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Factor de Crecimiento: Disciplinas Espirituales Salmo 119:97-104

Intro. Historia de don feix…

Todo lo que uno hace con tal de pasar tiempo con alguien especial para ti. Estoy seguro que
si les preguntara a algunos de aquí acerca de lo que tenían que hacer para poder pasar
tiempo con sus novias, escucharíamos historias muy interesantes, dignas de ser llevadas a la
pantalla grande o de perdido, a la televisión. Se de unos que caminaban kilómetros en la
oscuridad, otros que viajaban cientos de kilómetros para estar unas cuantas horas, algunos
más que no les importaba pasar la noche en el carro con tal de permanecer cerca de la
amada. En fin, uno hace lo que sea con tal de pasar tiempo con quien se quiere. Y es que la
verdad si quieres profundizar en una relación tienes que invertir tiempo.

Nuestra intimidad con Dios requiere, igualmente, inversión de tiempo. La profundidad de


nuestra relación con Dios es en parte establecida por el tiempo que invertimos en contacto
con él.

Definitivamente, el crecimiento espiritual está muy relacionado con la práctica regular de


disciplinas espirituales que, en resumidas cuentas, nos hacen pasar tiempo enfocado y de
calidad, con Dios.

Estas disciplinas de las que estamos hablando son, por ejemplo, la lectura, meditación y
aplicación de la Palabra de Dios, la oración, la participación en la Santa Cena, la
participación activa en la comunidad de los creyentes en Cristo. Otra manera de llamar a
todas estas prácticas es llamarles “Medios de gracia”. Es decir, modos o maneras en las que
Dios nos impulsa a crecer en el conocimiento y experiencia de su gracia.

Ahora bien, la mera mención de la palabra “disciplina” nos causa alergia a algunos. La
palabra disciplina nos habla de constancia, perseverancia, esfuerzo, intencionalidad,
sacrificio. Normalmente, cuando escuchamos la palabra disciplina, nos cansamos con tan
solo escucharla.

Y esa perspectiva acerca de las disciplinas espirituales es lo primero que debemos cambiar.
Las disciplinas espirituales no son reglas, cargas, castigos, que tenemos que hacer, sino son
maneras o medios de gracia que nuestro Padre amoroso nos ha dado para que crezcamos en
intimidad con él.

Al practicar, regular y gozosamente, las disciplinas espirituales lo que hallaremos, al final


de cuentas, es una relación creciente y apasionada con Dios y esto a su vez, nos llevará a
seguir practicando las disciplinas con gozo. Es decir, iniciamos un círculo de gracia en
nuestras vidas. Practicar las disciplinas espirituales, nos lleva a crecer en amor a Dios, el
amor a Dios nos lleva a practicar, aún más y con mayor gozo, las disciplinas espirituales.

Así debemos comenzar a ver las disciplinas espirituales, como una escalera para crecer en
el amor a Dios. A medida que las practicamos nos vamos fortaleciendo cada vez más, y
cuando las abandonamos nos vamos debilitando.
Así como no esperamos que una persona que se alimenta de “coca y sabritas” esté sana y
fuerte, tampoco podemos esperar que las personas estén fuertes y sanas espiritualmente si
no practican regularmente las disciplinas espirituales.

Es invariable el hecho de que cuando alguien está con desánimo o frialdad espiritual, o que
ha comenzado a tomar decisiones necias y pecaminosas, o que está experimentando lejanía
hacia Dios, le preguntemos si está leyendo su Biblia y orando, o si está participando del
sacramento o si está participando regularmente en la comunidad de creyentes, su respuesta
generalmente es “No”. El abandono de las disciplinas espirituales nos lleva a un
debilitamiento espiritual increíble, nos lleva a una anemia espiritual. Nuestro sistema
inmunológico espiritual queda totalmente vulnerable y cualquier mentira del mundo nos
comienza a arrastrar hacia el pecado.

Por todo esto, las disciplinas espirituales son básicas, fundamentales y de primera necesidad
para los que están o quieren desarrollar una relación creciente con Cristo.

Para aprender un poco más acerca de las disciplinas espirituales, creo que uno de los
mejores lugares en la Biblia para empezar es en los Salmos. Y en esta ocasión en particular
consideraremos el Salmo 119.

Hay algo que deben saber del Salmo 119: es el salmo más largo de la Biblia. Además, está
estructurado a manera de acróstico, de tal manera que cada estrofa comienza con una letra
del alfabeto hebreo. Si lees sus 176 versículos te darás cuenta de que trata de una sola cosa:
La Palabra de Dios. El salmista expresa todo un discurso hablando de las glorias de la ley
de Dios, de su anhelo por ella y sus luchas personales al aplicarla. Podemos aprender
mucho acerca de las disciplinas espirituales al considerar este salmo.

Mira cómo se expresa el salmista en el versículo 97: “¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día
medito en ella”

Creo que este versículo revela la naturaleza de nuestro problema. Si estamos teniendo
dificultad para practicar con gozo las disciplinas espirituales de la lectura y meditación de
la Biblia, la oración, la participación en la iglesia y los sacramentos, tenemos un problema
de amor. Efectivamente, el salmista dice que pasa el día pensando o meditando en la ley de
Dios porque AMA su ley. En realidad, lo que está diciendo es que ama al que le ha dado
esa ley. No es idolatría de la Biblia, sino amor al dador de la Biblia. Cuando amas a
alguien, amas también sus palabras.
Estoy seguro que muchos de nosotros guardamos cartas o notas de personas; o bueno,
dejamos sin borrar en nuestra “bandeja de entrada” ciertos correos electrónicos. Quizá
cartas del novio o la novia, de un hijo que está lejos, de familiares que ya no están con
nosotros. Bueno, ¿Por qué un pedazo de papel tiene tanto valor para nosotros como para
conservarlo? No es el papel en sí, es por la persona que lo escribió, sus palabras son
especiales porque la persona es especial para nosotros.

Así el salmista está diciendo: cuanto más te amo, Señor, más amo tu ley. Cuanto más te
amo, más medito en tus palabras. Todo el día estoy pensando en ellas porque tú eres
especial para mí.

Si tenemos problemas con las disciplinas espirituales, la razón de fondo es que nos falta
mucho crecer en amor a Dios. Pero paradójicamente, no creceremos en nuestro amor a
Dios, a menos que practiquemos con gozo e intencionalidad las disciplinas espirituales.
Entonces, estamos varados en un círculo destructivo, pero que por su gracia podemos
romperlo para ir creciendo aun más en amor a Dios.

El salmista mismo nos da alicientes para salir del círculo vicioso y practicar con ahínco las
disciplinas espirituales. Nos muestra dos efectos que tiene la práctica de la disciplina
espiritual en nuestras vidas. Primero, mira lo que dicen los versículos 98 al 100:

“Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos porque me pertenecen para
siempre. Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos.
Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos” Lo primero
que pasa al practicar regular y gozosamente las disciplinas espirituales es que CRECES EN
SABIDURÍA. El salmista dice que el meditar constantemente en los mandamientos de Dios
lo ha hecho más sabio que sus enemigos (que por el odio en su corazón están
constantemente buscando maneras de afligirnos). Más sabio que sus maestros (que por su
estudio supuestamente saben más). Más sabio que los viejos o ancianos (que por su
experiencia supuestamente saben más).

Cuando meditas y obedeces disciplinadamente la Palabra de Dios, cuando pasas tiempo


sustancial en comunicación con tu Padre, cuando participas del sacramento y la comunión
con otros creyentes, todo esto causa en ti que vayas creciendo en sabiduría de maneras
inusuales y asombrosas. Comienzas a tomar mejores decisiones. Comienzas a distinguir el
camino recto del torcido con una habilidad cada vez mayor.
La práctica regular de las disciplinas espirituales tiene el efecto en ti de hacerte crecer en
sabiduría. Pero el salmista agrega un efecto más en los siguientes versículos. Mira lo que
dice en los versículos 101-102 y 104 “Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con
tu palabra. No me desvío de tus juicios porque tú mismo me instruyes” “De tus preceptos
adquiero entendimiento; por eso aborrezco toda senda de mentira”.
El segundo efecto que tiene la práctica de la disciplina espiritual es que te ayuda a
APARTARTE DE LA PRACTICA DEL PECADO. La meditación constante y la
obediencia disciplinada nos ayudan a apartarnos de la práctica del pecado; a contener
nuestros pies de todo mal camino, a no apartarse de los estatutos santos de Dios.
Ilustr. La de kenji yokoi integridad…

Conforme más practicamos las disciplinas espirituales más fortalecidos estamos para
vencer las tentaciones, evitar los caminos pecaminosos y apartarnos de todo aquello que
daña nuestra relación con el buen Padre celestial y le ofende. El salmista, nuevamente, nos
deja ver su amor a Dios. Mira lo que dice el versículo 103: “¡Cuán dulces son a mi paladar
tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca!”

Cuando piensas en leer tu Biblia ¿Piensas en que es más sabroso hacer eso que cualquier
alimento que te fascine? ¿Cuándo piensas en orar te anima más eso que cualquier otra
actividad que te gusta hacer? ¿Cuándo piensas en participar en algún culto de adoración o
en un grupo pequeño te mueve más eso que ir a cualquier otro tipo de reunión que
disfrutas?

El Salmista está diciendo más dulce es para mí tus palabras que la miel ¿Por qué? Porque
son las palabras de aquel que ama. No hay palabras más dulces y más importante que esas.
Son palabras que dan sabiduría y que te hacen apartarte del pecado. Por eso, porque ama
tanto a su Dios, el salmista pasa todo el día meditando y practicando las disciplinas
espirituales. Y esto a su vez, aviva aun más su amor a Dios.

Hermanos, podemos romper ese estancamiento espiritual y crecer en amor a Dios a través
de la práctica regular y gozosa de las disciplinas espirituales. Por eso no podemos decir otra
cosa este día que:

1. Practica tu tiempo “devocional personañ”: ¿A qué hora? ¿En dónde? ¿Cuánto tiempo?
Un tiempo para leer, estudiar y meditar la Palabra de Dios. También es un tiempo para orar.
2. Aprovecha las oportunidades naturales para orar. Comparte tus experiencias y tiempo de
oración con otros cristianos.

3. Aprovecha oportunidades que da la Iglesia: Comunión, cultos.

Las disciplinas espirituales, sin duda, son uno de los medios más básicos que Dios usa para
hacerte crecer en su gracia. Al practicarlos crecerás en amor a Dios. Y al amar más a Dios
las practicarás con mayor gozo…hasta el punto de decir: “Cuanto amo yo tu ley” o “Tus
palabras son más dulces que la miel”. “Fuera de ti, nada deseo en tierra”.

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