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Literatura

Los días que vivimos en peligro


Literatura y realidad según la “nueva narrativa” argentina

Rosana López Rodriguez


Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales
(CEICS)

“En rigor, la literatura, toda literatura (incluso la más evanescente), siem-


pre está leyendo la vida social, y es leída por ella. La literatura es un hecho
social, ¿pero cuál es su manera específica de dar cuenta de lo social?”

Del prólogo de Juan Diego Incardona y Santiago Llach

Una nueva antología de cuentos agrupados bajo el título Los días


que vivimos en peligro. Dieciséis escritores narran los hechos que con-
movieron al país (1982-2008) ha salido al ruedo. Aunque Incardona y
Llach insisten con la idea de lo nuevo (“el libro ofrece piezas potentes
y un panorama estilístico de la producción literaria argentina actual”),
las fechas de nacimiento de los autores se extienden desde la década
del ’50 hasta mediados de los ’80. Se intenta camuflar, entonces, bajo
el mismo rótulo, a gente que tiene no más de 25 años con aquellos que
los doblan en edad. Eso sólo muestra el carácter meramente aluvional
de la “nueva” literatura argentina. Podemos celebrar la voluntad de los
antólogos de reconocer la función social de la literatura, (y lo que es
aún más importante, que la literatura constituya una interpretación
política de los hechos que se cuentan) a despecho incluso de las decla-

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raciones de algunos de los autores incluidos en la misma, pero el resul-
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parece, más allá de la repetición machacona de los medios y algún que
tado no es alentador, ni política ni estéticamente. otro exabrupto.
Ahora bien, todos los otros episodios ponen en juego la democracia
I. La propuesta tal como la conocemos. De allí que aparezcan cinco historias en las
cuales el poder militar amenaza el orden establecido, tres dedicadas
¿Qué podemos preguntarle a esta antología? En principio, cuáles al menemismo (Yabrán, Río Tercero y AMIA), y otros episodios por el
son los hechos vividos como peligrosos, quiénes son los que los viven estilo. Complots, negociados, empresarios que actúan en las sombras y
de ese modo y cuáles son los riesgos que portan esos hechos. La inten- batallas económicas entre fracciones de la burguesía, son los elementos
ción es ficcionalizar de un cóctel muy poco explosivo.
Los antólogos señalan que tanto el final del gobierno de Alfonsín,
“hechos que producen una conmoción colectiva y que funcionan como fisu- asolado por el poder militar, como el final de la corrupción de la piz-
ras que ponen en cuestión el contrato y el relato sociales. Los días que vivimos za y el champagne, dan cuenta de otro peligro aún peor que el de los
en peligro son esos días en que todo parece suspenderse, o incluso desplomar- militares y el menemismo: el riesgo de la desaparición de la propiedad
se (…) Casi todos los hechos tienen como mínimo un matiz negativo, y sus privada bajo la forma de las convulsiones producidas por los desocu-
costos se cuentan, entre otras cosas, en muertes de seres humanos.” (p. 7) pados y el movimiento piquetero. Afortunadamente, según los antó-
logos, ya no hay riesgos de dictaduras ni corrupción, sino solamente
El único episodio ficcionalizado que no encaja en ninguna de las “algunas falencias en el Estado democrático”: el kirchnerismo vino a
características propuestas, aunque los antólogos pretendan inscribirla demostrar que es posible una democracia en la cual no vivamos en
forzadamente en la serie por la “marca espectacular con la que habi- peligro. Aunque se puedan y se deban hacer algunas correcciones, el
tualmente se asocia a las presidencias del abogado riojano” (p. 8), es el sistema es, si no perfecto, perfectible. Ésta es la lógica política del libro,
cuento de Mariana Enríquez, “Los ojos más azules de Texas”. Es la para el cual la represión en Santa Cruz, Carlos Fuentealba, Skanka,
historia de un padre y sus dos hijos adolescentes (uno de ellos, el narra- Julio López y la valija de Antonini, por mencionar un par de cosas, no
dor, homosexual)2 que vieron frustradas sus expectativas de disfrutar existieron.
en directo a Maradona en el Mundial ’94 debido al affaire del doping. ¿A quién refiere entonces el pronombre “nosotros” del título y cuá-
Se preguntará el lector qué tendrá que ver esa decepción de ese sector les son los peligros? “Nosotros”, remite a los intelectuales con intere-
de la pequeña burguesía acomodada con los peligros que podía vivir la ses políticos atados al kirchnerismo, abiertos defensores del statu quo,
sociedad argentina. O en todo caso, cómo pudo Maradona hacer tam- que no quieren que nadie, ni por derecha, ni por izquierda venga a
balear los cimientos de nuestro establishment. Sin dudas, el hecho no cuestionar el pequeño mundo en el que juegan a la literatura.3 Siguen
reviste la menor importancia social. Algo similar podríamos decir del siendo lo mismo que caracterizáramos allá por el 2006.4 No podían
atentado a las Torres Gemelas, si pensamos en nuestro país: ¿fueron ser piqueteros cuando el proceso de lucha se abría ni cuando Duhalde
conmocionados los cimientos de la sociedad argentina con ello? No lo cerraba violentamente, pues su posición de clase y su dependencia
ideológica de la burguesía les prohíbe cualquier “exceso” que haga
peligrar el orden. Cuando se iniciaba la pacificación kirchnerista, tam-
poco podían expresarse como afines al gobierno, sin asegurarse prime-
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Recordaremos al lector que Washington Cucurto solía declarar polémicamente que ro que el caballo era, efectivamente, el del comisario. El tiempo, que
“sólo escribía para su mamá” y que la preocupación por el contenido político de lo a todo bonapartismo desenmascara, les despejó las dudas. Ahora sí,
literario no era precisamente, el aspecto que pusieran sobre el tapete varios de estos ahora encontraron su lugar, éste es un gobierno afín a sus intereses, por
autores a la hora de escribir.
2
Digamos de pasada que el texto adolece de ínfulas de transgresión, pues narra con
lujo de detalles un encuentro sexual. Habría que empezar a pensar si hoy, reality 3
Tal vez resulta extraño encontrar aquí a Martín Kohan, que en el “conflicto del cam-
shows y ciber porno mediante, no sería verdaderamente transgresor evitar el morbo. po” se manifestó en contra tanto de la mesa de enlace como del gobierno.
Es decir, si evitar lo vulgar no es, precisamente, lo más transgresor. 4
“A la derecha de Montecristo”, Veintitrés, año 9, n° 430, 28 de setiembre de 2006.
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eso pueden expresarse como escritores abiertamente políticos y, por lo Estéticamente, entonces, el conjunto no pasa de un realismo super-
tanto, involucrados en la realidad que los rodea. ¿Cómo era eso de que ficial que en cualquier lado sería catalogado como “literatura de pro-
vivían en otro mundo, de que miraban para otro lado? Ahora les gusta paganda”. Kirchnerista en este caso. Veamos ahora las posiciones polí-
la política, precisamente porque no pasa nada, con una vida libre de ticas que, a modo de explicación de los hechos narrados, expresan los
peligros, asentados en el mundo editorial como las “jóvenes promesas” relatos. Dijimos que la década menemista es el marco de varias histo-
de la literatura nacional. De una literatura muerta, cierto, pero eso no rias. Empecemos por allí.
es lo que importa.
El menemismo: un hombre malo muy malo…
II. Un análisis reaccionario tras otro
Un negociado de venta de armas a Colombia5 culmina con el ase-
Pobre estética, pobre sinato del “comprador” colombiano a manos del militar argentino que
ha oficiado de intermediario: de eso se trata “La disciplina” de Juan
La primera regularidad que se observa en la antología se produce Leotta. Después de la explosión en Río Tercero, el encubrimiento de la
a nivel estructural, pues en al menos la mitad de los cuentos aparece fuerza militar se lleva a cabo con la desaparición del único involucrado
una secuencia narrativa que se reitera, con variantes superficiales: el/ que podía haber hablado. Una explicación muy superficial, sostenida
la protagonista desarrolla su vida cotidiana hasta al momento en que en el no menos superficial cuestionamiento al menemismo.
un episodio externo, lo/la toma por sorpresa y esa cotidianeidad resulta En “Te lo digo muy off the record”, de Esteban Schmidt, la expli-
trastornada, sin que él/ella haya comprendido prácticamente nada de cación para el alzamiento carapintada del ’90 está en boca de un cínico
lo sucedido. “La mañana del robot” (Pablo Plotkin, sobre atentado a la mercenario que se dedica a traficar influencias e información, “un lum-
AMIA), “La muerte de un autor” (Diego Gonzo Sánchez, sobre el sui- pen de alto vuelo”, “un reventado”. En este caso, la posición es similar a
cidio de Yabrán), “Los ojos más azules de Texas” (Mariana Enriquez, la anterior, aunque bastante más cínica: el poder político es responsa-
sobre el doping de Maradona en el Mundial del ’94), “San Vicentico” ble indirecto del hecho, porque no es capaz de resolver ningún conflic-
(Sol Prieto, sobre las exequias de Perón en la quinta de San Vicente), to social, ni los peronistas, ni los radicales, “el montonerismo es un ver-
“Primavera a remolque” (Carlos Martín Eguía, sobre el asalto a La so”, ninguno sirve, ni del pasado, ni del presente. El levantamiento de
Tablada), “Elige tu propia aventura” (Ana Wajszcuk, sobre el Juicio a Seineldín y compañía es producto de la brutalidad del ejército argen-
las Juntas militares), “El título” (Federico Jeanmaire, sobre 19 y 20 de tino: son “boludos”, “ignorantes”, “bestias”; pero, peligrosamente, en
diciembre de 2001) y “Semana Santa” (Martín Kohan, sobre el alza- virtud de su audacia, tienen la posibilidad de aglutinar descontentos,
miento carapintada de 1987), tienen todos esa misma estructura. tanto pobres que se incorporan a sus filas como todos aquellos que han
Esa similitud estructural significa que los textos fueron escritos a acumulado odio por la ineptitud política. De todos modos, los milicos
pedido (o que los autores tienen poca imaginación) pues la manera son tan inevitablemente brutos que tampoco llegarán a nada. El país
más obvia de presentar el conflicto es la de crear a uno o más per- “es un quilombo que funciona de casualidad.”
sonajes que, sin arte ni parte, aparecen involucrados en un episodio “La mañana del robot”, de Pablo Plotkin, pone en escena a un pro-
conmocionante. Una verdadera pena, esta escritura por compromiso: tagonista que es un completo perdedor. Ha tenido un hijo por casua-
Martín Kohan, por ejemplo, escribe muchísimo mejor que este texto lidad, no tiene prácticamente nada de dinero, pero está dispuesto a
insípido y forzado de la antología. En cuanto al contenido político, esa comprarle al muchachito, con lo poco que le queda, un robot para
estructura revela un significado: los personajes no superan, en gene- regalarle. En realidad, toda su vida es una casualidad, tanto, que el
ral, la posición de observadores confundidos por el asunto en cuestión. final lo sorprende en medio de la explosión de la AMIA, sin saber qué
Pueden oscilar entre la inconsciencia más completa, como en los pri-
meros cinco textos, el egoísmo (como en “El título”) o la respuesta típi- 5
En el episodio histórico, el contrabando de armas se había realizado primero, para
ca del pequeñoburgués a la crisis de la democracia burguesa (como en Croacia, después para Ecuador, en guerra con Perú. Recordemos que la explosión de
“Semana Santa”). la Fábrica Militar de Río Tercero se produjo el 3/11/1995.
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era lo que sucedía, en medio de la confusión más absoluta. Otro pro- originario que lo remonta a su infancia , los que llevan la peor parte en
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tagonista más, perplejo y desorientado, frente al caos menemista. El el balance son los militantes de izquierda. Gorriarán bien puede ser el
peligro que proviene de quién sabe dónde y que escapa al hombre de la adjudicatario de la caracterización que hizo el narrador del hombre de
calle, eso es el menemismo. la asamblea. En la línea explicativa de “Te lo digo muy off the record”,
esta historia señala otro de los peligros que corre la democracia, aunque
La izquierda, esa porquería esta vez venga por izquierda. Ante los episodios que ve en la televisión,
la solución que encuentra el narrador es típicamente pequeño burguesa
En “Primavera a remolque”, de Carlos Martín Eguía, el asalto al por individualista, amén de que recuerda mucho una publicidad
cuartel de La Tablada de enero de 1989 tiene sus lejanos orígenes en la procesista: “Por el momento hagamos algo por la patria (…); agarró el
histórica antinomia peronismo-antiperonismo. Pedro, el protagonista, libro de química inorgánica y se puso a preparar el final.” (p. 96)
es un estudiante universitario proveniente de la burguesía terrateniente El asunto de la izquierda vuelve con la guerra de Malvinas en la
en decadencia, que ha visto pasajes y traiciones políticas en su propia historia de Laura Ramos, “Licenciada en rubores”, cuya protagonista
familia, y se acerca a la militancia estudiantil paralizado y confundido. desprecia con todo su corazón el pasado de sus padres y se avergüenza
Sólo las hormonas en ebullición lo mantienen ligado al centro de estu- por ellos. De allí el título del cuento: “cualquiera que en su pubertad
diantes, detrás de una muchacha del PC. Pedro no quiere hacer políti- haya tenido padres hippies, feministas o marxistas enemigos del toma-
ca, la política de acción revolucionaria es cosa del pasado, y después de te, el ají y cualquier otra hortaliza solanácea conoce los alcances de la
todo, los setentistas no pudieron cambiar el mundo. La siguiente cita auténtica vergüenza. Mis padres eran todas esas cosas…” (p. 70). Si
es extensa, pero elocuente: pretendemos considerar este exabrupto como un efecto del clásico con-
flicto entre una adolescente y sus padres, nos habremos equivocado.
“Esta PC de 23 años es hermosa, pensó, pero está muy cebada con el discur- La narradora, que considera que debió hacer de padre de sus propios
so setentista, se torna una caricatura. Ya no hay más que incomunicación padres, expresa a cada paso su decepción, encono y frustración para
con esos revolucionarios sobrevivientes. No, no soy infiltrado, dijo, a mí tam- con sus progenitores. El episodio culminante es el del emprendimiento
bién me interesa cambiar el mundo. (…) son pocos los que militan y hablan que, en el año ’82, crédito bancario mediante, llevó adelante su padre:
tan guerreramente de la universidad comprometida con la liberación roja; una editorial de nombre Coyoacán, en homenaje al pasado trotskista.
tu comunismo, beibi, me parece que se está cayendo a pedazos, más que con El hombre involucró a su hija en el manejo del proyecto, pero ella que,
ser Che Guevara, la gente acá sueña con conseguir una beca y laburar en el frente a los viejos militantes se sentía rodeada de confianza y ternura,
Smithsonian Institute o en el Muséum National d’Histoire Naturelle, me cuando se mezclaba con el mundo no podía sino regresar a su “talan-
parece que todos nosotros somos poco más que unos hippies roñosos y soña- te habitual”. Que, como le decía su padre, respondía a su “nihilismo
dores que si no zafamos una vez pasado el divino tesoro juvenil nos converti- pequeño-burgués” (p. 73). La joven no comprendía a su padre, no por-
remos en resentidos mercenarios completamente fuera del sistema…” (p. 85) que su juventud se lo impidiera, sino por causa de la inconstancia del
militante; de hecho, cuando lo vio por televisión en Malvinas acom-
Un “tipo de unos cuarenta y pico de años, bastante borracho” que pañado por Bittel, Ubaldini y otros políticos, ella reflexionó acerca de
estaba en la asamblea a la que los muchachos asistieron, empezó a la contradicción que significaba ese acercamiento a aquellos que lo
actuar como un patotero, lo cual provocó en el protagonista una serie habían perseguido en otras épocas. El colmo del estupor llegó cuando
de reflexiones: “Sentía asco por ese resentido de mierda. Ese tipo lo vio pidiendo, de nuevo por TV, que los comandantes Galtieri, Anaya
podía ser revolucionario, se preguntaba, no, ese idiota es un peligroso y Lami Dozo fueran condecorados por su intento de reconquistar
fracasado, se decía.” (p. 88) Y aunque la posición final del narrador al
observar lo sucedido en La Tablada encuadre a todos en el mismo caos 6
“Apocalipsis de qué, se preguntó, de los milicos asesinos, de la izquierda mesiánica,
de la democracia republicana y representativa o burguesa, como le dice Mariana, apo-
calipsis de la derecha del arancelamiento y el elitismo. La enfermedad parece no tener
cura, pensó, se sigue alimentando de sangre y división.” (p.96)
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Malvinas. El proyecto editorial de su padre se había fundido, como bien, ocurrieron cosas tremendas, pero sobre todo en la vida cotidiana, en las
todos sus proyectos y, para culminar con las vergüenzas de la protago- costumbres sexuales, en los derechos de los jóvenes, hubo logros importan-
nista, debió soportar que un representante de una tarjeta de crédito le tes (siempre complejos y contradictorios, pero logros). Lo cierto es que ahora
comunicara delante de todos sus compañeros de trabajo que la única somos padres y hay otros adolescentes que dependen de nuestro cuidado. Y
solicitud rechazada era la suya, porque su “nombre estaba incluido en aunque muchos queremos explicar a nuestros chicos que nuestra generación
una lista negra de morosos del año 1982.” Ella había firmado el cheque fue lo más, que como nosotros no hubo nadie, que nuestro idealismo y nues-
para comprar la Rotaprint de la imprenta paterna, que le había sido tra cultura, y nuestra tragedia y dolor, son y serán inimitables, lo cierto es que
devuelto por ausencia de fondos. Este retrato malicioso indigna cuan- demostramos ser incapaces de criarlos, de hacerlos crecer preparados para
do recordamos que Laura Ramos es la hija de Jorge Abelardo Ramos, autoprotegerse, de enseñarles a respetarse, a confiar en que tienen algo que
a quien, sin duda, le caben muchos de sus juicios, pero al menos mili- construir y que decir, y de transmitirles, en suma, una certeza completamente
taba por un mundo mejor, en lugar de encerrarse en los folletines estilo elemental: la importancia de vivir, de llegar a viejos.
siglo XIX como su resentido retoño. Aun así, Ramos (Abelardo, digo) Se dirá que nuestra generación también se puso en riesgo. Se repetirá que
no puede ser considerado un modelo con el cual examinar los ’70. somos la generación masacrada. ¿Pero nuestros desaparecidos suman más
Tomarlo como tal refiere a la ignorancia, por lo menos. que los muertos en vida (sin trabajo, sin educación, sin perspectivas) en que
“Anteúltima cita”, de Elsa Drucaroff, expone el encuentro entre dos transformaron a nuestros jóvenes los gobiernos “democráticos” que sus padres
ex por medio del discurso indirecto libre. Los pensamientos y senti- eligieron mayoritariamente votar en los últimos veinte años? ¿Alguien contó
mientos de ambos, que se odiaban mutuamente, los muestran resen- en número exacto de chicos marginales que la policía mata por gatillo fácil o
tidos. Él, arquitecto; ella, “socióloga proletarizada”; ambos, militantes por supuesto o reales enfrentamientos y se suman de a decenas, de a centenas,
en los ’70 que en el 2004 estaban completamente fundidos. La militan- todas las semanas, todos los meses? Si nuestra generación se puso en riesgo.
cia de estos personajes había sido una moda, como leer a Foucault, sólo Pero equivocada o no, lo hizo porque trataba de mejorar el mundo; y si la
había sido una pose de café de la calle Corrientes. Se les estaba yendo mataron, supo cada vez por qué se ensañaban con ella… (Nuestros padres)
la vida batallando uno contra otro, alimentando un odio que sólo se prohibían a veces por ignorancia, o por miedo, pero en cada prohibición había
resolvería con la factura cobrada en el hijo: ella, para retacearle la visita otro mensaje, un mensaje del que no me reí ni me río. Tu vida nos importa,
de fin de semana al padre, en su afán de venganza, le había dado plata vamos a protegerte. Incluso contra vos misma, entendamos o no, ignorantes
al hijo adolescente para ir a un recital, la noche del 30 de diciembre de o no, vamos a cuidarte porque tu vida vale. No fueron padres piolas, fueron
2004 en Cromañón. Todo un golpe bajo, de mal gusto y facilón. Para padres. Desde el padrepiolismo hasta la irresponsabilidad gubernamental, el
entender la reaccionaria posición que expresa el cuento, no está de más filicidio es la práctica tan inconsciente como sistemática con que los adultos
recuperar lo que Drucaroff ha dicho sobre el episodio real: argentinos responden a su propia frustración, a su propia derrota.”7

“Podemos asombrarnos, horrorizarnos por la autodestructividad e irres- La autora se explica sóla: “Anteúltima cita” es la ficcionalización de
ponsabilidad de nuestros hijos, que arrojan bengalas hacia techos altamente la interpretación no tanto del episodio de Cromañón, sino un balance
inflamables y depositan bebés en los pisos de los baños para no perderse el crítico de la generación del ’70, de la cual Drucaroff se jacta de haber
recital, o podemos pensar qué dice eso de nosotros, los padres, qué de la socie- sido parte. Señalaremos que, según los datos que ella misma apor-
dad argentina que supimos construirles, que les hemos legado. Las genera- ta, habiendo nacido en 1957, la autora apenas tenía 19 años cuando la
ciones que parieron y criaron a los muertos que hoy lloramos anduvieron batalla de los ’70 ya se había terminado; además, en el año ’73, ya es
por Plaza Francia cantando rock nacional y por los cafés de Corrientes. Yo “independiente”, y su paso por el PC fue tan fugaz que duró apenas
anduve por ahí, soy una de ellos. Algunos hicieron política cuando hacerlo, dos años, entre los 14 y los 16. Dicho de otro modo, nunca militó real-
además de no dar dinero, costaba muy caro. Peleamos contra nuestros padres, mente. ¿Se trata de una pose que le permite hablar “como quien sabe
nos reímos a carcajadas que se hubieran casado vírgenes, o por lo menos de
que trataran de hacérnoslo creer, de sus ingenuas advertencias, de su sexua-
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-1695-2005-01-07.html.
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lidad pacata e hipócrita, de su filosofía conservadora. Nos fue mal y nos fue
Última fecha de consulta: 7/6/2009.
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por experiencia”? Juzgue el lector. ¿Qué tiene para decir de esa mili- en esta historia el conflicto entre el gobierno y el campo, como no sea
tancia alguien que no la vivió nunca? Que los setentistas son unos fun- en el episodio de la autopista, muy veladamente. Las 4x4 de los sojeros,
didos, malos padres, en definitiva, responsables de la situación actual. las camionetas de la abundancia (parafraseando a la presidenta), por
Esta sociedad es producto de esos fracasados, esta sociedad es hija de arriba y los otros, abajo. Las puteadas para los responsables de la mise-
esos padres. ria que está abajo, para los caretas. Pero también, cuando los mise-
rables señalan que la droga que los hace felices es “producto de un
La clase obrera (esos negros sucios…) gobierno popular y revolucionario”, ya sea el Morales, el de Chávez o
el de Kirchner, es de interpretación ambigua. La explicación menos
Cuatro historias tienen como personajes a obreros. “El título”, de favorable, sería la que ya hemos hecho en alguna oportunidad: que
Federico Jeanmaire, sitúa su relato el 20 de diciembre de 2001. Una la narrativa de Cucurto es una celebración de la animalización, de la
cajera de supermercado chino que precisamente ese día va a recibir el animalidad a la que está sometida la clase obrera. Más favorablemente,
título secundario, se encuentra con las calles de la ciudad tomadas. Ese podemos pensar que, puesta esta narración en el contexto de la disputa
día que ha esperado con tanta ansiedad, se convierte en su peor pesa- de intereses entre el campo y el gobierno por el asunto de las retencio-
dilla: corriendo entre los gases, la gente, la policía. Huye hasta llegar nes, y vista la descomposición de los trabajadores, por omisión de unos
a su casa en medio de la frustración y el llanto. El final la encuentra y acción de otros, es una especie de “que se vayan todos”: ni con unos
mirando por la ventana, esperando la salida del sol. Si esta protagonis- ni con otros, pero irrecuperablemente perdidos. Un repudio sin acción
ta es individualista y lo único que le preocupa es el deseo de que esa alguna, porque no es posible que esos individuos recuperen alguna vez
pesadilla finalice, no es nada comparada con la perspectiva que de la la capacidad de acción. El sujeto revolucionario no es capaz de enfren-
clase obrera tiene el cuento de Washington Cucurto, “El señor cara de tar la crisis por arriba.
lechuza”. El itinerario del protagonista es un tobogán de descomposi- El asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en Puente
ción moral: comienza vendiendo jeans en una fábrica (de donde roba Pueyrredón el 26 de junio de 2002, es parodiado en “Gengis Khan”, de
para después revender en Once), lo despiden, consigue otro trabajo, tie- Leonardo Oyola. En un día indeterminado de ese mes, los personajes
ne tres hijos pequeños a los que no puede mantener, vende droga, vive de Titanes en el ring asisten al velorio y entierro de Gengis Khan y la pla-
drogándose, obliga a su mujer a abortar, otros dealears le tajean la cara ca que acompañaría al héroe en el nicho dice lo siguiente: “A los héroes
y lo violan en un descampado. Pero la venta de droga le permite com- que sueñan con la gloria/Gladiadores que luchan hasta el fin/Junio de
prarse “un auto, un rifle, una ametralladora y un arma de mano”. Pudo 2002”. Uno de los personajes, el Superpibe Aranda, nunca pudo con-
“salir a robar y a distribuir a algunos pendejos del barrio que en vez vertirse en un titán porque había quedado fuera del programa por un
de venderla, se la tomaban toda” (p. 193). Su vida sigue así, decayendo problema con el auspiciante. Es descripto como el trabajador, el exclui-
cada vez más: “Me dieron 15.000 dólares y cagué a palos a mi mujer y do (del grupo): “Aranda ni salió a buscar un nuevo auspiciante (…).
entregué a mis hijos a una gorda que se los vendió a un matrimonio Era un pendejo tosco, orgulloso y bruto que había tenido hacía poco a
alemán” (p. 196). Entra a los tiros en una bailanta y mata a varias per- su primera hija… y que se había quedado sin trabajo para alimentar a
sonas, porque quiere ajustar cuentas con otro proxeneta (como si le fal- la familia. Así fue como de ser un titán pasó a ser un fumigador, como
tara poco, el protagonista también se dedica a ese negocio). el suegro” (p. 30). Aranda se enfrenta con el Caballero Rojo, quien lo
El único momento de crítica de clase es el siguiente: mientras los ha provocado señalándole que nunca ha sido como todos ellos. En la
personajes se están drogando debajo de la autopista, ven pasar los autos pelea intervienen otros titanes y terminan en la guardia del hospital,
veloces y modernos. Los putean, les gritan, pero deciden seguir con en medio de radiografías y yesos. Mientras, los otros que los acompa-
lo suyo: “Desde el centro del latifundio de la América bolivariana y ñaban, ven en el televisor del bufé del hospital cómo “un chico atendía
petrolera, va este pase de muerte para todos. Brindemos, esnifemos, a otro que estaba caído; y merodeando a un policía que empuñaba un
muchachos. Es un regalo de un gobierno popular y revolucionario” (p. arma larga. El pibe estiraba un brazo hacia delante rogando que se
200). Las andanzas de este personaje se terminan cuando su mujer, detuvieran. Todos miraban para otro lado. Como solía hacer William
que ya no soporta más, lo mata y lo descuartiza. Es difícil encontrar Boo, nuestro obeso referí bombero” (p. 37). Los titanes “luchan hasta
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el fin”, pero las batallas (aunque personificando al bien y al mal) son burguesía con aspiraciones burguesas . La introducción del cuento, un
8

puestas en escena por individuos que pertenecen a una misma clase: excursus acerca de una teoría lingüística que estudia cómo el lenguaje
por más que haya que provocar un conflicto entre los personajes para dice exactamente lo contrario de lo que expresa la realidad, le sirve a la
que la parodia de la lucha funcione como tal, la narración enfrenta en narradora para realizar su declaración de principios, ya que lo que explica
su discurso a algunos de los luchadores del ring contra otros que hacen el desastre que se armó en San Vicente es precisamente esa distancia
causa común con aquél que nunca pudo llegar a serlo. Todos de la entre la palabra y los hechos: “en realidad el discurso fue renoble, pero
misma clase: ¿dónde está la policía allí?, ¿dónde el poder político que las intenciones fueron poco nobles” (p. 226). La protagonista insiste
ordenó la masacre? El enfrentamiento entre los titanes está degradado con que cuando ellos sean gobierno, esas situaciones no se suscitarán
no sólo porque enfrenta a los que son básicamente iguales, sino tam- y habrá dinero para los becarios, que no tendrán necesidad de irse al
bién porque, precisamente en razón de ello, la causa de la pelea es una exterior. Los participantes en el acto gritan, cantan, saltan, y aunque
provocación completamente absurda. Los protagonistas de la historia la ella se sienta conmovida no puede sino reflexionar a partir de la
viven en ese mundo extravagante e ingenuo en el cual la realidad está diferencia. El peronismo le provoca fascinación, vale decir, interés y
obturada por el disfraz y la verdadera batalla, la que pierden Kosteki repulsión a la vez:
y Santillán y con ellos toda la vanguardia movilizada, se ve por tele-
visión. Los otros, mientras tanto, siguen creyendo en sus batallitas de “por eso son el gigante invertebrado. (…) Me gustaría poder hacerlo yo, hacer-
juguete, anclados en la infancia. Además, hay un juicio de valor en la lo nosotros, y no podemos. Que mis líderes tuvieran más ganas de gobernar
voz del narrador que observa la escena televisada; la expresión “Todos y menos ganas de observar, ‘de leer’. Y menos miedo de ganar. Tendrían que
miraban para otro lado.”, vale tanto para ellos mismos, que viven pre- tener una matriz de pensamiento más justicialista, tendríamos que apren-
ocupados por sus payasescas luchas, como para indicar que nadie inter- der más y más del Partido dos Trabalhadores y agarrar todo: curitas de los
viene ante la visión de la masacre en Puente Avellaneda. Esto último es pobres, justicialistas arrepentidos, ladriprogres desclasados, señores con taxis,
una perspectiva foucaultiana de la culpa y el micropoder. Todos somos con PyME, estudiantes de Ingeniería, señoras que están en la puerta de la
responsables y los primeros nosotros, que nos miramos el ombligo dis- casa limpiando la vereda en bata, prostitutas, maestros, todo, todo, todo lo
frazado de Titanes en el ring. Esa culpa la hace extensiva a todo el que está abajo tendría que ser nuestro. Todo tendríamos que ser capaces de
mundo. Culpa inexistente, inculpación injusta, pero en fin… El ladrón digerir.” (p. 231)
cree que todos son de su condición, dice el refrán.
“San Vicentico”, de Sol Prieto, es otra perspectiva de la clase obrera. Casi una descripción del kirchnerismo. A la CGT, por el contrario,
Esta vez, se trata de la clase obrera peronista y sindicalista el día del no le interesa dar la discusión por lo que se va a hacer con la plata
traslado de los restos de Perón a la quinta de San Vicente, el 17 de
octubre de 2006. Fecha emblemática para el “movimiento”, sesenta y “porque lo que menos le interesa al sindicalismo tradicional es sentarse y
un años después del Día de la Lealtad, el aparato justicialista va a San pensar otro país. Ya desde el vamos, desde su propio origen, porque en un
Vicente a recuperar a su líder. Otro cuento ha ficcionalizado el 17 de modelo sustitutivo, en fase ascendente y con pleno empleo, un sindicalista
octubre del ’45, “La fiesta del monstruo”, de Bustos Domecq (Borges- no tiene por qué discutir otra cosa que el salario. Bueno, eso es la CGT.
Bioy), con la voz de un protagonista del hecho que muestra a la clase Pero el modelo sustitutivo no existe más. Y todo es cada vez más choto, más
obrera peronista con su perspectiva liberal: toda animalidad y barbarie. irreversible y choto. La única organización legal de la fuerza de trabajo en
Aunque esta vez, la voz narradora no es la de un trabajador, sino la de nuestro país es un sindicato amarillo. Como si fuéramos Costa Rica, igual de
una pequeño burguesa que va al acto con curiosidad propia de quien
estudia una especie extraña, pues ella va a realizar con esa experiencia
un “‘trabajo de campo’ para una investigación” (p. 227), también los
obreros peronistas son poco más que animales. En consonancia con la
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“sé que estás desarrollando una carrera como becario, lo cual te garantiza cumplir
fracción de clase a la que pertenece, adopta la posición de la pequeña con El sueño, el que todos ambicionamos desde el secundario, que es vivir sin tra-
bajar.”, escribe un extenso mail (todo el cuento lo es) la protagonista a un amigo que
vive en Noruega.
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atrasados irracionales, pero con treinta años de industrialización. Un montón obrera, es “Las dos vidas de Maxi Kaplan”, de Hernán Iglesias Illa.
de comida tirada a la basura.” (p. 233) Un escritor realiza varias entrevistas a Maxi Kaplan, para reconstruir
la historia de un hombre de negocios que aprovecha el atentado a las
Por su parte, señala que D’Elía le cae bien, entre otros motivos Torres Gemelas para armarse una vida nueva. Al mejor estilo Mattia
superficiales, porque es un “ultradefensor del gobierno al que nadie va Pascal, el protagonista de Pirandello que deja creer que ha muerto a
a querer ni querer votar cuando se acabe el gobierno. No es estratégico todas sus relaciones para lograr la libertad, aunque como veremos, con
ser D’Elía, pero es valiente y despojado. (…) Ése es el heroísmo mudo disímil suerte, Maxi tira al río su celular, se saca sus zapatos de oficina
de la política. (…) D’Elía está bien. No lo banco pero está bien” (p. y emprende una vida de obrero. Tiempo después, del oficinista que era,
235). Casi una confesión de parte del conjunto de escritores que com- se transforma en un trabajador con “las manos endurecidas y rasposas
ponen la antología. Pero quienes verdaderamente la fascinan son los por los años de trabajo en la calle.” Fue jardinero, albañil y mecánico
jóvenes de la burguesía rural: de lanchas. Adoptó un nuevo nombre, ahora se llama Ángel y le dice
al periodista que “Si el frío te corta las manos cuando estás trabajando
“En San Vicente los adolescentes son hermosos. De hecho, conté veintidós de con un motor, o te duele la espalda después de un fin de semana colo-
ellos que tenían puestas alpargatas de carpincho con una faja estampada con cando pisos eso es real. Un plan de marketing en una presentación de
una cruz pampa en el empeine. Con bombachas de campo no vi a ninguno. Powerpoint no es real” (p. 104). La historia adopta un sesgo obrerista
Con jean clarito sí, con boina sí, y con un cinturón rústico, sí. (…) Las chicas y populista, pues el cambio de la vida acomodada durante treinta años
son más urbanas para vestirse y muchas llevan lentes de sol muy grandes con en Belgrano, a la dura vida del obrero, es tan beneficioso para Maxi
los que se sacan fotos. Son parecidas a las chicas de los fotologs de Lobos, con que lo hace sentir que por primera vez está vivo. Lo cierto (y lo valio-
lentes grandotes y en bici con todo el campo atrás.” (p. 241) so de la historia si la observamos con la caracterización que las otras
hacen de la clase obrera) es que la idea central es que la verdadera vida
Cuando el acto se “pudre”, porque “era obvio que todo podía sólo puede ser vivida por la clase progresiva:
pudrirse porque siempre algo se pudre en actos multitudinarios”, (p.
242) la imagen que asocia la narradora con la situación es la “de un Age “Con el tiempo aquella sencilla rutina de trabajo duro, vida comunitaria y
of Empires de los países emergentes” (p. 245), mientras que, por radio, sexo ocasional me fue purgando, vaciándome del caldo oscuro y espeso que
Ari Paluch establece puntos de contacto entre esta situación y Ezeiza había sido mi vida anterior y llenándome de un agua nueva, clara y fresca.
cuando la llegada de Perón. La confrontación Pata Medina-Moyano (…) Mi vida nueva era músculo; la anterior había sido líquido y grasa. La
es producto de la disputa por el palco. La narradora cree que todo anterior era inercia; la nueva, propósito.” (p. 108)
está perdido, que esta clase obrera en diez años va a ser completamen-
te analfabeta: “estamos hablando de una población que es de robo a Si bien el entrevistador durante toda su narración no está seguro si
mano armada para arriba, hombres que repitieron segundo grado, ¡de la transformación de Maxi es genuina o es una mera pose, cuando al
eso estamos hablando!” Y lo peor es que hay algunos “universitarios” final se entera de la muerte de Ángel realiza la siguiente reflexión:
que todavía pueden defender esas posiciones, por eso la Universidad ya
debe ser para pocos: “Arancelemos desde el CBC porque te juro que ya “Nunca me había tomado muy en serio el renacimiento de Maxi o su nueva
fue, ya fue todo” (p. 249). Esa sensación de inadecuación, de angustia, sabiduría de asfalto y piedra, pero aquel domingo, cómodo en mi escritorio,
de incomprensión se expresa en el final de la historia: “Qué hago yo protegido del frío y el viento de marzo, instalado para siempre en ese tibio
con esta gente, pensé. Un espanto pensar así. (…) no entender por qué nido de palabras y señales en el que he tejido mi vida, empecé a pensar si a mí
los que están alrededor tuyo son ésos y no otros, eso pasa tres o cuatro también quizá no me convendría salir a la intemperie. Si quizá yo mismo no
veces en la vida de un joven. No más.” (p. 251). Claro que le gustaría a soy un Maxi esperando a su Ángel.” (p. 115)
la protagonista que sus compañeros fueran otros…
El cuento que, si bien no tiene una trascendencia para la situa- Esta crisis o cuestionamiento que un intelectual pequeño burgués
ción nacional, es más progresista en cuanto a su perspectiva de la clase hace cuando enfrenta a alguien que se ha acercado a la clase obrera de
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modo efectivo, en sus propios actos, con su propia vida, parece ser la toma del poder: “Los negros a la calle (…), devolverle a la sociedad,
puesta en cuestión de la posición que expone el autor en su biografía así sea una imagen de corta duración, del caos, para que la sociedad
que aparece al final del libro. El cuento expresa más bien su contradic- reclame el cambio, es decir: el orden. Convertirlo, decía, a Alfonsín en
ción con su condición y su falta de compromiso político: Illia y convertirse, decía, Menem en Onganía” (p. 175). Esta hipótesis,
“según la cual no había espontaneidad, sino un plan orquestado por el
“Si un día decidiera dedicarse a la política sería un político de salón: largas presidente electo para derrocar al presidente en ejercicio de sus funcio-
conversaciones en barras y cafés que empezarían intentando salvar el mundo nes” (p. 177) es la que predomina. Otro personaje establece una rela-
y terminarían, como siempre, repitiendo los tartamudeos de la noche ante- ción entre estos saqueos y el Cordobazo y el Rosariazo, mientras que
rior. Sus adversarios o compañeros peronistas lo acusarían de tener poca calle, otro le discute que “los negros del ‘69 eran obreros, en muchos caso,
poco ‘barro en los mocasines’, pero a él no le importaría, porque admite que obreros especializados, y que los negros de ahora no eran nada: son,
no le gusta el barro. Ni los mocasines.” (p. 256) dijo ‘los negros de después de la dictadura’” (p. 178). Una grave pre-
gunta queda flotando en el aire: “ ‘de la insurrección de los cordobe-
La pequeña burguesía como turco en la neblina ses, podríamos decir, nacen el ERP y las FAR, pero de ésta, en caso de
no ser espontánea, dirigida por el fantoche de Menem, ¿qué nacerá?’”
Cinco historias muestran las posiciones de la pequeña burgue- (p. 179). Los saqueos que inauguran la era menemista representan la
sía ante los hechos en cuestión: la de Martín Kohan, la del doping de degradación de la revolución, el final de la clase obrera movilizada de
Maradona, “Elige tu propia aventura”, “La muerte de un autor” y “Los los ’70: Menem era el emisor de una “revolución de un nuevo país que
hechos de mayo”, de Martín Prieto. De las dos primeras historias no nos expulsó de nuestra juventud y de casi todas nuestras convicciones.
tenemos para decir mucho más que lo que ya señalamos. “Elige tu pro- (El país se convierte en) un país peor, a la intemperie de todo abrigo
pia aventura” y “La muerte de un autor” son, sencillamente, expresio- político” (p. 182-3).
nes de dos narradores que desconocen lo que está sucediendo: una niña
escucha cómo los adultos que la rodean hablan del peligro que impli- III. Nunca entendieron nada…
cará que se lleve a cabo el juicio a las juntas militares y un adolescente
ve por televisión la información del suicidio de Yabrán. En este últi- Esta antología políticamente reaccionaria y estéticamente limitada
mo cuento, aparece la hipótesis de que en realidad, Yabrán sigue vivo. y repetitiva vale más que por otra cosa, por su valor como testimonio.
Por su parte, el protagonista, como ha escuchado a un cronista de la De un momento de la pequeña burguesía intelectual tanto como de la
televisión decir que este hecho es “una metáfora de nuestra Argentina literatura argentina. Nos permite formular una panorámica, lamenta-
actual”, establece un paralelismo entre este episodio y un cuento que la blemente no muy alentadora: si esto es todo lo que la tierra que cobijó
profesora de Literatura evaluaría al día siguiente: “Biografía de Tadeo a un Borges, a un Cortázar, un Arlt, un Costantini o un Conti, puede
Isidoro Cruz (1829-1874)”, de Jorge Luis Borges. dar, estamos, como dicen los chicos, en el horno.
Por último, “Los hechos de mayo” tiene como hecho histórico dis- En efecto: desconocimiento de la realidad, falta de audacia políti-
parador los saqueos producidos el 29 y 30 de mayo de 1989. Los perso- ca, limitaciones estéticas manifiestas, son el material común a todos
najes han vivido las luchas de los ’70, si no como militantes, al menos los relatos, unido con la argamasa del más rancio prejuicio de clase, de
como espectadores, ya que el narrador asocia la situación de miedo de medio pelo en este caso. No es extraño, entonces, que desde su punto
esos dos días del ’89 con la que ha sentido durante la noche del 23 de de vista de pequeña burguesía liberal, los obreros son tan peligrosos
marzo de 1976. El correlato entre ambos episodios pretende señalar como los militares y tal vez más.
que en 1989 estuvo en juego el orden constitucional, la democracia Ya hemos señalado en otro momento y en otro lugar que la “nueva
misma corría peligro y, en apariencia, por culpa de personajes de simi- narrativa argentina” no es más que un invento de las editoriales. Un
lar calaña: la clase obrera muerta de hambre es equiparada a Videla, mal invento echo con lucecitas de arbolito de navidad. Su aparición
Masera y Agosti. Uno de los personajes brinda la hipótesis de que se resulta, hasta cierto punto extraño: son los epígonos de una capa social,
trata de un golpe de estado provocado por Menem para adelantar la la pequeña burguesía, que supo dar mejores resultados en la realidad,
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incluso en una no tan lejana. Gran misterio sigue siendo, sin embargo, Lucha de clases
que la fracción piquetera de esa misma capa, la que participó protagó-
nicamente del 2001, no termine de darse una mejor representación que Acerca de tres insurrecciones
esta triste caravana de desencantados de la vida.
proletarias de la Argentina contemporánea
Beba C. Balvé
Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO)

Resumen

La autora se propone reconstruir el proceso que conecta las insurrecciones


proletarias de la década del ’70 (el ciclo Rosariazo-Cordobazo-Rosariazo
de 1969, el Vivorazo de 1971 y las Jornadas de junio-julio de 1975), con las
insurrecciones del período anterior. El ciclo insurreccional en la Argentina
comienza en Chaco, en la década del ’30, y su programa (la “liberación nacio-
nal y social”), es retomado en los alzamientos del 17 de octubre de 1945 y la
insurrección de septiembre de 1955 en Rosario.

Palabras clave
Lucha de clases - Insurrección - Liberación nacional y social

Abstract

The authoress proposes to reconstruct the process that connects the prole-
tarian insurrections of the decade of ‘70 (the cycle Rosariazo-Cordobazo-
Rosariazo of 1969, the Vivorazo of 1971 and the Days of June-July, 1975),
with the insurrections of the previous period. The insurrectional cycle in
the Argentina begins in Chaco, in the decade of ‘30, and its program (the
“national and social liberation”), is recaptured in the uprisings of October 17,
1945 and the insurrection of September, 1955 in Rosario.

Keywords
Class struggle - Insurrection - National and social liberation

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