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T ítu lo o rig in a l: Dialogues concerning Natural Religion ( 1779)

Prólogo
Antes de entrar con algún detalle en la historia editorial de
estos Diálogos y en un breve análisis de los que, a mi juicio,
deben considerarse como temas principales del libro, se
ría oportuno advertir que el término «religión», tal y como
Hume lo emplea, puede recibir, por lo menos, dos significa
dos diferentes. En primer lugar, podría asimilarse a lo que so
Diseño de cubierta: Alianza Editorial lemos entender por teología natural y habría que definirlo
como «la ciencia de Diosr adquirida mediante el uso natural
de la razón». Religión natural y teología natural serían, pues,
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que
expresiones equivalentes. Pero, junto a este significado, la pa
establece penas de prisión y/o multas, además de las correspóndientes indemnizaciones labra «religión» es utilizada por Hume para expresar lo que
por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunica comúnmente se ha venido llamando el «sentimiento religio
ren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su trans
so»: el particular modo de ser de aquellas personas cuya in
formación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o co
municada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. terpretación del hombre y la naturaleza se funda, en última
instancia, no tanto sobre los hechos que este mundo mues
tra, como las promesas que este mundo esconde. La religión,
© Carlos Mellizo, 1999
© Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1999 en estos dos sentidos, es el asunto al que se refiere el presente
Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madrid; teléf. 91 393 88 88 escrito.
ISBN: 84-206-3528-6 Lo más probable es que los Diálogos sobre la religión na
Depósito legal: M. 18.055-1999
Impreso en Anzos, S. L. - Fuenlabrada (Madrid) tural fuesen compuestos hacia 1751, poco antes de haberse
Printed in Spain
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8 CARLOS MELLIZO PROLOGO 9
trasladado Hume a Edimburgo1. Desde esa fecha hasta 1763, su médico, el Dr. John Pringle, residente en Londres. Por ca
el libro fue leído por varios amigos del autor, los cuales le sualidad, Adam Smith y Hume coincidieron a mitad de cami
aconsejaron no publicar la obra, a fin de evitar un posible es no en una posada de viajeros. Y enterado Smith de la cláusula
cándalo y una violenta reacción del público y de la crítica. testamentaria por la cual se le encomendaba la publicación
Los Diálogos permanecieron, pues, inéditos, y Hume decidió, de los Diálogos, insistió una vez más en que el libro no debía
en principio, no gestionar su publicación. Sin embargo, en editarse y persuadió a Hume para que éste, si así lo deseaba,
enero de 1776, tras denunciarse la enfermedad que habría de tramitase dicha publicación bajo su propia responsabilidad4.
ocasionarle la muerte en agosto de mismo año2, Hume intro El 3 de mayo, algo desanimado, escribe Hume a su amigo
dujo la siguente cláusula en su testamento3: desde Londres5:
Dejo todos mis manuscritos, sin excepción, a mi amigo, el Dr. Adam Mi querido amigo:
Smith, ex profesor de Filosofía Moral en Glasgow, con el deseo de Adjunto le envío una carta formal, conforme a su deseo. Creo, sin
que publique mis Diálogos sobre la religión natural, que forman par embargo, que sus escrúpulos carecen de fundamento [ ...] . Reconoz
te de este legado; es también mi deseo que no publique los m a co, al m ism o tiempo, que sus escrúpulos tienen una apariencia razo
nuscritos que él sospeche que no han sido redactados durante estos nable. Pero mi opinión es que si, después de mi muerte, usted decide
cinco últimos años, y que los destruya cuando lo estim e convenien no publicar nunca esos papeles, los entregue en sobre lacrado a mi
te [...]. Aunque confío plenamente en la fiel ejecución de esta parte hermano y a su familia, con alguna inscripción que diga que usted se
de mi testamento, debido a la sincera e íntima amistad que siempre reserva el poder de reclamarlos cuando lo estime oportuno. Si vivo
ha existido entre nosotros, le dejo (a Mr. Smith), en señal de peque algunos años más, yo los publicaré [ ...] .
ña recompensa por sus m olestias al corregir y publicar esta obra,
doscientas libras que se entregarán inmediatam ente después de la [Carta form al]
publicación del libro. Mi estimado señor:
Después de reflexionar con más cuidado sobre· esa cláusula de mi
En abril de 1776, pocos meses después de hecho el testamen testamento por la que dejo a su disposición todos mis papeles con el
to, Hume abandonó Edimburgo con el objeto de consultar a ruego de que usted publique mis Diálogos sobre la religión natural, me
he dado cuenta de que, a causa de la naturaleza de la obra y de la si
tuación de usted, podría ser impropio apresurarse con dicha publica
1. Después de vivir dos años con su hermano en la casa de campo de
ción. Por tanto, aprovecho la presente oportunidad para reducir dicho
Ninewells, Hume decidió trasladarse a Edimburgo, posiblemente para
estar en contacto con el mundo literario del país. «En 1751», nos dice ruego amistoso. Me conformo con dejar a su entera discreción el m o
Hume en su escrito autobiográfico My Own Life, «me trasladé del campo mento en que usted publique esa pieza, caso de que decida publicarla.
a la ciudad, el verdadero escenario para un hombre de letras» (Mi vida.
Carta de un Caballero a su amigo de Edimburgo, trad. esp. de Carlos Me Con esta rectificación quedaba anulada la cláusula testamen
llizo, Alianza Editorial, Madrid, 1985, p. 17.) taria que podría garantizar una edición futura de los Diálo-
2. Véase, sobre la enfermedad de Hume: Grieg, Leiters of David Hu
me, II, Oxford, 1932, «Letter 257», p. 326. Véase también Mi vida, ed. cit.,
pp. 67-92. 4. Véase: Dialogues concerning Natural Religion, editado y con introduc
3. Register of Testaments, Register House, Edimburgo; cit. en Leiters, II, ción de Norman Kemp Smith, 1947, p. 89.
p. 317. 5. Leiters, //, 522, p. 316, y 522A, p. 317.
10 CARLOS MELLIZO PRÓLOGO 11
gos. Sin embargo, el deseo de publicar el libro hizo que Hume Tres años después de la muerte de Hume, los Diálogos fueron
cambiase de parecer unas semanas más tarde. Y así, el 8 de ju publicados en Edimburgo por su sobrino David. La confian
nio escribe a su amigo y editor William Strahan comunicán za depositada en él por su tío no se vio defraudada, ya que
dole su decisión de dar la obra al público inmediatamente6: ejecutó fielmente su voluntad, siguiendo del modo más cui
dadoso las instrucciones que figuran en el manuscrito8. En la
[... ] En cuanto llegue a Edimburgo, es mi intención imprimir una primera edición no figura, por razones que es fácil suponer, el
pequeña edición de 500 ejemplares, de los cuales regalaré 100. Deja nombre de casa editorial alguna. Sólo el título, la firma del
ré los restantes a su disposición, junto con la propiedad literaria de autor y la fecha de impresión.
mis obras completas, asum iendo que usted no tenga escrúpulo algu
No es necesario decir que la azarosa peripecia editorial de
no, dada su condición de editor. No es necesario que figure su nom
los Diálogos proviene del tema y, sobre todo, del tono del li
bre en la portada. Creo honestamente que ya que Mr. Millar, usted y
Mr. Cadell patrocinaron la Investigación sobre el entendimiento hu
bro. En la actualidad, un crítico de Hume se ha referido a sus
mano, no hay razón por la cual debieran ustedes albergar escrúpulo
escritos sobre religión calificándolos de ser «sistemáticamen
alguno respecto a la publicación de estos Diálogos. te irreverentes; burlones; irónicos»9. No hay duda de que tal
es la primera impresión a que da lugar la lectura de varios pa
Habida cuenta de que Hume falleció el mes de agosto del mis sajes de los Diálogos. Sin embargo, creo que no es justa la
mo año, estos trámites y disposiciones de última hora referen apreciación de A. E. Taylor cuando afirma que Hume carecía
tes a la publicación de la obra muestran el enorme interés del de un mínimo interés vital por los asuntos que, en un amplio
autor en que los Diálogos no se sumergiesen en el olvido. La sentido, podrían considerarse religiosos10. Cuando menos, es
salud de Hume, cada vez más precaria, hizo que su propósito arriesgado reducir la atención que Hume dispensó a estas
de imprimir el libro estando él en vida fuese un empeño im cuestiones a un nivel de mera curiosidad culturalista. Para ser
posible. El 7 de agosto, ya en vísperas de su muerte, Hume claros: si es verdad que no deben buscarse en Hume las notas
hace un último y desesperado intento por asegurar la edi que caracterizarían una obra de filosofía cristiana, es posible,
ción postuma de la obra. Entregando el manuscrito a William no obstante -como puede comprobar el lector de los Diálo
Strahan, añade esta última recomendación testamentaria7: gos-ydescubrir una seria preocupación del filósofo por los te
mas básicos que están presentes en todo sistema de ideas o de
Deseo que mis Diálogos sobre la religión natural se impriman y pu creencias religiosas: el origen del orden en el universo; la po
bliquen antes de que transcurran dos años a partir de la fecha de mi sibilidad de una teología natural; el problema del mal en el
muerte [...]. También ordeno que si mis Diálogos, junto con el relato mundo; la condición y el destino del hombre.
de mi vida, no se publicasen, por la causa que fuere, dos años y m e
dio después de mi fallecimiento, sean entregados en propiedad a mi
sobrino David, cuya obligación de publicarlos, al tratarse de satisfa 8. Véase: Norman Kemp Smith, op. cit., p. 96.
cer un ruego de su tío, será aprobada por el m undo entero. 9. Véase: Richard Wollheim (ed.), Hume on Religión, Collins Sons & Co.
Ltd., Londres y Glasgow, 1963, p. 9.
10. Véase: A. E. Taylor (ed.), Symposium: The Present-Day Relevance of
6. Leiters, II, 525, pp. 323-324. Humes Dialogues concerning Natural Religion, Aristotelian Society Sup-
7. Leiters, II, p. 453. plementary Volume; XVIII, 1939, pp. 180-181.
12 CARLOS MELLIZO PROLOGO 13
En el excelente estudio introductorio que Norman Kemp la convivencia, del trato social, de la amistad y, simplemente,
Smith incluye en su edición de los Diálogos, hay dos extensos de la vida humana, Hume debía rebelarse contra todo lo que
apartados que se refieren, respectivamente, al ambiente reli significase horror, amenaza y fanatismo. Y es precisamente lo
gioso en que creció Hume, y a la actitud de éste frente a la re que cada religión puede comportar de horror, de amenaza y
ligión en general. No sería impropio, según mi parecer, bus de fanatismo lo que Hume combatió hasta la hora de su
car una posible relación entre estos dos particulares. Hume muerte. Los excesos a que dio lugar esta actitud no se le ocul
vivió en contacto con las enseñanzas religiosas al uso en la tan hoy a nadie; y tampoco, según yo pienso, le pasaron total
Escocia de su tiempo. Kemp Smith nos dice que éstas consis mente inadvertidos al propio Hume14. La Historia, al ser dis
tían en «una versión popular de la doctrina calvinista, en la ciplina que disfruta de una especial habilidad para detectar
que se habían retenido los aspectos más tenebrosos, llegán abusos y recriminar errores, ha hecho que Hume pasase a la
dose incluso, a representarlos de una manera estridente y posteridad como lo que en parte fue: un espíritu polémico,
exagerada»11. Y aunque, según concesión del propio Hume, él llevado a formular afirmaciones temerarias que alarman, que
aceptó el calvinismo en su juventud12, no tardó en experi sorprenden y que tientan al reproche y al escándalo. Y ello,
mentar un proceso de reacción frente a las doctrinas del pe incidentalmente, ha convertido a Hume en uno de esos per
cado original, la predestinación y el total estado de deprava sonajes con fuerza de símbolo, que unos se esfuerzan a hora y
ción de la naturaleza humana. No es preciso entrar a fondo a deshora por revivir, mientras que otros ponen el mismo
en los escritos de Hume para descubrir cuáles fueron los ras empeño por silenciar.
gos más notables de su personalidad y carácter. Si la humil
dad no pareció ser, ciertamente, su virtud dominante -cir
cunstancia ésta que suele ser común a la mayoría de los Toda exégesis de los Diálogos suscita una pregunta que ha
filósofos y hombres de letras-, puede afirmarse sin necesidad ocupado repetidas veces la atención del estudioso y del críti
de elevarse al panegírico que Hume poseyó un modo de ser co. ¿Cuál de los personajes que participan en la conversación
noble y comunicativo, una natural inclinación a la generosi representa la ideología de Hume? Es claro que el papel de De-
dad y un sentido del humor que fue celebrado por todos los mea queda casi reducido a un mero sorprenderse y escanda
que lo conocieron13. Estas disposiciones, unidas a la enorme lizarse ante lo que sus dos amigos, Filón y Cleantes, van di
capacidad crítica del filósofo, tenían forzosamente que opo ciendo. Sus escasas intervenciones suelen adoptar un aire de
nerlo a toda religiosidad que fuese inspirada por el temor. ingenua «ortodoxia» que tiene su origen en la fe incondicio
Partidario de una moralidad abierta, basada en los valores de nal del personaje. Y aunque en alguna ocasión los razona
mientos de Demea parecen revestirse de un aparato filosófico
11. Véase: Norman Kemp Smith, op. cit., p. 3. que los lleva al plano de discusión establecido por sus ami
12. Véase: Boswell Papers, XII, pp. 227-228 (cit. en The Life of David
Hume, por E. C. Mossner, University of Texas Press, Austin, 1954, p. 34).
13. Un anecdotario exhaustivo sobre el humor de Hume puede encon 14. Por ejemplo, leemos en la Parte XII varias declaraciones de Filón que
trarse en la biografía compuesta por E. C. Mossner que queda citada en la parecen implicar una cierta autocrítica de Hume y una cierta justifica
nota anterior. Además, el trabajo de Mossner es sin duda alguna el mejor ción de su actitud aparentemente irrespetuosa hacia las cuestiones de la
estudio biográfico de Hume que ha aparecido hasta el momento. religión.
14 CARLOS MELLIZO PROLOGO 15
gos, Demea no consigue adquirir la entidad necesaria y su que en lo esencial, y a pesar del giro algo injustificado que no
figura queda notablemente desdibujada. Son, por lo tanto, mucho antes de llegar a la conclusión del libro se opera en el
Filón y Cleantes los encargados de llevar el mayor peso de los ánimo de Filón, el «triunfo» es de este último. Aunque sólo
Diálogos, y es claro que la personalidad filosófica de ambos fuera por el mayor espacio y atención que se dedican a este
no es susceptible de recibir una precisa definición. T. E. Jessop personaje en las páginas de los Diálogos, podríamos deducir
ha señalado el carácter ambiguo de estos dos dialogantes15: que Filón goza, casi enteramente, de la simpatía de Hume.
uno y otro, a pesar de su declarado antagonismo, muestran Hay, además, algunas declaraciones en la correspondencia del
indiscutibles concomitancias, como en seguida veremos. Hay autor que vienen a confirmar esta inclinación17.
planteamientos y criterios de genuino carácter humeano que Si se dejan al margen algunos otros propósitos de carácter
tanto Filón como Cleantes ponen de manifiesto en sus respec secundario, cabría decir que la intención primordial de los
tivas intervenciones. Pero la pregunta queda aún sin res Diálogos es doble:
ponder: ¿Quién es, en definitiva, Hume? La declaración final En primer lugar, la obra está dirigida a criticar los funda
de Pánfilo (el narrador) cuando aventura que quizá son los mentos en que se apoya una demostración de la Naturaleza
principios de Cleantes los que se acercan más a la verdad, no Divina por vía del argumento a posteriori, defendido por
es en modo alguno suficiente para convencer al lector de que Cleantes, y que, según los planteamientos del libro, es el único
ha sido precisamente él quien se ha alzado con la victoria. De que merece un reposado análisis filosófico. El argumento a
hecho, si se ponderan las intervenciones de los dos, es claro priori expuesto por Demea es descalificado por los otros dos
que Filón tenía muchas más cosas que decir que su antago interlocutores. Ambos esgrimen argumentos claramente hu
nista, y que éste, en el fondo, sólo tenía que decir una. Por méanos y unen sus esfuerzos a la hora de echar por tierra la
otra parte, J. Laird ha indicado16que los Diálogos obedecen a tesis racionalista de Demea. Cuanto éste define la Naturaleza
la norma ciceroniana según la cual no cabe atribuir a un dia Divina como algo que existe necesariamente y que lleva en sí
logante en particular la función de representar las ideas y opi mismo la razón de su existencia, Cleantes toma la palabra
niones del autor. Según esto, cada personaje se encargaría de para decir: «Hay un absurdo evidente en pretender demos
desarrollar un punto de vista, y el asunto quedaría en suspen trar un asunto de hecho, o en intentar probarlo mediante ar
so, sin llegar a ninguna afirmación categórica que viniese a gumentos a priori. Nada puede demostrarse a menos que su
resolver el litigio. Si tal era la intención de Hume, es claro que contrato implique una contradicción. Todo lo que podemos
el libro carece del equilibrio necesario para que de sus pági concebir como existente, podemos también concebirlo como
nas se desprenda una perfecta neutralidad. Es verdad que no existente [...]. Por tanto, las palabras‘existencia necesaria”
Cleantes logra, aquí y allí, victorias parciales. Pero parece carecen de significado».
Cleantes, por su parte, propone el argumento a posteriori
15. Véase: T. E. Jessop, Symposium: The present-day relevance of Humes que, en síntesis, podría formularse así: es evidente que se da
Dialogues concerning Natural Religion (Aristotelian Society Supplemen- un cierto orden en el mundo. Ese orden podría, teóricamente,
tary; volumen XVIII, 1939, p. 219).
16. Véase: J. Laird, Symposium: The present-day relevance of Humes Dia
provenir de dos causas distintas: o bien la materia contiene en
logues concerning Natural Religión (Aristotelian Society Supplementary,
volumen XVIII, 1939, pp. 206-207). 17. Véase: Leiters, 1,72, pp. 153-155.
16 CARLOS MELLIZO PROLOGO 17
sí misma un principio secreto de autoordenación, o bien ac nocimiento humano tiene datos suficientes para afirmar que
túa según los principios que le dicta una realidad superior, sólo la mente es capaz de organizar la materia, y si el hecho de
externa a ella. Ambas hipótesis son posibles, consideradas en que tal sea el caso en la pequeña esfera de objetos que caen
abstracto. Pero la «experiencia» cotidiana nos muestra que la bajo nuestro conocimiento nos proporciona una base ade
materia es incapaz de organizarse por sí misma. Las piedras, cuada para pronunciarnos de un modo decisivo respecto al
la madera y el hierro, dejados a merced de las inclinaciones «todo». Y la crítica adquiere su máxima fuerza cuando Filón
que les son propias, jamás podrían organizarse de por sí has señala que todas las inferencias causales que tienen alguna
ta el extremo de constituirse, por ejemplo, en una casa. Ob validez se fundan en la «observación» de la unión constante
servamos, sin embargo, que existen las casas, los barcos, los entre dos clases de objetos. Privados de esa experiencia cuan
relojes y una serie numerosa de productos artificiales. La ex do nos referimos a la relación Dios-Mundo, nos vemos obli
periencia, por tanto, nos dice que, de hecho, los productos ar gados a reconocer que esta posible relación es «particular,
tificiales obedecen a un plan mental, a un designio humano única y sin paralelo alguno». ¿Cómo, por tanto, puede tener
capaz de poner ese elemento organizador que sólo la mente la palabra «causa», aplicada a Dios, un significado humana
puede segregar. Y así, del mismo modo que al ver una casa mente inteligible? No contento con lo que lleva ganado en el
deducimos la existencia de una mente arquitectónica que se debate, Filón hace alarde de sus poderosas facultades dialéc
encargó de construirla, podemos también deducir, por analo ticas, y hasta llega a avanzar un paso más, dando por válida la
gía, la existencia de una Mente Superior encargada de organi suposición de su contrincante, según la cual el Universo obe
zar la totalidad del Universo. dece al plan de una Mente Divina. Suponiendo, pues, que el
El argumento de Cleantes es, en cierto modo, humeano, todo respondiese a los designios de una razón superior, dice
por lo menos en lo que tiene de aplicación del «método expe Filón, también esa razón requeriría, a su vez, otra causa. Así
rimental». A la base de este tipo de prueba opera el convenci pues, o bien nos embarcamos en un proceso in infinitum, o,
miento de que sólo la experiencia puede proporcionarnos admitiendo nuestra ignorancia, nos contentamos desde el
-aunque jamás de modo terminante e irrefutable- algún tipo punto de vista epistemológico con el «hecho» de la naturaleza
de conocimiento acerca de las causas. Si a Cleantes le toca en misma.
los Diálogos desempeñar el papel de «filósofo experimental» En segundo lugar, y ya en las partes finales del libro, los
a ultranza, a Filón le corresponde el de «escéptico especulati Diálogos resucitan el viejo problema del mal. Si hasta aquí la
vo en materia de religión». Pues, concediendo, en principio, conversación había transcurrido dentro de los límites im
alguna validez al método de Cleantes, se niega a extender su puestos por la pregunta sobre el origen y organización «na
esfera de aplicabilidad más allá del ámbito de lo sensible. Con tural» del mundo, lo que ahora se discute son los atributos
abundancia de ejemplos y de hipótesis descabellados, pero «morales» de Dios y la dificultad que implica el asignar a la
«verosímiles», Filón presenta a su interlocutor las dificultades deidad las virtudes de la benevolencia, la justicia y la genero
que surgen frente a la pretensión de establecer una analogía sidad en su grado máximo y tal y como nosotros las entende
entre los productos debidos al artificio humano, y el mundo, mos. Esta dificultad proviene del grado imperfecto en que se
interpretado éste como producto de una planificación divina. encuentran los seres de la Creación en general, y el hombre
Después, Filón pregunta a su antagonista si en realidad el co en particular. Y Filón, guiándose únicamente por las normas
18 CARLOS MELLIZO
del sentido común y la experiencia, compone el argumento Bibliografía
que inclina a su favor el resultado de la controversia: el mal
existe en el mundo, no como mera privación, sino como algo
positivo; por lo tanto, debemos concluir que, o el Artífice del
Universo es benevolente pero incapaz de impedir el mal, o
que es todopoderoso, en cuyo caso debemos hacerle respon
sable del mal que Él pudo haber evitado. Quizá el tono de Fi
lón al exponer su razonamiento empaña la idea que quiere
comunicar. Pues su propósito no es el de la simple irreveren
cia, sino el de poner de manifiesto hasta qué punto el conoci
miento humano, rigiéndose por sus propias leyes, es incapaz
de justificar racionalmente los pricipios de la fe. Lo que se
pone en duda no son los atributos perfectos de la divinidad,
sino la posibilidad de explicarlos a la mera luz de la razón. A i k e n , Henry D. (ed.): Humes Moral and Political Philosophy, Haf
En su dimensión estrictamente filosófica, habría que con ner, Nueva York, 1972.
siderar los D iá lo g o s , cualesquiera que sean sus limitaciones, A r c e C a r r a s c o s o , J. L.: «Creencia y simpatía en Hume», Anales del
como uno de los pilares fundamentales del pensamiento mo Seminario de Metafísica, XI, Madrid, 1976, pp. 7-49.
B e n n e t t , Jonathan: Locke, Berkeley; Hume: Central Themes, Claren
derno en torno al tema del teísmo especulativo. Pero es difícil
don Press, Oxford, 1971.
hablar de los escritos de Hume sin mencionar su afición a los
B e r m u d o Á v i l a , J. M.: El empirismo (De la pasión del filósofo a la
análisis de carácter psicológico. En el caso de los D iá lo g o sy en
p a z del sabio), M ontesinos, Barcelona, 1984.
contramos frecuentes incursiones en lo que, según termino D u q u e , Félix: De la libertad de la pasión a la pasión de la libertad.
logía actual, podríamos hoy llamar una «psicología del tem Ensayos sobre Hume y Kant, Natán, Valencia, 1988.
peramento religioso», asunto en el que el autor se detuvo por E l ó s e g u i It x a s o , M.: «En torno al concepto de simpatía y el espec
extenso en la In vestigación sobre los p rin c ip io s d e la m o ra l y en tador imparcial en Adam Smith, o la sociedad com o espejo»,
otros capítulos de su obra. Eurídice I, U N E D , 1991, pp. 121-148.
F e r n á n d e z V í t o r e s , R.: Causa e identidad en D avid Hume, Edicio
Una primera traducción mía de estos D iá lo g o sy fechada en nes Libertarias, Madrid, 1988.
1973, apareció en la colección «Biblioteca de Iniciación Filo F l e w , Anthony: D avid Hume, Philosopher o f Moral Science, B. Black-
sófica», publicada en Buenos Aires por Aguilar Argentina. well, Oxford-Nueva York, 1986.
Esta nueva versión del texto completo de Hume es una revi G a r c í a - B o r r ó n , J. C.: Empirismo e Ilustración inglesa: De Hobbes a
sión de aquélla, con los ajustes de expresión y puntuación Hume, Prólogo de Carlos Paris, Cincel, Madrid, 1885.
que he estimado necesarios. Todos los términos entre corche G a r c í a -R o c a , J.: Positivismo e Ilustración. La Filosofía de D avid
tes son del traductor. Hume, Universidad de Valencia, Valencia, 1981.
‘G a s k i n , John Charles: Humes Philosophy o f Religion, Humanities
C a r l o s M e l l iz o Press International, Atlantic Highlands, New Jersey, 1988.
Universidad de Wyoming
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