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Apunte de Cátedra.

Historia de las Artes Visuales II


Prof. María Eugenia Costa

INTRODUCCIÓN AL MOVIMIENTO NEOPLATÓNICO EN FLORENCIA

La doctrina filosófica neoplatónica se afirma en Florencia en los últimos


decenios del siglo XV. La relectura de Platón1 es en el Renacimiento una de las
corrientes más representativas del humanismo. Su principal representante fue
Marsilio Ficino (1433-1499) y junto con él, los miembros selectos de la “Academia
Platónica” de la Villa Careggi: Lorenzo de Médicis (político-aristócrata y
mecenas), Landino (comentador de Virgilio, Horacio y Dante), Poliziano (poeta y
literato latinista) y Pico della Mirándola (filósofo que introdujo el estudio de
fuentes orientales). Estos hombres dieron a conocer a Platón en latín (a través de
textos traducidos, con comentarios), a Plotino2 y también a escritores posteriores
(Proclo3, Dionisio el Areopagita4). Tuvieron en cuenta la tradición esotérica, la
sabiduría del Oriente (Hermes Trimegisto5, Orfeo6, Zoroastro7) y la doctrina
“secreta” de los pitágóricos8. Construyeron un sistema filosófico coherente en el
que infundían un nuevo significado a toda la herencia cultural de la época
(Virgilio, Cicerón, Lucrecio, Ovidio, Dante). Integraron la mitología clásica con
la astrología, el panteísmo, el esoterismo, la cábala y la magia; pero, por sobre
todo, armonizaron y fundieron los principios platónicos y pseudoplatónicos con los
dogmas cristianos. El título de la obra de Ficino “Teología Platónica” refleja su
deseo de restaurar la filosofía de Platón demostrando su acuerdo o concordancia con
el cristianismo. Ficino no reconoció una diferencia esencial entre las fuentes de
revelación paganas y cristianas (eran consideradas concordantes e intercambiables).
A su vez Pico della Mirándola afirmaba que la tradición pagana poseía una virtud
común con la Biblia: se podía hablar tanto de mitos paganos como hebreos. En el
dogma externo no parecía posible una conciliación entre las teologías paganas,
hebrea y cristiana. Pero, si se interpretaba la naturaleza de los dioses paganos en
el sentido místico de los platónicos órficos, la Ley mosaica en el sentido oculto
de la Cábala y si se extraía la clave de la gracia divina de los supuestos secretos
revelados por San Pablo a Dionisio el Areopagita, resultaba que esas teologías no
diferían en su esencia misteriosa y secreta. Según Pico della Mirándola, el
pensamiento cabalístico judaico y la imaginería pagana debían convertirse en nuevas
herramientas de la teología cristiana. Por ello señala Panofsky que el mito pagano
era considerado por los neoplatónicos como una manifestación directa de la verdad
religiosa (al igual que Platón era equiparado a Moisés) rompiéndose así los
estrictos límites de “lo sagrado” y” lo profano”. El neoplatonismo del siglo XV, al
entender la verdad y la revelación como una sola, rompió con las fronteras y
límites del pensamiento medieval (Panofsky considera este fenómeno como un “triunfo
de la descompartimentalización”, otros autores lo consideran como un mero
“sincretismo” o “hibridación”). Para los neoplatónicos era obvio, por ejemplo,
relacionar la idea platónica de la preexistencia, la reminiscencia y la
reencarnación, con el dogma cristiano de la resurrección y la doctrina de la
revelación. Ficino no veía ninguna diferencia esencial entre el amor platónico y la
caridad cristiana. De hecho la idea del amor es el eje mismo del sistema filosófico
de Ficino. El amor es la fuerza motriz por la que Dios infunde su esencia al mundo
y la causa de que las criaturas busquen la unión con El.
La doctrina de Ficino mantuvo una posición intermedia entre la concepción
escolástica según la cual Dios está por fuera del universo finito y las teorías
panteístas según las cuales el universo es infinito y Dios es idéntico a él. Ficino
concibió a Dios de una manera muy similar a como Plotino había concebido el Uno
inefable. Para Ficino Dios creó al mundo “al pensar en sí mismo” porque en El “ser,
pensar y querer” son la misma cosa, y si El no está en el universo, que es
ilimitado pero no infinito, el universo sí está en El. Este universo, extrañamente
diferenciado pero no separado del ser Supremo, se desdoblaba según el filósofo en
cuatro jerarquías de perfección gradualmente decreciente: la Mente Cósmica, el Alma
Cósmica, la Región de la Naturaleza y el Reino de la Materia (o cuerpo). Las
diferentes jerarquías estaban interrelacionadas por “una influencia divina que
emana de Dios, penetra en los Cielos, desciende a través de los elementos y alcanza
su fin en la materia”. Una corriente ininterrumpida de energía sobrenatural fluye
de arriba abajo y de abajo hacia arriba formando un “circuito o círculo
espiritual” continuo. El universo neoplatónico está animado y unificado por una
fuerza metafísica amorosa “que emana de Dios, penetra los cielos, desciende a
través de los elementos y alcanza su fin en la materia” Según Ficino, Amor era uno
de los nombres posibles para dicha corriente espiritual o serie de emanaciones que
van desde Dios al mundo y viceversa. El individuo se puede insertar a sí mismo en
este circuito místico y en esta “jerarquía de los seres”. En la concepción
neoplatónica del Universo (del Uno y del Todo) enlaza la idea de la Divinidad con
el mundo sensible a través de una cadena ininterrumpida de gradaciones. Las
diversas regiones o reinos que el alma humana tiene que atravesar para ascender
hasta Dios es una jerarquía de analogías. También en la filosofía de Pico della
Mirándola su imagen de los tres mundos (el terrestre, el celeste y el
supracelestial) se convierte en una descripción del Universo estratificado de los
neoplatónicos, sujeto a una serie de correspondencias en las cuales cada nivel de
existencia apunta al nivel superior. Con su planteo filosófico Pico della Mirándola
sistematiza, según Gombrich, la doctrina de la analogía de Platón. Todo elemento
del mundo superior es accesible a través de su correspondiente en este mundo.
Cabe señalar que, para Ficino, el universo se componía del mundo material
(la naturaleza) y la región inmaterial más allá de la órbita de la luna. A pesar de
su corruptibilidad e imperfección, el ”mundo sublunar” (terrenal) participaba de la
eterna vida y Belleza de Dios que le comunica su “divina influencia”. Pero en su
camino, el “esplendor de la Bondad divina” (tal como definen los neoplatónicos a
la Belleza), el “espíritu cósmico” se va desintegrando en las diversas esferas y
elementos. Para Ficino, el ascenso a la Unidad lleva a la aprehensión de la Belleza
como análogo de la Divinidad. Por lo tanto, no hay belleza perfecta en la tierra.
Ficino apoya la crítica que hace Plotino a los que consideran la belleza
puramente fenoménica como una relación armoniosa de las partes con el todo y de las
partes entre sí. Ficino identificaba Lo Bueno y Lo Bello e igualaba la Belleza a la
idea de Amor y Beatitud. (la Beatitud inefable, experimentada por las sibilas, los
profetas y algunos santos, es lo que Platón describe como “frenesí o furor divino”
del poeta o del “genio”). La belleza era considerada por Ficino como un “esplendor
del rostro de Dios”. Así como la Bondad divina se manifiesta en la belleza, el amor
tiene que ser definido como “un deseo del goce de la belleza”. Según Ficino esta
belleza está esparcida por el universo, pero existe principalmente bajo dos formas
simbolizadas por las “Venus Gemelas”. Cada una de las Venus “impulsa a procrear
belleza, pero cada una a su modo”. La “Venus Celestial” habita en la zona de la
Mente Cósmica. Simboliza el principio de la belleza universal, eterna e inteligible
de la divinidad y se relaciona con el amor divino o trascendente. La “Venus
Natural” mora en una zona intermedia entre la Mente Cósmica y el mundo sublunar.
Simboliza la “fuerza generadora” que da vida y forma a las cosas de la naturaleza,
que crea imágenes perecederas, visibles y tangibles de la belleza en la tierra
(incluido el arte). Esta última se relaciona con el amor humano o natural. Ambas
clases de amor (el amor divino y el amor humano antedichos). son honorables y
dignos. Ambas Venus están acompañadas de un Eros o Amor, considerado como su hijo,
porque cada forma de belleza engendra una forma correspondiente de amor. Pero
aquel que abandona el estado contemplativo de la belleza visible y cae en los
placeres sensuales, incurre para Ficino en el “amor bestial”, una forma de locura.
Para alcanzar el goce de la belleza Pico della Mirándola señalaba diversas
etapas:
1. Deleite en la belleza visible de un individuo (a través de los Sentidos)
2. Idealización de esta belleza visible determinada (vía la Imaginación)
3. Interpretación de la belleza visible determinada como simple ejemplo de la
belleza visible en general (la Razón es aplicada a la experiencia visual)
4.Interpretación de la belleza visible como expresión de valores morales (la Razón
se aparta de la experiencia visual)
5. Interpretación de esos valores morales como reflejo de los valores metafísicos
(la Razón abdica a favor de la Mente)
6.Interpretación de los valores metafísicos como funciones de una Belleza universal
inteligible (la Mente Humana se une con la Mente Cósmica)
Volviendo a Ficino, todos los seres humanos, plantas y animales estaban
influenciados por los cuerpos celestes. Todos los objetos o fenómenos naturales
estaban cargados de cierta energía cósmica. Desde este punto de vista, la línea
divisoria entre la ciencia y la magia es tan imprecisa como la que hay entre el
goce de la belleza terrena y la veneración de la bondad divina. Los neoplatónicos
consideran la “presencia de lo espiritual en lo material” y, sin embargo,
consideran al mundo terrestre como una “prisión” donde las formas puras o ideas
están “ahogadas”, “sumergidas”, desfiguradas” hasta un punto que pueden ser
irreconocibles. La vida en la tierra es un reflejo del esplendor de la divina
bondad. Ficino y sus seguidores compartieron la antigua creencia en una analogía
estructural entre el Macrocosmo (el Universo) y el Microcosmo (el hombre). De la
misma forma que el universo se compone del mundo material y la región inmaterial,
el hombre está compuesto de cuerpo y alma. Ficino distinguía el anima secunda (Alma
Inferior que está en estrecho contacto con el cuerpo) del anima prima (Alma
Superior) Esta última está constituida por una percepción externa (sentidos) y la
percepción interna (imaginación). El anima secunda incluye las facultades de
procreación, nutrición y crecimiento. El anima prima comprende sólo dos facultades:
la Razón (que coordina las imágenes proporcionadas por los sentidos o la
imaginación según las reglas de la lógica) y la Mente (que puede captar la verdad
por la contemplación directa del mundo de las Ideas y, por lo tanto, puede
comunicar o participar del intellectus divinus). Todo esto explica la posición
única del hombre en el sistema neoplatónico. Posee un cuerpo y comparte con los
animales las facultades de su Alma Inferior. No comparte su racionalidad con otros
seres vivos, ya que la Razón es una facultad exclusivamente humana. La Mente es
inferior a la inteligencia pura de Dios y de los ángeles y, sin embargo, es capaz
de acercarse a ambas. Este es el significado de la definición de Ficino del hombre
como “un alma racional que participa de la mente divina, y que emplea un cuerpo”.
“El hombre asciende a las regiones superiores sin descartar el mundo inferior, y
puede descender al mundo inferior sin desechar el superior”. Sólo la Mente puede
captar la verdad por la contemplación directa de las ideas “celestiales” y ser
capaz de concebir las nociones de eternidad e infinidad (por participar de una
esencia eterna e infinita). El hombre puede recordar sus experiencias anteriores a
la existencia y penetrar en la región de la Verdad y la Belleza eternas.

Bibliografía utilizada:
Panofsky, E. Estudios sobre iconología . Madrid, Alianza, 1976. Cap 5 El movimiento
neoplatónico en Florencia y el norte de Italia
Panofsky, E. Renacimiento y renacimientos en el arte occidental. Madrid, Alianza,
1975. Cap. 4 “Rinascimento dell’Antichita”: el siglo XV.

Fuentes para analizar conceptos estético-filosóficos subyacentes1

“La virtud es armonía (...) y cualquier bien y la divinidad. Por


consiguiente, también todas las cosas están formadas según armonía” Pitágoras
(siglos VI-V a.C) según Diógenes Laercio

“Todas las cosas que se conocen tienen un número: sin el número no sería
posible conocer o pensar nada” (...) “Respecto a la naturaleza y a la armonía, las
cosas son así. La sustancia de las cosas, que es eterna, y la naturaleza misma,
exigen un conocimiento no humano sino divino; de ahí que ninguna de las cosas que
existen y nosotros conocemos habría podido tener existencia si no existiera la
sustancia de las cosas que componen el cosmos, las que limitan y las ilimitadas.
Ahora bien, no siendo los principios ni iguales ni de la misma especie, no se
habrían podido ordenar en un cosmos, si no se hubiera añadido la armonía (...) Si
hubieran sido semejantes y de igual especie, no habría habido necesidad de la
armonía: pero los elementos que son desiguales y de especie distinta y diversamente
ordenados han de poder ser concluidos por la armonía que puede tenerlos unidos en
un cosmos” Fragmentos del presocrático Filolao (siglo V a.C)

“Ciertamente debemos explicar cuáles serían los cuatro cuerpos más perfectos
que, aunque disímiles entre sí, podrían nacer unos de otros cuando se desintegran.
En efecto, si lo logramos, tendremos la verdad acerca del origen de la tierra y el
fuego y de sus medios proporcionales (...) Debemos , entonces, esforzarnos por
componer estos cuatro géneros de cuerpos de extraordinaria belleza y decir que
hemos captado su naturaleza suficientemente, De los dos triángulos, al isósceles le
tocó en suerte una naturaleza única, pero las de aquel cuyo ángulo recto está
contenido en lados desiguales fueron infinitas (...) Sean elegidos, por tanto, dos
triángulos de los cuales están construidos el cuerpo del fuego y el de los otros
elementos: uno de ellos isósceles, el otro con un lado mayor cuyo cuadrado es tres
veces el cuadrado del menor (...) En primer lugar trataré la figura primera y más
pequeña cuyo elemento es el triángulo que tiene una hipotenusa de una extensión del
doble del lado menor. Cuando se unen dos de estos por la hipotenusa (...) de modo
que las hipotenusas y los catetos menores se orienten hacia un mismo punto como
centro, se genera un triángulo equilátero (...)” Timeo. Platón (siglo V-IV a.C)

“Extranjero: Se distingue en ella, por una parte, una técnica figurativa.


Esta existe cuando alguien, teniendo en cuenta las proporciones del modelo en
largo, ancho y alto, produce una imitación que consta incluso de los colores que le
corresponden. Teeteto: -¿Y qué? ¿Acaso todos los que imitan no intentan hacer eso?
Extranjero: -No aquellos que elaboran o dibujan obras monumentales. Si reprodujeran
las proporciones auténticas que poseen las cosas bellas, sabes bien que la parte
superior parecería más pequeña de lo debido, y la inferior, mayor, pues a una la
vemos de lejos y a la otra de cerca (...) Pero ¿acaso los artistas no se
despreocupan de la verdad y de las proporciones reales, y confieren a sus imágenes
las que parecen ser bellas? (...)¿No será justo llamar figurativa al primer tipo de
imitación, pues se parece al modelo?(...) ¿Y qué? lo que aparece como semejante de
lo bello solo porque se lo ve bien, pero que si alguien pudiera contemplarlo
adecuadamente en toda su magnitud no diría que se le parece” Sofista. Platón (siglo
V-IV a.C)

“La simetría es la armonía apropiada que surge de los miembros de la obra


misma y la correspondencia métrica que resulta de las partes separadas en relación
con el aspecto de la figura entera (...) La simetría nace de la proporción que los
griegos llaman analogía; ningún edificio puede ser ordenado de forma adecuada sin
analogía con la justa proporción del cuerpo humano” De architectura. Marcos
Vitrubio Polio (siglo I a.C)

“Todo lo que la naturaleza ha dispuesto sistemáticamente en el Universo


parece haber sido, tanto en sus partes como en el conjunto, determinado y puesto en
orden de acuerdo con el Número, por la previsión y el pensamiento de Aquel que creó
todas las cosas; pues el modelo estaba fijado, como un bosquejo preliminar, por la
dominación del Número preexistente en el espíritu del Dios creador del mundo,
número-idea, puramente inmaterial en todos sus aspectos y, al mismo tiempo, la
verdadera y eterna esencia, de manera que de acuerdo con el Número, como de
conformidad, en un plano artístico, fueron creadas todas las cosas(...)” “Como el
todo era una multitud ilimitada (....) se necesitaba un Orden (...) Ahora bien, en
la década es donde preexistía un equilibrio natural entre el conjunto y sus
elementos (...) De ahí el por qué mediante su razón el dios ordenador se sirvió de
la década como canon para el todo (...) y de ahí el por qué las cosas, desde el
cielo a la tierra, tienen para los conjuntos y las partes sus razones de
concordancia basadas en ella y ordenadas según ella” Nicómaco de Gerasa (siglo I)

“La belleza no reside en cada uno de los elementos, sino en la armoniosa


proporción de las partes, en la proporción de un dedo respecto al otro, de todos
los dedos respecto al resto de la mano, del resto de la mano respecto a la muñeca,
de esta respecto al antebrazo, del antebrazo respecto a todo el brazo, es decir, de
todas las partes respecto a todas las otras, como está escrito en el canon de
Policleto” Placita Hippocratis et Platonis. Claudio Galeno (siglo III)

“Todas las cosas que han sido construidas por la naturaleza primigenia
aparecen formadas según la razón de los números. Este fue en el ánimo del creador
el principal modelo. De aquí se tomaron la multitud de los cuatro elementos, la
sucesión de las estaciones, el movimiento de los astros, la rotación de los cielos”
De arithmetica. Boecio (480-525)

“Todo lo que está ordenado según los diseños de la divina Providencia es


bueno, es bello, es justo ¿Hay algo mejor que del enfrentamiento de los contrarios
se obtenga la alabanza inefable del universo y del Creador?” Juan Escoto (siglo
IX )

“La belleza del mundo es todo lo que parece en cada uno de sus elementos,
como las estrellas en el cielo, los pájaros en el aire, los peces en el agua, los
hombres sobre la tierra” Glosae super Platonem. Guillermo de Conches (siglo XII)

“La belleza espiritual consiste en el hecho de que el comportamiento y los


actos de una persona estén bien proporcionados según la luz de la razón” (...) En
efecto, para la belleza se requieren tres dotes. En primer lugar integridad o
perfección; porque las cosas incompletas, precisamente en cuanto tales, son
deformes. Por tanto (se requiere) proporción adecuada o armonía (entre las partes).
Finalmente, claridad o esplendor: de hecho consideramos bellas las cosas de colores
nítidos o resplandecientes” Summa Theologiae. Sto. Tomás de Aquino (siglo XIII)

“Todas las cosas son, por tanto, bellas y en cierto modo agradables; y no
hay belleza ni deleite sin proporción, y la proporción se halla en primer lugar en
los números: es necesario que todas las cosas tengan una proporción numérica y, por
consiguiente “el número es el modelo principal en la mente del Creador” y el rastro
principal que, en las cosas, conduce a la sabiduría. Ese rastro, siendo
evidentísimo a todos y cercanísimo a Dios (...) nos lo da a conocer en todas las
cosas corpóreas y sensibles, mientras que aprendemos que las cosas tienen una
proporción numérica, experimentamos deleite en esa proporción numérica y juzgamos
de manera irrefutable en virtud de las leyes que la regulan (...)” “Puesto que
Dios sólo puede hacer cosas ordenadas a sí; puesto que el orden presupone el
número, el número presupone la medida; puesto que sólo están ordenadas a otro las
cosas numeradas y sólo están numeradas las cosas limitadas, es necesario que Dios
haya hecho las cosas en número, peso y medida” Itinerarium mentis in Deum.
Buenaventura de Bagnorea (siglo XIII)

“Tres son las leyes fundamentales sobre las que se funda por completo el
método que estamos indagando: el número, aquello que llamaremos finitio
(delimitación) y la collocatio (colocación). Pero ahí está además una cualidad
resultante de la conexión y de la unión de todos estos elementos: en ella
resplandece admirablemente toda la forma de la belleza; y la llamaremos concinnitas
(armonía) y diremos que está verdaderamente nutrida de toda gracia y esplendor. Es
cometido de la concinnitas ordenar según leyes precisas las partes que de otro modo
por propia naturaleza serían bien distintas entre sí, de manera que su aspecto
presente una recíproca concordancia”(...) “Cualquier cosa que percibamos por vía
visiva o auditiva (...) enseguida advertimos lo que corresponde a la concinnitas.
Por instinto natural (...) aspiramos a lo mejor y a lo mejor nos acercamos con
placer; ni la concinnitas se manifiesta en el organismo completo o en sus partes
más de lo que no se manifieste por sí misma en la naturaleza- de suerte que yo la
llamo compañía del espíritu y la razón-; y tiene espacios vastísimos en los que
aplicarse y afirmarse. Abraza la vida entera del hombre y sus leyes; preside a la
naturaleza toda” (...)
“El arte de la construcción en su totalidad se compone de trazado y su
materialización. Toda acción y lógica del trazado tiene como objetivo el lograr el
medio correcto y solvente de ajustar y unir líneas y ángulos (...) Por tanto, es
labor y función del trazado fijar a los edificios y a sus partes un lugar adecuado,
por un lado, una determinada proporción y una disposición decorosa; por otro, una
distribución agradable, de modo que la conformación entera del edificio y su
configuración descanse ya en el trazado mismo (...) Y será posible proyectar en
mente y espíritu las formas en su totalidad, dejando a un lado todo el material;
tal objetivo lo conseguimos mediante el trazado y previa delimitación de ángulos y
líneas en una dirección y con una interrelación determinadas (...)” De re
aedificatoria. Leon Battista Alberti (1404-1472)

“Algunos opinan que la Belleza es una determinada disposición de todos los


miembros, o una conmesuración y proporción, opinión que nosotros no admitimos (...)
Hay que añadir que esa proporción comprende todos los miembros del cuerpo en su
conjunto, de tal forma que no está en ninguno de los miembros en sí, sino en todos
juntos. Por tanto, ningún miembro será bello en sí, pero sin embargo, la proporción
de todo el conjunto nace de las partes; por lo que resulta un absurdo.
“El Divino Poder, superior a Todo el universo, indulgentemente infunde en los
Ángeles y en las almas creadas por el, así como en sus hijos, ese rayo suyo
(...)Así, pues un mismo rostro de Dios reluce en tres espejos, por orden, en el
Ángel, en el alma y en el cuerpo material: en el 1ª, al ser el más cercano, de
manera clarísima; en el 2ª, al estar más lejos...menos clara; en el 3ª, al estar
muy lejos, oscurísima.(...) El esplendor y la gracia de este rostro divino, ya esté
en el Angel o en el alma o en la materia terrena, debe llamarse Belleza universal,
y el apetito que hacia ésta se despierta, Amor universal. Y nosotros no dudamos que
esta Belleza sea incorpórea” Sopra lo amore o ver Convito di Platone. Marsilio
Ficino (1433- 1499)

“El título que conviene a nuestro tratado debe ser La divina proporción. Y
esto por muchas correspondencias que encuentro en nuestra proporción (...) que
corresponden, por semejanza, a Dios mismo. La primera es que ella es una y nada más
que una; y no es posible asignarle otras especies ni diferencias. Y esta unidad es
el supremo epíteto de Dios mismo, según toda la escuela teológica y también
filosófica. La segunda correspondencia es la de la Santa Trinidad. Es decir, así
como in divinis hay una misma sustancia entre tres personas, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, de la misma manera una misma proporción de esta suerte siempre se encontrará
entre tres términos (...) La tercera correspondencia es que así como Dios,
propiamente, no se puede definir, ni puede ser entendido por nosotros con
palabras, de igual manera nuestra proporción no puede jamás determinarse con un
número inteligible ni expresarse con cantidad racional alguna sino que siempre es
oculta y secreta, y los matemáticos la llaman irracional. La cuarta correspondencia
es que, así como Dios jamás puede cambiar, y es todo en todo y está todo en todas
partes, de la misma manera nuestra proporción siempre, en toda cantidad continua y
discreta, sea grande o pequeña, es la misma y siempre invariable (...) La quinta
correspondencia: (...) así como Dios confiere el ser a la virtud celeste (...) y
mediante ella a los cuatro cuerpos simples, es decir a los cuatro elementos,
tierra, agua, aire y fuego, y por medio de estos confiere el ser a cada una de las
otras cosas en la naturaleza (...) la divina proporción da el ser formal-según el
antiguo Platón en su Timeo- al cielo mismo (...)” Cap. V. “Cuando una línea recta
se divide según la proporción que tiene el medio y dos extremos –que así, con otro
nombre, llaman los sabios a nuestra exquisita proporción-, si a su parte mayor se
agrega la mitad de toda la línea así proporcionalmente dividida, se seguirá
necesariamente que el cuadrado de su conjunto siempre es quíntuplo-es decir, cinco
veces mayor-del cuadrado de dicha mitad del total (...) Nuestra divina proporción
observa las mismas condiciones, es decir, que siempre entre sus tres términos, el
medio y los dos extremos, invariablemente contiene dos proporciones siempre de una
misma denominación (....) Por esto hay que saber, para poder reconocerla entre las
cantidades que se presenten, que siempre entre sus tres términos se la encuentra
dispuesta en proporcionalidad continua, de este modo: que el producto del menor
extremo por la suma del menor y el medio es igual al cuadrado del medio(...) Y
esto, de la tercera manera, concuerda con Dios” Cap. VII De divina proportione.
Luca Pacioli di Borgo (1445-c.1510)

“Nuestra alma está hecha de armonía y la armonía no se engendra, sino que


surge espontánea de la proporción de los objetos que la hacen visible. La gracia de
las proporciones está encerrada en normas armónicas.Hace falta usar estas reglas,
para corregir los errores de las primeras líneas de la composición. El pintor
inventa la forma y la materia de las cosas que va a representar, luego las mide,
organiza y proporciona” (...) "Si abrimos las piernas hasta disminuir la altura
en un catorceavo, y extendemos los brazos, levantándolos de tal modo que los dedos
medios estén al nivel de la parte superior de la cabeza, debemos saber que el
ombligo será el centro de un círculo del que los miembros extendidos tocan su
circunferencia. Asimismo, el espacio entre las piernas formará un triángulo
equilátero. El espacio existente entre los brazos extendidos de un hombre es igual
a su altura." Tratado de la Pintura. Leonardo da Vinci (1452-1519)

1 Platón (428-347 a.C) Filósofo griego, discípulo de Sócrates y maestro de


Aristóteles. Fundó en Atenas una escuela de filosofía llamada Academia. Sus obras
fueron escritas como diálogos. Recibió influencia pitagórica (Cf. El Timeo) Véase
su “doctrina de los dos mundos” o “teoría de las Ideas”
2 Plotino (205-270 a.C) Filósofo alejandrino que desarrolla un sistema neoplatónico
de panteísmo emanatista que intenta salvar las concepciones clásicas frente a las
interpretaciones cristianas. A pesar de ello culmina en un misticismo contemplativo
en el que el Uno es el origen de las Ideas.
3 Proclo (410-485 d.C) Filósofo griego neoplatónico que recogió la doctrina de
Plotino y defendió una visión panteísta del Universo.
4 Dionisio el Areopagita (1 d.C) Filósofo pagano griego, convertido al cristianismo
por San Pablo. Se lo creyó durante un tiempo autor del Corpus Areopagiticum
5 Hermes Trimegisto: En la mitología griega, nombre con el que se conocía al dios
egipcio Tot. Se le atribuyó la autoría del Corpus Hermeticum, un conjunto de
escritos esotéricos
6 Orfeo: Músico y poeta mítico de Tracia, hijo de Calíope y esposo de Eurídice.
7.Zoroastro (660-583 a.C): Legislador y reformador religioso persa que fundó el
mazdeísmo (doctrina basada en la existencia de dos principios: el bien y el mal)
8 Pitágoras (580- 500 a.C) Filósofo y matemático griego. En Crotona estableció una
escuela de filosofía donde enseñaba la inmortalidad del alma y la doctrina de la
encarnación, entre otros conocimientos religiosos, cosmológicos, científicos,
matemáticos, geométricos y musicales. El concepto básico de los pitagóricos era la
noción de Número, que consideraban el principio de todas las cosas.

1 Ideas de proporción, armonía, simetría, canon, euritmia, etc.


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