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ANO I. MADRID 30 D E NOVIEMBRE D E 1868. NÚM. I.

PRECIOS DE suscmciON EN TODA ESPAÑA: Año, 40 ra. Semestre, 23. Trimestre, 13.

U F H C U ESFMOU.
DIRECTOR-PROPIETARIO: D. Pablo Fernandez Izquierdo.
REDACTORES Y COLABORADORES: Todos los farmacéuticos.
Humanitarismo.—Independencia.—Libertad.— Soberanía farmacéutica.—Discusión ámplla de
Moralidad.—Amor á l a ciencia.—Instrucción.— doctrina en lo profesional.—Discusión cientí-
Dignidad profesional.—Fraternidad.—Asocia- fica permanente.—Beneficencia farmncéutica.
ción científica y profesional. Protección mútua.—Progreso en todo.

Sale los días €J, 1 » , l ü ü , 241 y 3 0 de cada mes, desde Enero de 1869.

A LOS FARMACÉUTICOS ESPAÑOLES.

PROSPECTO.
L
Cuando una institución social humanitaria é imprescindible, como es la pío-1
fesion farmacéutica, después de una historia llena de semcios heróicosy páginas
gloriosas en que se marca la huella de un desarrollo progresivo, á través de i n -
finitos obstáculos, se encuentra desfallecida, teniendo por Apremio la ingratitud,
por vida la discordia, por esperanza la miáeria, por medios la esplotacion y por
consuelo la desconfianza, ¿ conviene que sus representantes^ sus intérpretes, sus
sacerdotes se arrojen al suelo dándose por vencidos de un extravío social, 6 de-
ben enérgicamente estudiar sus propias fuerzas, calcular las del génio contrario
y disponerse á defender la integridad de la institución que temporal y transito •
riamente se les confia? ¿ Todas las clases, todos los individuos, la nación entera,
han de poder trasformar sus tinieblas en luz, su dolor en placer, su abatimiento
en espansion, y ú n i c a m e n t e los farmacéuticos han de ser las victimas obligadas,
cualquiera que sea el siglo, de oro. de hierro, de pasiones 6 de virtud? ¿Pues qué,
entre cuatro mil individuos que han seguido una carrera literaria, que se han
inspirado en las leyes eternas de la naturaleza, que han agotado el cáliz d é l a
amargura, no existen ciento que quieran estudiar, que quieran promover, que
quieran demostrar que estamos en condiciones de salvar nuestros derechos, i n -
separables de la honra, de marchar unidos como hermanos en la desgracia, de
hacer polvo la base que á cada momento nos hace perder el equilibrio y fundar
otra que resista los embates de la ingratitud, de la falsía y del crimen que carac-
terizan á los enemigos irreconciliables de la farmacia?
No han de faltar filósofos que estudiando el ayer y comparándole con el hoy,
presenten deshecho, y no roto, el nudo gordiano; no faltarán políticos que logren
engranar nuestra causa con la causa de la nación; no faltarán hombres de cien-
cia que hagan ver las conquistas de la farmacia; no faltarán entusiastas cam-
peones que multipliquen su pluma y su palabra, y saquen de la indefereucia á los
que pudiendo hacer mucho bien, hacen mucho mal con el silencio; pero si la
masa general, á pesar del hermoso horizonte que las ruinas del despotismo ofre-
cen á las inteligencias pensadoras, no obstante haber sonado la hora de la justicia,
que no puede negarse á quien la invoque, se obstina en seguir siendo el blanco do
todo el que abusa del débil; á nadie culpe en lo sucesivo, de nadie se queje, á
nadie pida protección, aislamiento como hasta aquí, 6 vida püblioa ea lo fluce-
2 L A FARMACIA

sivo; inercia y debilidad, ó movimiento y valentía. Renuncia á los derechos que so


escatiman, se merman y aún se niegan, ó reivindicación solemne y perpétua.
En estos disyuntivos términos colocamos hoy á los farmacéuticos de España:
al hacer el llamamiento, al enarbolar la bandera que desplegamos en el nuevo
periódico profesional-científico que intentamos dar á luz, con más osadía que en-
tendimiento, con más entusiasmo que aptitud, con mejores deseos que medios
de conseguir.

11.

No es esta ocasión de hacer una reseña exacta de las circunstancias porque


atraviesa la farmacia española, digna de mejor suerte; pues nos apartaría del ob-
jeto que nos proponemos, y tiempo sobrado habrá de hacerlo con todos sus deta-
lles, cuando dispongamos de espacio en las columnas de nuestra publicación;
más no es posible prescindir del todo, para que muchos farmacéuticos que hace
años no leen un periódico profesional, sepan las penurias de sus comprofesores y
comprendan la causa de los sufrimientos qué alcanzan, lo mismo al escéptico que
al creyente, al defensor de sus derechos que al indiferentista, al exhausto que ai
afortunado, al pusilánime que al intrépido, al modesto que al orgulloso. Es un
fenómeno singular y digno de estudio lo que ocurre en España con los encarga-
dos del auxilio farmacéutico, á quienes se prueba constantemente la magnitud de
su paciencia sin reparar un momento en que son depositarios del consuelo del
desvalido y en que la salud y la vida del hombre depende á veces de su integri-
dad y buena fé.
E l Estado, por medio de una legislación que abrazaba desde lo supérfluo has-
ta lo imprescindible. Colocó su mano encima del Jóven que, sin saber dónde iba,
ingresaba en el estudio de la facultad de farmacia; dirigió todos sus pasos, y le
lanzó después en el laberinto social, convencido por las pruebas de su aptitud,
para que prestára el auxilio con la libertad que le limitaba otra legislación más ó
ménos meditada; de modo que el farmacéutico era dirigido en la adquisición de
la ciencia y se le dirigía después en la aplicación de los preceptos de la misma:
éra vigilado constantemente, como si se temiera el abuso de un depósito sagrado
y trascendental: era educado al gusto y satisfacción del que velaba por la cosa
pública: tenia marcados sus pasos, ejecutadas sus pruebas, prestadas sus ga-
rantías, prevenidos sus extravíos, y por último, quedaba responsable moral
material y cientiflcamente. ¿Qué más pudo hacer el Estado por la sociedad que
dirigía y protegía? ¿A qué más puede prestarse dócil y voluntario el farmacéuti-
co? Más prevenciones no caben; más sumisión no se concibe. Deberes sin escasez
indican derechos en abundancia; y el Estado, al exigir de un modo ineludible
los deberes; ofrece, preceptúa y legisla los derechos que en justa correspon-
dencia ha de gozar el farmacéutico. Hoy se marcan los estudios y las pruebas,
pero no gravita el Estado sobre el aspirante.
E l derecho que el Estado concede al farmacéutico, es el privilegio exclusivo
de la elaboración y venta de medicamentos, consignado en las leyes vigentes,
aunque sin garantizarse de un modo tan absoluto e ineludible, como se garanti-
zan á la sociedad los deberes profesionales; es decir, se faculta al farma-
céutico para que con su aptitud elabore las sustancias medicamentosas y
las venda cuando se las demande el público; pero si como el Estado aún temie-
ra el abuso del farmacéutico, al fijar el precio material é intelectual, limita éste
con una tarifa, sosteniendo la tasa únicamente en farmacia, cuando en todo lo
demás está abolida: se faculta al farmacéutico para que rebaje cuanto quiera de
la tarifa ó tasa, y no se le permite extralimitarse del máximum: se faculta al pú-
blico para que demande al farmacéutico que le plazca, y el farmacéutico no
p uede obligar á este ó el otro particular á que le compre: se le faculta para
ofrecer al publico que más le acomode, entre las agrupaciones parciales de Es-
ESPAÑOLA.

paña y esc público puede rechazar y desentenderse del que le ofrece. Hay más,
v es que, por un conjunto de causas que no son de hoy, una plaga de intrusos
absorve ios beneficios del privilegio, burlando las penas establecidas, con el arti-
ficio más refinado, y otra plaga de comerciantes de drogas, amparados por la am-
bigüedad ó imprevisión de las disposiciones que tienden á marcarlas atribuciones
del farmacéutico y del droguero, se extralimita constantemente en perjuicio de
la farmacia.
Así resulta que el derecho de la exclusiva elaboración y venta que el Estado
ofrece al farmacéutico se encuentra desnudo y restringido, incompleto é inse-
guro, y por tanto los vientos y las corrientes sociales, le desmoronan por donde
más indefenso le encuentran, según las circunstancias.
El listado, pues, desde tiempo inmemorial, ha dado á la institución farma-
céutica el carácter de HUMANITARISMO REGLAMENTADO Y ESPECULACIÓN RESTRINGIDA é
indefensa, pretendiendo conciliar dos sistemas de imposible amalgama, de i r -
realizable fusion: sistema mixto, resultante de los estremos humanitarismo y
especulación, que se rechazan mutuamente: término medio de dos partes i n -
divisibles, de tal modo que hay que abandonar la una, si se quiere seguir la
otra, porque no cabe en el individuo humano, el hecho ilusorio de seguir las
dos al mismo tiempo.
Este sistema, planteado y seguido desde que la institución farmacéutica
adquirió vida científica y estabilidad social, es el principio de donde emanan
todas las calamidades que aflijón al farmacéutico y todas las imperfecciones
que sufre el desvalido, cuando busca la salud y procura por su vida: es la cau-
sa de tantos desastrosos efectos como gravitan, destruyendo sobre la farmacia
y la humanidad el punto de partida en las investigaciones que sobrevengan,
y en los remedios ó soluciones que propongamos, cuando se vea con claridad,
precision y exactitud lo repugnante del cuadro que ofrece el ejercicio de la
profesión farmacéutica; cuando demostremos al Estado, á la nación y á los
farmacéuticos, que es preciso variar de rumbo en el porvenir, si no hemos
de ser todos cómplices á sabiendas de la disolución de los elementos queinsti»
tuyen la farmacia, y de las consecuencias fatalísimas que un suceso tal
acarrearía.
Averiguada la causa, veamos algunos de los efectos, para que no se nos
trate de visionarios, para que se raciocine con calma, para que se impresio-
nen los que hasta ahora hayan sido sordos al incesante clamoreo de las vícti-
mas, y nos decidamos todos y cada uno, Estado, sociedad y profesores, ^ em-
prender la nueva senda que, nos haga partícipes del bien propio Je la ins-
titución farmacéutica, nos coloque en nuestro centro y giremos en el movi-
miento con armonía semejante á la que se observa en el complicado sis*
tema de los cuerpos celestes, sin chocarnos, sin confundirnos, sin estralimi-
tarnos, por más que alguna vez sobrevengan aereolitos ó globos de fuego,
los cuales representan á lo sumo un átomo imperceptible en la inmen-
sidad de los mundos.
L a conducta que el Estado impone al farmacéutico, por medio de la ley, se
reduce á preparar íntegramente los medicamentos y tenerlos prontos para cuan-
do oportunamente so le pidan, prévio su importe, cuyo máximun tiene señalado
en la tarifa. E l público sabe ó debe saber, que sólo el ftirmacéutico es apto para
preparar y vender los medicamentos; que no puede LEGALMENTE solicitar medi-
camentos del intruso, ni el farmacéutico venderlos más caros que lo que la tasa
preceptúa. Integridad y precio prudente encuentra el público al llegarse al
farmacéutico. E l importe de la receta es todo lo que el farmacéutico exige
al público. Nada más racional, al parecer, que la venta y la compra: nada
más sencillo que receta y dinero, por parte del público, ¿quién ha de presu-
mir lo anómalo y complicado en lo que parece racional y sencillo?
Si la tasa no gravitase sobre el farmacéutico y éste abusase de su privile-
gio esclusivo, se concebiría que el público burlára la vigilancia legal y bus-
case medicamentos baratos, siempre que se los dieran íntegros de contra-
bando ; pero cuando la integridad no puede buscarse donde falta aptitud;
cuando la integridad sólo está garantizada con ei farmacéutico y cuando
este no puede abusar, aunque quiera, en el precio,'¿qué es lo que mueve a
L A FARMACÍA

público cuando se entrega confiado al intruso y desconfia del farmacéutico?


No puede ser otra cosa sino la ingratitud; la tendencia á mermar los dere-
chos del bien-hecüor; el deseo de involucrarlo sencillo; la inclinación á destruir
lo más necesario; el efecto de la causa principal; las consecuencias del
sistema. E n mucho entra la ignorancia general de lo que representa el
farmacéutico, de lo que realiza y de las garantías ineludibles que presta,
pero si vemos á las personas más ilustradas desentenderse, en lo posible
de la farmacia, y entregarse á la intrusion, la ignorancia debe colocarse
entre las concausas ó entre las causas secundarias.
Si el público no tiene en su seno intrusos y se vé obligado por las circuns-
tancias á concurrir al farmacéutico, de todos modos ha de hacer alguna de
las suyas y su porte no es ménos ingrato. Si las recetas se cobran al contado, el
público exije se le despache la mitad en perjuicio suyo á la par que del farma-
céutico, regatea sobre el menos hasta que su impertinencia obliga á transigir, ó va
de oficina en oficina, si hay varias para comprar, al que le venda más barato; y
aqui tenemos el origen de la competencia entre los farmacéuticos, quienes, estu-
diando la tendencia del público á la baja, ofrecen baratura para conseguir con-
currencia y el de la conducta del público, que al apercibirse de la competencia
esplota con cálculo escitando la codicia de los farmacéuticos con palabrería que
halaga al presente y deprime al ausente, y exige y logra cada vez con más ahin-
co una baratura que raya en lo escandaloso, que es el principio de inmoralidad,
el desmoronamiento de la integridad tan necesaria á público y profesores, por
que la competencia honrosa tiene sus limites cuando los materiales tienen un
valor fijo y la indigna se estiende hasta exigir y obtener la competencia con el
comercio de drogas, competencia inmoral, incomprensible é inhumana, que ha de
abolirse lo mismo de la farmacia que de la droguería.
Competencia honrosa es la de bondad y baratura, y esta no puede soste-
nerse cuando loa limites de la baratura se traspasan en el comercio y en la
profesión.
Cuando el público no encuentra competidores; cuando no logra baratura en
la individualidad farmacéutica que tiene delante; cuando no alcanza la escati-
macion que con empeño inusitado solicita, recurre al fiado; ofrece cumplir al pla-
zo que señala y ofrece gratitud eterna; pero vamos al cumplimiento y vemos
reducidas aquellas exageradas protestas al más increíble desengaño: no sólo se
contenta con negar el débito en todo 6 en parte, en asegurar que ha pagado ó
en negarse á realizar el crédito; sino que insulta con todo su pulmón al farma-
céutico y enarbola y lleva por donde le quieren oir, la bandera del descrédito, de
la calumnia, de la injuria, con lenguaje soez y maneras descompasadas, y por
inocente que sea el farmacéutico, de la calumnia algo queda, y el crédito, fama y
honra no se recobra tan fácilmente como se pierde.
L a competencia inventa cuantas formas se le alcanzan y una de ellas consti-
tuye el sistema de igualas, conveniente en algunos países cuando no se bastar-
dea, pero muy fatal en otros donde no son precisas y degeneran, como en el des-
pacho al contado, siguiendo las mismas fases.
Nada más natural, que todos los vecinos de una población busquen colectiva-
mente un medio de asistencia oportuna é infalible, económico en lo racional,
ofreciendo una cantidad fija y prudente á un farmacéutico, para que sea un i n -
centivo á la estabilidad, y que el farmacéutico, calculando lo que puede consu-
mir la población, acepte la cuota haciéndose el cargo de que enfermos con sanos
le han de reunir el gasto que hablan de sufragar sólo los desvalidos. Este medio
es una especie de asociación de socorro-mútuo, cuando la mayoría del pueblo
por costumbre ó por contrato se iguala con el farmacéutico en una cantidad de-
corosa^ sino se bastardeara, indudablemente producirla bienes inmensos; pero es
el caso, que sólo se igualan las familias más predispuestas á enfermar y luego al
pago se encuentran los farmacéuticos con los mismos insultos y negativas que
cuando despachan al fiado y se busca la competencia de la rebaja como en el des
pacho al contado, y sobrevienen las exigencias y por último la inmoralidad que
concluye con la institución y sus sacerdotes, quedando en la horfandad los des-
validos.
Despacho libre ó al contado, despacho fiando y despacho con igualas, no son
ESPAÑOLAi

más que formas especulativas amparadas por la legislación en que el humanita-


rismo lleva la peor parte, por la ingratitud del público y la necesidad de los pro-
fesores.
Miéntras que el público sin igualas no recurre al medico y farmacéutico has-
ta que se vé muy precisado, el que está igualado marea al farmacéutico por
lograr una receta para lo más insignificante, y no deja á los profesores de la cien-
cia de curar un instante de reposo en lo que dura su dolencia. Tal es el abuso,
tal la ingratitud y tal la conducta intencionada y perversa que produce el estra-
\ i o propio del sistema.
Algunos pueblos mal avenidos con las peripecias que la ingratitud acarrea,
más celosos de su bienestar que de unos cuantos céntimos de económia; han
adoptado el sistema de partidos cerrados, ofreciendo una cantidad decorosa y
suficiente al farmacéutico, y éste, sin ocuparse en la cobranza, se entiende con
el municipio ó una junta de asociación con cuya forma se concluyen los vicios
más feos de la especulación, y en lo general produce los mejores resultados,
aunque al fin no faltan contiendas por causas que indicaremos en nuestro pe-
riódico, pues dejarla de ser forma especulativa espuesta á bastardearse por el
estravio de la pasión.
E l auxilio farmacéutico á los pobres se encuentra hoy reglamentado, des-
pués de tanto tiempo como la farmacia ha sufrido sobre sus hombres una car-
ga tan penosa; pero hay que entenderse con los municipios y mayores contri-
buyentes que son los encargados de pagar los gastos que se originan. Nada ha
servido que se preceptúe el número de pobres de los partidos, n i que se hayan
dado reglas para la clasificación, que á los municipios y á los contribuyentes,
interesa escatimar cuanto sea posible; en lo que mas pródigos deben mostrarse
y no hay ley sanitaria que no evadan en todo ó en parte, ni medio que dejen de
emplear para conseguir ménos pobres y gastos insuficientes, y si acaso no lo-
gran sus intentos, hacen despechados el abono de las medicinas, concluyéndole
a veces tarde y mal, ó nunca. E l G-obierno anterior hizo esfuerzos estraordina-
rios porque no faltase el auxilio á los pobres, y sin embargo, pueblos de inmenso
vecindario no se acuerdan de anunciar la plaza de farmacéutico y van escur-
riéndose uno y otro mes sin cumplir con lo prevenido. ¡Tal es la resistencia al
mejor de los auxilios, al deber más imperioso, á la obra más humanitaria! ¡Tal es
el estravio que .produce la especulación! ¡Tal es la consecuencia del sistema, el
efecto de la causa primordial!
L a reglamentación del auxilio á los pobres se ha obtenido por los esfuerzos de
la prensa médico-farmacéutica, por cuya razón tenemos gran fe en la causa que
vamos á sustentar, no dudando que esa prensa logra cuanto quiere, si lo que bus-
ca es justicia, equidad, conveniencia y está en la esfera de lo posible.
Vistos los efectos de la gran causa, sin pararnos en examinar la farmacia en
los hospitales, ni la farmacia en asociaciones, como las de Valladolid, porque
tiempo tendremos para todo, resulta desde luego el carácter especial del sistema
que se practica y se reasume en la palabra lucha, y la lucha que el farmacéutico
sostiene es por necesidad en todas direcciones.,
Lucha con la legislación que impone el Estado, para poderla cumplir sin tro-
piezo; lucha con la sociedad representada en los municipios y en los particulares,
para que sus derechos no se anulen completamente; lucha con sus comprofesores,
entablando á su pesar la competencia que le produce algo que sin ella no puede
obtener; lucha con los intrusos que le disputan su patrimonio, y lucha consigo
mismo cuando la competencia le coloca en la crisis que ha de preceder á la i n -
moralidad consiguiente, resistiéndose cuanto puede á dar el primer paso en la
falta de integridad, precursora de su ruina si en ella persiste.
Un individuo que se vé ostigado, sosteniendo una lucha general sin tregua n i
descanso, ¿es tan fuerte que todo lo venza, todo lo destrulla, todo lo atropello y
salga incólume de tanto peligro? Un individuo que vive luchando, sin salir del
recinto de su oficina, ¿ha de ser humanitario con todo el que tiende á destruirlo,
Sm vi11^la (iesesPeracion le inunde alguna vez ? Un individuo para quien no hay
caridad, ¿ha de ser caritativo hasta el extremo de inmolarse por completo? Un i n -
amduo que así pasa los dias, los meses y los años, ¿ha de resistirse siempre á la
inmoralidad que por de pronto le sirve de premio para sí, ó de castig» para el con-
L A FARMACIA

trario? Demasiada virtud existe en el corazón y en la cabeza del infortunado


fafinaCéutico, que sin otros medios que su profesión, hade especular con todos, y
todos han de especular con él.
Si recapacita el Estado sobre esta sensible consecuencia; si podemos conven-
cer á los interesados lo funesto del sistema que se practica; si la sociedad abre los
ojos á la luz, y si los farmacéuticos se adhieren á la bandera humanitaria, conve-
niente y viable que hoy lanzamos al campo de la farmacia con la lealtad, fe,
entusiasmó y decision que constituye nuestro carácter; no pueden trascurrir
muchos años, sin un cambio completo de conducta, sin que el humanitaris-
mo se practique sobre las ruinas de la especulación; sin que la ingratitud
se concluya para siempre; sin que la armonía ocupe el puesto de la lucha.
Victima el farmacéutico, victima el desvalido, ese es el resultado de la especu-
lación á que se vé precisada la institución farmacéutica por la fuerza de las c i r -
cunstancias. Consuelo al desvalido, alivio á la sociedad y premio al farmacéuti-
co, serán las consecuencias del humanitarismo si alguna vez se practica sin espe-
culación.
Farmacéuticos ancianos, de una vida sin tropiezo en la integridad de su pro-
fesión, que han prestado servicios inmensos y se han resistido á las veleidades
de la fortuna, se encuentran luchando aún, con su mano temblorosa, su cabeza
vacilante, su cuerpo encorvado y su faz qué inspira respeto profundo, sin que
puedan retirarse al descanso, porque entóneos moririan de hambre y miseria.
Desvalidos que sufren sin cesar, que necesitan la farmacia para alivio de sus
dolencias á todas horas, y que no ingresan en los pobres ni tienen lo que el pu-
diente, pasan por la amargura de un auxilio incompleto, ineficaz, inoportuno, á
intervalos, siguiendo los vaivenes de sus recursos.
Estos dos tipos, víctimas del sistema libre, de la especulación antepuesta al
humanitarismo, se encuentran multiplicados por do quier, bajo aspectos y
formas que algún dia exhibiremos, para que pesen en la balanza de las deci-
siones.
Y cuando vemos los cuadros que ofrece una situación tan continuada é insos-
tenible; cuando olmos el clamor de los que luchan sin descanso contra elementos
tan múltiples y diferentes; cuando notamos la pertinacia de unos guerreros que
no dan tregua n i cuartel, aunque se les venza cien veces; cuando pasan los años
y las épocas sin la trasformacien tan necesaria á benéficos y beneficiados, ¿ha-
bremos de abandonar la empresa por su magnitud y nuestra impotencia? No, y
mil veces no; debemos sí, con energía, lanzarnos al estudio profundo de nuestra
situación y emprender la tarea de reivindicar nuestros derechos por cuantos ca-
minos legales encontremos.

Ahora que la revolución, destruyendo leyes, costumbres y principios que no


han dado de sí cosa buena, se propone construir sobre las ruinas del pasado un
edificio social enteramente nuevo y conforme con el grado de cultura que las n a -
ciones han alcanzado en este siglo; ahora que principios, leyes y costumbres son
lo contrario de la época anterior y mudan la faz de España; ahora que libremente
se va á discutir la suerte futurade las instituciones sociales; ahora que la nación,
saliendo de su inércia habitual, se va á constituir por sí, legislando lo convenien-
te, justo y viable; ahora que todo se trasforma y vivifica; ahora que todas las fuer-
zas vivas de la sociedad van á contribuir con su inteligencia á la construcción dul
más gigantesco de los edificios; ahora, y nunca mejor que ahora, es preciso que
la farmacia española salga al palenque público, se mueva, se agite, influya, ilus-
tre, muestre sus razones, sus desgracias, sus anomalías, sus derechos, suar de-
beres, su existencia, su objeto, sus medios, su fin; si es que quiere regenerarse,
trasformarsc, constituirse con solidez y ocupar el puesto que la correspon-
ESPAÑOLA..

da en el nuevo orden do cosas, en la nueva fisonomía, en la nueva era, en la


distinta vida, en el opuesto rumbo que emprende la nación, en uso do su
autonomía.
Sabido es, comprofesores, que en las trasformaciones radicales, en los sa-
cudimientos, en la revolución, aquel que más trabaja más logra, aquel que se duer-
me queda postergado, al que no se mueve nadie le divisa, ni es posible atender-
le cuando tanto y tanto es preciso construir y nada pide. Manos á la obra,
que en las nuestras está el porvenir; de los esfuerzos aunados depende el
que la metamorfosis farmacéutica se realice mejor; y si nos dormimos, no hay
que esperar que vele por nosotros el público, á quien y a conocéis; n i los Gobier-
nos que no os conocen.
Llegó la época en que podemos esperar mucho del Gobierno, porque la revo-
lución destruye para construir y se propone reparar las injusticias, los atropellos,
las arbitrariedades; pero no puedo hacer nada el Gobierno sin que se le plantee
la cuestión, se le ilustre, se le indiquen los medios, se le haga ver clara, como
la luz del dia la razón que nos asiste, para pedir con insistencia el amparo de
unos derechos inalienables, de unos derechos cuya privación es de la mayor
trascendencia para la humanidad.
No es sólo el Gobierno el que ha de hacernos felices, aunque pudiera hacer-
lo, adhiriéndose al humanitarismo y planteando la doctrina que nosotros vamos
á proclamar y sostener: nosotros tenemos en la mano los medios do complemen-
tar aquello que no quieran ó no puedan hacer los directores de la cosa pública,
con la libertad de asociación.
Podrá negársenos todo lo que procuremos; pero podremos convenir en obrar
colectiva é individ-ialmente, como nos convenga.
E n suma: es preciso que asistamos resueltamente á la trasformacion que so
opera, que nos coloquemos á la altura que marca el progreso en España, y esa es
la tarea que se impone LA FARMACIA ESPAÑOLA en su parte profesional, en combi-
nación con La Humanidad, periódico político, de la misma propiedad y d i -
rección.
Que tenemos que trabajar por medio de la política, para que la Farmacia ocu-
pe en el nuevo órden de cosas é instituciones, su sitio correspondiente, es induda-
ble; como lo es también que sin un periódico político, centinela constante, nues-
tra voz se perdería en el vacío, no la oiría nadie, no impresionaría, ni la prensa
política discutiría los problemas que hemos de plantear nosotros, los farmacéu-
ticos, conocedores del terreno que se labra, siembra y cuya cosecha hemos de
recojer.
Necesitamos periódico profesional y periódico político en esta época de edi-
ficación; profesional, para ponernos de acuerdo en lo que hemos de exigir y para
lo que dependa de nuestras decisiones profesionales, además del objeto cientí-
fico; y político, para exigir con medios poderosos, con fuerzas políticas, con
nuestro influjo y nuestra parte en la soberanía de la nación, logrando de ese
modo cuánto sea justo, viable y conveniente.
Grandes medios se presentan de reivindicar nuestros derechos, ó inmenso es
el trabajo que nos proponemos con dos publicaciones tan importantes. Animo
nos sobra y al trabajo no tememos, puesto que nos resignamos á estar en acti-
vidad constantemente, cualquiera que sea la gratitud ó ingratitud de la clase
que nos cuenta en su seno.

IV.

Hinll«PoASi»?-0ra la Cún(?ucta que seguiremos y los principios que han de presi-


an a las soluciones que intentamos plantear v resolver.
o r i V n n ^ S f ^ 1 0 - GC?CRAL C?: SÜS"TÜ1R EL HUMANITARISMO Á LA KSPEGÜLACIOS; CS
U4r, que la institución farmacéutica, realice su objeto, que es llevar opurtuna ó
L A FARMACIA

integramente el auxilio de la farmacia á donde quiera que se demande, sin que


encuentre obstáculos el demandante, sin que éste los presente al farmacéutico;
sin lucha, escatimacion, mala fé, cálculos, competencias, arbitrariedades, des-
denes é ingratitud entre público y profesores, ni estos entre si.
Todos los medios que conduzcan á este objeto, merecerán nuestro apoyo; así
como los que tiendan al contrario, nuestra reprobación.
Uno de los medios que propondrémos para conseguir el objeto, para que el
principio presida al ejercicio de la farmacia, será el planteamiento de m cuerpo
ae Sanidad civil, con personal á propósito para acudir lo más oportunamente po-
sible, á las necesidades sanitarias que ocurran, desde la aldea á la ciudad, desde
la cboza del pastor al palacio del monarca. Todo será previsto para que elpíiblico
y los profesores no puedan abusar, cual se bace con el sistema actual; para que
el desvalido no carezca de auxilio y el profesor subsista con el decoro que su po-
sición, importancia y servicios requieren.
Si nuestro principio fundamental se desecha, porque el Estado y l a nación
cierren los ojos á la luz que presentaremos, ó porque los farmacéuticos no quie-
ran variar de rumbo tan pronto como deseamos; no por eso dejaremos de insistir
uno y otro dia hasta lograr el humanitarismo, á la vez que dirijamos nuestros es-
fuerzos á invalidar lo posible la especulación y aumentar progresivamente la ten-
dencia humanitaria; convencidos como estamos teórica y prácticamente de que
especulando los profesores con el público, y éste con los profesores, no puede ha-
ber armonía, integridad, reposo, ni las virtudes que deben presidir entre benéfi-
cos y beneficiados, tratándose de un auxilio tan delicado como el que presta la
institución farmacéutica, cuando encuentra franco el camino.
Este principio que proclamaremos con entusiasmo y energía, sosteniéndole
hasta donde alcancen nuestras fuerzas, formará el fondo del criterio que presida
á la redacción de LA FARMACIA ESPAÑOLA; pero nuestra conducta dará paso á otros
principios que los farmacéuticos exhiban, buscando el bien de los profesores y la
integridad científica, que es el mejor galardón de la farmacia.
Hemos de esponer doctrina para discutir y que se discuta; hemos de plantear
numerosos é importantes problemas, resolviendo después de la discusión; sabe-
mos que hay varias escuelas con sus medios ó reglas de conducta, y es preciso
que haya una fórmula que diga su última palabra, que termine las discusiones y
que nos obligue á obrar en consonancia para que la uniformidad presida á la mar-
cha de los farmacéuticos españoles. Pues bien, para el mejor acierto, sólo puede
proclamarse la soberanía farmacéutica, y como ántes de pronunciar el fallo, la co-
lectividad, ha de haber discusión á m p l i a y solemne. LA FARMACIA ESPAÑOLA tie-
ne abiertas sus columnas á todos los contrincantes de buena fé, á los que sin
egoísmo, sin doblez y sin malas artes, quieran discutir en pró de sus ideas, sean
las que quieran, y terciaremos siempre que nos sea posible, á fin de que se inves-
tigue y se encuentre esa fórmula mas adecuada, racional, conveniente y viable
que coloque á la institución y á los farmacéuticos en su propia esfera y sin el
escándalo de la lucha á muerte entre público y profesores, estos entre sí y con
las autoridades estraviadas.
Plantearemos la gran cuestión de la suerte de la farmacia en la nueva faz que
ofrece el país que ha reivindicado su autonomía y deslindaremos lo que compete á
la nación como soberana de sus actos y lo que compete á la farmacia como sobe-
rana de los suyos; estableceremos las relaciones de una y otra soberanía, para
conseguir un acuerdo mútuo y marchar armónicamente al fin de la institución,
que es lo que debe proponerse el farmacéutico conocedor de lo que vale, y la na-
ción cuando sepa apreciar sus verdaderos intereses.
Aquello que la soberanía de la nación ha de resolver, es preciso llevarlo á las
Cortes constituyentes, y llevarlo estudiado, decidido, buscando campeones que
esperamos encontrar en el seno de la representación nacional, á quienes darémos
cuantos pormenores necesiten, para que, viendo la buena fe, el desinterés, la con-
veniencia, la justicia y la equidad, no vacilen un momento los reprentantes del
pueblo en conceder lo que ha de ser útil á sus representados, entre los cuales s
cuentan los farmacéuticos.
Ns es un privilegio gracioso lo que vamos á procurar, y por tanto debemos
ESPAÑOLA. 9

conseguir una solución que va encaminada á la armonía de las instituciones so-


ciales y al bien general que busca la revolución.
Lo que de nosotros dependa, en nosotros está; y no omitirémos medio para
que ni un sólo farmacéutico deje de contribuir al éxito de la empresa.
Ahora bien; á la indiferencia de los unos y al egoísmo de los otros; al estravio
de los apasionados y al desfallecimiento de los que han sufrido desengaños; á la
mala fe de los ménos y á la flojedad de los tibios; al aislamiento general y á la
modestia escesiva, es indispensable que suceda la acción más sincera, la concien-
cia de la dignidad y deberes profesionales, el renacimiento del entusiasmo, la
sinceridad y buena fe, el valor de las convicciones, la vida pública, la exhibición
de las conquistas individuales y, en una palabra, el movimiento, que es la vida;
el trabajo, que es la riqueza; la acción permanente, que logra cuanto cae bajo el
dominio del hombre.
Nosotros nos ofrecemos al trabajo, á la actividad constante; pero ¿qué podre-
mos lograr sin la ayuda de todos y cada uno? Por mucho que nos esforcemos,
será estéril cuanto hagamos si nos faltan el apoyo, la energía, los consejos y la
vida de esos farmacéuticos que sufren con resignación sorprendente, la contra-
riedad más incomprensible.

V.

Basta lo dicho en la parte profesional, y entremos en el plan científico que nos


proponemos seguir en una de las secciones que ha de constituir, LA FARMACIA ES-
PAÑOLA.
" Existiendo varios periódicos que se ocupen de la farmacia, profesional ó cien -
tíficamente, daremos revistas críticas de los trabajos de la prensa farmacéutica,
para que LA FARMACIA ESPAÑOLA presente constantemente la fisonomía de la far
macla y todos puedan estar al alcance del movimiento general de la clase.
Las daremos igualmente de la prensa farmacéutica extranjera, sin olvidar lo
que en el país y fuera de él se escriba de las ciencias auxiliares.
Publicaremos artículos originales de farmacia y ciencias auxiliares, intentan-
do ventilar cuanto esté al alcance de nuestros escasos conocimientos, y promo-
verémos industrias, como la del opio español y otras análogas, publicando cuanto
la práctica aconseje con el ojeto de que el profesor laborioso obtenga recompen-
sa en sus trabajos.
Cuanto los profesores, por su escesiva modestia tienen sin publicar, valiendo
inmensamente más que los originales de la prensa extranjera, que tanto ruido
meten y tan poco valen en general, se publicará en nuestras columnas, recibien-
do el premio que se merezcan y sea compatible con nuestros fondos, siempre
que nuestras escitaciones y nuestras patrióticas miras, consigan sacarlos del ol-
vido en que sus autores les han tenido.
Si la empresa dispone de medios, propondremos premios sobre puntos impor-
tantes de la farmacia, á quien mejor Uenáre los estremos que se determinen.
L a agricultura, las artes y la industria ocuparán nuestra atención, en cuanto
se roce con los ramos de la ciencia que constituyen la farmacia; pues siendo el
farmacéutico un consultor omnibus en los pueblos, nada se perderá por ponerle al
alcance de todo lo que se pueda, y es fácil que saque algún provecho en intere-
ses y consideración.
Cuantos descubrimientos científicos lleguen á nuestra noticia, ocuparán su
puesto en LA FARMACIA ESPAÑOLA, para lo que pueda coavenir á los farmacéuticos.
L a cuestión de enseñanza farmacéutica se ventilará cual corresponde, y tratare-
mos de que el estudio de la farmacia se complemente, evitando caprichos de otra
época.
10 L A FARMACIA.

VI,

E l comercio de droguería, eu manos imperitas, no está conformo con las exi-,


gencias científicas al farmacéutico, pues, aunque con objeto distinto, el drogue-
ro maneja empíricamente sustancias, cuyo uso exije en el profesor de farmacia
todo su celo para evitar consecuencias fatales en la terapéutica, y en las drogue-
rías se despachan sin precauciones y sin temor, esponiéndose ámil contingencias
que recaen en el desvalido. Los materiales de la farmacia no deben en manera
alguna ser manejados sino por farmacéuticos, y no deben confundirse con los
materiales de las artes y la industria. Además, por causas que algún dia indicare-
mos, está completamente desmoralizado el comercio de drogas y, salvo escepcio-
nes honrosas, puede decirse que siempre se da gato por liebre. No se crea que es-
tando la mayor parte de los géneros adulterados, existe baratura, pues al precio
corriente pueden darse con buena garantía productos inmejorables, y viene á re-
sultar que, seducidos por una economía aparente, estamos siendo rico filón, es-
plotable á su voluntad. No basta el que nos prestemos á u n a ganancia escesiva, s i -
no que al público se venden productos, los cuales, aún cuando sean muy malos,
se dan más económicamente que á los farmacéuticos, estableciendo competencia
en baratura, defraudando sus derechos al farmacéutico y engañando al crédulo
seducido por una economía gue le resulta gravosa y nociva.
A este ramo debemos dirigir una atención constante, buscando los medios de
sacar de las manos de aquellos empíricos las sustancias medicinales: 1.a para
evitar la inmoralidad que raya en escándalo; 2.a para obtener por el mismo pre
ció, productos verdaderos; 3.a para ser productores y cultivadores concurrentes
álas droguerías farmacéuticas; y 4.a para que si se pusieran por cuenta de la colec-
tividad centros de productos, invertir las ganancias en la beneficencia farmacéu-
tica; en atender á las desgracias y fallecimientos de los consumidores, cuyos
proyectos presentaremos a la clase.
Én último resultado, droguerías farmeéuticas existen y á ellas debemos exigir
ventajas positivas en bondad y baratura, á cambio de nuestro alejamiento de las
droguerías que no tengan á su frente un farmacéutico responsable, y la concur-
rencia á las que lo tienen y responden de la bondad de los productos.
Campo inmenso se presenta en la cuestión de droguerías, y algo debe pedir-
se al Gobierno estando en nosotros lo principal.

YII.

Concluimos dando á los farmacéuticos la seguridad de dirigir constantemente


nuestra acción, en adquirir ventajas morales, intelectuales y materiales á la far-
macia española; presentar su fisonomía, marcar su progreso, facilitar su engran-
decimiento y velar á todas horas, para que los eternos enemigos de una institu-
ción tan humanitaria é imprescindible no invadan un campo que no les pertenece,
v exista sin interrupción la armonía del público y profesores, garantizando los
derechos y deberes de ambas partes, necesarias para bien de la pátria, de la hu-
manidad, de la ciencia y de la profesión.
Ya hemos dicho que el humanitarismo es el principio que ha de inspirar nues-
tra pluma, el norte que ha de guiarnos al formar criterio de las cuestiones que
salgan al palenque público, el móvil d 3 nuestra conducta eula prensa, la luz que
os ilumine para investigar lo más oculto, el áncora de salvación en el naufragio
ESPAÑOLA. 11

que corre la farmacia; y para que no quede la más ligera duda de nuestras nobles
intenciones y de que es el principio fecundo en la trasformacion que ha de sufrir
la conducta profesional, indicaremos á grandes rasgos que es el humanitarismo
el que nos sirve de bandera.
La institución farmacéutica obedece á un fin social que se reduce á la aplica-
ción de los fenómenos naturales en la organización de los cuerpos, para obtener
el equilibrio perdido, cuya falta prolongada puede ocasionar la muerte del ser or-
ganizado. E l farmacéutico, conocedor de esos fenómenos en los cuerpos que ma-
neja, es el único apto para colocar los agentes naturales en disposición de que,
aplicados al organismo, ejerzan la inñuencia que sus circunstancias determinan.
E l paciente es el que motiva la aplicación. E l médico dirijo esta misma aplica-
ción. L a familia es el agente que relaciona al médico, al farmacéutico y al pacien-
te. L a sociedad es la reunion de esas familias. E l Estado es el cuerpo po-
lítico de la nación, la nación misma, el ente moral é intelectual que dirijo la ac-
ción colectiva. E l Estado, la sociedad y la familia no puede ménos de interesarse
por el paciente, puesto que el enfermo y el sano cambian de situación á todas
horas y no hay individuo que esté asegurado de enfermedades. E l farmacéutico
y el médico han de interesarse por el paciente, puesto que á él se han consagra-
do. Tenemos, pues, que interesándose todos por el enfermo, aman á sus semejan-
tes, ejercen el humanitarismo, son amantes del bien que buscan para el des-
graciado.
¿Habrá quien dude en qué consiste el humanitarismo en farmacia? Habrá
quien afirme que se puede ejercer el humanitarismo con la forma que hoy
se ejerce la farmacia? Mientras haya obstáculos que vencer por parte del
farmacéutico y por parte del público, el auxilio será imperfecto el huma-
nitarismo no se practica: cuando los obstáculos desaparezcan de una y otra
parte,, el humanitarismo s^rá un hecho y con él se observarán las conse-
cuencias. ¿Cómo se ejerce el humanitarismo en Farmacia? Extinguiéndola
forma y fondo comercial. ¿Cómo se extingue esa forma? Con sólo querer la
nación en uso de su soberanía y el individuo en uso de la suya. Entóneos el
farmacéutico, ¿dónde ve su recompensa? ¿dónde tiene los medios para ejercer?
Cosa muy sencilla. E n los materiales que se le darán, cualquiera que sea su coste
pondrá su aptitud y su acción, y se le dará también un sueldo fijo, infali-
ble con escalas ó sin ellas; se le revestirá de respeto, de la libertad é i n -
dependencia compatibles con su deber; se le mirará como á un sacerdote
consagrado á la religion que motiva la salud del cuerpo, y auxiiliará sin
obstáculos y le pedirán auxilio sin que en él se encuentren. A eso se re-
duce el humanitarismo en farmacia, á ese fin obedeceremos, y si nuestra fór-
mula no es conveniente, viable, ni justa, adoptaremos la que lo sea, ini-
cíese por quien se inicie,
En cuanto á legislación especial, sanitaria y de beneficencia que engrane
con el sistema nacional que. las Córtes constituyentes determinen, ínterin
no veamos la forma de Gobierno que se elijo entre las dos que están en
problema, no podemos decir nada en concreto: lo que sí haremos es, iniciar
una información general de pueblos y profesores, que nos dé la- clave de
la solución práctica; pues ántes que al triunfo de las opiniones particulares
debemos atender á los resultados positivos en pró de nuestros comprofesores
que gimen en la desgracia, y si, como esperamos, las aspiraciones generales
están conformes con nuestra humilde opinion, muy grato nos será desenvol-
ver en proyectos do ley, los principios que nos insiiiran. Huiremos si, de lo
anómalo, de lo odioso, de lo injusto y de lo indigno: buscaremos lo natural,
que conduzca á la armenia; lo útil, que nos engrandezca; lo necesario, que
sirva de base Arme en el porvenir.
12 LA. FARMACIA

VIIL

Ahí:; tienen nuestros comprofesores el prospecto de LA FARMACIA ESPNAOLA


para que recapaciten. Si nos creen de su confianza, que acudan á nosotros
con paso firme y voluntad decidida á empezar una campaña periodística tan
activa como nunca se conoció; y si por el contrario desconfian de nuestros
propósitos ó d é l a causa que á todos interesa, sigan en su aislamiento y nos
retirarémos al campo científico, segaros de que no hay salvación para la
Farmacia.
Madrid 25 de Noviembre de 1868.
PABLO FERNANDEZ IZQUIERDO.

NOXXGXAS VAHXAS.
LA FARMACIA ESPAÑOLA , a l aparecer en el estadio de l a prensa
farmacéutica, saluda fraternalmente á todos sus colegas de Madrid
y provincia, disponiéndose á compartir con ellos el ímprobo tra-
bajo de obtener ventajas morales, intelectuales y materiales que
redunden, á l a par que en beneficio de los profesores, de l a ciencia
nuestra madre, de l a humanidad doliente nuestra bija predilecta y
de l a nación que nos cuenta en su seno.
Contribuyendo con nuestras escasas fuerzas, más con volun-
tad indomable, á ilustrar l a opinion délos profesores sobre las gran-
des cuestiones que habrán de presentarse en l a nueva era de la so-
ciedad y l a farmacia, llenaremos por completo las aspiraciones,
nobilísimas que nos ban traído á la arena periodística.
i Viva l a farmacia con la bonra y dignidad que se merece y l e -
vántese tan alta como l a nación, que ha sabido sacudir el yugo de
los tiranos!
LA REDACCIÓN.

Ya saben los farmacéuticos que el periódico político LA HUMA-


NIDAD ba sido fundado para que sirva de medio entre l a sociedad,
el Gobierno y los profesores, en la gigantesca empresa de estable-
cer l a armonía sanitaria que no se ba conseguido a ú n con tantos
años de lucha.
Intentándolo en una época de edificación, cuando se ha destrui-
do lo que ántes existia, es fácil que se logre alguna ventaja para
el porvenir.
E l precio de LA HUMANIDAD es 20 rs. el trimestre, siendo la
misma empresa que LA FARMACIA ESPAÑOLA.
ESPAÑOLA. 13

Tenemos entendido, que por el ministerio de Fomento se ha dis-


pensado el estudio del año preparatorio de ciencias, á los alumnos
de farmacia que empezaron la carrera de esta facultad, después de
seis años de segunda enseñanza. A los que no se hallen en este
caso se les permite simultanear con las asignaturas precedentes al
grado de bachiller, si estaban matriculados en farmacia; y si no
deberán cursar ántes las materias que comprende dicho año pre-
paratorio. Según los estudiantes de farmacia se les ha dado pala-
bra de suprimir el preparatorio por este año, á todos los que em-
piecen l a carrera.
Francamente, no acertamos qué idea se lleva el Sr. Ministro en
una supresión tan injustificada. E l año preparatorio que compren-
de l a historia natural y la quimica, que debiera comprender l a
física, es la base d é l a farmacia, base que el Gobierno anterior su-
primid desconociendo su necesidad. Si los alumnos creen que g a -
nan alguna cosa con pasar por alto el preparatorio, a l g ú n dia echa-
rán deménos la falta de conocimientos para comprenderlas asigna-
turas de farmacia y para resolver los numerosos problemas que
surgen en el ejercicio de l a profesión, muy difíciles, cuando falta el
cimiento. Es preciso que sepan, para no obrar tan de lijero, que el
estudio de l a facultad consta de dos partes: 1.a historia natural y
química como ciencias; y 2.a aplicación de la historia natural y
de l a química á l a farmacia.
Desconociendo l a ciencia, ¿pueden comprenderse sus aplicacio-
nes? No, y m i l veces no. Conociéndola ciencia, ¿será difícil aplicar-
la? Es l a cosa más sencilla. Si los tribunales de exámeh emplean el
rigor que requiere l a libertad de enseñanza, la mayor parte de los
que prescindan del preparatorio no podrán probar las asignaturas
de aplicación, y entóneos los alumnos habrán perdido un tiempo pre-
cioso. Sea que el estudio se haga privadamente, sea que se asista á
las cátedras, sólo conseguirá el estudiante una confusion lastimosa.
Si el ministro hace caso de las exigencias de los alumnos que
desconocen el valor de las asignaturas y complace á las peticiones
particulares, l a libertad de enseñanza será un caos.
Bien comprendemos que todo lo dispuesto ahora es provisional,
y que las Cdrtes, con mayor suma de datos, establecerán de una
vez las asignaturas que hayan de estudiarse.
^ Dispuestos estamos á tratar la cuestión de enseñanza con l a am-
plitud que se merece, á fin de que en lo sucesivo los que se hagan
farmacéuticos reúnan el caudal de ciencia imprescindible á l a ins-
titución de l a farmacia.
Reprobamos l a supresión del preparatorio y aconsejamos al as-
pirante á farmacia, que le estudie a ú n cuando no se le obliga.
14 L A FARMACIA

Leemos en E l Restaurador Fanmcéutíco'.


«Abandono. Sabemos que sólo se han presentado dos opositores
á las plazas de farmacéuticos de la Beneficencia provincial, de los
siete que habian firmado, y cuyos ejercicios dieron principio el dia
5 del actual. Nos lia llamado l a atención que ninguno de los
interesados se haya acercado alHospitálni á las jueces, á preguntar
cuándo daban principio estos actos, y que no hayan visto el anun-
cio inserto en la Gaceta del dia 2 del comente.»
Sentimos empezar por no estar conformes con nuestro colega en
la calificación de abandono que hace al acto de retirarse de la opo-
sición cinco de los firmantes.
E n primer lugar, después de un período tan largo como el que
ha mediado desde la convocatoria hasta l a oposición, debia haberse
dado más publicidad que en l a Gaceta, al anuncio de llamada; pues
cuando se suspende indefinidamente un acto tan importante, está
descuidado el opositor y aún cuando l a ley nada preceptúa, moral-
mente el tribunal está obligado á dirigirse á los opositores y no
fiarse en l a Gaceta, que no siempre está á disposición del individuo
enlos puntos de residencia; en segundo lugar si el opositor habia
de estarse en Madrid, hasta que al tribunal acomodase empezar los
ejercicios, calcúlese los gastos que l a última oposición acarrearía
al farmacéutico, que teniendo oficina en un pueblo, l a abandonase ó
pusiera un rejente por tener que ir á preguntar de cuando en cuan-
do; en tercer lugar desde el anuncio en l a ( j ^ e ^ del dia 2,, hasta
los ejercicios el dia 5, no deja de tener tiempo el opositor de pro-
vincias para arreglar sus negocios y acudir á l a cita; en cuarto l u -
gar cinco opositores retraídos y otro más que se retird a l principio,
son seis opositores, número igual al que habia de resultar sin plaza.
Nosotros que tenemos que ocupamos del fondo y de l a forma de
las oposiciones en farmacia, por lo mismo que hemos sido oposito-
res, probaremos en su dia, que éste, al parecer abandono, es un i m -
pulso digno de imitación, hasta que haya una metamorfosis comple-
ta en los medios de probar la aptitud los que aspiren á las plazas
farmacéuticas. Por hoy bástalo dicho, sin que por esto cvesk M Res-
tensor, que censuramos sus apreciaciones, hijas sin duda del
buen deseo. LA FARMACIA ESPAÑOLA será esplícita en todo, y velará
constantemente por el engrandecimiento de los profesores, y por el
brillo de la institución.

Del mismo perio'dico tomamos la siguiente noticia, que á l a ho-


ra en que escribimos estas líneas, no sabemos oficialmente: «Satisfa-
cion. La tenemos al participar á nuestros lectores que, según noti-
ESPAÑOLA. 15

cias, nuestro comprofesor D. Pablo Fernandez Izquierdo, ha sido


premiado con medalla de oro por los productos que presentó en la
Exposición Aragonesa. Le felicitamos cordialmente, y deseamos
que para honra suya y de l a clase, continúe dedicándose á l a ob-
tención de tales productos, en especial del dpio en crecida cantidad,
para ofrecerlo á los demás farmacéuticos.»
Agradecemos en el alma la felicitación E l Restaurador, aco-
jemos con júbilo una noticia tan inesperada, y prometemos, que no
obstante las dos publicaciones que están á nuestro cargo, en vez
de ir á veranear al extranjero, buscaremos el descanso en l a con-
tinuación de los ensayos del ópio y demás productos de l a adormi-
dera, hasta lograr que los farmacéuticos españoles no consuman
otro ópio que el indígena, ya le obtengan en su localidad; ya se
encarguen varios comprofesores de obtener para todos; ya tengamos
que abarcar nosotros el cultivo en grande escala. Publicaremos l a
memoria presentada á la Exposición y no nos reservarémos con-
quista alguna que hagamos en el cultivo de la adormidera y ob-
tención de sus productos. Por de pronto, tenemos hecha una siem-
bra de doce fanegas de terreno y esperamos obtener tres ó cuatro ar-
robas de ópio que estarán á disposición de los farmacéuticos de
España.
Escrito lo anterior, recibimos carta de un comprofesor de Zara-
goza, que nos dice haber sido propuesto nuestro director por unani-
midad, para la medalla de oro y para sócio de mérito de la Sociedad
Económica Aragonesa de Amigos del País.

Del Restaurador Farmacéutico, copiamos lo siguiente:


^Farmacéutico incansable. Acaba de ver l a luz pública un
nuevo periódico político, titulado L a Humanidad', en el cual apare-
cen suscritos los principales artículos por el entusiasta compañero
Sr. Fernandez Izquierdo. Le deseamos buen acierto en la manera
de exponer sus sanas doctrinas, fundadas en el principio liberal, y
un éxito satisfactorio en l a recompensa que merece tanta abne-
gación.
Gracias damos á nuestros amigos por el interés que manifies-
tan hácia una publication que si adquiere vida, l a pone á disposi-
ción de los farmacéuticos de España, para que sirva de medio en-
tre los profesores, el Estado y la nación, de conseguir ventajas
morales, intelectuales y materiales, á unos y otros, de impedir la
arbitrariedad erigida en sistema con cuanto se relaciona con el ra-
mo sanitario, y de reivindicarlos derechos que se escatiman, se
merman y aún se niegan á lo? individuos de la ciencia de curar.
16 L A FARMACIA

Si nuestros esfuerzos no lográran l a permanencia de L a H u -


manidad, en el estadio de l a prensa, habremos cumplido con el de-
ber ante nuestros comprofesores.

CONDICIONES MATERIALES.

LA FARMACIA ESPAÑOLA, se publicará los dias 6, 13, 18, 24 y último de cada


mes, en la misma forma que este prospecto, desde Enero del próximo año.
Los anuncios de plazas y oficinas, que ocuparán la última plana, serán grátü
para los suscritores, y á precios convencionales para los que no lo sean.
Se publicarán en la última hoja anuncios de productos químico-farmacéuticos,
aparatos y utensilios, y en fin, cuanto tenga relación con la farmacia y ciencias
au xiliares, sin que falten las obras que se publiquen ó hayan publicado, á precios
con menciónales, y gratuitamente las producciones farmacéuticas, si se nos remite
un ejemplar, en cuyo caso, podremos hacer el juicio critico.
Precio del periódico: 40 rs. al año, 32 al semestre y 12 al trimestre en toda
España, adelantados.
Si algún farmacéutico, por circunstancias especiales, no puede subvenir e l
coste del periódico, se le remitirá grátis, con solo que pase un aviso.
Se suscribe dirigiéndose á la administración, con libranzas del giro mútuo ó
con sellos de franqueo, aumentando en éste último caso, el 4 por 100 de pérdida.
L a administración está, por ahora, en la calle de San Vicente Alta, n ú m . 18,
farmacia de D. José Sanchez.

ANUNCIO.
Se enagena la oficina de farmacia, situada en Navalcan, propia del Director
de este periódico. Reúne 700 vecinos, sin competencia, produce mas de 2.000 es-
cudos. Dista cuatro leguas de Talavera, 16 de Toledo y 24 de Madrid. Está acre-
ditada y surtida.
Dirigirse á la administración de LA FARMACIA ESPAÑOLA.

MADRID: 1668.

IMPRENTA DÉ EDÜARDO ZAFRA , Gomáera baja de $. Pahlo, núm. 47.

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