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DEL NORDESTE
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FOLIA HISTORICA DEL NORDESTE - EQUIPO EDITORIAL
ISSN 2525-1627
© Copyright by IIGHI, 2016
La revista Folia Histórica del Nordeste se encuentra en los siguientes índices y catálogos internacionales:
SciELO Scientific Electronic Library Online. Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas. Latindex catálogo. Latbook. UNIRED.
Handbook of Latin American Studies, Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI). Online Catalogs of Library of Congress,
University of California, University of Texas, University of Florida, University of Berkeley, University of Pittsburgh.
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FOLIA HISTORICA
DEL NORDESTE
ISSN 2525-1627
Resistencia, Chaco - Diciembre 2016
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES GEOHISTORICAS
INSTITUTO DE HISTORIA - FACULTAD DE HUMANIDADES
CONICET - UNNE
FOLIA HISTORICA
DEL NORDESTE
27
ÍNDICE
NOTA EDITORIAL5
ARTÍCULOS
Rodolfo Leyes
Caravanas de hombres marchaban: el éxodo obrero en Entre Ríos. 1925-1945 9
Anne Gustavsson
Prácticas de exploración y colonización. Relatos de Mauricio Jesperson
sobre el Gran Chaco durante la primera mitad del Siglo XX 39
Karina Clissa
La oratoria sagrada y la imagen ideal de la infancia 75
Javier A. Berdini
Santos reyes. Virtuosos incas. Antiguos tiranos: imagen de la monarquía
en la homilética sagrada rioplatense (SS. XVIII-XIX) 127
Denise Reyna Berrotarán
Monseñor Pablo Cabrera, el “deber ser nacional” y el “deber ser
ciudadano” en sus sermones 149
NOTAS Y DOCUMENTOS
Angélica Otazú
Los guaraní y su orientación en el espacio 191
Diego Bracco
Charrúas, Bohanes, Pampas y Guenoa Minuanos en los pueblos de Misiones 199
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
Glück, Mario
La nación imaginada desde una ciudad. Las ideas políticas de Juan Álvarez,
1898-1954. Buenos Aires, Editorial UNQ, 2015, pp. 360, por Claudia E. Rosa 219
NOTA EDITORIAL
Este número ofrece en la sección Artículos dos aportes históricos que dan
cuenta de la construcción de los espacios provinciales a partir de la problemática de la
migración, exploración y ocupación de los territorios. El primero focaliza la cuestión
de la migración interna de los obreros -1925-1945- a partir de un análisis que explora
los motivos de la migración, el proceso histórico en marcha, el papel del Estado y los
programas políticos en discusión sobre la migración, visto todo, desde una provincia
expulsora: Entre Ríos. El segundo brinda un primer acercamiento a la vida y las obras de
Mauricio Jesperson (1888-1969), explorador y colonizador del Gran Chaco. Los relatos
de este viajero posibilitan analizar las relaciones interétnicas en zonas de frontera en el
Chaco Austral y las prácticas de colonización llevadas a cabo en el Chaco Boreal.
En la siguiente sección se presenta el Dossier: El “deber ser” en la oratoria
sagrada rioplatense (Siglos XVIII y XIX) coordinado por el Dr. Silvano Benito Moya.
Se ofrecen cinco investigaciones recientes y originales sobre la compleja construcción
de arquetipos modélicos que se proponían desde el púlpito u otros estrados, tomando
como referencia a los sermones como parte del corpus central analizado.
En Notas y Documentos se pone al alcance del lector una sección denominada
“Naturalezas” en debate. Sentidos, apropiaciones y discusiones en torno al espacio
y al territorio”. La misma posee tres artículos presentados en las XVI Jornadas
Internacionales sobre Misiones Jesuíticas en el simposio coordinado por Artur H
Barcelos y Carlos D. Paz, quienes tienen a su cargo la introducción en la temática.
Dichos textos aportan desde diversas variables a la cuestión del territorio misional
entendido como una porción física pero a la vez como espacio construido y modificado
socialmente, en dónde se sustentan aquellas prácticas generadoras de sentidos.
Por último se incluye la sección Reseñas que refleja las novedades editoriales.
Agradecemos y valoramos el respaldo y la confianza que han depositado en
nosotros los integrantes del Comité Académico y Comité Editorial especialmente, la
generosa y profesional tarea de los 25 árbitros que participaron en este número.
Invitamos a la comunidad académica a continuar apoyando a esta publicación
con el envío de trabajos para las diferentes secciones, aportes que nos permitirán seguir
creciendo.
Equipo editorial
5
Artículos
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 9-38
Rodolfo Leyes*
Resumen
La migración de mano de obra es uno de los hechos más dramáticos y permanentes del capitalismo.
La República Argentina formó su proletariado a partir de contingentes transatlánticos y de las regiones
vecinas menos desarrolladas. Sin embargo, desde la década de 1920, las migraciones cambiaron. Las
provincias pampeanas, receptoras de población hasta ese momento, comienzan a expulsar mano de obra
sobrante. Un proceso que tiene por trasfondo la mecanización de tareas rurales que impone el éxodo como
horizonte de vida a miles de trabajadores.
La llegada de estos obreros a las grandes urbes del litoral –Buenos Aires particularmente- ha
dado lugar a una discusión historiográfica al respecto de la base social de quienes apoyaron a Perón aquel
histórico 17 de octubre de 1945. En este contexto, aportamos con el presente trabajo al conocimiento de los
motivos de la migración, el proceso histórico en marcha, el papel del Estado y los programas políticos en
discusión sobre la migración, visto todo, desde una provincia expulsora: Entre Ríos. Para una construcción
más fehacientes nos hemos basado en periódicos de diversas corrientes ideológicas, documentación estatal,
material estadístico y memorias de exiliados, así como un repaso por las obras bibliográficas fundamentales.
Abstract
Workforce migration is one of the most dramatic and permanent facts of capitalism. From
transatlantic contingents and less developed neighbouring regions, Argentina shaped a proletariat. However,
migrations changed since the 20’s. The provinces of the Pampa region, up to this time population receivers,
began to expel surplus labour. This process’ background lays on farm tasks mechanization and imposes
exodus to thousands of workers.
The arrival of workers to major cities of the littoral –particularly, Buenos Aires- gave room to a
historiographical discussion about the social basis of those who supports Perón on that historical October
17th, 1945. Within this context, this work contributes to the knowledge of migration causes, the historical
process in progress, the role of the state and political programs in dispute about migration, all of this, seen
from an expelling province: Entre Ríos. For a more reliable development, I analyze different sources such
as newspapers of diverse ideological line, state documentation, statistic materials, and memoirs of expelled
people, as well as main bibliography review.
9
ARTÍCULOS
Introducción
Dentro de las transformaciones que el capitalismo genera, el éxodo de la
mano de obra es una de sus marcas de época. Argentina no escapa a movimientos
demográficos, primero como receptora en el ambiente rural, luego en la conformación
de grandes urbes. En el caso de Entre Ríos, se ubican aquellos contingentes trasatlánticos
y de otras regiones del litoral en diferentes poblados, dando vida a la campaña en
las denominadas “colonias agrarias”, lugar donde se desarrolló la producción agro-
cerealera, complementaria a la producción ganadera.
Llegada la década de 1920, comenzó un movimiento inverso, desterrando
población rural. Signada por las transformaciones tecnológicas, el reemplazo de mano
de obra por nuevas máquinas ofrecía como destino a los trabajadores o desocupación o
éxodo. La provincia de Entre Ríos aportó miles de trabajadores que se convirtieron en
migrantes internos, especialmente habitantes de las grandes urbes de las provincias de
Buenos Aires y Santa Fe.
El hecho de que sean entrerrianos –como santafesinos, pampeanos o cordobeses-
los primeros migrantes masivos, puede aportar luz a los estudios sobre la relación entre
los migrantes internos y el surgimiento del peronismo. Aportar a dicho debate con la
perspectiva de la provincia expulsora. Sin embargo, diremos que no se trata de “una
vez más” sobre el origen del peronismo –parafraseando a Juan Carlos Torre– sino,
de participar del estudio del fenómeno migratorio. Reconocer qué clases o fracciones
fueron las más afectadas por el proceso de expulsión, reconstruir históricamente
como fue dicho proceso, los motivos, las zonas de expulsión, su tamaño y una posible
periodización.
La reconstrucción histórica se hizo en base a una variedad de fuentes que
incluyen periódicos de diversas ciudades y tendencias ideológicas, material estatal,
compuesto por informes, producción estadística y documentación oficial variada.
10
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a una nueva ortodoxia –como astutamente la llamó Torcuato Di Tella- (Di Tella, 2003:
11).Como prueba de sus dichos, en una conferencia reciente, Daniel James afirmó que
la respuesta de Halperín Donghi a Germani (James, 2013: 140-141; Halperín Donghi,
1980: 219-250.), había cerrado los análisis sobre los migrantes internos, dando un giro
en la historiografía sobre el peronismo. Así, las posiciones contrarias a Germani se han
convertido en nuevas máximas, a pesar de existir preguntas por hacerse. Sin embargo,
cada tiempo en tanto, la discusión sobre los migrantes internos vuelve a su sentido
original, a su vinculación con la histórica elección de febrero de 1946 para ser refutada,
al decir de Nicolás Quiroga (Quiroga, 2016: 179).
El texto inaugural de la historiografía sobre el peronismo fue el ya clásico de
Gino Germani, Política y sociedad en una época de transición, de 1962. En aquella
obra, el autor, intentó dar una explicación sobre el proceso histórico que atravesó la
sociedad argentina. Se dispuso al análisis del fenómeno peronista, que solo siete años
antes había sido derrocado del poder estatal y claramente había conmovido la base
social de la Argentina1. Germani señaló que entre los años 1936-1947, se había dado
un proceso de migración interna “elevadísima” -respetando la palabra utilizada por el
autor- y que este flujo migratorio de grandes masas trasplantadas de manera rápida
del campo a la ciudad, compuesto por jornaleros especialmente, no encontró en el
nuevo ambiente urbano canales institucionales para su absorción dentro del sistema
democrático-burgués. Ni siquiera por parte de los partidos obreros, que no supieron
proporcionar una expresión adecuada a las demandas de los recién llegados, poseedores
de valores primitivos en materia de participación institucional, acostumbrados al
caudillismo. El golpe de 1943 abrió, según él, las puertas a un tipo nuevo de gobierno
totalitario específicamente americano, que serían los gobiernos “nacional-populares”,
y se habría convertido en vehículo de aquellas demandas no reconocidas, a su vez, los
migrantes internos, serían masas disponibles, útiles a los planes de los uniformados.
Patrones psico-sociales comunes hicieron que aquellas masas disponibles reconozcan
en el Coronel Perón la fuerza carismática de los viejos caudillos con los que estaban
emparentados en sus lugares de origen. Esa relación es la que explicaría los éxitos del
peronismo (Germani, 1962: 230-252).
Una explicación de ese tipo no tardó en ser criticada. La publicación en 1969 de
“El movimiento obrero en los orígenes del peronismo”, segunda parte del trabajo más
conocido como: Estudio sobre los orígenes del peronismo, de Miguel Murmis y Juan
Carlos Portantiero fue la piedra fundamental de lo que se llamó “Tesis revisionista”
(Murmis y Portantiero, 2006). El centro de su ataque era la supuesta división entre
una “vieja” y una “nueva” clase obrera la cual consideraban amalgamada o con una
experiencia acumulada por algunas décadas de vida en las grandes ciudades. El trabajo
de los críticos pone el acento en la continuidad de muchos viejos sindicatos y dirigentes
en la conformación del sindicalismo peronista. Mostrando así que no eran los nuevos
sindicatos industriales –supuestamente compuesto por los migrantes recientes- los
1
Germani aclara que el grueso de la reflexión sobre el peronismo fue escrita en 1956 y de allí continuó
reflexionando sobre dicho fenómeno (Germani, 1962: 233).
11
ARTÍCULOS
primeros en recibir a Perón, sino que habían sido muchos de los antiguos sindicatos
(Murmis y Portantiero, 2006: 113-186). Conclusión final: no hay una relación diferencial
en el apoyo a Perón, entre los “viejos obreros” y “nuevos obreros”.
Germani no se mantuvo incólume a las críticas. Publicó uno de sus últimos
trabajos: “El surgimiento del peronismo: El rol de los obreros y de los migrantes
internos” (Germani, 1980: 87-163.)2, donde reafirmó sus dichos y cuestionó las críticas.
Señaló que el peso de obreros urbanos era mayor que el otorgado por sus críticos, por
otro lado acusó una operacionalización errónea de los datos. También se refirió a la
proporción de los migrantes internos y retomó el cuerpo de su tesis original sobre las
formas asociativas.
Es probable que la muerte en 1979 de Gino Germani haya sido el motivo de
la interrupción del debate, más que los argumentos de Halperín Donghi. Sin embargo,
no podemos dejar pasar por alto algunos elementos importantes que Halperín señaló, a
saber: los inmigrantes extranjeros son diversos en su comportamiento, recorrido social,
forma de sociabilidad y adaptación a la Argentina de la primera mitad del siglo XX, por
lo cual, no se puede establecer un tipo ideal. Algo análogo sucedió con los migrantes
internos. No solo que no eran del origen que Germani señaló, sino que las características
de estos eran más complejas de lo que se creía. Otra de las críticas de Halperín apuntó a
las bases materiales que empujaron a la migración, sobre las que nos referiremos en el
próximo apartado, asimismo, y tal vez lo más importante, registraba el origen provincial
de los primeros migrantes, no en la periferia de la pampa húmeda, sino en su corazón.
(Halperín Donghi, 1980).
Hacia fines de la década del 90, el trabajo de Roberto Korzeniewicz,
(Korzeniewicz, 1993)3 no hizo más que profundizar las líneas revisionistas, en especial,
sobre el carácter de continuidad entre el movimiento obrero anterior al 17 de octubre
y el posterior. La referencia al debate sobre la nueva y la vieja clase obrera era un paso
inevitable pero enmarcado dentro del estado del problema y como algo saldado. La
“nueva ortodoxia” se impuso, no sin razón.
En los últimos años, el debate ha vuelto a ser retomado. Nos referiremos a
tres trabajos o avances de trabajo de destacados investigadores que reanudan el estudio
del objeto con perspectivas disimiles. Por antigüedad de la publicación nos ocupamos
primero del trabajo de Omar Acha (Acha, 2008). El trabajo cuestiona y demuestra cómo
fue la conformación de las familias a través de las actas de matrimonio que muestran
el origen de los cónyuges y su ocupación. Con esto mostró el peso de las mujeres en
2
En una publicación póstuma, escrita en 1973, Germani matizaba la participación casi exclusiva de los
“nuevos obreros” afirmando que: “…para las clases populares de formación urbana y moderna y con
experiencia sindical, se trataba de una adhesión condicionada por las circunstancias, el único camino
viable para expresar las necesidades de la clase obra en las condiciones dominantes en esa época.”, ver:
Germani, 1992: 80- 83.
3
El trabajo de Korzeniewicz complementa las críticas de Halperín Donghi. Desarrolla tres puntos
fundamentales y contrarios a Germani: A) El tamaño de la migración, en particular los errores de cálculos
por parte de Germani. B) La composición de origen de los migrantes, continuando la línea de Halperín
sobre el origen de los migrantes y, C) El papel político de los migrantes internos, en particular su peso.
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La provincia de Entre Ríos, realizaba anualmente una serie de estadísticas que eran un verdadero balance
de la provincia. Sin embargo, en materia de la evolución demográfica, se limitaba a una estimación
matemática. Para tener una idea del “margen” de error, podemos presentar la proyección para 1945, que
era de 892.208 entrerrianos, divididos entre 330.643 que habitarían las ciudades y 561.565 en el campo.
Un año más tarde, cuando se realizó el Cuarto Censo nacional, los resultados relevados en el terreno
eran otros: la provincia de Entre Ríos poseía una población de 787.362 habitantes (104.846 personas
menos que las estimaciones provinciales). De los cuales 421.314 eran habitantes urbanos y los restantes
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ARTÍCULOS
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Entre Ríos. Ministerio de Gobierno. Dirección General de Estadística, Síntesis Estadística: Año 1929,
Paraná, Imprenta Oficial, 1930, S/N. Ministerio de Agricultura. Censo General agropecuario de 1937:
resultados generales (Cifras Provisionales), Buenos Aires, S/E, 1938, p.37-38. Entre Ríos. Ministerio
de Hacienda, Dirección General de Estadística, Síntesis Estadística: Año 1943, Paraná, Imprenta de la
Provincia, 1944.
6
Hemos desarrollado in-extenso esta posición para Entre Ríos, en una ponencia presentada y en la cual aún
estamos trabajando, se puede consultar: Leyes, 2013.
7
República Argentina. Tercer Censo Nacional, Tomo V, Explotaciones Agropecuarias, Buenos Aires, Talleres
Gráficos L. J. Rosso y Cía, 1919, p. 585. Ministerio de Agricultura. Censo nacional agropecuario: 1937,
15
ARTÍCULOS
por unidades, lo más importante eran sus características productivas. Mientras una de las
viejas trilladoras ocupaba entre 22 a 25 trabajadores, una cosechadora-trilladora lo hacía
con solo 5 a 6 trabajadores. Por otra parte, realizaba la tarea más rápido, unificando la
cosecha con la trilla y no, como dos momentos separados del proceso productivo como
hasta entonces (Sartelli, 1997). A esto, deberíamos agregar que la mano de obra puede
ser abastecida por miembros de la propia familia del chacarero, lo cual reduce aún más
la demanda de obreros. Esto era percibido por los periódicos contemporáneos que se
expresaban de esta manera:
“Desocupación en la campaña: En estos momentos en toda la
campaña de la provincia se siente una casi absoluta falta de
trabajo, que es motivo de preocupación general. La adaptación
de nuevas máquinas a la recolección de las cosechas, ha hecho
que las tareas rurales que antes llegaban hasta abril, estén una
casi por completo terminadas, con lo que quedan sin ocupación
numerosos obreros. Algunos diarios de la provincia prestan
atención al asunto considerando con razón, que se plantea
con la desocupación un problema cuyo estudio se impone con
urgencia, a fin de buscar los medios de solucionarlo.” (El Entre
Ríos, Colón, 21/02/1929).
Otras dos maquinarias que hicieron retroceder la demanda de trabajadores fueron
el tractor y la llegada del camión. Uno y otro ayudaron especialmente a la reducción
del tiempo de preparación de la tierra y del transporte, respectivamente. Además, en el
caso del camión, su utilización sirvió a modificar la naturaleza del transporte, reemplazó
las características bolsas de arpillera –con su dificultad estacional de abasto, poca
durabilidad y alto costo- y permitió el transporte a granel que facilitó el uso del elevador
de granos, lo que disminuyó el trabajo de estiba en los grandes puertos y estaciones
de trenes. Como lo señalaba el periódico sindicalista El Despertar, de Concepción del
Uruguay:
“Sabido es que en el interior de nuestra Provincia la vida
económica depende del movimiento que trae en sí el movimiento
de las cosechas, en primer lugar lo que tiene de valor para la
misma vida del comercio local, que depende en gran parte
del movimiento de jornales que reciben los trabajadores
galponeros por su trabajo en los galpones, y el movimiento de
bolsas hace más activo el comercio, da más vida localmente,
pues con buenas cosechas pueden trabajar hasta cuatro o
cinco meses. El elevador viene a restringir estas entradas en
un 70% en cada localidad, ya que donde antes se empleaban
Buenos Aires, Guillermo Kraft Ltda., 1940, p.189. República Argentina. Ministerio de Asuntos técnicos
del Estado, Dir. Gen. Del Serv. Est. Nacional, IV Censo General de la Nación: Censo Industrial de 1947,
Tomo III, Buenos Aires, Dirección Nacional del Servicio Estadístico, 1952, pp. 486-491.
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República Argentina. Censo Agropecuario Nacional, la ganadería y la agricultura en 1908: La Ganadería,
Buenos Aires, Talleres de Publicaciones de la Oficina Meteorológica, 1909, Vol. I., pp.57, 283, 378. Entre
Ríos. Ministerio de Hacienda, Dirección General de Estadística, Síntesis Estadística: Año 1944-1945,
Paraná, Imprenta de la Provincia, 1946, p. 57.
9
Barcón Olesa, J. El estado de Entre Ríos. Álbum gráfico y exposición sintética de sus elementos de
progreso, Paraná, S/E. 1912, p.30. República Oriental del Uruguay. Comisión de Ganadería, Ramos
Montero, A. La esquila con máquina: resultados que ha producido en el país, Montevideo, Talleres
Barreiro, 1910, pp.15-24, 39.
10
Ministerio de Agricultura. Estadística comercial e industrial de la Provincia de Entre Ríos, Boletín Nº 26,
1917, pp. 33 y 40. IV Censo General de la Nación: Censo Industrial de 1947, Tomo III, p. 74.
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ARTÍCULOS
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ARTÍCULOS
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1916: 239).
Después de argumentar sobre la falta de empleo y la carencia de industria, indica
la suma de 47.072 entrerrianos que habitaban fuera de la provincia, lo que contrasta con
la cifra propuesta por los Lattes, que se referían unos 25 mil para el mismo periodo. Vale
agregar que el valor ofrecido por el censo, equivale al 12,3% de la población. Otra dato,
para indicar el peso de la emigración es que, en el cómputo de ingresos y egresos, nos
da un saldo negativo de 30.269 personas. Es decir, la población que migraba hacía Entre
Ríos, no compensaba a los emigrados, lo que se llama una migración neta negativa14
(Recchini de Lattes y Lattes, 1969: 128-129).
Para el siguiente censo nacional, el de 1947, nos debemos apoyar en los cálculos
de Lattes y Rechinni de Lattes, que indican una migración de 125 personas. Expulsando
21 mil personas a la provincia de Santa Fe, 50 mil a la provincia de Buenos Aires –sin
especificar si se trata de su conurbano o el interior- y otros 50 mil a la Capital Federal
(Recchini de Lattes y Lattes, 1969: 128-129).Si comparamos porcentajes, los datos
demográficos pueden ser más duros. El censo de 1947 indicó una población de 787.363
personas en Entre Ríos, por lo cual, los 125 mil entrerrianos afuera equivalen al 16% de
sus habitantes15.
Hay que agregar que los censos –delos cuales se valieron los Lattes para su
informe- tienen el error de indicar sólo a los nacidos en la provincia y censados fuera
de ella. Por lo cual, todos los inmigrantes ultramarinos que hubieran emigrado de
Entre Ríos,16 habrán quedado fuera del cálculo de la población expulsada de aquella
provincia17. En una provincia como Entre Ríos, con grandes contingentes de migrantes
transatlánticos, es más que probable que haya pobladores que vivieron un tiempo en ella
para luego volver emigrar.18
4. Los caminos
Es difícil aseverar las rutas seguidas por quienes migraron. La documentación
disponible indica que los obreros fueron en su mayoría los que abandonaron la provincia,
14
República Argentina. Tercer Censo Nacional, Tomo I, Antecedentes y comentarios, Buenos Aires, Talleres
Gráficos L. J. Rosso y Cía. 1916, p. 240.
15
Una cifra menor, la ofrece Pio Isaac Monteagudo, trabajando con datos del Cuarto censo nacional, aunque
sin referenciar páginas. En su caso señala que la población entrerriana para aquel censo era de 787.362
habitantes –número oficial vertido por aquel censo- mientras fuera de la provincia habitaban 76.648
entrerrianos, basado en el total de entrerrianos censados en el país. Ver: Monteagudo, 1956: 55.
16
Eran el 17,04% de la población en Entre Ríos de 1914 y el 5,29% para 1947.
17
República Argentina. Tercer Censo Nacional, Tomo I, Antecedentes y comentarios, Buenos Aires, Talleres
Gráficos L. J. Rosso y Cía. 1916, p.202. IV Censo General de la Nación: Censo Industrial de 1947, Tomo
III p. LXIII.
18
El caso del socialista Enrique Dickmann, nacido en Lituania,vivió en ER y luego migró a BA, es un caso
conocido de estos. Pero la colectividad judía, a la que Dickmann pertenecía en un sentido laxo, puede
ser un ejemplo paradigmático de poblaciones que volvieron a migrar luego del viaje transatlántico. Ver:
Dickmann, 1949: 17-51.
21
ARTÍCULOS
mientras los chacareros se dirigieron a las ciudades cabeceras,19 haciendo que la relación
entre campo y la ciudad se haya revertido. Según el censo de 1947, por primera vez en la
historia provincial, la población urbana superó a la rural. En 1927 se proyectó 238.781
(38,3%) personas viviendo en las ciudades y 383.068 en el ambiente rural. Veinte años
después, el cuarto censo nacional informó que, 434.029 entrerrianos vivían en la ciudad
(56%) contra los 342.251 que aún permanecían en el campo20.
También es dificultoso indicar cuáles fueron los departamentos que más
población expulsaron. Para poder realizar el cálculo sería necesario sumar los
nacimientos, la inmigración y la población establecida para luego descontar las
defunciones, así tendríamos el cálculo de cuantos se han ido. Otro método, más sencillo,
para el cual tampoco tenemos la información suficiente, sería revisar los orígenes de las
poblaciones de otras provincias o naciones y descontar a los nacidos en la provincia de
estudio (Martínez y Gómez García, 2002). Este método, es deficitario en dos sentidos,
en primera instancia porque sería una tarea titánica conocer a través de las partidas de
nacimiento a los que se movilizaron internamente o dentro de la misma provincia. El
segundo problema que brota de éste método es el de las poblaciones que no han nacido
en la provincia, que han vivido un tiempo en ella y luego han vuelto a migrar, como el
caso ya indicado de los inmigrantes transatlánticos.
Es por esto que la respuesta no se puede dar de modo cerrada o se haga de modo
incompleto, recurriendo a otras fuentes, menos fieles pero disponibles, como son los
periódicos. Sin embargo, el siguiente cuadro realizado con censos nacionales compara
los valores demográficos y la evolución por departamento en sus poblaciones urbanas
y rurales.
Del cuadro se desprende un crecimiento poblacional en el orden del 85% con
respecto al censo anterior. Sin embargo, lo más rico, surge de un acercamiento por
departamento y la comparación urbano/rural. Creemos que se pueden notar los dos
movimientos demográficos aquí descritos: el éxodo del campo a la ciudad y el abandono
de la provincia. Ambos procesos, que se verán, no fueron territorialmente homogéneos.
Como se puede apreciar, hacia 1946, por primera vez en la historia de la
provincia, la población urbana es mayor que la rural21. Tendencia que se irá en aumento
19
Sin dudas esta hipótesis se merece un estudio en sí mismo, pero es viable que dado que el proceso de
expropiación no se concreta en un cien por cien de una vez, es posible que el abandono de la chacra
se deba a su inviabilidad en términos productivos, sin que signifique su perdida, aunque deje de ser su
principal medio de vida. De allí que luego, la ganadería no se haya visto tan afectada, o que el arriendo
se haya convertido en fuente de apropiación de renta. La realidad del agro-pampeano se puede consultar
en: Barsky & Gelman, 2005: Cap. VIII. Y Sartelli, 2008.
20
Entre Ríos, Ministerio de Gobierno. Dirección General de Estadística, Síntesis estadística: año 1927,
Paraná, Imprenta Oficial, S/N. 1928. IV Censo General de la Nación: Censo Industrial de 1947, Tomo
III….Op. cit., p.LXIX.
21
Los estadísticas censales entre 1869 hasta 1927 mostraban los siguientes porcentajes comparados: En
1869 la población urbana era aproximadamente el 40%, en 1895 era cercana al 33,5% y, según cálculos
provinciales, en 1927, la población urbana correspondía al 38,3% del total de los habitantes de la
provincia. Ver: Primer Censo de la República Argentina…Op. cit., p. 171. República Argentina. Segundo
Censo Nacional: 1895: población, Buenos Aires, Imprenta de la Penitenciaría Nacional, 1898, Vol. 2, CL
22
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con los años, pero que en algunos departamentos se destaca su grado de urbanidad,
como son los casos de Concordia, Gualeguay y Paraná con el 70,7%, 61,2% y el 67,1%
de los habitantes en ciudades, respectivamente. Tres de éstas, Concordia, La Paz –sobre
ésta última nos referiremos más adelante- y Paraná, crecieron más del cien por cien en el
periodo intercensal, lo que las ubica varios puntos por encima del crecimiento promedio
de las ciudades del periodo. Con respecto a los departamentos con la mayor población
rural, se destacan algunas, como es el caso de Villaguay, Tala y La Paz.
Fuentes: República Argentina, Tercer Censo Nacional, Tomo II, Población, Buenos Aires, Talleres
Gráficos L. J. Rosso y Cía, 1916, pp. 238-249. Ministerio de Asuntos Técnicos, IV Censo General de la
Nación, Censo Poblacional, Tomo I, Dirección del Servicio Estadístico, Buenos Aires, 1949, 232.
Si se observa con más atención, se verá que Diamante, Nogoyá, Tala y Victoria
-todos departamentos de la región sur-oeste de la provincia- son los que menos
crecimiento poblacional han tenido. Deberíamos agregar a Gualeguay, para completar
aquella región, lindante con el río Paraná y las provincias de Santa Fe y Buenos Aires.22
Surge así hipótesis ¿No serán los departamentos que mantienen la mayor población rural
los que más población perdieron, en los cuales sus migrantes no sólo dejaron el campo
sino el departamento ya que el ambiente urbano inmediato no les pudo dar ocupación?
y 186. Entre Ríos. Ministerio de Gobierno. Dirección General de Estadística, Síntesis estadística: año
1927…Op. cit.
22
Y dicho sea de paso, departamentos cerealeros por excelencia, por lo tanto, dónde más debe haber
penetrado la mecanización de las tareas rurales favoreciendo la desocupación, y de los cuales, el único
que guardaba algún grado de industrialización urbana era Gualeguay. Lo que puede explicar por qué es
el único que tiene mayoría de población urbana.
23
ARTÍCULOS
5. El proceso en marcha
El movimiento demográfico no pasó inadvertido para los contemporáneos. Un
diario de la ciudad de Paraná retrató con profundidad lo que ocurría en aquel momento en
referencia a las migraciones y al consecuente abandono de la provincia. Decía en 1938:
“La terrible depresión económica que se deja sentir desde
1930, y que persiste, aunque con menor intensidad, provocó,
entre sus diversas derivaciones, un movimiento migratorio
acentuado, aumento en forma extraordinaria la desocupación y
los linyeras se vieron cruzar en todas direcciones. Las gentes,
en busca de mejoramiento para su situación o en procura de
trabajo, evolucionaban de un lado a otro. La necesidad impuso
andanzas y adioses y se entreveraron los oficios (…) hubo
activas evoluciones internas y corrientes que se proyectaron
fuera de los límites provinciales. Trabajadores, y hasta familias
enteras, abandonaban su pago con el anhelo de ver mejorada su
suerte. Muchos campesinos buscaron refugio en las ciudades,
mientras de los suburbios de las ciudades caravanas de hombres
marchaban al campo…” (El Tiempo, Paraná, 12/03/1938)
Este recorte guarda en buena medida una impresión realista del sacudón
demográfico que estamos historiando en estas páginas. La fecha citada marca la
insoluble relación entre la crisis, la desocupación y la migración. También habla de
las direcciones tomadas y las clases afectadas. Como se verá a continuación, el éxodo
afectó a dos grupos sociales de modo particular: por un lado, amplias fracciones de la
clase obrera, en especial, al proletariado rural, con un fuerte peso de la infantería ligera
del capital,23 y por otro, a las fracciones más empobrecidas de la pequeña burguesía rural
y al proletariado con tierra, que habitó las colonias agrícolas y pequeñas propiedades
rurales, mal llamados “campesinos” por el medio citado.
23
Es la capa de obreros que se caracteriza por el trabajo estacional, la permanente movilidad geográfica
en búsqueda de trabajo, el pago mínimo y las peores condiciones de trabajo. Normalmente, son obreros
abocados a las tareas de construcción de grandes obras, los recolectores de frutos y cosecheros, los
obreros encargados de las faenas en los frigoríficos, la esquila, etc. utilizando los ejemplos típicos en el
medio que está en estudio. Ver: Marx, 2001: T. I, 563
24
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Las formas en las que una clase y la otra concretaron el éxodo muestran
diferencias. Mientras los obreros parecen migrar en solitario, los trabajadores con tierra
y los chacareros lo hicieron con toda su familia. Se refería a los obreros el órgano
de la Federación Libertaria Argentina: “DIAMANTE. Existe gran desocupación por
causa del fracaso de dos cosechas en la Provincia de Entre Ríos. La mayor parte de
los compañeros han debido emigrar a la zona maicera para poder encontrar trabajo”24.
Mientras tanto, relatos como el siguiente se suceden en buena parte de los periódicos
locales provinciales:
“Cuadro de miseria. Días pasados tuvimos la dolorosa
oportunidad de observar la presencia de una familia compuesta
por los padres y cuatro hijos, que se trasladaban a pié en
dirección a esta ciudad, de la que se encontraban a pocos
kilómetros (...) El aspecto de miseria de los infortunados
caminantes nos conmovió hondamente. Sus rostros denotaban
hambre y sus cuerpos, apenas cubiertos por unas pocas y rotosas
ropas, ponían de manifiesto la enorme tragedia que pesaba
sobre sus destinos. Para completar el cuadro desgarrador de
esa familia, la madre llevada en brazos un niño de meses quien
amamantaba mientras seguía su camino.
24
Acción Libertaria, Buenos Aires, abril de 1936.Mayúscula en el original.
25
Las publicaciones periodísticas de la provincia asociaban al éxodo, el suicidio, el alcoholismo, y otros
males. Ver:La Juventud, 08/06/1943, La Juventud, 06/04/1943, La Juventud, 13/04/1943.
25
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5.1. Del campo a la ciudad: Trabajadores con tierra y pequeña burguesía rural
La provincia de Entre Ríos poseía en las colonias agrarias el corazón de su
agricultura. La llegada de contingentes de migrantes transatlánticos permitió el desarrollo
de esta actividad. El promedio de las propiedades era menor a 50 hectáreas,26 por lo
tanto, se trató de parcelas pequeñas que no permitieron un proceso de acumulación de
capitales e inversiones altas,27 sino, una economía que rozaba la subsistencia, y derivo en
relaciones con una burguesía rural que alquilaba las máquinas trilladoras, centralizaba
el almacenaje de los granos, la venta de insumos, cuando no la venta de las parcelas
donde habitaba el chacarero y su familia, como lo informó a su tiempo, el ingeniero
Eduardo Raña en su informe sobre la situación rural de la provincia de Entre Ríos en
1903(Raña,1904: 153).
Durante la década del 20, los buenos precios de los cereales y las transformaciones
tecnológicas facilitaron el acceso a las cosechadoras (“corta-trilla”), a los tractores y a
otros nuevos implementos como se explicó más arriba. Por este motivo, buena parte de
las relaciones sociales que se habían desarrollado con el estadio tecnológico anterior
se transformaron. El chacarero que pudo acceder a las inversiones, que logró arrendar
campos y ampliar la superficie para sembrar, prosperó. Pero aquellos que su economía
era más sensible a los cambios, que complementaban sus ingresos con la venta de su
propia fuerza de trabajo o vivían en un estado de endeudamiento tal que no les permitía
acumular capital, cayeron bajo el peso de las deudas que atacaron sus ganancias,
finalmente, la competencia capitalista realizó la tarea de limpieza de los capitales menos
eficientes. Se siguieron las quiebras, las hipotecas y con ellas la pérdida de los campos,
las migraciones y la proletarización de miles28.
Más allá de las perspectivas de vida en las ciudades, lo que operó fue la falta
de prosperidad en las tareas que aquellos colonos buscaron desarrollar para mantenerse
o ascender a las filas de la burguesía rural. Por ejemplo, en 1932, se daba cuenta de
que algunos colonos de Federación estaban por migrar rumbo a Brasil, donde se les
prometía un mejor futuro, abandonando por ello sus campos hipotecados29. Años más
tarde, el proceso migratorio se mantenía visible:
“El fracaso de la actual cosecha ha ahondado en forma muy
sensible el mal estado reinante entre la población rural, que viene
manifestándose desde hace varios años como consecuencia de
26
Hacia 1914, de 22.801 propiedades existentes en la provincia, 9.372 correspondían a propiedades menores
a 50 hectáreas, seguidas por 4.276 hectáreas de entre 50 y 100 hectáreas y 7.182 propiedades que tenían
una superficie de entre 100 a 500 hectáreas. Ver República Argentina. Tercer Censo Nacional, Tomo V,
Explotaciones Agropecuarias, Buenos Aires, Talleres Gráficos L. J. Rosso y Cía, 1919, p.3.
27
Al respecto de la acumulación –en términos competitivos y comparados- menores de las colonias
entrerrianas frente a sus pares de otras provincias ver:Djenderedjian, J., Bearzotti, S. &Martirén, J. L.
2010: 665, T.II.
28
Esta explicación la hemos desarrollado con mayor amplitud en mi tesis de Licenciatura en Historia,
“Trabajo, sudor y Sangre: Génesis y transformaciones de la clase obrera vinculada al desarrollo agrario y
manufacturero en Entre Ríos, 1858-1946”, defendida en Febrero de 2013, en la Facultad de Humanidades,
Artes y Ciencias sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos.
29
El Entre Ríos, Colón, 06/09/1932.
26
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frigorífico, al que ingreso con una recomendación. Peter cuenta que le envió unos pesos
ahorrados a su madre y se desplazó a Zárate:
“En Zárate nos relacionamos con algunos obreros de mi
provincia, quienes nos facilitaron albergue y ayuda hasta que
nos ubicáramos y encontráramos trabajo. Nos hicieron dar
crédito en el bolichito de la villa Angus…” (Peter, 1968: 19)
Aquí la solidaridad de otros co-provincianos sirvió como carta de entrada y el
desarrollo de una vida que continuó fuera de Entre Ríos. Existen otros casos particulares,
de conocidos obreros entrerrianos que debieron irse. Ángel Borda, dirigente anarquista
de la Federación Obrera Comarcal Entrerriana y uno de los fundadores de la Federación
Libertaria Argentina, migró a Buenos Aires a principio de la década del `40, después
de años de luchas sindicales y el fracaso de la Comarcal(Borda, 1987: 212).O Antonio
Aguilar, migrante de principio de los treinta a Buenos Aires, originario de Gualeguaychú,
destacado miembro de esa Seccional de la Federación Obrera Marítima (FOM) y
luego secretario administrativo de aquella durante el periodo 1945-1947, previo a la
unificación en el Sindicato de Obrero Marítimo Unidos (SOMU). (Di Tella, 2003: 252)
Como resulta lógico, fueronmiles los emigrados anónimos de los cuales no sabemos
más que lo dicho por los medios periodísticos o las estadísticas, en el mejor de los casos.
6. Política de clase
Los discursos emitidos por los diferentes medios periodísticos de la clase
dominante muestran cómo se conformó una idea común referente a los desocupados.
Con matices, entre los posibles tratos, facilitar su emigración, era una de ellas. La
reconstrucción histórica muestra que en el momento que la desocupación comenzó
hacerse notar, los medios periodísticos burgueses bregaron por la migración entre las
posibles medidas para combatir la desocupación. En un temprano 1925, el diario radical
Del Pueblo, de Colón informó:
“En el ministerio de Agricultura se ha recibido hoy los primeros
productos de la actual cosecha algodonera. Al mismo tiempo,
diversas comunicaciones enviadas de las regiones productoras
del Chaco ponen manifiesto el ancho campo que se ofrece
para las personas que quisieran dedicar sus esfuerzos a la
recolección del producto, dado que se prevé la falta de brazos
para tal objeto. Es esta una oportunidad para los que necesitan
trabajo…” (Del Pueblo, Colón, 03/03/1925.)
Noticias de este tenor aparecieron al año siguiente cuando la fábrica Liebig –
procesadora de extracto de carne- cerró sus puertas30. Las noticias guardan el carácter
estacional de la desocupación y los destinos propuestos son, como la noticia anterior,
provincias como el Chaco o Misiones. Estamos, parecería, aún frente a la migración
30
El Entre Ríos, Colón, 13/04/1926.
29
ARTÍCULOS
de carácter estacional, sin embargo, la gran mayoría de las prensas consultadas han
observado que el proceso de emigración obrera se masificó en los primeros años de la
década del 30. A pesar de ello, la política general de facilitar la emigración se mantuvo.
Un periódico de Paraná daba cuenta en 1933 de las peripecias que debían soportar los
migrantes que se proponían desplazar a Santa Fe. Luego que habían pedido ayuda a las
autoridades provinciales y a la Prefectura para solicitar su traslado a la costa opuesta,
habían sido desplazados por una empresa de tráfico fluvial privada: “Hace más simpático
este gesto de solidaridad humana de los señores Lahargue y colobig el haber obsequiado
a los mismos con comestibles diversos para que se alimenten durante el viaje” decía el
periódico.31
Los medios de prensa expresan las opiniones de los círculos a los que pertenecen.
En este sentido, se destaca que tanto radicales como conservadores, expresaron una
política en términos generales de favorecer discursivamente el desplazamiento de los
obreros desocupados sin demasiado resquemor. Pero también, la comprensión de que la
migración era solo un paliativo. Por ejemplo, el periódico católico La Acción de Paraná,
luego de presentar el escenario de falta de trabajo e informar la situación de los obreros
que migraban a buscar trabajo a Santa Fe se preguntaba que harían los trabajadores una
vez que terminaran de trabajar allí:
“Es el caso entonces de crear trabajo, de proporcionar
ocupación a estos elementos y el gobierno debe emprender
obras de interés público, que vengan en ayuda de esta gente
obrera, proporcionándoles trabajo y en consecuencia, el pan
de cada día. Entre los buenos propósitos exteriorizados por
el gobierno, se contaba, si la memoria no nos es infiel, un
plan orientado en el sentido de combatir la desocupación:
la oportunidad de hacerlo efectivo no ha de escatimarse, sin
duda” (La Acción, Paraná, 11/03/1936)
Algo análogo informó en 1945, del otro lado de la provincia, en la localidad de
Colón, el periódico conservador El Entre Ríos. Dando por hecho que la migración de los
elementos obreros de la región, demandaba el pedido de industrialización para cuando
los trabajadores retornaran32.
Veinte años distaban unas noticias de las otras. La clase dominante aún se
preguntaba qué hacer cuando los emigrados regresaran. Sin embargo no volvieron. El
Estado provincial era alcanzado por un llamado de diferentes frentes a la intervención
estatal cuando, hipotéticamente la válvula de escape se cerrara y los migrantes volvieran,
mientras tanto, la emigración era preferible. El consenso alcanzado en la experiencia de
una economía que no salía de la crisis, había allanado o impuesto el camino que desde
la intervención de los militares en 1943 hasta el programa del gobernador peronista
31
El Tiempo, Paraná, 09/03/1933.
32
El Entre Ríos, Colón, 03/04/1945.
30
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reducidas –con descuentos de hasta un 89,5% del costo del pasaje-. (Junta Nacional para
Combatir la Desocupación, 1936: 18-23. Y Apéndice Nº2). En 1937 la JNCD envió a los
gobernadores una encuesta para dar cuenta del estado de situación. El correspondiente
a la provincia de Entre Ríos fue respondido por el presidente del Departamento de
Trabajo provincial, Acevedo Recalde, qué informó que la desocupación ascendía a
unos 20 mil trabajadores, particularmente trabajadores rurales que se dirigían a Buenos
Aires y Santa Fe en procura de trabajo, además agregaba que el gobierno provincial
comenzaba tareas de “colonización oficial” para contener a la mano de obra y que el
desarrollo industrial era una necesidad para contener a la población36.
El año 1938 encontró al Estado en plena tarea de movilizar a la mano de obra
sobrante entrerriana. Con el elocuente título de “Una buena iniciativa” una de las prensas
comerciales de la época decía:
“Una iniciativa sin duda oportuna, acaba de tomar el
Departamento del Trabajo de la provincia, que ha de favorecer
a no pocos obreros. Conocido es el éxodo de braceros, que en
ésta época del año, se inicia hacia las provincias de Buenos
Aires y Santa Fe, con el propósito de la cosecha de maíz (...)
Hasta ahora, ese éxodo se ha ido haciendo, sin intervención de
las autoridades, mediante la sola iniciativa de los interesados
que iniciaban todos los años su larga peregrinación por los
caminos hasta llegar a los puntos, que creían más oportunos
para conseguir el propósito buscado (…) se busca organizar, en
forma racional ese éxodo de braceros, indicándoles los lugares
donde puedan encontrar ocupación y proveyéndolos al mismo
tiempo de los pasajes necesarios para llegar al sitio elegido.
Con el fin de llevar a feliz término este propósito, se ha
requerido la cooperación de la Junta Nacional para combatir
la Desocupación y de los departamentos del trabajo de las
provincias de Buenos Aires y Santa Fe.” (El Entre Ríos, Colón,
05/03/1938)
Esas actividades eran nada menos que conseguir el pan de cada día. El cambio
de gobierno producto de la Revolución de Junio no cambió el destino del proletariado
sobrante. En 1944, se publicaba:
“La Secretaría de Trabajo y Previsión dio el siguiente
comunicado de prensa: `La dirección de agronomías regionales
del ministerio de Agricultura de la Nación ha comunicado a la
delegación Regional de Trabajo y Previsión, que en la zona
algodonera del territorio nacional del Chaco existe considerable
demanda de obrero para las tareas de recolección del textil –y
continuaba- Los F.F.C.C. del Estado y de Santa Fé acuerdan
36
Junta Nacional para Combatir la Desocupación, 1937: 98.
32
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Conclusión
El capitalismo, lejos de lo que se pudiera creer, es un sistema en permanente
conmoción. Aunque vale agregar que todo el movimiento de transformación lo hace
dentro de determinadas lógicas. El máximo axioma de este sistema es la búsqueda
permanente de ganancias. Para ello hace falta estar dentro de la media productiva en la
rama en que se compite. Esto se logra alcanzando una explotación eficiente de la mano
de obra y la inversión en maquinarias. De otro modo, la pérdida de competitividad
no perdona, y el capitalista individualmente quiebra.Por otra parte, las inversiones en
capital constante (máquinas) afectarán la ocupación de la mano de obra y trastoca las
fuerzas productivas. Así que el desplazamiento de la fuerza de trabajo en su sujeto
portador, el obrero, ha sido una constante desde los tiempos que el capitalismo comenzó
a dar sus primeros pasos y mientras este exista, seguirá siendo así. Miles de migrantes
rumbo a los llamados “países ricos” y regiones más desarrolladas, así lo atestiguan hoy
día en un incesante movimiento demográfico que desplaza a los expropiados rumbos
a los lugares donde el capital esté dispuesto a explotarlos, si es que esas condiciones
existen.
Por nuestra parte, nos ocupamos de un tipo de migración particular vivida
durante la década de 1920 hasta 1945, en la provincia argentina de Entre Ríos. El
acercamiento territorial y provincial responde a varios intereses. En primer lugar, dar
cuenta del debate suscitado sobre el surgimiento del peronismo y el lugar que les cabía
a los migrantes internos, ubicando a los migrantes en el centro de los debates. De las
posiciones existentes sobre el rol jugado por los migrantes, nos inclinábamos por las
denominadas hipótesis “heterodoxas” o revisionistas, en detrimento de los planteos
hechos por Germani, quien había cargado a los obreros migrantes con un estereotipo
donde los obreros migrantes serían de la periferia del agro-pampeano, además de
ignorantes en las prácticas políticas y ajenos a la asociación gremial, y finalmente,
victimas incrédulas de los manejos manipuladores de Perón.
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Anne Gustavsson*
Resumen
El objetivo de este artículo es brindar un primer acercamiento a la vida y las obras de Mauricio
Jesperson (1888-1969), explorador y colonizador del Gran Chaco, nacido en Suecia quien llegó a la
Argentina en 1913 con 25 años. La figura de Jesperson y su rol en la colonización del Gran Chaco, han
pasado desapercibidos en la historiografía sobre esta región. El artículo presenta y analiza dos tipos de
documentación, una selección de documentos del fondo Jesperson alojado en la biblioteca de la Universidad
de Lund y algunas de sus obras publicadas durante su estadía en Suecia en la década de 1940. La mayoría
de las fuentes tanto editas como inéditas están en sueco. Nos ocupamos principalmente de sus relatos sobre
las relaciones interétnicas en zonas de frontera en el Chaco Austral y sobre las prácticas de colonización
llevadas a cabo en estas zonas en el Chaco Boreal.
En este trabajo destaco que sus publicaciones constituyen valiosas fuentes históricas que no solo
nos hablan de formas convencionales de representar el territorio y su población sino que también pueden
contribuir a discutir las imágenes que emergen en los escritos a partir de la praxis y la experiencia del autor
en el territorio. Se trata de narraciones acerca de los conflictos y la vida cotidiana en la frontera, a la vez
que, de prácticas de colonización hasta el momento no abordadas por la historiografía, especialmente en lo
que concierne la avanzada del Estado boliviano sobre el Pilcomayo en cuanto a políticas de colonización
antes de la Guerra del Chaco.
Abstract
The aim of this article is to provide a first approach to the life and works of Mauricio Jesperson
(1888-1969), explorer and colonizer of Gran Chaco who was born in Sweden and arrived to Argentina in
1913 at the age of 25. The figure of Jesperson and his role in the colonization of the Great Chaco have gone
unnoticed in the historiography of this region. The article presents and analyzes two types of documentation;
a selection of documents from the Jesperson archival fund kept at Lund University´s library and some of
his published works which were written during his stay in Sweden in the 1940s. Most of the published and
unpublished sources are in Swedish. We deal mainly with his accounts of inter-ethnic relations in frontier
areas in Southern Chaco as well as colonization practices in this type of areas in Northern Chaco.
In this work I emphasize that these publications are valuable historical sources that not only shed
light upon the conventional forms of representing the territory and its population but also contribute to
* Docente y doctoranda en Antropología Social, Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES), Universidad
Nacional de San Martín. anne.gustavsson@gmail.com
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a better understanding of the images which emerge as a result of certain practices in the territory. These
narratives deal with conflicts and daily life on the frontier, as well as, some aspects of colonization practices
until this moment looked over by historiography, especially in what concerns the advance of the Bolivian
State on the Pilcomayo and its colonization policies before the Chaco War.
Introducción
Cuando el transitar también es habitar. A continuación, presento y discuto
algunos relatos escritos por un extranjero, colonizador y habitante del Gran Chaco1
en tanto narraciones, registros y conocimientos adquiridos en terreno a través de
años de contacto constante con el suelo, los caballos, los pozos de agua, el ganado,
las temperaturas extremas, el monte, la población criolla e indígena, los militares
de los fortines de frontera y los compatriotas acomodados que habitaban en suelo
sudamericano, entre otros.
El objetivo de este artículo es ofrecer un primer acercamiento a la vida y las
obras de Mauricio Jesperson (1888-1969), explorador y colonizador del Gran Chaco,
nacido en Suecia, llegó a la Argentina en 1913 con 25 años. La figura de Jesperson y su
rol en la colonización del Gran Chaco han pasado desapercibidos en la historiografía
sobre el Chaco. Solo existen algunos estudios recientes sobre su participación en la
expedición de Haeger de 1920 y en la producción y edición del film Tras los senderos
indios del Río Pilcomayo (Gustavsson y Giordano 2012, 2013, Giordano y Gustavsson
2013). Un antecedente interesante a mencionar para considerar la lectura actual de las
obras editas de Jesperson y el interés en su persona en Suecia es la novela documental
Caballero publicada en 1991 por la escritora Lise Drougge en la cual reconstruye la
biografía de este autor combinando recursos ficcionales y documentales libremente sin
mencionar las fuentes en las cuales se basa.
Vale mencionar que este análisis de la vida y fuentes de Jesperson se vincula
a mi investigación doctoral sobre Imagen fílmica, etnografía y colonización del Chaco
argentino. Historias y memorias de los pilagás y criollos en el departamento de Patiño,
Formosa en la cual busco, entre otras cosas, comprender las condiciones históricas,
sociales y culturales que posibilitaron la realización de la expedición científica comercial
de Haeger de 1920 al Río Pilcomayo, cuyo guía fue Mauricio Jesperson.
El artículo presenta y analiza dos tipos de documentación, una selección de
documentos del fondo Jesperson alojado en la biblioteca de la Universidad de Lund2 y
1
En términos geográficos, el Gran Chaco es considerado una amplia llanura semi-árida, casi en su totalidad, que
se extiende desde los Andes hasta los ríos Paraguay y Paraná y desde la pampa hasta el sudeste de Bolivia.
2
El fondo titulado “Jespersons efterlämnade papper” fue adquirido por la biblioteca de la Universidad
de Lund, Suecia recién en 2006 y se encuentra desde entonces abierto a la consulta pública. El fondo
contiene fotografías, diapositivas, mapas, postales, correspondencia en sueco, castellano y alemán,
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manuscritos, cuadernos de campo y libros. Parte del rastreo y relevamiento del material de archivo fue
realizado gracias a la colaboración de Mariana Giordano.
3
Una edición posterior y más corta del libro En Lundensare i Chaco de 1941 que no incluye los primeros
capítulos sobre la época de Jesperson en Monte Carlo y como se hace marinero en el puerto de Genova,
Italia.
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8
Vease Nordenskiöld, E. 1926 (1910) Indianliv i El Gran Chaco, Sydamerika.Stockholm: Åhlén &
Åkerlunds
9
Vease por ejemplo Rosen, E. v. 1921. Bland indianer, Forskningar och äventyr i Gran Chaco Stockholm:
Albert Bonniers förlag; Rydén, S. 1936. Chaco. En resa bland fornlämningar och Indianer i argentinska
och bolivianska Chaco. Göteborg: Förlag- aktiebolaget Västra Sverige.
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cazadora-recolectora. El Chaco Austral, es decir, las actuales provincias argentinas de Chaco y Santa Fe,
ha sido el hábitat originario de tanto los mocoví como los abipón. En los textos de Jesperson aparecen
bajo la denominación “mocobi” que traducimos a mocoví.
13
Se trata de las reducciones franciscanas Calchines y San Pedrito de 1833, Cayastá de 1860, Nuestra
Señora de Dolores de 1870, Purísima Concepción de Reconquista en 1872 y San Antonio en 1883 (Citro
2006).
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Fe, donde para 1913 existían todavía pocos poblados y donde prevalecían las estancias
basadas en la ganadería vacuna.
Durante sus primeros años en Argentina (1913-1916) Jesperson aprende las
tareas de los peones y trabajadores rurales en una estancia dedicada a la ganadería
vacuna llamada El Mogote de 20 000 hectáreas, arrendado por un tal Guillermo Schultz,
ubicada en el norte de la provincia de Santa Fe a aproximadamente 100 km al norte
de Huanqueros en el Chaco austral. Sobre la historia de esos campos arrendados por
Schultz que anteriormente a 1913 formaban parte de un latifundio conocido bajo el
nombre “La Blanca”, Jesperson cuenta lo siguiente:
“Toda la tierra por la cual hemos transitado hoy y la que se
extiende hacia el norte si seguimos viajando un día más, se
vendió por el gobierno a una empresa franco-inglesa con
sus directivos en Paris hace muchos años ya. El gobierno de
Santa Fe quería sacarse de encima esa tierra, por su difícil
colonización debido a la falta de agua potable y la poca
fertilidad de su tierra. Además, esta tierra desértica conducía
directamente a Santa Fe, ciudad capital de la provincia, a la
cual los indios mocovíes contendientes amenazaron más de una
vez. Durante la época de lluvias, millares de indios mocovíes
se reunían allí y se efectúan malones constantemente a los
parajes de las cercanías. Por lo tanto, el gobierno provincial
vio en la venta de estas tierras un excelente negocio (…) Desde
París se dividió todo el área como si fuese un tablero de ajedrez
y en el centro de cada cuadrado se marcó el sitio para un gran
aljibe con motor a viento. Por otra parte, había que construir
un puesto para el puestero – protector del ganado -, así como
amplios corrales para el ganado. Una gran cantidad de gauchos
fueron contratados para ahuyentar a los indios y proteger a
los trabajadores, quienes alambraban cada cuadrado. Era una
obra gigante que requirió del trabajo de cientos de hombres.
Los viejos criollos consideraban las disposiciones desde París
completamente irrazonables, pero las órdenes eran inmutables
y el director ejecutivo francés debía seguirlas estrictamente.
Como consecuencia solo salía agua salada y amarga de
los pozos cavados, y los cientos de miles de vacas, que se
introdujeron en estos campos, murieron, en gran parte de sed”
(Jesperson, 1943:17-18)
La adquisición de tierras y el proyecto productivo de ganadería que describe
Jesperson se ubica temporalmente en algún momento antes de su llegada a la zona en
1913, probablemente a fines del siglo XIX. Debemos tener en cuenta que en la Provincia
de Santa Fe, entre 1870 y 1895 se lleva a cabo el proceso denominado colonización
privada, en el cual el rol del Estado es fuertemente reducido, en comparación con el
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se difundía una mirada benévola a la vez que idílica especialmente sobre la figura del
gaucho, que aparecía como emblema de lo nacional, tanto en las representaciones
visuales como en la literatura gauchesca.
A tal punto admira y romantiza a los gauchos que convierte a uno de ellos
en su co-protagonista, un viejo gaucho conocido bajo el nombre de Macua quien en
varias ocasiones Jesperson nos presenta como su guía y mentor y quien cumple un rol
clave en las mediaciones entre los diferentes actores de la sociedad blanca colonizadora
y los líderes mocoví. La capacidad de negociar con ellos se debe a su conocimiento
de la lengua indígena como de sus movimientos y la constante relocalización de sus
paraderos.
“Una vez que se había terminado el trabajo de instalación,
los directivos en París decidieron que el servicio de
protección a cargo de los gauchos era superfluo, y que era
necesario despedirlos por razones económicas. Macua, quien
anteriormente había estado a cargo de la seguridad de La
Blanca, partió a otro lugar, dando vía libre de nuevo a los indios.
Éstos respetaban a Macua, con el cual preferían evitar entrar en
guerra. Macua por su parte no temía la guerra, pero tampoco lo
buscaba. Era un gran diplomático. Cuando los indios pasaban
tiempos difíciles, les daba unas docenas de bueyes con el fin
de convencerlos a desplazarse a otros territorios de caza. (…)
Durante muchos años era difícil en La Blanca conseguir una
noche de buen sueño. Pocas veces se había visto a una tribu
india más experimentada y hábil en el robo de ganado vacuno
que a estos persistentes y astutos mocoví. Aún cuando se
construyeron corrales hechos con gruesas paredes de ladrillo
y con portones fuertes de chapa de hierro y grandes candados,
se realizaron robos de todos modos. Entonces, el gobierno
intervino y envió el sexto regimiento de caballería para
luchar contra los indios. Una gran parte de la población civil
también se sumó. Los valientes mocoví lucharon como leones,
pero las mejores armas hicieron de los militares y los civiles
los vencedores. Los mocoví, quien contaban con veinte mil
guerreros en el momento en que se estaban movilizando hacia
la capital de Santa Fe, ahora se habían reducido a un tercio,
pero sin embargo continuaban con sus asaltos (Jesperson,
1943:17-18).”
Aunque los sucesos arriba descritos no tienen fecha y año es interesante resaltar
la descripción de la diversidad de actores que activamente participaban en la protección
de las tierras colonizadas y las expediciones bélicas contra los indígenas: los gauchos
contratados por las estancias o emprendimientos productivos como un tipo de guardia
privada, la población civil que defendía sus familias y su propiedad, y el Estado a través
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actualmente hay una localidad que se denomina Pedro Peña (Fritz 1997).
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estos fortines. Mientras Capdevila señala que tenían funciones de proteger a los colonos
frente a la peligrosidad de las tribus chaqueñas Gordillo y Leguizamón (2002) observan
que sus fundaciones no necesariamente eran acompañadas por una colonización civil.
Según Jesperson (1942: 26), el fortín Esteros era el principal núcleo poblacional
de la zona y sede del comandante en jefe de las tropas bolivianas en el Chaco Boliviano.
Se trataba de una construcción bastante robusta, rodeado con una valla de tierra y alambre
de espino, al cual había dos entradas, la principal era a través de una torre (Figura 2). El
edificio principal, donde los oficiales tenían sus expediciones y viviendas, era de unos
setenta y cinco metros de largo por seis metros de ancho. Generalmente la guarnición
constaba de cerca de 100 soldados. Existía además un pueblo a lado del fortín con una
población civil de 100 personas. Estos datos concuerdan con lo señalado por Capdevila
(2010) que, aunque la presencia militar boliviana en el Chaco era significante, era muy
limitada en números.
También informa Jesperson que vivían aproximadamente 4000 indígenas
“chunipis”18 alrededor de Esteros en la zona destinada a la colonización y que existía
una misión, dirigida primero por el padre Rose y luego por “Monseñor Breuer”, que se
ocupaban de su evangelización. A diferencia del interés que muestra por la descripción
etnográfica de sociedades indígenas en la compilación de Munthe (1943) y en el guión
del film Tras los senderos indios del Pilcomayo no hemos encontrado en el corpus
estudiado ni fotografías ni relatos sobre la sociedad nivaclé con la cual tuvo contacto
cuando administró la colonización entre 1922 y 1933. Con respecto a los “chunipis”
cuenta que “estos indios han sido domesticados originalmente por mí, es decir, los
acostumbré a los hombres blancos y los hice un poco más civilizados. Por su bien,
también le concedí tierra a una misión católica dirigida por un alemán, Monseñor Breuer
(Jesperson,1942: 25-26).”
Sabemos gracias a las investigaciones de Morel (2015) y Fritz (1997 y 1999)
que, a partir de la creación de la Prefectura Apostólica del Pilcomayo (PAP) en 1924,
los misioneros alemanes de la congregación de los Oblatos de la Inmaculada María
respondieron al pedido del gobierno boliviano estableciendo misiones del lado derecho
del Río Pilcomayo en las cercanías de los fortines existentes. Los primeros misioneros
oblatos a llegar fueron los padres José Rose, Enrique Breuer, Enrique Lambertz y los
hermanos José Kremer y Federico Widman. La administración militar boliviana insistió
en que Rose fundara en 1925 la primera misión en Esteros, el puesto boliviano más
avanzado y no en Villa Manzo como estuvo previsto (Fritz, 1997). Como señala Morel
(2015) se puede entender la creación de la PAP como una decisión política tomada por
el gobierno boliviano para frenar el avance de las misiones protestantes pedidas por el
gobierno paraguayo.
18
Esta sociedad indígena es conocida en las fuentes con diferentes nombres. Jesperson los llaman Chunipí
o Chunupí, Nordenskiöld y Métraux los llamaban Ashlushlay, en otras fuentes como las de los misioneros
oblatos y algunas publicaciones académicas se utiliza la denominación Chulupí, y se autodenominan
actualmente Nivaclé.
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Palabras finales
Con este trabajo he buscado dar a conocer y realizar una primera valoración
de algunas fuentes inéditas e editas, hasta ahora poco conocidas en la historiografía del
Chaco por estar escritas en sueco y no contar con una traducción al castellano o inglés.
Aquí hemos explorado su valor especialmente en cuanto a las relaciones interétnicas
en el norte del Chaco Austral a comienzos del siglo XX y prácticas de colonización
en el sur del Chaco Boreal en las décadas 1920-1930, zonas y tópicos para las cuales
existen pocas otras fuentes que abarcan esos mismos períodos. De esta manera, describí
y contextualice algunos sucesos descritos por Jesperson en estas zonas de frontera sin,
por eso, perder de vista la mirada, intenciones e intereses del emisario y el público al
cual eran destinadas sus memorias publicadas en 1940.
Tanto la valorización de las expediciones junto a criollos y gauchos, expresado
en la obra sobre sus primeros años en el Chaco Austral, como su adquisición y puesta
en práctica de ese conocimiento local y territorial para crear y mantener su propio
emprendimiento productivo algodonero y para luego en el Chaco Boreal llevar adelante
la administración de una colonización a gran escala en la cual era imprescindible generar
las condiciones que permitiesen a los colonos desarrollar actividades productivas, nos
llevan a pensar que el transitar se hace posible gracias a un habitar y un constante
aprendizaje del ambiente y sus actores y, a la vez, que el desplazamiento por el territorio
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ARTÍCULOS
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FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
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Lista de figuras
1. Mapa trazado por Jesperson publicado en En Caballero vid Pilcomayo (1942) con el siguiente epígrafe:
“El Gran Chaco Boliviano. El área encuadrada bajo el título Trasfonden es la que fue colonizada por Don
Mauricio. La línea de puntos representa el camino que emprendió Don Mauricio para llegar a La Paz”
(Traducción mía).
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ARTÍCULOS
Gustavsson. Prácticas de exploración y colonización. Relatos de Mauricio Jesperson sobre el Gran Chaco durante...
3. Mapa del Gran Chaco y Oriente de Bolivia 1921. Fondo Jesperson, Universidad de Lund.
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Dossier
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Introducción
Los sermones, que está muy bien diferenciarlos de las homilías1, eran constructos
discursivos complejos, que implicaban toda una maquinaria de producción. Su composición,
si bien no era del patrimonio exclusivo de la Iglesia católica y, las Iglesias reformadas
recurrieron a ellos en sus prácticas evangelizadoras, lo cierto es que donde alcanzaron mayor
desarrollo, elocuencia y teatralidad fue dentro del seno católico postridentino (Orozco, 1980;
Velandia Onofre, 2012), al punto de considerárselos como un género literario, sobre todo a
los compuestos en el Siglo de Oro Español (Cerdán, 2002).
Por lo usual siempre se escribían, pues eran más extensos que una homilía y
podían versar sobre temas más amplios que explicar el fragmento del Evangelio de la
misa dominical, pues en las misas diarias raramente se predicaba. No obstante, pequeños
apuntes para una homilía solían ser disparadores para futuros sermones. Generalmente
se componían para fiestas litúrgicas solemnes, o para efemérides importantes, donde lo
religioso, civil o militar estaban profundamente imbricados. Por ejemplo, no faltaban
en tiempos penitenciales, tales como la Cuaresma, Semana Santa o el Adviento, donde
particularmente la Iglesia mandaba predicar; siempre estaban para las fiestas solemnes
como Pascua, Corpus Christi, o las de la Virgen; pero también para los “ritos de pasaje”
en el seno del clero y el monacato femenino como las tomas de hábito, profesiones
solemnes o renovaciones de votos; sin olvidarnos de las visitas canónicas conventuales y
parroquiales, para sendos cleros. En el plano civil, para el período colonial, se componían
para un onomástico del rey o su cumpleaños; el ascenso al trono; el nacimiento de algún
infante, o la muerte real -en forma de oración fúnebre-, o también, igualmente civil, para
la fiesta de alguna cofradía, en el peldaño más bajo de la pirámide administrativa. En
1
Era, propiamente, un proceso catequético de explicación del fragmento del Evangelio del día en el
calendario litúrgico, que el celebrante podía hacerla o no durante la misa. Generalmente, el espacio para
su elocución era después del primer Evangelio -que era móvil, pues cambiaba a diario durante el año
litúrgico-, o bien, al final de la misa, después del segundo Evangelio -que era fijo, pues siempre eran los
primeros versículos del Evangelio de San Juan-.
*
Dr. en Historia. Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti” - Unidad asociada a CONICET
- Universidad Nacional de Córdoba - Universidad Católica de Córdoba. scribalatino_ar@yahoo.com.ar
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DOSSIER
Benito Moya. El “deber ser” en la oratoria sagrada rioplatense (siglos Siglos XVIII y XIX)
el plano militar se componían siempre para celebrar alguna victoria, así se hicieron en
profusión para el triunfo contra la invasión inglesa de 1806-07. Luego del proceso de la
Revolución por la independencia, se recurrió a ellos para celebrar los triunfos bélicos
revolucionarios (Martínez de Sánchez y Clissa, 2010a; Berdini 2013).
En la mayoría de los casos encerraban aspectos ejemplarizantes, a través de
los cuales la Iglesia enseñaba y amonestaba en base a la moral tridentina, donde se
presentaban los paradigmas ideales del “deber ser” de un cristiano: la Virgen y los
santos y santas, personajes que, en cuanto a humanos, habían logrado alcanzar la
perfección en el camino señalado por Dios. Se presentaban modelos de identidad, frente
a situaciones reales que, en un vaivén entre lo inmediato y lo mediato, sugerían modos
de comportamiento pautados, pero no siempre cumplidos.
El proceso de alimentación y composición del texto era la propia realidad
de los feligreses, o bien observada por el concionador, o bien recogida a través del
confesionario (Martínez de Sánchez, 2013b). No obstante, siempre estaba la recurrencia
a las enseñanzas librescas, que partían de la propia retórica clásica de cómo debía
componerse y cuáles serían sus partes, hasta verdaderas colecciones de sermones, que
para diferentes fiestas habían compuesto o editado varios concionadores famosos y
populares para la época, tenidos como columnas de cómo debía ser un buen sermón
(Benito Moya, 2008).
Todas estas piezas oratorias: panegíricos, oraciones, pláticas o bien “sermones”,
ayudaban a construir arquetipos modélicos, pues exponían qué y cómo se debía ser en
la sociedad colonial y postcolonial rioplatense que, por cierto, más allá de los matices
locales no estaban ajenos al discurso universal de la Iglesia española tridentina, que
traspasaba, incluso, los procesos independentistas.
Los arquetipos de ese “deber ser” eran de dirección individual o colectiva,
contrapuestos al “ser” observado en el mundo que, por lo general era reconvenido y
direccionado hacia lo que se pretendía que se fuera, conforme a unos parámetros que
eran operativos para un proyecto social adscripto a un modo de poder. Fue necesario
conectar el análisis fontal con el entramado social y cultural de la época, en el espacio
seleccionado, el que estuvo inserto en una realidad regional que es parte de una amplia
y matizada América Meridional.
El dossier que presentamos lleva el mismo título que el proyecto colectivo que
estuvo bajo mi dirección entre 2015 y 2016, aprobado y subsidiado por la Secretaría de
Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Córdoba. La mayoría de los trabajos
son el resultado de la investigación bianual de los miembros del equipo, junto al de
una invitada: Denise Reyna Berrotarán. Sin embargo, el equipo trabaja regularmente la
temática desde 2006, lo que ha dado lugar a una frondosa producción que reseñamos
completa en el apartado de la bibliografía2. Debemos decir que antes de esa fecha el
2
El proyecto “En torno a la oratoria sagrada. Oralidad y escritura en sermones coloniales”, que se desarrolló
en los bienios 2006-2007 y 2008- 2009 estuvo bajo la dirección de Ana María Martínez de Sánchez y
el equipo compuesto por Silvano G. A. Benito Moya, Julieta Consigli, Karina Clissa, Alejandra Bustos
Posse y Norma C. Fenoglio. El grupo en el bienio 2010-2011 estuvo dirigido por K. Clissa e integrado
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FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 67-73
tema, que había tenido una importante producción principalmente en España y México
(Zaragoza, 2008), poco había interesado a los historiadores argentinos, que sepamos
unos contados trabajos componían ese acervo (Rípodas Ardanaz, 1986; Mariluz Urquijo,
1998, 2006, 2008; Ayrolo, 2009).
La mayoría de las fuentes concionatorias que han alimentado esta investigación
se encuentran en la colección documental “Mons. Dr. Pablo Cabrera”, de la Facultad
de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, y componen 305
unidades documentales. A partir de 2012, incorporamos para su estudio fuentes éditas
de autores rioplatenses, tales como la colección de sermones del franciscano Pantaleón
García, quien fuera rector de la Universidad de Córdoba durante la administración
franciscana. La colección se publicó en Madrid en 1810 y se compone de once
volúmenes3. También, desde ese año, empezamos a consultar y a estudiar de forma
más sistemática y analítica la colección de sermones que se encuentra en el Archivo
del Arzobispado de Córdoba y que perteneciera al Convento Grande de San Jorge
(franciscanos) de la ciudad de Córdoba. Estos han sido los corpora principales que han
concitado toda nuestra atención desde 2006, sin dejar de lado otros sermones éditos e
inéditos consultados en otros archivos y colecciones documentales, que pueden verse
citados en los trabajos de este dossier.
A los fines de hacer una línea cronológica sobre las temáticas y los intereses que
el equipo ha tenido en estos años, diremos que durante el bienio 2006-2007 el grupo
se abocó al estudio de los sermones sobre Ánimas del Purgatorio y los de Confesión,
por constituir un corpus cuyos discursos eran más de carácter amonestador. En 2008
y 2009 seguimos en esa línea exhortativa y estudiamos los de Cuaresma y Semana
Santa, aunque agregamos los de Corpus Christi, de temática festiva y discursivamente
diferentes. 2010 y 2011 Bicentenario de la Revolución de Mayo, fue el espacio propicio
o la excusa contextual, para estudiar los llamados “sermones patrios”, constructos
discursivos de los que se valió la revolución por la independencia, con el indudable
apoyo de la Iglesia, para inculcar en la feligresía -incipiente ciudadanía- los valores
republicanos y del nuevo orden que se instauraba. A partir de 2012 y 2013 el objetivo
del equipo fue estudiar los sermones marianos referidos a las diversas advocaciones
de la Virgen María. Fue allí que empezamos a trabajar los modelos de mujer que se
propiciaban desde el púlpito para la niña y para la mujer adulta. Aspectos del “deber ser”
femenino del siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XIX, permitieron profundizar
en la conformación de ciertas identidades. En este último aspecto los análisis mexicanos
fueron imprescindibles de considerar, por la unión que presentaba la devoción a la
Virgen de Guadalupe con la constitución de la nacionalidad mexicana.
por A. M. Martínez de Sánchez, J. Consigli, N. Fenoglio, Mateo Paganini, Javier Berdini y Mariela
Contreras, congregados “En torno a la oratoria sagrada. Oralidad y escritura en sermones postcoloniales”.
En 2012-2013, el mismo equipo estuvo dirigido por A. M. Martínez de Sánchez y S. Benito Moya sobre
la temática “La oratoria sagrada y la construcción de identidades”.
3
Pataleón García 1810. Sermones panegíricos de varios misterios, festividades y santos. Madrid: Imprenta
de Collado, 11 vols.
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Benito Moya. El “deber ser” en la oratoria sagrada rioplatense (siglos Siglos XVIII y XIX)
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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 69-73
de las ventajas para la vida eterna que implican la pobreza, la castidad, la obediencia
y la clausura, pensada esta última como el paraíso en la tierra, como una mansión de
paz y confianza que las aislaba de un mundo que se lo veía lleno de maldades. De todo
este estado se muestran los aspectos negativos y los positivos, intentando justificarse
los primeros; por ejemplo, la obediencia a la prelada es el voto más difícil de cumplir,
pero se lo justifica en que en la imitación de las virtudes de la superiora se alcanzará la
perfección, o en que mediante la humillación se aplacará el amor propio. La pobreza
es la imitación de la desnudez de Cristo y el alejamiento de los placeres mundanos,
la castidad. Se insiste mucho en la clausura pues será la morada perpetua, la que las
protegerá del afuera, que si bien pueden asaltarlas en algunos momentos pensamientos
mundanos, luego la paz, el sosiego, el silencio de los claustros las atraerán de nuevo
al paraíso elegido. Entre las imágenes positivas del claustro estaban el descanso, la
felicidad y la despreocupación.
Entre las imágenes femeninas a imitar cuando novicias o profesas estaba, en
primer lugar, la Virgen y luego las principales santas del calendario cristiano, sobre
todo santa Catalina de Siena y Teresa de Jesús, humanas como las postulantes. No se
dejan de lado mujeres famosas de la América que, aunque no habían subido todavía a
los altares, sin embargo debían tener mucha notoriedad en los claustros femeninos, tales
como Mariana de Quito.
Como bien señala Martínez de Sánchez respecto a la eterna morada terrenal,
que “el gran eje de la predicación es que esa muerte es la victoria, porque mueren
anticipadamente por propia voluntad para alcanzar de modo menos perturbador, la
salvación eterna”.
La preocupación del director Silvano G. A. Benito Moya como tema individual,
giró en torno a la reforma de la disciplina eclesiástica legislada por Trento y cómo se
plasmó a través de los sermones destinados a los religiosos. Así en Imágenes del “deber
ser” del religioso, según la oratoria sagrada rioplatense, se propone que si el nuevo
desafío era la evangelización, los agentes debían responder a un patrón común, que con
algunas variantes en cada época se mantuvo vigente hasta entrado el siglo XIX.
Los sermones analizados son de las órdenes franciscana y dominica, para la
toma de hábito y para profesiones, aunque también los hay de algunos santos caros a
las órdenes como Francisco de Asís, Francisco Solano y Benito para los franciscanos y
Domingo para los dominicos, que proponen modelos de virtud en el religioso.
A través de temas recurrentes como los votos de pobreza, castidad y obediencia
-únicos que pronunciaban los frailes de las órdenes estudiadas-, se propone estudiar
cómo la experiencia vivida en el seno del convento, en las noticias provinciales o en el
confesionario servían al padre predicador para componer su sermón, en idéntico balance
con la literatura libresca. Así compara a lo largo del trabajo el aspecto discursivo con la
realidad histórica del modelo conventual.
Javier A. Berdini en Santos reyes. Virtuosos incas. Antiguos tiranos: imagen de
la monarquía en la homilética sagrada rioplatense (ss. XVIII - XIX) analiza qué imagen
de la monarquía se predicaba en general y el conjunto de ideas, nociones y creencias
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Benito Moya. El “deber ser” en la oratoria sagrada rioplatense (siglos Siglos XVIII y XIX)
que sobre la figura de los monarcas españoles en particular (rey, reina, príncipe) se
construyeron durante los períodos tardo-virreinal y revolucionario. Trabaja primero la
figura del rey ausente, que será sacralizado mediante todo un aparato político, donde el
sermón no estaba ausente, convertido en un instrumento propagandístico que permitía
la cohesión social entre el trono y el altar. El rey será presentado como un padre para la
patria y la religión y los ejemplos recurridos serán los reyes del Antiguo Testamento que
habían conducido sabiamente al pueblo de Dios.
A partir de la Revolución de Mayo, los sermones continuaron siendo usados como
instrumentos propagandísticos del nuevo régimen. En lo que se escribía se empezaron
a advertir tres momentos: la etapa precolombina, la española y la revolucionaria. La
comparación se hace innegable, pues aparecen los mansos reyes aborígenes opuestos a la
tiranía de los reyes españoles. El rey hispano será denostado como una forma de buscar
adhesiones. Como bien lo dice Berdini que “esos recursos debían demostrar que los
reyes ‘santos’ ya no lo eran y que, por el contrario, todo lo que hicieron, particularmente
en América, fue negativo y repudiable”.
Denise Reyna Berrotarán, toma algunos sermones y discursos de un reconocido
personaje cordobés del entresiglos del XIX y XX en Monseñor Pablo Cabrera, el “deber
ser nacional” y el “deber ser ciudadano” en sus sermones. Las piezas concionatorias
elegidas pertenecen a la primera etapa en la vida de Cabrera (1857-1936), en sus
primeros años como orador sagrado, ya que en palabras propias del sacerdote, por un
problema en las cuerdas vocales debió abandonar el oficio concionador, convirtiéndose
en un importante historiador cordobés de la etapa de profesionalización de la historia.
Para Cabrera el ser “buen cristiano” es equivalente a ser “buen ciudadano”.
Con el análisis de un sermón de Te Deum por el feliz suceso de la firma de los
Pactos de Paz entre Chile y Argentina en 1902 en la catedral de Buenos Aires y el de un
25 de Mayo del mismo año, Berrotarán estudia las pautas para la nación y el deber ser
de los ciudadanos. Los sermones de Cabera se pronunciaron en medio de un proceso de
romanización de la Iglesia que, en medio de las luchas entre católicos y liberales, se veía
como capital una cristianización de la sociedad.
Los sermones, como fuente textual, son un aporte valioso para el estudio social
porque permiten avanzar sobre aspectos que fueron considerados como un segmento
especial de la Historia de la Iglesia, y que hoy se incorpora como parte de un análisis
pluricausal e interrelacionado. Quienes los escribían y decían, y quienes los escuchaban,
formaban parte de una sociedad compartida. El discurso reflejaba necesariamente la
realidad y, a su vez, esta espejaba los textos, fuera en sus fidelidades o en sus transgresiones.
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Referencias bibliográficas
La bibliografía no refleja solo la utilizada en la introducción, sino la producción
del equipo entre 2008 y 2015.
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Benito Moya. El “deber ser” en la oratoria sagrada rioplatense (siglos Siglos XVIII y XIX)
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Karina Clissa*
Resumen
El artículo realiza un análisis del púlpito en el período colonial y postcolonial, como un espacio
público desde donde se exponían múltiples mensajes, tendientes todos ellos a instruir a la feligresía sobre
aspectos espirituales -ligados por ello al plan salvífico- pero también sobre prácticas y conductas en torno
a arquetipos modélicos. En ese contexto, la predicación solía hacerse eco de aspectos relacionados con la
existencia doméstica y la importancia de la familia en la educación de los niños.
Abstract
This article analyzes the pulpit as a public space where multiple messages were displayed, during
the colonial and postcolonial periods. These messages were designed to instruct the faithful in the spiritual
aspects –being such messages thus related to a salvific plan-, but also in exemplary practices and behaviors
constructed around archetypes. In this context, preaching used to be based on topics related to domestic
existence and the importance of the family in the education of children.
1. A manera de introducción
El período colonial americano ofrece infinidad de documentación, a partir de
la cual uno puede acceder a las variadas formas de comunicación que tuvieron lugar
en aquel entonces. Esos textos que han logrado perdurar en el tiempo -entre los que
se pueden mencionar los sermones- ofrecen la posibilidad de explicar las funciones
de argumentación, persuasión y expresión estética y comunicativa de un mensaje que
*
Doctora en Historia. Universidad Católica de Córdoba, Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A.
Segreti”. karinaclissa@yahoo.com
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DOSSIER
Clissa. La oratoria sagrada y la imagen ideal de la infancia.
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DOSSIER
Clissa. La oratoria sagrada y la imagen ideal de la infancia.
1
Pantaleón García. Sermones panegíricos de varios misterios, festividades y santos. Tomo II, Sermón VI
Nuestra Señora de Copacabana, Madrid, Imprenta Collado, 1804, pp. 163-192
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FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 79-92
2
R. P. Fr. Antonio Arbiol. La familia regulada, con doctrina de la Sagrada Escritura y Santos Padres de
la Iglesia Católica. Madrid, Imprenta Real, 1791, lib. I, cap. I.
79
DOSSIER
Clissa. La oratoria sagrada y la imagen ideal de la infancia.
permitió a don Juan Asensio Martínez reconocer en su testamento -hacia 1777- que en
su matrimonio se habían mantenido ayudándose “el uno al otro”3.
La Iglesia prescribía una moral jerárquica entre varones y mujeres, donde
el hombre estaba llamado a saber mandar y la mujer a obedecer y callar, aunque
paralelamente a esta concepción, los cónyuges se ensamblaban en una intimidad
espiritual y emocional.
La buena esposa era la sumisa, honrada, fiel, obediente, modesta y recatada.
De tales virtudes se desprendía su manera de actuar: gravedad para salir, cordura para
gobernar la casa, paciencia para sufrir al marido, amor para criar los hijos, afabilidad para
con los vecinos, diligencia para guardar la hacienda, amiga de buena compañía y muy
enemiga de las liviandades y ociosidades. El ejercicio de estas virtudes la circunscribían
en la práctica a los límites del hogar, donde estaban centralizadas todas sus tareas.
Quienes tuvieron la responsabilidad de estructurar la familia como célula
primera de la sociedad y trazaron las ideas rectoras, lo hicieron con la convicción de
que constituía el único camino posible en una república cristiana.
4. La concepción de la niñez
La labor formadora y moralizadora hacia los niños y jóvenes estuvo asociada
con el rol materno, así como el resguardo de la reputación de las doncellas constituía
una preocupación familiar (Ghirardi e Irigoyen, 2009).
Hablar del lugar asignado a los niños no constituye una tarea sencilla, resultado
de su poca “visibilidad social”. En ocasiones, las referencias que se hallan en las fuentes
son tangenciales, por cuanto aparecen asociados a lo que les acontecía a los adultos y a
la comunidad en general.
Con base en el análisis textual se ha buscado rastrear los textos producidos por
la Iglesia, procurando identificar en ellos el modo en que se referían a la infancia, tema
que lejos de ser mundano, se volvió relevante puesto que implicaba referirse a roles que
debían encarnar, de la mejor manera posible, padres, madres e hijos.
Como primera aproximación, se puede señalar que la infancia aparecía asociada
a la edad que combinaba la fragilidad física, la vulnerabilidad emocional y el desarrollo
intelectual en proceso (Pedraza Gómez, 2007). De allí que se insistía en la conducta que
debían tener los padres frente a la mirada atenta de los hijos.
“Aprendan a abstenerse de las palabras, acciones y llanezas
que en ellos hace licitas el matrimonio y vistas de sus hijos,
pueden ser para sus hijos veneno, porque aún no tienen calor
para discernir, y digerir”4.
Lo social obraba en un doble sentido: como factor activante en el desarrollo de
los infantes y como factor formante, en virtud de la experiencia social de los sujetos y
3
Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba (en adelante AHPC), Registro 3, 1777, f. 74 v.
4
Josef de Barcia y Zambrana. Despertador cristiano. Madrid, Por Francisco del Hierro, 1727, p. 229.
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5
Colección documental “Monseñor Dr. Pablo Cabrera, Córdoba: Biblioteca Central “Elma Kohlmeyer
de Estrabou” de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, ex
Instituto de Estudios Americanistas (en adelante IEA, para mantener la identificación histórica de la
colección), doc. nº 11.721, f. 8 r.
6
Esteban de Terreros y Pando. Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes. Madrid, viuda de
Ibarra, Tomo II, 1786-1787, p. 666.
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DOSSIER
Clissa. La oratoria sagrada y la imagen ideal de la infancia.
significaba vivir en sociedad, estar casado y ser padre o madre; a partir de lo que había
podido observar en sus padres respectivamente (Schaefer, 2006).
Los niños van a ser concebidos en la época colonial como seres en condiciones
para aprender, portadores de cualidades producto de la particularidad individual y social
de cada uno. Pero, por sobre todo, resultaban de suma trascendencia, las prácticas
intersubjetivas hacia los infantes y las relaciones que el conjunto de la sociedad entablaba
con ellos.
Es factible recuperar aquí un fragmento de un sermón pronunciado por el
Doctor Diego de Zabaleta en 1810, en donde reconocía los atributos de la infancia y los
cambios que el proceso de socialización iba provocando en el hombre, el cual, había
nacido “independiente, libre, árbitro, y soberano de sus acciones. ¿Estos privilegios del
género humano en su infancia debieron cesar en su adolescencia, no habiendo en este
estado más ley, que la que imponía el más fuerte?”7.
La memoria del hombre era frágil y podía no recordar cuando la humanidad
estaba en sus albores y aparecía imbuida de rasgos propios de la niñez, con sensaciones e
impulsos que luego fueron mesurados conforme las comunidades adquirían complejidad.
Más que marcar la idea de cambios graduales y paulatinos, se optaba por mostrar el
primer período de la vida de una persona como el tránsito de un estado –inferior en
algunos aspectos- hacia otro superior, que se correspondía con la adultez.
En otras ocasiones, la prédica solía recuperar conductas y maneras de
desenvolverse propias de ese momento de la vida y que resultaban positivas, por ejemplo,
en el accionar de todo concionador. Se han encontrado ejemplos, en donde se conminaba
a los religiosos a que fuesen “como niños”, no para comportarse como párvulos sino
para imitar su inocencia, por la cual serían capaces de tener oídos obedientes, “que
oyen y creen cuanto se les dice como verdadero”8. Tales sugerencias servían sobre todo
cuando se producía el encuentro con los fieles en el confesionario.
La espontaneidad solía ser también otra cualidad que se asociaba a los párvulos,
tal como puede percibirse en el siguiente fragmento: “No me avergüenzo de decir con
el Apóstol, que apurados mis pensamientos, hablaré como un niño; y por otra parte, mi
alma fuera de sí, y hecha, digámoslo así, toda ojos, toda oídos, se halla como encantada”9.
No faltaron casos en donde se hizo alusión a la condición de “pureza e
incontaminación”, así como de “ternura, humildad, mansedumbre, docilidad,
recogimiento, mesura” (Páez Morales, 2006). Y hasta hubo casos en donde se reconocía
la función recreativa y lúdica, al señalar por ejemplo que disfrutaban de “travesear en
las plazas”10.
7
IEA, doc. nº 12.480, f. 3 v.
8
IEA, doc. nº 11.540, f. 3 r.
9
Pantaleón García. Sermones panegíricos de varios misterios, festividades y santos. Tomo I, Madrid,
Imprenta de D. Benito Cano, 1804, Sermón de Nuestra Señora de las Mercedes, pp. 159-194.
10
IEA, doc. Nº 11. 721, f. 5 v.
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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 83-92
11
IEA, 11.690, Sermón de Rogativa por falta de agua a Nuestra Señora de los Remedios, 1797, f. 2 r.
12
Antonio Arbiol. La familia regulada…, ob. cit., lib., IV, cap. 2.
13
Antonio Arbiol. La familia regulada…, ob. cit., lib., IV, cap. 2.
14
Antonio Arbiol, La familia regulada…, ob. cit., lib. 5, cap. 1.
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Clissa. La oratoria sagrada y la imagen ideal de la infancia.
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entre muchas otras que se editaron en los siglos coloniales-, también se hicieron presentes
en los discursos religiosos correctivos que formaron parte de la oratoria sagrada de la
época. En todas esas expresiones se ofrecían escasas posibilidades de vivir fuera de tan
férrea concepción.
“De semejante casa infeliz, dixo Dios por uno de sus Profetas,
que pensaba enviarle muchos daños y castigos […] Y
examinando la causa, en el mismo Sagrado Texto se halla, que
era una familia perdida, de malas costumbres, sin temor de
Dios, y con muchísimos vicios, y los principales de la familia
consentían en todo, sin reprehender ni corregir a los de su casa;
por lo cual determino Dios acabar con ella”18.
6. La acción educativa
Educar y criar a los niños implicaba cuidado físico, disciplina, obediencia y
amor a Dios. La naturaleza infantil requería ser educada, es decir, reformada, para
adaptarse a los esquemas modélicos de la sociedad. Y la mejor manera de lograrlo era
mediante la experiencia y la práctica de los hábitos que, a largo plazo, iban dejando
huellas en los sujetos.
¿Cómo hacía el orador sagrado para lograr que el mensaje de la prédica fuese
interpretado de una forma adecuada? Sus opciones incluían un abanico de palabras,
relatos y ejemplos simples, para que el auditorio lograse comprender la esencia del
mensaje. Debía ser capaz de articular y complementar lo divino con lo humano. El
criar a los hijos podía compararse a la tarea de un jardinero que demuestra esmero y
dedicación al plantar un arbolito y cuidarlo (Chinchilla Pawling, 2004).
Las prácticas eran esas acciones aprendidas dentro de las relaciones de crianza en
las cuales los adultos estaban siempre involucrados. La pauta era el canon que orientaba
las acciones de los padres hacia los hijos, en consonancia con el orden normativo y
las determinaciones culturales vigentes. Paralelamente, las representaciones sociales
aparecían como imágenes colectivamente compartidas que se tenían en torno a la
crianza y a la naturaleza infantil. Eran explicaciones y certezas respaldadas por los
miembros de la comunidad (Bocanegra Acosta, 2009).
Los sermones debían mostrar la fuerza de las verdades que todo fiel estaba
llamado a creer y para ello la Iglesia disponía de una serie de acontecimientos históricos
que poseían un valor en términos religiosos y era útil por tanto recurrir a ellos una y
otra vez. La legitimación de dichos períodos demostraba la fuerza de los mismos y su
condición para influir sobre las conductas cotidianas.
Aprender era una cualidad de todo niño, sostenía Tertuliano, como así también
el crecer en la virtud y el “descuidarse” para resignarse todo en su padre. Eso mismo
debería darse en el cristiano, dispuesto a llevar a una vida de virtud y “resignarse todo
18
Antonio Arbiol, La familia regulada…, ob. cit., libro IV, cap. 1.
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Clissa. La oratoria sagrada y la imagen ideal de la infancia.
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DOSSIER
Clissa. La oratoria sagrada y la imagen ideal de la infancia.
29
IEA, doc. nº 11.665, f. 7 r.
30
Pantaleón García. Sermones panegíricos…, ob. cit., Tomo I, Sermón V de la Visitación de Nuestra
Señora, pp. 109-134.
31
Pantaleón García. Sermones panegíricos…, ob. cit., Tomo I, Sermón V de la Visitación de Nuestra
Señora, pp. 109-134.
32
Pantaleón García, Sermones panegíricos…, ob. cit., Tomo I, Sermón XI De San Josef, esposo de Nuestra
Señora, pp. 302-334.
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Clissa. La oratoria sagrada y la imagen ideal de la infancia.
Palabras finales
Existen diversas investigaciones que prefieren referirse a las “infancias” a fin
de incluir así la pluralidad de los mundos que rodean a los niños en diferentes épocas.
Sin embargo, en estas piezas oratorias suele ser más frecuente la idea homogénea de una
infancia en singular, a manera de categoría analítica prototípica y uniforme sobre lo que
era y a lo que debía aspirar quien se encontraba transitando dicha etapa de su ciclo vital.
La historia de la infancia plasmada en las piezas oratorias se muestra en un
doble sentido. El ámbito de la experiencia religiosa en su sentido lato, no sólo incluye
la dimensión que se relaciona con lo divino, sino que es inseparable del rasgo de la
comunicabilidad. Lo sagrado se difunde y el oyente/creyente debía estar en condiciones
de recibir ese mensaje y por sobre todo, de comunicarlo y ponerlo en práctica en su
entorno familiar.
Los sermones como emergentes materiales, son el resultado de la convergencia
de diversos factores culturales que es necesario profundizar para determinar e
interrelacionarlos con otros aspectos y circunstancias en torno a su gestación, producción
e impacto. Por medio de ellos logramos introducirnos en un discurso que visual y
auditivamente se mostraba como modélico, en consonancia con unos comportamientos
que resultaban útiles a la Corona y a la Iglesia de la época. Todo este mundo discursivo
se proyectaba hacia la niñez, la cual venía condicionada y determinada por la cultura del
adulto, quien efectivamente era el responsable de esos niños.
Lejos de agotar el tema, el presente trabajo ha buscado ofrecer una aproximación
hacia un tipo documental -los sermones- que bien podría ser incluido como una fuente
valiosa en los estudios que abordan cuestiones tales como la infancia, su dimensión
social y la perspectiva educativa. En suma, se aspira a continuar avanzando en esta
línea de investigación, a fin de introducir otros elementos que permitan darle un nuevo
estatuto ontológico, sociocultural y epistémico al sujeto niño.
Fuentes utilizadas
Colección Documental “Mons. Dr. Pablo Cabrera” de la Biblioteca Central “Elma
Kohlmeyer de Estrabou” de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la
Universidad Nacional de Córdoba (Ex Instituto de Estudios Americanistas)
Sermones de Cuaresma, Semana Santa, Corpus Christi, festividades marianas y de
santos, Ánimas y Difuntos y los referidos a la Confesión.
35
Pantaleón García. Sermones panegíricos…, ob. cit, tomo V, Madrid: Gómez Fuentenebro y Compañía,
1805, Sermón I Del Descendimiento de la cruz y dolores de la Santísima Virgen, p. 5.
90
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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 91-92
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91
DOSSIER
Clissa. La oratoria sagrada y la imagen ideal de la infancia.
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Resumen
La predicación cumplió un papel importante como medio de comunicación de ideas y promoción
de comportamientos. La adhesión a un estado, como el consagrado, exigía un determinado modo de vivir.
La palabra del concionador era uno de los momentos esperados, tanto por las jóvenes que habían optado por
la vida religiosa -en la toma de hábito, profesión o renovación de votos-, como por sus familiares y amigos
que presenciaban aquel trascendental momento.
De los sermones estudiados -éditos e inéditos-, cinco pertenecen a Pantaleón García (1757-1827),
tres a Miguel Calixto del Corro (1775-1851), uno a Estanislao Learte (1788-1858), y de cuatro se desconoce
su autor, pero corresponden a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. El perfil establecido era uniforme
aunque se dirigieran a diferentes órdenes religiosas -carmelitas y dominicas-, pues la base conceptual de los
textos es que la salvación era más fácil alejándose del mundo, siempre que se verificaran los votos propios
del estado y no desagradara cumplirlos.
Abstract
Preaching played an important role as a means of communicating ideas and promoting behaviors.
Adhering to a state, such as consecration, demanded a certain way of life. The preacher’s speech was one of
the awaited-for moments, both for the girls who had opted for the religious life -at the moment of taking or
renewing the vows- and their family and friends who witnessed this meaningful moment.
Among the studied sermons -published and unpublished-, five belong to Pantaleon García (1757-
1827), three to Miguel Calixto del Corro (1775-1851), one to Estanislao Learte (1788-1858), and the
authors of four of them are unknown but they correspond to the late eighteenth and early nineteenth century.
The profile was uniformly set even when they were directed to different religious orders -Dominican and
Carmelites-, since the conceptual basis of the texts is that salvation was easier being away from the world,
provided that the vows were verified and that those who took them were not displeased to fulfill them.
*
Doctora en Historia. Jubilada de CONICET y UNC. Profesora de postgrado. Universidad del Salvador.
marsan@arnet.com.ar
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DOSSIER
Martínez de Sánchez. La clausura: morada perpetua.
Introducción
La transmisión de la palabra a través de los sermones fue una de las herramientas
fundamentales que la Iglesia católica utilizó para instruir y formar a los creyentes. En
América cumplió un papel protagónico en la tarea evangelizadora y también para la
conservación de la fe de los ya bautizados.
En el Río de la Plata, la oratoria sagrada constituyó una práctica común y
extendida, ya que sus productos se encuentran mencionados en múltiples ocasiones, sea
en forma de sermón, plática u oración -fúnebre o conmemorativa-. Las oportunidades
concretas fueron las ceremonias del ciclo litúrgico regular, fiestas devocionales marianas
o de los santos patronos y protectores de plagas o enfermedades, diferentes actividades
de las cofradías, y numerosas celebraciones especiales -como la presentación de la Bula
de la Santa Cruzada, el rezo de las 40 horas, los cumpleaños y onomásticas de los
reyes, como también sus exequias y proclamaciones-. Éstas últimas fueron sustituidas,
luego de las independencias, por misas de acción de gracias por triunfos en batallas
libertadoras o aniversarios cívicos.
El lugar donde se predicaba podía ser cerrado, cuando se elegía el púlpito de las
iglesias o un altar en las capillas, la sala de Profundis o el refectorio de los conventos; o
abierto, cuando el espacio era una plaza o plazoleta frente a los monasterios y templos.
Aunque son abundantes los textos manuscritos que se han conservado de
los siglos XVIII y XIX, en diferentes repositorios del actual territorio argentino,
lamentablemente pocos son los que están fechados y se conoce el nombre de su autor1.
Más allá de esta doble carencia se debe tener presente que existió un discurso unificado
de la iglesia católica, con un valor universal a pesar de las diferencias de tiempo, espacio
y autor.
Los sermones presentaban las pautas del “deber ser”, estableciéndose
paradigmas de comportamiento relacionados con las virtudes que se debían practicar y,
por otro lado, los vicios que era necesario evitar para lograr la salvación, fin indiscutible
en aquella época del paso por la vida terrena2.
El auditorio era homogéneo o variado, según la celebración convocada, como
lo hemos demostrado en trabajos anteriores (Martínez de Sánchez, 2008 b, Clissa, 2008
y Berdini, 2013). A veces puede inferirse del propio texto, como por ejemplo cuando
se hablaba a integrantes de cofradías -por las referencias puede saberse si era para los
cofrades del Santísimo Sacramento o del Carmen-; al pueblo en general, si era una
1
La ubicación cronológica puede soslayarse porque es posible datar los documentos, aproximadamente,
en base a sus caracteres externos, como el tipo papel y sus filigranas, la tinta y el tipo de letra e, incluso,
por datos que proporciona el propio texto. El desconocimiento sobre la autoría -a veces sólo atribuible a
una u otra persona por los rasgos caligráficos y/o estilísticos-, impide conocer a ciencia cierta el nombre
y apellido de quien lo compuso para realizar estudios puntuales, lo que permitiría analizar la formación
y pensamiento de determinados concionadores. En ocasiones es factible atribuir la pluma al clero secular
o regular y, en este caso, a una Orden concreta.
2
En relación a la temática se pueden consultar los artículos compendiados en tres libros dirigidos por Ana
María Martínez de Sánchez (2008 a, 2013 y 2014).
94
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rogativa para que lloviera o la celebración de la fiesta del patrono San Jerónimo, o una
plática para novicias, entre otras temáticas.
En esta oportunidad interesa conocer lo que se predicaba a las jóvenes que
elegían la vida consagrada dentro de alguna orden religiosa, que en el caso de Córdoba
fueron las carmelitas y las dominicas, Monasterios de San José o de Santa Catalina de
Siena, respectivamente. Los textos permiten recorrer el periplo espiritual seguido por
ellas, desde la toma de hábito y la profesión hasta la renovación de votos (de Cos, 2014).
1. Fuentes
Se ha trabajado sobre trece sermones éditos e inéditos. Los publicados
corresponden: cinco a Fray Pantaleón García (1757-1827) y tres a Miguel Calixto del
Corro (1775-1851)3. En cuanto a los inéditos, se estudiaron cinco que se conservan
en el ex Instituto de Americanistas, denominado hoy: Colección Documental “Mons.
Dr. Pablo Cabrera”, Biblioteca Central “Elma Kolhmeyer de Estrabou” de la Facultad
de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba4. De éstos sólo
conocemos de uno el autor, el Dr. Estanislao Learte, que fuera capellán y síndico de las
carmelitas desde la década del 40 del siglo XIX.
En once textos es mencionada la orden a la que está destinado el sermón, las
carmelitas del monasterio de San José, las dominicas de Santa Catalina de Siena en
Córdoba, y uno a las capuchinas de Buenos Aires, en los dos restantes se desarrolla el
tema pero sin brindar datos concretos de su carisma5.
Las temáticas se agrupan en renovación de votos, recepción y profesión de
religiosas, el aniversario de la fundación de las Catalinas -todos de Córdoba- y una
elección de priora capuchina en Buenos Aires.
3
Las citas de fuentes editas se colocan a pie de página ya que van unidas, en muchos casos, a citas de
manuscritos inéditos, además de la complejidad que representa citar en el texto ciertos sermones que están
ubicados en diferentes tomos pero corresponden a un mismo autor. Pantaleón García, Sermones panegíricos
de varios misterios, festividades y santos, tomos III, IV y VI, Madrid, Imprenta de Collado, 1810. Tomo III:
En la toma de hábito, pp. 289-303 y En la profesión de una religiosas, pp. 304-322. Tomo IV: De la visitación
de Nuestra Señora y fundación del Convento de Monjas Catalinas de Córdoba del Tucumán, pp. 143-165.
Tomo VI: En la Profesión de una religiosa, pp. 211-226 y En la recepción de dos religiosas Carmelitas, pp.
227-240. Miguel Calixto del Corro, Varios Sermones Panegíricos de las Principales Festividades de la
Iglesia Católica, tomo I, Filadelfia, Impreso para el autor por T.K. y P. G. Collins, 1849. Plática sobre una
profesión religiosa, pp. 141-163; Plática familiar sobre la renovación de votos de las Carmelitas Descalzas,
pp. 165-182 y Segunda plática familiar sobre la renovación de votos, pp. 183-196.
4
Instituto de Estudios Americanistas (en adelante IEA), mantenemos la identificación tradicional de esta
colección. docs. 11828 (Sobre elección de Prelada de las capuchina de Buenos Aires -1822), 11832
(Sobre carmelitas finales del XVIII), 11836 (Sobre carmelitas-1842), 11838 (Sobre profesión), 11839
(Sobre recepción de Monja Carmelita).
5
Tres de Pantaleón García se refieren a las catalinas y dos a las carmelitas, mientras que del Corro dedica
dos de renovación de votos a las carmelitas y Learte, uno de profesión.
95
DOSSIER
Martínez de Sánchez. La clausura: morada perpetua.
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Aires, pues del monasterio cordobés salieron cinco religiosas que habitaron desde 1745
el edificio porteño9. A su vez actuaba como receptor de jóvenes, no sólo de la ciudad,
sino también de otras partes del actual territorio argentino, como Jujuy, Salta, Tucumán,
Santiago del Estero, La Rioja y Catamarca (González Fasani, 2011; Arancibia y Ponza,
2015).
Se consideraba que Dios era quien había elegido a cada doncella -entre una
multitud de ellas-, para que se prepararan para el desposorio con el Señor.
Ingresaban primero como novicias, momento en el que tomaban el hábito. En
las carmelitas se las aceptaba para ello en una primera votación. Pasados seis meses
se hacía la segunda y a los diez la tercera que les permitía profesar, es decir, hacer los
votos perpetuos una vez cumplido el año, momento en que realizaban la renuncia de
sus bienes -habidos y por haber- de acuerdo a la Regla y a las Constituciones (Nieva
Ocampo, 2008: 172). En las catalinas, la Priora tomaba examen, junto con las “madres
del consejo” para que luego el obispo autorizara que se concretara la renuncia y le
permitiera profesar (Martínez de Sánchez, 2010: 559, Nieva Ocampo y González
Fasani, 2008 b: 232).
Pantaleón García explica que es la voz de Dios la que habla a cada joven para
tomar la decisión y persistir en ella, como ya lo había hecho a Abraham, a Lot y a
los Apóstoles y, dentro de su sexo a Clara, Inés, Teresa o Isabel, en el retiro de los
monasterios. Por la “fuerza de la gracia”, aquella joven que estaba por tomar su hábito,
había escuchado, atendido y se había dejado invadir por vínculos sagrados, respondiendo
a esa invitación sobrenatural. Aquel llamado la llevaba a abandonar a sus padres, según
el mandato evangélico, para seguir a Dios, dispuesta a cumplir un eterno divorcio con el
mundo (Martínez de Sánchez, 2010; Nieva Ocampo, 2009: 489)10.
De acuerdo al Salmo 82, Sor Bartolina de las Mercedes eligió “habitar en la casa
de Dios, [antes] que morar en los tabernáculos del siglo”11, como también lo hicieron
Venancia del Corazón de Jesús y Juana Manuela de San Agustín, todas en el monasterio
de Santa Catalina12. En las carmelitas fue Estanislao Learte quien pronunció el sermón
9
Madre Ana María de la Concepción Arregui de Armaza y sores Gertrudis de Armaza, Catalina de San
Laurel, Ana de la Concepción y María Josefa Narbona.
10
IEA, doc. 11836, f. 2 r. García, Sermones panegíricos, En la profesión de una religiosa, tomo VI, 1810,
p. 211. Conviene recordar la literatura de época -manuales y tratados- que explicaban las condiciones
que debía cumplir una mujer consagrada, sus obligaciones y carismas. Para el caso de las dominicas
escribieron, entre otros, Domingo de Valtanás, Exposición sobre el estado y velo de las monjas en 1557,
obra publicada en Sevilla.
11
En 1835 Bartolina de las Mercedes era la Priora del Convento de Santa Catalina de Sena y rubricó la
Carta de Hermandad con las monjas carmelitas del convento de San José. Sor Bartolina profesó el 7 de
mayo de 1795, en manos de la Madre Ana Hilaria del Sacramento. Su apellido era Villafañe y era natural
de La Rioja. En 1830 fue elegida subpriora y priora en 1833 (Arancibia y Ponza, 2015: 130).
12
Ambas eran Castillo de apellido, por lo cual Pantaleón García las califica en su sermón como “primicias”
de la noble casa de los “Castillos”. Naturales de Santiago del Estero profesaron el 20 de enero de 1792.
Eran hijas del Coronel Antonio del Castillo y de doña Polonia Hernández. Ya lo habían hecho otras dos
hijas en 1787, Brígida de Santa Lucía y María Josefa del Tránsito, y don Antonio solicitó en 1792 que
ingresaran otras dos (Arancibia y Ponza, 2015: 128 y 129). Archivo del Monasterio Santa Catalina de
Siena Córdoba (en adelante AMSC), Elección de priora y sucesos del trienio, tomo II, f. 165 y 166. Cabe
97
DOSSIER
Martínez de Sánchez. La clausura: morada perpetua.
cuando profesó Rufina de Jesús, en el cual destacó la íntima alianza que se establecía
entre la joven y su esposo, Jesucristo13.
Durante los siglos XVII y XVIII, y aún en el XIX, se escribieron muchas
obras de ayuda para enfrentar diversos aspectos cotidianos, que iban desde la cura de
enfermedades, el modo de preparar medicinas, las oraciones que se debían dedicar a un
santo protector, el modo de ayudar a “bien morir” -literatura llamada del ars moriendi-,
hasta textos que ilustraban sobre el modo de comportarse según el estado. En este
sentido destacaron las obras de fray Antonio Arbiol, La familia regulada y La religiosa
instruida. Ésta última la dedicó a la Virgen, por considerarla “amorosa madre de las
fieles esposas de su Santísimo Hijo”14.
Los imprenteros solían reimprimir una obra que había sido exitosa, colocándole
el año de la primera impresión para no tener que repetir los trámites de las licencias,
aspecto que comprobó García Cuadrado que había sucedido con La religiosa instruida,
obra que tuvo una difusión considerable (García Cuadrado, 2010: 56)15.
La imagen femenina que se presenta a las jóvenes que aspiran a ser novicias y
luego profesar está unida no sólo a las virtudes de la Virgen María, sino especialmente
a las principales santas del calendario católico. Ellas, humanas como las postulantes,
pudieron en el silencio de los claustros alcanzar modos de perfección que fueron
ejemplo para cada Orden.
Arbiol sostenía que los males que padecían los conventos se debían a ocho
motivos principales: mala crianza de las novicias y jóvenes, falta de retiro y trato interior
con Dios, mucha comunicación de los seglares, multitud de religiosas en un mismo
convento (más de 40 entre legas y coristas consideraba que producían confusión), malas
preladas que todo lo juzgaban con levedad alejándose de la Reglas y las Constituciones,
“tráfagos y granjerías indignas” con que se veían atormentadas las buenas religiosas,
muchos cumplimientos con el mundo (presentes, agasajos, gastos y pleitos) y falta
de piedad y caridad con las enfermas y necesitadas. Contra esos ocho daños capitales
remarcar que García escribió un sermón para la toma de hábito como novicias, cuando tenían entre 16 y
20 años, y luego cuando hicieron los votos de profesión, superado el año de noviciado.
13
Rufina Echenique era natural de Córdoba y el 2 de julio de 1841 tomó el hábito en el Monasterio de
San José, hija de don Santiago Echenique y doña Petrona Becerra, ya fallecidos en aquel momento.
Adquirió el nombre de Rufina Ignacia de Jesús a su ingreso en la orden carmelita. Archivo del Convento
de San José (en adelante ACSJ), Libro de las elecciones de Prioras y demas oficios de este combento
de Carmelitas descalsas, f. 126 r. La segunda votación se realizó a los seis meses de su ingreso, el 2 de
enero de 1842, f. 127 v. y la tercera, y última, el 2 de mayo de 1842 al cumplir los diez meses de novicia.
En 1859 era la priora del convento, cargo que desempeñó hasta 1865, volviendo a él en 1868, f. 141 r.
En 1874 formaba parte del capítulo como clavaria, es decir quien custodiaba las llaves. Libro en el que
se asientan los autos de visita que se han dado a este Monasterio de Carmelitas Descalzas y también las
Actas de elecciones trienales, fs. 234 y 235. El obispo José Vicente Ramírez de Arellano hizo entrega
de las Constituciones y de las llaves de la clausura a la nueva priora, tras una breve exhortación sobre
el desempeño de su oficio y mandó que las religiosas la reconociesen como prelada electa. En 1862 fue
elegida clavaria y en 1868 nuevamente priora, f. 242.
14
La familia regulada se publicó por primera vez en 1713 y se realizaron varias ediciones. De La religiosa
instruida, se registran ediciones en 1717, 1734, 1753, 1765, 1776 y 1791 durante el siglo XVIII.
15
Tres ediciones tiene pie de imprenta del mismo año, pero en realidad vieron la luz en años sucesivos.
98
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Arbiol trabajó en los ocho libros de que consta la obra: el primero trata de las novicias, el
segundo de las jóvenes y la puntualidad de las religiosas en las comunidades, el tercero
de los ejercicios espirituales, frecuencia de sacramentos y direcciones espirituales, el
cuarto del trato doméstico regular de unas religiosas con otras, el quinto del modo de
tratar a las personas de fuera del convento, el sexto de los oficios de la religiosas con
excepción de la prelada, el séptimo de las obligaciones de la prelada y el octavo sobre
las disposiciones de una religiosa instruida para bien morir (Arbiol, 1791 b).
El tratado de Arbiol se asemeja a los manuales de confesores o de penitentes
que atendían a todas las situaciones que podían presentarse en la mente y el alma de las
personas en las diferentes circunstancias. Quien siguiera ese texto tenía la hoja de ruta
en sus manos, desde la tierna novicia, hasta la consolidada prelada, desde las prácticas
cotidianas que debían cumplir hasta las acciones que tenían que evitar.
99
DOSSIER
Martínez de Sánchez. La clausura: morada perpetua.
20
García, Sermones panegíricos…, En la toma de hábito de unas religiosas, tomo III, 1810, p. 301.
21
García, Sermones panegíricos…, En la toma de hábito de unas religiosas, tomo III, 1810, p. 297.
22
García, Sermones panegíricos…, En la toma de hábito de unas religiosas, tomo III, 1810, p. 292.
23
Isaías, cp. 2, habla de la Jerusalén celestial, del Israel mesiánico que el predicador compara con el
monasterio.
24
IEA, doc. 11832, fs. 5 r. y v.
25
García, Sermones panegíricos…, En la toma de hábito de unas religiosas, tomo III, 1810 p. García,
Sermones panegíricos…, En la recepción de dos religiosas Carmelitas, tomo VI, 1810, p. 229. Corro,
Varios Sermones Panegíricos…, Plática sobre una profesión religiosa, tomo I, pp. 157 y 158.
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necesaria, y que María en medio de su silencio y quietud, que te parece tan mal, ha
elegido la mejor parte”.
4. Los votos
Como el estado que más se asemejaba a Cristo era el consagrado, según lo
manifestaban los concionadores de acuerdo a la concepción de la época, la decisión de
querer ser religiosa era tomada como “justa y racional”26. Corro, en la tercera década
del siglo XIX, se lamenta de que en esos días se creyera lo que sostenía “la filosofía”,
en cuanto era “un sistema abortado por la impiedad y sostenido por el orgullo”. Había
esparcido las ideas más “subversivas de la sana moral y religión”, ya que no había,
para el nuevo pensamiento, más verdades que las que podían tocarse y, por ende, la
consagración religiosa era tomada sin la seriedad que el caso requería27. Por todo ello
era necesario aferrarse, con ahínco, a los preceptos de San Pablo puesto que, expresa
Corro vehementemente, no existe más religión verdadera que la que dejó Jesucristo y
ella solamente puede proporcionar felicidad.
Pantaleón García, por pertenecer a una época anterior –pre independentista,
cuando las nuevas ideas filosóficas anticatólicas aún no se habían extendido-, presenta
otro tipo de discurso basado esencial y reiteradamente en los peligros del mundo y las
bondades de la vida religiosa.
Los votos al momento de la profesión, y la renovación de ellos en ocasiones
posteriores, dieron origen a discursos diferentes. Así se percibe el sermón de la toma de
hábito y el de profesión de las hermanas Castillo. García profundiza en el segundo el
compromiso que significaba reafirmar lo ya prometido. Igual actitud manifiesta Corro
cuando habla en la profesión de Juliana y luego en su renovación, considerando este
acto como un reaseguro de la fidelidad a la promesa28.
En ambas oportunidades los concionadores, conocidos o anónimos, hacen
referencia a los votos de pobreza, castidad y obediencia, sumando el de clausura en la
26
García, Sermones panegíricos…, En la toma de hábito de unas religiosas, tomo III, 1810, p. 162. El
predicador hace un ataque frontal a las nuevas filosofía que ridiculizan la religión y recomienda que no
se dejen “seducir y alucinar por la vana filosofía, por sus falacias y sofismas”.
27
Corro, Varios Sermones Panegíricos…, tomo I, p. 142.
28
Doña María Juliana Tagle tomó el hábito el 2 de febrero de 1822 con el nombre de María Juliana de San
José. Era natural de Jujuy hija de Don José Miguel de Tagle y de doña María Teresa de Basterra. El 2
de julio del mismo año, cumplidos los seis meses de su ingreso, se realizó la segunda votación y el 2 de
diciembre la tercera, satisfechos los 10 meses, todo de acuerdo a las constituciones. En las elecciones
para Priora de 1850, Juliana de San José recibió un solo voto. El 20 de abril de 1868 ingresó otra novicia
en la vacante dejada por Juliana, por lo que inferimos que entre esas fechas había fallecido. Archivo del
Convento de San José (en adelante ACSJ) Libro de las elecciones de Prioras y demas oficios de este
combento de Carmelitas descalsas de la Señora Santa Thereza de Jesús, de Cordova, año de 1726 corre
desde folio 1. Libro de votaciones para recivir Monja de velo negro, blanco, o donada; de las recepciones
al avito quando le toman de las aprovaciones para la Profesión, y de la Profesión; da principio y corre
en este mismo tomo desde el folio 50, fs. 112 r.-113 v. y f. 149 r. y Libro en el que se asientan los autos
de visita que se han dado a este Monasterio de Carmelitas Descalzas y tambien Las actas de elecciones
trienales de Prioras y demas oficialas, f. 224.
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Martínez de Sánchez. La clausura: morada perpetua.
su pueblo de Caldea, Jacob de Siria, Moisés del palacio de Faraón, Daniel de Babilonia,
Elías de Judea, al Bautista de su patria. Salirse del mundo para librar el alma de la
muerte.
Cuando han realizado los votos ya pueden considerarse felices, porque han
pasado la prueba y con la práctica de la pobreza son superiores a los demás mortales,
con la castidad felices como los Ángeles, por la obediencia dichosas a semejanza de
Dios, no es una felicidad absoluta y consumada sino de una “felicidad principiada”,
pues se extenderá a toda su permanencia en el monasterio37.
La renovación de los votos, como sostiene Corro, es un grado más de perfección
dentro del estado elegido, porque coloca a la joven en la situación de reafirmar lo que
profesó. No sólo el necesario prescindir de la riqueza, del contacto carnal y obedecer,
sino que además no debe sentirse molesta por no poseer esos bienes y deseos y estar
dispuesta sin mortificación a cumplir con lo que la Prelada ordena38.
Fray Pantaleón se dirige a la madre de las jóvenes profesantes y le dice que se
vista de Sara, no de desconfianza sino de alegría porque Venancia y Juana Manuela van
a enriquecer su casa con bendiciones eternas, mientras los “mundanos” quedarán como
espectadores de aquel sacrificio.
Todos los concionadores apuntan a la necesidad de practicar la constancia. San
Bernardo decía que la tibieza era peor que el pecado, ya que de éste se podía retornar
mediante el arrepentimiento, pero de la tibieza no se podía salir.
Todo es un combate en que el alma, sorprendida de los sentidos, padece
una disipación de espíritu que impide contemplar las bellezas de la sabiduría. Después
de ese combate se asciende a un cierto reposo en que sin distracción se goza de la
verdad. De ese estado se pasa a una embriaguez que hace ignorar la propia existencia,
momento en que, según Santa Teresa, comienza la divina locura39.
Reflexión final
Aunque entre los sermones de García y los de Corro median tres décadas, como
con el de Learte, coinciden los argumentos que celebran la decisión de las jóvenes
que toman el hábito o profesan y, la contracara se manifiesta en la lamentación por
la situación del siglo. En Corro se vislumbra además la crisis política y la pérdida de
valores religiosos. Sin embargo, son dos estilos muy diferentes, que podrían calificarse:
de optimista el primero sobre las vocaciones que se originan en la sociedad cordobesa,
mientras en Corro se detecta a un sacerdote apesadumbrado por los hechos que suceden
en su entorno. Sin duda todos los textos, incluyendo los de autor desconocido, coinciden
en el mensaje para el hecho concreto sobre el que les toca platicar, aunque se produzcan
en momentos históricos diferentes.
37
García, Sermones panegíricos…, En la profesión de unas religiosas, tomo III, 1810, p. 317.
38
Corro, Varios Sermones…, Plática familiar sobre la renovación de votos de las Carmelitas Descalzas, pp.
166 y 167 y Segunda plática familiar sobre la renovación de votos, pp. 188 y ss.
39
IEA, doc. 11832, f. 10 r.
104
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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 105-107
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40
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FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
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Católica de Córdoba, Universidad Veracruzana, pp. 819-829. E-Book. URL:
http://www.cehsegreti.org.ar/descargas/hugo-cancino.pdf
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FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 109-125
Resumen
El Concilio de Trento, entre uno de sus propósitos, legisló para reformar la disciplina eclesiástica.
Si el nuevo desafío era la evangelización, los agentes debían responder a un patrón común, que con algunas
variantes en cada época se mantuvo vigente hasta entrado el siglo XIX.
De las metodologías para el propósito, que fueron variando y ajustándose con el tiempo, el sermón
significó un eficaz instrumento usado en la América colonial e independiente para procurar cambios en
las conductas desde una perspectiva de control social. El mismo no solamente se dirigió a la feligresía,
sino también a los agentes pastorales, y se empleó asiduamente en conventos, universidades, colegios y
seminarios para la formación del clero regular y secular, y para mostrar lo que se esperaba de ellos. Muchas
veces, a través de discursos especialmente preparados para ocasiones puntuales, tales como las tomas
de hábitos y profesiones religiosas, o a través del llamado panegírico, que tenía por objetivo en ciertas
solemnidades resaltar las virtudes de santos caros a una determinada orden religiosa, se procuraba poner la
vida y virtudes santorales como ejemplo a seguir por los neófitos novicios o profesos.
El trabajo procurará, a partir de varios sermones de profesión, o de santos, tales como Francisco
de Asís, Antonio de Padua o Benito de Palermo, adentrarse en lo que se esperaba de un religioso rioplatense
a finales del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX -fechas de estas piezas oratorias-.
<Oratoria sagrada> <Sermones> <Clero regular> <Disciplina eclesiástica>
Abstract
Among its many purposes, the Council of Trent legislated to reform the ecclesiastical discipline.
If the new challenge was evangelization, the priests would have to follow a common pattern that remained
in force until the beginning of the XIX century, with some variations in every era.
From the set of methodologies intended to achieve that purpose (some of them varied and were
adjusted over time), the sermon represented an effective tool used in colonial and independent Latin America
to seek a change in behavior within a perspective of social control. Such control aimed at the membership of
the church as well as at the pastoral workers and it was largely used in convents, universities, schools, and
seminaries, to train the secular and regular clergy, and to show what was expected of them. In this context,
the lives and virtues of the saints were often taken as examples to follow for the newest novices and the
young professed through speeches specially designed for certain occasions such as the taking of vows and
*
Dr. en Historia. Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti” - Unidad asociada a CONICET
- Universidad Nacional de Córdoba - Universidad Católica de Córdoba. scribalatino_ar@yahoo.com.ar
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DOSSIER
Benito Moya. Imágenes del “deber ser” del religioso, según la oratoria sagrada rioplatense.
religious professions or through the so-called eulogy, which aimed at highlighting the virtues of the saints
from a determined religious order in certain solemnities.
This paper will intend to deepen into what was expected from a religious of the Rio de la Plata at
the end of the XVIII century and the beginning of the XIX century. In order to do so, a number of sermons
is going to be analyzed, such as those by trade and by saints like Francis of Assisi, Anthony of Padua or
Benedict the Moor from this time.
1. Introducción
El Concilio ecuménico de Trento (1545-1563) legisló, entre muchos de sus
cometidos, sobre la disciplina eclesiástica en general (Po-Chia Hsia, 2010; Barrio,
Paredes, Ramos Lissón y Suárez, 2005: 651-654), pero en la sesión XXV, celebrada
entre el 3 y 4 de diciembre de 1563 se aprobaron veintidós capítulos sobre la reforma
de la vida regular1. Con ello se quería corregir y controlar, poniendo bajo la mirada del
obispo, a una serie de fundaciones religiosas rurales y urbanas, que eran muy difíciles
de vigilar y que en muchos casos llevaban una vida que no condecía con las reglas y
constituciones de los fundadores (Martínez Ruiz, 2004). Si bien en la vida monástica y
mendicante las reformas internas habían comenzado desde fines del siglo XIV, dando
lugar a los llamados observantes, no por ello dejaban de mantenerse en muchos casos
fuera de las autoridades romanas.
En Indias la política respecto del clero regular estaba bajo la esfera casi absoluta
del rey de España por el regio patronato, que no solo operaba para la creación de obispados
y la presentación de candidatos para ocuparlos junto a los cabildos eclesiásticos, sino
también el gobierno de los regulares estaba en manos del confesor del rey y de los
comisarios generales de órdenes que, con sede en el Consejo de Indias, estaban casi
exentos de la autoridad de los ministros generales (Roma) propios de la familia regular
(Vázquez Janeiro, 1986; Dellaferrera, 1999; Maeder, 1999; Benito Moya, 2008; Arvizu,
2009).
Toda la reforma tridentina de la disciplina eclesial dio lugar a una profusa
literatura, conocida como “devota” o “edificante”, que se propagó rápidamente gracias
a la imprenta, y que apuntó sobre todo a la vida interior del modelo de católico que se
pretendía (Juliá, 2001). Los libros devocionales no solo estaban dirigidos a los seglares,
sino también a los consagrados seculares o regulares. Los modos de ser católico
postridentino no fueron siempre uniformes, pues aunque mantuvieron la esencia,
en la segunda mitad del siglo XVIII, como consecuencia de la expulsión y posterior
1
El Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento, versión castellana por Ignacio López de Ayala, texto
latino de la edición romana de 1564. París: Librería de Bouret, 1893, sess. XXV, de regularibus et
monialibus.
110
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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 111-125
2
Jn., I, 1-14.
3
Ana María Martínez de Sánchez se ocupa de la religiosa, en un artículo que integra este dossier.
111
DOSSIER
Benito Moya. Imágenes del “deber ser” del religioso, según la oratoria sagrada rioplatense.
112
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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 113-125
de la hagiografía del santo. En este sentido los sermones seleccionados están referidos,
los de santos franciscanos a Francisco de Asís7, Francisco Solano8 y Benito de Palermo9;
y en el caso de los dominicos a Domingo de Guzmán10.
Un tema que aparece recurrente en los sermones de toma de hábitos o de
profesión son los tres votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia, en ese orden;
pues los sermones son franciscanos y dominicos, órdenes mendicantes que solamente
hacían esos tres. Si bien el contenido es retórico, pues todos los sermones abordan ese
tema, propio de la ocasión en que se pronunciaban o renovaban, es importante rescatar
algunos aspectos que, a nuestro juicio buscaban señalar aspectos de la disciplina
religiosa tridentina que se estaba transgrediendo, o cuya rigurosidad, dada la época se
estaba transformando, pero que desde lo doctrinal se amonestaba el cambio.
2. Pobreza
El Tridentino insistió particularmente sobre este punto en las órdenes religiosas,
monásticas, militares, de redención de cautivos, mendicantes y hospitalarias. En
América, el abanico masculino de posibilidades fue menor, pues de las dos primeras
no hubo miembros, salvo algunos hábitos de órdenes militares, pero que no formaron
comunidades.
Cada instituto religioso tuvo una manera diferente de entender la pobreza, pero
por lo general en los mendicantes se redujo a no tener bienes personales, a renunciar
a la propiedad privada y que todas las posesiones fueran comunitarias (Martínez Ruiz,
2004: 275-276).
Ahora ¿Cómo se expresaba el cumplimiento de este voto a través de los
sermones? Se insistía en dejar las riquezas del mundo, que siempre serían las materiales,
pues si estas son del mundo, ellos como muertos a él, las habían abandonado. Un aspecto
que se resalta es en el hábito del religioso. La figura que se llama como ejemplo es la
del propio Jesucristo, en su nacimiento y en su muerte donde, tanto sus pañales como la
sábana que lo amortajó, nunca le pertenecieron11.
El tema aparece en el sermón dominico, mientras que en los franciscanos
apenas se menciona. La pobreza debe resplandecer en los hábitos. Dos ejemplos de
santos dominicos son traídos a colación, el primero del patriarca Domingo de Guzmán,
que usaba hábitos tan viles y rotos, que los mismos frailes le debieron prestar uno en
su última enfermedad, porque el suyo era andrajos. El segundo ejemplo, de uno de los
7
IEA, docs. 11607 “Panegírico de san Francisco”; 11634 “Sermón panegírico del seráfico patriarca san
Francisco de Asís, predicado en 1838”; 11638 “Sermón de las llagas de san Francisco; 11817 “Sermón
de llagas”.
8
IEA, doc. 11621 “Sermón del glorioso apóstol san Francisco Solano”.
9
IEA, docs. 11594 “Panegírico del glorioso san Benito de Palermo”; 11623 “Sermón de san Benito de
Palermo”.
10
IEA, docs. 11624 “Sermón de nuestro glorioso padre santo Domingo de Guzmán”; 11633 “Sermón del
glorioso patriarca santo Domingo de Guzmán”.
11
IEA, doc. 11833.
113
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3. Castidad
El voto de castidad fue de especial hincapié en el concilio de Trento, con mayor
insistencia en la religiosa que en el religioso. Sin embargo, cada vez que se refieren los
concionadores a este punto lo tocan muy superficialmente; la castidad es algo que hay
que conservar, pero de lo que no es muy lícito hablar con detalles, y menos con seglares
en la iglesia el día de la toma de hábitos, o de profesión. Sí se insiste en abandonar los
placeres de la carne, viviendo en pureza y limpieza18.
¿Cómo se alcanza una vida casta? Los predicadores responderán que con
la mortificación de la carne; viviendo en el santo temor de Dios; y no olvidando los
significados misteriosos del hábito. Este vestido que antes se ha puesto como ejemplo
para el mantenimiento de la pobreza, igualmente es considerado aquí como un escudo
para conservar la castidad. Al respecto dirá el dominico Fr. Domingo Incháurregui
(1797-1848) que en “el blanco se significa la pureza y en el negro la penitencia”, en
alusión a los colores de la túnica y el manto del hábito de la Orden de Predicadores. Pero
el concionador seráfico anónimo, que dirigió la “plática” en 1830 para la profesión de
un hermano lego, sostendrá que el hábito que se viste “no extingue aquella ley impresa
en sus miembros y que obliga a una continua guerra”, por eso las armas para el combate
son la oración, y la mortificación de la carne con la penitencia, y el ayuno; que, si bien
estos son aspectos en la vida de todo cristiano son “una necesidad más urgente en un
religioso que se separa del común de las gentes para condenar sus vicios, y criminales
deleites”19. El hábito, que en el mundo barroco está revestido de sacralidad, pues es
un poderoso blindaje para la castidad, y sobre esto insiste el sermón de Incháurregui,
sin embargo la concepción ha empezado a cambiar, pues el franciscano lo considera
más un signo del consagrado, que internamente debe pelear una guerra en pro del voto
realizado.
Hay significados concurrentes en el concepto de virginidad y en el de castidad;
para los oradores sacros son lo mismo, no hay una separación de significados entre
ambos, y en todo caso un concepto que los nuclea es la pureza, por la que han perdido
la vida muchos santos y vírgenes que procuraron conservarla hasta el final.
Además de la oración, ayuno y penitencia, otro aspecto que se espera de un
religioso es la clausura, necesaria para mantener esa pureza. Incháurregui insistía en
Tomás de Aquino, el maestro de la Orden, que no obstante recibir de los ángeles la
comunicación de que por una virtud sobrenatural nunca iba a perder la castidad, igual
buscaba el retiro y silencio de los claustros y celdas, teniendo sumo cuidado de guardar sus
ojos de cualquier cosa “pues son las ventanas por donde se introduce el veneno a nuestro
18
IEA, doc. 11833.
19
AAC, Fondo del Convento de San Jorge, Sermones, Caja “D”, carpeta n° 23, n° 5 “Plática de la toma de
hábito de Fr. José Santos Centeno”. Córdoba, 3/03/1830.
115
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Benito Moya. Imágenes del “deber ser” del religioso, según la oratoria sagrada rioplatense.
20
IEA, doc. 11834 “Recepción [de votos] de tres novicios de la Orden [franciscana]” de Fr. Nicolás Aldazor.
21
IEA, doc. 11633.
22
ACFC, Libro de Patentes I (1640-1677). Patente de Fr. Francisco Ramón Altamirano. Córdoba,
18/12/1645.
116
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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 117-125
23
ACFC, Libro de Patentes I (1640-1677). Constituciones generales del capítulo celebrado en el convento
de Jujuy, 23/10/1655.
24
ACFC, Libro de Patentes I (1640-1677). Patente de Fr. Gabriel de Valencia. Buenos Aires, 18/02/1663.
25
ACFC, Libro de acuerdos (1755-1821), Acuerdos 11 y 12, Córdoba 13/02/1756 y 25/04/1757.
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DOSSIER
Benito Moya. Imágenes del “deber ser” del religioso, según la oratoria sagrada rioplatense.
aparecen el aborrecimiento de los santos a todo lo que en alguna ocasión pudiese haber
puesto en peligro el quebranto de las reglas y de las constituciones26.
Habíamos hablado que otros de los consejos enunciados desde el púlpito para
permanecer en la castidad era la oración y las disciplinas -es decir la flagelación y el
ayuno-, pero también esto que se propone incesantemente no se cumplía, sobre todo el
tema de las oraciones comunitarias que se hacían en el coro durante las horas canónicas,
es frecuente el reconvenir a los coristas de su falta de asistencia, pero también de muchos
profesos que alegaban enfermedad o privilegios, o permisos, por lo que se pedía que los
guardianes franciscanos no dispensaran en este santo ejercicio aunque solo hubiese dos
hermanos en la comunidad27. Respecto a las disciplinas, que podían ser diferentes tipos
de mortificaciones del cuerpo, tales como flagelaciones, uso de cilicios, o el ayuno, y
que podían ser individuales y por lo tanto privadas o bien colectivas y comunitarias, se
habían perdido ya en el siglo XVII, por ello, cada vez que se iba a capítulo provincial
cada tres años, se solicitaba oración y disciplinas colectivas28.
A veces se exageraba el tema de la castidad en el sermón para causar sorpresa en
el auditorio, como el barroquismo que enunciaba un concionador de mediados del siglo
XIX, que la Virgen María estimó tanto ese bien de la virginidad, que comunicándole el
Ángel que iba a concebir y parir al salvador del Mundo, preguntó que cómo podía ser
esto si ella tenía voto de virginidad. Hasta ahí la elocución seguía el contenido de las
Sagradas Escrituras, pero el predicador agregaba en labios de la Virgen la afirmación:
“me parece mal aceptar esa merced, hasta saber si tengo de perder este bien, por
conseguir ese otro”. En otras palabras, que María estimaba tanto su virginidad, que
pensó si aceptando ser la madre del Salvador del mundo, perdería su virginidad, y pone
la duda en el personaje, si debía aceptarlo o no. Esta figura más propia del sermón
barroco del siglo XVII (Orozco, 1980), no era habitual que apareciera en uno del siglo
XIX, sin embargo, eso no es para nada una norma fija.
Otras figuras que se traían a colación era el ejemplo de ciertos santos en el
que en primer lugar aparece San José, San Juan Evangelista y Santo Domingo que
“fue confortado y alimentado en sus desmayos y penitencias con la leche virginal de
María”29. De allí que se representara en muchos casos a la Virgen con los senos afuera
de los que de un lado amamantaba al Niño Jesús y del otro a San Francisco, Santo
Domingo, o San Pedro Nolasco (Barbieri, 2006: 67) o bien dos santos en sendos pechos.
4. La obediencia
El asunto de la obediencia de mucha insistencia en los sermones no es un
tema menor, ya que la vulneración de la misma constituía una falta grave, que podía
26
IEA, docs. 11633, 11638 y 11607.
27
IEA, docs. 11633, 11638 y 11607.
28
ACFC, Libro de Patentes I (1640-1677). Constituciones generales del capítulo celebrado en el convento
de Jujuy, 23/10/1655.
29
IEA, doc. 11833.
118
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ocasionar desde encierro en la celda, ayunos obligados, hasta cárcel, llamada “casa de
la disciplina”, a pan y agua, o hasta la expulsión de la orden.
En el siglo XVIII empieza a darse la particularidad de que los frailes discuten
las decisiones de los superiores, y no se cumplen las decisiones elaboradas por los
capítulos provinciales. Una costumbre es el vagabundeo de frailes por caminos y
ciudades que acaba por tener quejas en los fieles. Piden continuos traslados, hasta
llegar a una comunidad donde estén a gusto. Dentro de las comunidades desobedecen
el asistir al coro, el mantener el silencio en los claustros, de que no beban alcohol,
vicio muy extendido. Todo esto se agrava con los sucesos de la Revolución de Mayo
y los desórdenes que continúan en el plano eclesiástico, con obispos deportados o
presos la mayor parte del tiempo, con conventos donde las autoridades, por lo general
peninsulares, son sospechados de estar contra el régimen y son encarcelados, que
desembocarán con la reforma eclesiástica rivadaviana y la confiscación de varios
conventos y las comunidades reagrupadas. Todo esto generaba un montón de frailes que
salían de los conventos, o bien para luchar en la guerras por la independencia, o bien por
otras razones y los conventos quedaban despoblados.
Por ello no era simplemente considerar hablar algo sobre el voto de obediencia,
cuando profesaban algunos frailes, sino que era un llamado, una reconvención a volver
a la vida comunitaria.
Incháurregui define la obediencia como la “negación del propio parecer
y voluntad por la perfección”. Y la figura recurrente en el Antiguo Testamento es
Abraham que obedeció hasta casi sacrificar a su hijo Isaac, y en el Nuevo Testamento es
Jesucristo, que obedeció a su Padre hasta la muerte y muerte de cruz, se recalca. Así un
concionador seráfico, dirigiéndose al hermano lego que ese día hacía votos le dice: “así,
Su Paternidad, debe crucificar la suya [vida] en manos de sus prelados, para no hacer
otra cosa que obedecer su voz, la que ha se de ser desde hoy en adelante la señal expresa
de las órdenes de Dios, no de otro modo.”30
En la guerra se sujetan al capitán, en la navegación se sujetan al piloto, en la
religión serán guiados por los superiores y padres mayores. Se cita a San Agustín para
indicar que la obediencia debe ser humilde, de modo que cuando el prelado los ocupe
en oficios bajos, más deben estar alegres que si los ocupara en honrosos y distinguidos.
Otro predicador franciscano agrega: “Serás una víctima muda, sin más libertad
que la que te permita el prelado, a quien aunque sea áspero o benigno, obligante o severo,
prudente o indiscreto, iracundo o manso, favorable o adverso, tú deberás obedecerle
hasta la muerte bajo la pena de un infierno eterno”.
119
DOSSIER
Benito Moya. Imágenes del “deber ser” del religioso, según la oratoria sagrada rioplatense.
de los que extraemos nuestros ejemplos los más abundantes pertenecen a la orden
franciscana, con algunos de las órdenes dominica y mercedaria; dejamos de lado los
sermones sobre santos jesuitas porque son posteriores a la expulsión y disolución de la
Compañía y, sospechamos, que eran pronunciados por miembros no ignacianos e iban
destinados a la feligresía en general.
En todos el ejemplo principal a destacar y seguir era la figura de los fundadores:
san Francisco de Asís, santo Domingo de Guzmán y san Pedro Nolasco, destacándose
como centrales las notas que hacían especiales las vivencias evangélicas de cada
comunidad, por ejemplo en San Francisco se hacía hincapié en la pobreza, en el
asemejarse a Cristo; entre los dominicos la defensa de la pureza de la fe frente a la
herejía y entre los mercedarios la redención de cautivos.
La orden franciscana tuvo un abanico más complejo de exempla, pues para
el siglo XVIII ya tenía un ejemplo de la evangelización indiana: Francisco Solano,
para exhibir como el misionero americano31. Sin embargo, era la única orden de las
rioplatenses que tenía un ejemplo de santidad en Benito de Palermo, para presentar
como ejemplo entre los hermanos legos y agregados a los conventos -recordemos que
los dominicos Juan Macías y Martín de Porres fueron canonizados en el siglo XX-.
Si bien, Benito estaba asociado por su tez con las cofradías de negros de toda la
América española y lusitana32, se lo presentaba como el camino para un fraile lego. En
los panegíricos para su fiesta del 4 de abril se destacaba su profunda humildad opuesta
a la soberbia: “Dios resiste a los soberbios y franquea su gracia a los humildes”, que se
comparaba con la de la Virgen María, “la más humilde de todas las criaturas y que tomó
la qualidad de esclava y de sierva del Señor”. Las “virtudes” que más se ensalzaban
eran precisamente lo que se esperaba de un hermano lego: silencio y retiro. Ahondaban
en que jamás leyó la Sagrada Escritura y, sin embargo, “sabía cargar el yugo de su ley
desde su adolescencia”. Benito era analfabeto33.
Benito había vivido como anacoreta hasta que tras la muerte del fundador de
los eremitas que vivían al sur de Italia, el papa Pío IV los obligó a unirse a cualquiera
de las órdenes existentes. Fue cuando Benito eligió la franciscana, por lo que también
se resaltaba su obediencia. Lo que se esperaba de un hermano lego de un convento,
encargado de los oficios más viles, era lo que espejaban estos sermones: humildad y
obediencia, pero sobre todo el analfabetismo y el retiro en las cocinas, en la enfermería,
en la huerta, en los corrales. Uno de los sermones remata que sus compañeros legos
veían en él su “vestido áspero, su alimento escasísimo, su oración asidua, su humildad
profundísima, su caridad ardiente, su pureza inmaculada”34.
31
IEA, doc. 11621.
32
En Córdoba había una cofradía de negros en el convento de San Jorge de los franciscanos (Martínez de
Sánchez, 2006: 300). Para Nueva España ver el trabajo de R. Castañeda García (2014) y para Brasil el de
D. Lahon (2009).
33
IEA, doc. 11623.
34
IEA, doc. 11594.
120
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35
IEA, doc. 11607.
36
IEA, doc. 11634.
37
IEA, doc. 11638.
38
IEA, doc. 11817.
39
IEA, doc. 11624 y 11633.
40
IEA, doc. 11637.
121
DOSSIER
Benito Moya. Imágenes del “deber ser” del religioso, según la oratoria sagrada rioplatense.
6. Recapitulación
El objeto de análisis ha sido el religioso rioplatense a fines del siglo
XVIII y mediados del siglo XIX y de lo que se esperaba de él a través de la oratoria
sagrada. Es un período que se caracteriza por las continuidades más que por los cambios.
El foco de atención ha querido mostrar principalmente que, no obstante haber
toda una literatura que venía en servicio de la composición del sermón y de la que
estaban, por lo usual, atestadas las bibliotecas, también la experiencia personal del
concionador jugaba un papel igual o más importante. Esa experiencia se obtenía del
confesionario, fundamentalmente, cuando estaba el sermón destinado a la feligresía
seglar, pero cuando estaba destinado a la población conventual, la experiencia personal
de vida y la observación de las conductas internas del cenobio o las externas de otros
conventos provinciales, curia incluida, era capital. El cotejo del discurso homilético
de algunos sermones que se decían para ocasiones especiales de los religiosos como
tomas de hábito, profesiones o renovación de votos, con otras fuentes dispositivas como
“patentes provinciales” o acuerdos al interior de un convento, muestran un espejamiento
frente a los antimodelos que se debían evitar, según el sermón, y castigar, según los
documentos dispositivos de la realidad conventual.
Se insiste mucho en los votos de pobreza, castidad y obediencia que hacían
los franciscanos y dominicos, pues los sermones trabajados pertenecieron a esas dos
órdenes mendicantes. La pobreza es la meta, pues representaba la propia desnudez
de Cristo, es decir, nada había pertenecido a él, ni siquiera sus pañales o las mismas
sandalias. Por eso se insistirá con nostalgia en la pérdida de la descalsez y en no poseer
más de dos hábitos, así como de no comprar ni atesorar cosas superfluas.
La castidad, de la que se habla poco en los sermones, posiblemente para no ser
demasiados explícitos en un templo en que debía haber seglares, pero sobre todo para
no profanar un espacio sagrado, se cultiva siempre por una continua guerra interior,
pero a la que ayudan el hábito, que también se presenta como emblema de pobreza
y la mortificación de la carne. Aparece aquí, aunque menos insistentemente que en
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IEA, doc. 11838 “Sermón de profesión [de una religiosa]”.
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Doc. 11621 “Sermón del glorioso apóstol san Francisco Solano”;
Doc. 11623 “Sermón de san Benito de Palermo”;
Doc. 11624 “Sermón de nuestro glorioso padre santo Domingo de Guzmán”;
Doc. 11633 “Sermón del glorioso patriarca santo Domingo de Guzmán”;
Doc. 11634 “Sermón panegírico del seráfico patriarca san Francisco de Asís, predicado
en 1838”;
Doc. 11637 “Sermón de San Pedro Nolasco”;
Doc. 11638 “Sermón de las llagas de san Francisco;
Doc. 11817 “Sermón de llagas”;
Doc. 11833 “Solemne profesión religiosa de los hermanos de coro Fr. Sebastián
del Rosario Chávez, Fr. Antonino Fulias. Predicador el prior del convento Fr.
Domingo Inchaurregui”. Buenos Aires, 11/04/1839;
Doc. 11834 “Recepción [de votos] de tres novicios de la Orden [franciscana]” de Fr.
Nicolás Aldazor;
Doc. 11838 “Sermón de profesión [de una religiosa]”.
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DOSSIER
Benito Moya. Imágenes del “deber ser” del religioso, según la oratoria sagrada rioplatense.
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Santos reyes. Virtuosos Incas. Antiguos tiranos: the image of the monarchy
in the sacred river plate homiletics (SS. XVIII-XIX)
Javier A. Berdini*
Resumen
La homilética fue un instrumento de defensa del orden político establecido o de crítica al régimen
en decadencia que puede caracterizarse como un discurso religioso con fuerte contenido doctrinal e
ideológico que alcanzaba a un amplio auditorio. Se pronunciaba en fiestas marianas, exequias del monarca
o celebraciones cívico-religiosas. Buscaba construir modelos ideales de comportamiento transmitiendo
valores y representaciones desde la cosmovisión católica; pero también fueron creadores y difusores
de opinión, como piezas de teología política en las que se buscaba legitimar a la Corona o al gobierno
revolucionario. Se tomaban así como figuras ideales a los santos, la Virgen o a los reyes canonizados. Se
analiza aquí qué imagen de la monarquía se predicaba en general y el conjunto de ideas y creencias que
sobre la figura de los monarcas españoles en particular se construyeron durante los períodos tardo-virreinal
y revolucionario, en los que no dejaban de incidir los avatares político-revolucionarios y los proyectos de
organización institucional.
<Homilética><Monarquía><Representación><Imaginario>
Abstract
Homiletics were an instrument of defense of the established political order, as well as an
instrument of criticism of the regime in decline. They can be characterized as a religious speech with a
strong doctrinal and ideological content that reached a wide audience. The homiletics were delivered in
Marian feasts, in funerals of the Monarchy or at civil-religious celebrations; they intended to build ideal
models of behavior and to transmit values and representations from the Catholic world view. Moreover,
they were opinion creators and opinion diffusers as pieces of political theology in which they wanted to
legitimize the Crown or the revolutionary government. The saints, the Virgin and the canonized kings were
taken as ideal figures. In this article, I analyze what was the image of the monarchy preached in general,
and the set of ideas and beliefs shaped on the figure of the Spanish monarchs in particular, during the
late-colonial and revolutionary periods, a moment where the political and revolutionary changes, and the
projects of institutional organization continued to exert influence.
<Homiletics><Monarchy><Representation><Imaginary>
*
Profesor en Historia. USal. jberdini@gmail.com
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DOSSIER
Berdini. Santos reyes. Virtuosos incas. Antiguos tiranos: imagen de la monarquía en la homilética sagrada rioplatense...
1. Introducción
La homilética sagrada fue un instrumento de defensa del orden político establecido
o de crítica al régimen en decadencia transmitiendo valores, ideas y representaciones
que puede caracterizarse como un discurso religioso con fuerte contenido doctrinal e
ideológico que alcanzaba a un amplio auditorio.1 En palabras de Valentina Ayrolo, fueron
un canal informativo que “vehiculizó explicaciones acerca del mundo social, político
y “celeste”, siendo además, una herramienta tanto eclesiástica como política (Ayrolo,
2009). Buscaba construir modelos ideales de comportamiento transmitiendo valores
y representaciones desde la cosmovisión católica; pero también fueron creadores y
difusores de opinión, como piezas de teología política en las que se buscaba legitimar a
la Corona o al gobierno revolucionario (Martínez de Sánchez, 2008, 2010, 2013, 2014;
Fenoglio, 2010).Por lo tanto, los sermones colaboraron para que se operara un proceso
de construcción de arquetipos o modelos, en ocasión de distintos acontecimientos y
celebraciones religiosas o cívicas. Los predicadores buscaban así instalar en la sociedad
de su tiempo modos de pensar y actuar relacionados con la doctrina y moral católica.
Esa homilética será abordada para analizar qué imagen de la monarquía se predicaba en
general y el conjunto de ideas y creencias que sobre la figura de los monarcas españoles
en particular se construyeron durante los períodos tardo-virreinal y revolucionario. La
imagen de la monarquía que se trasladó a los súbditos del rey (y luego habitantes de
las Provincias Unidas) en esos dos momentos (tardocolonial, fines del siglo XVIII y la
primera década revolucionaria) estuvo inserta en los avatares políticos y los proyectos de
organización institucional desde sus inicios con la Revolución de Mayo (1810) pasando
por la Declaración de la Independencia (1816) hasta el final del Directorio. Entendidos
así los sermones como piezas de teología política, será posible comprenderlos como
transmisores de un conjunto de ideas, nociones, creencias y valores sobre la figura del
monarca, tanto español como aborigen en esos dos períodos históricos ya nombrados.
2. Fuentes documentales
Las fuentes o sermones a analizar fueron en su momento oralizados, discursos
religiosos pronunciados por alguna celebración litúrgica (fiestas marianas), honras
fúnebres (en las exequias del monarca2 y de soldados caídos en batalla) o cívicas
1
Este artículo es un avance de investigación en el proyecto “El ‘deber ser’ en la oratoria sagrada rioplatense
(Siglos XVIII y XIX)” dirigido por el Dr. Silvano Benito Moya. El proyecto se propone estudiar cómo
la oratoria sagrada ayudó a construir arquetipos paradigmáticos en la sociedad colonial y postcolonial,
durante los siglos XVIII y XIX. El mencionado proyecto es la continuidad de los trabajos de investigación
del Programa de Estudios Indianos (Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba)
que ha investigado sobre sermones coloniales y poscoloniales del actual territorio de Argentina.
2
Un autor francés explicará la importancia de las exequias reales para la construcción del poder de la
dinastía al decir que “Autre rituel chargé de sens, notamment pour la représentation du pouvoir royal:
les funérailles. Comme le rappelle François Chausson, si la mort est le sort commun de tous, celle des
souverains se distingue par le fait qu’elle ne passe pas inaperçue. La mort constitue toujours une rupture,
mais ses conséquences sont d’une autre nature quand se pose la question de la continuité du pouvoir.
Les funérailles royales sont généralement organisées de manière à mettre publiquement en scène cette
continuité, tout en glorifiant la puissance du souverain défunt” (Santinelli-Foltz, 2012: 19).
128
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En aquellos casos que no lo sean se indicará oportunamente (Martínez de Sánchez, 2010, 2013).
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DOSSIER
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4
Colección Documental Monseñor Pablo Cabrera (ex Instituto de Estudios Americanistas), Facultad de
Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba (de aquí en más IEA), documento N° 11662.
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para explicar o desarrollar tópicos que ayuden a la educación religiosa porque tratan de
temas relevantes en muchos casos para el público.” (Flórez, 2010: 74). Ese discurso,
en un primer momento oral y para los investigadores escrito, debe ser aquilatado en
cuanto a la función que ha tenido como prédica en los contextos sociales donde fue
producido y pronunciado y su relación con la evolución histórica de esa sociedad en
la cual se producen cambios o mutaciones en lo simbólico, el contenido y estilo de los
sermones (Flórez, 2010: 80). Para comprender ese proceso debe prestarse atención a
uno de los actores principales del proceso sermón/prédica, el clero. El mismo gozó de
preponderante papel de elite intelectual y de “portavoz de los americanos en el proceso
de independencia como en ningún otro caso de las revoluciones atlánticas” (Amores
Carredano, 2009: 209-210).
El abordaje de esas piezas homiléticas y cómo en ellas se configura la imagen
del rey y de la monarquía precisa del utillaje teórico que nos permita entender las
representaciones que de ellos poseían los concionadores, las elites letradas a las que
pertenecían y la estructura político-institucional que apoyaba o sostenía –o no– esas
imágenes y su correlato ideológico. En primer lugar nos acercaremos a las palabras,
los epítetos o adjetivaciones que en el marco de las figuras retóricas sustentan, ilustran
y persuaden en estos textos. Como afirma François-Xavier Guerra “Normalmente las
mutaciones empiezan por el lenguaje. Ante todo la política moderna es una manera
nueva de hablar, un nuevo discurso que tiene palabras nuevas y palabras aparentemente
antiguas, pero que se remiten a nuevos significados.” (Núñez Vega, 2001: 78). Esa
“manera nueva de hablar” ya barroca, ya ilustrada o revolucionaria no puede entenderse
sin acercarla al momento histórico o encrucijada religioso-política en el cual se
desarrollaba, por lo que contextualizaremos esos textos y sus imágenes con la historia
en la que se enmarcan. Para ello debemos detenernos primero en el concepto de “rey
ausente”, esto es, un monarca que gobierna sus tierras americanas desde Madrid y esa
figura real no se halla presente sino en autoridades delegadas y sus cortes o funcionarios
u objetos simbólicos (virreyes, audiencias, alféreces reales, pendón real, real sello, etc.).
El virrey, alter ego del rey, encarnaba en las Indias a ese monarca lejano (Bridikhina,
2007: 554). Ese rey ausente, representación y encarnación de la monarquía, era
nombrado, alabado, respetado, idealizado y sacralizado por medio de palabras, gestos,
celebraciones, objetos, arte efímero, etcétera: entre esas palabras, unidas a gestos y
cierta teatralización, estaban los sermones. En el aparato publicitario de la monarquía
se utilizan “imágenes cristalizadas e imágenes vivientes” del poder monárquico: entre
las primeras, representaciones figuradas (estatuas, retratos) y atributos (símbolos e
insignias reales); entre las segundas se encuentran las diversas ceremonias entre las que
ubicamos a las religiosas y los sermones (Santinelli-Foltz, 2012:13). No estarán ausentes
de esas liturgias y serán utilizados elementos, como representaciones e insignias, que de
manera concreta o retórica se manifestarán favorablemente o desfavorablemente con el
monarca. Por último, refiriéndonos ya al período independiente, es necesario remarcar
lo afirmado en otro trabajo sobre el uso de la memoria sobre los acontecimientos
político-militares y a través de ellos, la construcción de un relato, de una Historia para
la Nación, para la Patria. La oratoria sagrada ofrece la posibilidad de acercarnos a esa
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La figura paternal del rey, cabeza del reino y representante de la dinastía gobernante
es siempre presentada como una figura llena de virtudes tanto políticas, militares como
piadosas, siendo ejemplo de mansedumbre, valentía, coraje, piedad y religiosidad.La
figura real es además el padre de los súbditos y su falta es motivo de tristezas y angustias.
Tal situación es propuesta por el dominico fray José Ignacio Grela en 1806, al describir la
invasión de Buenos Aires por los ingleses y la toma del poder: [los habitantes de Buenos
Aires] “…abrumados con el doble pesar de no tener ya por padre á un Soberano, á quien
aman con entusiasmo…”; “…huérfanos mas de nueve mil personas, que se mantienen a
expensas del Soberano…” (Grela, 1806: 16). Su dominio es el mejor frente al del reino
britano invasor en 1806: “¿qué mayor desdicha que salir de un dominio suave y paternal
para caer en otro tirano y opresivo?” (Castellanos, 1891: 157). El rey es un padre que
busca la felicidad del pueblo y la desaparición de sus dolores,
“¡Felices mil veces lo que vivimos en una monarquía cuyos
reyes saben ponerse al paralelo de nuestras aflicciones, y
mesurar su dicha por la del pueblo! […] Advertid, hermanos
míos, lo que va de un gobierno paternal á un tirano. El carácter
bienhechor de nuestro Rey, unido al amor de la justicia, la
ha inspirado un reinado dulce y pacífico. A costa de cuantos
sacrificios procuró separar de nosotros el cruel azote de la
guerra!” (Castellanos, 1891: 167).
En una primera síntesis podemos afirmar que en los sermones estudiados la
persona del rey español, encarnación física de la monarquía, es perfilado a través de
ciertas características como:
• Rey guerrero/valeroso;
• Rey serio/respetuoso/magnífico/afable/compasivo;
• Rey sabio/justo/paternal/benigno/amabilísimo;
• Rey continuador de la dinastía;
• Rey piadoso/temeroso de Dios/santo
Coinciden estas caracterizaciones con lo planteado por Landavazzo cuando
afirma que los sermones manifiestan el paternalismo de un monarca cabeza de la familia
española, además de simbolizar la unidad de la monarquía, la cohesión de los territorios
y la atemporalidad del presente con el pasado (Landavazzo, 2001: 55-56), siendo una
clara demostración de la doctrina del derecho divino de los reyes, que en tanto reyes
absolutos, se mostraban como deidades humanas y padres amantes de los vasallos
(Rípodas Ardanaz, 2006: 241).Por otro lado, los antimodelos se hallan perfilados en la
Biblia, con los faraones egipcios cuyas características presentan los monarcas indígenas
aztecas e incas.
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y que su principal valor era la virtud, “Los Virreyes fastuosos, que como dice un sabio
Filósofo enervados por la codicia y los placeres, han dormido insolentemente sobre las
cenizas de los virtuosos Incas…” (Martínez de Sánchez, 2010: 190).
Unos años antes, el sacerdote secular de Santiago del Estero, Juan Antonio
Neirot, potenciará esa visión de la sociedad aborigen al decir que era la “república de
Platón, la utopía de Tomás Moro”,
No faltó más de este suelo americano, para que fuese un
noviciado del reino de los cielos, que la religión católica. Su
gobierno dijo el conde Carli, que solo era posible, porque
había existido: la república de Platón, la utopía del venerable
Tomás Moro, parece tuvieron su existencia en este continente:
habitantes desconocidos en el antiguo mundo se reunieron
en el nuevo á formar una numerosísima familia: estrechados
íntimamente en los vínculos de la sociedad, no había entre
ellos más que una perfecta consonancia de las partes con el
todo, un solo corazón y una sola voluntad. (Neirot, 1812: 15)
Miguel Calixto del Corro en un sermón por el aniversario del 25 de mayo
describe las tierras americanas asimismo como un remedo del Jardín del Edén,
Que la América haya debido ser un país libre e independiente,
nos lo manifiestan los muchos y dilatados siglos en que lo fue,
su misma situación local, los inmensos mares que la circundan,
y las proporciones y ventajas de que disfruta. Dotada por la
naturaleza de cuanto encierra y produce el mundo antiguo,
ella no necesitó jamás de sus producciones, y menos de su
administración para ser feliz. Su riqueza es una producción
espontánea tan abundante, que ella sola forma el círculo y
comercio del mundo entero, y las producciones de su inmenso
y fecundo suelo tan varias y feraces, que casi no necesitan de
la industria. En una palabra: en ella nada se echa de menos de
cuanto pudiera hacer un imperio opulento y feliz. Así es que el
de Méjico y Perú habían llegado a un grado de prosperidad y
perfección, que no gozó ningún otro en su adolescencia, y que
aún no dejan de admirar las naciones cultas. La naturaleza pues
hizo a la América un país libre e independiente. (Martínez de
Sánchez, 2010: 176)
Así como los habitantes del suelo americano eran hombres sin malicia, sus
gobernantes eran dechados de virtudes. Fray Pantaleón García pondrá a un mismo
nivel o en todo caso en uno superior a los reyes aborígenes al compararlos con los del
Viejo Mundo, al decir que “Motesuma, Atabaliba, esos príncipes dignos de un trono,
que obscurecía con los brillos de su política y riquezas los de Europa…” (Martínez de
Sánchez, 2010: 196).
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7. Palabras Finales
El sermón fue un elemento central de las ceremonias religiosas, realizadas al
interior de las conmemoraciones cívicas de hechos políticos, que fueron espacios de
construcción de la historia y de la aceptación de ideas, costumbres y mentalidades.
Los predicadores, como miembros de la Iglesia que apoyaron la Revolución de Mayo,
conformaron, construyeron y difundieron un discurso sobre hechos memorables/dignos
de memoria; como la guerra de la independencia, sus batallas y héroes militares. Los
sermones, las oraciones patrióticas en oficios de acción de gracias y las oraciones
fúnebres fueron utilizados para construir la memoria de los acontecimientos que
cimentaban la historia reciente y justificaban el accionar político y económico de los
gobiernos, sacralizados desde la cátedra eclesiástica (Martínez de Sánchez, 2014: 34).
Esos sermones funcionaban como discursos que proporcionaban información de hechos
destacados, difundiendo a un auditorio amplio las últimas noticias, principalmente
bélicas. Esos hechos pasarían a formar parte de la memoria del pueblo, respaldada por la
Iglesia, que los colocaba a un mismo nivel que las festividades religiosas. No sólo para
la sacralización de la figura real, de la dinastía y el sistema monárquico será utilizado el
sermón sino también se constituirá en elemento o instrumento para denostar todo ello
de la manera más dura y explícita. Así, se construirá una narración histórica o relato
de los orígenes de la Nación, con una versión de los acontecimientos históricos y de la
construcción política de la Patria que no dejaba de lado la participación de la religión
en cada uno de los episodios. Esa memoria se cristalizaba en una cronografía, en un
tiempo definido y descripto con caracteres que se repetían y amplificaban en múltiples
adjetivaciones y definiciones negativas o positivas. Así una etapa histórica similar al
paraíso en la tierra (la precolombina) era sucedida por otra de oscuridad y desdichas (la
hispánica) y ésta por otra de regeneración (la independiente). Constantemente se apela a
una terminología de oposiciones, donde la dualidad (bueno/malo) muestra una realidad
bifronte (tiranía/libertad, monarquía/nuevo sistema) (Consigli, 2008: 165).En ese marco
general hallamos una representación del sistema político monárquico, de la figura del
rey y de sus características. El discurso concionador de la etapa hispánica resaltaba la
figura del monarca, rey absoluto que era al mismo tiempo deidad humana y padre amante
de sus vasallos (Rípodas Ardanaz, 2006: 241), una especie de “rey santo” que velaba
por el bienestar de sus súbditos con el beneplácito de Dios, de quien emanaba su poder
absoluto, su derecho a gobernar. El movimiento emancipatorio provocará una bisagra
en la política, la homilética y en definitiva la mentalidad sobre las testas coronadas. En
primer lugar, se recuperarán las figuras de los príncipes indígenas de México y Perú,
trasladando los epítetos de aquellos gobernantes españoles a éstos: no habrá mejor
ejemplo de personas reales, por derechos, por moralidad, que los emperadores aztecas
e incas. Por el contrario, frente a estos “reyes virtuosos” autóctonos, los gobernantes
ibéricos se transforman en criminales, por ellos mismos, por sus delegados en América
tanto conquistadores como virreyes. En general, comparten asertos negativos que se
repiten y amplían en adjetivaciones que sólo muestran a “reyes tiranos” para con los
indios en particular y los americanos en general. Algo que, según su óptica, se acentuó
en la primera década del siglo XIX con Carlos IV y Fernando VII que lejos estaban de
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encabezar como reyes cuasi canonizados un territorio americano que intentaba desmontar
esa imagen repetida pocas décadas antes y que culpaba a ellos y sus antecesores de los
males de América.
Fuentes
Colección documental “Mons. Dr. Pablo Cabrera”, Biblioteca Central de la Facultad
de Filosofía y Humanidades “Elma Kohlmeyer de Estrabou”, Universidad Nacional de
Córdoba. Ex Instituto de Estudios Americanistas.
Doc. 11662 “Sermón del Pilar”
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Resumen
Monseñor Pablo Cabrera fue un sacerdote-historiador que tuvo relevancia en la historia de
Córdoba a fines del siglo XIX y principios del XX. Sus distintas facetas fueron otorgándole reconocimiento
en distintos espacios de la cultura cordobesa, entre las que podemos mencionar su rol como historiador,
etnógrafo, etnólogo, coleccionista de documentos, y orador sagrado, entre otras.
En este trabajo nos concentraremos en su faceta de orador sagrado. La oratoria sagrada tuvo
como función difundir, desde una cultura de oralidad, el mensaje que la Iglesia necesitaba hacer llegar a la
sociedad a través de dirigentes reconocidos. Sus mensajes intentaban generar consciencia sobre distintas
temáticas de preocupación general. Estos direccionaban hacia el accionar correcto, dentro de un cuerpo de
valores morales. En este trabajo analizaremos los sermones cívicos de Cabrera y cuáles eran los mensajes
que intentó transmitir a la sociedad cordobesa y/o argentina. Caracterizaremos las formas de preparación
de sus piezas oratorias y nos detendremos en el análisis de dos sermones cívicos de 1902: un Te Deum para
los Pactos de Mayo; y una pieza oratoria para la fiesta del 25 de mayo.
<Historia de Córdoba> <Oratoria sagrada> <Deber ser nacional> <Monseñor Pablo Cabrera>
Abstract
Monsignor Pablo Cabrera was a priest-historian who had relevance in the history of Cordoba in
the late nineteenth and early twentieth centuries. His various facets granted him recognition in different
areas of the culture of Cordoba, such as his role as a historian, ethnographer, ethnologist, collector of
documents, and sacred speaker among others.
In this paper, I will focus on his role as a sacred orator. The function of the sacred oratory was
to disseminate the message that the Church needed to reach society through recognized leaders, from an
oral culture. The messages of Cabrera tried to generate awareness on various issues of general concern.
These messages shaped the path to the correct action within a body of moral values. In this regard, I will
also analyze the civic sermons of Cabrera and the messages he tried to convey to the society of Cordoba
and Argentina. In addition, I will characterize the ways of preparing his oratorical pieces, focusing on the
analysis of two civic sermons of 1902: a Te Deum for the Pacts of May, and a sermon for the celebration
of May 25.
<History of Cordoba> <Sacred oratory> <National’s must be> <Monsignor Pablo Cabrera>
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DOSSIER
Berrotarán. Monseñor Pablo Cabrera, el “deber ser nacional” y el “deber ser ciudadano” en sus sermones.
Introducción
La cátedra sagrada ha tenido a lo largo de la historia un lugar central en la
difusión de los distintos mensajes que la Iglesia buscaba hacer llegar a sus seguidores.
Los oradores no sólo se centraban en la explicación de relatos bíblicos o cuestiones
puramente religiosas, sino que muchas veces eran formas de difundir los “buenos
comportamientos” ante distintos contextos que estaba viviendo la sociedad. Esto nos
lleva a pensar que los oradores sagrados eran el resultado de un contexto y que sus
alocuciones eran interpelados por este. En este sentido coincidimos con Verónica
Zaragoza, quien, citando a Carlos Herrejón Peredo, considera al sermón como una
manifestación cultural propia en tanto fenómeno histórico y género literario peculiar
(Zaragoza, 2008: 20).
Desde sus diversos contextos, los sermones transmitían un mensaje que enseñaba
cómo ser un “buen cristiano” -lo cual muchas veces se igualó a ser “buen ciudadano”-
y que les mostraba el camino adecuado ante los distintos acontecimientos cotidianos.
Estas cátedras sagradas traspasaban los niveles de lo espiritual y se manifestaban,
entrelíneas, ante distintas realidades políticas de las que los creyentes estaban siendo
parte. “Los sermones se convirtieron en la guía del ‘buen vivir del cristiano’, debido a
que en ellos se daban las pautas del comportamiento y de buena conducta” (Sánchez
Gaete, 2008: 53).
A principios del Siglo XX en Argentina, en un proceso de cambios poblacionales,
culturales e identitarios notorios, la oratoria sagrada se convirtió en una forma de
contención y “unión” para los católicos. Este fue uno de los espacios que la Iglesia
utilizó para marcar las directrices de un buen ciudadano cristiano y para formar una
identidad nacional en consonancia con un cristiano “obediente”.
A su vez, en este mundo de la cátedra sagrada existieron sermones que se
realizaban para la celebración de eventos patrios y efemérides. Los eventos cívicos
se complementaban con celebraciones litúrgicas en las que oradores distinguidos
componían sermones, homilías, y otras piezas retóricas. Estos movimientos cívicos
eran aprobados y concebidos como obra de Dios (Martínez de Sánchez, 2010: 10). De
esta manera, los conceptos de libertad, patria, independencia, ciudadano, se hicieron
presentes en los sermones patrios como forma de explicar la nación y justificar la
relevancia de dichos acontecimientos.
Monseñor Pablo Cabrera (1857-1936) fue un sacerdote-historiador que tuvo
gran influencia en los estudios sobre el pasado colonial en Argentina -sobre todo de
la región de Córdoba- y fue considerado en su época un intelectual de relevancia. Su
filiación con la Iglesia Católica -se ordena como presbítero en el Seminario Conciliar
de Loreto de Córdoba en 1883- le dio a sus estudios un tinte reivindicativo religioso.
Lo más llamativo podría decirse que fue su capacidad de conjugar su aspecto religioso
con su participación en el espacio público, su reconocimiento a nivel nacional e incluso
internacional y su estudio de lo local. Cabrera empieza a ser reconocido en el espacio
público a partir de la cátedra sagrada, a fines del siglo XIX. Sin embargo, su carrera de
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orador sagrado concluyó a principios del siglo XX. Desde entonces y hasta su muerte,
se dedicó a la investigación histórica.
El objetivo de este artículo, entonces, será realizar un encuadre de su rol
como orador sagrado, para luego concentrarnos en dos sermones cívicos que dio en
el año 1902. Uno fue un Te Deum ante los Pactos de Paz entre Chile y Argentina; el
segundo sermón cívico, lo realizó en los festejos del 25 de Mayo. Analizaremos en estos
sermones de qué manera intenta exponer, como él dice: “oidme generosos argentinos”,
las pautas para la nación y el deber ser como ciudadanos pertenecientes a una sociedad
independiente y en progreso.
La razón de la elección de estos dos sermones radica en que el Cabrera orador
sagrado de principios de siglo XX es más experimentado en la práctica discursiva y más
incisivo en expresión de ciertas opiniones, cuestión que cuesta más verla en sus primeros
sermones en la década de 1880. Esto facilitó el análisis del deber ser ciudadano y deber
ser nacional.
1
Es menester destacar que este trabajo se enmarca en una investigación de mayor alcance sobre Pablo
Cabrera titulada: Monseñor Pablo Cabrera: un sacerdote-historiador. Sus intervenciones sobre el
pasado y el presente (1857-1936), en la que se analiza toda su trayectoria como sacerdote-historiador.
Se investiga toda su biografía y las distintas etapas con sus características propias. El único autor que
trabajó de manera integral integral, desde la disciplina histórica, sobre Cabrera hasta el momento fue
Guillermo Furlong Cardiff (1945).
2
En 1928, la Universidad Nacional de Córdoba le otorgó a Cabrera el título de Doctor Honoris Causa. Este
evento fue publicado en varios periódicos leídos por los grupos conservadores y católicos de Córdoba.
En uno de ellos: La Tribuna, Córdoba, 23 de junio de 1928, ubicado en la página central del periódico, se
titulaba el evento como “Disipar la ‘Leyenda Negra’ es gloria de Mons Cabrera. Se rindió un merecido
homenaje al esclarecido historiador, que es honra del clero de Córdoba”. Para profundizar este homenaje
véase Reyna Berrotarán (2015).
3
Instituto de Estudios Americanistas (1937).
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DOSSIER
Berrotarán. Monseñor Pablo Cabrera, el “deber ser nacional” y el “deber ser ciudadano” en sus sermones.
4
Entrevista de Nice-Lotus (seudónimo de Luis Gorosito Heredia, presbítero salesiano y literato): El
Pueblo, Bs. As., 16 de julio de 1933.
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Mayo, 9 de Julio y de la Jura de la Bandera, entre otros. Casi ninguno detalla el lugar en
que se proclamaron, y pocos tienen su fecha.
De toda esta abundante documentación se ha podido acceder a muy poca.
Mucha de la que pudo conocer Furlong o los allegados a Cabrera en su época, hoy
está extraviada. Con seguridad los sermones que el sacerdote- historiador pronunció no
están en la colección que hoy lleva su nombre y que reúne unas 300 piezas de oratoria
sagrada de diferentes épocas.
Las opiniones que hemos podido leer sobre su oratoria en general se centran en
su capacidad de expresión, la elocuencia y los conocimientos que detentaba de distintas
temáticas. Rescatamos lo que refirió monseñor Gustavo J. Franceschi:
“Le vi por primera vez en la Catedral de Buenos Aires en
agosto de 1902. (…) Pronunció en el Te Deum un discurso que
me impresionó profundamente. Había yo escuchado ya, para
aquel entonces, a los oradores sagrados de más relieve en la
Argentina, y me interesaba en gran manera su técnica. La de
Padre Cabrera me pareció sobresaliente: método en el plan de
exposición numerosa y rotunda frase, vívida la imagen. (…)
Cabrera me pareció uno de los hombres más elocuentes entre
los que hasta aquella fecha había yo oído” (Franceschi, 1936).
A partir de la comparación entre algunos sermones, podemos ver que Cabrera
los armaba apoyándose en sus conocimientos de distintas temáticas y, sobre todo, en
la historia, para darle más robustez a sus afirmaciones. Cuadriello aduce que, muchas
veces, la celebración litúrgica ofrecía un sermón alusivo sazonado por la erudición
histórica y el uso emblemático de intrincadas figuras literarias (Cuadriello, 1995: 231).
A este respecto parecería que el uso del pasado para sus sermones sobre diversos
temas del presente fue una herramienta de su oratoria cotidiana. Sus operaciones de
memoria no sólo se verán en sus diversos sermones sino también en sus obras escritas
sobre temas históricos.
Si comparamos los primeros sermones y sus últimos, se evidencia que la
seguridad en sus argumentaciones va en aumento. Esto denota el aumento de confianza
en su tarea de orador. En un sermón que estipulamos era cercano a 1880, expone las
ideas afirmando muy tibiamente cuestiones y comportamientos morales. Se puede ver
su constante cuidado de no exponer posicionamientos políticos. A medida que avanzan
los años y la práctica concionatoria, Cabrera va ganando reconocimiento en algunos
círculos de la sociedad cordobesa. Esto le brinda más comodidad para aseverar ciertas
cuestiones que hacen al acontecer cotidiano.
En este sentido, el orador sagrado irá ganando este reconocimiento por sus
acciones llevadas adelante en las Esclavas del Corazón de Jesús, con quienes trabajó
hasta fines del siglo XIX y que favorecieron su emergencia como presbítero de renombre
en Córdoba. A su vez, su viaje a Roma para las Bodas de Oro sacerdotales de León XIII,
sus vínculos en el Ateneo con el futuro obispo de Córdoba, Zenón Bustos y Ferreyra
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DOSSIER
Berrotarán. Monseñor Pablo Cabrera, el “deber ser nacional” y el “deber ser ciudadano” en sus sermones.
(López, 2010), y el título de monseñor (1908), son pasos que le brindan reconocimiento
como sacerdote que es modelo de hombre, ciudadano y cristiano.
Un recurso recurrente que utiliza Cabrera en sus sermones es el de imaginación
explicativa. Con esto nos referimos a su capacidad de crear imágenes en los oyentes
para explicitar alguna línea relevante del sermón. Nuevamente, la historia aparece
como ejemplo regular. También algunos ejemplos extraídos de la Biblia y religiosos.
De esta manera, este recurso sirve para atraer y comprometer a la audiencia y, de alguna
manera, lograr una vinculación entre el orador y quienes lo escuchan, dando lugar a un
compromiso participativo por parte de la audiencia.
La oratoria sagrada, en general, se basaba en la buena capacidad discursiva
y de expresión del disertante y, también, de sus cualidades morales y normas de
comportamiento. El orador estaba habilitado para exponer sus ideas ya que su vida era
un testimonio de los buenos comportamientos morales. De esta manera, el orador gana
su lugar no sólo por su capacidad, presencia y facilidad de comunicación de las ideas,
sino también por el buen ejemplo en el accionar cotidiano y su congruencia entre el
“decir” y el “hacer” (Martínez de Sánchez, 2010).
Una característica de las distintas piezas de oratoria de Cabrera era que todas
comienzan con alguna cita bíblica en latín. Estos extractos de la Biblia después resultarán
significativos para el discurso que se leerá. No encontramos ninguna pieza oratoria
que no comience con alguna cita bíblica en latín. Otra característica de las piezas de
oratoria de Cabrera es la selección de binomios de conceptos que los va haciendo jugar
en distintos contextos, apelando a distintos “deber ser”. Deber ser nacional, deber ser
ciudadano, entre otros. Estos binomios se reiteran con la intención de insistir y fijar en
la audiencia cuestiones que envuelven a todo el sermón.
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Los Pactos de Mayo hacen referencia a tres protocolos que firmó el presidente
chileno Germán Riesco Errázuriz con el argentino Julio Argentino Roca, el 28 de mayo
de 1902 en Chile: el Tratado General de Arbitraje se encargó de establecer los límites
territoriales entre ambos países; el Convenio de Limitación de Armamentos Navales
apeló al desarme naval de ambos países promoviendo soluciones diplomáticas de
futuros conflictos; y un Protocolo Adicional planteaba que se elegía como árbitro para
emitir un fallo respecto de las cuestiones limítrofes a “Su Majestad Británica”.
El Te Deum es una celebración de acción de gracias que generalmente se
realiza para conmemorar algún evento beneficioso como una canonización, fecha
patria, ordenación de presbíteros, entre otros. En este caso, este sermón responde a un
evento cívico muy importante y era una de las formas de celebrar la paz lograda. El Te
Deum permitió reforzar hechos políticos a través de rituales religiosos basados en las
costumbres de nuestro país. “La liturgia del Te Deum así, aplicada en la celebración del
sistema de poder terrenal, lograba canalizar en el imaginario colectivo la asociación de
dicha cima celestial con la gloria de sus gobernantes. El triunfo ritual de la fe apoyaba
simbólicamente el triunfo del poder político” (Valenzuela Márquez, 2001: 183).
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Berrotarán. Monseñor Pablo Cabrera, el “deber ser nacional” y el “deber ser ciudadano” en sus sermones.
discurso se reitera el rol de la providencia divina como ejecutora de todos los éxitos
acontecidos y de la religión católica como la única capaz de lograr la paz y la fraternidad
entre pueblos hermanos. Mientras las naciones puedan ubicarse bajo la egida de la
religión, para Cabrera será posible la Paz. Esto es lo que lograron Argentina y Chile.
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el mismo título nos adelanta estas ideas: “El divorcio es un retroceso a la barbarie” (Cabrera, 1932).
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publiquen fragmentos del mismo o su totalidad en los distintos periódicos del interior y
de Buenos Aires es un reflejo de la relevancia que el mismo tuvo7.
Sin embargo, según las fuentes, el Te Deum realizado por Cabrera en el Cristo
Redentor dos años más tarde, no tuvo la grandeza de este primero y posteriormente se
fue alejando de la cátedra sagrada.
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Subrayado del manuscrito original.
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Cabrera va a apoyar el gobierno de Roca, quien está en el poder en ese momento. Luego
vendría el momento de la rebelión, de las pasiones exacerbadas y sólo luego llegaría el
período del orden. Según este concionador, esta fue la etapa de la prueba de la patria.
Para el año que el realiza este discurso, la nación se encontraría en paz y progresando.
Allí se dirige el mensaje que él quiere dar a sus oyentes; quiere manifestar que
se debe cuidar y promover la paz y “que jamás la guerra fratricida nos separe (…), la
sociedad será lo que nosotros seamos: si somos buenos, laboriosos, abnegados, sumisos,
verdaderos patriotas, ella recogerá para formar su corona las flores que nosotros le
presentemos. Acerquémonos a la religión, fuente de toda prosperidad verdadera”. Es
decir que el buen ciudadano y la verdadera nación no sólo deben someterse a la autoridad
y cuidar la libertad, sino que deben ser religiosos, ser buenos creyentes y deben velar
por la fe.
Para terminar este discurso, felicita a “la patria” por sus progresos. Habla de los
progresos de los ferrocarriles, del modelo agroexportador, entre otras y cómo el paisaje
se va modificando a medida que avanza el progreso: “Sí, patria mía, eres feliz! todos
los pueblos de la sierra alborotados se saludan en el día de sus glorias y grandiosas
conmemoraciones”. En definitiva Cabrera felicita el orden que se está imponiendo en
ese contexto. La organización del estado argentino a partir de 1862 va a dar lugar a un
tipo de nación que considera el ejemplo de la civilización y el progreso. Y por detrás de
todo este “éxito” está Dios y su mano que han ido modelando esta historia. El deber ser
de una nación es una realidad palpable en este contexto que vive el autor.
El discurso se cierra de esta manera:
“Al aplaudir tanto progreso y magnificencia, al entonar el
himno de la felicidad, levantad nuestro noble frente, mirad ese
cielo inundado de luz y escuchad esa voz misteriosa que os diré:
amad la paz y la fraternidad: servid a nuestro Dios: someteos a
los preceptos de la ley: respetad a nuestros gobernantes: acabad
la supresión de la autoridad. Fraternitatem”.
Esta síntesis con la que cierra el sermón trae de vuelta la importancia al respeto
de la autoridad, retoma los conceptos de Paz y Fraternidad del Te Deum ex-
puestos días antes.
Reflexiones finales
A partir del análisis de la faceta de oratoria sagrada podemos realizar algunas
reflexiones respecto de su rol. Monseñor Pablo Cabrera se inscribe en un contexto en el
que la cátedra sagrada fue un medio de comunicación de las ideas de algunos presbíteros.
La importancia que le dio a esta tarea se evidencia en la gran cantidad de sermones que
fue exponiendo a lo largo de los años.
En estos sermones para Cabrera la clave residía en poder expresar su concepción
del deber ser nación y del deber ser ciudadano. Esta concepción llevaba a pensar que
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para ser buen ciudadano y “patriota” se debía ser cristiano. Los valores que daba la
Iglesia a sus creyentes eran la base para la construcción de una nación que progresara.
En un momento de pugna entre católicos y liberales, en las que las relaciones entre la
Presidencia de Julio Argentino Roca y la Santa Sede eran fluctuantes, era necesario “re-
cristianizar la nación”. Si bien esta idea es más fuerte a partir de los años ’20 y ’30, esto
no desmerece que estas propuestas se venían dando desde fines del siglo anterior.
De aquí que esta concepción se entremezclara con sus justificaciones a través
de la historia en la que el período colonial resultaba clave para comprender el presente.
El estudio del pasado colonial no se detenía en una cuestión metodológica sino que
realizaba una operación de la memoria. Los usos del pasado que realizó Cabrera fueron
formas de difundir la moral católica. Vincular la “gesta civilizatoria” -que para él era
sinónimo de la gesta evangelizadora- de la colonia con el presente de lucha por el avance
del cristianismo en Córdoba y el país, era una estrategia discursiva que el sacerdote-
historiador sostuvo toda su vida. La historia era una herramienta operacional para “re-
cristianizar” la sociedad. Por ello, sus artículos en distintos periódicos y sus obras y
sermones cívicos tenían alusiones reiteradas a la historia, cuando, muchas veces, el
tema intentaba versar sobre alguna situación del presente. Los usos del pasado se pueden
analizar a lo largo de toda su obra, aunque en este artículo no se pudieran profundizar.
Por lo tanto, para el deber ser de la nación el binomio fue el de la Paz y la
Fraternidad, mientras que para el deber ser ciudadano fue la Autoridad y la Libertad.
Ambos se respaldaban en la obra de un Dios superior que todo lo ordenaba. La sumisión
a este orden era la clave para llegar a ser un buen ciudadano y una nación próspera.
Para finalizar, si bien Cabrera no se dedicó toda su vida a la oratoria sagrada,
estas ideas que se marcaban en sus sermones se continuaron en sus obras históricas en
las que se puede leer entrelíneas al orador sagrado de los libros. La consagración de esta
etapa, como adelantábamos, fue cuando le otorgaron el título de Monseñor, por parte de
la Santa Sede, el 3 de noviembre de 1908: “Este título implica el reconocimiento de su
labor eclesial y sólo lo puede otorgar la Santa Sede, ya sea que el presbítero tenga un
cargo o sólo como titular. El título fue otorgado en calidad de camarero de Su Santidad”
(Vera Correa, 1988). A partir de este momento comienza una etapa en la que toma fuerza
su trayectoria intelectual en la que publicó la mayoría de sus obras históricas y artículos
periodísticos. Sin embargo, las características de su oratoria sagrada se sostuvieron a lo
largo de toda su trayectoria. Esta etapa de su vida es clave para comprender toda la obra
que ha legado a la posteridad.
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165
DOSSIER
Berrotarán. Monseñor Pablo Cabrera, el “deber ser nacional” y el “deber ser ciudadano” en sus sermones.
166
Notas y
Documentos
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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 169-174
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NOTAS Y DOCUMENTOS
Barcelos y Paz. “Naturalezas” en debate. Sentidos, apropiaciones y discusiones en torno al espacio y al territorio.
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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 171-174
Desde una perspectiva jesuítica este tipo de conflictos tenían lugar por el
acceso de campos de pastoreo de ganados o pescaderos que brindaban cierta protección
contra potenciales enemigos a la vez que recursos. Lo que se oculta desde el prisma
jesuítico son los sentidos que podríamos denominar, de modo reduccionista por cierto,
mágico-religiosos de y sobre el espacio tanto terrestre como cósmico. No podemos
olvidar que en más de una narrativa ignaciana aparecen menciones a cómo es que los
indígenas cuestionaban el lugar dónde se emplazaban las reducciones debido a ataques
de sus enemigos o bien a lo insalubre del entorno, ya fuera por condiciones mismas del
emplazamiento o bien por no disponer de recursos necesarios para la vida comunal.
Para poder brindar mejores explicaciones sobre las formas sobre el ser indígena
y su vínculo estrecho y fundante del ser con el medio ambiente, es necesario disponer de
estudios profundos sobre la lengua y cómo la misma expresa nociones sobre el espacio,
al mismo tiempo que ésta alberga saberes sobre cómo desplazarse por el mismo.
Movimiento estacional, de intensidad y ritmo variable, que hacía y hace posible aún la
articulación de distintos grupos familiares que se reconocen como parte de una misma
nación.
En el caso de los guarani la investigación de Angélica Otazú (Universidad
Católica “Nuestra Señora de la Asunción” – CONACYT / Paraguay) “Los guarani y su
orientación en el espacio” trae al debate un problema de notable importancia aunque
pocas veces tratado por la historiografía; aun por la especializada. Moverse por el
terreno requiere de un conocimiento del mismo, a la vez que orientación y un bagaje de
conocimientos que pueden capitalizarse en función de las distintas necesidades sociales
que enfrenta la comunidad en determinado momento. La búsqueda de comida; los
movimientos de exploración y repliegue ante la posibilidad de enemigos; disponer de
medicinas para el cuerpo y el alma o bien caminar por el ‘monte’ requiere de un saber
propio de una comunidad que necesita ser develado si es que apuntamos a profundizar
lo que conocemos sobre las formas de organización social de los nativos así como
sus transformaciones durante la etapa colonial al mismo que tiempo qué, a partir de
abordajes como los de Otazú, podemos proponer nuevas formas de pensar la relación
medio-hombre que sustenta aquella ‘ecología de los otros’.
Angélica Otazú, desde una sensibilidad profunda, alimentada por estadías de
trabajo de campo en las que precisamente indagaba sobre la lengua guaraní como un
todo; como un ser; una forma de ser en el mundo, pone el dedo en el renglón sobre un
aspecto que merece atención así como una toma de posición clara. Los guaraní actuales,
base de muchas investigaciones antropológicas sobre los guaraní históricos, están siendo
matados, sobre todo en el SE de Brasil, por la expansión del agronegocio de monocultivo.
Allí dónde los guaraní no son muertos, como una expresión “más humanitaria” –aunque
de un cinismo absoluto-, son expulsados de sus tierras y obligados a vivir, literalmente,
en los márgenes no ya de la sociedad si no de la humanidad misma. Los desplazados son
forzados a lograr sustentarse en entornos dónde ya no disponen no sólo de sus tierras si
no que, en muchos casos, la mendicidad pasó a ser, tristemente, su forma de vida.
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Barcelos y Paz. “Naturalezas” en debate. Sentidos, apropiaciones y discusiones en torno al espacio y al territorio.
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Barcelos y Paz. “Naturalezas” en debate. Sentidos, apropiaciones y discusiones en torno al espacio y al territorio.
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Resumen
Este trabajo es un producto parcial de la investigación “Las misiones jesuitas en la Nueva España,
1575 – 1767”, de corte historiográfico y antropológico cultural, cuyo objetivo central es conocer la vida en
las misiones durante el periodo colonial. Las fuentes utilizadas son de primera mano, jesuíticas, eclesiásticas
y civiles y trabajo de campo en comunidades. Deseo compartir con ustedes, algunas reflexiones sobre el
posible impacto que la tarea misionera de la Compañía pudo haber tenido en el grupo tarahumara, que ha
habitado en la parte norte de la Sierra Madre Occidental desde hace 15,000 años aproximadamente, según
vestigios arqueológicos y que hoy, es el grupo indígena que conserva casi intacta su cultura primigenia, a
pesar de los casi dos siglos que trabajaron los misioneros jesuitas con ellos. De ahí la interrogante de si ello
se debe a respeto o debilidad de los misioneros. El caso concreto será el templo misional de Santa María de
las Cuevas, en el Municipio de Belisario Domínguez, estado de Chihuahua, en México.
Abstract
This work is partially the product of the research “The Jesuit Missions in New Spain, 1575 -
1767”, of historiographical and cultural anthropological approach, whose main objective is to comprehend
the life in the missions. It seeks to answer questions such as: what was the relationship between the missions
and the authorities? Regarding the aspects of the primitive culture of Tarahumara that were not lost: such
preservation was due to the failures of the missionaries or due to their consent? The sources used are first-
hand, Jesuit, ecclesiastical and civil. I will resort to fieldwork in communities as well.
In present-day Mexico, the Raramuri or Tarahumares, who have inhabited the northern part of
the Sierra Madre Occidental, is a group which retains their original culture almost intact, despite the Jesuit
missionaries worked with them during two centuries. While it is true that the missionaries succeeded in
grouping them, they did so in small communities and not in villages or towns as they did regarding other
groups. Even today, their religious beliefs are remarkably syncretic and practiced outside any Orthodox
Church: a good example is the mission of Santa Maria de Cuevas (Chihuahua), which preserves original
paintings that show how Jesus is escorted by the Sun and Moon, the gods of the raramuri myths.
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NOTAS Y DOCUMENTOS
Soto Lescale. “¿Respeto o debilidad? Los Jesuitas en la Tarahumara”.
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“…8 en la misión de S. Francisco Javier, 2 en la de Parras, 9 en la de Tepehuanes, 9 en la de Tarahumares,
9 en la misión de S. Andrés de la Sierra, 6 en la misión de S. Francisco de Borja, 4 en la de N. P. S Ignacio
de Piastla, y otros 4 en la misión de Topia...” [ARSI. México 15. Letras Annuas de la Provincia de la
Compañía de Jesús de México, por los años 1646 y 1647]
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NOTAS Y DOCUMENTOS
Soto Lescale. “¿Respeto o debilidad? Los Jesuitas en la Tarahumara”.
6
ARSI. México 18. Documentos Históricos 1701- 1773- 1803, f. 22 v.; y, Márquez Terrazas, Z. 2004.
Misiones de Chihuahua, Siglos XVII y XVIII; México, Secretaría de Educación Pública – CONACULTA;
p. 67. Nota: El P. Luis (Luigi) Mancuso, quien había estado en la cercana misión de San Francisco de
Borja desde 1693, llegó a Santa María en 1696, permaneciendo hasta, por lo menos, 1718. Fue Rector y
Visitador de la provincia de Tepehuanes y la Tarahumara Baja entre 1714 y 1717, y apoyó la fundación
del colegio de Chihuahua. También fue Rector del Colegio Máximo donde residía en 1723. Sin embargo,
quizá por afecto, pidió regresar a Sta. María de las Cuevas, donde murió en 1728. [Gutiérrez Casillas, J.
1977. Diccionario Bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús en México. México, Editorial Tradición;
Vol. XVI; 97-98].
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NOTAS Y DOCUMENTOS
Soto Lescale. “¿Respeto o debilidad? Los Jesuitas en la Tarahumara”.
Lorenzo y Santa María de las Cuevas, con sus dependencias, pasa a ser parte del nuevo
curato. En el Cuaderno de visitas, el obispo asentó que mientras que Santa Rosalía
tenía una población mayoritariamente “de razón” (mestizos), Santa María de las Cuevas
contaba con “ciento treinta y cinco familias de indios, con setecientos cuarenta y siete
personas” (Márquez, 2004: 75).
A continuación se resume el interesante trabajo realizado por la Dra. Clara
Bargellini quien analiza la estructura y decoración del templo desde su especialidad,
la Historia del Arte. Después presentaré otra lectura de la iconografía desde la Historia
de la cultura. Así pues, la iglesia que nos ocupa existe a partir de 1696 y antes pudo
haber sido sólo una construcción sencilla dedicada al culto. Es lógico suponer que
al convertirse Santa María de las Cuevas en curato se haya realizado esfuerzos por
tener una iglesia más formal. Lo seguro es que el edificio actual de Santa María estaba
terminado en 1700, fecha inscrita arriba del arco del presbiterio, junto con el nombre
de “Pintor Domingo Guerra f. ano D. 1700”, quien fue probablemente el autor de la
decoración del techo y de los muros del templo9.
El templo es de planta rectangular de aproximadamente 7.5 metros de ancho
por 30 de largo, con ábside ochavado. En su interior conserva todavía fragmentos de
la decoración mural, el techo figurado y un fragmento de uno de los retablos pintados.
Los murales que quedan a la vista se encuentran prácticamente en toda la iglesia y
en una cenefa que corre alrededor del edificio justo bajo el techo, el cual, a pesar de
haber perdido algunas tablas, se ha conservado completamente pintado, “con motivos
fitomorfos estilizados” -en la nave), el presbiterio, el sotocoro, el baptisterio y la sacristía
(Bargellini, 2007: 10-11). Es fácil suponer que al ser un espacio interior completamente
pintado, con óleos sobre lienzos que fungían como retablos, pintura mural y además,
un techo figurado, la iglesia de Santa María de Cuevas, desde su edificación, llamaba la
atención por su decorado. Ya en 1725, el P. Visitador Juan de Guenduláin, la describió
como “buena y bien adornada, así la testera principal con un lienzo muy grande de la
Asunción de bellísimo pincel, como también los lados y el techo con pintura al temple
muy vistosa y curiosa”10.
Es preciso iniciar anunciando que el techo de Santa María de las Cuevas, es
único en su tipo. Se trata de un alfarje de un solo orden de vigas, con ranuras continuas
en sus bordes inferiores, donde se acomodan tabletas en sentido perpendicular a la
dirección de las vigas. Unos listones largos o “saetinos” ayudan a sostener las tabletas,
cubriendo las ranuras, entre ellas y las vigas. Así, tales tabletas, “las caras inferiores de
las vigas y los listones, en conjunto, conforman una superficie casi plana, que se puede
denominar ‘entablado”. El entablado de Santa María se integra a la estructura portante
9
La fecha fue descubierta en mayo de 2001, después de haberse retirado un cielo raso que cubría el techo
del presbiterio, durante los estudios técnicos que llevaban a cabo el Instituto Nacional de Antropología e
Historia de Chihuahua, Misiones Coloniales de Chihuahua, A.C., y el Instituto Chihuahuense de Cultura.
[Bargellini, C. 2007. “El entablado jesuita de Santa María de Cuevas: sobrevivencia y desarrollo de una
tradición”, en: Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, Nº 91, México, UNAM, p. 14].
10
Archivo General de la Nación, México, en adelante AGN. Archivo Histórico de Hacienda, 18 de mayo de
1725. vol. 2009, Exp. 99, f. II. Juan de Guenduláin, Carta al Padre Provincial Joseph de Arjo, Chihuahua.
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del techo (vigas) para proporcionar un campo, lo más libre posible, para desarrollar
un programa pictórico. Incluso, “parece que se anticipó esta finalidad desde la propia
construcción del techo” (Bargellini, 2007: 17-18).
Hay en el techo varios artesones pintados parecidos a los de Michoacán (en la
zona centro de México) conociendo que grupos de indios tarascos – carpinteros diestros-
fueron llevados a trabajar en las minas norteñas, además que la introducción de indígenas
de diferentes etnias en las misiones fue un sistema aplicado por los jesuitas para desarrollar
establecimientos duraderos11. Pero una observación más detenida descartó tal idea ya que
los artesones de Santa María son pare integral del techo, lo que no ocurre en Michoacán12.
Además, el “entablado de Cuevas es más antiguo que prácticamente todos los techos
michoacanos que se conservan”, mas no puede afirmarse que sea el primero ni el único
en su tipo; por lo pronto, los únicos techos con este sistema de construcción que conozco
– dice Bargellini- están en la Baja Tarahumara. Si bien en la arquitectura eclesiástica
europea, el techo plano es muy propio del Renacimiento; y abundan los techos planos
en los siglos XV, XVI y XVII, generalmente decorados con casetones, y muchas veces
con marcos y figuras en pintura y en relieve, en todos los lugares de Europa que tuvieron
algún impacto en las tradiciones artísticas novohispanas y americanas en general: España,
Portugal, Italia y Flandes, Bélgica (Bargellini, 2007: 18-20).
En Santa María de Cuevas es evidente la existencia de distintos tipos de diseños
de cubiertas. En el sotocoro encontramos una decoración, en la que los motivos se
repiten para cubrir la extensión del techo, sin poner atención particular en la forma
o dimensión del espacio a cubrir. La definición del espacio se da por elementos que
enmarcan y, por lo tanto, delimitan y contienen los motivos repetitivos de la decoración
del techo, y, generalmente, derivan de modelos del tratado de arquitectura del siglo XVI
de Sebastián Serlio. Los casetones clásicos que se observan aquí son muy parecidos a
los de Serlio en su libro IV. Pero por otra parte, en la nave y el presbiterio se observa
otro tipo de diseño, si bien con resabios del ya presentado. Este segundo tipo de diseño
“consiste en motivos variados, a menudo curvilíneos y hasta con figuras”, pero todo en
relación con las divisiones del espacio arquitectónico. En cada tramo pueden variar los
elementos, pero “se marcan los extremos, los centros y las divisiones entre un espacio y
otro”. Este diseño ayuda a percibir el espacio con precisión, midiéndolo y es el que más
se ha conservado en México, particularmente en conventos e iglesias del siglo XVI. En
Santa María, los cuadrados y rombos, con símbolos marianos al centro, proporcionan
11
Véase Chanfón Olmos, C. Coord. 2001. Historia de la arquitectura y urbanismo mexicanos, 209; Ramiro
Esteban, D. 1999. “Santiago de la Monclova, una villa, un presidio, un pueblo, una misión”, en Luis
Arnal Simón (Coord.) Arquitectura y Urbanismo en el Septentrional Novohispano, fundaciones del
Noroeste en el S. XVIII, p.60; y Urías, C. 2013. “Intenciones frustradas de consolidación arquitectónica:
el caso de los templos misionales jesuíticos de la antigua provincia de Sinaloa”, en: Zazueta Manjarrez, J.
C. Coord. Seminario La Religión y los Jesuitas en el Noroeste Novohispano. Memoria. Vol. VI, Culiacán,
Sinaloa, El Colegio de Sinaloa, pp. 63-64.
12
Véase Álvarez Rodríguez, Gloria A. Los artesones michoacanos, Morelia, Gobierno del Estado de
Michoacán, 2000; López Guzmán, Rafael Arquitectura y carpintería mudéjar en Nueva España,
México, Azabache, 1992; y, Cramaussel, Chantal “Relaciones entre la Nueva Vizcaya y la provincia de
Michoacán”, Relaciones, vol. 24, 100, otoño de 2004. pp. 173 – 203.
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NOTAS Y DOCUMENTOS
Soto Lescale. “¿Respeto o debilidad? Los Jesuitas en la Tarahumara”.
Vista del envigado y techo del sotocoro. A la izquierda se distingue la decoración de la entrada
al baptisterio. 2015.
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Se marcan con letra cursiva las figuras de relieve que se encuentran en el techo.
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NOTAS Y DOCUMENTOS
Soto Lescale. “¿Respeto o debilidad? Los Jesuitas en la Tarahumara”.
están pintados en “el cielo entre nubes”. En los muros, justo bajo el techo, está pintada
una cenefa en la que muchos angelitos acompañan los símbolos de María. La cenefa se
desarrolla en la parte superior del edificio, arriba de pinturas murales que representaban
“hojas y flores alusivas a la presencia y al florecimiento de la gracia divina en el espacio
sagrado de la iglesia” (Bargellini, 2007: 29).
Arco que delimita el presbiterio y la nave. En el techo del primero se distingue el Sol. Y en el techo del
lado de la nave, la Luna. 2015.
Sin duda una lectura y explicación muy eruditas las de la Dra. Bargellini, hechas
desde una lógica católica y desde la historia del arte. Sin la intención de desmentirla
queremos añadir algunos comentarios que pueden enfatizar la necesidad de estudiar a
profundidad el templo de Santa María de las Cuevas. El primero es respecto a la portada
cuyos adornos de cantera no son de la época colonial, si bien pudieron haberse ordenado
siguiendo el patrón original, como es el del monograma mariano y el de la Compañía de
Jesús, aunque desconocemos su ubicación original. El segundo comentario y quizá, el
principal, es una reflexión sobre una omisión de la Dra. Bargellini, quien no identifica
la planta o flor que conforma la guía que llena el espacio pictórico del techo así como
ser el motivo único de la pintura mural en toda la iglesia. Esta omisión puede dar una
explicación diferente, leyendo la iconografía con otros ojos y desde otras tradiciones;
como las de los tarahumaras.
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Para los rarámuri o tarahumaras, el sol y la luna son sus antepasados, y por lo
tanto sus deidades (Pintado, 2004: 26). En su cosmovisión el mundo fue creado por
Rayenari —Dios Sol— y Metzaka —Diosa Luna. Incluso para algunos historiadores
el vocablo rarámuri deviene de Rayenari, significando entonces “hijos del Sol”, y por
ende, el Sol es su principal deidad (Lister, 1979: 138). Además, veneran a Onorúame-
Eyerúame (Dios padre-madre) quien les regaló el maíz y por lo tanto hay que agradecerle
cada vez que hay teswino. A pesar de que los rarámuris no representaban de ninguna
forma a sus deidades, éstas tenían sus símbolos, como la “bichurique”. En el mes de
mayo, cuando comienzan las lluvias en las tierras tarahumaras, la cholla produce su
“sewácari” o flor, y algunos lugares se engalanan con algunas “bichurique”14. Sea por su
color vivo, por sus propiedades medicinales o por su rareza, la flor de cholla representa
al Dios Sol para los tarahumaras, y cuando se celebraba al Dios- padre Sol, se le ofrecía
esta flor como ofrenda. Sabiendo esto la lectura de la iglesia de Santa María de Cuevas
cobra nuevas connotaciones.
Se puede asumir que se contrató a un pintor, Domingo Guerra, una vez
concluida la fábrica, y que éste conocía el arte de la decoración pictórica del momento.
Es obvio que él diseñó el programa pictórico y el iconográfico, quizá conjuntamente o
con sugerencias del padre misionero en turno, y por la factura, debe haber pintado de
su mano el arco del presbiterio y la cenefa que envuelve los muros. Pero también debe
haber diseñado, los motivos repetitivos de la decoración del techo y la guía de los muros
mas no los pintó. A continuación expongo las razones que me llevan a tal afirmación. Si
bien no podemos saber la época del año en que estuvo el pintor en Santa María, es difícil
pensar en que conocía la flor de cholla, pudiendo pintar cualquier otra flor conocida. La
hechura de la decoración del techo y la guía que adornaba los muros son claramente
de distinta factura a la de la cenefa y el arco. Por tiempo y porque seguramente no
había suficientes recursos para pagarle más tiempo, es posible suponer que se le pidiera
apoyarse en algunos indígenas, capaces de dibujar; y que fueron ellos los que sugirieron
qué flor pintar, la de cholla, misma que aún hoy dibujan y tejen en sus cestos y cobijas.
El pintor debió haber dibujado una muestra, para el techo, ya que las hojas y flores
aparecen estilizadas como marcaban los cánones. Sólo que la cholla carece de hojas, por
el contrario tiene infinidad de espinas y un tallo grueso, leñoso.
Toda la decoración interior floral es con base a la cholla (Cylindropuntia cholla)
ni siquiera a su subespecie. Y más que estilización la flor aparece muy sencillamente
pintada para ser de mano de un pintor de academia, pero identificable como de factura
indígena. Asimismo, las flores de los muros resultan casi infantiles, siendo un dibujo
14
Las “bichurique” son las flores de cholla (Cylindropuntia cholla), fanerógama de la familia de las
cactáceas, de color rojo o púrpura. Originaria de México, habita en climas seco, semi-seco y templado,
entre los 1,700 y los 1,875 msnm. Planta silvestre, crece en terrenos de cultivo de riego y temporal, o
asociada a matorral xerófilo. Cholla es el epíteto local que la identifica. Se encuentra en lugares planos,
arenosos, pedregosos, también en la falda de los cerros, en todo el desierto. Es un palo amarillento
acuoso por dentro, con muchas espinas que mide poco más de medio metro de altura y tiene varios usos
medicinales. Tiene una subespecie, la Opuntia bigelovii, cuya flor es blanca, del tipo de las rosáceas y
actinomorfa. [Medicina Tradicional Mexicana, Universidad Nacional Autónoma de México. http://www.
medicinatradicionalmexicana.unam.mx/flora2.php?l=4&t=Choya&po=seri&id=5280&clave_region=7
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NOTAS Y DOCUMENTOS
Soto Lescale. “¿Respeto o debilidad? Los Jesuitas en la Tarahumara”.
simplificado de la misma flor de cholla, del mismo color rojo (color del sol). ¿Por qué
no pintar flores de múltiples colores, siendo ya el barroco mexicano? ¿Por qué usar un
sólo motivo que representa al dios Sol de la gentilidad? Un detalle más para pensar que
el pintor contratado no realizó, por completo, la obra pictórica es que haya firmado en
un lugar poco visible, siendo lo acostumbrado que se firmara la obra propia en lugar
visible, pues ello servía para divulgar la obra personal.
Nuestra hipótesis entonces es que los neófitos tarahumaras ayudaron en la
pintura del interior de la iglesia, pintando no sólo una flor que conocían, sino una flor
que sólo existe en cierta época del año y que representaba lo divino, en su cosmovisión,
a su Dios-padre, al Sol. Así, si revisamos los siete símbolos marianos adosados al techo
longitudinalmente, desde el presbiterio hacia la entrada, el sol se halla sobre la cabeza
del Cristo crucificado y la luna donde termina el presbiterio y comienza la nave. Se
observa que, a excepción del Sol, los símbolos de la Virgen María no siguen el orden
de la letanía mariana. ¿Coincidencia? ¿Casualidad? Difícil creerlo, ya que otro templo
jesuita de misión, la de San Felipe, también conserva en su techo de viguería marcas de
pintura con temas de follaje barroco enlazando el monograma de la Compañía de Jesús;
incluso con un sistema constructivo similar al de Santa María de Cuevas, pero a pesar
de su barroquismo se siente la mano indígena que realizó la pintura (Márquez, 2004:
70). Pensamos que dado que el Sol está sobre Cristo, en el lugar de honor, las manos
indígenas colocaron la talla de la Luna, en segundo lugar, siendo el primer símbolo
de la nave a partir del `presbiterio, quedando así juntos, el Sol y la Luna, los dioses
primigenios rarámuris, y colocando los demás símbolos como les pareció pues para
ellos eran sólo decoración.
El punto crucial sería poder saber si el misionero encargado al momento de
la decoración pictórica sabía el significado que tenía para sus indios el sol, la luna y
sobre todo, la flor de cholla. De esta manera, mientras los jesuitas pensaban que los
tarahumaras visitaban la iglesia por ser la casa del dios católico, quizá ellos iban a ver
los símbolos de sus dioses primigenios. A la distancia, cabe preguntarse si la decoración
pictórica de Santa María de Cuevas fue con conocimiento del significado de la flor de
cholla o mero consentimiento para contar con la mano de obra indígena por parte del
misionero encargado. ¿Respeto a creencias ancestrales o debilidad permisiva? Ésta es la
importancia de continuar investigando más a fondo las ex misiones jesuitas de Cuevas,
la de Santa Cruz (hoy Rosario), la de Carichí y la de San Felipe, en lo particular y
comparativamente, antes de que el tiempo borre los vestigios que pueden respondernos.
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Soto Lescale. “¿Respeto o debilidad? Los Jesuitas en la Tarahumara”.
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Angélica Otazú*
Resumen
El presente trabajo pretende abordar la experiencia de los guaraní-kaiowá referente a su orientación
en la selva y señalar, brevemente, algunas similitudes con los datos recopilados por los misioneros que
entraron en contacto con los guaraní durante la colonia, especialmente, los de la Compañía de Jesús,
quienes registraron importantes informaciones sobre la cultura guaraní, incluidas la fauna y la flora del Río
de la Plata, entre otras regiones. La convivencia con la naturaleza les ha facilitado a los nativos orientarse,
convenientemente, en el medio que le rodea, el bosque. Según los relatos de los kaiowá, durante siglos
han logrado desenvolverse en perfecta armonía con la naturaleza y podrían desplazarse libremente, sea
para cazar animales o recolectar frutas silvestres, de esta manera, atravesaban vastos territorios sin barrera
alguna, muy diferente a la situación actual de muchos nativos tanto del Mato Grosso do Sul como los de
Paraguay. La dinámica del viento, yvytu les permitía orientarse en medio de la selva; yvytu oipejuveha koty,
el viento dominante, el otro medio infalible de orientación es el sol, kuarahy pyti’a, kuarahy sẽmba, oriente;
kuarahy reike, poniente. Para circular por el monte dejaban trazos, cortando ramas de las plantas de modo
que sirvan de señalización para volver a la casa. Habilidades que la sociedad, considerada moderna, no lo
comprende o simplemente, desconoce. La orientación y habilidad, incomparables, que poseen los nativos
nos invita a considerar la riqueza natural que ellos custodian y que están en permanente lucha para frenar
la deforestación. Los habitantes más antiguos de estas zonas priorizaban el uso equilibrado de los recursos
naturales. Por ejemplo, para sembrar y cosechar poseían un calendario lunar. Lógicamente, la división del
tiempo, ára se basa en las fases de la luna, jasy ra’y, luna nueva; jasy renyhẽ, luna llena.
Abstract
This paper aims to address the experience of the Guarani-Kaiowá concerning their means of
orientation in the jungle, and to briefly highlight some points of comparison with information collected by
the missionaries, who came into contact with the Guarani during colonial times. Coexistence with nature
has allowed the natives to orient themselves within their surrounding environment, the rain forest. In the
past, they crossed vast territories, moving freely without being impeded by any man-made barrier; quite
differently from now, for the numerous natives of both Mato Grosso do Sul and Paraguay. They could
find their way perfectly while always respecting nature. The dynamics of the wind Yvytu enabled them to
orientate themselves in the jungle; Yvytu oipejuveha koty, is the prevailing wind. The other reliable means
of guidance is the sun, Kuarahy pyti’a or Kuarahy Semba, for finding the east; Kuarahy reike, for finding
the west. To move through the bush, they left marks by cutting plant branches, to serve as signs which
showed the way to return home. Skills that our society, considered modern, do not understand or simply do
not recall. Such incomparable orientation skills, that the natives still possess today, compel us to consider
*
Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción” – CONACYT / Paraguay. potykuru@hotmail.com
191
NOTAS Y DOCUMENTOS
Otazú. “Los guarani y su orientación en el espacio”.
the importance of preserving natural reserves and to bear in mind that they are presently immersed in a
constant struggle as they try to curb deforestation. They are the people who have inhabited these areas the
longest and that have always prioritized the balanced use of natural resources. For example, to plant and
harvest they use a lunar calendar. Consequently, the division of time is based on the phases of the moon,
jasy ra’y, new moon; jasy renyhẽ, full moon.
A modo de introducción
El contacto con la naturaleza, durante miles de años, les había proporcionado
a los nativos notables conocimientos y experiencias que despertaron en ellos el respeto
hacia los seres vivos y el interés por conocer las propiedades de las plantas. En la selva
aprendieron todo tipo de mecanismo de sobrevivencia, en permanente búsqueda de la
felicidad, vy’a, que implica, sobre todo, vivir libremente y en sintonía con la tierra,
el universo. Los más ancianos señalaron que la vida en los grandes bosques tiene sus
ventajas, por el hecho de servir como vivienda y asiento de las personas, animales y
plantas. Aseveran que la selva daba vida y proporcionaba el sustento de cada día, y
evocan sin cesar el bienestar que producía la frescura del bosque (ka’aguy ro’ysã).
Además, están convencidos de que la selva proveía la lluvia, mejor dicho, que la lluvia
depende de ka’aguy, por lo tanto, si no hay bosque no habrá lluvia. En cierta manera,
la selva se constituía en una especie de base de resistencia y supervivencia, a la vez,
pero ese espacio fue transformándose desde hace décadas, dado que los pocos montes
que quedan en las fronteras entre Paraguay y Brasil (Sur de Mato Grosso) fueron
destruidos casi por completo. El presente trabajo aborda el tema de la orientación desde
dos perspectivas diferentes, a saber, la información obtenida entre los kaiowá del Mato
Grosso del Sur, durante la elaboración de un diccionario temático y etnológico (2013-
2015) y el estudio bibliográfico sobre otros grupos de la familia tupí-guaraní. Con el fin
de rescatar un aspecto de la historia y la experiencia de varios siglos de un determinado
grupo de personas, se presenta algunos datos que hacen referencia a la señalización vial
en la selva, bajo diversos elementos, como las plantas, los árboles; el curso de agua,
los ríos; el viento; los astros y las constelaciones. Por último, se señala algunos datos
relacionados a la orientación que figuran en el Tesoro de la Lengua guaraní (1639) y se
expone brevemente la similitud existente entre las nociones de orientación en el espacio
y las prácticas tradicionales de algunos grupos de la familia tupi-guaraní, que perduran
hasta la actualidad. Se aclara que la traducción de las frases en kaiowá es de la autora.
192
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 193-197
193
NOTAS Y DOCUMENTOS
Otazú. “Los guarani y su orientación en el espacio”.
caminos desconocidos, Tape ndajaikuaa kuaáiva, los caminos que no conocemos, o los
caminos dificultosos, difícil de transitar. Es menester resaltar que hay un camino que
se transita gracias a la práctica concerniente a la espiritualidad, específicamente, para
alcanzar el yvy marãe’ỹ, la tierra sin mal.
194
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 195-197
jasy, luna, equivale a un mes; jasy ypýramo, al principio del mes; jasy ojeova ynyhẽ
mbotáramo mediado del mes; jasy kañỹ kakáramo, al fin del mes (Montoya, 2011; 203).
Jasyy asajéramo, está la luna en medio cielo (Montoya, 2011; 319).
Para indicar la duración de una determinada acción en un periodo concreto
decían: Peteĩ jasy añemboty, un mes me detuve (Montoya, 2011; 602). Algunas de
las formas de explicar cuanto tiempo se ausentarán de sus casas eran: Peteĩ jasy aiko
evapóne, un mes estaré allá; mokõi jasy kua vire ajevýne volveré de aquí a dos meses
(Montoya, 2011; 203). Siguiendo con lo recopilado en el Tesoro encontramos que para
confirmar la fecha preguntaban: Mbovy ára piko jareko? mbovy jasy árareve piko ñaĩ?
¿Cuántos son del mes? (Montoya, 2011; 6).
Las fases de la luna se describen en guaraní de la siguiente manera, Jasy pyahu,
luna nueva; jasy kakuaa, creciente; jasy pytũ angaivo, menguante (Montoya, 2011;
203); jasy ypytũmba vai menguante de luna (Montoya, 2011; 203); jasy ei, hace luna;
jasy oikie, ponerse la luna; jasy ova ynyhẽ; jasy ova guasu, luna llena; jasy rova pembai;
hovápe jasy, muy menguada luna, o cuando nace (Montoya, 2011; 203). Hovapysẽ jasy
asoma la luna (Montoya, 2011; 173).
Similitud entre los conocimientos kaiowá, tupinambá y los datos registrados por
Montoya
En la cultura kaiowá, las épocas del año para sembrar y cosechar se basaban,
principalmente, en las fases lunares, jejaty, sembrar, cultivar y cosechar, ñemono’õ.
Asimismo, es interesante poner de relieve los estudios realizados por los investigadores
en cuanto a la utilización de la astronomía por parte de los nativos del Brasil,
especialmente los Tupinambá “Os indígenas utilizavam a astronomia principalmente
para a agricultura. Dessa maneira associavam as estações do ano e as fases da Lua com
a biodiversidade local, para determinarem a época de plantio e da colheita, bem como
para a melhoria da produção e o controle natural das pragas” (Guerreiro, 2016; [s. p.]).
Es importante señalar, a propósito de la siembra, en el Tesoro se menciona que
el tiempo propicio depende de la dirección en la que sopla el viento: Yvytu pu’ã, viento
leste, cuando corre dicen que es tiempo de sembrar (Montoya, 1639; 170:2; 2011; 655)1.
Puesto que, los vientos son designados en relación con las direcciones en las que soplan,
en guaraní el viento este se denomina yvytu pu’ã. Por otro lado, los kaiowá aseguran
también que las fases lunares tienen una influencia en la realización de la cura, en ese
sentido, enumeraron algunas enfermedades que se deben tratar en la luna nueva para
que el remedio sea más eficaz, jasy ra’y jave ereipohano va’erã. Además, explican
que el comportamiento de algunos animales depende de las fases lunares, por ejemplo,
Ajaku, peteĩ ynambu guasu, okéva yvýpy jasy ra’y ramo, hay una especie de perdiz que
en la luna nueva duerme en el suelo; ha okéva yvate jasy tuicha vévo, en la creciente
duerme en las ramas de los árboles.
1
Ver Caballos. A. 2012; 119.
195
NOTAS Y DOCUMENTOS
Otazú. “Los guarani y su orientación en el espacio”.
Yvag jasy tata rendypu cielo estrellado (Montoya, 2011:164) jasy tata, estrellas.
Los kaiowá prefieren Jasy tataendy para denominar la estrella. En cambio, en el Tesoro
de Montoya encontramos diferentes informaciones sobre las denominaciones de las
estrellas. jasy tata guasu lucero. Jasy tata kurusu crucero del cielo; jasy tata veve; jasy
tata ho’a cometa; exhalación; jasy tata mimbi, reverberar las estrellas; jasy tata piriri,
centellear
Eichu las siete cabrillas [Pléyades, cúmulo estelar en la constelación del Toro];
abejas negras (Montoya.1639, 124v:1; 2011; 118). Según un misionero capuchino del
siglo XVII, los Tupinambá identificaban también a las pléyades con las abejas negras,
eichu,
“los Tupinambá conheciam muito bem o aglomerado estelar das Plêiades e o
denominavam Eixu (Vespeiro). Quando elas apareciam afirmavam que as chuvas iam
chegar, como chegavam, efetivamente, poucos dias depois. Como a constelação Eixu
aparecia alguns dias antes das chuvas e desaparecia no fim para tornar a reaparecer em
igual época, eles reconheciam perfeitamente o intervalo de tempo decorrido de um ano
a outro”2.
Otras descripciones de la luna registradas por Montoya que revelan los
conocimientos nativos son los siguientes: jasy amandáu mancha de agua en la luna;
jasy iñamandáu; jasy havẽ denota agua la luna; jasy havẽramo oky en estando pálida la
luna llueve; jasy pyrãramo yvytu peju; jasy pytãngamo yvytu peju, estando encendida la
luna corre viento; jasy tĩ ngatúramo irui katu ára, estando blanca la luna está asentado
el tiempo; yvag mongyháva jasy tata, el ornato del cielo son las estrellas (Montoya,
2011; 319).
A modo de conclusión
Los relatos de los guaraní kaiowá actuales demuestran que conservan gran
parte de los legados de sus ancestros, tanto en el manejo de los vocablos como en la
práctica. Motivo suficiente para que los kaiowá sigan luchando por sus territorios y
resistan a diversos tipos de atropellos cometidos contra su población. Es precisamente
en la sabiduría de sus antepasados que encuentran el sentido de su lucha. Es evidente,
que la cultura no desaparece mientras haya un pueblo que la promueve y busca nuevos
caminos para innovar las prácticas tradicionales. Ellos educan a sus hijos acorde a
sus creencias, de esta manera, transmiten a sus hijos y nietos la importancia del uso
equilibrado de los recursos naturales, les enseña cómo emplear el tiempo en las dos
estaciones, aparentemente, las más importantes del año áry haku, verano y áry ro’y,
invierno. Aunque, el calendario kaiowá contempla más parcelación en las estaciones del
año que en el nuestro, pues se basa en los acontecimientos que marcan su vida. Incluyen
en su calendario hasta el proceso del crecimiento de las plantas, desde el cultivo hasta la
celebración y fiesta de la cosecha. Asimismo, consideran las diversas estaciones de las
frutas maduras, yva aju.
D’ Abbeville. En: Alfonso, G. 2016. As constelações indígenas brasileiras. Observatórios virtuais - VITAE.
2
196
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 197-197
En resumen, los kaiowá pertenecen a una gran familia llena de historia y rica en
sabiduría, de la cual tenemos mucho para aprender, fundamentalmente, en lo referente
al cuidado de la naturaleza y el uso equilibrado de los recursos naturales. Con su estilo
de vida y filosofía nos proporcionan una propuesta del desarrollo sostenible basada en
el vivir en armonía con la tierra, yvy y el cosmos, yvága. Para lograr la felicidad, vy’a
insisten en que la persona debe estar bien consigo misma y con la comunidad, tekoha,
siempre en conexión con la naturaleza, sintonizar con la tierra, pues, yvy oñe’ẽ, la tierra
tiene un mensaje para nosotros.
Referencias bibliográficas
D’Abbeville, C. 1612. «Histoire de la mission de pères capucins en l’Isle de Maragnan
et terres circonvoisines». En: Alfonso, G. As Constelações Indígenas Brasileiras.
Observatórios virtuais – VITAE. Disponible en: http://www.telescopiosnaescola.
pro.br/indigenas.pdf
Caballos, A. 2012. Etnografía Guaraní en Ruiz de Montoya. Granada: Universidad de
Granada.
Guerreiro, I. Astronomia Indígena na Amazônia antecede Galileu, diz pesquisador.
Disponible en: http://portalamazonia.com/noticias-detalhe/ciencia-e-
tecnologia/indigenas-da-amazonia-estudavam-astronomia-antes-de-galileu-diz-
pesquisador/. Consultado 30.04.16 17:15
Montoya, A. 1639. 2011. Tesoro de la Lengua Guaraní. Asunción: CEPAG.
197
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 199-212
Diego Bracco*
Resumen
En el marco de las investigaciones que se llevan a cabo en el Polo de Desarrollo Universitario:
“Centro de investigaciones interdisciplinarias sobre la presencia indígena misionera en el territorio:
patrimonio, región y frontera culturales” (Centro Universitario de Tacuarembó; Universidad de la
República) se está prestando atención relevante a la presencia de charrúas, bohanes, pampas y guenoa
minuanos en los pueblos de misiones. La investigación contribuye a resaltar que la expresión “guaraní
misionero” -tradicionalmente empleada como sinónimo de “indígena misionero”- es inadecuada porque
deja de lado esa presencia.
Muchos de los indígenas que eran preponderantes en las llanuras situadas al sur de las reducciones
se incorporaron a los pueblos de misiones por voluntad o por fuerza. En algunos casos permanecieron allí
durante generaciones, manteniendo aspectos relevantes de su identidad. El objetivo de esta contribución
es poner de manifiesto esas circunstancias, especialmente en lo referido a San Borja y Yapeyú. Asimismo,
destacar la influencia de la complejidad antes señalada en el espacio de frontera sobre el que se edificó la
República Oriental del Uruguay.
<Charrúas><Guenoa><Minuanos><Bohanes><Misioneros><Fronteras>
Abstract
Within the framework of research carried out at the University Development Pole “Centro de
investigaciones interdisciplinarias sobre la presencia indígena misionera en el territorio: patrimonio,
región y frontera culturales” (Centro Universitario de Tacuarembó; Universidad de la República), relevant
attention is being paid to the presence of charruas, bohanes, pampas and guenoa minuanos in mission
towns. The research contributes to emphasize that the expression “missionary guarani” - traditionally used
as a synonym for “missionary indigenous” - is inadequate, since it ignores the fact of their presence.
Many of the natives who were predominant in the plains south of the reductions joined the villages
of missions by acceptance or by force. In some cases, they remained there for generations, maintaining
relevant aspects of their identity. The aim of this contribution is to highlight these circumstances, especially
with regard to San Borja and Yapeyú. Moreover, I will emphasize the influence of the complexity previously
indicated in the borderlands on which the Oriental Republic of Uruguay was built.
<Charruas><Guenoa><Minuanos><Bohanes><Missionaries><Borders>
*
Centro de investigaciones interdisciplinarias sobre la presencia indígena misionera en el territorio.
Centro Universitario de Tacuarembó. Universidad de la República (Uruguay) Doctor en Historia.
UdelaR (Uruguay). dbracco@hotmail.com
199
NOTAS Y DOCUMENTOS
Bracco. “Charrúas, bohanes, pampas y guenoa minuanos en los pueblos de misiones”.
Introducción
Tras la llegada de los europeos se generó un espacio de fronteras en el Río de la
Plata. Desde ese espacio los indígenas interactuaron con la avanzada colonial española
situada al oeste, con la sociedad jesuítico misionera establecida al norte y hacia el este
con las avanzadas portuguesas. Desde que la documentación referida al interior del
espacio referido se tornó abundante, señaló la preponderancia de dos grandes naciones1
indígenas: charrúas y guenoa minuanos.2 Los charrúas tendieron a dominar el territorio
situado entre los ríos Paraná y Uruguay hasta que una operación militar del año 1750
les asestó un duro golpe. Generalmente los bohanes, que a veces parecen parte de
esa nación y en ocasiones una entidad independiente, tendieron a mantener buenas
relaciones con ellos. Entretanto aquellos indígenas que los jesuitas llamaron guenoas
mientras españoles y portugueses los denominaban minuanes señorearon el territorio
sobre el que hoy se asienta la República Oriental del Uruguay y parte del estado de
Río Grande do Sul (López y Bracco, 2010). Las dos naciones nombradas tendieron a
la enemistad recíproca y, con altibajos, mantuvieron alianzas diferenciadas. Charrúas y
santafesinos tendieron a cooperar en torno a intereses comunes; entretanto en general
las relaciones entre guenoa - minuanos y la sociedad jesuítico misionero fueron buenas.
Además, sin perjuicio de las nombradas y otras naciones como la chaná, hubo
indígenas generalmente denominados “pampas” que llegaron “desnaturalizados” al
espacio de frontera. Desde allí, en ocasiones esos indígenas volvieron a ser deportados
con destino a los pueblos de misiones.
Charrúas3
Desde muy temprano hubo interacción entre los indígenas misioneros,
especialmente los establecidos en Yapeyú, y los charrúas. Esa interacción parece haber
tendido inicialmente a la mutua conveniencia. Quizás ello se debió a que, según diversos
indicios, había proximidad y parentesco entre los indígenas establecidos en ese pueblo
y los charrúas. Por ejemplo, a la muerte en Yapeyú de un joven a raíz de un accidente
de caza
“hizo toda la parentela notables extremos de sentimiento, y
llenaron el pueblo de alaridos, y la madre que era charrúa,
1
El término “nación” es empleado en este texto siguiendo a las fuentes, que lo usaron con diversos
significados pero en general reconociendo la existencia de dos grandes naciones “infieles” en el espacio
de fronteras objeto de esta contribución.
2
Gran cantidad de documentación demuestra que, sin perjuicio de diferentes maneras de escribir esos
nombres, la nación que los jesuitas llamaron guenoa fue denominada minuana por españoles y portugueses.
Abundantes fuentes al respecto han sido publicadas en López y Bracco 2010. En esta contribución se
insiste en emplear esos nombres conjuntamente ya que considerarlos como denominación de entidades
diferentes ha oscurecido aspectos relevantes del pasado regional.
3
A efectos de esta contribución los yaros son considerados parte de la nación charrúa. Según el padre Sepp
el término significaba “infiel”. Carta del padre Sepp, sin fecha. En Cartas edificantes y curiosas 1753, T.
VII. 1753. También los bohanes, sin perjuicio de que se trata de una discusión académica vigente, son
considerados parte de esa nación.
200
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 201-212
4
Carta anua correspondiente a 1626 – 1627, del padre Nicolás Mastrillo Durán. 12 de noviembre de 1628.
En: Documentos para la Historia Argentina. 1929. T. XX, p. 370.
5
Carta anua correspondiente a los años 1637 – 1639. Colegio del Salvador. Buenos Aires. Tomada de
apuntes manuscritos del profesor Rogelio Brito.
6
Carta anua correspondiente a los años 1637 – 1639. Colegio del Salvador. Buenos Aires. Tomada de
apuntes manuscritos del profesor Rogelio Brito.
201
NOTAS Y DOCUMENTOS
Bracco. “Charrúas, bohanes, pampas y guenoa minuanos en los pueblos de misiones”.
202
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 203-212
Ambos bandos se apropiaban de las mujeres y niños del enemigo. Con obvias
consecuencias hacia la demografía de los pueblos, a mediados de la década de 1640, “en
el momento en que los charrúas pensaban haberse asegurado la victoria sobre el pueblo
de Yapeyú (...) los atacaron por el costado los indios topenses, les obligan a huir, y les
matan mucha gente, llevándose prisioneros a las mujeres y a los niños”.11 Tal remite,
para emplear términos actuales, a un hecho central en las relaciones entre unos y otros:
la lucha por el potencial reproductivo. En el contexto de esa lucha, durante más de una
centuria una gran cantidad de mujeres y niños charrúas pasaron a vivir en los pueblos
de misiones. Por ejemplo en un sólo episodio del año 1662, 250 charrúas tuvieron ese
destino.12
Por otra parte cabe destacar que los charrúas buscaron reiteradas veces el
amparo de las reducciones, especialmente el de Yapeyú. Hacia mediados del siglo
XVIII, probablemente previendo una campaña militar que se preparaba contra ellos,
consta que 145 charrúas se ampararon en ese pueblo.13 Y en la década siguiente se
afirmaba que “de los charrúas, que no tienen puesto fijo, y vagan por la parte del sur, se
convierten y agregan bastantes al pueblo de Yapeyú, bien que dan más que hacer, por su
inconstancia en mantenerlos en pueblo, ya convertidos, que convertirlos”.14
Guenoa minuanos
Durante dilatado lapso muchos guenoa minuanos se avinieron a vivir en los
pueblos de misiones orientales del Uruguay, especialmente en San Borja.15 También
fueron relevantes en Santo Tomé. Sin perjuicio de antecedentes comparativamente poco
documentados, en el decenio de 1670 existía fuerte interacción. Afirmó un jesuita que
en Santo Tomé: “el año de mil y seiscientos y setenta y seis, los guanoas solían traer al
pueblo de la Cruz y del Yapeyú, (...) vacas blancas y overas, por yerba y tabaco”.16 Por
entonces esos indígenas habían pedido padres a la Compañía de Jesús para reducirse,
aunque por falta de religiosos no se atendió la solicitud.17 A partir de la década siguiente
se produjo documentación abundante y de primera mano que ha llegado hasta nosotros.
Entre tales fuentes es fundamental la carta del padre Pedro García fechada en el año
203
NOTAS Y DOCUMENTOS
Bracco. “Charrúas, bohanes, pampas y guenoa minuanos en los pueblos de misiones”.
1683. El referido padre había pasado a la “provincia del Paraguay” en 165818 y hablaba
la lengua de los guenoa-minuano, sin que haya datos de cómo y cuándo la había
aprendido. Con anterioridad a su entrada a los “bárbaros guanoás” entre 17 de setiembre
y 23 de octubre de 1683 había estado dos veces en tierras de esos “infieles”. De su
carta es posible conocer diversos aspectos de la intensa interacción entre los guenoa-
minuanos y los más australes de los pueblos de misiones del Uruguay. El padre García,
el propio día de su salida de Santo Tomé se encontró con un grupo de esos “infieles”
que llegaban a vender vacas “como lo suelen hacer”. Ya entonces había en pueblos
de misiones, guenoa minuanos reducidos. Tal quedó evidenciado porque García, una
vez entre los “infieles”, pidió al cacique principal que le “diese una hermana, con su
marido, y tres o cuatro hijos, que deseaban venir, porque ya tenían aquí otras dos hijas,
que habían venido antes”. Al mismo tiempo se había empezado a producir un proceso
de ida y vuelta que impactó tanto en el espacio de fronteras como en los pueblos de
misiones. La carta de García evidencia la existencia de “apóstatas” que tras bautizarse
y quizás después de una dilatada permanencia abandonaron la vida en reducción y
regresaron a la “infidelidad”. Así, de los “infieles” que él intentó persuadir “se hubieran
convertido muchísimos más, si el Demonio no hubiera sembrado cizaña, por medio de
un Christiano Apóstata, o mal convertido (...) y fue menester la virtud de Dios, para que
no retrocediesen todos”. No es posible determinar en qué proporción esos “apóstatas”19
eran guenoa minuanos que regresaban a la “infidelidad” o indígenas de otras naciones
que se incorporaban a ellos.20
El padre García señaló una problemática cuya entidad desconocemos,
relacionada con la poligamia y la asunción de un proceso que debía conducir al repudio
de todas (para emplear la expresión occidental) las esposas menos una. Entre quienes
siguieron al padre García estuvo un individuo “con toda su familia entre la que figuraban
“tres mujeres suyas”, sin que se conozca que sucedió con ellas. García también destacó
que los guenoa minuanos solicitaban la protección de los pueblos de misiones para
sus mujeres y niños mientras iban a la guerra contra otros “infieles”. Tal solicitud fue
18
La carta del padre García está inserta en Jarque 1687, cap. XXIII. Una trascripción reciente puede
encontrarse Bracco. 2004.
19
Pocos años más tarde un jesuita había ido a la “espía” de Maldonado en observación de los movimientos
portugueses y relató la relevante actuación de un “apóstata” defendiendo a los suyos. El religioso
aguardaba a los guenoa minuanos “con mira de recoger unas pocas de vacas para mi vuelta”. El sábado
santo recibió a tres de ellos que venían a buscarle y darle parte de cómo el “jueves santo al rayar el alba
los habían cercado quince bocas de fuego”. Estaban los indígenas todos juntos “con intento de reunirse a
mi”. Escucharon dos tiros, y creyeron que era el padre, se asomaron a “sus esteras” y se vieron cercados
por los portugueses. Estos, en la primera descarga “les mataron a los dos caciques más principales que
tenían con otros dos mozos y a otro valentón de ellos, Bernabé el Apóstata, atravesado con un balazo por
el muslo, [y les hirieron a otros muchos] Y que ellos visto esto se arrojaron de sus esteras con coraje y
valor a la venganza donde de improviso el Bernabé arriba dicho con un bolazo que le acertó en la cabeza
al Capitán de los agresores lo tendió de muerte y a los demás haciéndoles volver las espaldas los pusieron
en huída, de suerte que en espacio de tres cuadras a todos los quince los mataron” A. G.I., Charcas, 261.
Carta del padre Pedro de Sascamburu al padre Simón de León. La Cruz, 25 de mayo de 1688.
20
Carta del padre García. En Jarque 1687, cap. XXIII.
204
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 205-212
recurrente durante dilatado lapso y, por supuesto, el refugio ocasional debe haberse
tornado permanente en numerosas ocasiones.21
Sin perjuicio de la atracción que podían ejercer las ventajas materiales que los
pueblos de misiones ofrecían, individuos en número difícil de cuantificar optaron por
vivir allí atraídos por el cristianismo y/o la prédica del padre García. Tal fue el caso de un
sobrino del cacique principal quien “no sabia, como los que me habían oído [a García]
otras dos veces que yo había estado en sus tierras, no trataban de cosas tan importantes,
ni se hablaban en orden a mudar de vida: y que él con aquella sola vez, que me oía, ya
no podía sufrir mas”. La afirmación antecedente adquiere verosimilitud porque García
expresó muchas dudas referidas a la sinceridad de otros guenoa minuanos de quienes
afirmaba “que ellos mas apetecían la yerba, y tabaco, que mis platicas. Así lo mostró
claro el dicho Cacique; porque solo acudía al fin de las Doctrinas, para entrar á la parte
del regalo, que les daba”.22
García regresó a Santo Tomé acompañado por 32 “infieles” que debían, a su
vez, generar un efecto “llamada”. Así lo evidencia un individuo que fue “con la licencia
deseada de su tío, que le dijo, le seguiría después; pero que en viéndose ya en la reducción,
le avisase como se hallaba con la vida cristiana”. En el mismo sentido el diecisiete de
noviembre llegaron a Santo Tomé: “doce infieles, con vacas para vender a esta Pueblo,
entre ellos venia un hijo del cacique fervoroso, que yo traje, y venía con intento de
inquirir, que vida era la de los Christianos, que comodidades, &c. y volver a informar
a otros, que lo deseaban saber”. Cabe destacar que los guenoa minuanos emprendían
camino de las reducciones con su familia y propiedades, lo que hasta cierto punto debía
dificultarles regresar a la “infidelidad”. Uno de ellos para poder partir sin oposición de
los suyos, “se levantó á media noche, dejando cantidad de bacas, y caballos, que tenia,
y se partió a aquella hora”.23
Al parecer -la redacción del texto no permite establecerlo con seguridad- en el
año 1685 los guenoa-minuanos eran tantos que se fundó con ellos una reducción, quizás
Jesús María de los guenoas, que durante prolognado lapso estuvo asociada a San Borja
(Jarque 1687, cap. XXV).
En las décadas siguientes fueron muy numerosas las ocasiones en que grupos de
guenoa minuanos se avinieron a la vida en reducción, especialmente en San Borja. La
documentación evidencia que mantuvieron permanente contacto con sus parientes que
permanecían en la “infidelidad”. En ese sentido es significativo un plan esbozado en el
contexto de la gran guerra de los años 1701 y 1702 que enfrentó a la sociedad jesuítico
misionera y sus aliados guenoa minuanos con una coalición “infiel”. Para llevar a cabo
con éxito desde la coalición “infiel” se habría decidido:
“acabar primero con los Guenoas por q estos no den aviso
a sus parientes los convertidos y por este camino llegue a
noticia de los padres, apoderándose de esta suerte primero
21
Carta del padre García. En Jarque 1687, cap. XXIII.
22
Carta del padre García. En Jarque 1687, cap. XXIII.
23
Carta del padre García. En Jarque 1687, cap. XXIII.
205
NOTAS Y DOCUMENTOS
Bracco. “Charrúas, bohanes, pampas y guenoa minuanos en los pueblos de misiones”.
206
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DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 207-212
207
NOTAS Y DOCUMENTOS
Bracco. “Charrúas, bohanes, pampas y guenoa minuanos en los pueblos de misiones”.
y señalo las tierras que están en la otra banda del Ybicuytí, que se contienen entre
dicho río Ybicuytí, que le servirá de un costado, y por el otro un arroyo que llaman
Ybirapitá guaçú, que es lindero de las tierras de Yapeyú y va corriendo la dicha tierra
hasta las cabezadas, inclusive, del Tapitaguá que llaman los indios (...) hasta que algún
gobernador o ministro de Su Majestad les dé título en su nombre”.30
Reafirmando los derechos que los guenoa minuanos tenían sobre sus tierras, a
fin de la década de 1720 el padre Miguel Jiménez declaró les pertenecían desde muchos
años atrás, al parecer desde antes que Jesús María de los Guenoas se incorporara a San
Borja.31
El jesuita mencionado mantuvo en reserva esa información para luego, no estando
ya más a cargo de San Borja, testimonió por orden del padre provincial Laurencio Rillo
“para que junto con los títulos y otros papeles que tienen, se presentaran los borjistas y
guanoas, con los apostolinos ante los jueces que para esta causa eligieren”.32
Ante el padre Herrán, como árbitro, se dilucidó la cuestión, en la que los
representantes de San Nicolás reconocieron que los de Jesús María “tenían mejor y
anterior derecho” cediendo en nombre de su cabildo las tierras en disputa.33
30
Títulos de las tierras de Jesús María. A.G.N.A. IX – 6 – 9 – 7.
31
El padre Miguel Jiménez. Santísima Trinidad, 9 de julio de 1728. A.G.N.A. IX – 17 – 3 – 4. (Misiones
–1713 – 1796 – Yapeyú).
32
El padre Miguel Jiménez. Santísima Trinidad, 9 de julio de 1728. A.G.N.A. IX – 17 – 3 – 4. (Misiones
–1713 – 1796 – Yapeyú).
33
Títulos de las tierras de Jesús María, expedido por el superior de Misiones, padre Simón de Leon. San
Borja, 9 de agosto de 1697. Copia y corrección del padre Jayme Aguilar, sin lugar, 7 de junio de 1735.
A.G.N.A. IX – 6 – 9 7
208
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 209-212
34
A.G.N.A. IX-41-1-3. exp. 1, fs. 335 – 336. El padre Mateo Sánchez al gobernador de Buenos Aires. “De
este camino y paraje del Tacuarembotí”, 28 de febrero de 1702.
35
A.G.N.A. IX-41-1-3. exp. 1, fs. 339 – 340. El padre Juan Bautista de Zea al gobernador de Buenos Aires.
Santo Tomé, 12 de marzo de 1702.
36
A.G.N.A. VII – Colección Lamas, Legajo 6. “Misiones jesuíticas / Diario de los sucesos y de las operacio
/ nes de guerra de los dos tercios de / indios de las Misiones conducidos / por los Padres de la Compañía
de / Jesús contra los indios infieles del / Uruguay. / Por el padre Jerónimo Herrán. / 1709”.
37
A.G.N.A. VII – Colección Lamas, Legajo 6. “Misiones jesuíticas / Diario de los sucesos y de las operacio
/ nes de guerra de los dos tercios de / indios de las Misiones conducidos / por los Padres de la Compañía
de / Jesús contra los indios infieles del / Uruguay. / Por el padre Jerónimo Herrán. / 1709”.
38
A.G.I., Buenos Aires, 235. Probanza dada en Asunción por parte del capitán Juan de Mena Ortiz y
Velasco. Año 1728. Declaración de Juan de Gamarra.
39
A.G.I., Buenos Aires, 235. Probanza dada en Asunción por parte del capitán Juan de Mena Ortiz y
Velasco. Año 1728. Declaración de Gregorio Cipriano de Ruti.
40
A.G.N.A. IX-4-3-1. Carta de José de San Román al gobernador de Buenos Aires. Santo Domingo, 16 de
enero de 1750.
209
NOTAS Y DOCUMENTOS
Bracco. “Charrúas, bohanes, pampas y guenoa minuanos en los pueblos de misiones”.
Soriano.41 Se afirmaba que esas mujeres “nunca aquí se han de reducir a la ley de Dios
por estar juntas, y en las Misiones sí, porque allí las apartarán en diferentes pueblos”.42
210
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 211-212
se habían establecido en San Borja.48 Más allá de que esa conjetura se demuestre o
se refute, parece un hecho que charrúas, guenoa minuanos y pampas, de grado o por
fuerza, fueron parte relevante de la población de las reducciones. Por lo mismo, para no
excluirlos y para aquilatar su participación ulterior en el espacio de frontera sobre el que
se edificó la República Oriental del Uruguay es necesario considerar que esa población
excedía lo “guaraní misionero” para ser “indígena misionera”.
Referencias Bibliográficas
211
NOTAS Y DOCUMENTOS
Bracco. “Charrúas, bohanes, pampas y guenoa minuanos en los pueblos de misiones”.
González, S. [1705] 1968. “Diario del viaje que hacen a la Vaquería del Mar, el padre Juan
María Pompeyo, y el hermano Silvestre González, entrambos de la Compañía de
Jesús”. En: Las Vaquerías del Mar. Introducción, notas y mapas del Ing. Esteban
Campal. Editorial Arca. Montevideo; págs. 204-216.
Jarque, F. 1687. Insignes misioneros de la Compañía de Jesús. Pamplona. Juan Micon
editor.
Levinton, N. 2003. “La burocracia administrativa contra la obra evangelizadora: una
reducción de Charrúas fundada por fray Marcos Ortiz”, en Primeras Jornadas
de Historia de la Orden Dominicana en la Argentina. San Miguel de Tucumán.
Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino.
López Mazz, J. M. y Bracco, D. 2010. Minuanos: apuntes y notas para la historia y la
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Buenos Aires. Publicada y anotada por Andrés Lamas.
Martínez Martín, C. 1998. “Datos estadísticos de población sobre las misiones del
Paraguay, durante la demarcación del Tratado de Límites de 1750”. En: Revista
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Neumann, E. 2014. “Um só nâo escapa de pegar em armas”: as populaçôes indígenas na
guerra dos farrapos (1835-1845)”. En: Revista Historia, São Paulo, Nº 171, pp.
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Machón, J. F. 2005. José Artigas, gobernador de Misiones. Posadas. Talleres Creativa.
Padrón Fabre, O. 1996. Ocaso de un pueblo indio. Historia del éxodo guaraní –
misionero al Uruguay. Fin de Siglo. Montevideo.
Revista del Archivo General Administrativo: o colección de documentos para servir
al estudio de la historia de la República Oriental del Uruguay. 1885 - 1943 /
patrocinada por el gobierno y dirigida por Pedro Mascardó. Archivo General de
la Nación (Uruguay). Montevideo. Imprenta El siglo Ilustrado. Montevideo.
Rodríguez, S. y González Rissoto, R. 2010. En búsqueda de los orígenes perdidos: los
guaraníes en la construcción del ser uruguayo. Planeta. Montevideo.
Sarmiento, D. F. 1883. Conflicto y armonías de las razas en América. S. Ostwald Editor.
Imprenta de D. Túñez. Buenos Aires. Tomo I.
212
Reseñas
Bibliográficas
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 215-218
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
215
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
boreal”. En la primera parte, presenta trabajos que abordan los sucesos y relaciones
que implicaron el trabajo de los indígenas chaqueños en la industria azucarera. En el
primer capítulo, Montani aporta valiosos detalles etnográficos que permiten ahondar
en el pasado y escudriñar las relaciones e intereses que plantean los wichí respecto de
la ida al ingenio. El camino para abordar la relación entre los indígenas y el trabajo en
los ingenios azucareros es trazado a partir de los “artefactos”, “materialidades” que van
desde las vacas, las armas y los caminos que transitan los nativos hasta la importancia
otorgada al papel o el dominio del idioma español. Con descripciones muy precisas y
detalladas, el autor muestra cómo los bienes materiales y el contacto interétnico que
generaba la ida y estadía en el ingenio reconfiguraron la cultura material de los grupos
chaqueños y también de los wichí. Por su parte, el trabajo de Ceriani Cernadas analiza
las relaciones sociales en las religiones protestantes radicadas entre los indígenas que
orbitan en torno de los ingenios, brindando un repaso histórico del surgimiento de las
diversas misiones que fueron emergiendo en esta parte del Chaco y sus relaciones
diversas con los enclaves industriales. También detalla las impresiones dejadas por los
testimonios misioneros de la época, y resalta que en medio del proceso de redefinición
que significó para los indígenas la conquista y la colonización, tanto los ingenios como
las iglesias evangélicas influyeron en configurar nuevas dinámicas y relaciones. En el
artículo de Dasso y Franceschi, uno de los más denodados, se destaca la exposición de
los motivos por los cuales los wichí de Nueva Pompeya buscaban ir al Ingenio. Una de
las razones refiere a la mayor precariedad de las otras posibilidades laborales disponibles
en la zona, así como a la necesidad de acceder a bienes necesarios que de otra forma
eran muy difíciles de obtener. Por otro lado, las autoras niegan la participación activa de
los franciscanos para las migraciones wichí hacia el ingenio, puesto que a los religiosos
no les era conveniente que la misión quedara con poca gente. La sección se cierra con
el artículo de Weinberg y Mercolli, quienes refieren la extensión y organización del
trabajo indígena en el ingenio San Martín de Tabacal, basándose tanto en entrevistas a
informantes kollas como también en lo recogido en otras fuentes, y destacan los horrores
a los que fueron sometidos los indígenas así como los perversos sistemas de enganche.
La segunda sección, dedicada a la industria del caucho en la Amazonía, comienza
con un capítulo comparativo que enlaza esta nueva sección con la primera. Córdoba y
Bossert nos ofrecen un documentado balance que compara las dinámicas interétnicas y
laborales en las barracas caucheras de la Amazonía y los ingenios azucareros del Chaco.
El texto se destaca por los puentes comparativos que traza, en cuyo juego de semejanzas
y diferencias accedemos a una visión panorámica que junto con los detallados mapas
del libro nos permiten ubicar en un marco amplio y coherente la lectura de los trabajos
de ambas secciones. En esta parte del libro también resultan protagónicos el detalle
etnográfico y etnohistórico; además, la mirada también se ve enriquecida por medio
del estudio de diversas representaciones artísticas. De este modo, Chavarría propone
analizar una variedad de discursos en torno de la explotación del caucho a partir de
algunos libros y películas pero tomando a la vez la gran variedad de discursos sobre la
modernidad, la geopolítica y los imaginarios que rodeaban la utilización por parte de la
industria de la mano de obra indígena. Sobre este último punto, la autora relata cómo
216
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 217-218
las miradas se dividían entre quienes denunciaban las atrocidades cometidas y aquellos
otros que las defendían justificando los excesos. Al final de su exposición, la autora
procura dar la palabra a los indígenas implicados en la industria así como también a sus
descendientes mediante un repaso de diversos discursos orales y pictóricos. De forma
similar, el capítulo escrito por Cornejo Chaparro nos brinda herramientas para abordar el
escenario histórico del caucho a través del análisis de una obra literaria. Como también
muestra el capítulo anterior, la memoria social en torno de la explotación del caucho es
contradictoria, y el texto deja en evidencia la forma en la cual el indígena se desdibuja
o pretende ser borrado de un relato artístico-literario en el cual los protagonistas son
otros. De hecho, en el contexto internacional la Amazonía fue vista como escenario de
explotación y violencia, generando imágenes del indígena “exotizado” que parece ser
víctima pasiva de la coyuntura. Pero esto no siempre fue así. En el siguiente capítulo,
de hecho, Córdoba y Villar nos proponen apartarse de la mirada institucionalizada que
va desde la denuncia constante a las excesivas laudas biográficas sobre los actores más
representativos de la industria, prefiriendo en cambio una visión minimalista que se
centra en las “pequeñas cosas” del manejo cotidiano de las barracas. El texto se centra,
así, en el análisis de los asesinatos de dos caucheros en Bolivia y en Brasil: en el marco
de una contextualización exhaustiva y sobre la base de postales abominables, que sirven
de escenario de fondo para ambos casos, los autores destejen toda una serie de relaciones
significativas que sin una lectura atenta bien pueden pasar desapercibidas.
La tercera parte del libro comienza con el original texto de Nicolás Richard.
Allí se esboza con exquisitez la relación entre aquello que es definido como el “paisaje
onomástico” y su vinculación (o no) con el nuevo frente laboral en el Chaco paraguayo.
Se dibujan tres “paisajes onomásticos” que nos invitan a desentrañar tanto las relaciones
laborales como la falta de ellas, transitando un tema que está presente en la mayoría de los
trabajos: la migración y relocalizaciones que sufren los indígenas, así como las diversas
implicancias que tuvieron. En el capítulo que sigue, Braunstein retoma un manuscrito
inédito de Guido Boggiani expresando justamente a través de la metáfora del “camino”
una aproximación a la mirada etnográfica del célebre explorador y artista sobre los
sanapaná. Asimismo, bajo la idea de “camino” se hace referencia a su trayectoria por
el Chaco con fines artísticos, a su relación con la familia Casado, así como también
a los itinerarios propios de la escurridiza organización sociopolítica de los indígenas
chaqueños. A continuación, el texto de Villagra y Bonifacio muestra la implicancia que
tuvieron las empresas que explotaban el tanino en la vida cotidiana de los indígenas
maskoy y angaité. Entre otras huellas, destaca la forma en que las relaciones laborales
implicaban una cierta cantidad de “cuidados”, que cuando no eran atendidos por parte
de la empresa deterioraban notoriamente la relación con los indígenas. Los autores
también relacionan esta experiencia con el “nacimiento” de los etnónimos maskoy y
angaité, que se ligan con las idas y vueltas de la historia regional y también con empresas
e instituciones con las cuales los diversos grupos mencionados debieron aprender a
manejarse. El capítulo de Canova sobre los ayoreo en las colonias menonitas, por último,
cierra tanto la sección como el libro, analizando la forma en que el éxito económico de
los menonitas se enlaza tanto a los privilegios que brinda el estado paraguayo como a
217
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
la disponibilidad de mano de obra indígena. Del mismo modo, examina la forma en que
los ayoreo han reaccionado ante estas nuevas formas económicas y políticas, explicando
que a pesar de la relación subordinada, de la dependencia económica respecto de los
menonitas o de los cambios que sufrió su estructura social y productiva, hay todavía
espacios de maniobra que les permiten negociar las diferencias.
La disparidad de poder entre los principales actores sociales implicados en los
escenarios extractivos es entonces un dato evidente, y queda expresada en las situaciones
interétnicas expuestas en cada trabajo. Los artículos, en su conjunto, muestran de hecho
las complejidades y diferencias de cada caso aunque la mayoría parece coincidir en
un punto: es por lo menos confuso oponer de forma plana y dicotómica a los actores
implicados en los emprendimientos industriales. De ahí los matices que el libro explora.
La denuncia es elocuente, pero es posible a la vez trabajar con rigor por medio de
enfoques disímiles, las consecuencias, respuestas, adaptaciones y relecturas que
produjeron los actores indígenas de estos sucesos, y aportar una lectura novedosa que
atienda al detalle local sin por ello perder de vista la estructura regional que engloba cada
caso. En síntesis, el libro logra dar vida y precisión etnográfica a aquellas estructuras que
parecieran aplastarlo todo a su paso, desbordando de matices históricos o etnográficos
que nos dejan apreciar, como titulan Córdoba y Villar su capítulo, “el revés de la trama”.
Dra. en Ciencias Sociales, UBA. Investigadora adjunta, CONICET. Sección Etnología, Facultad de Filosofía y
*
Letras, UBA.
218
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 219-221
Glück, Mario. La nación imaginada desde una ciudad. Las ideas políticas de Juan
Álvarez, 1898-1954, Buenos Aires, Editorial UNQ, 2015, pp. 360.
Recibido: 05/05/2016 // Aceptado: 19/10/2016
219
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
no sólo de una experticia historiográfica sino de un exhaustivo manejo del archivo y una
prosa, un modo de construir el relato historiográfico que reconsidere la potencialidad
explicativa que puede tener la vida de un sujeto político.
Entre la pugna de estos dos paradigmas se ha construido una tradición de textos
argentinos en donde personajes históricos singulares se convierten en un elemento
historiográfico potente a la hora de poder explicar cómo se piensa una nación desde una
ciudad portuaria de provincias, en la estela de la mejor historia intelectual argentina.
El libro está dividido en tres partes: el optimismo del progreso, la crisis del
liberalismo y la emergencia del peronismo en una coincidencia entre macro procesos
históricos argentinos y los periplos recorridos en la formación, en el accionar político,
en la carrera política, en la tarea ensayística de Juan Álvarez dentro del convulsionado
espacio rosarino y nacional .
En estos tres momentos claves para el proceso que dirimen el destino de la
nación, las comarcas litorales inician una lucha contra el cosmopolitismo y la fiebre
del progreso. Mario Glück maneja de entrada una dúctil frontera entre el archivo
propiamente dicho y una reconstrucción historiográfica que va conjugando diferentes
variables en tanto elementos subyacentes de análisis en cada uno de los momentos del
libro, logrando armar un verdadero entramado entre la biografía intelectual de Juan
Álvarez y el estado del debate que en estos tres momentos históricos se daba, no sólo
en relación a qué modelo de nación sino, que se zambulle en los elementos propios de
una historia de las ideas como el lugar del cosmopolitismo, el lugar del inmigrante, del
obrero, la violencia política, las guerras civiles, la incidencia de la Ley Sáenz Peña, la
crítica al caudillismo, logrando sacar a luz aquel viejo arte y método siempre presente
en la escritura de la historia que no consiste más que en verificar una y otra vez que
siendo el conocimiento del pasado lacunoso estamos condenados a constituir un método
histórico que nos salvaguarde de todo lo inventado.
Entre las varias facetas y producciones que el prolífico Juan Álvarez despliega,
se pregunta Glück acerca de la representatividad de este actor individual dentro del
proceso histórico más amplio, con una multiplicidad de pertenencias tanto de clase
como intelectuales y académicas. Como muchos de los académicos de su tiempo el
historiador procuraba construirse un lugar no sólo dentro de la cultura letrada nacional
sino frente a la élite local, y en ese sentido el historiador nato que analiza despliega
argumentaciones certeras que dan cuenta de cómo Álvarez va teniendo- libro a
libro- una mayor consagración. Pero como es sabido el universo académico - como
cualquier universo social- es un lugar de lucha doble. Se lucha por un lugar social
en general y por la instalación de la verdad en el propio mundo académico. En el
momento en el que Álvarez realizaba su producción las luchas continuas por definir
qué era el mundo social y cuál el académico no sólo se daban entre los hombres más
poderosos de la época sino que además no escatimaban violencia de todo tipo. Dicho
de otra manera el doctor Juan Álvarez no caía en la falacia academicista historicista
sino que él entendía que luchar por la verdad respecto de esa nación de la que quería ser
partícipe, consiste en decir la verdad. Por lo tanto, no dudó en emprender la pluma con
220
FOLIA HISTORICA Nº 27, Septiembre-Diciembre 2016
DEL NORDESTE IIGHI - IH- CONICET/UNNE - pp. 221-221
Claudia E. Rosa
*
Doctora en Ciencias Sociales. UNNE-UNER.
221
Normas para la contribución de trabajos originales
Normas para la contribución de trabajos originales
FOLIA HISTORICA
DEL NORDESTE
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ciones Geohistóricas (Conicet-UNNE) y del Instituto de Historia, Facultad de Humanidades
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223
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berán ir, en todos los casos, en letra regular y entre comillas. Cuando superen las cinco líneas
de extensión, se colocarán fuera del párrafo, centradas y con sangría derecha e izquierda de 2
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10. Las referencias bibliográficas se presentarán siguiendo el sistema apellido-nombre-año utili-
zando sangría francesa de 1 cm. Deben ir al final del texto, ordenadas alfabéticamente, según
ejemplos siguientes:
Libro:
Areces, Nidia. 2007. Estado y frontera en el Paraguay. Concepción durante el gobierno del
Dr. Francia, Asunción, Centro de Estudios antropológicos de la Universidad Católi-
ca, Biblioteca de Estudios Paraguayos, Vol. 68.
Capítulo de Libro:
Schaller, Enrique. 2012. “Las finanzas públicas de la provincia de Corrientes durante la
segunda mitad del siglo XIX”. En: María Silvia Leoni y María del Mar Solís Carnicer
(comp.) La política en los espacios subnacionales. Provincias y territorios en el
nordeste argentino (1880-1955), Prohistoria Ediciones, pp 79-103.
Artículo:
Giordano, Mariana. 2011. “Instituciones, investigadores y comunidades chaqueñas”.
En: Folia Histórica del Nordeste, Nº 20, Resistencia, Instituto de Investigaciones
Geohistóricas- Conicet, Instituto de Historia- UNNE. pp 73–92.
Actas de Congreso:
Findling, Liliana, Andrea Federico y Carolina Peterlini. 2003. “Prevención en salud
reproductiva, prácticas y programas en la ciudad de Buenos Aires”. En: VI Jornadas
Argentinas de Estudios de Población. AEPA, Universidad Nacional del Comahue,
Noviembre 14-16, 2001; Neuquén, Argentina. pp. 271-275.
224
Artículo de revista en formato electrónico:
Farberman, Judith. «Entre intermediarios fronterizos y guardianes del Chaco: la larga
historia de los mataraes santiagueños (siglos XVI a XIX)», Nuevo Mundo Mundos
Nuevos [En línea], Debates, Puesto en línea el 30 mayo 2011, consultado el 20
de septiembre 2013. URL: http://nuevomundo.revues.org/61448; DOI: 10.4000/
nuevomundo.61448
Todo dossier propuesto puede incluir artículos que se refieran al Nordeste de Argentina
en sentido amplio, entendiéndose como tal, la totalidad de la región del Gran Chaco, el litoral
argentino, Paraguay, Uruguay y sur de Brasil. Aunque también pueden referirse a otros espacios
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Nordeste.
Cada dossier estará integrado por un mínimo de cuatro y un máximo de seis artículos
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225
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ARTICULOS
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Artur H. F. Barcelos Naturalezas” en debate. Sentidos, apropiaciones y discusiones
y Carlos D. Paz (Coord.) en torno al espacio y al territorio
María del Rosario Soto Lescale ¿Respeto o debilidad? Los Jesuitas en la Tarahumara