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Sociología Jurídica.
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REINSERCIÓN SOCIAL FEMENINA CHILENA.
“El fin y la justificación de las penas y medidas privativas de libertad son, en definitiva,
proteger a la sociedad contra el crimen. Solo se alcanzará este fin si se aprovecha el
periodo de privación de libertad para lograr, en lo posible que el delincuente una vez
liberado no solamente quiera respetar la ley y proveer sus necesidades, sino que también
sea capaz de hacerlo1”
Artículo 58 de Reglas mínimas de Tratamiento de los Reclusos (Cabello Toro, 2014: p. 12)
Artículo 10 apartado 3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Ibídem, 2018:
p. 13)
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El subrayado es nuestro
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normativa arriba citada: La finalidad de que la persona sea efectivamente reinsertada en la
sociedad, siendo deber del Estado que facilitar para que sea capaz de hacerlo, como parte
misma de la configuración que se debe dar en el sistema penitenciario y postpenitenciario.
Su relevancia es vital, dado que ante el agravio que supone el recluir a una persona
que está cumpliendo con una pena de presidio respecto de los derechos humanos que le son
extraídos, y los que, dadas las condiciones propias del lugar, sufre un debilitamiento de otros
que no le son constitucionalmente privados, implica que tanto para mujeres como para
hombres la finalidad resocializadora aparente de la pena, como preventiva de nuevos delitos
deba tener un efectivo cumplimiento para no ser un sufrimiento tortuoso en vano, para el
individuo y para la sociedad en su conjunto. Otra importancia de la temática es la ignorancia
y necesidad de tanto ciudadanos en general como operadores jurídicos y de la Administración
en particular conozcan y se vinculen civilmente con la realidad carcelaria y los efectos una
vez fuera de ella. De igual relevancia es comprender que los estereotipos de género de la
sociedad patriarcal podrían incidir aún más duro con mujeres que han estado en el cautiverio,
lo que implica que las desigualdades son más graves en ellas, en todas sus facetas de vida.
En este sentido se utilizará una metodología cualitativa, más específicamente una
entrevista a la profesora Fabiola Girao, la cual en la Universidad de Valparaíso tiene un
desenvolvimiento bastante amplio en el tema, por trabajar con reclusas e intentar su
integración, se buscará conocer su punto de vista en este sentido, para tener una mayor
vinculación temática, y aprender más ampliamente de él. Además de ello, se han capturado
Relatos de Vida de la asistencia a un Coloquio realizado en las dependencias de la Escuela
de Sociología de la Universidad de Valparaíso y se contrasta con relatos de prensa. Además,
de forma complementaria y auxiliar, se hará uno de datos cuantitativos, para situarse mejor
en contexto.
Para iniciar este tema, es dable mencionar las diferencias en el comportamiento
delictivo de las mujeres en relación a los hombres, un tema bastante ignorado a lo largo de la
historia por las diversas disciplinas científicas a partir del último tercio del siglo XX.
La mujer ha sido excluida tanto de disciplinas como la criminología y el derecho, y
así del discurso punitivo, siendo las teorías premodernas de la criminología del siglo XXI
donde recién comienza a tratarse en esencia y naturaleza femenina la explicación de los
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comportamientos delictivos femeninos, dando paso así a la gran influencia que ha adquirido
este tema, que sin embargo aún no está del todo logrado.
Bien es sabido que a lo largo de la historia la mujer es vista como un ser
potencialmente peligroso, culpable de contravenir un rol de ama de casa, madre y esposa,
que la misma sociedad ha impuesto, considerable machista y segregador de género y situado
con una cierta transversalidad en la cultura universal, un rol al que la mujer por lo demás, no
debiese deber ningún comportamiento determinado en absoluto. Evidencia clara de lo
anterior es la forma en que se refería César Lombrosso: “(…) Las mujeres tienen muchos
rasgos en común con los niños, (…) su sentido moral es deficiente, (…) son resentidas,
celosas e inclinadas a venganzas de crueldad refinada. En casos comunes estos defectos se
neutralizan con la compasión, la maternidad, la ausencia de pasión, la frialdad sexual, la
tendencia al orden y una inteligencia subdesarrollada. Pero (…) cuando la compasión y los
sentimientos maternales están ausentes y en su lugar se desatan fuertes pasiones y tendencia
intensamente eróticas, cuando la fortaleza muscular y una inteligencia superior para la
concepción y ejecución de la maldad (…) es claro que lo inocuo semi-criminal presente en
la mujer normal debe transformarse en una criminal nata más terrible que cualquier hombre”
(1900, citado en Azaola, 2005: p. 14). No se comparte en absoluto las antiguas tesis
lombrossianas, fruto de su tiempo, pero que han determinado una forma bien cercana al
sentido común que diseñó estereotipos de género.
En definitiva, a lo largo de la historia no se ha hecho más que colocar una gran carga
sobre la mujer que solo ha creado reclusión y sometimiento a este papel de buena madre,
buena esposa, un rol que siempre se ha tratado de imponer y someter como papel natural
innato a la mujer, porque, en la antigüedad las características de la mujer debían ser siempre
las mismas, delicadeza, debilidad, obediencia, sumisión, pudor sexual, discreción, por lo que
aquella mujer que no persiguiera cumplir con esas características eran duramente
perseguidas, humilladas y castigadas. Con esto lo que se busca es ingresar en el camino de
carga social sobre la mujer en cuanto tal y más aún de la mujer que está o ha estado recluida.
Ahora bien, hoy en día se sabe que las mujeres solo representan un 11% de la
población delictiva (Gendarmería de Chile, 2018: s/p), como también es de conocimiento
que la criminalidad masculina supera con creces a la criminalidad femenina a lo largo del
mundo, en todas las naciones. No es sino por eso que hoy en día, durante las tres últimas
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décadas que la mujer comienza a ser un sujeto visible para el derecho penal, aun cuando su
lógica predominante es la criminalidad masculina.
MARCO TEÓRICO
El enfoque central será en la reinserción social y laboral en el sistema penitenciario,
postpenitenciario y de reintegración a la sociedad en libertad, abordando los sucesos de
después de ser puesto en libertad, tanto total como condicional; todo analizado desde una
perspectiva de los derechos humanos que se perciben perdidos y no recuperados, de las faltas
de expectativas, las limitaciones y obstáculos.
Autores que tratan la materia son Fabiola Morales, Carolina Villagra, Olga Espinoza
y Máximo Langer. De los que se hará uso de referencias de Daniela Cabello, Elena Azaola,
Horacio Leyton, María Cristina Gajardo y Ana Cárdenas. Trabajos anteriores: “Hacia una
política postpenitenciaria”, “Sistemas penitenciarios en Chile: Reformas y desafíos”,
“Mujeres privadas de libertad: ¿es posible su reinserción social?” varios de ellos, aunque
no referenciados, son de ayuda para ingresar al tema. En cambio, “Derecho a la reinserción
social”, “Trabajos penitenciarios”, “Criminalidad femenina…” son contrastados y citados.
Los conceptos sobre los cuales se basará el siguiente trabajo se refieren a la
reinserción social y resocialización, entendida la carga del concepto en la siguiente manera
trifocal: por un lado, la reinserción de la persona marginada de la sociedad como
consecuencia de un proceso dentro del sistema carcelario que busca habilitar a la condenada
para desenvolverse dentro de una cotidianeidad social, y por otro lado, que se enfoca en la
prestación de servicios suficientes y completos, que otorguen herramientas sociales
necesarias para que la persona condenada recupere su libertad, y por otro, la relevancia como
función y fin del proceso en que la persona la cual ha sido privada su libertad regrese a la
sociedad y que esta le permita el regreso (Cabello Toro, 2014: p. 8). En el caso de la mujer,
esto último debe evitar cualquier estereotipo y estigmatización social, como la imagen de
mala madre, de prostituta, o de ciudadana de tercera clase entre iguales una vez fuera del
encierro, sea por recuperación de la libertad, o por libertad condicionada.
El tema estará basado en una arista principal, que es la reinserción de la mujer en el
sistema laboral chileno, ahondando en qué ocurre dentro de la cárcel, y cómo lo observa el
chileno promedio, como observan a la mujer (y hombre) privado de libertad, como es mirado
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contemporáneamente, hasta tal punto del temor, desconfianza o rechazo de las personas que
salen del cautiverio. Respecto de las mujeres, la problemática pareciera estar radicada en lo
abnegadas que están en este momento aquellas mujeres que buscan una nueva oportunidad
en su vida, muchas veces para recuperar a sus hijos, para tener un mejor vivir, para surgir y
no reincidir en la delincuencia, drogas o prostitución, entre muchas cosas que se dan en este
campo de la privación de libertad y posterior a ella, de vuelta a la libertad.
Otro concepto a utilizar es la división sexual del trabajo, con esto se hace referencia
al proceso por el medio del cual se han atribuido desde competencias y responsabilidad, hasta
valores morales a una persona con base a características de talante biológico, que han sido
atribuidas a un sexo o a otro. Lo que deriva en la efectiva diferenciación o división de las
labores que son capitales en el funcionamiento de la organización social, como condición
sine qua non de su pervivencia como status quo, según lo que corresponde a alguien en su
condición asignada sexualmente como hombre o como mujer. La relevancia de este concepto
es que se ha utilizado y comprobado en estudios que ya entre mujeres como iguales se vive
esta diferenciación en el ámbito laboral para con los hombres, debe ser observado en las
condiciones de la reinserción laboral (Sato, 2018)
El trabajo investigativo vendrá en contraponer la información cuantitativa con la
cualitativa, los relatos de prensa serán utilizados como verdaderos relatos de vida o
experiencia tanto de expertas como exreclusas y exreclusos. La finalidad de esto es presentar
percepciones que acerquen hacia los factores, y confirmen, de los relatos y la entrevista,
ciertas circunstancias determinantes que inciden negativamente en la reinserción social en
cuanto derecho humano consagrado en los instrumentos internacionales, y como función
presunta de la pena, con un análisis de cuánta eficiencia material tiene.
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en la práctica la realidad es muy diferente, en las cárceles de nuestro país hay dos factores
muy latentes perjudiciales para los reos, estos se refieren a la violencia y el hacinamiento,
elementos que dificultan cualquier intento de materializar la reinserción dentro del mismo
centro de reclusión.
La Corte Suprema en pos de esto elaboró un informe en febrero pasado (Corte
Suprema, 2018: s/p) donde se da a conocer cuantitativamente las deficiencias del sistema
penitenciario en Chile, entre aquellas se destacan las cifras de sobrepoblación de internos
donde hay 4.486 internos para sólo 2.384 plazas. A ello también se suman horarios de
encierro que pueden extenderse entre 14 y 16 horas, impidiendo la realización de actividades
de capacitación, estudio y distracción. En la entrevista, y en la visita a la charla este tema fue
recurrente, la relevancia de “aprender cosas” durante el cautiverio, además de poder salir de
la monotonía “asimilable a la tortura”, según la profesora Girao, de la rutina y poder tener
espacios de contacto externo y esparcimiento, son necesidades que, en el sistema, de no darse,
influyen seriamente en el querer mantener las condiciones del encierro unas vez afuera, si se
vinculan factores comunes que se mencionarán adelante.
Actualmente la tasa de población penitenciaria oscila entre 240 y 250 presos por cada
100 mil habitantes, lo que afecta no sólo a los derechos fundamentales de quienes cumplen
condenas en diferentes penales nacionales, sino que dificultará la posibilidad de reinsertar
socialmente a quienes terminen su período en prisión. El oficio de donde se desprenden los
datos fue elaborado a partir del trabajo realizado por las fiscalías judiciales durante 2017, y
en este se asegura que en 25 de los 53 penales hay sobrepoblación de presos, destacando las
alarmantes cifras de la ex Penitenciaría, en Santiago, donde hay 4.486 internos para sólo
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2.384 plazas; y de la Cárcel de Copiapó, donde hay 453 personas recluidas a pesar de haber
sólo espacio para 242 (2018: s/p). A este diagnóstico, se suman denuncias de hacinamiento
y sobrepoblación, incluyendo un informe presentado por el Instituto Nacional de Derechos
Humanos (2014), lo que no se tradujo en un cambio sustancial en la realidad de los penales.
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La población total de mujeres atendidas por el sistema penitenciario chileno al 30 de
noviembre del año recién pasado es de 15.801, lo que representa un 11,23% del total de la
población atendida en estos recintos, bajo los subsistemas, ya sea cerrado con 4197 mujeres,
siendo eso un total de 26,56%, abierto con 8774 mujeres, lo cual corresponde a un 55,53% o
postpenitenciario con 2830 mujeres, correspondiente al 17,91% (Gendarmería de Chile,
2018: s/p). Con esto se logra ver que “la edad promedio es de 36 años, el 66,5% señala ser
soltera y el 86% tiene hijos/as a su cargo, con 3 hijos/as de promedio” (Leyton, 2013: p.10).
Según datos de la Defensoría Penal Pública, los delitos más frecuentes son los de
hurto con un 26,4 %, lesiones con un 21,6 %, Delitos Contra la Libertad e Intimidad de las
Personas con un 10,7 %, Delitos Ley de Drogas con un 7,2 % y otros delitos contra la
propiedad con un 6,3 %.
En relación a las mujeres privadas de libertad y que desarrollan actividades en los
recintos penitenciarios, y que al 2017 eran la cantidad de 3319 mujeres, ese año 1357 mujeres
accedieron a educación, 1095 accedieron a actividades laborales y otras 471 accedieron a
certificación laboral, esto según el Boletín Informativo N°2 de Gendarmería de Chile.
Dentro de las principales labores que desempeña la población penal, encabezando la
lista tenemos los servicios de mantención, con 623 mujeres, centros de educación y trabajo
con 232 mujeres, artesanos informales con 151 mujeres, e independientes con oficios como
el de peluquería con 31 mujeres” (Gendarmería de Chile, 2016: s/p).
De los datos expuestos se evidencia una clara segmentación de género, manifestación
de la histórica división sexual del trabajo, cuestión que se recoge también del relato de las
mujeres en libertad condicional que participaron del taller del CAIS y de la misma
experiencia de la profesora Girao en penales brasileños y chilenos. Junto a estudios que
vinculan los datos recién expuestos (Cárdenas, 2011: pp. 56-58), se puede concluir
anticipadamente que existe ya dentro de los penales una formación o capacitación en una
cierta vía estigmatizadora, y que pareciera determinar, en un grado elevado, los posteriores
trabajos de las mujeres que salen en libertad, ya que muchas veces desconocen oficio alguno
y se terminan capacitando en un área limitada que está definida por el sexo biológico. Esto
para las expertas consultadas en diversas fuentes, es limitar sus potenciales capacidades.
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La reinserción social
Se dará entendida la reinserción social en sentido estricto como la integración plena
a la sociedad de una persona que ha infringido la ley, y supra se ha señalado su trifocalidad.
Para lograr este objetivo se requiere una política de Estado intersectorial, altamente
especializada capaz de hacer dialogar los intereses y objetivos del sistema de justicia
criminal, los de la sociedad civil y los de seguridad pública. Esto, mediante prestaciones en
las áreas de intervención especializada individual, educación, trabajo, salud física y mental,
familiar, deporte, vivienda y otras. Para la profesora entrevistada, esto no se cumple.
Junto con los criterios técnicos, el derecho internacional a través de instrumentos que
han sido suscritos por Chile ha establecido los alcances y énfasis que deben guiar a los
Estados en el desarrollo de políticas penitenciarias basadas en los Derechos Humanos con
miras a la reinserción social.
Nuestro país ocupa el segundo lugar de las naciones de la OECD en cuanto a la tasa
de encarcelamiento, correspondiente a 266 presos por 100 mil habitantes, de los cuales 10%
corresponde a mujeres. El porcentaje considerable –aunque no al nivel que los medios de
comunicación señalan— de reincidencia ha promovido la investigación sobre esta materia.
Sin embargo, la evidencia en Chile es prácticamente nula, sobre todo en el caso de mujeres
privadas de libertad. Se pueden observar, en términos generales, dos perfiles de mujeres; por
una parte, jóvenes condenadas a penas de unos 61 días, generalmente por hurto, y que tienden
a manifestar mayores problemas por consumo de drogas y expresan un sentido de identidad
más vinculado al delito. Están también las mujeres adultas condenadas por delitos de la ley
de drogas, que declaran menor involucramiento delictual y más tardío, y que por lo general
no se reflejan en aspectos identitarios relaciones con "ser delincuente". En esto el lenguaje
externo influye en la propia autodeterminación de la persona, y una autolimitación a salir de
ese sitio.
Un patrón común entre ambos grupos mencionados es la vulnerabilidad, y esto se
expresa sobre todo en la victimización cuando fueron menores de edad, pues según
investigaciones realizadas al respecto, un 62% de las mujeres privadas de libertad en nuestro
país, reporta algún tipo de maltrato en la infancia, como negligencia parental, agresión física
o verbal, o abuso sexual. Además de esto, un 71% señala haber sido víctima de alguna forma
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de agresión física, verbal o sexual por parte de sus parejas o convivientes (Emol, 2017). Esto,
para la profesora entrevistada es propiciado por un sistema de reclusión juvenil punitivo, que
limita las posibilidades de surgimiento. Esto en el área laboral precisa que las jóvenes de
ambientes vulnerables tiendan redes con el delito a corta edad, como propia subsistencia o
familiar, aumentado por una falta de capacitación en diversos oficios y una falta de
oportunidad que aumenta al pasar por el penal, y que al salir los riesgos de reincidencia por
la misma precarización del cautiverio le cierra aún más las oportunidades.
Ahora, respecto al acceso a la oferta programática, podemos observar la existencia de
cierta inequidad respecto a la duración de la condena, siendo casi nula la oferta para mujeres
de condenas cortas. Lo anterior, según la Directora Ejecutiva del Programa de Estudios
Sociales del Delito UC, Catalina Droppelmann, señala que "esto es complejo, ya que son
ellas quienes probablemente requieren un mayor acceso a programas para intervenir aspectos
ligados a su compromiso delictual y romper el ciclo de reincidencia" (Uc.cl, 2017).
Otro punto importante es la precariedad laboral y el bajo, o casi nulo, acceso al
mercado formal, pues si bien un 69% de las mujeres declara haber trabajado alguna vez en
su vida de manera remunerada y legal, dicho empleo ha sido mayoritariamente precario y, de
hecho, solamente un 15,6% de ellas declara haber estado trabajando en el instante previo a
su privación de libertad (Ibídem, 2017).
Aunque existen programas de reinserción laboral tanto dentro de la cárcel como fuera
de ella, estos se señalan por la metodología utilizada como limitada, tanto así porque, a vista
de los datos, las mujeres tienden a vivir la prisión sin redes y en soledad, factores a los cuales
se les ha encontrado cierta relevancia entre el porcentaje que logra obtener trabajo
remunerado. Otra situación es que la mayoría de los trabajos son a cuenta propia, en casa, y
el acceso a créditos o a manejo de negocios pequeños se dificulta si no existió al interior una
educación financiera o de gestión más particularizada. Sin obviar que las posibilidades de
trabajo se ven limitadas por la doble jornada en labores de cuidado.
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cumple una condena ocurren circunstancias que muchas veces conducen a la fragilización de
la familia sobre todo con relación al cuidado cotidiano de los hijos.
Pilar Larroulet, socióloga y docente PUC, expresa que “el tema de la maternidad
también es relevante en términos de reinserción, donde la literatura apunta a la doble carga
que sufre la mujer que egresa, que no solo debe hacerse cargo de sí misma y su proceso de
abandono delictual, sino que además debe asumir rápidamente su rol de jefa de hogar
aportando económica y emocionalmente al desarrollo de sus hijos y otros familiares
dependientes” (Ibdem, 2017).
La profesora Fabiola Girao se refirió a este tema en la entrevista, donde nos comentó
que la mayoría de las mujeres privadas de libertad que ella había visto en el último curso de
Derechos Humanos realizado en la cárcel de Valparaíso decían que habían sido madres, pero
que no pudieron ejercer su maternidad, “lo cual es muy duro, demuestra el aislamiento al que
es sometida la mujer, al grado de soledad que debe enfrentar, donde lo único perteneciente
completamente a ella es alejado de su lado, para entregarle un vivir más adecuado”. Además,
las madres tienden a preocuparse primero de “los suyos” dentro del cautiverio antes que de
ella misma, lo que la va limitando al desconocer con frecuencia lo que ocurre en el exterior.
Fuera de la cárcel, la limitación es pensar en todo el trabajo que queda por hacer, todo por
remediar el rol que incumplió, y el propio reproche moral a su actitud, sin contar que la falta
de oportunidades y el deber de mantener a la familia la hace aceptar trabajos precarios que la
someten, o que incluso pueden derivar en caer en redes de droga y prostitución para el
sustento familiar, lo que es factor de riesgo para la reincidencia.
En vinculación con lo comentado en entrevista con la profesora, el relato de la
Presidenta de la Fundación Mujer Levántate, Nelly León, a un medio electrónico
universitario, es otro testimonio que señala que “el apoyo psicosocial y las estrategias de
vínculo social para retomar el cuidado de los hijos son algunas estrategias para contribuir a
la reinserción, (…) uso de redes sociales, (…) en el momento de la reclusión (…) entrevistas
motivacionales (…) hay que habilitar a las mujeres, que tengan sueños y se pregunten para
qué son buenas” (Uchile.cl, 2018). Uno de los elementos más necesarios son las redes y la
formación integral, herramientas necesarias de apoyo ante las falencias que viven las mujeres
en el encierro, soledad y rompimiento de las redes familiares, son más crudas en las mujeres,
por los deberes impuestos en cuanto ser mujeres, ser madres, la separación de los hijos, de la
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familia cercana son más habituales y más perjudiciales emocionalmente. Y al salir, sea de
forma condicional o total, ese estigma y esa falta de redes, dificulta aún más el encontrar
apoyo y poder salir adelante, cuestión que incide en lo laboral.
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de libertad pierde derechos laborales básicos que atentan contra la igualdad formal y material
a la que se busca apuntar.
En el caso de pago de las multas, es una limitación institucional más en la cual, las
penas accesorias limitan la posibilidad de reinsertarse laboralmente con un sueldo digno para
subsistir, o al no poder pagarlas, tienen que compatibilizar otras laboral con el pago por
trabajo realizado para solventarla. Teniendo un doble castigo muchas mujeres, de bajos
recursos, que les impide poder desenvolver un negocio propio, o alguna otra ventana de
ingresos complementaria que le pudiere servir si no tuviese ese deber impuesto, o de ese
tiempo que podría estar utilizando con una mayor libertad. Las mujeres en esta situación
hipotecan su libertad a una deuda.
CONCLUSIÓN
El presente trabajo ha pretendido analizar aquellos factores o circunstancias
determinantes que dificultan la reinserción social y laboral respecto de la población femenina
recluida actualmente en el sistema penitenciario chileno. A lo largo de éste, se han construido,
a partir de información cualitativa y cuantitativa, posibles problemáticas que podrían influir
en este proceso sistemático de acciones orientadas a favorecer la integración a la sociedad de
las mujeres que han sido condenadas por infringir la ley penal.
Como ya se ha analizado, la pena privativa de libertad resulta ser por sí misma, una
afectación de muchos otros derechos, que, si ya para la población masculina presente en los
centros penitenciarios genera grandes estragos, para las mujeres acarrea consecuencias aún
más significativas. La cárcel, lejos de ser un territorio neutro, termina fomentando aún más
las diferencias de género, y junto con el rol impuesto por la sociedad configura una
estigmatización de la que se hace difícil escapar, afectando no tan solo la imagen como
persona de aquella que ha delinquido, sino también aquella que se vincula a su rol como
madre y como mujer.
Si dentro de la cárcel la situación ya es compleja, una vez cumplida la condena el
panorama empeora aún más, y se observa que ciertos derechos de gran relevancia en la vida
de la mujer se ven ampliamente vulnerados. Uno de ellos se relaciona con el cuidado de los
hijos, y es que la gran mayoría de las mujeres privadas de libertad son madres. Este derecho
no sólo se hace imposible de ejercer al momento en que la mujer empieza a cumplir condena,
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sino que también nos damos cuenta de que esto se prolonga por mucho tiempo más una vez
que esta ha salido en libertad, y vemos como muchas mujeres son alejadas de sus hijos sin la
posibilidad de un reencuentro en un corto plazo. Estamos claros que el gran objetivo de la
reinserción social es lograr que la persona, y en este caso específico la mujer que ha cumplido
condena pueda reintegrarse a la vida normal que tenía antes de caer en prisión, y es difícil
pensar que ello pueda ocurrir si su rol como madre se ve gravemente afectado.
Otro punto importante que dificulta la reinserción de la mujer es sin duda el
relacionado con el trabajo, pocas mujeres privadas en libertad tenían un trabajo estable
tiempo antes de empezar a cumplir condena, y si a eso se suma la insuficiencia respecto a la
educación y la vida laboral dentro de los recintos penitenciarios, se hace complejo que la
situación una vez que la mujer salga de la cárcel mejore. Lo anterior se ve aún más agravado
si tomamos en cuenta la existencia de papeles de antecedentes y de multas aparejadas a la
condena, que, en concordancia con las condiciones económicas de la persona en cuestión,
termina por contribuir de manera negativa a esta difícil tarea de reinserción social, que inicia
con el período de cumplimiento de condena, pero que continúa una vez terminada esta, con
el retorno a la vida en comunidad.
Como muy bien dice Hugo Frühling "Ahí donde no hay reinserción ni acceso a
servicios de salud, educativos, atención en el empleo para quienes regresan de la cárcel, el
tejido social de la comunidad se ve afectado, creando un factor para una mayor desunión y
fragmentación social y una calidad de vida más baja” (Uchile.cl, 2018) considerando además
que esto se puede ver maximizado para la mujer, la cual sufre mucho más todo que lo que
llega a sufrir el hombre, encontrándose desvalida, es por esto que la respuesta más certera
que nos surge de nuestra pregunta de investigación “¿Cuáles son los factores o circunstancias
determinantes que dificultan la reinserción social y en particular laboral de la mujer que
delinque en Chile?” Terminamos por considerar que es el abandono que sufre, la poca
empatía, la soledad en la que queda sumergida, los roles de género y la intrínseca división
sexual del trabajo que se legitima, junto a la poca ayuda recibida tanto del Poder Judicial,
como del Ejecutivo, los cuales la dejan a su suerte, sin querer salir adelante, sin ganas de
surgir por lo abandonada que se llega a sentir; considerando como grupo de estudio esto como
evidencia de un necesario cambio legislativo que tome en cuenta estas variables.
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BIBLIOGRAFÍA
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adhiero” en Cuadernos de Antropología (En línea) 22, pp. 11-26. Disponible en
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15
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en http://www.gendarmeria.gob.cl/estadisticas.jsp. Fecha última consulta: 9 de enero 2019.
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y el 29% presenta problemas de drogas (En línea). 11 de octubre de 2017. Disponible en
https://www.emol.com/noticias/Nacional/2017/10/11/878746/Establecen-el-perfil-y-el-
proceso-de-reinsercion-de-las-mujeres-privadas-de-libertad-en-Chile.html. Fecha última
consulta: 20 de diciembre de 2018.
16
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octubre de 2017. Disponible en https://www.uc.cl/la-universidad/noticias/28610-
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Di Girólamo, Greta. The Clinic Online. (2015): El desconocido mercado laboral en las
cárceles (En línea). 19 de julio de 2015. Disponible en
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Citado en Wacquant, Loïc. (2010): Castigar a los pobres: El gobierno neoliberal de la
inseguridad social. Gedisa. Barcelona, p. 263.
17
&fbclid=IwAR2WxpDGWKI3iGG6K1vXVdR467q_0j-1hfn3s_RhchSwr-v674kn5yjIFkA.
Fecha última consulta: 9 de enero de 2019.
ANEXO METODOLÓGICO
A: ¿Usted conoce algún patrón que se de en las cárceles respecto de las mujeres que le
llame la atención?
B: Hay un patrón que yo vi en Brasil y aquí, por mi vivencia en cárceles. La soledad,
las mujeres en las cárceles están muy solas, porque no tienen el apoyo de la familia como lo
tienen los hombres. Están muy solas en la cárcel, porque en general si sus compañeros/parejas
no están presos, las abandonan, recibiendo un rechazo social mucho más fuerte que los
hombres, porque además de los problemas específicos del delito que cometieron la cárcel
afecta mucho la moral de la mujer, que “hay prostitutas” o “no es una persona moralmente
confiable”, siempre recae sobre nuestra conducta sexual, nuestra conducta moral también, la
discriminación cuando la mujer entra a la cárcel (sic), por eso hay ese aislamiento de su
mismo medio familiar, muchas veces ni siquiera las madres –que es el vínculo más fuerte
que tenemos— las visitan y ellas también son en general privadas del contacto constante con
los hijos, y es el mayor dolor que cargan.
En el último curso que hicimos con mujeres en la cárcel, pedimos que ellas
describiesen en una cartulina que derechos la ley les aseguraba pero ellas no sentían como
un derecho que ellas pudiesen ejercer, y la gran mayoría dijo que era madre, pero no puedo
ejercer mi maternidad, y fue muy duro, porque eso muestra el grado de soledad, aislamiento
al que es sometida, y ese factor se liga a la pregunta general, porque el principal factor de
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refuerzo para la reinserción son los vínculos, la familia que no suelta a sus miembros aunque
estén en la cárcel pueden rescatarlo, si encuentra el apoyo de su núcleo familiar hay muchas
más posibilidad que aquel que pierde esos vínculos, y eso pasa con mayor frecuencia con las
mujeres.
En mi ciudad, en Brasil, vi varios casos de mujeres que salieron de la cárcel y después
pidieron volver, primero porque al salir no tenían la plata para tomar la micro, llegaron donde
solía ser su casa, las rechazaron, no veía perspectiva laboral, fueron varios casos, imagínate
querer devolverte a la cárcel. es porque no te sobra nada afuera.
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obligación con otros grupos de delincuentes, porque en la cárcel hay una relación de poder
específica, los más fuertes someten a los más débiles, entonces la cárcel no tiene ni un factor
satisfactorio, salvo sacar de nuestra vista a las personas que no deben estar con nosotros.
A: ¿Cuáles son los obstáculos más comunes que ha evidenciado tanto en Brasil como en
Chile, y cuáles son los factores comunes entre ambos sistemas penitenciarios? Y en
materia laboral ¿cuáles son los relatos que ha recogido de la mujer?
B: Primero las condiciones físicas de la cárcel. Cómo yo quiero resocializar o reinsertar
a una persona alejándola de la sociedad, esa es la primera pregunta que yo creo que ningún
jurista puede responder, es como enseñar a nadar en una piscina vacía. Por eso que los niveles
de resocialización son mejores en penas alternativas, porque ahí las personas están en
sociedad, y los mecanismos pueden ser un poco más inteligentes para que la persona cumpla
la pena, otros pueden decir que no, porque esas personas son menos peligrosas, por eso se
resocializan más.
Los obstáculos son el problema del trabajo, porque en la cárcel no hay trabajo suficiente
para las personas, y cuando hay trabajo no es el trabajo que está dirigido a que esa persona
se realice como ser humano, o que desarrolle una vocación personal, el trabajo es el que se
ofrece, con mucha suerte cuando se ofrece. Esa insensibilidad en relación con el trabajo en
la cárcel genera muchos problemas porque evidentemente si la persona no tiene formación,
cuando ella sale va a continuar sin formación, entonces qué hacemos con aquella persona que
va a quedar 10 años en la cárcel, los pilares deberían ser: educación, trabajo, deporte, cultura,
formar a esa persona; muchas veces esa persona no tuvo esa oportunidad fuera de la cárcel,
tenemos un contingente de jóvenes en la cárcel muy grande y un nivel de escolaridad muy
bajo. En Brasil se logró también poner el deporte como factor de resocialización, entonces
quien practicaba deporte de forma regular podía subsistir días de entrenamiento por pena, y
esa es una sanción premial dentro de la lógica cruel de la cárcel. En las mejores cárceles del
mundo, si se dan todas esas condiciones se mejoran esos indicen de resocialización, no es
que la cárcel sea una maravilla, porque ninguna cárcel es buena, toda cárcel es dura, al
privarme de libertad ya es tremendo para el ser humano, pero en nuestro continente tenemos
el problema de la infraestructura, del trabajo, violencia y corrupción en la cárcel, todos estos
mecanismos son misión del otro, y yo creo que eso es bastante grave.
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El nivel de escolaridad nosotros deberíamos tratar de mejorarlo en la cárcel, en Chile hay
un factor problemático, no hay un proceso de reinserción que sea de deber del estado después
de que la persona cumpla la pena, no hay un deber del estado de Brasil de custodiar a esa
persona un año después de que sale de la cárcel, en un sentido de apoyarla a la reinserción,
para eso se crean microcréditos, para que empiecen un negocio propio, y cuando trabajé en
Brasil con ese tema, nosotros observamos que el microcrédito no funcionaba el negocio,
quebraba, porque la persona no tenía conocimientos básicos de cuentas, no sabía gestionar el
microcrédito, eso demuestra que no hay otro mecanismo, educación, trabajo, ojalá deporte y
cultura, para poder reiniciar su vida en un medio no criminógeno, pero eso demanda políticas
públicas caras, demanda inversión. La sociedad civil tampoco se involucra. La gente quiere
que haya reinserción, pero no quiere invertir en la formación de la gente.
Acá en Chile se escuchan también cosas, la persona que está privada de libertad, en
general, tiene interés después de que sale de la cárcel en trabajar en negocios propios, porque
saben que van a ser vistos con mucho prejuicio, con mucha discriminación, entonces no
quieren ser empleados porque saben que es mucho más difícil que alguien te de trabajo
sabiendo que estuviste en la cárcel, prefieren cursos de perfeccionar, de formación de cosas
que puedan hacer solos. Saben que no dependerán de un patrón, de una empresa, porque
saben que van a enfrentar mucho estigma.
(Sobre oficios) … Las mujeres quieren mucho la peluquería, pero acá en Chile también
se escucha algo de computación, trabajar con nuevos saberes, entonces, antes de ofrecer cosas
en la cárcel nosotros deberíamos escuchar a la gente que está ahí, entender mejor cuáles son
sus aspiraciones para poder efectivamente lograr mejor nivel de reinserción. Las mujeres en
Brasil siempre quieren trabajar con belleza, es muy marcado eso, porque la mujer brasileña
valora mucho el cuerpo, lo sobrevalora. Es muy malo para nosotros eso como sociedad. El
sufrimiento de la mujer es muy grande, también porque le faltan cosas básicas para cuidarse
de su misma apariencia.
Allá yo vi muy marcado eso, acá menos, aquí veo un poco más de preocupación con
otros temas, lo que creo que es bueno, pese a que se nota en la sala, cuando vamos a hacer la
clase que están todas muy bien arregladas, porque es una manera de superar la baja
autoestima, hay un ambiente de mucha humillación en la cárcel entonces, nosotras como
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mujeres por un tema de género, de educación, de formación por algún motivo entendemos
que valemos por lo que nuestra apariencia es.
Se pierde la humanización ahí, porque te transformo en una persona que solo sirve
para someterse a las reglas. Y claro, cuando nosotras vamos con las clases de Derechos
Humanos es un día distinto, ven gente distinta, es fuerte.
A: ¿Se denota una diferencia sustantiva? y ¿Hacia dónde se puede apuntar esa diferencia
entre la reinserción de la mujer respecto de la del hombre?
B: En mi opinión y aquí no estoy hablando a partir de datos duros, porque desconozco
si hay más mujeres que se resocializan que hombres, incluso hay una diferencia de número
de personas, son muchas menos mujeres encarceladas que hombres, pero conectando lo que
dije, quizás haya una mayor dificultad para resocializar a una mujer más fácilmente,
porque perdió los vínculos familiares, los hombres que mantienen estos vínculos fortalecidos
tienen mayor facilidad, por ejemplo, una presa en el penúltimo taller me dijo aquí en
Valparaíso: “a los 15 años salí hurtando cosas en el supermercado y fui a parar internada en
el SENAME”, lo cierto es que a la chica la internaron, cuando la internación de ley de
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responsabilidad adolescente tiene que ser la última opción, pero esa chica fue internada donde
la violaron, la maltrataron y está en la cárcel con 30 años.
La única respuesta que yo le di es “el Estado chileno debería pedirte disculpas”, porque
a los 15 años era una niña, ella fue violada, después sale de la cárcel y vuelve a cometer
delito, el Estado, la sociedad, debería sentirse avergonzada, de alguna manera todos
deberíamos sentirnos responsables. Lo que hacen con los niños en la cárcel, encerrarlos para
que no los violen.
Ahora, volviendo a la pregunta, no tengo datos duros para comprobar, pero el factor
que diferencia ahí es la pérdida de los lazos familiares.
Un punto importante es que por ser menor el número de mujeres que esta privada de
libertad, que el número de hombres todos los servicios llegan más precarios a las mujeres,
por ejemplo: los hombres tienen una escuela, las mujeres no tienen, entonces los hombres
salen de la celda y van a la escuela, las mujeres no, deben quedarse ahí mismo y viene el
profesor, no hay hospital psiquiátrico, hay mucha depresión, las mujeres son muy propensas
a las emociones, el arraigo familiar, y para las mujeres no existe hospital psiquiátrico, en los
casos graves hay que ir a Santiago, todo lo que la cárcel precariamente ofrece, ofrece aún
más precariamente a las mujeres, la cárcel de Valparaíso, por ejemplo, hoy no tiene útiles
básicos de aseo, dependen de la caridad de las personas que donan y las gendarmes
distribuyen, entonces se destruye a la persona… la persona piensa que ya no sirve para nada,
entonces se concluye que la mujer está en una situación más precaria que los hombres
entonces sufre más.
A: ¿Las visitas conyugales son necesarias dentro del sistema penitenciario, son una
ayuda?
B: Son absolutamente necesarias, son fundamentales. Los derechos sexuales y
reproductivos son derechos humanos, los vínculos emocionales son necesarios, y hoy en
Chile la regulación administrativa queda todo en manos de Gendarmería, por lo que nosotros
escuchamos de las presa hay un grado de crueldad tremendo, porque se negocia mucho con
la visita, cuando la presa comete alguna falta dentro de la cárcel la castigan quitando la visita
íntima y aquellas que tiene vistas íntimas, que son pocas, generalmente son las que tiene su
marido en el otro edificio, porque los que están afuera en la calle nunca las visitan, la visita
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íntima es súper necesaria, también se comprende que acaban formando vínculos emocionales
con otras mujeres dentro de la cárcel por la necesidad de afecto que es de todo ser humano.
Los presos se revelan porque le quitan el derecho a la visita y eso genera mucha tensión.
La solución para minorar esta situación tan precaria de la cárcel es que la sociedad se
involucre, haciendo talleres, lectura, cine; eso para que las personas piensen y tengan cultura,
porque es muy duro lo que hay adentro de la cárcel y el Estado no tiene presupuesto para eso
y si se destinan más fondos, ahí la sociedad reclama, es bastante complejo. La cárcel crea
muchos más problemas que soluciones.
Yo creo que estos son los ejes importantes, la visita y vínculos familiares, el problema
laboral que es precario, y la salud básica y mental, hay detalles que son diferentes entre
hombres y mujeres y todo eso está mucho más precario para las mujeres por ser menos.
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mujeres y cuando hablamos de derecho yo pregunto a la gendarme pues ellas tienen menos
libertad de hablar que las presas, las gendarmes son más suprimidas y es un momento mágico
porque todas las mujeres se miran como semejantes, pero lo que yo sé de estereotipos en
relación a la mujer es siempre en relación con los hombres, incluso hay un lenguaje en la
cárcel de tatuajes, los tatuajes hablan, cada tatuaje tiene un significado.
A: ¿Cuánta será la influencia del lenguaje de las propias expectativas que se genera la
mujer tanto dentro como fuera del sistema penitenciario, y si el trato de la sociedad
posterior al encierro terminaría determinando la vida de esa mujer que termina saliendo?
¿La distribución sexual del trabajo viene a obstaculizar y precarizar más a la mujer del
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encierro? y ¿cuál es el hecho de que la sociedad asigne ciertos trabajos ideales manifestado
en la evidencia con las ex reclusas?
B: Sí, los estereotipos se replican en la cárcel, cuando nosotros imaginamos a una ex-
reclusa trabajando no vamos a pensar en electricidad ni idiomas, vamos a pensar en costuras,
artesanía, entonces la mujer perdido los vínculos no tiene trabajo entonces muy posiblemente
lo nuncio que pueda ofrecer esa mujer sea su cuerpo, el cuerpo de la mujer es una mercancía,
incluso las relaciones interpersonales son mercancías, los vínculos emocionales están cada
vez están más disminuidos, lo único que está establecido es una relación de consumo, el
cuerpo como consumo , el sexo como consumo, entonces una mujer desprovista de lazos
familiares, estigmatizada por la cárcel y que no tiene las herramientas para sobrevivir
después, las posibilidades para prostituir después aumentan o bien que ella busque abrigo en
el tráfico de drogas, entonces es una situación más de sometimiento. Incluso hay mujeres que
optan trabajar micro traficando droga desde sus casas, o sea, en el fondo ella está traficando
droga porque en ese momento no sale de la casa y está con sus hijos.
A: ¿Cuál será la influencia del lenguaje en las propias expectativas que se genera la
mujer tanto dentro del sistema y fuera de él? como tratarlas de reclusas y todo el tema
social que incide de alguna forma en el estigma respecto de un eventual empleador,
alguna situación similar.
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sumando las capas de discriminación y la cárcel es otra y fuerte, muy estigmatizadora, porque
te marca más que por lo que hiciste, quien eres tú, y yo lo primero que hago en la clase de
Derechos Humanos con ellas es decir que el derecho penal no los punió por lo que son, sino
por algo que hicieron, entonces que nadie les puede llamar ladronas por ejemplo, y ellas
miran a las gendarmes y dicen “ah, verdad, nadie me puede llamar ladrona”, yo digo no, ni
traficantes, ni prostitutas, no pueden porque el derecho penal no las condenó por lo que son,
porque ustedes son mujeres, el derecho penal las condenó por algo que hicieron, que están
cumpliendo y que cuando se acabe se acabó, pagaron, y ellas así como “ay, no sabía”. Esto
es increíble, pero se produce porque en la cárcel el tratamiento es un tratamiento de “inútil”,
“ladrona”, “traficante”, “prostituta”, “vagabunda”, “mala madre”, entonces claro, el lenguaje
no sé hasta qué punto estará tratado desde el punto de vista sociológico, pero, obviamente, si
nos marca a nosotros que estamos aquí que tenemos todo.
A: Otro tema a agregar es el del certificado de antecedentes, que fue una de las primeras
cosas que saltó cuando consultamos sobre cuál era la complicación de la reinserción
laboral.
B: Es una contradicción, porque si tú dices que la pena es para resocializar y tú no
entregas un certificado de antecedentes adecuado, una barrera más, y eso pasa mucho con las
mujeres que reciben libertad condicional, lo que entiendo yo, es que cuando se cumple la
pena esos antecedentes quedan en secreto, salvo los delitos de malos tratos que se
introdujeron ahora en el Código Penal, cuando por ejemplo una persona que trabaja en un
jardín o trata a un niño, eso queda en ese registro que es público y eso es peligrosidad pero
total porque si cumplió la pena, ¿Por qué tiene que estar ahí el registro?, y los delincuentes
que cometen delitos sexuales contra menores de edad, no se borra, es tremendo, ¿quién va a
dar trabajo así?, porque además el tipo de delito causa rechazo social tremendo, ¿entiendes?
no es robo, pero causa un rechazo, no, es el violador, abusador de niños, maltratador de niños.
Imagínate que en la libertad condicional la persona tiene que tener condición de mantener un
trabajo lícito fuera de la cárcel, pero ¿cómo va a tener un trabajo lícito fuera de la cárcel si
no tiene antecedentes limpios?, ¿entiendes la contradicción?
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A: En relación a un caso de una mujer que tiene una multa de 40 UTM, y que tenía que
trabajar como 24 horas a la semana para bajar recién 1 UTM, ¿qué opinión nos podría
dar al respecto de las multas?
B: Me da la impresión que, si ella tiene 40 UTM de pena, establecida, entonces con
ese dinero que ella va a ganar en libertad condicional tiene que pagar la multa y para reducir
la multa tiene que trabajar no sé cuántas horas, ahora la pregunta es, ¿Por qué llega con una
multa tan alta?, si es una persona pobre y el juez tenía la capacidad de en el momento que la
condenó de bajar al mínimo, porque la ley dice que se puede hacer, basta verificar que la
persona no tiene capacidad económica para pagar. El problema en Chile es que Chile tiene
un sistema que es muy cruel en eso, porque si tú no pagas la multa recibes cárcel, en Brasil
no, en Brasil el sistema es vicariante, es decir, no pagas la multa queda una deuda, que el
Estado va a ejecutar como una deuda civil, pero en Chile no, si no pagas, vuelves a la cárcel.
¿Entonces para qué impusieron la multa?, sabiendo que si yo no puedo pagar la multa voy a
volver a la cárcel, ¿por qué no me imponen cárcel al tiro?, es como loco. Eso va en contra,
en el fondo en el espíritu de los tratados internacionales donde señalan que nadie puede ser
privado de libertad por deuda, la multa es una deuda, ¿si tú me pones una deuda y yo no pago
la multa que es eso?, te estoy debiendo la multa, y eso, ¿sabes lo que es? falta de una ley de
ejecución penal que actualice el derecho penitenciario en Chile, decir que multa no pagada
se transforma en deuda activa en favor del Estado, el Estado cobra, la persona paga como
puede.
Anotaciones estudiante 1.
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que cumple condena es vista por la sociedad no solo como una mala persona, sino también
como una mala madre, una mala mujer. Cuando una mujer delinque no sólo se quebranta la
ley, sino también el rol tradicional aplicado a ella. La posibilidad de reinserción pasa por
reconocer la violencia que existe tanto dentro como fuera de las cárceles, y esa forma de ver
a la mujer afecta finalmente a este proceso de reinserción.
Debemos considerar lo que ocurre dentro de las cárceles, pues si bien una condena de
privación de libertad debiera afectar única y exclusivamente ese derecho en específico, nos
damos cuenta de que en la realidad se vulneran otros más, y la cárcel se termina
transformando en una instancia de violación de derechos humanos.
A diferencia de lo que ocurre con los hombres, y debido fundamentalmente a la carga
social que viene aparejada a su rol dentro de la sociedad, la situación para la mujer termina
siendo aún menos favorable, así, por ejemplo, vemos diferencias respecto a la visita
conyugal, puesto que a la mujer se le piden más cosas, tales como el reconocimiento del
vínculo.
Así mismo, se dificulta significativamente el poder ejercer sus derechos y deberes
como madre, pero no sólo dentro del recinto penitenciario, porque también una vez en
libertad éste se sigue viendo afectado. Una vez que la mujer comienza a cumplir condena,
los hijos deben quedar a cuidado de otra persona, que rara vez resulta ser el padre, y al salir
de la cárcel se vuelve una batalla el poder recuperarlos. (tal y como señalaron las mismas
mujeres que estuvieron en prisión y formaron parte del taller)
Otro de los problemas más grandes al momento de la reinserción, resulta ser la multa
que viene aparejada a la condena, que si bien puede ser reemplazada por trabajo en caso de
no tener los medios económicos necesarios para pagarla (1 UTM de multa equivalente a 24
horas de trabajo comunitario), aquello también termina generando problemas, pues este
trabajo comunitario tal y como sabemos es no remunerado, lo que significa que durante el
período que dure este, la persona llamada a cumplirlo no percibirá un sueldo y por tanto se
dificultará aún más el panorama una vez obtenida la libertad. Así todo, resulta difícil
entonces el acceso al trabajo producto de estas multas. Si bien estas multas debieran ser
tratadas con anterioridad a la salida en libertad de la mujer condenada, en la práctica no es
así, y muchas veces se deja a la mujer a su fortuna. Esto se debe principalmente al saber
experto, es decir, a que finalmente el conocimiento pertenece exclusivamente al abogado, y
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que sumado a la relación jerarquizada que existe entre mujer/condenada-abogado, se dificulta
aún más el conocimiento por parte de la primera respecto a su situación y a la multa
propiamente tal.
La solución a muchas de estas dificultades para reinsertarse en la sociedad sería
entonces la que va a enfocada al trabajo independiente de la mujer que sale en libertad. Que
esta pueda solventarse económicamente por sí misma, rompiendo de esta manera la barrera
que existe por parte de la sociedad al momento de buscar un trabajo remunerado de manera
dependiente, que como ya mencionamos se ve intensificado por el rol de aquella en la
sociedad y por los requisitos que se piden al momento de buscar trabajo, como el certificado
de antecedentes, por ejemplo.
Se deben implementar, así, políticas públicas en pos de fomentar el trabajo
independiente de la mujer condenada que sale en libertad.
Anotaciones estudiante 2.
La mirada sociológica tiene mucho que decir respecto del cautiverio de las mujeres,
hay que ser capaz de conectar las experiencias individuales en el marco de un contexto social
histórico, económico, cultural más amplio.
La cárcel no es un territorio generalmente neutro, es un territorio con marcas de
género. Se arrastran cosas desde otras experiencias. La posibilidad de reinserción pasa al
hecho mismo de poder reinsertarse, ya que están presentes muchos estereotipos, puesto que,
cuando una mujer delinque –se le presume un delito— no solo está quebrantando la ley, sino
el rol asignado a ella en cuanto mujer por la sociedad patriarcalizada, por ende, no solo recibe
un castigo de la ley, sino también respecto al género de orden moral y social.
Para las mujeres en cautiverio es necesario compartir redes afectivas. Ese diálogo que
permita comprender una realidad que es ajena a uno y que es necesaria para ese proceso
propio que es el reintegrarse a la sociedad.
Relato Víctor Parodi: señala que lleva 20 años trabajando con gente que ha sido de la
cárcel. Asume que la cercanía afectiva es más difícil, y que debe generarse un concepto de
taller tal como el que se realizó por CAIS. Además, puntualiza lo fundamental para la
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reinserción integral el hecho de que la cárcel deba ser abierta a la comunidad, así también
concientizar respecto del espectro de personas que viven y sufren en la cárcel, en una señal
de empatía y mayor sentimiento por los Derechos Humanos.
Mujeres tienen niveles de violencia distintos, muchas han sido violentadas en la
cárcel, pero otras tienen grupos de autoayuda.
Iris Miranda, jefa del Centro de Apoyo para la Integración Social (CAIS): Existe en
el sistema penitenciario una perspectiva castigadora, es difícil trabajar en una institución
masculina como lo es Gendarmería de Chile siendo mujer. En Chile el sistema post
penitenciario sigue en construcción, existe violencia de clase, y de género, que es parte del
estado de las mujeres en el mundo patriarcal.
Lo masculino se ha ido empoderando más que respecto a las mujeres, esto se vincula
con la cárcel. Todo está atravesado por una mirada masculina.
Grados de violencia institucional. Cuando te dan una condena, además te dan una
multa, donde no se puede pagar en cuotas, y suelen ser montos altos, donde la solución es
terminar trabajando gratis un año para poder pagar la multa, que muchas veces los abogados
no ayudan a sacarlas.
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Se considera que a nivel de investigaciones es muy interesante lo que se puede hacer
respecto de las multas.
B: No es un problema solo de Valparaíso, se da en distintos contextos, donde la
historia es un poco la misma; el abogado no se hizo cargo de este tema, estuve 5 años presa,
ahora salgo, me quiero reinsertar y no puedo hasta pagar la multa. Si una mujer sale con la
idea de reinsertarse se le restringe la posibilidad.
Cuando las multas se transforman en trabajo al servicio de la comunidad, una UTM
vale 40.000, y una UTM en trabajo son 24 horas. El problema también viene desde dentro ya
que quieres están dentro de las unidades penales también tienen culpa en parte para poder dar
opciones o alternativas para que puedan firmar su proceso de pago de multa y no ir a otro
sistema, hoy solo el problema es de malos o negligentes abogados defensores. El tema de las
multas tiene mucha proyección a nivel de investigación. Y hay un tema social que motiva a
que se deba desarrollar más.
Pamela: Lleva 8 meses en la calle, y no ha podido ver a sus hijos. Dentro de la cárcel
(Quillota) una mujer tiene todos los cuidados necesarios, un bebé es una bendición allá.
Respecto a enfermarse, no siempre están los cuidados que debería haber, un ejemplo es el
paracetamol, siempre es lo mismo. La alimentación buena no es. El trato de las gendarmes
excelente no es (sic), pero tampoco es malo. Crisis de pánico dentro de la cárcel por enterarse
de dónde están sus hijos, hay gendarmes que ayudan, contienen.
Jimena: Las gendarmes en Valparaíso son más amables. Los gendarmes hombres
también tratan bien, sabiendo que una no es conflictiva. Hace más de un año se encuentra
con la condicional. Se logra salir adelante, pero con respaldo, ayuda. La cárcel tiene dos
caminos, uno cambia o no cambia. Existen cursos de peluquería, pastelería, trabajos 3 veces
a la semana.
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si no, no se consigue. Lleva 2 años fuera, tema laboral no es fácil. piden documentación para
dar algún tipo de contrato. Se intenta no tropezar de nuevo, ninguna quiere volver de las
presentes a la cárcel. En Valparaíso es más complicado que en Santiago para encontrar
trabajo sin contrato. Pero, los cursos incentivan a seguir adelante.
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