Sie sind auf Seite 1von 1

Era un sábado en la mañana cuando me iba paseando por una acera rodeada de gigantes

edificios. Caminaba a la misma velocidad que los pensamientos que atravesaban mi mente.
Multitud de ellos recorrían mi mente sin lograr detenerse por más de 5 segundos continuos.
Porque en realidad, ¿cuándo he tenido un pensamiento lo suficientemente valioso como para
reflexionar más de 30 minutos en él? Mientras caminaba, podía fijarme en la altura de los
edificios y en las demás personas que me rodeaban y caminaban sin asombro o expresión alguna
en sus rostros. ¿Qué han de pensar ellos mientras caminan? ¿Serán preocupaciones lo que invade
su mente? ¿O quizás sus pensamientos están tan vacíos como los míos?

Demasiadas preguntas ocupan mi mente, todas en referencia al mundo exterior y no a mí como


persona. Continué caminando y fue en la misma acera, ese mismo sábado que me percaté cuanto
tiempo había sido desde la última vez que tuve un momento a solas. Siempre he estado rodeada
de personas, si no era por mi familia, era por los compañeros del trabajo, si no era por los
compañeros, era por mi pareja, y si no era por mi pareja, era por mis amigos.

“¿Cuándo fue la última vez que estuve conmigo misma?”


- Me preguntaba.

Continué caminando y me di cuenta de que no sabía hacia dónde me dirigía. Tuve que parar un
momento y destinar mi atención exclusivamente hacia donde quería llegar, si era al final de
El Puente Dos Hermanos o si era a la Ave. Magdalena. En ese momento todos mis pensamientos
se detuvieron y en lo único que me dediqué a pensar fue en mi destino, fue ahí donde me percaté
que nunca me he detenido a pensar hacia donde quiero ir. Me di cuenta de que para saber a
dónde quería dirigirme en Condado, en ese preciso momento, tuve que detenerme y
concentrarme en el camino que debía tomar. ¿Cuándo me he detenido a pensar hacia dónde me
quiero dirigir? ¿Cuándo he tenido una atención indivisible para responder a una pregunta tan
básica como mi futuro? Supe que para plantearme metas y formular tácticas para llegar a ellas
tenía que pasar momentos a solas.

Siempre le he temido a la soledad, es en la soledad en la que puedo escuchar los latidos de mi


corazón, un corazón disfuncional. Es en la soledad en la que la ansiedad se aproxima a mí sin
ningún tipo de recelo. Pero en este camino, pude ver algo que no había contemplado antes. Aun
cuando había más personas alrededor, yo estaba sola en ese instante. Para estar sola no necesito
estar aislada, sin embargo, necesito estar sola con mis pensamientos. Necesito detener todos los
pensamientos efímeros de formulaciones irracionales y comenzar a prestar atención a lo que
necesita ser abordado. He estado huyendo de este momento, pues la ignorancia hasta cierto punto
es una bendición. Ahora que soy poseedora de estos conocimientos, no tengo valor moral para
continuar este paseo sin plantearme qué depara el futuro para mí, más allá del fin de esta
caminata. Pero eso será otra conversación, pues este paseo es el primero de muchos que definirán
el destino que estoy a punto de comenzar a escribir.

Das könnte Ihnen auch gefallen