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porqué de la
psicología social
Tomás Ibáñez Gracia
P08/80500/00571
© FUOC • P08/80500/00571 El cómo y el porqué de la psicología social
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Índice
Introducción............................................................................................... 5
Objetivos....................................................................................................... 10
1. La dimensión social........................................................................... 11
1.1. La separación entre lo que es social y lo que es psicológico ....... 11
1.2. El impacto de los estímulos sociales sobre los procesos
psicológicos ................................................................................. 12
1.3. Intersección entre sociología y psicología .................................. 14
1.4. La fusión entre lo que es social y lo que es psicológico .............. 14
1.5. La construcción social de lo que es psicológico ......................... 15
5. Anexos................................................................................................... 37
5.1. Anexo 1 ....................................................................................... 37
5.1.1. La relatividad cultural de las emociones ....................... 37
5.2. Anexo 2 ....................................................................................... 40
5.2.1. La dimensión oculta ...................................................... 40
5.3. Anexo 3 ....................................................................................... 42
5.3.1. La psicología posmoderna y la retórica de la realidad ... 42
5.4. Anexo 4 ....................................................................................... 44
5.4.1. Ciencia en acción .......................................................... 44
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Resumen....................................................................................................... 49
Propuestas de reflexión........................................................................... 51
Glosario........................................................................................................ 52
Bibliografía................................................................................................. 53
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Introducción
Presentación
La psicología social es una disciplina científica que estudia de qué manera es- Psicología social
tán determinados y conformados, los fenómenos psicológicos, por procesos
La psicología social es una dis-
sociales y culturales. A lo largo de su historia son muchas las temáticas que se ciplina científica que estudia
han tratado con esta finalidad. Mientras que en sus inicios, los temas funda- de qué manera los fenómenos
psicológicos están determina-
cionales tenían relación únicamente con los instintos sociales, la imitación, dos y conformados por proce-
sos sociales y culturales.
la sugestión y los fenómenos colectivos, en su posterior institucionalización
destacan temas como el análisis de la formación de la identidad social, los pro-
cesos de normalización y socialización, la formación y cambio de las actitudes,
la violencia y la agresión social, y los procesos de influencia (mayoritaria y
minoritaria), conformidad y obediencia. De la misma manera, en paralelo a
todo este conjunto de investigaciones y modelos teóricos, encontramos en la
disciplina una permanente reflexión sobre su aplicabilidad y la posibilidad de
intervenir en los problemas sociales.
Introducción
Dado que antes de finales del siglo XIX no hay psicología social ni en forma Un largo pasado
ni en contenido, lo que encontramos en etapas previas son reflexiones per-
La psicología social tiene un
tenecientes al ámbito del pensamiento o filosofía social. Algunas cuestiones largo pasado pero una breve
centrales que habría que considerar en este pensamiento son: historia.
e) Si las personas son agentes libres o están determinados por fuerzas sociales
y culturales.
De esta forma, el módulo que tenéis en las manos está escrito desde la apuesta
por una psicología social de cariz sociológico. Esto conlleva diferentes conse-
cuencias. En primer lugar, significa que en la aproximación a la disciplina se
enfatiza la importancia que tiene la historicidad de los fenómenos sociales y
del conocimiento que podemos elaborar sobre los mismos. Esta historicidad
muestra el carácter cambiante de la realidad social y se aleja de la necesidad
de considerar los fenómenos psicosociales como acontecimientos universales
prefijados y propios de una naturaleza humana que trascendería sus determi-
nantes culturales. En segundo lugar, nos encontramos con que se acepta sin
ninguna reserva que los fenómenos psicológicos están socialmente construi-
dos, de manera que lo social y lo psicológico son dos caras de la misma mo-
neda. Finalmente, encontramos que a la hora de explicar y comprender la re-
lación entre lo social y lo psicológico, la dimensión simbólica aparece como
factor determinante. Esto es así hasta tal punto, que pasa a ocupar el primer
plano en nuestros análisis.
Pero, todo esto podría ser diferente. Por ejemplo, si se consulta el manual ya
clásico que E. Aronson editó en 1954 con el título Handbook of Social Psycho-
logy, escrito desde la denominada psicología social psicológica, la realidad so-
cial que se describe se caracteriza por los rasgos siguientes:
d) Creer que los grupos elaboran normas de convivencia para que cada uno
de ellos encuentre su función social en un universo armonioso donde no hay
lugar para el conflicto.
No obstante, el problema todavía se complica más si pensamos que incluso Diferencias conceptuales
las presentaciones que se pueden hacer de la psicología social dentro de una
Para un autor como Ignacio
misma perspectiva varían ostensiblemente. Por ejemplo, si revisáis tanto la Martín-Baró el papel de la es-
introducción, como la definición de psicología social que Ignacio Martín-Baró tructura socioeconómica es de-
terminante en el ser y el actuar
ofrece en 1996 en su obra Entre el individuo y la sociedad. Acción e ideología, de las personas.
De la misma manera, sostiene
encontraréis importantes similitudes y diferencias con este primer módulo. que la psicología social debe
Entre las primeras tenemos que, para el autor, el sentido y el significado son jugar un papel importante de
crítica y denuncia social.
clave en la comprensión de la realidad y la acción social. Además, asume que
persona y sociedad se constituyen mútuamente, sin que puedan entenderse la
una sin la otra.. Y, finalmente, defiende la necesidad de superar la intención
positivista de "entender, predecir y controlar" la conducta. Todo esto coloca
su propuesta en la línea de lo que se ha formulado en el material que tenéis
en las manos.
Como podéis apreciar, los efectos que se derivan de cómo se presenta la disci-
plina son importantes y notorios. En el caso de la obra de Martín-Baró, nos
muestra en qué consiste una consideración de la psicología social como com-
promiso político, como herramienta de crítica del statu quo y cómo apuesta por
una liberación de la conciencia ideológicamente alienada de los individuos.
Para él, el ejercicio científico de la disciplina está al servicio de unos grupos
oprimidos y aspira a una pedagogía de su liberación. Tanto la introducción de
Aronson como la nuestra constituyen presentaciones con efectos diferentes.
El primero exhibe una disciplina que aspira a constituirse en una clase de tec-
nología que gestione la relación individuo-sociedad. Al contrario, este módulo
presenta una psicología social de corte más teórico que aspira a comprender e
interpretar los procesos psicosociales en sus dimensiones históricas y simbó-
licas. Las temáticas relacionadas con la aplicabilidad de la materia y con los
compromisos políticos aparecen en un segundo plano.
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Objetivos
Este módulo constituye una invitación a dar un paseo por el variado y rico
paisaje que ofrece la psicología social. En efecto, utilizando una metáfora geo-
gráfica, podríamos decir que en su recorrido por la psicopedagogía, la psicolo-
gía social se presenta como un territorio de paso obligado en el que el viajante
debe adentrarse y que debe explorar con curiosidad. Para que este paseo resul-
te más ameno, y quizá más provechoso, os ofrecemos la compañía de un guía
que os indicará el trayecto más conveniente. Sin embargo, eso sí, no debéis
olvidar que otro guía os habría conducido por otros caminos y que, al acabar
este viaje, solamente habréis conocido una de las posibles rutas a través de la
disciplina.
3. Conocer cuáles han sido y cuáles son las grandes orientaciones teóricas
que se manifiestan en el seno de la psicología social.
5. Explicar por qué la psicología social afirma que se da una imbricación in-
disociable entre lo psicológico y lo social.
1. La dimensión social
Nadie duda de que el ser humano es un ser plenamente social que necesita la
presencia y las aportaciones de los demás para desarrollarse satisfactoriamen-
te. Por decirlo de alguna manera, los demás conforman el tejido de relaciones,
de estímulos y, en definitiva, el entorno en cuyo seno, como si se tratara de un
nido, el bebé se encuentra acogido y amparado. Nadie duda tampoco de que
este entorno social, cambiante a medida que la persona se va desarrollando,
pero siempre presente y siempre indispensable, le marcará profundamente y
configurará progresivamente su propia manera de ser. Basta con leer los estu-
dios que se han realizado sobre algunos casos de niños que han sido privados
demasiado pronto de las relaciones sociales habituales para ver cuáles son los
efectos catastróficos de la falta de un entorno social satisfactorio (hospitaliza-
ción, fuertes carencias sociales, niños aislados y encerrados en casa por sus
padres durante años...). También resulta suficiente comparar entornos socia-
les muy diferentes para ver que las personas que se han desarrollado en estos
diferentes entornos presentan, entre ellas, diferencias profundas.
Pero, aunque nadie pone en duda la importancia y la influencia que tienen los
factores sociales en la configuración psicológica de los seres humanos, no hay
en cambio, ningún consenso en el grado en que la dimensión social incide
sobre los procesos psicológicos, y todavía menos en la manera como se realiza
esta incidencia. Hace unos cuantos años se desarrolló un intenso debate sobre
el papel que tienen la naturaleza y la cultura en la formación de la persona:
¿nacen algunos niños con propensión a la agresividad, igual que otros niños
nacen con los cabellos más claros que otros, o son las condiciones de su exis-
tencia las que provocan que un niño sea más propenso que otro a la agresi-
vidad? Preguntas como éstas alimentaron una polémica que ocupó muchos
años antes de llegar a la conclusión de que era imposible separar ambos com-
ponentes para ver cuál era el impacto de cada uno. La discusión desembocó
en un cierto acuerdo en cuanto a la incesante e inextricable interacción entre
lo innato y lo que se adquiere.
Esta citación de Henri Laborit ilustra la idea según la cual existe una matriz básica que
condiciona la influencia de los factores sociales: "Sea cual sea el medio social en el que
nace (el individuo) y que le envuelve en los primeros años de su existencia, lo que orga-
nizará su aprendizaje de la vida social serán esencialmente las pulsiones fundamentales y
específicas, aquellas que resultan de la organización de su matriz biológica, de su sistema
nervioso más primitivo, de todos sus centros subcorticales".
Henri Laborit (1975). Introducción a una biología del comportamiento. Barcelona: Península.
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Aun así, hay muchos que consideran que, a pesar de las dificultades que supo-
ne el intento de separarlas, existen, sin embargo, dos realidades muy diferentes
que son: la realidad psicológica, por un lado, y la realidad social, por el otro.
Se trata de la idea de que la parte psicológica aparece primero y constituye la
materia básica, mientras que la social va después y nutre la psicológica con
contenidos concretos y dándole formas particulares.
Ilusiones perceptivas
Las ilusiones perceptivas no sólo nos ponen en guardia contra el crédito que
debemos conceder a nuestras percepciones, por muy evidentes que nos parez-
can, sino que también informan a los psicólogos de las peculiaridades del sis-
tema visual humano y nos ayudan a establecer una psicología de los mecanis-
mos perceptivos. Ahora bien, no son únicamente los factores geométricos y
espaciales los que generan ilusiones perceptivas, también los factores sociales
presentan esta propiedad. En un conocido experimento, Bruner y Postman pi-
dieron a un conjunto de niños que dijeran, entre una serie de fichas circulares
que se les presentaba, cuál se parecía más a otra ficha que se les mostraba como
modelo. Cuando el estímulo modelo era una simple cartulina, los niños selec-
cionaban, con bastante acierto, la ficha de tamaño más parecido al modelo,
pero cuando el modelo era una moneda, los niños tendían a seleccionar una
ficha significativamente mayor. Así pues, el valor social que tiene el dinero
provocaba una sobreestimación perceptiva del tamaño del soporte físico en el
que el dinero se materializa.
Muchos otros experimentos, del estilo de los que realizaron Bruner y Postman,
han dejado claro, por lo tanto, que los factores sociales también inciden en los
procesos perceptivos. A partir de otros experimentos se ha llegado a la conclu-
sión de que los factores sociales inciden no sólo en la percepción, sino también
en el resto de procesos psicológicos que configuran el ser humano.
Los círculos 1, 2, 3, 4, 5 de la figura siguiente representan las fichas de cartón entre las
que el niño debe escoger la que se parece más a las fichas A o B que le dan.
La idea según la cual los factores sociales impactan en los procesos psicológicos
descansa en la base de una concepción de la psicología social que la sitúa como
disciplina complementaria de la misma psicología. Según esta concepción,
la psicología estudia los procesos psicológicos básicos que se dan en el indivi-
duo, mientras que la psicología social estudia la manera como estos procesos
psicológicos se ven afectados por los fenómenos sociales.
Existe otra disciplina que tiene por objeto estudiar los fenómenos sociales,
la sociología. La psicología social se situaría, por lo tanto, en la frontera que
separa la psicología y la sociología. Más concretamente, se ha considerado que
la psicología social se sitúa en la intersección entre ambas disciplinas.
Por muy influyente y por muy convincente que haya sido esta forma de en-
tender la psicología social, debemos preguntarnos si es correcto observar la
dimensión social como una dimensión sobreañadida de la dimensión psico-
lógica que se limita simplemente a impactar. Cada día hay más psicólogos que
se alejan de esta concepción y que cuestionan la supuesta separación entre lo
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(1)
El lenguaje es un objeto eminentemente social, que se presenta al mismo tiempo como
un producto y como un elemento constitutivo de la cultura en la que se desarrolla la
persona. Pieza clave para el desarrollo del pensamiento, el lenguaje es lo que proporciona
al niño las categorías que le servirán para estructurar la percepción del mundo, para
estructurar la afectividad, para desarrollar las relaciones con los demás.
El lenguaje y el mundo
A la vez que subraya el carácter convencional del lenguaje, esta citación del antropólogo
Benjamin Lee Whorf enfatiza el papel que ejerce el lenguaje en nuestra construcción de
la realidad.
"Disecamos la naturaleza siguiendo unas líneas trazadas por nuestra lengua materna. Las
categorías y los tipos que aislamos del mundo de los fenómenos no los encontramos en la
realidad, allí... sino que, al contrario, el mundo se presenta como un flujo de impresiones
caleidoscópicas que nuestras mentes deben organizar, y eso, en gran medida, significa
que los sistemas lingüísticos de nuestras mentes lo tienen que organizar. Hacemos añicos
la naturaleza, la organizamos en conceptos y le adscribimos significados, y lo hacemos de
esta manera, en gran medida porque estamos vinculados con un pacto para organizarlo
todo de esta manera: convenio que se mantiene estrictamente dentro de nuestra comu-
nidad idiomática y que se codifica en los patrones y en los modelos de nuestra lengua.
No hay que decir que este pacto es implícito e informulado, pero sus términos y sus cláu-
sulas son absolutamente obligatorios; no podremos decir nada a menos que suscribamos
todos los datos de organización y clasificación que el mencionado pacto decreta como
vinculantes y los aceptemos enteramente."
Benjamin Lee Worf (1956). Language, Thought, and Reality. New York: The Technology
Press y John Wiley and Sons.
Lecturas recomendadas
El libro siguiente nos permite observar cómo inciden las variables culturales en nuestras
relaciones sociales:
Edward T. Hall (1973). La dimensión oculta. Madrid: Colección Nuevo Urbanismo. Insti-
tuto de Estudios de Administración Local.
Podemos encontrar una de las mejores ilustraciones de la importancia del lenguaje y los
significados en el extraordinario libro publicado por el psicólogo Jerome Bruner (1991).
Actos de significado. Mas allá de la revolución cognitiva. Madrid: Alianza.
También podéis consultar Gustav Jahoda (1992). Crossroads between culture and mind. Lon-
don: Harvester.
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Para vencer la dificultad que nos impide entender plenamente que lo social
es constitutivo de lo psicológico, debemos abandonar esta separación entre
individuo y sociedad, y quizá la referencia al lenguaje nos puede ayudar a
conseguirlo. Preguntémonos, por ejemplo: ¿dónde está el lenguaje, dentro o
fuera de nosotros? Tropezamos con muchos problemas si no contestamos que
el lenguaje se encuentra dentro y fuera de nosotros, es decir, ambas cosas al
mismo tiempo y de manera inseparable. En efecto, si no se encontrara fuera
no podríamos adquirirlo y no podríamos comunicarnos con los demás.
La importancia de la historia
"[...] una ciencia social que asuma que puede romper con el pasado desde el que ha surgido
perderá inevitablemente la perspectiva del futuro hacia el que debería tender."
Serge Moscovici (Ed.). (1986). Changing conceptions of leadership. New York: Springer Ver-
lag.
que actúa por sí misma con una inagotable fecundidad creadora. El propósito de su gran
obra Principio di una scienza nuova de intorno alla comune naturaleza delle nazioni (1725)
era mostrar el papel fundamental agente de las ideas en la historia, el lugar de realización
del hombre, y de buscar el verdadero conocimiento de la naturaleza humana.
"... el mundo de la sociedad civil ha sido construido, sin lugar a dudas, por los hombres...
Por lo tanto, hay que buscar sus principios en las modificaciones de la mente humana.
Cualquiera que reflexione al respecto sólo puede maravillarse del hecho de que los filó-
sofos hayan puesto todos sus esfuerzos en el estudio del mundo natural que solamente
Dios puede conocer, ya que él es quien lo ha creado, y que hayan dedicado, en cambio,
tan pocos esfuerzos al estudio del mundo de las naciones, o mundo civil, ya que, a causa
de haberlo creado los mismos seres humanos, pueden llegar a conocerlo".
Pero Vico investigó sobre todo la manera como se iban constituyendo las sig-
nificaciones�compartidas, que constituyen el fundamento de una sociedad y
sin las cuales no sería posible la interacción entre quienes la integran. Vico nos
explica, de una manera que hoy podemos considerar simplista pero que reve-
la una profunda sensibilidad psicosocial, cómo se constituyeron los primeros
significados compartidos a partir de las reacciones comunes que presentaban
los seres humanos ante los acontecimientos naturales. Por ejemplo, ante los
truenos y los relámpagos de una tormenta, corrían a refugiarse en cuevas y
otros refugios, de manera que desarrollaron conjuntamente una misma acti-
vidad en un mismo momento y ante estímulos idénticos. Estas reacciones co-
munes, con los gestos y las conductas que implicaban, fueron estableciendo
poco a poco las bases para construir códigos de comunicación y significados
compartidos.
1)�Los�instintos
En la segunda mitad del siglo XIX, época en la que la psicología social fue to-
mando forma, la influencia de los escritos de Darwin resultó muy importante.
Este hecho explica que, por analogía con lo que sucede en el resto de especies
animales, la psicología social prestara una gran atención, igual que toda la
psicología, a la cuestión de los instintos, y que intentara explicar la conducta
de los seres humanos en términos de diferentes instintos sociales que mueven
a las personas.
Cita
Los instintos que supuestamente hemos heredado. En la obra de 1871 sobre el origen
del hombre, C.R. Darwin decía lo siguiente: "Si consideramos al hombre como animal
social, es muy probable que deba heredar determinadas tendencias a guardar fidelidad a
los compañeros y a someterse al jefe de la tribu, ya que ambas cualidades son propias de
la mayoría de los animales sociales. Bajo la influencia de esta herencia estará dispuesto a
salir en defensa de sus camaradas en convivencia con el resto y a prestarles colaboración
en cualquier circunstancia, siempre que no sea en un detrimento excesivo de su propio
bienestar o de sus aspiraciones más profundas."
¿Qué instintos?
Para el psicosociólogo William McDougall, los principales instintos eran los siguientes:
McDougall nos proporcionaba en esta misma obra una definición clara de los instintos:
"Así pues, podemos definir un instinto diciendo que representa una disposición psicofí-
sica heredada o innata que lleva a su poseedor a percibir objetos de una determinada clase
y a prestar atención, a experimentar excitación emocional de una determinada calidad
al percibir un determinado objeto y a actuar de una manera particular o, cuando menos,
a experimentar un impulso al ejecutar tal acción."
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2)�La�imitación
Aprendemos imitando
James M. Baldwin (1902). Social and ethical interpretations in mental development. New York:
Macmillan.
3)�La�sugestión
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Estas dos citas reflejan claramente la evolución de la psicología social hacia el estudio de
unidades cada vez más alejadas de la dimensión social:
"[...] La psicología social en América pronto dejó de ser genuinamente social y se centró
en el comportamiento de los individuos". Robert�Farr (1986). The Social Psychology of
William McDougall. En Carl F. Graumann; Serge Moscovici (Ed.), Changing concepciones
of crowd mind and behavior. New York: Springer-verlag.
los demás o se aproximan a ellas, así como las situaciones en que las personas
adoptan tanto las conductas desarrolladas por los demás, como su manera de
ser, o se aproximan a ellas.
4)�Los�fenómenos�colectivos
"Todavía más, por el solo hecho de que forma parte de una multitud organizada, un
hombre baja algunos peldaños en la escalera de la civilización. Aislado, puede ser un
individuo cultivado; como parte de una multitud es un bárbaro; es decir, una criatura
que actúa por instinto. Posee la espontaneidad, la violencia, la ferocidad y también el
entusiasmo y el heroísmo de los seres primitivos a los que tiende, además, a parecerse,
por la facilidad con la que él mismo se deja impresionar con palabras e imágenes –que
podrían estar totalmente sin acción en cada uno de los individuos aislados que componen
la multitud– y ser inducido a cometer actos contrarios a sus intereses más obvios y a sus
hábitos más conocidos. Un individuo en una multitud es como un grano de arena que
el viento mueve como quiere."
Esta cita del psicosociólogo Kenneth Gergen ilustra el cambio que se ha producido en
la psicología social. En efecto, K. Gergen declara que las teorías sicosociológicas deben
tener "la capacidad de cuestionar las asunciones dominantes de la cultura, de plantear
reconsideraciones de lo que se da como evidente y generar de esta manera nuevas alter-
nativas para la acción social".
Como parte del interés por los fenómenos colectivos, también se manifestó
una notable preocupación por estudiar las conductas�de�las�masas. La fuerte
irrupción de las masas en la escena social que, después de la Revolución Fran-
cesa, se volvió a producir en el año 1871 durante la revuelta de la Comuna
de París, llamó la atención de muchos pensadores. Así es como uno de ellos,
Gustave Le Bon, desarrolló un influyente tratado sobre la psicología de las ma-
sas en el que intentaba dilucidar los mecanismos psicológicos que intervenían
en las actuaciones colectivas. En este tratado, Le�Bon atribuía a las masas un
efecto de despersonalización de los individuos que los impulsa a liberar los
instintos más primarios. Convertido en un ser anónimo, el individuo se deja
influir con mucha facilidad por los estados anímicos y las conductas de las
otras personas presentes en la masa, así como por las consignas y actuaciones
de los líderes que emergen en la confusión de las congregaciones masivas.
Lecturas complementarias
José Ramón Torregrosa; Eduardo Crespo (Ed.). (1984). Estudios básicos de Psicología Social.
Barcelona: Hora.
Esta obra presenta un conjunto de textos considerados clásicos en psicología social acom-
pañados de una interesante introducción histórica realizada por el primer autor.
Frederic Munné (1994). La Psicología Social como ciencia teórica. Barcelona: PPU.
Josep M.a Blanch (1982). Psicologías Sociales. Aproximación histórica. Barcelona: Hora.
Estos dos últimos libros presentan una panorámica de la psicología social que pone el
énfasis en la constitución histórica de la disciplina.
En el apartado anterior hemos visto que la psicología social nunca ha sido una
disciplina unitaria y homogénea, sino que durante mucho tiempo coexistie-
ron dos psicologías sociales, la psicología�social�psicológica (PSP) y la psico-
logía social sociológica (PSS), y una tercera psicología social que se creó des-
pués de los años setenta, la psicología� social� construccionista (PSC). Pero
sería una falacia creer que estos tres bloques son, a su vez, homogéneos, ya que
dentro de cada uno se manifiestan diferentes orientaciones que contribuyen a
complicar el panorama de la psicología social, pero que también lo enriquecen
y lo aproximan a la complejidad de la realidad social. Ahora daremos cuenta
de las principales orientaciones que podemos encontrar en las diferentes psi-
cologías sociales.
El interaccionismo simbólico
"La expresión interacción simbólica hace referencia, sin duda, al carácter peculiar y distinto
de la interacción, tal como se produce entre los seres humanos. Su peculiaridad reside
en el hecho de que estos seres humanos interpretan o definen las acciones ajenas, sin
limitarse únicamente a reaccionar. Su respuesta no se elabora directamente como conse-
cuencia de las acciones de los demás, sino que se basa en el significado que otorgan a
estas acciones. De esta manera, la interacción humana se ve mediatizada por el uso de los
símbolos, la interpretación o la comprensión del significado de las acciones del prójimo.
En el caso del comportamiento humano, tal mediación equivale a intercalar un proceso
de interpretación entre el estímulo y la respuesta."
1)� La� importancia� de� los� significados: el ser humano no actúa tanto con
relación a las supuestas características objetivas de los objetos con los que se
relaciona, como sobre la base del significado que atribuye a los mencionados
objetos. Por lo tanto, resulta fundamental conocer cuál es la interpretación
subjetiva que una persona hace de una situación si queremos entender su con-
ducta en esta situación.
auditivos y táctiles, sino que significa un objeto en el que la gente puede sentarse. Si uno
se sienta, el objeto responderá dándole asiento. Tiene un valor para este propósito. Un
significado es equivalente a una definición acertada de diccionario, que se refiere a la
manera como la gente utiliza realmente un término en su conducta. El valor es la atrac-
ción o la repulsión aprendida que siente hacia el significado. Un símbolo es un acto�in-
cipiente�o�condensado en el que las etapas posteriores, que implican tanto elementos de
sentido como de valor, ya están implicadas en la primera etapa. De la misma manera que
el símbolo silla implica el confort físico, la oportunidad de llevar a cabo ciertas cosas que
se hacen mejor sentado y de otros resultados parecidos de sentarse en una silla, hay que
entender, como Mead señala, que el lenguaje no simboliza simplemente una situación
o un objeto que ya está; hace posible la existencia o la aparición de esta situación o este
objeto, ya que es parte del mecanismo mediante el cual la situación o el objeto se crean".
Arnold M. Rose (ed.) (1971). Human Behavior and Social Processes. An Ineractionist Approach.
London: Routledge & Kegan Paul.
3.2. El socioconductismo
El conductismo
John B. Watson
La definición de la psicología que proporcionó John Broadus Watson, el padre del con-
ductismo, fue adoptada por algunos investigadores en el estudio del comportamiento
social:
"La psicología desde el punto de vista conductista es una rama experimental puramen-
te objetiva de la ciencia natural. Su objetivo teórico es la predicción y el control de la
conducta. Las formas de introspección no son parte esencial de sus métodos, ni el valor
científico de sus datos depende de la disposición con que se prestan a sí mismos a inter-
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John Broadus Watson (1913). "Psychology as the behavior views it" Psychol. Rev. (núm.
20).
Así, por ejemplo, el conductismo considera que, para predecir la conducta que
desarrollará una persona, hay que conocer, por una parte, las características
concretas de la situación en la que se encuentra y conocer, por la otra, la ex-
periencia previa que ha tenido la persona con estas características o con ca-
racterísticas similares. La idea básica es que, mediante estas experiencias�pre-
vias, la persona aprende a establecer determinadas relaciones estables entre
las características de una situación (estímulos) y las conductas adecuadas a las
mencionadas características (respuestas). Es comprensible que, a partir de es-
tos supuestos, los conductistas interesados en la psicología social hayan dedi-
cado muchos de sus esfuerzos a dilucidar los procesos de aprendizaje social
mediante los cuales las personas consiguen desarrollar las pautas de compor-
tamiento adecuadas a su vida social.
Sigmund Freud (1921/1973). La Psicología de las masas y el análisis del Yo. Madrid: Biblio-
teca Nueva.
La�orientación�cognitiva
El pensamiento social
"... el término cognición se refiere a todos aquellos procesos mediante los cuales la entrada
sensorial se transforma, se reduce, se elabora, se almacena y se usa".
3.5. Socioconstruccionismo
Para acabar este apartado, todavía nos queda ver la PSC, o psicología�social
construccionista. Si hemos utilizado, al final del párrafo anterior, la expresión
psicología social convencional es porque al final de los años sesenta se comenzó
a desarrollar una serie de enfoques alternativos que pretendían situarse en
una postura crítica con respecto a la psicología social en uso y que pretendían
configurar una nueva forma de entender la disciplina. Gran parte de estos
enfoques alternativos pueden reagruparse bajo la denominación de psicología
social construccionista.
Lecturas recomendadas
• Para las orientaciones cognitivas: Gabriel Mugny; Juan Pérez (1988). Psicología Social-
del Desarrollo cognitivo. Barcelona: Anthropos.
Construccionismo social
"El construccionismo social se propone dilucidar básicamente los procesos mediante los
cuales las personas consiguen describir, explicar y, en definitiva, dar cuenta del mundo
en que viven... Los términos en que se comprende el mundo son artefactos sociales que
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resultan de los intercambios, siempre históricamente situados, entre las personas. Desde
el construccionismo se considera que los términos de esta comprensión no provienen
automáticamente de las características propias de la naturaleza, ni tampoco de nuestra
conformación genética. Son el resultado de un proceso activo y cooperativo que se da
en la relación interpersonal... Desde esta perspectiva, la investigación social ya no corre
el riesgo de limitarse a ser una actividad secundaria, preocupada solamente de elaborar
las implicaciones sociales de los fenómenos psicológicos más fundamentales... El núcleo
explicativo de la acción humana deja de ubicarse en las interioridades de la mente para
pasar a situarse en la estructura y el proceso del intercambio humano. Las explicaciones
ya no se formulan aludiendo a un determinado estado o proceso psicológico, sino con-
siderando las relaciones entre las personas."
Kenneth Gergen (1985). "The social constructionist inquiry: context and implications."
En Kenneth Gergen; Keith Davies (Ed.), The social construction of the person. New York:
Springer-Verlag.
Lecturas recomendadas
• Para una perspectiva general: Morton Deutsch; Robert M. Krauss (1980). Teorías en
Psicología Social. Buenos Aires: Paidós.
Cuando se formula la pregunta sobre la utilidad práctica que pueden tener de-
terminados conocimientos científicos, aparece, inmediatamente, la gran dico-
tomía entre investigación�básica e investigación�aplicada. Sin embargo, no
siempre resulta fácil mantener esta diferenciación en el campo de las ciencias
sociales y humanas. El influyente psicólogo social Kurt Lewin aseveró una vez,
con gran acierto, que "nada es más práctico que una buena teoría". Si esto es
efectivamente de esta manera, y nos inclinamos a pensar que efectivamente lo
es, se difumina la frontera entre las actividades que conducen a elaborar cono-
cimientos y las actividades enfocadas a resolver problemas prácticos de la vi-
da cotidiana. Esta difuminación resulta todavía más patente si consideramos,
junto con Lewin, que, mediante la intervención activa en la resolución de pro-
blemas prácticos, se pueden constituir determinados conocimientos teóricos.
El mismo Lewin desarrolló un planteamiento que, con el nombre de investiga-
ción/acción incitaba a los psicólogos sociales a involucrarse en la resolución de
los problemas sociales para provocar, así, el avance del conocimiento teórico.
Resolver problemas
L. Bickman (Ed.). (1980). Applied Social Psichology Annual. Beverly Hills: Sage.
Aceptando, con las reservas mencionadas, la distinción entre el elemento bá- La psicología social, desde los primeros
momentos, contribuyó a resolver problemas
sico y el aplicado, no hay duda de que la psicología social se preocupó desde sociales como la discriminación.
Si nos detenemos un momento para pensar quiénes somos cada uno de no-
sotros, podemos recorrer un largo camino que va desde las definiciones más
generales, según las cuales somos, por ejemplo, seres vivos o seres humanos,
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hasta las definiciones más particulares, que nos sitúan como individuos ab-
solutamente irrepetibles, con un nombre propio y una historia de vida que
nos diferencia del resto de seres humanos. Pero entre estos dos extremos en-
contramos muchos niveles intermedios. También somos hombres o mujeres;
heterosexuales, homosexuales o bisexuales; niños, jóvenes o viejos; catalanes
o gallegos; anarquistas o conservadores; etc. Es decir, pertenecemos, ya sea
por elección, por circunstancias o por ambas cosas al mismo tiempo, a una
multitud de categorías y de grupos que contribuyen a hacer que seamos pre-
cisamente quienes somos. De la misma manera que nuestras relaciones inter-
personales transitan por episodios de colaboración y de apreciación mutuas
y por episodios de competición y de conflicto, también las relaciones entre
los grupos transitan por momentos de armonía y momentos de tensión, que
desembocan a veces en enfrentamientos violentos que salpican diariamente
las páginas de los diarios.
"No se puede dudar de que las diferencias culturales y físicas observables entre grupos
facilitan las reacciones discriminatorias hacia los miembros ajenos al grupo. Es innegable
que estas diferencias ejercen un papel en la hostilidad y los prejuicios entre grupos, pero
esta etapa del conflicto entre grupos ha demostrado que no hacen falta diferencias cul-
turales, físicas o económicas para que surjan conflictos entre grupos, actitudes hostiles e
imágenes estereotipadas de los miembros ajenos al grupo."
Por ejemplo, si asignáis, aunque sea puramente al azar, a los niños de un cam-
pamento en grupos diferentes, y dais un nombre y unos signos distintivos a
cada grupo y los hacéis participar en juegos competitivos, con ganadores y
perdedores, veréis aparecer muy rápido reacciones de solidaridad de los niños
con los miembros de su propio grupo y reacciones de hostilidad hacia los niños
de los otros grupos. Una manera de romper este clima consiste en proponer
unas metas que ningún grupo pueda alcanzar por sí solo, sin la participación
de los otros grupos. Éste es el caso de lo que el psicosociólogo Muzafer Sherif
llamó las metas�supraordenadas.
Objetivos compartidos
"Nuestra definición de meta supraordenada enfatiza el hecho de que ésta resulta inalcan-
zable para un grupo aisladamente: así pues, no tiene otro significado que una «meta co-
mún»".
Otro psicólogo social, Henri Tajfel, demostró que ni siquiera era necesario in-
troducir una relación competitiva para que naciera la hostilidad entre los gru-
pos. Basta con crear el sentimiento�de�pertenencia a un grupo para que se
desarrollen mecanismos de discriminación que favorecen a los miembros del
propio grupo y que perjudican a los miembros de los otros grupos. Es como
si, por el simple hecho de pensar en términos de "ellos" y de "nosotros", ya
fuera imposible evitar favorecer a "los nuestros" y descalificar a "los demás".
Una manera de acabar con esta propensión consiste en cruzar las categorías de
pertenencia; es decir, multiplicar las circunstancias en las que una parte de los
que antes formaban el "nosotros" pasen a ser vistos como "ellos", y al revés, en
una movilidad constante de las fronteras trazadas por las pertenencias grupa-
les. Los ejemplos que hemos dado no agotan ni mucho menos las múltiples
formas de intervención que ha diseñado la psicología social para mitigar la
hostilidad intergrupal.
Lecturas complementarias
José Francisco Morales y otros (1985). Psicología Social Aplicada. Bilbao: Descleé de Brou-
wer.
Julio Seoane y Ángel Rodríguez (Ed.). (1988). Psicología Política. Madrid: Pirámide.
Por su parte, los estudios sobre la influencia social han permitido diseñar las
actuaciones más adecuadas para persuadir�a las personas de adoptar puntos de
vista más de acuerdo con las normas de convivencia social que no discriminen
a aquellos que son diferentes de la mayoría (racismo, estereotipos, prejuicios,
etc.), aunque también se pueden utilizar, y lógicamente se utilizan, para con-
vencer a la gente de que tal marca es mejor que la otra o que tal candidato
merece más confianza que tal otro.
En otros ámbitos, las investigaciones sobre los fenómenos colectivos han pro-
porcionado indicaciones para intervenir sobre los efectos�del�pánico, que ad-
quieren consecuencias de gravedad extrema cuando se producen en situacio-
nes de gran amontonamiento o para actuar en el seno de las poblaciones que,
muchas veces por causas naturales (terremotos, inundaciones, etc.), se encuen-
tran en situaciones dramáticas.
© FUOC • P08/80500/00571 35 El cómo y el porqué de la psicología social
No querríamos concluir este tema sin llamar la atención sobre una cuestión de
carácter general que permite matizar la separación, aparentemente tan clara,
entre los conocimientos�teóricos, por una parte, y las aplicaciones�concretas
de los mencionados conocimientos, por otra. Existe una diferencia fundamen-
tal entre los conocimientos que producen las ciencias sobre los fenómenos
naturales y los conocimientos que versan sobre los fenómenos humanos. La
luna, por poner un ejemplo, continuará imperturbablemente su movimiento
elíptico alrededor de la tierra con total independencia del hecho de que co-
nozcamos las leyes que lo gobiernan o no. Nuestro conocimiento no incide
de ninguna manera sobre este fenómeno, y lo único que podría incidir sobre
él eventualmente serían determinadas aplicaciones de este conocimiento.
5. Anexos
5.1. Anexo 1
las reglas gramaticales profundas de su uso, tiene que servir de base para la psi-
cología, debemos concebir la posibilidad de que existen sistemas o repertorios
de emoción culturalmente diferentes. Esto es lógico, ya que los historiadores y
los antropólogos han establecido de manera convincente que existen vocabu-
larios de emoción culturalmente diferentes. Lo ilustraremos con cuatro casos.
La�relatividad�cultural�de�las�emociones
Finalmente, vale la pena considerar una categoría que, por ahora y por lo que
sabemos, no ha sido estudiada por los psicólogos: lo que denominamos las
cuasi-emociones. Éstas son estados del ser que están relacionados estrechamente
con las condiciones físicas de la vida. Hemos iniciado una investigación mo-
desta sobre la palabra cosiness (que en castellano podría traducirse por comodi-
dad, aquello que es acogedor, agradable). Decimos que nos sentimos cómodos,
que una determinada ocasión es agradable, que mientras llueve en el exterior
una habitación cálida es un lugar cómodo. Denominamos la comodidad una
cuasiemoción a causa de su doble posición como sentimiento y como descrip-
ción de un lugar. El interés de esta cuasiemoción aumenta por el hecho de que
en otros idiomas europeos existen estados de ser y condiciones ambientales
parecidas, pero sin ser idénticos. Por ejemplo, la palabra holandesa gezellig se
experimenta en condiciones parecidas a las condiciones en que utilizamos la
© FUOC • P08/80500/00571 40 El cómo y el porqué de la psicología social
5.2. Anexo 2
La tesis que sostengo en este libro –así como en The Silent Language, que lo
precedió– es la que dice que los principios establecidos por Whorf y sus cole-
gas en relación con el lenguaje son igualmente aplicables al resto del compor-
tamiento humano y, en realidad, a toda la cultura. Se ha creído desde hace
mucho tiempo que la experiencia es algo que todos los hombres comparten,
que siempre resulta posible superar de alguna manera los límites de la lengua
y la cultura, y nos remiten a la experiencia para conseguir la deseada comu-
nicación con otro ser humano. Esta creencia, algunas veces implícita y, más
frecuentemente, explícita en lo que se refiere a la relación del hombre con la
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Las investigaciones que he llevado a cabo en los últimos cinco años demues-
tran que norteamericanos y árabes viven en mundos sensoriales diferentes la
mayor parte del tiempo, y que los unos y los otros no utilizan los mismos
sentidos, ni siquiera para establecer la mayor parte de las distancias que hay
que mantener en el curso de una conversación. Como tendremos ocasión de
observar más adelante, los árabes utilizan más el olfato y el tacto que los nor-
teamericanos. Interpretan de manera diferente los propios datos sensoriales, y
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Edward T. Hall (1973). La dimensión oculta (p. 16-18). Madrid: Colección Nuevo
Urbanismo. Instituto de Estudios de Administración Local.
5.3. Anexo 3
etc.; es decir, todas las frases que colocan al científico como víctima de las
circunstancias de la naturaleza. Una vez más, la potencia retórica de este ti-
po de expresiones se aprecia claramente por contraste en los casos en los que
la metáfora está ausente. Por ejemplo, ¿nos impresionan los hechos o somos
nosotros quienes queremos llegar a unas conclusiones?, ¿"hablan" los datos,
o es que "decidimos" utilizar una teoría para interpretar los datos en lugar de
otra?, ¿nos vemos "obligados" por los resultados, o más bien "deseamos extraer
conclusiones" que favorezcan nuestras orientaciones teóricas?
[...] Para que el texto del autor tenga validez, son necesarias algunas frases que
determinen la presencia del autor en el lugar del hecho o acontecimiento su-
puesto. La presencia del autor a menudo se establece en las primeras páginas
de un informe científico con la utilización de los pronombres personales, co-
mo yo o nosotros,o de los posesivos equivalentes (mío o nuestro). Alguien po-
dría decir, por ejemplo, "nuestro objetivo consistía en explorar..." o "quedamos
sorprendidos por el hecho de que...", insinuando de esta manera la presencia
del autor en la actividad científica que se explicará. Se pueden conseguir efec-
tos parecidos demostrando que la investigación fue dirigida por el autor (o
autores) o ayudantes estrechamente supervisados, y que el autor no estaba au-
sente durante la mayor parte del proceso de investigación. Consideremos, por
ejemplo, los efectos de una literatura científica que violara estos efectos: "esta-
ba muy ocupado con las clases universitarias y las diferentes conferencias que
tuve que dar, por lo que no tuve mucho tiempo para dedicar a la investigación.
Smith, un estudiante que preparaba el doctorado, hizo la mayor parte del tra-
bajo –con lo que ha conseguido que figure su nombre–, si bien yo discutí con
él las líneas maestras de la investigación, y comprobé los cálculos estadísticos".
que el botón era pulsado...". En efecto, la realidad bien forjada debe establecer,
en primer lugar, la presencia del autor en el escenario y, después, tiene que
reemplazarlo por el punto de vista trascendental.
5.4. Anexo 4
[ ...] Cuando una discusión oral se enfervoriza demasiado, los disidentes al-
tamente presionados aludirán rápidamente a aquello que otros han escrito o
dicho. Escuchamos una de estas conversaciones a modo de ejemplo:
La opinión del Sr. A se puede rechazar fácilmente. Éste es el motivo por el que
recurre al apoyo de un artículo publicado en un diario. Pero eso no impresiona
al Sr.B. El diario es demasiado general y el autor, aunque se llame a sí mismo
doctor, puede ser algún científico en paro que ha acabado escribiendo en The
Times. La situación se invierte repentinamente cuando el Sr. A sostiene su afir-
mación con un grupo de aliados: una revista, Nature, un premio Nobel, seis
coautores y las instituciones subvencionadoras. Como el lector puede imagi-
nar fácilmente, el tono de voz del Sr. B se ha transformado. El Sr. A será tomado
en serio, dado que ya no está solo: un grupo, por decirlo así, lo acompaña. ¡El
Sr. A se ha convertido en el Sr. Gentío!
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Pero en las ciencias físicas, cuando las conclusiones son seguras y necesarias
y no tienen nada que ver con la preferencia humana, uno tiene que ir con
cuidado de no situarse en la defensa del error, porque allí cualquier hombre
medio que tope por sí mismo con la verdad dejaría plantados a mil Demóste-
nes y mil Aristóteles.
Este argumento resulta, en principio, tan obvio, que no parece haber nada que
añadir. No obstante, una mirada atenta al enunciado revela la presencia de
dos argumentos completamente diferentes mezclados entre sí. Aquí de nue-
vo las dos caras de Jano que hemos encontrado en la introducción no deben
confundirse aunque hablen al mismo tiempo. Una boca dice: "la ciencia es la
verdad que la autoridad no debe vencer"; la otra pregunta: "¿cómo se puede
ser más fuerte que mil políticos y mil filósofos?". En el lado izquierdo, la re-
tórica se opone a la ciencia, de la misma manera que la autoridad se opone
a la razón; pero en el derecho, ¡la ciencia es una retórica suficientemente po-
derosa, si hacemos cuentas, para permitir que un hombre convenza a 2.000
prestigiosas autoridades!
Autoridad, prestigio y posición son términos demasiado vagos para explicar por
qué el artículo de Schally en Nature es más convincente que la colaboración
del Sr. que no es nadie en The Times. En la práctica, lo que hace que el Sr. B
cambie de opinión es exactamente lo contrario del argumento de Galileo. Para
dudar de que existe una curación del enanismo, primero se debe resistir a la
opinión de su amigo, además de la de un doctor farsante y de la de un diario.
Algo sencillo. Pero al final, ¿a cuánta gente tiene que oponerse? Contémoslo: a
Schally y sus colaboradores, al tribunal de la universidad de Nueva Orleans que
concedió a Schally la cátedra, al Comité Nobel que premió su trabajo con el
galardón más alto, a muchas personas que aconsejaron secretamente al Comi-
té, al consejo editorial de Nature y a los referees que seleccionaron su artículo, a
los comités científicos de la Fundación Científica Nacional y del Instituto Na-
cional de la Salud que le concedieron subvenciones para la investigación y a la
gran cantidad de técnicos y colaboradores mencionados en los agradecimien-
tos. Un gran número de gente, y todo ello antes de leer el artículo, contando
únicamente a las personas que están comprometidas en la publicación. Para el
© FUOC • P08/80500/00571 46 El cómo y el porqué de la psicología social
Sr. B, dudar de la opinión del Sr. A no tiene la más mínima importancia. Pero
¿cómo puedes negar la importancia de docenas de personas cuya honestidad,
buen juicio y trabajo tienes que debilitar antes de discutir la afirmación?
Fig. 1.1
Referirse�a�textos�anteriores
recursos, mientras que la primera recurre a muchos, aunque estén muy lejos
en el tiempo o en el espacio. La figura 1.2 muestra las referencias que refuerzan
otro artículo de Schally.
Fig. 1.2
Diga lo que diga el texto, podemos ver que está vinculado con el contenido
de no menos de 35 artículos y de 16 revistas y libros publicados entre 1948 y
1971. Si quieres hacer algo en este texto, y si hay otra manera de deshacerse
del argumento, ya sabes de antemano que tendrás que comprometerte con
todos estos artículos y tendrás que retroceder en el tiempo tanto años como
haga falta.
[...] Hemos visto cómo la literatura se volvía cada vez más técnica por la incor-
poración de más y más recursos. En concreto, hemos visto llegar a un disidente
al aislamiento a causa del número de elementos que los autores de artículos
científicos ponían de su lado. Aunque en un comienzo suene antiintuitivo,
cuanto más técnica y especializada es la literatura, más social se vuelve, ya que
aumenta el número de asociaciones necesarias para expulsar a los lectores y
forzarlos a aceptarlo como un hecho, una afirmación. La afirmación del Sr.
A era fácil de rechazar, pero era mucho más difícil minimizar el artículo de
Schally sobre la GHRH en el enunciado 16; no porque la primera era social y
la segunda técnica, sino porque la primera es la palabra de un solo hombre y
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Resumen
Pero, más allá de este formato convencional que hay que seguir en un nivel
introductorio a una disciplina, la presentación que hemos hecho aquí de la
psicología social se ha ordenado en torno a tres supuestos fundamentales.
Propuestas de reflexión
A lo largo de todas las páginas anteriores se han aportado elementos para ayudar a la com-
prensión de lo que significa la psicología social. No es posible condensar en una fórmula más
o menos ingeniosa las múltiples consideraciones y perspectivas que hay que adoptar para
alcanzar una inteligencia de la disciplina. Su comprensión exige una peregrinación por la
historia, una revisión de sus principales características, un examen de los objetivos del cono-
cimiento que produce y una valoración de las aportaciones realizadas hasta el momento. Se
ha tratado, en definitiva, de ofrecer una primera aproximación a la materia.
La conclusión más importante que hay que extraer de todo lo que hemos expuesto está rela-
cionado con el carácter de inseparabilidad que poseen los procesos sociales y los fenómenos
psicológicos. Esta afirmación plantea dos interrogantes generales: cómo se constituye esta
inseparabilidad y cómo podemos analizarla. En los próximos módulos aparecerán argumen-
tos para responder a estas cuestiones.
De momento, planteamos dos baterías de cuestiones más particulares para que reflexionéis
sobre las mismas.
1) Algunas ciencias sociales han lanzado un desafío epistemológico al plantear que puede
existir ciencia sin que necesariamente se genere un proceso de acumulación del conocimien-
to. La psicología social abogaría por esta propuesta.
Cita
"En mi opinión las ciencias sociales son acumulativas, pero no en el sentido de tener
conocimientos siempre más refinados sobre cuestiones permanentes, sino en el sentido
de tener un repertorio cada vez más rico en preguntas."
L. J. Cronbach (1986). Social Inquiry by and for earthlings. En D. Fiske y R. Shweder (Eds.),
Metatheory insocial sciencia. Pluralism and subjectivities. Chicago: Chicago University Press.
¿Qué puede significar que la psicología social incrementa su repertorio de preguntas? ¿En
qué formulaciones epistemológicas se traduce? ¿Qué aspecto confiere a la disciplina?
Cita
Glosario
acción/investigación Modalidad de la producción de conocimientos en psicología social
que pretende superar la separación entre investigación básica, por una parte, y aplicación de
los conocimientos, por la otra. Los conocimientos científicos se elaboran a partir de la inter-
vención práctica del psicólogo social en la resolución de los problemas sociales concretos. La
dicotomía entre teoría y práctica queda, así, difuminada parcialmente.
construcción de la realidad Tesis según la cual la realidad social surge de las actividades
o práctica desarrolladas por los seres humanos y cambia, por lo tanto, junto con las mencio-
nadas prácticas. La realidad social no presenta una existencia objetiva e independiente de
nosotros, sino que resulta de nuestras propias actuaciones e intercambios con los demás.
enlightenment Propiedad que presenta el conocimiento, elaborado por las ciencias socia-
les, de modificar los objetos que han dado lugar a este conocimiento.
genealogía Estudio de las prácticas sociales que han intervenido en la progresiva configu-
ración de un objeto social.
Bibliografía
Bibliografía básica
Bruner, J. (1991). Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva. Madrid: Alianza.
Bibliografía complementaria