Sie sind auf Seite 1von 5

LOS DILEMAS DEL SOAT

El Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito


cubre gastos como resultado de accidentes pero su
estructura tiene algunos dilemas y contradicciones.
POR: REDACCIÓN VEHÍCULOS
12:16 PM | 5 DE ABRIL DEL 2019

Para cubrir los gastos médicos de las personas que resulten


heridas durante un accidente de tránsito, la expedición de la
Ley 33 de 1986 le dio vida al Seguro Obligatorio de Accidentes de
Tránsito, Soat, que comenzó a operar en Colombia el 1 de abril de
1986. Favorable en principio, hay varios puntos que se deberían
revisar.

En primera instancia vale la pena mirar los orígenes de este seguro.


Según el documento ‘El Seguro Obligatorio de Accidentes de
Tránsito’, de Ricardo Gaviria Fajardo (junio, 2011), el
nacimiento del Soat se dio en 1986 “luego de que la
Superintendencia Financiera de Colombia aprobara las
condiciones técnicas del ramo y las tarifas para cada
categoría de vehículo”.

Mediante el Decreto 2544 de 1987 la Superintendencia


Financiera “estableció las condiciones sobre las cuales
operaría el seguro, entre ellas la nota técnica y la tarifa
regulada que se cobraría por esta póliza”. Posteriormente, por
medio del Decreto 1032 de 1991 fue que se “definió el monto de
las coberturas por víctima, indexados en salarios mínimos legales
diarios vigentes y estableció la obligatoriedad de todas las
entidades de salud (públicas y privadas) a prestar sus servicios a
todas las víctimas de accidentes de tránsito”.

No fue sino hasta el 2002 cuando con la Ley 769 (Código


Nacional de Tránsito) se estableció que todo propietario de
un vehículo debería portar entre sus documentos el Soat
vigente. Tal como aparece en su artículo 42, “para poder transitar
en el territorio nacional todos los vehículos deben estar amparados
por un seguro obligatorio vigente. El Seguro Obligatorio de
Accidentes de Tránsito, Soat, se regirá por las normas actualmente
vigentes o aquellas que la modifiquen o sustituyan”.

Adicionalmente, el numeral D.2 del artículo 131 de ese Código, que


se refiere a las multas, indica que “Conducir sin portar los
seguros ordenados por la ley” acarrea una “multa
equivalente a treinta (30) salarios mínimos legales diarios
vigentes” y que el vehículo será inmovilizado.

Es claro entonces que la obligatoriedad de tener el Soat


vigente se fundamenta en un beneficio para los
conductores en caso de algún accidente de tránsito en el
que resulten heridos, sin embargo, hay algunos puntos en las
definiciones y categorías de este seguro que no convencen del
todo.

Son en total 35 categorías diferenciadas por el tipo de uso


del vehículo, su cilindraje, capacidad de carga y edad. Veamos el
caso de las motos, para las cuales la edad no importa y en cambio
la tarifa varía si se clasifican como ciclomotores, como motocarro,
tricimoto o cuadriciclo, o según cilindrada (menos de 100 cm3, de
100 a 200 cm3 y de 200 cm3 en adelante).

Lo que más llama la atención es la diferenciación por


cilindrada, pues en la más alta quedan clasificadas aquellas
de 200 cm3 en adelante. Es decir que una moto de 200 cm3
deberá pagar el mismo valor (541,300 pesos, en 2019) que una
moto de 1.200 cm3 o más, por ejemplo. Si parte de la
diferenciación en las tarifas se hace basada en el riesgo que
representan, ¿no debería haber más categorías?
Mirando las definiciones de las categorías llama la atención
la de camperos y camionetas. Según esta, la de camperos
“Comprende los vehículos a motor con transmisión doble (incluida
la versión 4x2)”, lo cual es una clara contradicción. Por otro lado,
parece haber confusión entre tracción y transmisión, pues no
todos los vehículos con tracción a las cuatro ruedas tienen doble
transmisión.

De forma similar, la de camionetas dice que “Comprende los


vehículos a motor de cuatro o más ruedas dotados con carrocería
abierta o cerrada para carga con capacidad máxima de una (1)
tonelada”. En este caso prácticamente cualquier vehículo
particular podría ser una camioneta, pues son más bien
pocos los que superan ese máximo de una tonelada de
carga.

Por ejemplo, allí podrían catalogarse fácilmente los que se


definen como Autos familiares, pues en teoría estos “Son los
vehículos no alquilables, con capacidad máxima para cinco (5)
pasajeros y por los cuales no se cobra pasaje. Incluye los vehículos
Station Wagon y Break”.

Veamos un caso puntual (entre varios). ¿Qué pasa con una


Subaru Outback? Al tener doble transmisión entraría en la
categoría de campero, su capacidad de carga máxima que no
supera la tonelada le daría cabida como camioneta y el hecho de
ser para cinco pasajeros bien podría definirla como un Auto
familiar. ¿Entonces?

Algo similar ocurre si miramos la categoría de Vehículos


particulares para seis o más pasajeros, que “Comprende los
vehículos de cuatro (4) o más ruedas, no alquilables, con capacidad
para seis (6) o más pasajeros y por los cuales no se cobra pasaje”.
Caso puntual (aunque hay varios): Kia Carens. Sus siete puestos
claramente la clasifican en esta categoría, pero no tendría
problema tampoco en clasificarse como Camioneta al tener
una capacidad de carga que no supera la tonelada.

El análisis del riesgo que representa cada tipo de vehículo


se ve reflejado en el Soat, de ahí que proporcionalmente el
de una moto sea más caro que el de un automóvil
particular, o que el de un vehículo de más de 15 toneladas y el de
un bus intermunicipal para 10 o más pasajeros sean los más caros,
pero si las definiciones de estas categorías muchas veces no son
claras sino en sus ambigüedades es difícil entender el valor que se
les asigna.

Otros dos puntos clave que afectan al Soat son el fraude y la


evasión. Según el Ministerio de Transporte, que en
noviembre del año pasado anunció que esta póliza se
expediría únicamente de forma digital (precisamente en un
intento de contrarrestar la evasión), esta se estima en un
42 por ciento, en tanto que el fraude se basa en accidentes de
cualquier tipo que son registrados como si hubieran sido de
tránsito para cobrar este seguro. Esto, si son creíbles las cifras de
vehículos matriculados que expide el Runt, pues no todos los que
están registrados circulan.

Sin embargo, llama la atención que el esfuerzo por hacer de


este un documento digital cuya vigencia puede ser
corroborada fácilmente por la policía, esté supeditada al
mencionado numeral D.2 del artículo 131 del Código de Tránsito
que obliga a portarlo. Es decir, se debe llevar en el vehículo una
copia física del mismo.

Evadido, engañado, contradictorio y ambiguo, el Seguro


Obligatorio de Accidentes de Tránsito parece seguir los
mismos pasos del Código de Tránsito: documentos en principio
beneficiosos para los ciudadanos pero pendientes de un revolcón
que los ponga al día.

¿Soat a la cédula?

Una propuesta que parece estar caminando es que el Soat


no esté asociado a cada vehículo sino a cada persona, de
acuerdo con su cédula. Con esto se busca que,
independientemente del medio de transporte que se utilice
(bicicleta, patineta, carro, moto, etc.) todas las personas
estén cubiertas por este seguro en caso de verse
involucradas en un accidente de tránsito. Esto beneficiaría,
sobre todo, a los ciclistas, e incluso a quienes tienen más
de un vehículo, pues solo necesitarían un Soat y no uno por
cada carro o moto que tenga. Teniendo en cuenta que en
Colombia hay casi 17 millones de licencias de conducción
activas, este escenario no afectaría el recaudo y de todas
maneras así hubiere menos pólizas expedidas, de manera
proporcional baja el riesgo del amparo que deben asumir.

Das könnte Ihnen auch gefallen