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sistema mediante el cual se aporta calor a alguien o algo con el fin de mantener o elevar su
temperatura
El dominio del fuego parece que lo consiguió el Homo erectus hace unos 450 000
años. Un equipo israelí lo hace remontar a 790 000 años en el yacimiento de
Gesher Benot Ya'aqov en las riberas del Jordán.[3]
El combustible era la leña u otros restos vegetales, y deyecciones de animales
herbívoros secas. En China parece que se utilizaba la hulla desde tiempos
inmemoriales.[4]
Pero el fuego tiene varios inconvenientes: desnudo, en medio de un local, puede
ser peligroso para los humanos, especialmente para sus cachorros, necesita aire
para la combustión, aire que obtiene del exterior, es decir, aire frío y tiene como
resultado de la combustión humos, que también hay que evacuar, mediante
ventilación. Primero fue el fuego en medio del local y luego se fueron inventando
diversos sistemas para evacuar el humo mejor, para consumir menos
combustible, etc.
Brasero de Pompeya
Pero aunque conocían la chimenea hogar, los romanos la usaban poco como
sistema de calefacción de las viviendas. En las excavaciones de Pompeya y
Herculano no aparecen hogares de este tipo, lo que indica que
utilizaban braseros muebles.[4] Estos artefactos se han usado hasta hace bastante
poco en los países mediterráneos usando combustibles vegetales carbonizados
(carbón de encina, cisco de roble, picón...)
La calefacción centralEditar
A partir de la Revolución Industrial se empieza a manejar el vapor en las
máquinas motrices y se desarrolla la técnica de conducción de fluidos por
tuberías, fluidos calentados en calderas a partir de combustibles, generalmente
sólidos, principalmente tres: leña, turbay hulla.[7]
A principios del siglo XX empiezan a aplicarse estas técnicas a sistemas de
calefacción de edificios con calderas de carbón, tuberías y radiadores, utilizando
el vapor como caloportador. La más antigua de las instalaciones consistía en una
caldera de carbón, una red de tuberías y radiadores. La caldera era una estufa de
fundición, cuyas paredes eran dobles y entre las dos capas circulaba agua que se
calentaba hasta la vaporización, en las de vapor; más tarde a temperaturas por
debajo del punto de ebullición. El caloportador circulaba por las tuberías
por termosifón o tiro térmico, por lo que era conveniente que la caldera estuviera
situada en un nivel más bajo que los emisores. Las ventajas del sistema son: el
fuego está en un local específico (que puede estar todo lo ventilado que sea
necesario), no en los locales a caldear; un solo hogar sirve para calentar varios
locales o incluso un edificio completo (más adelante barrios enteros: calefacción
urbana).
Como se ha dicho, el caloportadorinicial fue el vapor que luego se sustituyó por
el agua. Cuando esto ocurrió, en el sistema por termosifón, las tuberías debían ser
bastante gruesas para facilitar la circulación. Además las de ida debían ir
cercanas al techo, por encima de los emisores y las de retorno por el suelo. Más
adelante se añadió una bomba para la recirculación, lo que permitía tuberías más
delgadas, llevarlas por cualquier recorrido y la caldera podía estar en cualquier
situación respecto a los radiadores. A cambio no es demasiado conveniente que la
caldera sea de combustión continua, es decir de combustible sólido
(carbón o pellas de madera), porque un corte en el suministro eléctrico pararía la
bomba y la caldera podría calentarse demasiado.
A la vez que se fue abandonando el vapor, pasando a calefacción por agua
caliente, también el combustible cambiaba, primero el gas ciudad[nota 1] y
el fueloil sustituyeron al carbón,[nota 2] a poco el gasóleo, y después, a partir de los
años 1960, el gas natural.