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Anhelos todos de mi corazón, inflámense y desbórdense desde ahora hacia el Señor Jesús;
corran, que mucho se han retrasado, apresúrense hacia la meta, busquen a quien buscan.
¡Dulce Jesús, que todo buen corazón dispuesto a la alabanza, te amé, se deleite en ti, se
admire ante ti! ¡Dios de mi corazón! ¡Herencia mía, Cristo Jesús! ¡Desfallezca el latir de mi
corazón! Vive, Señor, en mí; enciéndase en mi pecho la viva llama de tu amor, acrézcase en
incendio; arda siempre en el altar de mi corazón, queme en mis entrañas, incendie lo íntimo
de mi alma, y que en el día de mi muerte comparezca yo del todo perfecto en tu presencia.
Amén”.
¡Oh Jesús! Sabiduría eterna y encarnada, te adoro en la gloria del Padre, durante la
eternidad, y en el seno virginal de María, en el tiempo de tu Encarnación.
Te agradezco que hayas venido al mundo -hombre entre los hombres y servidor del Padre-
para librarme de la esclavitud del pecado.
Te alabo y glorifico porque has vivido en obediencia amorosa a María, para hacerme fiel
discípulo tuyo.
Renuncio a Satanás, a sus seducciones y a sus obras y me consagro a Jesucristo para llevar
mi cruz con Él, en la fidelidad de cada día a la voluntad del Padre.
3. ORACIÓN DE CONFIANZA
Acepta, querida Madre y Reina mía, toda mi persona y cuanto con la gracia de tu querido
Hijo he podido hacer de bueno.
Yo mismo no soy capaz de conservarlo dada mi debilidad e inconstancia, ¡y la forma en que
me combaten continuamente mis enemigos espirituales!
Veo todos los días caer por tierra los cedros del Líbano, y convertirse en aves nocturnas las
águilas que volaban en torno al sol.
Mil justos caen a mi izquierda; diez mil a mi derecha… (Sal. 91, 7). Más yo confío en ti mi
poderosa y más que poderosa Madre:
Tenme que no caiga; conserva mis bienes, que no me saqueen; protege en mí la vida divina.
4. ORACIÓN A JESUCRISTO
Ella será mi socorro, que levantándome de mi propia miseria, me introducirá más y más
profundamente en tu amistad.
Ay, Señor, débil como soy, sin Ella ya hubiera naufragado en mis pecados. ¡Sí, María me
hace falta ante ti y en todas partes!
Con Ella, en cambio me libraré del pecado y de sus consecuencias y podré acercarme a ti,
dialogar contigo y agradarte en todo; aceptar radicalmente tu Evangelio, salvarme e irradiar
tu amor y salvación a mis hermanos.
¡Cómo quisiera, oh Jesús, publicar ante todas las criaturas tu gran misericordia a favor mío!
Y hacer que todo el mundo conozca, que a no ser por María, hace tiempo estaría yo
condenado ¡y agradecerte dignamente este favor!
¡María está conmigo! ¡Qué tesoro tan precioso! ¡Qué alegría tan inmensa!
Pero Señor, amor con amor se paga: qué ingratitud la mía si no me consagrara a Ella
totalmente.
Salvador mío amadísimo: antes morir que vivir sin Ella mil y mil veces como, Juan ante la
Cruz (Jn 19, 27) he aceptado a María como tu don más precioso, y ¡cuántas veces me he
consagrado a Ella, aunque todavía con tanta imperfección!
Por ello quiero ahora, con la madurez y disponibilidad que esperas de mí, consagrarme a
Ella nuevamente.
Arranca de mi ser cuanto no pertenezca a tan augusta Reina: pues, si no es digno de Ella,
tampoco es digno de ti.
5. AL ESPÍRITU SANTO
Oh Espíritu Santo, ayúdame a cumplir mi compromiso, concédeme todas las gracias; planta
y cultiva en mí el árbol de la vida verdadera que es la amabilísima María para que crezca y
dé flores y frutos abundantes.
6. A MARÍA
¡Oh María, Hija predilecta del Padre, Madre admirable del Hijo, Esposa fidelísima del
Espíritu Santo!
Más, aún no soy tuyo cuanto debo: por ello, hoy me consagro a ti en disponibilidad plena y
eterna, comprometiéndome a arrancar de mí cuanto desagrade a mi Dios y a plantar,
levantar y producir todo lo que tú quieras.
Que la luz de tu fe disipe las tinieblas de mi espíritu, que tu humildad profunda sustituya a
mi orgullo, que tu contemplación contenga a mi alocada fantasía, que tu visión no
interrumpida de Dios llene con su presencia mi memoria, que el fuego de tu ardiente
caridad incendie la tibieza y frialdad de mi pecho, que mis pecados cedan el paso a tus
virtudes y el fulgor de tu gracia me acompañe al encuentro con Dios.
Madre mía amadísima, alcánzame la gracia de no tener más espíritu que el tuyo para
conocer a Jesús y su Evangelio; más alma que la tuya para alabar y glorificar al Señor; más
corazón que el tuyo para amar a Dios como tú lo amas.
Para ti, el ver claro sin tinieblas ni dudas; para ti, el saborear el gozo pleno; para ti, el triunfar
junto a tu Hijo; para ti, el dominar cielos y tierra y humillar los poderes del maligno; para ti,
el difundir como tú quieras los dones del Altísimo.
Esta es tu mejor parte, que no te será nunca arrebatada y me llena de gozo el corazón.
Te pido solamente poder decir tres veces Amén, en todos los momentos de mi vida:
Amén a cuanto hiciste en este mundo, Amén a cuanto hoy haces en el cielo, Amén a cuanto
ahora haces en mi alma, para que en ella Cristo sea glorificado en plenitud, en el tiempo y
en la eternidad.
7. VEN, ESPÍRITU CREADOR
Tú eres el abogado,
don de Dios, viva fuente,
fuego y amor ardiente
y espiritual unción.
Aleja al enemigo
danos paz y victoria,
guíanos a la gloria,
Divino defensor.
Obtennos conocerte,
Espíritu Divino
vivir en ti, Dios Trino,
y disfrutar de tu Amor.
Amén.
8. OH SANTA MARÍA
Oh Santa María
de mares estrella,
Virgen de Dios Madre
y del cielo puerta.
Retomando el Ave
que Gabriel te diera,
la paz corrobora
cambia el nombre de Eva.
Al ciego ilumina
y libra al cautivo,
ahuyenta los males
da bienes Divinos.
9. MAGNÍFICAT
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí:
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los
poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los
despide vacíos.
1. Corona de EXCELENCIA
* Padrenuestro.
* Dios te salve, María.
Bienaventurada eres, Virgen María, que llevaste en tu seno al Señor y Creador del mundo:
engendraste al que te formó, permaneciendo siempre virgen.
2. Corona de PODER
* Padrenuestro.
* Dios te salve, María.
Gloria a ti, Reina del universo, condúcenos contigo a la felicidad del Cielo.
Gloria a ti, tesorera de las gracias del Señor: danos participar en los dones de Dios.
3. Corona de BONDAD
* Padrenuestro.
* Dios te salve, María.
Gloria a ti, Refugio de los pecadores: intercede por nosotros ante el Señor.
Gloria a ti, Madre de los hombres: enséñanos a vivir como hijos de Dios.
Gloria a ti, Alegría de los justos: condúcenos contigo a las alegrías del cielo.
Gloria a ti, prestísima ayuda nuestra en la vida y la muerte; llévanos contigo al reino de los
cielos.
OREMOS:
Dios te salve, María, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa del Espíritu Santo,
Templo augusto de la Santísima Trinidad.
Dios te salve, María, Señora mía, mi tesoro, mi belleza, Reina de mi corazón, Madre, vida,
dulzura y esperanza mía queridísima, –más aún– mi corazón y mi alma.
Concédeme, por tu bondad, la gracia de contarme en el número de los que amas, enseñas,
diriges, nutres y proteges como a hijos.
Haz que despreciando por tu amor todos los consuelos terrenos, aspire continuamente a
los bienes celestiales, hasta que por medio del Espíritu Santo, tu Esposo fidelísimo, y de ti,
Esposa suya fidelísima, sea formado en mí Jesucristo, tu Hijo, para gloria del Padre celestial.
Amén.
Letanías de la humildad
Oración:
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser
ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de
aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra
miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el
cielo.
Amén.