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Los suelos del paisaje: bordillos, alcorques y otros y elementos

complementarios de pavimentos accesibles en jardinería urbana.


Manuel Muncharaz Pou
Ingeniero Agrónomo
Departamento de Ingeniería Mecánica y Construcción
Universidad Jaume I de Castellón
e-mail: munchara@emc.uji.es

1.- Los elementos complementarios de los pavimentos

En el número 142 de esta revista fue publicado un artículo sobre pavimentos accesibles
en jardinería urbana. En el mismo se consideraba el papel de los pavimentos en la formación
del paisaje y se daban unas pautas para el dimensionamiento de los firmes más utilizados para
la formación de pavimentos accesibles.
La formación de los pavimentos no se puede concebir sin el bordillo, que es el
elemento que asegura la durabilidad del mismo y el remate o la finalización del pavimento. Por
otra parte, los pavimentos deben proveerse de una serie de elementos que se deben integrar
en el mismo, o deben alojar servicios que es preciso ocultar e integrar. Tienen un papel
funcional, pero su presencia en el suelo no debe mermar calidad al diseño del pavimento, bien
por su tipología constructiva, por su instalación o por su mantenimiento. Nos referimos a
elementos como las tapas o registros, rígolas, rejillas, alcorques y similares.
Por otra parte, estos elementos también pueden influir en la potenciación o disminución
de la accesibilidad de un determinado pavimento, por lo que una pavimentación adecuada no
puede ser ajena a estos elementos.

Elementos de drenaje con rejilla superior bien integrada en la superficie del suelo (Bulevar Central de la
Universidad Jaume I de Castellón)

2.- Bordillos.

Son elementos formados por piezas especiales dispuestas verticalmente que se utilizan
para rematar, finalizar o separar distintos tipos de pavimentos. Aunque su principal función es
estructural, también sirven para la separación de espacios, como elemento decorativo,
protector o drenante. Una buena pavimentación se puede arruinar, tanto desde el punto de
vista estético como estructural, si no hay un buen bordillo. El papel del bordillo es esencial en la
calidad del pavimento.
Cada espacio necesita un bordillo específico

La elección del material y tipo de bordillo debe realizarse en concordancia con los
pavimentos que delimite. La mayoría de los bordillos utilizados en jardinería urbana son
prefabricados de hormigón, aunque también se utilizan piezas de piedra natural y otros
materiales en forma de ladrillo, adoquín e incluso de madera.
Entre las principales funciones del bordillo, podemos citar:
• Estructurales: Los bordillos tienen una clara función de confinamiento, manteniendo en su
lugar a los pavimentos y sus capas subyacentes. De esta forma se evita su degradación y
desplazamiento. Evita la rotura de los bordes del pavimento, al ejercer una protección
sobre ellos, asegurando la estabilidad y durabilidad del pavimento afianzando sus valores
decorativos y evitando sobrecostes de reparación o mantenimiento.
• Drenantes: Es un elemento que favorece el drenaje superficial de los pavimentos, siempre
que sea saliente, al actuar como barrera, potenciándose está acción si se dispone de
rígolas para formar vías de salida del agua.
• Delimitación de espacios: El bordillo es un elemento que ayuda a definir los espacios,
tanto en superficie (diferentes tipos de pavimentos cada uno con sus usos), como en altura
(definición de los distintos niveles de un pavimento). Este último aspecto tiene gran
importancia cuando hay separación de calzadas para peatones y vehículos, ya que se
utiliza el distinto nivel, tanto para dirigir el tráfico de los usuarios como rara proteger a los
del nivel superior. Refuerza el papel direccional pretendido con algunos pavimentos.
También actúa como nexo de unión entre distintos tipos de pavimentos (papel de junta).
• Protección: Como se ha visto en el punto anterior, los distintos niveles definidos por un
bordillo, pueden suponer barreras insalvables para los vehículos de ruedas, lo que
supondrá una eficaz defensa para los peatones. Este elemento de protección no debe ser
una barrera infranqueable para las personas con problemas de movilidad, por lo que se
debe interrumpir oportunamente con los correspondientes vados. En términos de
accesibilidad un bordillo realzado también se puede usar para lo contrario, es decir, que el
peatón con movilidad reducida no invada zonas peligrosas: aguas, superficies terrizas, etc.
No es necesario que existan distintos niveles para que haya protección, puesto que esta se
puede conseguir en cierta medida con bordillos salientes.
• Elemento de diseño: Los cambios de nivel, la definición de líneas, la formación de
remates, el uso de colores, materiales y aparejos, pueden crear unos efectos ornamentales
de gran importancia dentro del jardín y deben ser tratados detenidamente para potenciar el
valor del elemento diseñado.
Formación de un bordillo, previa construcción del pavimento

En todo caso se deben diferenciar los bordillos de calzada, que son los que delimitan
las aceras de peatones con las calzadas para vehículos y los bordillos de jardinería, que
delimitan superficies terrizas y pavimentos peatonales. Los primeros siempre son más sólidos y
los podemos encontrar además de en las aceras con alineaciones arbóreas, en los bulevares,
glorietas, medianas, etc. En todas las circunstancias se deben apoyar en una base firme.
Los bordillos de jardinería pueden emplear materiales más livianos. Son frecuentes los
de canto redondeado de 8 a 10 centímetros de espesor y 20 centímetros de altura. También se
pueden instalar con canto recto, biselado u ondulado.
Los bordes que no están formados por bordillos se denominan ribetes. Aunque
también tienen un papel de confinamiento y de delimitación de espacios, tienen también un
claro papel decorativo. El ribete puede estar constituido por una hilera de piedras, o materiales
simples, empotrados sobre la superficie, tal como los ladrillos, losetas, maderos, alambre
decorativo, etc. También se forman por pequeñas plantas arbustivas que conforman un cordón
continuo sin llegar a adquirir la altura de los setos. Los ribetes solo se emplean para delimitar
superficies terrizas
Los bordillos se pueden clasificar en función de muchos factores tal como posición,
forma, proceso de fabricación y resistencia. La elección de un tipo u otro se realizará en función
de los efectos que busquemos, es decir, protección, decoración, drenaje, etc.
Atendiendo a su posición respecto al pavimento, pueden ser salientes (de defensa y
protección), enrasados (de delimitación) y hundidos (de canalización). Por su sección pueden
ser rectos, redondeados y achaflanados (Figura 1).

Fig. 1: Clasificación de los bordillos por su posición y sección


Por su forma los bordillos pueden ser rectos, curvos y de escuadra, y a su vez de
sección recta (paralelepípedo), achaflanado y acanalado.
Por su forma de fabricación pueden ser monocapa (construidos con el mismo tipo de
hormigón) o bicapa (si hay un núcleo de hormigón y un acabado superficial de mortero de
cemento).
Finalmente, en función de su resistencia a flexión, podemos encontrar tres
categorías, de conformidad con los datos del cuadro 1.

Cuadro 1
Clasificación de los bordillos en función de su resistencia a flexión
Tipo Resistencia a flexión (MPa) (N/mm2)
R 3.5 ≥ 3,5
R5 ≥5
R6 ≥6

El diseño del paisaje exige una elección de bordillos, no solo para una conservación
adecuada del pavimento, sino también por otros efectos como pueden ser la formación de
líneas, recintos, espacios y por su función protectora. Cuando tratamos de formar espacios
peatonales accesibles, la elección de bordillos enrasados o salientes, facilitará o imposibilitará
el tránsito. Así pues, según pretendamos circulación o protección tendremos la necesidad de
elegir un tipo u otro de bordillo.

Los bordillos delimitan espacios de forma nítida y protegen los pavimentos

3.- Construcción de bordillos.

Los bordillos se construyen después de realizados los tendidos de servicio (por


ejemplo, las tuberías de agua), pero antes que el pavimento que delimitan.
Se deben construir sobre explanada preparada libre de material extraño y compactada
hasta un nivel del 95 al 100% del Proctor Modificado.
Preparada la explanada se debe construir el cimiento, denominado habitualmente
solera o cama, realizado con hormigón en masa tipo HM-15 o HM-20. El cimiento tendrá una
profundidad de 15 centímetros, caso de que los pavimentos circundantes sean peatonales,
pudiendo incrementarse hasta 20 centímetros caso de tráfico rodado. El ancho del cimiento
será el espesor del bordillo aumentado en 10 centímetros a cada lado del mismo. Así, para un
bordillo de 10 centímetros, el ancho de la solera será de 30 centímetros. Finalmente, si hay
superficies poco consistentes, se suele reforzar la solera con un tacón o contrafuerte de unos
10 centímetros de alto y situado en el lado de las capas inconsistentes. En la práctica este
tacón se sitúa a ambos lados para asegurar la estabilidad del bordillo.
En caso de firmes multicapa, el cimiento del bordillo se suele asentar sobre la subbase
en lugar de sobre la explanada (Figuras 2 y 3).
Fig. 2: Construcción de un bordillo

Fig. 3: Sección tipo de pavimento y bordillo. Contacto suelo natural con corteza de pino y adoquín de piedra

El bordillo se sitúa sobre la solera mediante una capa de mortero, y aún mejor, se
puede situar directamente sobre la solera cuando esta aún está blanda. Los bordillos deben
estar perfectamente alineados, con juntas de 0,5 milímetros como máximo, con relleno
posterior de mortero.

4.- Alcorques.

Se denomina a sí a los huecos que se dejan en la superficie de los pavimentos para ser
utilizados como jardineras, generalmente para permitir el crecimiento de una única especie
arbórea. Los alcorques se forman rematando con un bordillo el correspondiente pavimento o
con una pieza prefabricada. Lo más habitual es que el macetero se utilice para situar una única
especie arbórea.

Alcorques protegidos con una rejilla adecuada


No deben entorpecer el tránsito. Por ello deben situarse en lugares adecuados,
generalmente en posición lateral. Sí es en aceras, es frecuente situarlos junto a los bordillos.
En este caso se deberán elegir especies arbóreas que no tengan un desarrollo excesivo hacia
la calzada. En todo caso se situarán fuera de los itinerarios peatonales y nunca estarán junto a
los vados.
Los alcorques pueden clasificarse, en función de su posición respecto a la rasante, por
su forma (Figura 4) y por su superficie exterior.

Fig. 4: Clasificación de los alcorques

Por su posición respecto a la rasante pueden ser enrasados (no sobresalen.


Rematados con rejilla o tapa de alcorque, son especialmente adecuados en itinerarios
accesibles), realzados (con un papel protector, y por tanto generalmente sin tapas) y de tipo
macetero (muy realzados, constituyendo claramente una jardinera).

Un alcorque sin protección de rejillas no es adecuado en itinerarios accesibles, si se sitúa en los


lugares de tránsito

Clasificados por su forma podrán ser cuadrados (dos lados iguales de más de 75
centímetros), circulares (con diámetro interior de más de un metro) y rectangulares (con dos
lados diferentes, exigiéndose que la relación entre las dimensiones de los mismos sea inferior a
1,5). Las plantas deben ser adecuadas al tamaño del alcorque para evitar su destrucción.
Si se clasifican por su superficie exterior pueden ser:
- Abiertos: Más baratos y de mayor facilidad de limpieza, aunque su aspecto casi
siempre suele ser peor por falta de un buen mantenimiento que asegure que
siempre estarán limpios. Sin mantenimiento adecuado aparecerán invadidos por
la basura y las malas hierbas. No son adecuados en accesibilidad, a no ser que
estén fuera de los itinerarios peatonales.
- Enrejillados: Mejor aspecto estético y de mayor seguridad para peatones. Las
tapas o rejillas más habituales son las de acero o fundición. Su resistencia
mínima debe ser de 400 kg/m2. La rejilla debe enrasar perfectamente con el
pavimento delimitador. Son adecuados en itinerarios accesibles siempre que las
rejillas no tengan aberturas superiores a 2 centímetros. Controlan mejor la
humedad y la vegetación adventicia que los abiertos.
- Drenantes: Superficie cubierta con material pétreo como gravas o similares, que
facilita la absorción del agua. No adecuados en itinerarios accesibles por la
irregularidad con la que se muestra la superficie.
Para la realización de la jardinera, se recomienda extraer toda la tierra del alcorque
hasta un metro de profundidad, luego colocar una capa de grava de unos 5 a 10 centímetros
para facilitar el drenaje y seguidamente rellenar con tierra vegetal apta para el crecimiento de
las plantas. El relleno con tierra vegetal se hará preferentemente en el momento de realizar la
plantación.

Las especies arbóreas inadecuadas al tamaño del alcorque, provocan la ruina del pavimento
circundante

En la figura 5 se representa una sección tipo de alcorque.

Fig. 5: Sección tipo de alcorque

5.- Bolardos o pilonas.

Son elementos utilizados para protección de determinadas zonas y más raramente


como elemento de delimitación. Generalmente se utilizan para evitar el acceso de vehículos a
zonas peatonales y ajardinadas para proteger a los viandantes o el espacio destinado a ellos.
Son fundamentales para asegurar el tránsito cómodo en itinerarios accesibles, ya que evitan la
interposición de barreras en los mismos.
Por su función protectora generalmente se realizan con materiales macizos, aunque si
se realizan para delimitar áreas, se les puede pedir una menor consistencia. Pueden ser fijos o
desmontables. Los bolardos fijos se construyen fundamentalmente en piedra y metal. Se
pueden anclar al suelo de diferentes maneras. En todo caso deben incrustarse en el pavimento
y apoyarse sobre una solera sólida. El papel de los bolardos puede ser sustituido por árboles,
arbustos o mobiliario urbano, pero a veces esto no es posible por el espacio ocupado o por
condiciones inadecuadas de suelo, falta de agua, etc. Caso de ubicar bolardos se exigirá que
entre ellos haya una separación mínima de 1,50 metros. Preferentemente deben estar
coronadas por formas redondeadas o ángulos suaves, al objeto de no provocar daños por
caídas fortuitas sobre ellos. Nunca deben entorpecer el tránsito peatonal, puesto que su razón
de ser es la contraria. En la figura 6 se señala una sección tipo de bolardo.

Fig. 6: Sección tipo de bolardo

6.- Otros elementos constituyentes de pavimentos.

También deben considerarse como elementos que forman parte de los pavimentos los
siguientes:
• Elementos drenantes: Rígolas y caces.
• Elementos para cubrir huecos y albergas registros: Rejillas y tapas.
• Elementos para facilitar el tránsito: Vados.

Rígolas y caces.
Ambas son estructuras típicas de los pavimentos duros utilizadas para dar salida a las
aguas superficiales, asegurando así la facilidad y comodidad del tránsito. En esencia, son
canalizaciones o depresiones que se forman en los pavimentos; en el caso de la rígola junto al
bordillo y en el del caz, alejado de este (Figura 7). Se debe estudiar su situación al objeto de
que su presencia no suponga dificultad para el tránsito, lo que es bastante difícil por tratarse de
un elemento ligado a la red de saneamiento.

Fig. 7: Rígolas y caces


Generalmente se construyen con los mismos materiales que los pavimentos, siendo
frecuentes, las baldosas, las losetas y piezas especiales de hormigón prefabricado.
Las rígolas se pueden apoyar en el cimiento del bordillo. Deben tener una pendiente
longitudinal ligera en dirección a los desagües y una pendiente transversal superior a la del
pavimento. Pueden ser anchos apropiados de 20 a 30 centímetros e incluso más.
En cuanto a los caces igualmente deben mantener una ligera pendiente longitudinal
hacia los desagües, debiendo tener una anchura mínima de 20 a 30 centímetros.
Estas estructuras deben combinarse con rejillas en los lugares donde el agua es
evacuada a través de las canalizaciones pertinentes (Absorbederos e imbornales). Las rejillas
se presentan en material prefabricado de hormigón, fundición y otros metales. Las formas más
habituales son las cuadradas, rectangulares y continuas (Figura 8).

Fig. 8: Clasificación de rejillas

Las rejillas más pequeñas son las cuadradas (tamaños de los lados entre 25 y 60
centímetros). Las rectangulares tienen anchos de 40 a 50 centímetros y longitudes de 60 a 70
centímetros. Por último las continuas tienen un ancho de 15 a 50 centímetros y se
comercializan en piezas de 1 metro de longitud.
Para facilitar el tránsito no deben estar muy hundidas (máximo de 2 a 3 centímetros),
siendo preferible un paso gradual a uno brusco. En todo caso, deben diseñarse enrasadas con
la superficie del suelo circundante. Igualmente las rejillas de barras se dispondrán
perpendicularmente a la dirección normal de la marcha, ya que de esta forma se facilita el
tránsito evitando resbalones o incrustaciones de ruedas (bicicletas, sillas, carros, etc.) en ellas.
Al igual que en las tapas de alcorque, no deben existir aberturas superiores a 2 centímetros, si
deseamos que faciliten la accesibilidad.

Tapas.
Las tapas son elementos para cubrir huecos en los pavimentos, junto con las ya
mencionadas rejillas drenantes y alcorques. Los pavimentos se interrumpen intermitentemente
con huecos que albergan los distintos elementos que corresponden a las líneas de servicio tal
como agua potable, agua de riego, electricidad, saneamiento, telefonía, gas, etc. Cada
compañía suministradora tiene sus modelos y tamaños de tapa por lo que es difícil integrar
estos elementos en el conjunto del pavimento. Sin embargo se debe exigir a las mismas una
serie de condiciones, especialmente que queden perfectamente enrasadas con la superficie del
suelo. Es conveniente que queden fuera de las zonas de tránsito, pero esto es muy difícil en la
mayoría de las ocasiones. Se deben reforzar las uniones con los pavimentos y especialmente
si la tapa es muy pesada. Así pues, siendo la presencia de la tapa un mal inevitable para la
continuidad del pavimento, al menos se debe exigir una buena práctica constructiva para
asegurar la continuidad y durabilidad del pavimento circundante.
Cada compañía de suministro tiene su diseño de tapa

Vados.
Son elementos para facilitar el tránsito, consistentes en pequeñas rampas para salvar
ligeros desniveles como los formados por dos pavimentos con bordillo intermedio. Así pues se
utilizan en las transiciones acera-calzada o similares para facilitar el tránsito peatonal a
personas con problemas de movilidad (ancianos y personas que se desplazan en silla de
ruedas o tienen problemas de movilidad) para el paso de bicicletas, patines y carros.
Los vados peatonales deben situarse de forma perpendicular a la calzada. Para su
diseño, deberán considerarse otros aspectos para facilitar de forma real el tránsito. La anchura
mínima de paso debe ser de 1,80 metros. En esta anchura, las superficies que se unen deben
estar perfectamente enrasadas, no debiendo existir ningún resalte o desnivel. Se pueden
construir con tres superficies inclinadas. Todas tendrán la misma pendiente recomendándose
un 8% y en ningún caso será superior al 10% (Figura 9). También se pueden conseguir con
una única rampa (Figura 10).

Fig. 9: Vado peatonal de tres rampas

Fig. 10: Vado peatonal de una rampa


En ese caso es preciso proteger los cuchillos laterales con algún elemento al objeto de
impedir que personas con visión reducida pudieran caer en este pequeño desnivel. Estos
lugares pueden aprovecharse para situar mobiliario urbano o farolas, cumpliendo así un doble
papel, el suyo propio y la protección.

Estos bolardos de piedra evitan la invasión de los espacios peatonales por los vehículos

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