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bien haya sido para lograr la fuente de prueba o bien para lograr el medio probatorio, y su
proscripción es consecuencia de la posición preferente de los derechos fundamentales en el
ordenamiento y de su afirmada condición de inviolables” 18, nos lleva a afirmar que existe
diversidad sobre el tratamiento y clasificación de la denominada pruebas ilícitas.
La prueba ilícita, es así como al tenor de lo dispuesto en el art. 29 de la Constitución Política, tanto
la prueba ilícita como la ilegal deben excluirse, no tienen existencia jurídica, es por ello que se dice
que en ambos eventos la prueba será “nulos de pleno derecho” y que sus efectos se transmiten a
las demás pruebas que dependan o sean consecuencia de ellos, a aquellos que sólo puedan
explicarse en razón de la existencia de las pruebas excluidas, en atención al principio que indica que
las inexistencias jurídicas no pueden dar lugar a reflejos de existencias jurídica. Y se diferencian por
cuanto la prueba ilícita debe ser indefectiblemente excluida y no puede formar parte de los
elementos de convicción que el juez valore para adoptar la decisión en el asunto sometido a su
conocimiento. En este evento no es permitido que el juez anteponga su discrecionalidad ni la
prevalencia del interés social como excusa para que la prueba permanezca en el proceso. Entre
tanto cuando la prueba es ilegal el juez debe determinar si el requisito legal pretermitido es esencial
y cuál es su trascendencia y afectación al debido proceso, ello por cuanta no toda omisión de una
formalidad insustancial autoriza la exclusión del medio probatorio.
Las principales consecuencias de las pruebas ilícitas son: en primer lugar que toda prueba obtenida
con violación de las garantías fundamentales es nula de pleno derecho, en segundo lugar que toda
prueba obtenida con violación de las garantías fundamentales debe excluirse de la actuación
procesal, y en tercer lugar que las pruebas que sean consecuencia de las pruebas excluidas, o las
que sólo puedan explicarse en razón de su existencia, deben excluirse de la actuación procesal. En
nuestro sistema jurídico, el remedio procesal que se materializaba frente a una prueba ilícita
consistía en la inadmisibilidad y la ineficacia o irrelevancia de la prueba; sin embargo, es preciso
indicar que con la promulgación del artículo 29 de la Constitución Política, la manera de concebirse
la ilicitud de la prueba cambió radicalmente, comoquiera que se dio paso a la regla de exclusión.