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REVISTA MUSICAL

HISPANO-AMERICAN A

Sumario del número de Diciembre:

La cuestión del papel y los pvivilegios de la prensa diaria.
MANUE,. DE FALLA.-Inlroducción al estudio de la MAs.c,
nueva.
R. Yiu.AR.—A mis amigos de la Sociedad Nacional.
•TOSE M.* DE ORUE.—Más sobre la orientación del arte muBical
eontemporáneo.
HANSRICHTF.R.
CARTA ABIERTA.
MOVIMIENTO MUSICAL DE MADRID:
Josív SUBIRÁ.—Los conciertos de la Orquesta Filarmrt-
nica. Sociedad Nacional de MAsiea.
OTROS CONCIERTOS.
MOVIMIENTO MUSICAL DE PROVINCIAS Y EXTRANJERO:
Artrentina.— Lisboa—Rarcelona.—Bilbao.—Valencia. ~
Valladolid.—León.
PUBLICACIONES MUSICALES Y DE LIBROS.
VXRIA.
 HisPñno-ñmERicñnñ

AÑO VIII. Fundador: I. ZUBIALDE S m ÉPOCANÚMXII I

-
JDirección: ROGELIO VILLíR Y ADOLFO SALAZAR
Administración: UNIÓN MUSICAL ESPAÑOLA: Editores.

Historia :; Estética :: Crítica :: Bibliografía :: Información musical española

y extranjera :: Biblioteca técnica y crítica :: Eóición mutua.

Colaboración de las principales firmas.

Corresponsalías en las principales capitales de España y del Extranjero.

S l l H t S M gytlIClEiíi:!,(miHOllH HODIIIII, W D. ÍMIEFIÍLII m

Precios de suscripción: España: 10 ptas. año y 6 semestre; Extranjero: 15 francos año.
Los suscriptores por todo ei año 1Q16 tienen óerecho a recibir gratuitamente los suplementos publica-
óos ae L a Harmonía Moderna, ae ñ . E. H u l l , y el estuóio biográfico sobre m O Z ñ R T , por La m a r a
recientemente publicado por la Basa Unión Musical Española.
PUNTOS DE SUSCRIPCIÓN:
J\ San Sebastián.—CaBa, E r v i t i , San M a r t í n , 28.
España.
Albacete.—^. Elíseo B a i z Eosell, Mayor, 47, librería.
Alicante.—V>. Fraücisco Ayela, P l a z a A.bad P e ñ a l v a , 1.
Alicante.—T>. Matías Rogel, P l a z a Isabel I I , 14.
Alicante—V). Manuel Villar, S a g a s t a , 84.
Almería.—Ti. Luis Sánchez Punzón, P r í n c i p e , 33.
Avila —D. Manuel Oreus, San Millán, 4.
flarce/oíia.—Unión Musical Española, P u e r t a del Ángel,
1 y 3.
fíi¿Aao.—Unión Musical Española, Cruz, 6.
Cádiz.—D. Manuel Quirell, Rosario, 17.
Cádiz.—D. J u a n P . P a r o d i , A r a n d a .
Córdoha.—i). C. Martínez Bucker, Duque de Hornachue-
los, 1.
Coruña.—D. Canuto Berea, Real, 38.
Cuejíca.—T>. Rafael G a r c í a , Andrés de Cabrera, 23 y 25.
Ferrol.—1). S a t u r n i n o Montalbo, Real, 117.
Gijón.—D. David Rodríguez, Corrida, 69.
Granada.—D. Eduardo Montero, P u e r t a Real, 36.
Granada.—D. José Montero, Reyes Católicos, 18.
rfiielva.—D. Manuel del Castillo, General A z c á r r a g a , 1.
Hiidva.—Ü. José Muñoz, Costa, 18, p a p a l e r l a .
Huesca.—D. Lorenzo Iglesias, Coro iJajo, 15 y 17, librería.
Jaén —D. Lorenzo Suárez, Josefa Sevillano, 8.
Jerez de la Frontera.—D. Anselmo Apolo, Duque de Almo-
dóvar, 4.
León.—t). Atanasio Carrillo, Varillas, 1.
León.—I). Eladio Santos. Música y P i a n o s .
Linares.—T>. F e r n a n d o Arboledas, Cánovas del Castillo, 35
Málaga.—Sr. P i a z a y E n c i n a , Nueva, 46.
Málaga.—fir. López y Griffo, Marqués de Larios, 5.
MeliUa.—H. M. Fernández Benitez, O'Donnell, 3.
Murcia —D. Adolfo Gascón, San Cristóbal, 4.
Oeielo —D. Víctor Sáenz, Arguelles, 1.
Oviedo.—Sra,. Viuda é Hijos de F . Tuero, Cimadevilla, 19.
Paíettcia.—Sres Alonso Hijos, Mayor P r i n c i p a l , 71.
Falencia.—D. S a t u r n i n o González, Mayor P r i n c i p a l , 78.
I'anplona.—Sreé. Arrilla y Compañía, Conatítuoión, 9 y 11
Pamplona.—D. Estanislao L u n a , Constitución, 39.
Pontevedra.—D. Benito López P a r a t c h a , Oliva, 17, librería
Bonda.—D. Rafael Jiménez Carrillo, Música y pianos.
Salamanca.—X) J u a n De Bernardi, Zamora, 28.
Santa Cruz de la Palma.—D. Andrés R. Méndez, librería.
Sania Cruz de Tenerife.—I). A. Delgado Y u m s r , San Fi an-
cisco, 2, librería.
Santa Cruz de Tenerife,—Whv^ría, y Tipografía Católica,
San Francisco, 7.
San Sebastián.—Síes. Díaz y Compañía, Avenida de la Li-
bertad, 24.
San Sebastián.—D. J u a n Montes, H e r n a n i , 25.
Sevilla.—V. L u i s Piazza, P l a z a de S a n F e r n a n d o , 5.
Sevilla.—D. Francisco Damas, Sierpes, 65.
Toledo.—D. Rafael Gómez Menor, librería.
Valencia.—D. Manuel Villar, P a z , 15.
Valladolid.—Vnión Musical Española, Santiago, 68.
Vigo.—D. E . Villanueva é Hijo, P u e r t a del Sol, 18.
Vigo.—Si. Sánchez P u g a , almacén de pianos.
Villa Orotava.—1>. Francisco Miranda Perdigón, Carrera,
5, librería.
Vitoria.—J). Eduardo Pérez, P l a z a Nueva, 5.
Zaragoza.—D. Santiago Carvajal, Independencia, 5.
Zaragoza.—T). Estanislao L u n a , Alfonso I, 29.
Extranjero.
Buenos ^ií-es.—Sres. Breyer Hermanos, Florida, 414.
Buenos Aires.Sx&s. Romero y A g r o m a y o r , Bartolomé
Nitre.
Cartagena (Colombia).—X). José V. Mogollón, librería.
Gibraltar.—Brea. J u a n de la P a z y Compañía, 165, Main
Street.
Gibraltar.—Sres. P i m i e n t a y Compañía, Música y pianos.
Guayaquil (Ecuador).—Sres. J a n e r é Hijo, P i c h i n c h a , 418.
Habana.—B. J . Girait e Hijo, O'Reilly, 61.
Habana.—D. Anselmo López, O b r a p i a , 21.
Habana.—U. José Maestre, Bernaza, 16.
Lima (Perú¡.—D. Guillermo Brandes, Espaderos, 529.
Lisboa.—1). Valentín de Carvalho, R ú a de Assuncao,
37 y 39.
Lisboa. —D. Adolfo Eugestróu, R ú a de San J u l i a o , 51.
Lisboa.—Sr. L a m b e r t i n i , Plaija do Restauradores, 49.
Lisboa.—Sres. Sassetti y Compañía, R ú a de Oarmo, 58, li-
brería.
Manila.—D. José Oliver, Carriedo, 90.
Manila.-Sra. Viuda de Eehegoyen y Compañía, Carrie-
do, 30 -309.
J/exíco.—Sres. Oto y Arzoz, 1." del 5 Mayo, 61.
J/exico.—Wagner y Levien, A p a r t a d o , 353.
Monleuideo.—D. J u l i o Mousques, I t u z a i n g o 157 y 159.
Porto.—D. Julio da Fonseca, R ú a de Assumpcao, 26.
Porto. —D. B . Moreíra de Sá, R ú a de J a n e i r o , 107.
Puerto Eico.—D. José Laza y Compañía, Cruz, 16, B . O.
Santiago de Chile.—Sres. Doggemveiler H e r m a n o s y Com-
p a ñ í a , N o t a r e P r a t , 16(i.

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Santander.—Unión Musical Espaiiola, Wad-Eás, 7. sica.
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de Milán. 1906
Jurado inhr.nacional
Exposición universal
de Bruselas, 1910

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notas c o n pedal a u t o m á t i c o , r e g i s t r o s o l i s t a y
el i n c o m p a r a b l e K a s t o n o m e
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La cuz5t¡ón ócl papel y lo5 priuilegias óe lo prensa óiaria.
De aeuertio en absoluto con las gestiones entabladas cerca
del Gubierno por la <Asuciaciún de los Periodistas do Üarcelo-
na», publicamos a continuación la Exposición que dirigen al
ministro de Hacienda, estando conformes con todcs los extre-
mos de la misma fior eroorlos equitativos y justos.
He aquí la Instancia: _ Desdeñar a una de ellas sería, a m i s de gravísimo error de
«Asociación de Periodistas de Barcelona*
EXPOSICIÓN
Esta íAsociaciíín de Periodistas de Barcelona*, continua-
dora legítima de la 'Asrciación de la Prensa no diaria», re-
ciente organizadora del Primer Congreso Nacional de esta
Prensa, celebrado en Parcelona bajo el alio patrocinio del
Gobierno de S. M.,y los numerosos periódicos no diarios a
(luit-'nes representa, que serán todos, para este particular e
importantísimo asunto, acuerda elevar la presente solicitud en
demanda de justicia, que lo es, sin duda, la extensión a los
periódicos no diarios, de los auxilios otorgados a los diarios
por ose Gobierno, en compensación al alza enorme operada
por causa del <^onflicto europeo en el precio del papel.
No vamos a repetir aquí los poderosos argumentos expues-
tos por la prensa diaria como fundnmento de tan merecido
cuanto necesario auxilio, ampliados en elocuentes campañas
parlamentarias por maestros de periodismo,compañeros nues-
tros, V representantes en las Cortes del Reino; sólo vamos a
proclamar pnr imperativo categórico de la justicia distributi-
va, que la prensa diaria no puede nunca diferenciarse de la
no diaria ni en deberes ni en derechos.
Ambas se complementan; ambas trabajan por el bienestar
nacional; ambas auxilian las investigaciones do la ciencia, la
yida de las artes, la expansiOa do la industria^ el acrecimiento
del comercio; ambas, en una palabra, contribuyen a integrar
el cuarto estado de las naciones modernas. Cuanto venga a
dificultar el normal desarrollo do una de estas dos modalida-
des de prensa, cede en perjuicio de aquellas manifestaciones
del humano progreso y, en último término, de la Patria.
Gobierno, tornar injusta la protección dispensada a la otra; y
donde la injusticia asoma su torpe faz, comienza a d e r r u m -
barse la legitimidad de la más noble empresa, si algo noble
pudiera ser compatible con lo injusto.
Si la inaudita desigualdad que combatimos pretendiera con-
solidarse, los au.xilios, aun justos en principio, otorgados a la
prensa diaria convertiríanse, sin culpa nuestra y sólo por la
l-'y natural de las cosas, en privilegio monstruoso, dispendio
ilegal de los fondos nacionales que son patrimonio do todos
los ciudadanos y no do ninguna casta y aun para los espíritus
suspicaces, alarmados, no sin toda razón, en los tiempos que
corren, en negocio personal o, por lo menos, en plataforma
exliibidora de vanidades de individuos harto engroiilos por
sus merecimientos.
Mas no sólo reclamamos igualdad de trato ante el Decreto
de auxilios, sino que deseamos manifestar nuestra opin'ón
acerca de la forma en que aquéllos deben acordarse, pues li-
mitados a los periódicos que se surten de la tCentral Papele-
ra», excluye de la protección a lodos aquéllos quo no realizan
sus compras de papel en las fábricas ([ue constituyen este
organismo.
Esperando del alto espíritu de justicia, propio de un Gobier-
no de S. M., que se nos otorgue la que demandamos respetuo-
samente, soy de V. E. afectísimo servidor.
Dios guardo a V . E. muchos años.—Uarcftlona, 9 de Noviem»-
bre do 1916.-£¿ Presidente^ MA.WANO VIADA,
 REVISTA
Mucho lamentaría que alguien pudiese interpretar al-
gunas de mis apreciaciones en sentido irrespetuoso para
los grandes artistas del pasado. Nada más lejos d^ ini
intención, y nada tampoco que más pudiera mortificarme.
El arte se ha formado y ha progresado gracias a sus
obras y si, en determinados períodos de la historia dé la
música, lamentamos un relativo retroceso, aun en las
obras de los grandes genios, ese retroceso no ha sido en-
teramente culpa de ellos, sino del medio ambiente en.que
las obras se realizaron y de otros errores anteriores a la
producción misma; errores que, al ser mantenidos y al
formar tradición a causa de la inercia nefasta que tantos
progresos ha paralizado se impusieron en tal forma que
las más grandes voluntades, cegadas —triste es decirlo—
por la rutina imperante, se doblegaron sumisas ante ellos,
sin sospechar que tenían fuerzas más que suficientes^j^ra
destruirlos.
Y esto es precisamente la gloria de nuestra época, a la
que muchos llaman orgullosa para excusar su propia pe-
reza, sin comprender que el esfuerzo de voluntad, sea o
no coronado por el éxiío, es, y ha sido siempre base de
las virtudes más altas.
De este esfuerzo por libertarse de viejas rutinas ha na-
cido la música nueva: la música libre de trabas y tutelas
ajenas, que vive por sí y para sí y que aspira a realizar
aquel ideal, que fué causa inconsciente de las primitivas
manifestaciones del arte_sonoro.
¿i-legará a realizarse ese ideal de un modo definitivo?.
Seguramente no; pero ¿qué ideal 'humano podrá verse
cumplido en la vida presente? A todo lo más que pode-
mos y debemos aspirar es a descubrir a desentrañar las
causas profundamente ocultas de las cosas para luego go-
zar de sus efectos.
Esto, en suma, constiluye el más noble trabajo en que
el hombre puede emplear su inteligencia y su actividad; y
gracias a éste afán existe lo que llamamos ciencia, y
cuando él ha faltado se ha petrificado—permítaseme la
palabra—lo que llamamos arte.
Es más: a todo artista innovador se le ha tenido siem-
pre y se le tiene por visionario, por desequilibrado y no
sé por cuantas cosas más.
Al artista se le exije, para ser cuando meaos respetado,
que no avance, que no intente hacer más de lo que se ha
hecho por la generación penúltima. Sí; en la generación
penúltima, pues la última es siempre por lo menos sos-
pechosa...
(*) Fragmentos de una conferencia leída en el Ateneo de Ma- que la de Mozart—¡la de Mozartü—no tiene apenas otra
drid, 1915.
MUSICAL
¿Por qué se establece esa excepción a la ley del pro-
greso para el artista? Gran misterio es éste, pero gran
realidad también.
Y hay más: si un compositor nuevo, inventor de pro-
cedimientos sonoros que realcen y completen la idea me-
lódica, presenta al público una obra cuya audición pro-
duce tal placer, que los más atrabiliarios se ven en la im-
posibilidad de negarlo, la crítica mal intencionada (no
hablemos ahora de la ignorante) se apresura a desvirtuar
el hecho infiltrando en la conciencia de los candidos
ideas que tiendan a rebajar y aun humillar al autor de la
obra y á los que con ella se han deleitado, diciendo por
ejemplo: Este compositor sólo se ha propuesto sorpren-
dernos por medio de ciertas sonoridades, las cuales, si
bien ofrecen en alguna ocasión un interés relativo, no son
consecuencia de un arte que aspire a emociotlarnos; de
un arte que pretenda expresar cosas hondamente vividas,
hondamente sentidas. Ese arte—sigue acaso diciendo tal
eminente crítico—no se propone ser ni parecer trascen-
dental. (Para el tal aristarco como para otros muchos, lo
trascendental y lo insoportablemente fastidioso son una
misma cosa). Y termina el parrafíilo afirmando que la di-
cha producción solo puede admitirse como representa-
ción curiosa de un arte puro y principalmente sensorial.
¡Un arte puro y principalmente sensorial/-..
La frase me gusta y por eso la repito. La he leído tan-
tas veces con indignación que, al fin, ha llegado a hacer-
me gracia...
¿Pero es que ese y otros señores de su categoría men-
tal tienen la inocencia de creer que la emoción se produ-
ce en los órganos auriculares? Consolémonos recordando
que a Beethoven se le tuvo en su época por loco y hasta
por ignorante, y que de Wagner se dijo que había hecho
construir un teatro de piedra para su música de cartón!
Pero no crean ustedes que los mal intencionados y los
ignorantes sean los únicos enemigos de la nueva música;
los hay tan malos como ellos, o peores, y estos son los
que, con la mejor intención del mundo, cr-een y propa-
lan que toda música nueva—si está firmada por compo-
sitores de celebridad notoria—es admirable; que toda
música nueva, sean cuales fueren la escuela, las tenden-
cias o los ideales de su autor, es la única capaz de satis-
facernos, anulando enteramente cuanta se haya produci-
do en épocas anteriores.
Estos señores, llenos de angelical candor, presentan a
nuestra incondicional admiración un cuadro de honor en
el que figuran, sin orden ni concierto, un número de
compositores—cuantos más mejor—cuyos nombres de-
ben sufrir terribles ataques de rabia al verse juntos.
Y esos mismos señores son los que nos dicen barajan-
do nombres con inocencia conmovedora, que Debussy
es, con Vicent d'Indy, el discípulo ilustre de César
Franck y el fiel mantenedor de su culto; y que César
Franck fué el fundador de la escuela francesa moderna, y
que los músicos de la escuela francesa moderna y los
otros revolucionarios austríacos, húngaros o rusos, son
los mismos perros con distintos collares; y que Grieg fué
un completo ignorante; y que la música de Chopin solo
sirve paia mitigar el tedio de las señoritas neurasténicas;
y que la de Mendelssohn no gusta ni ha podido gustar
más que a las viejas solteronas sentimentales británicas;
cualidad, que la de una cierta gracia candorosa,..; y (jue
 HISPANO-AMERICANA
la vieja música polifónica española sólo puede servir para
el tratamiento y curación del insomnio, y... en fin, para
no cansar a ustedes; que Verdi fué un continuador de
Wagner... y que uno y otros están l'amados a desapa-
recer!...
Pero pienso ahora: ¿podrán creer ustedes por cuanto
acabo de decir, que están oyendo hablar a un ecléctico?
Desengáñense, por Dios, si tal han pensado. Yo no soy
ecléctico ni podría serlo dada mi manera de ser y de sen-
tir. Considero al ecléctico como ser altamente perjudicial
para el triunfo de toda idea grande.
¿Qué progreso podría realizar una sociedad que estu-
viese formada por eclécticos?
Y aún digo más: no creo en el electicismo. Aquel que
acepta y aplaude las ideas y opiniones más opuestas, o
no tiene ninguna—en cuyo casj para poco o nada puede
ser útil—o, de tenerla, no es otra cosa que un tímido o
un perezoso con apariencias de amable urbanidad con-
descendiente.
Yo creo, que no debemos respetar nunca las ideas con-
trarias a las que profesamos. Debemos, si, respetar a las
personas que las sustenten, pero nada más.
Y así como el ecléctico no es otra cosa que un ser es-
terilizador, (perdón por la palabrilla), ¡cuan preciosa y efi-
caz es la colaboración involuntaria del enemigo acérrimo
para el triunfo de la idea que combate!...
Pero vayamos a nuestro asunto, que hora es ya y ha-
blemos al fin, de lo único, sobre lo que, tal vez, debiéra-
mos haber hablado. Hablemos de la música nueva.
La música, como aite constituido, no ha empezado a
existir hasta el siglo XI, y es, por lo tanto, el arte más
joven de cuantos los hombres han formado. Hemos dicho
arte constituido, refiriéndonos a la forma en que existe
actualmente y en la que ha existido desde dicha época,
y claro es que nos referimos a la música poUfónica en el
amplio sentido de la palabra; es decir, a la música forma-
da por dos o más líneas melódicas paralelas. La música
monódica, ó sea la constituida por una sola línea, más
o menos ondulante, de sonidos sucesivos, ha nacido se-
guramente al mismo tiempo que la palabra y después
que el ritmo, puesto que éste empezó a existir con la vida
misma.
Y ahora veremos por donde el presente musical vuelve
a unirse en cierto modo, con el pasado más remoto, con
el principio natural de la música.
Vamos a ver como, en virtud de la fuerza misteriosa del
espíritu secreto de nuestro arte, la música novísima es
pura y simplemente la renovación de aquélla otra por
tantos siglos olvidada; pero renovación, resurreción de tal
modo realizada, que al revivir aquel cuerpo que creíamos
muerto aparece adornado por toda la riqueza que el arti-
ficio ha acumulado durante tantos siglos, como si, obede-
ciendo a una mística aspiración, hubiese ido tejiendo una
túnica preciosa con que revestir al cuerpo desnudo que
había de resurgir radiante para nunca más morir.
Porque pese a los espíritus estrechamente conservado-
res, la música continúala apartándose día por día del aca-
demismo, de la falsa retórica y de las fórmulas mezquinas,
y los nuevos compositores que aparezcan—los que con
más o menos fuerzas sientan latir en ellos el espíritu crea-
dor—seguirán los pasos de aquéllos que han forzado la
entrada del camino de verdad y libertad que conduce a la
belleza pura, donde la música triunfa por si misma, redi-
mida, al fin por el trabajo y hasta, en muchos casos, por
el nJtartirio de algunos hombres debuena voluntad.
daro está que esos espíritus conservadores a que antes
me tie referido, no pudiendo sufrir con paciencia el pro-
greso de los nuevos ideales estéticos, se alzan contra ellos
acusándoles despectivamente de decadentismo. Apresuré-
monos a decir que, en parte, llevan razón; pues si consi-
deteft la música nueva como una continuación de la que
ellos defienden, con la única diferencia resultante del uso
de ciertps procedimientos que, desde aquel punto de vista,
bi^;l* pudieran atribuirse a lo que el vulgo llama moda; si
no ven en los nuevos ideales más que una desviación
accidental del arte tradicional y siguen considerando a
ese arte tradicional como el único esencialmente posible,
claro está que bien pueden afirmar con la mejor buena fé,
que el arte musical está en decadencia. Pero en ese mismo
modo de razonar consiste precisamente el error, puesto
que el espíritu de la nueva música difiere de tal manera
del que imperaba en la música tradicional, que de ningún
modo puede considerarse al uno como consecuencia di-
recta del otro; y siendo esto así, fácil es comprender que
el arte decadente no es el nuevo, sino el tradicional.
¿Quiere esto decir que el arte nuevo no deba nada al
arle tradicional? En manera alguna: le debe, y mucho se-
gún queda consignado en más de una ocasión; pero esa
deuda se refiere más a los elementos externos del arte
que a los puramente internos.
Y al llegar a este punto de nuestro estudio, me creo en
del deber de destruir un error que muchos padecen con
harta frecuencia, el de figurarse que el principal distintivo
de la música nueva consiste en la pródiga producción de
disonancias harmónicas.
Mt) hay tal cosa, y de tal manera no es eso verdad, que
me atrevo a declarar que el espíritu de la música nueva
podría perfectamente subsistir en una obra en la que sólo
se usasen acordes consonantes, y, ¡aún más! en una mú-
sica homófona; en una música compuesta simplemente
por notas sucesivas que formasen una sola línea melódi-
ca ondulante.
Por eso, el uso que hacen algunos compositores de de-
terminadas disonancias, harmonizando con ellas melo-
días de forma y carácter tradiccionales con el fin de dar
a lo que escriben una fisonomía sonora de música revo-
lucionaria, rae parece un error gravísimo.
No me cansaré de repetir que los procedimientos har-
móiiícos, por si solos, no constituyen en manera alguna
el distintivo característico de la nueva música; el espíritu
nuevo reside, más que en ninguna otra cosa, en los tres
elementos fundamentales de la música: el ritmo, la moda-
lidad y las formas melódicas, fuentes al servicio de la evo-
cación.
¿Quiere decir ésto, que las conquistas harmónicas no
tengan más que un valor relativo? De ningún modo; le
tienen absoluto, y muy grande; pero su valor no es úni-
co, y tanto es así que en la música de Claudio Debussy,
por ejemplo, encontramos una predilección muy mar-
cada por los acordes consonantes. He nombrado a Clau-
dio Debussy porque puede afirmarse sin temor a ser des-
mentido, que de su obra ha partido de una manera defi-
nitiva el movimiento innovador del arte sonoro.
Claro está que esta inovación, como todas las registra-
das en la historia de la humanidad, fué preparándose
gradualmente por las obras musicales (nunca por los tra-
tados técnicos) de otros compositores europeos; pero el
espíritu, la estética y los procedimientos de la música
nueva, no fueron afirmados de un modo preciso, conS-
 t^ÉVlSTÁ
ante y definitivo hasta la aparición de los Nocturnos, del
cuarteto en sol menor, de V aprés rnidi d' un faune, de
Pelléas et Mélisande y de tantas otras obras con las que
Claudio Debussy reveló al mundo musical la nueva doc-
trina que había de ser punto de partida de un arte sono-
ro esencialmente nuevo, y cuyo espíritu, al modificarse
según los diversos caracteres personales y aún naciona-
les de aquellos artistas que han seguido el cáminoíjffcr él
abierto, ha producido obras de tal fuerza de expresión y
evocación, de tal variedad de sentimientos que jambas se
hubiesen podido presentir. '*'>••
.-.a-
* Parsifal ciertas formas modales y aún temas de la litur-
* *
¿Creen ustedes que en cuanto acabo de decir no hay
otra cosa que un proselitismo exagerado que pretjinde
anular el gran pasado musical en provecho del presente?
Dios me libre de tal cosa y para probar que no soy víc-
tima de tan absurdo y ridículo apasionamiento, voy a ren-
dir el debido homen:\je a dos inmensos compositores
cuyos nombres acaban de surgir como símbolos de pro-
testa indignada en la mente de algunos de los que me
hacen el honor de escucharme.
Esos dos compositores, esos genios, a los que tanto
debe el arte del último y del presente siglo, se llamaron
Luis Van Beethoven y Ricardo Wagner. ¿No es verdad?
Pues bien, señores: yo os declaro con toda lealtad que
por mucha que sea vuestra admiración por esos gran-
des maestros no será seguramente mayor que la que yo
les profeso. Pero con la misma lealtad debo deciros que,
salvando algunas excepciones de las que luego me ocu-
paré, sus procedimientos puramente musicales no pueden
aplicarse de un modo general a la música que eséfiban
los compositores de otras razas sin detrimento de su ca-
rácter individual y nacional.
Y aún voy más lejos: los mismos compositores austría-
cos o alemanes que han seguido servilmente las fórmulas
de escritura musical de Beethoven y de Wagner, no han
conseguido con ello más que paralizar el progreso admi-
rable, y por todos reconocido, que la música alemana o
austríaca ha realizado desde el siglo XVIII, hasta la^com-
posición de Parsifal.
Tan cierto es lo que acabo de decir que, si exceptua-
mos a Ricardo Strauss, en Alemania, y a Schomberg, en
Austria, difícil si no imposible, nos será hallar otro com-
positor de ambos países cuyas obras acusen, como'lorma
y como técnica, el menor progreso sobre las conquistas
sonoras de Ricardo Wagner.
Y es tan abrumador el peso de la tradición sobre
los compositores de esa raza, que ni Strauss ni el tóiSmo
Schomberg han podido libertarse de él enteramente.
Pero ¿cuál será la causa de estos efectos? No creo que
sea difícil encontrarla si analizamos minuciosamente las
obras de Beethoven y de Wagner.
Por este análisis veremos que, exceptuando la Gamo-
na tnmodo lidico, de Beethoven, y el Parsifal, de Wag-
ner, en todo el resto de la obra de estos inmortales maes-
tros no hay apenas un vestigio de arte antiguo. El gran
tesoro musical anterior a la obra de Juan Sebastián Bach,
es sistemática y voluntariamente ignorado o despredado,
como si el arte sonoro no hubiese tenido digna existen-
cia hasta la aparición del Gran Cantor.
Y si nos concretamos a Beethoven, bien se puede su-
poner que al utilizar el modo lidico en su Canzona, sólo
se propuso acentuar con él el carácter religioso de la com-
posición, puesto que dicha Canzona fué escrita en acción
MUSICAL
de gracias a la Divinidad, (así lo dijo Beethoven, influido
sin duda por las ¡deas robesperianas tan en boga por
aquel tiempo) en acción de gracias a la Divinidad por la
curación de una enfermedad que había sufrido; y siendo
Beethoven católico—más o menos practicante, que de
esto nada se sabe de un modo preciso —clafo está que,
como queda dicho, intentó acentuar el espíritu religioso
de la Canzona utilizando en ella el modo lidico, o sea el
quinto modo eclesiástico de la serie de tonos llamados
auténticos, que es también el tercero de la serie primitiva
anterior a la reforma gregoriana.
En cuanto a Wagner, si bien es cierto que utilizó en
gia católica, no abandonó por eso la tradición protestan-
te: esa tradición nefasta que ha sido la c usa principal,
sino única, del desprecio que el arte musical de la épo-
ca llamada clásica sentía por la música anterior al si-
glo XVII.
Y esto es, repito, la gloria de la música nueva: la de
restituir al arte el tesoro abandonado, aprovechando al
mismo tiempo, en cuanto a artificio exterior, la enseñanza
admirable que nos han legado los últimos siglos, a los
cuales debemos también no sumisión, sino agradecimien-
to, pues es innegable que algo del espíritu de la música
actual ya empezó a vislumbrarse en La Creación, de
Haydn; en La Flauta mágica y en el don Juan, de Mo-
zart; en la Sinfonía Pastoral, de Beethoven; en las obras
de Berlioz, Weber, Schumann, Schubert, Chopín y
Liszt y, últimamente, en los dramas musicales de Ricardo
Wagner.
A este glorioso maestro debemos, en gran parte, la for-
ma de la ópera moderna. Gracias a su ejemplo poderoso
fueron abandonadas por los compositores que le siguie-
ron, las formas absurdas de la ópera italiana. La ópera
dejó de ser una serie de trozos de concierto para luci-
miento de cantantes, y el d a m a lírico, en el que poema
y música forman un solo cuerpo, se estableció y afirmó
de un modo universal.
Pero no ha sido Ricardo Wagner el único reformador
del drama musical. Mucho se debe también a un com-
positor cuyo nombre apenas empieza a ser conocido en-
tre nosotros. Me refiero a Modesto Mussorgsky; al Gran
Modesto, como le llama un criterio eminente; al genial
compositor ruso que con su drama musical popular Boris
Godunoff, inició en 1872—fecha de la composición de
dicha ópera—el movimiento musical dramático, al que
tanto debe el nuevo arte europeo.
Con Modesto Mussorgsky empieza realmente a iniciar-
se la nueva era de nuestra música, y gracias a él, a Nico-
lás Rimsky Korsakoff, a Balakireffya Borodin, las for-
mas melódicas y las escalas antiguas que, desdeñadas
por los compositores, se habían refugiado en la Iglesia y
en el Pueblo, fueron restituidas al gran arte.
No olvidemos tampoco que éste resurgimiento encon-
tró un glorioso defensor y propagandista, tanto por sus
escritos como por sus propias obras musicales, en mi
ilustre y venerado maestro don Felipe Pedrell.
*
» *
El espíritu y la tendencia de ese arte, que empezó a
manifestarse de un modo preciso en las obras de Claudio
Debussy—como ya queda dicho—-llega hasta las de Igor
Strawinsky pasando por Paul Dukas y Florent Schmitt,
en algunas de sus admirables producciones; por Erik
Satie (que ha sido en cierto modo un precursor); por
 HISPANO-AMERICANA

Mauricc Ravel, Isaac Albéniz, Zalton Kodaly, Bela Bar-

tok, Arnold Schombeig, Scriabin y otros de menor
cuantía.
En todos estos compositores, de técnica absolutamente
opuesta en muchos casos, encuéntrase una aspiración
unánime: la de producir la más intensa emoción por me-
dio de nuevas formas melódicas y modales; de nuevas
combinaciones sonoras harmónicas y contrapuntísticas,
de ritmos obsesionantes que obedecen al espíritu primi-
tivo de la música, que no fué otro que el actual y el que
siempre debiera haber conservado; un arte mágico de
evocación de sentimientos, de seres y aún de lugares por
medio del ritmo y de la sonoridad.
Abandonando las formas melódicas imperantes en los
siglos XVII, XVIII y en los dos primeros tercios del XIX;
(esas formas más poético-literarias que musicales, proce-
dentes del Aria de carácter teatral las más veces y aplica-
das sin excepción a composiciones puramente instrumen-
tales).
Abandonando de modo más o menos absoluto, las
dos únicas escalas que han venido usándose por espacio Que yo recuerde, se han dado audiciones, en la Nació,
de tres siglos: los modos jónico y cólico de los griegos, nal,, de obras de los autores españoles siguientes: Vives
que conocemos vulgarmente con los nombres de escala Falla,' Del Campo, Esplá, Turina, Arregui, La Viña, Ere'
mayor y menor. ton, Chapí, Albéniz, Granados, Arrióla, María Rodrigo.
Efectuando superposiciones tonales con predominio de Valdovinos, Guridi, Zurrón, Usandizaga, P. Soler, Arbós,
una tonalidad. Restituyendo a la música los modos anti- Serrano (Emilio), Morales, Victoria, Alió. García Morales,
guos abandonados y creando libremente otros que obe- Lambert, Pahissa, Salazar, Valls, Blanco Recio, Manrique
decieran más directamente a la intención musical del de Lara, y Villar.
compositor. La labor realizada, pues, por la Sociedad Nacional al
Destruyendo la forma tradicional del desarrollo temáti-comenzar el tercer año de su fundación, merece elogios
co (de no estar justificada por una causa especial) y dan-incondicionales y efusivos de mi parte. El alentar, el se-
do a la música una forma exterior que sea como conse- ñalar obras y orientaciones no es hacer crítica negativa;
cuencia inmediata del sentimiento interno de la misma, pues si los que entendemos algo y estamos enterados de
y todo ello dentro de las grandes divisiones establecidas estas cosas de música no escribimos, ¿quién lo va a
por el ritmo y la tonalidad. ha!qer^?:.¿la crítica corriente?.
Téngase en cuenta que el principio de tonalidad no le Cierto displicente desdén hacia los com positores es-
observan todos los compositores que hemos nombrado. pañoles en general, por parte de"] algunos aficionados,
La música de Schomberg, particularmente, es atonal y a no todos, obedece sencillamente a que no nos cono-
ese gravísimo error se debe, sin duda, el desagrado que cemos bien; pues el valor de nuestra producción es mayor
muchas de sus composiciones nos producen. del que suponen, con lamentable error, los consumi-
Pero este error no es general y, felizmente, la mayor dores de música, y, escribo esta palabra: «consumidores»,
parte de los músicos nuevos observan las leyes tonales, porque entre el consumidor y el productor tiene que ha-
considerándolas, con razón, como inmutables. ber siempre una lucha natural; son dos intereses distintos.
Se podrá preguntar cuales son los géneros preferidos El consumidor consume lo que le gusta sin otras consi-
por ellos, y a esto puede responderse que todos los gé- deraciones; y de ahí la razón de una sociedad de protec-
neros tienen brillantísima representación dentro del arte ción al arte español de la índole de la Nacional, i m p o '
novísimo. niendo con discreción y aumentando las dosis de música
Manuel de Falla.
española en sus programas; repitiendo aquellas obras que
lo merezcan por su importancia artística; dando las audi-
ciones de las obras en las mejores condiciones posibles;
Con este número se reparte el J$ suplemento de <!.La exigiendo a los instrumentistas que toquen obras de
aut|jres españoles y que las interpreten bien, pues en la
Harmonía Moderna-» de A. Eaglefiel Hull, que com- mayor parte de los casos las primeras audiciones de obras
prende las páginas 121 a I2g. españolas son deplorablemente defectuosas. Una sonata,
un cuarteto, cualquier obra de conjunto, necesita tiempo;
en cuatro o cinco días, como suele ocurrir, no se prepara
ENSEÑANZA METÓDICA una obra de este género por escaso que sea su valor ar-
de la tístico o su dificultad técnica de ejecución. La música es
un arte de interpretación, como sabe todo el mundo.
COMPOSICIÓN MUSICAL, Otra cosa que deploro de veras en algunos de mis
EN MADRID Y POR CORRESPONDENCIA
amigos de la Nacional, es lo que yo califico de excesiva
Harmonía, Contrapunto, Fuga, Formas efusión por la música llamada nueva, (la mayor parte de
musicales, Instrumentación e Historia de las veces injustificada) y por algunos de sus intérpretes,
la Música. que tanto perjudica a nuestra producción. No se dan
cuenta del daño que hacen y (creyendo de buena fé todo lo
wmm y vmmii \i bo DÍGCIOH DE ESIA BEUISIII contrario), de la desorientación que producen en el pú-
 6 REVISTA
blico, que puede ser causa de que pierda la poca afición
que tiene por nuestra música, imponiéndole un arte que
suele ser incapaz de comprender, en algunos casos, pues
no se pueden comprender sistemas que exigen ciartos
conocimientos técnicos, un refinamiento espiritual^ i»ás
literario que musical, algo decadente y poco común.,íisi
se le dé envuelta en toda clase de amena literatura. Ade-
más: el amplio concepto del Arte se rebaja con los wag-
nerismos, debusismosy otros ismos llevados a un límite
de cuya sinceridad yo dudo muchas veces. La músicftiUa-
mada ultramoderna hay que darla en pequeñas dosis,
para que no produzca el efecto contrario que desean sus
propagandistas más fervientes. Y conste que me p^iece
perfectamente que la Sociedad Nacional nos dé a conocer
las obras de los autores equivocadamente llamados avan-
zados y los más discutidos.
Deseando que nadie vea censuras en mis observacio-
nes, voy a continuar, siempre al correr de la pluma, la
lista de obras y de autores que viene a mi memoria, co-
menzada en el articulo del número pasado.
En el Catálogo publicado en esta Revista (núm. 4 de
Abril de 1912, año IV) se encontrarán algunas obras que
puedencompletar la relación délas que vengo enumerando.
Han escrito cuartetos para instrumentos de arco: Cha-
varri, Guridi, Manzanares, Cuevas, Valdovinos, Calés,
Esplá, Salazar, y Sainz Besabe; conciertos de piano y or-
questa: Larregla, Granados y Manzanares; sonatas para
piano: Esplá, Manzanares y Cuervos; canciones para
canto y piano: el malogrado Barrachina, Azkué, Calés;
obras para piano: Pacheco, Navas, Cotarelo, Espino; so-
nata para piano y violoncello, Morera; sonata, para vio-
lín y piano; Rapsodia valenciana, para instrumentos de
viento; Tierra de huerta (Terreta a horta), ilustraciones
para un poema dramático de costumbres valencianas:
Canción, Danza, Intermedios; Valencianas, Suite áe^^ma^-
dros levantinos; Antiguos Abanicos, Suite sobre una poe-
sía, obras muy interesantes de Chavarri; obras de Francés
Julio), Escobar, Tellería, Alberdi, Cassadó, Subirá; Can-
ciones españolas del siglo XVII, transcriptas por Jesús
Aroca.
No incluyo en estas listas de obras de autores que no
han figurado, en general, en los programas de la Nacio-
nal, las obras completas que conozco en el momento ac-
tual, de los maestros citados más arriba, aplaudidos en
nuestra Sociedad, que representan una interesante y.
'copiosa producción.
En otra ocasión, si tengo tiempo, haré un Catálogo
detallado y completo de obras de autores españoles, en el
que incluiré también las obras de orquesta, de las que
tenemos gran cantidad. Y no me repliquen mis amigos
con la canción de que se rebaja el género si se admite
todo lo que se' produce, porque es la manera de ^estar
siempre igual. ¿Creen ustedes que es superior la produc-
ción musical fuera de España, si se exceptúan dos o tres
figuras en cada país? La gente joven que escribe actual-
mente tiene hoy más medios de darse a conocer que
hace unos años, pero precisamente por esto, debemos
darles todas las facilidades posibles, pues entre otras ra-
zones de índole personal, ciertas preferencias son perju-
diciales para la buena armonía que debe de unir a todos
los artistas. Con media docena de obras escogidas, no
puede alimentarse el consumo de música que gastan los
programas de nuest.os conciertos, a los que hay que
procurar dar la mayor amenidad posible, dentro de los'
medios de que se dispone, algún contraste y un poco de
arte al confeccionarlos.
MUSICAL
Y perdonen ustedes el sermón, en gracia al sentido
patriótico que le inspira (nada opuesto a la admiración
que profeso a la música moderna que se produce en el
extranjero, digna de estimación) y, sobre todo, al objeto
de facilitar en parte la tarea, nada fácil, de los organiza-
dores de estos conciertos (a los que tienen que estar muy
agradecidos los músicos españoles), que encontrarán en
estas listas materiales donde elegir y nombres tan excel-
sos en la música española como los de Doyague, Ledesma
y Ubeda, desconocidos por la generalidad de los profe-
sionales y de los aficionados; cosa nada extraña, teniendo
en cuenta lo dados que somos todos a atiborrarnos de lec-
turas extranjeras, tan amenas como superficiales, por lo ge-
neral, ignorando lo mucho bueno que hay en España,
particularmente en tratadistas de música, teóricos y prác-
ticos, historiadores y polifonistas de los siglos XVI y XVII.
Den una ojeada a la Historia de las Ideas Estéticas del in-
signe Menéndez Pelayo, por ejemplo, los poco familiariza-
dos con esta magna obra, y en sus bellas páginas sabo-
rearán sintéticamente algo de lo inucho bueno que en
cuestiones de historia y estética tenemos. Me lo agrade-
cerán aquellos que no conozcan nuest-a historia musical.
En mi primer artículo omití, por olvido, los nombres
de los violinistas: Vela, Bustinduy, Benetó y Frigola.
Tampoco hemos oído en la Nacional, al Trio de Barcelona
y al Trio Costa Pichot, ni a las pianistas Srta. Padroso
y María Luisa Guerra, a quien considero como española,
a Furundarena, Pedro Blanco, Orbón, Montoriol, Ribo;
ni a las célebres sopranos Hidalgo y Barrientos.
Ya he dicho que escribo estas notas de memoria y
tienen evidentemente que ser incompletas. Si todos los
autores citados (y los que involuntariamente haya omiti-
do), me enviarán una nota bibliográfica de sus obras, po-
dría hacerse un Catálogo más completo y detallado que
el que se publicó en esta Revista por iniciativa del señor
Zubialde, como resultado de mis campañas sobre la ne-
cesidad de fundar la Sociedad Nacional de Música, pro-
yecto, que afortunadamente han realizado unos cuantos
amigos, con un desinterés, up espíritu de sacrificio y un
entusiasmo, poco acostumbrado entre nosotros.
R. Villar.
DE INMEDUTA PUBLICACIÓN
La música francesa contemporánea
Ultima obra dal celebrada escritor M. G. JEAV-AUBRY.
Prólogo de MANUEL DE FALLA. Tradjcción de ADOLFO
S ALAZAR.
SUMARIO. Música francesa y Música alemana.—Los oríg :nes france-
ses de la música actual de piano. —ESTUDIOS Y SEMBLANZAS.—
La música y sus amigos.—Dos palabras sobre Massenet. —Oabiiel
Fauré.—Claudio Debussy.—Con motivo de una obra sobre Clau-
dio Debussy.—A propósito de una c m.dia musical: La hora es-
pañola, de MauricioRavel.—Las Evocaciones, de Alberto Roussel.
BOCETOS PARA RETRATOS —Emmanuel Chabrier.—Vincent d'ln-
dy.—Ernest Chausson.—Henii Duparc.—Paul Duka». —Alb.rt
Roussel.—Floreni Sclimitt.—Maurice Rivel.—Deodit de Sevcrac.
Erik Satié.—MÚSICA Y POESÍA.—Baudelaira y la música.—Paul
Verlaine y los músicos.- Poetas de ópera.—TRES INTÉRPRETES.—
Del intérprete.—Ricaíáo Viñcs —Jane B.illiori E n g t l . - J Joa-
quín Nin.—MÚSICA FRANCESA Y MÚSICA ESPAÑOLA (escrito espe-
cialmente para esta traducción).- EL SORTILEGIO DE LAS NOCHES.
 HISPANO-AMERICANA
Al intervenir en este debate, siquiera sea con la mo-
destia que nos corresponde, no podemos alegar otra dis-
culpa que la de ser uno de esos espíritus inquietos a que
el señor Salazar en cierta ocasión se refería, inquietud que
sube de punto al tratarse de una cuestión tan viva y pal-
pitante como la planteada por el señor Villar en su
artículo sobre las últimas tendencias del arte musical.
No es esta la primera vez que el señor Villar se ocupa
de esta materia y varias antes de ahora, ha expuesto su
criterio opuesto al de los modernos revolucionarios.
Con esto creemos que el referido artículo del señor
Villar, aunque motivado por las audiciones de Petrouchka,
se refiere también de un modo general a todo el movi-
miento musical contemporáneo, puesto que abunda en
consideraciones de análogo sentido al an:es indicado y
porque en este terreno plantea en definitiva la cuestión
con esta interesante pregunta: ¿la música atraviesa un
periodo de decadencia, de enfermedad pasajera... o de
transformación?
El reputado crítico señor Fesser, con la competencia
que le caracteriza, se ha ocupado de esta materia en aná-
logo sentido que su antecesor, si bien refiriéndose más
concretamente al caso Strawinsky.
Sin embargo, tratándose de dilucidar, si en la presente
época pos:-WJgneriana, h música atraviesa o no por uri
periodo de decadencii, habrá que considerar al gran mú-
sico ruso, solo como uno de tantos factores entre los di-
versas componentes de la misma. Pero nos parece ade-
más, harto prematuro cuanto de sus últimas producciones
se diga, porque, obras como «Li Consagración de la Pri-
mavera» no confían su secreto, decía muy bien Laloy, a
la sola lectura de la partí ;ijn, ni tampoco, añadimos nos-
otros, a una simple audición de piano. Esperemos, pues,
a oírlas en la orquesta... si nos dejan, y no una, sino re-
petidas veces, para hablar luego.
Pero, volviendo al tema propuesto por el señor Villar,
vemoí que son realmente abrumadores los cargos que se
dirigen a cuantos cometen el p cado de no someterse al
imperio de los antiguos sistemas, a los que por negarles
todo, se les niega hasta U novedad de sus procedimientos.
Arte de receta, vacío, arcaico y regresivo, se dice, el de
los actuales revolucionarios. Pero ¿cabe negar en defini-
tiva que constituye valiosísima apoitación de un sin nú-
mero de elementos útiles, conocidos si se quiere algunos,
pero nuevos muchos, y expuestos en forma tal todos, que
llegan a constituir un tistíma capaz de producir música
bellísima?
Bien mirado, todo se reduce a una feliz y acertada re-
novación del lenguaje músico, que ampliando y enrique-
ciendo el ya existente, le ha dotado de nuevos y variados
medios de expresión. Cornbátanse en hora buena, los
extravíos cuando los haya,*que en esto como en todo no
íJian de faltar, pero no se pretenda negar o desconocer una
realidad tan palpable como esta.
¡Arte de receta! ¿Y que son los sistemas clásicos más
perfectos en ciertas manos, en tantas manos como por
desdicha han caído, sino el más puro arte de fórmula y
dé receta? Siempre se valdrán de fórmulas, quienes no
puedan hacer otra cosa, pero, no podemos admitir se atri-
buya t;.l afirmación al arte moderno en el sentido gene-
ral que por algunos se pretende. Necesitaríamos primero
borrar de nuestra memoria las mil dichosas emociones que
tal arte nos causara, y en vano se querrá que tales emo-
ciones vengan de un aite de receta, vacio e inexpresivo.
, Dentro y fuera de España, y más fuera que dentro,
"porque también se produce más, ha sido palpable el
fracaso de muchos que, sin embargo, estaban perfecta-
mente enterados de los procedimientos y recursos ú.tima-
ínente conocidos. Esto prueba que no son sólo éstos
los que han triunfado en los diversos éxitos, que también
en nuestros días se registran, sino los buenos músicos
•^e sabia e inspiradamente los emplean.
No acabamos de ver tampoco la monotonía y unifor-
midad de que adolece, según el señor Villar, la actual
producción, y muy por el,contrarío hallamos diversidad
completa entre la música, por ejemplo, de un Strauss y
un Debussy o la de un Strawinsky y un Max-Reger. Y
•menos aún comprendemos que en términos tan genera-
les se hable de arte "cerebralizado,, cuando, sin ir más
lejos, hay una escuela francesa tan poco amiga de razo-
namientos e intrincados procesos intelectuales; arte de
impresión que habla, ante todo, a la sensibilidad y al
sentimiento. ¿No es tal vez en otros tiempos donde po-
demos encontrar más fácilmente la intelectualización, la
geometría sistemática, y la simetría buscada de una mú-
sica que parece escrita en papel cuadriculado?
Al señor Villar le intrigan también las melodías, y
pretende que son ellas la única forma de expresión de
toda idea musical. Sobre esto decía muy bien el señor
Salazir, y queremos copiar sus palabras porque se ajus-
tan exactamente a nuestro pensamiento, que «idea es
una línea ir>elódica, y es una sucesión de acordes, y es
una combinación instrumental y es un ritmo», y esto,
que para nosotros es indiscutible porque lo aprendimos
e%la realidad con sólo pensar sobre la causa de nues-
tras propias emociones, nos lleva también en este punto
a disentir del señor Villar, que encuentra en la música
moderna gran penuria de ideas.
*No es menos inaceptable el falso sistema de compara-
ción que más o menos embozadamente se emplea con
frecuencia, estableciéndola entre nuestra época de una
parte, y las más geniales figuras de todos los tiempos de
otra, para deducir así la pequenez de la primera. El jui-
cio así obtenido nunca será verdadero.
Lo dicho, sin embargo, no obsta para que muchas ve-
ces y considerándolas en abstracto estemos conformes
como es natural con las afirmaciones del señor Villar,
fruto de un vasto saber, pero discrepando profundamente
de la aplicación que de las mismas hace al caso presente.
Así creemos que lejos de hallarnos en un periodo de de-
cadencia, presenciamos un consolador movimiento de re-
novación altamente constructivo.
José M a r í a de Orue,
 REVISTA MUSICAL
El famoso director wagneriano, acaba de fallecer en
Bayreuth a la edad de setenta y cuatro años. Próximamen-
te nos ocuparemos del arte y de la vida de este maesfro
de la dirección orquestal. Por el momento vayan unas
simples notas biográficas:
Hans Richter nació en Raab (Hungría) el 4 de Abril
de 1843. Su nombre era, desde hace una treintena de
años, universalmente conocido como uno de los directo-
res de orquesta más eminentes de Alemania y de Europa.
El papel preponderante que llenó como divulgador de
las obras de Ricardo Wagner le aseguraron un renombre
reconocido por todo el mundo.
Comenzó el estudio de la música bajo la dirección de
su padre, maestro de capilla de la catedral de Raab. Des-
pués, a la muerte de su padre, continuó sus estudios como
seise en la capilla de la Corte, en Viena, y más tarde en
el Conservatorio Imperial. Estaba contratado como trom-
pista en la Opera cuando Wagner, que por aquel enton-
ces residía en Lucerna, le mandó llamar. Tuvo que eje-
cutar, bajo la dirección del maestro, la copia de la parti-
tura de Los maestros cantores. Después de una estancia
de un año en Lucerna había llegado a ser el más fervien-
te adepto del genio, entonces desconocido, de Wagner.
Este le proporcionó el cargo de director de coros, y 4§s-
pués de director de música en el teatro Real, de Munich.
Allí preparó varias representaciones de las obras de su
maestro y llegó a ser tan grande su reputación en este
género especial, que varias veces fué llamado del extrálh-
jero para su dirección.
En el año 1870 visitó otra vez a Wagner; en 1871 tomó
la dirección del teatro Nacional de Pest, y en 1885 fué
nombrado primer director dé orquesta de la Opera Impe-
rial de Viena, puesto, que, al menos honorariamente, ha
desempeñado desde entonces. En este quinquenio estuvo
varias veces en Bruselas.
En 1876 obtuvo su triunfo más brillante dirigiendo les
primeras representaciones wagnerianas del teatro de Bay-
reuth, poniéndose los cuatro dramas líricos que constitu-
yen El anillo de Nibelungo. Nunca se mostró la crítica
tan unánime para alabar la obra y, sobre todo la labor,
del director. Desde entonces Hans Richter ha dirigido con
éxito creciente representaciones en Londres y en Bay-
reuth,
Hans Richter no se limitó solamente a interprerar la
obra wagneriana, pues en su calidad de director de los
célebres conciertos filarmónicos de Viena dirigió las más
clásicas obras maestras. Los estilos más diversos de com-
posición le eran igualmente familiares.
Richter dirigió por vez primera en París, en el año 1898,
interpretando la novena sinfonía de Beethoven.
Era, en suma, un artista de primer orden, cuya supe-
rioridad ha sido universalmente reconocida, y que ha
merecido la reputación extraordinaria que legítimamente
se conquistó.
Publicárnosla carta que nos ha remitido el Sr. Romo, limpia de algunas cru.
dezas que no vienen al caso, pues las co umnas de la «REVISTA MUSICAL» están a
disposición de todo el que desee manifestar una opinión, sieinpre que lo haga
dentro de los límites que marcan la corrección y el respeto mutu".
A la vez advertimos a nuestros lectores, que la «REVISTA» no se hace solidaria de
I <s ideas expuestas e a a'gunos artículos de las cuales »on responsables sus autore s,
que tienen en estas páginas amplia libertad para exponer las ideas estéticas más
contradictorias.
Sr. D. Ignacio Zubialde.
Muy señor mío: En la REVISTA MUSICAL del 30 de No-
viembre del presente año, leo con gran sorpresa la opi-
nión que usted tiene respecto de los instrumentistas es-
pañoles.
El que subscribe estas líneas, es primer premio de fa-
gote del Conservatorio de Madrid, primer fagote del Tea-
tro Real, de la Orquesta Sinfónica y del Real Cuerpo de
Alabarderos (por pública oposición).
Tengo verdadero placer en participarle que estos car-
gos vengo desempeñándoles durante varios años, ha-
biendo tenido la honra de soplar (según frase de usted),
bajo la dirección de todos los eminentes directores espa-
ñoles, de los cuales he merecido sus plácemes. También
he ejecutado bajo la dirección de los maestros extranje-
ros Mancinelli, Marinuzi, Rabí, el de los Bailes Rusos y
 HISPANO-AMERICANA

otros, y no recuerdo haber|ido amonestado porninguno Adjunto remito el contenido íntegro de una tarjeta que '
de ellos. Con todo esto, np_ quiero decir que no tenga, tuve el gusto de cambiar con un colega francés, cuando
defectos (como cada cual) iii pretendo hacerle ver que en fuip*París con la Orquesta Sinfónica.
Francia no haya mejores fagotistas que en España, (sería» ,• í f ' -• • • ,

FERNANDO ROGEAU
milagro) pero supongo los habrá también peores ¿rio es * •PríxduiConservatorio. Soliste de l'Association des Concerts HastelmanT,
verdad?... . '• ' .\ ^
Debo manifestarle, por si lo ignora, que en 1905 pudo •^ jste stóprtuve la suerte (y digo tuve la suerte, por ••
venir cualquier fagotista francés a tomar parte en las opo- qué* viene a cuento para demostrarle a usted su error) de
siciones internacionales a la plaza de profesor de fagote oirle tocar muy de cerca en el fagote, y le confieso ingé; ^
que, fuera de regí amento,sé anunciaron en esa fecha, nuf«flente que no encontré nada de particular que apren-.,
en nuestro Conservatorio. der, pues soplaba igual que los demás.
Los fagotistas españoles, siempre nos hemos servido de Asi que detoda su opinión saco en consecuencia que ;
instrumentos fabricados en París. (1) Las cañas por las está usted larnentablemente equivocado. j
cuales emitimos el aire en el insirumento, son de la misma Es cuanto tiene que CDmunicarle su seguro 'servid,or,
procedencia y si alguno se las hace, es bajo modelo fran-
Antonio Romo.
cés; también hemos es'.udiado lo poco que sabemos, por
métodos franceses en su mayoría. , "_ NOTA.—No debo dar por terminadas estas líneas tin antes
hacQrle presente que en España hemos tenido al notabilísimo,,
fagotista (acaso el mejor del mundo), D. Camilo Melléz del
(1) Incluso más perfeccionados como lo son el sistema Quintana, construido ya cual tenemos todavía un alumno (D. Leandro Gallastegui) que '
en París, y otro posterior también español que aun cuando no es conocido mas que
por algunos fagotistas, puedo asegurarle tiene mayores ventajas. también so/)Za igual que los demás.

donde no se sabe qué admirar más, si la belleza de los temas

populares que la forman o el arte que pusj el celebrado com.
positor, para dar una emoción de exotiámo con gran sobriedad'-
(le recursos orquestales; el Idilio y la Muerte de Sigfredo, á^s'
páginas monumentales del gran lírico teutón, cuya fuerza
emotiva supo destacar primorosamente la batuta de Pérez'
Casas.
líá exhumación a que antas me refería, fué la de una slafo- •
nía de Raff, En la selva, (op. 153), que desdé hacía maehó
tiempo no sa había escuchado en Madrid; y la novedad, un poe-
ma sinfónico del maestro Bretón, dedicado a su citidad natal y '
titulado «Salamanca». *
El siglo XIX comenzó viendo las más ricas floraciones del
clasicismo; merced a Beethoven, exprimió el jugó al romanti-'
cismo más sublime con Schumann y con Wagaer, y vio flore-
cer las lozanías del iconoclasticismo musical con Strauss y
otros postwagneristas. Ofrece, en suma, por la diversidad dé
tendencias que en él se desarrollaron, una grandiosidad y
una riqueza de que las centurias precedentes, no se pueden
vanagloriar. Este siglo XLX, tan pródigo en variados y disimi-
les frutos musicales, fué también el siglo de Raff; y a él debe
este compositor todo lo bueno y todo lo malo, todo lo plausible
y todo lo censurable, que hay en su obra. Desglosado de íos
artistas en cuyo círculo y ambiente vivió, Raff hubiera deseo
Hado con Una personalidad propia, pues la sombra de los dio-
ses mayores, no habrían esfumado su obra siempre noble y
sincera. Pero, al mismo tiempo sin esos influjos, no habría
Los Conciertos de la Orquesta FilarmónÍGa. podido adquirir y perfeccionar, por muy bien dotado que ies-
tuviera, los elementos que otros artistas aportaron al acervo-
Prosiguen con excelente acierto y general aplauso, las fes- común y que él supo aprovechar hábilmente. Es Raff, en re-
tividades artísticas organizadas por el Círculo de Bellas Artes, sumen, dentro de su siglo, lo que dentro del siglo de oro de la
en el Ttatro Píice, con el concurso de la orquesta Filarmónica pintura flamenca, fueron Teniers, Jordaens y otros dioses
que dirige el maestro Pérez Casas. menores, a quienes se mira con complacencia suma, pero a
El primer concierto de diciembre ofreció una novedad y una qaienes, por otra parte, se admira con reservas justificadas.
exhumación, completándolo diversas obras que se escuchan Raff tuvo muchas ideas musicales y dispuso de^mtictíos
frecuentemente. Mencionemos, entre éstas, La gruta de Fin- medios expresivos que le permitieron realzarlas.'¿Pero eran
gal, obertura en la que Mendelssohn, supo elevarse sobre la siempre suiyfines esas ideas? Desgraciadamente, no. ¿Pero
sensiblería romántica, tan frecuenté ein su rica producción; JEn fuetoft sienapte depurados esos medios expresivbs^Desgracia-
as eslepái detÉsia Centrah inspiradísima página descrip'tí^^a daiaéiite tampoco. Desprovisto de la facultad ú^ aelecci^af,
 10 REVISTA MUSICAL
acogía Raff todas las ideas y todos los medios echando mano
de unos y otros con avidez, mas no con tacto. Por eso cuando
acertó en composiciones breves, como en su «Hilandera» que
todos los pianista medianamente adelantados, suelen ( i í í ^ ¿ / .
7ai', ó como en algunos de sus «lieder», produjo páginas g ^
resisten sin envejecer la sucesión de los añoa. Pero en cuaiito
se trataba de obras cuya amplitud puramente material exige
mayores vuelos, el artista, incapaz de remontarse demasiado
y de mantenerse siempre a la misma altura, marcó sus vaci
laciones y sus desfallecimientos, con huellas imborrables.
Esto sucede con la sinfonía En el bosquh. Su misma claridad
es una claridad bien distinta de la que da un astro. Nace de
una sencillez tendenciosamente vulgar. Porque si se excep-
túan algunas frases, como la que inaugura el último de sus
tiempos, no se pueden admirar en las ideas, sino una fres-
cura regocijante y una pureza sana. Hasta me atravería a
formular, si no temiese pecar de osado, que Raff, entre nog^
otros, hubiera sido el mejor de nuestros zarzuelistas, ya que
de esa índole vienen a ser sus ideas melódicas. Oyendo En el
bosque se adivina la romanza de la tiple y después el diálogo
entre la contra alto y el tenor, y, más tarde, la frase coreada.
No sería, pues, difícil construir sobre sus notas un texto lite-
rario, y, con un pequeño arreglo, formar una zarzuela de las
que ennoblecieron nuestro teatro lírico en los buenos tietppuw
de Barbieri.
Hablemos ahora de la creación «Salamanca». Dicen de ella
las notas adscritas al programa, que <fuó compuesta como a
modo de homenaje que el compositor quería tributara su ciu-
dad nativa». Ella ofrece una novedad dentro de la frondosa
carrera artística de D. Tomás Bretón, porque es allí donde el
venerable maestro ha utilizado cantos populares por primera
vez. Comienza con una introducción solemne que, por su am-
plitud y su nobleza sonoras, tiene cierto carácter beethovenia-
no, y tras e'Ia se desgranan diversos cantos salmantinos: una
aradUf un muelo y una charrada popularisima, conocida co- •
múnmente con el título El burro de Villarino.
Nótase Ijien que el maestro Bretón, hábil en la construcción
de páginas netamente originales, como los que avaloran sus
óperas y sus cuartetos, no se encontró o son aise cuando
debió manejar y transformar artísticamente la materia tosca
y todavía sin pulimentar, suministrada por esos cantos popu-
lares de su región. Sólo así se explica la descentracióa a que
los somete, restándoles lo mejor de ellos, eg decir, su perfu-
me. Pretende realzarlos con una instrumentación ampulosa
y sólo consigue vulgarizarlos. Si se me permitiese un símil,
diría que ha procedido con dichas melodías, y muy especial-
mente con la charrada, como procediera un tallador que,!en
vez de pulir un diamanto, se limitase a construir para él una
costosa arqueta y lo encerrase allí celosamente. El diamante
no luciría nada, puesto que, aprisionado en el estuche, no se
podría ver. Lo expuestj encierra una sincera apreciación
personalísima;pero el respeto que tan excelso compositor me
merece, no puedo atenuar el que me msrece la santidad de la
crítica, y por eso, con gran pena, el cronista expone su opinión
leal, confiando que, en ocasión próxima, podrá tomarse el
desquite 'y aplaudir entusiasmado nuevos frutos sinfónicos do
quien ahora, con el que venimos ocupándonos, solamente lo-
gró corteses y moderados aplausos.
* *
El concierto del día 9 cedió la preferoncia a la Sinfonía he-
roica de Beethoven, que Pérez Casas supo llevar con el vigor
requerido, excepto en la Marcha fúnebre, donde predominó
una lentitud excesiva. Fué esa ejecución un éxito íncuestiona-
4»to para la Ortjueata Filarmónica y para &u director. Pero el
público, tal vez malhumorado porque para oir esta obra pre-
dilecta debió soporte r una lluvia y un frío inusitados, fué exi-
gente como nunca. Bastó que en el scherzo rozara una nota un
trompista, para que se exteriorizase un enojo incomprensible
El fenómeno se explica, sin embargo. Sucede con muchos afi-
cionados al arte musical jo mismo que con muchos aficiona-
dos al arte taurino: sólo acuden al espectáculo en la esperanza
de que haya «hule», y nada les duele tanto como •er defrau
dadas sus esperanzas crueles.
Entre otras obras del programa, debemos mencionar el In-
termedio áü Goyescas, de Granados; la obertura Freischütz,
de Weber; Los gnomos de la Alhambra, poema sinfónico de
Chapí; Stenka Razín, poema sinfónico de Glazunoff, y el in-
conmensurable preludio de Los Maestros Cantores, en el que
sobresalió la masa instrumental, bajo la batuta experta de
su director.
De Glazunoff hemos oído ya composiciones excelentes, que,
a mi juicio, le colocan entre los más primorosos compositores
rusos. El poema sinfónico Stenka Razin, para mí nuevo, des-
taca las cualidades peauliarísimas del grupo en que Glazunoff
militó: riqueza melódica y riqueza pictórica. Construido sobre
un programa, lo sigue fielmente, desde el principio hasta el
fin. Y resaltaría más su valor indiscutible si no adoleciese de
cierta languidez y monotonía en el desarrollo de sus elemen.
tos fundamentales.
Los gnomos de la Alhambra son una demostración elocuen-
te de lo que el malogrado Chapí hubiera podido hacer, si en vez
de vivir en un ambiente tan poco propicio para el cultivo de
las más elevadas manifestaciones musicales, hubiera desarro-
llado su personalidad en un medio api opósito para la flora-
ción de su gran talento. Uno de sus números. El conjuro y
Séquito de Titania y Oberon, tiene, en particu:ar, un encanto
sugestivo que no pasó inadvertido para los oyentes.
En el concierto del día 15 triunfaron: Dvorack con su Quiata
Sinfonía Del Nuevo Mundo; Weber con su obertura Euryan-
the, que inauguró la sesión, y Wagner con su obertura de
Tannhauser, que cerró el pr. grama. El resto estaba formado
por la Petite Suite, de Debussy, grácil y delicada como un
frpgil producto do una época decadente; por el Largo de
Handel y por una evocación sinfónica en forma de poema,
Sierra de Gredas, que ha escrito F. de la Viña, y que se oía
por la primera vez.
El Largo de Handel nos transportó a los felices tiempos del
bel canto, con su perjudicial cortejo do divos y con sus múl-
tiplos abusos de fermatas y calderones. Mas la culpa no fué
de la Orquesta Sinfónica, sino do una porción, levísima por
fortuna, del auditorio que, embebida en los nocivos frutos do
la virtuosidad vocal, no pudo refrenar sus impulsos al oir
como ejecutaba el concertino con maestría y delicadeza su
particella, por lo que prorrumpió en bravos intempestivos y
en murmullos impertinentes, interrumpiendo así la Eolemni-
dad de la audición y el éxtasis de.|nuchos.
Sierra de Gredas, contra lo que a primera vista parece, no
es una pintura musical de la Naturaleza como la que nos ofre-
ció, por ejemplo, Beethoven en su Sinfonía pastoral, y aún
mucho antes el mismo Gluck, en un trozo de su ópera Orfeo.
Ante el espectáculo de la Sierra, F. de la Vifla se recogió en
sí mismo, en vez de dilapidar sus emociones o malearlas, di-
rigiendo la vista a los accidentes mezquinos y a los incidentes
pasajeros que empequeñecen la augusta majestad de las
geológicas moles. Esa emoción, puramente subjetiva, quedó
libre por tanto de fáciles observaciones: la nieve que cae, los
pájaros quütiin8n,el ganado que pace, los zagtCos que ^asan,
REVISTA MUSICAL

HISPANO-AMERICANA

ÍNDICE GENERAL
<GMR iS. 3B Í5L ]E> o S
ENERO.—Marguerite Carré. M. Franell. V. Zubiaurre. JUNIO.—Enrique F. Arbós. Ofelia Nieto. F. La Viña.
M. de Falla. C. Fernández Shaw. Trío de Barcelona. María Rodrigo. M. Fernández Alberdi. Catlos Espresa-
FEBRERO.—Francisco Viñas. José M.* Usandizaga. Se- ti. Luisa Pequeño.
ñorita Campiña. Señoritas Rey Cola?o. C. Castellanos. JULIO.—Nemesio Otaño. (S. J.) José Cubiles. La Scho-
MARZO.—Luz Rugama. Antonio Fernández Bordas. la Cantorum de Comillas. Luisa Arenzana. Norita Pe-
Cuarteto Renacimiento. Margarita Castrillón. M. Cap- reira. José Font. F. Esbri. F. Calés. María Luisa San-
Uonch. jurjo.
ABRIL—Andrés Isasi. A. Bretón. Carmen Pérez. Joaquín AGOSTO.—Alfonso Lobo de Borja. Emilia Miret. Artis-
Larregla. A. Saco del Valle. Enrique Granados, por tas de Munich.
Néstor. Amparo Utrilla, Pepito Arrióla. Eusebio Ven- SEPTIEMBRE-OCTUBRE.-Felipe Pedrell. Artistas de
tura. Asociación Musical de Bilbao. Bayreuth.
MAYO.—Amadeo Vives. Osear Esplá. Pura Lago. Dolo- NOVIEMBRE-DICIEMBRE.—Moreira de Sá. Artistas
res Benaiges. Orfeó Manresá. Paquita Madriguera. del Teatro Real.

a i R T Í C T I L O ®

ENERO.—Co«7-flí/o del Campo: Sobre la situación actual ABRIL.—Antonio Zozaya: La transformación de la mú-
de la música española.—K, Arregui: "La vida breve,, sicaven el pensamiento moderno.—R. Villar: Sobre el
drama lírico de M. de Falla.—Eduardo L. Chavarri: canto popular (continuación).^yo5¿ Subirá: (Trad.) El
El sentir de Wagner respecto de España.—.4. Fernán- problema de las quintas paralelas.—/?. Villar: Pepito
dez Bordas: Don Valentín M. Zubiaurre. Arrióla.
FEBRERO.—/=¿/í/Js Pedrell: Monodia y Polioáiz.—Mi- MAYO.—yWafeo H. Barroso: Del literatismo en la músi-
guel Salvador: E\ áx&raa. lírico "Las Golondrinas,.— ca.—Adolfo Salazar: Mnemotenia musical.
V. Arregui: La escuela vasca y Usandizaga.—/oa^«m JUNIO.—J. J. Nin: El Congreso de la Sociedad Interna-
Turina: El feminismo y la música.—i2. Villar: Sobre cional de Música en París.— R. Villar: Maruxa.
el canto popular. JULIO.—Adolfo Salazar: Psico-fisiología del ritmo xau-
MARZO.—A/^. Otaño: (S. J.) Sobre la situación de la mú- s\cdi\.—Vicente Arregui: La Schola Cantorum de Co-
sica española.—/. Zublaldé: Las siete palabras de Je- mWXzs.—Joaquín Nin: El Congreso de la Sociedad In-
sucristo, de Haydn.—y. Fesser: La orquestación mo- ternacional de Música (continuación.)
derna según Rimsky Korsakoff.—/^. Gáscue: Etimolo- AGOSTO.—y«an Domínguez Berrueta: La música como
gía y origen de algunos términos musicales. ciencia universitaria.—/?. Mitjana: Un gran maestro
 español en el siglo xvi: Alfonso Lobo de Borja.— JUNIO.—!/. M. de Gibert: Barcelona.—£. L Chavarri:
Adolfo Salazar: Gabriel Dupont. Valencia.
SEPTIEMBRE-OCTUBRE.—/. Borras de Palau: Sobre JULIO. - V. M. de Gibert: Barcelona.
la ópera nacional.—José Salvador Martí: Un plan ge- AGOSTO.—/I. C. Santander.
neral para la enseñanza del piano.—¿MW Bom>íf: NOVIEMBRE-DICIEMBRE.-^. / . a a í / a m ; Valencia.
Apuntes para la historia del ritmo gregoriano.—-Árlsw- Di Gonsa: G')]ÓT\.—A. C. Santander.—7. M. de Orue:
cisco Gáscue: Las representaciones wagnerianas en Zaragoza.
Bayreuth.—Ad. Salazar: Victoria, por H. Collet.
NOVIEMBRE-DICIEMBRE.—yWú!/z«e/ Abril: Técnica y La Música en el Extranjero.
Emoción.—Juan Domínguez Berrueta: Sobre el tem-
peramento \g\i&\.—Pedro Blanco: B. V. Moreira de Sá ENERO.—£. Dagnino: Roma.
VEQRERO.—Joaquín Nin: París.—Wanderer: Beriin.—
Madrid Musical. Mme. de Geus: La Haya.—/?. S. de Alis: Monte Car-
io.—Í;. Dagnino: Roma.
ENERO.—Miguel Salvador: Teatro Real. Sociedad Fi- MARZO .—Joaquín Nin: París.— Wanderer: Beriin.—
larmónica. Ateneo. R. S. de Alis: Monte Cario.—É. Dagnino: Roma,
FEBRERO.—Miguel Salvador: Ateneo. Filarmónica. ABRIL.—Joaquín Nin: París.—E. Dagnino: Roma.—
Una reunión importante. Wanderer: Berlín.
MARZO. —Joachim: Fernández Bordas, académico.—Mi- MAYO.—Joaquín Nin: París.—P. E. de Ferran: Bruse-
guel Salvador: Teatro Real. Ateneo. Orquesta Sinfóni- las.—Z>e Geus: La Haya.—Wanderer: Beriin.—
ca. Sociedad Filarmónica. Información general. E. Dagnino: Roma.
ABRIL.—Miguel Salvador: Las hijas' de Rey Co%o. JUNIO.—Joaquín Nin: París.— Wanderer: Berlín.:—
Orquesta Sinfónica. Sociedad Filarmónica. Capilla A. Rey Colago: Lisboa.—E. Dagnino: Roma.
Isidoriana. Conferencias deM. A. Pirro. S\JL\0.~J. Nin: Paús.—Wanderer:Bex\m.—P. E. de
MAYO. —Miguel Salvador: Orquesta Sinfónica. Cuaíteto Ferran: Bruselas.—^. Rey Colafo: Lisboa.
Español. Ateneo. Miscelánea. AGOSTO.—F. Gáscwe.-Munich.
JUNIO.—AÍ/á'Me/ Salvador: Varia. La Sociedad Nacio- NOVIEMBRE-DICIEMBRE.—^/íyaMrfro Rey Colafo:
nal de Músi¿á. El arte en la escuela. Lisboa.
JULIO.—Distribución de.premios del Conservatorio Na-
cional de Música y Declamación. ^ Bibliografía.
NOVIEMBRE-DICIEMBRE.—AfílfUí/ Salvador: Cfrculo
de Bellas Artes. Ateneo. Teatro Real. ENERO.—J. D. Berrueta.
FEBRERO.—N. Otafio (S. J.)—R. Villar.—Ad. Salazar.
La Máaioa e n P r o v i n c i a s . MARZO.—Ad. Salazar.
ABRIL.—Felipe Pedrell.
ENERO.-^V. M. de Gibert: Barcelona.—/. Zubialde: MAYO.—P. de Mugica.—R. V.
Bilbao. C—Oviedo. ^ JULIO.-^Ad. Salazar.—F. Gáscue.
FEBRERO.—!/. M. de Gibert: Baxcelona.—I. Zubialde: SEPTIEMBRE-OCTUBRE.—Ad. Salazar.
Bilbao. NOVIEMBRE-DICIEMBRE.—Ad. Salazar.—A. Barrado.
MARZO.-K. M. de Gibert:BñTcelona.'I.Zubialde:Búhao.
ABRIL.— !/. M. de Gibert: Barcelona.-/. Zubialde: Bil- Reviftta de Revistas.
bao.—£". /-. C/^az/am; Valencia.—A. C.: Santander.
MAYO. — !/. M. de Gibert: Barcelona. Mormaz: San Enero. Marzo. AbriL Mayo. Junio. Julio. Agosto. No-
Sebastián.-^/. Zubialde: Bilbao. viembre. Diciembre, por Ad. Salazar.
REVISTA
HISPANO-AMEBIGANA
ÍNDICE GENERAL
15. ]E^ X l O TCJ L <C}) S
ENERO.—Aíafztte/ Abril: Inventarios y Poemas.—/. Zii-
bialde: De algunas mistificaciones ckXthx&s.—Miguel
Salvador: Sobre dos dramas líricos españoles.—-ádo/-
fo Salazar: Músicos revolucionarios modernos: Arnold
Schoenberg.—¿. Bonvin: Apuntes para la historia del
ritmo gregoriano (continuación).
FEBRERO.—y«fl/i Domínguez Bermeta: De la teoría
científica de la música.—Manue/ Abril: El impresio-
nismo musical.—/?oá^e//o Villar. Cantos y bailes po-
pularesleoneses.—D/-. Eaglefield Hull: Schoenberg en
sus obras. Análisis de las cinco piezas orquestales.—
Adolfo Salazar:Las memorias de RimskyKorsakofL—
Wanda Landowka: Curiosidades históricas. Cómo se
dirigía la orquesta en otros tiempos.—¿«¿s Bonvin:
Apuntes para la historia del ritmo gregoriano.—Pa«/a
Schultheis: De la educación musical de los niños.
MARZO.—y. Fesser: La Sociedad Nacional de Música.
Dr. Eaglefield Hull: Arnold Schoemberg (continua-
ción).— Wotan: Los «Seises».
ABRIL.—y«art Domínguez Berrueta: De la teoría científi-
ca de la música.—Dr, Eaglefield Hull: Schoenberg y
sus obras (continuación).— F. Echeveguren: De la his-
toria del Arte. Hugo W(rff.
MUSICAL
MAYO-JUNIO.—£. L. Chavarri: Teatro y música espa-
ñoles.—Frederick Niecks: Cómo debe enseñarse la
composición.—/Wa/íMe/ Abril: Teorias comparadas.—
F. Eehevegüren: Hugo Wolf (terminación).
JULIO-SEPTIEMBRE.-Pgáz-o Blanco: Regeneración
por cultura.—Adolfo Salazar: Un gran músico que
muere, Alejandro Scriabin.—Eduardo L. Chavarri:
Estadísticá'musical. Los sobresalientes.—Juan Borras
de Paláii: De Beethoven. Sonatas históricas.—Doctor
£flá'/e/í(?/í/-WttW.-Schoenbergysusobras(continuac¡ón).
OCTUBRE-DICIEMBRE.—/?o^g//orí7/fl/-.- Divagaciones
sobre el nacionalismo musical y los compositores espa-
. ñoles.—i4do//o Salazar: Los tres Faustos; Listz. Schu-
mánn. Berlioz.—Dr, Eaglefield Hull: Schoenberg y
sus obras (conclusión).—Francisco Polo Mediano: Li-
teratura musical. La enseñanza de la guitarra en el
siglo XVII.
La Música e n E s p a ñ a .
ENERO.—Madrid. Lugo. San Sebastián. Zaragoza.
FEBRERO.—Madrid.—£. Go»íá.-Teatro Real.—Mg-we/
Salvador: Círculo de Bellas Artes. Los Conciertos po-
 pulares. Ateneo. Sociedad Filirmónica. Pianistas. Con-
ferencias.—F. Lliurat: Barcelona.—G.: San Sebas-
tián.—A. Barrado: Santander.—Di Gonsa: Gijón.
MARZO.—Madrid.—Miguel Salvador: Conciertos popu-
res. Ateneo. Sociedad Amigos de la Música. Sociedad
Filarmónica. La nueva Orquesta Filarmónica.—X: So-
ciedad Nacional de Música. Teatro Real. Conservato-
rio.—Nemesio Otaño (S. J.).El "Orfeó Catalunya,, de
Cassá de la Selva.—F. Lli.init: Barcelona.—1. Zu-
bialde: Bilbao.—L. Cliavarri: Valencia.—A. García
Parra: Valladolid.
ABRIL.—Los concursos musicales del Estado. Sociedad
Nacional de Música.—F. Llitrat: Barcelona.—/. Zu-
bialde: Bilbao.— G.: San Sebastián.—/. M. de Orue:
Zaragoza.
MAYO-JUNIO.—Madrid. Sociedad Filarmónica. Orques-
ta Sinfónica. Ateneo. Otros conciertos.—F. Gáscue:
San Sebastián.— E. L. Chavarri: Valencia.—Juan
Domínguez Berrtieta: Salamanca.—Di Gonsa:
Gijón.
JULIO-SEPTIEMBRE.—^(fo/> Salazar: Madrid.—Fe-
derico Lliurat: Barcelona.—/<". Gáscue: San Sebas-
tián.—Francisco Viñas: Barcslona.—/. Zubialde: Bil-
bao.—F. Gáscue: San Sebastián.
La Música en el extranjero*
FEBRERO.—E. Echeveguren: Roma.
MARZO.—letztích: Berlín.—JE. Dagnino: Roma.
ABRIL.—letztich: Berlín.—Rey Colafo: Lisboa.—Fran-
cisco Viñas: Roma.
MAYO-JUNIO. —Peííro Blanco: Opoño. —Francisco
Viñas: Roma.
Revista de Revistas.
Enero. Febrero. Marzo, Carlos Goldmark (nota necro-
lógica). Abril. Mayo-Junio, por Adolfo Salazar.
Bibliografía.
ENERO.—Adolfo Salazar: Notas bibliográficas. Edición
musical.
FEBRERO.—R.: Edición musical.
MAYO-JUNIO.—Adolfo Salazar: El "Origen de la mú-
sica vascongada,, por F. Gáscue.
OCTUBRE-DICIEMBRE.—^íio/, o ¿"afa^^ar.- Las "Cues-
tiones de técnica y estética musical», de Rogelio
Villar.
 HISPANO-AMERICANA
tal o cual idilio entre el pastor y la lugareña, y transformada
en materia musical, fué vertida al pentagrama, y transmitida
al público en este concierto de la Orquesta Filarmónica. Sin
recordar evocaciones románticas dignas de un Weber o de un
Schumann, Sierra de Gredas es un poema rico do colorido y
de emoción, porque su autor, dotado de sensibilidad y do
maestría, puede manejar las ideas a su antojo y darlas el
matiz más adecúalo, mediante el empleo de la masa orques-
tal. Si hubiera tenido el acierto de reducir las extensas pro-
porciones que dio a su obra, ésta hubiera ahorrado las impa-
ciencias que, durante la ejecución de su segunda mitad, amor-
tig^iaron un poco la excelente impresión producida en el
auijitorio... Felicitemos a P. de la Viña por su poema, y ojalá
se pos ofrezcan frecuentes ocasiones de aplaudirle.
Pérez Casas y su orquesta merecen la cordial acogida que
sieuipre les concede el público. El cual, si pide algo, sólo es
un poco más de vigor y un poco menos de lentitud en algunos
pasajes, pues cobrarían toda su fuerza si se les comunicase
la energía que en algunos momentos les falta.
José Subirá
Sociedad Nacional de Música.
Un hombre dotado con hábiles dotes dialécticas, es decir
uno de esos hombres que nacen para filósofos o para políti-
cos, (cosas heterogéneas y, sin embargo, menos distantes de
lo que filósofos y políticos se figuran), podría explanar una
brillante disertación sobre lo académico y sobre lo e m -
pírico.
Lo académico y lo empírico, han sugerido algunas conside-
raciones a estas notas criticas, porque son ellos los que triun-
faron en el concierto que la Sociedad Nacional do Música, dio
el miércoles 13 de Diciembre, en el Hotel Ritz.
Lo académico no adquiere aquí esa encopetada significación
por la cual en Francia un escritor, un químico, un matemático
o un arqueólogo son miembros del Instituto, sino otra más
elemental de carácter docente. Lo académico representa la
cordura, la sensatez, la prudencia, el respecto a una tradición
más o menos moderna, pero predicada siempre por el maes-
tro admirado. Si el maestro comulga en viejas teogonias es-
téticas, a ellas so adherirá el neófito; si, por el contrario, pre-
dica contundentes herejías artísticas, el alumno las acogerá
solícito con devoción idolátrica. Lo académico viene a repre-
sentar en suma, el puente tendido, en la formación artística de
una persona dotada de espíritu y de laboriosidad, entre el es- Una muy notable artistai de la ópera cómica de París, madame
tado de ignorancia y el estado de independencia. No es ni el Leymo, cantó obras de Strawinslcy, Duparc, Debussy, Schmitt
ayer ni el mañana, sino lo transitorio entre aquel ayer y este y Roussel, la seguidilla (de «La vida breve», del maestro Falla,
mañana.
Lo empírico tampoco se presenta aquí con el carácter que le
dan las disciplinas filosóficas, sino con otro más popular. In- hubo muchos y muy me:rocidos aplausos.
dica, en el actual caso, una buena intención, una dirección sin-
cera y un camino noble, unidos al florecimiento de una espon-
taneidad que desconoce trabas académicas y prejuicios do-
centes, por no haberles dedicado el tiempo que requiere su
estudio.
Si lo académico revela una rutina consciente, motivada por
la sumisióa explícita a normas escolásticas que pueden ser, y
lo son muchas veces modernísimas, lo empírico revela una
rutina ingenua, motivada por el desconocimiento o el conoci-
miento insuficiente de esas y otras normas.
Lo académico y lo empírico han de nutrirse mutuamente y
han de compenetrarse do tal modo que el uno sea subsidiario
del otro. Lo académico salva a lo empírico de su tendencia
hacia la vulgaridad aburguesaia, lo empírico aalva a su vez,
II
a-lo académico de su tendiencia hacia la banalidad aristocrati-
zada. Porque lo empírico» es vida, pero vida que necesita ad-
quirir una forma, miemtras que lo académico es forma,
pero forma que necesita llenar una vida. Lo empírico es el
contenido, y lo aoadémic;o es el continente. Y contenido sin
continente, como continemte sin contenido, viene a representar
un algo incomplejo, un aligo que no puede considerarse como
definitivo, ni puede casarr tampoco con lo estable.
Así pues, todo artista (flebe aspirar a fusionar lo académico
con lo empírico, lo que dlebe a sus maestros con lo que debe
a su alma, lo que es projpio de una tradicción con lo que es
propio de una individualiidad.
Una laboriosa compositora, la señorita María Rodrigo, es-
cribió el quinteto en fa p a r a piano e instrumentos de viento
(oboe, clarinete, tromba y fagot), que llenó la primera parte
del concierto a que se contraen estas consideraciones; y un
activo instrumentista, don Teodoro J. Valdovinos, escribió el
quinteto en si bemol, para flauta e instrumentos de arco, que
llenó la última parte de dicha sesión musical.
El quinteto de la señorita Rodrigo, representa la exaltación
de lo académico; y el del sañor Valdovinos, la exaltación de lo
empírico. En el primero se sacrificó todo, comenzando por los
conceptos melódicos, a Mos prejuicios escolásticos. Y la obra
solo tiene un pecado; el (de su exceso de corrección que ahoga
toda emanación lírica o esmocional. En el segundo son los pre-
juicios escolásticos y no solo los prejuicios, sino también los
juicios los que so sacrifiícaron, sin duda por desconocimiento
de sus reglas, con lo cuail escasea todo lo quo pudiera ser no
ya solo reales ornamentail, sino médula y jugo, brillando, en
cambio, lo meramente sensitivo.
Con la espontaneidad (que tiene el quinteto del señor Valdo-
vinos, el de la señorita Rodrigo, habría sido una obra impe-
cable. Con la extraordinaria riqueza escolástica que tiene el
quinteto de la señoritai Rodrigo, el del señor Valdovinos
habría sid j una produce ¡ion perfectítima. Una y otro poseen
talento y laboriosidad, :facultades y constancia, ¿porque no
esperar, pues, que con menos técnica la primera y con más
técnica el segundo, den (en el porvenir días de gloria al arte
musical español?
La parte central del pirogvama, estuvo dedicada a canciones.
y dos poemas del Adolfo) Salazar, con letra de Paul Verlaine.
.^anto para la cantante como para 'as obras interpretadas)
José Subirá.
 12 REV/STA
W ha hecho el señor ürquijo, de Bilbao, y en los tríos de Men-
^ vy
Ss «s Carolina Peczenik y Enriqueta Laguardia.
di í*«
Sala Campos.
Dos artistas muy estimables han tocado en la Sala Campos:
los señores Bernardino y Galvez, pianista y violoncellista,
réspectiyamento.
Al joven Rafael Galvez, ya le habíamos elogiado por un
concierto del Círculo de Bellas Artes, en el que demostró ser
un violoncellista notable.
En.la Sila Campos, interpretó muy bien la Sonata de Bee-
thoven; op. 69, núm. 3, el concierto en la menor de Saint-
Saens y otras obras de Popper, Strauss y Dunkler, logrando
interesar con su arte, nada común, al distinguido auditorio,
que íe aplaudió mucho, compartiendo con él los aplausos él
pianista Bernardino.
Rafael Galvez, es hijo del preclaro artista Galvez, que vi-
vió en Madrid hace unos veinticinco años, fundador con Ai:-
bós, Tragó, y Rubio, de aquél magnífico cuarteto, una de las
mejores agrupaciones españolas de este género. Hasta haca
dos años que falleció en Barcelona, fué profesor de intrumen-
tos de arco de la Escuela Municipal. El joven Galvez, ha he-
redado de su padre las buenas cualidades de artista de ta-
lento que le distinguían.
Ben etó y Gabilondo.
En el teatro de la Comedia han dado un concierta de violín
y piano, los señorea Benetó y Gabilondo, que tuvo la sorpresa
de revekr un artista muy notable; nos referimos al violinista
Francisco Benetó, que en la Sonata en sol menor., para violín
solo, de Bach, en la dedicada a Kreutzor, de Beethoven, y en
las piceas dé Sarasate y Wieniawski, derñoslró ser un gran
violinista.
Gabilondff, es el pianista corréalo que ya conocíamos; ha
hecho evidentes progresos, y en las Escenas de Niños, de
Schumann, como en las obras de Liszt, Albéniz y Manzanares,
fué como Benetó, muy aplaudido.
Los dos artistas han tenido en^ Madrid un éxito muy hala-
güeño.
Terán, Costa y Cassadó.
Estos tres artistas, los niños mimados actualmente, de los
dülentanti madrilofios, dieron la otra noche un concierto en
el Círculo de Bellas Arles, en ol que estavieroa admirables.
MUSICAL
Costa, lució su magDÍficj Guárnerius, valioso regalo que le
delsshon y de Beothoven, estuvieron los simpáticos concer-
tistas, verdaderamente magníficos,
Un concierto de los que no se olvidan fácilmente.
Palace Hotel.
Con la cooperación de lás' señoritas Dóneos, Medina, sopra-
nos ligera y lírica, respectivamente; del tenor Sierra, de José
Font, notable violinista; acompañados por lo^s maestros To-
losa y Poat (Manuel), se celebró en el Palace Hotel una vela-
da artística interdsante, en la que sobresalió el joven Font,
primer premio del Conservatorio de Bruselas, aplaudido en
el Ateneo, en las interpretaciones de obras de Sarasate KreÍB'
1er, Wieniawisky y SaintSaens.
En el Círculo de Bellas Artes dieron un" notable concierto
las señoritas Peczenik y Laguardia.
La distinguidísima pianista polaca, en tantas ocasiones elo-
giada en estas columnas, tocó con EU arte proverbial obras de
Chopín, Brahms, Albéniz, Salazar y Villar, siendo muy aplau-
dida, lo mismo que en la Cabalgata Satánica, de la que es
autora.
El hecho de figurar en sus programas los nombres de Al-
béniz, Granados, Falla, Turina y otros, la hacen acreedora a
nuestra simpatía más efusiva.
La señorita Laguardia cantó algunos fragmentos de óperas
célebres y graciosas canciones españolas de Nieto y Tabuyo.
Fué con justicia aplaudida nuestra compatriota.
Otra velada tan agradable como todas lás que organiza la
Sección de Música del Círculo.
Entre las mejoras que paulatinamente iremos
introduciendo en nuestra Revista, figura la tra-
ducción de artículos de autores extranjeros, ex-
presamente escritos y traducidos para nosotros, y
además, comenzaremos desde el número que vie-
ne, la publicación de páginas musicales de nues-
tros primeros compositores. El carácter serio y
elevado de esta Revista, garantiza el de esas
páginas, que se contarán, seguramente, entre lo
más importante del repertorio moderno español.
Las que se publicarán en el número de Enero,
son debidas á la pluma de Oícar Esplá, el gran
compositor alicantino, asimismo comenzaremos
en el número próximo, la publicación de un her-
moso trabajo de nuestro colaborador D. Francisco
Gáscud, titulado Homero y ia música y una serie de
artículos del doctor A. Eaglefieid Hull, de tan
grande autoridad en las cuestiones de arte mo-
derno.
En el actual número, se incluyen los índices de
los últimos tres años, accediendo a los deseos de
muchas personas que así lo habían solicitado.
 HISPANO-AMERICANA 13

cha asaz lenta que sigue en su camino hacia la celebridad, que

pocos como él merecen.
Con Manuel Posadas, y Andrés Gaos, estudió solfeo y
violín, además es un pianista excelente que domina sin es-
fuerzo las innumerables dificultades de este instrumento, que
ha estudiado sin necesidad de maestro.
Pero el verdadero mérito de este joven músico, donde des-
cuella revelando la importancia que en realidad tiene, es en
la composición.
Le inició en los secretos de la armonía y contrapunto, un
profesor también argentino, llamado ConstantinóGaíto,
Más tarde cesaron las lecciones de este su primer maestro
pasando a recibir los sanos consejos del eminente músico ita-
liano Eduardo Fornarini, y en la actualidad, libre de la pre-
sión que sobre su ánimo pudiesen ejercer las opiniones de sus
maestros, se puede ufanar de poseer una personalidad que
poco a poco va marcando en las páginas de sus obras.
Antes de escribir la presente crónica, visité a este ilustre
músico que cautiva con su atrayente palabra, de una inocencia
verdaderamente infantil, y que poseyendo a la vez una rara
amabilidad, accedió a mi petición, haciéndome oír las dos úni-
cas composiciones que yo desconocía.
Son estás, una graciosa y sentida Canción y Danza para
Clarinete y Plano, y un hermoso Preludio y Coral para Ór-
gano. Tiene además una interesante Serenata para Violoncello
y Piano, donde se encuentran detalles que sorprenden por su
ñrgentlna. novedad. Pero las obras más serias que hizo hasta la fecha,
son dos soberbias sonatas, uija de violín y otra para Cello, en
No hace mucho tiempo cuando empezaron a conocerse en las cuales sigue la forma cíclica.
Buenos Aires los músicos modernos de las que pudiéramos Me place haber encontrado en Buenos Aires un músico de
llamar tres tendencias (alemana, francesa y rusa), surgieron esta talla, porque como dije en cierta carta que escribí a mi
como por ensalmo compositores ultramodernistas, que sin un amigo Osear Esplá-«sío es un desierto... y ¡claro! la presen-
estudio reposado, y con una idea equivocada de lo que es la cia de un bello oasis, sorprende de un modo muy agradable.
disonancia, creyeron asombrar al mundo, con sus/^íeowaswos ¿Porqué a todos esos compoátores que coirtciden con De-
musicales inútiles y disparatados, cualquiera que sea el color bussy, Strauss, etc., etc., no les dá por^seguir el ejemplo de
del cristal con que se miren. Juan José Castro.
Como todo lo que carece de base, estos diosecillos de barro Sí, hacedlo y vuestras pautas vírgenes y sufridas partituras
se fueron derrumbando uno a uno, sin dejar siquiera la menor guardarán un eterno agradecimiento al héroe de la música de
huella de su obra, que momentáneamente logró llamar la aten- este país, que en mi sentir, vale por lo menos tanto como cual-
ción de unos cuantos críticos sandios y desorientados. quiera de los innumerables y sollados patricios que se cobi-
Desgraciadamente para la Argentina, todavía se mantienen jan en las págnas gloriosas de la Historia Argentina.
sobre falso pedestal, varios de estos compositores, que a
fuerza de relaciones y dinero, consiguen figurar entre }os po- *
cos músicos serios que hay aquí, dándose el caso inaudito, de
que formando parte de un jurado se permitan dirigir pre- Con frecuencia oí hablar en Europa de los periodistas ame-
guntas, y aun poner ejemplos a quien sin disputar sabe más ricanos, y recuerdo que los que más se prestaban a las chan-
que ellos. zas y sabrosos comentarios, eran precisamente esa legión de
Pero es vicio viejo en este país nuevo, y el público acostum- doctores, que caracterizan de un modo perfecto a las repúbli-
brado a lo paradóglco, ni siquiera se toma la molestia de re- cas dónde se pretende hablar el castellano.
flexionar sobre los innumerables casos de esta especie, no se Ahora los observo de cerca, vivo en contacto con ellos, me
sí por demasiada civilización o simplemente por ignorancia. he molestado en estudiarlos, y estoy convencido de que tudas
las burlas que entonces me parecieron exageradas y sistemá-
ticas, eran justas y muy bion fundadas.
Esto es hablando en términos generales, ahora, si nos de-
Entre este maremagnum de bajas pasiones y luchas intes- tenemos a examinar la concienzuda labor de los que convier-
tinas, es difícil conseguir asimilar lo baeno, y de una dificul - ten la crítica de música y músicos en una especialidad, encon-
tad mucho mayor saber orientarse. Sin embargo, hay un mú- traremos cosas realmente estupendas.
sico argentino que pudo obtener esta inmensa ventaja sobre Quiero ocuparme en esta crónica, de los señores que en
los que aquí se dedican a emborronar vírgenes pautas de su- Buenos-Aires derriban o levantan obras y artistas con sus
fridas partituras. juicios, y para demostrar a mis amables lectores mi deseo de
Juan José Castro, que así se llama el aludido compositor no quitar ni añadir a lo comentado, copiaré algunos párrafos
es un artista interesante, serio, estudioso, posee la cualidad del do esas críticas famosas. Ahí va una preciosa muestra publi-
buen gusto, un conocimiento profundo del arte de componer, cada en «La Nación» el 26 de Octubre de este año:
y no pocos recursos de la ciencia musical moderna. Además, *La profesora y conceítista de mandolín, Sra. V. Zucchi
es modesto, no le gustan las exhibiciones, tampoco ve con Vieyra, dará el sábado venidero, a las nueve p. m., en el sa-
simpatía a los aduladores, y por eso nos explicamos la mar- lón. La Argentina, una audición extraordinaria que será, a
 14 REVISTA MUSICAL
decir lo justo, la prueba de que el instrumento puede rehabi-
litarse en el concepto del púolico hasta igualar por lo menos
otros más en boga.
»Elniandulín, como todos los instrumentos de cuerdas que
se p;inen en vibración punteándolas, pellizcándolas o ras-
gueándolas, ya sea directamente o por medio de un plectro,
tiene el inconveniente de la limitación de su sonoridad y do
la rudez primitiva de su timbre; pero también, como todos
los que requieren la presión directa de la mano sóbrela cuer-
da, transmite con mayor fuerza la emoción del f jecutantíi, y
es como uu intermediario más intimo, entro el músic > y su
auditorio».
Más adelante dice:
«Los compositores no han escrito, sino^muy rara vez para
eso instrumento, tratándolo solo como un factjr pintoresco, y
os q u e lo ejecutan tienen que buscar transcripciones y arre-
glos o someterse a interpretar obras para violín.
c<La señora Zucchl, se propone revelar los recursos- del
mandolín, ejecutando el concierto en mi menor de Mendí)!-
ssohn para violín y orquesta, una Canzonetta de Godard, Le-
yenda de Wieniawsky, una Danza húngara de Brahms-Joa-
Clin, y el nocturno número 2, de Chopín-Sarasate».
No concibo como pueda haber un hombre, que llamándose
critico y teniendo que poseer por lo tanto, un vasto conoci-
miento de obras, depurado gusto artístico, y perfectd equili-
brio en sus concepto?, pueda escribir tamaño dislate. No de-
bió ni ocuparse, pero si quiso decir algo respecto de ese acon-
tecimiento musical, tendría que haberlo hecho en una forma
hostd, o más bien de mofa, pero nunca emplear términos ele.
giosos, intentar un parangón entre el mandolín, (instrumento
perteneciente a la familia de las barquilleras,) y otros más en
boga y ¡en fin! colocar a los pacientes lectores toda una apo-
logía, en la que pone de relieve el puntto, rasgueo y pelliz-
queo, no omitiendo ni por olvido, el famosísimo plectro.
En «El Diario> leo en el número del Í7 de Octubre próximo
pasado:
«Público bastante numeroso; no tanto como en las veladas
líricas, aunque es el mismo abono, pero por su devota aten-
ción, por el fervor con que escuchaba, puede juzgarse que el
a m é r a l a música sinfónica, va siendo una interesante rea-
lidad).
No cabe la menor duda de que aquí, la mayor parte de las
cosas, son de una interesante realidad, sobre todo, cuando se
conoce a los abonados a estos conciertos, que como pertenecen
a la aristocracia se encuentran en todas partes, dando lugar a
sorprender en sus insípidas e interminables conversaciones,
diálogos como el siguiente:
*Dama: Díganae, maestro ¿tienen algo de Saint-SaEns?
*El Director (de una pequeña orquesta en una cjsa dé mo-
das); No señora.
>Dama: Pues entonces toquen un tango que sea lindo o
algo de Wagner.» (¿?)
Creo que se habrán convencido ustedes de que los que oyen
con fervor y devota atención los magnificas conciertos que
aquí nos ofrecen, aprenden tanto que llegan a igualar la in-
munda música, espejo fiel del espíritu compadrito tan arrai-
gado en este pueblo, con las sublimes genialidades del autor
de las Walkirias.
En «La Nación> del 18 de Octubre del corriente año:
Í M . Messager, pudo dedicar a su trabajo de interpretación,
más concentrada prolijidad, pues pudo despreocuparse do las
minucias de señalar entradas, y de batir con rigor el tiempo,
etcétera...»
Ya lo saben los que aspiren a venir a Buenos Aires en cali-
dad de directores de orquesta; no tienen por qué molestarse
n i en d a r las entradas a los instrumentistas, ni en marcar
el compás, pues según el critico de «La Nación», eso son
minucias.
Leyendo la crítica publicada ea «La Nación» del 19 de Octu-
bre del corrient) año, y al ocuparse de uno de los últimos
conciertos de orquesta, dados en el Teatro Colón, se encuen-
tran yMieíosaít'wadís/wts, como podrá comprobar el curioso
lector:
«La oberiura «La Gruta de Fingal» de Mendelssohn, con su
cara'íter de grandeza, fabricada a fuerza de estudio y cons-
truida Con materiales de segunda calidad, resultó justa para
comienzo, pues que dejó de relieve la alta serenidad un poco
untuosa del maestro Franck.
«Redentión», en efecto, se escuchó con respeto aunque ovi-
dentemento sin mucha comprensión; es obra que no penetra
fácilmente en los oidjs y que ox'ge sostenida atención para
dejar advertir sus alias bellezas de fondo, que son, por cierto,
más import-intes que las de forma».
Yo creo, que el quo construye con materiales de segunda y
aun do sexta calidad, es el esclarecido autor de semejantes
incongruencias, puesto que no consigue, qne penetre, no en los
oidos como él afirma, sino en su untuoso cerebro la maravi-
llosa música del genio belga, demostrando a la vez haber
puesto poca sostenida atención, por cuanto no pudo distin-
guir que en esta obra maestra, las bellezas de fondo son igua-
ladas por las de forma.
Ya habrán observado mis simpáticos lectores en los párra-
fos que he copiado, como manejan el léxico los periodistas
criollos, pero apesar de toda no puedo resistir el deseo de
transcribir lo siguiente:
«Mr. Mauri e Dumesnil, que tuvo el piano en el concierto
de Grieg, ejecutó la hermosa obra con la delicadeza y la sere-
nidad, etc. e t c . í '
Seguramente el señor Dumesnil después de teñe • el piano
durante el concierto de Grieg, se habrá impuesto un largo y
raerecidísimo descanso.
Hago constar, que me ocupo solamente de los periódicos
más importantes y de mayor circulación, figúrense ustedes si
lo hiciera de todos los demás, que espacio debería solicitar en
la REVISTA MUSICAL para p d e r insertar una íntima p a r t e da
lo que se lee aquí en un día.
En «La Razón» Junio de 1915:
«París ha creado alrededor de Brahms una indiferencia casi
hostil. Es que es un músico esencialmente alemán, un alemán
del Norte, a las voces un tanto pesado, enfático, nebuloso. Sin
embargo, este hombre de genio—un genio de segundo orden,
si está permitido decir—ha sabido extraer de la forma c ásica
una belleza musical q u í parece destinada a sobrevivir.»
Naturalmente que si Mendelssohn y Brahms, hubiesen adi-
vinado quo en Buenos Aires—nada menos—serían juzgados
como genios do segundo orden, no les cruzara por el magín la
malhadada idea de entregarse a su inspiración...
Pero ahora tomándolo en serio, se me ocurre que en un país
tan adelantado como este, es verdaderamente r a r o que se
ignoren liertas cosas de absoluta notoriedad. Hagámosle sa-
ber, pues, al señor que al hablar de la música de Brahms dice,
que parees destinada a sobrevivir, que no es que parezc»,
sino que positivamente sobrevive, y además se la reconoce
como elevadísima producción de un genio de primer orden,
Que pesados, enfáticos y nebulosos, se ponen a las veces
ciertos críticos.
En «,La Nación» del 21 de Octubre último, leo:
«El cuarteto del señor Caito es la producción de un maestro
que quiere dettacarse y trata de ser original a trueque de la
claridad. Contemos que no pueden llamarse melodías confor-
me a la definición de Debussy «(melodía es todo lo que so
puede silbar.)» compone complicadamente y a retazos las i r a -
 HISPANO-AMERICANA 15

sea de diferente carácter de ritmos encontrados, de contrapun- ^0 E d w a r d Elgar. La séptima variación, que es uno es odes
tos retorcidos, laboriosos, y pierde en espontaneidad lo que juguetes almibarados con que se relame de puro gusto el pú-
gana en preciosas dificultades, etc., etc.» blico meridional, fué repetida.
Pero pasan nueve días, se realiza una segunda audición de Eri la tercera parte del comierto, el «intermezzo» de Mi-
la misma obra, y entonces el crítico dice: gnon, sirvió de repoussoir a la obertura de Tannhauser..!
«Buena idea tuvo esta institución on ofrecer una nueva audi- Aparte esta pequeña concesión hecha por Blanch al ele-
cióü del cuarteto op. 23 de D. C. Gaito, pues de esta manera mento cursi del auditorio, el simpático no merece más que
han podido observaría más palpablemente-las bellezas qvie aplausos.
dicha obra contiene; la persona'idad del autor y la origina- Los progresos de la orquesta son evidentes. La unión, la
lidad de los elementos empleados, hacen que sea necesario pastosidad y la afinación, sensiblemente superiores a las épo-
oiría más de una vez, y aún más de dos, ya que su autor no se cas anteriores.
ha dejado influenciar por ulteriores oscue'as; la de Gaito es Una torcera Asociación musical, inauguró también este in-
bien propia, y no dudamos que su composición será consa- vierno, en el popular Salón Foz, una ferie do conciertos sin-
grada por repetidos éxitos como el obtenido anoche.» ..lípnicos, a precios convida'.ivos (lOOreis, ¡50 céntimos por
Ddspués de leer esto queda explicado el por qué algunas cabeza!), que tienen lugar los jueves por la tarde, y a cuyo
personas se pasean por la Avenida de Mayo en plena canícula, frente está el excalente violinista y compositor, Tomas de
uciendo flamantes, prácticos y fresquísimos zapatos d e Lima.
charol... (?) En el úliimo de estos conciertos, realizado esta semana, fue-
No quiero abusar de la picienoia do mis lectores, pero antes ! j p n ejecutados y aplaudidos: la suite «.Peer Gynt», de Grieg;
de termitiir diré, que los ci'íticos a quienes presento en estas la obertura de Oberon; el «larghetto* de la segunda sinfonía
lincas, no solamente hacea el daño desde las columnas de los de Beethoven; la obertura de Tannhauser; la Réverie de
periódicos más i m p o r t a n t e s sino que también se permiten el Schumann y la Serenata de Mozkowíky. También acude a
lujo de ocupar la tribuna, despotricando de un modo autori- estos conciertos un público numeroso y entusiasta.
tario, y haciendo alarde de una erudición conseguida a fuerza P a r a acíbar, no quiero dejar de citar, por el laudable es-
de consultas, generalmente interpretadas en forma errónea. ^^fuorzo que representa, un cjncierto sinfónico que tuvo lugar,
en principios de Noviembre, en el Teatro de San Carlos, or-
Teimo Vela. ganizado y dirigido por el clarinetista y compositor, Sr. Teó-
Buenos Aires, 22 de Novnmbre de 1916. filo Saguer, y en el que este artista repitió una »Ode a Belgi-
que», que el año pasado se ejecutó con éxito en los conciertos
David de Souza, y una «obertura sinfónica», siendo una y otra
obra compuestas por el Sr. Saguer.
Lisboa. Su mujer, violonchelista distinguida, ejecutó en la tercera
parte de ese concierto, el primer tiempo del de Klengel, y la
El día 19 de Noviembre inauguró el Polyteama su tempo- «fileuse» de Popper, que tuvo los honores de la repetición.
r a d a de conciertos, bajo la dirección de David de Ssuza. Aun- ^^. Es cuanto, musicalmente, digno de mención, se viene dando
que no asistí a aquella audición, me consta que el éxito fué en Lisboa desde principios de Noviembre hasta la fecha.
excelente y la concurrencia numerosa.
A un periodista a quien fué concedida una interviú por el Alejan'IPO Rey Colado.
maestro Souza, éste se declaró lleno de nuevos ardores y ri- 7 de Diciembre, 1916.
Ssuefias esperanzas, a propósito de la campaña artística de este
invierno, y prometió la ejecución de varias obras desconocí
das por aquí, entre otras: Antar, de Rimsky Korsakow; Ta
mar, de Balakirew; las suites de Areuíky y de Stojowsky; un Barcelona.
drama sinfónico de Littolf, y algunos originales de Glazunow,
Hipolitow-Ivanoff y Rachmaninoff. Rubinstein d i i dos conciertos en el Palau de la Música,
El maestro David de Souza, tiene decidida predilección por (10 y 17 noviembre). Su primera sesión, fué enteramente consa-
los rusos, lo cual no obsta, afirma él mismo, a que estudio grada a Chopin. Ejecutó las siguientes producciones del muy
con ol mismo calor y entusiasmo, e intente hacer oir aun en sugestivo compositor polaco: Polonesa, fantasía, cuatro pre-
esta época, obras de Bach, Haydn, Mozart, Beethoven, Sohu- lu'lios, saherzo en do sostenido menor, Sonata en si menor,
mann, Wagner, Grieg, Massenet, Schmidt, Dabussy, Ravel, Si- barcarola, mazurca, dos esludios, nocturno, vals, polonesa en
belius y Mac-Dowel, amén de algunos originales portugueses. la rnaijor. Ha aquí ahora el programa de su segundo concier-
E l d i l e t a n t i s m o lusitano, cayó todo en peso el domingo,26de to: Toccata y faga en re menor, Bach Tausig; Sonata appas-
N o v i e m b r c e n el Teatro de la República, para asistir al primer sionata, Beethoven; Navarra, Evocación, El Puerto, Ronde-
concierto Blanch, que los carteles anunciaban. El p ú b l i o cAic ña, Trii,na, Albéniz; Carnaval, Sohumann.
de los grandes acontecimientos mundanos, se engalanó, vistió Rubinstein es aquí el artis a mimado por excelencia. Nues-
los trapit-is de acristiaiar y, ávido de placeres estéticos, inva- tros aticionadüs no se cansan de oírle y de aplaudirle. Cada
dió literalmente la elegante sala. concierto suyo constituye, pues, un nuevo y cada vez más bri-
Pedro Blanch, cuya aparición fué afectuosamente saludada llante triunfo. Es necesario confesar que sus éxitos entre nos-
con aplausos, paseó una mirada satisfecha por el océano de otros son, por otra parte, merecidímos. Rubinstein es, en
mitras y sombreros de tres picos «dernier cri», que inundaba efecto, un artista interesantísimo. Así su técnica como su mu-
el teatro, y con batuta firme e insinuante gesto, ata:ó la deli- sicalidad impónense, pues, muy pronto, con la mayor y más
ciosa obertura de la 4Flauta encantada», los «Murmullos de la natural faciüdai. El artis.a del cual hablamos es harto conoci-
floresta» del Siegfrierl, y la «Danse m a c a b r o do Saint Siens, do de 1 is aficionados madrileños y, sin ninguna clase de dudas
números que.cjmpouíaa la primera parte del programa. de la mayoría de los cultos lectores de esta Revista. Huelga,
En la segunda, Blanch nos ofreció, por primera voz, una por lo tanto, extenderse sobre las cualidades del muy notable
magnífica ejecución de la^i nteresantes Variaciones Sinfónicas pianista que nos ocupa. Añadiremos, sin embargo, que su
 16 REVISTA MUSICAL
muy viva interpretación de los fragmentos de Iberia, de nues-
tro llorado Albéniz, constituyó, confesémoslo, uno de los ma-
yores éxitos de las sesiones que recordamos.
" *,**
Tres son les conciertos organizados, desde mi última cró-
nica, por la Asociación de los amigos de la música. En el pri-
mero de ellos, (5 de noviembre) presentóse en público, por
vez primera, la recientemente creada Agrupación de instru-
mentos de viento que dirige Toldrá. La nueva agrupación eje-
cutó una bella página de Mozart y el octeto en mi bemol,
op. 103, de Beethoven. Tocó, además, \a. Suite op. 24, en estilo
antiguo, (interesantísima) para trompeta en re agudo, dea
flautas, dos violines, viola y violoncello, (Cuarteto Renacimfen-
to), de Vicente d'Indy. Ejecuciones cuidadísimas, sentidísimas,
que los amigos de la simpática entidad aplaudieron, hagá-
moslo constar, fervorosamente. , .
El otro concierto de la Asociación que nos ocupa, fuié con-
fiado a la orquesta de la entidad. Pujol dirigió, pues, una
Suite de J. S. Bach, el concierto número 1, (op. 7), para órga-
no y orquesta, de Haendel, y una lindísima página de Mozart.
La novísima orquesta de la Asociación de los amigos de la
música, despertó nuevamente la impresión (rarísima, es ne-
cesario confesarlo, aún tratándose de orquestas ya conocidas,
ya consagradas), que los músicos que la componen no impro-
visaban. Su fusión, su seguridad impusiéronse, en verdnd,
de manera gratísima, irresistible. Otra cualidad tiene tárii-
bien, a nuestro entender, esta nueva orquesta: y es que todos
sus músicos, (muy jóvenes), tocan con la mayor vehemencia,
con el más simpático entusiasmo y con la más conmovedora
sinceridad. El milagro es debido, (lo indicábamos ya en nues-
tra crónica anterior), al fundador y director de la nueva enti
dad, á Francisco Pujol.
La parte de órgano, del ya citado concierto de Haendel, fué
muy pulcramente ejecutada y registrada, por Vicente María
de Gibert-
El cuarteto Renacimiento hízonos, en fin, oír, en la última
sesión organizada por la Asociación de amigos de la música,
dos lindísimas Escenas montañesas de Vianna da Motta; tres
páginas de Glazunow, harto desiguales, los Caprichos román-
ticos de Conrado del Campo y el cuarteto en mi bemol, op. 127,
de Beethoven.
Nos es muy grato hacer constar que las muy bellas efusio-
nes musicales francamente románticas, en efecto, al maestro
Conrado del Campo, fueron muy calurosa e insistentemente
aplaudidas.
La Asociación de música di camera ha dado también un
concierto. Propónese, según parece, confiar algunas de sus
sesiones a los mej^irea solistas. El cmcierto que reseñamos
resultó selectísimo ya que nos proporcionó la muy agradable
ocasión de escuchar nuevamente a nuestro paisano Pablo <3tt-
sals. Tocó el concierto en re de Hajdn, la Suite en do, de J. Se-
bastián Bach, y el concierto en la, de Schumann.Casáis es hoy,
realmente, un muy completo artista.
La Orquesta de la Asociación, dirigida por José Rabentós,
acompañó con el mayor acierto y ejecutó, además, )a obertu-
ra de las Bodas de Fígaro, de Mozart, y una obertura en do,
de J. S. Bach.
La Asociación Musical de Barcelona continua asimismo or-
ganizando conciertos. Citaré entre ellos el confiado a la seño-
rita Aurelia Sancristófol. He aquí su programa: Sonata en si
bemol mayor, J. B. Lorillet, Suite en re mayor, Bach, Con-
cierto, op. 104, Dvorak (producción simpática, sentidísima).
Sonata, Rubinstein (poco interesante).
Aurelia Sancristófol es una artista Inteligentísima. Es ya,
sin la menor duda, una de nuestras más notables concertistas.
Vicente M." de Gibert dio en el Palau un iuteresante reci-
tal de órgano en el cual ejecutó páginas de P. A. Vila,
G. Guammi, Muffat, J. S. Bach, E. Bossi, C. Franck, Saint-
'Saéns y Mussorgski. Hizo gala, una vez más, de sus excelen-
tes condiciones de artista y de organista.
El Orfeó Graciene ha dado también algunos notables con-
ciertos en el Teatro Eldorado, dirige la citada entidad el
maestro Juan Balcells. Hago constar con el mayor gusto que,
entre el número ya muy crecido de sociedades corales (hijas
espirituales, todas, de nuestro Orfeó Cátala) que existen en
Cataluña, el Orfeó Graciene es, sin duda, uno do las más im-
portantes.
En el Liceo han ido representándose hasta la fecha, Tann-
hauser, Hernani, El secreto de Susana, Manon, Rigoletto,
El Barbero de Sevilla, etc. El empresario hase decidido, ade-
más (¡cosa verdaderamente anómala!), a ofrecernos una pro-
ducción nacional. Y fué Maruxa, del maestro Vives, la obra
escogida. Representóse por vez primera en nuestro Gran
Teatro, el día 18 del pasado Noviembre. La obra fué dirigida
por el maestro Padovani (Vives vigiló, con todo, los últimos
ensayos) fué confiada a las señoritas Nieto y Ross y a los ar-
tistas Battistini, PinaCorsi y Marescotti.
La linda, castiza y jovial Maruxa fué recibida (apresuré-
monos a confesarlo), con el mayor agrado. Y asistimos con
el más vivo interés a su entrada, digámoslo así, en nuestro
Gran Teatro. Añadiremos que ha continuado apareciendo en
el Liceo, infinidad de noches. Apuntemos con gusto (y con ca-
riño, además), este nuevo éxito del maestro Vives y este raro
triunfo, en nuestros teatros de ópera, de la música de uno de
nuestros compositores.
El Orfeó Cátala prepara tres grandes conciertos históricos.
Hablaremos de ellos en nuestra próxima crónica.
F. Liiurat.
Bilbao.
Rubinstein no ha tenido fortuna en Bilbao. Antes le cupo
en suerte un piano viejo, ahora uno demasiado nuevo. El caso
es que, ahora como antes, ha tocado de mala gana y sin entre-
garse a la emoción, con lo que no podía despertar la del
público.
Este tampoco hizo nada de su parte para galvanizar al ar-
tista; antes bien le acogió con una marcada reserva. Y es que
éste nuestro indescifrable público so pone hosco con solo la
sospecha de un alarde de virtuosidad. Es una reacción, pero
una reacción que, como todas, amenaza ir más lejos que la
acción misma.
Hay gentes que confunden lastimosamente las cosas y no
disciernen entre lo que el autor ha querido poner como orna-
mentación de su obra y lo que el virtuoso añade a veces para
su brillo personal. En su odio a toda exhibición mecánica, se-
rían capaces de tenernos en perpetuo «cantabile» y habría que
reformar, para ellos, toda la obra de Chopin.
Cuando, como ahora Rubinstein, se tocan obras de recono-
cido valor propio y en su forma original (no hubo más trans-
cripción que la de una Marcha Militar de Schubert, por Tausig)
no hay el menor motivo de descontento si el intérprete no
desnaturaliza el pensamiento del autor, lo que en este caso
está muy lejos de suceder.
Solo podría reprocharse a Rubinstein, en ciertos momentos,
el exceso de velocidad a que le incitan los prodigiosos me-
dios de que dispone. Pero este exceso de velocidad tan nocivo
en los conciertos como en los viajes, porque si aquí no per-
 HlSPAm-AMBRICAl^A 17
mite contemplar el paisaje, allí no deja oír la música, es per- bthondos para que los tontos les crean bajo palabra, según
fectamente refrenable y no obsta para que Rubinstein sea un decía don Francisco de Quevedo, de algunos que se alaban de
pianista de primera magnitud, aunque ahora aquí como digo, saber hebreo. Manen, lejos de eso, lo que hace os poner e
no nos haya dejado más que entrever la garra del león. fuego de su temperamento meridional al servicio del gran
Si él tuvo mala suerte con el piano, nosotros la tuvimos con arte, llevándole hasta ese arte mismo. Por eso su ejecución
el programa, que en otros sitios de su tournée era mucho más maravillosa conmueve a todos; a los que de música entienden
interesante. La eterna < Appasionata», la inevitable serie de y a los profanos.
Chopin (entre la que estaba la tabarrosa polonesa en la be- Entre las ejecuciones felices, que hicieron correr por la sala
mol) la tOndina» de Ravel, la «Isla Alegre» de Debussy, una de conciertos, el calofrío de la gran emoción^ pudieron citarse
melodía do Liszt y la marcha ya citada constituían el recital. muchas esta vez. Pero séanos permitido hacer especial men-
ción de la ejecución admirable del rondó en la sonata prime-
ra del adagio incomparable de la séptima, del allegro y adagio
»* de la, quinta y la de la sexta, toda la de Kreutzer... habría que
jU" citando el programa por entero.
Anoche se inauguró con el Otello de Verdi, un nuevo teatro,
grandote y feo, en ol que actuará en e^ta temporada una com- Además del programa ejecutó Manen, en las sendas sesiones,
pañía de ópera compuesta de artistas muy conocidos en esa las romanzas en fa y en sol de Beethoven, y el andante de un
corte por su actuación reciente en óperas de precios económi- cuarteto en re de Mozart. Y no hay que decir si también sería
cos. Los de ésta no lo son tanto, si se pone de un lado la enor- aplaudido con todo entusiasmo.
me capacidai de la Sala—tres mil localidades—y de la otra la .-¡•íAhora se preparan tres conciertos de Rubinstein, y ensegui-
modestia del elenco y la banalidad del repertorio. da comenzará sus tareas la Orquesta de Música de Camera.
Lo único que había de interesante en esta inauguración, era E. L. Ch.
el apreciar la acústica de la sala, puesta la mira en probables
audiciones futuras, pero esta primera prueba ha resultado
poco favorable al nuevo local, que necesita modificaciones
que apaguen deplorables resonancias. .Uallaaolia
I. Z.
En el saloncito de la Unión Musical Española—donde cela-
21 de Diciembre.
•braba una exposición de sus cuadros el joven artista castella-
no Raimundo de Castro-Cires-tuvo lugar el día 4 un intere-
sante concierto, al que dio mayor encanto y más calificado tono
Ualencla. la misma intimidad con que se celebró.
No podían tener más adecuado marco las obras di Camera
Los conciertos de la sociedad Filarmónica, dieron comienzo interpretadas, pues para concursos tan reducidos e inteligen-
bajo los mejores auspicios. Manen el violinista famoso, vino tes como aquél eran principalmente escritas.
á ejecutar todas las sonatas de Beethoven, para violín y piano, , Las señoritas Margarita Torre y Magdalena Marina, en el
juntamente con J. Nin, el pianista. a r p r y piano respectivamente, demostraron su talento y ex-
El orden como se desenvolvieron los programas, no fué el quisita sensibilidad, así como el joven amateur bilbaíno se-
rigurosamente histórico, sino que se procuró seguir un criterio ñor Alonso cantando muy ajustados trozos de ópera (Lohen-
«compeneativo», en lo referente a caracteres, tonalidades y grin, Tosca...)
demás circunstancias, que para la formación de los programas La última parte, confiada al maestro Manzanares, fué nota-
pudieron presentarse. Claro es que esta disposición no podía bilísima. Se componía exclusivamente de obras suyas, que al
referirse a «los tres estilos», de Beethoven, por cuanto cas' ser imerpretadas por él adquirían el mayor y más autorizado
todas las sonatas del maestro, pertenecen a la «primera ma- relieve, y eran las siguientes: Cuentos de color de rosa-
nera» de aquél; bien sabido es que las nueve primeras, per- . scherzo, nocturno; Humoradas primera y sexta y, a petición
tenecen a los años 1799-1805, y que después de un lapso de del público, aún hubo de añadir su Oriental.
siete años, en 1812, fué compuesta la sonata lO.*. He aquí co- Hállase Jacinto R. Manzanares en el apogeo de su inspira-
mo fueron ejecutadas las sonatas en cuestión, en las sesiones ción y de su saber técnico, del que usa con una discreción y
de los dias 21, 22 y 23 de Noviembre: Primer día: Sonatas 1,2 mesura bien distintas del inmoderado afán de ofuscar y des-
y 7; segundo día, sonatas. 4, 3, 6 y 8; tercer día, sonatas 8, 5 concertar que invade aun a los más bellos talentos musicales
y 10. La interpretación fué cuidadosa. Manen volvió a mostrar de nuestros días; y no es ello falta de conocimiento de hasta
sus mágicas cualidades de artista; sa sentimiento peculiar, Iqs más avanzados procedimientos y escuelas, sino esa difícil
cálido y convencido, su claridad de ejecución tan admirable ájgciplina que pondera y tasa efectos y proporciones y es el
su arco impecable, su sonoridad purísima. La interpretación secreto de las obras que luego los hombres llaman clásicas.
que dá Manen a sus obras, revela por lo demás un fondo espe-
cial de ingenuidad, que le dá peculiar atractivo, fondo que se
transparenta a pesar de las esti-atitioaciones del estudio y de la
presentación. León.
Uno de los detalles más sugestivos de esta interpretación,
que ahora le hemos escuchado a Manen, es la de que emplea El últmo concierto celebrado en esta Pilarmónicu fué un
muy bien el «gran virtusismo», pero al servicio del sentimien- verdadero acontecimiento musical. El gran Arthur Rubinstein
to; así el Beethoven que nos sirviera, resultaba lleno de vida, nos proporcionó el inmenso placer de escuchar un programa
pero sin la afectación exterior excesiva, la cual pudiera muy verdaderamente hermoso, dicho de un modo magistral, in-
bif n hicer brillar al ejecutante, pero no al artista. Séame per- menso, aplastante, por el magnánimo maestro polaco.
mitido repetir aquí lo que ya dij'i de Manen en otra parte; no Dejó Rubinstein en el auditorio una impresión tal, que hoy
sabe el artista adoptar <pose» de suficiencia impertinente, ni es el día que al recordar el concierto ejecutado por el notable
de hombre profundo, cual hacen esos que se las dan de sa- p anista, no se acierta a hacer comentarios y hay que limitsr-
 Í8 REVISTA
se a expresar con el rostro la estupofaceión que nos cau^ó el
eximio Rubinsteiii.
E s cierto que, según r o s manifestó, tocal)a con gran satis-
ftcción por hacerlo en un piano de su completo agrad'-; y no
cito la marca para que no se torno por reclamo. — rreti''rü
dormir a la intemperie y Inllarmo con un buen piano para to-
car, a que me regalen con t jdo el bienestar del minulo y des-
pués me hagan tocar t'n u n í carraca.—Así so exprosabí el so-
loso del piano, mientras se retrataba en su rostro la satisfac
ción más intensa imaginable.
El programa lo componían las siguientes obras: Tocata y
PUBbIGAGiOfJES MUSICALES
Y DE LÍBICOS
HISTORIAL DEL IORFEÓ CÁTALA» joo/' F. LliUi'af, líarco'ona.
En una hermosa edición, ha publicado « E l Orfeó Cáta-
la", C(m motivo d^i veinticinco aniversario de su fundflmón
(1891 1916), su histor.al, e>crit() pur nuestro corrcsprjnsal lite-
rario, ín Barcelona, don Federico Lliurat.
Lon hechos culminantes de tan imi>oilar:te y artí:^lica fun^
daci''!!, única en Kuropa, los maestres y protectores, los viajes
al extranjero, sus concursos, conciertos, todo ilustrado tmn
magníficos fotoi^rabados, completitn el «Hisrorial del Orfep
Caialáí, fundado por los maestros Vives y Millet, y en ol qiíe
colaboran los Pujol, Salvat, (íibert, Falch, y LUurat que ci.m-
ponen también la redacción de la interesante Revista Musical
Catalana.
O s EKFEITOS rsYCHOI'HYSlOLÓmCOS DA Mt'l.SICA f. O VALOR DA
MELOTERAPIA, por Alberto Brochado, Porto.
Un libro interesante llega a nuestras manos de Portuiral. Se
trata de una disertación, leída en la inauguración de la Facul-
tad de Medicinado Oporto,por el señor Brochado A! ver da Sil-
va sobre los ef ctos pícofisiológicos de la música y el valor de
la meloter.apia, o arte de curar ciertas enfermedades particu
larmente del sistema morboso, por medio de la música.
Los efectos fisiológicos de la música en la leyenda y en la
historia; cl lenguaje musical; la inUiligencia y la emotividad
musicales; la meloterapia, así como la influencia de la música
sobre la circulación y la respiración, los fenómenos do la
emoción, las modificaciones del pulso en la audición musical,
con los experimentos heclios por fisiólogos franceses o italia-
nos, son expuestos en el curioso libro del señor Brochado, con
arte y amenidad.
Sun muy frecuentes en el extranjero las disertaciones sobre
asuntos musicales de historia y estética, particularmioUe co-
mo tesis doctoraes en las fticuUadad de letras de las l'niver-
sidadr's frajioesas y alemanas.
En España no conocemos más trabajos de esta clase, que el
discurso «obre Wagiier, en la literatura universal, tesis doc-
toral prosentada en ¡a Universidad Central, hace unos años,
por «'1 preclaro escritor leonés Publio Suárez üriarte, no
publicada aun.
VARIA
En honor ds Clavé
La Asociación Euterpense de los Coros de Clavé, domici-
liada en Barcelona, lia heclto llegar a todos los rincones espa-
ñoles una invitación y un programa. I^a invitación es para que
las entidades nní^ilicas acudan corporativamente a Barcelona
el día 31 de Noviembre El programa es el del gran festival
homenaje que para arjuel día y el siguiente l u organizado la
colectividad mencionada con ocasión de dar el nombre de Cla-
vé a una de las ealles in'incipales de la capital de Cataluña-
José Anselmo Clavé dejó en la vida catalana, y por exten-
sión en la vida española, rastro luminoso. En medio de una
existencia de agitación y de amargura— a veces perseguido
por la justicia, ¡íucita en manes de la pjlítica; a veces acosa-
MUSICAL
Fuga de Back, la Sonata «Aurora» de Beethoren; Balada en
la bemol, Nocturno, Scherzo en do sostenido menor, Mazur-
Ica y Polonesa en la bemol de Chopin; Xavai-ra de Albeniz,
Ondine de líavel, Xoclurno para la mano izquierda de Scria-
bine y la Rapsodia nlimero 12 d? Liszt.
h!\ segunda paite del concierto, compuesta tjda (hí obras de
Chopin, demuestra la pr^ídil-scción que Rubinstein siente por
el gran paisano suyo.
Archef.
14 Diciembre 1916.
do por la estrccli ?z—dedicóse en todo momento a pensar en
el |)r'ijimo. y particularmente en el mejoramiento de los
tuirnikíes. Su ai;tuación incesante para constituir numeroros
núcleos dd carácter artístico fmí empresa que se encaminaba
tanto al relinamieiuo del espíritu colectivo como a la salud
física del pueblo. Apartar a los trabajadores de la liberna:
he ahí la finalid.td altísima de Clavé. Simuliántamente Inzo
hombres buenos y s:in03 y espíritus aptos para un perfeccio-
namiento mayor por virtud do la influencia de dulces emocio-
nes estéticas De su vida y su actuación q u e i a r o n huellas inde-
lebles: vivos y robnsLos continúan los coros que adoptaron su
nombre, reconccida es por todo el mundo la aptitud de la
región catalana pira interpretar y sentir las manifestaciones
de la rama del arte que mas directamente habla al e s p i r a n .
Tos ti.
l i a muerto en Iialía el conocido autor de melodías almiba-
radas, Paolo Tosii. Había nacido en Ortona (Italia), en 1846.
Cultivó ese género de romanzas de salón que le hizo célebrd
en ol mundo, algunas no desprovistas de gracia siempre ele-
gantes. En España, era verdaderamente popular.
No había, hace unos años, reunión o concit-i-to de Calino
provinciano donde el nombre de Tusti no figurara con dos
o tres de sus melodías de las más inspiradas.
i»
Conciertos Rubi;iste¡n.
La Empresa del Teatro de Lara, abre un abono para cuatro
conciertos Rubinstein, que se celebrarán los días 12,13,17 y 19
do Enero a las cin o y media de la tarde.
El colosal artista Arturo Rubinstein admirado en toda E s -
paña, desea despedirse del público de .Madrid, antes do rea-
lizar su excursión por América.
Como el año anterior, estos conciertoi constituirán un acon-
tecimiento artístico.
^
Teatro Real
He aquí un avance de la lista de la compañía que ha de a c -
tuar en la próxima temporada en el Teatro Real. La función
inaugural está anunciada para el día 6 del próximo Enero.
Maestros directores: Tulio Serafín y Arturo Sico d e ! Valle.
£-'oprano?: Gagliardi, Storchio, Hida'go y líonaplata.
Mezzosopranos: Anitúa, LakowsUa y .Massip.
Tenores: Schipa, Calleja. Portillo, De üiovanni, Giii, Ferra-
li-Kontana, Inchausti y Pim Corsi.
iíurítonos: Crabbe y Segura Talien.
Bajos: Ma^sini Pioralli y Torres de Luna.
Caricato: Pini Corsí.
Director de escena: Kug nio Salarich.
Con artistds de la reput.it;jón de la (iaíliardi, la Storchio y
rie nuestra célebre compatriota la Hidalgo y de los sentires
Segura Talien, Massini Pieralli y Calleja, conocidos todos del
público habitual do la ó p . r a , oiremos algunas obras bien caa«
tadas.
T•Jll^:^ f U A B T I H . ;.<»Dcmi B T i . T=i.r, 4 t » s ,
 REUI5TH mUSICHü
ñlSPHna-HCTlERICHnH
ÍNDICE GENERAL
A R T í C r L, O S
ENERO.—Editorial—A%»e/ Salvador: Realidad mu-
sical española.—Ignacio Zubiahie: De tecnicismo mu-
sical.—C7/riíí«o de Rivas Cherif: Variaciones fáciles
sobre el ' Boris Godounoff.*—.1 Ijlfo Salasar: Música
española contemporánea. La Sinfonía en mi m^nor de
Manrique de Lara.^A'üí/t/ío Villar: Vulgarizaciones
estéticas, 1 (Principios generales).
FEBRERO.—Editorial. El estreno de (royescas. -Adolfo
Sahizar: Celebridades olvidadas. Marcos Portugal —
Eduardo L. Chavarri: El romanticismo en la música.
Rogelio r/V/ar; Vulgarizaciones estéticas, II (Generali-
dades).- -Matilde Muñoz: Wagner y D'Annuiizio.
MARZO. -Editorial.—Miguel Salivador: Realidad musi-
cal española.—Mamtel F. Fernández Núñez: Acerca
de la Enseñanza del Conservatorio. —Adolfo Salazar:
Música española contemporánea. El cuarteto en re de
Joaquín Turina.—P^ÍÍÍ-O Blanco: Compositores portu-
gueses. Freitas Branco. —A'ÍJÍTÍ;//U I'///ar.-Vulgarizacio-
nes estéticas (conclusión).—.l//.(rí/fc'/.Vt//íV((/o;-.- Rubins-
tein en L^ra.
ABRIL, -Número dedicado a Granados.—.l/í^-«c/.S'í//ra-
dor: Enrique Granidos.-Cartí de M. Claude Debussy.
—Carta de .1/. C. Saint-Saens. —Cuta de .1/. Vincent
D''Indy, -Cirta de M. Ga'triel Fanré. -Manuelde Falla:
En ique Granados. Evocación de su obra.—Osear Es-
pía: Impresiones sobr^ la obra de Granados.—7omás
fínión: Un recuerdo de Granados.—.-J//b//Mí Albéniz:
Albéniz y Granados. Joai/uin Turina: Sobre Grana-
dos.'—Comiesa del Castillo: La última jornada.^.4t¿o/-
fo Sala zar: Goyescas y el color \oca\. — RoireUo 17-
//(()'.- Gr¿inados, pianista.-A. Villalha: Una impresión
sobre Granados.—/av¿ Lasalle. Granados héroe.—
Eduardo L. Chavarri: Enrique Granados. El hombre
y el artista.— [uan Jusc Mantecón: Un recuerdo de
Granados en el Ateneo.—Enrii/ue Gomó: Las danzas
españolas de Enrique Granados. ^/o,st'.S"M¿iV¿í: Grana-
dos tonadillero,- /•". LHiiraf: El nacionalismo de En-
rique Cir3naáos.—-Maiieii-Millef-Salvat: Tres impre-
siones.—Amadeo Vives: Don Quijote, de Strauss.—
Miguel Sah'ador: Arturo Rubinstein.
MAYO.—Editorial.—Joaquín Niu: Evocaciones sobre
Enrique Granados. —Rogelio Villar: El grabado mu-
s i c a l . ^ / . Fesser: De tecnicismo musical.—Miguel
Salvador.—Adolfo Solazar: Los académicos franceses
en Madrid.^.4£/o//ü Salazar: Los festivales del Teatro
Real.
JUNIO.—Editorial.—.4(¿. S.: Max Kcgzu—Juan Lian-
güeras: EnriqueGranados. Comcntaiio postumo.—/OÍÍ-
qíán Fesser: Los bailes rusos. Epílogo —Adolfo Sala-
zar. Los b liles rusos. Disertaciones y soliloquios. Igor
Slrawlnsky. Los escenógrafos y la coreografía.
JULIO.—Editorial.—i/íííiiíeí cíe Faí/a; Prólogo a la obra
 de G. Jean-Aubry. «La música francesa contemporá-
nea», Lorenzo González Agejas: Nuestros libros de
música cifrada.—F. Gáscué: Las primeras gamas celtas
y la música popular de las Hébridas.-/íía» Domitiguez
Berrueta: Alrededor de la Estética. La infanta Sevilla
y Valdovinos. Páginas musicales de Don Luis Millán
(1531).—Di Gonsa: De tecnicismo musical. Los con-
cursos del Conservatorio.
AGOSTO.—i?. V.: Sobre el Teatro Real, El nuevo
arriendo.—Ricardo Viñes: Granados íntimo. Recuerdo
de su estancia en París.—/ose Subirá: La juventud de
Beethoven,—Lázaro R, Lozano: Calidad y no canti-
dad. —i^ Gáscue: Las primeras gamas celtas (conti-
nuación).—Adolfo Salazar: Algo más sobre los bailes
rusos.—Jtian Domínguez Berrueta: Alrededor de la
Estética (conclusión).—Juan B. Espadaler: Gimnasia
rítmica. Educación por el ritmo.
SEPTIEMBRE.—Juan Domínguez Berrueta: Sobre la
cátedra de estética musical.—Rogelio Villar: Las últi-
mas tendencias del arte musical.—Adolfo Salazar:
Música española contemporánea. Dos cuartetos.—
F. Gáscue: Las primeras gamas celtas (conclusión),
OCTUBRE.—Editorial.—Joaquín Fesser:Sohxt la orien-
tación o desorientación del arte musical contemporá-
neo.—G. Jean-Aubry: Ricardo Yiñes.^José Subirá:
Música cinematográfica.
NOVIEMBRE.—Miguel Salvador: Cecilio de Rodj.—
/. Zubialde: Las orquestas españolas y las enseñanzas
del Conservatorio.—R. Villar: A mis amigos de la
Sociedad Nacional.—D. Ledesma; La canción popular
salmantina.— T. Bretón: Por nuestro teatro.
DICIEMBRE.—La cuestión del papel y los privilegios
de la prensa diaria.—M. de Falla: Introducción al es-
tudio de la música nueva.—R. Villar: A mis amigos
de la Sociedad Nacional.—/. M. de Orue: Más sobre
orientación del arte musical contemporáneo.—Hans
Richter (1843-1916).—Carta abierta.
Información musical de Madrid.
ENERO. —F.: Teatro Rt&\.-Ad. S.: Sociedad Filarmó-
nica. Sociedad Nacional. Ateneo. Otros conciertos.
FEBRERO.—i?.: Teatro Real.—^c?. S.: Sociedad Na-
cional. Sociedad Filarmónica. Ateneo. Otros con-
ciertos.
MARZO.—r.: Teatro Rtú.—Ad.S.: Sociedad Filarmó-
nica. Ateneo. Círculo de Bellas Artes.
ABRIL.— V.: La Orquesta Sinfónica.-i?amÓM Blanco:
Sociedad Nacional de Música.—Ad. S.: Sociedad Fi- FEBRERO.—F., Españolas.-/ Ruiz María, Alema-
larmónica. Ateneo. Stefaniai. Otros conciertos.
MAYO. —Ramón Blanco: Sociedad Nacional. Otros MARZO.—Españolas y portuguesas, por F.
conciertos.
JUNIO.-^d.^S.rSociedadFilarmóníca.SociedadNacional.
OCTUBRE.—^d. 5.: Sociedad Nacional. Ricardo Vi- FEBRERO.—Marcos Portugal.
ñes. Los conciertos populares.
NOVIEMBRE.—/osé Subirá: Los conciertos semana-
nales. Sociedad Nacional. La Sociedad Filarmónica,
por/. R. Marín.
DICIEMBRE.^. Subirá: Los conciertos de la Orquesta
Filarmónica. Sociedad Nacional de Música.—Otros
conciertos.
Movimiento musical de provincias y extranjero.
ENERO.—/. Zubialde:Bi\bao.—F: CTÍÍSCÍÍ^: SanSebastián.
FEBRERO.—F. Viñes: Barcelona. — Archft: León.—
Aurelio González: Valladolid.
MARZO.—F. Viñes: Roma,—Alejandro Rey Coktfo:
Lisboa.—F. Lliurat: Barcelona.—I. Zubialde: Bilbao.
ABRIL.—£.: Palma de Mallorca.—F. Lliurat: Barcelo-
na.—/. Zubialde: Bilbao.—Archet: León.—C. de P.:
Málaga.—G.: Valencia.—/. B. Manzanares: Vallado-
lid.—Francisco Viñas: Roma.
MAYO.—/. Zubialde: Bilbao,—/ B: Manzanares: Va-
lladolid.—Francisco Viñas: Roma.—Rey Colago:
Lisboa.
JUNIO.—Dr. P. de Mágica: Berlín.— A. Rey Colofo:
Lisboa.—Benjamín Orbón: Habana.—/. Zubialde:
Bilbao.—/. B. Manzanares: Valladolid.—E. L. Cha-
varri: Valencia.—A. M.: Burgos.
JULIO.—Pedro Blanco: Oporto.—-F. Lliurat: Barcelo-
na.—D. de G. Granada.—F. Gáscue: San Sebastián.
AGOSTO.—F. Gáscue: San Sebastián.
SEPTIEMBRE.—i^. Gásctie: San Sebastián,—/. Zubial-
de: Bilbao.—P.: Palencia.—Benjamín Orbón: Habana.
OCTUBRE.—San Sebastián. Salamanca. Bilbao. Valen-
cia, Valladolid. Logroño. Barcelona. Gijón. Oviedo.
Santander y Zaragoza.
NOVIEMBRE.—7e/«ío Vela: ATgent'ma.—F. Lliurat:
Barcelona.—/.Z.:Bilbao.—/ B.: Valladolid.—C:Za-
ragoza.
DICIEMBRE.—T. Vela: Argentina.—^. Rey Colafo:
Revista de Música, libros y publicaciones irusicales.
Lisboa,—F. Lliurat: Barcelona.—J. Z.: Bilbao.—
E. L. Ch.: Valencia.—/..- Valladolid.—Artech: León.
Enero, F.—Febrero, V.—Marzo, Ad. S.: El Aurresku
en Guipúzcoa, por F. Gáscue.—Mayo, F. Gáscue.—
Julio.—Septiembre, Adolfo Salazar: Un nuevo siste-
ma de harmonía,por EduardoGariel.—Noviembre. Rg.
DICIEMBRE.—Historia del «Orfeó Cátala,, por F, Lliu-
rat.—Os Effeitos Psychophycológicos- da música e o
valor da Meloterapia, por Alberto Brochado.—Varias
Revista de Revistas.
ENERO.—Españolas, por V.—Alemanas, por / Ruiz
yWaWa.—Francesas, ^ox Ád. S.
nas.—^'d. S., Portuguesas. Inglesas.
Grabados.
ABRIL.—Retrato de Enrique Granados, por Néstor. Gra-
nados y Saint-SaSns. La Maja de Goya. Autógrafo de
Granados.
OCTUBRE.—Ricardo Viñes.
iiiiiii;EJ I s!í I al [B \B \ñ \B j luí \ñ m ¡B \B \ñ jESIBIEÍÍIWÍ
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|:í¿.| ARENAL, 11 y QUINTANA, 31 y 33

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es la misma perfección, fruto de más de 20 años de estudio y progreso constante
Después de haber gozado de la preferencia de los más célebres músicos que han honrado el último si-
glo, tales como Spontini, Meyerbeer, Herold, Boieldieü, Gounod, Verdi, Massenet, Sain-Saens, Widor,
Gabriel Fauré, Auber, Alfred Bruneau, Vicent d'Indy, Berlioz, Liszt, Thalberg y Rubinstein, los vemos
en nuestros días elegidos por los más grandes maestros modernos,tales como Paderewski.Sauer, Planté,
Busoni, Diemer, Euardo Rister, Viñes, y el mundo musical apreciará sin duda que semejante consa-
gración es la mejor recompensa que podría ambicionar la Casa " E R a R D , .
• I * aa

H * sa

REPRESENTACIÓN EXCLUSIVA:

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Carrera de San Jerónimo, 3 4 . - M A D R I D
B I L B ñ O . Cruz, 6 . SñnTRHDER. Uaa-Kas,7.
B ñ R C E L O H R . Puerta óel R n g e l , 1 y 3 . U ñ L L R Q O L l D . Santiago, 5 3 .

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 G R A N D E S Ó R G A N O S D E IGI^ESIA
n E LiA A C R E D I T A D A F A B R I C A

CAVAILLÉ-COLL
DE PARÍS
La fundación de la casa CAVAILLÉ-COLL se remonta a cerca de tres siglos. Está colocada en primera línea en
la manufactura de órganos, y su nombre se encuentra mezclado a todos los grandes descubrimientos ene! orden
científico y en el industrial.
En el extranjero, en todos loa países del continente y de ultramar, tiene sentada BU reputación por importante
número de instrumentos que han obtenida inmenso éxito.
Después de largos y detenidos estudios, la casa CAVAILLÉ-COLL ha llegado a construir instrumentos de Salón
que, dentro de su volumen pequeño, contienen juegos y recursos en cantidad más que suficiente para que el
artista o el amateur pueda interpretar toda la música antigua y moderna. Su mecanismo, muy igual, puede riva-
lizar con el de loa pianos más perfeccionados; las trasmisiont^s pueden ser mecánica simple, pneumáticas, tubula-
res, eléctricas o electro-pneumáticas. El órgano puede colocarse en una o varias partes, con eco, unido a instru-
mentos accesorios o a otros instrumentos de teclado. Los fuelles pueden ser colocados a distancia, y funcionando
automáticamente por el agua, el aire comprimido o la electricidad. La colocación en la harmonía está extremada-
mente cuidada; cada juego tiene nueva sonoridad, y el conjuntu está apropiado a la dimensión del local donde el
instrumento deba estar colocado. Todos los modelos construidos por la casa CAVAILLÉ-COLL pueden hacerse
automáticos mediante un sistema muy perfeccionado que permite utilizar toda clase de rollos sin excepción d^
fabricación.

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^ MADRID: Carrera de San Jerónimo, 34. - BILBAO: Cruz, 6.—BARCELONA: Puerta
del Ángel, i y 3.—SANTANDER: Wad-Ras, 7. -VALLADOLID: Santiago, 53
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Carrera de San Jerónimo^ núm. 34 y Calle de Preciados; núm. 5.
1 ^ BILBAO
Cruz, 6.
I BARCELONA 11 SANTANDER 11 V A L L A D O LI D H
II Pta. del Ángel I y 3, || Calle de Wad-Rás, 7 ||
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Santiago, 53. | Rus Vivienne, 2.
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