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Fallo

Voces:
Colegio de Martilleros.
Sumario:
TRIBUNAL DE ÉTICA. SUSPENSIÓN DE MATRÍCULA. DEBIDO PROCESO.
TESTIGOS. VALIDEZ DEL TESTIMONIO. DENUNCIANTE. NULIDADES
PROCESALES
1.- Corresponde rechazar la demanda que pretende la declaración de
nulidad de una sanción de suspensión de un martillero público impuesta
por el Colegio de Martilleros y Corredores de la Provincia del Neuquén,
si no resulta la arbitrariedad del acto administrativo sancionatorio y se
han observado en el procedimiento las garantías que conforman el
debido proceso adjetivo, en tanto que al profesional sumariado se le
comunicó la imputación en tiempo y forma; tuvo ocasión de ser oído,
derecho que ejerció por escrito y no implica necesariamente que se
deba brindar una audiencia oral; pudo ofrecer prueba y ésta fue
producida; tuvo oportunidad de interrogar a los testigos, y se dictó una
sentencia con motivación suficiente, que tuvo la posibilidad de
impugnar, tanto administrativa como judicialmente.
2.- La circunstancia de hallarse el testigo comprendido en alguna de las
generales de la ley no conduce por si solo a desechar su testimonio ni
elimina ab initio su credibilidad. No se trata de testigos inhábiles y por
ende pueden prestar declaración.
3.- El denunciante no es parte en el procedimiento disciplinario, toda
vez que su papel se agota en poner en conocimiento de las autoridades
hechos que considera ilícitos, no contando con la posibilidad de
participar del procedimiento posterior. En efecto, más allá de que pueda
ser citado como testigo, el denunciante no es notificado de las
resoluciones adoptadas ni puede recurrirlas, como así tampoco, puede
ejercer las prerrogativas propias del imputado, como lo son las que
fueran repasadas en el apartado anterior.
4.- La falta de consignación de la fecha de emisión de la Resolución del
Tribunal de Ética, configuraría un vicio leve tipificado en el artículo 68,
inciso g), de la Ley 1284, que, como tal, puede ser enmendado (artículo
74 de la Ley 1284). En tal sentido, no puede dejar de apreciarse que sí
contiene fecha de emisión la cédula de notificación de dicha Resolución,
obrante en la foja siguiente, que al igual que ese acto administrativo,
está suscripta por los tres integrantes del Tribunal.
5.- En materia de nulidades es regla que ellas no proceden si no existe
un gravamen concreto para la parte provocado por la alegada
inobservancia de las formas. Por lo tanto, si no resulta la arbitrariedad
del acto administrativo sancionatorio y se han observado
sustancialmente las garantías que conforman el debido proceso
adjetivo, corresponde rechazar la demanda.
Contenido:
ACUERDO N°_89. En la Ciudad de Neuquén, Capital de la Provincia del
mismo nombre, a los seis días del mes de Diciembre del año dos mil
doce, se reúne en Acuerdo la Sala Procesal Administrativa del Tribunal
Superior de Justicia, integrada por los Sres. Vocales, Doctores EVALDO
DARÍO MOYA y OSCAR E. MASSEI, con la intervención de la titular de la
Secretaría de Demandas Originarias, Doctora Luisa A. Bermúdez, para
dictar sentencia definitiva en los autos caratulados: “VIVANCO RUBÉN
ÁNGEL C/ COLEGIO DE MARTILLEROS Y CORREDORES DE LA PROVINCIA
DEL NEUQUÉN S/ ACCIÓN PROCESAL ADMINISTRATIVA” (Exp.
2684/09), en trámite por ante la mencionada Secretaría de dicho
Tribunal y, conforme al orden de votación oportunamente fijado, el
Doctor EVALDO DARÍO MOYA dijo:
I.- Que, a fojas 59/75, se presenta Rubén Ángel Vivanco e interpone
acción procesal administrativa contra el Colegio de Corredores y
Martilleros de la Provincia del Neuquén, con la pretensión que sea
declarada la nulidad de la Sentencia N° 1/08, la Resolución N° 25/10, la
Resolución sin fecha que rechaza el recurso de reconsideración y la
Resolución sin número que fuera notificada el 23 de marzo de 2009, por
las que el Tribunal de Ética de la demandada le impusiera una sanción
de suspensión por 3 meses de su matrícula y se rechazaran los recursos
administrativos contra la misma.
Narra que Mabel Liliana, Ana María, Armando Ariel y Edgardo Ceferino,
todos de apellido Zanella, lo denunciaron ante el Colegio por entender
que había incurrido en una posible inconducta comercial.
Recuerda que la relación con los denunciantes devino de una venta que
se le encargara a fines del año 2006, de un inmueble sito en la calle
Catriel 370 de esta ciudad, el cual tuvo varios inconvenientes, como la
inhibición de uno de sus titulares, un trámite de sucesión, la firma por
parte de los herederos de un documento asumiendo una
responsabilidad por una deuda ya prescripta. Dice que se firmó
oportunamente la autorización de venta y, ante la presencia de un
interesado, se señó el inmueble y posteriormente se concluyó la
operación con pago del precio, saldo y suscripción de la escritura.
Enumera los hechos denunciados: que el actor suscribió un compromiso
de venta sin autorización de los denunciantes, por cuanto carecía de
poder para ello; que se suscribió la autorización de venta el día 16/01/08
y la misma fue antedatada el 10/01/08; diferencias en los plazos de
escrituración y financiación del saldo pendiente, entre la autorización de
venta y el compromiso de venta (recibo de seña) firmado con el
adquirente; se cuestiona la percepción de una seña por la compra del
bien y se alega que nunca se rindió dicha suma, y la no comparecencia
del actor a la firma de la escritura.
Sigue reseñando que la denuncia le fue notificada y efectuó un
minucioso y detallado descargo, respondiendo a cada una de las
imputaciones, el cual resume.
Refiere que, sin perjuicio de dicha presentación, al que adjuntó
documentación suficiente, el Tribunal de Ética resolvió aplicarle una
sanción muy severa, pese a no registrar antecedente alguno.
Expone que interpuso recurso jerárquico ante el Consejo Directivo y
subsidiariamente la reconsideración ante el mismo órgano que dictó el
acto, solicitando la declaración de nulidad de la actividad administrativa
desplegada por la institución.
Señala que el recurso jerárquico fue rechazado por Resolución N° 25,
con el fundamento de que la Ley 2538 no preveía que el Consejo
Directivo fuera competente para revisar decisiones del Tribunal de Ética
ni de ningún otro órgano, y se dejó expedita la vía judicial.
Dice que ante un nuevo recurso de reconsideración, el Tribunal de Ética
nuevamente rechazó el mismo, interpretando que las garantías del
debido proceso y defensa en juicio habían sido respetadas y, a la vez,
que el imputado no había planteado con anterioridad los vicios alegados
en ese recurso; además, se negó que existiera lesión al derecho a
trabajar y que se hubiera afectado el buen nombre y honor, y se sostuvo
que las conductas denunciadas habían sido probadas suficientemente y
la sentencia estaba debidamente fundada y motivada.
Comenta que, con posterioridad, presentó un reclamo administrativo,
ratificando los términos de los recursos anteriores, que fuera decidida
por la Resolución sin número notificada el 23 de marzo de 2009,
suscripta por uno solo de los miembros del Tribunal de Ética.
Argumenta que la preparación e impugnación de la voluntad del Colegio
de Profesionales, en su calidad de persona jurídica de derecho público
no estatal, se rige por la Ley 1284.
Manifiesta que no obtuvo una resolución fundada porque no fue
valorada la prueba ofrecida por su parte y sólo se ha decidido en base a
lo atestiguado por los denunciantes, que no podían ser testigos por ser
parte del proceso y que, por otra parte, no podían ser convocados de
oficio, porque la facultad de citarlos es del administrado, según el
artículo 165.d de la Ley 1284.
Apunta que solamente pudo presentar su descargo y no fue citado (a
diferencia de los denunciantes) a exponer sus razones o defensas o a
declarar ante el Tribunal, antes de resolver. Dice que a lo largo del
expediente se lo tuvo por notificado, pero no hay ninguna cédula que
así lo acredite.
Seguidamente aborda el análisis de los cargos en que se fundó la
sanción.
En cuanto a la omisión de rendir la seña al momento de firmar la
escritura, alega que no fue anoticiado del encuentro y que la rendición
fue realizada, conforme lo ha acreditado con documentación.
Con respecto a la inasistencia a la firma de la escritura, arguye que se lo
condenó por el solo testimonio de las partes, sin ninguna otra prueba.
En relación con la omisión de rendir cuentas, admite que existió en un
momento oportuno, pero no causó ningún perjuicio y señala que su
obligación era la de efectuarla una vez que se cumpliera una condición,
de la cual nunca fue notificado.
En cuanto a haber puesto en riesgo la compraventa, niega que haya
ocurrido, porque de hecho la operación se concretó y la única que la
puso en riesgo fue la vendedora, al haber omitido abiertamente
información de trascendental importancia, que casi frustra el negocio.
Finalmente, expresa que en su descargo efectuó una explicación
analítica de sus razones y defensa en punto al imputado abuso de
mandato, pero no fue tenida en cuenta racionalmente por el juzgador,
siendo sólo parcialmente objeto de descalificaciones dogmáticas.
Asevera que en el procedimiento sancionatorio no fueron valoradas sus
defensas en un pie de igualdad con lo sostenido por los denunciantes y
a éstos se le confirió una última oportunidad para expresarse ante el
Tribunal, mientras que a él no; a la vez que considera que la sanción
aplicada no fue proporcional.
Afirma que se omitieron pasos procesales fundamentales, como la
apertura a prueba, su producción y conclusión, además de los alegatos,
todo ello con carácter previo a la sentencia, de acuerdo a los artículos
163 a 173 de la Ley 1284.
Manifiesta que fue violado el principio de legalidad porque no se citaron
las normas procedimentales aplicadas, no hubo un contradictorio justo,
no existió igualdad de partes y el Colegio no actuó con imparcialidad.
Señala que no se cumplió con el dictamen jurídico previo, exigido por el
artículo 50 de la Ley 1284.
Por otro lado, cuestiona la motivación de la sanción, en tanto se basó en
el incumplimiento de normas del Código Civil, que no son disciplinarias,
ejerciendo de esa manera una atribución judicial.
Cuestiona la utilización del Estatuto del Colegio, por parte del Consejo
Directivo, en tanto dice que es un reglamento que no se adecua al
procedimiento para su preparación reglado en el artículo 89 de la Ley
1284 y tampoco fue publicado.
II.- A fojas 148/149 se declaró la admisión formal de la demanda (RI N°
74/11).
III.- Ejercida la opción procesal de la parte actora por el procedimiento
ordinario (foja 158), se corrió traslado al Colegio de Martilleros y
Corredores de la Provincia del Neuquén y al Fiscal de Estado.
Este último toma intervención, en los términos de la Ley 1575, a foja
173.
Por su parte, el Colegio contesta la demanda, a fojas 165/172, y solicita
su rechazo, con costas al actor.
Repasa el articulado de la Ley 2538, a fin de sostener que la autoridad
competente para aplicar las sanciones disciplinarias es el Tribunal de
Ética, el cual no posee superior jerárquico y es plenamente autónomo,
por lo cual el Consejo Directivo no podría haber decidido el recurso
jerárquico interpuesto por el actor.
En cuanto al Estatuto, refiere que fue aprobado en la asamblea
extraordinaria realizada el 5 de junio de 2007, por todos los
concurrentes a la misma, y que, a los fines de su notificación y
conocimiento, fue enviado por correo electrónico a la totalidad de los
colegiados, se encuentra a disposición de ellos en la sede del Colegio y
fue publicado en la página web.
Destaca que la sanción no ha sido ejecutada.
Argumenta que el procedimiento disciplinario fue correcto y ajustado a
la normativa aplicable. En tal contexto, expone que el imputado siempre
tuvo acceso al expediente; fue notificado de la existencia de la denuncia
y de la composición del Tribunal de Ética; ejerció su derecho de defensa
y ofreció pruebas, que fueron proveídas, y la fecha de las audiencias
testimoniales le fue notificada.
Resalta que fue el propio Vivanco quien ofreció el testimonio de Mabel
Zanella, denunciante, cuya procedencia cuestiona en la demanda.
Señala que la disconformidad del actor con la sentencia dictada no
configura causal de nulidad y que la misma goza de presunción de
legitimidad.
Expone que los argumentos del actor resultan desvirtuados por la
compulsa del expediente administrativo.
IV.- Corrida que fue la vista correspondiente al Fiscal del Tribunal, opina,
a fojas 180/185, que la demanda debe ser rechazada, sin perjuicio de
considerar que las Resoluciones de fojas 69/70 y 75 del expediente
administrativo, que resolvieron recursos contra la sanción, resultan
nulas; la primera por carecer de fecha de emisión y la segunda porque
fue firmada por un solo miembro del órgano colegiado.
V.- A foja 186 se dispone el llamado de autos, el que se encuentra a la
fecha firme y consentido y coloca a las presentes actuaciones en
condiciones de dictar sentencia.
VI.- Así las cosas, corresponde introducirse en el análisis de la
legitimidad de la sanción impugnada.
Preliminarmente, cabe reiterar que la prueba de los hechos imputados,
en función de los cargos formulados, como asimismo su calificación
jurídica en virtud de lo previamente normado por la ley, se encuentran
en el marco de la reglamentación aplicable. Mientras que la apreciación
de la conducta y la elección de la sanción entre varias preestablecidas,
siempre que el ordenamiento lo autorice, bien pueden consentir el uso
de la discrecionalidad.
No obstante, cabe recordar que aun cuando exista un margen
discrecional, su congruencia e inserción dentro de la juridicidad es
objeto de control, más reducido, prudente y razonable, pero control al
fin (cfr. Acuerdos N° 1579/09, 1589/09, 1625/09, 1709/09, entre otros).
El Código Procesal Administrativo (Ley 1305) establece que la
impugnación de actos administrativos se debe fundar en razones de
ilegitimidad. A continuación, se define ese concepto como comprensivo
de vicios en la competencia, objeto, voluntad y forma del acto, la
desviación y el abuso o exceso de poder, la arbitrariedad y la violación
de los principios generales del derecho (artículo 2.a.1 de la Ley 1305).
Hecha la introducción, deviene necesario repasar los fundamentos de la
sanción, específicamente, de la Sentencia N° 1 del Tribunal de Ética del
Colegio de Martilleros y Corredores de Neuquén (fojas 45/55 del
expediente de denuncia N° 2).
Finalmente, pese a que la denuncia abarcaba más hechos, la conducta
reprochada por el Tribunal de Ética consistió en que Vivanco no hubiera
cumplido con el mandato encomendado, en tanto se lo encontró
culpable de: omitir la rendición de la seña al momento de la firma de la
escritura, no concurrir a dicho acto, no rendir cuenta de su mandato,
poner en riesgo la operación de compraventa del inmueble y abusar de
su mandato.
En el fallo reseñado se concluyó que: “Según surge de las declaraciones
tanto del vendedor como del comprador y el descargo del profesional
actuante, el Sr. Vivanco ha actuado negligentemente poniendo en riesgo
la operación de compraventa, al no entregar en tiempo y forma los
montos depositados por el comprador en sus manos, los que debieron
ser entregados como último plazo en la fecha de la firma de la escritura
traslativa de dominio en el Banco BBVA el día 4 de abril del corriente a
las 11:30 hs., fecha que le fue comunicada por los vendedores y por el
comprador y que él mismo debió haber conocido si hubiera actuado
profesionalmente. Y además la omisión de realizar la rendición de
cuentas a sus mandantes del dinero recibido de manos del comprador
el día 10 de enero de 2008. A ello se debe agregar lo ya invocado
respecto a la entrega del dinero no depositado al momento de la firma
de la escritura, devolviéndole al comprador en dos cuotas a partir del
día 10 de abril y 16 del corriente” (cfr. fojas 53/54 del expte. cit.).
En su descargo, efectuado ante el Tribunal de Ética, el aquí demandante
reconoció que hubiera correspondido restituir la seña en el acto mismo
de la escritura, pero alegó que desde la escribanía actuante no había
sido notificado oficialmente con la debida antelación de la fecha de ese
acto. Por otra parte, justificó su inasistencia a la escrituración en que
padecía una enfermedad y adjuntó un certificado médico; además,
alegó que tampoco había concurrido algún otro representante de la
inmobiliaria porque no se había confirmado con una mínima antelación
la celebración del mismo (ver a foja 19 del expte. cit.).
Tales defensas fueron repasadas en la motivación del acto sancionatorio
(ver a foja 47 y 49 del expte. cit.) y se consideró allí que: “Surge con
claridad que el certificado médico adjuntado por el martillero no alcanza
para demostrar las causales por las cuales ni él ni ninguna persona por
él designada concurrieron a la firma de la escritura el día 4 de abril de
2008. En caso de enfermedad incapacitante lo lógico hubiera sido que
el martillero enviara a alguna persona debidamente autorizada por él a
entregar el dinero que en concepto de seña tenía retenido, con
instrucciones suficientes a los fines de la conclusión de su mandato, o al
menos notificar a sus clientes y vendedores, al comprador y a la
escribana el hecho de su enfermedad a fin de pactar una nueva fecha de
escrituración. Pero nada de ello ocurrió y existió riesgo cierto que la
operación de compraventa pudiera no realizarse. Cabe preguntarse cuál
era el sentido de acompañar un certificado médico si en realidad no
sabía que la escritura se firmaría el día 4 de abril, fecha coincidente con
el inicio de su enfermedad. Se desprende de la denuncia efectuada de
la familia Zanella (vendedores), como de la testimonial de Gustavo
Terrasanta (comprador), que ambos se comunicaron con el profesional
inmobiliario Vivanco a los fines de hacerle conocer el día y hora de la
firma de la escritura. Los primeros en forma personal en la inmobiliaria
y con el intermediario y el comprador vía telefónicamente. Es evidente
que el Sr. Vivanco sabía de la firma de la escritura” (ver a fojas 49/50 del
expte. cit.).
En el mismo sentido, se añadió en la citada Sentencia N° 1 que: “Debo
resaltar además que en el recibo de seña por compra de propiedad,
firmado por martillero y corredor Vivanco y el comprador Terrasanta el
día 10 de enero del 2008, el intermediario, en la cláusula octava, en uno
de sus párrafos dice ‘... queda autorizado el Cr. Rubén Vivanco a realizar
todos los trámites que sean necesarios en representación del señante a
efectos de facilitar la obtención de la escritura traslativa de dominio...’.
Por lo que argumentar que desconocía qué día se firmaría la escritura
traslativa es una afirmación que no resulta verosímil, sobre todo si se
tiene en cuenta que el 10 de enero del año en curso, al firmarse el recibo
de seña estaba allí inserto en la cláusula segunda, que el señante
tramitaría un préstamo hipotecario ante el Banco Francés SA sucursal
Neuquén, y es habitual que el profesional interviniente, en este caso
Vivanco se mantenga informado acerca del avance de las negociaciones
relativas a compraventas en las que intervenga como mandatario” (cfr.
a foja 50 del expte. cit.).
En punto al cargo de haber puesto en riesgo la operación, el Tribunal de
Ética destacó que el comprador contaba con que Vivanco entregara el
dinero de la seña en el acto de la escrituración, con lo cual se vio
sorprendido ante la inasistencia de aquél y, a los fines de no hacer
peligrar la compra, debió pagar U$S 14.370 más de lo que había
previsto. De manera que, si el comprador no hubiera contado con dinero
extra en ese momento, la operación no habría podido ser concluida (cfr.
fojas 51/52 del expte. cit.).
De la reseña efectuada se concluye que la argumentación que presenta
el acto administrativo no se presenta como arbitraria y las críticas
formuladas en la demanda no conmueven tal apreciación, toda vez que
tales argumentos ya habían sido contemplados por el Tribunal de Ética
y su rechazo cuenta con una motivación suficiente.
De la cita efectuada de tramos de la motivación del acto administrativo,
se desprende que en el juicio ético se analizaron pormenorizadamente,
tanto la denuncia, como el descargo, y las pruebas producidas,
arribando a conclusiones que no se presentan como irrazonables.
Cabe acotar que la cuestionada cita de normas del Código Civil obedece
a la determinación de las obligaciones que debía satisfacer el martillero
en su calidad de mandatario de los vendedores, con lo cual no se aprecia
que el Tribunal de Ética haya asumido funciones propias de los jueces,
ya que las valoraciones se hicieron únicamente desde la perspectiva de
la responsabilidad disciplinaria por el irregular ejercicio de la profesión.
VII.- Por otra parte, el actor expresa que el procedimiento disciplinario
no respetó el debido proceso adjetivo.
En el ámbito disciplinario deben observarse las garantías procesales que
los ordenamientos constitucionales prescriben para el proceso penal.
Tal conclusión parte de la similar naturaleza que, como ejercicio del
poder punitivo estatal, presentan ambas potestades, la sancionatoria
administrativa y la penal.
Así lo ha entendido la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en
cuanto sostuviera que: “es preciso tomar en cuenta que las sanciones
administrativas son, como las penales, una expresión del poder punitivo
del Estado y que tienen, en ocasiones, naturaleza similar a la de éstas.
Unas y otras implican menoscabo, privación o alteración de los derechos
de las personas, como consecuencia de una conducta ilícita.” (cfr.
CorteIDH, caso “Baena y otros”, sentencia del 2 de febrero de 2001,
párrafo 106).
De allí que, rigen para el caso bajo estudio, en forma analógica, las
garantías rituales establecidas, tanto en la Constitución provincial
(artículo 62 y ss. de la CP), como en el bloque de constitucionalidad
federal (artículo 18 de la CN y tratados y convenciones con jerarquía
constitucional), verbigracia, las del artículo 8 de la CADH (cfr. Corte IDH,
caso “Baena y otros”, sentencia del 2 de febrero de 2001, párrafos 124
a 129; en función de los artículos 21 de la CP y 75, inciso 22, de la CN y
de la doctrina de Fallos CSJN 318:514 in re “Giroldi”).
En este punto, cabe detenerse para mencionar que el procedimiento
aplicable al sumario solamente se rige en forma supletoria por la Ley
1284, conforme expresamente lo establece el artículo 1 de dicha norma.
Ello, toda vez que, en primer lugar, los procedimientos deben observar
las regulaciones de la Ley 2538 y el Estatuto y reglamentos dictados en
su consecuencia.
En cuanto a la alegada falta de publicación del Estatuto del Colegio de
Martilleros y Corredores y del Reglamento del Tribunal de Ética, la
demandada negó que no se haya cumplido con tal exigencia y hecha la
opción de la parte actora por el trámite sumario, no se ha demostrado
que efectivamente tales reglamentos carezcan de publicación.
Sin perjuicio de lo cual, a mayor abundamiento, cabe señalar que al
presentarse el descargo en sede administrativa, el imputado demostró
estar en conocimiento del Estatuto, toda vez que encabezó su escrito
diciendo: “... a efectos de formular el descargo que hace a mi derecho
conforme art. 79 del estatuto que nos rige”.
Hecha la digresión, cabe repasar el trámite del sumario, tarea de la cual
surge que al ser admitida formalmente la denuncia (fs. 12 del expte. cit.),
se notificó al denunciado la conformación del Tribunal de Ética (fs. 13
del expte.
cit.) y también el contenido de la denuncia y documentación adjuntada
a ella, otorgándosele el plazo de 15 días para producir descargo y ofrecer
prueba (fs. 16 del expte. cit.).
De seguido, se observa en el expediente del Tribunal de Ética que el aquí
accionante presentó un descargo y ofreció pruebas (fs. 17/20 del expte.
cit.).
La prueba documental acompañada al escrito fue agregada y tenida
presente (fs. 21/31 del expte. cit.), mientras que la prueba testimonial
fue proveída.
Únicamente se consideraron innecesarios los pedidos de informes a la
escribanía Marro y al Correo Argentino, el primero porque no era un
extremo acerca del cual existieran divergencias y el segundo porque se
tuvo por verdadera la carta documento arrimada por el denunciado (ver
a fs. 31 del expte. cit.).
A continuación, a foja 39 luce agregada una cédula por la cual se notificó
a Vivanco de las fechas y lugar fijados para recibir las declaraciones
testimoniales por él ofrecidas, de Mabel Zanella (vendedora) y de
Gustavo R. Terrasanta (comprador).
Antes de la celebración de cada una de las respectivas audiencias se
aguardó media hora el arribo del imputado, a fin de que pudiera
participar de ellas (cfr. fs. 40 y 42 del expte. cit.).
Finalmente, se dictó la ya repasada Sentencia N° 1 del Tribunal de Ética,
en la cual fuera ponderada la prueba producida y tratados los
argumentos de descargo formulados por el denunciado; acto que fue
notificado al sancionado y se le entregaron copias de todo el expediente
(cfr. fs. 45/56 del expte. cit.).
Tal como surge de la reseña del procedimiento puesto en crisis, las
garantías rituales del denominado debido proceso adjetivo se han
respetado y el acusado tuvo posibilidad de ejercer su derecho de
defensa de manera oportuna y efectiva.
En resumen, al profesional sumariado se le comunicó la imputación en
tiempo y forma; tuvo ocasión de ser oído, derecho que ejerció por
escrito y no implica necesariamente que se deba brindar una audiencia
oral; pudo ofrecer prueba y ésta fue producida; tuvo oportunidad de
interrogar a los testigos, y se dictó una sentencia con motivación
suficiente, que tuvo la posibilidad de impugnar, tanto administrativa
como judicialmente.
VII.1.- En lo que se refiere a la alegada improcedencia de que fuera
recibida declaración a una de las denunciantes, cabe apreciar que tal
prueba fue solicitada por el propio actor (ver a foja 20 vuelta del expte.
cit.). Más allá de lo cual, corresponde puntualizar que la imparcialidad
no es un requisito para que el testigo sea hábil. El testimonio debe
valorarse teniendo en cuenta la credibilidad del testigo, pero su interés
en el resultado del proceso no lo inhabilita de por sí para declarar.
Inclusive el denunciante y el querellante tienen la carga de declarar
como testigos, bajo promesa de decir verdad, en los procesos penales
(cfr. art. 70 ter del CPPyC, art. 86 del CPP Nación y normas similares de
otras provincias).
Así cabe reiterar aquí que este Cuerpo ha señalado en varias
oportunidades que:
“Debe recordarse que en nuestro ordenamiento no existe la tacha de
testigos.
Por lo tanto, salvados los supuestos de inhabilidad o el caso de los
testigos excluidos (art. 427 del C.P.C.C.), aún cuando estuviere
comprendido en alguna de las preliminares de la ley, el testigo debe
declarar. Es que esta circunstancia no determina por sí sola la
credibilidad del testimonio, constituyendo sólo un elemento más para
la evaluación judicial de la eficacia probatoria (cfr. Morello, Sosa,
Berizonce, Códigos Procesales...Anotados y Comentados, Tomo V-B,
pág. 241)” (cfr. RI N° 384/10 y sus citas).
Ello así, puesto que la circunstancia de hallarse el testigo comprendido
en alguna de las generales de la ley no conduce por si solo a desechar su
testimonio ni elimina ab initio su credibilidad. No se trata de testigos
inhábiles y por ende pueden prestar declaración (loc. cit.).
Con respecto a este tema, cabe aclarar que el denunciante no es parte
en el procedimiento disciplinario, toda vez que su papel se agota en
poner en conocimiento de las autoridades hechos que considera ilícitos,
no contando con la posibilidad de participar del procedimiento
posterior. En efecto, más allá de que pueda ser citado como testigo, el
denunciante no es notificado de las resoluciones adoptadas ni puede
recurrirlas, como así tampoco, puede ejercer las prerrogativas propias
del imputado, como lo son las que fueran repasadas en el apartado
anterior.
En cuanto a la falta de consignación de la fecha de emisión de la
Resolución del Tribunal de Ética, que luce a fojas 69/70 del expediente
disciplinario, corresponde apreciar que se configuraría un vicio leve
tipificado en el artículo 68, inciso g), de la Ley 1284, que, como tal, puede
ser enmendado (artículo 74 de la Ley 1284).
En tal sentido, no puede dejar de apreciarse que sí contiene fecha de
emisión la cédula de notificación de dicha Resolución, obrante en la foja
siguiente, que al igual que ese acto administrativo, está suscripta por los
tres integrantes del Tribunal.
Finalmente, en cuanto a la Resolución que obra a foja 75 de las
actuaciones administrativas, si bien puede corroborarse que luce
firmada únicamente por el Presidente del Tribunal de Ética, lo cierto es
que la misma se limita a rechazar una reclamación administrativa, que
como único efecto tuvo el de rehabilitar el plazo de caducidad para la
interposición de la presente acción (artículo 10 de la Ley 1305).
VII.2.- Para concluir, cuadra recordar que en materia de nulidades es
regla que ellas no proceden si no existe un gravamen concreto para la
parte provocado por la alegada inobservancia de las formas.
En ese rumbo, tiene dicho este Cuerpo que: “... la presunta irregularidad
que pudiera atribuirse a la forma en que se llevó a cabo el procedimiento
administrativo no se erige, por sí sola, como un vicio invalidante del acto
administrativo, sino que es necesario algo más, esto es que la
transgresión sea sustancial, es decir que tenga entidad para afectar
fundamentalmente al acto administrativo, que sea apta para ‘variar el
acto administrativo’” (Acuerdo N° 135/11, “Arano”).
Se ha dicho también que: “El vicio de forma carece, pues de virtud en sí
mismo, su naturaleza es estrictamente instrumental, sólo adquiere
relieve propio cuando su existencia ha supuesto una disminución
efectiva, real y trascendente de garantías, incidiendo así en la decisión
de fondo y alterando, eventualmente, su sentido en perjuicio del
administrado y de la propia Administración" (García de Enterría,
Eduardo y Fernández, Tomás-Ramón, Curso de Derecho Administrativo
I, Buenos Aires, La Ley 2006, 1ª edición anotada de la 12ª edición
española, pág. 650).
Por lo tanto, si no resulta la arbitrariedad del acto administrativo
sancionatorio y se han observado sustancialmente las garantías que
conforman el debido proceso adjetivo, corresponde rechazar la
demanda.
VIII.- En cuanto a las costas, no hay motivos para apartarse de la regla,
que es su imposición a la parte vencida (artículo 68 del CPCyC). TAL MI
VOTO.
EL señor Vocal Doctor OSCAR E. MASSEI dijo: Adhiero en un todo a los
fundamentos expuestos por el Dr. Moya en su voto. Por estas
consideraciones, emito mi voto en igual sentido. MI VOTO.
De lo que surge del presente Acuerdo, habiéndose dado intervención al
Señor Fiscal ante el Cuerpo, por unanimidad, SE RESUELVE:
1°) Rechazar la demanda incoada por Rubén Ángel Vivanco contra el
Colegio de Martilleros y Corredores Públicos de la Provincia del
Neuquén;
2°) Imponer las costas al actor vencido (artículo 68 del CPCyC de
aplicación supletoria);
3°) Regular los honorarios, de acuerdo a los artículos 6, 7, 10, 39 y cctes.
de la Ley 1594.
4°) Regístrese, notifíquese y oportunamente archívese.
Con lo que se dio por finalizado el acto que previa lectura y ratificación
firman los Magistrados presentes, por ante la Actuaria, que certifica.
DR. OSCAR E. MASSEI - DR. EVALDO DARÍO MOYA
Dra. LUISA A. BERMÚDEZ - Secretaria

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