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2.

JUSTIFICACIÓN

El Estado colombiano ha adoptado una serie de medidas y políticas

tendientes a fomentar ACT&I, su primer gran esfuerzo lo realiza en el año de

1990 con la Misión de Ciencia y Tecnología donde se realizó, por parte de un

grupo de expertos, un análisis de los programas nacionales de Ciencia y

Tecnología ejecutados por Colciencias en los años 80.

Del estudio de estos documentos se plantearon las primeras

recomendaciones, como lo fue la promulgación del primer CONPES en materia

de Ciencia y Tecnología, a partir de este primer paso son varios los

documentos que se han construido para fomentar y consolidar una política

en CT&I, entre los que se encuentran leyes nacionales, planes de desarrollo,

visiones nacionales y regionales a 2019, CONPES, agendas regionales de

competitividad, lo que ha llevado a institucionalizar esta actividad.

Todos estos documentos han estado dirigidos a consolidar la CT&I

como motor de desarrollo del país, entendiendo que producir, difundir y usar

el conocimiento científico contribuye a la trasformación productiva y social de

la nación. Los avances han sido importantes y significativos, alcanzando


capacidades científicas y tecnológicas en algunas áreas, sin embargo,

persisten los mismos obstáculos, problemas y limitaciones que se han venido

identificando en los diagnósticos de hace más de una década.

En la actualidad existe falencias en el SNCyT que se han visto reflejadas

en:

Débil institucionalidad del sistema, escasez de recurso humano para


realizar investigación e innovación, ausencia de focalización de la
política en áreas estratégicas, baja apropiación social del conocimiento
y disparidades regionales en capacidades científicas y tecnológicas, lo
que en conjunto genera una baja capacidad para generar y usar
conocimiento” (DNP, 2009. p. 5).

En Colombia no se puede negar la adopción y ejecución de políticas

públicas en el sector de CT&I, sin embargo, son pocos los estudios

direccionados a medir el impacto de la implementación de estas políticas

dentro de los actores e instituciones que hacen parte del SNCyT, es evidente

que persisten los mismos problemas y limitaciones de hace años, los cuales

puede que sea producto del inadecuado diseño y ejecución de estas

medidas, de los instrumentos e insumos utilizados o de la fragilidad

institucional para la implementación de políticas que generen el desarrollo de

ACT&I.

Es relevante, bajo este panorama, realizar una evaluación de las políticas

públicas nacionales en CT&I, dado que no es coherente con las metas que

se ha trazado el gobierno nacional seguir construyendo


documentos, promulgando leyes o adoptando políticas, sin conocer ni entender

los resultados de las mediadas ejecutadas, y más en las IES, en cuales ha

recaído el peso y la responsabilidad de desarrollar ACT&I, aunado al hecho de

que las IES deben apropiarse de la generación del conocimiento ya que es

vital para su supervivencia como organización.

La Universidad del Magdalena ha tenido un avance dentro de su

sistema de investigación interesante y significativo a partir del año 2000, se

ha desarrollado un buen número de grupos de investigación, se cuenta con

docentes con titulaciones en posgrados (doctorado, maestrías y

especialización), lo cual ha fomentado e incrementado la producción y

publicación de artículos, revistas y libros científicos por parte de su

comunidad académica, entidades nacionales e internacionales financian

proyectos cada vez más importantes para la región, pero todavía la universidad

y los procesos de investigación que se desarrollan al interior de ella no logran

dar respuesta ni soluciones a los problemas socioeconómicos, del

departamento y la Región Caribe.

Las políticas que implementa Colciencias, entidad nacional encargada

del fomento de ACT&I, están direccionadas a dinamizar la investigación en

las universidades, centros de investigación y empresas, por medio de metas,

proyectos, estrategias que se han delimitado hace varios años, en el caso de

la Universidad del Magdalena, como se mencionó, el desarrollo aunque ha


sido progresivo todavía no alcanza los resultados requeridos, sin llegar

tampoco a establecer si este desarrollo de los índices de investigación en la

universidad es producto de las políticas de Colciencias o por el contrario es

el esfuerzo de los gobiernos institucionales al interior de la misma, que han

realizado un labor significativa (con poco recurso presupuestal, humano y

físico) para poder acceder a los beneficios que otorga el gobierno nacional

(envío de más presupuesto anual) y al mismo tiempo a las exigencias

(acreditación institucional) que impone el Ministerio de Educación.

Establecer el impacto de la políticas públicas nacionales en CT&I dentro

del sistema de investigación de la Universidad del Magdalena permitirá

determinar las limitaciones y beneficios que tiene la política, el papel que

cumple y los esfuerzos que realizan los actores, en este caso el Estado, la

universidad, los investigadores, y en general la comunidad científica, los

elementos que generan el desarrollo de la investigación y también los que los

obstaculizan, es un análisis que permitirá establecer cuál es el estado actual

de la investigación al interior de la universidad y todas las variables que

hacen parte del desarrollo del sistema.

Así mismo, como única universidad pública del departamento es

relevante analizar la capacidad científica de la institución y la incidencia que

ha tenido el estado colombiano en el desarrollo de esta, pues la ciencia,

tecnología e innovación que se produce con la investigación es el motor de


progreso que requiere los territorios para alcanzar mayores índices de

calidad de vida de la población.


3. MARCO TEÓRICO Y ESTADO DEL ARTE

El proceso de la globalización ha colocado al conocimiento como

elemento central del desarrollo de los Estados, esta dinámica global se

denomina “sociedad de conocimiento” en la cual, la ciencia, los saberes

científicos y tecnológicos, la información y todo aquello inmaterial se vuelve

indispensable para los factores de producción y poder, la generación y uso

del conocimiento son fuerzas dinamizadoras de la sociedad, que contribuyen

a las trasformaciones productivas y a la búsqueda de soluciones a problemas

sociales, políticos y ambientales (Colciencias 2008).

La “sociedad de conocimiento” ha venido construyendo un “nuevo orden

científico y tecnológico” (Morales, 1997, p.9), en donde los Estados se

confrontan “actualmente a nivel mundial, en una competencia intelectual que

determina el acceso desigual, a recursos, calidad de vida y creatividad” (Llinás,

1997, p.72), ocasionado una brecha profunda entre los países desarrollados y

los países en vía de desarrollo.


Por lo tanto, el conocimiento científico que produce cada Estado

determina su nivel de desarrollo, pues este se concibe como fuente de

riqueza y producción y al mismo tiempo elemento necesario para incrementar

los índices de calidad de vida de la población, “el modo como la

productividad se incrementa a través de la incorporación de resultados de la

ciencia y la tecnología en los procesos de creación de la riqueza material ha

convertido al conocimiento en la fuerza productiva fundamental” (Misas,

2004, p.17) , pero el conocimiento no se limita a factores económicos, por el

contrario contribuye a la creación y adopción de políticas públicas relacionadas

a problemas como la protección del medio ambiente, salud, educación,

equidad social entre otros (Schwartzman, 2008).

Piñón (2004, p.30), asegura que en el sector económico “el

conocimiento es fuente crucial de valor añadido en la producción de bienes y

servicios…en la política pública este juega un rol decisivo con la creciente

institucionalización de los consejos científicos en los ámbitos más diversos”.

La Ciencia, Tecnología e Innovación son entonces características propias

del nuevo conocimiento que se requiere en los Estados, por lo tanto, se hace

necesaria la estimulación de la investigación científica y tecnológica. Según

OCDE:
La investigación y el desarrollo comprenden el trabajo creativo llevado a
cabo de forma sistemática para incrementar el volumen de
conocimiento, incluido el conocimiento del hombre, la cultura y la
sociedad, así como el uso de esos conocimientos para crear nuevas
aplicaciones” (2002, p.30).

Para Llinás (1997, p.91), “…la ciencia tiene tres usos dentro de la

sociedad. (1) Control de calidad, (2) Transformación del conocimiento y

educación y (3) Investigación y desarrollo”. El primero está relacionado con el

control de calidad que ejerce la ciencia de sus procesos y productos, el

segundo con la habilidad que tiene la ciencia de trasmitir la información

científica y por último, la ciencia genera investigación la cual es el motor de

desarrollo industrial, económico, y social de los países.

Precisamente los países desarrollados aplican el uso de la ciencia y

tecnología en los diversos ámbitos de su sociedad, realizan una inversión

considerable en estas actividades “…los esfuerzos son muy grandes y

sostenidos en el tiempo para mantener y fortalecer sus capacidades de

investigación e innovación” (Colciencias, 2008, p. 6), los cuales se reflejan en

sus procesos productivos, que son cada vez más tecnificados y con una alta

dosis de innovación y en los que participan el Estado, Instituciones de

Educación Superior –IES- y el sector privado.


En el siglo XXI la educación superior ha tomado un papel predominante

para la construcción de sociedades de conocimiento, por esto es primordial las

inversiones que los estados puedan hacer en ellas, para que sigan fomentando

actividades de ciencia y tecnología.

Según la UNESCO (2009), la educación superior y las investigaciones

que en ellas se adelantaron contribuyeron a alcanzar algunas metas de los

Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Para concluir, en lo referente a las recomendaciones de la UNESCO

(2009, pág.8-9), vale la pena mencionar el “llamamiento a la acción” de los

países miembros, consistente en:

Prestar asistencia en la formulación de estrategias sostenibles y a


largo plazo para la educación superior y la investigación, en sintonía
con los objetivos de desarrollo acordados internacionalmente y las
necesidades nacionales o regionales..…Facilitar estructuras para el
diálogo y el intercambio de experiencias e informaciones sobre la
educación superior y la investigación, y contribuir al aumento de
capacidades para la elaboración de políticas relativas a la educación
superior y la investigación…..Ayudar a los gobiernos y las instituciones
para que aborden los problemas internacionales en la esfera de la
educación superior mediante”.

En el mismo sentido, un informe del Banco Mundial (2003), da cuenta

que la educación universitaria facilita la solución de una gama de problemas

y propicia la reducción de la pobreza, y debe ser accesible tanto a hombres

como mujeres de todos los estratos económicos. Igualmente, este informe


concluye que el progreso social y económico de un país se logra cuando la

universidad establece como prioridad el desarrollo y aplicación del

conocimiento; crea, divulga y aplica el conocimiento de manera eficaz.

Los países en desarrollo se marginarán más de la economía mundial

porque sus sistemas educativos no están preparados para aprovechar la

creación y utilización del conocimiento. Así mismo, el Estado tiene la

responsabilidad de establecer un marco legal favorable que permita a las

Instituciones de Educación Superior a ser más innovadoras y de esta manera

poder hacerle frente a las necesidades de una economía del conocimiento

globalmente competitiva, cada día más exigentes de un mercado laboral

altamente calificado en materia de capital humano. Para ello, el Banco Mundial

ofrece su ayuda a sus países clientes, caso de Colombia.

Esta ayuda que ofrece el Banco Mundial se debe a que la educación

superior tiene una injerencia directa en la productividad de un país ya que

contribuye a: capacitar la fuerza laboral cualificándola desde el alto nivel que

incluye a científicos, profesionales, técnicos, docentes de educación básica y

secundaria, y a futuros dirigentes gubernamentales, empresariales y de la

misma sociedad civil. Este personal calificado permitirá generar nuevos

conocimientos, permite acceder al conocimiento global y transferirlo a su


localidad. Esto es muy cierto en los países de bajos ingresos, en los cuales

la capacidad institucional es débil y su capital humano limitado.

Es bien conocido que las personas que logran acceder a una educación

superior se les abren mayores oportunidades laborales, y si estos son

estudiantes de menores recursos se logra reducir los niveles de desigualdad

social; los valores, la ética, normas, conocimientos y actitudes que aprenden

los estudiantes son parte del capital social necesarias para la construcción

de sociedades más cohesivas. La contribución que aporta la educación

superior es vital en relación con el sistema nacional de innovación y con el

desarrollo del recurso humano (Banco Mundial, 2003).

Sintetizando el informe del Banco Mundial (2003), muestra como:

Las innovaciones tecnológicas y la difusión de las innovaciones científicas


y técnicas incrementan la productividad; la mayor parte de éstas son
producto de la investigación básica y aplicada que adelantan las
universidades. De la aplicación de dichas innovaciones depende en gran
parte el progreso de los sectores de la agricultura, la salud y el
medioambiente, en particular. El fortalecimiento de las destrezas de los
trabajadores que da como resultado la elevación de su nivel educativo,
así como el mejoramiento cualitativo que permite a la fuerza laboral
utilizarla nueva tecnología, también impulsar la productividad” (p.21).

No obstante, el conocimiento en sí mismo no transforma las economías,

como tampoco hay garantía alguna de rendimientos positivos sobre las

inversiones en investigación y desarrollo u otros productos de la educación


universitaria. Esto se debe a que el conocimiento científico y tecnológico

produce sus mayores beneficios cuando se le utiliza como parte de un

sistema complejo de instituciones y prácticas conocido como sistema

nacional de innovación. Aquí entra a jugar un papel fundamental la

educación superior que sirven no solo como estructura central de destrezas de

alto nivel sino también como red de base para compartir la información.

Los países desarrollados y las organizaciones internacionales son

conscientes de la necesidad de implementar una cultura científica dentro de

la sociedad, en donde la ciencia y la tecnología se conviertan en valores

(Hernández, 2011), y por ende en motor de desarrollo de las naciones; esta

cultura científica ha permitido permear la esfera política, lo que ha generado

la adopción de políticas públicas en Ciencia y Tecnología dirigidas a

incrementar la productividad de los países y al mismo tiempo a solucionar

diversos problemas sociales.

Organizaciones internacionales como la OEA, ONU y UNESCO a partir

del 1950 emprendieron una discusión alrededor de la importancia de la

incorporación del conocimiento científico en el desarrollo de las naciones,

estas discusiones permitieron que los países Latinoamericanos empezaran a

incorporar dentro de sus planes de estado y gobiernos políticas públicas en

ciencia y tecnología e institucionalizar la actividad como quehacer del estado.


En Colombia se realizaron discusiones interesantes que generaron la

necesidad de la creación de una institución gubernamental que direccionara

las actividades de ciencia y tecnología, este es el caso de Colciencias,

entidad que entra a funcionar a partir de 1968, sin embargo, el primer

ejercicio que integró a expertos académicos y científicos que evaluaron las

políticas que se venían dando y recomendaron una serie de actividades que

debían desarrollarse en los próximos años, se denominó “Misión de Ciencia,

Educación y Desarrollo”.

Esta comisión planteó dos importantes elementos, según Jaramillo,

Botiva y Zambrano (2005), “La política para la ciencia como el conjunto de

mecanismos y medios para impulsar el desarrollo científico y tecnológico y la

política de la ciencia como utilización de los desarrollos científicos y

tecnológicos como herramientas para el desarrollo” p. 8.

Este estudio condujo a la adopción de la primera ley colombiana en

ciencia y tecnología (ley 29 de 1990) y una serie de documentos institucionales

para la implementación de acciones y decisiones que se han tomado para

dinamizar las actividades en estas áreas en el país.

La evaluación de las políticas públicas en ciencia y tecnología, se ha

dado por parte del estado, de la academia y de organizaciones privadas que

se interesan por medir el impacto de dichas políticas, esto viene sucediendo


a partir de la década de los noventa. El primer documento que se construye

se da en 1991 por parte de Colciencias y del Departamento Nacional de

Planeación denominado “Ciencia y Tecnología para una Sociedad Abierta” el

cual realiza un análisis sobre las actividades que en esta materia se han

desarrollado y propone una serie de acciones encaminadas a dinamizar la

política en ciencia y tecnología.

En esa misma década se dan los primeros estudios por parte de la

academia tendientes a medir el impacto de las políticas, como los estudios

efectuados por Jaramillo y Álvarez (1998), quienes evalúan los programas en

formación de recurso humano que ejecuta Colciencias.

Posteriormente, el Departamento de Planeación formuló la “Política de

ciencia y tecnología período 2000-2002”, y de allí se desprendieron una serie

de documentos institucionales para medir el impacto de esas políticas como

los estudios de Villaveces (2003), quien analiza la historia de la ciencia y

tecnología en los últimos 70 años; Jaramillo, Botiva y Zambrano (2005),

quienes realizan una evaluación de impacto de las políticas científicas y

tecnológicas durante la década de los noventa; Botero (2004), estudia la

política de formación de recurso humano de Colciencias; Villaveces, Orozco,

Olaya, Chaparro y Suarez (2005), realizan una evaluación de las políticas

desde la perspectiva de impacto, y construyen una serie de indicadores para

medir el impacto de los resultados de las políticas en ciencia y tecnología.


Así mismo, en el año 2004 se presenta, por parte de Jaramillo y Chaparro,

un análisis sobre el funcionamiento e institucionalidad del Sistema Nacional de

Ciencia y Tecnología; Oviedo y Cárdenas (2006), ejecutan un estudio sobre

la formación avanzada y la investigación en Colombia; De Greiff (2007),

señala estadísticas e indicadores de la productividad científica en Colombia.

En el año 2008 Colciencias presenta la política pública denominada

“Colombia siembra y construye futuro”, documento que acopia una

evaluación y análisis de las políticas públicas que ha venido desarrollando el

estado colombiano, sus debilidades y fortalezas, y plantea una nueva política

nacional soportada en diálogos regionales.

3.1 Marco legal de Ciencia y Tecnología

Aparte de los documentos institucionales que han establecido las

acciones a implementar para dinamizar las actividades en ciencia y tecnología,

de los estudios y evaluaciones que se han realizado sobre estas, también en

Colombia se ha constituido un marco legal para reglamentar el accionar del

estado en relación con la ciencia y la tecnología.


Ley 29 de 1990: “Por la cual se dictan disposiciones para el fomento de

la investigación científica y el desarrollo tecnológico y se otorgan facultades

extraordinarias”, esta ley obliga a incorporar la ciencia y tecnología a los planes

y programas de desarrollo del país y a formular planes de ciencia y tecnología

de mediano y largo plazo.

Decreto 393 de 1991: “Por el cual se dictan normas sobre asociaciones

para actividades científicas y tecnológicas, proyectos de investigación y

creación de tecnologías”, se permite la asociación para actividades de

ciencia y tecnología de organismos públicos y privados.

Decreto 591 de 1991: “Por el cual se regulan las modalidades específicas

de contratos de fomento de actividades científicas y tecnológicas”, esta

ley regula las modalidades de contratos que celebren la Nación y sus

entidades descentralizadas para desarrollo de actividades científicas y

tecnológicas.

Ley 1286 de 2009: “Por medio del cual se transforma a Colciencias en

Departamento Administrativo, se fortalece el Sistema Nacional de Ciencia,

Tecnología e Innovación en Colombia y se dictan otras disposiciones”, así

mismo, se crea el fondo nacional de financiero para la ciencia, la tecnología

y la innovación administrado por Colciencias.


3.2 Concepto de Política Pública

El presente estudio pretende realizar una análisis de impacto de la política

pública en ciencia y tecnología, por lo que se hace necesario realizar una

revisión bibliográfica, para entender que es política pública, sus diversas

formas de evaluarla y como se mide el impacto de esta en el campo de la

ciencia y tecnología.

El concepto de “Política Publica” empieza hacer empleado en Europa

por las ciencias políticas y administrativas a partir de 1970 (Subirats, Knoepfel,

Larrue, Varone, 2008), desde entonces existe múltiples esfuerzos por los

académicos para adoptar un solo concepto, a medida que avanza la actividad

política, el concepto ha venido incorporando nuevos elementos y

características para su definición.

Es por esto que el concepto de política pública es variado y múltiple, lo

cual ha generado que se clasifique por enfoques, tendencia, afinidades

epistemológicas, clases, naturaleza o elementos básicos que constituyen su

accionar.
Al realizar una revisión bibliográfica, se puede observar la evolución del

concepto de política pública, se encuentran definiciones simples, en el cual

es necesario solamente la existencia o presencia de la autoridad

gubernamental, en este sentido Mény y Thoenig (1986, p.8) establecen que

una política pública es “la acción de las autoridades públicas en el seno de la

sociedad”, también, Dye (1976, p. 8) indica que “una política pública es lo

que los gobiernos deciden hacer o no hacer”.

Existe otro grupo de definiciones que incorporan nuevos elementos, como

la necesidad de un interés común y la percepción de problemas para que se

considere la existencia de una política pública, así, Vargas (1999, p.57)

determina la política pública como “un conjunto de sucesivas iniciativas,

decisiones y acciones del régimen político, frente a situaciones socialmente

problemáticas y que busca la solución de las mismas o llevarlas a niveles

manejables” o “el conjunto de sucesivas respuestas del Estado (o de un

gobierno especifico) frente a situaciones consideradas socialmente como

problemáticas” (Salazar, 1999, p.50).

En este mismo sentido, Subirats, Knoepfel, Larrue, y Varone (2008,

p.35) asegura que “toda política pública apunta a la resolución de un

problema publico reconocido como tal en la agenda gubernamental”.


Como la política pública está orientada a solucionar las necesidades de la

comunidad o sociedad, De León (1997), afirma que es necesario

democratizarla, con la incorporación en el diseño, implementación y evaluación

de la población demandante o afectada, pues se requiere la percepción y las

necesidades directas de estos grupos.

Siguiendo con la revisión bibliográfica, se encuentran definiciones que

van abarcando los anteriores elementos y van incorporando nuevas

características al concepto de política pública, en el cual no solamente se

requiere de las instituciones públicas, que exista un interés común o una

situación problemática sino además, es necesario la definición de objetivos y

procesos, así lo determina Roth (2007) que considera que una política

pública es:

Un conjunto conformado por uno o varios objetivos colectivos


considerados necesarios o deseables y por medios y acciones que son
tratados, por lo menos parcialmente, por una institución u organización
gubernamental con la finalidad de orientar el comportamiento de actores
o colectivos para modificar una situación percibida como insatisfecha o
problemática. (p.27)

Para Velázquez (2009):

Es un proceso integrador de decisiones, acciones, inacciones,


acuerdos e instrumentos, adelantado por autoridades públicas con la
participación eventual de los particulares, y encaminado a solucionar o
prevenir una situación definida como problemática. La política pública
hace parte de un ambiente determinado del cual se nutre y al cual
pretende modificar o mantener” (p.156)
Las definiciones dadas por Roth (2007) y Velázquez (2009), permiten

entender la política pública como un proceso de “decisiones, acciones,

inacciones, acuerdos e instrumentos” es un ciclo que comienza con una

situación problemática o que requiere de la intervención de las autoridades

gubernamentales, siendo este proceso cíclico y constante, así lo asegura

Muller (1990, p. 33): “…la representación secuencial de las políticas no debe

utilizarse de manera mecánica. Deberán más bien imaginarse a las políticas

públicas como un flujo continuo de decisiones y procedimientos a los que

tratamos de dar un sentido”.

Aunado con las anteriores definiciones, Villaveces et al. (2005)

establece que la política:

Es un proceso de decisiones documentadas, que da directrices,


convoca actores y brinda estrategias para alcanzar estados deseados
en la sociedad y el medioambiente. Las estrategias involucran recursos,
instituciones y acciones para lograr amplitud en objetivos planteados,
los cuales son la base para medir los logros. (p.134).

El autor incluye un nuevo elemento característico en el concepto que se

utiliza en la actualidad, en la mayoría de las naciones, y es el término de

medición de logros, ya que no se pueden entender el accionar de una política

pública sin su evaluación o medición de esta.

Por lo tanto, viene siendo la evaluación un elemento más del ciclo de la

política pública el cual está compuesta, según Subirats, et al. (2008, p.44),
por “el surgimiento de los problemas, inclusión en la agenda, formulación y

decisiones del programa de la política, implementación de la política y la

evaluación de la política”.

Hasta este punto, se ha realizado una revisión de distintas definiciones

en relación con el concepto de política pública, el presente estudio no pretende

construir un nuevo concepto, sino encontrar una definición que permita

comprender si las acciones y/o actividades que en los últimos años el estado

colombiano ha realizado alrededor del tema de ciencia y tecnología se

enmarcan como política pública.

Quizás la entregada por Villaveces et al. (2005) recoge los elementos

necesarios y amplios para analizar este ejercicio político, pues incluye

elementos como; actores, objetivo y finalidad de la acción, procesos que se

desarrollan como es la evaluación de la política, elemento en el cual se

centra el presente estudio.

3.3 La evaluación de la política pública

La evaluación de la política pública es el último componente del ciclo de

las políticas, sin entender esto, que con la evaluación finaliza el accionar del
gobierno, por el contrario, este puede ser el punto de partida para reformular

o implementar una nueva política pública.

Según Salazar (2009, p. 23), se tiende a confundir la acción de evaluar

y analizar cuando se estudia una política pública, según este autor “La

evaluación es indispensable para el análisis, por cuanto la primera suministra

información de base, necesaria para el segundo”.

El análisis de una política pública se soporta en la evaluación -que es más

descriptiva-, pero además tiene en cuenta otros factores para medir los

resultados, para Salazar (2009, p. 23) “El análisis, en cambio, va más allá y a

partir de la evaluación intenta explicar por qué se dieron los hechos en tal o

cual sentido.

En términos generales, es posible aseverar que se evalúa

fundamentalmente para proceder al análisis”, según este autor la evaluación

es un proceso constante que incluye varios elementos como son “la

definición del problema, la elección de políticas, el monitoreo o evaluación de

los resultados de esas políticas y la redefinición del problema” Salazar (2009,

p. 33).

La evaluación de las políticas públicas empieza a tomar fuerza a finales

del siglo XX, es utilizada por los gobiernos para legitimar la acción pública
por medio de la medición de los resultados de sus acciones. Es un nuevo

elemento para el análisis de las políticas públicas “que se ocupa de

recolectar, verificar e interpretar la información sobre la ejecución y eficiencia

de las políticas y los programas públicos” (Majone, 1997, p. 214).

Existen múltiples conceptos que tratan de definir en que consiste la

evaluación de las políticas públicas, que van desde una percepción

dominante al entender este ejercicio como “un instrumento de represión y

control de las actividades como una herramienta que profundiza el ideal

democráticos dentro de los estados” (Roth 2007, p. 137), sin embargo, en

términos generales las definiciones de evaluación de política pública, están

encaminadas a entender la evaluación como un procedimiento que busca

“comparar un determinado proceso o unos específicos resultados con

propósitos u objetivos previamente establecidos o planteados” Salazar (2009,

p.24).

La búsqueda de legitimar las acciones de los gobiernos por medio de

las evaluaciones de las políticas públicas, ha llevado a los especialistas a crear

toda una serie de mecanismos para este fin, los cuales se pueden clasificar

en cinco formas distintas, la primera es la evaluación de medios la cual según

Roth (2007, p. 155) es la más simple de todas, pues consiste en verificar si los

medios que se plantearon en los objetivos de la política fueron


implementados y utilizados durante un tiempo y espacio determinado el

desarrollo o ejecución de esta.

La segunda es la evaluación de resultados, este proceso mide los

resultados con los objetivos propuestos, para Salazar (2009), es la

evaluación que más utilizan los sectores públicos y privados cuando van a

rendir cuentas a finalizar cada vigencia, la tercera se denomina evaluación

de eficiencia, es una evaluación de costo-beneficio pues mide los medios

utilizados y los resultados obtenidos, compara objetivos con acciones.

La evaluación de satisfacción es la cuarta alternativa, según Salazar

(2009, p. 28) “es un intento más reciente de evaluación de políticas… Ayuda

a observar en qué medida los que recibieron los efectos de una determinada

política, consideran que sus problemas se resolvieron, sus demandas fueron

satisfechas o sus necesidades fueron atendidas”.

Por último, tenemos la evaluación de impacto, con esta clase de

evaluación se puede determinar o medir los efectos o cambios que está

generando la política pública sobre el accionar de los individuos o grupos a

los que estaba direccionada, así mismo, Subirats et al. (2008, p. 219),

define la evaluación de impacto como “una comparación entre los impactos

previsto y los impactos reales, este examen se concentra tanto en aspectos

cuantitativos como cualitativos”.


Para Salazar (2009, p.27), “sin duda, la evaluación de impacto es el grado

más diciente para evaluar una política pública. Los organismos internacionales,

por lo general, otorgan a esta clase de evaluación el mayor énfasis”.

Teniendo en cuenta, que la ciencia y la tecnología, es un proceso que

se da en las sociedad de manera cuantitativa y cualitativa, que busca

incrementar indicadores económicos los cuales se mantendrán en el tiempo

si existe un cambio de conducta o comportamiento en la sociedad, es decir lo

que se denomina “sociedad de conocimiento”, que no es más que el uso y

apropiación del conocimiento en distintas actividades para el desarrollo de

las naciones. Se requiere evaluar la política pública en ciencia y tecnología

desde el impacto, para determinar los efectos y cambios sobre el accionar de

la población (Subirats, et al., 2008).

3.4 Impacto de la Política Pública en Ciencia y Tecnología

Para medir toda clase de impacto se requiere estudiar la noción causa

y efecto, la intención inicial produce una serie de resultados que en últimas

permitirán evaluar el impacto, relacionando las consecuencias iniciales con

los resultados de la acción tomada.


En el caso de las políticas públicas en cuanto a evaluación de su impacto

no solo es necesario estudiar la relación causa-efecto, sino además, por el

comportamiento y característica propia de este ejercicio político, se debe tener

en cuenta según Villaveces et al. (2005), los propósitos, los medios

empleados y su idoneidad frente a las intenciones iniciales y los resultados

finales de la acción tomada como causa de una situación problemática.

Villaveces et al. (2005) propone la evaluación de impacto de las

políticas públicas de ciencia y tecnología por medio de tres elementos;

productos, logros y efectos, los cuales permitirán correlacionar causas- efectos

desde una perspectiva cualitativa y cuantitativa, teniendo en cuenta en el

análisis los medios y actores que permitieron los resultados. Los tres

elementos son medibles y verificables pero requieren de distinta información

para evaluar el impacto de la política desde varios ángulos.

Los productos son los resultados más factibles de encontrar y evaluar,

son aquellos resultados “claramente medibles y se puede asegurar su

existencia, su cantidad y su calidad. El punto central es el énfasis en las

condiciones de tangibilidad, verificabilidad y circulación de los productos”

(Villaveces et al., 2005, p. 127).


El indicador de estos productos son: productos publicados, registrados,

las leyes y las normas que generan o generen la política pública, (Villaveces

et al. 2005), un ejemplo son los artículos científicos, los cuales son tangibles,

verificables y de circulación porque se encuentran en una revista publicada con

ISSN que por lo general tienen una circulación alta en medio físico y digital a

nivel nacional e internacional, al igual que las patentes registradas y las leyes

nacionales de Ciencia y Tecnología.

Los logros son el segundo resultado que permite medir el impacto de

las políticas en ciencia y tecnología, estos se evalúan teniendo en cuenta,

los objetivos y metas planteadas en la política y los resultados obtenidos

(Villaveces et al. 2005), los insumos de este indicador son documentos

nacionales que determinan las políticas del gobierno, en los cuales se

establecen mecanismos e intervienen una serie de actores para su

aprobación e implementación, ejemplos de estos son, los planes de

desarrollo nacional, los Conpes nacionales, los planes de ciencia y

tecnología, entre otros.

El tercer y último resultado es el efecto de la política, entendido como

“la existencia de un cambio, de una transformación cualitativa o estructural

en la sociedad o en un grupo social amplio” Villaveces et al. (2005, p. 127),

como indicador del resultados de una política esta los cambios internos que
se dan en las instituciones en temas relacionados con ciencia y tecnología,

como la confirmación de grupos de investigación, la realización de

productos de investigación, las revistas científicas y a nivel más amplio la

conformación de redes, la movilidad de investigadores entre instituciones,

los docentes con titulación en postgrados (maestrías y doctorados), todos

los efectos que permiten evaluar un cambio cultural con la apropiación de

ciencia y tecnología.

Siguiendo con el estudio entregado por Villaveces et al. (2005), este

concluye que el impacto de las políticas públicas en ciencia y tecnología

se puede dar en tres niveles y que los resultados de productos, logros y

efectos se evalúan en cualquiera de estos niveles.

El primer nivel es el micro que constituido por los grupos

de investigación que se encuentran clasificados en Colciencias, el segundo

nivel es el intermedio confirmado por las instituciones, departamentos o las

divisiones territoriales, en las cuales también se desarrollan actividades de

ciencia y tecnología, y por último, el nivel macro que hace referencia al

nivel nacional, estos tres niveles se pueden analizar de forma individual o

si se quiere realizar una evaluación más profundo se podría abordar el

análisis desde los tres niveles propuestos.

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