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CAPITULO 3
CONCEPTOS DE CALIDAD
A ellos se dirigen también publicaciones especiales. El lujo como contenido es un nuevo filón que
algunas compañías de medios, editoras de revistas, tratan de aprovechar. Departures −para los
poseedores de tarjetas American Express Platino y Cen-turión–, Absolut, Robb Report o Worth
Magazine son buenos ejemplos de esto. Incluso hay un blog para estos lectores exclusivos:
“Luxist.com” se dedica a los productos de lujo. Sin embargo, no se trata solo de ofrecer reportajes
sobre viajes idílicos, coches espectaculares o relojes y joyas de ensueño. Cuando se sabe que el
más pobre de tus lectores supera los 500.000 dólares de ingresos anuales, los consejos de redacción
tie-nen otro aire, y los temas que surgen, un carácter especial. En el 2003, CurtCo Robb Media
relanzó la revista Worth, que pasó de 500.000 a 200.000 ejemplares y cambióde nombre: desde
entonces se llama Robb Report Worth y se complementa con la ya existente Robb Report, también
para una audiencia exclusiva. La última se dedica al “cómo gastar”, pero la nueva publicación se
preocupa más de la gestión y generación de riquezas. Para muestra, un botón: el número inaugural
−100 páginas, con tarifas publicitarias de 27.000 dólares por página− presentaba un plan a 100
años para gestionar la riqueza familiar, junto con un reportaje que explicaba cómo adquirir un jet
privado y un artículo que analizaba la inversión potencial que representa tener un modelo antiguo
de automóvil de la marca Bugatti.
Fuente: Expansión (2005, 22 de noviembre, pág. 42)
Actividad 1
1) ¿Los productos uber premium son productos de calidad o de excelencia?
Lo que se menciona al comienzo del artículo “siempre puede ser mucho mejor”, nos da
una idea de que la calidad de los productos uber premium van más allá de lo que un “simple
mortal” pudiese considerar como tal. Es por ello que se infiere que podría considerarse
como productos de excelencia, ya que son productos fabricados por personas altamente
expertas y cualificadas, lo que contribuye a que la producción sea limitada y que esté al
alcance de solo algunos bolsillos.
SIMILITUDES DIFERENCIAS
Pero, el concepto de calidad como excelencia puede conducir a la equivocada idea de que
la empresa debe siempre diseñar, fabricar y vender productos de calidad de diseño superior,
en lugar de productos que satisfagan realmente las necesidades de los clientes. Dado que
el aumento de la calidad de diseño implica siempre más costes, la excelencia suele llevar
aparejado un plus de precio que el consumidor no siempre está dispuesto a afrontar. La
empresa asume entonces un riesgo de enfocar el producto hacia un segmento de mercado
insuficiente y que no haga económicamente viable el producto excelente. (Curry , 1985).
Un producto técnicamente perfecto, si no satisface ninguna necesidad del mercado, será un
producto de mala calidad porque nadie lo comprará, colocará a la empresa en desventaja
competitiva y acabará redundando en pérdidas.
El concepto de calidad como excelencia puede conducir a olvidar que la cali-dad debe
reflejarse siempre en las ventas, la satisfacción y la fidelización de la clientela, en el
fortalecimiento de la posición competitiva y en el incremento de la rentabilidad.
¿SON DE ALTA CALIDAD ROLLS-ROYCE Y MCDONALD’S?
Poco antes de la Primera Guerra Mundial, el periodista norteamericano Negley Far-son visitó el
núcleo industrial de Gran Bretaña. Lo que más le llamó la atención fue el despliegue de calidad.
Una columna de bronce era de bronce macizo. En Norteamérica, alguien habría inventado un
modo de ahorrar unos centavos haciéndola hueca.
Cincuenta años después, el panorama es muy distinto. Hacia 1970, un grupo de analistas de
inversión visitó una empresa británica famosa en todo el mundo. Plantearon su dirección una
serie de preguntas habituales en su actividad: márgenes, ratios, cotización, etc. Los directivos
de la empresa parecieron realmente sorprendidos. No entendían la relevancia de todo aquello.
Sus productos eran los mejores del mundo. ¿Para qué tanta obsesión con los números?
Rolls-Royce, la empresa en cuestión, quebró en 1973 como no podía ser de otro modo. El
problema de la calidad a la vieja usanza, al parecer, era que favorecía una mala gestión basada
en la oferta. Los técnicos fabricaban el mejor producto posible, con un precio acorde a su
calidad. Si el público era tan tacaño como para no comprarlo, tanto peor para el mismo. Esto
dio mala fama a la calidad a la antigua usanza. Estaba muy bien que los artistas intentaran lo
sublime, pero las empresas debían esforzarse por darle al mercado lo que pide.
Los japoneses acabaron de estropear el paladar del consumidor. Cuando llegaron a Estados
Unidos y Europa los primeros coches, juguetes y televisores japoneses, los fabricantes los
tildaron de basura barata. Al principio era así, hasta que los japoneses aprendieron de Deming
la segunda acepción de la palabra calidad (calidad significa consistencia, ausencia de defectos).
Y llega, al fin, un tercer significado de la palabra calidad: el de óptima relación calidad-precio.
No se trata de un concepto absoluto. Hay que alcanzar un mínimo para que pueda hablarse de
calidad, incluso en esta acepción.
El grupo de comida rápida McDonald’s habla de comida de alta calidad. A menos de un euro,
sus hamburguesas están al alcance de casi todos los bolsillos, y también incluyen cero defectos,
o casi.
Incluso se habla de excelencia desde el enfoque de la GCT, de modo que aparece el vocablo
en el propio nombre de asociaciones (Club Excelencia en Ges-tión) y modelos (como el
modelo de excelencia de la EFQM), de modo que se vincula más a la excelencia en la
gestión, es decir, como un conjunto de prácticas sobresalientes en la gestión de las
organizaciones y basadas en una serie de principios. En esta línea se ha decantado también
la ASQ, que desde marzo del 2006 ha cambiado el nombre del programa de certificación
CertifiedQuality Manager por el de Certified Manager of Quality / Organizational
Excellence, recojiendo con esta modificación los nuevos roles y la ampliación del cuerpo
de conocimiento que el profesional del área debería controlar.