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12/15/2018 Julius Evola y el Islam.

Por Claudio Mutti | Biblioteca Evoliana

BIBLIOTECA EVOLIANA

Julius Evola y el Islam. Por


Claudio Mutti
28 DE SEPTIEMBRE DE 2010 - 23:28 - ARTÍCULOS SOBRE EVOLA

El estudio de la tradición islámica diseñado por Evola en "Revuelta contra contra el

mundo moderno", no ocupa más que unas pocas páginas, pero presenta con suficiente

relieve los aspectos del Islam que permiten, en la perspectiva evoliana, considerarlo como

una "tradición de un nivel superior no sólo al hebraísmo, sino también a las creencias

que conquistaron Occidente"[1].

En primer lugar, Evola, en efecto, señala que el simbolismo del Islam indica claramente

una relación directa de esta forma tradicional con la Tradición primordial, de forma que el

Islam es independiente del judaísmo y del cristianismo, religiones de las que, por otra

parte, rechaza los temas específicos (pecado original, redención, mediación sacerdotal,

etc.):

"Al igual que en el hebraísmo sacerdotal, el elemento central está constituido por la ley y

la tradición, en tanto que fuerzas formadoras, a las cuales las capas ARABES de los

orígenes, facilitaron sin embargo una materia mucho más pura, más noble y la impronta

del espíritu guerrero. La ley islámica, SARYAH, es la ley divina; su base, el Corán, es

considerado como la palabra misma de Dios -KALAMALAH- como una obra no humana,

un libros "increado", existente AB AETERNO en los cielos. Si el Islam se considera como

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"religión de Abraham" e incluso ha querido hacer de éste el fundador de la Kaaba -donde

reaparece la "piedra", el símbolo del "Centro"- no es menos cierto que afirma su

independencia respecto del hebraismo y del cristianismo, que el centro de la Kaaba

conteniendo el símbolo en cuestión tiene orígenes lejanos preislámicos, difíciles de

determinar y que, en fin, el punto de referencia de la Tradición esotérica islámica es la

misteriosa figura del Khidr, considerada como superior y anterior a los profetas biblicos.

El Islam rechaza el tema característico del hebraismo, que se convertirá, en el

cristianismo, en dogma y base del misterio crístico: mantiene, sensiblemente debilitado,

el tema de la caida de Adán, sin deducir, sin embargo, la noción de pecado original: Ve

en éste una "ilusión diabólica", TALBIS IBLIS. En cierta forma, incluso, este tema es

invertido, la caída de Satan -iblis o Shaitan- era atribuida en el Corán (XVIII, 48), al

rechazo de este a postrarse ante Adán, con los ángeles. Así se encuentran rechazadas a la

vez las ideas centrales del cristianismo, la de un redentor o salvador y la idea de una

mediación ejercida por una casta sacerdotal"[2].

Pureza monoteista absoluta, exenta de toda huella de antropomorfismo y de politeísmo,

integración de cada dominio de la existencia en un orden ritual, ascesis de la acción en

términos de JINAD, capacidad de modelar una raza del espíritu, tales son, sucesivamente,

los aspectos del Islam que llaman la atención de Evola:

"Concibiendo lo divino de una forma puramente monoteísta, sin "Hijo", sin "Padre", sin

"Madre de Dios", todo musulmán aparecía directamente relacionado a Dios y santificado

por la luz, que impregna y organiza en un conjunto absolutamente unitario todas las

expresiones jurídicas, religiossas y sociales de la vida. Tal como ya hemos tenido ocasión

de señalar, la única forma de ascesis concebida por el Islam de los orígines fue la de la

acción, bajo la forma de JIHAD, de "guerra santa", guerra que, en principio, no debe

nunca ser interrumpida hasta la completa consolidación de la ley divina. Y es

precisamente a través de la guerra santa, y no por una acción de predicación y

apsotolado, que el Islam conoció una expresión rápida, prodigiosa y formó, no solo el

imperio de los califas, sino sobre todo la unidad propia a una raza del espíritu -UMMA-

la "nación islámica"[3].

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El Islam, en fin, observa Evola, es una forma tradicional completa, en el sentido de que

está dotada de un exoterismo viviente y operativo que puede facilitar, a quienes poseen las

cualificaciones necesarias, los medios para alcanzar una realización espiritual que supere

el objetivo exotérico de "salvación":

"En fin (...) el Islam presenta un carácter particularmente tradicional, completo, y

acabado, por el hecho que el mundo de la SNARYAN y de la SUNNA, de la ley exotérica y

de la tradición, encuentra su complemento, menos en una mística que en verdaderas

organizaciones iniciáticas -TURUQ- detentadoras de la enseñanza esotérica, el TA'WIL, y

de la doctrina metafísica de la Identidad suprema, TAWHID. La noción de MA'SUM,

frecuente en estas organizaciones y, en general, en la SHYA, noción relativa a la doble

prerrogativa del ISMA, o infalibilidadd doctrinal, y de la imposibilidad, para los jefes, los

Imanes visibles e invisible y los MUJTHAID, de ser salpicados por falta, corresponde a la

actitud de una raza que permanece intacta y formada por una tradición de un nive

superior no solo al hebraismo, sino también a las creencias que conquistaron Occidente"

[4].

Entre todos estos temas, aquel al cual es el más directamente sensible, la "ecuación

personal" de Evola es evidentemente la acción sacralizada. La mirada de Evola se fija pus

en la noción de JIHAD y en su doble aplicación, conforme al célebre HADITH: "Henos

aquí de la pequeña a la gran guerra santa". Este HADITH, que facilita el título a un

capítulo de "Revuelta contra el Mundo Moderno" ("La gran y la pequeña guerra santa"),

es así comentado por Evola:

"En la tradición islámica se distinguen dos guerras santas: la "gran guerra santa" -EL

JIHADOL AKBAR- y la "pequeña guerra santa" -EL JINADUL ACGHAR- conforme a

una palabra del profeta que, de regreso de una expedición guerrera, declaró: "Henos

aquí venidos dela pequeña a la gran guerra santa". La "gran guerra santa" es de orden

interior y espiritual; la otra es la guerra material, la que se libra en el exterior contra un

pueblo enemigo, en vistas particurlamente a incluir pueblos "infieles" en el espacio

regido por la "ley de Dios", DAR-AL-ISLAM.

"La "gran guerra santa" es sin embargo, a la "pequeña guerra santa", lo que el alma es

al cuerpo, y es fundamenttal, para comprender el ascesis heróico o "vía de la acción", el


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comprender la situación donde las dos caras se confunden, la "pequeña guerra santa", se

vuelve el medio por el cual se realiza una "gran guerra santa" y, viceversa, la "pequeña

guerra santa" -la guerra exterior- convirtiéndose casi en acción ritual que expresa y

atestigua la realización de la primera. En efecto, el islam ortodoxo no concibe en el

origen más que una sola forma de ascesis: la que se relaciona precisamente el JIHAD, a

la "guerra santa".

"La "gran guerra santa" es la lucha del hombre contra los enemigos que lleva en sí. Más

exactamente, es la lucha del principio más elevado en el hombre contra todo lo que hay

de simplemente humano en él, contra su naturaleza inferior, contra lo que es impulsado

desordenado y ligazón material"[5].

La doctrina islámica de la "pequeña" y de la "gran guerra santa" ocupa en la obra evoliana

una posición privilegiada y adquiere un valor paradigmático; ejemplifica, en efecto y

representa la concepción general que el mundo de la Tradición refiere a la experiencia

guerrera y, más ampliamente, a la acción como vía de realización. Las enseñanzas

concernientes a la tradición guerrera de diversos medios tradicionales son pues

contempladas a la ley de su coincidencia esencial con las doctrina del JIHAD y están

expuesttos en ayuda de una noción que es también de derivación islámica: la noción de la

"Vía de Dios" (SABIL ALLAN):

"En el mundo del ascesis guerrera tradicional, la "pequeña guerra santa", es decir, la

guerra exterior, añade o se encuentra incluso prescrita como vía para realizar esta "gran

guerra santa", y ello por que , en el Islam, "guerra santa" -JIHAD- y "vía de Allá" son

frecuentemente empleados como sinónimos. En este orden de ideas, la acción tiene

rigurosamente la función y el fin de un rito sacrificial y purificador. Los aspectos

exteriores de la aventura guerrera provocan la aparición del "enemigo interior" que, bajo

la forma de instinto animal de conservación, de miedo, de inercia, de piedad o pasión, se

revuelve y opone una resistencia que el guerrero debe vencer, cuando desciende en el

campo de batalla para combatir y vencer al enemigo exterior o le "bárbaro".

"Naturalmente, todo esto presupone la orientación espiritual, le "justa dirección" -

NIYYAH- hacía los estados supraindividuales del ser simbolizados por el "cielo", el

"paraíso", los "jardines de Alá"y demás: dicho de otra forma, la guerra pierde su
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carácter sagrado y se degrada en aventura salvaje donde la exaltación se sustituye al

heroísmo verdadero y donde dominan los impulsos desencadenados del animal humano"

[6].

Evola refiere (en la traducción de Bonelli, ligeramente retocada por él) toda una serie de

fragmentos coránicos relativos a las ideas del JIHAD y de la "vía de Alá"; se trata de los

versículos siguientes, que citamos según la numeración de Bonelli y en el mismo orden en

que están presentados en "Revuelta contra el mundo moderno"[7]: IV,76; II,186; II,187;

XLVII,37; XLVII,4; XLVII,38; XLVII,40; IX,38; IX,52; II,212-213; IX-88-89; IX-90;

XLVII,5-7. Además de estos versículos son citados, a titulo de ejemplo e ilustración, dos

máximas: "El paraíso está a la sombra de las espadas" y "La sangre de los héroes es más

próxima de Dios que la tinta de los filósofos y las plegarias de los devotos"[8].

Antes de pasar a las formulaciones conferidas a la doctrina de la "guerra santa" en los

medios tradicionalistas no islámicos (sobre todo en la India y en el cristianismo

medieval), Evola establece una analogía entre la muerte que conoce el MUJAIJID y la

MORS TRIUNPAHALIS de la tradición romana[9]; este término es vuelto a utilizar más

adelante, cuando trata de la capacidad de "inmortalización atribuida a la victoria guerrera

por algunas tradiciones occidentales y la pone en relación con la tradición islámica, según

la cual "los guerreros muertos en combate no están verdaderamente muertos"[10]. Un

versículo coránico es citado a título de ilustración: "No llaméis muestras a los que

cayeron en la vía de Dios; no, por el contrario ellos viven, aunque no lo percibáís"

(II,149); el paralelo es encontrado en este texto de Platón (Rep,468e), "algunos muertos

en guerra forman uno con la "raza de oro" que, según Hesíodo, jamás murió, sino que

subsiste y vela"[11].

En "Revuelta...", se trata otro tema que permite ciertas referencias a la doctrina del Islám:

en el capítulo "La Ley, el Estado, el Imperio". Observando que "hasta en la civilización

medieval, la rebelión contra la autoridad y la ley imperial fue asimilada a la herejía

religión y la rebeldes fueron considerados, no menos como heréticos, como enemigos de

su propia naturaleza, contraviniendo la ley de su esencia"[12], Evola recuerda la

presencia de una concepción análoga en el Islam y remite al lector a la IV Sura del Corán,

V,111. Otra aproximación es igualmente establecido entre la concepción romano-

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bizantina, de una parte, que opone la ley y la PAX del ecuneme imperial al naturalismo de

los bárbaros -afirmando al mismo tiempo la universalidad del derecho-, y la doctrina

islámica, de otra, ya que se encuentra en esta "sobre una base análoga (...) la distinción

geográfica entre el DAR-IL-ISLAM, o tierra del Islám, gobernada por la ley divina, y le

DAR AL-HARB, o "tierra de guerra", por que en ella viven los pueblos que deben ser

integrados en la primera, gracias al JIHAD, a la "guerra santa"[13].

En el primero capítulo, evocando la función imperial de Alejandro Magno, vencedor de

los hordas de Gog y Magog, Evola remite a la figura coránica de Dhnil-Carmaya,

generalmente identificado con Alejandro y con lo que dice la Sura XVIII del Coran[14].

Las analogías existen entre algunos aspectos del Islám y los elementos correspondientes

de otras tradiciones son señalados igualmente en "El Misterio del Grial"; pero mientras

que en "Revuelta" se trata de puros paralelismos doctrinales -en donde se comparan al

Islam formas tradicionales que frecuentemente no han tenido contacto con el mundo

musulmán-, en el "ensayo sobre la idea imperial gibelina", las similitudes entre el Islam y

templarismo son, por el contrario, inssertas en el marco concreto, histórico, de las

relaciones mantenidas por representantes del esoterismo cristinao e islámico.

"Se acusa a los templarios, además, de tener pactos secretos con los musulmanes y de

estas más próximos de la fe musulmana que de la cristiana. Es necesario interpretar esta

última indicación teniendo en cuenta el hecho de que la anti-cristolatría era igualmente

una de las características del islamismo. En cuanto a las "inteligencias secretas" deben

parecernos como sinónimos de un punto de vista menos sectario, más universal, es decir,

más esotérico que el del cristianismo militantte. Las cruzadas, donde los Templarios y, de

manera general, la caballería gibelina jugaron un papel fundamental, crearon a pesar de

todo, a diversos efectos, un puente supratradicional entre Oriente y Occidente. La

caballería cruzada terminó por encontrarse ante una réplica de sí misma, es decir, de

guerreros con la misma ética, las mismas costumbres caballerescas, los mismos ideales

de una "guerra santa" y, además, referencia esotéricas similares"[15]

Luego, Evola pasa a una descripción sumaria de lo que llama, impropiamente, por los

demás, "La Orden árabe de los ismaelittas", a saber, el movimiento heterodoxo de origen

chiita que estuvo muy ligado a los Templarios:


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"Es así como a los templarios correspondió exactamente, en el Islam, la orden árabe de

los Ismaelitas, que se consideraba también como "guardianes de Tierra Santa"

(igualmente en el sentido esotérico, simbólico) y tenían una doble jerarquía, una oficial y

la otra secreta. Y esta orden, con su doble característica a la vez, religiosa y guerrera,

corrió el peligro de conocer un fin análogo a la de los templarios y por un motivo similar:

su fondo iniciático y la afirmación de un esoterismo que despreciaba la letra de los textos

sagrados. Es igualmente interesante constatar que, en el esoterismo ismaelita, reaparece

el tema mismo de la leyenda imperial gibelina: el dogma islámico de la "resurreción

(QIYMA) es aquí interpretado como la nueva manifestación del jefe supremo (IMAN)

vuelto invisible durante el llamado "período de ausencia" (GHAIBA); pues el Imán, en un

momento dado, había desaparecido, sustrayéndose a la muerte, pero sus sectarios

quedaron obligados a jurarle fidelidad y sujeción, como al mismo Alá"[16].

El esoterismo islámico es definido por Evola como doctrina que llega incluso a "reconocer

en el hombre la condición en la cual lo Absoluto se vuelve consciente de sí mismo y que

profesa la doctrina de la "Identidad Suprema"[17] si bien el Islám aparece como:

"Un claro ejemplo de un sistema que, aunque incluyendo un dominio estrictamente teísta

reconoce una verdad y una vía de realización más elevadas, los elementos emocionales y

devocionales, el amor y todo lo demás pierden aquí (...) todo significado "moral" y todo

valor intrínseco y adquiere solamente la de una técnica entre otras"[18].

El esoterismo islámico, con las enseñanzas de sus maestros y su universo de nociones y

símbolos, facilitaron a Evola los ejes y referencias de cierta importancia. En lo que

respecta a símbolos y nociones, es preciso subrayar la importancia acordada en la obra

evoliana a la función polar. Tal como explica Evola "en el Próximo Oriente" (sería más

correcto decir, en Islam), "el término QUTB, "polo", ha designado, no solo al soberano,

sino, de forma más general, a aquel que dicta la ley y es el jefe de la tradición de un

cierto período histórico"[19]. (Para ser preciso, digamos que el QUTB representa la

cúspide de la jerarquía iniciática). Todo un capítulo de "Rivolta", el tercero de la primera

parte, reposa sobre esta función tradiciconal y emplea precisamente los términos "polo" y

"polar"; lo extraño es que no contiene ninguna referencia explícita a la tradición islámica.

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Por lo que se refiere a los maestros del esoterismo islámico, en la obra de Evola se

mencionan a Ibn'Arabi, Hallag, Rumi, Hafeg, Ibn'Ata, Ibn Farid, Altar.

La primera mención de Ibn Arabi, ASHSHAYKH AL-AKBAR (0DOCTOR

MAXIMUS), aparece en una glosa de "Introducción a la Magia" que no está firmada, pero

que ciertamente es debida a Evola: se cita "el caso de Ibn'Arabi", a fin de ilustrar la

"inversión de los papeles en relación al Estado donde, la dualidad siendo creada la

imagen divina encarnando el Yo superior es ante la mística como otro ser"[20]. Para

profundizar esta idea, Evola reccurre a una enseñanza de Tacawwuf:

"Es interesante señalar que hay en el esoterismo islámico un término técnico para indicar

este cambio: SHATH, SHATH, significa, literalmente precisamente "intercambio de

roler", y expresa el momento en que la mística ABSORBE la imagen divina, la siente

como estando en si, y siente a si mismo, por el contrario, como otro y habla en función de

ella. En el Islam se indican incluso varios signos ciertos para reconocer en qué casos el

SHATH ha tenido lugar objetivamente, que no se trata de un simple sentimiento de la

persona en cuestión"[21].

Luego, recuerda que "el fin de El Hallaj, que es sin embargo considerado como uno de los

principales maestros del Islam esotérico (sufismo)"[22] fue una consecuencia de la

divulgación del secreto que se refiere a la realización de la condición más elevada. Evola

vuelve sobre este punto en otro lugar de su obra cuando escribe:

"En realidad, si algunos iniciados de los que nadie negaba la cualificación fueron

condenados y en ocasiones incluso muertos (el caso típico más frecuentemente recordado

es el de Al Hallag en Islam), esto se produjo por que había abandonado la regla del

secreto; no se trataba pues de herejía, sino de razones prácticas y pragmáticas. Una

máxima dice a este respecto: "Que el sabio no turbe con su sabiduría al ignorante"[23].

La otra breve alusión a Ibn Arabi, contenida en la mesura obra colectiva, es también

debida a Evola ("Ea"), que en el texto llamado "Eroterismo y mistica cristiana", señala

que falta en el ascesis cristiano, a pesar de la disciplina del silencio, "la práctica del grado

más interiorizado de esta disciplina que no consiste solo en poner término a la palabra

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hablada, sino también a la pensada (el hecho de "no hablar consigo mismo", dice Ibn

Arabi)"[24].

En "Metafísica del Sexo", tras haber revelado que, en el Islam, "Ley destinada a quien

vive en el mundo y no al asceta"[25] está ausente "la idea de la sexualidad como algo

culpable y obsceno"[26] hasta el punto de que antes de unirse sexualmente a la mujer, el

hombre pronuncia la fórmula ritual "Bismillahi'r-Rhamcim'r Rhim" ("En nombre de Allá

Misericordioso y Clemente") Evola recuerda que Ibn Arabbi:

"habla incluso de una contemplación de Dios en la mujer, en una ritualización de la

sexualidad, conforme a valores metafísicas y teológicas"[27].

Siguiendo dos largas citas de los FUCUS AC-HHIKAM, en la traducción debida a Titus

Burckhart, presenta esta conclusión:

"En esta teología sufista (sic) del amor, se debe ver solo la amplificación y elevación a

una conciencia más precisa del mundo ritual con el cual el hombre de esta civilización ha

asumido más o menos distintamente y vivido las relaciones conyugales en general,

partiendo de la santificación que la ley coránica confiere al acto sexual en un régimen no

solo monógamo, sino también polígamo. De aquí nace también el sentido particular que

puede revertir la procreación, entendida precisamente como la administración d ela

prolongación del poder creador divino existente en el hombre"[28].

Otro fragmento del "Fucua al-hikan" ilustre en "Metafísica del sexo", la "clave de la

técnica islámica"[29], la cual consiste en asumir "la disolución a través de la mujer"

[30]en tanto que símbolo dela extinción en la divinidad. Al mismo orden de ideas se

refiere el significado de las "Experiencias entre los árabes" de Galles, un capítulo de

"Introducción a la magia" del que Evola cita algunos estractos relativos a las "prácticas

orgiásticas con finalidad mística (...) que atestan (...) el año arabe-persa"[31].

En lo que Renini dice de la danza ("Aquel que conoce la virtud de la danza vive en Dios

por sabe como mata el amor")[32], Evola distingue otra "clave" de las técnicas iniciáticas

islámicas:

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"La clave de las prácticas de una cadena, o escuela, de mística islámica, que a

continuado a través de los siglos y que considero GelaleddriRuin como su maestro"[33].

En la poesía del sufismo árabe-persa, conocido por éla ttravés de la antología debida a

Moreno[34], Evola reencuentra temas que, por su "metafísica del sexo", no están carentes

de interés: la aplicación, por ejemplo, del simbolismo masculino al alma del iniciado, si

bien:

"la divinidad (...) es considerada como una mujer: no es la "esposa celeste", sino la

"prometida" o "amante". Así por ejemplo se da en Athas, Ibn Farid, Geladdim el Remi,

etc"[35].

Se encuentra igualmente la idea del amor como "fuerza que mata" al yo individual", idea

descubierta en Remi[36] y Ibn Farid[37].

A una técnica característica del sufismo, el "Dhrkr", está consagrada una glosa de

"Introducción a la Magia" que creemos poder atribuir a Evola. Esta muestra en particular

la correspondencia entre una tal técnica islámica y el "Mantra" hindú y la repetición de los

nombres divinos practicadas por el iniciado[38]. Al mencionar esta técnica, cita a Al-

Ghagali, del que Evola ha debido leer extractos en alguna traducción europea por que

algunas afirmaciones de este maestro son citados en otras páginas, atribuible a Evola[39],

de la misma obra.

*   *   *   *   *

Mucho más enriquecedor fue el encuentro entre Evola y el hermetismo islámico: de

hecho, el autor más citado en su obra es Geber. A propósito del papel jugado por los

hermetistas islámicos del Islám, Evola escribe:

"Entre el VIIº y el XIIº siglo se advierte que (la tradición hermético-alquimica) existía

entre los árbes que, a este respecto también, vivieron de intermediarios para la

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recuperación, por Occidente, de una herencia más antigua que la sabiduría precristiana"

[40].

En su estudio más especialmente consagrado a la tradición hermética, Evola utiliza

numerosas citas extraídas de textos musulmanes recogidos por Berthelot y Manget.

Privilegió, como hemos dicho, a Geber: pero esto no tiene nada raro habida cuenta de la

enorme amplitud del "Corpus" geberiano; RAgi es igualmente mencionado y un cierto

número de libros anónimos son citados, entre los cuales la célebre "Turba

Philosopharma", traducido al italiano en el 2º vol. de "Introducción a la Magía". De la

"Turba" Evola dice que se trata de "uno de los textos hermético alquímicas más antiguos"

[41] [42]; en realidad, J. Ruska ha demostrado de manera inapelable en 1931, año en que

aparece "La Tradición Hermética", el origen árabe del texto en cuestión.

Como se sabe, gran parte de la obra de Evola se basa en las enseñanzas tradicionales

convertidos en accesibles para el mayor número tras la exposición hecha por Guenon.

Evola se ha apoyado en gran parte en este último, recuperando concepciones que, estaban

desarrollándose y adaptándose frecuentemente a su propia "emoción personal". Habida

cuenta de la pertenencia de Guenon al Islám y de la filiación islámica de algunas

enseñanzas fundamentales, perceptibles en la obra de Guenon, no está fuera de lugar

consideras lo que escribe Evola en cuanto a la integración de Guenon en la tradición

islámica:

"Guenon estaba convencido de que, a pesar de todo, subsistían en Oriente, grupos

iniciáticos de la Tradición". Sobre el plano práctico, mantuvo sobre todo contactos con el

mundo musulmán donde los filones iniciáticos (sufis e ismaelitas) continuaban ejerciendo

paralelamente a la tradición exotérica (es decir, religiosa). Y se islamiza a ultranza.

Habiéndose establecido en Egipto recibió el nombre de "Sheick" Abdel Wahûd (sic) Yasha

(sic) e incluso la nacionalidad egipcia. Se casó en segundas nupcias con una árabe"[43].

"En el caso de Guenon está aproximación (iniciática) se ha debido principalmente

realizarse -como hemos dicho- con "cadenas" islámicas. Pero a aquel que no tiene

inclinación a remitirse a musulmanes u orientales, Guenon no propone gran cosa"[44].

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El "caso Guenon" ha obligado pues a Evola a admitir que existen, aún hoy, a pesar de todo

posibilidades de aproximación iniciática, pero en las condiciones actuales, la elección del

Islám es prácticamente obligatorio.

Admitir tal idea no es más que una reiteración de lo que afirmaba precedentemente:

"Se podría añadir a esto un dato islámico propio a la corriente iniciática ismaelita. El

Iman, el jefe supremo de la Orden, manifestación de un poder de lo alto, por excelencia

se ha "ocultado". Se espera que reaparezca, pero esta época sería la de su "ausencia".

"En nuestra opinión, todo esto no quiere sin embargo decir que no haya organizaciones

iniciáticas en el sentido tradicional del término. Es cierto que existen aún, aunque

Occidente no esté en absoluto afectado y haga falta, en este terreno, volver los ojos hacia

el mundo musulmán, Oriente"[45].

Podría observarse que Evola ha confundido la Shia "duodécima" con una ramificación

particular del movimiento ismaelita. Igualmente Evola parece creer que el Iman es el "jefe

supremo de la orden", tanto en las perpectivas ismaelitas como en la de las que sse llama

"dodecimanes" y esto podría sser también una grave inexactitud ya que para la Shia

"duodeciman", el Iman es, en tanto que sucesos del profeta, el "jefe supremo" de toda la

comunidad. Pero no es esto lo que a nuestros ojos nos interesa. Lo importantet, por el

contrario, es que Según Evola, la experiencia iniciática es aun posible en nuestros día.

Un problema evocado, por Evola, en este contexto, remite a la relación existente entre los

centros iniciáticos y el curso de la historia, formulado como sigue:

"(...) El curso de la historia es generalmente interpretado como una involución y una

disolución. Frente a las fuerzas que actúan en ese sentido ¿cual es la posibilidad de los

centros iniciáticos?".

 Este problema implica igualmente al Islam:

"Por ejemplo, es cierto que actúan en tierra de Islam organizaciones iniciáticas (los

sufis), pero su presencia no ha impedido del todo la "evolución" de los países árabes en

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una dirección antitradicional, progresista y modernista, con todas las consecuencias

inevitables de este fenómeno"[46] [47].

Tal cuestión había sido planteado por Evola, en el marco de una "correspondencia con

Titus Burckhardt"[48], investigador bien conocido relacionado con el esoterismo

islámico, el cual con conocimiento de causa, le había "hecho notar que las cualidades de

este género (J. E. tradicionales) subsistían en las regiones no europeas"[49] (Burkhard

vivía, por otra parte, en su país musulman). Ignoramos si y como el investigador suizo

había respondido a las objecciones de Evola, en lo que a nosotros respecta, podríamos

hacer observar ante todo que los "países árabes", no constituyen, sobre el plano de la

población, más que la décima parte del mundo musulmán, de forma que no es correcto

hacer coincidir su "evolución" con el desarrollo de la situación general de la UMMAH.

En segundo lugar -y esto, podemos observarlo mucho mejor en nuestros días que en

tiempos de Evola- se asiste en el interior ellos mismos, a un "despertar del Islam" que

parece anuncia una inversión de las tendencias. En fin, cuando incluso "los centros

iniciáticas (sufis)" no se opondrían por su acción al proceso general de decadencia, sería

sin embargo arbitrario afirmar que su función es ilusoria[50]. De hecho, la aproximación a

centros iniciáticos -de los que procede toda transmisión regular de influencias espirituales-

constituye la única solución posible para cualquiera que intente reaccionar contra las

tendencias involutivas del mundo moderno. Tendencia inexorable al estar sometida a las

leyes cíclicas que rigen la manifestación. Lo propio de la relación con un centro iniciático

-y gracias a él al centro supremo- es asegurar la continuidad en la transmisión de

influencias espirituales en toda la duración del presente ciclo de la humanidad y permitir

pues la participación en el mundo del espíritu hasta el final del ciclo. En tal perspectiva lo

propio del proceso de involución es revelarse "ilusorio": de hecho éste no afecta más que

a la manifestación, la cual, habida cuenta de su carácter fundamentalmente contingente,

no representa nada ante lo absoluto.

Claudio Mutti

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12/15/2018 Julius Evola y el Islam. Por Claudio Mutti | Biblioteca Evoliana

    [1]     J. Evola. "Revuelta contra el mundo moderno". pág. 342.

    [2]     op. cit, pág. 340-1.

    [3]     op. cit. pág. 341.

    [4]     op. cit., pág. 175. Cf. también Evola, "Doctrina aria de lucha y victoria" pág. 11,

en donde la idea del Jihad es contemplada como un "renacimientto tardío de una herencia

aria primordial", si bien "la tradición islámica está aqui en el lugar de la tradición ario-

irania".

    [5]     op. cit., pág. 341-42.

    [6]     "Revuelta contra el mundo moderno", pág 176-177. cf. también "Doctrina aria de

lucha y victoria", op. cit., pág. 12 y Evola "Diorama filósofico" Roma, pág 307-8.

    [7]     Ed. cit., pág 177-178.

    [8]     op. cit., p.184 y "Diorama filosófico", cit, pág.308, donde la segunda máximo es

dada bajo una forma diferente.

    [9]"Revolte....., op. cit., pág.199.

    [10]    op. cit., pág.199.

    [11]    Ib idem.

    [12]    op. cit., pág.51.

    [13]    op. cit., pág.54.

    [14]    op. cit., pág.57.

    [15]    Evola, "El Misterio del Grial". París 1970, pág.188-89.

    [16]
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    [17]    J. Evola "Orient et Occident", Milano. 1982, pág,35-36.

    [18]    Ibidem.

    [19]    Evola, R............, Roma 1974, pág.50.

    [20]    Ibidem.

    [21]    ibidem.

    [22]

    [23]    J. Evola, "El arcco y la maza", pág.122.

    [24]    "Introduzioni a la Magia, vol III, 281.

    [25]    Evola "Metafísica del Sexo", pág. 262.

    [26]    J. Evola, op. cit., 242

    [27]    op.cit., 242.

    [28]    op. cit., 243.

    [29]    op. cit., 349.

    [30]    Evola, ibid.

    [31]    "Metafísica del sexo, pág. 347.

    [32]    op. cit., pág. 128.

    [33]    oop. cit., 128.

    [34]    M.M. Moreno, "Antología de la Mística Arabe-Persa" Bari 1951.

    [35]    Evola, op. cit., pág. 277.

    [36]    op. cit., pág. 104.


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12/15/2018 Julius Evola y el Islam. Por Claudio Mutti | Biblioteca Evoliana

    [37]    Evola, op. cit.

    [38]    "Introducción a la Magia". Vol. 1, pág. 396-7.

    [39]    op. cit., vol II, pág. 135-136 y 231.

    [40]    "El Misterio del Grial", cit, pág. 223.

    [41]   

    [42]    "La tradición hermética", Roma, 1971, pág.8.

        [43]      Evola, "Rene Guenon e il Tradizionialismo integral" Destre, c.III, nº 4, abril

1973, pág. 22.

    [44]    J. Evola, "Recognizioni, nomini e problemi", cit., pág. 212.

    [45]    Evola, "Lo ....... iniciáticos y la ........" Via della Tradizione, nº 1.

    [46]    J. Evola "El arco y la maza", pág. 253.

    [47]    Ibidem., pág. 254.

    [48]    J. Evola, "El camino del cinabrio", ,,,,,,1982, pág. 203.

    [49]    op. cit., pág. 204.

    [50]    Evola había escrito de hecho: "El punto de vista realista que he creído ahondar

en "Cabalgar el Tigre", lo ha conducido últimamente a algunos cambios poli......... con los

medios que se hacen aún "ilusiones" (subrayado es nuestro NDR) sobre las posibilidades

ofrecidas por los ....... tradicionesles "existen en el mundo actual". Evola, "El camino del

Cinabrio"", 1981.

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Julius Evola, Reaccionario Radical y Metafísico Comprometido. Alain.


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El budismo "aristocrático" de Julius Evola. Jean Varenne

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