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Santiago, veintinueve de septiembre de dos mil catorce.

Vistos:
Se reproduce la sentencia de primera instancia, con excepción de su
fundamento Sexto, que se elimina.
Y se tiene en su lugar presente:
Primero: Que sin perjuicio de la calificación jurídica que se efectúe de lo
estipulado en las cláusulas Octava de la escritura pública de 14 de noviembre de
1968 y en Sexta de los instrumentos de 5 de marzo de 1968 y de 14 de
noviembre de 1969 y que los comparecientes denominaron como
“servidumbres”, lo cierto es que sea que se trate de servidumbres voluntarias de
aquellas a que se refiere el artículo 880 del Código Civil o bien de obligaciones
de no hacer contractualmente convenidas, no resulta posible asignarle eficacia a
tales estipulaciones y aparece razonable y ajustado a derecho disponer la
cancelación de las inscripciones que de esas escrituras se practicaron.
Segundo: Que, en efecto, en el evento de estimarse que aquello que
pretendió pactarse en los referidos documentos públicos fueron autenticas
servidumbres, no aparecen individualizados en ellos de manera suficiente los
dueños de los predios sirvientes ni los predios mismos, de modo tal que sea
posible determinar quiénes son los titulares del derecho real y afirmar, en
consecuencia, que éste fue legalmente constituido.
Asimismo, si se considerare que lo contraído por los antecesores de los
solicitantes en el dominio de los Lotes N° 17, 18 y 19 del predio “Lo Fontecilla”
fue una obligación de no hacer, la indemnización de los perjuicios para el evento
de contravención se pactó a favor de una persona jurídica que a la luz de los
antecedentes acompañados a la presente gestión ya no tiene existencia legal. Aún
más, si se sostuviere que los beneficiados con la prohibición estipulada fueron
“todos los demás lotes de terreno en que se divide la Chacra Lo Fontecilla”, tal
determinación imprecisa y genérica adolecería del mismo defecto anotado en el
párrafo primero precedente y podría llegar a constituir en el mejor de los casos
una estipulación a favor de terceros que tampoco produce efectos legales al no
existir constancia de haber sido aceptada expresa no tácitamente, como lo
demanda el artículo 1449 del Código Civil.
Tercero: Que, en estas condiciones, si bien resulta particular que se inste
por la cancelación de inscripciones conservatorias que dan cuenta de gravámenes
o de prohibiciones únicamente por quienes han de soportar esos gravámenes o
cumplir con esas prohibiciones, lo cierto es que aquéllos en cuyo beneficio se
establecieron bien no existen o bien no fueron en su momento debidamente
individualizados. De este modo, no puede el ordenamiento dejar a los actuales
propietarios desprovistos de herramientas jurídicas que les permitan obtener la
cancelación de inscripciones practicadas hace más de cuarenta años y que, como
se ha demostrado, se encuentran dificultando la posibilidad de disponer de sus
bienes y entrabando su libre circulación, cuestión que como es de sobra sabido
repugna al espíritu de la legislación civil.
Sin perjuicio de lo anterior, la decisión de disponer la cancelación de las
inscripciones deja a salvo el derecho de eventuales interesados que estimen
sentirse afectados por aquello que los actuales o futuros propietarios realicen en
los aludidos Lotes N° 17, 18 y 19 en contravención a lo pactado en las escrituras
públicas referidas en el motivo Primero, de obtener el resarcimiento de los
perjuicios que experimenten.
Y visto, además, lo dispuesto en los artículos 186 y siguientes del Código
de Procedimiento Civil, se revoca la sentencia de veintitrés de abril de dos mil
catorce, escrita a fojas 37, y se declara en su lugar que se acoge la solicitud
formulada en lo principal de la presentación de fojas 1, ordenándose al señor
Conservador de Bienes Raíces de Santiago proceder a la cancelación de las
inscripciones practicadas a fojas 1.657, N° 2.504, del año 1969, a fojas 3.774, N°
5.978, del año 1968, y a fojas 13.347, N° 19.968, del año 1969, todas del
Registro de Hipotecas y Gravámenes.
Acordada con el voto en contra de la Ministro Sra. Villadangos, quien fue
de parecer de confirmar la decisión adoptada por el tribunal a quo, en razón de
las siguientes consideraciones:
1°.- Que no obstante que esta sentenciadora estima absolutamente
improcedente analizar en esta sede la verdadera naturaleza jurídica de la
prohibición con la que los solicitantes aceptaron voluntariamente gravar sus
inmuebles al momento de adquirirlos, es lo cierto que tal como se aprecia de las
propias inscripciones de las denominadas “servidumbres”, ellas fueron
constituidas “en beneficio de todos los demás lotes de terreno en que se divide la
Chacra Lo Fontecilla, de acuerdo con el plano respectivo”, especificando,
incluso, en el caso del predio de don Eduardo Tonda Tagle que lo era “muy
particularmente” en favor “del lote número siete de dicho plano”, constatación
fáctica que impone en criterio de esta disidente concluir que sí se encuentran
suficientemente individualizados los predios dominantes, resultando de cargo de
los solicitantes la tarea de determinar la persona de sus actuales propietarios;
2°.- Que si bien la cláusula penal efectivamente pactada en los
instrumentos mediante los cuales los solicitantes adquirieron sus inmuebles para
el evento de que ellos contravinieran las prohibiciones que autorizaron constituir
en carácter de servidumbres, fue convenida en beneficio de la sociedad
vendedora, ello no obsta de modo alguno poder considerar que una vulneración a
la aludida estipulación contractual no pudiese llegar eventualmente a causar daño
a aquéllos en favor de quienes se estipuló, situación que conforme a las reglas
generales del derecho importaría ciertamente la obligación de resarcirlos;
3°.- Que en el orden de lo que se viene reflexionando, se impone
enseguida razonar que la eventual eficacia de las estipulaciones convencionales
denominadas “servidumbres” no puede ser evaluada en un procedimiento
voluntario como el de marras, por resultar tal pretensión absolutamente
atentatoria a los principios mas elementales que informan la garantía del debido
proceso;
4°.- Que por la misma razón precedentemente reseñada aparece, en
concepto de este juez, que resulta incorrecto acceder a la autorización solicitada
por aquéllos sobre quienes -bien o mal- pesa la carga de respetar una
servidumbre pasiva constituida en beneficio de otros predios, para de modo
unilateral alzar dicho gravamen, soslayando de este modo el emplazamiento de
sus legítimos contradictores y declaraciones judiciales previas que sobre el
particular resultaban indispensables;
5°.- Que, finalmente, estima esta disidente que aún en el evento que se
considerara que las inscripciones registrales de prohibiciones de carácter
convencional tienen como único objetivo real la publicidad de su existencia
respecto de terceros, debe necesariamente concluirse que de disponerse su
cancelación omitiendo el emplazamiento de aquéllos en beneficio de quienes
fueron estatuidas, podría eventualmente imponérseles a aquellos un perjuicio
adicional, cual es, el de perder la posibilidad de perseguir la responsabilidad civil
de terceros para quienes ahora, sin un registro que en lo pertinente les haga
oponibles la prohibición contractual, dichas estipulaciones serán absolutamente
inoponibles.
Regístrese y devuélvase, con sus agregados.
Redacción del Ministro señor Balmaceda.
N° 3481-2014.

Pronunciada por la Duodécima Sala, presidida por el Ministro señor Jaime


Balmaceda Errázuriz e integrada por la Ministro señora Maritza Elena
Villadangos Frankovich y el Abogado Integrante señor José Luis López Reitze.
Autoriza el (la) ministro de fe de esta Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago.
En Santiago, veintinueve de septiembre de dos mil catorce, se notificó por el
estado diario la resolución que antecede.

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