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Se cuenta que en el principio de los tiempos, los dioses del pueblo germánico, vivía

n en el Walhalla, un refugio de paz y dicha. Wotan u odín, era el dios principal y


gran patriarca, junto con él vivían sus hermosas hijas las valquirias, preciosas y
jóvenes mujeres guerreras indomables que cabalgaban en corceles blancos e intervenía
n en la guerra, recogiendo a los muertos del campo de batalla para ser llevados
al Walhalla, donde recibirían el premio a su valor de manos del mismo Odín.
Como en otras culturas, en ésta, el dios más grande tuvo descendientes mortales: 2 h
ijos, una niña y un niño, que llevaron el nombre de Siglinda y Sigmundo, respectivam
ente. Ambos fueron separados desde pequeños. Sigmundo fue desterrado mientras que
Siglinda fue dada en matrimonio a Hunding, un guerrero bárbaro y de maneras brutal
es, con quien Siglinda no sentía mucho apego. Sin embargo, Hunding la desposó y se l
a llevó a vivir a una cabaña rústica en el bosque, la cual rodeaba un magnífico y colosa
l fresno. Durante la boda, la cual se realizó en la cabaña del bosque, ocurrió un hech
o curioso, una hombre con aspecto de vagabundo entró en la sala del banquete, iba
cubierto por una túnica oscura y solo el brillo claro y resplandeciente de sus ojo
s revelaba su divinidad. Mientras los invitados a la boda se quedaban mirándole so
rprendidos, el extraño se acercó a Siglinda y la alentó y le dio consuelo. Luego, en u
n acto impredecible sacó de su manto una magnífica espada y la hundió sobre el fuerte
roble que se encontraba en el centro de la cabaña. Después con fuerte voz dijo "Quie
n logre sacarla de ahí tendrá la espada más fuerte de todas", y habiendo pronunciado e
stas palabras desapareció sin dejar rastro. Aquel invitado inprevisto era nada más y
nada menos que Odín, y la espada que había clavado en el árbol era Nothung,, la espad
a más poderosa del mundo.
Como era de esperarse, los invitados no tardaron en intentar sacar la poderosa e
spada, uno tras otro, probaban su fuerza en vano. Y la espada quedó ahí clavada. Tie
mpo después, Sigmundo, que había pasado años de luchas y desventuras, llegó por casualid
ad a la casa de Siglinda. Los dos jóvenes no se reconocieron, pero había algo en Sig
mundo que resultaba sumamente atractivo para Siglinda. Y cuando al fin Siglinda
hubo reconocido a su hermano, se entregó a sus brazos y repudió a su marido Hunding.
Siglinda le pidió a Sigmundo que sacara la espada que nadie había podido siquiera a
flojar. Sigmundo se dirigió pronto a la tarea y al momento que tocó la espada sintió q
ue una poderosa fuerza le invadía el brazo, tras lo cual pudo sacar a Nothung. Con
Nothung en su poder, Siglinda le entregó su amor a Sigmundo, sabedores ambos de s
u origen divino. Sellado su amor, decidieron escapar lejos de la cabaña, lejos del
marido impuesto por la fuerza, así que sigilosamente ambos amantes salieron de la
cabaña. Pero al despertar, Hunding salió en frenética persecución de la infiel esposa y
el hombre que la había tomado, manchando su honor, más sin éxito. Un año después, la pare
ja, tuvo un precioso hijo varón de nombre Sigfrido. El destino parecía sonreírles y la
felicidad bien se veía, iba a ser eterna, más sin embargo les aguardaba un fatal en
cuentro, cuando se presentó la ocasión en que Sigmundo debería luchar contra Hunding,
quien contaba con la protección de Odín, por la afrenta que había tenido que sufrir. E
ra pues, el destino de Sigmundo, caer derrotado a manos de Hunding. Mientras tan
to en Walhalla, los dioses deliberaban acerca de lo que debía hacerse y fue Friga,
la esposa de Odín, quien convenció a este de que diera la victoria a Hunding pues d
eseaba castigar la separación ilícita de Siglinda, muy a su pesar, puesto que Odín, al
principio apoyaba a Sigmundo.
Sin embargo, iniciado el feroz combate, una de las valquirias, la bella Brunilda
, se compadeció de Sigmundo y contradiciendo las órdenes de su padre Odín, socorrió piad
osamente al joven en apuros. Odín al percatarse de que Brunilda estaba ayudando a
Sigmundo, la alejó rápidamente y al siguiente instante la espada de Sigmundo se romp
ió contra la lanza de Hunding y éste se lanzó contra el joven y le atravezó el pecho.
Sigmundo, en agonía llamó a Siglinda y le dijo que huyera con Sigfrido y la espada N
othung rota, y que llegado el momento Sigfrido la empuñaría nuevamente y realizaría nu
merosas y gloriosas gestas con ella.
Mientras tanto, la piadosa valquiria Brunilda fue encerrada en un círculo de fuego
víctima de un poderoso sueño que no cesaría hasta que un gran héroe llegara a su rescat
e, ese fue el castigo que Odín dejó caer sobre ella y ésta, lo tomó de buen grado, sabiénd
ose culpable de desobedecer sus órdenes. En esos mismos instantes, en los límites de
l bosque donde había ocurrido el fatal enfrentamiento se yacía Siglinda agotada por
el delor y los grandes padecimientos que había sufrido, además se encontraba graveme
nte afectada por un mal oculto. Fue entonces cuando el enano mime apareció en esce
na, y cautelosamente, pues era bien conocida su cobardía, se acercó a socorrer a la
bella joven. Y fue entonces que Siglinda le entregó a su hijo Sigfrido a mime, con
la encomienda de que lo cuidara y le entregara la poderosa espada cuando éste tuv
iera fuerza para empuñarla, mime aceptó pues sabía que aquel pequeño podía serle de gran a
yuda para sus ambiciosos planes de apoderarse del tesoro de los nibelungos, un t
esoro que incluía un anillo que daría al que lo tuviera, el poder para conseguir lo
que quisiera: El anillo de los nibelungos.

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