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INTEGRADOR
Los datos recabados en las crónicas de diversos medios periodísticos, sostienen que
el día 29 de septiembre de 2004, en la Escuela de Enseñanza Media N°2 Islas
Malvinas – Carmen de Patagones en Bahía Blanca, un alumno llamado “Junior” de 15
años de edad, ingresó a la escuela, formó fila como era de costumbre para el
izamiento de la bandera y cuando todos sus compañeros de 1º B ingresaron al aula, él
se paró en la puerta y dijo: “Hoy va a ser un gran día”, sacó un arma 9 milímetros ( que
sacó del armario de su padre, ex suboficial de prefectura), y comenzó a disparar hasta
que el arma quedó sin balas. El resultado de tal conducta fue la muerte de 3 de sus
compañeros, (2 mujeres y un varón) y 5 resultaron heridos de gravedad. El único
amigo de Júnior, llamado Dante, le saca el arma de sus manos, ya sin balas. Júnior
comienza a caminar por los pasillos de la escuela, en estado de shock, dirigiéndose
hacia la salida. Allí lo encuentra la policía, lo esposan y suben a un patrullero. Júnior
no ofrece resistencia, se mantiene callado. La policía secuestra el arma utilizada, un
cuchillo y un cargador extra que el menor llevaba en el bolsillo de su pantalón. La
Jueza de menores Dra. Alicia Ramallo, se puso a cargo del caso, y el menor es llevado
hacia la comisaría 1º de Bahía Blanca, hasta que en diciembre del 2004, fue
trasladado a un centro de internación para menores con causas penales de El Dique,
partido de Ensenada, que cuenta con un régimen de internación de máxima seguridad.
La jueza, debió redactar un pedido especial, ya que la ley del patronato de menores
establece que sólo pueden ser alojados bajo régimen cerrado los adolescentes
imputados por delitos graves que tienen entre 16 y 18 años. Permanece allí durante 10
meses, es trasladado a un neuropsiquiátrico de la plata y luego trasladado a otro
neuropsiquiátrico cercano a San Miguel, provincia de buenos aires.
ANALISIS
La sociedad argentina tiene la convicción, de que estos hechos sólo ocurren en los
llamados países del primer mundo y que la Argentina está exenta de tales catástrofes.
Sin embargo, esta creencia, que genera una falsa sensación de seguridad, es errónea.
No se trata de un fenómeno privativo de algunas sociedades; por el contrario, ningún
país está libre de sufrir este tipo de masacres. Adviértase que estas matanzas en
colegios han ocurrido en Estados Unidos, Alemania, Austria, Noruega, Brasil, entre
otros. Y, también, en Argentina. La propagación prácticamente global de sucesos como
este demuestra, que puede ocurrir en cualquier lado. Y, resulta interesante y alarmante
a la vez, descubrir que todos los casos de masacres en colegios han evidenciado
características sumamente similares. Los rasgos personales de los autores, las
circunstancias que los rodearon, los posibles factores desencadenantes, se repiten en
cada uno de los casos.
La sucesión de este tipo de hechos, en un gran número de países ha demostrado, que
no se trata de un suceso sujeto a culturas determinadas; por el contrario, puede ocurrir
en cualquier Nación. Es decir, no se trata de un fenómeno cultural en cuanto a que
depende de una cultura en particular, pero sí que se desarrolla dentro del ámbito
cultural, en una sociedad, cualquier sea esta; es un fenómeno social. Este tipo de
episodios parece afectar solamente a hombres y ser desencadenado por una
denigración u ofensa. Se encuentra asociado a ideas persecutorias, a la que le siguen
automatismos, amnesia y agotamiento,
Las masacres en colegios son perpetradas por niños, niñas o adolescentes y ocurren
en el ámbito escolar. Son verdaderas tragedias, que se convierten en hechos
inexplicables, alejados de todo raciocinio.
El ámbito escolar es deliberadamente escogido por el autor del hecho, que suele ser
un estudiante o ex estudiante de esa institución, para el ataque en el cual emplea
armas potencialmente destinadas a matar o herir gravemente. El hecho está
íntimamente relacionado con el contexto escolar y al menos una parte de las víctimas
es intencionalmente elegida por su relación con el espacio escolar.
Hay teorías que sostienen que el odio es el resultado de un largo proceso interno,
caracterizado por el decaimiento del reconocimiento. La lucha por el reconocimiento
tiene lugar entre el individuo y la sociedad. Este proceso tiene por finalidad, volver a
reconstruirlo, ya que no son reconocidos por profesores, compañeros, padres y creen
y desean, a través de la matanza, poder recuperar algo de ello, obteniendo
inmortalidad.
Desde hace años se sostiene que es necesaria una política social destinada a
jóvenes; casos de acoso escolar, violencia y agresión son producto de un quiebre en
las redes de contención. Y las consecuencias pueden ser terribles. A fin de evitar una
masacre como la ocurrida en Carmen de Patagones, es imprescindible reconocer
anticipadamente el problema, reaccionar frente a alumnos introvertidos, silenciosos y
temerosos y poner límites a aquellos que demuestran un comportamiento destructivo.
La estrecha relación entre maestros, profesores, alumnos y padres es esencial.