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NACIMIENTO:

Martín Miguel de Güemes nació el 8 de febrero de 1785, en la ciudad de Salta, en el Virreinato


del Río de la Plata. Se crió en el seno de una familia acomodada. Su padre, Gabriel de Güemes
Montero, nacido en Santander, en la región española de Cantabria

1Estudios:

Cursó sus estudios primarios en la escuela jesuita de Salta y después pasó al Real
Colegio Carolino de Buenos Aires y estudió filosofía

Carrera militar:
Cadete del Fijo

Como cadete, tiene su bautismo de fuego frente a los ingleses durante la reconquista y
defensa de Buenos Aires en 1806,

Subteniente

Güemes interviene también en los combates de Puente de Gálvez y Corrales de


Miserere, como así en el ataque a la Residencia y en las calles y azoteas, entre otras
acciones llevadas a cabo durante la segunda invasión, tal cual informa Santiago de
Liniers al rey de España, el 31 de julio de 1807.

Capitán del Ejército

Más adelante, en fecha 30 setiembre de 1810, le expiden el de capitán otorgado por la


Junta a solicitud del gobernador Chiclana, cuando Güemes ya se encuentra al servicio

Teniente Coronel Graduado

A mediados de 1811, la Junta Grande nacional, enterada ya de la derrota de Huaqui,


ordena a Güemes su reincorporación al Ejército del Perú,

Teniente Coronel Efectivo

Coronel

junio de 1816, en la Posta de Cobos, Salta.

Coronel Mayor de los Ejércitos de la Patria

Cuando en 1817, luego de resistir y rechazar la mayor de todas las invasiones que los
españoles intentaron desde el Alto Perú durante la Guerra de la Independencia, al
mando del Mariscal La Serna compuesta por un ejército de más de 6.500 hombres, de
los cuales más de 3.500 eran veteranos victoriosos contra Napoleón en España y

General en Jefe

Junio 8 de 1820.

Combates y Batallas

Güemes y sus gauchos detuvieron otras seis poderosas invasiones al mando de


destacados jefes. La primera fue la del experimentado mariscal De la Serna, el cual, al
mando de 5.500 veteranos de guerra, partió de Lima asegurando que con ellos
recuperaría Buenos Aires para España. Después de derrotar y ejecutar a los coroneles
Padilla y Warnes, ocupó Tarija, Jujuy y Salta y los pueblos de Cerrillos (Salta) y
Rosario de Lerma. Pero Güemes lo dejó incomunicado con sus bases ocupando
Humahuaca, venció a uno de sus regimientos en San Pedrito, y dejó sin víveres la
capital de la provincia. De la Serna tuvo que retirarse, hostigado todo el tiempo por las
partidas gauchas.

Meses después, el general Pedro de Olañeta, enemigo acérrimo del salteño, volvió al
ataque y capturó al más importante de los segundos de Güemes, el general Fernández
Campero, popularmente conocido como el Marqués de Yavi, jefe de la defensa de la
Puna. Pero no pudo pasar más allá de Jujuy.

Hubo una nueva invasión en 1818, dirigida por Olañeta y Valdés, y otra más en 1819,
mandada por Olañeta. La más importante fue la que mandó el segundo de De la Serna,
general Juan Ramírez Orozco que en junio de 1820 avanzó con 6.500 hombres. En todas
éstas obligó a su enemigo a retroceder después de haber tomado Salta y Jujuy.

Si bien la estructura militar de entonces no contemplaba un Estado Mayor, en la práctica


Güemes contaba con cuadros superiores organizados, entre los que se encontraban el
Marqués de Yavi Juan José Feliciano Fernández Campero; el coronel Francisco Pérez
de Uriondo, responsable militar de Tarija; coronel Manuel Arias, a cargo de Orán; y el
coronel José María Pérez de Urdininea, proveniente de las filas del Ejército del Norte,
en Humahuaca. En el valle de Jujuy estuvieron los coroneles Domingo Arenas en Perico
y el teniente coronel Eustaquio Medina, a cargo del río Negro. Más movilidad tenían
otros jefes, como José Ignacio Gorriti, Pablo Latorre o José Antonio Rojas. El frente de
combate a su cargo tenía una extensión de más de setecientos kilómetros, desde Volcán
hasta más allá de Orán, y se conoció como Línea del Pasaje.

Todo el mundo participaba en la lucha: como guerreros los hombres, como espías o
mensajeros las mujeres, los niños y los ancianos. Las emboscadas se repetían en las
avanzadas de las fuerzas de ataque, pero más aún en la retaguardia y en las vías de
aprovisionamiento. Cuando los realistas se acercaban a un pueblo o una hacienda, los
habitantes huían con todos los víveres, el ganado, cualquier cosa que pudiese ser útil al
enemigo. Por supuesto que esta clase de lucha arruinó la economía salteña, pero nadie
se quejaba, al menos en las clases populares. Por cierto, jamás tuvo apoyo alguno del
gobierno del Directorio; y la ayuda que le prestó el Ejército del Norte fue muy
limitada.[1]

El papel de Güemes en el conjunto era el de organizar la estrategia general y financiarla.


Pero tenía un detalle curioso: sus hombres se hubieran hecho matar por él, pero él
mismo nunca entraba en combate; nunca se lo reprocharon ni le exigieron que los
acompañara. Por eso sus enemigos y los historiadores del siglo XIX lo acusaron de
cobarde. No era cobarde: era hemofílico. Cualquier herida le hubiera causado la muerte;
de hecho, una herida sin importancia le causaría la muerte.

MUERTE:

La muerte de Güemes por Antonio Alice, 1910)

El 6 de junio, Valdez ocupó la ciudad de Salta, y al salir a combatirlo, Martín Miguel de


Güemes fue herido por una bala. Siguió a caballo hasta una hacienda a dos leguas de la
ciudad. Pero su herida —como cualquier herida profunda de un hemofílico— nunca
cicatrizó.

Güemes murió diez días después, el 17 de junio de 1821, a los 36 años de edad. En el
momento de su muerte, en la Cañada de la Horqueta, cerca de la ciudad de Salta, yacía a
la intemperie, en un catre improvisado por el Capitán de Gauchos Mateo Ríos. Luego su
cadáver fue inhumado en la Capilla del Chamical. Martín Miguel de Güemes fue el
único general argentino caído en acción de guerra exterior.

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