para Savigny son los textos, especialmente los de derecho romano, pero
sólo en la medida en que permanecen, sólo lo que ha seguido existiendo
o ha permeado el derecho actual. No es cierto que la Escuela Histórica
sólo preste atención al derecho romano. Recientemente se han editado
las clases de Savigny sobre el ALR, el gran código prusiano (Savigny,
1994). Interesa el derecho, por tanto, en cuanto se puede analizar
empíricamente.
b) La historia es pensada de forma ingenuamente evolutiva, lineal, progre-
siva, como una mixtura que conjuga la necesidad histórica con la libertad
humana. Michel Foucault (2009) en sus cursos sobre la biopolítica ha
afirmado que “el historicismo parte de lo universal y lo pasa en cierto modo
por el rallador de la historia”. Exactamente esto es lo que hace Savigny:
pasa por el tamiz de la historia conceptos tales como propiedad, contrato,
matrimonio, jurados. El resultado es una historia que presenta fuertes
continuidades con el pasado, sin rupturas ni alteraciones abruptas, donde
las recetas del pasado sirven para los males del presente.
c) El historicismo presupone un espacio de experiencias (Erfahrungsraum)
anclado al pasado, y un horizonte de expectativas (Erwartungshorizont)
que mira al futuro (Gil, 1993). El pasado, por tanto, se constituye en
el futuro. En este sentido se debe entender precisamente la teoría de
la interpretación, y en concreto la inclusión del criterio histórico. La
interpretación del derecho no es una enfermedad jurídica sino una
necesidad del propio texto. Parece que está hablando Gadamer 150 años
después. No. Es de nuevo Savigny en las páginas finales de System. Si
la interpretación ha de contener el criterio histórico, si ante la duda se
debe introducir la historia, es claro en qué sentido el pasado construye el
presente; es palmaria la inconsutil sutura que une el ayer con el hoy.

2. Helmut Coing, el gran historiador del derecho privado

Continuemos con una anécdota (Fernández-Crehuet, 2006). Cuentan los


paisanos del lugar que un eminente profesor de historia del derecho al marchar
al extranjero dejó a cargo de sus plantas a un joven becario. Haciéndole una
única advertencia:

“Aquí tiene ud. las llaves de mi casa. Debe ir dos veces por semana a regar las
macetas. Puede hacer en mi domicilio lo que le plazca: utilizar la cocina, tomar
prestados los libros que le interesen o incluso, eventualmente, dormir allí. Pero,
bajo ningún concepto debe abrir el pequeño armario de ébano que hay en mi
despacho. Le ruego encarecidamente que tenga esto presente”.
Cuatro historias sobre historia (jurídica)
141
Federico Fernández-Crehuet

El becario va por primera vez a casa del profesor, riega profusamente


las macetas, hojea algunos viejos libros jurídicos y observa el armarito de su
despacho: de brillante madera negra, con dos pequeños tiradores de cobre
algo pulidos por el uso. “¿Qué habrá dentro?”, se pregunta. La operación se
repite con pequeñas variaciones una y otra vez, hasta que un día la tentación
le vence y lo abre. Un plato de Lilienporzelan, una porcelana especialmente
fina y delicada, dispuesto contra las puertas, de tal modo que si estas se abrían,
aquel cayera al suelo, era su único contenido. El becario recoge los restos del
plato hecho añicos. Sólo le queda buscar por todo Frankfurt un plato igual al
que había en el interior del misterioso armario. El profesor, quizá alguno de
ustedes lo sabía desde el principio, pues la anécdota es de dominio público, era
Helmut Coing, el gran historiador del derecho privado.

La pequeña historia con la que en realidad solo quería salpimentar la aridez


de mi texto pone de manifiesto una psicología muy concreta: la desconfianza
de Coing hacia lo que le rodea, y una enorme astucia para descubrir cómo son
las cosas: atributos necesarios de un buen historiador para investigar cómo
funciona el acontecer histórico, para desentrañar las “leyes que lo mueven”
(si es que tal cosa existe). Efectivamente, Coing fue una figura puntera en la
historiografía jurídica, pero a mi juicio su obra nos presenta un ejemplo de
algunas taras metodológicas de las que debemos distanciarnos. Seamos
nosotros también curiosos. Veamos qué hay en el armario.

“Hubo un tiempo (...)”; cursiva en el original. “Derecho común (...)”; cursiva en


el original. “Ius commune”, en cursiva, ¡por supuesto! Éste es parte del arranque
de un libro en el que se deja sentir la nostalgia de “tiempos mejores” y la necesidad
de revivirlos en el presente. Nada hay de malo en ello. Todo lo contrario, pues
me estoy refiriendo al Europäisches Privatrecht de Helmut Coing (1985). Su tema
de investigación vital fue mostrar, por medio de una detallada historia de las
instituciones, cómo el ius commune había ofrecido, desde el siglo XII al XVIII, un
sustrato jurídico que unía a los países del “continente europeo”, y cómo, tras la
codificación, este ius commune había mantenido, hasta cierto punto, su fortaleza.

En el análisis de Coing la Universidad de Bolonia es el centro de una forma


de enseñar, que parece ser un re-nacimiento del Derecho. Un centro que se
desplaza hacia la periferia en un doble sentido: en primer lugar los estudiantes
que viajan a Bolonia para adquirir ciertos conocimientos y luego regresan a
sus países con un status distinto, y en segundo lugar, estas migraciones
intelectuales crean un conjunto de universidades en torno a Bolonia en las
que se enseñan parecidos contenidos y con un método igual: el sistema se
reproduce. Ha nacido −según Coing− un nueva clase social: los juristas. He aquí
las raíces de Europa.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

Paul Valéry, el gran poeta francés, lo expresó bellamente: “Europa es una


península de Asia”. Coing es más prosaico y pesado: menciona hasta la saciedad el
“continente europeo”. Inglaterra queda fuera lógicamente de esa “tradición” del ius
commune, pero con matizaciones. Coing siempre insiste en la idea de “continente
europeo”; pocas veces utiliza la expresión “Europa” y raramente menciona
la Unión Europea. El uso del término “continente europeo” trata de separar la
Europa continental del common law. América, tan importante para entender el
derecho de tantos países europeos, no aparece por ninguna parte.

El ius commune –y quizá esto sea lo más importante para nuestros fines
expositivos– se integra en una “evolución histórica” que culminaría en la
Unión Europea de hoy en día. Así, desde Bolonia habría existido una ciencia
jurídica que escalonadamente se habría ido desarrollando prácticamente hasta
culminar en la Unión Europea: ilustrativo es, a este respecto, el título de uno
de los últimos trabajos de Coing (1989): De Bolonia a Bruselas. La línea de
continuidad está claramente marcada. Incluso tuvo a su servicio la fundación
de un instituto de investigación: el MPI.

Pero aparece el obstáculo, la discontinuidad. La codificación y la


consiguiente fragmentación del ius commune. No importa, la metodología
lineal evolutiva y teleológica es un caballo desbocado que salta cualquier
valla. Se subrayan los efectos “positivos” que produce la codificación en
relación con el mantenimiento del antiguo “derecho común”. Se acentúa
la hegemonía del código francés en el espacio europeo. Las distintas
codificaciones abren la puerta al derecho comparado que, en algún sentido,
es interpretado como descendiente del viejo ius commune. Se incide una
y otra vez en los grandes acontecimientos históricos comunes a Europa
que requieren, a pesar de los distintos códigos, un derecho muy parecido.
Coing elige en todos sus trabajos los mismos ejemplos: el derecho de
patentes, la sociedad de acciones y el derecho hipotecario. El argumento
empleado si fuera tachado de “marxismo ingenuo” sería completamente
mal interpretado. Se trata exactamente de lo contrario: “idealismo jurídico”
ingenuo (Fernández-Crehuet, 2006).

Esta estrategia, en cualquier caso, garantiza la unidad como multiplicidad


dentro del Derecho europeo: se trata de buscar −y en este sentido el derecho
comparado moderno es fundamental− cuáles son las concomitancias entre
los distintos sistemas jurídicos europeos que nacen tras la codificación. El
derecho europeo común ha tenido un desarrollo histórico prolongado, ya sea
en la época de Bolonia (con una forma de estudio común extendida por todo
el continente), ya posteriormente, con la llegada de la Ilustración (por medio
de importantes principios políticos que serían observados en toda Europa, y
Cuatro historias sobre historia (jurídica)
143
Federico Fernández-Crehuet

también a través de la codificación) o, en última instancia, en nuestros días,


por medio del derecho comparado que, a juicio de Coing, no sólo muestra una
misma “gramática jurídica” sino incluso una continuidad en los “significados”
(Mohnhaupt, 2000). El derecho comparado se constituye en el último jalón de
la Historia jurídica.

Aunque algunos de ellos ya han sido enunciados anteriormente,


sistematicemos los defectos de esta metodología jurídica que articula la obra
de Coing:

a) Michael Stolleis (2009) ha señalado que hay cierto modo de construir


historia que se organiza para alcanzar un fin. Por justificado y loable que
ésta sea se produce un efecto distorsionador. Se toma lo que es compatible
con tal objetivo; se abandona aquello que lo contradice o que dificulta
el camino. Subrayar la identidad europea tras el caos de dos guerras
mundiales era el objetivo de Coing.
b) El segundo defecto es un corolario de este primero. La historia que se
construye es lineal, evolutiva, sin pasos atrás ni al lado. Impregnada de
la idea de progreso tan cara al historicismo ingenuo. Como si después de
Herder no se hubiera escrito nada más sobre filosofía de la historia. La
línea de continuidad ya la hemos señalado: Bolonia-ius commune-derecho
codificado como derecho comparado-derecho de la Unión Europea.
c) Deshistorificada y aislamiento. La historiografía que construye el discurso
sobre el ius commune abarca un periodo tan extenso de tiempo, su
evolución es tan larga, que se nos muestra como una “continuidad”,
como una “constante” de la historia europea. Desde mediados del siglo
XI con la fundación de la Universidad de Bolonia, hasta el siglo XX, en
donde habría coadyuvado a la construcción del espíritu de Bruselas. Esta
permanencia temporal (que siempre hubiera existido un derecho común
europeo en una u otra forma) produce lo que se podría llamar un efecto
de “deshistorificación” o de “descontextualización”, esto es, que la historia
del ius commune se explique distanciándose peligrosamente de otro tipo
de historias y de otro tipo de fenómenos; que los glosadores y el derecho
común constituyan una suerte de intra-historia que no entra en contacto
con ningún tipo de factores externos. Este aislamiento del discurso sobre
el Derecho común se muestra en la forma en que se escriben los grandes
tratados de historia jurídica europea que han afrontado este tema.

Los dos volúmenes que Coing dedica al estudio del Derecho privado son
una historia de las instituciones, muestran el desarrollo dogmático de cada
una de ellas (con ciertas lagunas, según los especialistas). El discurso no está
entretejido con cuestiones de carácter económico, social o con estrategias de
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

poder. El Derecho se muestra desnudo y cerrado en sí mismo. Se parte de un


enfoque de teoría de las ideas que, a sí misma, se subroga el papel de motor de
la historia. A esto es a lo que me refería líneas más arriba cuando hacía uso de
la expresión “idealismo jurídico”.

3. La historia desde Marie Theres Fögen

La historia vive de observar cambios (Fögen, 2002). Por su parte, la


historia del derecho tiene que ver con los cambios que se producen dentro del
sistema jurídico. En este sentido se pregunta qué hay de nuevo y de viejo en
un momento jurídico concreto. Un modelo explicativo de estas variaciones se
ha denominado “evolutivo”. Contiene dentro de sí una paradoja: la identidad
que se modifica por medio de variaciones, pero a pesar de ello mantiene su
carácter de identidad.

En las ciencias sociales este modelo evolutivo ha sido exitoso. Ahí están los
trabajos de Luhmann, Dirk Baecker y Rudolf Stichweh, pero ¿qué ha sucedido
con la historiografía y con la historia del derecho? Marie Theres Fögen, directora
del MPI, intentó durante años, hasta su temprano fallecimiento, introducir los
planteamientos de la teoría de sistemas en la historia del derecho. Resumo
algunos de sus planteamientos.

Una historia del derecho como teoría evolutiva de los sistemas sociales
requiere de seis elementos:

a) Unidad. Cuando se hace historia del derecho es fundamental decidir qué


entidad se quiere observar: el derecho, el proceso, la sanción, etc. Se ha de
elegir una unidad que no sea excesivamente modificable y contingente.
b) Comunicación. Se fundamenta en la diferencia entre lo jurídico y lo no-
jurídico. La comunicación presupone información que se separa del ruido
de fondo del mundo y que ha de ser especificada. La comunicación forma
mensajes, que pueden ser escritos, orales o en imágenes. Sólo cuando
el mensaje alcanza al receptor y éste lo entiende o mal interpreta, sólo
entonces, existe la comunicación.
c) Sistema. Las comunicaciones que se especializan a partir de un motivo
y que establecen una frontera a partir de éste, dejando fuera su entorno,
forman un sistema. El límite se establece en tanto que las comunicaciones
sobre el derecho y lo no-jurídico son distintas a las de lo bueno y malo,
o lo justo e injusto. Los sistemas comunicativos se diferencian de los
sistemas vitales porque aquéllos son sistemas sociales, por ello la historia
del derecho ha de tener en cuenta la unidad del fenómeno jurídico, esto es,
el derecho ha de ser contemplado como un sistema social.
Cuatro historias sobre historia (jurídica)
145
Federico Fernández-Crehuet

d) Cambio. Al igual que los sistemas vivos, los sistemas sociales tienen
momentos de estabilidad o tranquilidad, y épocas de fuertes convulsiones
o revoluciones. Estas últimas son reconocibles por el historiador al aparecer
nuevas variaciones y comunicaciones que compiten entre sí. Éste es el caso
cuando, por ejemplo, nos encontramos con dos ordenamientos jurídicos
que colisionan: derecho codificado frente a derecho consuetudinario;
derecho romano vs. derecho patrio; derecho nacional vs. derecho europeo.
Momentos revolucionarios son aquéllos en los que surgen factores en el
entorno tales como inventos, acontecimientos políticos, etc., sucesos que
lógicamente no son pronosticables pero sí que se pueden reconstruir.
e) Selección. Significa que de las nuevas posibilidades que surgen se eligen
algunas. En el derecho sucede esto cuando un comportamiento que
hasta entonces no había sido contemplado es marcado por la diferencia
legal-ilegal. Distintas realidades pueden ser –o no– un problema jurídico.
La selección es contingente, pues en caso contrario sería un mero
determinismo. De otro lado, la selección no es arbitraria, sino que está
marcada por la selección anterior y por las estructuras existentes.
f) Re-estabilización, esto es, la inclusión de los elementos seleccionados
en las nuevas estructuras. En el derecho esto se realiza bien por medio
de la dogmática, el respeto a los textos jurídicos o el sistema judicial. Se
amortiguan las sorpresas políticas, técnicas o económicas que puedan
acaecer en el exterior. El sistema jurídico se estabiliza en tanto que
introduce novedades que se convierten en complejidad.

Las consecuencias de una hjistoria del derecho con estos presupuestos son
las siguientes (Fögen, 2002):

a) Comunicaciones en vez de hombres. Si se quiere construir la historia del


derecho desde estas premisas, es decir, como sistema evolutivo social, los
hombres han de ocupar otro lugar y tener un valor distinto al que tenían en
la actualidad. Desde la invención de la imprenta las comunicaciones poseen
la ventaja de funcionar a pesar del transcurrir de los siglos. La historia
del derecho trabaja con los textos, las comunicaciones que trascienden
el tiempo, que son comentadas, recepcionadas y reinterpretadas. Los
hombres se disuelven en el devenir histórico, quizá esto sea más palmario
en la historia de la Antigüedad, pero también sucede en el seno de la
historia contemporánea. La historia del derecho no puede ser antropología
ni psicología. Lo que interesa son las comunicaciones sobre textos.
b) Posibilidades en vez de causalidad. Las comunicaciones dependen de tres
momentos selectivos: información, mensaje y comprensión. La evolución
es igualmente selectiva: variaciones, selección y re-estabilización. Los
fenómenos históricos no son como un matraz con agua que basta con
ponerlo al fuego para que el agua hierva. No existe entre ellos una relación
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en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
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causa-efecto. Las comunicaciones y la evolución pueden ser de un modo


(paso del Antiguo Régimen al Estado de derecho decimonónico), pero
podrían haber sido de otra forma (pensemos en aquellos países donde
no existió proceso revolucionario, por ejemplo, Prusia), por tanto un
sistema evolutivo tiende a eliminar la vieja idea de causalidad (tan cara
al historicismo). Igualmente la vieja idea del “origen” –tan criticada por
Foucault–, y repetida mil veces bajo el símil de las “raíces” (recordemos el
libro de Isaiah Berlin: Las raíces del romanticismo). Éste es un expediente
más poético pero igualmente inútil para la historia del derecho como
sistema evolutivo.
c) Causalidad en vez de influencias. La versión atemperada y sustitutiva del
modelo de las causalidades es el de las “influencias”. Cuando se habla
de la influencia de las ciencias naturales sobre las ciencias jurídicas o
de la influencia del Tratado de Versalles sobre el derecho de la época de
Weimar, se está inquiriendo cómo el entorno modifica el propio derecho.
En puridad, los cambios en el entorno representan para el derecho meros
azares. Un golpe de Estado, una inundación o internet son hechos sobre
los que no se sabe cómo reaccionará el sistema jurídico. A veces lo que para
el sistema político puede ser una auténtica catástrofe, no tiene por qué
afectar al derecho.
d) Co-evolución. Para analizar los cambios históricos del derecho en relación
con su entorno se puede proponer un sistema de co-evolución. En un sistema
moderno se tiende a que la sociedad establezca una relación de equilibrio
inestable entre los distintos sistemas. La economía se apoya en el derecho,
el derecho en la política, etc., acoplamientos estructurales que facilitan la
co-evolución. No obstante pueden existir distintos estímulos exteriores
que puedan causar reacciones diversas en los sistemas. La invención del
barco pudo producir un gran impacto en el sistema económico, mientras
que no modificó en absoluto el derecho. Estudiar estas reacciones –y por
supuesto no predecirlas– es tarea fundamental de la historia jurídica.
e) Circularidad en vez de teleología. La evolución no está dirigida a un
objetivo ni es lineal. No sirve a nadie ni a nada. La evolución, basada en
variación, selección y re-estabilización, ha funcionado desde siempre, pero
científicamente ha sido observada tan sólo desde Darwin. La historia
estaría compuesta de circularidades, de informaciones que catalizan
procesos de selección y posteriormente de nueva re-estabilización.
f) Por último, la teoría de los sistemas sociales evolutivos, en los que habría de
incardinarse la historia jurídica, posee como objeto de estudio principal
los textos, que son necesarios independientemente de que estudiemos
la Antigüedad o la historia contemporánea para eliminar los mitos y
leyendas. La realidad no es algo empírico, factual, que está en las cosas,
sino algo que reside en los intersticios de las cosas; en los intersticios está
la comunicación.
Cuatro historias sobre historia (jurídica)
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Federico Fernández-Crehuet

4. Historia y memoria: Walter Benjamin

El camino “zigzaguea” por un escarpado barranco. A la derecha, el mar. A


la izquierda, mil kilómentros de montañas. Atrás, los franquistas. En el pueblo
de destino, una supuesta libertad. Allí, encajonado, sin apenas poder respirar,
con dolores atroces de corazón, deteniéndose cada dos pasos para tomar aire,
un hombre de gafas gruesas y fino bigote se empecina en llegar al final de la
serpenteante senda. Llegaría para morir en Portbou. Walter Benjamin ni
siquiera fue enterrado con su nombre correcto. Intercambiaron el apellido por
el nombre: Benjamin Walter.

Con un destino así es premonitorio que en su tesis Sobre el concepto de


historia (Benjamin, 2008) afirmara que la historia se ha de escribir y peinar
a contrapelo, sin perder de vista a los desvalidos, a los subalternos; no es
de extrañar que reivindicara la erlebniss (lo vivido) frente a la erfahrung (lo
transmisible); no es de extrañar que pusiera en el lugar que le corresponde al
historicismo de Ranke que trató (y aún trata) de contar la historia como lo que
realmente fue (wie eingtlich war).

Benjamin (2008), por tanto, subraya la importancia de la memoria.


Articular el pasado históricamente “significa apoderarse de un recuerdo que
relampaguea en el instante de un peligro”, nos dice. ¿Se puede escribir historia
sin tener en cuenta la memoria? ¿No es acaso la memoria parte esencial de
nuestro pasado?

Halbwachs (2004) fue uno de los primeros autores que puso de manifiesto
la dicotomía entre historia y memoria: la historia comienza donde acaba la
tradición. La historia es una mirada externa al pasado. La memoria una visita a
lo acaecido, interna y casi íntima. La historia enclaustra al pasado en un orden
racional y cerrado. La memoria lo abre, lo revive otra vez. Más recientemente
Pierre Nora ha reivindicado esta antinomia. Al historiador –sostiene Nora– no
le puede interesar la memoria que es “mágica y afectiva”, que inevitablemente
deforma el conocimiento científico de lo ocurrido, que es la finalidad de la historia.
La memoria engañaría. ¿Y la historia? ¿Siempre dice la verdad? (Traverso, 2007).

Se pueden señalar varios factores que, en los últimos años, han otorgado a
la memoria un lugar central:

a) Richard Rorty (1990), el conocido y famoso filósofo norteamericano,


acuñó la expresión linguistic turn, con la que hacía referencia al cambio de
enfoque que, a partir de Wittgenstein, había invadido todos los campos
de las ciencias sociales, incluida la historia. Roland Barthes (2015) lo
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

expresó contundentemente: “El hecho no tiene nunca una existencia que


no sea lingüística”. La historia se escribe y se conoce mediante el texto; la
historia es un discurso que incorpora una cosmovisión, representaciones e
interpretaciones. Entre historia y literatura no habría apenas distancia. Los
fallos principales de la construcción histórica positivista son conveniente
y acertadamente subrayados por los defensores de esta corriente: no hay
más linealidades, abolición de explicaciones causales y monocausales,
distanciamiento de cualquier objetividad fáctica.
b) Consecuencia directa es que se realce la memoria frente al hecho histórico,
y no está mal que así sea. La historia que niega la memoria es peligrosa,
dice Traverso. Un buen ejemplo es el libro de G.W. Sebald (2001), Luftkrieg
und Literatur, que cuenta cómo el hecho de la destrucción de Alemania
a manos de la aviación aliada ha sido silenciado por toda la producción
historiográfica, el cine y la literatura. Ciudades enteras fueron destruidas,
de tal modo que sus planos antiguos no coinciden con los modernos:
donde antes había una calle ahora hay una plaza, o al revés. 600.000 civiles
murieron, fueron destruidos tres millones y medio de casas, siete millones
y medio de personas se quedaron sin vivienda. Sebald (2001) reproduce
una típica postal de Frankfurt, en cuya parte superior se aprecian las
ruinas de la ciudad, y en la inferior se pude observar el moderno skyline,
en el que destaca la torre espigada y con jardines interiores del Dresdener
Bank. Entre las dos imágenes se puede leer el siguiente rótulo: “Frankfurt-
Gestern und Heute” (Frankfurt-ayer y hoy). La estrategia es clara: no
existe el bombardeo sino la reconstrucción; no existe el ayer sino el futuro,
al que se orienta la mirada. Frankfurt ayer y hoy; no hoy y ayer. La amnesia
colectiva está servida y respaldada por la historia y los historiadores, que
parecen paralizados por una suerte de acedia.
c) El exceso de memoria tampoco es deseable. Tzvetan Todorov (2008)
ha advertido que “sacralizar la memoria es otro modo de hacerla
inútil”. Claude Lanzmann lo ha rozado en sus documentales al intentar
oponerlos a los archivos, a las fotos de los Sonderkomando mostrando
el exterminio; el recuerdo se sitúa por encima de la historia (Traverso,
2008). Es cierto que, como ha puesto de manifiesto Derrida (1997),
éstos tienen una función normativa para con la realidad; es cierto que
están vigilados por los arcontes; es cierto que hay historia más allá de los
archivos, pero el recuerdo por sí mismo no es más distorsionador que la
historia. En su intercambio epistolar con Saul Friländer puso de relieve
que la historia no puede hacerse de espaldas a las víctimas, que no puede
tener la arrogancia de convertirse en un simple estudio académico de los
documentos (Broszat y Friedländer, 1987).
d) Los filósofos no han quedado fuera de estos excesos. Agamben (2000), autor
de moda, ha construido una figura no exenta de polémica: el Müschelmann.
Aquel recluso que doblado sobre sí mismo como una suerte de almeja ya no
Cuatro historias sobre historia (jurídica)
149
Federico Fernández-Crehuet

puede hablar ni por sí mismo. Para este autor Auschwitz es aquello de lo que no
se puede hablar y el musulmán, el Müschelmann, es el mejor ejemplo de esta
imposibilidad de testimonio. Traverso (2008) ha criticado esta construcción
filosófica por no responder a la realidad histórica. La mayoría de los “gaseados”
no llegaban a estos límites físicos y psicológicos, sino que simplemente eran
asesinados apenas se bajaban del tren. Afirmar que el mejor testigo es el que
no puede testificar deja de ser un juego literario o filosófico para convertirse
en una aberración para con aquellos que sí que nos regalaron sus vivencias en
los campos de concentración, como Primo Levi.
e) Memoria y justicia. Otras veces la historia y los historiadores se han
convertido en jueces al estilo hegeliano. Traverso (2008), personaje
nada sospechoso, se echa las manos a la cabeza al ver cómo algunos
historiadores participaron en los juicios de Touvier o Maurice Pappon,
quien fuera secretario general de la región de Burdeos durante Vichy y
quien, en la época de De Gaulle, llegaría a prefecto de la policía de París.
Como ha señalado Tony Judt (2008), en el epílogo de su emblemática obra
Postguerra, solo después de la muerte de Miterrand –que también, como
es sabido, fue un alto funcionario en la época de Vichy–, se empezaron
a llevar a cabo estos juicios. En cualquier caso la pregunta pertinente es:
¿Qué debe hacer el historiador ante estos juicios? Henry Rousso rechazó
testificar en el proceso de Pappon con el siguiente argumento:

“La justicia se plantea la pregunta de saber si un individuo es culpable o inocente:


la memoria nacional es el resultado de una tensión entre recuerdos memorables
y conmemorables y olvidos que permiten la convivencia de la comunidad y su
proyección al futuro; la historia es una empresa de conocimiento y elucidación:
estos tres registros no deben superponerse” (Traverso, 2008).

En cambio, Judt (2008) ha subrayado de qué manera el profesor Paxton


de la Universidad de Columbia, especialista en la dictadura de Vichy, testificó
ofreciendo importantes datos al respecto.

El exceso de celo metodológico de Rousso y de Traverso (2008) producen


hilaridad. Los historiadores no se convierten en jueces por testificar en un
proceso. Son meros peritos, cuyos informes no son vinculantes para ningún
juez. Foucault, compatriota suyo, explicó hace años en un libro ya clásico, Vigilar
y castigar, que la sentencia, aunque dictada en puridad por el juez, se sirve de
ciencias auxiliares de cualquier tipo. Sorprende, por tanto, la ingenuidad a
estas alturas de la película. Parece más bien que tales juicios son un importante
catalizador de la opinión pública, que ayudan a formar una conciencia histórica
necesaria y saludable para un sistema democrático. El historiador debe
implicarse con la sociedad civil, poner su ciencia a su servicio y no andar con
remilgos epistemológicos.
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

He recorrido cuatro enfoques de cómo es posible escribir historia. Podrían


haber sido otros. La Begriffsgeschichte de Koselleck ha quedado inevitablemente
fuera de mi exposición. Otros enfoques ni siquiera han sido mencionados.
Escribir sobre la historia de la historia (jurídica), sobre cómo se escribió, supone,
como he apuntado, dejar cosas fuera, seleccionar materiales, y he aquí la primera
conclusión: no podemos seguir escribiendo la historia jurídica como antaño,
como si dispusiéramos de un marco exterior y objetivo. El historiador es un
autor impregnado de subjetividad desde el primer momento. Incluso antes de
escribir. La mera elección sobre lo que se escribe conlleva un acto subjetivo. Ya
es hora de olvidar las pedantes primeras personas del plural. Barthes (2015) lo
expresó más filosóficamente: “(…) toda enunciación supone su propio sujeto, ya
se exprese el sujeto de manera aparentemente directa, diciendo yo, o indirecta,
designándose como él, o de ninguna manera, recurriendo a giros impersonales”.

Mi exposición, por meras cuestiones de orden, ha procedido del siglo


XIX al XX. En ella hay alabanza y críticas a autores e ideas. No supone ello
que pueda existir un modo más cabal de escribir la historia que otros. Si
afirmamos lo contrario creo que pecaríamos de anacronismo. Coing escribió
en un paradigma científico completamente distinto al actual. Puedo criticar
lo que estime oportuno o desvelar las finalidades relativamente ocultas de su
modo de entender la historia jurídica, lo que no supone una descalificación.
Es simplemente una mirada oblicua a sus textos. Posiblemente cada objeto
histórico requiera un método distinto de escritura. Creo, no obstante, que no se
puede hacer historia hoy en día sin contar con un paradigma teórico y filosófico
previo; si mirar al pasado con los ojos del presente supone un anacronismo,
hacer historia con los presupuestos del pasado (de forma taxonómica, pensando
que el hecho histórico existe como tal, prestando solo atención a las fuentes de
siempre, etc.) es poco fructífero e ingenuo.

Las dictaduras del siglo XX en Europa han modificado el modo de escribir


historia jurídica. Rüthers (1968) y Stolleis (1973) son dos claros ejemplos de
probidad y valentía académica. En sus trabajos tenían como punto fuerte su
novedad, tematizar lo que nadie tematizaba, buscar nuevas fuentes y romper
con los tópicos anclados a la ciencia jurídica, en este caso que el positivismo
era el padre putativo del nacionalsocialismo. Por su parte, la historia en general
también ha cambiado a la hora de enfrentarse a los totalitarismos: el testigo,
el que ha vivido la historia, se sitúa en primer plano, rompiendo la clásica
dicotomía entre memoria e historia, entre testimonio oral y trabajo de archivo.
Unir estos dos extremos es fundamental.

Permítanme que les cuente una última anécdota para ilustrar esta
aseveración. Durante los años 2006 a 2009 realicé una investigación sobre
Cuatro historias sobre historia (jurídica)
151
Federico Fernández-Crehuet

la represión contra jueces y magistrados en la dictadura franquista. En el


Archivo General de la Administración fotocopiamos, escaneamos, tabulamos y
resumimos más de 20.000 páginas, hasta que finalmente se publicaron en un
libro y se desarrolló una página web con los datos de los depurados.

Pasado el tiempo, una tarde cualquiera de primavera, sonó el teléfono.


Un compañero de la Universidad de Alicante me solicitaba amablemente
el envío del expediente de depuración de su tío. Este magistrado, según
constaba en el expediente, había sido separado de su cargo y posteriormente
destinado a otra ciudad. Estos eran los fríos datos. Cuando mi compañero me
vuelve a llamar me ofrece, como en las viejas tragedias griegas, la otra parte
de la medalla rota: su tío se había suicidado tirándose por el hueco de un
ascensor poco después de la guerra civil española. Nadie de su familia sabía
por qué. Testimonio y archivo se unían. El medallón de la tragedia quedaba
relativamente completo de nuevo.

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Marcial Pons.
Capítulo 7
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto
armado interno colombiano: técnicas de neutralización

Pablo Elías González Monguí1

En Colombia desde hace más de 50 años vivimos un conflicto armado


interno, de confrontación inicial de guerrillas izquierdistas con el Estado, al
que se suma luego, en los años 90 del siglo pasado, la intervención armada
derechista de los paramilitares con el propósito de derrotar a las guerrillas, lo
que representó que la problemática del país se volviera más compleja en su
solución. La vía militar no ha sido el camino idóneo para ponerle fin al conflicto,
y la solución negociada ha fracasado varias veces.

En el marco del conflicto armado interno han sido muchos los delitos
que se han cometido. Los guerrilleros son autores de delitos políticos pero
también comunes; los agentes del Estado, en defensa de éste, han realizado
conductas punibles, como también lo han hecho las fuerzas paramilitares.
Dentro de la variedad de conductas punibles realizadas, estos actores
han cometido delitos de lesa humanidad (ej.: desapariciones, secuestros,
desplazamiento forzado, torturas), crímenes de guerra y otras violaciones
individuales y masivas a los derechos humanos, que regularmente han sido
“justificadas” para “neutralizar” las percepciones negativas de la sociedad
frente a sus comportamientos.

1 Abogado de la Universidad Libre de Colombia, Especialista en Ciencias Penales y Criminología


y en Derecho Público. Doctor en Derecho de la Universidad Externado de Colombia. Ha sido Fiscal
General de la Nación (E). Vice Fiscal General de la Nación. Fiscal Delegado ante la Corte Suprema de
Justicia. Director Nacional de Fiscalías (E). Director Nacional del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI),
Jefe de la Oficina de Investigaciones Especiales de la Procuraduría General de la Nación. Director de la
Oficina de Relaciones Interinstitucionales de la Universidad Libre de Colombia. Actualmente es Director
del Doctorado en Derecho de la Universidad Libre de Colombia. Docente nacional e internacional del
Instituto Berg. Otzenhausen (Alemania).
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

En el presente análisis se pretende mostrar las diferentes técnicas de


neutralización como justificaciones que se han desplegado por los diferentes
actores del conflicto armado interno colombiano, como también por las vícti-
mas y la sociedad misma, las cuales conducen indefectiblemente a la negación
de los derechos humanos.

El análisis se abordará desde el punto de vista socio-jurídico con una


metodología cualitativa, teórica deductiva e inductiva, con base en los
documentos producidos principalmente por el Grupo de Memoria Histórica
(GMH) de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) de
Colombia, a partir de 2008, cuyas investigaciones constituyen una narrativa
integradora e incluyente sobre las razones para el surgimiento y evolución del
conflicto armado interno, además de otras fuentes documentales de autores,
periódicos y revistas.

1. Técnicas de neutralización

El punto principal de partida para la elaboración de este artículo es la


teoría creada por Gresham M’Cready Sykes (1922-2010)2 y David Matza (nació
en 1930)3, denominada Técnicas de neutralización (Sykes-Matza, 1957), en la
que –como ellos mismos lo afirman– complementaron las proposiciones de
Edwin Sutherland4 (1883-1950), acerca de que el comportamiento criminal
se aprende, no se hereda ni se inventa, se aprenden sus motivaciones,
impulsos, racionalizaciones y actitudes por definiciones favorables a favor
del incumplimiento de la ley, como también las técnicas para el desarrollo de
las actividades delictivas, agregándole a dicha teoría las justificaciones de la
conducta desviada (técnicas) que realizan los delincuentes comunes, mediante
las cuales se busca “neutralizar” las sanciones negativas de la sociedad, las cuales
“son decisivas para disminuir la eficacia del control social y descansan detrás de
gran parte del comportamiento delictivo” (Sykes-Matza, 1957, p. 169).

Estas justificaciones de las conductas desviadas regularmente son válidas


para los delincuentes mismos, pero no para el sistema penal ni para la sociedad
en su conjunto. Son “racionalizaciones” que surgen posteriormente a la

2 Sociólogo y criminólogo estadounidense, Doctor de la Universidad de Northwestern. Profesor


de Sociología Emérito de la Universidad de Virginia.
3 Sociólogo y criminólogo estadounidense nacido en New York en 1930, Ph.D. de la Universidad
de Princeton. Profesor Emérito del Departamento de Sociología da Universidad de Berkeley.
4 Sociólogo estadounidense, con PhD en la Universidad de Chicago en 1913. Presidió la
American Sociological Associacion en 1939 y fue uno de los más influyentes criminólogos del siglo XX.
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interno colombiano: técnicas de neutralización
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Pablo Elías González Monguí

realización del comportamiento desviado, “como un modo de protección del


individuo [también de los aparatos organizados de poder] contra su propio
sentimiento de culpa o contra la culpa de otros luego de haber cometido el
delito”, aunque para los autores referidos “existen razones para creer que,
en realidad, preceden al comportamiento desviado y lo hacen posible”. El
planteamiento de estos autores continúa estando vigente, permite determinar
la existencia de esas justificaciones en el marco del conflicto armado colombiano
y facilita su análisis.

Matza (2014) amplió esta teoría en su libro Delinquency and Drif


(Delincuencia y deriva) que salió a la luz pública en 1964 y hoy es considerado
uno de los clásicos de la criminología. Las normas, particularmente las legales
y en especial las penales, pueden ser neutralizadas “porque las condiciones de
aplicabilidad –y, por lo tanto de inaplicabilidad– están enunciadas de manera
explícita” (p. 113). Para este autor cuando “hay disputa y argumentación
respecto de cuestiones específicas, los principios generales de mitigación y
negación de los delitos están garantizados por ley” (p. 113). En efecto, la misma
Constitución Política de Colombia contempla como derecho el silencio del
indiciado de un delito y no lo obliga a declarar contra sí mismo, como tampoco
a éste y a cualquier testigo en relación con su cónyuge, compañero o compañera
permanente y sus familiares, lo que implica que permite exenciones que pueden
ser reclamadas por quien esté comprendido dentro de la norma. Se contempla
en el derecho penal, entre otros, la posibilidad de la neutralización si la persona
indiciada quiere rendir un interrogatorio, en el que puede justificar los hechos
o incluso minimizarlos, o negarlos a pesar de haberlos realizado.

Para Sykes y Matza (1957), creadores de la teoría, las técnicas de neutrali-


zación se dividen en cinco grandes tipos: la negación de la responsabilidad, la
negación del daño, la negación de la víctima, la condena a quien condena y la apelación
a lealtades superiores (pp. 167-169).

En desarrollo de la teoría expuesta Stanley Cohen5 (1942-2013) consideró


que puede ser aplicada a los casos de atrocidades políticas o de violación de
derechos humanos, por cuanto las justificaciones, “la mayoría de las veces,
siguen la misma lógica interna y asumen una función social análoga a las
justificaciones de los desviados comunes”.

Por su parte, Cohen (2005) le agregó dos elementos más a la teoría de las
técnicas de neutralización: la negación de conocimiento y la indiferencia moral.

5 Sociólogo sudafricano nacido en Johannesburgo. Fue profesor emérito de sociología en la


London School of Economist.
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Adicionalmente y como aporte del trabajo investigativo realizado por quien


escribe estas líneas, existen otras tres: la negación de los hechos, la negación de
los perpetradores o victimarios, e implícitamente cuando se trata de violación de
derechos humanos, la negación de éstos.

1.1 Las negaciones

Como se puede apreciar las técnicas de neutralización están unidas a las


negaciones, entendidas éstas como “aseveraciones de que algo no sucedió,
no existe, no es verdad, o no [se] tiene conocimiento al respecto” (Cohen,
2005, p. 23). La negación es una técnica, individual o colectiva, particular o
gubernamental, consciente o inconsciente, de buena o de mala fe, utilizada
para desconocer una realidad histórica o contemporánea. Puede suceder que en
efecto tales aseveraciones sean verdaderas, justificadas en cuanto el hecho no
sucedió en absoluto, correctas en cuanto lo alegado sucedió de esa forma y no de
otra, o podría haber tenido lugar pero sin su conocimiento (Cohen, 2005, p. 23).

De ser así estamos ante aseveraciones de buena fe, pero también las
aseveraciones pueden ir encaminadas a justificar lo contrario a la realidad,
es decir, tratarse de racionalizaciones de mala fe, deliberadas e intencionales,
destinadas a desinformar, sesgar, manipular, ocultar, encubrir, engañar o mentir.
También puede ir encaminada a invisibilizar la realidad mediante el bloqueo de
la información “que es literalmente impensable o insoportable” (Cohen, 2005, p.
24), mediante códigos o pactos de silencio, encubrimientos o mentiras calculadas.

Los motivos por los cuales se utiliza la negación son variados, de acuerdo a
los intereses personales, políticos, sociales, culturales o económicos de quienes
niegan. Se han desconocido hechos ante la humanidad entera o ante una
comunidad determinada, que tienen que ver con acciones ilegales o crímenes
cometidos, porque desde el punto de vista político les genera a los neutralizadores
algún costo social. La negación más conocida en el siglo XX es la del holocausto
nazi, tanto por el Estado alemán en el momento de su ejecución, como también
por los cultores del nazismo después de la derrota narzi y hasta la actualidad,
pese a la abrumadora cantidad de pruebas que demuestran la realización de
hechos atroces y abominables que continúan ofendiendo a la humanidad.

Según Cohen (2005) las negaciones pueden manifestarse genéricamente


de tres maneras:

a) Negación literal, objetiva o flagrante, del hecho o del conocimiento del suceso.
El hecho se niega por cualquier razón, de buena o mala fe, por ignorancia o
por mentira deliberada o falsa, o por mecanismos inconscientes de defensa
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
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Pablo Elías González Monguí

(Cohen, 2005, pp. 26-27). Por ejemplo en Colombia se negó durante


mucho tiempo la existencia del paramilitarismo y se sigue hoy negando
que hubiera sido impulsado por agentes del Estado mismo.
b) Negación interpretativa, que consiste en que los hechos no son negados pero
se les da una lectura diferente a la que es evidente, bien por una incapacidad
genuina para comprender los hechos, o por reinterpretaciones para evitar la
censura moral o la responsabilidad legal (Cohen, 2005, pp. 27-29). Quienes
niegan utilizan un lenguaje neutro, cifrado o códigos o eufemismos. Por
ejemplo, en el lenguaje nazi “acción” tenía que ver con una operación
violenta contra judíos u otras personas; “reasentamiento en el Este” se
refería a la deportación forzada de personas a centros de exterminio, y
“tratamiento especial” significaba asesinato. En países como Francia6,
Alemania7, Austria8 y España9 la negación del holocausto constituye un
delito por tratar de ocultar una realidad histórica bajo el supuesto de la
libertad de expresión. En Colombia se sancionan las conductas que
justifiquen el antisemitismo pero no a quienes niegan el holocausto10.
También se utilizan los eufemismos, como por ejemplo, en relación con
los homicidios de personas que fueron presentadas como guerrilleros sin
que realmente lo fueran, se les ha denominado “falsos positivos” cuando en
verdad son asesinatos, o en el lenguaje de los derechos humanos, ejecuciones
extrajudiciales, aunque en Colombia y en los países en que está prohibida
la pena de muerte, esta denominación resulta inapropiada, por cuanto no
existen ejecuciones que puedan ser ordenadas judicialmente.
c) Negación implicatoria es la otra forma, en que no se niega el hecho, se admite
su existencia pero se niegan o minimizan las implicaciones psicológicas,
políticas o morales, en que el hecho “no tiene nada que ver conmigo”, otros
tienen que encargarse de eso, es decir, desde el punto de vista psicológico no
es perturbador para quien lo niega porque no tiene un imperativo moral de
actuar. Cohen (2005) a modo de ejemplo dice que “no hay nada que usted pue-
da hacer respecto de los escuadrones de la muerte en Colombia” (pp. 27-29).

6 Ley N° 90615 de julio 13 de 1990, conocida como Loi Gayssot, que reprime a quienes pongan
en duda la existencia de uno o varios crímenes contra la humanidad.
7 Código Penal, artículo 130.3.
8 Ley de Prohibición del Nacional-Socialismo (Verbotsgesetz), artículo 3h.
9 Código Penal Español, artículo 607.2.
10 Código Penal. Ley 599 de 2000: “Artículo 102. Apología del genocidio. El que por cualquier
medio difunda ideas o doctrinas que propicien, promuevan, el genocidio o el antisemitismo o de alguna
forma lo justifiquen o pretendan la rehabilitación de regímenes o instituciones que amparen prácticas
generadoras de las mismas, incurrirá en prisión de noventa y seis (96) a ciento ochenta (180) meses,
multa de seiscientos sesenta y seis punto sesenta y seis (666.66) a mil quinientos (1.500) salarios
mínimos legales mensuales vigentes, e inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas de
ochenta (80) a ciento ochenta (180) meses.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

En síntesis, para Cohen (2005) “la negación (…) incluye cognición (no
reconocer los hechos), emoción (no sentir, no ser perturbado), moralidad (no
reconocer lo que está mal o su responsabilidad) y acción (no tomar medidas
activas en respuesta al conocimiento)” (p. 29). Los victimarios se aferran a todo
tipo de negación para tratar de neutralizar la percepción negativa de sus actos
por parte de la sociedad y las acciones judiciales.

1.2 ¿Quiénes niegan?

Los autores Sykes-Matza (1957) examinaron las justificaciones desde la


perspectiva de los delincuentes, pero en la investigación realizada se confirmó
que el comportamiento criminal (divergencia) no solamente puede ser
justificado (neutralizado) por el perpetrador, sino también mediante la negación
oficial por los agentes del Estado, por acción o por omisión (silencio cómplice o
no prestando auxilio), como también puede ser realizado, según Cohen (2005),
por los espectadores: testigos presenciales, testigos de oídas, medios de control
social informal como los medios de comunicación o Estados espectadores (pp.
33-38), y aún por la propia víctima mediante la autonegación de su condición
(González, 2013, p. 443).

En efecto, las técnicas de neutralización no proceden exclusivamente de


los victimarios, como se demuestra más adelante al confrontar la realidad
colombiana del conflicto armado interno. La negación puede ser personal del
delincuente o de la víctima, la negación puede ser oficial como política de Estado
o de sus agentes, o cultural cuando las sociedades caen en estados colectivos
de negación. En los gobiernos totalitarios “la negación oficial va más allá de
los acontecimientos particulares, mediante negaciones de las masacres, o una
reescritura de la historia y una obstrucción al conocimiento del presente”
(Cohen, 2005, p. 30). En los Estados más democráticos la negación oficial es
más sutil:

“(…) colocando un velo sobre la verdad, estableciendo la agenda pública, ajustando


o adecuando la realidad a determinados intereses, divulgando datos tendenciosos
a los medios de comunicación, mostrando una preocupación selectiva respecto
de víctimas convenientes, o bien, utilizando negaciones interpretativas respecto
de la política exterior” (Cohen, 2005, p. 30).

En uno u otro sentido puede haber una construcción social de la realidad


de acuerdo a la tendencia ideológica de los gobernantes.
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
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Pablo Elías González Monguí

2. Justificaciones de las violaciones de derechos humanos

En Colombia durante el conflicto armado las organizaciones armadas al


margen de la ley (guerrilleros y paramilitares), el Estado y agentes del mismo,
gobernantes, particulares victimarios, algunos sectores de la sociedad e incluso
los medios de comunicación han realizado justificaciones de las conductas
violatorias de derechos humanos, y para ello han recurrido a variadas formas,
desde negar el conflicto hasta la indiferencia moral. Las víctimas también han
participado en algunas de esas justificaciones.

2.1 Negación del conflicto armado interno

La gran negación que se ha presentado en los últimos quince años ha sido la


de desconocer la existencia de un conflicto armado interno en Colombia. Álvaro
Uribe durante su presidencia, y posteriormente, ha tenido la posición de que en
Colombia no existe conflicto armado y ha manifestado que “reconocer el conflicto
es reconocerles legitimidad a los terroristas” (El Tiempo,  2011). Esa posición se
invoca en memoria de las víctimas, pero como una memoria sin futuro, que toma
“la forma extrema de la venganza, la cual a fuerza de repetirse niega su posible
superación”, no es una “memoria transformadora” que busca “el exterminio
de los reales o supuestos agresores” (GMH, 2013, pp. 14-15). La negación del
conflicto armado implica la negación del contradictor o enemigo, y la negación
de la posibilidad de la salida negociada o democrática de un conflicto.

Cuando el Presidente Juan Manuel Santos reconoció que el conflicto


armado en Colombia existía “desde hace rato” (El Colombiano, 2011) se
rompieron las relaciones con el expresidente Uribe, porque dicha posición
significó un viraje político gubernamental frente a lo que se había sustentado
durante los ocho años de gobierno de éste. Inmediatamente Naciones Unidas,
que venía insistiendo en la necesidad de reconocer la existencia del conflicto,
consideró que este paso “facilita la interlocución con la comunidad internacional
sobre este tema y reivindica las víctimas del conflicto”, “no otorga ninguna
legitimidad moral o política a los grupos armados ilegales”, y tampoco cambia
la obligación de las partes de respetar el Derecho Internacional Humanitario
(DIH) (ONU, 2011). Hasta el momento dicho reconocimiento no ha significado
conferirle un estatus especial a la guerrilla o a cualquier otro grupo armado
ilegal, como tampoco que sus acciones se legitimen.

2.2 Negación de los hechos

Negar los hechos es la forma de negación más utilizada en relación con su


ocurrencia, y lleva implícita otras formas de negación acerca del conocimiento
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
160
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

de los sucesos, de su autoría, responsabilidad y daños ocasionados. Las moda-


lidades de este tipo de negación por parte de los grupos armados ilegales
(paramilitares y guerrilleros), e incluso por agentes del Estado, son:

“a) No reconocimiento de los hechos.


b) Justificación de los hechos.
c) Minimización de los hechos, bien al reducir la importancia o la entidad que
tienen, en relación con la magnitud de los mismos” (González, 2013, pp. 334-335).

En este conflicto armado interno muchos han sido los hechos negados por
paramilitares y guerrilleros.

En el momento en que sucedieron, las masacres ocasionadas por los


paramilitares fueron negadas por éstos. Además, entre otros, negaron los
asesinatos selectivos de los defensores de derechos humanos, por ejemplo de
Jesús María Valle (febrero 27 de 1998) y Eduardo Umaña Mendoza (abril 18
de 1998), y que por declaraciones del paramilitar Diego Fernando Murillo,
conocido como alias “Don Berna”, se sabe que fue ejecutado por la organización
paramilitar liderada por Carlos Castaño en connivencia con la inteligencia
militar oficial (Elespectador.com, 2014).

También cometieron otros homicidios de impacto nacional que fueron


negados por los paramilitares, pero hoy se sabe que su jefe máximo, Carlos
Castaño, ordenó la eliminación física de Jaime Garzón (agosto 13 de 1999)
en Bogotá, con base en información de inteligencia militar y del DAS. En sus
declaraciones alias “Don Berna” justificó el asesinato de Jaime Garzón como un
“gran error” que enlutó a todos los colombianos (El Colombiano, 2015; Caracol
Radio, 2011).

Un hecho particular que afectó y conmovió a miembros de un alto estrato


social en Colombia fue el atentado terrorista contra el Club El Nogal de Bogotá que
dejó diez muertos y más de sesenta heridos. Este hecho y los daños ocasionados
fueron negados por las FARC, grupo guerrillero que ha sido señalado por el
sistema penal colombiano de haberlo cometido (Caracol Radio, 2003).

Se le adjudica también al Estado colombiano la negación de hechos


criminales por parte de los perpetradores (Oxfam Internacional, 2009)11, e

11 Dice el informe que el uso de la violencia contra la mujer, “lejos de ser esporádico, se ha
convertido en una práctica habitual que ha pasado a formar parte integral del conflicto armado.
Sin embargo, la persistente ocultación y negación de este delito por parte del Estado colombiano ha
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
161
Pablo Elías González Monguí

incluso altos servidores públicos, contra las evidencias, niegan violaciones


de los derechos humanos como por ejemplo en los más de 4.000 casos de los
llamados eufemísticamente “falsos positivos” (El Tiempo, 2012)12.

La masacre de Bojayá (Chocó), ocurrida el 2 de mayo de 2002, fue realizada


por el frente José María Córdoba de las FARC, quien en un enfrentamiento
con paramilitares de la región lanzaron un total de cuatro pipetas sobre la
población, una de las cuales explotó en la Iglesia del municipio en donde se
refugiaba un gran número de personas, con un saldo trágico de 79 personas
muertas y gran cantidad de heridos. Los agentes del Estado en su afán de
negar la presencia de los paramilitares también negaron las acciones de la
guerrilla (GMH, 2010).

Para el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos


resultaron preocupantes las declaraciones de las autoridades civiles y militares
que negaron tanto la existencia de combates entre paramilitares y guerrilleros
como la presencia de grupos paramilitares en la región. Es evidente que las
perspectivas de actuación estatal quedaron “reducidas al mínimo si las
autoridades se niegan a aceptar la existencia de los problemas y la inminencia
de los peligros” (Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos, 2002, p. 12)13.

Por otra parte, como esa negativa resulta injustificable frente a la


entidad de los hechos, el incumplimiento de la obligación de protección deja
de ser solamente omisiva para pasar al plano de las conductas comisivas. La
investigación realizada por Naciones Unidas demostró la responsabilidad

(Cont. nota 11)


permitido perpetuar un entorno de impunidad en el que este tipo de delitos no se investigan, ni se
enjuician, ni se castiga a los responsables. Por otro lado, muchas mujeres renuncian a denunciar por el
temor a las represalias, a la vergüenza, al miedo y al peligro que pueden correr ellas y sus familias. Además
la falta de garantías legales y la falta de confianza en las instituciones estatales impiden declarar a aquellas
mujeres que desean hacerlo. A ello, se añade el sentimiento de culpa que suele acompañar a este delito
que conlleva que la víctima rechace hacerlo en público”.
12 El Ministro de Defensa de Colombia negó la existencia de nuevas ejecuciones extrajudiciales
ante la reclamación realizada por la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
13 Dice el informe: “Durante una reunión en Vigía del Fuerte, ese mismo día, la población
denunció al General Mario Montoya y al equipo especial de la Fiscalía presente en Bellavista la presencia
de paramilitares en los cascos urbanos. El día 11 de mayo, el Coronel Pulido, Comandante del Batallón
Manosalva de la IV Brigada, confirmó a la Oficina que había recibido información sobre la posible
presencia de paramilitares en el pueblo y sobre un posible ataque de las FARC-EP. Sin embargo calificó
dicha información como un rumor y declaró que no había nadie armado en el pueblo”. El informe cita
como fuentes las siguientes: El Tiempo, mayo 6 de 2002, pp. 1-3. Artículo titulado: “Llegarán 4.000
soldados a Vigía”. También las declaraciones en los siguiente Noticieros: Caracol, mayo 6, emisión 7:00
p.m.; CM&, mayo 8, 9:30 p.m., y RCN, mayo 9, 7:00 a.m.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

directa de las FARC, la de los paramilitares14 y también hubo negación oficial


de los hechos y las responsabilidades. Desde un comienzo se pretendió diluir,
por los diferentes actores armados, las responsabilidades con recriminaciones
recíprocas a través de manipulaciones de la verdad que apuntaron a que no
exista justicia, no se establezca la responsabilidad penal para la condigna
sanción, la responsabilidad política quede sin determinar, no se valoren los
daños y no haya reparación integral; los atroces hechos se impusieron sobre
las no creíbles justificaciones. Aquí se expresan en todas sus dimensiones las
técnicas de neutralización.

Los grupos paramilitares y guerrilleros negaron sistemáticamente


el desplazamiento forzado de las comunidades (GMH, 2011, p. 109). Un
ejemplo de la negación de estos hechos tiene que ver con la etnia Wayuu que
habita en el departamento de la Guajira, cuyo desplazamiento fue atribuido
por los paramilitares a su modo de vida nómada de tránsito masivo hacia
Venezuela, sin embargo existen evidencias de que el éxodo fue ocasionado
por los paramilitares mediante el uso de las armas y la intimidación (GMH,
2010, p. 33). También se produjo negación oficial por parte de agentes del
Estado, quienes atribuyeron el desplazamiento a los tradicionales conflictos
entre clanes Wayuu, negando de esta forma el desplazamiento forzado
producido por los paramilitares contra estas comunidades (Grupo de
Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación,
2009, p. 137)15.

En Medellín gran número de residentes del barrio la Comuna 13 fueron


desplazados intraurbana y forzadamente por parte del paramilitarismo,
la guerrilla y el pandillismo –quienes ejercieron presencia entrecruzada
durante largo tiempo sin que las autoridades reaccionaran–, y posteriormente

14 Dice el informe: “El grupo paramilitar denominado Autodefensas Unidas de Colombia


tiene también responsabilidad en los hechos ocurridos en Bojayá los días 1 y 2 de mayo, en los cuales,
durante un enfrentamiento con las FARC-EP, murieron 119 civiles, fueron heridos alrededor de 80 y
resultaron destruidos varios bienes civiles. Aún cuando la muerte de esos civiles fue consecuencia directa
de las pipetas lanzadas por las FARC, los paramilitares comprometen su responsabilidad en materia
humanitaria al haber expuesto a la población civil a los peligros de las acciones militares” (p. 17).
15 Dice el informe: “Uno de los silencios altamente preocupantes que evidencian los oficios del
Ejército y de la Policía es sobre el desplazamiento forzado masivo de los habitantes de Portete. El primer
oficio no hace mención alguna, mientras que en el de la Policía se registra el desplazamiento de tan solo
cuatro familias. Este tipo de mutismo institucional y el lento y descoordinado registro de la población
impactan profundamente a quienes se encontraban en dicha situación y producen uno de los reclamos
más frecuentes de los sobrevivientes. En sus interacciones con funcionarios de diversas entidades
oficiales encuentran la misma negación y el recurso a argumentos culturalistas de que su ausencia de
Bahía Portete se explica por su característica de etnia nómada” (pp. 158-159).
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
163
Pablo Elías González Monguí

revictimizados por el Estado en medio de una disputa jurídica y política que los
desconoció en un principio como víctimas (GMH, 2011, pp. 47 y 117)16.

En Colombia la guerrilla y los paramilitares han utilizado diferentes


formas de violencia. Una de ellas ha sido el reclutamiento forzado de menores
y también el de adultos, situación que constantemente ha sido negado por
estos actores. El ocultamiento obedece a estrategias de guerra para evitar los
cuestionamientos a nivel internacional, y a esa invisibilización contribuyen
también los padres de los menores afectados o las comunidades que no
denuncian el reclutamiento por el miedo a las represalias. También se matiza
el reclutamiento forzado al presentarlo como vinculaciones voluntarias de los
menores o adultos.

No obstante la negación de los ilegales, la Corte Constitucional (Auto


de junio 10 de 2008), con base en informes de la Defensoría del Pueblo,
concluyó que:

“(…) es un hecho comprobado que el reclutamiento forzado de menores de edad


–niños, niñas y adolescentes– es una práctica criminal en la que incurren en
forma extensiva, sistemática y habitual los grupos armados ilegales que toman
parte del conflicto armado en Colombia, tanto guerrillas como paramilitares”.

A su vez el reclutamiento forzado ha sido una de las principales causas del


desplazamiento forzado de las familias en las zonas de conflicto armado.

Otra estrategia de negación de los hechos fue su minimización. Algunos


hechos criminales fueron “justificados” o desmentidos por la supuesta
identidad política de izquierda de las víctimas o la pertenencia a alguna
organización gremial, comunitaria o de derechos humanos, como una etiqueta

16 El informe precisa que según cifras oficiales, hasta el año 2009 un total de 3.503 personas que
conformaban 832 hogares habían sido desplazadas forzadamente en la Comuna 13. Aún en el año 2003
el Bloque Cacique Nutibara continuó desplazando residentes de esa comuna por su labor de “limpieza”.
También señala: “Las víctimas del desplazamiento masivo de la parte alta de El Salado fueron reconocidas
como personas en situación de desplazamiento forzado y sujetos de atención y protección en el marco de
la Ley 387 de 1997 en medio de una disputa jurídica y política que inició tras la negativa al reconocimiento
de su desplazamiento por la Unidad Territorial de Antioquia de la Red de Solidaridad Social” (pp. 38-
39). “(…) en el país, un crimen como el desplazamiento permaneció oculto o fue subestimado en sus
dimensiones y efectos tras modalidades letales y ruidosas como las masacres. En el caso de las ciudades
este bajo perfil de la modalidad de violencia, por decirlo de algún modo, se acentuó o profundizó primero,
al ocurrir entre espacios muy delimitados como barrios o localidades, y segundo, por el hecho de ser
provocado por amenazas directas, homicidios o desapariciones forzadas muchas veces conocidas sólo por
los miembros de la comunidad afectada” (p. 17).
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

que “legitimaba” la desaparición forzada o el asesinato, lo cual permitió que


en algunas ocasiones se estigmatizaran las familias, que además del dolor de
la desaparición del ser querido sufrieron la humillación, el maltrato e incluso
el rechazo de la comunidad por la supuesta militancia o pertenencia de su
familiar. Se dieron casos de revictimización de las familias “con la negación del
crimen de lesa humanidad de la desaparición forzada, con la subestimación de
su dolor y con la minimización de su tragedia, opacada o invisibilizada por los
medios de comunicación y por la opinión pública respecto de otros crímenes
ocurridos en el país” (GMH, 2013, p. 295). Convirtieron las graves violaciones
de derechos humanos en hechos con mínima o ninguna trascendencia.

2.3 Negación de conocimiento

Plantea Cohen (2005) que los perpetradores desarrollan variadas estra-


tegias legales para obtener decisiones absolutorias, con una fuerte dosis de
cinismo, como la confusión de identidad o la falta de conocimiento. Son las
justificaciones del “yo no fui”, “no tuve conocimiento”, “fue a mis espaldas”,
“no sabíamos”, “lo hicieron otros”, fue un “falso positivo”, se trató de “limpieza
social”, son “desechables”.

El lenguaje desempeña un importante papel en los procesos de negación.


Los grupos ilegales (guerrilla y paramilitares) y los agentes del Estado han
recurrido a la negación de conocimiento a través de la manipulación del lenguaje,
dándole un sentido figurado, tratando que el lenguaje oculte las atrocidades,
mediante la mentira, los eufemismos, las palabras con otros significados, un
lenguaje que no corresponde al sentido común o literal que regularmente le dan
las personas, o mediante comunicaciones codificadas, equívocas o ambiguas.

En Colombia se ha venido utilizando la expresión “falsos positivos” para


denominar los homicidios de personas realizados por agentes del Estado
fuera de combate y que han sido presentados como guerrilleros sin realmente
serlo. Se utiliza “un lenguaje castrense en el que positivo es una acción militar
o policial que resultó exitosa o verídica, y, por tanto, el falso positivo es una
acción que no era ni verdadera ni positiva” (González, 2013, p. 276). Los
asesinados eran personas humildes, de bajo estrato social, desempleados en
busca de trabajo, obreros o campesinos que no eran enemigos del Estado,
ni siquiera opositores al régimen, quienes sin haber cometido delito alguno
en un momento desafortunado encontraron la muerte para acrecentar
un registro de “bajas” realizadas por la fuerza pública supuestamente en
combates con la guerrilla y en menor número en enfrentamiento con las
autodefensas (paramilitares), dependiendo del número de “positivos” que
querían mostrarle a la opinión pública.
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
165
Pablo Elías González Monguí

Esos “falsos positivos” realmente son asesinatos de personas realizados


en ejercicio falsamente de la legítima defensa del Estado y de sus agentes, sin
que hubiera agresión alguna de parte de ellos; por el contrario muchos de ellos
fueron engañados con supuestos empleos que les iban a dar, luego crearon una
escena de fingido combate, fueron ejecutados en condiciones de indefensión
y etiquetados como “delincuentes”. Muchas de las víctimas aparecieron
con uniformes militares y las armas que supuestamente portaban. Estos
homicidios en el lenguaje de los derechos humanos corresponde a ejecuciones
extrajudiciales, que fueron disfrazadas de enfrentamientos armados para crear
un registro, una estadística sobre la efectividad en la lucha contraguerrillera
o contra los paramilitares, lo que reafirma que “la imagen negativa, el afán de
mostrar eficacia lleva a la tortura y a la fabricación de hechos que pueden ir desde
la imputación a un inocente vulnerable hasta celadas en que ejecutan a varias
personas” (Zaffaroni, 2011).

A 2016 no se sabe a ciencia cierta cuántos homicidios presentados como


“falsos positivos” fueron cometidos; según los registros de la Fiscalía General
de la Nación en el periodo entre 2002 y 2008 fueron asesinadas 4.392
personas por agentes del Estado, incluyendo 183 mujeres y 223 niños y niñas
(Alto Comisionado para los DDHH en Colombia, 2016), la mayoría de ellos por
parte de miembros del Ejército Nacional. En 2015 el Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos17 informó que la cantidad total
de víctimas de falsos positivos podían ser incluso de 5.000, y en efecto según
dicha oficina sigue ascendiendo el número de ejecuciones extrajudiciales si se
tiene en cuenta que durante 2015,

“(…) se registraron diez casos de presuntas privaciones arbitrarias de la vida


a manos de efectivos militares en Antioquia, Cauca, Tolima, Arauca, Meta,
Norte de Santander y Caquetá, de las cuales el Ejército calificó cinco de ellas
como «errores militares», sin esclarecer las causas operacionales, de mando
y control, de indisciplina táctica y/o de inobservancia de procedimientos”
(Informe, 2016).

17 El alto comisionado de la ONU precisó en su informe: “El alto número de falsos positivos
(potencialmente 5.000 víctimas), el número de años en los que este fenómeno tuvo lugar (2002-2010),
el importante número de unidades implicadas, la calidad de la violación (derecho a la vida violada por la
ejecución extrajudicial de civiles), así como el hecho que estas operaciones fueron planeadas, apoyan la
idea que estas violaciones pueden considerarse sistemáticas bajo el derecho internacional de los derechos
humanos. Además, se plantean serias cuestiones respecto a la responsabilidad de aquellos en la línea de
mando que, bien sabían, o bien deberían haber sabido, lo que estaba sucediendo y no tomaron medidas
para atajarlo”.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Aunque los esfuerzos de la Fiscalía General han sido importantes para llevar a
juicio a los responsables de estos atroces actos, en el informe del Alto Comisionado
(2016) se considera que la responsabilidad por omisión es parte del régimen
de responsabilidad en el derecho internacional, pero “este criterio no ha sido
adecuadamente utilizado para determinar la responsabilidad de comandantes de
la fuerza pública en Colombia, como ocurre en casos de ejecuciones extrajudiciales
conocidos como «falsos positivos» o de acciones de grupos paramilitares en
territorios con presencia militar” (Informe, 2015).

La negación de conocimiento:

“(…) en un aparato organizado de poder, se encuentra tanto en los individuos de


base como en los llamados autores mediatos y determinadores (perpetradores
ideológicos), en quienes dan las órdenes, conocen la información y los detalles,
en aquellos que dada su jerarquía y control nada se mueve sin su consentimiento
y están en el corazón de la maquinaria, pero supuestamente desconocen lo que
otros hacen” (González, 2013, p. 335).

Varios análisis que se han realizado apuntan a señalar que los


eufemísticamente denominados “falsos positivos” han sido ataques sistemáticos
y generalizados contra la población civil que se tipifican como delitos de lesa
humanidad, en la medida que “fueron cometidos por la gran mayoría de las
brigadas en distintas regiones de Colombia a lo largo de varios años”; “cuanto
mayor es la cantidad de asesinatos (…) más parecen responder a un patrón
sistemático de ataques, menor es la probabilidad de que los superiores no
supieran sobre ellos” porque se debieron “emitir «órdenes de operaciones» y
otros documentos oficiales para autorizar las supuestas operaciones”, y todas
“las muertes en combate y las circunstancias frecuentemente poco verosímiles
de los incidentes informados sugieren que estos deberían haber detectado
irregularidades” (HRW, 2015).

La denominada “limpieza social” es otro de los eufemismos utilizados


para justificar los homicidios de indigentes, habitantes de la calle,
drogadictos o alcohólicos, ladrones, prostitutas(os), miembros de la
población LGBTI por razón de su identidad sexual y de género, y jóvenes que
son señalados como guerrilleros o informantes. La limpieza social no es una
política que provenga solamente de los actores armados ilegales, también la
han realizado las organizaciones de narcotraficantes, bandas criminales y
agentes del Estado. Es común encontrar por los años 2015 y 2016 amenazas
de diferentes grupos, incluso contra los mal llamados “desechables”, para
referirse a personas con desarraigo social, muy vulnerables y supuestamente
sin ninguna valía.
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
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Pablo Elías González Monguí

La orden de desaparición forzada bajo la consigna de “que si está la manga


que no aparezca el chaleco” (Tribunal Superior de Bogotá, 2014, pp. 278, 279,
298), que fue utilizada durante la retoma oficial en los luctuosos hechos del
Palacio de Justicia (noviembre 6 y 7 de 1985) es otra negación de conocimiento,
y quienes la ordenaron y ejecutaron hasta hoy mantienen su negación. También
fue prueba para que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (2014,
p. 83) condenara al Estado colombiano por esos hechos y por los cuales, el 6
de noviembre de 2015, 30 años después, en cumplimiento parcial de dicha
sentencia reconoció la responsabilidad oficial por las muertes y desapariciones
producidas en la retoma del Palacio de Justicia por la fuerza pública.

Como se ha visto, la manipulación del lenguaje es utilizada como estrategia


para ocultar o negar el verdadero sentido de las palabras, la trascendencia de las
decisiones y la crueldad de los hechos.

La negación de conocimiento también puede tener origen en el hecho


de la existencia de niveles organizativos de milicias irregulares o redes
informales que realizan operaciones ilícitas que les “permite a los jefes de las
organizaciones negar la responsabilidad por las atrocidades resultantes”, lo
que hace “más difícil determinar cuándo sus miembros están ocultando algo
intencionalmente o su desconocimiento se debe simplemente a estas mismas
características que implican la división de tareas, el gran tamaño del grupo y la
complejidad de las formas de autoridad internas y de ejecución de las acciones”
(GMH, 2012, p. 188).

Los victimarios regularmente alegan que por su rango o posición


jerárquica dentro de la organización no pudieron haber conocido ni cometido
las conductas punibles, dado su distanciamiento de las operaciones del día a día
que son realizadas por el personal subalterno por cuenta propia, una especie
de “negación plausible” (Payne, 2009, p. 174), y esta técnica de neutralización
de verdad que funciona, cuando alegan la falta de conocimiento a pesar del
alto grado en la cúpula organizativa y el control que ejercen sobre el personal
subalterno como para no enterarse de lo que sucede a su alrededor, y más aún
cuando se trata de homicidios o desapariciones forzadas.

2.4 Negación de la responsabilidad

Según lo afirman Sykes y Matza (1957) “el vínculo entre el individuo y sus
actos puede quebrarse mediante la negación de la responsabilidad”, y “mientras
el delincuente no se defina a sí mismo como responsable de sus acciones
desviadas, la desaprobación de uno mismo o de otros pierde efectividad como
influencia represiva” (p. 167).
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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La negación de la responsabilidad se fundamenta en la influencia de


factores externos que determinan su existencia y sus acciones, y de esta
forma los actores ilegales armados preparan el terreno para justificar su
desviación del sistema normativo dominante debido a que no actúan
“libremente” sino obligados por circunstancias ajenas a su voluntad (Sykes-
Matza, 1957, p. 167).

La teoría de las técnicas de neutralización tiene cabida en el análisis del


conflicto armado colombiano, si tenemos en cuenta que los guerrilleros han
justificado sus acciones en las desigualdades sociales que genera el sistema
capitalista, y por ende en la lucha por obtener justicia social y mejores
condiciones de vida para los colombianos; y los paramilitares por la existencia
de la guerrilla que ataca intereses de industriales, ganaderos y para evitar
el avance comunista. Unos y otros niegan su responsabilidad a partir de su
concepción ideológica como justificación política, y si no existe cambio en
ese estado de cosas, justifican su permanencia en el delito y la realización de
nuevos comportamientos ilícitos, es decir, justifican el pasado, el presente y
el futuro de sus acciones negando la responsabilidad. Por su parte los agentes
del Estado que han transgredido la ley penal justifican sus acciones en la
defensa de la patria.

La técnica de neutralización también consiste en alegar que sus acciones


con las que causan daño a la población civil se presentan debido a errores o
simples accidentes.

Los hechos de Bojayá ponen en evidencia este tipo de justificaciones. En


esta gran tragedia humanitaria la mayor responsabilidad recae sobre las FARC,
aunque de ella no se escapan los paramilitares por acción y el propio Estado
por omisión.

El informe realizado por el GMH (2010), señala sobre estos lamentables


hechos:

a) Los sucesos tuvieron lugar el 2 de mayo de 2002 en Bellavista, Medio


Atrato chocoano, conocida como “la masacre de Bojayá” en el contexto de
un enfrentamiento entre paramilitares y guerrilleros en el que la población
civil quedó a merced del fuego cruzado.
b) La responsabilidad criminal “se ha pretendido diluir en un círculo de
recriminaciones recíprocas, o se ha enfocado en uno solo de los actores
armados”, y “desde el momento mismo de los acontecimientos hasta
hoy los actores armados y los institucionales han abierto un abanico de
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
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Pablo Elías González Monguí

versiones, que en el imaginario social han operado casi como sustitutos de


la justicia y de la verdad (…)”.
c) Los guerrilleros del frente José María Córdoba de las FARC lanzaron varios
cilindros bomba cargados de metralla (arma no convencional), uno de los
cuales cayó y explotó en el templo católico donde estaban refugiados y
murieron gran número de personas pertenecientes a la población civil.
Este hecho fue calificado por las FARC como un simple error o un daño
involuntariamente causado, y además trasladaron la responsabilidad a las
Fuerzas Militares aliadas con los paramilitares de las Autodefensas Unidas
de Colombia (GMH, 2010, p. 15).
d) También los paramilitares tienen su cuota de responsabilidad porque
participaron activamente, de forma conjunta con las FARC, en la expo-
sición de la población civil al fuego cruzado. La argumentación de los
paramilitares de que su presencia obedecía a la defensa de la población
de Bojayá, secuestrada por las FARC, “(…) o el intento de banalización
de lo sucedido como una pelea más en los avatares de la guerra, son
injustificables estrategias de encubrimiento de su responsabilidad
manifiesta. A ello se suman otras violaciones de normas humanitarias,
como el desplazamiento forzado y el pillaje posterior a la masacre, que
hacen igualmente responsables de crímenes de guerra a las Autodefensas
Unidas de Colombia” (GMH, 2010, p. 17).
e) El Estado desde el año 2000 había renunciado a la protección de la
comunidad y la había dejado a su suerte. En esto radica la responsabilidad
estatal, pero sin embargo su manifestación consistió en “solidarizarse”
con las familias de los 119 muertos, como si el Estado mismo fuera una
víctima y no existiera su obligación de proteger a la población civil.
f) El 6 de diciembre en Bojayá (Chocó), las FARC: “(…) realizaron un
acto de reconocimiento de responsabilidad y petición de perdón por
las muertes y daños causados durante un combate con paramilitares
en 2002. Este acto simbólico, en el que el Estado también reconoció
su responsabilidad, es histórico” (Oficina Alto comisionado para los
DD.HH. en Colombia, 2016).

A lo largo del conflicto armado interno se han ocultado responsabilidades


por parte de los agentes del Estado que contribuyeron a que se profundizara con
mayor fuerza dicho conflicto y a que aumentaran progresivamente las masacres
y la violación masiva de derechos humanos. Una de esas responsabilidades
tiene que ver con los vínculos del paramilitarismo con el Estado a través de sus
agentes, desde el más alto hasta el más bajo rango, que fueron constatados por
la Oficina en Colombia de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, a
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

pesar de las continuas negaciones por motivos básicamente políticos (Informe


de 1999, 2000, párrafos 108 y 109)18.
Las negaciones de responsabilidad por esos vínculos tienen los siguientes
trasfondos:
“(…) primero, por el impacto en la imagen política que se deriva de una
identificación política con individuos al margen de la ley; en segundo lugar, por
la censura social que eso representa, y tercero, por la posibilidad de los agentes
del Estado de resultar procesados penalmente. Se trata de evitar a toda costa
la posibilidad de intervención del aparato judicial y la mejor forma es negando
y evitando que se conozcan las relaciones clandestinas y los crímenes que se
cometen” (González, 2013, p. 455).

Este tipo de vínculos es altamente reprochable en razón de que un


Estado democrático está obligado al mantenimiento del monopolio de la
fuerza y de la justicia, y en desarrollo de esa función no puede permitir que
individuos al margen de la ley se autoproclamen aliados del mismo, que hagan
del mantenimiento del orden público su propia causa y lo suplanten en la
intervención coactiva, de manera ilícita y violatoria de los derechos humanos,
afectando la legitimidad del mismo.
Fueron los propios paramilitares quienes confesaron públicamente y en
procesos judiciales los vínculos con agentes del Estado. Salvatore Mancuso, al
quejarse por su extradición hacia Estados Unidos, dijo: “Si a las autodefensas, que
supuestamente eran amigas del Gobierno, y a Mancuso, el amigo personal de Uribe,
les hacen esto, qué no le harán a las FARC que asesinaron al padre del Presidente”
(Abueta, 2009).
Por su parte el General de la Policía Mauricio Santoyo, extraditado a
Estados Unidos, admitió ante la Corte de Virginia que tuvo vínculos con los
paramilitares colombianos (El Heraldo, 2012).

18 El informe afirma: “Como ya ha señalado la Alta Comisionada en informes anteriores,


el Estado colombiano tiene una responsabilidad histórica innegable en el origen y desarrollo del
paramilitarismo, que contó con amparo legal desde 1965 hasta 1989. Desde entonces, a pesar de que
las llamadas «autodefensas» fueron declaradas inconstitucionales, han transcurrido ya diez años
sin que se haya logrado su desmantelamiento efectivo. En este mismo plano histórico, particular
responsabilidad le toca a las fuerzas militares, puesto que durante el extenso período de amparo legal de
las «autodefensas», les correspondió promover, seleccionar, organizar, entrenar, dotar de armamento y
proveer de apoyo logístico a estos grupos, dentro de un esquema general de apoyo a la fuerza pública en
su lucha contrainsurgente. (…) Entre 1997 y 1998, la Oficina pudo constatar cómo se alentó y organizó la
proliferación de estas organizaciones en varias regiones del país, sin un adecuado mecanismo de control y
supervisión. Reconocidos paramilitares encontraron el espacio para liderar algunas de estas asociaciones.
Por ello se subrayó ante el Estado colombiano la inconveniencia de su mantenimiento”.
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
171
Pablo Elías González Monguí

Hoy en día es innegable que los grupos paramilitares tuvieron como aliados
sectores de la sociedad colombiana (ganaderos, latifundistas, industriales,
políticos, empresarios), sectores del crimen organizado (narcotraficantes),
así como sectores de la institucionalidad (miembros de las fuerzas armadas,
congresistas, funcionarios del Gobierno). Aunque desde la óptica del derecho
repugna el que el Estado a través de sus agentes, incluidos los gobernantes,
se unan con “delincuentes” para combatir a otros “delincuentes”, ese vínculo
(uniones, alianzas, acuerdos, encubrimientos y complicidades) no se
manifestó exclusivamente como patrocinio de las acciones paramilitares, sino
también en accionar conjunto y cooperación mutua con agentes del Estado,
lo que a su vez le dio “legitimidad” a los paramilitares en sus procedimientos
y reconocimiento de autoridad en algunas zonas del país en donde crearon
base social.

En las acciones contra la guerrilla Estado y paramilitares realizaron


operaciones conjuntas y hubo cooperación mutua (Oficina Alta Comisionada
para los DD.HH., 2001)19, y en razón de ello compartieron instalaciones,
adoctrinamiento, armas y municiones, estrategias y tácticas militares,
vehículos e información, y utilizaron la negación de sus acciones conjuntas,
situaciones que fueron puestas en evidencia en varias sentencias de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, mediante las cuales se ha condenado al
Estado colombiano.

Robert Goldman (2003), expresidente de dicha Corte, precisó que esa


alianza fue un medio para combatir los grupos armados disidentes y sus actos
contaron con la participación (operaciones conjuntas), ayuda, aquiescencia
y omisión del Estado a través de sus agentes, lo que les permitió a estos
grupos realizar actos atroces de violencia sin mucha dificultad. El Estado, a
través de su fuerza pública, no cumplió con el deber de combatir a los grupos
paramilitares cuyas acciones se realizaron con protección legal (Convivir),
inmunidad e impunidad.

No obstante las negaciones y justificaciones oficiales, la Corte Suprema


de Justicia (Rad. 32000, 2011) constató la existencia de la cooperación mutua
en varias diligencias judiciales en que los líderes de los grupos de autodefensa
que se desmovilizaron afirmaron que “servidores de algunas instituciones del
Estado venían de tiempo atrás prestándole colaboración a estas asociaciones

19 Dijo la Oficina: “202. (...) La tolerancia, apoyo o complicidad de servidores públicos y el


incumplimiento del deber de garantía en varias de las actuaciones de estos grupos (paramilitares) hace
que sigan comprometiendo la responsabilidad estatal”.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
172
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

delictivas”, y que su violento accionar y su expansión no habría sido posible sin


el ilegal apoyo institucional que recibieron20.

2.5 Negación de los daños

Los actores armados ilegales en Colombia han partido del supuesto de que
su comportamiento no ocasiona daños y por el contrario han considerado que
le están haciendo un bien al país, a pesar de que sus actuaciones contradicen la
ley penal. Con este tipo de justificación, como afirman Sykes-Matza (1957, p.
168) se quiebra el vínculo entre los actos ilícitos y sus consecuencias mediante
la negación del daño.

Los actores armados del conflicto justifican los daños que producen, en
la responsabilidad de los otros contendores y como consecuencia inevitable
de la confrontación armada. La extorsión realizada por los paramilitares a
campesinos, ganaderos, comerciantes e industriales fue matizada como una
colaboración por la “protección”21 (GMH, 2013, p. 410), y por la guerrilla la

20 En la condena contra Jorge Aurelio Noguera Cotes, Exdirector del DAS, la Corte sintetizó
el planteamiento de la siguiente forma: “Rodrigo Tovar Pupo, alias «Jorge 40» declaró que ellos como
«organización política y militar reemplazaron al Estado en sus funciones, tanto ejecutiva como en la legislativa
y judicial» pues la lucha política los llevó a «restablecer las funciones que el Estado debía cumplir». Salvatore
Mancuso por su parte, indicó: «hubiese sido imposible que nosotros y las autodefensas, (…) hubiesen crecido
de la forma que crecieron sin la participación conjunta del Estado con las autodefensas, todas estas acciones y el
crecimiento del paramilitarismo resultan una política oficial, estatal social, sin ellos no se habría podido ganar
la guerra contra la guerrilla (…) así que para poder incursionar hasta allá hubo una relación estrecha con las
instituciones de seguridad del Estado, con la Policía, con el Ejército, con el DAS, con la Fiscalía, con los organismos
de investigación del Estado»” (pp. 35 y 36).
21 Dice el informe de ¡Basta ya! acerca de la extorsión a los 19 comerciantes asesinados por los
paramilitares: “Los 19 comerciantes, todos hombres, se dedicaban a actividades como transporte de
mercaderías o de personas, compra de mercancías en la frontera colombo-venezolana y venta de las
mismas en las ciudades de Bucaramanga, Medellín e intermedias. La «cúpula» del grupo «paramilitar» que
tenía gran control en el Municipio de Puerto Boyacá realizó una reunión, en la cual se tomó la decisión de
matar a los comerciantes y apropiarse de sus mercancías y vehículos, en virtud de que éstos no pagaban los
«impuestos» que cobraba el referido grupo «paramilitar» por transitar con mercancías en esa región y debido
a que consideraban que las presuntas víctimas vendían armas que compraban en Venezuela a los grupos
guerrilleros o subversivos de la región del Magdalena Medio. Esta reunión se realizó con la aquiescencia
de algunos oficiales del Ejército. El 4 de octubre de 1987 los comerciantes partieron desde Cúcuta hacia
Medellín en un camión, una camioneta, un taxi y un jeep, trasportando mercancías para venderlas. El 6
de octubre de 1987, en la tarde, pasaron por el caserío de Puerto Araujo, donde fueron requisados por
miembros de las Fuerzas Militares, y esa fue la última indicación oficial sobre su paradero. Esa misma tarde
los comerciantes fueron detenidos por miembros del grupo «paramilitar» o grupo delictivo que operaba
en el Municipio de Puerto Boyacá cerca de la finca «El Diamante», propiedad del dirigente del referido
grupo que se encontraba ubicada en la localidad de Cimitarra de dicho municipio. Alrededor de quince días
después de la desaparición de los 17 comerciantes, los señores Juan Alberto Montero Fuentes –cuñado
de la presunta víctima Víctor Manuel Ayala Sánchez– y José Ferney Fernández Díaz, fueron en búsqueda
de los desaparecidos, transportándose en una moto. Cuando se encontraban realizando dicha búsqueda,
miembros del mencionado grupo «paramilitar» que operaba en el Municipio de Puerto Boyacá detuvieron
a los señores Montero y Fernández, quienes corrieron la misma suerte de los primeros 17 desaparecidos”.
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
173
Pablo Elías González Monguí

extorsión se ha considerado un “impuesto de guerra”, según el capital que


tuviere el extorsionado22. Resulta siendo una misma práctica por unos y por
otros, aunque con visiones políticas diferentes.

Así como se han negado los hechos y los daños por las extorsiones, también
se han negado los daños por las masacres, los secuestros, las desapariciones
forzadas, los asesinatos selectivos, la violencia sexual, los desplazamientos
forzados, etc., los cuales han tenido un impacto y han incidido en lo social, lo
político, en la vida cotidiana y en los proyectos colectivos e individuales (GMH,
2013, p. 33)23.

La negación de la vida ha sido el daño de mayor impacto en las comunidades,


mediante masacres24 (GMH, 2013, p. 36) o asesinatos selectivos25 (GMH, 2013,
p. 37), aunado al miedo a veces permanente por la presencia armada ilegal y la
cantidad de masacres que fueron realizadas y que obligó a miles de personas a
desplazarse de sus lugares de origen, de trabajo o donde se habían instalado,
para aventurarse en las áreas urbanas o grandes ciudades a buscar un futuro
para sí y para sus hijos, víctimas de las amenazas y sufriendo por el desarraigo.

La desaparición de personas ha sido uno de los daños más crueles realizados


a las familias por el conflicto armado interno que proviene de los actores

22 Las FARC promulgaron, el 4 de abril de 2000, “la ley 002 o impuesto para personas que tengan
un patrimonio superior a un millón de dólares”.
23 En el informe ¡Basta ya! se afirma: “Por otra parte, la violencia del conflicto armado tiene
una dimensión no letal que acarrea consecuencias igualmente graves. Al 31 de marzo del 2013, el RUV
reportó 25.007 desaparecidos, 1.754 víctimas de violencia sexual, 6.421 niños, niñas y adolescentes
reclutados por grupos armados, y 4.744.046 personas desplazadas. El trabajo de Cifras & Conceptos para
el GMH reporta 27.023 secuestros asociados con el conflicto armado entre 1970 y 2010, mientras que
el Programa Presidencial de Atención Integral contra Minas Antipersonal (PAICMA) reporta 10.189
víctimas de minas antipersonal entre 1982 y 2012” (p. 33).
24 “De las 1.982 masacres documentadas por el GMH entre 1980 y 2012, los grupos paramilitares
perpetraron 1.166, es decir el 58,9% de ellas. Las guerrillas fueron responsables de 343 y la Fuerza Pública
de 158, lo que equivale al 17,3% y 7,9% respectivamente. Por otra parte, 295 masacres, equivalentes al
14,8% del total, fueron cometidas por grupos armados cuya identidad no se pudo esclarecer. Las veinte
masacres restantes corresponden a acciones conjuntas de grupos paramilitares y miembros de la Fuerza
Pública, o a acciones de otros grupos armados (agente extranjero o milicias populares). Esto significa
que, aproximadamente, por cada masacre que perpetraron los grupos guerrilleros, los paramilitares
efectuaron tres” (p. 36).
25 “En los asesinatos selectivos documentados la tendencia es igual. Entre 1981 y 2012, 16.346
acciones de asesinato selectivo que produjeron 23.161 víctimas. De este total, 8.903 personas fueron
asesinadas selectivamente por grupos paramilitares, lo que corresponde al 38,4%; 6.406, es decir el
27,7% de las víctimas fueron asesinadas por grupos armados no identificados; 3.899 o el 16,8% fueron
víctimas de las guerrillas; 2.339, correspondientes al 10,1% del total de asesinatos selectivos, los causaron
miembros de la Fuerza Pública; 1.511, es decir el 6,5% de las víctimas fueron asesinados por desconocidos,
83 asesinatos, o el 0,4% del total, fueron el resultado de acciones conjuntas de grupos paramilitares y
miembros de la Fuerza Pública; y finalmente 13 asesinatos fueron perpetrados por otros grupos” (p. 37).
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
174
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

armados ilegales (guerrilla y paramilitares), pero también perpetrado por


agentes del Estado. Sus familias siempre guardan la esperanza de que aparezca
vivo su familiar, o con el paso del tiempo que por lo menos aparezcan sus restos.
Se vuelve un dolor que no concluye y una esperanza que se desvanece y que
otras veces por una pista se convierte de nuevo en expectativa de la búsqueda
interminable de un ser querido. Estos hechos y daños han sido regularmente
negados o minimizados mediante la estigmatización o degradación de las
víctimas. Hoy no se sabe a ciencia cierta cuántas personas están desaparecidas
por el conflicto armado interno.

La Fiscalía General de la Nación informa de un universo de 117.646


desaparecidos, y el Registro Único de Víctimas plantea que hay 45.515
desaparecidos por la guerra (El Espectador, 2016). No obstante las aterradoras
cifras, que superan ampliamente las de las dictaduras militares del cono sur
de los años 70 del siglo pasado, la desaparición forzada ha sido invisibilizada
por los actores armados ilegales y los agentes del Estado que la han ejecutado,
no solamente como ocultamiento material de las personas sino también como
ocultamiento moral. Además las autoridades le han dado poco reconocimiento
a este tipo de delito y poca ha sido la connotación a nivel público y social,
principalmente en los medios de comunicación.

También la libertad individual ha tenido dramáticos índices en materia de


secuestros de personas producto del conflicto armado interno (GMH, 2013, p.
37)26, muchos de los cuales han sido negados y no se conoce el paradero de los
secuestrados.

En lo que se refiere a la utilización de la mujer como objeto sexual unas


veces se niega el hecho y el daño producido, como también no ha faltado quien
le ha atribuido “legitimidad” al acceso carnal con menores de edad (GMH,
2011, p. 302), lo que ocasionó daños físicos en las niñas más pequeñas por la
fragilidad de sus cuerpos y por los cambios forzados en su desarrollo normal,
más aún por los embarazos no deseados. La violencia sexual genera también
heridas en el alma por las vejaciones corporales que producen sensaciones y
emociones negativas (asco, repugnancia, culpa de la víctima) que vulneran la
dignidad humana, su valor como seres humanos, la afectación de la autoestima,
la seguridad y confianza, el proyecto de vida y la construcción pacífica de la
identidad de género (GMH, 2013, p. 309).

26 “De los 27.023 secuestros reportados entre 1970 y 2010, las guerrillas son autoras de 24.482,
lo que equivale al 90,6%. Los paramilitares han realizado 2.541 secuestros, correspondientes al 9,4%. Lo
anterior significa que de cada diez secuestros, aproximadamente, las guerrillas son responsables de nueve
y los grupos paramilitares de uno”.
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
175
Pablo Elías González Monguí

Considerar a la mujer como un objeto sexual como si fuera culturalmente


algo natural inhibe la denuncia y silencia los hechos; no se percibe el hecho
victimizante como un hecho de violencia, o es a menudo culpabilizada la
mujer de lo que le ha ocurrido, eximiendo al ofensor de su responsabilidad
o sintiendo culpa (autorreproche) por lo que debieron haber hecho y no
hicieron. La violencia sexual contra las víctimas (hombres o mujeres) trae
como consecuencia la segregación, algunas veces por su propia familia y por la
comunidad, o a ser ocultada o negada la “vergüenza” (GMH, 2013, p. 77).

El temor a “la estigmatización, los entramados culturales y la forma en


que muchas mujeres conciben su cuerpo impiden que hagan visible en la esfera
pública lo que es considerado íntimo, privado. Las huellas en el cuerpo y los
impactos emocionales que deja la violencia sexual no son comunicados por
las víctimas por temor a los señalamientos” (GMH, 2013, p. 77). La violencia
sexual es uno de los crímenes negados por los victimarios y utilizado para
humillar al enemigo en el conflicto armado.

El poder de las armas somete a las víctimas sexualmente aunque


regularmente los perpetradores asocian su ocurrencia con la “libre” voluntad de
las víctimas a permitir las relaciones sexuales (GMH, 2013, p. 77; GMH, 2011,
pp. 302-302)27. Incluso servidores públicos con formación jurídica inculpan a las
víctimas y les adjudican la “libre” aquiescencia desestimando el entorno armado,
coercitivo y autoritario, en cuanto supuestamente “a las jóvenes les gusta el traje
militar. Son ellas las que los buscan y se sienten orgullosas cuando están con
alguno” (GMH, 2013, p. 77)28. Las víctimas han dado a conocer reacciones de
servidores públicos que sutil o expresamente acusaron a las mujeres de haber
inducido la violencia sexual o no creyeron en sus testimonios: “El otro día llegó
una mujer a decirme que había sido violada. Pero el relato era poco creíble porque
era fea y vieja” (GMH, 2013, p. 77)29. A lo anterior se suma que la violencia sexual
por el poder de las armas somete a la mujer como un instrumento para humillar

27 Dice el informe: “Una última hipótesis tiene que ver con la incapacidad de muchos hombres,
aún hoy en día, de reconocer que las mujeres o niñas a las que accedieron sexualmente fueron obligadas.
Desde su ego y su vanidad masculina, no cabe duda de que ellos contaban con el consentimiento de las
jóvenes, niñas o mujeres, así fuese en un contexto de enorme coerción y violencia. Esta actitud se ilustra
muy bien con el caso de Hernán Giraldo. Desde su mirada, las violaciones que él cometía eran codificadas
por él mismo como legítimos «levantes». Por eso, cuando fue interrogado por la Fiscal que llevaba su
caso en el proceso de Justicia y Paz, su reacción fue negar estos crímenes. Era tal su convicción que su
abogado tuvo que pedir un receso y seguramente aconsejarle que aceptara el cargo, sobre todo cuando se
refería a menores de 14 años. Como en los otros casos de violación, las prácticas de Giraldo develan una
incapacidad para reconocer en mujeres y niñas personas titulares de derechos”.
28 Entrevista a fiscal hombre, Fiscalía de Justicia y Paz, Santa Marta, 2009 tomado por el GMH.
29 Entrevista a fiscal hombre, Fiscalía de Justicia y Paz, Santa Marta, 2009 tomado por el GMH.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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al enemigo o a alguna comunidad. La violencia sexual ha afectado a las mujeres


en mayor proporción, pero también a los homosexuales y a los hombres, y por
la alta proporción de víctimas que se han atrevido a denunciar sus dramas, todo
parece indicar que no ha sido un fenómeno aislado o eventual.

En lo político uno de los daños de gran impacto en el conflicto armado


ha sido la negación de la participación democrática y por ende la negación
del ejercicio ciudadano de elegir o ser elegido, que también ha significado la
negación de la identidad política y la libre expresión de los ciudadanos por el
temor de ser asesinados. Ha sido evidente la influencia de los grupos armados
ilegales (paramilitares y guerrilleros) en las zonas controladas por ellos, hasta el
punto que uno de los actores, a través de los jefes paramilitares Vicente Castaño
y Salvatore Mancuso, afirmaron en declaración ante la Sala Penal de la Corte
Suprema de Justicia que habían elegido el 35% del Congreso de la República30
por la época de 2002 (Caracol Radio, 2005). La democracia fue violentada
mediante la negación del ejercicio de la ciudadanía, con evidentes repercusiones
en lo político como la intolerancia política que le coartó la participación
democrática a la izquierda no armada, el ejercicio libre del sufragio a la población
civil, del derecho a reclamar y a disentir, tanto en zonas de influencia guerrillera
como paramilitar (GMH, 2010, p. 28). El conflicto armado interno ha tenido
una marcada influencia ideológica, lo que facilitó el enfrentamiento armado,
la degradación del conflicto, el arrebatamiento violento de las tierras y los
atentados contra la vida y la integridad personal de los propietarios, entre otros.

El daño socio-cultural se ha manifestado en el colapso de las relaciones


comunitarias por la afectación de éstas debido al miedo y la desconfianza
generalizada, la difícil supervivencia de las víctimas, desestabilización
psicosocial, pobreza, destrucción del tejido social y la quiebra de los proyectos
de vida en particular (GMH, 2010, p. 188)31. Política y socialmente el país
se ha visto afectado, más en unas regiones que en otras, por las dificultades

30 “Cuando nosotros decimos que tenemos afecto por el 35 por ciento del Congreso de la
República, decimos que estos congresistas fueron elegidos en zonas de influencia de las Autodefensas”,
aseveró Mancuso al término de la diligencia. El desmovilizado jefe paramilitar agregó: “las Autodefensas
le enseñamos a votar a esas poblaciones, porque allí no había presencia del Estado y nosotros –AUC–
suplantábamos a las autoridades oficiales”..
31 Dice el informe: “De ahí que los impactos de la guerra se hayan extendido en el daño político.
Éste se verificó en varias dimensiones: en una negación de la ciudadanía a través de la restricción de los
derechos civiles y políticos, en una democracia violentada ante la imposibilidad de expresión electoral
de las preferencias políticas disidentes y la inexistencia de facto de garantías de gobierno para quien es
elegido con una identidad política de izquierda, y la construcción de un Estado militarista como negación
del fortalecimiento de una institucionalidad civil y democrática. Todo esto desembocó en una delegación
de la política a la guerra, lo que se tradujo en que la tramitación del conflicto social quedara en manos de
los actores armados” (p. 188).
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
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de convivencia y la ausencia de tranquilidad derivados del conflicto armado


interno, tanto que el pretendido objetivo de mejora de la calidad de vida de
los colombianos aludido en los manifiestos políticos de los actores armados
ilegales se traduce en la negación del daño a la sociedad colombiana.

También los actores armados ilegales han impactado negativamente el


medio ambiente, mediante la voladura de oleoductos por parte de la guerrilla
y consecuencialmente con la pérdida de vidas humanas como en el caso de
Machuca, y contaminando las aguas para consumo humano, los ríos y quebradas,
con la consecuencia de la disminución de los alimentos para los pescadores y
campesinos, el daño a las especies vegetales y animales nativas, entre otros.
La voladura de oleoductos, el apoyo a la minería ilegal, la contaminación de
las aguas, la tala para la habilitación de las tierras para los cultivos ilícitos, la
ocupación de tierras de uso público como los parques naturales son algunas de
las consecuencias del conflicto armado interno, generadores a su vez de daños
ambientales y de la seguridad alimentaria de las comunidades. Todos estos
daños no han sido reconocidos por los actores armados ilegales.

Un ejemplo en concreto de la negación del daño lo encontramos en


la masacre de Bojayá, considerada como un crimen de guerra contra sujetos
colectivos32 (GMH, 2010, p. 25). En este hecho no solamente se negó la
responsabilidad sino también los daños ocasionados con los enfrentamientos
armados entre paramilitares y guerrilla, que materialmente tienen que ver con
el desplazamiento forzado, los muertos y heridos de la población civil, falta
de identificación total de quienes murieron en la Iglesia, pérdida de cosechas,
destrucción de numerosas viviendas y sitios de culto, entre otros, y visto desde
lo social y lo moral no solamente aflicción por la pérdida de seres queridos y de
sus bienes, sino también un gran resquebrajamiento del tejido familiar y social.
La guerrilla de las FARC en su momento se justificó diciendo que “jamás hubo
la intencionalidad de causarle daño a la comunidad”, y prometió que “en lo
posible” van a tratar “de resarcir el daño involuntariamente causado”33. Pasaron

32 Dice el informe en la nota a pie de página N° 1: “La consideración de los negros o afro-
colombianos, y de los indígenas como sujeto colectivo, en la Constitución de 1991, en varias leyes, y en
la Sentencia de la Corte Constitucional T-254 del 2004, por cuanto «(...) cada persona integrante de un
grupo étnico es sujeto de derechos individuales; además, los grupos étnicos son sujetos colectivos de
derechos, es decir, que los derechos y las libertades de las personas que pertenecen a los pueblos indígenas
y a las comunidades negras son derechos y libertades de la comunidad entendida como conjunto, como
cultura que es diferente de las otras, como una manera propia de ver, sentir y expresar la realidad y de
apropiarse de su territorio”.
33 FARC-EP. Comunicado de mayo 8 de 2002, en Oficina en Colombia del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Informe sobre su Misión de Observación en el Medio
Atrato, mayo 20 de 2002. Anexo VI. Disponible en: http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/
informes/tematicos/bojaya.pdf (consulta realizada el 9 de enero de 2016).
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

muchos años para que aquella negación rotunda del daño fuera admitida, así
como la afectación injusta realizada a esa comunidad.

Por su parte las víctimas han sufrido un daño moral cuando las acciones
criminales de los victimarios son exaltadas y justificadas por éstos, por la
supuesta condición en vida del asesinado. Un paramilitar en una versión
libre dijo:

“Señora Fiscal, el señor Pedro Peñalosa vivía en la vereda La Pedrera en el


corregimiento Agua Azul. Yo lo mandé matar [...], eso fue por allá en julio creo del
2002 [...]. Lo mandé matar porque recibí una información de que este muchacho
estaba atracando y robando gente del pueblo para comprar vicio. Él metía vicio,
doctora [...]. Era un vicioso y estaba haciéndole daño a la comunidad. Nosotros
hablamos con la madre que era una buena señora y le advertimos lo del hijo. Pero
él no hizo caso y tuvimos que darlo de baja” (GMH, 2013, p. 272).

Por su parte la madre presente en la sala de víctimas estalla indignada y


contradice al paramilitar en su versión: “Ese hombre es un mentiroso”, dice, “mi hijo
no era un vicioso y yo se lo dije. Era un muchacho trabajador” (GMH, 2013, p. 272).

Los daños sufridos por las víctimas, las comunidades y la sociedad


colombiana en este largo conflicto armado son incalculables por los actos de
violencia realizados, muchos de ellos con sevicia extrema, modalidades de la
violencia, perfiles de las víctimas (edad, género, etnia, creencias), eliminación de
proyectos de vida, ruptura del tejido social, afectación de la democracia, pero
sobre todo por el silencio y la negación de los mismos por parte de los victimarios.

El Grupo de Memoria Histórica se encargó de realizar una encuesta nacional


para efectos de determinar cuáles han sido las percepciones en relación con el
conflicto armado colombiano después de la expedición de la Ley 975 de 2005
(Ley de Justicia y Paz) siete años después de su sanción, y la primera medición
que hizo fue sobre la percepción acerca de quién tiene más responsabilidad en
la violencia que ha vivido Colombia en los últimos años (gráfico 1).

La encuesta realizada arrojó como resultado que la Población General le


otorga un margen significativo de responsabilidad a la guerrilla (32%), mientras
que a los paramilitares solamente les atribuye un porcentaje inferior al 6%. La
población objetivo de esta encuesta, la urbana, no le atribuye a los paramilitares
una responsabilidad significativa por la violencia, las masacres cometidas y la
violación masiva de derechos humanos, a pesar de siete años de revelaciones
de los crímenes horrendos que cometieron, de lo que se deduce una negación
de la responsabilidad de este actor por parte de la sociedad misma, y más bien
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
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Pablo Elías González Monguí

31%
Guerrilla 37%
32%

29%
Todos los colombianos 23%
28%

16%
Gobierno 16%
16%

10%
Narcotra cantes 9%
10%

8%
Delincuencia común 3%
7%

5%
Paramilitares 11%
6%

1%
Otros 1%
1%

0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% 35% 40%

No afectados Afectados (víctimas) Población general

Gráfico N° 1. Responsables de la violencia en Colombia


(muestra aleatoria y representativa)
Fuente: GMH (2012, p. 21). Base: Muestra: 1.843 encuestas en Población General. La muestra de
Población General representa 8.514.987 hogares.

una autoatribución de responsabilidad social (28%), lo que permite pensar,


solo especulativamente, que tenemos una sociedad que se identifica con el
paramilitarismo o que las técnicas de neutralización de este actor armado han
funcionado eficazmente, hasta el punto que su percepción no es tan negativa
como frente a la guerrilla.

2.6 Negación de las víctimas y su autonegación

Para Sykes y Matza (1957) la negación de las víctimas se presenta cuando


se justifica, a la luz de las circunstancias, que el daño realizado no es un mal, y
por el contrario es una forma justa de retribución o castigo. Puede suceder que
el delincuente acepte responsabilidad de sus actos desviados y esté dispuesto
a admitir que estos implican un daño, pero asume el rol de vengador o de
héroe y la víctima se transforma en delincuente. De esa forma se neutraliza
la indignación moral de las comunidades. Estos autores presentan como
ejemplos los “ataques a homosexuales, o a quienes se sospecha que lo son,
ataques a miembros de minorías que se dice están «fuera de lugar», actos de
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
180
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

vandalismo como venganza contra un maestro o una autoridad del colegio a


los que considera injustos, robos al dueño deshonesto de un negocio, todos
pueden percibirse como daños que, a los ojos del delincuente, se infligen a un
transgresor” o la representación de “un detective tenaz que busca que se haga
justicia por fuera de la ley, aún atraen a la imaginación popular, y el delincuente
puede ver sus actos como parte de un rol similar a éste” (Sykes y Matza, 1957, p.
168). Se niega la víctima transformándola en una persona que merece sufrir un
daño, por alguna circunstancia real o simplemente atribuida como mecanismo
de neutralización, así sea una calidad contraria a la realidad.

El planteamiento de los autores básicamente va en una sola dirección:


la negación de la víctima atribuyéndole alguna condición que justifique
ante la opinión pública el daño inferido a ella, como cuando se realiza el
linchamiento de un violador de niños, pero la negación de la víctima también
se presenta para negar el hecho, negar el daño, negar el conocimiento o negar
la responsabilidad. En el caso del conflicto armado colombiano se ha negado
la existencia de las víctimas; cuando se ha admitido el daño se ha justificado
la afectación realizada a las víctimas, y en muchos casos se ha ido mucho más
allá: las víctimas han sido borradas, desaparecidas, ocultadas e invisibilizadas
(González, 2013, p. 450).

Las víctimas no solamente han sido negadas, también se han visto obligadas
a autonegarse como tales, unas veces para evitar nuevos actos de violencia en
su contra (Restrepo, 2011), y otras para evitar rechazos de la misma sociedad
por ejemplo por su situación de desplazados forzados, “cuando buscan formas
de emprendimiento social, educativo o laboral” las lleva en muchas ocasiones
a que “decidan ocultar su procedencia como un mecanismo de protección, lo
que implica también la negación de la identidad y, por tanto, sentimientos de
autoinvalidación y desvalorización”, debido a que “la sociedad en general y/o
los funcionarios públicos perciben a las víctimas como peligrosas, lo cual deriva
en actitudes revictimizantes de segregación y exclusión social que lesionan sus
derechos económicos, sociales y culturales” (GMH, 2011, p. 181). Esta es otra
forma de negar a las víctimas por parte de las autoridades, al omitir su ayuda o
existir falta de voluntad para apoyarlas cuando han sufrido una violación a sus
derechos humanos.

La forma más cruel de negación de las víctimas ha sido mediante la


desaparición forzada, que en la mayoría de las veces comprometió la vida de
la persona, sumado al desconocimiento del lugar en donde quedó su cuerpo
(en el mar, en un río, en el vientre de animales o en una fosa sin ningún tipo
de identificación), como una forma de borrar su existencia. De muchos de
los desaparecidos no se volvió a saber nada, ni siquiera la verdad de lo que
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
181
Pablo Elías González Monguí

sucedió como en el caso del abogado defensor de derechos humanos Alirio


de Jesús Pedraza Becerra, desaparecido el 4 de julio de 1990. En algunos
casos de desaparición de niños fueron entregados en “adopción”, y aunque
sobrevivieron les negaron sus derechos a conocer sus padres y familiares, les
negaron su verdadero nombre, les cambiaron su identidad cultural y su pasado.
Es otra forma de negar a las víctimas.

El procedimiento de la negación de las víctimas también se realizó


mediante la violencia y tortura sexual, asesinato y luego desaparición de los
cuerpos, entre otras violaciones a los derechos humanos. En la Alta Guajira
fueron violadas, asesinadas y luego desaparecidas varias mujeres wayuu que
por su arraigo étnico y territorial, su condición de lideresas, iniciativas y formas
de resistencia eran un obstáculo a los propósitos de los paramilitares dirigidos
por alias “Jorge 40”, en la medida que “ellas formaban parte de una identidad a
la que se buscaba someter, castigar y «desaparecer»” (GMH, 2010, p. 94)34. Un
paramilitar en su versión libre indicó que una mujer wayuu fue asesinada y su
cuerpo fue quemado para desaparecerlo: “eso fue en una ranchería cerquita de
Bahía Portete, donde la señora se quemó, se le echó candela al cuerpo después
de muerta” (GMH, 2010, p. 94).

Sumado a lo anterior, los paramilitares mancillaron la honra y dignidad


de la comunidad y de las mujeres víctimas. La comunidad guardó silencio
aunque no se autonegó por los hechos, pero los paramilitares recurrieron a
la humillación pública a sabiendas del profundo impacto de las agresiones
sexuales en la comunidad, las convirtieron en amenaza contra los demás
miembros de ésta, en escarnio público a través de grafitis y demostración del
poder armado con los nombres propios de las mujeres atacadas sexualmente
(GMH, 2010, p. 86)35. Los paramilitares también negaron los asesinatos de las
mujeres y señalaron que habían muerto por hambre (GMH, 2010, p. 159).

El líder paramilitar Salvatore Mancuso reveló que los asesinatos que


ordenaban generalmente ocurrían en acciones de comando sorpresivas en áreas

34 La masacre de Bahía Portete (municipio de Uribia, en la Alta Guajira colombiana), ocurrió del
18 al 20 de abril de 2004, fue ejecutada contra la población indígena Wayuu por un grupo de entre 40 y
50 paramilitares del autodenominado Frente Contrainsurgencia Wayuu, vestidos con prendas militares,
con un saldo de 6 víctimas fatales, 4 de ellas mujeres, numerosas viviendas e instalaciones destruidas y
una comunidad aterrorizada.
35 El informe precisa: “Los grafiti son otra forma de violencia sexual y ultraje a las mujeres y a la
comunidad. Los pintan en los muros de la casa de Rosa Fince Uriana posterior a la masacre con figuras
de mujeres violadas por la boca, la vagina y el ano, y letreros con «mensajes ofensivos que recordaban las
violaciones de las mujeres, el rasgamiento de los senos, el abrir los vientres»; además contienen amenazas
directas a lideresas con diferentes formas de violación y tortura sexual.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
182
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

rurales o urbanas, que segaban la vida de sus víctimas, baleadas indefensas y


desarmadas. La justificación de los homicidios lo hicieron bajo el señalamiento
de “guerrilleros” en palabras de Mancuso, “según datos que le suministraba
la propia inteligencia militar” (Revista Semana, 2007). Los muertos eran
dirigentes sindicales, líderes estudiantiles, profesores, voceros campesinos,
obreros, abogados, defensores de derechos humanos y amas de casa, entre
otros. Bajo la etiqueta de “guerrilleros” se les negó la verdadera condición e
identidad de las víctimas con las actividades que realmente realizaban y los
sectores sociales a los que pertenecían.

En el contexto del conflicto armado interno se han registrado eventos de


autonegación de las víctimas y de los hechos aún frente a su propia familia, “de
contener sus lágrimas, ocultar hechos e inventar historias a fin de protegerlos del
sufrimiento y hacerles menos dura la experiencia y las pérdidas” (GMH, 2013, p.
306), hasta el punto de reprimir los sentimientos, negarse a realizar los duelos
para no afectar los sentimientos de los demás familiares, mantenerse fuertes ante
sus hijos, pese al dolor producido por las violaciones a los derechos humanos.

Que los delincuentes nieguen las víctimas por el motivo que sea, que la
sociedad las rechace por considerarlas tan peligrosas como los victimarios,
que las propias víctimas se autonieguen para evitar el rechazo social, tiene
sus explicaciones, pero que las víctimas sean negadas por el sistema judicial
le genera a ellas los “sufrimientos más intensos” derivados de “las condiciones
de impunidad instaladas en el contexto político, a la falta de reconocimien-
to de las víctimas, a la insuficiencia de las acciones de verdad, justicia y garantías
de no repetición, así como a la precaria, e incluso, contraproducente atención
institucional, además del rechazo y la indolencia social” (GMH, 2013, p. 323). Es
una situación que para las víctimas no tiene justificación alguna. Las víctimas
no solamente son negadas por los victimarios, por la sociedad sino también,
desafortunadamente, por el sistema penal cuando no se hace justicia.

2.7 Negación de la existencia del victimario (perpetrador)


y de sus acciones criminales

En Colombia las autoridades civiles y militares negaron la existencia


del paramilitarismo, no obstante que era una realidad pública se ocultó la
existencia de ejércitos de extrema derecha paralelos al oficial que se encargaban
de realizar actividades contrainsurgentes, más que todo dirigidas contra la
población civil en donde creían que estaba la base social de la guerrilla, y pese a
las actividades y crímenes que cometían, oficialmente se negaba su existencia
y los agentes del Estado no rendían cuentas porque no los combatían a pesar
de tratarse de organizaciones al margen de la ley que cometían crímenes
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
183
Pablo Elías González Monguí

atroces. Llegó un momento que por las masacres era evidente la existencia
de los paramilitares que ya no se pudieron ocultar ante la sociedad y cómo
decidieron irrumpir públicamente presentando un ejército de personas que
tenía la característica de organización militar regular; sin embargo el Estado
continuó en una actitud omisiva para ejercer la prevención y represión contra
estos grupos armados ilegales.

Primero fue negada la existencia del paramilitarismo y después no fueron


perseguidos por la fuerza pública, fue la aceptación tácita de sus acciones
porque combatían el enemigo principal del Estado, la guerrilla. Fue la Fiscalía
la única organización estatal que los enfrentó de 1997 al año 2001, desde el
punto de vista judicial y sin ser organismo oficial armado.

Esa estrategia general de negación se concretó también en los hechos


particulares que eran realizados por los paramilitares. El grupo de Memoria
Histórica de la Universidad del Valle registra una de esas negaciones en la
investigación denominada “De la negación a la vergüenza” (2011):

a) En el año de 1999 los paramilitares ingresaron al Valle del Cauca y


realizaron varias masacres. Pese a la gravedad de los hechos “los máximos
representantes de los cuerpos armados del Estado (Policía y Ejército), y
quienes orientan con sus palabras el accionar y el espíritu del resto de sus
subordinados, asumieron la política oficial de negación y subestimación
de los numerosos y gravísimos indicios de actividad delincuencial de las
Autodefensas Unidas de Colombia en el Valle”.
b) En el municipio de Jamundí, hacia mediados de 1999, la población fue
inundada por panfletos y amenazas de los paramilitares, pero el entonces
comandante de la Estación de Policía, el capitán Gustavo Ramírez, no le
dio credibilidad a esa información y cuando las amenazas se concretaron
en una masacre se abstuvo de reconocerla. En el periódico El País, de 27
de julio de 1999, el entonces comandante de la Policía del Valle, coronel
Marino Escobar, le atribuyó esos hechos a la guerrilla al afirmar que “los
autores de estos panfletos son los mismos grupos guerrilleros que buscan
alarmar a la ciudadanía”.
c) Se presentaron enfrentamientos entre las AUC y el frente VI de las FARC,
lo que generó una gran cantidad de “desplazados que empezaban a bajar
desde la montaña”, pero esto no fue evidencia de que los paramilitares
estuvieran operando en la zona y por el contrario crearon una curiosa
tesis de que la guerrilla combatía consigo misma para despistar a las
autoridades, y en ese sentido “los máximos jefes de la Tercera Brigada
se afanaban en desacreditar las versiones de la prensa y los campesinos
desplazados, aunque, paradójicamente, anunciaban investigaciones”.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
184
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Todas las autoridades del Departamento, desde el Gobernador hasta


los personeros, no se atrevieron a contrariar la versión de la Policía y el
Ejército con relación a que en la región no existían grupos paramilitares,
con la excepción del Defensor del Pueblo, Hernando Toro.
Desde la masacre de Trujillo ocurrida entre marzo y abril de 1990 con la
participación de los narcotraficantes Diego León Montoya (hoy extraditado
a los EE.UU.) y Henry Loaiza, alias “Foraica” o “El Alacrán” (preso), oficiales
del Batallón Palacé (coronel Alirio Urueña condenado a 44 años de prisión
por tales hechos y fugitivo) y miembros de la policía nacional, era evidente
la existencia del paramilitarismo que años después las autoridades del Valle
del Cauca se negaban a reconocer, pese a los dramáticos hechos y violaciones
masivas de derechos humanos.
En otras regiones la población percibía la existencia del paramilitarismo a
pesar de la negación de las autoridades, al igual que la protección de los agentes
del Estado y las acciones conjuntas que realizaban (GMH, 2011, p. 87)36.
También se ha negado la continuidad de grupos paramilitares después de
su “desmovilización” o la creación de unos nuevos. Es lo que se conoce hoy
como neoparamilitarismo, pero que las autoridades colombianas, utilizando
otro eufemismo, denominan bandas criminales o “bacrim”.
2.8 Condena a quien condena
Esta negación, también denominada “rechazo a quien rechaza”, se
presenta cuando “el delincuente traslada el foco de atención desde sus propios
actos desviados a los motivos y el comportamiento de quienes desaprueban su
violación de la ley” (Sykes y Matza, 1957, p. 168). El delincuente puede alegar
cualquier cosa contra el encargado de investigarlo para neutralizar la opinión
de la sociedad, dando vuelta o desviando “las sanciones negativas que conlleva
la violación de las normas” (Sykes y Matza, 1957, p. 169). El delincuente o
sindicado de un delito se encarga de cambiar el tema de debate en relación
con su propia conducta para dirigir la atención hacia las reacciones sociales,
entre ellas las de los investigadores, para que lo “censurable” de su propio
comportamiento se pierda de vista como centro de atención y se dirija contra

36 Dice el informe: “Un ejemplo es la instalación de la sede de operaciones ya referida en el Hotel


Punchiná, ubicado a tan sólo dos cuadras de la estación de policía sin que esto hubiese generado ningún
tipo de acción por parte de la Fuerza Pública: ¿Cómo se explica uno, por ejemplo, que aquí, en pleno
parque, a media cuadrita del comando, tengan una base los paramilitares, donde tienen gente retenida,
gente torturando, donde le mocha la cabeza a una persona y juegan fútbol con ella, donde a la otra media
cuadrita se toman un hotel que ahora es sede del CARE y es una sede que está conectada así directamente.
Pues ésas son cosas que uno, negarlas, es llamarnos a engaños y tapar lo que no se puede tapar, entonces
se da esa alianza y viene una arremetida muy grande (Testimonio de hombre adulto, San Carlos, 2010)”.
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
185
Pablo Elías González Monguí

otros, entre ellos los encargados de verificar el comportamiento por fuera de


la ley. Alegar la existencia de “rencores personales”, “persecución política”, o
calificar de “corruptos” a quienes los investigan, o la existencia de conductas
similares de otras personas como cuando alguien dice “si me voy, se tienen que
ir todos” (Elcolombiano.com, 2015), son mecanismos de neutralización que
desvían la atención hacia otros puntos y otras personas.
En el conflicto armado colombiano también se ha utilizado esta técnica
de neutralización, mediante la descalificación de los organismos o agentes del
Estado que cumplían con su deber de persecución de los delitos cometidos por
paramilitares y guerrilleros, como también la desacreditación de las víctimas
que denunciaron las violaciones a sus derechos humanos o de sus familiares.
Para la justificación de conductas delictivas los delincuentes han utilizado
el señalamiento de presuntos actos irregulares o delictivos en la gestión
judicial, como por ejemplo la supuesta vinculación de los investigadores
con la delincuencia (Monroy, 2011)37 o la infiltración en las instituciones
estatales (Aranguren, 2002, p. 57)38. Es cierto que se han presentado casos de
infiltración de la delincuencia en organismos del Estado, pero esta técnica de
neutralización más que para denunciar hechos reales se utiliza para poner en
entredicho la honestidad de los funcionarios encargados de aplicar la ley, para
desacreditar una persona o una institución que realiza una investigación penal
(Elespectador.com, 2012)39.

37 Dice la nota periodística: “En la audiencia programada para hoy en el Palacio de Justicia en
Medellín, el teniente Édgar Iván Flores Maestre comparecerá como testigo de la Fiscal 50 de la Unidad de
Derechos Humanos, Edna Margarita Borja, en contra de un hombre que sirvió como guía de las tropas
en la acción que terminó con la muerte del campesino en una supuesta ejecución. Pero, según el teniente
Flores, en vez de acusar al guía de participar en el crimen denunciará que fue “engañado e intimidado”
por la fiscal y los investigadores judiciales para aceptar los cargos por homicidio agravado en persona
protegida y culpar a nueve militares más y al civil del asesinato, en 2008, de Aicardo Antonio Ortiz
Tobón. «Voy a denunciar que la fiscal y sus investigadores me intimidaron con una condena de 60 años de
prisión, que para mí es una cadena perpetua y la única salida que me dieron fue allanarme a los cargos por
homicidio agravado y acusar con falsos testimonios a mis compañeros: ocho soldados y un suboficial»,
aseguró ayer en los juzgados a este diario el oficial”.
38 Dijo Carlos Castaño: “Las FARC movió todas sus fichas para impedir la salida de nuestra
página web –colombialibre.org–. Lo hizo con la guerrilla institucionalizada e infiltrada en la fiscalía. Nos
cerró oficinas y nos bloqueó (...)”.
39 Dijo Luis Carlos Restrepo: “He escuchado con espanto las imputaciones calumniosas que me
hace la Fiscalía. Como si fuera poco, para declararme un peligro para la sociedad, recurren a testigos falsos que
jamás he visto en mi vida, cuyos nombres desconozco, para decir ahora que intenté comprar silencios y preparar
desmovilizaciones fraudulentas. Con profundo dolor debo decir que la empresa criminal de la que quieren hacerme
responsable se encuentra en realidad en la Fiscalía General de la Nación. Jamás pensé que la maldad humana
pudiera llegar hasta estos límites. ¡Pobre Colombia! Hoy, vestidos con el ropaje de la ley, los criminales se han
apoderado de la Fiscalía. Si fueron capaces de hacer este montaje del que me acusan, no dudarán en matarme
cuando me tengan a su alcance. Recurriré por eso a las leyes internacionales para que otro gobierno me dé la
protección que el de mi país no quiso o no pudo darme. Y ante estas infamias solo cabe la dignidad del silencio”.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Esta técnica no solamente se utiliza contra los servidores públicos y


las entidades del Estado, también se utiliza como parte preparatoria de las
acciones delictivas anticipándose a su justificación o para justificar los actos
criminales y violentos consumados mediante el desprestigio de las víctimas,
señalándolas como vinculadas a organizaciones al margen de la ley. En efecto,
la estigmatización sobre la población antecede a la masacre, al desplazamiento
y ha sido utilizada por los grupos armados como justificación de la violencia
y crueldad que le imprimen a sus actos. En el desplazamiento masivo de El
Salado se muestra la estigmatización previa contra la población, cuya “eficacia
es doble: primero el victimario atenúa su responsabilidad transfiriéndola a la
víctima y, segundo, estimula un clima social de sospecha que se materializa en
esas expresiones populares de condena anticipada, tales como por algo será, algo
habrá hecho. La eficacia del estigma puede llegar incluso a la autoincriminación
de la propia población” (GMH, 2009, p. 20).

Los paramilitares que han rendido versión ante los fiscales en el


procedimiento de la Ley de Justicia y Paz, algunos adoptan la posición
sumisa y de aceptación de la responsabilidad penal, y otros, para desviar la
atención y como técnica de neutralización, asumen actitudes orgullosas,
rebeldes y arrogantes, al auto-presentarse como “héroes” que niegan sus
responsabilidades a través de interpretaciones eufemísticas y de negaciones
tajantes, o son altamente reticentes y tácitamente impugnan la legitimidad de
quienes los juzgan (GMH, 2012, p. 357). El jefe paramilitar Salvatore Mancuso
justificó los homicidios cometidos por su organización como realizados contra
autores y partícipes del aparato armado y logístico de la guerrilla (Semana.com,
16-01-2007)40, y las víctimas fueron afectadas en su nombre y pasaron además
a la condición de etiquetados como criminales, como si las masacres cometidas
fueran actos heroicos y plausibles.

En otros casos las víctimas asesinadas también fueron afectadas en


su buen nombre. Todas las víctimas de “ejecuciones extrajudiciales” (falsos
positivos) fueron presentadas como guerrilleros dados de baja en combates,

40 Dijo Mancuso: “Los asesinatos ocurrían posteriormente en acciones comando que ejecutaban
encapuchados, en sorpresivos ataques en áreas rurales o zonas urbanas o desde motos al estilo
de sicarios que segaban la vida de sus víctimas. En un gran porcentaje, las personas eran baleadas
indefensas y desarmadas. Sin embargo, Mancuso sostuvo que se trataba de miembros de la guerrilla,
según datos que le suministraba la propia inteligencia militar. Muchos de los muertos son profesores,
líderes estudiantiles, voceros campesinos y dirigentes sindicales. Aunque Mancuso insistió en que las
víctimas hacían parte del aparato armado o logístico de la guerrilla, hay varios casos en los que estos
eran niños o ancianos”.
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
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Pablo Elías González Monguí

es decir fueron etiquetadas y estigmatizadas como delincuentes. Los grupos


armados al margen de la ley e incluso algunos agentes del Estado han
tenido la tendencia de desprestigiar y estigmatizar a las víctimas como una
forma de justificar los crímenes que han cometido. Por ejemplo, una de las
respuestas que les fue dada a los familiares de los desaparecidos de los hechos
del Palacio de Justicia sucedidos el 6 y 7 de noviembre de 1985, por parte
de miembros de la Brigada XIII del Ejército Nacional –entre ellos el Coronel
Edilberto Sánchez Rubiano–, fue su supuesta condición de “guerrilleros” y
que ellos no aparecían porque “habían huido al monte” (Juzgado Tercero Penal
de Circuito Especializado de Bogotá, Sentencia de junio 9 de 2010, p. 110),
es decir que habían continuado su actividad subversiva. Hoy se sabe, por
decisiones judiciales, que evidentemente en los hechos del Palacio de Justicia
hubo desapariciones forzadas por parte de algunas autoridades militares que
estuvieron al mando de la operación.

2.9 Apelación a lealtades superiores

Esta técnica de neutralización tiene que ver con “el sacrificio de las
demandas de la mayoría de la sociedad en pos de las demandas de grupos
sociales más pequeños a los que pertenece el delincuente” (Sykes y Matza,
1957, p. 169), planteamiento que cobra vigencia en relación con la iniciativa de
ganaderos, terratenientes e industriales víctimas de la extorsión y la violencia
de la guerrilla, que con el apoyo de agentes oficiales propiciaron la conformación
de grupos de autodefensa (paramilitares) ante la incapacidad del Estado para
controlar el aumento de la potencia militar de la guerrilla, actividad ilícita que
realizaron en beneficio propio y con el sacrificio de la legalidad y legitimidad en
el uso de la fuerza.

En el caso de los paramilitares, tanto quienes los han patrocinado como


los que han empuñado las armas directamente, han estado de acuerdo
con el establecimiento y sus normas, no han repudiado “los mandatos del
sistema normativo dominante, a pesar de que se niegue[n] a seguirlos”, y
por el contrario, se ven inmersos “en un dilema que tiene[n] que resolver,
por desgracia, a expensas de violar la ley” (Sykes y Matza, 1957, p. 169),
es decir se propusieron resolver el conflicto con la guerrilla por fuera de la
ley y con este sentido han justificado sus comportamientos delictivos en
defensa del Estado y de los intereses superiores de quienes los impulsaron
y patrocinaron para su creación y permanencia organizativa ilegal. Aunque
reafirman la defensa de la institucionalidad por medios ilícitos y violentos
para garantizar los fines constitucionales, sin considerarse fuerza opositora
al Estado, su lealtad superior ha estado fincada en construir una nueva
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

Colombia (refundar la patria), trabajar por la paz y firmar un “nuevo contrato


social” (Revista Semana, 2007)41.

Para el líder paramilitar Salvatore Mancuso, según la versión libre rendida


el día 8 de mayo de 2007 ante el Fiscal Octavo de la Unidad de Justicia y Paz,
“refundar la patria” significa que el Estado asuma la función que le corresponde
por Constitución y mandato, lo cual no lo estaba haciendo en ese momento,
y a esto se comprometería, según sus propias palabras “un Estado paralelo,
implantado por nosotros al haber derrotado al Estado guerrillero”.

Los paramilitares han considerado que sus métodos (violatorios de


derechos humanos) han sido un “mal necesario” (Elpais.com, 3-03.2000)42, y
según una encuesta de la Revista Semana (2007) se constató un importante
respaldo de colombianos que consideraron que por razones de necesidad se
debía contar con ellos como mecanismos de defensa frente a la guerrilla43.

Existe un importante porcentaje de personas que no consideran que las


acciones de los paramilitares hayan sido del todo negativas. Algunas creen que
el paramilitarismo fue necesario en Colombia para combatir la guerrilla, como
se muestra en el gráfico 2.

41 El acuerdo de Ralito fue un pacto realizado entre los Comandantes paramilitares y 11 políticos
vinculados al Congreso de la República y otros líderes, en julio de 2001. El texto dice: “Conciudadanos
como enuncia nuestro preámbulo; el pueblo de Colombia, invocando la protección de Dios, y con el fin de
fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes, la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la
igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz hoy nos confiere la irrenunciable tarea de refundar nuestra
patria, de firmar un nuevo contrato social. Todos los aquí presentes hoy asumiremos el compromiso
de garantizar los fines del Estado: Defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y
asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo. Construir esta nueva Colombia, en un espacio
donde toda persona tiene derecho a la propiedad y tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que solo ella
puede desarrollar libre y plenamente su personalidad. Es nuestro desafío. Todo colombiano tiene el deber
y la obligación de trabajar por la paz, en aras de cumplir con el mandato constitucional que nos insta a
propender el logro y mantenimiento de la paz. Esta tarea no es prerrogativa de unos pocos, sino deber de
todos. A propuesta de los aquí presentes, se formarán comisiones de trabajo, las que presentarán sus
resultados en nuestra próxima reunión del mes de octubre” (Siguen firmas).
42 Dice el periódico El País que Carlos Castaño, jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia, en
una entrevista emitida por Caracol Televisión, “con tranquilidad y gran dosis de cínica franqueza, aseguró
que no se arrepiente de sus crímenes, que su movimiento es un «mal necesario» y que se considera un
patriota que lucha por su país. (…) confesó (…) que el 70% de sus ingresos procede del impuesto que cobra
por los cultivos de coca y por defender a medianos empresarios y cultivadores. (…) Finalmente, confesó
que le «duele» que quienes debían ser sus aliados le tilden de asesino y terrorista”.
43 La Revista Semana contrató una encuesta sobre lo que piensan los colombianos sobre la para-
política, con la firma Napoleón Franco en las principales ciudades del país (Bogotá, Medellín, Cali y
Barranquilla), y además tres capitales de la Costa (Santa Marta, Valledupar y Sincelejo). Los resultados
son sorprendentes. Ni el paramilitarismo ni la para-política han generado una gran preocupación entre
los ciudadanos de las ciudades investigadas. Se aprecia también un grupo, cercano al 25 por ciento, que
tiene una evidente inclinación pro-paramilitar, o que al menos tiene una sorprendente tolerancia frente
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
189
Pablo Elías González Monguí

80% 74%
72% 71%
70%
60%
50%
40%
30% 22%
21%
19%
20%
7% 7% 7%
10%
0%
En desacuerdo De acuerdo No sabe/no responde

Total población general Afectados (víctimas) No afectados

Gráfico N° 2. Percepción sobre el paramilitarismo

Fuente: GMH (2012, p. 21). Base: Total muestra: 1.843 encuestas en Población General. La muestra de
Población General representa 8.514.987 hogares.

Según el Grupo de Memoria Histórica, aunque los datos reflejan una


baja legitimidad otorgada a la aparición del paramilitarismo en Colombia, sin
embargo la quinta parte de la Población General (19 a 22%) piensa que esos
grupos irregulares fueron necesarios para contener a la guerrilla.

Las acciones de los paramilitares han obedecido, como justificante, a una


lealtad superior, la “patria”, y según ellos han tenido la condición de patriotas,
de héroes que luchan por su país, sin importarles sacrificar un bien presente
menor para evitar un mal futuro mayor (doctrina del “mal menor”), no
obstante que en la práctica defienden intereses particulares y económicos de

(Comt. nota 43)


a ese fenómeno delictivo. Se pregunta: “Un 60 por ciento está en desacuerdo con la frase según la cual el
paramilitarismo ha sido una especie de «mal necesario» para acabar con la guerrilla. Qué pesa más: ¿el 75
por ciento que rechaza a los paras o el 25 que los tolera? Hay un núcleo pro-para. Es decir, que soporta
a las AUC por razones como la necesidad de contar con mecanismos de defensa frente a la guerrilla.
Un conjunto muy amplio, por ejemplo, de 58 por ciento (¡tres de cada cinco colombianos!) considera
justificable que ante la ausencia del Estado, los ganaderos y terratenientes se hayan defendido por sí
mismos, incluso con las armas. La participación de militares en el trabajo sucio de los paras divide a la
gente casi en bloques iguales. Los perfiles de los encuestados dan algunas pistas sobre el tipo de personas
que tienden a simpatizar con el paramilitarismo. Desde el punto de vista regional, entre las ciudades
investigadas, hay más tolerancia en las ciudades de la Costa (Sincelejo, Santa Marta y Valledupar, en su
orden) que en el resto. Los hombres son más tolerantes que las mujeres. Y los miembros de los partidos
uribistas tienen posiciones más favorables hacia las AUC que los de la oposición”.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
190
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

ciertos grupos sociales que pertenecen a estratos sociales altos, pero también
puede suceder que los delincuentes se opongan a las normas del sistema
imperante, realicen justificaciones por sus lealtades superiores, como en el
caso de la guerrilla colombiana que desde sus inicios se propuso un cambio
económico, político y social. Son los casos de las guerrillas colombianas FARC
y ELN, de orientación comunista la primera y guevarista la segunda, las cuales
también por medios violentos han planteado la toma del poder y la creación de
una “Nueva Colombia” socialista (Ferro y Uribe, 2006, p. 121). Como fuerzas
militares opositoras al sistema han justificado los hechos, que a la luz del código
penal se consideran como conductas punibles, en la lucha contra la injusticia
y la desigualdad social, con clara oposición al sistema capitalista colombiano.

La reconstrucción de la verdad se torna difícil por los silencios que


adoptan los victimarios sobre el pasado. Muchos prefieren callar, justificarse
o responsabilizarse que delatar a sus compañeros, o por lealtad a los jefes de
la organización (GMH, 2011, p. 44)44, o por la protección de las personas que
mantuvieron relaciones con los paramilitares o los apoyaron.

En el procedimiento desarrollado con base en la Ley 975 de 2005 (Ley de


Justicia y Paz) todo parece indicar que los paramilitares, particularmente del
Bloque Calima,

“(…) tenían presiones para que no se conozcan algunos nombres ni se toquen


algunas personas que tuvieron una presunta participación en el accionar del
Bloque, lo que resulta en vacíos a la hora de contar esta historia con un trasfondo
de temor generalizado compartido tanto por las víctimas, los versionados, como
los mismos operadores judiciales” (GMH, 2012, p. 176).

El silencio constituye una de las formas más comunes de negación de los


victimarios para protegerse de las condenas judiciales o de la opinión pública.

2.10 Indiferencia moral

No solamente es la indiferencia moral, sino también es indiferencia política


y social. La sociedad llega a ser indolente. Según el seguimiento realizado
por el Grupo de Memoria Histórica (2013) en diferentes zonas del país las

44 Dice el informe: “Solamente uno de los versionados –Hiller de Jesús Paniagua– ha reconocido
extraprocesalmente haber participado en la masacre. Según el Fiscal que tiene a su cargo la investigación
del Frente Sur, la razón por la cual los postulados siguen negando su participación en la masacre de El
Tigre obedece a un intento por proteger a Carlos Mario Jiménez, alias «Macaco», quien como jefe del
Bloque Central Bolívar vería en riesgo la posibilidad de obtener los beneficios de Justicia y Paz”.
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
191
Pablo Elías González Monguí

víctimas derrotadas, no solamente por la indiferencia de las autoridades, sin


posibilidad de hacer valer sus derechos, denunciaron “la indiferencia, la falta
de solidaridad, el rechazo y hasta la hostilidad de la sociedad”, como también
la “estigmatización y discriminación por parte de los residentes de los lugares
a donde llegaron en condición de desplazados”, pero sí recibieron comentarios
como “por algo sería” (GMH, 2013, p. 327).

Aunque no se justifica que se llegue a tal estado de indiferencia por los


atroces crímenes, tal vez lo cruel se vuelve cotidiano y deja de sorprendernos,
o quizás la larga duración del conflicto armado explica que la sociedad haya
llegado a la percepción de las violaciones masivas de derechos humanos como
algo que no es motivo de preocupación y que el problema es exclusivamente del
resorte de las autoridades, siendo en verdad que nos afecta a todos y demanda
hacer la causa de las víctimas como algo propio y rechazar enérgicamente los
crímenes de guerra, los delitos de lesa humanidad y cualquier violación de los
derechos humanos. Son las propias víctimas del conflicto armado colombiano
las que han hecho visibles las violaciones masivas de derechos humanos a
través de las movilizaciones, de las acciones nacionales e internacionales y de
las organizaciones que crearon para unirse y enfrentar a los actores generadores
de ellas, la indolencia moral y el silenciamiento a que han tratado de someterlas
por la vía de la amenaza o la eliminación física.

Otro de los factores que permite determinar la indiferencia moral es la


falta de justicia por ineficacia de las instituciones en la sanción a los autores
de los delitos, como si se tratara de una especie de complicidad en la falta
de sanción material o moral, mediante diferentes formas como la negación
oficial de los hechos, la falta de interés y voluntad en su investigación, la
minimización de los mismos y en ocasiones la deducción de culpa en contra
de las víctimas.

En las organizaciones armadas al margen de la ley las justificaciones


pueden tener claros fundamentos ideológicos y políticos (de extrema derecha
o de extrema izquierda), que los puede llevar a la indiferencia ideológica.

2.11 Negación de los derechos humanos

Además de los hechos violatorios de los derechos humanos en el marco


del conflicto armado interno por parte de los diferentes actores armados,
las negaciones de que da cuenta el presente escrito constituyen a su vez la
justificación de la violación de los derechos humanos y del Derecho Internacional
Humanitario, como mecanismos para neutralizar las reacciones negativas de la
sociedad y la negación de estos derechos.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
192
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

La afectación grave de los derechos humanos por los actores armados se


ha realizado mediante la violación de los derechos individuales con impacto
colectivo, como la negación al derecho a la vida a través del asesinato selectivo
e indiscriminado, violencia sexual, secuestro, desaparición forzada, tortura,
pero también violaciones colectivas de esos derechos mediante masacres y
desplazamiento forzado rural e intraurbano, entre otros.

En la medida que la justicia ha sido lenta en la definición de las sentencias


condenatorias contra los máximos responsables del paramilitarismo que han
cometido crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, como también
el hecho de las extradiciones hacia los Estados Unidos de los responsables
de esas violaciones dándoles prelación a las sindicaciones por narcotráfico
cuando debieran haber respondido primero en Colombia por las violaciones de
derechos humanos, transmite la percepción de la negación de los derechos de
las víctimas por vía judicial y de la alta administración del Estado.

Conclusiones

Los delincuentes que cometen violaciones de derechos humanos también


realizan justificaciones mediante las técnicas de neutralización descritas, las
cuales apuntan a negar esos derechos.

Esas justificaciones que los diferentes actores armados han utilizado


pueden haber logrado en alguna medida su cometido de que una parte de la
sociedad no perciba como negativas sus acciones.

Aunque no se han realizado mediciones sobre el impacto de las


justificaciones de los victimarios en la opinión de la población en general, lo
cierto es que un resultado preocupante indica que existen sectores de la sociedad
que por ejemplo no consideran que la actuación de los paramilitares haya sido
del todo negativa. Una quinta parte de la población cree que el paramilitarismo
fue necesario en Colombia para combatir la guerrilla.

La estrategia de las neutralizaciones afecta la percepción sobre las


violaciones de derechos humanos, y contribuye a que la sociedad sea indolente
moralmente y no reaccione socialmente con alarma y preocupación frente
a las atrocidades que se han cometido. De la alarma social y la solidaridad
humana depende que las autoridades se preocupen por evitar o perseguir
las violaciones masivas o individuales de derechos humanos y sancionarlas
efectivamente.
Justificaciones de los actores y de las víctimas en el conflicto armado
interno colombiano: técnicas de neutralización
193
Pablo Elías González Monguí

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Capítulo 8
A propósito de también la lluvia, el derecho y la historiografía
de los derechos humanos: una mirada desde el sur global

Gustavo Rojas Páez1


Andrés Mauricio Guzmán2

“Dice las Casas: Los indios no tienen religión (…) no tienen templos. Viven en construcciones
comunales con forma de campana (…), valoran las plumas de los pájaros de varios colores, las perlas
hechas en espina de pescado, y las piedras verdes y blancas con las que se adornan los labios, sin
embargo, no conceden valor alguno al oro ni a otras cosas preciosas”.

Howard Zinn (2003). La otra historia de los Estados Unidos

Este ensayo surgió de una discusión en torno a los procesos de


criminalización de la protesta social en los últimos años en el sur global. Luego
de escuchar distintas opiniones sobre la creciente criminalización de la protesta
social por el uso de los recursos naturales, junto a un grupo de discusión formado
por activistas y académicos de distintas regiones del mundo, concluimos que
los discursos, patrones y actores inscritos en los procesos de criminalización
han estado marcados por dinámicas históricas que han favorecido la expansión
de fenómenos económicos como el extractivismo a gran escala.

Nos llamó la atención que el daño causado por la industria extractiva no


ha ocupado un lugar central en la historia del derecho ni en la dogmática del
derecho moderno. Fue entonces cuando decidimos indagar sobre procesos

1 Abogado de la Universidad Libre. Candidato a PhD en Jurisprudencia, Universidad de


Friburgo. Magister en Sociología Jurídica del Instituto Internacional de Sociología Jurídica de Oñati
UPV-Universidad de Milán. Docente Investigador de la Universidad Libre de Colombia. Contacto:
grojaspaez@yahoo.es
2 Abogado y magíster en derecho de la Universidad Nacional de Colombia. Magister en Derechos
Humanos y Democratización de la Universidad Nacional de San Martin. Docente investigador de la Facultad
de Derecho de la Universidad Libre de Colombia. Contacto: andresm.guzmanr@unilibrebog.edu.co
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
198
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

históricos como el colonialismo, para así comprender los discursos jurídicos que
han demarcado las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza. Nuestra
indagación nos llevó a abordar distintas fuentes, entre ellas cortometrajes,
películas y documentales.

La película que nos pareció más ilustrativa de las dinámicas coloniales fue
También la lluvia (Bollaín 2010); en ella se describe la denominada “Guerra del
Agua” en Cochabamba, Bolivia, en el año 2000 (Olivera y Lewis 2004). También
la Lluvia registra cómo la extracción de los recursos naturales surgió como una
práctica colonial que ha persistido hasta nuestros días, y se presenta como un
elemento determinante en los conflictos políticos del mundo contemporáneo.
La película da cuenta de dos sucesos históricos que se entrelazan entre sí: la
conquista de las Américas (1492) y la lucha reciente del pueblo de Cochabamba
contra las políticas públicas neoliberales promovidas por el gobierno boliviano
de finales de los años noventa, que legalizó la privatización del agua potable
del Estado.

Es profundamente interesante observar cómo los sucesos arriba


mencionados son representados en la película También la lluvia. A pesar de
la distancia temporal, tanto en la época de la conquista del Nuevo Mundo
como en la llamada guerra del agua de Cochabamba, se puede observar que
las estructuras legales han legitimado la extracción de recursos naturales sin
consideración alguna por el daño medio ambiental o social, de lo cual surgen
las preguntas que serán abordadas a lo largo de este ensayo: ¿Por qué las
estructuras jurídicas occidentales han subestimado a lo largo de la historia el
daño medioambiental y social causado por la extracción de recursos naturales?
¿Quién o quienes se han beneficiado de los silencios históricos del derecho
respecto al sufrimiento social causado por el daño medioambiental? Las
respuestas a estas preguntas no son sencillas. No obstante, su formulación
da cuenta de la importancia que implica pensar la relación de la naturaleza
con los seres humanos, desde distintas miradas disciplinarias que impidan la
desestimación de la historia en el campo jurídico.

El positivismo jurídico, tal vez la doctrina más influyente en la teoría


jurídica dominante, concibe la naturaleza exclusivamente como un objeto sin
vida e inerte, cuya existencia depende de las necesidades, el deseo y la avaricia
de los seres humanos (Burdon, 2013). Esta conceptualización de la naturaleza
ha sido históricamente justificada por proyectos intelectuales originados en
Europa durante el Renacimiento y la Ilustración, los cuales reivindicaron la
separación entre los seres humanos y la naturaleza (Mignolo, 2012), de manera
que la explotación de la naturaleza ha sido legitimada por una conceptualización
restringida de la humanidad que, a pesar de solamente representar la experiencia
A propósito de también la lluvia, el derecho y la historiografía
de los derechos humanos: una mirada desde el sur global
199
Gustavo Rojas Páez y Andrés Mauricio Guzmán

histórica de una región del mundo Occidental/Europea, se ha convertido en


universal, negando sistemáticamente otras formas de conocimientos sobre la
naturaleza (Grosfoguel, 2013).

Dado lo anterior, es válido afirmar que desde el siglo XVI, desde el


pensamiento de Francisco de Vitoria hasta J. Locke, y pasando por la
Declaración Universal de Derechos Humanos, la naturaleza ha sido presentada
intelectual y políticamente como algo que el hombre tiene el privilegio de
poseer y manipular (Mignolo, 2012).

La trama de También la lluvia ofrece una oportunidad para reflexionar en


torno a la historiografía del derecho y su epistemología. Dicha epistemología
ha favorecido patrones de pensamiento que ignoran la violencia colonial y los
derechos y formas de ser de los sujetos colonizados. Dado lo anterior, rastrear
la trayectoria histórica de los sucesos descritos en También la lluvia permite
entrever la importancia de entender la formación del derecho moderno y su
estrecha relación con el colonialismo y sus formas de gestionar los conflictos.

Pese a esfuerzos significativos propios de las perspectivas críticas del


derecho (Anghie, 2004; Fitzpatrick, 2011; Barreto, 2012 y Suárez Krabbe,
2013), la compleja relación entre colonialismo y derecho moderno no hace
parte de la reflexión jurídica ni de los análisis de otras disciplinas relacionadas
con el derecho como la criminología, el derecho internacional y el derecho
de los derechos humanos. En este sentido, el propósito del presente escrito
es ampliar el debate historiográfico en torno al derecho y la naturaleza como
sujeto de derechos.

1. Política del despojo: aproximaciones a las historias del


extractivismo

Una de las escenas más perturbadoras de También la lluvia muestra la llegada


de Colón a territorio americano. La escena nos traslada a un momento de inflexión
marcado por el encuentro de Colón y su tripulación con el pueblo Arawak, quienes
habitaban una isla caribeña, probablemente cerca a lo que hoy conocemos como
República Dominicana. Es una escena marcada por la estupefacción que genera el
encuentro con lo desconocido y la violencia que caracteriza el despojo sistemático
de la conquista. La escena revive el relato de Howard Zinn sobre la conquista
del nuevo mundo (Zinn 2003). En su esclarecedora obra La otra Historia de los
EE.UU. Zinn (2003) narra cómo Colon estupefacto por los ornamentos de oro
que llevaban los Arawak en sus cuerpos decide capturar a algunos, para después
obligarles a revelar la ubicación del metal dorado.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
200
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Los actos de Colón eran avalados por el derecho imperial y su racionalidad


que concedía a los conquistadores el privilegio de desarrollar prácticas punitivas
para facilitar la extracción de oro y otros minerales que incrementarían las
riquezas de los imperios europeos. Es pertinente realizar una mirada detallada
de la forma cómo se desarrollaron tales prácticas punitivas para comprender
patrones históricos de despojo, su historicidad e impacto en los sujetos del
continente americano.

El despojo en América y la extracción voraz de recursos naturales empezó


en Haití. En esta tierra de Las Antillas, desesperado por el fracaso de su segunda
expedición en 1495 y consternado por no haber encontrado la cantidad de oro
que esperaba llevar a Europa, Colón ordenó a todos los habitantes de la Isla
mayores de catorce años recoger una cantidad del metal precioso semejante a la
recolectada por los conquistadores en su llegada a territorio haitiano por primera
vez. La cantidad de oro reunida por los Arawak sería recogida por el ejército
español cada tres meses (Zinn, 2003). A los recolectores se les impuso un método
de identificación. A los indios que traían la cantidad de oro encomendada se les
ponía un distintivo, una especie de medalla de cobre; a quienes no lo traían se
les cortaban las manos y se les dejaba sangrar hasta morir (Zinn, 2003).

Lo más perturbador de los hechos narrados por Zinn (2003) es que los
Arawak no podían recolectar todo el oro que se les exigía. En aquel entonces el
oro ya escaseaba en Haití. El autor nos recuerda que con tenacidad el pueblo
Arawak organizó un ejército rebelde que fracasó debido a la superioridad militar
de los conquistadores (Chambliss, 1989 y Zinn, 2003). Al ser capturados,
los Arawak eran ahorcados o quemados en hogueras. Muchos prefirieron la
muerte a la esclavitud y al despojo, y optaron por suicidarse colectivamente.
Dos años después de la llegada de los conquistadores la mitad de los 250.000
habitantes de Haití estaban muertos, y para el año 1650 los Arawak habían
sido completamente exterminados de la faz de la tierra (Zinn, 2003).

Tal como se había señalado anteriormente, los actos de los conquistadores


se justificaban por discursos legales y políticos que posteriormente influenciaron
la teorización del derecho internacional y de los derechos humanos. El Principio
de la Doctrina del Descubrimiento otorgaría a los conquistadores europeos el
título jurídico absoluto y la propiedad sobre el territorio americano, reduciendo
a los “indios” a la categoría de simples inquilinos en sus propios territorios
(Wilkins, 1997 citado por Mattei y Nader, 2008). Asimismo, los territorios
ocupados por los poderes imperiales se consideraban terra nullius, es decir
lugares vacíos, a disposición de los conquistadores (Mattei y Nader, 2008). El
académico suizo Emmerich de Vatel (2005, citado por Mattei y Nader, 2008),
precursor del Derecho Internacional, comentó sobre este principio:
A propósito de también la lluvia, el derecho y la historiografía
de los derechos humanos: una mirada desde el sur global
201
Gustavo Rojas Páez y Andrés Mauricio Guzmán

“Respecto al descubrimiento del Nuevo Mundo, se pregunta si una Nación


puede legalmente ocupar cualquier parte de un territorio en que solamente se
encuentran tribus nómadas con un número reducido de integrantes para poblar
el país entero (...) no nos apartamos de las intenciones de la naturaleza cuando
restringimos a los salvajes a límites más estrechos”.

Siguiendo el argumento de De Vatel, el teórico liberal Inglés John Locke


(1698) afirmó que la apropiación del territorio nativo americano constituía
un mandato del Dios cristiano encarnado en los colonizadores británicos,
que contaban con su beneplácito para acumular “la cantidad de tierra que un
Hombre labre, siembre, mejore, cultive y utilice” (Locke, 1698 citado por Mattei
y Nader, 2008). Se podrían dar muchos más ejemplos de los diseños jurídicos
empleados en el despojo y destrucción del mundo pre-colonial, sin embargo,
dado el propósito de este ensayo, en lo que sigue describiremos la injusticia
epistémica inscrita en textos clásicos del derecho internacional pertenecientes
a la Escuela de Salamanca y a otras obras posteriores del Derecho Internacional,
como el derecho de Gentes de Hugo Grocio.

2. Examinando el legado de la Escuela de Salamanca

La Escuela de Salamanca ocupa un prestigioso lugar en el Derecho


Internacional. Académicos de esta Escuela de pensamiento representan un
momento paradigmático en la teorización de Derecho Internacional, que
se deriva de la expansión colonial europea (Suárez-Krabbe, 2013). La figura
más representativa de la Escuela de Salamanca fue Francisco de Vitoria, un
sacerdote dominico que otorgó el derecho de propiedad a los denominados
Indios de las Américas. El fundamento de De Vitoria para el reconocimiento
de los derechos de propiedad ejemplifica el sesgo colonial presente tanto en
el derecho colonial como en el derecho moderno (Fitzpatrick, 2011). Basado
en el supuesto de que todo ser humano valoraba la propiedad de la misma
forma, imaginario utilizado por la historiografía europea/colonial, De Vitoria
convirtió en sujetos de derechos a los denominados indios y los incluyó en
el reino de derecho natural (Fitzpatrick, 2011; Mignolo, 2012). La violencia
epistémica de la decisión de De Vitoria yace en el hecho de no atreverse a
indagar si los seres de las Américas manifestaban preocupación alguna por los
derechos de propiedad, y sobre todo si la relación de los “indios” con la tierra
era completamente equiparable con la de los españoles (Mignolo, 2012).

La tergiversación de De Vitoria sobre la relación de los Indios con la tierra


guarda una estrecha relación con los debates de Valladolid, según los cuales la
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
202
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

condición humana de los Indios se decidió por los sistemas de conocimiento de


la época imperial y por los cánones del pensamiento imperial (Barreto, 2012;
Suárez-Krabbe, 2013). De acuerdo con el pensamiento colonial los habitantes
de las Américas se consideraban gentes sin alma, salvajes, bárbaros, motivo
por el cual su exterminio no estaba en conflicto con las racionalidades de la
expansión colonial (Dussel, 1995; Grosfoguel, 2013), argumento que fue
defendido por el jurista Gines de Sepúlveda, quien justificó la violencia contra
los “indios” bajo la teoría de “la guerra justa” (Anghie, 1996, 2004; Suárez-
Krabbe, 2013).

Aunque Bartolomé de las Casas cuestionaba los puntos de vista de


Sepúlveda, su argumento no consideraba completamente la humanidad
y ontología de los denominados “indios”. Para Las Casas los “indios” eran
humanos incompletos, quienes solamente al convertirse al cristianismo podían
entrar al reino de lo humano. En otras palabras, los “indios” no eran humanos,
simplemente tenían el potencial para serlo (Suárez-Krabbe, 2013).

La representación anterior de los habitantes de las Américas también


marcó la jerarquización del conocimiento que ha persistido hasta el mundo
poscolonial de hoy (Suárez-Krabbe, 2013). A través del prisma de la ley
los conocimientos de los habitantes de las Américas, en el mejor de los
casos, eran inferiores en comparación a los de los conquistadores, y en el
peor de los casos el saber indígena era inexistente. En consecuencia resulta
inadecuado afirmar que los sistemas de pensamiento que forjaron los
elementos fundacionales del derecho internacional y los derechos humanos
son universales y representan la experiencia histórica de todo el mundo.
Luego de la promulgación del ius gentium de De Vitoria, el jurista neerlandés
Hugo Grocio desarrolló una teoría de Derecho Internacional que operaba
solamente dentro del marco de Estados nacionales (Mignolo, 2012). Ya
que los Estados nacionales no existían en el mundo colonial, las directrices
creadas para proteger la vida humana integrada en los desarrollos jurídicos
de Grocio no operaban en el mundo colonial que era “propiedad” de muchos
Estados naciones europeos (Mignolo, 2012).

El trabajo de Grocio es fundamental para entender la relación entre el


derecho colonial y el moderno. En sus reflexiones no recurre a la duda metódica –
desarrollada al mismo tiempo de la promulgación de su trabajo– para considerar
la existencia humana de los sujetos habitando el mundo colonial (Mignolo,
2012). Así, puede sostenerse que el derecho moderno replica las dinámicas de
exclusión que justificaban la expansión colonial de Europa, en lugar de revelar
las injusticias históricas del derecho colonial, lo que explica por qué Dussel
(1995) sostiene que el colonialismo es el lado oscuro de la modernidad.
A propósito de también la lluvia, el derecho y la historiografía
de los derechos humanos: una mirada desde el sur global
203
Gustavo Rojas Páez y Andrés Mauricio Guzmán

3. Del imperialismo a la globalización: entendiendo


las trayectorias de producción de conocimiento jurídico

Al examinar el contexto arriba mencionado, el cual se encuentra marcado


por un evidente vacío teórico e histórico, De Sousa Santos (2007) ha demostrado
el sesgo epistémico de los sistemas de producción de conocimiento inscritos
en el Derecho Internacional y en la caracterización universal de la humanidad
que lo fundamenta. El pensamiento occidental que surgió del exterminio
del conocimiento de los pueblos colonizados del mundo es denominado
por De Soussa (2007) epistemicidio. Como consecuencia del epistemicidio
el pensamiento jurídico moderno reproduce los sistemas de pensamiento
colonial porque considera inexistentes la experiencia histórica de los pueblos
colonizados, sus conocimientos y formas de organización política (De Soussa,
2007; Grosfoguel, 2011).

De Soussa (2007) argumenta que la vida política global contemporánea


se puede entender observando las diferencias fundamentales en las maneras
de gestionar los conflictos en tres niveles de interacción interrelacionados:
legalidad, producción de conocimiento y vida social. Según este autor en
las relaciones e interacciones políticas y culturales que surgen en Occidente
encontramos tres tensiones constantes que operan de manera binaria en
cada uno de los niveles mencionados anteriormente: regulación social vs.
emancipación social, legal vs. ilegal (legalidad y protección vs. castigo dentro
de la ley), y conocimiento verdadero científico vs. conocimiento verdadero
no-científico.

Las formas en que el pensamiento moderno gestiona los problemas globales


dentro de los tres campos en tensión arriba mencionados son entendidas como
válidas universalmente. Sin embargo, el problema es que estas dinámicas o
tensiones solamente corresponden a la realidad de una porción pequeña de la
población global. La contribución de De Soussa Santos (2007) es importante
precisamente porque muestra cómo todos estos principios y dinámicas no
operan para la gran mayoría de la población del mundo. Esto es lo que él
ejemplifica al utilizar la metáfora de una línea abisal.

Para De Soussa (2007) la realidad política puede ser entendida al observar


un abismo mediado por dos líneas. El pensamiento jurídico moderno opera
de manera abismal porque presupone que la legalidad e ilegalidad son válidas
en todo lado, ignorando el hecho que en muchos casos, personas (y/o sus
actos) no son ilegales; más bien simplemente dichas categorías no existen para
encuadrar todo comportamiento. Con base en lo anterior De Soussa (2007)
afirma que en un lado de la línea abisal los conflictos pueden, como regla,
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
204
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

ser resueltos por la emancipación y la regulación. La regulación se refiere a


la existencia de estados legales para el establecimiento del orden social y la
emancipación a los discursos institucionales que permiten que los habitantes
de ese lado particular de la línea tengan libertades y exijan sus derechos (De
Soussa, 1995, 2007). En una situación bien distinta existen los que han sido
relegados al otro lado de la línea, un mundo donde la violencia y la apropiación
son los medios primarios para la resolución de conflictos (De Soussa, 2007),
de manera que las personas que habitan esta línea no pueden participar en la
producción de conocimientos porque el pensamiento moderno no reconoce
su racionalidad. En el mejor de los casos reconocen sus creencias, opiniones,
intuiciones y entendimiento subjetivo, que pueden ser, eventualmente, materia
prima para investigaciones científicas, pero no elementos válidos como fuentes
de conocimiento (De Soussa, 2007).

Un ejemplo de cómo el pensamiento moderno desaparece otros conoci-


mientos se puede encontrar al observar los procesos de la globalización que
apoyan el modelo de desarrollo neoliberal, que replica la idea de la naturaleza
como propiedad privada, idea concebida en la era colonial. En contraste con esta
concepción de la naturaleza los pueblos indígenas de las Américas consideran
la naturaleza como un organismo vivo, cuya existencia e integridad debe ser
respetada (Rodríguez-Garavito y Arenas, 2005). Para la cosmovisión indígena, el
territorio es la fuente principal de la identidad cultural y no una mercancía (Santos
y Caló, 2013). Su noción del territorio implica un significado profundo para la
tierra, la cual es llamada Tierra Madre (Rodríguez-Garavito y Arenas, 2005).
Aunque los derechos de los indígenas se han reconocido en varias constituciones
latinoamericanas, y a pesar de la inclusión de los derechos de la naturaleza en
los marcos jurídicos de Ecuador y Bolivia, el acaparamiento de tierras sigue
siendo una práctica común que causa un deterioro continuo de las comunidades
indígenas y el medioambiente, lo cual llama la atención sobre las dinámicas que
marcan la producción de conocimiento jurídico y la juridificación de los conflictos
en donde se encuentra en juego la pertenencia y uso de los recursos naturales.

4. Represas, territorio y respeto por los derechos

En su declaración en contra de un proyecto petrolero llevado a cabo por la


transnacional norteamericana OXY en su territorio, el pueblo U’wa manifestó
lo siguiente:

“En vista de una muerte segura como resultado de la pérdida de nuestro


territorio, la destrucción de nuestros recursos naturales, la invasión de nuestros
lugares sagrados, la desintegración de nuestras familias y comunidades, el
A propósito de también la lluvia, el derecho y la historiografía
de los derechos humanos: una mirada desde el sur global
205
Gustavo Rojas Páez y Andrés Mauricio Guzmán

silencio forzoso de nuestras canciones y la falta de reconocimiento de nuestra


historia, preferimos una muerte con dignidad: el suicidio colectivo de nuestras
comunidades” (Corte Constitucional colombiana, sentencia de 1995, citada por
Rodríguez-Garavito y Arenas, 2005).

La resistencia del pueblo U’wa representa las maneras en que las comunidades
indígenas se oponen al desarrollo neoliberal y su racionalidad en las sociedades
poscoloniales. Al oponerse a la perforación de sus territorios, las comunidades
indígenas usan estratégicamente discursos de derechos, entre ellos la consulta
previa, establecida por la Organización Internacional de Trabajo (OIT) en su
Convenio de 1969/1989. Aunque según el Convenio de la OIT las comunidades
indígenas deben ser consultadas en los proyectos económicos y de desarrollo que
involucran sus territorios, en la práctica la consulta se ha vuelto una herramienta
legal que sigue la racionalidad de un “acto privado”, el cual beneficia principalmente
los intereses de las empresas interesadas en la extracción de los recursos naturales
(Rodríguez-Garavito, 2010). La construcción de la represa Urrá en el norte de
Colombia es un ejemplo relevador de lo anterior, pues se construyó en los años
noventa contra la voluntad de los Embera Katío, comunidad indígena que habita
el territorio afectado por la construcción de la mencionada represa. La consulta
previa se realizó casi una década más tarde de haber iniciado la construcción de
la represa, periodo en el cual nueve líderes comunitarios fueron asesinados por
grupos paramilitares que respaldaban fuertemente la construcción y brindaban
seguridad a muchas de las élites locales y empresarios beneficiados por la
construcción (Comisión Colombiana de Juristas, 2008). Ante semejante contexto
de inseguridad crónica oponerse al proyecto diez años después era improbable, ya
que al momento de la consulta la comunidad estaba fragmentada políticamente
debido al desplazamiento forzado y a la falta de garantías de seguridad para su
movilización (Rodríguez-Garavito, 2010).

Otro problema en relación con la lucha de las comunidades indígenas


por los recursos naturales tiene que ver con los gobiernos que evitan cumplir
las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
En 2008 la CIDH ordenó al Estado de Surinam detener la explotación de los
territorios habitados por los cimarrones Saramaka, una comunidad de esclavos
africanos auto-liberados quienes habían vivido en la selva por más de 300 años
(Pierce, 2012). A pesar de la resolución la explotación de la selva continúa y
el gobierno surinamés ha continuado en la implementación de un modelo de
desarrollo neoliberal (Pierce, 2012).

Los casos mencionados se pueden explicar mediante las líneas abismales


de De Soussa (2007), según las cuales es posible suspender los derechos de
distintos sujetos en todo el mundo.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
206
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Esta suspensión de derechos plantea interrogantes sobre las funciones


que desempeña el derecho respecto de la protección de la naturaleza y las
cosmovisiones que las valoran de otras formas, más allá de la mercantilización.
En 1989 el criminólogo William Chambliss demostró que los actos crueles
de Colón en las Américas ejemplificaban las formas de criminalidad que no
ocupaban los intereses de la criminología. Fue entonces cuando acuñó el
concepto de crimen de Estado organizado, concepto con el que intentó hacerle
frente a los crímenes realizados por redes de interés, como los Estados y los
grupos de poder económico (Chambliss 1989).

Las prácticas punitivas establecidas por Colón dan cuenta de la estrecha


relación entre lo jurídico y los intereses económicos en determinados momentos
históricos, de manera que estudiar procesos de criminalización en torno a la
gestión de los recursos naturales en el sur global resulta pertinente para analizar
las dinámicas jurídicas de la globalización que afectan esa gran parte de la
población que se encuentra relegada al otro lado de la línea abisal, o, como lo
diría Fanon (2010), a la zona de no-ser (ver también Grosfoguel, 2011).

Del mismo modo, la guerra del agua en Cochabamba (Bolivia), ilustrada


en También la lluvia resulta muy relevadora para entender las maneras en que
el derecho penal se utiliza para contrarrestar la movilización social y servir
los intereses económicos de las redes similares a las que surgieron en la época
colonial. Efectivamente, es importante resaltar la continuidad relacionada
a estas prácticas de la explotación y genocidio, sin embargo es importante
registrar los modos en que las prácticas de hoy se diferencian de las coloniales.
La novedad de estas redes y el cambio de sus fundamentos legales se debatirán
en la próxima sección.

5. Guerra del agua de Cochabamba

En el año 2000 el pueblo de Cochabamba protestó contra una nueva


ley del agua que otorgaba el control de los sistemas rurales de agua de la
ciudad a una filial local de una transnacional estadounidense Betchel (Shultz,
2009). Por cuatro meses los manifestantes exigieron un cambio en la ley y
protestaron contra el aumento extraordinario en el suministro del servicio,
establecido por Aguas del Tunary, la filial de Betchel en Bolivia (Sadiq, 2002).
En respuesta a las manifestaciones masivas que se llevaron a cabo en todo
el país el antiguo dictador y presidente de Bolivia en el 2000, Hugo Benzer,
aprobó la declaración de “estado de sitio” mediante la cual se suspendieron
los derechos constitucionales de los manifestantes (Olivera and Lewis, 2004;
Shultz, 2009).
A propósito de también la lluvia, el derecho y la historiografía
de los derechos humanos: una mirada desde el sur global
207
Gustavo Rojas Páez y Andrés Mauricio Guzmán

Incidentes de brutalidad policial dejaron a 175 personas heridas, dos


enceguecidos por efecto del gas lacrimógeno y un adolescente de 17 años muerto
a tiros (Frontline, 2002). Debido a estas estadísticas y a la fuerte movilización
del pueblo boliviano el 9 de abril de 2000 Betchel se retiró de Bolivia y la ley del
agua fue revocada. La victoria del movimiento social que surgió para defender
la kucha pampa (agua en el idioma indígena quechua) fue un golpe a las prácticas
neoliberales –y su idea de desarrollo– promovidas por las élites bolivianas e
instituciones internacionales como el FMI y el Banco Mundial.

La declaración de estado de excepción por parte del Presidente Benzer


representa el uso de derecho penal de emergencia, que durante las dos últimas
décadas ha ganado popularidad mundial (Iturralde, 2009). En muchos países
latinoamericanos se implementa este mecanismo jurídico para contrarrestar
la movilización social y legitimar el encarcelamiento masivo (Iturralde, 2010).
Con la complicidad de los medios de comunicación controlados por las élites
las protestas son presentadas como una amenaza a la seguridad y justifican
institucionalmente penas de prisión, que afectan la cohesión política de los
movimientos sociales. Los manifestantes encarcelados tras la guerra del agua
en Bolivia fueron retratados como parias sin motivación para movilizarse
políticamente. El líder de las protestas, Oscar Olivera, fue detenido en 2001 y
acusado de “sedición, conspiración, instigación al desorden público y asociación
criminal” (Sadiq, 2002). Olivera era el coordinador de la Coalición por la Defensa
del Agua y la Vida, una organización comunitaria que surgió para hacerle frente
a las políticas neoliberales del gobierno boliviano (Shultz, 2009). Olivera fue
liberado el mismo día bajo la condición de reportarse a la policía cada 72 horas
(Sadiq, 2002). El 30 de noviembre 2001, después de haber recibido miles de
cartas de todo el mundo, el gobierno boliviano retiró los cargos contra Olivera,
quien más tarde recibió el premio medioambiental Goldman (Sadiq, 2002), al
cual había sido nominado previamente en el 2001, pero que no pudo aceptar
porque estaba escondiéndose de las autoridades bolivianas.

La experiencia boliviana de resistencia a las políticas neoliberales muestra


cómo la movilización de las personas oprimidas puede generar cambios
sociales que se manifiestan en el campo del derecho, y una prueba fehaciente
es la Constitución boliviana de 2009, probablemente la primera en el mundo
en otorgarle derechos a la naturaleza: Pacha Mama (Madre Tierra). A pesar de
las dificultades que genera la implementación de una nueva constitución, el
reconocimiento de los derechos de la naturaleza supone un contrapunto a la
postura colonial y moderna que propone la separación de los seres humanos y
la naturaleza. La Constitución también cuestiona el paradigma dominante del
Estado-nación y establece un Estado plurinacional. De alguna manera la acción
colectiva que causó la promulgación de la Constitución boliviana representa una
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
208
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

forma de superar el epistemicidio de aproximadamente 8 millones de indígenas


bolivianos esclavizados, cuyas vidas fueron exterminadas en la época colonial
(Mattei y Nader, 2008).

A manera de conclusión

La teoría jurídica debería prestar mayor atención a la experiencia de


injusticia de los sujetos históricamente subalternizados e invisiblizados a lo
largo de la historia de Occidente, lo que implica ampliar el prisma en torno
a las formas como se ha pensado el derecho y superar los universalismos
monoculturales inscritos en la historiografía del derecho continental y del
sistema del common law. Gran parte de la teoría jurídica universal toma como
ejes fundacionales estas dos tradiciones, que a pesar de no representar la
juridicidad de todo el mundo se presentan como universales.

Por supuesto, no pretendemos descartar las contribuciones de estos


sistemas de pensamiento jurídico, más bien lo que proponemos es establecer
un diálogo horizontal, en el sentido de la ecología de los saberes (2007) entre las
legalidades, historiografías y narrativas de justicia que permitan entender el
sufrimiento humano y sus lugares de enunciación. Comprender dichos lugares
de enunciación requiere de nuevas herramientas teóricas que nos permitan
pensar las dinámicas históricas y sus racionalidades intersubjetivas. Acercarnos
a otras historiografías del derecho y su relación con las cartografías del poder
que determinan la construcción de saber jurídico, entre ellas aquellas que se
contraponen a la mercantilización de los recursos naturales y la naturaleza,
puede ser un paso importante para la justicia epistémica, la cual en palabras de
Boaventura de Sousa Santos (2007) es indispensable para la justicia social global.

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Capítulo 9
Apuntes y reflexiones sobre la violencia política y la paz
negociada: las conversaciones de paz con la guerrilla (1984)

Fabiola Calvo Ocampo1

Para entender qué está pasando hoy con la negociación en La Habana entre
el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del
Pueblo (FARC-EP), y las conversaciones con el Ejército de Liberación Nacional
(ELN), es preciso remontarse al origen de las negociaciones entre gobierno y
guerrillas en 1984, hasta culminar en medio de rupturas y asesinatos, con una
Asamblea Nacional Constituyente y una nueva Constitución, a lo que diríamos
“Colombia 1984-1991: De la violencia política a una paz negociada”, título de mi
tesis doctoral.

La realidad de Colombia de 1884-1991 está planteada en estos apuntes


y reflexiones, desde una perspectiva política y no desde una económica, pues
si bien es cierto que la incongruencia entre crecimiento económico, desarrollo
económico y bienestar de la población no están al margen de las condiciones
políticas y que todos los factores están dentro de una dinámica económico-
político-social, en este trabajo se optó por el enfoque político, lo cual lleva a
tener en cuenta el siguiente contexto:

1. La violencia como forma de resolver las contradicciones


políticas por el poder y el territorio

La violencia política es entendida como la forma de actuar mediante


la forma para resolver un conflicto y/o lograr un objetico político, lo que la

1 Periodista, escritora, poeta. Doctora en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad


Complutense de Madrid. Ex directora del programa pionero en la televisión sobre los derechos de las
mujeres. “Ni reinas Ni cenicientas” de Canal Capital. Emitidos: 140 capítulos. Consultora para organismos
internacionales: PNUD, OIM, ONU Mujeres. Premio periodístico La Mujer en la Unión Europea 2003.
Reconocimiento de la Universidad Mohamed Bed Abdellah de Fez, Marruecos. Reconocimiento a una
trayectoria profesional de la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior. Reconocimiento
por el trabajo en defensa de los derechos de las mujeres por PNUD, Alcaldía de Tunja, Red de mujeres de
Tunja, y condecoración Medalla de la ciudad, Urubamba.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
212
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

diferencia de cualquier forma de actuación arrebatada o impetuosa con fines


estrictamente personales o delincuenciales; los dos elementos que anteceden y
conducen a la violencia son contradicción y conflicto (Giddens, 1981).

La violencia ha sido un hilo conductor en la historia de Colombia, con un


pasado inmediato que podríamos ubicar en la década del 40 del pasado siglo,
pero la violencia política aquí no puede ser entendida de forma unilineal a
partir de la explicación marxista sobre los sistemas sociales, pues aunque el
problema de la violencia en Colombia es de carácter estructural, es necesario
precisar que a ella se añade, en este caso, una “cultura de violencia” que ha
impregnado los comportamiento cotidianos y la manera de resolver todo
tipo de conflictos tanto en el terreno individual como en el ámbito colectivo
(Calvo, 1995).

La violencia se convirtió en un elemento defensivo y ofensivo según el


contexto y los protagonistas, teniendo en cuenta que los mismos factores
en determinados momentos son efecto de la violencia, mientras que en otro
momento (inclusive el mismo), dichos factores pueden convertirse en causa
y efecto.

La carencia de una reforma agraria que beneficie a quien la trabaja generó


el pasado siglo y continúa en el presente siendo un factor de conflicto armado
y de luchas por los territorios (Sánchez, 1991).

1.1 Elementos sociopolíticos

a) En el siglo XIX Colombia logró la independencia de España y a comienzos


del XX inicia la lucha por el poder entre los diferentes sectores de la naciente
oligarquía, que resolvió cada conflicto con guerras civiles, inestabilidad
política, entrega del Canal de Panamá a Estados Unidos, décadas de luchas
populares influidas por los acontecimientos internacionales (Revolución
de Octubre y Movimiento Obrero de los Tres Ochos en Chicago), huelgas,
masacre de trabajadores en la zona del Magdalena a manos del ejército, y
extensión de los conflictos sociales, nos aproximan al panorama de las tres
primeras décadas del pasado siglo.
b) La fundación del Partido Comunista, surgimiento de centrales obreras,
conflictos agrarios, asesinato del líder Jorge Eliecer Gaitán en 1948, hecho
que provoca “El Bogotazo” y la generalización de “la violencia” por el poder
entre los partidos Liberal y Conservador.
c) Consecuencia de las convulsiones internas encadenada con las
consecuencias de la II Guerra Mundial, además de un empeoramiento
de la economía. Los años que transcurrieron desde 1945 hasta 1965 son
Apuntes y reflexiones sobre la violencia política y la paz negociada: las
conversaciones de paz con la guerrilla (1984)
213
Fabiola Calvo Ocampo

conocidos como la época de “La Violencia”, promovida desde la dirección


nacional del Partido Liberal con las guerrillas liberales, y el Partido
Conservador con la creación de las bandas paramilitares conocidos como
los chulavitas (Calvo, 1995).

1.2 El estado colombiano: un modelo de estado excluyente

Las condiciones políticas tuvieron como marco consolidado la Constitución


de 1886 y la instauración del bipartidismo, así como la formalización en 1957
del Frente Nacional para acabar con La Violencia, consolidar el bipartidismo y
excluir de facto cualquier otra alternativa política y social.

El carácter presidencialista del régimen político confirió al primer


mandatario grandes poderes que pueden agruparse en seis categorías: poderes
de nombramiento, poderes legislativos, fiscales y de planeación, poderes como
comandante de la fuerza pública, poderes extraordinarios y también poderes
en el área de la política exterior (Carrizosa, 1986).

El estado de sitio aplicado como refuerzo a las atribuciones del primer


mandatario fue institucionalizado, no como un estado de excepción sino como
un estado cotidiano. A través del estado de sitio estuvieron suspendidos para
los colombianos y las colombianas los derechos individuales y las garantías
sociales. Sumadas sus reiteradas aplicaciones rigió cerca de medio siglo
(Callejas, 1986).

1.3 Papel de los partidos tradicionales liberal y conservador

Con la firma de los acuerdos para la creación del Frente Nacional quedó
sellado el papel del bipartidismo, el totalitarismo de dos partidos (Harendt,
1982), cerrando espacios políticos a otras fuerzas y toda posibilidad de
manifestación democrática que no tuviese el tinte de los partidos Liberal y
Conservador, incluso los intentos para constituir otras fuerzas políticas desde
dentro de los partidos tradicionales (Gaitanismo y Movimiento Revolucionario
Liberal) fueron abortados tras el ejercicio de un monopolio de poder (Sanabria
Acevedo y Garzón Rojas, 2014).

Los partidos políticos tradicionales en Colombia dejaron pasar la historia


sin adecuarse a los cambios que ella traía consigo, y descuidaron el compromiso
con las bases populares al no encausarla dentro de líneas de acción, políticas
y programáticas consecuentes con la obligación de seguir siendo verdaderos
protagonistas del proceso político nacional.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
214
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

1.4 Propuesta de lucha armada de liberación

La centralización del poder en los dos partidos y en manos del ejecutivo,


el permanente estado de sitio, que daba especiales poderes a las fuerzas
armadas, el vacío democrático que mantenía una ausencia para las libertades
democráticas, fueron condiciones políticas para el surgimiento de las guerrillas
(Calvo, 1995).

El triunfo de la revolución cubana en 1959, la invasión de Estado Unidos


en Vietnam, al igual que su injerencia en el resto de América con los acuerdos
en Punta del Este sobre Seguridad Nacional, la Alianza para el Progreso, los
cuerpos de paz, el Instituto Lingüístico de Verano, fueron factores externos
para que las nacientes organizaciones armadas considerasen a Estados
Unidos como enemigo principal de los pueblos y alimentaran su convicción
antiimperialista (Calvo, 1997).

En la década de los 60 surgió la guerrilla con criterios diferentes a los


propuestos por el Partido Comunista, a las guerrillas liberales de la década de
los 50. Ya no platean la autodefensa por el derecho a la vida y al trabajo, sino la
toma del poder político con la lucha armada como táctica principal.

La persistencia de “La violencia bipartidista” en diferentes zonas rurales y


las consecuencias económicas, políticas, sociales y psicológicas aún pervivían en
el país, sobre todo en las zonas rurales, hechos que posibilitaron en diferentes
regiones la aceptación de un nuevo discurso sobre la necesidad de un ejército
de carácter popular que luchase por la liberación nacional y social. Se mantenía
así la constante de la violencia como forma de resolver las contradicciones
políticas por el poder.

Tres organizaciones guerrilleras nacen en la década de los 60, como


pioneras de todo el movimiento de liberación nacional: Las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN)
y el Ejército Popular de Liberación (EPL).

Las tres organizaciones buscan el cambio de estructuras con el


planteamiento táctico de la guerra de guerrillas y el campo como escenario
principal. El elemento geográfico con zonas montañosas y selváticas les
permitió resistir el exterminio del ejército oficial y propició que tuviesen una
retaguardia con el apoyo de la población.

En sus inicios las organizaciones no elaboraron un ideario propio. Cada una


tomó un referente internacional: las FARC asumió el planteamiento del Partido
Apuntes y reflexiones sobre la violencia política y la paz negociada: las
conversaciones de paz con la guerrilla (1984)
215
Fabiola Calvo Ocampo

de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el ELN optó por la defensa


de la revolución cubana, y el EPL por aplicar el pensamiento de Mao Tse Tung.

Aunque coincidían con la propuesta de liberación nacional, cada una


construyó su propio ejército, deslindó territorios, sectores y organizaciones
sociales para su influencia, arrastrando consigo el sectarismo y la exclusión de
los partidos tradicionales (Behar, 1985).

En 1972 surge el Movimiento 19 de Abril (M-19) tras el fraude electoral en


las elecciones presidenciales en 1970 a la Alianza Nacional Popular (ANAPO)
dirigida por el general Gustavo Rojas Pinilla.

La propuesta inicial del M-19 fue: “Con el pueblo, con las armas, al poder”.
Nace como un movimiento guerrillero de corte populista, nacionalista e
identificado con la social-democracia a nivel internacional. Su origen urbano
sin una estructura leninista de organización revoluciona a las ya existentes
organizaciones guerrilleras que se ven obligadas a abrir sus espacios de trabajo
e ir modificando sus planteamientos de “guerra popular prolongada”.

El M-19 no planteó como el resto del movimiento guerrillero existente la


abolición de la propiedad privada, ni el cambio de estructuras, buscaba alterar
las normas al sistema de partidos.

1.5 Narcotráfico, grupos paramilitares y conexión con el Estado

La consolidación del narcotráfico y la aparición de grupos paramilitares


constituyen dos variables sobre la violencia en Colombia, puesto que
generalizan en forma indiscriminada la violencia, crea confusión en la sociedad
y obliga a un replanteamiento sobre la vigencia de la lucha armada o violencia
revolucionaria como táctica para un cambio.

La vinculación de instituciones del Estado y su ejército, y de personas de


relevancia en la vida política, con el narcotráfico y los paramilitares hizo mucho
más compleja la constante o causa de la violencia (Castillo, 1987).

El paramilitarismo surgió como una propuesta económica, social, política


e ideológica de derecha. Busca vías de salida al mar y el despojo de la tierra que
darán paso posterior a los megaproyectos mineros. Así mismo trabaja en todas
las instancias políticas en busca de leyes que justifiquen su accionar.

Para llegar a la situación de violencia vivida en el periodo visto por estos Apuntes
y reflexión (1984-1991) es necesario tener en cuenta algunos antecedentes:
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

a) En la década de los 70 los traficantes de marihuana tuvieron la modalidad


de clanes familiares, estructura de parentesco muy común en las diferentes
mafias.
b) La suspensión de la exportación de la hierba estimuló el tráfico de cocaína
por su facilidad para el transporte y su rentabilidad. Curiosamente las
primeras transacciones de cocaína no provinieron de Colombia, y los
primeros decomisos realizados por las autoridades corresponden a
ciudadanos norteamericanos y algunos de otros países suramericanos que
utilizaban a Colombia como zona de tránsito (Kalmanovitz, 1989).
c) La sociedad en su inicio fue tolerante con el negocio y los nuevos
empresarios contaron con un ambiente favorable. Esta cultura permisiva
fue el mejor medio para su desarrollo, pues el narcotráfico se asumió como
un rentable negocio y no como una actividad ilícita (Confidencial, 1989).
d) Con el inicio de la lucha por la centralización del poder en la mafia inicia
una nueva violencia que cobra víctimas en ajustes de cuentas o con quienes
violen los códigos establecidos.
e) El Estado mantuvo una actitud ambigua: el enriquecimiento ilícito se
impugna socialmente, pero se legitima económica y jurídicamente,
generando una política que oscila entre la represión y el diálogo, y al
amparo de éste el narcotráfico permeó instituciones públicas, partidos y
gremios (Calvo, 1995).
f) La introducción de la coca en la vida colombiana produjo serios y profundos
cambios en la sociedad: en los flujos y composición de la población
migrante, en las relaciones de trabajo, en la utilización del suelo, en los
intercambios mercantiles, en la modalidad para la acumulación de capital,
en los niveles de los precios, en la estratificación social, y en la ética y
cultura de sus habitantes, entre otros (Kalmanovitz, 1986).
g) Con el narcotráfico cambiaron las costumbres políticas, institucionales
y de represión en Colombia, la mafia comenzó hacer justicia en forma
organizada por sus propias manos y luego del secuestro de la hija del
narcotraficante Fabio Ochoa creó el grupo Muerte A Secuestradores (MAS),
en el que aparecieron involucrados 53 miembros activos del ejército.
h) Con los carteles surgió el negocio del crimen organizado, el crimen del
sicariato, el asesinato como forma de dilucidar cualquier diferencia.
i) La década de los 80 registra el surgimiento de la llamada guerra sucia
iniciada por ejército y narcotráfico contra todo aquello que se considerara,
con bases o no, apoyo a la guerrilla. Cayeron asesinadas personalidades,
demócratas, candidatos a la presidencia de la república, sindicalistas y
estudiantes. La guerra se extendió a prostitutas, homosexuales y niños
habitantes dentro del concepto de “Limpieza social”
j) La violencia indiscriminada condujo al movimiento social y a la insurgencia
a colocar como centro del debate político y reivindicaciones el derecho a
vivir, y a la aplicación de los Protocolos I y II de Ginebra.
Apuntes y reflexiones sobre la violencia política y la paz negociada: las
conversaciones de paz con la guerrilla (1984)
217
Fabiola Calvo Ocampo

k) A pesar de los mutuos servicios entre narcotráfico, ejército e instituciones,


la mafia no escapó a la presión de Estados Unidos para que el gobierno de
Belisario Betancur firmara un tratado de extradición en 1984, acuerdo que
condujo a una nueva forma de violencia: el narcoterrorismo.

2. De la violencia política a una paz negociada

2.1 Negociación y diálogo en 1984

El proceso de negociación de cese al fuego y Diálogo Nacional entre el gobierno


del presidente Belisario Betancur y tres de las organizaciones guerrilleras más
importantes (FARC, M-19, EPL) podría considerarse como el inicio o acercamiento
entre dos contendientes. Los mutuos recelos, la falta de compromiso de los
partidos tradicionales, los gremios económicos y la actitud agresiva del ejército
impidieron la consolidación y un mayor alcance de los acuerdos.

El M-19 tomó la iniciativa y dio a conocer los elementos políticos que


consideraba importantes para buscar una salida pactada. Fue así como sus
propuestas desde 1980 sobre el levantamiento del estado de sitio, la derogatoria
del Estatuto de Seguridad, la amnistía general y un diálogo nacional se colocaron
en el centro del debate político (Calvo, 1995):

a) La amnistía sancionada en 1982, durante el gobierno del presidente


Belisario Betancur, marcó el inicio del proceso de negociación.
b) El M-19, las FARC, el EPL y Autodefensa Obrera (ADO) iniciaron con-
versaciones con la Comisión de Paz, constituida por el gobierno. El Ministro
de Defensa, General Fernando Landazábal Reyes, expresó públicamente el
desacato a la política del presidente Betancur. Los generales del ejército
no apostaron por el proceso ni los partidos políticos, ni los gremios
económicos.
c) El 28 de marzo de 1984 las FARC, que negociaban por separado de las
otras dos organizaciones guerrilleras, firmaron los acuerdos en los cuales
se comprometían a tomar la iniciativa del cese al fuego, y condenó el
secuestro pese a que la práctica no desapareció.
d) El gobierno aceptó posibilitar las condiciones para que las FARC se
constituyesen una organización política. Es el inicio de la Unión Patriótica
(UP).
e) El M-19 y el EPL negociaron conjuntamente con el gobierno un cese al
fuego y un diálogo nacional, con la participación de la población en la
exposición de los problemas y la búsqueda de soluciones. El ADO se sumó
a la firma de los acuerdos (Villarraga, 2008).
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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f) En la firma de los acuerdos el PC de C M-L y su EPL propusieron la


necesidad de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente elegida
por el constituyente primario para un cambio de Constitución, pero fue
una propuesta que la izquierda no consideró y el parlamento calificó como
una propuesta de extrema izquierda (Villarraga, 2008).
g) El ELN se negó a negociar porque consideró que con el gobierno y
la oligarquía no se podía negociar, además de encontrarse en una
restructuración interna. Su postura la afianzó después con los asesinatos a
dirigentes firmantes y el rompimiento de los acuerdos.

2.2 Surge la Unión Patriótica

Las FARC contemplaron la posibilidad de constituirse en organización


política (que luego será la Unión Patriótica) transcurrida un año de prueba o
espera de un año desde la firma de los acuerdos, durante el cual la comisión de
verificación (constituida para hacer el seguimiento) vigilaría el cumplimiento
y el cese de los enfrentamientos armados. A partir de ahí los integrantes de
las FARC podrían organizarse política, económica y socialmente según la libre
decisión. El gobierno les otorgaría, de acuerdo con la Constitución y las leyes,
las garantías y estímulos pertinentes (Calvo, 1995).

La UP se fortaleció en las zonas en donde tenía presencia la organización


armada, sobre todo en los sectores rurales y en aquellos en donde tenía
presencia el Partido Comunista. Logró además canalizar la influencia y prestigio
que habían logrado las organizaciones guerrilleras firmantes de los acuerdos.

La creación de la UP fue un paso en el camino de una salida política que no


logró consolidarse como alternativa frente al bipartidismo, tanto por “la guerra
sucia” como por la concepción excluyente de las demás fuerzas políticas, sin
embargo, junto con la firma de los acuerdos, el surgimiento de la UP constituye
una variable dentro de la violencia estructural (Villarraga, 2008).

2.3 Rompimiento de los acuerdos

Muy poco tiempo duraron los acuerdos firmados entre el gobierno y la


guerrilla, sin embargo podríamos considerar que fueron un avance con un alto
costo de vidas en la búsqueda de una salida política al conflicto armado. Era
la primera vez después de 20 años de iniciarse la lucha armada revolucionaria
que ambas partes utilizaban el diálogo. Fue el inicio para la negociación del
abandono de las armas por parte de la insurgencia.

El ejército realizó labores de hostigamiento a los campamentos guerrilleros.


Pasados cuatro meses de la firma de los acuerdos, y a un mes de instalada la
Apuntes y reflexiones sobre la violencia política y la paz negociada: las
conversaciones de paz con la guerrilla (1984)
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Fabiola Calvo Ocampo

comisión coordinadora del diálogo, atacó Yarumales en el departamento del


Cauca, al sur del país, al M-19, hecho que comprobó posteriormente la comisión
de verificación.

En noviembre de 1985 el M-19 se toma el Palacio de Justicia para


convocar a un juicio público al gobierno del presidente Belisario Betancur,
acusado de traición a la voluntad nacional. El enfrentamiento entre guerrilla
y ejército dejó 100 muertos, entre ellos la mayoría de los magistrados de la
Corte Suprema de Justicia.

En ese mismo noviembre el ejército asesinó en el centro de Bogotá al


dirigente del EPL firmante de los acuerdos, Óscar William Calvo. La organización
declaró roto los acuerdos (Calvo, 2013).

El 15 de febrero de 1987 fue torturado y asesinado Jairo Calvo Ocampo,


comandante del EPL y la Coordinadora Nacional Guerrillera, firmante de los
acuerdos (Calvo, 2013).

Entre las FARC y el ejército también se presentaron enfrentamientos y


aumentaron día a día los asesinatos a militantes de la UP.

2.4 Surge la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG)

La mutua desconfianza entre el gobierno y la guerrilla determinó que


mientras se hablaba de paz hacían la guerra o se preparaban para la guerra. El
ejército instruido en la doctrina de la Seguridad Nacional buscaba la rendición
militar de las fuerzas insurgentes, consideradas un peligro para la seguridad
interna (Calvo, 1995).

Las organizaciones M-19, ELN, EPL, Partido Revolucionario de los


Trabajadores (PRT), Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y el
Movimiento Quintín Lame (defensa de los territorios indígenas) firmaron
su intención de unirse el 25 de mayo de 1985, momento en el que también
llamaron a una huelga general.

El paso de unidad de las organizaciones guerrilleras, con excepción de las


FARC, contribuyó a la unidad del movimiento sindical con el nacimiento de la
Central Unitaria de Trabajadores, y se inició un proceso de coordinación de las
diferentes organizaciones populares.

La creación de la CNG constituyó otra variable que parte de elementos


existentes y factores de violencia como son las organizaciones guerrilleras, pero
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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en un momento que se convirtieron en un factor dinamizador en la búsqueda


de soluciones conjuntas a las causas de la violencia.

2.5 De las armas a una salida política

El movimiento guerrillero había surgido en el campo, y a pesar de su


trabajo político en la ciudad aún no contaba con la preparación militar ni con el
suficiente apoyo del movimiento social para pretender una insurrección, como
tampoco existía un agravamiento de las condiciones económicas, políticas y
sociales para generalizar una revolución. Ni el gobierno aniquilaba a la guerrilla
ni ésta se tomaba el poder. Los siguientes factores condujeron al M-19 y al PC
de C M-L y su EPL a la negociación para un abandono de armas:

a) A mediados de la década de los 80 no sólo existía un enfrentamiento


entre ejército y guerrilla, sino que entraron como actores de violencia los
narcotraficantes, el paramilitarismo y con ello los asesinatos selectivos,
masacres, desapariciones forzadas.
b) Los constantes asesinatos aumentó el número de movilizaciones por el
derecho a la vida.
c) Los cuestionamientos internos en la guerrilla acerca de la vigencia de la
lucha armada como táctica para el cambio de las estructuras, sumado
a hechos internacionales como la caída del socialismo real, hicieron
cuestionar el planteamiento estratégico hecho en la década de los 60.
d) El Estado no tuvo control frente al narcotráfico y los grupos paramilitares
y el deterioro del país no parecía tener freno con el aumento de los
escuadrones de la muerte, escuelas de sicarios y “bandas de limpieza
social”, muchos creados por el Estado se volvieron contra él.
e) Tanto el Estado como los partidos políticos entraron a hacer víctimas del
narcotráfico, es decir que la violencia tocó niveles hasta ese momento
desconocidos que argumentaban aún más a guerrilla y gobierno para
encontrar una salida negociada.
f) El proyecto UP pasó de un auge a un debilitamiento tras el asesinato de sus
candidatos a la presidencia, alcaldes, ediles, parlamentarios y militantes
de base.
g) Colombia se encontró frente a una encrucijada que exigía una salida
negociada al conflicto armado nacido en la década de los 60.

2.6 Asamblea Nacional Constituyente (ANC)

En la búsqueda de una salida política entre gobierno y guerrilla varios


factores contribuyeron para acordar una nueva legitimidad:
Apuntes y reflexiones sobre la violencia política y la paz negociada: las
conversaciones de paz con la guerrilla (1984)
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Fabiola Calvo Ocampo

El primer factor y de mayor trascendencia fue la ANC, propuesta lanzada


por el EPL y el Partido Comunista de Colombia Marxista Leninista en los
acuerdos de 1984, en el discurso pronunciado por Oscar William Calvo en el
entonces Museo Zea, hoy Museo de Antioquia. Para lograr su constitución se
agotan varios pasos:

a) El presidente Virgilio Barco propuso un “Plan de Paz” como punto de


partida de una consideración política: asume al movimiento insurgente
como derrotado y propone como etapas la desmovilización y la entrega de
armas sin que se discutiera lo concerniente al ejército y otros organismos
de seguridad militar o paramilitar del Estado.
b) El M-19 acepta iniciar una negociación, y dado que es miembro de
la coordinadora guerrillera Simón Bolívar provoca en su interior una
profunda crisis.
c) Mientras el Partido Liberal asiste a un proceso de unificación en sus filas
el Partido Conservador se enfrentaba a una lucha interna de la que salía
fortalecido el sector liderado por Álvaro Gómez Hurtado: el Movimiento
de Salvación Nacional.
d) En medio de tales circunstancias surgió el movimiento estudiantil
“Todavía podemos salvar a Colombia”, que promovió una consulta popular
sobre Asamblea Nacional Constituyente (ANC) para realizarlo en las
elecciones legislativas en marzo de 1990 con el procedimiento conocido
como “Séptima Papeleta” que consistía en un voto especial por el cual el
sufragante expresaba su voluntad de convocar la ANC.
e) El comienzo del proceso de la discusión sobre ANC fue paulatino, después
se convirtió en un acelerado movimiento en el cual todas las corrientes
mayoritarias del bipartidismo, gremios económicos, sociales y eclesiásticos,
se pronunciaron por una consulta popular en las elecciones presidenciales
que se desarrollarían el 27 de mayo de 1990.
f) El gobierno en lugar de llamar a una ANC llamó a una Asamblea Nacional
Constitucional, término que fue impugnado puesto que su concepto
limitado es un cuerpo en el que se procede a simples reformas sin que
necesariamente se definiera una nueva Carta Magna.
g) El problema fue dirimido cuando la Corte Suprema de Justicia restituyó el
carácter de Constituyente a la Asamblea Nacional.
h) Por su parte, dos de las organizaciones guerrilleras más importantes en
ese momento (EPL y M-19) perdieron a dirigentes destacados, y la última
perdió carácter operativo, sumados estos factores a la pérdida del referente
internacional del socialismo real con la caída del Muro de Berlín.
i) En marzo de 1989, el M-19 instaló un campamento en Santo Domingo,
Cauca, a partir del cual empieza su promoción con la presencia de
diferentes personalidades. En octubre decidió abandonar las armas,
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en Latinoamérica
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

en 1990 participó en las elecciones del Parlamento, y en diciembre en


elecciones a la Constituyente con un logro de 19 miembros.
j) El EPL negoció con sus combatientes en campamentos. Abandonó las
armas después de la elección de la Constituyente pero participó con dos
constituyentes y dos más que estuvieron en las listas del M-19.
k) Mientras sucedían los diálogos las organizaciones guerrilleras y de izquierda
buscaron construir una fuerza alternativa a los partidos tradicionales. El
avance de la Unión Patriótica se frustró tras el asesinato de cientos de sus
militantes, dirigentes y su candidato presidencial, Bernardo Jaramillo.
l) El M-19, el PC de C M-L, el EPL y varias organizaciones de influencia
regional sumaron al proyecto Alianza Democrática M-19, que carecía de
un programa político y un proceso que contribuyera a una integración para
asumir la diversidad de proyectos y estilos de trabajo.
m) Depuestas las armas, sin proyecto político, sin cohesión interna de la
naciente Alianza, en Colombia no había un país nuevo, sino el forcejeo
político con los partidos tradicionales. Tampoco existió la madurez ni la
experiencia de los dirigentes de la Alianza para mantener unas formas
de organización y movimiento de sus excombatientes y fuerzas que les
apoyaban.

2.6.1 Logros de la ANC

a) Regresó la soberanía al Constituyente primario. El pueblo tiene la potestad


de decidir sobre los asuntos trascendentales de los diferentes ámbitos en
Colombia
b) El Estado fue proclamado como laico.
c) Fue eliminado el carácter restringido del régimen político con la ampliación
de mecanismos formales democráticos de tipo occidental tanto para
ciudadanos y ciudadanas que aspirasen a elegir y ser elegidas, sin que ello
significara la igualdad de oportunidades de todos los partidos, de sectores
o movimientos políticos.

2.6.2 Cambios que evidencian la ampliación en la representación política

a) Carácter pluralista del régimen, ampliación a la existencia de partidos.


b) Pluralidad de la nación constituida por una pluralidad de etnias y culturas
como el respeto formal a todos los individuos independiente de la
diferencia de raza, sexo o clase social, y el respeto a todas las creencias
religiosas, políticas e ideológicas.
c) Ampliación del ejercicio del sufragio universal a nivel regional y el
establecimiento de referéndum y plebiscitos.
d) Reforma al sistema electoral que garantizó la representación de la
Apuntes y reflexiones sobre la violencia política y la paz negociada: las
conversaciones de paz con la guerrilla (1984)
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Fabiola Calvo Ocampo

oposición y de los partidos minoritarios al establecer para el Senado la


circunscripción nacional. Así mismo la representación a las minorías
nacionales.
e) Monopolio de la violencia por parte del Estado como garantía para su
fortalecimiento.
f) Se removieron las bases de la justicia en busca de la independencia de
su ejercicio. Se reconoció la igualdad de las partes frente a la justicia y el
derecho a estar protegidos por la Constitución y las leyes.
g) Se amplía la declaración de los derechos humanos.
h) Las mujeres lograron que un artículo enunciara la igualdad en derechos y
oportunidades entre hombres y mujeres
i) Prohibición de la extradición de nacionales.
j) El Preámbulo de la Constitución expresó su compromiso con la integración
latinoamericana (Gómez, 2008).

2.6.3 Lo que la ANC no abordó

a) No abordó una reforma al ejército y los diferentes organismos de seguridad


civil y política del Estado.
b) No modificó la distribución de la riqueza que ha generado una jerarquizada
estructura social, alimentando diferentes formas de violencia.
c) No abordó el problema del paramilitarismo (Gómez, 2008).

2.7 Sobre la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB)


heredera de la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG)

a) La Coordinadora quedó al margen de las negociaciones y abandono de las


armas al igual que de la participación en la ANC.
b) La CGSB buscó negociación en conjunto con todas las fuerzas que agrupaba,
es decir, con todo el movimiento guerrillero, pero dado que el M-19 la
asumió negociación en solitario, y luego el EPL, la Coordinadora entró en
crisis y en un replanteamiento.
c) Durante el funcionamiento de la ANC, la CGSB intentó buscar una
negociación que condujo a conversaciones en Caracas que no culminaron
con ningún acuerdo.
d) Ni el gobierno ni la ANC dieron la importancia a la participación de la ANC,
ni la Coordinadora posibilitó alternativas diferentes a la lucha armada
(Villarraga, 2009).
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Colofón

La exclusión constante de las amplias mayorías por parte del Estado,


aprendida de la Iglesia Católica, con una verdad absoluta, la heredaron los
partidos Liberal y Conservador, y la izquierda siguió el ejemplo; ha sido un
continuum que ha frenado cualquier posibilidad de cambio con equidad, además
de un pendiente: una ética que tenga al centro el servicio público a la sociedad,
al ser humano, que rompa con la arraigada costumbre de la corrupción.

La violencia, otra constante para resolver ya no solo la disputa por el


poder político y las tierras, sino cualquier tipo de confrontación llaman a una
revolución cultural del Estado, las entidades privadas, a la sociedad con todas
sus diferencias, para encontrar una convivencia pacífica dentro de un país con
una riqueza mejor distribuida que conduzca a un Estado de bienestar, a un
Estado de derecho.

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Capítulo 10
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en
Colombia: Ley 999 de 2005, “por la cual se modifica la Ley 757
del 25 de julio de 2002”

Fernando Mayorga García1

En el mes de septiembre de 2005, concretamente el día 15, el Representante


a la Cámara por el departamento de Nariño, Eduardo Enríquez Maya, radicó en
la Secretaría General de la Cámara de Representantes un proyecto, cuyo título
era “por el cual se modifica la Ley 757 del 25 de julio de 2002”. Enríquez había
recibido el texto que se presentaba de la Registradora Nacional del Estado Civil,
Almabeatriz Rengifo2. El articulado del proyecto era el siguiente:

“Artículo 1º. Atendiendo el estado de desarrollo del Proceso de Modernización


Tecnológico, PMT, que adelanta la Registraduría Nacional del Estado Civil, y previa
recomendación del Consejo Superior de Política Económica y Social, Conpes,
contenida en el Documento 3323 del 20 de diciembre de 2004, el término para
que el ciudadano renueve su cédula de ciudadanía, no podrá ir más allá del 1º de
enero de 2010.

Artículo 2º. La presente Ley rige a partir de su promulgación y subroga las


disposiciones que le sean contrarias”.

En la exposición de motivos Enríquez Maya señaló lo siguiente:

1 Abogado del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (1978). Doctor en Derecho de
la Universidad de Navarra España, con el trabajo titulado “La Audiencia de Santafé en los siglos XVI y
XVII”, publicado años más tarde por el Instituto Colombiano de Cultura Hispánica. Miembro de número
del Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano (Madrid-Buenos Aires), de la Sociedad de
Historia del Derecho de Francia y de la Academia Colombiana de Historia, pertenece además a numerosas
academias a nivel nacional, como también a la Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos,
a la Asociación Colombiana de Historiadores y al Colegio de Abogados de Minas y Petróleos.
2 Así lo afirmó la Registradora Nacional del Estado Civil, Almabeatriz Rengifo, durante el
desarrollo del primer debate de Comisiones Conjuntas de Senado y Cámara que, como se verá, tuvo
lugar el 30 de noviembre de 2005. Ver: “Actas de Comisión”, “Consideración y votación de proyectos para
primer debate”. En: Gaceta del Congreso. N° 27. Bogotá, enero 30 de 2006, p. 8.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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“Honorables Congresistas:

De conformidad con el artículo 266 de la Constitución Política, le corresponde


a la Registraduría Nacional del Estado Civil la dirección y organización de las
elecciones y la identificación y el registro civil de las personas. En desarrollo de lo
anterior, la Registraduría es la entidad del Estado que por mandato constitucional
y legal tiene la misión de registrar la vida civil de los colombianos e identificarlos;
organizar y realizar los comicios electorales y las demás formas de participación
ciudadana (Decreto-Ley 1010 de 2000).

Los procesos de registro civil e identificación ciudadana, tienen un alto impacto


en las actividades y decisiones de los diferentes sectores gubernamentales y
en el accionar de todos los colombianos. La identificación de los ciudadanos es
un elemento esencial para, entre otros aspectos, garantizar el ejercicio de los
derechos civiles y constitucionales de las personas; asegurar la confianza en todas
las actividades públicas y privadas en las que intervengan; vigilar el cumplimiento
de sus obligaciones ante el Estado; controlar los actos delictivos; y en general,
velar por la seguridad de las instituciones y de la sociedad.

Lo anterior significa que, la carencia de sistemas de identificación confiables,


seguros y oportunos, puede acarrear numerosos costos económicos, sociales,
políticos, entre otros. De ahí que, en el marco de esta problemática, la Registraduría
Nacional del Estado Civil emprendió oportunamente hace ya varios años, un
proceso de modernización tecnológica, que debe culminarse adecuadamente por
razones de orden estratégico y normativo”.

1. Antecedentes de la modernización tecnológica


de la Registraduría Nacional del Estado Civil, PMT

La Registraduría Nacional del Estado Civil desde el año 1951 utilizó para
efectos de la identificación dactilar de los colombianos el sistema manual de
clasificación y archivo dactiloscópico denominado Henry Canadiense, lo cual
generó un voluminoso archivo físico de tarjetas decadactilares de consulta
manual para la validación técnica de la información de la identidad de las
personas y la posterior producción de los documentos de identificación. Ante
los avances tecnológicos fue necesario acudir a sistemas automatizados con
el fin de garantizar los más altos niveles de seguridad, la disponibilidad de los
archivos para agilizar el proceso de clasificación y cotejo dactilar que permite la
identificación plena de las personas, y un acceso oportuno, rápido y eficiente
de la información almacenada.
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
229
Fernando Mayorga García

Es así como el Proyecto de Modernización Tecnológica (PMT) de la


Registraduría Nacional del Estado Civil se remonta a 1984, y tiene como
antecedentes los estudios adelantados por el Centro de Investigación de la
Facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes CIFI (1984-1987), en
el cual recomiendan cambiar la estructura del número de la cédula actual y
unificar este con el número del Registro Civil; la consultoría efectuada durante
1993 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que
estudió los distintos sistemas AFIS (Sistema Automatizado de Identificación
Dactilar) y de producción de documentos totalmente automatizados
disponibles en el mundo, y el estudio de 1994, elaborado por la firma Serna
y Asociados, que recomendó una solución integral con los componentes de
Registro Civil3 e Identificación Ciudadana4 (clasificación dactilar y producción
de documentos).

En 1994 se presentó ante el Departamento Nacional de Planeación


la primera versión del Plan Integral de Modernización Tecnológica de la
Registraduría (PMT) con el fin de dotarla de una solución tecnológica integral
que brindara el soporte técnico operativo a los diferentes procesos relacionados
con las funciones de Registro Civil, Identificación Ciudadana y Electoral,
concebido en tres fases, así:

a) Primera Fase. Programa de Modernización Tecnológica (PMT).


b) Segunda Fase. Programa de Renovación de Documentos (PRD).
c) Tercera Fase. Modernización de los Procesos Electorales (MPE) con
fundamento en el sistema de identificación.

El Programa se sometió al Consejo Nacional de Política Económica y Social


(Conpes) el 11 de mayo de 1994, donde se consideró como de vital importancia
en la identificación de los colombianos y en la aplicación de la justicia, y se
dispuso que el Gobierno Nacional proveyera la financiación del mismo.

Durante 1995 la Registraduría diseñó y dimensionó el PMT en su primera


fase, con los siguientes componentes finales:

3 El Registro del Estado Civil constituye la prueba legal de que la persona existe, de que ha
nacido a la vida jurídica un ser con derechos y obligaciones, por lo tanto es el instrumento que define a las
personas su situación jurídica ante el Estado, la familia y la sociedad.
4 El proceso de identificación tiene como producto la Cédula de Ciudadanía, documento que se
expide a los colombianos o extranjeros nacionalizados cuando cumplen la mayoría de edad para adquirir
su ciudadanía y acreditar su identidad en todas las situaciones civiles, administrativas y constitucionales.
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a) Registro civil.
b) Identificación ciudadana.
c) Sistema de Clasificación Dactilar Automatizada (AFIS).
d) Producción de documentos.
e) Conectividad y comunicaciones.
f) Adecuación de áreas técnicas.
g) Administración, integración y capacitación.
h) Sistematización de todas las oficinas municipales y registradurías auxiliares
de la Registraduría Nacional del Estado Civil.

El 15 de noviembre de 1995 el PMT fue llevado nuevamente al Conpes,


siendo aprobado por este organismo y dispuesto los recursos financieros
para su ejecución. Posteriormente la Registraduría contrató el Proyecto de
Modernización Tecnológica (PMT), el 7 de noviembre de 1997 (Contrato N°
197), que comprendió cuatro sub-proyectos:

a) SJ1-Registro Civil.
b) SJ2-AFIS.
c) SJ3-Producción del Nuevo Documento de Identidad.
d) SJ4-Conectividad y Comunicaciones.

El proyecto en su primera fase se desarrolló entre 1997 y el año 2000, y


consistió en la implementación de nuevas tecnologías para la automatización
de las funciones de registro civil e identificación ciudadana, mediante la
adopción del Sistema Automático de Identificación Dactilar (AFIS) (Automated
Fingerprint Identification System), y así mismo la expedición de tarjetas de
identidad a menores, registros civiles y cédulas de ciudadanía con sustanciales
mejoras en la calidad y seguridad. De igual forma, en el marco del PMT se
adelantaron actividades complementarias relacionadas con infraestructura de
cómputo, comunicaciones y aspectos de seguridad inherentes a la producción
de documentos.

Esta tecnología comenzó a operar en el año 2000 y se utiliza en 940 oficinas


del país para la expedición de registros civiles de nacimiento, matrimonio y
defunción, con sus respectivas certificaciones, tarjetas de identidad, y para la
preparación del material soporte en la producción de las cédulas de ciudadanía.
En las oficinas centrales se realiza de manera automatizada los procedimientos
de recepción y fabricación de las cédulas de ciudadanía.

El sistema está diseñado para asignar un Número Único de Identificación


Personal (NUIP) que acompaña a la persona durante toda su vida en los
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
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Fernando Mayorga García

diferentes documentos que se le expiden: registro civil, tarjeta de identidad y


cédula de ciudadanía.

Se adquirió un sistema de clasificación y archivo automático de huellas


dactilares AFIS (Automated Fingerprint Identification System), el cual consiste
en un hardware y un software especializados que permiten la verificación
automática de la identidad de las personas a través de la comparación de sus
huellas dactilares y su almacenamiento. Esta herramienta (AFIS) realiza el
tratamiento electrónico de las huellas dactilares de una persona para su correcta
identificación e individualización, lo que evita la suplantación de personas,
falsificación de la cédula y garantiza la aplicación de un documento altamente
confiable, por consiguiente, bajo este sistema, a una misma persona no se le
puede otorgar otra cédula con diferente identidad.

El Subproyecto de Producción del Nuevo Documento de Identidad


está orientado a dotar a los ciudadanos colombianos de una cédula de
ciudadanía más confiable, segura y duradera que permita la verificación de
la identificación del portador por medios electrónicos, y que además facilite
en el futuro implementar procesos de votación electrónica, para lo cual se
hace necesario incorporar a todos los ciudadanos a las bases de datos AFIS
a través de la expedición del nuevo documento de identificación que reúna
estas tecnologías.

En este sentido se adoptó una nueva cédula de ciudadanía para garantizar


la plena identidad del ciudadano con estándares internacionales de diseño,
seguridad y normatividad ISO, que es difícilmente falsificable. El documento
incluye un código de barras bidimensional con la información del ciudadano,
tanto biográfica como su huella dactilar, que permite confrontar y validar la
identificación del poseedor con la del titular del documento directamente, o
mediante el uso de recursos tecnológicos (lectores de huellas).

El AFIS se adquirió sólo para 10 millones de registros de identidad de


personas y realiza 12 mil transacciones de validación o comparación de
identidades por día. La fábrica, instalada en Bogotá, tiene una capacidad
de impresión de 20 mil documentos de identificación por cada 8 horas, con
óptimos estándares de seguridad y calidad.

De otra parte, para el funcionamiento de este sistema tecnológico


se capacitaron 80 ingenieros y 1.200 administradores y operadores de la
entidad.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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2. Obligación legal y técnica de adelantar el proyecto


de renovación de las cédulas de ciudadanía

La Ley 220 de 1995 ordenó que el documento de identificación debía


renovarse antes del 1º de enero de 1999 en condiciones de economía, seguridad
y confiabilidad, de tal forma que permitiera confrontar la identificación del
poseedor con la del titular del documento directamente, o mediante el uso de
recursos tecnológicos.

Esta Ley también autorizó al Registrador Nacional del Estado Civil para
adoptar el sistema de clasificación dactiloscópica que se debe utilizar en el país, y
determinar, en desarrollo del artículo 75 del Decreto-Ley 2241 de 1986 (Código
Electoral), las dimensiones y el contenido del documento de identificación de
la población, lo cual se realizó mediante la Resolución N° 0160 de enero 17 de
1996, que adoptó el sistema AFIS (Automated Fingerprint Identification System -
Sistema de Identificación Automático por Huellas Dactilares).

Con el fin de dar cumplimiento a lo ordenado por la Ley 220 de 1995,


tal y como arriba se indicó, la Registraduría Nacional del Estado Civil elaboró
el Proyecto de Modernización Tecnológica (PMT) y suscribió el Contrato N°
197 de 1997 para adquirir la solución tecnológica integral anteriormente
descrita y que soporta los diferentes procesos relacionados con las funciones
constitucionales de Registro Civil e Identificación Ciudadana (identificación
dactilar y producción de cédulas).

Posteriormente el Congreso de la República expidió la Ley 486 de 1998,


mediante la cual amplió el plazo previsto por la Ley 220 de 1995, y se facultó
al Consejo Nacional Electoral, a iniciativa del Registrador Nacional del Estado
Civil, para determinar durante los 90 días siguientes a la sanción de la ley el
término dentro del cual el ciudadano debería renovar su cédula de ciudadanía,
que no podía ir más allá de la fecha de cierre de inscripciones para participar en
las elecciones siguientes a la vigencia de la misma, fijándose la renovación de la
cédula de ciudadanía el período comprendido entre el 1º de enero de 2000 y el
1º de enero de 2002.

No obstante, el plazo anterior se venció sin que se hubiera realizado el


proceso de renovación ordenado, motivo por el cual el artículo 1º de la Ley
757 de 2002 señaló nuevo término para que los ciudadanos colombianos
renovaran su cédula de ciudadanía, el cual no podrá prolongarse más del 1º
de enero de 2006, y que debe ser sin costo alguno para los mismos de confor-
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
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Fernando Mayorga García

midad con lo señalado por la Corte Constitucional en la Sentencia C-511 de


julio 14 de 19995.

La mencionada disposición es del siguiente tenor:

“Artículo 1º. Atendiendo el estado de desarrollo del proceso de modernización


tecnológica que adelanta la Registraduría Nacional del Estado Civil, previa
consulta con el Departamento Nacional de Planeación, el Ministerio de Hacienda
y Crédito Público y en concordancia a (sic) la sentencia de la Corte Constitucional
C-511 del 14 de julio de 1999, precisará el término para que el ciudadano renueve
su cédula de ciudadanía, el cual no podrá ir más allá del 1º de enero de 2006”
(subrayado fuera del texto original).

Por lo anterior la Registraduría Nacional del Estado Civil, con el fin de


cumplir con la renovación de la cédula de ciudadanía tantas veces ordenada
por el legislador, elaboró el proyecto para la ampliación de la producción y
optimización de los sistemas de identificación y registro civil, que corresponde
a la segunda fase del Proyecto de Modernización Tecnológica (PMT),
concordante con lo consagrado por la disposición legislativa transcrita y su
concepción original.

Sin embargo, para el cumplimiento de la citada ley la Registraduría no


cuenta con la capacidad suficiente para renovar los documentos de identificación
de los colombianos, en particular por las siguientes razones:

a) Cuando se aprobó el PMT en su primera fase se concibió para efectuar la


renovación de todos los documentos de identificación, pero las restricciones
presupuestales de ese entonces no posibilitaron que se adquiriera un
mayor número de registros para el sistema AFIS, cuya capacidad es de 10
millones de registros de personas, de los cuales ya se encuentran ingresados
alrededor de 8,4 millones, quedando tan solo disponible 1,6 millones de
registros, cifra insuficiente para adelantar el proceso de renovación de los
documentos de identificación.
b) Tampoco hubo recursos para migrar los archivos físicos compuestos por 30
millones de tarjetas decadactilares a la base de datos AFIS, lo que torna lento
el proceso de validación de la información para la producción de la cédula.

5 La honorable Corte Constitucional declaró inexequible la facultad que el artículo 65 del Código
Electoral (Decreto 2241 de 1986) le otorgaba al Registrador Nacional del Estado Civil para señalar el valor
de las renovaciones de la cédula de ciudadanía, lo que implica que el costo de renovación de las cédulas de
ciudadanía debe ser asumido en su totalidad por el Estado colombiano y no por los ciudadanos.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

c) Igualmente, no hubo recursos para actualizar totalmente la base de


datos del registro civil y aumentar la capacidad de los canales de la red de
comunicación corporativa.

En consecuencia, es necesario que la Registraduría aumente y optimice


la capacidad actual de su sistema tecnológico, por cuanto este no es suficiente
para cumplir con lo ordenado por el legislador en el sentido de renovar la cédula
de ciudadanía de todos los colombianos antes del 1º de enero de 2006.

En efecto, el sistema adquirido dentro de la primera fase del proyecto de


modernización tecnológica cuenta con una capacidad actual de procesamiento
de 12 mil transacciones de validación de la información de identidad por día, y
de almacenamiento de 10 millones de registros, y para realizar técnicamente el
proceso de renovación es menester ampliarlo para procesar 60 mil transacciones
de validación de la información de identidades por día, fabricar una cantidad
igual de cédulas de ciudadanía y almacenar alrededor de 40 millones de registros
de personas, previa incorporación a la base de datos AFIS de 30 millones de
tarjetas decadactilares existentes en sus archivos físicos.

Además, la anterior situación limita el proceso de identificación y registro


civil en Colombia e impide continuar con la segunda fase de la modernización
de la entidad, generando que se presenten los siguientes inconvenientes:

a) En el Registro Civil:

ƒƒ La Registraduría tramita el 58% de los registros civiles del país, el resto


lo hacen notarías, que no están conectadas con el sistema generando
acumulados de información por ingresar a las bases de datos.
ƒƒ Sólo se expide el registro civil en forma sistematizada en 940
Registradurías de un total de 1.098, 33 notarías (de 836) y 44
hospitales.
ƒƒ En 1999 se inició la digitalización del registro civil y la grabación
del texto, lo cual se requiere para expedir copias de manera expedita
en cualquier lugar del país, y no como actualmente sucede que debe
desplazarse el usuario al sitio de nacimiento para que se lo expidan.
ƒƒ Para realizar esto se debe digitalizar 41.2 millones de registros y grabar
12.2 millones de registros de nacimiento, matrimonio y defunción,
aproximadamente.

b) En la Tarjeta de Identidad para menores: No existe una base de datos


dactilar para 3 millones de colombianos entre 14 y 18 años (población
altamente vulnerable en el país).
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
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Fernando Mayorga García

c) En la Cédula de Ciudadanía:

ƒƒ Existen tres tipos diferentes de cédulas de ciudadanía para los


colombianos mayores de 18 años: (i) laminada, expedida desde 1952
a 1993, que no brinda ninguna seguridad frente a la falsificación;
(ii) intermedia, tipo tarjeta, expedida desde 1993 hasta el 2000, que
tampoco brinda todos los niveles de seguridad, y (iii) la de última
generación, expedida desde mayo de 2000 hasta la fecha, la cual reúne
los niveles de seguridad requeridos.
ƒƒ Desde 1952 la Registraduría Nacional del Estado Civil ha expedido
33.495.870 cédulas de ciudadanía, de las cuales se han dado de baja
3.142.452, por ende, se encuentran vigentes y en circulación un
total de 30.353.418. Como quiera que a la fecha se han expedido 8.4
millones de cédulas en el formato de última generación, existen 21.6
millones de los dos primeros formatos que son fáciles de falsificar y
no permiten cotejar mediante un sistema automático que el portador
del documento sea el titular de la misma.
ƒƒ Coexisten 4 bases de datos no compatibles entre sí: (i) el AFIS civil,
que contiene 8.400.000 registros de cédulas; (ii) la Rockola o sistema
Prometeo, que contiene la información de 7 millones de ciudadanos
aproximadamente; (iii) el Archivo Nacional de Identificación (ANI), en
donde se encuentra la información biográfica de todos los colombianos,
y (iv) el archivo manual, compuesto por 30 millones de tarjetas físicas
decadactilares, que son el soporte de las cédulas laminadas expedidas
desde 1952 a 1993.
ƒƒ En la actualidad la Registraduría debe capturar la información
biográfica y tomar las huellas del ciudadano que solicita la expedición
de una cédula de ciudadanía en las oficinas a nivel municipal
(1.098), para posteriormente realizar la verificación o identificación
consultando en el AFIS para el cotejo de las huellas, y si no existe en
esta base, en el archivo físico decadactilar, compuesto por 30 millones
de tarjetas, con tan sólo 40 funcionarios técnicos dactiloscopistas, lo
cual hace lento el proceso de producción de los duplicados, toda vez
que se realiza en un 70% de manera manual.

d) Efectos nocivos de esta situación:

ƒƒ Fraudes y suplantaciones en Transacciones económicas y sociales, y


en el proceso electoral (suplantaciones).
ƒƒ Prestación de servicios y asignación de pagos sector salud y pensiones,
entre otros.
ƒƒ En los procesos investigativos de la Rama Judicial, dada la necesidad
de identificar prontamente a las personas sindicadas o procesadas.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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3. Descripción del Proyecto de Renovación de las Cédulas


de Ciudadanía - PMT, segunda fase

3.1 Objetivo

“La Ampliación de la Producción y el Fortalecimiento de los Sistemas


de Identificación y Registro Civil de la población colombiana a cargo de la
Registraduría Nacional del Estado Civil”.

Su objetivo, además de dar cumplimiento a la Ley 757 de 2002 que ordena


renovar la cédula de ciudadanía de todos los colombianos antes del 1º de enero
de 2006, es el de solucionar los vacíos y limitaciones que presenta el servicio de
cedulación y registro civil.

3.2 Razones estratégicas

a) Es prioritario para una adecuada identificación ciudadana culminar el


proceso de modernización tecnológica de la Registraduría.
b) La carencia de sistemas de identificación confiables, seguros y oportunos
acarrea costos económicos, sociales, políticos, entre otros, tal como se
expuso.

3.3 Razones normativas

a) El programa es una meta de Plan Nacional de Desarrollo (Ley 812 de


2003).
b) La Ley 757 de 2002 fijó un plazo máximo para la renovación de la cédula
de ciudadanía (enero 1° de 2006).
c) La Corte Constitucional, en Sentencia C-511 de 1999 señaló que el Estado
debe asumir los costos de renovación del documento de identificación.

3.4 Actividades del proyecto de la Segunda Fase del PMT

El proyecto comprende, para ser ejecutado en un período que abarca de


2006 a 2009, lo siguiente:

a) Cédula de Ciudadanía

ƒƒ Ampliación del sistema AFIS en 40 millones de registros y del


manejador de transacciones, así como el incremento de 12 mil
transacciones diarias a 60 mil.
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
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ƒƒ Digitalización del archivo físico decadactilar de la Dirección Nacional


de Identificación, compuesto por aproximadamente 30 millones
de tarjetas y actualización del sistema con esta información para la
validación.
ƒƒ Captura de los datos biográficos y toma de huellas de hasta
aproximadamente 30 millones de colombianos en todo el territorio
nacional, para validar la información mediante el sistema AFIS.
ƒƒ Fabricación y entrega autenticada mediante equipos lectores de
aproximadamente 30 millones de cédulas renovadas.

b) Tarjeta de Identidad para menores (TI)

ƒƒ Producción de una nueva TI para 3 millones de menores entre 14-18


años, que ingresarán al sistema AFIS.

c) Sistema de Registro Civil

ƒƒ Ampliación de la capacidad de almacenamiento, consulta y conexión


al sistema.
ƒƒ Digitalización de 41.2 millones de registros civiles de nacimiento,
matrimonio y defunción, y grabación de 12 millones de registros para
actualizar el sistema.
ƒƒ Conexión de 900 puntos de atención adicionales de registro civil con
sus equipos y licencias, entre notarías, hospitales y registradurías.
ƒƒ Actualización de las bases de datos locales o municipales de registro
civil: sincronización, automatización y cotejo de información.
ƒƒ Ajustes al Sistema de Registro Civil: Instalación del sistema de captura
de identificación ciudadano, asignación automática del NUIP (Número
Único de Identificación Personal).

d) Capacitación y soporte de:

ƒƒ Los administradores locales y operadores del sistema AFIS.


ƒƒ Los supervisores de digitalización y grabación del registro civil.
ƒƒ Registradores, notarios, directores de hospitales y funcionarios de los
organismos de control y vigilancia.
ƒƒ Soporte del Sistema y garantía del sistema.
ƒƒ Mantenimiento preventivo y correctivo del sistema.

Las anteriores actividades se realizarán por el tiempo de duración del


proyecto.
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4. Beneficios del Proyecto de Renovación de las Cédulas


de Ciudadanía - PMT, segunda fase

a) En lo electoral: procesos electorales ágiles, confiables y transparentes, y


depuración del censo electoral.
b) Para la seguridad y justicia del Estado: posibilidad de validación de plena
identidad de criminales de las víctimas de delitos, emisión de pasaportes
y control migratorio, control de población carcelaria y control de porte
de armas.
c) En el sector financiero: control de movimientos financieros.
d) En el sector comercial: eliminación de pagos fraudulentos mediante falsas
identidades.
e) En el notariado y registro: control de plena identidad en todas las
transacciones realizadas, y control de la producción.
f) Para la seguridad social: control efectivo al pago de pensiones, control a la
prestación de servicios de salud y control para la correcta asignación de
subsidios.
g) Institucionalmente: existencia de una base de datos única y confiable con la
información actualizada de toda la población; el Estado colombiano puede
explotar la información de sus bases de datos; posibilidad de intercambio
de información con los diferentes organismos del Estado; garantía sobre
la plena identidad de todos los ciudadanos; autenticación del ciudadano
mediante el uso de recursos tecnológicos existentes para la confrontación y
validación del documento contra la identidad del portador, y mejoramiento
del servicio de identificación y registro civil.

5. Gestiones realizadas para la viabilidad del Proyecto de


Renovación de las Cédulas de Ciudadanía - PMT,
segunda fase

Teniendo en cuenta la necesidad de acometer el proyecto y en cumplimiento


de los mandatos legales se han llevado a cabo todas las gestiones para su
realización ante la Presidencia de la República, Ministerio de Hacienda y Crédito
Público, Ministerio del Interior y de Justicia, y Congreso de la República.

En efecto, la Registraduría Nacional del Estado Civil inscribió en el


Departamento Nacional de Planeación (DNP), en el mes de diciembre de
2002, y lo actualizó en el mes de enero de 2004, el proyecto: “Ampliación de
la Producción y Optimización de los Sistemas de Identificación y Registro Civil
- PMT”, el cual hace parte del nuevo Plan de Desarrollo “Hacia un Estado
Comunitario”, adoptado mediante la Ley 812 de 2003. No obstante lo anterior,
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
239
Fernando Mayorga García

y a pesar de haber sido presentado, sustentado y aceptado por todas las


instancias correspondientes, en los proyectos de Ley de Presupuesto de la
Nación para los años 2003 y 2004 no se incluyó la partida necesaria para su
ejecución.

Igualmente la Registraduría adaptó el proyecto bajo “la Metodología


para la Presentación y Evaluación de Proyectos de Tecnología de Información
y Comunicaciones”, en cumplimiento del Decreto 3816 de 2003, siendo
aprobado en el mes de octubre de 2004 por el Comité Técnico de la Comisión
Intersectorial de Políticas de Gestión de la Información para la Administración
Pública (COINFO), luego de un riguroso análisis técnico del proyecto.

Posteriormente fue declarado el proyecto como estratégico para la Nación,


a fin de asegurar las vigencias futuras que superan el presente Gobierno (Ley
819 de 2003), siendo aprobado por el Consejo Superior de Política Económica
y Social (Conpes) el 20 de diciembre de 2004, según consta en el Documento
3323 de esa fecha, para ser ejecutado en las vigencias de 2005 a 2009.

Sin embargo, en consideración a que tan sólo en el presente año se cuenta


con los recursos financieros para desarrollar el proyecto relacionado con la
renovación de las cédulas de ciudadanía y que, en tal virtud, técnicamente no
resulta posible cumplir con el término del 1º de enero de 2006, previsto en la
Ley 757 de 2002, es necesario prorrogar el mismo para hacerlo congruente con
el plazo previsto en el documento Conpes 3323 de diciembre 20 de 2004.

En este sentido, y en desarrollo de las recomendaciones del Consejo


Superior de Política Económica y Social (Conpes), solicitó al Honorable
Congreso de la República modificar la Ley 757 de julio 25 de 2002, ampliando
el plazo para la renovación de la cédula de ciudadanía de los colombianos, el
cual no podrá ir más allá del 1º de enero de 2010” (Cámara de Representantes,
2002, pp. 1-7).

Al proyecto presentado por Enríquez Maya le fue asignado el número 143


(Cámara de Representantes, 2002, pp. 1-7).

El Gobierno Nacional, ante el vencimiento del término establecido en la Ley


757 del 2002 para la renovación de las cédulas de ciudadanía, presentó mensaje
de urgencia el 24 de noviembre de 2005, con el fin de que el proyecto fuera
tramitado en sesión conjunta de las Comisiones Primeras Constitucionales
Permanentes de Senado y Cámara, lo que fue aceptado ese mismo día por la
Mesa Directiva de la Comisión Primera del Senado, que designó como ponente
a Mauricio Pimiento Barrera (Resolución 05 de 2005, p. 15).
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
240
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

La ponencia preparada por Pimiento decía:

“De conformidad con lo dispuesto en los artículos 156 y 157 de la Ley 5ª de 1992,
cumplimos con el encargo de rendir ponencia para primer debate al Proyecto de
Ley número 143 de 2005 Cámara, 185 de 2005 Senado, por la cual se modifica
la Ley 757 del 25 de julio de 2002, en los siguientes términos (Senado de la
República, 2005, p. 2).

1. Fundamento constitucional y legal.

Este proyecto tiene fundamento en el artículo 266 de la Constitución Política, que


le encomienda al Registrador Nacional del Estado Civil la función de identificación
de las personas, y en el artículo 1º de la Ley 757 del 2002, por la cual se modifica
la Ley 486 del 24 de diciembre de 1998, que prevé como término perentorio
dentro del cual debe renovarse el documento de identificación, el 1º de enero
de 2006, hecho que conlleva a proponer la reforma de esta norma, ampliando el
término dentro del cual los ciudadanos colombianos deberán renovar su cédula
de ciudadanía, encuentra fundamento en las siguientes consideraciones:

2. Antecedentes de la modernización tecnológica de la Registraduría Nacional


del Estado Civil; PMT

La Registraduría Nacional del Estado Civil desde el año 1951 realizó para efectos de
la identificación dactilar de los colombianos, un sistema manual de clasificación y
archivo dactiloscópico denominado Henry Canadiense, lo cual generó un voluminoso
archivo de tarjetas decadactilares, haciendo necesario adoptar un sistema
automatizado para garantizar los más altos niveles de seguridad y disponibilidad
de los archivos que agilice el proceso de clasificación y cotejo dactilar tendiente a
brindar un acceso oportuno, rápido y eficiente a la información almacenada.

La Ley 220 de 1995, por la cual se dictan disposiciones sobre la cédula de


ciudadanía y se ordena la inclusión del grupo sanguíneo del factor RH en ella
y en los demás documentos de identidad, dispuso: «El Registrador Nacional del
Estado Civil adoptará el sistema de clasificación dactiloscópica y determinará el
contenido de los documentos de identificación de la población. El actual documento
de identificación deberá renovarse antes del 1º de enero de 1999».

El Registrador Nacional del Estado Civil, mediante Resolución número 0160 del
17 de enero de 1996 adoptó el Sistema Automatizado de Identificación Dactilar,
AFIS (Automatic Fingerprint Identification System), como nuevo sistema de
identificación de los colombianos.

Esta herramienta (AFIS) realiza el tratamiento electrónico de las huellas dactilares


de una persona para su correcta identificación e individualización, lo que evita la
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
241
Fernando Mayorga García

suplantación de personas, la falsificación de la cédula y garantiza la aplicación de


un documento altamente confiable.

En desarrollo del Proyecto de Modernización Tecnológica de la Registraduría


Nacional del Estado Civil se suscribió el Contrato número 197 de 1997, que
comprende cuatro subproyectos: SJI Registro Civil, SJ2 AFIS, SJ3 Producción del
Nuevo Documento de Identidad y SJ4 Conectividad y Comunicaciones.

El subproyecto de producción del nuevo documento de identidad está orientado


a dotar a los ciudadanos colombianos de una cédula de ciudadanía más confiable,
segura y duradera que permita la verificación de la identificación al portador.

Para lograrlo, se hace necesario incorporar a todos los ciudadanos en las bases de
datos AFIS, a través de la expedición del nuevo documento de identificación que
reúna estas tecnologías.

El Congreso de la República expidió la Ley 486 de 1998, del 24 de diciembre


de 1998, mediante el cual se facultó al Consejo Nacional Electoral a iniciativa
del Registrador Nacional del Estado Civil para determinar durante los 90 días
siguientes a la sanción de la ley el término dentro del cual el ciudadano debería
renovar la cédula de ciudadanía.

La honorable Corte Constitucional mediante Sentencia C-511 del 14 de julio


de 1999, declaró inexequible la facultad que el artículo 65 del Código Electoral
(Decreto 2241 de 1986) le otorgaba al Registrador Nacional del Estado Civil para
señalar el valor de las renovaciones de la cédula de ciudadanía, lo que implica
que el costo de renovación de las cédulas de ciudadanía, debe ser asumida en su
totalidad por el Estado colombiano y no por los ciudadanos.

No obstante, el plazo anterior se venció sin que se hubiere realizado el proceso de


renovación ordenado, motivo por el cual el artículo 1º de la Ley 757 del 25 de julio
de 2002, señaló un nuevo término para que los ciudadanos colombianos renueven
su cédula de ciudadanía, el cual no podrá prolongarse más allá del 1º de enero de
2006, y que debe ser sin costo alguno para los mismos de conformidad con lo
señalado en la Sentencia C-511 del 14 de julio de 1999 de la Corte Constitucional6.

La Ley 757 de 2002, por la cual se modifica la Ley 486 del 24 de diciembre de
1998, previó en su artículo 1º que: «Atendiendo el estado de desarrollo del proceso

6 La Honorable Corte Constitucional declaró inexequible la facultad que el artículo 65 del Código
Electoral (Decreto 2241 de 1986) le otorgaba al Registrador Nacional del Estado Civil para señalar el valor
de las renovaciones de la cédula de ciudadanía, lo que implica que el costo de renovación de las cédulas de
ciudadanía debe ser asumido en su totalidad por el Estado colombiano y no por los ciudadanos.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
242
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

de modernización tecnológico que adelanta la Registraduría Nacional del Estado Civil,


previa consulta con el Departamento Nacional de Planeación, el Ministerio de Hacienda
y Crédito Público y en concordancia a la sentencia de la Corte Constitucional C-511-99
del 14 de julio de 1999, precisará el término para que el ciudadano renueve su cédula de
ciudadanía, el cual no podrá ir más allá del 1º de enero de 2006».

Por lo anterior, la Registraduría Nacional del Estado Civil, con el fin de cumplir con
la renovación de la cédula de ciudadanía tantas veces ordenada por el legislador,
elaboró el proyecto para la ampliación de la producción y optimización de los
sistemas de identificación y registro civil, que corresponde a la Segunda Fase del
Proyecto de Modernización Tecnológica, PMT, concordante con lo consagrado
por la disposición legislativa transcrita y su concepción original.

Sin embargo, para el cumplimiento de la citada ley la Registraduría no cuenta


con la capacidad suficiente para renovar los documentos de identificación de los
colombianos, en particular por las siguientes razones:

• Cuando se aprobó el proyecto PMT en su primera fase, se concibió para efectuar


la renovación de todos los documentos de identificación, pero las restricciones
presupuestales de ese entonces no posibilitaron que se adquiriera un mayor
número de registros para el sistema AFIS, cuya capacidad es de 10 millones de
registros de personas, de los cuales ya se encuentran ingresados alrededor de 8,4
millones, quedando tan solo disponible 1,6 millones de registros, cifra insuficiente
para adelantar el proceso de renovación de los documentos de identificación.
• Tampoco hubo recursos para migrar los archivos físicos compuestos por 30
millones de tarjetas decadactilares a la base de datos AFIS, lo que torna lento el
proceso de validación de la información para la producción de la cédula.
• Igualmente, no hubo recursos para actualizar totalmente la base de datos del
registro civil, y para aumentar la capacidad de los canales de la red de comunicación
corporativa.

En consecuencia, es necesario que la Registraduría aumente y optimice la


capacidad actual de su sistema tecnológico, por cuanto este no es suficiente para
cumplir con lo ordenado por el legislador en el sentido de renovar la cédula de
ciudadanía de todos los colombianos.

En efecto, el sistema adquirido dentro de la Primera Fase del Proyecto de


Modernización Tecnológica, cuenta con una capacidad actual de procesamiento
de 12 mil transacciones de validación de la información de identidad por día y
de almacenamiento de 10 millones de registros; y para realizar técnicamente el
proceso de renovación es menester ampliarlo para procesar 60 mil transacciones
de validación de la información de identidades por día, fabricar una cantidad
igual de cédulas de ciudadanía y almacenar alrededor de 40 millones de registros
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
243
Fernando Mayorga García

de personas, previa la incorporación a la base de datos AFIS de 30 millones de


tarjetas decadactilares existentes en sus archivos físicos.

3. Gestiones adelantadas por la Registraduría Nacional del Estado Civil para


obtener la viabilidad de la II fase del PMT

La Registraduría Nacional del Estado Civil inscribió en el Departamento Nacional


de Planeación, DNP, en el mes de diciembre de 2002 y lo actualizó en el mes de
enero de 2004, el proyecto: «Ampliación de la Producción y Optimización de los
Sistemas de Identificación y Registro Civil, PMT», el cual hace parte del nuevo Plan
de Desarrollo «Hacia un Estado Comunitario», adoptado mediante la Ley 812 de
2003. No obstante lo anterior, y a pesar de haber sido presentado, sustentado y
aceptado por todas las instancias correspondientes, en los proyectos de Ley de
Presupuesto de la Nación para los años 2003 y 2004, no se incluyó la partida
necesaria para su ejecución.

Igualmente, la Registraduría adaptó el proyecto bajo «la Metodología para


la Presentación y Evaluación de Proyectos de Tecnologías de Información y
Comunicaciones», en cumplimiento del Decreto número 3816 del 2003, siendo
aprobado en el mes de octubre de 2004 por el Comité Técnico de la Comisión
Intersectorial de Políticas de Gestión de la Información para la Administración
Pública, COINFO, luego de un riguroso análisis técnico del proyecto.

Posteriormente, fue declarado el proyecto como estratégico para la Nación, para


asegurar las vigencias futuras que superan el presente Gobierno (Ley 819 de
2003), siendo aprobado por el Consejo Superior de Política Económica Social,
Conpes, el 20 de diciembre de 2004, según consta en el Documento 3323 de esa
fecha, para ser ejecutado en las vigencias del 2005 al 2009.

Sin embargo, en consideración a que tan sólo en el presente año se cuenta con los
recursos financieros para desarrollar el proyecto relacionado con la renovación
de las cédulas de ciudadanía y que, en tal virtud, técnicamente no resulta posible
cumplir con el término del 1º de enero de 2006, previsto en la Ley 757 del 2002,
es necesario prorrogar el mismo para hacerlo congruente con el plazo previsto en
el documento Conpes 3323 del 20 de diciembre de 2004.

Proposición

De acuerdo con todas las anteriores consideraciones me permito proponer:

Dese primer debate al Proyecto de ley número 143 de 2005, por el cual se modifica
la Ley 757 del 25 de julio de 2002” (Ponencia para Primer Debate, 2005, pp. 2-4).
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
244
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

La sesión conjunta de las Comisiones Primeras de Senado y Cámara


tuvo lugar el 30 de noviembre del 2005, en la que, tras la lectura del informe
del ponente, este y Eduardo Enríquez Maya expusieron los argumentos que
sustentaban la viabilidad del proyecto y la necesidad de ampliar el término
previsto en la Ley 757 de 2002 para la renovación de las cédulas de ciudadanía.
La sesión, una vez se dio lectura a la preposición positiva con que terminaba el
informe de ponencia, se abrió con las palabras del ponente Eduardo Enríquez
Maya, quien dijo:

“Muchas gracias, señor Presidente. Señor Ministro del Interior y de Justicia,


Señora Registradora Nacional del Estado Civil, señores Senadores, Señores
Representantes:

Por medio de la cual se modifica la Ley 757 del 25 de julio del año 2002. Para
tal efecto me refiero al proceso formativo del mencionado proyecto. Este
proyecto de ley, apreciados colegas, es de iniciativa congresional, el autor del
proyecto corresponde al nombre de Eduardo Enríquez Maya. Este proyecto de
ley fue presentado el 15 de septiembre del año que avanza y se publicó el 20 de
septiembre en la Gaceta número 637 el 30 de septiembre. La Presidencia de la
Comisión Primera de la Cámara designó como ponente a nuestro compañero y
amigo el doctor Roberto Camacho que en paz descanse, con Roberto Camacho
preparamos la ponencia que tienen ustedes para estudio; simbólicamente, yo
diría que esta ley de ser aprobada, repito, simbólicamente, repito, llevaría el
nombre de Roberto Camacho. Estudiamos con él muy detenidamente el marco
jurídico, el marco técnico y por eso como recuerdo a nuestro amigo y compañero
tienen en sus manos, señores congresistas, la ponencia que en su oportunidad la
trabajáramos con él.

Ante los designios inescrutables de la muerte de Roberto Camacho, la señorita


Presidente de la Comisión Primera me designó como ponente de este proyecto
una vez llegara el mensaje de urgencia del Gobierno Nacional y en el Senado de la
República fue designado por su señoría el honorable Senador Mauricio Pimiento.
Con él logramos que se publique la ponencia de este proyecto, la cual se encuentra
en la Gaceta número 837, página número 02. En segundo lugar señor, Presidente,
Señor Ministro, señora Registradora y apreciados colegas, quiero hacer un poco
de pedagogía sobre este tema para que podamos aterrizar en el mismo.

La identificación en Colombia se viene buscando… Aquí nadie atiende, señor


Presidente.

La modernización de la identificación en Colombia se viene buscando, señor


Presidente, hace 10 años porque nuestro sistema de identificación, obsoleto por
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
245
Fernando Mayorga García

cierto, tiene ya más de medio siglo de vigencia. Los documentos de identificación


en el país empezaron a expedirse a partir del año 1952 para acá y de ahí que por
eso con ese sistema de identificación se han presentado muchos problemas. No
deja de desaparecer el fantasma del fraude electoral en el país, el último que se
registrara en las elecciones, como un ejemplo, para elegir Senado de la República en
Colombia. En cuanto al marco jurídico se refiere, vean, ustedes apreciados colegas,
que el Congreso de la República ha hecho uso de su diligencia característica para
solucionar este difícil problema. Y en tal virtud en el año de 1995 se expide la Ley
220 con la finalidad de modernizar el sistema de identificación en Colombia, pero
que únicamente se tiene como recuerdo de esa ley de la República el proyecto
de modernización tecnológica que fue adelantado por la Registraduría Nacional
del Estado Civil. En vista de que no se pudo hacer este trabajo, este Congreso
expide la Ley 486 de 1998, pero tampoco se pudo ejecutar esta norma. Es decir,
continuábamos con el problema que hoy nos ocupa. Posteriormente se expide
la Ley 757 del año 2002 la que vamos a estudiar en esta Sesión conjunta y ojalá
podamos modificar la misma. El mandato de esta ley está previsto para que los
colombianos tengan una nueva identificación hasta el 1º de enero del año 2006.

¿Qué se ha hecho entonces para tratar de modificar esta norma con la finalidad de
que no se genere problemas de tipo jurídico, de tipo político, de tipo económico y
de tipo electoral? Se han adelantado las conversaciones correspondientes con el
Gobierno, se ha obtenido el aval del mismo para la modificación de esta norma,
prueba de eso el mensaje de urgencia, porque de no modificarse este proyecto
de ley tendríamos graves, gravísimos problemas como los vamos a analizar en
seguida, no sin antes comentarles, apreciados congresistas, que hoy en Colombia
tenemos tres tipos de cédulas. Las cédulas laminadas que tienen vigencia de 1952
a 1993. Documentos estos que son obsoletos, anacrónicos, que han generado una
serie de problemas sobre todo en materia electoral, en materia de investigación
judicial. Unas cédulas que se expidieron desde 1993 al año 2000 que son las
denominadas cédulas intermedias y unas cédulas de la última generación del
año 2000 en adelante. Vean ustedes el primer problema que se ha presentado
con estas distintas modalidades de expedir los documentos de identificación que
hasta el momento cédulas de última generación son aproximadamente 9 millones
y las cédulas viejas 21 millones que tendrían vigencia hasta el 1º de enero del año
2006. De no modificarse esta norma, uno de los principales problemas es que no
menos de 21 millones de colombianos no podrían acudir a las urnas para elegir
Congreso de la República y para elegir Presidente de la República, pero como si
esto fuera poco, con estos sistemas obsoletos, anacrónicos, se vienen presentando
problemas en las transacciones económicas, en los procesos electorales, en los
pagos de servicios, en los cobros de pensiones, en investigaciones etc., etc., de
ahí que por eso exhorto muy respetuosamente al Congreso y a las autoridades
presentes, para que hagamos todos los aportes necesarios y podamos nosotros
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
246
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

modificar esta norma que viene avalada con la presencia o con la posición
mejor del Ministerio del Interior y de Justicia, del Ministerio de Hacienda,
del Departamento Nacional de Planeación, de la Registraduría Nacional y de
la propia Corte Constitucional a través de la Sentencia C – 511 del 14 de julio
de 1999. Dejo así, señora Registradora y señor Ministro y apreciados colegas,
presentando grosso modo la filosofía de este importante proyecto de ley para que
sea considerado por las Comisiones conjuntas. Muchas gracias”.

La Presidencia concedió el uso de la palabra al Senador Mauricio Pimiento


Barrera, quien dijo:

“Señor Presidente, honorables Senadores y Representantes, este es un proyecto


que es inversamente proporcional su importancia a su extensión y además esa
importancia de su contenido que es ni más ni menos la que ha explicado en
forma clara y precisa el Representante Eduardo Enríquez Maya como ponente
de Cámara, desnuda también las serias fallas que ha habido en el manejo del
registro, no desde ahora sino desde hace varios años y que se traduce en un
inmenso descuido, desinterés, abulia por asignarse la verdadera importancia
que tiene, no solamente para la identificación de las personas en Colombia, sino
para la propia seguridad nacional el que exista un registro adecuado, moderno,
consecuente con los avances tecnológicos, pero sobre todo que cubra a todos
los colombianos en forma gratuita como lo señaló la Corte Constitucional en
sentencia del 14 de julio de 1999. Este artículo, que estaba contenido dentro
del proyecto de Código Electoral que por decisión del Gobierno Nacional y en
forma inexplicable no fue objeto de mensaje de urgencia como sí lo es ahora este
artículo, y que buscaba por lo menos subsanar algunos de los errores advertidos
en las elecciones del 2002, se hubiera podido aprobar hace algunos meses o a lo
sumo semanas sin que estuviéramos ahora en el apremio de evitar la crisis en que
caeríamos, no solamente los políticos ni los que necesitan inscribirse, ni aquellas
personas que tienen que sufragar cumpliendo con su deber constitucional, sino
cualquier persona que haga parte de esos más de 15 millones de colombianos
cuyas cédulas quedarían sin vigencia por cuenta de la expiración señalada en la
ley que dispuso que a partir del 1º de enero de 2006 perderían vigencia todas
aquellas cédulas que formaban parte de la primera y segunda generación, para
ponerlo en términos gráficos.

A partir del 1º de enero, si esta ley no sale, y este Congreso como le toca hacer
siempre, para cubrirle la espalda a los funcionarios del ejecutivo y de la misma
organización electoral que no han cumplido con sus funciones, nadie en Colombia
que no tenga esa nueva cédula que solamente ha sido expedida a cerca de 9
millones, podrá hacer una transacción bancaria, identificarse ante una autoridad,
sacar un pasaporte o realizar cualquier acto hecho u operación donde tengan que
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
247
Fernando Mayorga García

identificarse, porque ya no tendrá como hacerlo ante la expiración de la vigencia


de su documento. (…).

Como pueden ver, no es ni mucho menos un incidente que lo que busca es


llenar titulares de prensa, es evitar que no caigamos en una crisis insondable
con consecuencias en la parte electoral, civil y de toda índole, especialmente de
nuestra seguridad nacional en Colombia.

Cuando estábamos discutiendo la ponencia y revisando el trabajo que no se


hizo oportunamente cuando tuvimos en nuestras manos la aprobación de unos
artículos que modificaban el Código Electoral, yo me preguntaba aquí solamente
el Gobierno se ha ocupado de todo lo que concierne a la contratación del sistema
de identificación de los colombianos y ha habido discusiones del Vicepresidente
de la República para abajo sin que nadie se hubiera percatado solo hasta cuando
el propio Ministro del Interior lo hizo la semana pasada, que era que el 1º de
enero se vencían las cédulas y no se habían tomado el trabajo el Gobierno ni
la Registraduría de advertírselo al Congreso, pese que, como digo, estaba en el
proyecto de reforma al Código Electoral.

Se ha hablado de la modernización de la Registraduría, han habido leyes que ha


expedido este Congreso de la República, donde se detalla cuál debe ser ese proceso
de desarrollo tecnológico y no obstante la sentencia de la Corte Constitucional
que advertía sobre la gratuidad de este documento de identificación, nadie se
tomó el trabajo de decir: hay que prorrogar la vigencia de las cédulas.

Este Congreso va a obrar en responsabilidad con el deber que tiene de aprobar


este proyecto de ley para que se prorrogue la vigencia de las cédulas. Pero aquí
no cesa la responsabilidad que tienen tanto la organización electoral y la propia
Registraduría Nacional del Estado Civil y el Ministerio del Interior y de Justicia
para explicarle al país por qué, si este artículo hacía parte del proyecto de
reforma al Código Electoral, so pretexto de que no hubiera reforma, honorables
Senadores y Representantes, porque lo cierto es que ese proyecto no hizo
tránsito porque ni el Gobierno Nacional ni la propia Registraduría Nacional del
Estado Civil y el mismo Consejo Electoral en medio de la división en que se
encuentra, manifestaron su voluntad política de coadyuvar en el Congreso para
que se subsanaran los errores que aún gravitan en nuestra legislación electoral
y que todos padecimos en las elecciones del 2002. Claro, habremos de aprobar
el proyecto que consagra la vigencia de las cédulas, pero ni el Gobierno ni la
Registraduría Nacional del Estado Civil nos han dicho cómo se van a enfrentar
las elecciones de marzo del 2002 subsistiendo las fallas que permanecen en
la legislación electoral colombiana y que hubieran podido mínimamente ser
atendidas con ese escaso articulado que integraba el proyecto de Código Electoral
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

sometido a nuestra consideración. En el Palacio de Nariño, en reuniones de


bancada, le solicité al Presidente de la República que con el Ministro del Interior
se hiciera presencia para que oportunamente se tramitara ese proyecto de ley, que
hubiese mensaje de urgencia porque los colombianos y los mismos organismos
de control estaban a la espera de noticias por parte del Congreso, donde se
corrigiera esos errores. Y con esa actitud de ignorar y no pronunciar palabra
alguna sobre motivos o proyectos que no suscitan interés alguno, se dejó hundir
por falta de tiempo ese proyecto de reforma electoral. Por suerte, el Ministro
del Interior se dio cuenta que dentro de ese Código Electoral, al no se le había
puesto atención por parte del Gobierno ni de la misma Registraduría Nacional
del Estado Civil, estaba este artículo que permitía prorrogar la vigencia de las
cédulas. Esa ponencia que ustedes tienen ilustra a basteza todo lo que tiene
que ver con la parte tecnológica, que no es sino para justificar la omisión que ha
habido por parte del Gobierno y de la misma Registraduría en que se haya hecho
oportunamente esa prórroga por parte del Congreso, si así se hubiera obtenido
el interés en momentos en que se había presentado el proyecto del Código
Electoral, nadie discute que la modernización tecnológica y ese proyecto como
lo denomina la Registraduría, el PMT, Proyecto de Modernización Tecnológica,
es crucial para lo que tiene que ver con la identificación de los Colombianos y la
propia seguridad nacional.

Cuantas veces el Ministro Fernando Londoño Hoyos al comienzo de este


Gobierno reportó a través de los medios y en este mismo Congreso la necesidad
inaplazable de que se aprobada cuanto antes el contrato para la cedulación de
acuerdo al sistema que ya venía siendo aplicado en una primera fase por parte de
la Registraduría Nacional del Estado Civil, y el propio Ministro Sabas Pretelt aquí
vino a decirlo pero en el afán de que no saliera el Código Electoral reformado con
los artículos, se les olvidó lo más importante, que era evitar que los colombianos
perdieran su documento que prueba la ciudadanía de los colombianos.

Honorables Senadores y Representantes; es un simple artículo, pero desde la


semana pasada no ha faltado colega e inclusive en las visitas que hemos hecho
a las distintas regiones que se nos advierta que sería la oportunidad para que
también se subsanaran otras fallas en que esté incurriendo el registro nacional,
señor Ministro. Estuve en Maracaibo viernes, sábado y domingo, estuve en
los Estados Unidos a propósito del TLC y hablando con muchos amigos en
Washington y la queja es unánime, como en New York que desde hace dos años
hay represamiento de las cédulas que han solicitado los colombianos por fuera
del país sin que hay noticia alguna para poder ejercer siquiera el derecho al voto y
no hay respuestas de la Registraduría Nacional a los consulados que han insistido
para que dos años después de haber solicitado esas cédulas se les entregue o por
lo menos se les diga en qué estado se encuentra su trámite.
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
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Fernando Mayorga García

En Maracaibo el fin de semana me decían: aproveche para que de pronto en


ese proyecto de ley a los que nosotros acudimos para que nos expidieran un
comprobante como representantes consulares, con nuestro pasaporte, buscando
nuestra nacionalidad, se nos permita votar en defecto de la cédula. Es una reflexión
válida para quienes no han tenido la inmediación dentro del territorio nacional
para acercarse a una Registraduría municipal o a una delegación departamental.
Cuántos miles de colombianos se van a quedar sin votar en el exterior con
las omisiones que han habido aquí en materia de cedulación y de desarrollo
de este proyecto de modernización tecnológica; ¿a quién se le responsabiliza
por semejante omisión en sus funciones? Al Gobierno Nacional por no haber
cumplido a tiempo con su obligación de haber impulsado este proyecto o a la
propia Registraduría Nacional del Estado Civil, que inmersa en sus discusiones y
en confrontaciones con el Consejo Electoral, no dejó que hubiese en el semestre
pasado reforma al Código Electoral y mucho menos en este período que termina
por las mismas razones.

Y como van las cosas ya no solamente sin reformar el Código Electoral sino
también si no aprobamos esto a las carreras sin cédula para que la gente no solo
vote sino que ejerza sus derechos como cualquier otro ciudadano, porque no
valdrá tutela ni valdrá ningún otro recurso para hacer valer, que no sea por el
instrumento de la ley que pretendemos hacer aprobar que el que tenga vigencia
esta ley luego de que ha sido prorrogada en dos oportunidades”.

A continuación y con la venia de la Presidencia y del orador, interpeló el


representante José Joaquín Vives Pérez para decir:

“Una pregunta sobre una afirmación. Hablaba de colombianos en el exterior que


se quejaron ante usted para tener pasaportes sin tener cédula”.

Recobró el uso de la palabra el senador Mauricio Pimiento y dijo:

“Porque la perdieron es que se han acercado al consulado a solicitar un duplicado.


Es que en los consulados, Representante Vives, lo que se solicita es el duplicado,
pero no llega a menos que sean cédulas nuevas de quienes obtienen el registro
civil por ser hijos de padres y no llegan y la queja está en New York, en Chicago,
en Washington, en Maracaibo, en Caracas, es que no ha habido envío oportuno
de las cédulas que se tramitaron hace dos años.

En Venezuela está ocurriendo algo muy grave y por supuesto no quiero de


ello responsabilizar ni a los consulados, ni a la Registraduría Nacional, y es
que además de lo que estoy denunciando, los colombianos que se acercaron al
Gobierno venezolano para reclamar su nacionalidad, ese Gobierno les retiró la
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

cédula colombiana y no se la devolvió y fueron muchos los que cándidamente


la entregaron para que se les fuera entregada la cédula venezolana, y hoy está
haciendo parte del cúmulo que está viendo el duplicado con la respetiva denuncia
de pérdida en esos consulados. Se pueden quedar sin votar. Pregunto si de pronto
no es posible ventilar aquí esa inquietud que con el pasaporte, que lo tienen, o
el comprobante debidamente expedido por ese consulado, se les permita ejercer
el derecho al voto. Pero vale la pena que ello se discuta. De todas maneras, lo
que sí quiero es señalar, honorables Senadores y Representantes, que otra vez,
como en otras oportunidades, estamos ante la presencia de un proyecto que nos
toca aprobar a las carreras para evitar una crisis mayor que se justifica por todas
las razones contenidas en la ponencia y que van mucho más allá de la misma
modernización tecnológica a la que se le achacan ahora todas las dificultades que
tiene la Registraduría para la cedulación.

Más allá de eso es incuestionable que los colombianos en más de 15 millones no


pueden quedarse sin cédula vigente y que tendremos que esperar, como lo dice el
proyecto, hasta el año 2010 para que de pronto la misma Registraduría concrete,
finalmente, ese proceso de contratación del sistema de cedulación, lo mismo que
el Gobierno, para que algún día todos puedan tener esa nueva cédula, porque si no,
seremos muy poquitos, 9 millones, según se nos ha informado cuando se elaboró
la ponencia, que estarían en condiciones de ejercer ese derecho con nueva cédula”.

La Presidencia concedió el uso de la palabra al Representante Telésforo


Pedraza Ortega, quien dijo:

“Muchas gracias señor Presidente. Creo que el honorable Representante Enríquez


Maya y el honorable Senador Pimiento y en la exposición de motivos y en la
ponencia está más que justificado la importancia de esta iniciativa.

Tanto como lo hicimos en la noche de ayer con la Fiscalía General de la Nación, de


cuya importancia en el trámite de ese proyecto creo que no cabe absolutamente
duda de la necesidad de su trámite, tanto por la Cámara como por el Senado de
la República, por el bien de la puesta en marcha del sistema penal acusatorio.
Pero señor Presidente, yo escuchaba acá al honorable Senador Pimiento y desde
luego como quienes nos tocó precisamente en la Comisión Primera de la Cámara
en la legislatura anterior tratar un proyecto que nos llegó del Senado, que era
una colcha de retazos, no es que no haya habido interés; yo sí vi allá al Ministro
Pretelt y a la Registradora, pero lo que pasa es que ese proyecto era una colcha
de retazos, no puede un Código que había sido presentado de 500 y tantos
artículos de un momento a otro terminó reducido a 18 artículos y todos en una
mezcolanza que por eso finalmente la Comisión determinó que era preferible
esperar y poder darle trámite a una iniciativa maciza del Código Electoral, pero no
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
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Fernando Mayorga García

porque haya faltado, en honor a la verdad, interés por parte de los funcionarios
que tenían a su cargo esa responsabilidad y en esa materia, también con la venia
de la Presidencia, ahora posteriormente, aunque no es del objetivo de la discusión
de esta iniciativa, a mí sí me parece muy importante que la Registradora pudiera
hacer una síntesis de la magnífica explicación a una citación que se hizo ayer
en la Comisión Primera de la Cámara para que pudiera despejar algunas de las
dudas o prevenciones de todo orden, como las que ha puesto aquí de presente el
honorable Senador Pimiento, que ojalá pudiéramos elegirlo como representante
de los colombianos en el exterior, porque el representante que hay elegido de
los colombianos en el exterior por aquí no le hemos escuchado la voz sobre
estas muy importantes preocupaciones sobre el tema de la cedulación, que ha
presentado el honorable Senador Mauricio Pimiento y lo que nosotros hemos
venido escuchando acá y lo que uno ha venido leyendo y el seguimiento que se ha
venido haciendo a las informaciones de los medios de comunicación, es que ese
proyecto de la cedulación ha ido muy adelante, entre otras, pues, con la propia
participación de la Procuraduría General de la Nación, de la Vicepresidencia, de
todos los entes de fiscalización y del propio Gobierno, de tal manera que a mí
me parece que independientemente de la importancia y del tema que estamos
tratando ahora, al final, ya que está aquí la Registradora, podría pues señalar
algunas de las preocupaciones que asisten al honorable Senador Pimiento, tanto
como se hizo ayer en la Comisión Primera de la Cámara, que hizo precisamente
que Representantes de todos los sectores políticos hicieran un reconocimiento
de la tranquilidad, porque al fin de cuentas sí han habido 350 ó 400 elecciones
irregulares en estos 4 años y si la Registraduría respondió en el tema del referendo
y ha respondido en tanto de los otros eventos electorales que se han presentado,
a mí me parece muy importante que el país y por supuesto el Congreso de la
República, quede tranquilo frente a la inmensa responsabilidad que va a tener la
Registraduría en los próximos debates electorales que vamos a tener de Congreso
y de Presidente de la República y mucho más en una coyuntura donde vamos
a inaugurar por primera vez la figura de la reelección. De tal forma que, señor
Presidente, que yo sí lo que quiero decir es que no ha hecho, digamos, no han
sido indiferentes los funcionarios a la suerte de esa iniciativa, lo que a mí sí
me pareció, como miembro de la Comisión Primera, era que no tenía sentido
que de la noche a la mañana nos pusieran a votar, a cambiar un articulado que
nosotros habíamos leído de 530 artículos por un proyecto de ley de 18 artículos
o de 30 artículos que se contradecían unos con otros y hay algo más que hay
que decir acá, señor Presidente, a mí me preocupa mucho que, so pretexto de
la modernización, sobre lo cual estoy de acuerdo, todos los días tenemos más
confusión a los electores, porque cada vez que cambiamos el método de votación
y eso no se lo puede uno asignar la responsabilidad al organismo que tiene a su
cargo exactamente la puesta en marcha y el control del debate electoral, sino que
si vivimos cambiándole cada vez y le cambiamos el tarjetón ahora por el voto
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

preferente, le cambiamos nuevamente, si mañana le decimos que ya no es así,


sino que es a través del voto electrónico, probablemente van a ser muchísimos
los votos nulos que vamos a tener, y yo creo que lo que necesitamos es que haya
todos los días más decisión y más claridad respecto de la gente cómo deposita su
voto, pero si nosotros vivimos cada vez ensayando un nuevo sistema electoral,
nunca vamos a tener realmente la educación en un país como el nuestro, que hay
que mirar es el nivel de educación que tiene la gente y hay que tener en cuenta
inclusive, cuántos votos nulos se dan supuestamente, hablo en el caso Bogotá, de
las gentes que votan en los puestos donde están los estratos 5 y 6, de tal manera
que a mí me parece que el organismo encargado de hacer eso hasta ahora las
fallas que aquí se han denunciado aquí, no han sido, pues, fallas de debilidad
del organismo encargado de su ejecución, este proyecto de ley que me parece
que es muy importante por las anotaciones que ha hecho, me parece también
que permite poder despejar algunas de las prevenciones y de las dudas que tiene
sobre este particular”.

La Presidencia le concedió la palabra al senador Juan Fernando Cristo


Bustos, quien dijo:

“Gracias, señor Presidente. No: es que me parece que estando en este tema
electoral, yo le quisiera pedir que no nos afanáramos tanto, estamos citados
a sesión conjunta, está la Registradora, estoy de acuerdo con el Representante
Telésforo Pedraza y escuchemos sobre esos temas que son tan importantes,
para que después no vengamos a quejarnos y con desinformación a señalar aquí
al Gobierno o la Registraduría de culpabilidad por los temas que se vienen en
elecciones; aquí estamos citados a sesiones, sesionemos, escuchemos el proyecto,
obviamente lo vamos a votar afirmativamente, es un proyecto que es absolutamente
indispensable para afrontar con éxito las elecciones del año entrante y quiero dejar
constancia del voto afirmativo del Partido Liberal, por un lado.

Y segundo, señor Presidente. Muy brevemente, dejar constancia también de la


preocupación que tenemos en el Partido por la falta de garantías que tiene el
Presidente de la República. Estamos muy preocupados porque hemos escuchado
en los medios que el Presidente de la República en estos días, ya que estamos
en este debate de Registraduría y elecciones, no ha tenido garantías frente a los
otros candidatos a la Presidencia de la República, no tuvo sino hora y media ayer
en Caracol, no tuvo sino los canales de televisión privados, todos encadenados en
su lanzamiento y obviamente es preocupante que el Presidente de la República no
tenga garantías suficientes para tener más tiempo en los medios de comunicación.
Esta mañana escuchamos un debate sobre el tema de la libertad de expresión. Y
yo quiero aquí, por lo menos desde el punto de vista personal, dejar constancia
expresa de que se está buscando el ahogado río arriba, que se está en un debate
bizantino sobre el tema de la libertad de expresión, porque el problema no es ni
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
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Fernando Mayorga García

del señor Presidente del Consejo Nacional Electoral, ni el problema tampoco es


de los medios de comunicación; el problema tiene que ver fundamentalmente,
y no lo puede solucionar ni el Consejo Electoral ni los medios de comunicación,
el problema que vamos a tener en la próxima elección presidencial, es el tema
precisamente de la figura del Acto Legislativo que se aprobó aquí de la reelección
presidencial, luego, como lo dijo el Partido Liberal en su momento, la discusión de
la Ley de Garantías, el problema era de la reforma constitucional, no hay manera
de que exista equilibrio en la próxima campaña, no va a haber ninguna otra clase
de garantías y no va a ser responsabilidad ni del Consejo Nacional Electoral, ni de
los medios de comunicación en Colombia. (…)”.

La Presidencia concedió el uso de la palabra al senador Andrés González


Díaz, quien dijo:

“Presidente, pido excusas por anticipado; no sé si ya la Registradora ilustró sobre el


tema, a mí me asisten un par de dudas de orden técnico en estos temas; uno diría,
la persona tiene el derecho constitucional y la cédula es un medio para ejercerlo,
aquí estamos elaborando toda una sacralización del medio, el instrumento para
ejercer el derecho, incluso mañana, para mí, no tiene la menor duda que cualquier
juez dice: Usted tiene la mayoría de edad y es colombiano, no le pueden anteponer
una ley que le decía para ejercer el derecho tiene que renovar la cédula, pero en
fin, y ese hecho se da no solamente frente a este tema sino al que mencionaba
el Senador Mauricio Pimiento o frente a los miles y miles de personas que hoy
apenas tienen la constancia de que les están tramitando pero el derecho clarísimo,
indiscutible que tiene la gente es que ya tiene la mayoría. (…) La intermediación
burocrática no puede trastornar ese derecho, ojalá esto se aprovechara para que
ajustáramos más las normas a ese principio fundamental. Pero observando el
artículo que aquí se propone, yo no sé si incurríamos en un segundo oso por la
manera como se está haciendo, que entonces vuelve y se establece un plazo, un
plazo para que la gente haga la renovación de la cédula, yo no quisiera exagerar,
pero me parece que eso de establecer plazos no es técnico y no es apropiado.

Mañana llega el 2010 y tampoco se ha resuelto el tema y hay que volver a presentar
una ley. Simple y sencillamente, decir que mientras los ciudadanos tengan la
cédula y esta no se haya renovado podrá ejercer el derecho, pero eso de someterlo
a que termine el proceso técnico y el concepto del Conpes y que se produzca la
renovación de la cédula, yo no sé si aquí el señor Ponente y la señora Registradora
no han analizado una fórmula mucho más directa para el ejercicio del derecho,
simple y llanamente, ciudadanos que tengan una cédula válidamente expedida
por el Estado podrán ejercer su derecho hasta que se produzca la renovación
que se determine, pero no decir, no esto, hasta la obligación de renovar hasta el
2010, y de pronto en el 2010 estamos en las mismas, entonces yo pediría una
ilustración y una explicación sobre ese particular, señor Presidente”.
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La Presidencia le concedió la palabra al Representante Eduardo Enríquez


Maya, quien dijo lo siguiente:

“Gracias, señor Presidente. En el evento de que no existan más intervenciones,


solicitarle muy respetuosamente a la Presidencia que ponga a consideración de
las Conjuntas el informe con que termina la ponencia”.

La Presidencia concedió a continuación el uso de la palabra a Almabeatriz


Rengifo, Registradora Nacional del Estado Civil, quien se refirió a los aspectos
planteados por los Senadores Pimiento y González, las tareas encomendadas
a la Organización Electoral para las elecciones del año 2006, a las causas que
ocasionaron los rezagos y atrasos en el programa de modernización, como
también a las fallas debidas a la escasez de recursos para el desarrollo del
programa AFIS, a la reestructuración de la Registraduría en los años 2000 y
2001, y finalmente al problema presentado con los duplicados de las cédulas de
ciudadanía de los colombianos. Dijo puntualmente lo siguiente:

“Muchas gracias, señor Presidente. Señor Ministro y señores parlamentarios,


Senadores y Representantes de las Comisiones Primera de Senado y Cámara. Señor
ponente de la Cámara, doctor Eduardo Enríquez Maya, le agradezco el interés que
usted y el doctor Roberto Camacho pusieron en este tema, que lo conversamos con
ustedes a finales de agosto y luego yo misma les entregué el proyecto de ley que
hoy se está debatiendo con las explicaciones y las razones de la urgencia que tenía
este proyecto, en igual fecha la conoció el señor Ministro del Interior y yo, cuando
conversé con ustedes, les advertí que no se había hecho porque era necesario tenerle
el cronograma de la renovación de la cédula para poder fijar de nuevo un plazo.

El proyecto y la exposición de motivos que ustedes han hecho es excelente, su


presentación fue de verdad absolutamente completa; nos muestra el problema y
la solución, y yo le agradezco profundamente.

Me voy a referir a las dudas que tiene el doctor Pimiento, creo que respecto a
la no aprobación del Código que el doctor Telésforo Pedraza dejó claro cómo en
la Cámara de Representantes no fue satisfactorio que un proyecto que se había
presentado con 300 artículos, que reformaba la totalidad del Código Electoral, se
recogiera o se disminuyera a unos artículos que realmente ni solucionaban, no
solucionaban ninguno de los problemas que puede tener el régimen electoral, que
necesita una modificación pero estructural, pero completa, no puntual, y menos
como se estaba presentando.

Desde el momento del hundimiento del Código, yo advertí y en esa advertencia


fui acompañada por el Presidente y el Consejo Electoral de ese momento,
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
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Fernando Mayorga García

en el sentido de que la Registraduría y la Organización Electoral tenían las


normas suficientes para hacer las elecciones y garantizar la transparencia de
esas elecciones.

Prueba de ello es que la Registraduría ha realizado 369 elecciones fuera de


calendario o elecciones atípicas, unas fáciles, unas bastantes complicadas como
las de Soacha, las de Cartagena, las de Manizales y en todas estas elecciones
ha salido bien librada la democracia y las ha hecho con cuáles normas, con las
normas que existen, porque existen normas para hacer las elecciones.

Por esa razón, a través de ustedes digo al país que el país puede estar tranquilo
de la acción que está realizando en este momento la organización electoral, la
Registraduría por su parte organizando para poder ese día de las elecciones 12
de marzo, 28 de mayo y si hay segunda vuelta, 18 de junio, dirigir las elecciones.

Y el Consejo Electoral va a garantizar la transparencia que a ellos les corresponde,


realizar la vigilancia como la han venido realizando, y poderle decir al país que así
cómo hemos tenido 369 elecciones limpias, transparentes, tendremos elecciones
buenas el 12 de marzo y para la Presidencia en mayo.

Respecto a la cédula, se empezó a producir este proyecto en 1995 y 1997 se


firmó el contrato de la primera fase, para ese contrato que se suponía que iba
a haber todos los recursos que permitiera la renovación de la cédula de todos
los colombianos hasta 1999 no fue posible, no por desidia de la Organización
Electoral y de la Registraduría que es a la que compete constitucionalmente
elaborar la cédula, sino por falta de recursos.

Los recursos que se le asignaron a la Registraduría solamente alcanzaron para


comprar una base de datos que se llama AFIS de diez millones de ciudadanos,
cuando en ese momento la población que necesitaba cedular era de 20. Y de esa
manera, con deficiencia de recursos, hemos seguido manejando el proyecto. En
el 2002, cuando yo ingresé a la Registraduría, la máquina que produce las cédulas
no tenía mantenimiento desde hace tres meses y no había ningún solo peso para
conseguir insumos.

El Gobierno atendió mi solicitud, y de esa manera pudimos volver a reiniciar


ese proyecto, a reiniciar ese proceso de cédulas que hacía cuatro meses estaba
suspendido por falta de recursos, obviamente que en ese tiempo que estuvo
suspendido se creó y se generó un rezago de producción, nosotros encontramos
un rezago de más de un millón de cédulas que habían podido ser entregadas, que
son seguramente las cédulas a las que usted se refiere Senador Pimiento, porque
son cédulas que se solicitaron entre el 2000 y el 2002.
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Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
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Sin embargo, hemos hecho inmensos esfuerzos, hemos tenido una respuesta
positiva del Gobierno, y la otra causa para que se produjeran estos rezagos y
estos atrasos, fue que hubo una reestructuración de la Registraduría en los años
2000 y 2001, y de 350 dactiloscopistas que había, que son las personas que
agilizan la producción de las cédulas, porque en estos momentos no tenemos
esto sistematizado, y tiene que hacer el conteo de cada cédula buscando entre
30 ó 32 millones de tarjetas decadactilares que hay, esos 350 dactiloscopistas
fueron rebajados a 70, y de los 70, sólo 45 dactiloscopistas atienden la función de
identificación, porque los otros tienen que encargarse de absolver las consultas
que presenta el DAS, la Policía y la Fiscalía, en todos los casos policivos o criminales.

Nosotros conseguimos con Hacienda que nos suministrara unos recursos, y en este
momento no tenemos ni una sola cédula pendiente de los nuevos ciudadanos, los
ciudadanos que solicitaron su cédula antes del 12 de noviembre, fecha en que por
ley se dejan de expedir cédulas a nuevos ciudadanos, las tienen a su disposición
en los 1.098 municipios en donde la Registraduría tiene oficina y están a la
disposición de ellos, no hay ni una sola cédula pendiente de nuevos ciudadanos.

De duplicados tenemos en este momento un rezago de 361 mil cédulas, que


esperamos entregar en la primera quincena de enero; estamos despachando, de
6.000 cédulas que se producían diarias, estamos produciendo 12.000, y estamos
enviando inmediatamente se producen a todas las Registradurías para que ellos a
través de las campañas que están haciendo, puedan entregar esas cédulas.

Me opuse a que se dijera que se va a votar con la contraseña y en eso le voy a


responder al Senador González, usted tiene toda la razón, el derecho al sufragio
a la mayoría de edad se adquiere el día que se cumplen los 18 años, pero no es
posible presentarse a cualquier mesa de votación y sencillamente decir que se
tiene 18 años para votar.

El Estado y ustedes aquí en el Congreso, se encargaron de establecer los


mecanismos para dar seguridad a esos procesos democráticos, que además de dar
seguridad en los procesos democráticos, es el documento que sirve para poder dar
seguridad en todas las transacciones y en todos los actos civiles que cumplimos
los ciudadanos en Colombia, porque necesitamos tener una prueba de que somos
los que estamos diciendo ser. Entonces por Ley, y por sentencias constitucionales,
el único documento que sirve para identificarse en el momento de votar es la
cédula de ciudadanía; entonces no podemos reemplazarlo por una contraseña que
sencillamente es la constancia de que su documento esté en trámite.

Esa constancia no puede tener seguridades, ¿por qué?, porque se produce en


los 1.098 municipios donde no es posible dejar la huella en el momento que
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
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Fernando Mayorga García

un ciudadano solicita su duplicado, allí se le entrega esa constancia de que su


documento se empieza a tramitar, y luego todo el material que se produce, que
son las huellas decadactilares con los demás documentos que se le exigen, vienen
a Bogotá para su cotejo.

Y entonces allí están las demoras, porque tenemos un sistema mixto, cotejamos
las cédulas automáticamente en un 30 por ciento y cotejamos las cédulas de
manera manual en un 70 por ciento. Ese archivo de tarjetas decadactilares que
asciende a 32 millones de tarjetas, están clasificadas de acuerdo con la fórmula
de la huella dactilar.

Entonces, los dactiloscopistas que la buscan, tiene que mirar con esa fórmula,
pero resulta que en 50 años de vida de la Registraduría en lo que se ha ido
acumulando ese archivo, muchísimas personas han tocado ese archivo y en
muchísimas ocasiones una persona ha sacado la tarjeta para el cotejo y cuando
la volvió a guardar no la puso en su sitio, tenemos casos de buscar durante
ocho meses la tarjeta para poder producir una cédula con todos los requisitos,
cotejando totalmente la huella que se tomó con la que se tiene en el archivo y
no producir dobles identidades o falsas identidades, si no se hace con el cuidado.

Entonces, por esas razones las demoras, entonces, por esas razones doctor
González, es necesario expedir las cédulas y por la inseguridad que tiene la
contraseña, que no es posible darle seguridad, nosotros nos oponemos, porque
sería de verdad consagrar un fraude electoral de unas dimensiones que ni siquiera
podemos medir.

Nosotros hemos tenido muchísimas dificultades con las cédulas del año 52. ¿Por
qué? Porque es una cédula tan segura como es la contraseña, tenemos el caso
de un ciudadano que en este momento está en la cárcel de Valledupar, que votó
en Bogotá 11 veces, porque pudo sacar 11 cédulas falsas con la misma huella.
Esa cédula vieja, esa cédula en primera generación y la segunda no tienen como
cotejar su cédula.

El proceso de cedulación me dicen que ya es el tiempo está caminando, en este


momento la oferta que se presentó está en evaluación y esperamos que esa oferta
sea buena para poder adjudicar ese contrato y entregarle a todos los ciudadanos
mucho antes, ojalá del 2009 que va es un documento seguro, un documento que
se puede cotejar, un documento que se puede garantizar y que de verdad nos va a
permitir tener transparencia no solo en las elecciones, sino en toda la vida civil”.

Con la venia de la Presidencia y del orador interpeló el Senador Mauricio


Pimiento Barrera para decir:
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
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“Para preguntarle a la señora Registradora: entendidas las razones que ha dado


para votar con la contraseña en Colombia, y admitido que la represión de entrega
de cédulas, sean nuevas o de duplicado que han sido solicitadas en el exterior, es
por las razones que ha explicado, por qué no se autoriza que aquellas personas
que han hecho los trámites en los consulados voten con la contraseña que le han
entregado, que le han firmado, que le han tramitado esos funcionarios consulares
que tienen función de registro nacional.

Quienes lo hayan hecho como funcionarios consulares saben, porque no son


grandes cantidades, como se manejan en las Registradurías municipales, y
pueden dar fe directamente que son contraseñas que han sido expedidas en
esos consulados; lo que no podemos es ir en contra de la norma constitucional
que señala que el Estado debe estimular el derecho al voto y con esa decisión
que obedece como lo ha explicado usted y lo dice la ponencia, a causas
estrictamente administrativas que usted ha señalado en cabeza del Gobierno
por razones presupuestales y pedir que esa gente en el exterior no ejerza el
derecho al sufragio.

Esa es la reflexión que yo he invitado a hacer y qué bien podríamos a través de


un artículo muy sencillo, que se pueda redactar, autorizar para que las personas
residentes en el exterior puedan hacer valer la contraseña ante el consulado
respectivo en que le fue entregado ese documento”.

Recobra el uso de la palabra Almabeatriz Rengifo, Registradora Nacional


del Estado Civil.

“(…) En el exterior, ni en el país, estamos haciendo un enorme trabajo, no


tenemos ya cédulas pendientes de nuevos ciudadanos ni en el exterior ni en
el país, y tenemos pendientes hoy 361.000 cédulas de duplicados que estamos
produciendo, 285.000 mensuales, de tal suerte que en enero tenemos que
haberlas despachado todas.

De modo, que no es solo para el país, es para todos los ciudadanos colombianos
donde quiera que vivan les va a llegar su cédula, las estamos despachando al
exterior, las que están saliendo del exterior y con el exterior tenemos a veces
demoras por la valija diplomática, el material que se toma en el exterior llega a
Bogotá entre 3 y 4 meses después, estamos buscando que los consulados nos
manden por DHL el material para poderlo procesar rápidamente. Yo aspiro que
esto que digo aquí lo pueda demostrar en la primera quincena de enero”.

Con la venia de la Presidencia y del orador interpela el Representante


Telésforo Pedraza Ortega:
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
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“Señor Presidente, con la mayor consideración, uno de los coordinadores o


el coordinador ponente de la Cámara de Representantes, solicitó antes de que
interviniera la señora Registradora, que me pareció muy bien, pues, para despejar
una serie de pronto de preocupaciones o dudas que haya sobre el particular, que
se votara el informe con que termina la ponencia y solicito, pues, formalmente
que se le dé trámite conforme ha sido solicitado”.

Con la venia de la Presidencia y del orador interpela el Senador Mauricio


Pimiento Barrera:

“Señor Presidente; una pregunta final con relación al tema de las contraseñas,
¿es posible, señora Registradora, que el proceso de inscripción en el exterior que
culmina el 30 de diciembre se pueda adelantar con las contraseñas mientras llegan
las cédulas que usted ha enunciado que estarán entregadas antes de febrero?”.

Recobra el uso de la palabra Almabeatriz Rengifo, Registradora Nacional


del Estado Civil:

“En el exterior están inscribiendo con el pasaporte. Todos los ciudadanos


colombianos que viven en el exterior si no tienen la cédula tienen el pasaporte,
están inscribiéndose con el pasaporte, que es un documento seguro, la
contraseña no es segura, doctor Pimiento, por eso nosotros, teniendo como base
los pronunciamientos de la Corte, decimos que no nos sirve la contraseña.

Pero le quiero dar un dato si usted me lo permite: en Maracaibo se hicieron


solicitudes por 1446 cédulas, así: Primera vez, 554, se han entregado 542;
duplicado, solicitaron 887, se han entregado hoy 883; rectificaciones, solicitaron
5, se han entregado 4.

En todo el exterior tenemos 1.446.000 cédulas solicitadas y en este momento,


perdón 35.790 solicitadas y se han entregado 35.137; por esta razón este rezago
que había el año pasado, y que yo entiendo que era motivo de preocupación de
usted y de muchos ciudadanos, hoy está a salvo, porque como le demuestro, las
cédulas se están entregando en toda la mayoría de los casos. (…)”.

La Presidencia ofrece el uso de la palabra a la doctora Almabeatriz Rengifo,


Registradora Nacional del Estado Civil:

“A solicitud de muchísimos representantes de los partidos de Senadores y de


Representantes a la Cámara que venían a la Registraduría a decir, que querían
mantener el número que se les había asignado en sorteo para las elecciones del
2003, porque durante estos dos años se habían realizado muchas elecciones
y habían mantenido ese número, la Registraduría de acuerdo con el Consejo
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

Electoral invitó a 31 Representantes de los partidos y movimientos políticos,


concurrieron 31 representantes de movimientos y partidos políticos, y se trató el
tema de los números y allí todos estuvieron de acuerdo en mantener el número
que se les había asignado en el 2003.

Escuchamos la preocupación del Senador Vargas Lleras, y hemos estado


estudiando doctor Vargas Lleras, que tenemos y es, que hemos considerado muy
atinada su inquietud, porque además ya no son el número de partidos que había
sino que van a ser un número menor, que el número del partido que vamos a
ser el día que está fijado en el calendario un sorteo en presencia como siempre
se ha hecho de los representantes de los partidos para asignar la ubicación del
partido dentro de la tarjeta, que para no confundir a la gente, a los electores con
diferentes números, no le vamos a poner el número grande como lo traía, o sea,
que ese partido va a tener una ubicación y un número pequeño que nos va a
servir para identificarlo en el momento del escrutinio.

Entonces, todos los candidatos podrán hacer, empezar ya su publicidad con el


logo del partido que es el que va a tener en el tarjetón y lo que vamos a sortear
es la ubicación”.

La Presidencia concede el uso de la palabra al honorable Representante


Eduardo Enríquez Maya:

“Señor Presidente, con la finalidad de enmendar algunas imprecisiones, en


una intervención que hice anteriormente yo le manifesté a la Presidencia y a
las Comisiones que si en el evento de que no haya más intervenciones, podría
usted proponer, podría poner a consideración la proposición con la que termina
el informe, a renglón seguido su señoría exhorto a las Comisiones, preguntando
sobre la suficiente ilustración, que a mi juicio no es de recibo, tal como lo prevé el
artículo 108 en concordancia con el artículo 164.

Entonces, vuelvo a solicitarle señor Presidente, ponga en consideración la


proposición con la que termina el informe y posteriormente el articulado del
proyecto” (Actas de Comisión, 2005, pp. 3-11).

Atendiendo la solicitud de Enríquez, la Presidencia cerró el debate y


sometió a votación la proposición con que terminaba el informe de ponencia,
la que fue aprobada por las Comisiones Primeras de Senado y Cámara en forma
separada, con constancia de la Secretaría de haberlo sido por unanimidad.

A continuación, la Presidencia abrió la discusión del articulado presentado


por los ponentes, por lo cual la Secretaría le dio lectura e informó que había
sido registrada la proposición 01 presentada por los Representantes Reginaldo
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
261
Fernando Mayorga García

Montes y Eduardo Enríquez, en la cual se solicitaba que el artículo 1º del


Proyecto de Ley N° 143 de 2005 Cámara, 185 de 2005 Senado, fuera debatido
y votado conforme al siguiente texto sustitutivo:

“Artículo 1º. Prorróguese hasta el 31 de diciembre del año 2009, el término


aludido en el artículo 1º de la Ley 757 de 2002, para que los ciudadanos renueven
su cédula de ciudadanía”.

Seguidamente la Presidencia abrió la discusión del artículo anterior, y una


vez cerrada fue sometida a votación en la Comisión Primera del Senado, siendo
aprobada por unanimidad. De la misma manera fue sometido a votación en la
Comisión Primera de la Cámara y también aprobado por unanimidad.

Luego se procedió a dar lectura por parte de la Secretaría al título del


Proyecto en el texto del proyecto original, que fue el siguiente: “Por la cual se
modifica la Ley 757 del 25 de julio de 2002” (Actas de Comisión, 2005, p. 12).

La Presidencia procedió a cerrar la discusión del título y preguntó a


los miembros de la Comisión Primera del Senado y Comisión Primera de la
Cámara de Representantes si adoptaban el título leído, a lo cual respondieron
afirmativamente por unanimidad.

Posteriormente, y luego de haber cumplido con todos los trámites legales


y constitucionales, la Presidencia preguntó tanto a los Senadores como a los
Representantes a la Cámara si querían que el proyecto de ley fuera aprobado
como ley de la República, pregunta a la que respondieron afirmativamente y
por unanimidad, tanto los miembros de la Comisión Primera del Senado como
los de la Cámara de Representantes.

El texto del proyecto aprobado fue:

“PROYECTO DE LEY NÚMERO 185 DE 2005 SENADO, 143 DE 2005 CÁMARA

Por el cual se modifica la Ley 757 del 25 de julio de 2002.

El Congreso de Colombia

DECRETA:

Artículo 1º. Prorróguese hasta el 31 de diciembre del año 2009, el término


aludido en el artículo primero (1º) de la Ley 757 de 2002, para que los ciudadanos
renueven su cédula de ciudadanía.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
262
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Artículo 2º. La presente ley rige a partir de su promulgación y subroga las


disposiciones que le sean contrarias” (Actas de Comisión, 2005, p. 12).

La Presidencia procedió a designar como ponentes para segundo debate


al Senador Mauricio Pimiento Barrera y al Representante Eduardo Enríquez
Maya (Actas de Comisión, 2006, p. 15), con ocho días de término para rendir
el correspondiente informe.

El 13 de diciembre de 2005 en sesión Plenaria del Senado se realizó el


segundo debate para el proyecto; la sesión inició con la lectura de la ponencia
presentada por el Senador Mauricio Pimiento Barrera, la cual decía lo siguiente:

“Señora Presidenta:

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 174 de la Ley 5 de 1992, me


permito cumplir con el encargo de rendir ponencia para segundo debate al
Proyecto de ley número 143 de 2005 Cámara, 185 de 2005 Senado, por el cual se
modifica la Ley 757 del 25 de julio de 2002, en los siguientes términos:

1. FUNDAMENTO CONSTITUCIONAL Y LEGAL

El proyecto de ley está relacionado con el artículo 266 de la Constitución Política,


por el cual se le otorga al Registrador Nacional del Estado Civil la función de
identificación de las personas y pretende modificar el artículo 1º de la Ley 757 de
2002, por la cual se modifica la Ley 486 de 1998, la cual establece el 1º de enero
de 2006, como fecha límite para renovar el documento de identificación. Las
razones anteriores han llevado a proponer la modificación de la ley, en el sentido
de ampliar el término dentro del cual los ciudadanos colombianos deberán
renovar su cédula de ciudadanía, se exponen a continuación.

2. ANTECEDENTES DE LA MODERNIZACIÓN TECNOLÓGICA DE LA


REGISTRADURÍA NACIONAL DEL ESTADO CIVIL, PMT

La Registraduría Nacional del Estado Civil desde el año 1952 ha utilizado el


sistema manual de clasificación y archivo dactiloscópico denominado Henry
Canadiense para efectos de la identificación dactilar de los colombianos, lo
cual ha generado un archivo voluminoso de tarjetas decadactilares, lo cual
reclama con urgencia la adopción de un sistema electrónico con altos niveles de
seguridad y disponibilidad de los archivos que agilice el proceso de clasificación
y cotejo dactilar tendiente a brindar un acceso oportuno, rápido y eficiente a la
información almacenada.
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
263
Fernando Mayorga García

La Ley 220 de 1995, por la cual se dictan disposiciones sobre la cédula de


ciudadanía y se ordena la inclusión del grupo sanguíneo y el factor RH en ella y en
los demás documentos de identidad dispuso: «El Registrador Nacional del Estado
Civil adoptará el sistema de clasificación dactiloscópica y determinará el contenido de
los documentos de identificación de la población. El actual documento de identificación
deberá renovarse antes del 1º de enero de 1999».

El Registrador Nacional del Estado Civil, mediante Resolución número 0160 del
17 de enero de 1996 adoptó el Sistema Automatizado de Identificación Dactilar,
AFIS (Automatic Fingerprint Identification System), como nuevo sistema de
identificación de los colombianos.

El sistema AFIS permite el cotejo electrónico de las huellas dactilares de una


persona para su correcta identificación e individualización, lo que evita la
suplantación de personas, la falsificación de la cédula y garantiza la aplicación de
un documento altamente confiable.

En desarrollo del proyecto de modernización tecnológica de la Registraduría


Nacional del Estado Civil se suscribió el Contrato número 197 de 1997, que
comprende cuatro subproyectos: SJ Registro Civil, SJ2 AFIS, SJ3 Producción del
Nuevo Documento de Identidad y SJ4 Conectividad y Comunicaciones.

El Subproyecto de producción del nuevo documento de identidad está orientado a


entregarle a los ciudadanos colombianos una cédula de ciudadanía más confiable,
segura y duradera que permita la verificación de la identificación del portador.

Con el ánimo de cumplir los objetivos anteriores, es indispensable incorporar


a todos los ciudadanos a las bases de datos del sistema AFIS, a través de la
expedición del nuevo documento de identificación que sea compatible con las
especificidades del sistema.

De acuerdo con lo anterior, el Congreso de la República expidió la Ley 486 de


1998, mediante la cual se facultó al Consejo Nacional Electoral para determinar
durante los 90 días siguientes a la sanción de la ley, el término dentro del cual el
ciudadano debería renovar la cédula de ciudadanía.

Sin embargo, la Corte Constitucional mediante Sentencia C-511 de 1999, declaró


inexequible la facultad que el artículo 65 del Código Electoral (Decreto 2241
de 1986) le otorgaba al Registrador Nacional del Estado Civil para señalar el
valor de las renovaciones de la cédula de ciudadanía, al establecer que el costo
de renovación de las cédulas de ciudadanía, debía ser asumida por el Estado
colombiano y no por los ciudadanos.
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en Latinoamérica
264
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No obstante, el plazo anterior se venció sin que se hubiere realizado el proceso


de renovación, razón por la cual el artículo 1º de la Ley 757 de 2002, señaló
un nuevo término para que los ciudadanos colombianos renueven su cédula de
ciudadanía, el cual no podrá prolongarse más allá del 1º de enero de 2006.

La Ley 757 de 2002, por la cual se modifica la Ley 486 del 24 de diciembre de
1998, previó en su artículo 1º que: «Atendiendo el estado de desarrollo del proceso
de modernización tecnológico que adelanta la Registraduría Nacional del Estado Civil,
previa consulta con el Departamento Nacional de Planeación; el Ministerio de Hacienda
y Crédito Público y en concordancia a la Sentencia de la Corte Constitucional C-511-99
del 14 de julio de 1999, precisará el término para que el ciudadano renueve su cédula de
ciudadanía, el cual no podrá ir más allá del 1º de enero de 2006».

Por lo anterior, la Registraduría Nacional del Estado Civil, con el fin de cumplir con
la renovación de la cédula de ciudadanía tantas veces ordenada por el legislador,
elaboró el proyecto para la ampliación de la producción y optimización de los
sistemas de identificación y registro civil, que corresponde a la Segunda Fase del
Proyecto de Modernización Tecnológica, PMT, de acuerdo con lo consagrado por
la disposición legislativa transcrita y su concepción original.

Sin embargo, para el cumplimiento de la citada ley la Registraduría no cuenta


con la capacidad suficiente para renovar los documentos de identificación de los
colombianos, en particular por las siguientes razones:

– Cuando se aprobó el proyecto PMT en su primera fase, se concibió para efectuar


la renovación de todos los documentos de identificación, pero las restricciones
presupuestales de ese momento impidieron que se adquiriera un mayor número
de registros para el sistema AFIS, cuya capacidad es de 10 millones de registros
de personas, de los cuales ya se encuentran ingresados alrededor de 8,4 millones,
quedando tan solo disponible 1,6 millones de registros, cifra insuficiente para
adelantar el proceso de renovación de los documentos de identificación.

– Tampoco hubo recursos para migrar los archivos físicos compuestos por 30
millones de tarjetas decadactilares a la base de datos AFIS, lo que torna lento el
proceso de validación de la información para la producción de la cédula.

– Igualmente, no hubo recursos para actualizar totalmente la base de datos del


registro civil, y para aumentar la capacidad de los canales de la red de comunicación
corporativa.

En consecuencia, es necesario que la Registraduría aumente y optimice la


capacidad actual de su sistema tecnológico, por cuanto este no es suficiente para
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
265
Fernando Mayorga García

cumplir con la disposición que ordena renovar la cédula de ciudadanía de todos


los colombianos.

En efecto, el sistema adquirido dentro de la Primera Fase del Proyecto de


Modernización Tecnológica, cuenta con una capacidad actual de procesamiento
de 12 mil transacciones de validación de la información de identidad por día y
de almacenamiento de 10 millones de registros; y para realizar técnicamente
el proceso de renovación se tiene que ampliar para poder procesar 60 mil
transacciones de validación de la información de identidades por día, fabricar
una cantidad igual de cédulas de ciudadanía y almacenar alrededor de 40 millones
de registros de personas, previa la incorporación a la base de datos AFIS de 30
millones de tarjetas decadactilares existentes en los archivos físicos.

3. GESTIONES ADELANTADAS POR LA REGISTRADURÍA NACIONAL DEL


ESTADO CIVIL PARA OBTENER LA VIABILIDAD DE LA II FASE DEL PMT

La Registraduría Nacional del Estado Civil inscribió en el Departamento


Nacional de Planeación, DNP, en el mes de diciembre de 2002, actualizado en
enero de 2004, el proyecto: «Ampliación de la Producción y Optimización de los
Sistemas de Identificación y Registro Civil, PMT», el cual hace parte del nuevo Plan
de Desarrollo «Hacia un Estado Comunitario», adoptado mediante la Ley 812 de
2003. No obstante lo anterior, y a pesar de haber sido presentado, sustentado y
aceptado por todas las instancias correspondientes, en los Proyectos de Ley de
Presupuesto de la Nación para los años 2003 y 2004, no se incluyó la partida
necesaria para su ejecución.

Igualmente, la Registraduría adaptó el proyecto bajo «la Metodología para


la Presentación y Evaluación de Proyectos de Tecnologías de Información y
Comunicaciones», en cumplimiento del Decreto número 3816 de 2003, aprobado,
previo análisis técnico del proyecto, en octubre de 2004 por el Comité Técnico
de la Comisión Intersectorial de Políticas de Gestión de la Información para la
Administración Pública, Coinfo.

Posteriormente, el proyecto fue considerado estratégico para la Nación, para


asegurar las vigencias futuras que superan el presente Gobierno (Ley 819 de
2003), siendo aprobado por el Consejo Superior de Política Económica y Social,
Conpes, el 20 de diciembre de 2004, según consta en el Documento 3323 de esa
fecha, para ser ejecutado en las vigencias del año 2005 al año 2009.

Sin embargo, en consideración a que en el presente año se cuenta con los


recursos financieros para desarrollar el proyecto relacionado con la renovación
de las cédulas de ciudadanía y que, en tal virtud, técnicamente no resulta posible
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cumplir con el término del 1º de enero de 2006, previsto en la Ley 757 de 2002,
es necesario prorrogar el mismo para hacerlo congruente con el plazo previsto en
el documento Conpes 3323 del 20 de diciembre de 2004.

4. TRÁMITE DEL PROYECTO DE LEY EN LAS COMISIONES PRIMERAS


CONJUNTAS DEL HONORABLE SENADO DE LA REPÚBLICA Y DE LA
HONORABLE CÁMARA DE REPRESENTANTES

El Gobierno Nacional, ante el vencimiento del término establecido en la Ley


757 de 2002, presentó mensaje de urgencia con el fin de tramitar el proyecto en
sesiones conjuntas de las Comisiones Primeras Constitucionales Permanentes de
Senado y Cámara.

El día 30 de noviembre sesionaros las Comisiones Conjuntas del honorable


Senado y Cámara de Representantes, en la cual expuse junto con el Representante
Eduardo Enríquez Maya, los argumentos que sustentaban la viabilidad del
proyecto de ley y la imperiosa necesidad de ampliar el término para la renovación
de las cédulas de ciudadanía establecido en la Ley 757 de 2002.

En el debate fue presentada y aprobada una proposición que modificaba el texto


del artículo 1º del proyecto de ley de la siguiente manera:

«Artículo 1º. Prorróguese hasta el 31 de diciembre del año 2009, el término


aludido en el artículo 1º de la Ley 757 de 2002, para que los ciudadanos renueven
su cédula de ciudadanía».

Proposición

De acuerdo con lo anterior, solicito a la honorable Plenaria del Senado de la


República, darle segundo debate al proyecto de ley número 143 de 2005 Cámara,
185 de 2005 Senado, por la cual se modifica la Ley 757 del 25 de julio de 2002,
teniendo en cuenta el texto aprobado por las Comisiones Primeras Conjuntas del
honorable Senado y Cámara de Representantes” (Senado de la República, 2005,
pp. 2-4).

A continuación se procedió a realizar el segundo debate del proyecto de ley


y la Presidencia le concedió el uso de la palabra al Senador ponente, Mauricio
Pimiento Barrera, quien con la venia de la Presidencia dijo lo siguiente:

“Gracias, señora Presidenta. Honorables Senadores y Senadoras, este es uno de


esos proyectos de ley para replay, toda vez que a última hora fue que se acordó el
Gobierno Nacional y la Registraduría Nacional del Estado Civil de que había que
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
267
Fernando Mayorga García

prorrogar la vigencia de las cédulas de todos los colombianos que no han accedido
a la nueva cédula y que de otra manera vencería inevitablemente el próximo 6 de
enero de 2006, es decir más de 16 millones de colombianos dejarían de serlo y
de ejercer sus derechos ciudadanos si no se les renueva el actual documento de
identidad que hacen parte de la primera y segunda generación de cédulas que
conocemos entre nosotros, se excluirían únicamente cerca de 9 millones que
han sido expedidas ya con base en el plan de modernización tecnológica de la
Registraduría que se suspendió por falta de presupuesto nacional para continuarlo y
porque no se hizo oportunamente tampoco el traslado de las huellas decadactilares
para que ese procedimiento que se había hecho con las primeras 9 millones de
cédulas tuviera sustento en los archivos, hay que recordar que sobre este tema la
Corte Constitucional se había pronunciado en el año 1999, cuando dejó sin efectos
lo consagrado en el artículo 65 del Código Electoral que corresponde al Decreto
2241 del 86 y donde se le otorgaban unas facultades al Registrador Nacional para
señalar valores y procedimientos de la entrega de las cédulas.

En el año de 2002 se quiso enmendar ese error y para nuevamente estimular


o promover la terminación de ese proyecto de modernización tecnológica, el
Congreso expidió la Ley 757 que colocaba como fecha límite para esa renovación
de cédulas el 1º de enero de 2006.

Nos preguntamos por qué se olvidó el Gobierno y la Registraduría de


incluir en un proyecto de ley anterior un artículo que evitara semejante
despropósito, conscientes que desde el 2002 ni se habían apropiado los
recursos para financiar la renovación de las cédulas dentro de ese plan de
modernización tecnológica y en aplicación del sistema AFIS que fue la optada
por la Registraduría y la respuesta solamente la podemos encontrar en una
sola, tanto el Gobierno como la Registraduría no tuvieron el menos interés en
que el Código Electoral fuera modificado en aquellos artículos que permitían
subsanar las fallas que se han advertido en nuestro Código Electoral y que se
reflejaron en las elecciones de 2002 y que vamos a volver a presenciar en las
próximas elecciones del Congreso.

El árbol no dejó ver el bosque y se les olvidó el articulito que estaba incluido
en ese proyecto de ley, no obstante que en reuniones de bancada le habíamos
recordado al Presidente de la República la necesidad inaplazable de que el
Gobierno mandara un mensaje de urgencia para legislar reformando ese Código
Electoral y no se hizo y tampoco la Registraduría Nacional del Estado Civil
advirtió sobre la inminente pérdida de vigencia de todas las cédulas a que he
hecho mención, que como digo son cerca de 16 millones, le corresponde ahora
al Congreso de la República legislar a las carreras dándole una nueva vigencia a
esas cédulas que se vencen el 1º de enero de 2006, mandándola hasta el 31 de
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en Latinoamérica
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diciembre del año 2009, de tal manera que para entonces como quiera que ya el
Confis y el Conpes hicieron cada uno por su lado las aprobaciones respectivas
de lo que tiene que ver con la continuidad de ese plan de modernización
tecnológica, aspirando a que de aquí al 31 de diciembre de 2009 haya concluido
ese plan de renovación tecnológica de la Registraduría, incluyendo la entrega
gratuita de un nuevo documento seguro, moderno, que brinde las suficientes
garantías de seguridad nacional que entraña una cédula de ciudadanía y sobre
todo que pueda tener esa Registraduría ese archivo al día de orden decadactilar
que tantos dolores de cabeza le ha dado a las autoridades tanto judiciales como
administrativas de Colombia.

Este es un artículo suficiente para prorrogar hasta el 31 de diciembre del año


2009 la vigencia de esas cédulas y el artículo 2º se refiere a la vigencia que
supone la entrada en rigor en forma inmediata de esta ley con las cuales nosotros
conjuramos la crisis a que nos veríamos avocados, honorables Senadores, de no
ser aprobado antes de que termine la presente legislatura. Esto implica que nadie
podría hacer una gestión ni privada, ni pública documental, un acto, hecho u
operación relacionada con sus derechos como ciudadano, ni inscribirse como
candidato, ni ejercer el derecho al sufragio.

Ese es en síntesis el proyecto que sometemos a consideración, con ruego de que


sea aprobado a la mayor brevedad, a ver si es posible que mañana podamos hacer
el ejercicio también de conciliación si es que surge en Cámara alguna diferencia,
como sí ocurrió en Comisión Primera del Senado donde se simplificó la redacción
del artículo que traía el proyecto de Cámara; sea la oportunidad recordar que
quien se dio cuenta de este error fue el Representante Roberto Camacho, nuestro
compañero bien lamentado que nos hace mucha falta y que alcanzó antes de
su deceso a presentar este proyecto de ley para enmendar semejante error. He
explicado el proyecto en su integridad señora Presidenta” (Senado de la República,
2006, pp. 20-21).

Paso seguido la Secretaría, tal y como lo solicitó la Presidencia, procedió a


dar lectura a la proposición positiva con que se dio fin al informe de ponencia,
y una vez leída la Presidencia sometió a consideración de la Plenaria la
proposición, y cerrada su discusión la Plenaria le impartió su aprobación.

Luego de la anterior aprobación se abrió el segundo debate, cuyo desarrollo


inició con la orden de la Presidencia a la Secretaría de darle lectura al articulado
del proyecto, que prorrogaba hasta el 31 de diciembre de 2009 el término aludido
en el artículo 1º de la Ley 757 de 2002 para que los ciudadanos renovaran su
cédula de ciudadanía, y ordenaba derogar las disposiciones contrarias. Una vez
leídos los artículos la Presidencia lo sometió a consideración de la Plenaria y
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
269
Fernando Mayorga García

luego de cerrada su discusión preguntó si adoptaba el articulado propuesto, a


lo que esta respondió afirmativamente.

Posteriormente la Presidencia ordenó a la Secretaría dar lectura al título


del proyecto. Una vez leído este la Presidencia lo sometió a consideración de la
Plenaria y cerrada su discusión preguntó a los miembros si lo aprobaban, ante
lo cual estos votaron afirmativamente.

Finalmente, cumplidos los trámites constitucionales, legales y


reglamentarios, la Presidencia preguntó a los Senadores si querían que
el proyecto de ley aprobado se convirtiera en ley de la República, a lo que
respondieron afirmativamente (Senado de la República, 2006, pp. 20-21).

El texto definitivo aprobado en sesión Plenaria del Senado de la República


el día 13 de diciembre de 2005 quedó de la siguiente manera:

“Proyecto de ley número 185 de 2005 Senado, 143 de 2005 Cámara

Por el cual se modifica la Ley 757 del 25 de julio de 2002.

El Congreso de Colombia

DECRETA:

Artículo 1º. Prorróguese hasta el 31 de diciembre del año 2009, el término


aludido en el artículo primero (1º) de la Ley 757 de 2002, para que los ciudadanos
renueven su cédula de ciudadanía.

Artículo 2º. La presente ley rige a partir de su promulgación y subroga las


disposiciones que le sean contrarias” (Senado de la República, 2005, p. 3).

El mismo 13 de diciembre en sesión Plenaria de la Cámara de


Representantes se realizó el segundo debate al proyecto; la sesión inició con
la ponencia presentada por el Representante Eduardo Enríquez Maya, la cual
decía lo siguiente:

“Señor Presidente,

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 174 de la ley 5 de 1992, me


permito cumplir con el encargo de rendir ponencia para segundo debate al
Proyecto de Ley N° 143 de 2005 Cámara 185 de 2005 Senado «por el cual se
modifica la Ley 757 del 25 de julio de 2002», en los siguientes términos.
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FUNDAMENTO CONSTITUCIONAL Y LEGAL

El proyecto de ley está relacionado con el artículo 266 de la Constitución Política,


por el cual se le otorga al Registrador Nacional del Estado Civil la función de
identificación de las personas y pretende modificar el artículo 1º de la Ley 757 de
2002, por la cual se modifica la Ley 486 de 1998, la cual establece el 1º de enero
de 2006, como fecha límite para renovar el documento de identificación.

Las razones anteriores han llevado a proponer la modificación de la ley, en el


sentido de ampliar el término dentro del cual los ciudadanos colombianos
deberán renovar su cédula de ciudadanía, se exponen a continuación:

La Ley 220 de 1995 ordenó que el documento de identificación debía renovarse


antes del 1º de enero de 1999.

Posteriormente, y antes de cumplirse ese plazo, el Congreso de la República


expidió la Ley 486 de 1998 del 24 de diciembre de 1998, mediante la cual se
amplió el plazo previsto por la Ley 220 de 1995 y se facultó al Consejo Nacional
Electoral, a iniciativa del Registrador Nacional del Estado Civil, para determinar
durante los 90 días siguientes a la sanción de la ley el término dentro del cual el
ciudadano debería renovar su cédula de ciudadanía, el cual no podía ir más allá de
la fecha de cierre de inscripciones para participar en las elecciones siguientes a la
vigencia de la misma, fijándose la renovación de la cédula de ciudadanía el período
comprendido entre el 1º de enero del año 2000 y el 1º de enero del año 2002.

No obstante, el plazo anterior se venció sin que se hubiera realizado el proceso de


renovación ordenado.

Por lo anterior, el artículo 1º de la Ley 757 del 25 de julio de 2002, señaló un


nuevo término para que los ciudadanos colombianos renueven su cédula de
ciudadanía, el cual no podrá prolongarse más allá del 1º de enero de 2006, y
que debe ser sin costo alguno para los mismos de conformidad con lo señalado
en la Sentencia C-511 del 14 de julio de 1999 de la Corte Constitucional. La
mencionada disposición es del siguiente tenor:

«Artículo 1º. Atendiendo el estado de desarrollo del proceso de modernización


tecnológica que adelanta la Registraduría Nacional del Estado Civil, previa consulta con
el Departamento Nacional de Planeación, el Ministerio de Hacienda y Crédito Público
y en concordancia a (sic) la sentencia de la Corte Constitucional C-511 del 14 de julio
de 1999, precisará el término para que el ciudadano renueve su cédula de ciudadanía,
el cual no podrá ir más allá del 1º de enero de 2006» (subrayado y negrilla por fuera
del texto original).
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
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Teniendo en cuenta que el artículo 2º de la Ley 486 de 1998, el cual se encuentra


vigente establece que «Las cédulas de ciudadanía actualmente expedidas y
vigentes mantendrán su vigencia hasta el cumplimiento del plazo que se fije de
conformidad con lo dispuesto en el artículo anterior», y que dicho plazo vence el
1º de enero de 2006, de acuerdo con la Ley 757 del 25 de julio de 2002, significa
que las cédulas de ciudadanía no renovadas carecerán de efectos jurídicos para
acreditar la identificación de las personas en todos los actos civiles, políticos y
administrativos.

CONSECUENCIAS

La pérdida de vigencia de las cédulas de ciudadanía no renovadas genera un


total desorden jurídico para la Nación, y afecta negativamente todos los sectores
de la sociedad, entre otros, el electoral, económico, judicial, seguridad social,
financiero, comercial de la sociedad.

Por vía de ejemplo:

En lo Electoral: afectará gravemente las elecciones del próximo año, porque:

• El proceso de inscripción de candidaturas tendría traumatismos, puesto que los


titulares de esas cédulas no podrán inscribirse como candidatos.
• También las personas portadoras de dichos documentos no podrán ejercer el
derecho al voto.
• No podrán tampoco acreditarse para ejercer la función de jurados de votación.
En la Seguridad del Estado y el Sector Judicial: Perjudicará las investigaciones y
procesos.
• No habrá certeza en la correcta identificación de los ciudadanos portadores de
esas cédulas que perderían vigencia, lo cual tiene unos efectos negativos en la
Administración de Justicia.
• Igualmente, para las instituciones de seguridad e investigación del Estado, en
la medida en que habría incertidumbre acerca de la individualidad e identidad de
sospechosos, sindicados, procesados e incluso de víctimas

En las Relaciones Internacionales: limitará la migración de ciudadanos.

• No podrán expedirse pasaportes a personas que sean titulares de esas cédulas,


causándoles graves perjuicios económicos y sociales, como tampoco realizar
viajes al exterior.
• En el Sector de la Seguridad Social: Generaría un caos para la prestación de
los servicios de salud, asignación de pensiones y de subsidios y beneficio de
programas sociales.
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
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Paula Mazuera Ayala (eds.)

• Se afectará el reconocimiento de las prestaciones económicas en materia de


seguridad social a esas personas, así como la prestación de los servicios de salud
a los mismos.
• No podrán otorgarse los beneficios que el Estado brinda a los sectores más
pobres y vulnerables, como es el SISBEN en materia de seguridad social en salud,
vivienda, educación, a los titulares de ese tipo de cédulas que perderán vigencia.

En los Sectores Comercial, Financiero, Asegurador y Notarial.

• En el sector Comercial en sus diferentes manifestaciones dichas personas no


podrían realizar transacciones, contratos u operaciones o trámites notariales.
• Las personas que requieran de servicios financieros, tales como apertura de
cuentas, solicitud de préstamos o incluso el cobro de cheques, no podrán realizar
tales operaciones, y en general todas las transacciones bancarias.

SOLUCIÓN

”Por lo anterior es urgente e inaplazable para el país y la democracia la aprobación


del Proyecto de Ley 143 - 2005 Cámara, «por la cual se modifica la Ley 757 del
25 de julio de 2002», antes de la pérdida de vigencia de las cédulas de ciudadanía
no renovadas, esto es, las expedidas en formatos anteriores y anteriores al mes
mayo de 2000, que son las cédulas expedidas desde 1952 a 1993 en presentación
laminada y aquellas de 1993 a 2000 intermedias a la actual, las cuales representan
alrededor de aproximadamente 21 millones afectando a igual número de
ciudadanos colombianos.

Por lo tanto, teniendo en cuenta que el plazo conforme a la Ley 757 de 2002,
vence el 1º de enero de 2006, la oportunidad de su ampliación y expedición de
ley que prorroga el mismo en el presente año 2005.

PROPOSICIÓN

De acuerdo con lo anterior, solicito a la honorable Plenaria de la Cámara de


Representantes, darle segundo debate al proyecto de ley No. 143 de 2005 Cámara,
185 de 2005 Senado «por el cual se modifica la Ley 757 del 25 de julio de 2002»,
teniendo en cuenta el texto aprobado por las Comisiones Primeras Conjuntas
del honorable Senado y Cámara de Representantes” (Cámara de Representantes,
2005, pp. 3-4).

La sesión se desarrolló bajo la Presidencia de Julio E. Gallardo Archbold,


quien una vez iniciada la sesión puso en consideración de la Cámara el informe
de ponencia y posteriormente abrió el debate. Luego de abierto el debate se
Documentos para la historia de la cédula de ciudadanía en Colombia:
Ley 999 de 2005
273
Fernando Mayorga García

continuó con la discusión de la proposición con la que terminó el informe de


ponencia, sin que se presentara discusión acerca de la misma, por lo que el
Presidente anunció el cierre de la discusión preguntándole a los miembros
de la Cámara si aprobaban el informe de ponencia, lo que fue respondido
afirmativamente.

Posteriormente la Presidencia sometió a consideración de la Cámara el


articulado del proyecto abriendo la discusión y cerrándola posteriormente,
preguntando si se aprobaba el articulado, lo que de manera unánime fue
contestado afirmativamente.

Luego se sometió a consideración el título del proyecto, que también fue


aprobado.

Por último, la Presidencia preguntó a los miembros de la Cámara de


Representantes si deseaban que el proyecto se convirtiera en ley de la
República, a lo que contestaron unánimemente de manera positiva (Cámara de
Representantes, 2006, pp. 18-20).

El Presidente de la República Álvaro Uribe Vélez sancionó, el 29 de


diciembre de 2005, el proyecto aprobado que se convirtió en la Ley 999 de
2005.

El articulado definitivo quedó de la siguiente manera:

“LEY 999 DE 2005


(Diciembre 29)

Por la cual se modifica la Ley 757 del 25 de julio de 2002.

El Congreso de Colombia,

DECRETA:

Artículo 1º. Prorróguese hasta el 31 de diciembre del año 2009, el término


aludido en el artículo primero (1º) de la Ley 757 de 2002, para que los ciudadanos
renueven su cédula de ciudadanía.

Artículo 2º. La presente ley rige a partir de su promulgación y subroga las


disposiciones que le sean contrarias” (Cámara de Representantes 2006, p. 2).
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
274
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

Referencias

Gaceta del Congreso, n.° 27, Bogotá, lunes 30 de enero de 2005, pp. 3-11.

Gaceta del Congreso, n.° 27, Bogotá, lunes 30 de enero de 2005, p. 15.

Gaceta del Congreso, n.° 637, Bogotá, martes 20 de septiembre de 2005, pp. 1-7.

Gaceta del Congreso, n.° 837, Bogotá, viernes 25 de noviembre de 2005, p. 2.

Gaceta del Congreso, n.° 837, Bogotá, viernes 25 de noviembre de 2005, pp. 2-4.

Gaceta del Congreso, n.° 877, Bogotá, martes 6 de diciembre de 2005, pp. 2-4.

Gaceta del Congreso, n.° 878, Bogotá, miércoles 7 de diciembre de 2005, pp. 3-4.

Gaceta del Congreso, n.° 945, Bogotá, viernes 23 de diciembre de 2005, p. 3.

Gaceta del Congreso, n.° 06, Bogotá, viernes 6 de enero de 2006, pp. 18-20.

Gaceta del Congreso, n.° 27, Bogotá, lunes 30 de enero de 2006, p. 8.

Gaceta del Congreso, n.° 27, Bogotá, lunes 30 de enero de 2006, p.15.

Gaceta del Congreso, n.° 27, Bogotá, lunes 30 de enero de 2006, pp. 20-21.

Gaceta del Congreso, n.° 32, Bogotá, jueves 16 de febrero de 2006, p. 2.


Datos biográficos
Calvo Ocampo, Fabiola

Periodista, escritora, poeta. Doctora en Ciencias Políticas y Sociología por la


Universidad Complutense de Madrid. Ex directora del programa pionero en la televisión
sobre los derechos de las mujeres. “Ni reinas Ni cenicientas” de Canal Capital. Emitidos:
140 capítulos. Consultora para organismos internacionales: PNUD, OIM, ONU Mujeres.
Premio periodístico La Mujer en la Unión Europea 2003. Reconocimiento de la Universidad
Mohamed Bed Abdellah de Fez, Marruecos. Reconocimiento a una trayectoria profesional
de la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior. Reconocimiento por el
trabajo en defensa de los derechos de las mujeres por PNUD, Alcaldía de Tunja, Red de
mujeres de Tunja, y condecoración Medalla de la ciudad, Urubamba.

Cruz Barney, Óscar

Doctor en Derecho con Mención Honorífica por la Universidad Panamericana y


licenciado en derecho con Mención Honorífica por la Universidad Iberoamericana. Cuenta
con el Título de Licenciado en Derecho homologado a Título universitario oficial español
de Licenciado en Derecho por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España.
Es Ex Presidente del Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México, fundado en 1760
por los periodos 2008-2010 y 2010-2012. Igualmente Colegiado en el Ilustre Colegio de
Abogados de Madrid. Senador de la Unión Iberoamericana de Colegios y Agrupaciones de
Abogados (UIBA). Secretario Regional-Región II Centroamérica de la Unión Internationale
des Avocats. Académico Honorario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de
Madrid. Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional
Autónoma de México en donde es Director de la Revista Mexicana de Historia del Derecho y
Coordinador del Área de Historia del Derecho. Investigador Nacional Nivel III en el Sistema
Nacional de Investigadores del CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología).

Fernández-Crehuet, Federico

Doctor en Derecho de la Universidad de Granada (1998). Profesor Titular de Filosofía del


Derecho en la Universidad de Granada. Con estancias de investigación en Berlín (Humboldt
y Technische Universität), Gotinga (Karl Albert Ruprecht Universität), Edimburgo (School of
Law) y en el Max Planck-Institut para historia jurídica de Frankfurt am Main. Cuenta con una
beca para investigadores experimentados de la Fundación Humboldt. En el Max-Planck ha
dirigido la Sección Ibérica del Proyecto de Investigación Das Europa der Diktaturen. Ha sido
IP de dos proyectos financiados por el Ministerio de Ciencia, el primero España y Portugal:
Derecho y Dictadura (SEJ 2006-13018) y el segundo Dictadura, Derecho y Memoria (DER
2009-10446). Sus líneas de investigación son la filosofía jurídica alemana, la historia de la
Tendencias de historia del derecho y memoria histórica
en Latinoamérica
276
Mónica Patricia Fortich Navarro - Pablo Elías González Monguí
Paula Mazuera Ayala (eds.)

filosofía jurídica española, especialmente el siglo XX, Una aproximación desde la filosofía del
derecho al tema de Derecho, Memoria histórica y dictaduras.

Fortich Navarro, Mónica

Abogada egresada de la Universidad de Cartagena. Magistra en Literatura Hispano-


americana Seminario Andrés Bello, Instituto Caro y Cuervo. Doctora en Sociología
Jurídica e Instituciones Políticas, Universidad Externado de Colombia. Doctora en
Derecho y Ciencias Sociales, Facultad de Derecho, Universidad Nacional de Educación a
Distancia UNED-España. Becaria Posdoctoral Facultad de Derecho - Doctorado en Derecho
Universidad de los Andes. Docente- Investigadora de la Facultad de Derecho en pregrado
y posgrado, Universidad Libre, Bogotá. Centro de Investigaciones Socio Jurídicas, Grupo
de investigación Derecho, Sociedad y Estudios Internacionales, línea de investigación
Sociología, historiografía y cultura jurídica latinoamericana, y coordinadora del I Encuentro
Internacional de Historiografía, Sociología y Cultura Jurídica Latinoamericana.

González Monguí, Pablo Elías

Abogado de la Universidad Libre de Colombia. Especialista en Ciencias Penales y


Criminología y en Derecho Público. Doctor de la Universidad Externado de Colombia.
Ex Fiscal General de la Nación (E). Vice Fiscal General de la Nación. Fiscal Delegado
ante la Corte Suprema de Justicia. Director Nacional de Fiscalías (E). Director Nacional
del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía General de la Nación. Jefe
de la Oficina de Investigaciones Especiales de la Procuraduría General de la Nación.
Ex Director de la Oficina de Relaciones Interinstitucionales de la Universidad Libre de
Colombia. Director del Doctorado en Derecho de la Universidad Libre de Colombia.
Con experiencia en administración académica en la Escuela de Investigación Criminal
y Ciencias Forenses de la Fiscalía General de la Nación, Universidad Libre de Colombia,
Universidad Militar y Secretaría de Gobierno Distrital. Docente nacional e internacional
del Instituto Berg. Otzenhausen (Alemania).

Guzmán, Andrés

Abogado y magíster en derecho de la Universidad Nacional de Colombia. Magister en


derechos humanos y democratización de la Universidad Nacional de San Martin. Docente
investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre de Colombia.

Hampe Martínez, Teodoro (1952-2015)

Licenciado en Historia y en Educación por la Pontificia Universidad Católica del Perú


(1983). Doctor en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid (1986).
Profesor ordinario de la Pontificia Universidad Católica del Perú (nombrado en 1988) y de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos (nombrado en 2003). Fue Profesor visitante en
la Universidad de París X, la Universidad de Toulouse II, la Pontificia Universidad Católica
A propósito de también la lluvia, el derecho y la historiografía
de los derechos humanos: una mirada desde el sur global
277
Gustavo Rojas Páez y Andrés Mauricio Guzmán

de Chile, la Universidad de Sevilla, la Universidad de Paderborn y la Universidad de Brown.


Recibió becas de investigación del Banco de España, de la John Carter Brown Library, de la
Fundación Alexander Von Humboldt y del Ministerio de Ciencia e Investigación de Austria.

Mayorga García, Fernando

Abogado del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (1978). Doctor en Derecho
de la Universidad de Navarra España, con el trabajo titulado “La Audiencia de Santafé en
los siglos XVI y XVII”, publicado años más tarde por el Instituto Colombiano de Cultura
Hispánica. Miembro de número del Instituto Internacional de Historia del Derecho
Indiano (Madrid-Buenos Aires), de la Sociedad de Historia del Derecho de Francia y de
la Academia Colombiana de Historia, pertenece además a numerosas academias a nivel
nacional, como también a la Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos, a
la Asociación Colombiana de Historiadores y al Colegio de Abogados de Minas y Petróleos.

Mazuera Ayala, Paula

Abogada egresada de la Universidad Libre, Seccional Pereira. Candidata a Doctora


de la Universidad Libre, Seccional Bogotá. Magister en Derecho de la Universidad de
Manizales. Especialista en Gerencia en Servicios de la Salud. Especialista en Derecho
Constitucional de la Universidad Libre, Seccional Pereira, con experiencia en Dirección
de Consultorio Jurídico y Centro de Conciliación. Docente Investigadora en Pregrado y
Postgrado (especialización y maestría) en el área de investigación. Formadora en pruebas
Saber-Pro. Par Académica del Ministerio de Educación Nacional.

Olano García, Hernán Alejandro

Abogado, con estancia Post Doctoral en Derecho Constitucional como Becario de


la Fundación Carolina en la Universidad de Navarra, España. Doctor Magna Cum Laude
en Derecho Canónico. Magister en Derecho en relaciones Internacionales y en Derecho
Canónico. Especialista en Bioética, Derechos Humanos, Derecho Administrativo y Gestión
Pública, Liderazgo Estratégico Militar y Derecho Constitucional. Es Director del Grupo de
Investigación en Derecho e Historia de las Instituciones “Diego de Torres y Moyachoque,
Cacique Turmequé”, en la Universidad de La Sabana.

Rojas Páez, Gustavo

Abogado egresado de la Universidad Libre. Candidato a Doctor en Jurisprudencia,


Universidad de Friburgo Alemania. Magister en Sociología Jurídica del Instituto
Internacional de Sociología Jurídica de Oñati UPV-Universidad de Milán. Investigador
visitante en el Programa de Estudios Críticos de las Transiciones Políticas (PECT) del
Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes. Actualmente se desempeña
como Docente Investigador de la Universidad Libre de Colombia.
Tendencias de historia del derecho
y memoria histórica en Latinoamérica
Se terminó de imprimir en agosto de 2016.
Para su elaboración se utilizó papel bond beige de 75 g en páginas interiores
y papel esmaltado de 160 g para la carátula.
Las fuentes tipográficas empleadas son de la familia Chaparral Pro, en 12 puntos en texto corrido
y 16 puntos en títulos.

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