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El cómo y el

porqué de la
psicología social
Tomás Ibáñez Gracia
P08/80500/00571
© FUOC • P08/80500/00571 El cómo y el porqué de la psicología social

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Índice

Introducción............................................................................................... 5

Objetivos....................................................................................................... 10

1. La dimensión social........................................................................... 11
1.1. La separación entre lo que es social y lo que es psicológico ....... 11
1.2. El impacto de los estímulos sociales sobre los procesos
psicológicos ................................................................................. 12
1.3. Intersección entre sociología y psicología .................................. 14
1.4. La fusión entre lo que es social y lo que es psicológico .............. 14
1.5. La construcción social de lo que es psicológico ......................... 15

2. La genealogía de la psicología social............................................ 18


2.1. Los antecedentes: Vico y los significados compartidos .............. 18
2.2. Formación de la psicología social en la Europa del siglo XIX ..... 19
2.3. El desarrollo de la psicología social en EE.UU. ........................... 20
2.4. Los temas fundacionales: instintos sociales, imitación,
sugestión y fenómenos colectivos .............................................. 21

3. Las grandes orientaciones teóricas de la psicología social...... 27


3.1. El interaccionismo simbólico ...................................................... 27
3.2. El socioconductismo ................................................................... 28
3.3. Orientación psicoanalítica .......................................................... 29
3.4. La Gestalt theory y el sociocognitivismo ..................................... 29
3.5. Socioconstruccionismo ................................................................ 30

4. ¿Para qué sirve la psicología social?............................................. 32


4.1. Intervención en los problemas sociales ...................................... 32
4.2. Las aplicaciones de la psicología social ...................................... 34
4.3. Conocimiento de la realidad social y los efectos del saber
psicosocial .................................................................................... 35

5. Anexos................................................................................................... 37
5.1. Anexo 1 ....................................................................................... 37
5.1.1. La relatividad cultural de las emociones ....................... 37
5.2. Anexo 2 ....................................................................................... 40
5.2.1. La dimensión oculta ...................................................... 40
5.3. Anexo 3 ....................................................................................... 42
5.3.1. La psicología posmoderna y la retórica de la realidad ... 42
5.4. Anexo 4 ....................................................................................... 44
5.4.1. Ciencia en acción .......................................................... 44
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Resumen....................................................................................................... 49

Propuestas de reflexión........................................................................... 51

Glosario........................................................................................................ 52

Bibliografía................................................................................................. 53
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Introducción

Presentación

La psicología social es una disciplina científica que estudia de qué manera es- Psicología social
tán determinados y conformados, los fenómenos psicológicos, por procesos
La psicología social es una dis-
sociales y culturales. A lo largo de su historia son muchas las temáticas que se ciplina científica que estudia
han tratado con esta finalidad. Mientras que en sus inicios, los temas funda- de qué manera los fenómenos
psicológicos están determina-
cionales tenían relación únicamente con los instintos sociales, la imitación, dos y conformados por proce-
sos sociales y culturales.
la sugestión y los fenómenos colectivos, en su posterior institucionalización
destacan temas como el análisis de la formación de la identidad social, los pro-
cesos de normalización y socialización, la formación y cambio de las actitudes,
la violencia y la agresión social, y los procesos de influencia (mayoritaria y
minoritaria), conformidad y obediencia. De la misma manera, en paralelo a
todo este conjunto de investigaciones y modelos teóricos, encontramos en la
disciplina una permanente reflexión sobre su aplicabilidad y la posibilidad de
intervenir en los problemas sociales.

Tres puntos determinan en buena medida la historia de la disciplina. En pri-


mer lugar, la definición que se hace tanto de lo social, como de lo psicológico.
En segundo lugar, la conceptualización que se proporciona de su relación. Y
en tercer lugar, la propuesta metodológica que se realiza para el estudio de esta
relación. De manera bastante consensuada, se admite que desde el nacimiento
de la psicología social se perfilan dos grandes perspectivas: la psicología social
psicológica y la psicología social sociológica. La primera admite que es posible
proporcionar definiciones diferenciadas tanto de los fenómenos psicológicos,
como de los sociales. También admite que entre tales fenómenos existe rela-
ción, pero que ésta es de mera superficialidad. Y finalmente mantiene que es
posible utilizar los métodos de las ciencias positivas para analizar esta relación
y encontrar leyes generales que la regulen. En oposición a este posicionamien-
to, la segunda sostiene que lo sociológico y lo social son como un tejido sin
costuras, por lo que resulta difícil concretar un límite que marque dónde em-
pieza cada uno de los fenómenos. En consecuencia, la relación que se postu-
la entre procesos psicológicos y sociales es de mera interioridad y se apuesta
por el uso de métodos interpretativos para entenderla. Para esta perspectiva,
la dimensión simbólica de la realidad es crucial a la hora de entender cómo se
constituye lo psicológico a partir de lo social.

En el primer módulo se revisan las principales cuestiones relacionadas con la


emergencia y constitución de la psicología social como disciplina científica.
Sus objetivos pretenden proporcionaros: a) una caracterización de la psicolo-
gía social a partir de su historia; b) una imagen general de los temas que ha in-
vestigado durante su desarrollo; c) las grandes orientaciones que han emergido
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en la disciplina; d) la definición y aproximación que se realiza de la realidad


social; e) la relevancia que adquiere lo simbólico en la psicología social y; f) la
indisoluble unidad que se postula entre los fenómenos psicológicos y sociales.

Introducción

Existen diferentes versiones del origen de la disciplina y diferentes maneras de


responder a la pregunta del cómo y el porqué de la psicología social. Algunos
autores encuentran este origen en la filosofía de la Grecia clásica. Otros en la
filosofía moral de la Ilustración. No obstante, lo más frecuente es considerar
que todas estas referencias no son más que ideas y reflexiones sobre psicología
social, pero de ninguna manera psicología social en sentido estricto. En tanto
que disciplina científica y campo de estudio con identidad propia, su origen
se podría localizar en la segunda mitad del siglo XIX en un amplio conjunto
de estudios realizados en diferentes países de Europa. Así, "la psicología social
tendría un largo pasado pero una breve historia".

Dado que antes de finales del siglo XIX no hay psicología social ni en forma Un largo pasado
ni en contenido, lo que encontramos en etapas previas son reflexiones per-
La psicología social tiene un
tenecientes al ámbito del pensamiento o filosofía social. Algunas cuestiones largo pasado pero una breve
centrales que habría que considerar en este pensamiento son: historia.

a) Si la persona, en tanto que individuo, es única o idéntica a las demás.

b) Si la persona es producto de la sociedad o, a la inversa, la sociedad es una


función de los individuos que la componen.

c) Si la relación entre individuo y sociedad es un problema con sentido o la


expresión de una ideología latente.

d) Si la naturaleza de los seres humanos es egoísta y necesita de procesos de


socialización o si los seres humanos son sociales por naturaleza.

e) Si las personas son agentes libres o están determinados por fuerzas sociales
y culturales.

Pero la localización del origen histórico de la disciplina no es el único


problema con el que se encuentra una aproximación general de la psi-
cología social. Otro problema muy importante reside en cómo se pre-
senta la disciplina. Esta presentación va siempre relacionada a posicio-
namientos teóricos, metodológicos, epistemológicos e ideológicos pre-
vios.
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De esta forma, el módulo que tenéis en las manos está escrito desde la apuesta
por una psicología social de cariz sociológico. Esto conlleva diferentes conse-
cuencias. En primer lugar, significa que en la aproximación a la disciplina se
enfatiza la importancia que tiene la historicidad de los fenómenos sociales y
del conocimiento que podemos elaborar sobre los mismos. Esta historicidad
muestra el carácter cambiante de la realidad social y se aleja de la necesidad
de considerar los fenómenos psicosociales como acontecimientos universales
prefijados y propios de una naturaleza humana que trascendería sus determi-
nantes culturales. En segundo lugar, nos encontramos con que se acepta sin
ninguna reserva que los fenómenos psicológicos están socialmente construi-
dos, de manera que lo social y lo psicológico son dos caras de la misma mo-
neda. Finalmente, encontramos que a la hora de explicar y comprender la re-
lación entre lo social y lo psicológico, la dimensión simbólica aparece como
factor determinante. Esto es así hasta tal punto, que pasa a ocupar el primer
plano en nuestros análisis.

Pero, todo esto podría ser diferente. Por ejemplo, si se consulta el manual ya
clásico que E. Aronson editó en 1954 con el título Handbook of Social Psycho-
logy, escrito desde la denominada psicología social psicológica, la realidad so-
cial que se describe se caracteriza por los rasgos siguientes:

a) No manifestar su aspecto simbólico.

b) Constituir un mundo percibido antes que interpretar en relación con los


otros. Es decir, la realidad cotidiana parece depender más de los propios es-
quemas perceptivos del individuo que de los procesos de producción y repro-
ducción social.

c) Mostrar a personas, que se guían por pequeños indicadores estimulantes


que observan en el ambiente o en otras personas, como si fueran meros recep-
táculos llenos de normas y sin capacidad de agencia.

d) Creer que los grupos elaboran normas de convivencia para que cada uno
de ellos encuentre su función social en un universo armonioso donde no hay
lugar para el conflicto.

e) Rechazar las relaciones de poder determinantes que imponen presiones y


generan estructura social y determinación de la identidad.

Y los supuestos metodológicos que se manejan:

a) Obedecen a criterios completamente positivistas.

b) Depositan toda la acción de producción de conocimientos en el experimen-


to de laboratorio.
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c) Se asume que el conocimiento es acumulativo.

d) Se aspira a formular leyes generales del comportamiento social del indivi-


duo.

No obstante, el problema todavía se complica más si pensamos que incluso Diferencias conceptuales
las presentaciones que se pueden hacer de la psicología social dentro de una
Para un autor como Ignacio
misma perspectiva varían ostensiblemente. Por ejemplo, si revisáis tanto la Martín-Baró el papel de la es-
introducción, como la definición de psicología social que Ignacio Martín-Baró tructura socioeconómica es de-
terminante en el ser y el actuar
ofrece en 1996 en su obra Entre el individuo y la sociedad. Acción e ideología, de las personas.
De la misma manera, sostiene
encontraréis importantes similitudes y diferencias con este primer módulo. que la psicología social debe
Entre las primeras tenemos que, para el autor, el sentido y el significado son jugar un papel importante de
crítica y denuncia social.
clave en la comprensión de la realidad y la acción social. Además, asume que
persona y sociedad se constituyen mútuamente, sin que puedan entenderse la
una sin la otra.. Y, finalmente, defiende la necesidad de superar la intención
positivista de "entender, predecir y controlar" la conducta. Todo esto coloca
su propuesta en la línea de lo que se ha formulado en el material que tenéis
en las manos.

Pero las diferencias empiezan a aflorar cuando prestamos atención al rumbo


que toma la mencionada superación del objetivo positivista. Martín-Baró de-
fiende que el abandono de este objetivo debe posibilitar una mayor libertad
individual y grupal mediante la toma de conciencia sobre los determinismos
sociales de la acción. Un conocimiento más a fondo de estos determinismos
abre la posibilidad tanto de opciones más personales, como de acciones más
conscientes. La diferencia con la propuesta que encontraréis en este primer
módulo radica en el hecho de que lo simbólico pasa a un segundo plano y la
acción de la ideología adquiere la máxima relevancia para la psicología social.
El autor propone que el papel de la estructura socioeconómica es determinan-
te en el ser y el actuar de las personas. Estructura objetiva que está más allá de
los procesos de construcción social.

La propuesta de Martín-Baró se realiza desde un contexto de fuerte conflicto


social y es completamente deudora de un posicionamiento político claro. El
autor elabora un texto desde la realidad centroamericana. Huye de las psico-
logías sociales atemporales y formalistas y apuesta por dotar a la disciplina de
un fuerte carácter de denuncia y crítica social. Esto se hace patente cuando
se define la psicología social como el estudio científico de la acción en cuan-
to ideológica, entendiendo por ideología aquellos esquemas cognoscitivos y
valorativos producidos por los intereses objetivos de la clase dominante en
una sociedad determinada e impuestos a las personas que los asumen como
propios.
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Si en nuestra introducción el carácter histórico, tanto de la realidad so-


cial como del conocimiento que producimos sobre la misma y la di-
mensión simbólica de ésta, aparece en un primer plano, definiendo y
proporcionando a la disciplina un aspecto determinado, básicamente
analítico y teórico; en el caso de la propuesta que nos hace Martín-Baró,
estos elementos pasan a un discreto segundo plano. De manera que la
importancia que tiene la ideología en la determinación de la realidad
social ocupa la primera línea de sus formulaciones y propone que la
psicología social actúe como herramienta crítica de los dispositivos de
poder que se ponen en funcionamiento con esta finalidad.

Como podéis apreciar, los efectos que se derivan de cómo se presenta la disci-
plina son importantes y notorios. En el caso de la obra de Martín-Baró, nos
muestra en qué consiste una consideración de la psicología social como com-
promiso político, como herramienta de crítica del statu quo y cómo apuesta por
una liberación de la conciencia ideológicamente alienada de los individuos.
Para él, el ejercicio científico de la disciplina está al servicio de unos grupos
oprimidos y aspira a una pedagogía de su liberación. Tanto la introducción de
Aronson como la nuestra constituyen presentaciones con efectos diferentes.
El primero exhibe una disciplina que aspira a constituirse en una clase de tec-
nología que gestione la relación individuo-sociedad. Al contrario, este módulo
presenta una psicología social de corte más teórico que aspira a comprender e
interpretar los procesos psicosociales en sus dimensiones históricas y simbó-
licas. Las temáticas relacionadas con la aplicabilidad de la materia y con los
compromisos políticos aparecen en un segundo plano.
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Objetivos

Este módulo constituye una invitación a dar un paseo por el variado y rico
paisaje que ofrece la psicología social. En efecto, utilizando una metáfora geo-
gráfica, podríamos decir que en su recorrido por la psicopedagogía, la psicolo-
gía social se presenta como un territorio de paso obligado en el que el viajante
debe adentrarse y que debe explorar con curiosidad. Para que este paseo resul-
te más ameno, y quizá más provechoso, os ofrecemos la compañía de un guía
que os indicará el trayecto más conveniente. Sin embargo, eso sí, no debéis
olvidar que otro guía os habría conducido por otros caminos y que, al acabar
este viaje, solamente habréis conocido una de las posibles rutas a través de la
disciplina.

1. Definir o caracterizar la psicología social a partir de la historia de su con-


figuración como disciplina.

2. Definir o caracterizar la psicología social a partir de los grandes temas que


ha investigado.

3. Conocer cuáles han sido y cuáles son las grandes orientaciones teóricas
que se manifiestan en el seno de la psicología social.

4. Analizar las aportaciones de la psicología social para la comprensión de la


realidad social e intervenir en ella.

5. Explicar por qué la psicología social afirma que se da una imbricación in-
disociable entre lo psicológico y lo social.

De manera complementaria, este módulo os proporcionará las informaciones


y los instrumentos para que podáis analizar con más detenimiento los aspectos
siguientes:

•�La importancia de la dimensión simbólica en los procesos psicosociales.

•�La necesidad de desnaturalizar los fenómenos psicológicos, es decir, de si-


tuarlos como fenómenos culturales.

•� Las implicaciones de una perspectiva construccionista en el campo de la


psicología social.
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1. La dimensión social

1.1. La separación entre lo que es social y lo que es psicológico

Nadie duda de que el ser humano es un ser plenamente social que necesita la
presencia y las aportaciones de los demás para desarrollarse satisfactoriamen-
te. Por decirlo de alguna manera, los demás conforman el tejido de relaciones,
de estímulos y, en definitiva, el entorno en cuyo seno, como si se tratara de un
nido, el bebé se encuentra acogido y amparado. Nadie duda tampoco de que
este entorno social, cambiante a medida que la persona se va desarrollando,
pero siempre presente y siempre indispensable, le marcará profundamente y
configurará progresivamente su propia manera de ser. Basta con leer los estu-
dios que se han realizado sobre algunos casos de niños que han sido privados
demasiado pronto de las relaciones sociales habituales para ver cuáles son los
efectos catastróficos de la falta de un entorno social satisfactorio (hospitaliza-
ción, fuertes carencias sociales, niños aislados y encerrados en casa por sus
padres durante años...). También resulta suficiente comparar entornos socia-
les muy diferentes para ver que las personas que se han desarrollado en estos
diferentes entornos presentan, entre ellas, diferencias profundas.

Pero, aunque nadie pone en duda la importancia y la influencia que tienen los
factores sociales en la configuración psicológica de los seres humanos, no hay
en cambio, ningún consenso en el grado en que la dimensión social incide
sobre los procesos psicológicos, y todavía menos en la manera como se realiza
esta incidencia. Hace unos cuantos años se desarrolló un intenso debate sobre
el papel que tienen la naturaleza y la cultura en la formación de la persona:
¿nacen algunos niños con propensión a la agresividad, igual que otros niños
nacen con los cabellos más claros que otros, o son las condiciones de su exis-
tencia las que provocan que un niño sea más propenso que otro a la agresi-
vidad? Preguntas como éstas alimentaron una polémica que ocupó muchos
años antes de llegar a la conclusión de que era imposible separar ambos com-
ponentes para ver cuál era el impacto de cada uno. La discusión desembocó
en un cierto acuerdo en cuanto a la incesante e inextricable interacción entre
lo innato y lo que se adquiere.

Las condiciones biológicas

Esta citación de Henri Laborit ilustra la idea según la cual existe una matriz básica que
condiciona la influencia de los factores sociales: "Sea cual sea el medio social en el que
nace (el individuo) y que le envuelve en los primeros años de su existencia, lo que orga-
nizará su aprendizaje de la vida social serán esencialmente las pulsiones fundamentales y
específicas, aquellas que resultan de la organización de su matriz biológica, de su sistema
nervioso más primitivo, de todos sus centros subcorticales".

Henri Laborit (1975). Introducción a una biología del comportamiento. Barcelona: Península.
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Aun así, hay muchos que consideran que, a pesar de las dificultades que supo-
ne el intento de separarlas, existen, sin embargo, dos realidades muy diferentes
que son: la realidad psicológica, por un lado, y la realidad social, por el otro.
Se trata de la idea de que la parte psicológica aparece primero y constituye la
materia básica, mientras que la social va después y nutre la psicológica con
contenidos concretos y dándole formas particulares.

Una de las metáforas subyacentes en esta concepción es la metáfora� de� la


plastilina. La parte psicológica sería la plastilina, es decir, la materia básica,
mientras que la social modelaría esta plastilina para dar formas diferentes se-
gún los diferentes entornos socioculturales. Otra metáfora que encontramos
tras de la mencionada concepción es la metáfora�del�barniz. La parte social
sería el barniz que se aplica encima de la psicológica y da tonos, brillos y co-
lores diferentes según las diferentes culturas. Pero bastaría con rascar este bar-
niz para ver aparecer por debajo una realidad psicológica idéntica para todos
los seres humanos. Así, por ejemplo, se admite que los acontecimientos que
provocan risa o enojo en una persona cambian si esta persona pertenece a la
cultura japonesa o a la cultura alemana, pero se afirma que la risa o el enojo
son emociones universales propias de la psicología humana. Se reconoce que
las personas manifiestan la alegría o la ira de manera diferente según las dife-
rentes culturas, pero se afirma que estas diferentes manifestaciones siempre
constituyen el reflejo de unas emociones básicas y universales.

1.2. El impacto de los estímulos sociales sobre los procesos


psicológicos

Precisamente se habla en este sentido del impacto�de�los�factores�sociales�en


los�procesos�psicológicos. Muchos de los estudios realizados por los psicoso-
ciólogos se encaminaron a poner de manifiesto y a acotar este impacto. La idea
de que existen dos realidades muy diferenciadas, la psicológica y la social, y
que conviene estudiar, por lo tanto, el impacto de lo social en lo psicológico,
ha sido tan influyente que merece que la presentemos aquí detalladamente.
Para empezar, daremos un ejemplo en el campo de la percepción.

Como ya sabéis, se producen ilusiones perceptivas que distorsionan la visión


que tenemos de las cosas.
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Ilusiones perceptivas

Las ilusiones perceptivas no sólo nos ponen en guardia contra el crédito que
debemos conceder a nuestras percepciones, por muy evidentes que nos parez-
can, sino que también informan a los psicólogos de las peculiaridades del sis-
tema visual humano y nos ayudan a establecer una psicología de los mecanis-
mos perceptivos. Ahora bien, no son únicamente los factores geométricos y
espaciales los que generan ilusiones perceptivas, también los factores sociales
presentan esta propiedad. En un conocido experimento, Bruner y Postman pi-
dieron a un conjunto de niños que dijeran, entre una serie de fichas circulares
que se les presentaba, cuál se parecía más a otra ficha que se les mostraba como
modelo. Cuando el estímulo modelo era una simple cartulina, los niños selec-
cionaban, con bastante acierto, la ficha de tamaño más parecido al modelo,
pero cuando el modelo era una moneda, los niños tendían a seleccionar una
ficha significativamente mayor. Así pues, el valor social que tiene el dinero
provocaba una sobreestimación perceptiva del tamaño del soporte físico en el
que el dinero se materializa.

Muchos otros experimentos, del estilo de los que realizaron Bruner y Postman,
han dejado claro, por lo tanto, que los factores sociales también inciden en los
procesos perceptivos. A partir de otros experimentos se ha llegado a la conclu-
sión de que los factores sociales inciden no sólo en la percepción, sino también
en el resto de procesos psicológicos que configuran el ser humano.

Lo valioso es más grande

Los círculos 1, 2, 3, 4, 5 de la figura siguiente representan las fichas de cartón entre las
que el niño debe escoger la que se parece más a las fichas A o B que le dan.

A y B son de tamaño idéntico, pero A es una ficha de cartón y B es una moneda. La


ficha núm. 3 tiene el mismo diámetro que A y B y es, por lo tanto, la ficha adecuada;
la ficha núm. 4 tiene un diámetro superior. La flecha indica la elección que ha hecho el
niño. Cuando compara la ficha A con el resto, escoge correctamente la ficha núm. 3. En
cambio, escoge la núm. 4 cuando compara la ficha B (moneda).
© FUOC • P08/80500/00571 14 El cómo y el porqué de la psicología social

La idea según la cual los factores sociales impactan en los procesos psicológicos
descansa en la base de una concepción de la psicología social que la sitúa como
disciplina complementaria de la misma psicología. Según esta concepción,
la psicología estudia los procesos psicológicos básicos que se dan en el indivi-
duo, mientras que la psicología social estudia la manera como estos procesos
psicológicos se ven afectados por los fenómenos sociales.

1.3. Intersección entre sociología y psicología

Existe otra disciplina que tiene por objeto estudiar los fenómenos sociales,
la sociología. La psicología social se situaría, por lo tanto, en la frontera que
separa la psicología y la sociología. Más concretamente, se ha considerado que
la psicología social se sitúa en la intersección entre ambas disciplinas.

En el espacio delimitado por la intersección se encuentran los fenómenos psi-


cológicos demasiado cargados de determinaciones sociales como para que la
psicología los analice debidamente, y los fenómenos sociales demasiado car-
gados de determinaciones psicológicas como para que la sociología los anali-
ce debidamente, es decir, los fenómenos cuyo estudio es competencia de la
psicología social.

1.4. La fusión entre lo que es social y lo que es psicológico

Por muy influyente y por muy convincente que haya sido esta forma de en-
tender la psicología social, debemos preguntarnos si es correcto observar la
dimensión social como una dimensión sobreañadida de la dimensión psico-
lógica que se limita simplemente a impactar. Cada día hay más psicólogos que
se alejan de esta concepción y que cuestionan la supuesta separación entre lo
© FUOC • P08/80500/00571 15 El cómo y el porqué de la psicología social

social y lo psicológico. La importancia creciente que se ha concedido al len-


guaje en el desarrollo de la persona ha contribuido decisivamente a difuminar
la separación entre lo psicológico y lo social1.

(1)
El lenguaje es un objeto eminentemente social, que se presenta al mismo tiempo como
un producto y como un elemento constitutivo de la cultura en la que se desarrolla la
persona. Pieza clave para el desarrollo del pensamiento, el lenguaje es lo que proporciona
al niño las categorías que le servirán para estructurar la percepción del mundo, para
estructurar la afectividad, para desarrollar las relaciones con los demás.

El lenguaje y el mundo

A la vez que subraya el carácter convencional del lenguaje, esta citación del antropólogo
Benjamin Lee Whorf enfatiza el papel que ejerce el lenguaje en nuestra construcción de
la realidad.

"Disecamos la naturaleza siguiendo unas líneas trazadas por nuestra lengua materna. Las
categorías y los tipos que aislamos del mundo de los fenómenos no los encontramos en la
realidad, allí... sino que, al contrario, el mundo se presenta como un flujo de impresiones
caleidoscópicas que nuestras mentes deben organizar, y eso, en gran medida, significa
que los sistemas lingüísticos de nuestras mentes lo tienen que organizar. Hacemos añicos
la naturaleza, la organizamos en conceptos y le adscribimos significados, y lo hacemos de
esta manera, en gran medida porque estamos vinculados con un pacto para organizarlo
todo de esta manera: convenio que se mantiene estrictamente dentro de nuestra comu-
nidad idiomática y que se codifica en los patrones y en los modelos de nuestra lengua.
No hay que decir que este pacto es implícito e informulado, pero sus términos y sus cláu-
sulas son absolutamente obligatorios; no podremos decir nada a menos que suscribamos
todos los datos de organización y clasificación que el mencionado pacto decreta como
vinculantes y los aceptemos enteramente."

Benjamin Lee Worf (1956). Language, Thought, and Reality. New York: The Technology
Press y John Wiley and Sons.

1.5. La construcción social de lo que es psicológico

Así pues, podemos afirmar que el elemento social está�directamente�presente


en el desarrollo mismo de los procesos psicológicos a través del lenguaje y, más
generalmente, podemos considerar que, gracias a su relación con los otros, el
elemento social interviene desde�el�primer�momento en la construcción de
los procesos psicológicos. Psique y sociedad no son dos realidades indepen-
dientes vinculadas entre sí por meras relaciones de influencia recíproca, sino
que constituyen un todo inextricablemente entrelazado. La dimensión social
no corre paralelamente a la dimensión psicológica, sino que es constitutiva
de ella.

Lecturas recomendadas

El libro siguiente nos permite observar cómo inciden las variables culturales en nuestras
relaciones sociales:

Edward T. Hall (1973). La dimensión oculta. Madrid: Colección Nuevo Urbanismo. Insti-
tuto de Estudios de Administración Local.

Podemos encontrar una de las mejores ilustraciones de la importancia del lenguaje y los
significados en el extraordinario libro publicado por el psicólogo Jerome Bruner (1991).
Actos de significado. Mas allá de la revolución cognitiva. Madrid: Alianza.

También podéis consultar Gustav Jahoda (1992). Crossroads between culture and mind. Lon-
don: Harvester.
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Esta idea no resulta fácil de asimilar, porque cuando pensamos en la sociedad,


pensamos habitualmente en algo exterior al individuo, un elemento que lo
rodea, algo en cuyo seno se encuentra el individuo y que, por lo tanto, le
influye, de la misma manera que le influye el entorno ecológico, en cuyo seno
también se encuentra, pero que le influye desde fuera y al que, simplemente,
tiene que adaptarse.

Nuestra mente organiza las expresiones que reciben del mundo.

Para vencer la dificultad que nos impide entender plenamente que lo social
es constitutivo de lo psicológico, debemos abandonar esta separación entre
individuo y sociedad, y quizá la referencia al lenguaje nos puede ayudar a
conseguirlo. Preguntémonos, por ejemplo: ¿dónde está el lenguaje, dentro o
fuera de nosotros? Tropezamos con muchos problemas si no contestamos que
el lenguaje se encuentra dentro y fuera de nosotros, es decir, ambas cosas al
mismo tiempo y de manera inseparable. En efecto, si no se encontrara fuera
no podríamos adquirirlo y no podríamos comunicarnos con los demás.

La comunicación es posible porque el lenguaje está fuera, lo que permite que


los demás accedan a él igual que nosotros. Pero si no estuviera dentro, ni si-
quiera podríamos saber que existe y, sin duda, tampoco podríamos comuni-
carnos plenamente con los demás. La comunicación es posible porque dispo-
nemos del lenguaje, porque está instalado en nuestro interior igual que el resto
de capacidades de que disponemos y porque podemos utilizar esta capacidad
para construir desde nuestro interior todos los enunciados que emitimos hacia
los demás. Sucede�lo�mismo�con�lo�social. Se encuentra dentro y fuera de
nosotros al�mismo�tiempo. No podría estar fuera, si no estuviera dentro, y vi-
ceversa. Desde esta perspectiva, el objeto que define la psicología social como
disciplina deja de ser el estudio del impacto que tienen los factores sociales en
los procesos psicológicos y pasa a definirse como el estudio de la construcción
social de los procesos psicológicos.
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2. La genealogía de la psicología social

2.1. Los antecedentes: Vico y los significados compartidos

Como es natural, existen diferentes versiones del origen de la psicología social.


Resulta bastante frecuente entre los psicosociólogos remontar esta disciplina
a la época de la Grecia clásica y remitir a las obras de Platón y de Aristóteles
para encontrar los primeros esbozos de una consideración psicosociológica del
ser humano. Dejando a un lado estas obligadas referencias a la antigüedad,
muchos psicólogos sociales coinciden en situar el inicio de la psicología social
hacia mediados del siglo XIX, y algunos ven en la obra del filósofo francés
Auguste�Comte, padre del positivismo, las primeras definiciones de la disci-
plina. Pero también pueden tomarse otros puntos de referencia y, por nuestra
parte, nos parece que la obra del filósofo italiano Giambattista�Vico, del siglo
XVIII, constituye un punto de partida mucho más interesante para ubicar los
primeros pasos de la disciplina.

La importancia de la historia

"[...] una ciencia social que asuma que puede romper con el pasado desde el que ha surgido
perderá inevitablemente la perspectiva del futuro hacia el que debería tender."

Serge Moscovici (Ed.). (1986). Changing conceptions of leadership. New York: Springer Ver-
lag.

En efecto, Giambattista Vico desarrolló una serie de conceptos que posterior-


mente fueron claves para la psicología social. En primer lugar, Vico desarrolló
la idea según la cual las sociedades presentan una dimensión�histórica inelu-
dible: se constituyen, evolucionan y cambian en el transcurso de la historia.
Esta idea, que hoy nos parece tan sencilla y evidente, requirió, en cambio,
muchos esfuerzos para constituirse y ser comúnmente aceptada, porque el ca-
rácter concreto de la sociedad se halla tan presente en la persona, que nace y
se desarrolla como si siempre hubiera existido y fuera inmutable.

Vico también insistió en el carácter construido de la sociedad. Para él, la so-


ciedad es un producto puramente humano que resulta de la actividad desa-
rrollada por los individuos. Esta idea, que hoy aceptamos fácilmente, también
fue de difícil elaboración. La sociedad parece tan insensible a los efectos que
pueden resultar de la actividad de una persona particular, que resulta difícil
vincular su existencia con las personas concretas que la constituyen. Lo más
razonable consistía, por lo tanto, en situar su origen y nacimiento fuera del
ámbito de las actividades humanas, por ejemplo, en la voluntad de los dioses.

Vico Giambattista (Nápoles, 1668-1744)

Filósofo italiano, autodidacta, fue profesor de Retórica en la Universidad de Nápoles.


Convirtió el racionalismo en un historicismo, al presentar la razón como una realidad
© FUOC • P08/80500/00571 19 El cómo y el porqué de la psicología social

que actúa por sí misma con una inagotable fecundidad creadora. El propósito de su gran
obra Principio di una scienza nuova de intorno alla comune naturaleza delle nazioni (1725)
era mostrar el papel fundamental agente de las ideas en la historia, el lugar de realización
del hombre, y de buscar el verdadero conocimiento de la naturaleza humana.

Conocemos mejor lo que hemos construido nosotros mismos

"... el mundo de la sociedad civil ha sido construido, sin lugar a dudas, por los hombres...
Por lo tanto, hay que buscar sus principios en las modificaciones de la mente humana.
Cualquiera que reflexione al respecto sólo puede maravillarse del hecho de que los filó-
sofos hayan puesto todos sus esfuerzos en el estudio del mundo natural que solamente
Dios puede conocer, ya que él es quien lo ha creado, y que hayan dedicado, en cambio,
tan pocos esfuerzos al estudio del mundo de las naciones, o mundo civil, ya que, a causa
de haberlo creado los mismos seres humanos, pueden llegar a conocerlo".

Giambattista Vico (1729). La nueva ciencia. Barcelona: Planeta, 1973.

Pero Vico investigó sobre todo la manera como se iban constituyendo las sig-
nificaciones�compartidas, que constituyen el fundamento de una sociedad y
sin las cuales no sería posible la interacción entre quienes la integran. Vico nos
explica, de una manera que hoy podemos considerar simplista pero que reve-
la una profunda sensibilidad psicosocial, cómo se constituyeron los primeros
significados compartidos a partir de las reacciones comunes que presentaban
los seres humanos ante los acontecimientos naturales. Por ejemplo, ante los
truenos y los relámpagos de una tormenta, corrían a refugiarse en cuevas y
otros refugios, de manera que desarrollaron conjuntamente una misma acti-
vidad en un mismo momento y ante estímulos idénticos. Estas reacciones co-
munes, con los gestos y las conductas que implicaban, fueron estableciendo
poco a poco las bases para construir códigos de comunicación y significados
compartidos.

2.2. Formación de la psicología social en la Europa del siglo XIX

Todavía debemos esperar casi un siglo desde la publicación de la obra pionera


de Vico para que la psicología social empiece a constituirse como un campo de
estudio claramente diferenciado. En realidad, esto no sucede hasta la segunda
mitad del siglo XIX, con una serie de estudios realizados en diferentes países
europeos. Desde el primer momento se vislumbran dos grandes orientaciones:
una centrada en el�individuo y en los determinantes innatos de las conduc-
tas sociales, y otra centrada en las grandes�colectividades�humanas y en los
determinantes culturales de las mencionadas conductas.

En el marco de la primera de estas orientaciones se pone énfasis en los instin-


tos�sociales que empujan al individuo a desarrollarse como ser social, buscan-
do el contacto con sus congéneres (instinto gregario) y aprendiendo las pautas
del comportamiento social (instinto de imitación). La otra orientación pone
el acento en los factores�culturales�que regulan la socialización de las perso-
nas y que marcan su vida social, prestando una atención muy particular a la
sedimentación de la historia de los pueblos en sus lenguas, sus creencias y sus
tradiciones culturales. Por ejemplo, desde esta segunda perspectiva Wilhelm
Wundt desarrolla a finales del siglo XIX y comienzos del XX una obra muy
Wilhelm Wundt
importante y voluminosa sobre la psicología de los pueblos.
© FUOC • P08/80500/00571 20 El cómo y el porqué de la psicología social

2.3. El desarrollo de la psicología social en EE.UU.

Aunque se va perdiendo poco a poco el interés por unos supuestos instintos


sociales, gran parte de la psicología social mantiene la preocupación por los
fenómenos individuales, hecho que dará lugar a lo que algunos autores han
denominado la psicología�social�psicológica�(PSP), que conocerá un impor-
tante desarrollo en EE.UU. durante el siglo XX y que influirá, a partir de este
momento, sobre la psicología social desarrollada en otros lugares del mundo.

Paralelamente a la psicología social psicológica se desarrolla, también en


EE.UU., una psicología�social�sociológica�(PSS), más próxima a los plantea-
mientos de Wundt, pero que no alcanza un grado de difusión parecida al de la
PSP; esta corriente queda circunscrita básicamente al ámbito de la sociología.

La diferencia entre estas dos psicologías sociales en cuanto a enfoques teóricos


resulta clara. Mientras que en la primera se toma los fenómenos sociales y a los
individuos como unidad de análisis y se estudian especialmente la conducta
social y el impacto de los estímulos sociales en los procesos psicológicos, en
la otra orientación se toman la interacción social y la dimensión social como
unidades de análisis, y se estudian sobre todo las características de la vida co-
lectiva y su repercusión en la configuración social de las personas.

Junto con estas diferencias de naturaleza teórica también se manifiestan dife-


rencias metodológicas. Mientras que la PSP recurre con frecuencia a la experi-
mentación en laboratorio o a diseños experimentales en situaciones naturales,
la PSS se inclina por los estudios de campo, la observación sistematizada y la
recogida de datos en situaciones de la vida cotidiana.

La separación y, en ocasiones, el enfrentamiento entre estas dos perspectivas


se ha atenuado después de la importante crisis por la que pasó la PSP a finales
de los sesenta. Como consecuencia de esta crisis, parte de la PSP se ha acercado
a los planteamientos de la PSS y ha desarrollado una tercera vía, que intenta
superar la división disciplinar entre psicología y sociología, restituyendo a la
dimensión social toda la importancia que tiene en el análisis psicosocial y res-
catando el papel fundamental del lenguaje en la construcción de los fenóme-
nos psicológicos. Esta tercera vía ha recibido el nombre de psicología�social
construccionista�(PSC).

La rápida exposición de la genealogía de la psicología social que acabamos de


leer nos ha hecho sobrevolar en pocos párrafos más de dos siglos de historia
hasta llegar al momento actual. Es necesario remontarnos, ahora, a los inicios
de la disciplina, para estudiar más detenidamente cuáles fueron los grandes
temas que ocuparon la atención de los primeros investigadores y que favore-
cieron la progresiva constitución de la psicología social.
© FUOC • P08/80500/00571 21 El cómo y el porqué de la psicología social

2.4. Los temas fundacionales: instintos sociales, imitación,


sugestión y fenómenos colectivos

1)�Los�instintos

En la segunda mitad del siglo XIX, época en la que la psicología social fue to-
mando forma, la influencia de los escritos de Darwin resultó muy importante.
Este hecho explica que, por analogía con lo que sucede en el resto de especies
animales, la psicología social prestara una gran atención, igual que toda la
psicología, a la cuestión de los instintos, y que intentara explicar la conducta
de los seres humanos en términos de diferentes instintos sociales que mueven
a las personas.

Cita

Los instintos que supuestamente hemos heredado. En la obra de 1871 sobre el origen
del hombre, C.R. Darwin decía lo siguiente: "Si consideramos al hombre como animal
social, es muy probable que deba heredar determinadas tendencias a guardar fidelidad a
los compañeros y a someterse al jefe de la tribu, ya que ambas cualidades son propias de
la mayoría de los animales sociales. Bajo la influencia de esta herencia estará dispuesto a
salir en defensa de sus camaradas en convivencia con el resto y a prestarles colaboración
en cualquier circunstancia, siempre que no sea en un detrimento excesivo de su propio
bienestar o de sus aspiraciones más profundas."

Charles R. Darwin (1871). El origen del hombre.

Detrás de cada fenómeno psicosocial se buscaba el instinto que lo producía.


De aquí viene que se hable del instinto�gregario para explicar que las personas
tienden a buscar la compañía de sus semejantes, del instinto�agresivo para
dar cuenta de la hostilidad interpersonal o intergrupal, del instinto�altruista
para explicar la solidaridad entre las personas, etc. Así pues, la tendencia a
buscar la explicación de los fenómenos sociales en las características innatas
de las personas se encuentra muy presente en los primeros momentos de la
psicología social.

¿Qué instintos?

Para el psicosociólogo William McDougall, los principales instintos eran los siguientes:

"El instinto de huida y la emoción del miedo. El instinto de repulsión y la emoción


del disgusto. El instinto de la curiosidad y la emoción de la sorpresa. El instinto de la
pugnacidad y la emoción de la ira. Los instintos de autorrebajarse (o sujeción) y el de
autoafirmación (o exhibición de sí mismo), y las emociones de la sujeción y del gozo
(o sentimiento negativo y positivo). El instinto paternal y la emoción de la ternura. El
instinto de reproducción. El instinto gregario. El instinto de adquisición. El instinto de
construcción."

William McDougall (1910). An introduction to social psychology. London: Methuen.

McDougall nos proporcionaba en esta misma obra una definición clara de los instintos:

"Así pues, podemos definir un instinto diciendo que representa una disposición psicofí-
sica heredada o innata que lleva a su poseedor a percibir objetos de una determinada clase
y a prestar atención, a experimentar excitación emocional de una determinada calidad
al percibir un determinado objeto y a actuar de una manera particular o, cuando menos,
a experimentar un impulso al ejecutar tal acción."
© FUOC • P08/80500/00571 22 El cómo y el porqué de la psicología social

No obstante, la moda intelectual favorecida por los trabajos de Darwin fue


perdiendo fuerza poco a poco, y la referencia a los instintos desapareció pro-
gresivamente de los planteamientos psicosociológicos, así como de los plan-
teamientos psicológicos en general.

2)�La�imitación

Otro de los grandes temas fundacionales de la psicología social es el fenómeno


de la imitación. La observación de la conducta de los niños conduce a los pri-
meros psicólogos sociales, entre los que conviene destacar muy especialmen-
te a Gabriel Tarde, a ver en el fenómeno de la imitación la explicación de la
manera como los seres humanos aprenden a desarrollar las conductas consi-
deradas "normales" y deseables en su sociedad. Se trata, en realidad, de un pri-
mer intento de explicar el fenómeno de la socialización, es decir, el mecanis-
mo mediante el cual los individuos que nacen en una sociedad interiorizan
los valores, las creencias, los esquemas relacionales y las pautas de comporta-
miento propios de esta sociedad, de manera que se permite que, generación
tras generación, se mantengan y se reproduzcan las características básicas de
la sociedad. Los adultos, que ya han interiorizado las normas sociales vigentes,
se erigen en el modelo que imitan los niños y, de esta manera, los niños se
erigen a su vez en personas adaptadas e integradas en la sociedad.

Aprendemos imitando

"El material de que se alimenta el niño se encuentra en el almacén de actividades ya


elaboradas, de maneras, de modelos, de organización, etc., que posee la sociedad. Eso
sirve de elementos estimulantes, de puntos de referencia... el niño debe poder aprender...
tiene que ser capaz de imitar..."

James M. Baldwin (1902). Social and ethical interpretations in mental development. New York:
Macmillan.

El interés por la imitación permaneció durante muchos años en la psicología


social, pero fue dejando paso, poco a poco, a planteamientos más sofistica-
dos en términos de aprendizaje social. Las teorías del aprendizaje social pre-
tenden explicar este mismo fenómeno de la socialización y la reproducción
social, pero salvando algunos de los escollos con los que topaba el concepto
de imitación, como por ejemplo: ¿por qué imitan los niños? o ¿por qué no se
interioriza todo lo que se imita, es decir, tanto las conductas deseables como
los malos ejemplos? O, finalmente, ¿cómo se pasa de la simple imitación a la
apropiación de una pauta de conducta?

3)�La�sugestión
© FUOC • P08/80500/00571 23 El cómo y el porqué de la psicología social

La preocupación por el fenómeno de la socialización orientó los primeros pa- La sugestión


sos de la psicología social hacia el estudio de otro fenómeno tan importante
Mediante la sugestión se pre-
como la imitación: el fenómeno de la sugestión. tende explicar la manera que
tienen las personas de amol-
darse al contexto social y aca-
En los primeros estudios sobre la imitación, el papel desarrollado por el adul- ban reproduciendo caracterís-
ticas sometiéndose a las indi-
to es esencialmente pasivo. Se limita a figurar como un modelo que el niño caciones y a las exigencias de
los otros, es decir, endefinitiva,
intenta imitar con más o menos acierto; en esta facultad de imitar descansa a las exigencias de la sociedad.
la posibilidad misma del proceso de reproducción social. Tomar en considera-
ción la sugestión invierte los papeles: el adulto pasa a desempeñar el rol acti-
vo, mientras que el niño se convierte en un receptor pasivo de las influencias
ejercidas por quienes lo rodean. Pero el resultado, finalmente, es el mismo.

Los primeros trabajos sobre la sugestión no eran ajenos a la influencia que


ejercían en la época los trabajos y las polémicas en torno a la hipnosis, fenó-
meno que se había puesto de moda en los círculos intelectuales y que mostra-
ba cómo podía obligar una persona a otra a adoptar ciertas conductas o asumir
ciertas maneras de ser sin que ésta última fuera consciente del hecho de que
alguien había doblegado su propia voluntad. La proximidad entre los concep-
tos de sugestión y de hipnosis indica que el proceso que está en juego no es
un proceso de obligación y de obediencia, sino que se trata de un proceso de
inducción en el que el sujeto no percibe que se le ha impuesto una conducta
y mantiene el sentimiento de que domina sus propias actuaciones, aunque le
hayan sido dictadas por los demás. A través del fenómeno de la sugestión se
estudiaba, sin que quedara explícitamente formulado, la manera como la so-
ciedad consigue imponer las pautas de actuación socialmente establecidas sin
que las personas sean realmente conscientes de esta imposición, de manera
que puedan conservar, por lo tanto, el sentimiento de que las asumen por sí
mismas.

Tendencia hacia el individuo

Estas dos citas reflejan claramente la evolución de la psicología social hacia el estudio de
unidades cada vez más alejadas de la dimensión social:

"[...] La psicología social en América pronto dejó de ser genuinamente social y se centró
en el comportamiento de los individuos". Robert�Farr (1986). The Social Psychology of
William McDougall. En Carl F. Graumann; Serge Moscovici (Ed.), Changing concepciones
of crowd mind and behavior. New York: Springer-verlag.

De una manera más contundente, Graumann declara que la evolución de la psicología


social desembocó en "la individualización de lo social y la desocialización del individuo".

C.F. Graumann, en el libro mencionado anteriormente.

En la línea de los trabajos desarrollados por el psicólogo Alfred� Binet, que


dieron lugar al influyente libro titulado La Sugestión, la psicología social fue
profundizando en este fenómeno, aunque abandonó poco a poco el término
sugestión y lo sustituyó por el concepto más amplio de influencia social. De esta
manera se abrió una de las líneas de investigación más importantes de la dis-
ciplina. Los estudios sobre influencia social abrazaron progresivamente todas
las situaciones en que las personas adoptan el punto de vista expresado por
© FUOC • P08/80500/00571 24 El cómo y el porqué de la psicología social

los demás o se aproximan a ellas, así como las situaciones en que las personas
adoptan tanto las conductas desarrolladas por los demás, como su manera de
ser, o se aproximan a ellas.

4)�Los�fenómenos�colectivos

Junto con el interés por la imitación y por la sugestión como mecanismos


de la socialización, también se manifestó en la naciente psicología social un
gran interés por los fenómenos�colectivos y por las conductas de las masas. El
estudio de los fenómenos colectivos dio lugar a la preocupación por conocer
las producciones colectivas de los pueblos, como las tradiciones culturales,
las peculiaridades lingüísticas, los mitos y las creencias colectivas, los hábitos
de todo tipo. Esta línea de investigación queda ejemplarizada en la obra de
Wilhelm Wundt sobre la psicología de los pueblos y, un poco más tarde, en las
obras de los primeros interaccionistas simbólicos, enfocadas hacia el estudio
de los mecanismos mediante los cuales se construye y se mantiene el orden
social de los grandes colectivos sociales.

La 'infrahumanidad' de las masas

"Todavía más, por el solo hecho de que forma parte de una multitud organizada, un
hombre baja algunos peldaños en la escalera de la civilización. Aislado, puede ser un
individuo cultivado; como parte de una multitud es un bárbaro; es decir, una criatura
que actúa por instinto. Posee la espontaneidad, la violencia, la ferocidad y también el
entusiasmo y el heroísmo de los seres primitivos a los que tiende, además, a parecerse,
por la facilidad con la que él mismo se deja impresionar con palabras e imágenes –que
podrían estar totalmente sin acción en cada uno de los individuos aislados que componen
la multitud– y ser inducido a cometer actos contrarios a sus intereses más obvios y a sus
hábitos más conocidos. Un individuo en una multitud es como un grano de arena que
el viento mueve como quiere."

Gustave Le Bon (1983). La Psicología de las masas. Madrid: Morata.


© FUOC • P08/80500/00571 25 El cómo y el porqué de la psicología social

Conocer para transformar

Esta cita del psicosociólogo Kenneth Gergen ilustra el cambio que se ha producido en
la psicología social. En efecto, K. Gergen declara que las teorías sicosociológicas deben
tener "la capacidad de cuestionar las asunciones dominantes de la cultura, de plantear
reconsideraciones de lo que se da como evidente y generar de esta manera nuevas alter-
nativas para la acción social".

Kenneth Gergen (1989). La psicología moderna y la retórica de la realidad. En Tomás


Ibáñez (Ed.), El conocimiento de la realidad social. Barcelona: Sendai.

Como parte del interés por los fenómenos colectivos, también se manifestó
una notable preocupación por estudiar las conductas�de�las�masas. La fuerte
irrupción de las masas en la escena social que, después de la Revolución Fran-
cesa, se volvió a producir en el año 1871 durante la revuelta de la Comuna
de París, llamó la atención de muchos pensadores. Así es como uno de ellos,
Gustave Le Bon, desarrolló un influyente tratado sobre la psicología de las ma-
sas en el que intentaba dilucidar los mecanismos psicológicos que intervenían
en las actuaciones colectivas. En este tratado, Le�Bon atribuía a las masas un
efecto de despersonalización de los individuos que los impulsa a liberar los
instintos más primarios. Convertido en un ser anónimo, el individuo se deja
influir con mucha facilidad por los estados anímicos y las conductas de las
otras personas presentes en la masa, así como por las consignas y actuaciones
de los líderes que emergen en la confusión de las congregaciones masivas.

Lecturas complementarias

José Ramón Torregrosa; Eduardo Crespo (Ed.). (1984). Estudios básicos de Psicología Social.
Barcelona: Hora.

Esta obra presenta un conjunto de textos considerados clásicos en psicología social acom-
pañados de una interesante introducción histórica realizada por el primer autor.

Frederic Munné (1994). La Psicología Social como ciencia teórica. Barcelona: PPU.

Josep M.a Blanch (1982). Psicologías Sociales. Aproximación histórica. Barcelona: Hora.

Estos dos últimos libros presentan una panorámica de la psicología social que pone el
énfasis en la constitución histórica de la disciplina.

En el desarrollo posterior, la psicología social se aleja progresivamente del in-


terés por las masas, no sólo porque quedó patente que los estudios realizados
por Le Bon y sus contemporáneos contenían muchos prejuicios y reflejaban
los estereotipos que presentaba la burguesía en relación con las manifestacio-
nes populares, sino también porque la psicología social se fue centrando ca-
da vez más en unidades de análisis más reducidas. De esta manera, descendió
desde el ámbito de los fenómenos colectivos al de los pequeños grupos y de
las relaciones interpersonales hasta situarse, finalmente, en el campo de los
fenómenos�individuales.

Después de examinar cuáles fueron los primeros temas que favorecieron la


constitución de la psicología social como disciplina diferenciada de las disci-
plinas más próximas, es difícil no darse cuenta de que en sus primeras etapas
estaba más preocupada por los mecanismos de reproducción y conservación
de la realidad social establecida que por los mecanismos del cambio social, y
que reflejaba un determinado temor ante las manifestaciones populares sus-
© FUOC • P08/80500/00571 26 El cómo y el porqué de la psicología social

ceptibles de trastocar el orden social reinante. Quizá resulta útil contraponer


esta primera época de la psicología social a sus orientaciones actuales, sobre
todo en la vertiente socioconstruccionista, que ponen el énfasis en la trans-
formación social e individual y que abogan por construir nuevas relaciones
sociales y nuevas maneras de ser.
© FUOC • P08/80500/00571 27 El cómo y el porqué de la psicología social

3. Las grandes orientaciones teóricas de la psicología


social

En el apartado anterior hemos visto que la psicología social nunca ha sido una
disciplina unitaria y homogénea, sino que durante mucho tiempo coexistie-
ron dos psicologías sociales, la psicología�social�psicológica (PSP) y la psico-
logía social sociológica (PSS), y una tercera psicología social que se creó des-
pués de los años setenta, la psicología� social� construccionista (PSC). Pero
sería una falacia creer que estos tres bloques son, a su vez, homogéneos, ya que
dentro de cada uno se manifiestan diferentes orientaciones que contribuyen a
complicar el panorama de la psicología social, pero que también lo enriquecen
y lo aproximan a la complejidad de la realidad social. Ahora daremos cuenta
de las principales orientaciones que podemos encontrar en las diferentes psi-
cologías sociales.

3.1. El interaccionismo simbólico

El interaccionismo simbólico (IS) es, sin duda, la corriente dominante en la


PSS. EL IS nació de los trabajos de George Herbert Mead a comienzos del siglo
XX y se asienta sobre tres premisas básicas:

El interaccionismo simbólico

Herbert Blumer define de la siguiente manera el interaccionismo simbólico:

"La expresión interacción simbólica hace referencia, sin duda, al carácter peculiar y distinto
de la interacción, tal como se produce entre los seres humanos. Su peculiaridad reside
en el hecho de que estos seres humanos interpretan o definen las acciones ajenas, sin
limitarse únicamente a reaccionar. Su respuesta no se elabora directamente como conse-
cuencia de las acciones de los demás, sino que se basa en el significado que otorgan a
estas acciones. De esta manera, la interacción humana se ve mediatizada por el uso de los
símbolos, la interpretación o la comprensión del significado de las acciones del prójimo.
En el caso del comportamiento humano, tal mediación equivale a intercalar un proceso
de interpretación entre el estímulo y la respuesta."

Herbert Blumer (1982). El interaccionismo simbólico: perspectiva y método. Barcelona: Hora.

1)� La� importancia� de� los� significados: el ser humano no actúa tanto con
relación a las supuestas características objetivas de los objetos con los que se
relaciona, como sobre la base del significado que atribuye a los mencionados
objetos. Por lo tanto, resulta fundamental conocer cuál es la interpretación
subjetiva que una persona hace de una situación si queremos entender su con-
ducta en esta situación.

La creación de los objetos

"El�hombre�vive�en�un�medio�simbólico�tanto�como�en�un�medio�físico, y puede ser


estimulado a actuar tanto por símbolos como por estímulos físicos. Un símbolo se define
como un estímulo que tiene un significado aprendido y un valor para la gente, y la res-
puesta del hombre al símbolo se efectúa en términos del significado y el valor que tienen,
en lugar de en términos de la estimulación física de los órganos sensoriales. Por poner
un ejemplo sencillo: una silla no es simplemente una colección de estímulos visuales,
© FUOC • P08/80500/00571 28 El cómo y el porqué de la psicología social

auditivos y táctiles, sino que significa un objeto en el que la gente puede sentarse. Si uno
se sienta, el objeto responderá dándole asiento. Tiene un valor para este propósito. Un
significado es equivalente a una definición acertada de diccionario, que se refiere a la
manera como la gente utiliza realmente un término en su conducta. El valor es la atrac-
ción o la repulsión aprendida que siente hacia el significado. Un símbolo es un acto�in-
cipiente�o�condensado en el que las etapas posteriores, que implican tanto elementos de
sentido como de valor, ya están implicadas en la primera etapa. De la misma manera que
el símbolo silla implica el confort físico, la oportunidad de llevar a cabo ciertas cosas que
se hacen mejor sentado y de otros resultados parecidos de sentarse en una silla, hay que
entender, como Mead señala, que el lenguaje no simboliza simplemente una situación
o un objeto que ya está; hace posible la existencia o la aparición de esta situación o este
objeto, ya que es parte del mecanismo mediante el cual la situación o el objeto se crean".

Arnold M. Rose (ed.) (1971). Human Behavior and Social Processes. An Ineractionist Approach.
London: Routledge & Kegan Paul.

2)�La�importancia�de�la�interacción�social: los objetos no llevan los signifi-


cados en sí mismos, sino que emergen a partir del intercambio y de las rela-
ciones con las otras personas. Nuestra forma de interpretar la realidad se forja
en la interacción con los demás.

3)�La�importancia�del�carácter�activo�de�la�persona: cuando decimos que los


significados se forman mediante nuestra relación con los demás, no decimos
que son los demás quienes nos indican o nos transmiten estos significados,
sino que somos nosotros mismos quienes los elaboramos, aunque para ello
resulte necesaria la interacción con los demás. En efecto, la persona ejerce
un papel activo, seleccionando, transformando, negociando los significados
adecuados en función de las acciones que pretende desarrollar en las diferentes
situaciones.

A partir de estos supuestos básicos, se han desarrollado en el pasado y se desa-


rrollan actualmente muchas e interesantes investigaciones sobre una extensa
gama de fenómenos psicosociales, como la construcción de la identidad social.

En el marco de la PSP reseñaremos ahora tres orientaciones cuya influencia ha


variado según las épocas: la�orientación�conductista,�la�orientación�psicoa-
nalítica�y�la�orientación�cognitiva.

3.2. El socioconductismo

La�orientación�conductista recoge, de hecho, un conjunto muy diversifica-


do de teorías, a veces bastante contrapuestas, pero que tienen en común una
misma insistencia sobre la necesidad de estudiar los comportamientos obser-
vables de las personas y de explicarlos en función de unos fenómenos también
observables.

El conductismo
John B. Watson
La definición de la psicología que proporcionó John Broadus Watson, el padre del con-
ductismo, fue adoptada por algunos investigadores en el estudio del comportamiento
social:

"La psicología desde el punto de vista conductista es una rama experimental puramen-
te objetiva de la ciencia natural. Su objetivo teórico es la predicción y el control de la
conducta. Las formas de introspección no son parte esencial de sus métodos, ni el valor
científico de sus datos depende de la disposición con que se prestan a sí mismos a inter-
© FUOC • P08/80500/00571 29 El cómo y el porqué de la psicología social

pretación en términos de conciencia. El conductista, en los esfuerzos para obtener un


esquema unitario de la respuesta animal, no reconoce ninguna línea divisoria entre el
hombre y la bestia. La conducta del hombre, con todo su refinamiento y su complejidad,
forma solamente una parte del esquema total conductista de investigación".

John Broadus Watson (1913). "Psychology as the behavior views it" Psychol. Rev. (núm.
20).

Así, por ejemplo, el conductismo considera que, para predecir la conducta que
desarrollará una persona, hay que conocer, por una parte, las características
concretas de la situación en la que se encuentra y conocer, por la otra, la ex-
periencia previa que ha tenido la persona con estas características o con ca-
racterísticas similares. La idea básica es que, mediante estas experiencias�pre-
vias, la persona aprende a establecer determinadas relaciones estables entre
las características de una situación (estímulos) y las conductas adecuadas a las
mencionadas características (respuestas). Es comprensible que, a partir de es-
tos supuestos, los conductistas interesados en la psicología social hayan dedi-
cado muchos de sus esfuerzos a dilucidar los procesos de aprendizaje social
mediante los cuales las personas consiguen desarrollar las pautas de compor-
tamiento adecuadas a su vida social.

3.3. Orientación psicoanalítica

La�orientación�psicoanalítica se inspira obviamente en las formulaciones de


Sigmund Freud para explicar los fenómenos psicosociales. El mismo Freud
desarrolló importantes análisis psicosociales sobre la constitución de los gru-
pos sociales, las relaciones interpersonales y los fenómenos de liderazgo. Sus
seguidores también realizaron contribuciones importantes en la psicología so-
cial, estudiando, por ejemplo, la formación del autoritarismo como rasgo de
personalidad. Sin embargo, la principal aportación del psicoanálisis a la psi-
cología social no proviene tanto de las investigaciones realizadas por los se-
guidores de esta corriente teórica, como de las huellas que las formulaciones
de Freud han dejado en los conocimientos de los psicólogos sociales y en el
conocimiento culto en general.
S. Freud
Psicología social y psicología

"En la vida de un individuo, el otro ejerce el papel de un modelo, de un objeto, de un


socio o de un adversario; o sea, que de alguna manera la psicología individual es también
desde el inicio una psicología social."

Sigmund Freud (1921/1973). La Psicología de las masas y el análisis del Yo. Madrid: Biblio-
teca Nueva.

3.4. La Gestalt theory y el sociocognitivismo

La�orientación�cognitiva

Mucho antes de que se produjera la revolución cognitiva en psicología, la psi-


cología social prestaba ya una atención particular a los procesos cognitivos
y participaba de unas formulaciones de indudable carácter cognitivista. Este
hecho se debe, posiblemente, al impacto que tuvo la teoría de la Gestalt, o la
© FUOC • P08/80500/00571 30 El cómo y el porqué de la psicología social

teoría de la forma, en psicología social, así como a la dificultad de analizar las


relaciones interpersonales sin que intervinieran atribuciones de intenciones,
interpretación de significados, representación del otro y otros aspectos de ca-
rácter escasamente conductual y fuertemente mental.

La orientación cognitiva se centra en el estudio de los procesos inferenciales


que caracterizan el pensamiento humano y, en el campo de la psicología social,
analiza el impacto que representan los factores sociales en los mecanismos y
en los resultados de la actividad intelectiva. A partir de los años sesenta, esta
orientación teórica ha ido suplantando poco a poco la influencia que tenían
las orientaciones conductistas, y se ha convertido en la principal orientación
de la psicología social convencional.

El pensamiento social

"... el término cognición se refiere a todos aquellos procesos mediante los cuales la entrada
sensorial se transforma, se reduce, se elabora, se almacena y se usa".

Ulrich Neisser (1976). Psicología Cognitiva. México: Trillas.

En el campo de la psicología social, esta formulación se traduce de la siguiente manera:


"El estudio de la cognición social hace referencia a la manera como las personas dan
cuenta de las otras personas y de sí mismas. Se centra en la comprensión que tienen las
personas de la vida cotidiana... Se refiere, por lo tanto, a la manera como las personas
piensan sobre el mundo social..."

Susan T. Fiske y Shelley E. Taylor (1984). Social Cognition. London: Addison-Wesley.

3.5. Socioconstruccionismo

Para acabar este apartado, todavía nos queda ver la PSC, o psicología�social
construccionista. Si hemos utilizado, al final del párrafo anterior, la expresión
psicología social convencional es porque al final de los años sesenta se comenzó
a desarrollar una serie de enfoques alternativos que pretendían situarse en
una postura crítica con respecto a la psicología social en uso y que pretendían
configurar una nueva forma de entender la disciplina. Gran parte de estos
enfoques alternativos pueden reagruparse bajo la denominación de psicología
social construccionista.

Lecturas recomendadas

• Para la orientación conductista: Robert B. Zajonc (1967). La Psicología Social: estudios


experimentales. Alcoy: Marfil.

• Para la orientación interaccionista simbólica: Herbert Blumer (1982). El interaccionis-


mo simbólico. Barcelona: Hora.

• Para la orientación psicoanálitica: Sigmund Freud (1921). La Psicología de las masas y


el análisis del Yo. Madrid: Biblioteca Nueva, 1973.

• Para las orientaciones cognitivas: Gabriel Mugny; Juan Pérez (1988). Psicología Social-
del Desarrollo cognitivo. Barcelona: Anthropos.

Construccionismo social

"El construccionismo social se propone dilucidar básicamente los procesos mediante los
cuales las personas consiguen describir, explicar y, en definitiva, dar cuenta del mundo
en que viven... Los términos en que se comprende el mundo son artefactos sociales que
© FUOC • P08/80500/00571 31 El cómo y el porqué de la psicología social

resultan de los intercambios, siempre históricamente situados, entre las personas. Desde
el construccionismo se considera que los términos de esta comprensión no provienen
automáticamente de las características propias de la naturaleza, ni tampoco de nuestra
conformación genética. Son el resultado de un proceso activo y cooperativo que se da
en la relación interpersonal... Desde esta perspectiva, la investigación social ya no corre
el riesgo de limitarse a ser una actividad secundaria, preocupada solamente de elaborar
las implicaciones sociales de los fenómenos psicológicos más fundamentales... El núcleo
explicativo de la acción humana deja de ubicarse en las interioridades de la mente para
pasar a situarse en la estructura y el proceso del intercambio humano. Las explicaciones
ya no se formulan aludiendo a un determinado estado o proceso psicológico, sino con-
siderando las relaciones entre las personas."

Kenneth Gergen (1985). "The social constructionist inquiry: context and implications."
En Kenneth Gergen; Keith Davies (Ed.), The social construction of the person. New York:
Springer-Verlag.

La psicología social construccionista reanuda, en buena medida, las premisas


del interaccionismo simbólico (IS), ya que concede gran importancia a la di-
mensión subjetiva de la realidad social, a los significados y a la consideración
de la actividad del individuo. Pero esta orientación acentúa todavía más el pa-
pel que ejerce el lenguaje en la formulación de la realidad psicológica, a la vez
que extiende la consideración del papel del lenguaje a las teorías elaboradas
por los psicólogos y muestra cómo inciden las convenciones puramente lin-
güísticas en los conocimientos que elaboran las ciencias humanas y sociales.

El construccionismo social presta atención al hecho de que la realidad social y


todo lo que la compone se�construye intercediendo literalmente en las prácti-
cas sociales concretas que desempeñan las personas y los colectivos en la vida
cotidiana. Al mismo tiempo, la realidad social construida por estas prácticas
revierte en ellas mismas y define el marco de posibilidad. Esta dependencia
entre el marco social que incide sobre nuestras actividades y las actividades
que inciden, a su vez, sobre la conformación del marco social han sido teori-
zadas por el sociólogo Anthony Giddens con el nombre de dualidad estructural.
La insistencia en el papel constructivo de las prácticas sociales desemboca in-
mediatamente en el reconocimiento de la historicidad de lo social, ya que éste
emerge de unas prácticas que se modifican necesariamente en el transcurso
de los acontecimientos sociales. Dicho de una manera lapidaria, nuestras cos-
tumbres producen cosas, y estas cosas modifican las costumbres que las han
producido.

Lecturas recomendadas

• Para la orientación construccionista: Tomás Ibáñez (1994). Psicología Social Construc-


cionista. Guadalajara: Universidad de Guadalajara.

• Para una perspectiva general: Morton Deutsch; Robert M. Krauss (1980). Teorías en
Psicología Social. Buenos Aires: Paidós.

Desde esta perspectiva, que va adquiriendo una influencia creciente en la psi-


cología social, queda claro que, cambiando las costumbres, los seres humanos
tienen la posibilidad de cambiar la sociedad que resulta de ellas y de cambiarse
a sí mismos.
© FUOC • P08/80500/00571 32 El cómo y el porqué de la psicología social

4. ¿Para qué sirve la psicología social?

Cuando se formula la pregunta sobre la utilidad práctica que pueden tener de-
terminados conocimientos científicos, aparece, inmediatamente, la gran dico-
tomía entre investigación�básica e investigación�aplicada. Sin embargo, no
siempre resulta fácil mantener esta diferenciación en el campo de las ciencias
sociales y humanas. El influyente psicólogo social Kurt Lewin aseveró una vez,
con gran acierto, que "nada es más práctico que una buena teoría". Si esto es
efectivamente de esta manera, y nos inclinamos a pensar que efectivamente lo
es, se difumina la frontera entre las actividades que conducen a elaborar cono-
cimientos y las actividades enfocadas a resolver problemas prácticos de la vi-
da cotidiana. Esta difuminación resulta todavía más patente si consideramos,
junto con Lewin, que, mediante la intervención activa en la resolución de pro-
blemas prácticos, se pueden constituir determinados conocimientos teóricos.
El mismo Lewin desarrolló un planteamiento que, con el nombre de investiga-
ción/acción incitaba a los psicólogos sociales a involucrarse en la resolución de
los problemas sociales para provocar, así, el avance del conocimiento teórico.

Resolver problemas

"... La investigación básica apunta y se dirige hacia la acumulación de conocimiento sobre


algunos principios, fundamentalmente de la conducta, mientras que la investigación
aplicada pretende suministrar alguna ayuda a la solución de un problema".

L. Bickman (Ed.). (1980). Applied Social Psichology Annual. Beverly Hills: Sage.

4.1. Intervención en los problemas sociales

A pesar de estas consideraciones, podemos mantener una diferenciación entre


el ámbito de las aplicaciones del saber y el ámbito de la producción del saber,
aunque sólo sea para dar cuenta de la mayor o menor implicación del psicó-
logo social en los problemas concretos de su sociedad.

Aceptando, con las reservas mencionadas, la distinción entre el elemento bá- La psicología social, desde los primeros
momentos, contribuyó a resolver problemas
sico y el aplicado, no hay duda de que la psicología social se preocupó desde sociales como la discriminación.

sus primeros momentos no sólo de producir conocimientos sobre los fenóme-


nos psicosociales, sino también de diseñar los instrumentos para intervenir
en la realidad social y contribuir a resolver algunos de sus problemas. Así, por
ejemplo, se ha manifestado una preocupación prácticamente constante a lo
largo de toda la historia de la psicología social por facilitar la reducción de la
hostilidad entre los grupos humanos y por atenuar los fenómenos de discri-
minación que nacen de los prejuicios sociales.

Si nos detenemos un momento para pensar quiénes somos cada uno de no-
sotros, podemos recorrer un largo camino que va desde las definiciones más
generales, según las cuales somos, por ejemplo, seres vivos o seres humanos,
© FUOC • P08/80500/00571 33 El cómo y el porqué de la psicología social

hasta las definiciones más particulares, que nos sitúan como individuos ab-
solutamente irrepetibles, con un nombre propio y una historia de vida que
nos diferencia del resto de seres humanos. Pero entre estos dos extremos en-
contramos muchos niveles intermedios. También somos hombres o mujeres;
heterosexuales, homosexuales o bisexuales; niños, jóvenes o viejos; catalanes
o gallegos; anarquistas o conservadores; etc. Es decir, pertenecemos, ya sea
por elección, por circunstancias o por ambas cosas al mismo tiempo, a una
multitud de categorías y de grupos que contribuyen a hacer que seamos pre-
cisamente quienes somos. De la misma manera que nuestras relaciones inter-
personales transitan por episodios de colaboración y de apreciación mutuas
y por episodios de competición y de conflicto, también las relaciones entre
los grupos transitan por momentos de armonía y momentos de tensión, que
desembocan a veces en enfrentamientos violentos que salpican diariamente
las páginas de los diarios.

El conflicto entre los grupos

"No se puede dudar de que las diferencias culturales y físicas observables entre grupos
facilitan las reacciones discriminatorias hacia los miembros ajenos al grupo. Es innegable
que estas diferencias ejercen un papel en la hostilidad y los prejuicios entre grupos, pero
esta etapa del conflicto entre grupos ha demostrado que no hacen falta diferencias cul-
turales, físicas o económicas para que surjan conflictos entre grupos, actitudes hostiles e
imágenes estereotipadas de los miembros ajenos al grupo."

Muzafer Sherif (1967). Group conflict and cooperation. London: Routledge.

Los psicosociólogos han intentado conocer los mecanismos que conducen al


enfrentamiento entre los grupos, para articular, a partir de este conocimiento,
los procedimientos susceptibles de reducir los conflictos. Una de las observa-
ciones más interesantes es que, si se establecen relaciones�de�competición
entre los grupos, aunque sea sobre la base de actividades puramente lúdicas,
pronto se fortalece la cohesión interna entre ellos y pronto se desarrollan des-
calificaciones y prejuicios mutuos que multiplican las ocasiones de fricciones
y de agresiones.

Por ejemplo, si asignáis, aunque sea puramente al azar, a los niños de un cam-
pamento en grupos diferentes, y dais un nombre y unos signos distintivos a
cada grupo y los hacéis participar en juegos competitivos, con ganadores y
perdedores, veréis aparecer muy rápido reacciones de solidaridad de los niños
con los miembros de su propio grupo y reacciones de hostilidad hacia los niños
de los otros grupos. Una manera de romper este clima consiste en proponer
unas metas que ningún grupo pueda alcanzar por sí solo, sin la participación
de los otros grupos. Éste es el caso de lo que el psicosociólogo Muzafer Sherif
llamó las metas�supraordenadas.

Objetivos compartidos

"Nuestra definición de meta supraordenada enfatiza el hecho de que ésta resulta inalcan-
zable para un grupo aisladamente: así pues, no tiene otro significado que una «meta co-
mún»".

Muzafer Sherif (1967). Group conflict and cooperation. London: Routledge.


© FUOC • P08/80500/00571 34 El cómo y el porqué de la psicología social

Otro psicólogo social, Henri Tajfel, demostró que ni siquiera era necesario in-
troducir una relación competitiva para que naciera la hostilidad entre los gru-
pos. Basta con crear el sentimiento�de�pertenencia a un grupo para que se
desarrollen mecanismos de discriminación que favorecen a los miembros del
propio grupo y que perjudican a los miembros de los otros grupos. Es como
si, por el simple hecho de pensar en términos de "ellos" y de "nosotros", ya
fuera imposible evitar favorecer a "los nuestros" y descalificar a "los demás".
Una manera de acabar con esta propensión consiste en cruzar las categorías de
pertenencia; es decir, multiplicar las circunstancias en las que una parte de los
que antes formaban el "nosotros" pasen a ser vistos como "ellos", y al revés, en
una movilidad constante de las fronteras trazadas por las pertenencias grupa-
les. Los ejemplos que hemos dado no agotan ni mucho menos las múltiples
formas de intervención que ha diseñado la psicología social para mitigar la
hostilidad intergrupal.

4.2. Las aplicaciones de la psicología social

Los conocimientos que ha establecido la psicología social tienen un campo


de aplicación tan extenso que aquí difícilmente podemos ir más allá de una
simple enumeración de algunos temas. Por ejemplo, los conocimientos sobre
la dinámica�de�los�grupos�humanos permiten incidir sobre el fortalecimiento
de la cohesión de los grupos, o decidir cuáles son los modelos de liderazgo más
adecuados a los objetivos que se marcan los grupos, o indicar qué mecanismos
de toma de decisión pueden ayudar a conseguir los mejores resultados.

Lecturas complementarias

José Francisco Morales y otros (1985). Psicología Social Aplicada. Bilbao: Descleé de Brou-
wer.

Ángel Rodríguez (1983). Aplicaciones de la Psicología Social. México: Trillas.

Para un ámbito concreto de aplicación, consultad también:

Julio Seoane y Ángel Rodríguez (Ed.). (1988). Psicología Política. Madrid: Pirámide.

Por su parte, los estudios sobre la influencia social han permitido diseñar las
actuaciones más adecuadas para persuadir�a las personas de adoptar puntos de
vista más de acuerdo con las normas de convivencia social que no discriminen
a aquellos que son diferentes de la mayoría (racismo, estereotipos, prejuicios,
etc.), aunque también se pueden utilizar, y lógicamente se utilizan, para con-
vencer a la gente de que tal marca es mejor que la otra o que tal candidato
merece más confianza que tal otro.

En otros ámbitos, las investigaciones sobre los fenómenos colectivos han pro-
porcionado indicaciones para intervenir sobre los efectos�del�pánico, que ad-
quieren consecuencias de gravedad extrema cuando se producen en situacio-
nes de gran amontonamiento o para actuar en el seno de las poblaciones que,
muchas veces por causas naturales (terremotos, inundaciones, etc.), se encuen-
tran en situaciones dramáticas.
© FUOC • P08/80500/00571 35 El cómo y el porqué de la psicología social

Finalmente, los conocimientos acumulados sobre las relaciones�interperso-


nales permiten ayudar a mejorarlas y desactivar las agresiones, favoreciendo
la atracción entre los individuos o suscitando los comportamientos de ayuda
mutua. No hay que decir que también pueden utilizarse para manipular a los
demás con la finalidad de satisfacer intereses particulares.

4.3. Conocimiento de la realidad social y los efectos del saber


psicosocial

Estas aplicaciones de los conocimientos psicosociales, junto con muchas otras


que no tenemos tiempo de relatar aquí, han ido favoreciendo poco a poco
la constitución de nuevos campos del saber, que han integrado aportaciones
de otras disciplinas y que han diversificado considerablemente el mapa de las
especializaciones posibles. Por ejemplo, se han ido formando especialidades
como la psicología social de la educación, la psicología jurídica, la psicología
de las organizaciones, la psicología ambiental, la psicología política o la psi-
cología cultural, entre otras.

No querríamos concluir este tema sin llamar la atención sobre una cuestión de
carácter general que permite matizar la separación, aparentemente tan clara,
entre los conocimientos�teóricos, por una parte, y las aplicaciones�concretas
de los mencionados conocimientos, por otra. Existe una diferencia fundamen-
tal entre los conocimientos que producen las ciencias sobre los fenómenos
naturales y los conocimientos que versan sobre los fenómenos humanos. La
luna, por poner un ejemplo, continuará imperturbablemente su movimiento
elíptico alrededor de la tierra con total independencia del hecho de que co-
nozcamos las leyes que lo gobiernan o no. Nuestro conocimiento no incide
de ninguna manera sobre este fenómeno, y lo único que podría incidir sobre
él eventualmente serían determinadas aplicaciones de este conocimiento.

No obstante, no sucede lo mismo con nuestro conocimiento de los fenómenos


humanos. Si una persona se entera de que su conducta obedece a una influen-
cia u otra, porque así lo ha establecido el conocimiento producido por los psi-
cólogos sociales, esta persona puede adoptar las medidas oportunas para que
las mencionadas influencias no tengan los efectos�esperados, y contradecir,
de esta manera, las leyes establecidas por la psicología social. Por ejemplo, una
persona puede haber aprendido, estudiando los trabajos del psicólogo social
Stanley Schachter, que los individuos buscan preferentemente la compañía de
quienes participan del mismo estado de ánimo. Esta tendencia afiliativa puede
observarse cuando al finalizar un examen los estudiantes esperan que salga
la lista de notas. Aquellos que sienten una determinada euforia porque están
convencidos de que lo han hecho bien tenderán a juntarse con quienes tienen
el mismo sentimiento, mientras que quienes experimentan una ansiedad ele-
vada porque creen haberlo hecho mal buscarán a la compañía de quienes se
encuentren en sus mismas condiciones. Sin embargo, al salir del examen, la
persona que ha leído la obra de Schachter puede decidir buscar la compañía
de quienes participan del estado opuesto al suyo e invalidar, de esta manera, el
© FUOC • P08/80500/00571 36 El cómo y el porqué de la psicología social

conocimiento elaborado por el mencionado autor. Esta acción puede llevarse


a cabo deliberadamente, como en el ejemplo que acabamos de dar, pero en
la mayoría de los casos, el conocimiento que hemos adquirido de las ciencias
sociales y humanas afecta a nuestra conducta sin que ni siquiera seamos cons-
cientes de ello.

Dicho de otra manera, lo que aquí exponemos es que el mismo conocimiento


producido por los investigadores puede engendrar efectos sobre el fenómeno
estudiado, sin que resulte necesario recurrir a ningún procedimiento de apli-
cación. El psicólogo social Kenneth Gergen ha desarrollado las implicaciones
de esta característica peculiar de los saberes psicosociales, que él denomina
Enlightenment ('ilustración') y que deberían incitarnos a reflexionar sobre la
responsabilidad de los investigadores en ciencias humanas y sociales, no sólo
en cuanto a los tipos de aplicaciones a las que pueden dar lugar los conoci-
mientos que producen, sino también –y sobre todo– en cuanto al conocimien-
to que son capaces de producir.
© FUOC • P08/80500/00571 37 El cómo y el porqué de la psicología social

5. Anexos

5.1. Anexo 1

5.1.1. La relatividad cultural de las emociones

"Consideremos el caso del orgullo. ¿Hay un sentimiento corporal caracterís-


tico del orgullo? ¿Hay una manifestación estándar? Sin duda, existe una cla-
se de interpretación cognitiva y una tasación moral del valor de uno mismo,
etc. Una persona se exhibe orgullosamente como vencedora tan sólo cuando
piensa que ha merecido la victoria. Observad el lenguaje que acompaña el or-
gullo. Tenemos que considerarlo problemático e interesante desde el punto
de vista que utilizamos palabras como crecerse, hincharse o sentirse lleno de or-
gullo. ¿Significa eso que alguien aumenta realmente de volumen? Parece poco
probable. ¿Cuál es entonces el sentido de estos términos? Puede derivar de
una clase de manifestación imaginaria. Esperamos que alguien que se sienta
orgulloso manifieste una imagen cultural de mantenerse derecho como una
presencia militar. Creamos quizá una metáfora casi psicológica sobre la base
de esta imagen. El asunto merece una investigación esmerada. La esperanza es
una cosa parecida. Se supone que la esperanza brota. ¿Hay un estado neurofi-
siológico de brote de esperanza? Pensamos que, por mucho que busquemos en
la literatura, no encontraremos nada parecido. Suponemos que brotar es una
metáfora sobre la manera como la esperanza brota eternamente en el corazón
humano, y ésta es una cuestión cognitiva. Nos falta un trabajo de investiga-
ción empírica detallado.

"Entre las emociones menos agradables se encuentran la tristeza y la desilu-


sión. ¿Qué es exactamente la tristeza, en qué condiciones aparece y qué rela-
ción tiene con un orden moral? El sentimiento de pena es claramente una
idea moral; así pues, ¿presenta una manifestación estándar? ¿Existe un senti-
miento corporal que la acompaña? La desilusión es otra curiosidad. La desilu-
sión, pensamos, podría tener un sentimiento corporal característico: un sen-
timiento de orgullo desinflado. La desilusión es la clase de sentimiento que
tenemos cuando hemos emprendido alguna iniciativa en público y después
se ha demostrado que la empresa no tenía esperanzas o estaba mal concebida.
Sentimiento no parece metafórico en este contexto. ¿Existe una manifestación
estándar de la desilusión? Parece dudoso. Sin duda, existe un aspecto de inter-
pretación cognitiva y de valoración moral. Nuevamente, toda la cuestión me-
rece una investigación esmerada y detallada. "En gran parte de lo que hemos
afirmado hasta ahora, se ha nombrado la estrecha relación entre los vocabu-
larios y las emociones. Si la sugerencia de que el análisis filosófico de los con-
ceptos de emoción, que son retenidos por los vocabularios locales para revelar
© FUOC • P08/80500/00571 38 El cómo y el porqué de la psicología social

las reglas gramaticales profundas de su uso, tiene que servir de base para la psi-
cología, debemos concebir la posibilidad de que existen sistemas o repertorios
de emoción culturalmente diferentes. Esto es lógico, ya que los historiadores y
los antropólogos han establecido de manera convincente que existen vocabu-
larios de emoción culturalmente diferentes. Lo ilustraremos con cuatro casos.

La�relatividad�cultural�de�las�emociones

En la literatura psicológica de final de la edad media y comienzos del renaci-


miento, la emoción de acidia ocupaba el primer lugar. Tomás de Aquino dedica
el mayor espacio en su estudio de las emociones a la acedia, versión latina de
la palabra. La historia de la acidia está estrictamente vinculada con la concep-
ción del deber religioso. La emoción aparece en un principio con el motivo del
"demonio del mediodía" en los escritos de Evagrio en la época de Alexandre. La
acidia es una emoción que se desencadena a causa de un fracaso, de un deber
u obligación. Quizá podamos entenderlo mejor si la comparamos con la clase
de emociones que afectan a las personas hoy en día en estas circunstancias. La
culpabilidad y la vergüenza, según la ocasión particular, parecen las emociones
características de nuestras negligencias. Sin embargo, en la época medieval,
el fracaso, especialmente del deber religioso, no provocaba ninguna de estas
reacciones, sino una clase de melancolía. La acedia se asociaba con la tristitia,
tristeza. La relación entre esta emoción y el orden moral católico, del cual era
característica, es bastante clara. En este orden moral, el fracaso de un deber
significaba la pérdida de la intimidad con Dios y ante este hecho, la reacción
apropiada es la melancolía. La acidia desaparece del repertorio de las emocio-
nes de la Europa occidental con la aparición de la fe protestante. Dentro del
nuevo orden moral, el fracaso del deber era en gran parte una cuestión de la
relación en la que se encontraba un hombre o una mujer frente a otra persona,
por lo que el fracaso del deber se trataba en términos personales. Resulta fácil
ver de una manera intuitiva como la acidia quedó definitivamente eliminada
del repertorio una vez la culpabilidad y la vergüenza se relacionaban con la
mayoría de los casos de negligencia.

Si la acidia es una emoción obsoleta, entonces amae quizá debería llamarse


emoción exótica. Amae es una emoción que ocupa mucho a los japoneses, y
se ha llegado a decir que para ellos es la emoción más importante. No hay
ninguna traducción a esta palabra en inglés o en la mayoría de los idiomas
europeos. Cuando Hermut Morsbach (1976) intentó informar sobre amae,se
vio obligado a hacerlo relatando una docena de anécdotas, extractos de no-
velas e, incluso, mostrando imágenes. En términos generales, la idea es la si-
guiente. Un adulto, en especial un hombre, puede adoptar como una clase
de juego una relación de dependencia infantil de otro adulto. Esta dependen-
cia tiene una calidad de dulzura. En las discusiones de agentes matrimoniales,
la capacidad de la novia como recipiente de amae del novio se considera un
© FUOC • P08/80500/00571 39 El cómo y el porqué de la psicología social

importante atributo para un matrimonio. Evidentemente, amae pertenece a


un orden moral radicalmente diferente del que nosotros vivimos. Cualquier
tendencia a amae entre los europeos sería eliminada de una manera radical.

Entonces, ¿por qué las personas en la época medieval experimentaban la aci-


dia y los japoneses experimentan el amae? Nuestra hipótesis es que, en un
estilo vigotskiano, los sentimientos incipientes que surgen de forma natural,
por decirlo de alguna manera, son subrayados, suprimidos e interpretados de
manera diferente por la incorporación de un ser humano a un orden moral
local. Uno de los instrumentos a través de los cuales se presentan estas dife-
renciaciones es, lógicamente, el vocabulario local disponible.

En el repertorio castellano hay pocas emociones que van unidas claramente


y de manera inequívoca a un determinado órgano. Se habla de revolver el es-
tómago, partir el corazón, etc. Pero intuimos fácilmente que estas expresiones
describen los sentimientos que acompañan las emociones, pero que no las
constituyen. Con todo, otras culturas organizan la cuestión de una manera
diferente. Los maoríes utilizan lo que únicamente podemos describir como
un sistema hipocondríaco. La estructura del vocabulario la proporcionan al
corazón, los intestinos, el hígado, etc. A cada uno de estos órganos va unido
un grupo de emociones. Por ejemplo manawa (corazón) se califica con keno
(inquieto), pan (poco generoso), reka (satisfecho), tras (excitado), etc. Las emo-
ciones del estómago califican puku (estómago), las emociones del intestino
califican nga (los intestinos), etc. Paul Heelas informa de que en el sudeste
asiático existen clases parecidas de sistemas. Estos sistemas plantean algunas
preguntas interesantes para los teóricos de las emociones. La pesada carga de
la fuerza y la valoración moral que soporta el sistema emocional europeo, en
la medida en que podemos describir nuestras emociones como prescriptivas,
parece estar ausente, cuando menos etimológicamente, del esquema poline-
sio. Se nos ocurre un proyecto de investigación muy interesante para el estu-
dio de las emociones de los maoríes: en qué medida la práctica de vincular las
emociones a los órganos corporales rechaza las implicaciones morales de los
equivalentes de nuestra cultura occidental.

Finalmente, vale la pena considerar una categoría que, por ahora y por lo que
sabemos, no ha sido estudiada por los psicólogos: lo que denominamos las
cuasi-emociones. Éstas son estados del ser que están relacionados estrechamente
con las condiciones físicas de la vida. Hemos iniciado una investigación mo-
desta sobre la palabra cosiness (que en castellano podría traducirse por comodi-
dad, aquello que es acogedor, agradable). Decimos que nos sentimos cómodos,
que una determinada ocasión es agradable, que mientras llueve en el exterior
una habitación cálida es un lugar cómodo. Denominamos la comodidad una
cuasiemoción a causa de su doble posición como sentimiento y como descrip-
ción de un lugar. El interés de esta cuasiemoción aumenta por el hecho de que
en otros idiomas europeos existen estados de ser y condiciones ambientales
parecidas, pero sin ser idénticos. Por ejemplo, la palabra holandesa gezellig se
experimenta en condiciones parecidas a las condiciones en que utilizamos la
© FUOC • P08/80500/00571 40 El cómo y el porqué de la psicología social

palabra cómodo o agradable, pero nuestros interlocutores holandeses nos ase-


guran que nadie puede estar gezellig si está solo. (Etimológicamente, la pala-
bra gezellig deriva de la palabra holandesa que significa 'amigo'.) Se encuentra
entre la palabra inglesa cosy y la alemana gemütlich, que suponemos que es
una emoción que sólo se presenta en compañía. La palabra finlandesa kodikas
deriva de la palabra koti, que significa 'casa'. Se puede aplicar a habitaciones,
al crepúsculo, al ambiente social, a la conducta de cosas materiales como las
cafeteras e, incluso, a las personas. Por ejemplo, una chica kodikas es tranquila
y agradable. Resulta evidente, a partir del uso de la palabra, que no tiene la
dualidad de cosy y gezellig, ya que no aparece como una emoción. Se trata de
una calificación del entorno y no de los sentimientos de las personas. En lo
que concierne a la palabra inglesa cosy, ésta proviene quizá de la palabra gaé-
lica cosh, que significa 'pequeño agujero donde alguien puede ir a gatas y, por
lo tanto, sentirse cómodo'.

El resultado de estos comentarios y análisis es la constatación de que la psico-


logía de las emociones está en pleno subdesarrollo. Se ha visto dominada por
el estudio de las emociones, para las cuales existen acompañantes fisiológicos
claros y patentes, fácilmente mensurables en cualquier laboratorio de fisiolo-
gía de universidad. Esto podría explicar el énfasis enorme que se ha puesto en
las emociones en que el componente fisiológico adrenalina ejerce un papel
importante. Medir la presión sanguínea y del ritmo cardiaco constituye una
tecnología relativamente fácil. Pero estas emociones constituyen un fragmen-
to diminuto del repertorio enormemente complejo con el que funciona nues-
tra civilización. Por lo tanto, nos encontramos en la posición esperanzadora
en la que afirmaba encontrarse Isaac Newton después de haber descubierto
una o dos conchas en la playa mientras el océano de la verdad se extendía
frente a él con todos sus secretos todavía no descubiertos.

La relatividad cultural de las emociones. En R. Harré, D. Clarcke y N. Car-


lo (1985/1989). Motivos y mecanismos: introducción a la teoría de la acción (p.
139-143). Barcelona: Paidós.

5.2. Anexo 2

5.2.1. La dimensión oculta

La tesis que sostengo en este libro –así como en The Silent Language, que lo
precedió– es la que dice que los principios establecidos por Whorf y sus cole-
gas en relación con el lenguaje son igualmente aplicables al resto del compor-
tamiento humano y, en realidad, a toda la cultura. Se ha creído desde hace
mucho tiempo que la experiencia es algo que todos los hombres comparten,
que siempre resulta posible superar de alguna manera los límites de la lengua
y la cultura, y nos remiten a la experiencia para conseguir la deseada comu-
nicación con otro ser humano. Esta creencia, algunas veces implícita y, más
frecuentemente, explícita en lo que se refiere a la relación del hombre con la
© FUOC • P08/80500/00571 41 El cómo y el porqué de la psicología social

experiencia se basó en la presunción de que, cuando dos seres humanos están


sometidos a una misma experiencia, suministran a sus respectivos sistemas
nerviosos centrales datos virtualmente idénticos, que los dos cerebros recogen
y clasifican de manera análoga.

La investigación proxemística hace surgir serias dudas sobre la validez de una


presunción de este estilo, sobre todo cuando las culturas implicadas son dife-
rentes. Los capítulos X y XI contienen una descripción de cómo, los indivi-
duos pertenecientes a culturas diferentes, no hablan solamente lenguajes di-
ferentes, sino que están situados en mundos sensoriales diferentes, lo que se-
guramente todavía es más importante. La filtración selectiva de los datos sen-
soriales admite unos aspectos y rechaza otros, de manera que la experiencia,
tal como se percibe a través de un conjunto de pantallas sensoriales amolda-
bles culturalmente, resulta absolutamente diferente de la que se percibe a tra-
vés de otro sistema de cedazos culturales. El medio ambiente arquitectónico
y urbano que los pueblos crean es la expresión de los respectivos procesos de
selección o criba. En realidad, resulta posible llegar a saber la manera en que
los diferentes individuos usan los sentidos, partiendo de su respectivo medio
ambiente y de la manera como aparece alterado por el hombre. No se puede,
por lo tanto, contar con la experiencia como punto estable de referencia, ya
que se produce tan sólo en un medio que ha sido amoldado, configurado, por
el hombre mismo.

El papel que los sentidos ejercen en este contexto es objeto de exposición en


los capítulos IV a VII. Hemos incluido esta temática para ofrecer al lector al-
gunos de los datos básicos relativos al aparato, a los medios que el hombre
utiliza en la construcción del mundo de sus percepciones. La descripción de
los sentidos con respecto de eso viene a constituir una componente análoga
a lo que se hace con la descripción del aparato verbal como punto de partida
para el estudio y entendimiento de los procesos de la expresión oral.

Un examen de la manera como los individuos de diferentes pueblos utilizan


sus sentidos, de la manera como se comportan respecto del medio y los ob-
jetos animados e inanimados que lo componen, proporcionará una serie de
datos concretos sobre las diferencias existentes, por ejemplo, entre árabes y
norteamericanos. En este punto, en la fuente misma de la interacción resulta
posible detectar las variaciones significativas existentes en los comportamien-
tos humanos con relación a aquello a lo que se presta atención y a aquello
que se rechaza por filtración.

Las investigaciones que he llevado a cabo en los últimos cinco años demues-
tran que norteamericanos y árabes viven en mundos sensoriales diferentes la
mayor parte del tiempo, y que los unos y los otros no utilizan los mismos
sentidos, ni siquiera para establecer la mayor parte de las distancias que hay
que mantener en el curso de una conversación. Como tendremos ocasión de
observar más adelante, los árabes utilizan más el olfato y el tacto que los nor-
teamericanos. Interpretan de manera diferente los propios datos sensoriales, y
© FUOC • P08/80500/00571 42 El cómo y el porqué de la psicología social

también los combinan de manera diferente. Parece que incluso la experiencia


del árabe respecto de su propio cuerpo en relación con el yo es diferente de la
nuestra. Las mujeres norteamericanas que en nuestro país se han casado con
árabes, y conocían sólo la faceta de su personalidad educada a la americana, a
menudo se dan cuenta, y así lo manifiestan, de que sus maridos adoptan una
personalidad diferente cuando vuelven a sus países de origen, donde se ven,
nuevamente, sumergidos en el sistema de comunicación árabe y quedan cau-
tivos de los patrones perceptivos de esta cultura. Puede decirse que se convier-
ten en personas completamente diferentes, en toda la extensión de la palabra.

Edward T. Hall (1973). La dimensión oculta (p. 16-18). Madrid: Colección Nuevo
Urbanismo. Instituto de Estudios de Administración Local.

5.3. Anexo 3

5.3.1. La psicología posmoderna y la retórica de la realidad

[...] El científico normalmente habla de "este aparato" y no, por ejemplo, de


"mi percepción de un aparato", habla de "esta cámara experimental" y no de
"mi impresión de una cámara experimental", o de "estos cuestionarios" y no
de "mi imagen de estos cuestionarios". La utilización de este tipo de expre-
siones amenazaría gravemente a la objetividad de la que puede hacer gala la
descripción. Es fundamental comprender que estas elecciones lingüísticas son
ontológicamente arbitrarias; no hay nada que exija la utilización de estos re-
cursos de alejamiento en ninguno de los casos. Consideramos, con todo, la
diferencia del impacto que causaría una afirmación del tipo "después de utili-
zar este aparato en esta cámara experimental aquellos tipos de cuestionarios
demostraron ser discriminatorios", y una afirmación como "después de utili-
zar lo que percibí como un cierto aparato que me dio la impresión de que era
una cámara experimental, lo que yo pensaba que era un tipo de cuestionario
demostró tener lo que me pareció constituir un poder discriminatorio". En el
primer caso, la descripción parece encajar en la literatura científica mientras
que, en el segundo, daría probablemente lugar a serias sospechas.

[...] La lógica de un mundo independiente de los observadores establece tam-


bién las bases de lo que podríamos llamar metáforas�de�pasividad. Si los he-
chos se producen con independencia de las personas, entonces el conocimien-
to de estos hechos tendría que ser en gran medida el resultado de la repercu-
sión que me producen. Si alguien se dispone a observar o buscar algo, el lector
no puede estar seguro si los resultados son debidos o no a la misma investi-
gación. Que estemos prácticamente obligados por su presencia a percibirla es
como una oda cantada a la facticidad de la naturaleza. Si uno habla de sí mis-
mo como de una "víctima de las circunstancias", entonces la credibilidad de
las circunstancias, independientemente de la víctima, se ve favorecida. Ejem-
plos de la metáfora de la victimización son frases como: "nos impresiona el
hecho de que...", "los datos hablan por sí mismos", "este resultado aclara...",
© FUOC • P08/80500/00571 43 El cómo y el porqué de la psicología social

etc.; es decir, todas las frases que colocan al científico como víctima de las
circunstancias de la naturaleza. Una vez más, la potencia retórica de este ti-
po de expresiones se aprecia claramente por contraste en los casos en los que
la metáfora está ausente. Por ejemplo, ¿nos impresionan los hechos o somos
nosotros quienes queremos llegar a unas conclusiones?, ¿"hablan" los datos,
o es que "decidimos" utilizar una teoría para interpretar los datos en lugar de
otra?, ¿nos vemos "obligados" por los resultados, o más bien "deseamos extraer
conclusiones" que favorezcan nuestras orientaciones teóricas?

[...] Para que el texto del autor tenga validez, son necesarias algunas frases que
determinen la presencia del autor en el lugar del hecho o acontecimiento su-
puesto. La presencia del autor a menudo se establece en las primeras páginas
de un informe científico con la utilización de los pronombres personales, co-
mo yo o nosotros,o de los posesivos equivalentes (mío o nuestro). Alguien po-
dría decir, por ejemplo, "nuestro objetivo consistía en explorar..." o "quedamos
sorprendidos por el hecho de que...", insinuando de esta manera la presencia
del autor en la actividad científica que se explicará. Se pueden conseguir efec-
tos parecidos demostrando que la investigación fue dirigida por el autor (o
autores) o ayudantes estrechamente supervisados, y que el autor no estaba au-
sente durante la mayor parte del proceso de investigación. Consideremos, por
ejemplo, los efectos de una literatura científica que violara estos efectos: "esta-
ba muy ocupado con las clases universitarias y las diferentes conferencias que
tuve que dar, por lo que no tuve mucho tiempo para dedicar a la investigación.
Smith, un estudiante que preparaba el doctorado, hizo la mayor parte del tra-
bajo –con lo que ha conseguido que figure su nombre–, si bien yo discutí con
él las líneas maestras de la investigación, y comprobé los cálculos estadísticos".

No obstante, el establecimiento de la presencia también es problemático. Afir-


mar excesivamente la existencia del yo (el ojo) es como sugerir que el objeto
supuesto es el producto de esta presencia. Solamente el investigador se ha en-
contrado ante el acontecimiento; solamente él ha residido en la tierra extra-
ña y ha observado que sus habitantes actúan de la manera relatada. ¿Cómo
podemos confiar en el observador único, sobre todo cuando sus afirmaciones
versan sobre acontecimientos inusuales o excepcionales? Cuando el observa-
dor hace referencia a los platillos volantes, a las apariciones de ultratumba o a
bestias del tamaño del mamut, la crónica pasa del mundo de los hechos al de
la ficción. Así, encontramos que en la mayor parte de las descripciones cientí-
ficas, la perspectiva pasa del científico individual a la colectividad impersonal.
El punto de vista deja de ser el del autor y se convierte en el ojo trascenden-
tal que contempla omnisciente todo lo que existe. Este efecto se consigue, a
menudo, mediante el uso de expresiones y frases impersonales. En lugar de
"pude observar", se utiliza "se pudo observar"; en lugar de "detectamos que" o
"detecté que..." leemos frases como "se detectó que...". Muy a menudo, no se
hace ningún tipo de referencia al punto de vista –lo que implica que el punto
de vista es trascendente al hecho observado–, y se convierte en el punto de
vista de todo el mundo. Se lee "el estímulo se presentó..." y no "observé que el
estímulo se presentó..."; "el botón fue pulsado..." en lugar de "mi ayudante vio
© FUOC • P08/80500/00571 44 El cómo y el porqué de la psicología social

que el botón era pulsado...". En efecto, la realidad bien forjada debe establecer,
en primer lugar, la presencia del autor en el escenario y, después, tiene que
reemplazarlo por el punto de vista trascendental.

Kenneth Gergen (1989). La psicologia postmoderna i la retòrica de la realitat.


En Tomás Ibáñez (Ed.), El conocimiento de la realidad social. Barcelona: Sendai.

5.4. Anexo 4

5.4.1. Ciencia en acción

[ ...] Cuando una discusión oral se enfervoriza demasiado, los disidentes al-
tamente presionados aludirán rápidamente a aquello que otros han escrito o
dicho. Escuchamos una de estas conversaciones a modo de ejemplo:

El Sr. A (como si resumiera una vieja disputa): –Teniendo en cuenta que


existe una nueva curación del enanismo, ¿cómo puede usted decir eso?
El Sr. B: – ¿Una nueva curación? ¿Cómo lo sabe? Eso se lo ha inventado
usted.
– Lo he leído en una revista.
– ¡Venga, va! Supongo que debe haber sido en un suplemento en color...
– No, fue en The Times y quien lo escribió, si no era un periodista, era
alguien con un doctorado.
– ¿Y eso qué importa? Era seguramente un físico en paro que no sabía la
diferencia entre el RNA y el DNA.
– Pero hacía referencia a un artículo publicado en Nature por el premio
Nobel Andrew Shally y seis colegas suyos, un estudio puntero, financia-
do por todo tipo de grandes instituciones, como el National Institute of
Health y la National Science Foundation, en el que se exponía qué se-
cuencia de una hormona estimulaba la hormona del crecimiento. ¿Eso
no significa nada?
– ¡Oh! Tendría que haber dicho eso antes... Ahora es muy diferente. Sí,
creo que sí.

La opinión del Sr. A se puede rechazar fácilmente. Éste es el motivo por el que
recurre al apoyo de un artículo publicado en un diario. Pero eso no impresiona
al Sr.B. El diario es demasiado general y el autor, aunque se llame a sí mismo
doctor, puede ser algún científico en paro que ha acabado escribiendo en The
Times. La situación se invierte repentinamente cuando el Sr. A sostiene su afir-
mación con un grupo de aliados: una revista, Nature, un premio Nobel, seis
coautores y las instituciones subvencionadoras. Como el lector puede imagi-
nar fácilmente, el tono de voz del Sr. B se ha transformado. El Sr. A será tomado
en serio, dado que ya no está solo: un grupo, por decirlo así, lo acompaña. ¡El
Sr. A se ha convertido en el Sr. Gentío!
© FUOC • P08/80500/00571 45 El cómo y el porqué de la psicología social

Esta apelación a aliados más numerosos y de más importancia se denomina


a menudo argumento de autoridad. Los filósofos y los científicos lo ridiculizan
porque hace que una mayoría inculque sus ideas al disidente, aunque éste
pueda tener razón. Se considera la ciencia como aquello opuesto al argumento
de autoridad. Unos pocos convencen a la mayoría porque la verdad está de
su lado. Galileo proporciona la forma clásica de esta ridiculización cuando
ofrece un contraste entre la retórica y la ciencia auténtica. Después de haberse
mofado de la florida retórica del pasado, Galileo la opone a lo que sucede en
la física.

Pero en las ciencias físicas, cuando las conclusiones son seguras y necesarias
y no tienen nada que ver con la preferencia humana, uno tiene que ir con
cuidado de no situarse en la defensa del error, porque allí cualquier hombre
medio que tope por sí mismo con la verdad dejaría plantados a mil Demóste-
nes y mil Aristóteles.

Este argumento resulta, en principio, tan obvio, que no parece haber nada que
añadir. No obstante, una mirada atenta al enunciado revela la presencia de
dos argumentos completamente diferentes mezclados entre sí. Aquí de nue-
vo las dos caras de Jano que hemos encontrado en la introducción no deben
confundirse aunque hablen al mismo tiempo. Una boca dice: "la ciencia es la
verdad que la autoridad no debe vencer"; la otra pregunta: "¿cómo se puede
ser más fuerte que mil políticos y mil filósofos?". En el lado izquierdo, la re-
tórica se opone a la ciencia, de la misma manera que la autoridad se opone
a la razón; pero en el derecho, ¡la ciencia es una retórica suficientemente po-
derosa, si hacemos cuentas, para permitir que un hombre convenza a 2.000
prestigiosas autoridades!

Autoridad, prestigio y posición son términos demasiado vagos para explicar por
qué el artículo de Schally en Nature es más convincente que la colaboración
del Sr. que no es nadie en The Times. En la práctica, lo que hace que el Sr. B
cambie de opinión es exactamente lo contrario del argumento de Galileo. Para
dudar de que existe una curación del enanismo, primero se debe resistir a la
opinión de su amigo, además de la de un doctor farsante y de la de un diario.
Algo sencillo. Pero al final, ¿a cuánta gente tiene que oponerse? Contémoslo: a
Schally y sus colaboradores, al tribunal de la universidad de Nueva Orleans que
concedió a Schally la cátedra, al Comité Nobel que premió su trabajo con el
galardón más alto, a muchas personas que aconsejaron secretamente al Comi-
té, al consejo editorial de Nature y a los referees que seleccionaron su artículo, a
los comités científicos de la Fundación Científica Nacional y del Instituto Na-
cional de la Salud que le concedieron subvenciones para la investigación y a la
gran cantidad de técnicos y colaboradores mencionados en los agradecimien-
tos. Un gran número de gente, y todo ello antes de leer el artículo, contando
únicamente a las personas que están comprometidas en la publicación. Para el
© FUOC • P08/80500/00571 46 El cómo y el porqué de la psicología social

Sr. B, dudar de la opinión del Sr. A no tiene la más mínima importancia. Pero
¿cómo puedes negar la importancia de docenas de personas cuya honestidad,
buen juicio y trabajo tienes que debilitar antes de discutir la afirmación?

Fig. 1.1

El adjetivo científico no se atribuye a textos aislados que pueden oponerse a la


opinión de la mayoría en virtud de una facultad misteriosa. Un documento se
convierte en científico cuando sus afirmaciones dejan de ser aisladas y cuando
el número de personas comprometidas en su publicación es grande y están
explícitamente indicadas en el texto. Al leerlo, en cambio, es el lector quien
queda aislado. Señalar esmeradamente la presencia de los aliados es el primer
síntoma de que la controversia ha sido lo suficientemente acalorada como
para generar documentos técnicos.

Referirse�a�textos�anteriores

En las discusiones orales existe un momento en el que no es suficiente con


recurrir a otros textos para hacer que el oponente cambie de opinión. El texto
mismo debe ser presentado y leído. El número de amigos externos que acom-
pañan el texto es un buen indicador de su fuerza, pero hay una señal más segu-
ra: las referencias a otros documentos. La presencia o ausencia de referencias,
citaciones y notas a pie de página se considera tan indicativa de la seriedad
del documento, que se puede transformar un hecho en ficción, o una ficción
en hecho, añadiendo simplemente o eliminando referencias.

El efecto de las referencias en la persuasión no se limita al prestigio o al bluff.


Se trata otra vez de una cuestión de números. Un artículo que no contenga
referencias es como un niño sin acompañante que camina de noche por una
gran ciudad que no conoce: aislado y perdido, puede pasarle cualquier cosa.
En cambio, impugnar un artículo con abundantes notas bibliográficas signi-
fica que el disidente tiene que debilitar cada uno de los otros artículos o, co-
mo mínimo, se enfrenta a la amenaza de tener que hacerlo, mientras que un
artículo desnudo indica que tanto el autor como el lector tienen la misma au-
toridad: están cara a cara. Aquí la diferencia entre la literatura técnica y la no
técnica no consiste en el hecho de que la primera trata sobre hechos y la otra
sobre ficciones, sino en el hecho de que la última sólo recoge unos cuantos
© FUOC • P08/80500/00571 47 El cómo y el porqué de la psicología social

recursos, mientras que la primera recurre a muchos, aunque estén muy lejos
en el tiempo o en el espacio. La figura 1.2 muestra las referencias que refuerzan
otro artículo de Schally.

Fig. 1.2

Diga lo que diga el texto, podemos ver que está vinculado con el contenido
de no menos de 35 artículos y de 16 revistas y libros publicados entre 1948 y
1971. Si quieres hacer algo en este texto, y si hay otra manera de deshacerse
del argumento, ya sabes de antemano que tendrás que comprometerte con
todos estos artículos y tendrás que retroceder en el tiempo tanto años como
haga falta.

[...] Hemos visto cómo la literatura se volvía cada vez más técnica por la incor-
poración de más y más recursos. En concreto, hemos visto llegar a un disidente
al aislamiento a causa del número de elementos que los autores de artículos
científicos ponían de su lado. Aunque en un comienzo suene antiintuitivo,
cuanto más técnica y especializada es la literatura, más social se vuelve, ya que
aumenta el número de asociaciones necesarias para expulsar a los lectores y
forzarlos a aceptarlo como un hecho, una afirmación. La afirmación del Sr.
A era fácil de rechazar, pero era mucho más difícil minimizar el artículo de
Schally sobre la GHRH en el enunciado 16; no porque la primera era social y
la segunda técnica, sino porque la primera es la palabra de un solo hombre y
© FUOC • P08/80500/00571 48 El cómo y el porqué de la psicología social

el segundo son las palabras de muchos hombres muy equipados. La primera


se elabora con unas cuantas asociaciones, el segundo con muchas. Por decirlo
de una manera más definitiva, la primera es un poco social, el segundo lo es
extremamente. Aunque eso se comprenderá mejor más tarde, claro está que,
si quedar aislado, asediado y sin aliados ni defensores no es un acto social,
entonces nada lo es. La distinción entre literatura técnica y el resto no es un
límite natural, es una frontera creada por la desproporcionada cantidad de
vínculos, recursos y aliados disponibles en cada lugar. Esta literatura no es tan
difícil de leer y analizar porque se escapa de los lazos sociales habituales, sino
porque es más social que los llamados vínculos sociales normales."

Bruno Latour. (1992). Ciencia en acción. Barcelona: Labor.


© FUOC • P08/80500/00571 49 El cómo y el porqué de la psicología social

Resumen

En este módulo presentamos algunos puntos de referencia para situar la psi-


cología social, conocer sus principales características, entender cuáles son los
objetivos de conocimiento que la animan y valorar sus aportaciones. Se trata,
en definitiva, de posibilitar una visión general de la psicología social a través
de una primera aproximación que os ayude a abordar posteriormente la expo-
sición más detallada de algunos temas.

Partiendo de estas premisas, el módulo está estructurado de una manera bas-


tante convencional en una serie de apartados que estudian el origen de la dis-
ciplina, su relación con las disciplinas más próximas (psicología y sociología),
los temas que gestaron su formación, las orientaciones teóricas que se dan, las
definiciones conceptuales de su objeto de estudio y las aplicaciones a las que
da lugar los conocimientos elaborados.

Pero, más allá de este formato convencional que hay que seguir en un nivel
introductorio a una disciplina, la presentación que hemos hecho aquí de la
psicología social se ha ordenado en torno a tres supuestos fundamentales.

1) En primer lugar, la importancia que reviste la historicidad de los fenómenos


sociales y del conocimiento que somos capaces de elaborar sobre estos fenó-
menos. La historicidad de los fenómenos sociales llama la atención sobre el
carácter evolutivo y cambiante de la realidad social y, por lo tanto, sobre la
necesidad de alejarnos de una vez por todas de la visión que tiende a consi-
derar los fenómenos psicosociales como fenómenos universales prefijados y
propios de una naturaleza humana que trasciende sus determinantes cultura-
les. Asimismo, la historicidad del conocimiento sobre los fenómenos sociales
obliga, por una parte, a la máxima prudencia en cuanto a la confianza que
conviene conceder a los conocimientos�instituidos, y obliga, por otro lado,
a prestar siempre la máxima atención a la genealogía de cualquier disciplina
para entender debidamente sus características presentes.

2) En segundo lugar, este tema enfatiza la naturaleza socialmente�construida


de los fenómenos psicológicos. Frente a la idea bastante generalizada según
la cual los aspectos sociales impactan sobre un entramado psicológico más
fundamental, dando forma y contenidos particulares, señalamos la dificultad
de separar lo social de lo psicológico, y apuntamos la necesidad de considerar
estos dos aspectos unidos inextricablemente como pueden estarlo las dos caras
de un mismo folio.
© FUOC • P08/80500/00571 50 El cómo y el porqué de la psicología social

3) Finalmente, el tercer supuesto fundamental gira en torno a esta peculiari-


dad del conocimiento sobre lo social, que, con el término Enlightenment, ha-
ce referencia a las repercusiones que tiene la misma investigación sobre los
fenómenos investigados.

En el mapa conceptual que figura a continuación, recogemos la parte más con-


vencional de la estructuración de este módulo, pero algunos de los conectores
que indicamos, especialmente los que son bidireccionales, reflejan también
parte de los supuestos fundamentales que acabamos de indicar.
© FUOC • P08/80500/00571 51 El cómo y el porqué de la psicología social

Propuestas de reflexión
A lo largo de todas las páginas anteriores se han aportado elementos para ayudar a la com-
prensión de lo que significa la psicología social. No es posible condensar en una fórmula más
o menos ingeniosa las múltiples consideraciones y perspectivas que hay que adoptar para
alcanzar una inteligencia de la disciplina. Su comprensión exige una peregrinación por la
historia, una revisión de sus principales características, un examen de los objetivos del cono-
cimiento que produce y una valoración de las aportaciones realizadas hasta el momento. Se
ha tratado, en definitiva, de ofrecer una primera aproximación a la materia.

El módulo se ha estructurado en una secuencia que empieza mostrando los orígenes de la


psicología social, su relación con otras ciencias sociales y humanas, los temas que dan origen
a su formación e institucionalización, las orientaciones teóricas que se han dado y algunas
aplicaciones tradicionales.

La conclusión más importante que hay que extraer de todo lo que hemos expuesto está rela-
cionado con el carácter de inseparabilidad que poseen los procesos sociales y los fenómenos
psicológicos. Esta afirmación plantea dos interrogantes generales: cómo se constituye esta
inseparabilidad y cómo podemos analizarla. En los próximos módulos aparecerán argumen-
tos para responder a estas cuestiones.

De momento, planteamos dos baterías de cuestiones más particulares para que reflexionéis
sobre las mismas.

1) Algunas ciencias sociales han lanzado un desafío epistemológico al plantear que puede
existir ciencia sin que necesariamente se genere un proceso de acumulación del conocimien-
to. La psicología social abogaría por esta propuesta.

Cita

"En mi opinión las ciencias sociales son acumulativas, pero no en el sentido de tener
conocimientos siempre más refinados sobre cuestiones permanentes, sino en el sentido
de tener un repertorio cada vez más rico en preguntas."

L. J. Cronbach (1986). Social Inquiry by and for earthlings. En D. Fiske y R. Shweder (Eds.),
Metatheory insocial sciencia. Pluralism and subjectivities. Chicago: Chicago University Press.

¿Qué puede significar que la psicología social incrementa su repertorio de preguntas? ¿En
qué formulaciones epistemológicas se traduce? ¿Qué aspecto confiere a la disciplina?

2) El conocimiento social en general, y el psicosocial, en particular, parecen tener una pecu-


liaridad curiosa: la investigación social genera repercusiones sobre los fenómenos investiga-
dos. Es lo que autores como K. Gergen han denominado efecto de Ilustración.

Cita

"La psicología social es científica si enfatizamos el aspecto de conocimiento organizado


con la función de producir interpretaciones sistematizadas en su campo de estudio... En
cualquier caso, como conocimiento fundamental socialmente, produce interpretaciones
que, como tales, alteran necesariamente, y en mayor o menor grado, la propia organiza-
ción social."

J. Seoane (1985). Sobre el concepto de psicología social. Butlletí de Psicologia, 8, 23-33.

Si el proceso de investigación impacta interpretativamente en su objetivo de análisis: ¿cómo


se puede definir este objeto?, ¿cómo se puede definir la relación sujeto-objeto en el proceso
de investigación y teorización?, ¿en qué posición queda el investigador?, ¿qué compromisos
debe asumir? y ¿de qué clase serán estos compromisos: éticos, políticos,...?
© FUOC • P08/80500/00571 52 El cómo y el porqué de la psicología social

Glosario
acción/investigación  Modalidad de la producción de conocimientos en psicología social
que pretende superar la separación entre investigación básica, por una parte, y aplicación de
los conocimientos, por la otra. Los conocimientos científicos se elaboran a partir de la inter-
vención práctica del psicólogo social en la resolución de los problemas sociales concretos. La
dicotomía entre teoría y práctica queda, así, difuminada parcialmente.

construcción de la realidad  Tesis según la cual la realidad social surge de las actividades
o práctica desarrolladas por los seres humanos y cambia, por lo tanto, junto con las mencio-
nadas prácticas. La realidad social no presenta una existencia objetiva e independiente de
nosotros, sino que resulta de nuestras propias actuaciones e intercambios con los demás.

convenciones lingüísticas  Aspectos de nuestro lenguaje que no presentan carácter de


necesidad, sino que representan una de las múltiples alternativas posibles. La inclusión de
una de estas alternativas en nuestra lengua resulta de hechos históricos que desembocaron
en un consenso cultural. Pero una vez incluida en nuestra lengua, esta alternativa pasa a
condicionar nuestra manera de hablar de las cosas y, por lo tanto, de entenderlas.

dualidad estructural  Concepción según la cual el marco social es simultáneamente es-


tructurante y estructurado. Las instituciones sociales estructuran las prácticas que podemos
llevar a cabo, a la vez que quedan estructuradas por las mencionadas prácticas.

enlightenment   Propiedad que presenta el conocimiento, elaborado por las ciencias socia-
les, de modificar los objetos que han dado lugar a este conocimiento.

genealogía  Estudio de las prácticas sociales que han intervenido en la progresiva configu-
ración de un objeto social.

historicidad  Propiedad de aquellos objetos cuyas características son el resultado de un


proceso histórico que las ha configurado. Estos objetos no resultan de la simple sucesión
temporal de acontecimientos, sino que están marcados también por la significación de estos
acontecimientos y por las condiciones culturales que los produjeron. Atribuir las característi-
cas de la historicidad a un objeto implica que su configuración actual no presenta un carácter
de estricta necesidad, ya que la concatenación de acontecimientos que lo han formado no
tenía un carácter de estricta necesidad.

significados compartidos  Constituyen la condición de posibilidad de la misma vida


social y de la existencia de colectividades sociales. Se trata del fondo común de formas de
entender la realidad que posibilita la comunicación entre las personas pertenecientes a una
misma sociedad y que, por lo tanto, pueden realizar actuaciones conjuntas.

socialización  Proceso mediante el cual la persona adquiere significados compartidos por


su grupo social y se constituye, así, como miembro, reconocido como tal, de una colectividad
social determinada.
© FUOC • P08/80500/00571 53 El cómo y el porqué de la psicología social

Bibliografía
Bibliografía básica

Blumer, H.(1982). El interaccionismo simbólico. Barcelona: Hora.

Bruner, J. (1991). Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva. Madrid: Alianza.

Ibáñez, T. (1989). (Ed.). El conocimiento de la realidad social. Barcelona: Sendai.

Sangrador, J. L. (1982). Interacción humana y conducta social. Barcelona: Salvat Ed. S. A.

Torregrosa, J. R. y Crespo, E. (1984). (Eds.). Estudios básicos de Psicología Social. Barcelona:


Hora.

Bibliografía complementaria

Blanch, J. M. (1982). Psicologías Sociales. Aproximación histórica. Barcelona: Hora.

Ibáñez, T. (1990) Aproximaciones a la Psicología Social. Barcelona: Sendai.

Munné, F. (1994). La Psicología Social como ciencia teórica. Barcelona: PPU.

Rodríguez, Á. (1993). Aplicaciones de la Psicología Social. México: Trillas.

Seoane, J. y Rodríguez, Á. (1988). (Eds.). Psicología Política. Madrid: Pirámide.

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