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Es la recopilación de todas las creencias y religiones de los diferentes grupos étnicos de Venezuela
antes de la llegada de los conquistadores. Otros tienen su origen en las culturas africanas, y también la
religión católica ha hecho sus aportes míticos. Creencias como el origen del mundo, del fuego y de la luz
atribuidos estos generalmente a seres sobrenaturales con forma de animales pensantes y con capacidad
de razonar o también seres humanos con rasgos exagerados o con poderes sobrenaturales.
Es importante señalar que aunque sean muy variados los nombres de los dioses, siempre representan
más o menos lo mismo: el sol, la luna, las estrellas, fenómenos naturales, ríos, montañas, etc.
Cuenca del lago de Maracaibo con los Guajiros, que eran recolectores y pescadores
Arahuacos Occidentales que comprendían los Caquetíos de Falcón, Lara y Yaracuy y se extendían
en el sur hasta los llanos
Los Caribes del Oriente desde la Península de Paria hasta Borburata (Cerca de Puerto Cabello en el
estado Carabobo)
En los llanos y en el delta del Orinoco (Waraos), el área de los recolectores, pescadores y cazadores
de los llanos
En la Guayana Venezolana, al sur del Orinoco, los Caribes nómadas (aquellos que no viven en un
lugar fijo, sino que se desplazan de una zona a otra)
Cada uno de estos grupos aborígenes con diferentes dioses y creencias y cultos debido a sus diferentes
estilos de vida y supervivencia.
Dioses aborígenes
María Lionza
Durante la Semana Santa y el Día de la Resistencia Indígena (12 de octubre), son numerosas la
peregrinaciones a la montaña de Sorte, la cual se encuentra ubicada cerca de Chivacoa, en el estado de
Yaracuy. A este lugar llegan los devotos con el objeto de hacerle todo tipo de peticiones a María Lionza,
las cuales puede ir desde la cura de enfermedades, la solución de problemas de amor, hasta la
obtención de riqueza o poder. Para que los favores les sean concedidos, los creyentes eligen un rincón
en el bosque o un recodo en el río, donde construir un altar desde donde invocarla. El altar en cuestión
se decora con fotografías, figuras estatuillas, vasos con ron o aguardiente, tabacos, cigarrillos en cruz,
flores y frutos. Asimismo, el altar debe estar presidido por la Reina María Lionza, quien en el mundo del
espiritismo es la "monarca de cuarenta legiones, formadas por diez mil espíritus cada una". Al lado de la
Reina, colocan a Guaicaipuro, el cacique que luchó valientemente contra los conquistadores españoles
en el valle de Caracas y que preside la Corte Indígena; y al otro lado, colocan al Negro Primero, el único
negro con rango de oficial en el ejército de Bolívar, que preside la Corte Negra. El culto a María Lionza
se remonta al tiempo previo a la llegada de los españoles a territorio venezolano en el siglo XV. Los
indígenas que habitaban lo que hoy se conoce como el Estado Yaracuy, veneraban a Yara, Diosa de la
Naturaleza y del Amor. De hecho, según algunos lingüistas, el vocablo Yaracauy significa "lugar de
Yara". De acuerdo a la descripción que los indígenas hacían de Yara, ésta era una mujer triste de
grandes ojos verdes, pestañas largas y amplias caderas. Olía a orquídeas, su sonrisa era dulce y
melancólica, los cabellos lisos y largos hasta la cintura, con tres hermosas flores abiertas tras las orejas.
Según la leyenda, Yara quien era una hermosa princesa indígena, fue raptada por una enorme culebra
dueña de las lagunas y los ríos, que se enamoró de ella. Enterados los espíritus de la montaña de lo
hecho por la culebra, decidieron castigarla haciendo que se hinchara hasta que reventara y muriera. Tras
esto, eligieron a Yara como dueña de las lagunas, ríos y cascadas, madre protectora de la naturaleza y
reina del amor. El mito de Yara sobrevivió a la conquista española, aunque sufrió algunas
modificaciones. En este sentido, Yara fue cubierta por la religión católica con el manto de la virgen
cristiana y tomó el nombre de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar. Sin
embargo, con el paso del tiempo, sería conocida como María de la Onza, o sea, María Lionza. El culto a
María Lionza cobró una gran fuerza en la década 50 del siglo XX, durante la dictadura de Marcos Pérez
Jiménez, quien mandó que se erigiera en la autopista del este, cerca de la entrada de la Universidad
Central de Venezuela, una estatua de ella montada en una danta, la cual se mantiene hasta nuestro días
y en la que se le hacen numerosas ofrendas florales.
Odo´sha
Espíritu maligno, dueño del bosque, del viento, demonio de la montaña y señor del ensueño. Siempre
está listo a clavar una espina en la lengua de los que se atreven a salir de noche y que hacen caso
omiso de su silbido de advertencia. A su cargo están los demonios llamados Suamo, dueños de
animales salvajes que comen gente. Habitan las alturas de los tepuyes guayaneses.
Amalivaca
Dios Creador del mundo y de los hombres. También conocido por otras tribus como: Amaruaca y
Amarivaca.
En la mitología indígena, Amalivaca fue el creador de la humanidad, del río Orinoco y del viento. En
principio hizo a los hombres inmortales pero en castigo a sus faltas, los volvió mortales. Se dice que
hace muchos años atrás hubo una gran inundación.
Amalivaca salió entonces en una canoa a recorrer el mundo y junto con su hermano Vochi fueron
reparando los daños del diluvio, después del cual solo había quedado una pareja de humanos vivos.
Ellos se fueron a una gran montaña llevando semillas de palma moriche y desde allí las dispersaron
lanzándolas hacia el mundo. De estas semillas nacieron los hombres y las mujeres que pueblan el
planeta.
Ches
Dios andino de los cultivos. A esta deidad se le invocaba para conocer el futuro de una cosecha. Se le
rendían sacrificios para que el cultivo fuera bueno. Es conocido también como el dador del bien y del
castigo y como habitante de los páramos y las lagunas.
Arco
Deidad acuática. Posee una naturaleza dual: a la vez es creador y destructor, cura pero también
ocasiona enfermedades. Era esposo de Arca. Se le vincula con Ches y los arco iris. Se le identifica como
un ave del páramo.
Tamoryayo
Según la tribu de los Yukpa, Dios creador que vivía en las nubes, de donde una vez bajó a cambiar de
sitio el firmamento para colocarlo donde ahora está. Luego creó al primer Yukpa. Con el tiempo, viendo
al hombre solo, le mandó a un pájaro carpintero como emisario y le mandó el mensaje de si quería
compañía. El primer hombre dijo que sí y entonces el pájaro se fue en busca del árbol Manüracha o
Caricai, que al ser cortado botaría sangre. El yukpa cortó en dos al árbol y se transformaron en dos
mujeres. Tomó a una de ellas, le hizo cosquillas y con la risa de la mujer le entró el alma al cuerpo. Hizo
lo mismo con la otra mujer y luego les puso el nombre de Yoripa. Después las embarazo y así
comenzaron a nacer los Yukpa.
Osemma
Dios yukpa de la agricultura. Era de cabellera muy larga, cubierta de flores y de granos de maíz. Como
no hablaba la lengua Yukpa, usaba una ardilla de intérprete. Vivió mucho tiempo con la tribu,
enseñándoles a cultivar la tierra y cuando al fin se fue, dicen los Yukpa que se empequeñeció a tal grado
que la tierra se lo tragó y ocurrió entonces el primer temblor.
Mareiwa
Según los Wayúu, era hijo del trueno. Era el poseedor del fuego, y lo guardaba celosamente en una
cueva, lejos de los hombres. Junuunay, joven guajiro, pudo entrar en la cueva y robó dos brasas, y fue
así como se extendió el conocimiento del fuego entre los hombres.
Guaygerri
Junto con Urrumadua, dioses creadores entre la tribu de los Achaguas.
Puru
Según los Sálivas, fue la deidad que hizo todo lo bueno y vive en el cielo. Su hijo mató a una serpiente
que tenía acosada a la humanidad, y de cuyas entrañas salieron unos espantosos gusanos que luego se
convirtieron en los caribes.
Kúwai
En la tradición de los hiwi, era el Dios creador del mundo y los hombres. Para crear al primer hombre
utilizó barro, pero la lluvia lo deshizo, en un segundo intento usó cera de abejas, pero el sol lo derritió, al
tercer y último intento lo hizo de madera. La reproducción de los Hiwi fue gracias a un ratón que logró
que sus sexos se diferenciaran.
Kuai-mare Era el Dios principal de los Waraos. Su nombre significa "El Feliz que Habita Arriba". Es
negro, cabellos largos, ojos grandes, orejas largas, tanto que una llega al oriente y otra al occidente, y
los zarcillos que usa brillan como el oro y la plata. Su vestimenta es una túnica finísima que flota en el
aire produciendo la brisa que agita el agua de los ríos. Cuando camina produce movimientos de tierra.
Es el creador de los espíritus buenos y de los malos.
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