Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
2
Página
Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad.
Las editoriales y ciertas autoras tienen demandados a usuarios que suben
sus libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias historias. Al subir
libros de un autor, se toma como plagio.
Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque están
subidos a Wattpad, pidiendo en sus páginas de Facebook y grupos de fans las
direcciones de los blogs de descarga, grupos y foros.
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema que
enfrentan y luchan todos los foros de traducciones. Más libros saldrán si se deja de
invertir tiempo en este problema.
No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedarás sin Wattpad, sin foros
de traducción y sin sitios de descargas!
3
Página
MODERADORA
Julie
TRADUCTORAS
NicoleM CrisCras Dannygonzal
aa.tesares Julie Issel
Vani Mel Wentworth Alessandra Wilde
florbarbero Sofía Belikov MiryGPE
MaJo Villa SandyQu St.Rolan Fany Keaton
Beatrix anita0990 Mire
BeaG valS <3 Jasiel Odair
Dunadae ElyCasdel Jeyly Carstairs
Val_17 Mary Annie D
Nora Maddox Sandry Gise
CORRECTORAS
Vane hearts Melii Daniela Agrafojo
Alysse Volkov Fany Keaton Mary Warner
Mae Elizabeth Duran Vane Farrow
Verito Valentine Rose AriannysG
Cotesyta itxi SammyD
Kora Jasiel Odair Alessandra Wilde
Laurita PI Paltonika Mire
Helena Blake Daniela Agrafojo Julie
Yani B Alessa Masllentyle Sandry
Adriana Josmary Amélie.
*Andreina F* MariaE. Miry GPE
Dannygonzal Ampaяo
REVISIÓN FINAL
4
Página
Julie
DISEÑO
Snow Q
Sinopsis Capítulo 20
Capítulo 1 Capítulo 21
Capítulo 2 Capítulo 22
Capítulo 3 Capítulo 23
Capítulo 4 Capítulo 24
Capítulo 5 Capítulo 25
Capítulo 6 Capítulo 26
Capítulo 7 Capítulo 27
Capítulo 8 Capítulo 28
Capítulo 9 Capítulo 29
Capítulo 10 Capítulo 30
Capítulo 11 Capítulo 31
Capítulo 12 Capítulo 32
Capítulo 13 Capítulo 33
Capítulo 14 Capítulo 34
Capítulo 15 Epílogo
Capítulo 16 Poema de Melody
Capítulo 17 Fading Out
Capítulo 18 Sobre el autor
Capítulo 19
5
Página
A veces hay que perderse antes de encontrar el camino correcto.
El rugido del motor de una moto. La vibración entre sus muslos. La
sensación de la fría oscuridad besando su piel mientras atraviesa los caminos
sinuosos en la noche… Melody Lachlan vive por estas cosas. Desde que Mel y su
mejor amiga, Darla, escaparon de su ciudad pequeña y rustica, han viajado por el
país en busca de paseos rápidos, motociclistas tatuados y buenos momentos. Una
poeta autoproclamada y amante de todas las cosas libres, Mel ve su vida como un
largo paseo en motocicleta; con paradas breves a lo largo del camino para
adormecer el dolor. Pero nunca se vio a sí misma como una drogadicta. Sal de
fiesta tanto como montas en la moto. Ese es su lema... hasta que una noche trágica
roba su alma. Luego se ve obligada a hurgar debajo de la superficie, a donde
arrasan sus demonios.
Cuando conoce al drogadicto recuperado, Boone Randall, está más
dispuesta a golpearlo antes que besar el hoyuelo adorable de su rostro. Ella no
quiere su ayuda; no quiere admitir su responsabilidad en esa noche. Sólo quiere
cumplir su condena y mantener la promesa a su amiga. Sin embargo, Boone
desafía a Mel, y pronto, a ella no le importa compartir el viaje. Sólo cuando los
demonios secretos de Boone amenazan su seguridad recién descubierta y frágil, el
rumbo de Mel se vuelve inestable, y debe decidir si vale la pena dejar que se
desvanezcan sus huellas desgastadas para encontrar un nuevo camino.
Living Heartwood #2
6
Página
La poesía es un espejo que se hace más hermoso a
medida que está más distorsionado.
7
Página
En ceder está el perdón; sígueme, amigo mío
Melody
El ardor corre por mi nariz. Golpea el fondo de mi garganta. Cae mientras
trago. El sabor del amargo bicarbonato de sodio dando paso al adormecimiento.
Adormecida.
Saboreo el primer efecto adormecedor.
Como si hubiera estado mucho tiempo perdida y finalmente volviera a casa.
Es familiar y tranquilizador. Sudor pica sobre mi frente, escalofríos bailan por mi
espalda, y mi piel vibra.
Golpeando mi dedo sobre el espejito, lamo mis labios y luego froto la punta
blanca de mi dedo a través de mis dientes delanteros, a lo largo de mis encías. Solo
para ayudar a acelerar el placer.
—Mel, déjalo, maldición. —Darla está sentada a mi lado en el viejo, pequeño
Honda. Estira sus manos, esperando que le entregue la pajita y el espejo—. Quiero
entrar ya.
—Él esperará —digo, capturando otros restos de partículas antes de pasarle
su espejo—. Tu vagina no va a quemarse espontáneamente si no ponen una polla
en ella en los próximos cinco segundos.
8
mano, se inclina hacia el equilibrado espejo sobre sus rodillas. Su pañuelo rosa se
desliza por su flequillo. Me da un vistazo y dice—: Claro que si lo hará. —Entonces
inhala la última raya de coca.
Me río. Tiene razón; si Darla no echa un polvo por lo menos dos veces al
día, tiene delirios temblorosos. Y no es bonito.
Voltea su cabeza hacia atrás e inhala, pellizcando su nariz, abriendo y
cerrándola para meter lo último de la cocaína en su sistema. Luego parpadea unas
cuantas veces mientras sacude la cabeza. —Guau. Es muy bueno, pero extraño...
—No lo digas —advierto. Dándole una mirada dura, alcanzo mi bolso.
Darla aprieta sus calientes rojos labios en una delgada línea e imita cerrar
una cremallera. —Estoy fuera —dice, ignorando por completo el hecho de que
acaba de cerrar su boca. Ruedo los ojos y sonrío—. Si lo veo esta noche hablándole
a esa puta barata, podría ponerme pandillera. Una perra va a ser lastimada. —
Luego se reajusta el pañuelo en su cabeza, abre la puerta, y sale pisando con fuerza
hacia el Bar de Randy. Los diez centímetros de sus botas de tacón hacen tambalear
sus piernas mientras se sube la falda de mezclilla.
No tengo miedo de Darla lastimando a una perra. Es tan fuerte como una
animadora. Bueno, quizá no tanto. Puedo ver a una de esas chicas poniéndose
revoltosa, no a Dar. Ella es toda rosa y brillos, como una princesa... adicta. Y tan
chiflada.
Pero maldición. ¿Por qué tenía que decir algo? Pasaron semanas desde que
me drogué inyectándome, y solo oír a alguien casi mencionarlo me estremece. Sin
embargo estoy bien. No es que tenga un problema que debe compararse con
perjudicial. Es que no quiero terminar como Jesse. Adicta y con tres viajes al año a la
sala de emergencia. Estoy más en control que él, pero aun así. Siempre hay una
probabilidad. Y he estado cerca. Hace cinco semanas, más o menos. Fue entonces
cuando decidí tomar un descanso de la aguja.
Darla no está en ello por el subidón, solo por la integración; no le gusta ser
excluida, va a inhalar, tomar, fumar, lo que éste a mano en el momento; pero no
necesito que saque el tema.
Rebuscando en mi lado del bolso, saco mi base favorita y desenrosco la tapa.
Incluso tan drogada como estoy ahora, olvido ese intenso sentimiento, ese primer
subidón cuando golpea tu torrente sanguíneo. Sé que podría alcanzar ese momento
de euforia si tomo un gramo... en vez de inhalarlo. Libero una pesada exhalación,
disfrutando el olor de regusto metálico, y aplico otra capa de suficiente color piel
en los rastros de las oscuras marcas llenando la parte interna de mi codo.
9
Página
No vale la pena para nada, Dar. En absoluto. El monta una jodida motoneta, por el
amor de Dios.
Página
fuerte. Pero las sacudo, al igual que el brazo de Darla, y me siento junto a él.
Página
15
Página
A las profundidades, a la oscuridad, al agujero dentro
de mí.
Melody
—Solo ponte a horcajadas sobre mí.
Gimo mientras me pongo en la parte superior de Jesse, tratando de calzar
mis rodillas a cada lado de sus caderas. —Maldita sea. ¿Por qué no podemos
simplemente estar en la parte de atrás? —Agarro la manija con la mano izquierda y
toco el techo con la derecha—. Esto no está funcionando.
Jesse niega con la cabeza. —El asiento trasero es demasiado obvio. De esta
manera lucimos como si estuviéramos ocupados. —Menea las cejas—. Oye, usa mi
chaqueta para bloquear la ventana. —Saca su chaleco de sus hombros, y libera un
brazo, clavando su mano en mi pecho.
—Auch.
—Lo siento… si tu culo no fuera tan grande…
—Cuidado —le advierto.
—Me encanta este culo grande —gruñe y agarra mis nalgas, dándoles un
apretón.
16
Supongo que fue inteligente esperar un momento. Puedo hallar una sin problema.
Página
Asiento. Con cualquier otra persona, me habría negado. Pero con esto,
confío en Jesse completamente. No me pincharía si no pudiera encontrar una vena.
Sabe el dolor que sufrí la única vez que la perdí, y una burbuja del tamaño de una
almendra apareció en mi mano. Era tan jodidamente doloroso que en realidad,
lloré. No desapareció por semanas.
Pero ese temor no es suficiente para evitar que me inyecte en la oscuridad y
en el regazo de uno de mis mejores amigos. La subida es una tentación demasiado
grande. Y como me he prometido a mí misma: esta es la última vez.
Siento un pinchazo rápido, y veo como inserta la aguja más profundo; el
tubo de suero y coca poniéndose rosa cuando algo de mi sangre entra en la mezcla.
Rosa pálido. Es un color hermoso. Mi favorito. Y mientras los primeros efectos de
la droga golpean mi sistema, mi cabeza cae hacia atrás. Es cálido. Hormiguea en un
primer momento. Entonces llega la quemadura. Pero es una quemadura tan dulce.
Puedo sentir que viaja a través de mí, de inmediato golpeando mi corazón. Que
late salvajemente.
—Increíble —le digo—. Esto no se corta mucho, ¿eh? —Cierro los ojos e
imagino la sinapsis explotando a través de mis párpados mientras cables de alta
tensión golpean mi cerebro. Los trazadores nadan a través de mi visión oscura. Mi
cabeza se aligera, pierde gravedad. Entonces…
Perfectamente…
Eufóricamente…
Entumecida.
Oigo la profunda risa de Jesse. —Es muy, muy puro —gruñe, y sé que está
tomando su propia parte.
Me fuerzo a inclinar mi cabeza y abro los ojos. —¿Qué estás haciendo, Jess?
No tiene que usar un lazo. Sus venas —a pesar de haber sido muy usadas—,
siempre se muestran. Supongo que esa es la ventaja de ser un chico y tener
músculos.
—Dudo el tener algo de qué preocuparme contigo —dice, usando la misma
jeringa que utilizó conmigo—. ¿Verdad? —Extrayendo la aguja de su brazo, alza su
mirada, con sus ojos oscuros casi negro al dilatarse sus pupilas.
Estoy paralizada en el momento para contestar. Y ni siquiera me importa
cuál era su pregunta. Se pierde, flotando y luego por encima de mi cabeza, hacia el
18
sus duros abdominales. Me detengo. —No deberíamos hacer esto. Tú sabes que no
debemos.
Página
Sus dedos empujan mi ropa interior a un lado, y cuando pasa una punta
hacia mi apertura, encontrando mi clítoris, expulso un profundo suspiro. Todo se
siente intensificado; los sentidos en su punto máximo de placer.
—Muéstrame tus tetas —dice, con voz ronca.
Solo Jesse podría hacer que esa frase suene tan atractiva. Y maldita sea,
suena tan sexy. Saco mis manos de su pecho y agarro de la parte inferior de mi
camisa. Luego la paso por encima de las ondas redondas de mi sujetador.
—Me encantan tus tetas, Mel. Mierda, eres tan sexy. —Una de sus manos
deja mi muslo para agarrar mi pecho. Lo acuna y masajea, trabajando rápidamente
sobre la parte superior de mi sujetador rosa. Su cabello roza mi barbilla mientras la
calidez sedosa envuelve mi pezón. Me tiene en su boca y golpea la punta con la
lengua. Cada terminación nerviosa de mi cuerpo reacciona, disparada fuera de
control.
Mientras mueve su boca alrededor de mi pecho, sus dedos se sumergen
dentro de mí; las yemas ásperas de sus dedos resultan una fricción placentera
contra mi carne hinchada. Agarro su nuca, acercándolo más. Su pulgar frota mi
clítoris mientras sus dedos se hunden más, acariciando el centro palpitante que
ahora está pidiendo algo más.
Mi mente está confusa y mi cuerpo repiquetea. Un ruidito irritante en la
parte posterior de mi cerebro intenta llamar la atención sobre el silbido que llena
mis oídos. Pero es tan distante, solo un goteo entre el aguacero.
La boca de Jesse va a mi cuello. Su brazo rodea mi espalda, y su mano
aterriza sobre mi hombro. Tira de mí más cerca de él mientras saca sus dedos. Y
estoy tan cerca…
—Quiero tanto follarte. —Sus palabras son bajas y calientes contra mi piel.
Queman con el mismo fuego consumidor que la coca al correr por mis venas—.
Déjame follar ese pequeño coño, Mel. Acepta mi polla y bombéala tan fuerte…
mierda —espeta—. Cristo, tengo que follarte.
Y es también todo lo que quiero en este segundo. Solo para sentir que me
llena y lleva al límite. Ampliando mi subidón al máximo. Esta última vez.
Coloco mi mano entre nosotros y encuentro el broche de sus vaqueros.
Apurándome en abrir la bragueta, busco a tientas hasta que siento su longitud
dura a través de sus boxers. Entonces le estoy frotando duro, engatusando su polla
a través de la abertura.
20
—Mierda. —Se echa hacia atrás. Sus dientes agarran su labio inferior—.
Espera. Ve más despacio. Si no, voy a venirme.
Página
El oír lo excitado que está… cómo lo estoy excitando yo... solo acelera mis
movimientos. Deslizo mi mano por todo su eje, hacia abajo y luego, hacia arriba.
Me olvidé de lo grande que era, y disfruto de hacerlo retorcerse. Me hace sentir
poderosa. Siento que puedo hacer cualquier cosa. Cuando agarra mis caderas, con
sus dedos quietos en mi interior, lo siento temblando. Su mano se aferra a mí, y su
cuerpo se tensa mientras sus ojos se bloquean con los míos.
—Ponme dentro de ti —dice, y frena mis movimientos.
Un solo pensamiento atraviesa la espesa niebla que envuelve mi cerebro. —
¿Tienes un condón?
Se queja, y su cabeza cae a un lado. —No es posible que alguno de nosotros
vaya a disfrutar eso…
—Vete a la mierda, Jess —exploto. Mi subida cae momentáneamente—. Solo
ponte un condón.
Quitando sus dedos, me traslada a una de sus piernas, y estira el brazo a la
guantera. —No tengo ninguno. —Luego se echa hacia atrás en su asiento, con la
cabeza apoyada en el reposacabezas. Y ojos suplicantes.
Niego con la cabeza. —Oh, diablos no. —Tomo anticonceptivos, recibo las
vacunas cada seis meses en las clínicas, pero eso no es lo que me preocupa con
Jesse; es un drogadicto con las agujas. Voy a bajar mi camisa, pero su mano me
detiene.
No tengo ni idea de cómo lo hace pero de repente su brazo rodea mi cintura
y estoy sobre mi espalda. Se baja encima de mí, y su peso me empuja en el asiento.
Se inclina y hace pequeños cambios de la palanca hasta que el asiento cae de un
solo golpe.
Se cierne sobre mí, con una amplia sonrisa en un lado de su cara. —Solo
confía en mí. —Su mano deja mi muslo y engancha mis bragas. Bajan alrededor de
mis tobillos. Luego su mano está de vuelta en su posición, acariciando mi clítoris
con sus dedos. Mi cuerpo tiembla de la feroz sacudida de las muchas sensaciones
que se deslizan a través de mi sistema nervioso.
El calor está de vuelta. Gratamente nadando en mis venas, por encima y por
debajo de mi piel. Corrientes ardientes chisporrotean donde su piel toca la mía. Su
pecho suave frota contra mis pechos, haciendo que mi piel estalle con el calor de
nuestros cuerpos unidos.
Mi falda está arremolinada alrededor de mi cintura, y Jesse recorre toda la
21
23
Página
Purga, ya que tu lealtad es interminable
Melody
Pierdo el control de mi estómago. Agachada, colgando al lado del auto, con
la puerta abierta, cubriendo mi pecho con el brazo: lo dejo salir.
Un charco burbujeante de trozos de alcohol y galletas me devuelve la
mirada.
Líquido claro gotea de mi barbilla y la limpio con la palma de mi mano. Mi
estómago está frío donde Jesse se vino sobre mi piel. Parpadeo un par de veces
para centrarme, luego me incorporo y coloco mi espalda en el asiento. Siento la
mano de Jesse en mi espalda.
—¿Estás bien? —Una camisa es pasada por mi cabeza—. Toma. Vístete.
La coca sigue recorriéndome. No recuerdo haberme sentido así jamás; tuvo
que ser mezclada con algo fuerte. Tal vez. No lo sé. Tan pronto como estoy vestida
y limpia, salgo del auto y envuelvo mi cintura con los brazos.
—Necesito buscar a Dar y salir de aquí —digo, alejándome ya de Jesse.
Él está apoyado en el capó de su auto, con su camiseta cubriendo la mayor
parte de su pecho desnudo. No puedo recordar cuando se quitó su chaleco. —Sí,
24
está bien —dice, hundiendo las manos en los bolsillos—. ¿Quieres que la busque?
Estás enloqueciendo. —Trota hacia mí y engancha mi brazo para que reduzca la
Página
27
Página
Rota por ella
Melody
Luces intermitentes. Sirenas. Gritos. Mis gritos, golpeando mis oídos en el
impacto.
Impacto.
La escena se extiende ante mi visión. Ondulante, como las ondas de vapor
que se producen en el pavimento por el calor de agosto. La grava presiona mi piel.
Raspa mis rodillas. Mis manos se encuentran cubiertas con sangre y cabello.
Paso los dedos por su pelo. Todavía lo tiene recogido en dos enormes
moños. Arrastro mi pulgar por su mejilla, debajo de su ojo, limpiando la mancha
de maquillaje negro. Para que luzca bonita. Porque ella no querría lucir como...
—¿Señorita?
Una gruesa voz masculina llega a mis oídos, distorsionada y distante.
—Señorita, debe retroceder ahora.
Manos me agarran por debajo de mis brazos y me alejan. Mis dedos se
enganchan a su bandana rosa, y hago una bola con ella en mi mano. La agarro con
tanta fuerza que duelen mis dedos. Mi mirada se mantiene en ella cuando me veo
28
29
Página
Asciende, y sé la salvación
Melody
—¿Podría levantarse la acusada, por favor?
Mi abogada pro-bono toca mi brazo y ambas nos ponemos de pie. La mirada
del juez se mueve entre la hoja de papel delante de él y yo. No luce para nada
como los jueces que ves en la televisión. Nada de cabello blanco. Nada de calvicie.
Nada de una frente arrugada mientras me frunce el ceño. Parece demasiado joven
y demasiado feliz.
—Por el estado de Florida, por la presente le sentencio a seis meses de
libertad condicional, en los cuales, Melody Lachlan, se reportará a su oficial de
libertad condicional designado. —Su mirada se mueve hacia mí—. Después de lo
cual, en una evaluación completa realizada por el centro de conciencia mental del
condado de San Juan, serán, exitosamente, completados los veinte días de
rehabilitación en la instalación recomendada de su elección.
Mi estómago se cae, en una maldita caída libre. Empiezo a abrir la boca,
pero el pie de mi abogada me golpea en la espinilla. Está muy consciente de mis
arrebatos, y me recordó que “mantuviera mi boca cerrada” tres veces antes de que
entráramos en la sala del tribunal.
30
Me trago mi refutación.
Página
borrachas, aún no. Solo dando inicio a la noche con nuestras primeras bebidas y
esperando a que la banda local saliera al escenario.
Página
Una ira ardiente sube hacia mi garganta, casi ahogándome. Toso y parpadeo
la niebla de mis ojos.
Qué maldito desperdicio.
Salgo del álbum de fotos y veo un ícono rojo sobre mi bandeja de entrada.
No hay mucha gente que usa mi correo electrónico para contactarme, así que ya
tengo una buena idea de quién es. Cuando abro mi bandeja de entrada, me siento
nerviosa. Estoy de acuerdo con ser aficionada a dar consejos un tanto sonoros,
dejándome parecer ser más lista de lo que soy, y tratar de ayudar a almas pobres y
perdidas a encontrar su camino, la sabiduría de la motorista muy viajada, pero por
alguna razón, Sam me saca de quicio.
Me he mantenido en contacto con ella, una de las pocas chicas a las que
considero una amiga, y hablamos al menos dos veces a la semana. Por lo general
sobre su basura universitaria, Holden, y su festival de amor combinado de mierda.
Es genial. Siempre estoy feliz de escuchar que algo está funcionando para alguien
que me importa.
Pero hoy… en estos momentos… no estoy de humor.
Una voz irritante en mi cabeza me dice que tal vez debería pedirle a ella algo
de consejo. Eso no podría hacer daño. Perdió a su ex prometido en algún tipo de
accidente automovilístico hace un tiempo, sus padres la forzaron a ir a todas esas
reuniones psiquiátricas y esas mierdas. La recuerdo bailando consigo misma en un
bar cuando la conocí, cayéndose a pedazos por las costuras. Ahora, con Holden,
había conseguido colocarse de nuevo en el camino.
Pero este no es mi primer rodeo. Antes una vez he perdido a la persona más
importante en mi vida, y entonces lo aguanté. Ahora lo soportaría.
Además, llamar a Sam y llorar sobre esto sería admitir la derrota. Voy a salir
de esto. De todo. La pérdida de mi Harley. La rehabilitación. El encarcelamiento de
Jesse, si eso es lo que sucede. La sentencia de libertad condicional de seis meses
donde estoy atrapada en el maldito Florida y este maldito hoyo de infierno
sofocante de clima.
Sin embargo, solo deseaba haber podido ir al funeral de Darla.
Fue enviada de regreso a Hazard. El imbécil de su papá tuvo que venir aquí
y recogió “el cuerpo”, y la llevó de regreso. Odio que ese imbécil fuese quien la
depositó en su descanso. En ese pueblito de mierda con esas personitas de mierda.
Darla debería haber sido incinerada en algún lugar en la carretera, rodeada por sus
amigos y su verdadera familia.
33
atrapadas en una urna pequeña. Probablemente situada sobre el piso de ese idiota
en el tráiler donde ella creció. Sé que odia eso. Estar atrapada allí de nuevo, sin
forma de salir.
Y yo, atrapada aquí e incapaz de salir de este estado olvidado por Dios, no
puedo hacer nada al respecto. La ira se eleva como la bilis hacia mi garganta.
Mi mano agarra el papel, convirtiéndolo en una bola antes de escuchar la
voz.
—Siguiente.
Mirando a mi alrededor, me doy cuenta de que soy yo. Doy un paso hacia
adelante y desarrugo el papel. —Se supone que debo darte esto a ti.
La señora detrás del vidrio se queda mirando hacia abajo al arrugado lío
que he hecho y suspira. Sube su grueso marco negro en su nariz. —Déjeme
conseguirle la información. —Entonces se balancea hacia la parte de atrás de su
oficina y busca entre más papeles.
Mi pie golpea con impaciencia, y no sé por qué estoy tan nerviosa. No es
como si tuviera otro lugar en el que estar. Supongo que solo me encuentro cansada
de toda la mierda. Esperando aquí. Esperando ahí. Las reglas y las regulaciones.
Estoy tan lejos de ser un ciudadano respetuoso como podrás imaginar. Y por las
próximas tres semanas, eso es exactamente en lo que me tendré que convertir.
Nada de motocicletas, nada de conducir una. Mi Breakout se sumó a los
restos del naufragio. Viviendo en una habitación de mierda de un motel. Una que,
porque se me han acabado mis ahorros, ya no me puedo permitir. No hay manera
de hacer dinero. Tuve que dejar mi trabajo de medio tiempo en el bar de Randy
debido a las horas ridículas de las citas. Randy, el dueño del bar y amigo cercano
de Tank y los Lone Breed, solo estaba haciéndome un favor hasta que estuviera de
regreso en la carretera. Dejándome trabajar ahí para ganar lo suficiente para llegar
a Daytona. Y ahora que soy una ciudadana respetuosa de la ley, circulando por el
buen camino, eso significa que tampoco hay trabajo adicional.
Solo he vendido la suficiente hierba para el cambio de bolsillo. Pero aun así,
fue agradable tener esa opción.
Estoy a punto de embestir mi cabeza a través de la ventana de vidrio cuando
la chica regresa de la oficina. —Ahora te puedes dirigir hacia abajo a la instalación
de la conciencia mental. —Arruga su nariz, como si estuviera oliendo el hedor de
ese lugar en mí—. Estás tramitando solicitudes para estar a punto de ser admitida
34
1Texto original, stoners, hace referencia al nombre Stoney Creek, y como Stoney viene de stoners,
que significa adictos a las drogas
Si tan solo sus malditas farolas operaran a esta velocidad estelar…
—Melody. —Le enfermera que recibió un millón de pruebas, y tomó un
montón de ampollas de mi sangre, entra en la pequeña habitación—. Solo quería
hacerte saber que el personal del Stoney Creek se encuentra aquí para ayudar.
Cuando los efectos de abstinencia comiencen, pide ayuda. —Su mirada se agudiza
en mí mientras baja más su cabeza.
Me encojo de hombros. —No soy adicta —digo, agarrando mi mano en un
puño sobre la mesa—. No he sufrido de abstinencia ningún día de mi vida. —Sus
delgados labios bajan hacia sus bordes y añado—: Pero gracias —tratando de
aligerar mi tono.
Asiente, luego toma el asiento delante de mí en la pequeña mesa. —Tus
pruebas muestran que has consumido en las últimas veinticuatro horas, y que has
usado cocaína y otros estimulantes al menos una vez al día por las dos últimas
semanas. ¿Es eso un uso a largo plazo? ¿Cuánto tiempo has sido un usuario diario
de cocaína?
Me encojo de hombros. —Uso un poco aquí y allí. No una tonelada, quiero
decir. Solo para despertarme. Mejor que el café. —Sonrío, pero ella no. Una broma
patética, supongo. Con indiferencia, agarro la manga por debajo de mi codo,
cubriendo el reciente rastro de marcas.
Anota algo en su página. —Puedes sufrir algunos síntomas desagradables
durante tus primeros días aquí, solo —mira hacia arriba y deja caer su voz—, solo
déjanos ayudar ¿de acuerdo?
Dejo escapar un suspiro. Mientras más pronto deje que estas personas hagan
su trabajo, más rápido podré regresar a mi vida. O lo que queda. —De acuerdo. —
Miro alrededor de la habitación mientras ella llena su reporte.
Las paredes se encuentran cubiertas de toda clase de información útil.
Desde las muchas toxinas que se hallan en un cigarrillo promedio, hasta el número
de pasos que toma alcanzar la sobriedad máxima; hay un cartel para todo. Maldita
sea. ¿He estado fumando formaldehído? ¿Como el líquido de embalsamar?
A pesar del no tan apreciado conocimiento (podría haberlo dejado sin eso,
de verdad) mi deseo por fumar me golpea muy fuerte. Dirijo mi mirada de regreso
36
a la enfermera. —Entonces… este lugar es algo así como ¿súper estricto? ¿Puedo
fumar?
Página
gubernamentales emitidos.
Como si meterme a mí misma en rehabilitación fuese algo que pudiera
permitirme. Claro.
Pero Jesse… él era quien manejaba la motocicleta que quedó tirada debajo
de un camión. Un camión cuyo conductor pasó nuestros niveles de alcoholemia
combinados. Un conductor que registró la luz roja un segundo demasiado tarde.
Esa probabilidad sin embargo no tiene importancia para la defensa de Jesse.
Él es un motorista frívolo que en esos momentos se encontraba cargado de cocaína.
Lo último que escuché de él, fue que el estado se hallaba presionando cargo contra
él en defensa de Darla. Homicidio involuntario.
Al menos no salió demasiado herido. Una fractura de costilla y algunos
moretones. Fue arrojado por el impacto de la motocicleta, fuera de la trayectoria
del camión. No como Dar… quien se encontraba sentada en su asiento modificado,
y quedó atrapada debajo.
Me trago el bulto duro en mi garganta, obligándolo a bajar hacia la boca de
mi estómago con el resto del dolor. No sé si ni yo siquiera he procesado todo. Que
uno de mis mejores amigos está siendo condenado por matar a otro.
—¿Melody?
La voz de la enfermera me saca de mis pensamientos oscuros. Alzo mi
mirada hacia ella.
—¿Me escuchaste? Dije que en caso de una emergencia, las comunicaciones
especiales se pueden hacer. Alguien puede contactar a tu amigo por razones
específicas, si es necesario. —Sonríe—. Pero solo para que lo sepas, puedes enviarles
una carta. La mayoría de los pacientes obtienen beneficios terapéuticos al escribir
cartas… al escribir sus pensamientos. —Sonríe tristemente de nuevo. Como si me
estuviera impregnando con algo de gran sabiduría.
Sonrío ampliamente, encrespando a regañadientes mis dedos en una bola.
Genial. Correo tradicional al rescate. Para el momento que lo tenga todo por
escrito y luego la envíe, ésta llegará a tiempo para mi liberación. ¿Cómo diablos es
eso terapéutico?
—De acuerdo. Estás lista. —Se levanta de su silla de un salto; el entusiasmo
acelera sus pasos hacia la puerta, como si fuéramos dos niñas ingresando a un
parque de diversiones. Tal vez lo somos, entrando a la casa de los locos.
Me hace señas con sus manos. —Justo a tiempo para tu primera reunión.
38
alegría.
Pasa hambre, y sé redimido
Boone
Las ansias no se detienen nunca. Aparecen más fácilmente, con tiempo y
distancia, pero siempre están ahí. Pudriéndose bajo tu piel. Arañando las paredes
de tu cerebro como pequeñas uñas afiladas hechas de hojas de afeitar. Buscan el
único punto débil donde pueden cortar y golpearte fuerte con una dosis extra
de necesidad.
¿Y comprometerse a hablar delante de alrededor de una veintena de adictos
una vez por semana...? Sí, eso no ayuda. Solo hace que las ansias sean más fuertes.
Pero una vez que lo pasas, una vez que dejas de estar al frente de la habitación,
habiendo enfrentado a tus demonios y ganado de nuevo, te da la fuerza suficiente
para luchar contra ellos durante otro día.
Es por eso que vengo a Stoney Creek todos los miércoles a las seis de la
tarde, y hablo de mi mierda.
Frotándome la nuca, contemplo la habitación. Una gran cantidad de caras
nuevas. Pero casi todo el mundo que estuvo aquí la semana pasada está de vuelta,
menos los pocos que no podían arreglárselas para hacerlo. Los que rompen ciertas
reglas y las transgreden solo para poder ser echados de patitas en la calle y de
vuelta a sus dosis.
39
No les culpo. Solía ser uno de ellos. Infiernos, todavía lo soy, técnicamente.
Página
Eso vibra en mis entrañas mientras le doy una sonrisa con los labios apretados y
Página
paso al frente.
La reacción inicial es siempre la misma. Miradas curiosas. Inspecciones
detalladas. Alzamiento de cejas. La duda de que en realidad sea un drogadicto
recuperado.
Hundiendo mis manos en los bolsillos de los tejanos, doblo mis antebrazos,
encogiéndome de hombros en una especie de gesto que dice: “sí, sé que parezco un
fraude”. Una mujer mayor de aspecto rudo sentada en la primera fila me evalúa
una vez más, revisando abiertamente los tatuajes que cubren mis antebrazos, mis
orejas dilatadas y mis languidecidas puntas blancas y rubias. Pero sé lo que busca
realmente.
Sin embargo aquí va un truco: los tatuajes bonitos cubren las huellas de las
marcas muy bien. Tiene que mirar más de cerca, señora, para encontrarlas.
—Hola. —Es mi brillante introducción. Soy un hombre de pocas palabras, a
pesar de mi discurso practicado, y funciona bien para mí. Lo mantengo corto.
Directo. No se puede sacar demasiada mierda de la boca cuando esta no está
abierta mucho tiempo—. Sé lo que están pensando. Y tienen razón. Estoy lleno de
mierda por estar aquí, tratando de decirles todo sobre mi milagrosa recuperación.
Una que, si trabajan tan duro como yo en ustedes mismos, también podrán lograr.
Silencio, y unos gruñidos. Esperados.
—Pero —digo, cambiando mi postura de relajado a evasivo—, no se puede.
Nunca van a lograr una recuperación completa. Es un buen montón de mierda de
consejeros alimentándolos para marcar algunos pasos en sus libros y sentir que
hicieron todo lo posible por sus pacientes.
Mientras dejo absorber esta realidad, tomo un respiro. Se preparan para
sumergirse en mi historia. Y un pañuelo rosa atrapa mi atención. La chica usándolo
sobre su cabeza como una pieza central en su pelo de color borgoña y con mechas
negras me hace olvidar por completo dónde estoy. Sus ojos oscuros miran a través
de mí, y su hermoso pero sólido rostro hace que las palabras se atasquen en mi
garganta.
—Yo, eh... —Frunciendo mi frente, parpadeo, tratando de apartar mi mirada
de la de ella. Un extremo de su conocedora boca se arquea hacia arriba; me ha
pillado. Maldita sea—. Joder, ¿por dónde iba?
Esto consigue risas auténticas, y por sorpresa, la chica sonríe ampliamente.
Hace algo en mi interior. Reforzado con su aprobación, digo—: Recuperación. Es
un camino feo que ningún adicto nunca alcanza. Una batalla en curso nunca
conquistada. —Rápidamente vislumbrando el pañuelo de la chica, tomo nota de su
41
Melody
¡Qué montón de mierda!
Galletas rancias, jugo de manzana en mal estado y lo que parece una salsa
hecha de mierda con nachos repartidos y un montón de motas amarillas y verdes.
¿Esto es lo que te da miles de dólares gastados en rehabilitación? Por favor. Los
bolsillos de alguien se están llenando, porque sin duda no es gastado en la cocina.
Solo estoy contenta porque no es mi “no existente” dinero.
Reviso las galletas que quedan en la bandeja, buscando algo con chocolate.
Esa es una de las ansias que no me puedo negar mientras estoy encerrada aquí. Y si
no consigo mi chocolate pronto, habrá muertes.
—Estuviste a punto de matarme allí.
Mis hombros se tensan y la galleta en mi mano cae. —Maldición. Esa era la
única con chispas de chocolate. —La busco de nuevo en la pila y le doy rápido un
mordisco, saboreando las dos chispas que están en el seco y deshecho desastre
horneado.
Vuelvo la cabeza para vislumbrar al tipo que dio el discurso en la sala, y
asiento una sola vez. —Lindos tatuajes —digo con la boca llena—. ¿Los obtuviste
44
encerrado aquí? ¿Te marcaron? —Su rostro se contorsiona en una media sonrisa
Página
—Sé que estás molesta por estar aquí, Melody. Pero no la pagues con un
chico ¿de acuerdo? —Trata con una sonrisa. Es dulce, en el sentido de: “soy un
pobre chico perdido”. Guau. Debió de haber sido un buen buscador de droga en
sus días de gloria. ¿Quién podría rechazar ese hoyuelo?
Luego el hecho de que sabe mi nombre pone al día mi cerebro hipnotizado
por el hoyuelo. —¿Cómo demonios ya sabes mi nombre?
Se encoge de hombros. —Es un lugar pequeño. No eres el niño nuevo por
mucho tiempo. —Noto sus ojos color avellana. Pupilas de tamaño normal. En serio
est{ limpio… tal vez.
—Así que esa mierda que hablaste ahí… —Muevo mi cabeza hacia el frente
de la habitación—. ¿Es la verdad? ¿O es algún programa que tienes que completar
para tu consejero?
Por primera vez, veo su rostro temblar. Sus rasgos se tensan, una sombra
pasa sobre ellos. —Las dos cosas, más o menos. Pero es mi decisión. Me reporto a
mi consejero y a ella le gusta escuchar que estoy involucrado con la comunidad. —
Hace señas de comillas en el aire.
Pero eso no es lo que le pregunté. Y lo sabe. Drogadictos… todos son lo
mismo. Nunca obtienes la historia completa. Algunos porque no tienen poder sobre
ello, otros porque arriesgan delatar a alguien más. Cual sea la razón, la historia de
un adicto por lo general es sesgada.
—La contaste bien, amigo. Tal vez algún día escucharé la verdadera, ¿eh? —
Lo rodeo y quito la bandana de mi cabello. Alzo mi pelo en una cola de cabello y
pongo a su alrededor la liga que se encontraba en mi muñeca, recibiendo el calor
que he sentido por su mirada en mi piel a lo largo de mi cabello.
—Oye, Melody —dice, y miro hacia atrás—. ¿Es esa una invitación?
Me río. —Seguro. Tan pronto como me puedas sacar de aquí, puedes decir
todo lo que quieras, chico. —Luego me voy, antes de hacer algo estúpido, como
mirar a ese maldito hoyuelo de nuevo. Puedo sentir su sonrisa quemando mi
espalda.
—Es una cita —grita.
Claro. Estoy segura de que en veinte días, tendrá un plan urdido. Pero lo
último que estoy buscando es otro chico con quien liarme.
46
Tengo una cita más importante que mantener cuando salga de aquí.
Página
de tragarla.
Página
El vómito golpea mis pies, pero no puedo sentirlo. No están más mojados
que el resto de mí.
—Mierda. Necesitas una enfermera. —Mi compañera de cuarto, Erin o Arial
o algo así, salta desde su cama—. No te muevas —dice mientras se detiene en la
puerta abierta. Nuestras puertas no tienen seguro y se supone que no podemos
cerrarla—. Ya vuelvo.
La enfermera que va a buscar es la que acaba de hacer las rondas apenas
hace cinco minutos. Hacen turnos en la noche, o eso me han dicho. Se queda en el
pasillo, vigilándonos. Si no estamos dormidos se supone que debemos alzar
nuestros brazos. Luego ella toma notas en un bloc. Algún recuento acerca de quién
se está aclimatando bien, y quién no. Los más saludables, que no son fármacos
dependientes, se quedan dormidos más rápido y durante toda la noche. Son
capaces de dormirse sin mirar la televisión, sin música, y ninguna droga para
noquearlos.
Mi mente está produciendo todos estos pensamientos sin sentido, cuando la
enfermera y mi compañera de cuarto entran a la habitación. —Ari, trae el
trapeador. —Ari, ese es su nombre, suelta un quejido y va de nuevo afuera.
—Mírame —instruye la enfermera. Tampoco puedo recordar su nombre, e
incluso el más mínimo intento de recordarlo se siente como un yunque rompiendo
mi cerebro.
Alzando mi cabeza, ella mueve la suya hacia la izquierda y la derecha,
apuntando una pequeña linterna de bolsillo a cada uno de mis ojos. —No eres tan
fuerte, ¿eh? —Sacude la cabeza—. Debiste ser honesta, Mel. Te podríamos haber
dado algo para disminuir los efectos.
Es la única que me ha llamado Mel desde la última vez que hablé con Jesse.
Lo que se siente como hace una vida atrás. Una ola de nostalgia por mi hogar me
atraviesa y abrazo mi vientre.
Nunca he tenido que pedir o suplicar por algo en mi vida. Cuando mi padre
murió y nos dejó a mi madre y a mí por nuestra cuenta, ella se puso a beber
durante el día, y no había ningún maldito alimento que comer, porque le había
cerrado la puerta en la cara a los buenos samaritanos que ofrecían una mano,
entonces fui directo a una cadena de supermercados y empujé un paquete de carne
de hamburguesa entre mis pantalones.
Recuerdo la piel de mi estómago volverse fría, picando mientras se
48
entumecía. Fue doloroso, pero se había sentido jodidamente bien. Porque sabía que
Página
Cuando no consumía, aún fumaría una pipa; para calmar mis nervios. En este
momento, incluso con mi estómago revolviendo la bilis, la idea de un cigarro hace
que mis molares se cierren juntos. Masticaría tabaco solo para tener un poco de
nicotina.
—Además —continúa la enfermera cuando no digo nada—, usualmente,
cuando alguien sabe que está a punto de dejarse ir por un tiempo, tienden a
maximizarlo. Convertirse en una llamarada. Si te querías ir de esa forma antes de
estar aquí, probablemente será un poco más difícil para ti, por ahora.
Desde la noche en la que murió Dar, no he pasado ni un momento sobria, si
podía evitarlo. Así que sí, sus palabras tienen sentido. No quiere decir que lo vaya
a admitir. Me esfuerzo por sentarme y cierro mis ojos por un momento, luego
empiezo a levantarme.
—¿Y adónde crees que vas? —dice la enfermera Bridge mientras le quita el
trapeador a Ari y le hace un gesto para que vuelva a su cama.
—A fumar un cigarro. —El Valium está comenzando a hacer efecto, y las
náuseas, aunque aún están pateando mi trasero, ya no son tan fuertes.
—Eso no le hará nada bien a tu estómago.
¡Al diablo! —Necesito al menos disminuir una de mis ansias o si no estrellaré
mi cabeza contra una pared —le digo.
Suspira. —Iré contigo.
Genial.
Los pasillos están fríos y demasiado silenciosos. Abrazo mi estómago en
tanto sigo a la enfermera Bridge hacia una puerta lateral de una de las salas
comunes. Atravesamos la puerta y me sorprende que no se encuentre bloqueada.
El aire cálido de la noche es un bálsamo bienvenido a mi piel sensible.
Prendo el cigarro con el encendedor y tomo una fuerte inhalación. A través de los
dolores, escalofríos y náuseas, la nicotina hace su magia. Siento como que estoy
peleando con un demonio menos.
O podría ser el Valium.
No importa. Solo sé que debo salir de este jodido hueco.
Estoy contemplando uno de las puertas desbloqueadas cuando la enfermera
Bridge dice—: Eres diferente.
50
Sus palabras hacen que me detenga a medio camino de una pitada y saco el
Página
resto del humo de mis pulmones. Alzo una ceja. —¿Sí? ¿Cómo? —Sacudo las
cenizas del cigarro—. ¿Mi proyectil de vómito es el mejor que has visto? Puedo
hacerlo a bastante distancia cuando quiero.
Una sonrisa triste cruza su rostro. —La mayoría de los casos atraviesan esas
puertas sin esperanzas. Seguro que algunos lo hacen voluntariamente, pero la
mayoría, como tú, son sentenciados. Rehabilitarse es un castigo para ellos.
Inhalo mi cigarrillo de nuevo y espero para expulsarlo. —¿Y cómo me hace
eso distinta? —En lo que a mí respecta esto no es un refugio.
Me mira a los ojos. —No necesitas a nadie que te castigue. Ya lo haces tú
misma. —Volviéndose para irse, voltea su cabeza sobre el hombro—. Pero solo tú
sabes por qué.
El silencio de la noche se traga todos los sonidos. Excepto sus palabras que
persisten. Ellas continúan rondando mis pensamientos mientras la puerta se cierra
con un clic, dejándome mirar la cerca de alambre que rodea mi prisión.
51
Página
Solo un susurro sentido, oh, suave caricia de la muerte
Boone
Un rugido se atasca en mi garganta. Estoy en el exterior, mirándome...
puedo verme tan claramente como si estuviera mirando un espejo. La boca abierta,
los ojos saltones, mis manos agarrando mi pelo. El silencio consume esta escena
congelada en el tiempo. Succiono una bocanada de aire hasta mis pulmones, y
aunque intento con todas mi fuerzas moverme, despertarme, estoy eternamente
suspendido en este momento horrible.
Me levanto bruscamente de la cama. Mi espalda está rígida, mis músculos
tensos. Estoy empapado en sudor. Agarro las sábanas con mis manos. Las lanzo a
un lado, agradecido por la capacidad de moverme. Me aclaro la garganta, solo
para escuchar mi voz, luego saco mis pies sobre el borde de la cama y entierro la
cabeza en mis manos.
—Jodido infierno. —Pasando las palmas de mis manos por mi cara, dejo
salir un suspiro.
Una luz tenue ilumina mi habitación desde las rendijas de las persianas,
bañando las paredes de lavanda con las primeras luces del amanecer. Es un color
sombrío que coincide con las pesadillas que me despiertan cada mañana. Estoy
acostumbrado a ellas, pero la creencia inicial de que el sueño es real... que no
52
Durante el verano de Florida, es casi inútil tomar una ducha por la mañana.
Tan pronto como salgo, el aire húmedo me baña en sudor, humedeciendo mi
camiseta y haciendo que mis vaqueros se peguen a mis muslos. Pero si no consigo
la ducha, no me siento despierto; es como un ritual que no puede comenzar hasta
que haya iniciado el primer paso.
Cruzo el estacionamiento del complejo de departamentos hasta donde está
aparcado mi Triumph. Me coloco el casco por encima de la cabeza, dejando las
correas desprendidas y me subo al asiento. Y por enésima vez desde que vi su cara
hosca la semana pasada, la chica con la bandana entra a mis pensamientos. Una
sonrisa fácil se forma en mis labios mientras aprieto el embrague y pongo en
marcha el motor. Ruge a la vida, el sonido hace eco en la mampostería de
hormigón del estacionamiento, y acelero antes de despegar.
Estuve coqueteando con Melody. Después de la reunión de la semana
pasada, creo que por un momento perdí la cabeza, porque eso no es algo que yo
haga. Ya no. He estado tratando de convencerme de que me probaba, viendo cuán
oxidado estoy. Según su respuesta, estoy muy muy oxidado. Pero no es como si
una chica caliente entrara en Stoney cada día; infiernos, nunca.
Honestamente, dependo de ese hecho. Es seguro aquí, sin tentaciones. No
estoy criticando a los pacientes, pero Stoney no es un centro de rehabilitación; spa
de clase alta que atrae a aspirantes a estrellas, o los usuarios de drogas de diseño.
53
furia hierva a fuego lento hasta que se detiene en un semáforo en rojo. Entonces me
Página
maldice. Nunca, en realidad. El hecho de que está lo suficiente molesta como para
utilizar “diablos”, dice algo. Está muy enojada.
Encubriendo mi sonrisa con tos, me siento en la acolchada silla roja,
encuentro su mirada, y luego me encojo de hombros. Mi hombro punza por el
dolor. Ese tipo me golpeó fuerte. —¿Ira de carretera?
Sus rasgos delicados se arrugan, y sus fosas nasales se abren. Acomoda su
cola ya perfectamente peinada y dice en un tono mesurado—: Puedo hablar con el
defensor público para conseguirte al juez Matthews. Quizá. Enviaré una solicitud.
Pero, Boone, no puedo prometerlo en este momento. Agotamos todos los viajes a
Stoney... dos veces. Eso no te salvará de la cárcel esta vez.
Mi oficial de libertad condicional / consejera / tutora para mantener mi culo
fuera de la cárcel, Jacquie, se ha tomado muchas molestias con mi caso. Le debo
más de lo que puedo pagar. Un músculo se tensa en mi mandíbula mientras
aprieto los dientes. La vergüenza borra el resto de mi sonrisa arrogante.
La pelea no habría sucedido si yo no hubiese faltado a mi “encuentro”
anoche. Mi secreto. La única forma en la que encuentro ayuda. Empezaba a
sentirme demasiado seguro, sentirme demasiado cómodo, no voy a dejar que
suceda de nuevo.
Arrastro una mano por mi pelo y asiento. —Lo sé, y gracias. Haré un poco
de servicio comunitario extra...
—Harás mucho más que eso. —Se sienta hacia adelante—. ¿Ese centro de
rehabilitación que quieres tanto? Serás voluntario allí. Tiempo completo.
Mi boca se abre. —Pero mi trabajo...
—Será entre el trabajo. Y después del trabajo. Siempre que no estés
trabajando. —Levanta una ceja rubia—. Tengo un amigo que es consejero allí. Un
consejero real —subraya. Quiero decirle que ha sido más una consejera para mí que
cualquiera de los demás, pero mantengo mi boca cerrada. Está enojada—. También
puedes tomar la clase de manejo de la ira que ofrecen allí. Al juez Matthews le
gustará. Y, honestamente, debí haberte enviado allí desde el principio. No puedo
darte la ayuda que realmente necesitas, Boone.
La ayuda que realmente necesito. Dejo escapar un largo suspiro. —No toqué a
ese tipo, Jacquie. No le puse una mano encima.
—No, porque eso no es lo que necesitas, ¿verdad? —Su mirada se agudiza
56
57
Página
Gritando en el vacío de nuestra decadencia
Melody
Una semana dentro, y estoy seriamente a punto de perder los nervios.
Recogiendo una aguada cucharada de puré de patatas, me giro para decirle
algo sobre ellos a Dar…
Y la realidad me golpea fuerte en el estómago.
Sigo haciéndolo. Olvidando.
Maldita sea.
No sé cómo hacer esto. Darla y yo hemos sido prácticamente inseparables
desde el séptimo grado. Nos habíamos conocido antes, habíamos ido al mismo
colegio juntas, tenido las mismas clases, recreos, pero ella había sido esa cosita
tímida. Mientras yo salía con los chicos, golpeaba a la mayoría de ellos, y me
enamoraba secretamente de los demás, ella era una marginada. Su nariz siempre
en un diario.
No fue hasta que Marcy DeLuca —el engendro de satán y tu chica mala
residente (todas las escuelas tienen una)— acorraló a Darla en un cubículo del
baño, que nos hicimos amigas. Nunca había pensado mucho en la chica tímida,
58
que llevaba la misma ropa todos los días de la semana. Que parecía contenta con
preocuparse de sus propios asuntos. Diablos, yo como que la admiraba por eso.
Página
Pero cuando Marcy empezó a leer su diario en voz alta a los cacareantes clones de
Marcy, y observé a Darla derrumbarse en el suelo y empezar a hiperventilar, una
feroz necesidad de protegerla se unió a mi odio por los abusones y reaccioné.
Arranqué el diario de los dedos con manicura de Marcy y la empujé contra
la pared, amenazándola con decirle a toda la escuela sobre la vez que la encontré
borracha haciéndolo con Carter Lemons (tu trol residente de la escuela) en la
hoguera.
Le pasé a Darla su diario. Clavé mi mirada en las zorras mientras se
retiraban. No le pregunté a Darla sobre las partes de su diario que escuché, en
relación a su repugnante padre, y creo que eso fue por lo que nos hicimos amigas.
Yo venía de una familia rota y ella también. No necesitábamos
explicaciones.
Antes de Dar, nunca había necesitado a nadie. Aprendí pronto que no
podías confiar en la gente. Mi padre no cumplió su promesa de estar siempre ahí, y
mi madre… bueno, eso también es por mi viejo. Él me dejó atrás con ella.
Y me aseguré de no dejar a nadie acercarse lo suficiente para descubrir mis
debilidades y usarlas contra mí. No necesitaba que nadie lo deletreara para mí;
estaba enfadada, no era estúpida. Sabía cuáles eran mis problemas. Dar conocía sus
asuntos, también.
Desde entonces, fuimos inseparables. Hermanas. Dar empezó a salir de su
caparazón cerca del tercer año de instituto, cuando fuimos lo suficientemente
mayores para entrar en nuestro antro de motoristas locales. El estilo de vida del
CM había sido parte de mí desde siempre, la mayor parte. Y era lo más cercana que
todavía tenía con mi padre. Pero eso a un lado, amaba la idea de golpear la
carretera cuando quería, yendo a donde quería, la libertad. El escape.
Dar también amaba esta idea. Ella escuchaba con atención cada vez que le
hablaba de este ideal. Pero también disfrutaba la atención que recibía de los
motociclistas. Ese era su escape.
No juzgué. Se merecía divertirse después de la mierda de infancia que había
sufrido con su asqueroso padre y su emocionalmente inútil madre. Sabía que
nunca estaría muy seria con ninguno de esos chicos como para abandonarme. Y
me reía en la cara de cualquier chico que pensara que la abandonaría para irme con
él a la carretera. Esa era nuestra señal para largarnos. Era un entendimiento no
hablado entre nosotras. Siempre seríamos nosotras.
59
Y siempre estaba Dar. Incluso cuando me creía sola, ella se hallaba allí. Esta
es la primera vez en mi vida desde que me fui de casa que no tengo absolutamente
a nadie.
Boone entrecierra los ojos, como si tratara de descubrir la verdad. El chico es
listo; no creo que lo esté engañando. —Quizá necesito algo de tiempo a solas. —
Encojo los hombros—. ¿Has pensado alguna vez en ello, sabio? Para pensar en mis
cosas y mi mierda. Tu presencia aquí podría estar obstaculizando mi crecimiento
personal.
Sus rasgos se tensan en una sonrisa de labios apretados. Parece considerarlo
un momento antes de decir—: La soledad es el peor enemigo de un adicto.
Pongo los ojos en blanco. —Mira, si vamos siquiera a intentar ser afables...
—Él alza una ceja, así que aclaro—: No he dicho amigos, tonto. Afables. Conocidos
inofensivos del tipo agradable y no entrometido… entonces tienes que dejar de
decir mierda como esa. Estoy en rehabilitación. Deja que los rehabilitadores hagan
su trabajo. No necesito predicadores de la sobriedad viéndome desde todos los
ángulos.
Se presiona contra su silla; sus rasgos enmascarados, ilegibles. —Es justo. —
Se va a levantar y me río, deteniendo sus movimientos.
—¿Eso es todo? —pregunto. Vaya, nunca he rechazado tan eficientemente a
un chico. Ni siquiera estoy segura de que esa fuera mi meta.
—Claro —dice—. Conocidos inofensivos del tipo agradable y no
entrometido funciona para mí, y creo que por hoy hemos alcanzado la cuota de lo
agradable. —Me guiña un ojo y mis labios tiemblan con una sonrisa.
—Esto podría ser divertido, hombre —digo—. Así que, ¿más civismo no
invasivo mañana?
Mira su plato, agita sus patatas aguadas, y echa la silla hacia atrás. —Era en
serio lo que dije antes… —Su tono cambia a uno más serio y mis defensas arden—.
Sobre mantener esa cita. Ha pasado un tiempo para mí, queriendo pasar tiempo
con alguien, pero creo que podría manejarlo… o me gustaría… —Se aclara la
garganta y se frota la nuca, luciendo aturdido. Casi me sonrojo por su rareza, pero
en su lugar, solo observo. No puedo leerlo claramente. Si esto es parte de su juego
o si es de verdad.
—Mantenlo simple, ¿vale? —Agito la cabeza y amplío los ojos, tratando de
ayudarlo—. Recuerda, afable.
61
—Cierto. Puedo manejar eso. —Su mirada castaña se centra en mí—. Así
que estamos bien, no estoy buscando nada más. No tienes que temer eso. Todo lo
Página
que busco es simplemente pasar el rato con una persona de verdad en lugar de mi
televisión.
Arrugo mi cara, confusa.
—Hay un montón de tiempo en solitario cuando no te gusta salir con los
adictos en recuperación al dispensador de café local para los encuentros de grupo.
—Se pone en pie y me mira—. Lo sé todo sobre la soledad, Melody. Confía en mí,
no la llevas mejor que yo. —Da un par de pasos, para, se gira y añade—: Adiós.
Por ahora.
Mientras lo observo irse, me duele mi lado. Clavo mi puño en la punzada
bajo las costillas y ruedo los ojos. No quiero meterme en esto, involucrarme en la
triste historia de alguien más. Tomar a otro chico roto y follármelo hasta darme
cuenta de que es mercancía dañada. Más allá de la reparación. Me gustan mis
chicos como mis trabajos, fáciles de abandonar cuando ya no son divertidos.
Y de forma molesta, esa última y desesperada mirada que me dio empieza a
comerse mi resolución.
Es mi puta criptonita.
Siempre tengo que meter mi nariz allí. Yoda Mel, con sabiduría mundana al
rescate.
¿Cuál es mi problema, Dar? Toco su colgante, el pequeño árbol de plata de
ramas desnudas, deseando con ese siempre presente bulto en mi garganta que ella
pudiera responder. Ella debió haberme molestado más; me enamoro de tantos
pringados.
Pero Boone accedió a no fisgonear, lo que significa que si no pregunto, él no
preguntará. Puedo soportar un poco de atención masculina, incluso tal vez un
nuevo colega, mientras estoy alejada de todo en este lugar. Y es un colega guapo.
Realmente me gustan sus tatuajes y sus orejas dilatadas.
Con un gruñido, me pongo de pie y recojo mi bandeja. Después de tirar los
restos de bistec seco, judías frías y puré de patatas a la basura, pienso sobre seguir
a los demás a la sala de asambleas donde los oradores invitados están dando sus
discursos. Uno de los cuales es Boone.
¿Por qué diablos cuenta la misma maldita historia todas las semanas? ¿Por
qué diablos la misma gente va a escucharla?
Decido irme por mi cuenta. Pasear por el patio exterior. Prefiero derretirme
en el sofocante calor que escuchar de nuevo su historia sobre tocar fondo.
62
Seguro, entiendo que es una historia “casi” tr{gica, pero está vivo, ¿verdad?
Bien está lo que bien acaba. No entiendo por qué está tan empeñado en la
recuperación cuando su historia no muestra realmente un tocar fondo. No el bajo
fondo. Como los demás oradores que escuché la semana pasada.
Perdió a su madre. Vale, es terrible. Trágico, incluso. Sé cuánto duele perder
a un padre, cómo puede joderle la cabeza a alguien. Especialmente ya que su
madre tuvo una sobredosis. Pero cuando perdí a mi padre, de forma bastante
parecida; toda una vida de fiesta le pasó factura, no me subí por las paredes y
empecé a gritar el credo a los cuatro vientos.
Y perdí a Darla…
La rabia forma una piscina de fuego caliente en la boca de mi estómago. Me
fuerzo a no pensar en ella, en esa noche, Jessie… Porque lamentarse es inútil. Nada
en la vida es para siempre. Menos las cosas o personas que amas. Lo que sí
importa: seguir adelante. Golpear la carretera y vivir, siendo libre. Por ellos y por ti
mismo.
Eso es exactamente lo que estaría haciendo si mis alas no hubieran sido
cortadas.
Lo que sea, ya he pensado en Boone y sus presuntos problemas demasiado
rato. Solamente porque no tengo nada más que descifrar. No habría pensado en él
más de un minuto de haber sido capaz de pillarlo y entrar en su cabeza.
O tal vez no hay nada que desentrañar.
Seguramente me estoy fijando en algo insignificante para ignorar el ruido
estridente de mi vida fracturándose, de forma totalmente inconsciente.
O puede ser que esté totalmente loca.
¿No se obsesionan los locos con detalles pequeños e insignificantes?
Mierda. Echo un vistazo alrededor. He caminado más allá de la puerta que
lleva al patio y he terminado de vuelta en las habitaciones.
Frustrada, me lanzo en la cama y saco un paquete de chicles. Desde mi
primera noche aquí, cuando las náuseas casi me matan, he estado masticando
frescor mentolado como si pudiera masticar mi camino a la libertad. Como si
pudiera mascar de vuelta cualquier vil sustancia exorcizada que pudiera escupir
de mi boca. La menta ayuda.
A pesar de todo, ha mejorado. Los síntomas de abstinencia más graves no
volvieron a aparecer después de mi primera purga inicial. No estoy temblando, ni
63
de los labios.
El sentimiento de la aguja entrando en mi piel. La tan buena quemazón. La
fiebre.
Solo pensar en ello me pone tan ansiosa que casi me muerdo la lengua.
—Oye. —Mi compañera de prisión entra y se sienta en el suelo, apoyando la
espalda contra su cama—. ¿Tampoco te apetecía ir?
Niego con la cabeza contra la almohada. —Nop. Escuchada una historia
trágica, escuchadas todas.
La veo sonreír por la esquina de mi ojo mientras se ata su rizado y oscuro
cabello con una goma. Ella es una cosita delgada y frágil. Es dulce, garantizado,
pero veo una gran rabia ardiendo bajo su fina superficie.
—Cierto —dice—. Siento lo mismo esta noche. —Escarba entre el colchón y
saca una libreta veteada en blanco y negro.
Enseguida pienso en Dar y sus diarios. Mientras Ari garabatea algo en el
margen de la página, me giro.
—¿Escribes poesía o algo parecido? —pregunto. Es la primera vez que he
preguntado algo a alguien aquí, y eso no es propio de mí. Me encanta conocer
gente nueva, aprender sobre sus vidas. Es una parte de la carretera que amo,
aprender diferentes modos de vida.
Pero aquí, todo lo que he querido hacer en las últimas semanas es
contemplar la huida. No me preocupa llegar a conocer a ninguno de ellos. Me
asusta que me vaya a atar de forma más segura a este lugar. Hacerme uno de ellos.
No salir nunca.
Ari niega. —No, poesía no —dice, y llega bajo su cama y coge otro diario—.
Toma. —Me lanza la libreta en la cama a mi lado—. Ayuda a que el tiempo pase
más rápido. E irónicamente —se da golpecitos en la cabeza— te ayuda a salir de
aquí.
—Vale, gracias. —Cojo el diario blanco y negro, y paso el dedo por la tela
del lomo. Los recuerdos inundan mi mente, mis sentidos. Puedo oler el aroma a
naftalina rancia del viejo remolque de Darla.
Apartando esos dolorosos recordatorios a un lado, prefiero desenterrar los
recuerdos de los mohosos libros de poemas alineados en las estanterías de mi
cuarto cuando era una niña. Es lo único que me arrepentí de dejar atrás cuando me
fui. Maya Angelou. Edgar Allan Poe. Lord Byron. Victor Hugo.
64
Hubiera sido reconfortante tener esos viejos amigos aquí conmigo ahora.
Página
cuenta.
Página
66
Página
Las lágrimas manchan, corroen y atraen a espíritus
malignos
Boone
Melody no vino a la noche del orador invitado. No sé por qué me di cuenta,
o por qué se encuentra en mi mente, además del hecho de que mientras estoy cerca
de ella, por más breve que sea el momento, no pienso en Hunter.
A pesar de que viene con su propia dosis confusa de culpa, no puedo dejar
de anhelar ese breve alivio. Tener un segundo donde no me aplaste el peso de todo
ello.
Ella es una distracción.
Una adictiva.
Deambulo por el pasillo de camino a firmar por mi tiempo como voluntario
en Stoney Creek. El calor del exterior se filtra a través de las paredes, las ventanas
y el techo. Casi se puede oler el sol abrasador calentando el asfalto exterior a través
del sistema de ventilación. El índice de calor de hoy está por encima de los 43° C.
Es por eso que Jose no estaba muy contento en dejarme salir temprano para
poder llegar a mi tiempo de servicio comunitario. La mitad de los chicos del
67
equipo se quejaban del calor, preguntando si podían irse unas horas antes o llegar
más tarde en el día. No queriendo soportar el golpe de calor. Si él me deja salir,
Página
su hombro con el brazo. Sonriendo. Con la puesta de sol. Todo grita pareja feliz.
Página
paredes.
Así que, cuando veo a Melody, y me dice—: ¿Eres un acosador, rarito? —Mi
Página
Melody
Desde que fui encarcelada en Stoney Creek, me he convertido en un muerto
viviente.
Me muevo, hablo y como; existo, pero he dejado de vivir. He estado en un
patrón de espera, esperando que empiece la siguiente parte. Insegura de lo que
sería, o qué me gustaría ser. Todo lo que una vez importaba se ha ido. Nada podría
despertar mis sentidos embotados.
Hasta ahora.
El viento azota mis mejillas, mi cabello sopla en cintas enredadas detrás de
mí. El estruendo bajo mis muslos, la vibración que viaja a través de mi cuerpo, me
regocija, y es como despertar de un coma. Un paciente postrado en cama viendo el
cielo nuevamente por primera vez. Degustar chocolate después de nada más que
sopa de guisantes durante años.
Mierda. Ni siquiera sé si eso es lo que comen los pacientes en coma.
Probablemente lo vi en una telenovela, cuando era niña. Una de las que mi madre
se devoraba cada día, borracha, gritando a la pantalla. Pero no me importa. Me río
de mí misma. Abro la boca y en realidad escucho mi risa a todo volumen sobre el
72
no quieren que se les haga lo mismo. No estoy de humor para romper una regla,
así que dejo que el silencio se consuma el momento.
Página
Pero no puedo evitar preguntarme: ¿Qué pasó para que pierda la calma así?
No conozco al tipo, pero sí sé que trata de suprimir una rabia importante. Mucho
se ha omitido de esa historia que cuenta.
No dice nada, y en cambio se dirige hacia el agua. De acuerdo. No hay
preguntas, ni respuestas. No hay posibilidad de exigir nada de él. He estado cerca
de suficientes hombres exaltados para entender una cosa: probablemente no quiero
saber.
Deja que su disfraz se deslice, y eso probablemente debería haber enviado
una señal de alerta, agitándose frenéticamente hacia la salida lateral del escenario.
Pero dejo de lado la preocupación por el momento. Cualquier persona que tenga la
paciencia para personalizar su propia bobber tiene una segunda oportunidad.
Incluso si no es americana.
Lo atraparé más tarde, cuando esté en un mejor estado de ánimo. Sonrío
para mis adentros.
Encuentro un asiento de arena en la orilla, y miro las pequeñas ondas del río
oscuro volver hacia mis chanclas. Decido que esto es suficiente. No estoy dispuesta
a hablar de lo que me metió en Stoney, de discutir recuerdos dolorosos, y él no lo
está a revelar sus demonios. Es suficiente para saber que estamos llenos de mierda,
y queremos dejar las cosas así.
Demuestra aún más su necesidad de evitarlo, cuando dice—: ¿Quieres
nadar?
Una risa forzada sale de mi boca. —¿Así? —Miro mi atuendo: leggins, una
camiseta gastada de los Ramones, y mi pañuelo—. No, gracias. —Antes de la Mel
Rehabilitada, no habría pensado dos veces en desnudarme y saltar al agua con un
chico caliente. Pero la Mel sobria no.
Días de sobriedad y aburrimiento me han hecho no sentirme tan aventurera;
la diversión requiere demasiado esfuerzo. Por mucho que me duela admitirlo, es la
triste realidad. Nunca mejor dicha.
—No eres tan atrevida como pensé. —Boone me da una sonrisa desafiante
para que coincida con sus palabras, luego tira de su camisa por la cabeza.
Maldita sea. Lástima que ya he decidido no involucrarme con el chico. Su
cuerpo tonificado y bellamente esculpido me hace añorar con pesar. Pero precioso
o no, hoyuelo lindo o no, no estoy de humor para ser imprudente.
Mierda. Es la primera vez.
74
Boone frota su hombro, con la cabeza inclinada, estudiándome con sus ojos
Página
de cerca. —Uh... guau. Eres una apasionada de los motociclistas. —Se muerde el
labio, mirando como si quisiera probar, pero en su lugar dice—: ¿CM?
—Clubes de motociclistas ilegales. Suena más tabú o ilegal de lo que es. —
Nado más cerca de él—. Es solo un club motero o pandilla que no está respaldada
por la AAM. —Abre su boca, pero me adelanto a su siguiente pregunta—.
Asociación Americana de Motociclistas.
—Ah. Y tú sabes todo esto ¿por qué?
Estamos virando peligrosamente a esa línea invisible. La que ninguno de
nosotros quiere cruzar. Pero ha pasado demasiado tiempo desde que he tenido un
contacto con esa parte de mi vida, y es una parte enorme. La más grande. Hablar de
ello ahora, con él, hace que todo se sienta... seguro. Al igual que estoy más cerca de
volver a estar allí.
Le doy una sonrisa triste y digo—: Tuvimos un proyecto de la escuela una
vez. Mucha investigación. —Aunque no completé el programa de Bachillerato en
Ciencias. Tenía un proyecto sobre asociaciones americanas, e hice la investigación
haciendo a mi padre un millón de preguntas. Tenía nueve años en ese momento.
Mi padre nunca dulcificó nada; me dijo la verdad sobre su estilo de vida desde el
día en que nací.
Sin embargo, no voy a contársela a Boone. Puede tener la versión recortada.
—Entonces, ¿qué te detiene de salir? —pregunto, cambiando de tema. Cuando se
ve más perdido, digo—: Antes de mi monólogo sobre las cosas de motociclistas,
dijiste que tendrías que dejar Florida. Así que, ¿por qué no lo haces?
Esta pregunta podría estar cerca de romper nuestro acuerdo silencioso, pero
es él el que ofreció la primera pizca de información. Lo dejo colgando allí, y no
puedo evitar enganchar el hilo.
Vadea más cerca de mí, con unos treinta centímetros entre nosotros. Casi
puedo sentir el calor de su cuerpo. El agua es más fría por eso. —Compromisos —
dice simplemente—. De los que tengo que acabar.
Asiento. Tengo algunos de esos yo misma. —Bueno, con los compromisos a
un lado, si pudieras saltar en tu motocicleta e ir a cualquier lugar, ¿donde sería?
Da una breve risa y niega con la cabeza, al igual que nunca ha considerado
la posibilidad. Una sensación de hundimiento, como de nostalgia, se asienta en mi
estómago. La idea de estar atado a un lugar me hace marearme.
77
—No lo sé. Puede ser. Digo, ¿no es en todas partes más o menos lo mismo?
—Se baja en el agua, sumergiendo sus hombros. Sus labios descansan justo por
encima de la superficie. Tengo la sensación innata de que está usando el agua para
protegerse de mi invasividad.
Es tan transparente como algo que haría un niño.
—No, en absoluto —le digo—. Y lo más impresionante acerca de ir a un
lugar nuevo, ver cosas que nunca has visto antes, es que es imposible permanecer
igual. Cada lugar te cambia un poco. Algunos más que otros. Tienes que ser terco
para viajar por el mundo y mantenerte con el mismo equipaje.
Su mirada dorada sostiene la mía por una cantidad casi desconcertante de
tiempo hasta que parpadea y mira hacia otro lado. Libero una respiración cortada,
enfriada por él y el agua fresca.
No me gusta esto. Con cualquier tipo, en cualquier lugar, siempre estoy en
control. Yo tomo las decisiones. Algo es distinto de una forma importante, y siento
la necesidad instintiva de huir. Salir antes de llegar a la trampa.
—Dakota del Sur —dice finalmente—. Sturgis. Supongo que me gustaría ir
allí. Ellos tienen una...
—Reunión motociclista —digo, y mis labios se extienden en una amplia
sonrisa.
Se ríe. —Por supuesto. Me olvidé que eras la experta. Seguro investigaste
todo eso para tu proyecto.
—Sí, bueno, hice un poco más de investigación. He ido. —En numerosas
ocasiones. Y era el próximo destino de Lone Breed justo después de Daytona para
el rally de este año. Que ya ha terminado, y me lo perdí, desde que estuve en
rehabilitación. Este es un recordatorio doloroso.
—¿Has ido? —Sacude la cabeza, y luego dice—: No sé si sentirme celoso,
impresionado, o intimidado.
—¿Todo lo anterior? —le ofrezco con una sonrisa. ¿Era coqueta?
Cuando sonríe, su cuerpo cada vez está más cerca del mío, decido que eso es
todo. Debo parar.
—Bueno, creo que ocurre a principios de agosto —dice, ya sea sin darse
cuenta de mi incomodidad o evitándolo intencionalmente—. Me lo perdí este año,
a pesar de todo. La libertad condicional te prohíbe salir del estado.
—Claro. Eso he oído. —Levanto mis pies desde el fondo resbaladizo y piso
78
Lamiendo mis labios, pruebo el agua del lago. Pienso en su admisión unos
Página
dos segundos, porque es todo lo que necesito. Entiendo sus motivos... solo que no
quiero estar allí. Lo que significa que tengo que poner un poco de distancia real
entre nosotros.
—Volvamos a Stoney —le digo, asintiendo hacia la orilla—. No quiero una
infracción, o lo que sea que te dan cuando metes la pata.
Empiezo a vadear a través del agua, cuando dice—: Espera.
Maldita sea. Puedo sentir que la mierda que este chico ha enterrado me
hunde hacia abajo. Llevándome hacia una resaca figurativa. Debí haber escuchado
a esa voz molesta y quedarme lejos.
Aun así, le doy un segundo más.
Se mueve en frente de mí; su altura imponente bloquea mi escape. —¿Qué
significa el tatuaje? —Su mirada baja hasta mi pecho. A las palabras garabateadas
por debajo de mi clavícula en mi propia manuscrito.
Del Dolor Nace la Fuerza.
Alzo las cejas. —Creo que es bastante claro, Boone. Algo fácil de averiguar.
¿Qué opinas?
Levanta su mano desde el agua, como si me fuera a tocar... pero vacila. Con
su mano suspendida, su mirada fija en mi pecho, mi respiración se acelera. Luego
hace contacto, trazando lentamente con su dedo la primera palabra. Gotas de agua
gotean por mi piel, rodando entre mis pechos. El aliento se atora en mi garganta al
sentir su dedo áspero y tierno a la vez, un toque suave. Se mueve a la última
palabra, y desliza el dedo por debajo de la correa de mi sujetador. Lo mueve a un
lado. Para ver el tatuaje completamente.
Para verme plenamente.
—Creo —dice—, que no es nada simple descubrirte. —Sus dedos rozan más
abajo, sobre el oleaje de mi pecho, antes de retirarse. Luego me mira a los ojos—. Es
solo que no sé por dónde empezar, o si es un desafío muy grande.
80
Página
De azufre y beso
Boone
Ninguna palabra podía ser más cierta. Pero me sorprende que salieran de
mi boca.
Melody se halla atrapada en algún lugar entre la fascinación y el espanto.
No le dediqué un cumplido, y ella es lo suficientemente inteligente para entender
eso. La mayoría de las chicas se habrían sonrojado, sonreído, aceptado que las
palabras emergieran de lo profundo.
Ella no. Se está aferrando al significado subyacente. Intentando desentrañar
el misterio. Esa es la razón por la que debería dejarla malditamente en paz. Mi
primera conquista para volver al juego no debería ser ella; debería engancharme
con alguien m{s f{cil… no ese tipo de fácil. Bueno, bien, sí, tal vez. Alguien que no
vaya a mirar demasiado cerca. Que no arrancará las capas de forma dolorosa,
diseccionando todo lo que dejo escapar de mi boca. Es agotador el solo estar cerca
de ella, tratando de filtrar mis pensamientos.
Necesito algo sin complicaciones.
Eso es lo que decido. Le doy una última mirada de anhelo, dejo que mi
mirada recorra su sujetador rosa pálido, sus duros pezones marcados contra la tela
81
húmeda, y me hundo bajo el agua sutilmente para ajustar mi dura y dolorida polla.
Página
Sin embargo, la mirada que me está dando casi me hace ceder. Casi me hace
decir “a la mierda” y agarrarla, solo para terminar el tormento. Soy un cable de alta
tensión, tenso y a punto de romperse, muriendo por presionar su cuerpo contra el
mío. Solo para conseguir algo de alivio.
Entonces: —Nunca enfrentarás un desafío más difícil. —Sus palabras se
hunden en mí, hasta la médula. Me libera de su penetrante mirada, y dice por
encima del hombro, mientras comienza a alejarse nadando—: Vamos a dejarlo en
eso.
Y tiene razón. Otra vez. No necesito esta mierda. Me equivoqué esa primera
noche cuando me acerqué a ella, cuando dejé que su gravedad me atrajera. Estoy
seguro de que ahora hay una gran cantidad de tipos en órbita allí afuera, a quienes
mantiene a distancia. Esperando por el segundo en el que doble su dedo hacia
ellos.
Tengo que admitirlo; la primera vez que la vi, fui tentado por esa boca que
hace pucheros. Los grandes ojos oscuros y preciosos contra su cremosa piel. Capas
de cabello color burdeos y negro recogidos en una desordenada cola de caballo,
acariciando sus suaves hombros. Un pequeño y estrecho cuerpo con curvas en
todos los lugares correctos… suplicando por ser explorado. Parecía tan intocable,
de una forma que hacía la boca agua. Dura como clavos, y aun así suave y tierna.
Pero era más que eso. Ella cantaba, por encima de la multitud, por encima
del caos, su dolor. Lo llevaba como el escudo de una armadura impenetrable. Lo
tenía literalmente tatuado sobre su cuerpo. Gritaba, ya quisiera ser oído o no,
reconocido o no, y mi dolor respondía. Atracción física: cualquiera puede sentirla.
Cualquiera puede actuar al respecto. Pero ese profundo grito del alma, esa cruda
armonía que se reproducía en una frecuencia demasiado baja para oírla, eso es lo
que captó mi atención. Me atrapó.
Solo que al principio fui demasiado ignorante para reconocerlo por lo que
era.
No habría ningún escape con esta chica. No del tipo que yo anhelaba.
—Saca tu trasero, chico —grita desde el banco—. Date prisa. Tengo que
volver antes de que asuman que me ausenté sin permiso.
Entonces ahí está eso: andar por ahí con una adicta. Sería más seguro para
mí meter la mano directamente en el fuego. Porque este proverbio va a doler
mucho más.
Ese pensamiento ayuda a que la erección dura como una roca que está
82
haciendo una tienda de campaña en mis pantalones se marchite, y pueda salir del
agua. Pero maldición, tan pronto como estoy sólido respecto a mi elección,
Página
reprendiéndome mentalmente por casi mezclarme con otra adicta… ella se agacha
para agarrar sus pantalones.
Lleva esas cosas color rosa y crema que cubren la mitad de las mejillas de su
trasero. Tangas no, sé cómo llamarlos. Pero son sexys como el infierno. El encaje
adorna lo suficiente de su redondo culo para esconder la mayoría, pero revela toda
la sensualidad. Y no puedo evitarlo; miro fijamente. Miro con determinación.
Solo puedo vislumbrar la forma de sus labios a través de la tela. Imaginar su
clítoris… húmedo por el agua… resbaladizo y c{lido.
Mi polla empieza a palpitar dolorosamente. Mierda. Me dirijo de nuevo
directamente hacia el agua cuando me detiene. —Maldición, bebé. ¿Eso es por mí?
—Me guiña un ojo, con una sonrisa juguetona tirando de su boca, y mi rostro se
calienta.
Soy un jodido masoquista. Cualquier otra chica habría sido una elección
más segura.
Paso una mano a través de mi cabello, evitando a propósito bajar la mirada
a mi polla. —Soy un hombre, no un santo.
Una medio sonrisa maliciosa se cuela en su cara. —Bueno, ya era hora. —Se
acerca, llevando su camiseta en una mano, la otra ajustando el tirante de su
sujetador. Se detiene a centímetros de mí, sus pies desnudos plantados cerca de los
míos. Estoy mirándolos fijamente en lugar de su cara—. Puedes mirar. Mira todo lo
que quieras. Tengo que admitirlo, la actuación de tipo tímido como que está
excitándome.
La poca sangre que quedaba en mi cerebro se drena directamente a mi polla.
Un zumbido llena mi cabeza, haciéndome sentir mareado mientras muevo
lentamente mi mirada por su cuerpo. Asimilando las gotas de agua en sus muslos,
su ropa interior de cintura baja descansando en sus caderas, la piel suave de su
estómago, el sexy arco de su cintura. Cuando alcanzo sus ojos, me devuelven la
mirada directamente, tentándome. Desafiándome.
—Creo que tenemos permitido algo de diversión —dice, bajo y apasionado.
Estoy tan aturdido por esta chica, que no puedo comprender el pensamiento
irritante que golpea el fondo de mi cabeza. ¿Qué demonios? Se movió muy
rápidamente, de fría a caliente. Sin querer tener nada que ver conmigo a estar a
punto de saltar sobre mis huesos.
83
primero.
Presiona su cuerpo húmedo contra el mío, amoldando sus curvas en todos
los lugares correctos. Sus pechos se aprietan contra mis abdominales. Su cálido
estómago roza mi polla. Es tan pequeña que debería encajar mal, pero es perfecta,
maldición. Puedo sentirla temblando, la ligera brisa haciendo que se forme carne
de gallina en sus brazos mientras los levanta para unirlos alrededor de mis
hombros.
Absorbiendo su labio inferior en su boca, muerde, enviando un
estremecimiento a través de mi sistema nervioso. Desliza una de sus piernas entre
las mías, la cima de su muslo se desliza a lo largo del eje de mi polla, y sin pensarlo
conscientemente, envuelvo mis brazos a su alrededor y acuno su culo. Pegándola a
ras contra mí.
Me inclino hacia abajo y susurro—: ¿Sabes lo que estás haciendo?
Su rápida risa atraviesa mi sangre. —Y algo más.
Mis ojos se cierran con fuerza, y mis manos se cierran en puños, agarrando
la fina tela que apenas cubre su trasero. Puedo sentirla sonreír mientras se alza
unos centímetros de puntillas y pasa sus suaves labios por mi cuello. Su lengua me
acaricia ligeramente debajo de la oreja, y estoy a punto de salirme de mi piel.
Ha sido un tiempo malditamente largo desde que he estado así de cerca de
alguien. Físicamente. Sexualmente. Y estoy alejando cada excusa para no lanzarla
al suelo y follarla hasta sacarla de mi cabeza. Ella lo quiere, no importa lo que sea.
Casual o qué. Y quiero d{rselo…
Extiende la mano hacia abajo y me agarra. Envuelve los dedos alrededor de
mi polla. Aprieta con fuerza, desliza su palma hacia arriba y hacia abajo. Libero
una respiración temblorosa mientras se presiona contra la cabeza. Mierda. Se siente
tan jodidamente bien… pero cuando desliza sus dedos entre la rendija de mis
boxers y me acaricia sin ninguna barrera, piel a piel, la sensación casi hace que me
corra aquí mismo.
—Vamos —dice—, dame algo emocionante con lo que pueda evadirme.
Mis ojos se abren de golpe. Puedo sentir los músculos de mi cara ir de
relajados a tensos. Ella ve el cambio en mis rasgos y se aparta una fracción. Agarro
sus muñecas y traigo sus manos entre nosotros.
—Deberíamos volver —digo, odiándome a mí mismo cuando oigo las
palabras dejar mi boca.
84
será suficiente para reparar su ego herido. ¿Pero qué sobre el mío?
Página
—Sí —digo, dejando caer mis manos—. Ha sido un largo tiempo para mí.
—No te creo. ¿Cuánto tiempo?
Suprimiendo la imagen de Hunter… o de la última vez que le vi… pienso en
Mandi, la última chica con la que tuve sexo. Es difícil separar uno del otro. Sé el
número exacto de días desde que vi a Hunter por última vez; esos están grabados
en mi alma para siempre, haciendo tic-tac como un reloj del juicio final a la inversa,
pero he intentado no pensar en Mandi, o en cualquier chica con la que tuve sexo sin
sentido por aquel entonces, desde…
—Casi un año.
—No me jodas. —Melody se cubre la boca y dice a través de las rendijas de
sus dedos—: Lo siento. Eso no salió de la manera correcta. Pero, amigo. ¿De
verdad? ¿Por qué?
Tener a una chica sexy mirándote como si fueras un bicho raro por no tener
sexo tiene que ser el peor tipo de golpe para el ego. Esto, justo aquí, es por lo que
no tengo nada más que algo casual con mujeres. Puede que mi pobre polla nunca
vuelva a ponerse dura de nuevo.
—Simplemente no lo hago. ¿Podemos dejarlo en eso? Preferiría no entrar en
ello, aquí, medio desnudo y arrugado.
La mirada de Mel salta a mi entrepierna. Genial. —Escucha. No me estoy
burlando de ti. Te tengo un gran respeto. Solo tengo curiosidad. ¿Cuántos años
tienes? Digo, no estás sexualmente confuso ni nada. —Recoge sus pantalones del
suelo y hace una pausa para alzar la mirada hacia mí con una pierna dentro—. No
es una cosa de curiosidad por la bisexualidad, ¿verdad?
—Qué, no. Tengo veinticinco y estoy malditamente seguro que me gustan
las mujeres. Sin ofender a los tipos gays, pero simplemente no soy uno. Nada malo
con ello…
—Ahórrate tu sermón. No hay ningún medio de comunicación al que
impresionar aquí. Lo entiendo.
Alcanzo mis pantalones. Después de tirar de ellos por mis caderas, digo—:
Una cosa a la vez. ¿Está bien? Uno de mis pasos es asegurarme de que puedes
cuidar de ti misma. Que estás saludable y, mierda, antes de que te metas en una
relación. —Me encojo de hombros—. Me tomo en serio mis propios pasos
personales. Es lo que funciona para mí. No estoy listo para… moverme al siguiente
86
paso.
—Pero el sexo no tiene nada que ver con las relaciones. Te lo dije, no quiero
Página
casarme contigo, amigo. Estoy segura de que en este año que pasó podrías haber
encontrado unas cuantas chicas que podrían haber sido capaces de follarte sin
perder sus corazones. —Me dedica una sonrisa burlona—. Es un nuevo siglo y
todo. Y sé que eres completamente encantador, pero no todas las mujeres sienten
atracción fatal por un hombre.
A pesar de la incomodidad de esta conversación, me río. Dudo que pudiera
haber admitido esto ante cualquier otra mujer, aunque lo hice para intentar evitarle
mi humildad. Pero Melody tiene una manera de relajarme y sacarme de quicio,
todo al mismo tiempo. Es una combinación exasperante, pero de alguna manera
equilibrada.
—Como dije, no es sobre ellas, ni tú ni nadie. Es sobre mí. —Tiro mi
camiseta por encima de mi cabeza, y la tela se pega solo parcialmente a mi piel
prácticamente seca, gracias al calor—. Sabré cuándo estoy listo. Simplemente no he
querido hacerlo.
Sonríe incluso más ampliamente. —Sí. Pude ver eso. Creo que tu compañero
allí está en desacuerdo contigo. —Le guiña un ojo a mi polla, y puedo sentirme
marchitarme incluso más.
—Bueno, creo que es de conocimiento universal que el miembro de un
hombre tiene mente propia.
—¿Miembro? —Cierra sus manos en puños sobre sus caderas—. ¿Quién
demonios eres tú?
Buena pregunta.
Mientras caminamos hacia la moto, le tiendo la mano. —Entonces, nada de
incomodidad. ¿Amigos? ¿Puedo contar con que dejes mi desmoronado ego
masculino intacto por lo que queda de tu estancia en Stoney Creek?
Ella baja la mirada a mi mano extendida, luego la alza a mi rostro. —Las
zorritas de Boone no oirán nada de esto. Tu reputación de chico malo seguirá
viviendo. Pero, ¿sabes lo que esto significa? Si vamos a ser amigos, más que
afables, como, amigos de verdad y esa mierda.
Una punzada de miedo me golpea, y no estoy seguro de si tomé la decisión
correcta. —¿Quiero saber?
Agarrando mi mano, le da un firme apretón. —Esto significa tortura. —Ante
mi mirada sorprendida, continúa—: No puedes decirle a una chica que eres célibe
y esperar que no se tome eso como un desafío, Boone. Es como hierba gatera para
87
Puedo sentir mi cara retorciéndose aún más. —¿Lo dices en serio? ¿Esa
mierda funciona?
Se monta en el asiento de la moto y se ríe. Puedo sentir el redoble gutural de
ella en mi estómago. Me encanta su risa. —Uh, sí. Vamos a pasárnoslo bien. Y,
¿oye? Al menos me da algo que hacer durante el próximo par de semanas.
Suprimo una sonrisa y asiento para que se mueva más hacia atrás antes de
montarme en el asiento. —Simplemente debí haber ido con lo de gay.
Sus brazos se deslizan alrededor de mi cintura. —Oh, amigo. Eso habría
sido mucho peor.
—¿De verdad?
—Has estado fuera del juego durante algún tiempo. ¿El mejor amigo gay?
Mierda. Un verdadero desafío para una chica es convertir al sexy chico gay.
—Mierda —digo, y enciendo el motor. Puedo sentir a Melody riéndose
contra mí.
Mientras salgo a la carretera, me siento ligeramente aliviado, y temeroso por
mi vida. Me las arreglé para poner de regreso la sonrisa en su cara, salvar cualquier
sentimiento herido por ser rechazada. Lo cual podría salvaguardar cualquier
futura posibilidad que podría tener con ella, tal vez.
Pero probablemente solo acabo de infligirme un daño al que no sobreviviré.
88
Página
De vidrio y hielo
Melody
Sí que sé cómo escogerlos.
Un vistazo a los abdominales y un paquete abultado, y estoy lanzando mis
convicciones por la ventana. Pero por lo menos soy honesta. Demonios, ¿qué chica
podría encontrar un tipo caliente totalmente duro por ella y simplemente alejarse?
Demasiada tentación de pasar un buen rato con eso.
Sin embargo, es mejor así. Admito, con toda honestidad, que cuando Boone
puso el freno, me molesté. Por una fracción de segundo el rechazo dolió. Pero hoy,
me siento aliviada. Es un lío menos complicado en mi larga lista de complicaciones
con las cuales tengo que tratar.
Él me cae bien. No tanto, debido a toda la cosa santo anti-drogas. Pero me
gusta pasar tiempo con él. Tiene un lado salvaje enterrado allí, y yo soy una buena
jueza de carácter. Creo que también hay toda una personalidad oculta en algún
lugar más abajo.
Y ya que estoy atascada en Stoney, sería divertido tener un proyecto para
mantener mi mente ocupada. Para evitar volverme loca. Ayudar a Boone a salir de
su capullo parece tan bueno como cualquier otro.
89
oficina del doctor Sid. Tengo la sospecha de que voy a ser reprendida por dejar
Stoney ayer. La enfermera Bridge me sorprendió entrando por la valla y me llevó
directamente a la sala para hacerme la prueba de alcohol y drogas.
Cuando llegó a la conclusión de que estaba sobria, me envió a mi habitación
por el resto de la noche. Al igual que un padre enojado. En realidad pensé que me
iba a hacer empacar mis maletas, y echarme. Por un breve momento, temí no
completar el programa y acabar atrapada en Florida para siempre.
Todavía estoy aquí. Por ahora.
La puerta del doctor Sid está abierta, y él me saluda desde el interior antes
de que pueda tomar un asiento en el banco de espera. —Cierra la puerta detrás de
ti, por favor —dice.
Correcto. Hago lo solicitado y me siento en la silla frente a él. Su oficina está
vacía. No hay fotos ni pinturas. No hay señales de vida fuera de este lugar. Hay un
par de placas que indican que está calificado para su trabajo, pero por lo demás, es
una habitación estéril bastante deprimente.
Esta es mi cuarta visita. Vengo dos veces por semana, así que por mis malas
matemáticas, voy a tener ocho reuniones con él antes de estar en liberad.
Cómo el Estado o el juez creen que conseguiré cualquier ayuda con ocho
reuniones resulta alucinante. Creo que es toda una conspiración de dinero. Cuanta
más gente envían al tratamiento, más les pagan. Una especie de esquema
piramidal del gobierno.
Si me hubieran condenado en casi cualquier otro estado, habría sido enviada
lejos con un tirón de orejas. Tal vez una licencia suspendida. Maldita Florida.
—Por lo tanto, la enfermera Bridge me dice que tuviste tu primera salida. —
Alza la mirada desde el archivo abierto en su escritorio. Sobre sus lentes circulares.
Espero a que elabore, a que él presente en realidad una pregunta sin respuesta,
pero permanece sentado allí. Juzgando.
Me encojo de hombros. —Sí. Salí al mundo por un par de corruptas horas.
No sonríe. —¿Cómo fue?
Cruzo los tobillos. Pongo mi cara en blanco. —Fui a nadar.
—Con Boone —lo dice como una afirmación, no una pregunta. Hay una
especie de crítica subyacente allí. Tal vez solo las mujeres de Stoney son fanáticas
de Boone Randall.
90
cinco años, diciéndole a mi papá sobre el chico genial de al lado con el juguete
impresionante. Es tan humillante.
—Ah —dice—. Sí. ¿Y cómo fue? ¿Estar en una moto de nuevo?
¿En serio? ¿Habla en serio? —Fue bueno. Me divertí mucho. ¿Hay un
objetivo...?
—Debido a que tu mejor amiga perdió la vida en una, pensé que tal vez te
causaría dudas. —Sus ojos pequeños y brillantes perforan a través de sus lentes
hacia mí—. Un momento de pánico, tal vez.
Todo mi cuerpo se tensa. Bueno, no pasó sino hasta que dijiste algo, cabrón.
Consejeros de mierda y sus tácticas de mierda. Vislumbro una imagen de mí
rasgando sus ojitos grises antes de decirle—: Nop. Es como andar en bicicleta. No
lo olvidas. —Sonrío. Es tan forzado que casi puedo oír a mis dientes agrietándose
bajo la presión.
Pero al menos no dijo su nombre. Nadie llega a decir su nombre. Ellos no
saben absolutamente nada sobre ella. La mayoría de las personas no les importa
una mierda sobre mi chica. No tienen que usar su muerte como una manera de
conseguir algo de mí.
—Y ella no murió por una moto —agrego—. Un camión chocó contra ella y
su cabeza se estrelló con la carretera. No fue culpa de ella, ni Jesse, ni de la moto.
—Mis manos se aprietan en puños—. Fue el imbécil borracho en el camión que los
golpeó el que tuvo la culpa.
Sus cejas se juntan, con una mirada curiosa. —Tú no... —Se interrumpe, baja
la mirada al archivo, y tengo un segundo fugaz de satisfacción por hacerlo
tropezar. Él halla lo que busca y se encuentra con mi mirada de nuevo—. ¿No crees
que el uso de drogas de Jesse tuvo algo que ver con el accidente?
Una cuchilla está lastimando mi cerebro, y los juicios reprimidos se escapan
por los cortes. La ira se eleva en mi pecho, intensa, pero logro controlarla antes de
que se desatase. Sé lo que trata de hacer. Conozco el juego, y no voy a jugar.
Presiono mi espalda en la silla y pongo mis manos en puños a mis costados.
—Su nivel de alcohol en sangre estaba por debajo del límite legal. Conozco a Jesse.
Puede manejar mucho más jodido de lo que estuvo esa noche.
—No dije nada acerca de su nivel de alcohol. —No pierde el ritmo—. Te dije
sobre su consumo de drogas. ¿No deberías considerar las acciones de Jesse, o falta
de reflejos, sus acciones de esa noche, como parte de los resultados, Melody?
91
la mierda? ¿Llegar a un acuerdo con las cosas con el fin de seguir adelante? ¿Por
qué estás obsesionado con culpar a un amigo por la muerte de otro? Eso es muy
jodido. Todos nos divertimos. Estuvimos drogados, bebiendo, pasando un buen
momento. Todos sabíamos... —Aprieto los dientes ante el resplandor de suficiencia
en su cara—. Dar era mi responsabilidad. Si alguien tiene la culpa de lo que le
pasó, soy yo.
Las palabras vuelan de mi boca tan rápido que no me entero hasta que están
flotando en el espacio entre el doctor Sid y yo. Derivando de nuevo a mis oídos.
Golpeando contra mi cabeza.
Dar siempre ha estado bajo mi ala. Desde ese momento en el baño de la
escuela secundaria cuando entré a protegerla, ella ha sido mi obligación. La dejé
pasear con Jesse. Debería haber puesto su culo borracho en el auto. No debería
haber jodido a Jesse ni drogarme y haber querido escaparme de allí. Un minuto
m{s tarde… solo un segundo… y ese camión nunca los habría golpeado.
—¿Melody? —Su voz irrumpe mis pensamientos, y parpadeo—. Sé que esto
va a salir como una tontería. Lo has escuchado un millón de veces en especiales
después de la escuela. —Sonríe, como si estuviera relacionándose conmigo. Como
poniéndose a mi nivel. Imbécil—. Pero —continúa—, somos la compañía que
mantenemos. ¿Has oído eso antes?
Asiento distraídamente, sin prestar atención a sus palabras. Son tonterías
filtrándose en mis oídos.
—Eres una amiga comprometida. Harías cualquier cosa para proteger a los
que te importan. Lo entiendo. —Toma una respiración, preparándose para el
“pero”—. Pero, ¿ellos te están protegiendo? No estás aquí por mucho tiempo, así
que si no consigues nada más de este tratamiento, quiero que te vayas con esto:
Echa un buen vistazo a tus amigos, y pregúntate si van a ayudarte a llegar a dónde
necesitas estar, o van a detenerte.
Suspira cuando no digo nada. —Tus acciones son tuyas. Eres responsable de
ellas. Pero es igual de importante reconocer las acciones de los que te rodean,
Melody. Quieres que alivie tu culpa, te diré que no fue culpa de nadie, cuando la
verdad es: Cada acción tiene una reacción. Hubo una cadena de acontecimientos
que llevaron a la muerte de tu amiga. —Él cierra el archivo—. Bien. Creo que es
suficiente por hoy.
Sí, no tiene que decirlo dos veces. Sin ningún tipo de palabras de despedida,
me paro y me dirijo hacia la puerta. Una roca en mi estómago. Un bulto caliente
92
Cuando salgo del ala de los consejeros, y me dirijo hacia las habitaciones,
una náusea repentina me consume. Todo lo que puedo ver es la cara de Dar: el
maquillaje corrido; los nudos enredando su pelo; su borracha sonrisa feliz;
soplándome un beso; sus vacíos ojos sin vida.
Entonces el cuerpo de Jesse moviéndose sobre el mío. Diciéndole “No” y
llevándolo dentro de mí...
Me tambaleo. Mi mano se extiende para sostenerme con la pared, recuperar
el equilibro. Tengo que sacar esta mierda de mi cabeza. No quiero pensar en esa
noche, ni en Jesse, ni Dar, ni nada de eso. Fue solo una horrible y jodida noche.
Acciones.
Todos jugamos una parte, me está susurrando mi mente. ¿Solo hay alguien más
para culpar?
Cuando llego a mi habitación, todo lo que quiero hacer es dormir. Solo caer
de bruces en el colchón lleno de bultos y dormir mil años.
Pero un sobre me detiene en seco al pie de la cama.
Una respiración se atrapa en mi pecho mientras leo el nombre de retorno:
Jesse.
93
Página
Una conciencia más clara, un hoyo libre de razón
Boone
El último lugar que quiero ver ahora es la instalación frente a mí.
Tras la muerte de Hunter, la detestaba. Odié cada segundo de haber sido
excluido tras sus muros. Luego, poco a poco, se convirtió en mi salvación. Un
escondite. Un santuario. El mundo exterior y sus tentaciones no me podían
alcanzar aquí.
Mi último día en Stoney, hice un compromiso con The Routine. Una tarde a
la semana, me mantendría lejos de los deslices. Una promesa a Hunter no era
suficiente; tenía que demostrar que yo no iba a meter la pata de nuevo. Así que
corté las conexiones. No solo con los amigos, sino con cada persona con la que
entro en contacto.
¿Por qué demonios dejé que Melody penetrara mi refugio? Ahora, al mirar a
Stoney, todo lo que veo es a ella, vagando por los pasillos, con su ceño enojado, su
lindo trasero y el pañuelo de color rosa.
Y la forma en que me miró ayer. Como si yo fuera una especie de bicho raro.
Durante el año pasado, he estado en algunas situaciones tensas... pero no
tan dolorosamente placenteras como ayer. Casi toda mi fuerza de voluntad se puso
94
a prueba; y casi cedí. Un segundo más de sus caricias... mirándome con esa mirada
Página
de deseo... joder.
Todavía sigo torturándome.
Después de dejarla, me costó mucho calmarme, y ahora estoy volviendo a
excitarme. Mierda, sigo mintiéndome a mí mismo. He estado dolorido desde la
primera vez que pestañeó en mi dirección.
Me decido a dejar de estar parado en medio de la playa de estacionamiento,
luciendo como un psicópata intimidante, y comienzo a dirigirme hacia las puertas
dobles. Con las manos metidas en los bolsillos y los ojos entrecerrados debido al
sol cegador. Lo que solía darme una sensación de paz, un refugio, ahora suscita
una combinación de inquietud y expectación dentro de mí. Mi cuello y hombros se
encuentran tensos cuando atravieso la puerta. No me encuentro seguro de si estoy
asustado o emocionado de ver a Mel.
Rodeo el pasillo de los terapeutas y me dirijo directamente hacia la
enfermera Bridge. Para ver si hay algún horario de mantenimiento que puedo
recoger para mi proactivo servicio a la comunidad. No hay nada que pueda
hacerme regresar a la oficina de la doctora Carly. La última vez fue suficiente. A
pesar de mi lapso momentáneo con el Tipo Miata, he llevado bien mi ira. O así era,
hasta que ella comenzó su interrogatorio de Hunter.
Si lo de ayer no fue prueba suficiente de que lo estoy haciendo bien por mi
cuenta, entonces no sé de qué otra manera demostrarlo. Si alguna vez iba a salir
corriendo a drogarme, ayer habría sido ese día. Pero no lo hice. ¿Pensé en hacerlo?
Sí. Sin embargo, no lo hice.
Jacquie tendrá que aceptar el servicio a la comunidad y olvidar las
reuniones de terapia. Si no es lo suficientemente bueno, a la mierda. Voy a cumplir
mi condena. Prefiero sentarme en una celda de dos por dos metros y hacerme
amigos con los convictos locales que sentarme durante un minuto más con ese
médico que agujerea mi cerebro.
—Boone, no sabía que volverías hoy. —Enfermera Bridge, justo a tiempo.
Salvándome de mis propios pensamientos frustrantes.
—Sí, bueno, enfermera Bridge. Denise me dijo que podría ayudar por aquí
un poco más. Si me necesitas. —Hundo las manos un poco más dentro en mis
bolsillos. Miro más allá de su cabeza, no a sus ojos.
No funciona; ella es lista. Arruga la cara, y la línea de preocupación entre
sus cejas se profundiza. —¿Pasa algo?
95
¿Aparte de que me encerrarán? —En realidad no. Solo pensé que sería un
Página
buen detalle para el juez. —Abre los ojos—. Por mi audiencia de libertad
condicional. Saldré pronto. —Lo cual es verdad; pero estoy tan lleno de mierda con
el resto. Sin embargo, no necesito que alguien más indague en mi vida. Hay
muchas personas por aquí que ya saben demasiado.
Sonríe y agita el archivo que sostiene hacia el final del pasillo. —El doctor
Sid se ha quejado de su luz de techo durante una semana. ¿Supongo que podrías
empezar por ahí?
Igualo su sonrisa y asiento una vez. —Puedo hacer eso.
La tensión en mi cuello ha comenzado a aflojarse. Mis pasos son más
relajados mientras rodeo la esquina hacia la oficina. Soy un adulto imbécil
comportándose como un maldito adolescente con una libido reprimida y furiosa.
Sonrío y sacudo la cabeza. Casi me río en voz alta hasta que la vista al final del
pasillo me obliga a detenerme.
Melody, sentada en el suelo de baldosas, con la espalda apoyada a la pared
y las rodillas dobladas contra el pecho. Tiene los brazos envueltos alrededor de sus
piernas y la cabeza apoyada contra la pared mientras mira al techo.
¿Y mi primera reacción? ¿Mi primer pensamiento egoísta? Correr en la
dirección contraria.
Estuvimos de acuerdo en no entrar a un terreno personal. Ninguno de
nosotros quiere que alguien se entrometa en nuestra mierda privada. Así que este
es el momento en el que se alejan los amigos casuales. Y vuelven cuando regresan
las sonrisas y los flirteos. Cuando sea seguro; y no estés obligado a hacer
preguntas.
Quedarme donde estoy, es la acción más inteligente. Sobre todo después de
lo que pasó ayer. Un hombre solo puede ser probado hasta cierto punto. No soy un
santo. Trato de serlo, por Hunter. Pero Mel es otro nivel de tentación.
Me he tomado demasiado tiempo para considerar mis opciones. Ella levanta
la mirada y me ve. Sus grandes ojos marrones me absorben, atrayéndome más
cerca. Ellos me halan hacia dentro, y antes de ser consciente de que me muevo, mis
pies cierran la brecha entre nosotros.
Tal vez ella no me vio, sino que miraba a la nada. Porque cuando se da
cuenta de que me estoy acercando, intenta borrar todo rastro de miedo, las
lágrimas y la tristeza de su rostro.
Aspira y se aclara la voz. Pero no dice nada.
Yo sí. —¿Qué pasa?
96
Bobber... —Se detiene, y dejo pasar el insulto contra mi moto. La imaginaba como
la típica niña americana—. Pero podríamos ser como Bonnie y Clyde de camino a
Sturgis. Nunca mejor dicho. —Hace un guiño—. Siempre hay, como, un resultado
loco de las carrera de arrancones y las fiestas que le siguen al rally.
Quiero pensar que bromea. Pero tengo un presentimiento en la boca del
estómago de que si le ofreciera que nos fuéramos ahora mismo, ella se subiría a la
parte trasera de mi moto. Sin preguntas. Y de repente, siento una dolencia en mis
entrañas para que coincida con esa sensación… Quiero eso.
En algún momento, ya sea cuando me tocó, la mirada intensa en sus ojos, o
el segundo en que vi la desesperanza formarse a su alrededor en la sala... se cruzó
una línea. Ahora no hay modo de alejarse.
Esta chica va a destrozarme.
Y voy a rogarle que lo haga.
Llegamos a los bancos cerca de la cancha de baloncesto y ella se desliza
sobre el respaldo del asiento superior. Lamo mis labios, agradecido por mis
anteojos de sol mientras desplazo la mirada por sus piernas cremosas hasta los
muslos. Me imagino pasando la mano por ese mismo trayecto. Debajo de la falda...
Joder. En algún momento, voy a tener que desgastar mi polla. Cada vez que
voy a verla, antes, debería golpearla. Soy como un adolescente cachondo que
prueba la pornografía por primera vez. Es vergonzoso.
He pasado casi un año sin tentaciones reales. ¿De dónde diablos viene esta
chica? Ella me cegó.
Despejando mi cabeza, aparto la mirada de sus muslos entreabiertos y trato
de centrarme en el hecho de que ella se encuentra molesta por algo. Trato de
recordar la verdadera razón por la que la invité a venir aquí. Para alejar sus
pensamientos de lo que le molesta.
—No quiero entrar en muchos detalles —dice, mirando sus sandalias sobre
el banco de madera—. Solo quiero decirte algo y dar por terminado el tema.
—Bien. Creo que puedo manejar eso.
Desliza un pie fuera de su zapato y frota la uña pintada de color rosa por la
ranura en la madera. —Mi padre era un miembro de un CM... un club de
motociclistas. —Mi cerebro comienza a repasar las cosas que dijo en el lago,
conectando la distinción entre los diferentes clubes de motociclistas—. Por defecto,
ser la hija me da un nivel de aceptación de parte del CM. Protegen a los suyos, y mi
amigo... él también es un miembro. Bueno, un postulante. Todavía no es un
98
miembro titular.
Página
100
Página
No sientas, el fuego solo consume.
Melody
Cuando tenía doce años, le rogué a mi padre que me llevara a una de sus
reuniones. Tenía más de dos dígitos, por fin la edad suficiente para ser parte de su
mundo. Pero en cambio, me dijo que no. Luego explicó que no tenía nada que ver
con mi edad, pero lo cierto es que era una niña.
Las niñas no eran iguales a los hombres en el CM.
Nunca me mintió. Incluso cuando la verdad duele, era honesto. Y directo.
Pero nunca me trató como si fuera una niña; tan terrible como suena, eso era un
honor.
Me construyó una bicicleta playera y me llamaba pequeña jinete. No se me
permitía saber sobre su negocio del club, pero después de eso, no quería. Siempre
halló la manera de mostrarme el estilo de vida a través de sus ojos, cómo veía la
forma de un uno por cierto de la vida. Los aspectos importantes respecto a él.
Solo por eso, me sentí más incluida en su mundo que cualquier otra mujer o
un niño conectado a Lone Breed.
Más tarde ese año, cuando murió, la mejor parte de Lone Breed murió con
101
él. Sabía que el CM no nos dejaba morir de hambre, perder nuestra casa, ni estar
tan mal que tendríamos que dejar Hazard. No negué las ofertas de ayuda porque
Página
A pesar de que Dar no tenía familia biológica en Lone Breed, ella me tenía a
mí. Yo era su familia. Cada miembro del CM sabe eso, y la cuidaban igual que lo
Página
103
Hazme un favor —le digo, levantando la vista para encontrar su mirada. Cuando
levanta una ceja en pregunta, digo—: Encuentra una chica buena, Boone. Alguien
que te saque de esta escena, lejos de esta mierda deprimente.
Sonríe. —¿No puedo tener ambas?
Niego. —No, no puedes. Lo que sea que estés arrastrando aquí, día tras día,
alguna culpa, no la dejarás atrás hasta que estés alejado de Stoney. Sin importar
cuán malo sea lo que hayas hecho, eres un buen tipo. Deja de torturarte. El pasado
es pasado.
Su sonrisa fácil cae rápidamente. —No sabes… —Corta sus palabras; el
enojo es evidente en su tono. Mi estómago se hunde cuando aparta la mirada, con
la mandíbula tensa. Luego, con un suspiro, dice—: ¿Y si ya la encontré?
Mi interior se anuda. —Dije una chica buena.
Su mirada sigue sosteniendo la mía, flexiona la mano y la curva en un puño.
Su boca se frunce en una línea dura. —Cierto. Porque eres tan ruda, Rizzo.
Eso me hace sonreír un poco. Echo un vistazo a las baldosas del suelo,
obligándome a ponerme seria. —No, porque la gente que me importa sale
lastimada a mi alrededor —digo con seriedad, entonces levanto la mirada—. Lo
peor que podría hacer es preocuparme por ti. Te lo estoy diciendo ahora. —Lo
miro a los ojos; asegurándome de que vea la verdad—. Si esperabas algún tipo de
misión, donde te lanzabas y salvabas a la chica perdida, entonces correríamos
hacia el atardecer… Así no es como termina la historia. —Camino a su alrededor,
esperando que finalmente entienda el punto. No seré responsable por lastimar a
este chico, o descarrilarlo de su bien camino. Porque sé que no es a donde me
dirijo.
—¿Por qué la historia tiene que terminar? —grita.
Me giro una última más. —Siempre lo hacen. —Y porque me gusta terminar
las cosas con un tono grave, agrego—: Hazme otro favor. Asegúrate de que esta
chica te folle bien. Por mí. —Le guiño.
Ya está. Todo hecho. Me alejo sintiéndome ligeramente mejor conmigo
misma por cortar los lazos con este tipo. Iba unido a los problemas, y no tengo
ninguna manera de rescatarlo mientras estoy atrapada aquí. Está a salvo ahora.
106
Página
No pruebes, la dulzura es un engaño
Boone
Boone, el chico bueno. Ese soy yo. Casi me río. Pero la tragedia de esas
palabras rasga mi interior con bordes afilados de verdad, matando la broma. Sin
embargo, no puedo dejar de pensar en ellas. De preguntarme si tomé la decisión
equivocada al permitir que Melody las creyera.
Cuando dejó de hacerlo, se lo permití. Me alejé. Fue la decisión correcta.
Dejé que ella creyera la mierda que quisiera.
Apoyando los codos sobre las rodillas, me inclino sobre las manos y
comienzo a envolver. El olor a húmedo, a la alfombra sucia y amoníaco me irrita la
nariz. La botella de limpieza está ubicada junto a una mancha de sangre fresca
cerca de la puerta. El tarareo del tanque de los peces tropicales es el único ruido
que se escucha en la pequeña habitación, aparte del estirado y rasgado de la cinta.
Estiro y rasgo. Repito.
El pez colorido —amarillo, azul, naranja— aletea alrededor del tanque
sucio, y hace poco para calmarme como sugiere su propósito aquí. Estoy muy
tenso. Estiro y rasgo.
107
Sin embargo, es probable que acabe de esquivar una bala. Si Melody no
hubiese terminado conmigo, no la habría dejado sola. Habría seguido volviendo,
buscando más de ella, como si fuera mi nueva ayuda.
Página
108
Página
Sígueme, mi amor, al vacío
Melody
—¡Allí está!
La voz de Randy se eleva por encima del caos de aplausos y bienvenidas
mientras entro al bar. Él se apresura y envuelve sus grandes y fornidos brazos a mi
alrededor y me levanta en el aire. Me río mientras doy vueltas, suspendida por este
hombre oso.
Pone mis pies en el suelo. Su barba desliñada engancha algunos de mis
cabellos mientras se aleja y me sonríe. —¿Qué clase de pájaros no vuelan?
Nunca entendí este dicho, pero le respondo de todas maneras. —¿Un pájaro
en una jaula?
Su profunda risa vibra a través de mí mientras me abraza contra el costado
de su pecho. —Así es, chica. Bienvenida de nuevo.
Me libera de su agarre e inmediatamente soy arrastrada a otro abrazo, esta
vez de Suzie, una de las camareras. Normalmente tiene turno cuando yo trabajo las
noches de entre semana. Cuando trabajaba… en tiempo pasado. Todavía no estoy
segura de dónde estaré trabajando ahora.
109
—Te extrañé, cariño —dice ella. Su acento es lento, en parte porque es del
sur, pero mayormente por el número de tragos que ya se bebió. Combina una
Página
enorme montura azul y roja con labios carnosos aún más rojos. Es un cliché
andante, pero es la mujer más dulce del mundo y además es genuina. Sonrío
mientras se desliza hacia atrás para ajustar su sujetador, aplastando sus pechos
más arriba hacia su cuello.
—Estas malditas cosas no funcionan como antes —dice, tirando de su
ajustada camisa hacia abajo. Luego me guiña un ojo—. No tomes tu juventud por
sentado, cariño.
Me río rodando los ojos. —Sí, Suzie, porque todo se trata de tetas turgentes.
—Infiernos que sí. Solo espera a que esos panqueques desinflados caigan a
tu alrededor. —Me mira, con un ojo entrecerrado—. Después sabrás porqué.
La música está a todo volumen, The Civil Wars suena por los altavoces. Se
me aprieta el pecho; es la primera canción que escucho desde mi encarcelamiento,
y es la banda favorita de Dar. Era la banda favorita de Dar. Ella estaría fuera de sí,
rogándole a Randy o a cualquiera que los haga sonar. Parece que alguien se
acordó.
Mientras camino a través de la multitud, alguno de los miembros de Lone
Breed me saludan, ya sea para preguntar sobre las técnicas de tortura en el “hoyo”,
o para decirme cómo mi papa estaría orgulloso por la manera en la que lo estoy
llevando… y me recuerda que esto —justo aquí— es lo que he extrañado tanto.
Echo un vistazo alrededor, saliendo lentamente del borde en el que he
estado desde que dejé Stoney. No estaba segura de cómo iba a manejar estar de
vuelta. Pero respiro el aire lleno de humo. Escucho la música. Pruebo la libertad. Y
es casi como si nada hubiera cambiado.
Luego veo a Jesse.
Se encuentra en el otro extremo de la barra, con su espalda contra la pared.
Su chaleco de cuero cerrado con cremallera, una mano hundida en su bolsillo, la
otra sosteniendo una botella de cerveza. Me mira directamente, una sonrisa torcida
en su rostro.
Desearía poder decir que mi estómago revolotea, o que me siento mareada;
por Dar, desearía poder. Pero en cambio, un dolor hueco se talla a través de mi
cuerpo. Verlo otra vez… sin ella… es como una enfermedad picando mi estómago,
mucho más fuerte que la nostalgia, pero sé que eso es lo que es.
Extraño tanto a Dar, que físicamente me duele seguir estando de pie. No
permito que mis piernas me descubran. Por primera vez, siento lágrimas en mis
110
ojos. Con un profundo respiro y parpadeo rápido, las empujo hacia atrás. Sacudo
mi cabeza para aclarar mis pensamientos.
Página
hacia abajo, una sonrisa suave estirando sus labios. —Estás tan lista. —Y se siente
como si un peso me diera un golpe seco justo por encima de mi pecho. Todo mi
cuerpo se estremece, se enfría, se eriza.
Mis labios se adormecen, mi lengua se espesa, mi estómago se sacude como
si fuera a vomitar mientras un recuerdo emerge de la última vez que estuve con él.
Trato de levantar mi cabeza, pero alguien la sostiene firmemente. Suzie. Se está
riendo.
El pánico me inunda. Todo mi cuerpo se bloquea, y no entiendo por qué, o
qué estoy sintiendo. La necesidad repentina de huir. Todas estas emociones me
invaden y parecen durar para siempre en el corto tiempo que le toma a Jesse
inclinar la botella hacia mi boca.
El cálido líquido ámbar alcanza mis labios cerrados y corre por mis mejillas.
El olor a alcohol envuelve mis sentidos y se me hace agua la boca.
—¡Ábrela, Mel! ¡Puedes hacerlo! Es como montar una bicicleta —dice Suzie.
La multitud a nuestro alrededor está cantando y animándome, riendo, como si
simplemente hubiera olvidado como tomar un trago. Nadie nota el miedo que se
apodera de mis extremidades y mi mente. Ni siquiera Jesse, quien todavía sonríe
mientras inclina la botella de nuevo para otro baño de bourbon.
Por instinto, abro la boca y empujo mi lengua a la parte trasera de mi
garganta para no ahogarme. Cuando el hueco de mi boca está lleno, trago el cálido
licor. Repito esta acción cinco veces, escuchando a la habitación silbar dentro y
fuera de mis oídos, haciéndose cada vez más fuerte con aplausos de aprobación.
Finalmente, pataleo, dándome por vencida.
Me levanto con las manos mientras Jesse me ayuda a sentarme hacia
adelante. El bar gira, y parpadeo un par de veces intentando detener el remolino
de luces tenues. Líneas destellan ante mi visión. Las golpeo para alejarlas.
—Maldición, Mel. Por un segundo pensé que ibas a ahogarte. —Jesse frota
mi espalda, riendo mientras niego con la cabeza—. ¿Qué te hicieron ahí?
Molesta, empujo su mano y bajo de la barra. —Necesito ir al baño. —Miro
hacia atrás para ver la decepción en su rostro, pero no dice nada mientras atravieso
la multitud.
Me dirijo a la salida, sin pasar por el baño, y empujo la puerta. El aire
húmedo me explota en la cara, haciendo que mi estómago sienta nauseas. Mientras
112
la puerta se cierra detrás de mí, amortiguando los sonidos del interior, inhalo una
profunda y limpia respiración.
Página
terrible depresión desde esa noche, y cuenta contigo para ayudarlo a salir de esta.
Te necesita. Todo hombre necesita una buena mujer, y sé que estás herida, nena…
pero tu papá hubiera querido verte con un buen hombre. Ustedes dos, Jesse y tú,
pueden salir de esta juntos y bien. —Coloca una mano sobre mi hombro, pero
estoy tan sorprendida por las palabras que salen de su boca, que ni siquiera
reconozco el tacto—. Tómate un tiempo, luego haz lo que es correcto para ti
misma. No dejes que la muerte de tu amiga arruine dos vidas.
Con eso, me da un rápido abrazo con un solo brazo, unas palmaditas en el
hombro otra vez y asiente. —Todavía tengo mucho para beber antes de la pista de
mañana. ¿Irás?
Y así, el tema de mis futuros pretendientes está terminado. Me aclaro la
garganta y asiento. —Si, tal vez. No lo sé. No tengo una moto. Tal vez necesito…
—Usa la de Jesse. Es lo menos que puede hacer. Y te ayudara a reemplazar a
tu Breakout.
Dice esto como si fuera el final. Sin discusión. Así que digo—: Seguro. Suena
como un plan. —Pero mi estómago gira, y estoy deseando tener una moto en este
momento. Para salir de aquí y tratar de pensar en lo que está pasando.
—Buena chica —dice. Luego se va y me deja con mis pensamientos
confusos.
Por el amor de Cristo.
Pongo una mano sobre mi boca, sintiendo la rabia burbujeando dentro de
mí y a punto de vomitarla por todos lados. No sé qué me enoja más: el hecho de
que el mejor amigo de mi papá esté más preocupado por la posibilidad de
rechazarlo por la manera en que estoy llevando la muerte de mi mejor amiga, o
que el CM haya puesto claramente el futuro de Jesse en mis manos.
Es jodidamente simple; si me convierto en la mujer de Jesse, entonces él es
inocente por la muerte de Dar. Mi aceptación lo limpiará ante los ojos de los otros,
y se convertirá en un miembro titular. Puta mierda. Iba a apoyarlo de todos
modos… al menos, creo. Pero no me gusta que me digan lo que tengo que hacer. Y
menos aún, que me obliguen a algún tipo de relación retorcida para el beneficio del
CM.
Sé que Tank tiene buenas intenciones. Infiernos, es como un segundo padre
para mí. Pero mi papá nunca me hubiera puesto bajo tanta presión como ahora. Mi
114
papá nunca hubiera querido que me quedara con alguno de los del CM, de todos
modos. Él fue claro hace mucho tiempo, y es una regla a la que me he pegado. Una
de las pocas que he obedecido.
Página
También es una buena regla por una razón. Y no planeo romperla por nadie,
ni siquiera por el mejor amigo de mi papá.
Esto apesta. Volverse mayor, crecer y ver a la gente de una nueva forma
jodidamente apesta.
Las personas son imbéciles egoístas.
Me trago estos sentimientos dolorosos y sacudo mi cabeza hacia atrás,
determinada a que nadie me vea desmoronarme. Lloraré por Dar en privado. Haré
lo que tenga que hacer hasta que tenga mi moto y pueda salir de aquí. Nadie me
dirá lo que debo hacer.
Lo que da miedo; no sabía hasta este momento lo mucho que dependía de
Dar para tener agallas. Yo era más fuerte cuando estaba con ella, cuando la podía
buscar. Soy terrible para cuidar solo de mí misma.
115
Página
Hacia el aire sin perfume, libre de culpa
Melody
El primer reporte con mi oficial de libertad condicional después de que me
dieran el alta en rehabilitación, y ya estoy lista para salir corriendo. Esta chica
Jacquie parece más una terapeuta que una oficial de libertad condicional, y ya tuve
la cabeza demasiado examinada en Stoney.
Una cosa que voy a admitir que no creía que fuera posible: Extraño a la
enfermera Bridget. Aparte de los otros allí, ella era auténtica, tenía agallas. No
endulzaba nada y siempre decía lo que tenía en su cabeza. Echo de menos sus
sinceras ocurrencias. Su dominante fortaleza de mamá. Y simplemente extraño
sentirme como si no fuera una completa perdedora por ser yo misma allí.
Mi oficial de libertad condicional luce demasiado joven, muy inocente, y
demasiado dulce como para estar a cargo de mi libertad. Pero tal vez esto sea algo
bueno. No va a ser muy dura conmigo cuando falle. Porque no me voy a mentir y
decir que voy a estar bien, eso es algo que no hago; mentirme. Sé que van a haber
muchas tentaciones estos meses, y no voy a exagerar creyendo que no voy a recaer
ni una vez.
—Bien, señorita Lachlan, continuemos —dice, examinando el archivo en su
116
Sí… y no. Porque Jesse tiene que quedarse en St. Augustine durante las
cosas previas a su pre-juicio, el CM le dio un pequeño departamento para él. Con
la mayoría del depósito de la renta pagado, estoy segura. Jesse hizo la oferta la otra
noche, de dejar que me quede con él hasta que pudiera pagar mi propio lugar.
Esto no parecía una buena idea. Especialmente cuando Jesse está lejos de
estar limpio. Podría ser honesta sobre mi dependencia ahora —no adicción; hay una
diferencia— pero no necesito derribar la tentación innecesaria.
Además, después de la forma en que Tank dio la idea no tan sutilmente de
que Jesse y yo nos volvamos un ítem del CM, no quiero alentar a Jesse. No estoy
segura si la idea es de Tank o suya, o todo el CM presiona por esa idea; pero es
mejor no alentar a ninguno. Jesse va a hacer todo lo que le diga el CM. Si su guía le
dice que necesita una mujer para establecerse, para que lo mantenga fuera de
problemas, Jesse va a seguir las instrucciones. Sé que haría lo que sea en este punto
para ganarse el parche completo.
Sin embargo, no soy propiedad del CM. Y lo saben tanto Tank como Jesse.
Pero eso no significa que no vayan a intentar. Pensé que había dejado en claro mis
intenciones sobre eso hace un largo tiempo, pero tal vez solo están intentando
cuidarme. Pensando que necesito un hombre ahora que Dar ya no está.
He estado luchando con esto desde la otra noche. Simplemente no sé qué
creer. O que quiero creer. Esas son dos cosas diferentes.
—¿Melody?
La voz suave pero firme de Jacquie me saca de mis contemplaciones. Me
inclino hacia adelante. —Lo siento. Sí, tengo un lugar para quedarme.
Coloca el lapicero sobre la hoja. —¿Y dónde es?
Froto mi nuca, sintiéndome poco natural. —Alguien de Stoney Creek me
hizo el contacto con un departamento barato cerca de aquí. La renta es mes a mes.
Por ahora. —Esa sería la mamá enfermera Bridge. El día en que me dieron el alta,
me dijo que su hija iba a graduarse y dejaba libre un bonito departamento. La
sincronización fue perfecta, y me llevó allí esa tarde para firmar el contrato con el
casero y mudarme. Mis dos cajas completas y todo.
—Eso es genial. ¿Y has podido programar las reuniones grupales?
Mierda. —Uh, sí. —Asiento, aunque no, todavía no lo he hecho. Pero estoy
segura que la enfermera Bridget puede ayudarme con eso, también—. Una vez a la
semana, ¿verdad?
117
tu nuevo cerdo.
Mientras caminamos hacia la puerta de vidrio, deslizo el pulgar en el
bolsillo de mi vaquero, asegurándome que lo último de mis ahorros sigue allí.
Prefiero tener la mayoría para la pista, donde sé con seguridad que puedo ganar.
Con la Cuarenta y Ocho de Jesse —una moto muy rápida— puedo al menos entrar
y ganar tres carreras. Eso me llevará hasta la mitad de la marca, y todavía tendré
suficiente para la renta y comida, y otras necesidades en las que normalmente no
pienso.
Como papel higiénico. ¿Quién se olvida de comprar eso? Yo. Cuando estoy
acostumbrada a usarlo en moteles, bares, baños públicos, lo que sea. Bueno, esta
mañana descubrí que ya no tenía del modo difícil.
El ruido de la multitud se intensifica mientras atravesamos el patio trasero.
Los cuerpos están presionados unos con otros, las cabezas moviéndose lado a lado
como si las personas intentaran atisbar algo en el centro de la conmoción.
Jesse jala mi mano, y me guía hacia un costado, alrededor de la multitud,
donde un grupo de moteros están lanzando los puños en el aire y gritando. Son
moteros de la vieja escuela; tatuajes de Harley Davidson descoloridos en sus
antebrazos, chalecos de cuero desgastados sin ninguna afiliación al CM. Bandanas
negras envueltas en sus cabellos grises y largos. Jesse asiente hacia uno y le entrega
un rollo de billetes.
Luego gira hacia mí y levanta las cejas, instigándome. Busco un montón de
billetes, maldiciendo en silencio mientras le doy a Jesse la mitad de mi reserva. —
Más vale que sea mejor que bueno —digo.
—No te preocupes. Te cubro. —Le da mi dinero al motero y dice—: Dos al
Cazador.
Exhalando un profundo aliento, me paro sobre la punta de los pies para
mirar sobre la multitud. Un ring de boxeo improvisado se encuentra en el centro
del patio con cerca de madera, y puedo distinguir dos tipos en el centro dando
vueltas alrededor del otro, con los puños levantados.
Mierda. Mi boca se abre y mi cabeza se gira de golpe hacia Jesse. —¿Una
pelea en un patio trasero?
Se ríe. —Relájate. La policía sabe sobre este club. De hecho, creo que ellos lo
patrocinan. —Señala hacia dos obvios policías a pesar de su ropa de civil. Siempre
te puedes dar cuenta por el corte de cabello y el aspecto cuidado sin importar cuán
120
—De todos modos —digo, cerca del oído de Jesse—, es ilegal, amigo. El
último lugar donde cualquiera de nosotros debería estar, ¿sabes?
Su frente se arruga. —Vaya, Mel. La rehabilitación sí que lastimó tu espíritu.
Mira… —Señala hacia el ring—. Una pelea y nos vamos. Solo relájate, ¿de acuerdo?
Te prometo que no hay nada de qué preocuparse. Esta mierda es enorme por aquí.
Está en todos lados. No hay razón por la que no podamos ganar dinero hasta que
podamos salir de aquí.
Girando mi atención de nuevo hacia los peleadores en el ring, intento
asegurarme que Jesse tiene razón. Quiero decir, los malditos policías están de pie a
unos metros de distancia, haciendo sus propias apuestas. ¿Cuándo me volví tan
nerviosa?
Justo cuando estoy moviéndome para tener una mejor vista, calmándome lo
suficiente para disfrutar del espect{culo… mi mirada aterriza en algo que eleva mi
ritmo cardíaco, y todas las apuestas están fuera.
Maldito chico bueno Boone.
El comprometido recto, vendedor ambulante de la sobriedad y portero del
celibato, Boone Randall.
En el ring.
—¿Qué rayos…? —Estoy atravesando la multitud, empujando a la gente y
zigzagueando hasta el frente de la multitud antes de saber lo que hago.
No tengo tiempo para procesar lo que veo, lo que siento; embaucada.
Engañada. Confundida. Muchas cosas se arremolinan en el caos que son mis
pensamientos mientras miro a Boone recibir un golpe duro en la mandíbula. Con
los nudillos desnudos. Sin guantes que suavicen el golpe.
Su cabeza se precipita hacia un costado, y un chorro rojo sale de su boca. Mi
estómago se tensa.
Finalmente alcanzo el ring, pero una banda de cinta amarilla me detiene de
llegar a las sogas. No tengo idea lo que voy a hacer una vez que llegue ahí; lo que
pretendo decir. La sorpresa de ver a Boone en el ring siendo golpeado atrofió todo
pensamiento racional y yo solo necesito… ¿Qué?
Todo pensamiento se detiene en el momento en que nuestras miradas se
encuentran.
121
Sus profundos ojos color avellana rodeados por sudor y piel hinchada. Los
míos tan abiertos, que juro que están a punto de salirse de sus cuencas. En los dos
Página
122
Página
Por quienes deben sentir el rápido ataque
Boone
Hijo de puta.
Me inclino por debajo de la cuerda, y me siento al borde del tatami. Después
de flexionar la mano, me quito la cinta. Con la espalda reclinada contra el poste de
la esquina, maldigo en voz baja. Mis nudillos son un desastre lleno de sangre. Algo
de ella es mía, la mayoría del otro tipo en el ring.
Alargo una mano hacia la toalla en la silla junto a Turner para limpiarme el
rostro y las manos, y luego la lanzo sobre mi hombro desnudo.
¿Cómo llegó Melody aquí?
—No te he visto golpear a alguien así en semanas, hombre. ¿Qué fue eso? —
pregunta Turner, riéndose. Me tiende una botella de agua, y asiento, dándole las
gracias.
—No lo sé —digo, encogiéndome de hombros y haciendo inmediatamente
una mueca cuando el dolor se desliza a través de mi escápula. Duregger me dio
unos buenos golpes—. No tenía ganas de perder.
Se ríe y sacude la cabeza. —Bueno, la próxima vez trata de durar algo más,
123
hombre. Voy a tener que buscar a Jacob más rápido de lo que pensé y subirlo al
ring antes de que la multitud me coma vivo. —Se aleja. Pero antes de desaparecer
Página
2 Hunter en inglés.
Suelto una respiración profunda. Noto que estamos atrayendo demasiada
atención. —Ven. —Abro la puerta y entro en la habitación, esperando que Melody
me siga. Por alguna razón, me importa lo que piense de mí. Quiero una
oportunidad para explicarme, para no ser el tipo que la engañó.
Permanece en el marco de la puerta, su mirada escaneando la habitación, la
pecera y a mí. Luego, con un espectáculo forzado de bravuconería, entra. Cierro la
puerta detrás de ella y asiento hacia una de las dos sillas apoyadas contra la pared.
—No, gracias —dice, decidiendo en su lugar apoyar una bota contra la
pared e inclinarse allí, sin tocar lo funesto de este lugar. No la culpo—. No me he
inyectado una vacuna contra el tétano en unos buenos diez años. Además, no soy
fan de la sangre de otras personas, por no hablar de drogatas. —Me mira con
dureza.
Ignorando el desprecio contra sí misma, y si vamos al caso, contra mí,
asiento. Me he ganado algo de su ira, y en serio, ya ni siquiera soy consciente de la
sangre. O los lugares donde los chicos se han tumbado o desangrado. Me siento en
la silla metálica y desenvuelvo la cinta de mi mano derecha, luego lanzo el cúmulo
sangriento y enrollado en el basurero de la esquina, mientras mis nudillos están
sangrando y añadiendo su propio y arremolinado diseño a la alfombra manchada.
Mel se aparta de la pared. —Mierda, Boone. Eres un desastre. —Echa un
vistazo a su alrededor, y su mirada aterriza en el botiquín de primeros auxilios
cerca del tanque. Agarrándolo rápidamente, se acerca y arrodilla junto a mí.
—Mel, no tienes que…
—Cállate, idiota. —Abre el botiquín y luego agarra un trapo cerca del balde
de agua—. ¿Esta agua está limpia?
Asiento. Lo llené antes de la pelea por esta razón en específico. Remoja el
trapo y lo estruja.
Cuando sus manos toman las mías, no luce vacilante ni recelosa. La sangre
no parece afectarle, a pesar de su repulsión inicial hacia la habitación. O tal vez era
por mí, pero pareciera que ya ha hecho esto antes. Luce segura, pero también
gentil. Mi garganta se aprieta mientras quita la sangre con delicadeza y ternura.
Luego, cuando levanta la vista, su mirada encuentra la mía.
125
—Cierra los ojos —susurra. Lo hago, y siento la tela fría rozar mi ceja,
limpiando el corte por encima de mi ojo. Duele, pero ese pequeño dolor no es nada
Página
Se lame los labios, sus ojos deslizándose hacia mi rostro. —No digo que no
lo haga, Boone. Pero, ¿cómo el ser golpeado hasta tal punto puede redimirte?
Todavía acariciando su piel, me encojo de hombros. —No lo sé. Pero se
siente bien. Y me mantiene sobrio. ¿No es suficiente?
Nos miramos fijamente. Y permanecemos en esta posición por lo que se
siente una eternidad. Tengo miedo de moverme, de que una vez que la suelte,
atravesará esa puerta y nunca la encontraré de nuevo. Entonces nunca encontraré
este sentimiento de nuevo, ese que hace que esté casi bien querer existir.
Sus labios se abren, pero antes de que sea capaz de decir algo, un ruido
irrumpe el silencio de la habitación. Parpadea y baja la mirada, sacando el teléfono
de su bolsillo. Sigo aferrándome, a ella y a este momento, mientras escribe algo en
la pantalla.
—Debo irme —dice, levantando la mirada.
—Claro. —Mi mano se aparta. La paso por mi cabello sudado—. Viniste
aquí con alguien, no sola, ¿cierto?
Asiente.
—Bueno. No es que crea que no puedes cuidarte sola, pero hay bastantes
personas sospechosas por aquí.
Arquea una ceja. —¿En serio?
Una sonrisa tira de mis labios. —Me lo merezco.
Antes de que pueda levantarse, le arrebato el teléfono de la mano. Apunto
rápidamente mi número, y en un par de segundos, mi propio teléfono suena en mi
mochila. —Ahora tienes mi número.
Levanto la mirada para medir lo enojada que está, y la puerta se abre. Entra
un tipo con una chaqueta de cuero y tatuajes cubriendo sus brazos. Ve a Mel, y
luego a mí. Su atención regresa a Mel.
—¿Est{s bien…? ¿Qué haces aquí? —dice mientras camina hacia Mel. Lo
pregunta tan rápidamente, tan encolerizado, que veo la mirada sorprendida en el
rostro de Mel mientras titubea antes de responder.
Sus manos sujetan sus hombros, y una llamarada atraviesa mi pecho. Estoy
de pie antes de que pueda responder. —Está bien. Me ayudó a vendarme.
127
La mirada del tipo se mueve rápidamente hacia mí, sus oscuros ojos me
recorren antes de asentarse en mi rostro. —No te hablaba a ti.
Página
Levanto la barbilla más alto, desafiante. —Si eso fuera cierto —digo
Página
129
Página
Una corriente subterránea en mi mar de olas,
estrellándose
Melody
Casi ha pasado una semana desde que salí de Stoney y sigo sobria, la mayor
parte.
Tengo un trabajo de tiempo parcial en una cafetería a unas cuadras de mi
apartamento. Es una clientela completamente diferente a la que solía hacerle
bebidas. Aunque Randy me ofreció tiempo completo en el bar, tuve que rechazar
esa simpática limosna. No significa que no vaya por una cerveza, pero me aseguro
de que sea cuando el CM no anda cerca, como cuando Jesse está trabajando en el
taller con Tank.
Hay un pequeño grupo de Lone Breed quedándose en la ciudad mientras
Jesse es absuelto de los cargos. Lo que su abogado de lujo cree que podría ser muy
pronto. Y me siento aliviada, honestamente. A pesar de cómo me volví contra él
ayer en la pelea del patio, de lo que dije… sé en mi corazón que la pelea no fue
culpa de Jesse. Y también creo que es mejor si se va de aquí. Si me deja a mí.
Al estar cerca de Jesse m{s y m{s… es difícil no pensar en inhalar, fumar,
130
dejarme llevar, elevarme por última vez… sé que siempre tiene una bolsa de algo.
Así que por ahora, satisfago los antojos con cerveza, y me mantengo lejos de
Página
las cosas fuertes. Voy a reuniones de grupo. Nunca hablo, solo escucho, pero estoy
ahí. Luego voy a mi mayormente vacío apartamento, sola.
Es lo más difícil que he tenido que soportar: vivir sola. Todas mis cosas
caben en una esquina del dormitorio. No tengo instrumentos de cocina. Ni
televisión. Ni muebles reales. El apartamento venía amueblado con lo más básico:
cama, sofá, una pequeña barra conectada a la cocina con dos taburetes. Pero es el
más pequeño, triste y deprimente apartamento del mundo.
Darla llenaba cualquier lugar con su gran presencia. Sin ella, el lugar es una
concha vacía. Trato de pasar aquí el menor tiempo posible. A pesar de que compré
un regalo casero para mí: un calendario. Cuelga en el refrigerador, y cada mañana
antes del trabajo, tacho otro día. El día de mi audiencia de libertad condicional en
menos de cinco meses está rodeado en marcador rojo.
Nunca antes tuve que hacer algo calendarizado, nunca. Ahora, esa es mi
vida. Todo programado a la hora. Reuniones de grupo. Reuniones con mi oficial de
libertad condicional. Facturas. Como luz y agua. Cosas por las que no me tuve que
preocupar antes.
Una ola de inquietud cae sobre mí mientras comienzo a pensar en todas las
cosas a las que tengo que darles seguimiento. Y pienso, no por primera vez, si
puedo persuadir a la enfermera Bridge de recomendarme a un doctor que pueda
darme medicamento para la ansiedad.
Pero entonces ahí está la molestia por la que tengo que pasar. Aprobar mi
libertad condicional; declaraciones enviadas a mis consejeros de grupo sobre mi
medicación para que mis exámenes de drogas no exploten. No vale la pena el
esfuerzo. Me quedo con la cerveza.
La ironía en todo esto es: siempre fui la responsable entre Darla y yo. La que
vio por ella, que hizo los planes en la carretera, la que nos buscó trabajos y lugares
para quedarnos. Quien la mantuvo a salvo, como una hermana mayor, quien cuidó
de nosotras… y me doy cuenta por primera vez en mi vida de que no tengo ni una
maldita pista de cómo ser un adulto. No del tipo real. Estaba llena de mierda.
Tomo un sorbo de cerveza tibia y contemplo el Parker’s Dragway. La pista
de carreras.
Siempre me pierdo antes de una carrera. Mi adrenalina se amplifica. Mis
nervios se aceleran. Estoy tan conectada y ni siquiera he hecho un golpe. La idea
acelera mi pulso. Antes de cada carrera, siempre ingiero. Así consigo enfocarme. El
deseo golpea duro en este momento.
131
Es como esa mierda de memoria aprendida o lo que sea que siempre dice el
doc Sid. Algo acerca de cómo tu cuerpo y tu mente recuerdan cosas en un estado
Página
—No lo estuve. No todos los motociclistas, menos las mujeres, son parte de
un CM. Puedes viajar a través del país sin una pandilla, sabes.
Él asiente lentamente. —Realmente te gusta todo sobre la carrera, ¿no?
—Puedo decir lo mismo de ti.
Su cara está muy cerca de la mía; puedo sentir su aliento caliente sobre mis
labios. Nuestro duelo de miradas se está volviendo demasiado intenso. Lamo mis
labios, viendo sus ojos seguir el camino de mi lengua a lo largo de mi boca.
—¡Mel! —grita Jesse desde el otro lado de la enorme valla, captando mi
atención y rompiendo el momento. Me recuesto de nuevo y lo veo. Está en la arena
con Tank, alistándose para su carrera—. ¿Vienes?
—¡Continúen! —grito en respuesta—. Estaré ahí pronto.
Jesse vacila, con su mirada dura sobre Boone y yo, antes de darse la vuelta y
dirigirse a su Cuarenta y Ocho. Una sensación de hundimiento golpea mi
estómago, y otra vez ansío drogarme. Empujo ese sentimiento hacia abajo. Es como
química o alguna mierda. Jesse está relacionado con el subidón. Causa y efecto.
Lo que me recuerda; Jesse se pasó de la raya con Boone y toda la mierda
posesiva del CM. Fue así también con Simon. Siempre pensé que era algún tipo de
protección fraternal. Pero los pasados días, he estado considerando lo que dijo Dar
aquella noche. Cómo ella seguía insinuando que Jesse y yo éramos como uno solo.
Es increíble la basura que tienes tiempo de pensar cuando estás sobrio. Nunca le
había dado dos segundos de mi tiempo.
—No le gusto mucho a tu amigo —dice Boone, interrumpiendo mis
extraños pensamientos.
Me encojo de hombros. —Jesse es así. No te preocupes por eso.
—No me preocupo, de verdad. —Baja la cabeza para encontrar mis ojos—.
Pero estoy preocupado de que parezca creer que eres de su propiedad.
Mi interior se enfurece. —No soy la maldita propiedad de nadie —escupo—.
Y tú no lo conoces. No conoces el CM. Es solo su forma… de querer, de cuidarme y
esa mierda.
Boone levanta sus manos en defensa. —Bájale una rayita, Riz. No busco una
pelea aquí.
—Es curioso. Creí que ese era tu Modus Operandi, club de pelea.
134
Eso me gana una gran sonrisa, y mi furia desaparece. —Es justo. ¿Tregua?
—Extiende su mano.
Página
Jesse.
—Monta la mía —dice Boone.
Página
Boone
Melody no sufre de Delirio Tembloroso, se nota. Pero el brillante sudor en
su frente no es debido a la acalorada tarde de agosto. Está sufriendo de algo casi
peor que el dolor agudo y repentino que viene de la abstinencia; está anhelando.
Mucho.
Si correr siempre ha estado en su vida, como montar en moto, como viajar…
entonces estoy suponiendo que lo ha hecho drogada. Al menos la mayor parte. Es
como el hecho de abrir los ojos, cuando un drogadicto comprende por primera vez
que no puede funcionar, o hacer las cosas simples que ama, sobrio. Como para
Mel, que ahora está resquebrajando sus nudillos y pasando sus manos con ansias
por su cabello sudoroso. Una y otra vez, repitiendo lo que le indican sus nervios.
—Relájate —digo, colocando suavemente mis manos a cada lado de sus
caderas.
Oigo su suave y nerviosa risa sobre el ruido de mi motocicleta. —Esto es tan
malditamente embarazoso. Nunca he... debería estar instruyéndote para montar tu
137
propia motocicleta, amigo. Tengo esto bajo control.
Una sonrisa aparece en mi cara, y me acerco más a ella por la espalda. —No
Página
te voy a dejar tomar mi bebé, hasta que al menos le hayas dado una vuelta de
prueba.
—Lo tengo —dice, reajustando su agarre en el manillar—. Pero, ¿en serio
tienes que tratarme como si fuera una novata? —Suelta la palanca de nuevo para
sonar sus nudillos. O para intentar romperlos. Está anhelando, y si no estuviera
tratando de averiguar lo que está mal, ella ya se habría escapado, o en todo caso
me habría callado. Así es como sé que está anhelando. Está tratando de no pensar
en la carrera que le encanta mezclada junto con el subidón que necesita su cuerpo;
la droga.
Me gustaría poder tomar esta parte por ella, pero va a tener que enfrentarlo
con el fin de aprender a andar de nuevo. No aprender lo básico, como si fuera la
víctima de un accidente en recuperación que tiene que aprender a caminar de
nuevo. Sino similar. Tiene que aprender a simplemente existir en su mundo sobrio.
Es inutilizable hasta que lo conquistas.
No tiene caso no hablar del notorio elefante en la habitación. Bien podría
llegar a él y enfrentar el monstruo. Envolviendo mis antebrazos alrededor de su
cintura, le digo—: ¿Droga de elección? —Creo saber esto, ya que admitió haberse
inyectado antes de que fuera enviada a Stoney.
Siento su temblor debajo de mi agarre. Un escalofrío. —Cocaína.
—¿Método?
Inhala profundo. —Intravenosa.
—¿Cantidad?
—Al menos un octavo al día.
Mierda. No es una novata, y ¿cómo infiernos puede permitirse...? No quiero
saber. Nada bueno viene de descubrir cómo un drogadicto obtiene sus dosis. Me
concentro en el hecho de que sus respuestas están llegando más rápido, y su voz
no tambalea tanto.
—Pero no lo hice así todo el tiempo... —Se acomoda, y se encoge de
hombros—. De hecho, no había usado intravenosa durante más de un mes antes...
antes de esa noche.
Eso es algo, al menos. No es tan autodestructiva a como ella podría pensar.
—¿Por cuánto tiempo?
—¿Qué? —grita sobre el ruido del motor.
138
Mel empuja contra el tanque, presionando su espalda contra mí... Cierro mis
ojos mientras se inclina hacia mí. —Bastante bien, jefe. Tengo que admitirlo. Me
Página
para ella. Y tengo que admitir que estoy totalmente excitado por ella a horcajadas
sobre mi moto. Eso es un gran extra.
Página
Nunca pensé que entregaría las riendas. No solo de mi moto, sino de todo.
Todo esto. Que otra persona sea parte de mi vida, como lo es ella. Se ha abierto
paso en mi vida y si se va esta noche, para nunca ser vista otra vez, sentiría la
pérdida.
Jesse, por otro lado, no está tan emocionado por su elección de máquina de
correr. Si yo fuera un idiota, le daría unos exuberantes pulgares arriba. Lo hago de
todos modos, y me lanza una mirada de “vete a la mierda”. Eh, los idiotas tienen
algunas gratificaciones. Como ver a la chica sexy de sus sueños, radiante detrás de
su visor mientras acelera el motor de una motocicleta. Jodidamente caliente.
No voy a dejar que ese idiota se lo arruine a ella, ni a mí. Tal vez ni siquiera
sea un idiota. Diablos, si yo estuviera en su lugar, también sería muy territorial.
Pero es más que una competencia de meadas lo que sucede entre nosotros; me
preocupa que él sea el tipo equivocado de amigo para ella en este momento. Sus
tatuajes hacen un buen trabajo, como los míos, en ocultar las marcas de la pista.
Pero no es suficiente. Ya que los suyos están frescos, puedo verlos. Sé lo que debo
buscar.
Mel toma sus propias decisiones, y una de ellas es elegir su compañía y
amigos... No soy un espeluznante idiota territorial que le sugeriría que abandone a
sus amigos. No es como si debiera hacerlo. Cada uno tiene que tomar sus propias
decisiones, para sus propias vidas. Pero no voy a mentir y decir que no estoy
asqueado por la idea de que se vaya con él después de esto. Ya sea para celebrar su
victoria, o consolarla por su derrota.
Mis pensamientos se detienen abruptamente cuando Mel revoluciona el
motor audiblemente y luego medio camina, medio monta, llevando mi bobber a la
línea de partida. Decido que no puedo ser dejado de lado. Literalmente. Y salto
sobre el marcado de la cinta.
—Para una moto extraña —dice Jesse, sin mirarme a mí, sino a Mel—, no es
del todo mala. ¿Has hecho las modificaciones tú mismo?
Tal vez eligió ser civilizado, porque se dio cuenta de que no me echará con
la facilidad que le gustaría. Sea cual sea la razón, acepto el cumplido. —Gracias, sí.
Todo personalizado. Me maté trabajando para pagar las cabeceras.
Se ríe. —Esos son excelentes. ¿Duales Vance y Hines?
—Sí.
Otro motociclista se detiene en la línea blanca, al lado de Mel, lo que aprieta
mi pecho. —¿Cuántas carreras ha ganado? —pregunto. Tengo muchas ganas de
141
142
Página
Su fuego devora, pero no hay necesidad de aire
Melody
Mierda. Golpeo un bache en el camino y la motocicleta casi se aleja de mí.
Siento la punta moviéndose hacia la izquierda. Desacelero y enderezo el volante, el
cual se siente tambaleante; más flojo que el de mi Breakout. El chico a la par mía
acelera y se dispara por delante de mí, saliendo de mi estúpido camino.
Maldición. Maldición. Maldición.
En todo lo que puedo pensar es en no chocar la moto de Boone. No golpear
el asfalto y patinar por la calle. No perder el camino.
No perder el camino.
Puedo sentir la moto acomodándose entre mis piernas, así que acelero. Mi
corazón pulsa en mis oídos, un vacío tump tump comiéndose mi pecho. Duele, el
agujero en mi pecho. El vacío de haber fallado. Porque nunca antes he pensado
mientras estoy en una carrera. Mis pensamientos están fuera de control.
Simplemente lo hice. Conduje. Conduzco tan persistentemente y tan rápido
como puedo, sin tiempo para los pensamientos. Mi subidón me lleva hasta la línea
final. Siento la adrenalina gritar en mis venas. Todo esto está mal. Estoy tan mal.
143
de mí.
¡Joder!
El neumático delantero golpea otro bache, y estoy a punto de dejarlo…
entonces algo tan claro y seguro cae sobre mí, que me sobresalto.
Este momento. Es el momento que siempre me definirá; o me marcará.
Nunca dejaré atrás este momento, sin escalas. Sin repeticiones. Si me dejo llevar
por el miedo, no solo perderé la carrera, sino que me perderé a mí misma.
Trato de aferrarme al único verdadero sentimiento de felicidad que tuve con
Dar cuando estábamos en la escuela. El que Boone —amarga, pero dulcemente—
me hizo recordar, cuando no dejaba que el deseo de drogarme me consumiera,
cuando sabía exactamente qué era lo que amaba. Me aferro a eso. Todo salió mal
ese día, y debí haber estado enojada. El enojo que tuve que haber sentido por no
conseguirnos a Dar y mí la agitación que queríamos. Pero en su lugar, todo lo
incorrecto resultó ser tan correcto. Y ella dijo—: Deberíamos hacer esto siempre.
—¿Hacer qué? —pregunté.
—Esto —repitió, envolviendo un delgado brazo alrededor de mi cuello—,
ser nosotras mismas.
Tenía razón. Yo era débil, ella era fuerte. Pensé que era yo quien la cuidaba,
pero ella era la que tenía las respuestas. Ojalá hubiese sido lo bastante segura de sí
misma para decirme que yo estaba jodida. Que no necesitaba drogarme, que me
amaba más cuando estaba sobria, que eso no formaba parte de mí tanto como yo
pensaba.
Que no soy mi padre; no tengo que vivir su vida.
Los corredores, las personas y la pista, todo pasa. Ya no estoy pensando en
la carrera mientras mi pulgar choca con el acelerador, y cojo velocidad. Es tan corta
la distancia, este tramo de asfalto. Pero el tiempo es relativo. Incluso cuando han
sido solo segundos, he estado en este camino durante toda la vida.
Mi neumático está al ras con el de la moto a la par mía. Centímetro a
centímetro. Toma la delantera y luego la pierde. Cuando cruce la línea final, sea de
primera o de última, no hay regreso. La cruzo. Fin. Nuevo capítulo.
El rugido del motor envuelve mis sentidos, y me inclino hacia adelante, con
la barbilla contra el manillar. Estoy corriendo contra mí misma.
144
parar, y el olor a goma quemada golpea mi nariz. Estoy agradecida de que Boone
tenga una Bobber. La Cuarenta y Ocho de Jesse probablemente me habría lanzado
por el camino. Yo hubiese sido una marca en el pavimento.
He avanzado hasta detenerme completamente unos metros después de la
línea final. Estoy temblando. El ruido de la moto debajo de mí ahoga la conmoción
de la pista, y me quedo allí, simplemente absorbiendo el momento antes de
volverme y mirar hacia atrás.
Jesse y Boone están corriendo por la pista. El motociclista justo detrás de mí
saca su casco y lo golpea contra su muslo.
Gané.
—¡Nena! ¡Eres increíble! —grita Jesse mientras me encuentra en la pista. Sus
brazos envuelven mi cintura y me saca del asiento. Estoy riendo mientras me da
vueltas, mareada por la pura descarga de adrenalina, mareada por los giros y la
victoria.
—Y también gané un montón de efectivo —le digo, aunque me estoy dando
cuenta que el dinero no era el objetivo de esta carrera.
—Sí, lo hiciste —dice Jesse, poniéndome nuevamente de pie—. ¿Corres de
nuevo?
Asiento. —Claro que sí. —Entonces miro rápidamente a Boone—. Quiero
decir, si eso está bien con el dueño de la moto.
Él está de pie al lado de Tank, con las manos en los bolsillos; una expresión
de orgullo ilumina su rostro. —Sí, por supuesto. Rompiste esa pista. No sabía que
mi moto era así de malota hasta que tú lo demostraste. —Me guiña el ojo.
Una sonrisa estúpida se extiende por toda mi cara, y te juro que me sonrojo.
Podría patear esas mariposas tontas que atacan mi estómago; pequeños duendes
cursi. Pero es todo el asunto: el sentimiento de haber ganado, el poder que siento
por derrotar mi pánico, Boone mirándome como si yo fuera la estrella más brillante
en su cielo.
Siento que el brazo de Jesse se mueve través de mi cuello, y me apoyo en él.
Muy pronto tendremos esa desagradable e incómoda charla donde aclaro que
nunca seré su mujer. No importa lo que piense su mentor. Pero por ahora, tomo el
sol con mi amigo. Tan pronto como Jesse se acostumbre a Boone, tal vez ni siquiera
piense en él como un pretendiente, se relajará. Pero sí, estamos muy atrasados para
145
una charla. Acerca de todo.
Tank se encoge de hombros y despeina mi cabello. —Esa es mi chica. Y mira
Página
lo que tengo aquí. —Abre un fajo de billetes y comienza a hojearlo—. Un par más,
y creo que tendrás suficiente para tu moto, niña.
Acepto el dinero, entonces comenzamos a movernos. Boone camina con su
moto al lado de Tank y de mí. Hay un crujido en el aire, una tensión. Debajo de la
atmósfera de celebración, la presión está aumentando.
Siento que la calma se asienta sobre mí, envolviéndome, y de repente se
siente frágil, efímera. Como el ojo de una tormenta. Me sacudo, alejando la
inquietud, tratando de permanecer en el presente. En este estado de relajación,
donde todo se siente seguro.
Mientras me preparo para correr de nuevo, mirando mientras los motoristas
que están por delante de mí, aceleran por la banda de arrastre, pienso en Dar,
deseando que ella me pudiese dar una idea de lo que estoy sintiendo. Siempre
sabía. A veces, antes que yo. Echo de menos tener ese resguardo. Mi contraparte.
Guardo su collar bajo el cuello de la camisa antes de deslizarme el casco.
Segura no es más que un concepto.
Dos carreras más tarde, he perdido más que mi racha de victorias
perder... siempre había un después. Pero falta una pieza vital del grupo, eso es lo
que me está afectando. No estoy segura de si podría o debería ser lo mismo sin Dar.
Tal vez solo tengo que ir a casa.
Esa idea está respaldada por la mirada en los ojos de Boone; el surco grave
de su frente. —No me importa llevarte, Mel.
Puedo sentir la tensión que irradia de Jesse al oír a Boone llamarme por mi
apodo. Antes de que se metan en otro batalla de meadas, alzo mi mano. —Estoy
cansada, no enfurruñada, aunque estas dos últimas carreras me afectaron —veo
entre ellos—, pero no quiero ir a casa y enfurruñarme. Una bebida, y luego vuelvo
a casa. —Echando un vistazo a Boone, asiento—. ¿Te veré más tarde? —Espero que
escuche el agradecimiento en mi voz, por ayudarme antes.
Se encoge de hombros. —¿Qué tal si simplemente te sigo allí?
Jesse se ríe. —Muy bien, hombre. No te quedes atrás. —Entonces está fuera,
golpeando la mano de Tank en reconocimiento mientras le entrega la última de sus
herramientas y se dirige al estacionamiento.
Confundida, me acerco a Boone. —¿A los santurrones les gusta salir a los
bares? ¿Crees que es una buena idea?
Sus ojos avellana —gris piedra contra la noche— se estrechan en mí. —¿Y tú
sí?
El juicio en su tono me pone en marcha. —No soy tú, Boone. No me he
jurado a la sobriedad absoluta y... —Casi me resbalo y digo el celibato, pero doy
marcha atrás rápidamente. No importa cómo esté actuando, echarle eso en cara no
está bien. Todavía no sé lo que le pasó para que tomara esa decisión—. Y lo que sea
—termino sin convicción.
Levanta una ceja, y le digo—: Escucha. Aprecio lo que hiciste. De verdad.
Estaba asustada antes de la carrera. Pero yo no opero así. —Me froto mi nuca,
ansiosa por limpiarme y calmarme. Necesito alguna clase de agitación. Incluso si es
borrachearme—. Y además, debes tener cuidado con estos chicos. No hagas algo
estúpido, ¿de acuerdo?
Una leve sonrisa curva la esquina de su boca. Después de ver lo que hizo en
la pelea el día de ayer, vale, sí, estoy segura de que puede cuidar de sí mismo. Pero
aun así, no es prudente cabrear al CM. No estoy segura de si siquiera yo podría
ayudarle si se mete en zonas profundas.
148
—Puedo manejarlo, Mel. Lo prometo. Todavía no estoy listo para dejarte,
eso es todo.
Página
149
Página
Rodando y cayendo, de nuevo en el agujero
Boone
Randy es un bar de motocicleta ruidoso y deteriorado, en las afueras del
distrito de bebedores de St. Agustine. Me lo topé hace más de un año, y he hallado
un lugar muy entretenido. Tal vez me haya emborrachado y terminado con una
severa paliza, pero me salí con la mía, y eso sería un recuerdo locamente divertido.
Por ahora, esos “locos” recuerdos son más vergonzosos que cariñosos. Eran
antes de Hunter. Y hubieran terminado ahí. Debí actuar como una persona madura
y responsable, y este último año hubiera sido algo horrible, alternándolo con la
pesadilla de la realidad.
Así que por eso estoy aquí. No por mí, sino por Melody. Mirarla montar la
motocicleta y andar por la pista solo hace aumentar mis intensos sentimientos por
ella, y no puedo alejarme. No cuando aunque sé lo fuerte y determinada que es,
sigue aferrándose a esa parte de ella. La que no se desprende de la destrucción.
Además, tengo que encontrar la manera de agotarme, para tal vez poder
dormir la mayor parte de mañana. Jacquie se ofreció —por hoy— a hacer que uno
de los doctores de Stoney me prescribiera medicina para dormir, o Valium. O
alguna droga que me ayude. Pero no voy a terminar con mi tiempo sin drogas.
150
Aún no.
Si el sueño falla, siempre está Nickel. Nada como algunos golpes bien
Página
Por un rápido segundo, la veo luchar con su estado ebrio; parpadea rápido,
niega con la cabeza. Se lame los labios, mientras intenta contener algo. Miro a Jesse,
Página
sintiéndome la tercera rueda entre ellos. Su expresión se pone blanca como una
hoja. Lo que acaba de decir no significa nada para mí, es una charla de borrachos,
pero parece como si estuviera a dos segundos de explotar.
Con inestabilidad en su mano, se estira por el vaso de vidrio frente a él y lo
traga. —No quiero hacer esto aquí —dice por lo bajo, intentando que solo Mel lo
escuche.
Mel me mira rápidamente, parpadea, luego se acomoda en su asiento y
mira a Jesse. —Creo que es el lugar apropiado, ¿no crees? Aquí es donde…
—¡Basta! —grita—. Aquí no. Ahora no. —La mira tan duramente que la
hace sentarse derecha, y empiezan a temblarle sus labios. Pero no es de miedo; es
enojo.
Lo que tienen entre ellos, no va a ir bien desde aquí. Jesse está llevando
mejor el licor que Mel, pero se drogó con algo. Habla un poco fuerte, mira mucho
los alrededores, paranoico; la respuesta opuesta al alcohol.
Gruñe y se pasa una mano por el cabello. —Sabía que esto pasaría —dice—.
Maldita sea, lo sabía. Solamente debimos irnos de este pueblo. Alejarnos.
Pongo el vaso del agua a la barra, listo para moverme como un rayo si uno
de ellos se pone agresivo. Mis ojos están en Mel, esperando ver rechaza o acepta
los efectos adormecedores del licor. Se balancea. Podría ser cualquiera de los dos.
Sus manos forman puños a sus costados. Sus ojos están empañados, al borde
de las lágrimas de enojo, y se ha recargado en la orilla del banco. Los tacones de
sus botas altas presionan la barra bajo el asiento, lista para saltar.
La música cambia, dando comienzo a una nueva canción. Y en el rápido
momento de silencio, escucho a Mel respirar profundo. Alcanza su trago y traga el
líquido ámbar de una sola vez. —Al diablo con esto —dice—. Estoy harta, Jess.
Necesito salir de aquí.
Él se gira para mirarla. —Eso es lo que digo. Debemos…
—No —le interrumpe—. Necesito salir de este maldito bar. Ahora. Te estás
perdiendo lo importante, como siempre.
Sus gruesas cejas se juntan. —¿Qué demonios significa eso?
Ella agita la cabeza, alejándose de la barra. —Pasa una buena noche, novato.
—Luego se baja del banco, y yo me pongo de pie.
152
Jesse le agarra el brazo, deteniendo su huida. —No te vas a ir. Vamos. —La
jala hacia él mientras baja de su propio banco.
Página
no te concierne. Solo eres uno de muchos, yo he estado aquí y estaré aquí, cuando
seas una partícula en el retrovisor. —Agita sus dedos frente a su rostro, sonriendo,
Página
fuera por la chica medio lúcida en mis brazos, ya estaría sobre Jesse. Puedo leer
entre líneas; lo que Mel intenta vociferar. Y mientras ese conocimiento divide la
Página
157
Página
Metálico brillante, fuerte y húmedo
Melody
—Ay, mierda.
Mis rodillas se tambalean, mis piernas parecen líquidas. Trato de llegar a
Boone mientras me deposita rápidamente en el pavimento, y mi culo golpea el
suelo duro, pero sale disparado hacia Jesse antes de que pueda tener una idea
firme.
Las farolas pasan a toda velocidad a través de mi visión, trazos multicolores
dejan caminos desdibujados. Golpeo el aire, tratando de moverlos de mi línea de
visión. No puedo dejar que esto pase; Boone y Jesse peleando. Es mi pelea, no la de
Boone.
Pero estoy suspendida, incapaz de moverme. Mi estomago cae mientras
oigo el enfermo crujido de unos puños encontrando un rostro.
Sacudo la cabeza. Más trazos. Arrastrándome sobre mis manos y rodillas,
me enfoco en las botas negras de Boone en el suelo, y sigo su ejemplo. Lento. Noto
que la grava está triturando mis rodillas, mis palmas, pero es una sensación tan
distante, como si le estuviera sucediendo a otra persona. Estoy sintiendo su dolor
158
residual.
Dos cuerpos conectan. Un golpe seco, una bofetada. La figura de dos objetos
Página
en contra de nuestros pies. Nos cubrimos con eso, presumiendo que era mejor que
una envoltura de barro elegante. Nuestros bañadores apelmazados con la arcilla;
parecíamos dos chicas desnudas súper bronceadas en motocicleta por la carretera
cuando nos fuimos.
Una punzada golpea mi pecho y cierro fuertemente mis ojos, tratando de
retener el recuerdo. Puedo sentir la bolsa de droga quemando un agujero en mi
bolsillo, llamándome. Convocándome a aspirar toda la mierda y detener el flujo de
recuerdos que amenazan con tirarme abajo.
—Ya regreso —digo, asintiendo hacia el baño.
Cierro la puerta detrás de mí. La barrera de madera separando a Boone de
mí no se siente suficiente. Como si él pudiera sentir lo que estoy a punto de hacer:
juicio, decepción. Mi reflejo en el espejo se burla de mí; pelo negro salvaje
arrastrado por el viento, pupilas contraídas, piel sonrojada. Necesito agregar una
capa de protección contra su desaprobación. Algo para calmar el escozor.
Buscando en mi bolsillo, saco la bolsa. La coloco en la encimera. ¡Cristo!
¿Qué estoy haciendo? Me aparto del lavamanos, empuñando mi pelo con las manos,
quitándolo de mi cara.
Poco a poco con calma, hablo conmigo misma. Solo otra raya. Solo para
relajarme, para evitar que el pasado se abra paso. De repente veo la sonrisa boba
de Dar mientras me guiña el ojo, riéndose de algo totalmente estúpido. Mi padre,
inclinado sobre un espejo, resoplando una raya de polvo blanco. Arrojando su
cabeza hacia atr{s, viéndome… y guiñ{ndome.
Los dos recuerdos chocan. Parpadeando como un carrete de película
antigua.
Todo estaba siempre a la intemperie. Nadie en mi vida contuvo secretos
sucios. Era la vida, normal, quiénes éramos. Toda esta rehabilitación y la mierda de
asesoramiento, la constante presencia tensa de Boone en mi vida es lo que está
torciendo mi percepción.
Y ni siquiera sé por qué me preocupo. Nunca me ha importado lo que
alguien piense de mí, menos un tipo temporal. Y en serio, si estoy jodida para él,
¿qué le hace eso? Se queja de las personas, infligiendo dolor, tratando de
infligírselo a sí mismo, como algo de castigo o redención.
163
Esa mierda es mucho peor que drogarse y no querer establecerse. ¿Quién
diablos quiere ser como el resto de los imbéciles que hay por ahí? Todo atado a un
perdedor que llega tarde a casa todas las noches, con dos niños atados en la cadera,
Página
descontenta, miserable.
A la mierda con eso.
Camino hacia la encimera y agarro la bolsa. Limpiando cualquier polvo del
mármol amarillo, despejo un lugar y vacio la mitad del contenido en la losa dura.
Busco en mi bolsillo trasero y saco mi carnet de identificación (mi licencia aún en
proceso de ser suspendida).
No pienso mientras lo corto. La tarjeta de plástico duro corta las diminutas
pepitas blancas, convirtiéndolas en polvo fino, haciéndome sudar. Siento el sudor
bajando por mi nuca. Ansiosa por saborear el amargo entumecimiento.
Mi vida no es más dura que la gente promedio trabajando de medio tiempo
de nueve a cinco; es solo… una clase diferente de dureza. Las personas pueden
entrar y salir de mi vida. Flotando a lo largo de la línea de tiempo como pequeñas
mariposas deformadas. Algunos me importan, a algunos amo, a otros incluso
desprecio. Pero en algún punto…
Todo el mundo me deja.
Bajo la cabeza y aspiro la raya en el mostrador.
El ardor corre a través de mi nariz, humedeciendo mis ojos. Parpadeo, y mi
respiración se atasca en mi pecho mientras trago. Forzando la saliva a bajar por mi
garganta. Jadeo cuando mis pulmones se liberan. Froto mi frente, sintiendo ya el
entumecimiento. Que hormiguea mi piel. Mis mejillas están pálidas, y toso para
terminar de aclarar el subidón inicial.
Giro la llave del grifo y dejo correr el agua a través de mis dedos, entonces
coloco una almohadilla en una fosa nasal, luego la otra. Pellizco mi nariz e inhalo.
Aspirando el resto de la droga para limpiar el residuo blanco. Otra gran dosis entra
a mi sistema, y me tropiezo. El agua siempre disminuye el zumbido.
Mi nariz se siente tan malditamente entumecida, pero mientras me miro en
el espejo, noto rastros de sangre. Ha pasado un minuto desde que he hecho algo
como esto, y habiéndome tomado tiempo libre de todo, estoy un poco sensible.
Rasgo un poco de papel higiénico del rollo y quito la mancha roja.
Mientras el subidón llega a su máximo efecto, presiono mi espalda contra la
pared, decidiendo que podría quedarme en este jodido baño toda la noche. Solo la
idea de Boone sentado en mi sala me hace moverme.
164
No lo puedo tener allí, enloqueciendo, llamando a una ambulancia o alguna
mierda así si no salgo.
Página
vez. —Frunce el ceño. Y sé que es porque estoy drogada. Estoy presionando sus
botones. Haciendo que lo anhele.
Página
Sí, no me gusta la forma en la que está resultando esto. Pero como no tengo
televisión por cable, ni cualquier otra cosa entretenida aquí, bien podría jugar hasta
Página
más preocupado por conseguir un pedazo de culo que por lo que le pasaba esa
noche a Hunter. Así que tenía que dejarlo ir. No podía tener sexo sin ver su rostro,
Página
hecho una mierda, así que tenía que terminarlo. Junto con mis viejos amigos, los
lugares donde nos juntábamos, todo.
Esto es tan jodido. Para alguien que actúa como si lo manejara todo bien,
teniendo todas las respuestas, Boone está mal. —Lo siento, Boone. De verdad lo
siento. Lo que le pasó a tu amigo, fue un horrible accidente. Pero entiendes que fue
eso, ¿no? ¿Un accidente? Estoy segura de que tus consejeros te han insistido con
esto, pero debes escucharlo de mí. —Extiendo la mano y se la coloco en la mejilla,
volviendo su rostro hacia mí—. Tú no mataste a tu amigo. La muerte de Hunter,
aunque trágica y quizás evitable, no fue tu culpa.
A medida que las palabras salen de mi boca, escucho todas las cosas que me
dijeron en Stoney. Cosas que bloqueé; no dispuesta a escuchar porque sabía que la
muerte de Darla fue mi culpa. Pero al decírselo ahora a Boone, siento que la culpa
lentamente comienza a disolverse. Yo nunca he hecho nada a propósito para herir
a Dar. Nunca.
No hace que la culpa se vaya, pero podría ser un comienzo.
Sus ojos color avellana lucen vidriosos y rojos, a punto de derramar las
lágrimas. Pero tose, aclarándose la garganta, y parpadea. De la forma en la que un
tipo duro para los lagrimones. —Así que sí, después de no tener nada en mi vida,
excepto el dolor y la culpa, me volví un poco —lucha para decir el resto—, loco.
Me metí en una pelea una noche con ese auténtico imbécil. Él estaba en una cola en
la caja, haciéndole pasar un mal momento a la chica que le cobraba, y lo arrastré
fuera y le di un puñetazo.
No puedo evitarlo, me río. Imaginarme al ultra-santurrón de Bonne siempre
controlado, perder los papeles en medio de una tienda, bueno, no es divertido,
pero sí gracioso. —¿Así es como empezaste con las peleas?
—No, así es como me enteré de que había una salida. No le di una paliza a
ese tipo. Me detuve y terminé yéndome dándole una patada en el culo. Se sentía
bien. Y después, esa noche dormí. No había dormido una noche completa desde
que murió Hunter. Y por una fracción de segundo, mi conciencia estaba limpia. Me
dolía y estaba magullado y encerrado, pero el dolor que lo consume todo era
menos de lo que dolía el día anterior.
—Entonces ahí es cuando fuiste a buscarlo.
Asiente. —Yo interpreto un papel en Stoney. Cuento una historia y hablo
con los consejeros, dando un buen espectáculo para mantenerme a raya. Pero la
liberación real, la libertad de mi adicción, viene de que me peguen un puñetazo en
169
la cara.
—Maldita sea. ¿Sabes lo retorcido que es eso? —Bajo mi cabeza, hallando
Página
sus ojos—. Te estás castigando tú solo. Quiero decir, ¿qué pasa si la próxima vez no
te sales de la pelea?
Algo parece resonar dentro de él, sus características transmiten aceptación.
Mierda. Este tipo tiene un deseo de morir.
—Lo sé —dice—. Pero, ¿cuánto más retorcido es vivir el estilo de vida de un
drogadicto, Mel? Eso es tirar los dados todos los días, ¿no es así? No creo que un
adicto pueda jamás ser verdaderamente un individuo sano. Quiero decir, joder.
¿Quién demonios es realmente sano mentalmente? Pero en las peleas, al menos
tengo control sobre eso. Yo digo cuándo, quién, cuánto tiempo. Y no hace daño a
nadie más. Ni siquiera a mí. Porque puedo obtener más beneficio de ello que una
lesión. Es mejor que una receta. —Su mirada es tan intensa que mi respiración se
detiene—. Seguro que supera a las aburridas reuniones de Narcóticos Anónimos.
—Por lo menos admites que son aburridas —le digo, sacando el pelo de mis
hombros—. Deberías haber confesado esto hace un tiempo, habríamos tenido
mucho más de que hablar.
Esto consigue una pequeña sonrisa torcida, y puedo ver que está aliviado.
No voy a sondear más en su relación con Hunter. Por lo que sé, el chico es gay. O
tal vez bisexual. Él juró una vez antes que no lo era, pero tal vez eso solo es porque
no quería pensar en ello. Lo que me hace tener más preguntas. Quiero decir, tuvo
una erección en el lago. Pero entonces, eso podría ser casi un año de reprimida
frustración sexual que necesitaba dar rienda suelta.
De todos modos, me gusta ver este lado de Boone. El imprudente y rebelde.
Es sexy. Y tiene que saber que puede seguir adelante. Especialmente desde que
admitió que el sexo no es un desencadenante para él. Solo se está castigando a sí
mismo.
Me levanto del sofá.
—¿Adónde vas? Es tu turno de contestar algunas preguntas desagradables e
incómodas.
En mi camino al baño, le digo—: Ahora vuelvo. —Si voy a comprometerme
con esto, no puedo estar en lo más mínimo sobria. No quiero albergar ninguna
culpa por lo que estoy a punto de hacer. 170
Página
Probar solo el deseo, me llena
Boone
Mierda, tengo que salir de aquí.
Mel ha estado en el baño más tiempo del que necesitaba, y sé que ella sabe
que soy consciente de lo que está pasando allí. Tiene un alijo. Estoy muy seguro de
que no es un soplo, porque está más que drogada; se encuentra excesivamente
extraña y balanceándose de manera sospechosa.
Jesse se veía como si estuviera drogado con metanfetaminas. Y si eso es lo
mismo que tiene ella, entonces no va a regresar por un rato. Lo único que puedo
hacer es evitar que se aburra, salir y hacer algo que podría lastimarla, hasta que
baje de la nube. Lo que no será lindo.
Mis propias ansias están atravesando el maldito techo. Solo saber que tiene
una bolsa de algo, está causando que mis manos se mojen de sudor. Mi estómago
se agita con calambres. Es por esta razón que elijo ser un solitario. Debí haberme
mantenido de esa manera.
Estoy a dos segundos de salir por la puerta, necesitando golpear algo,
cuando Mel sale del baño.
171
Exhalo, tan cansado que me duelen los huesos. Pero prometo quedarme solo
lo suficiente para asegurarme de que no subirá y que se irá al momento en el que
yo lo haga. —Está bien. Es mi turno.
Mientras se sienta a mi lado, lo suficientemente cerca para oler la esencia del
champú para chicas que usa, aprieto mis puños y pregunto—: ¿Jesse… se
aprovechó de ti?
Su rostro palidece. —Maldición, Boone. ¿Qué clase de pregunta…?
—¿Lo hizo? —Con todo lo que dijo en el bar, tuve la clara impresión de que
algo jodido ocurrió entre ellos. Por lo que no puedo entender por qué demonios se
mantiene todavía cerca de ese idiota.
Si no estuviera decidida a perder su mierda esta noche, en este momento él
sería un hombre muerto.
Mel sacude la cabeza. —No. No fue la experiencia m{s placentera… pero
realmente estaba jodida. Y hemos tenido sexo antes.
—Eso no significa que un chico no pueda violar a alguien con quien ya tuvo
sexo —replico. Ella es más inteligente que eso.
Se pone pálida, luego se recobra con rapidez; la ira es evidente es su rostro.
—Oye. Estábamos comenzando, y de repente no quise. Cambié de idea… pero era
demasiado tarde. Creo que no me escuchó, o no se dio cuenta de lo jodida que
estaba. Él se encontraba de la misma forma, y en realidad quedó atrapado en el
momento.
—Eso no fue lo que dijiste en el repentino momento de claridad que tuviste
antes. —Muevo la cabeza, indicando el bar—. Parecías culparlo. Y creo que esa es
la verdad. Mira, cuando estás jodido pasan cosas feas. Lo sé. Pero incluso a pesar
de lo drogado que me encontraba, nunca forcé a una chica. Mierda, han sido
muchas veces en las que pude haberlo hecho. Probablemente al otro día, ellas ni
siquiera lo recordarían. Además eso está más allá de jodido. Y si él no lo notó en
ese momento… seguro lo supo después.
Mueve nerviosamente su pañuelo rosa. Agitada. —De todas formas, no
importa. En esa noche se fue al diablo mucha mierda, la he olvidado. Puedo
encontrarme en un mal momento aquí y allá, pero está muy lejos de mi lista de
preocupaciones. O de lo que importa. O de lo que cuenta… —Su voz se desvanece,
perdida en sus pensamientos. Y me doy cuenta de que esta conversación tiene que
pasar para que ella aclare su cabeza.
172
—Oh-oh, esas son dos preguntas. —Menea su delgado dedo hacia mí.
—La primera no cuenta. Porque sigues luchando contra la verdad, no creo
que puedas responder en realidad.
Eso la frustra incluso más, y hala el pañuelo de su muñeca y lo sostiene.
—Ya que una mujer no puede unirse al CM, mi amiga y yo decidimos que
usaríamos nuestros propios colores. Juntas seríamos nuestro propio pequeño CM.
Así que eso es.
Sonrío. —¿Así que en verdad eres una Señorita Rosa?
Rueda los ojos. —Somos mucho más geniales que eso, amigo.
Agarro el pañuelo y lo envuelvo alrededor de mis dedos. —¿Esto es de la
amiga que perdiste?
Manteniendo la vista en la tela rosa, evito mirarla. Espero por su respuesta.
Estoy seguro de cuál es, pero quiero escucharlo de ella. Si es tan cercana a esa
persona, estoy convencido de que para este momento ya la habría conocido.
—Sí —dice Mel—. Lo que significa que ahora soy un CM de una persona.
Qué aburrido.
—Murió recientemente. Fue ella a quien perdiste antes de que te enviaran a
Stoney. ¿Por qué en comparación a eso, lo que pasó con Jesse toma un papel
secundario? —Levanto la mirada. Sus ojos oscuros están lejos. Desenfocados. Sus
pupilas son dos pequeños puntos apenas visibles. Mierda, ¿cuánto ha consumido?
—No quiero hablar de eso —dice—. Vamos a poner las veinte preguntas en
pausa, bien. Hay algo más que tenemos que quitar del medio.
—¿Qué?
Me quita el pañuelo y lo coloca en la mesa detrás de ella, luego balancea una
pierna sobre una de las mías. Su rodilla presiona entre mis muslos. Calor crece en
mi estómago, un dolor en mis bolas, y me alejo de ella.
—No hagas eso —dice, y pone su palma en mi pecho. Estoy seguro de que
mi corazón está golpeando tan fuerte que puede sentirlo—. No. ¿De acuerdo? No
tenemos que hacer el amor ni follar. Pero necesitas desahogarte de alguna forma.
Darte alguna liberación, Boone. O algún día, vas a matar a uno de esos chicos en el
ring.
Sus palabras jadeantes se mueven directo hacia mi polla. La traidora. De
173
alguna forma mi cerebro salta justo sobre las cosas cruciales, oyendo solo “hacer el
amor” y “follar”. No la parte donde muestra preocupación por mí, lo que ahora
Página
—Mel, escucha. No estás bien en este momento. ¿Por qué no te preparo algo
de comida…? —me detengo, sabiendo que comida es la última cosa que puede
Página
Con movimientos hábiles, se quita los pantalones. Los patea hacia un lado
de la habitación. Mueve sus pies, colocándolos directamente debajo de sus
Página
vez que ella baja. Cuando se percata del momento, su respiración se intensifica,
haciendo que mi polla lata al ritmo de mis rápidas palpitaciones.
Página
Sus caderas hacen círculos, una y otra vez, y presiona su pecho contra el
mío, acercándose lo más que puede. La tela entre nosotros es una barrera molesta
mientras ella gime. Remueve una mano de mi hombro y la baja para acariciarse a sí
misma, llevándose al orgasmo. Estoy demasiado tentado a tocarla, hacerlo por ella.
Pero reprimo el deseo.
—Mel, mierda… —Siento sus dedos trabajando en su clítoris, y también me
está trabajando a mí, golpeando mi polla justo en la parte sensible, y no puedo
evitarlo… me estiro y agarro sus caderas. Oblig{ndola a bajar m{s duro.
Su aliento caliente roza mi oreja al tiempo que su brazo se aferra a mi cuello,
y su cuerpo se presiona firmemente contra el mío, mientras la agarro, ayudándola
a llegar allí.
—Puedo sentirte —susurra—. Te quiero tanto dentro de mí… profundo,
golpeando ese dolor justo ahí.
Un ruido gutural desgarra mi garganta, y hundo mi cara en el espacio entre
su hombro y su cuello, rodeándome de su calor y su esencia. Mis manos la fijan
duro hacia mí mientras empujo una última vez y me libero en mis boxers.
El sensitivo latido palpita desde la cabeza de mi polla hasta los dedos de mis
pies, extendiéndose, llevando la réplica de mi orgasmo por mi cuerpo como una
ola. Y luego Mel se estrella contra mí, quebrándose, mordiendo su labio, con su
cuerpo tenso mientras se viene. Envuelvo mis brazos a su alrededor, egoístamente
queriendo sentirla venirse tan cerca como me es posible.
Su cabeza descansa ligeramente en mi hombro, sus respiraciones salen con
dificultad, su calor acaricia mi piel. —Eso fue tan ridículamente caliente —jadea.
A pesar de la conmoción en mi sistema, sonrío. Fue más allá de caliente.
Pero no sé cómo describirlo, así que me quedo en silencio. Escuchando su
respiración. Tengo miedo de moverme. De interrumpir la serenidad del momento.
No estoy seguro de si está sintiendo lo mismo que yo. Es más que sexual.
Más que solo enrollarnos. Es franco, es honesto decir que, incluso sin ese intenso
clímax, creo que no voy a experimentar eso con alguien más. Nunca.
Ese pensamiento me congela.
Cierro los ojos y maldigo internamente. Está drogada. Elevada casi hasta el
techo. Y cualquier cosa que tome de esta noche será velada por esa comprensión.
Cuando se endereza, buscando con sus ojos, probando, digo—: No le restes
178
Sus ojos oscuros se elevan, la pregunta la toma fuera de guardia, así que
escucho su ligero jadeo. —Quiero que digas algo en voz alta. Incluso si no lo dices
en serio. Solo di las palabras.
Lamo mis labios, deteniéndome para no besarla. En vez de eso, asiento. Sin
preguntas. Haría casi cualquier cosa por ella en este momento. —Di: No soy
responsable por la muerte de Hunter.
Mis cejas se arrugan, y sacudo la cabeza. —No. —No estoy seguro de lo que
está tratando de hacer, pero ha pedido una de las pocas cosas que no puedo hacer.
Ni siquiera por ella.
Eleva su mano para pasarla por mi mejilla. En este íntimo lapso de tiempo,
es posible que el mundo externo no exista. Es posible que, de alguna manera, no
sea responsable. Que quizás el destino sea una fuerza auténtica, y no haya nada
que hubiera podido hacer para prevenir su muerte. Que las acciones de Melody no
tuvieran nada que ver con lo que condujo a la muerte de su amiga
Pero más allá de esta burbuja, hay un mundo muy real, uno del que no
podemos escapar. Las acciones tienen consecuencias. Incluso si en tus sueños más
oscuros no pudieras haber predicho el dolor, el daño, la pérdida, cada acción tiene
una igual y una opuesta reacción. Esas son las leyes de la física, pero también son
las palabras que repiquetean dentro de mí a diario.
No quiero que ninguna de mis acciones le cause más daño a Mel del que ya
ha sufrido.
No estoy… completo. No puedo ofrecerle la vida que necesita para salir de
su rutina. Para estar sobria y en funcionamiento. Pensé que necesitaba mantenerme
alejado de ella por mi propio beneficio. Para mantenerme en el buen camino. Pero
ahora es evidente que es justo lo contrario.
Ella necesita alejarse de mí.
—Continuemos en otro momento —digo, y me da una mirada
cuestionadora—. En verdad debería ir… a limpiarme. —Bajo la mirada hacia mi
entrepierna.
Con una risa conocedora, dice—: Está bien... —Y se levanta, tomando su
ropa interior y colocándosela rápidamente—. De todas maneras necesito algo de
alcohol para calmarme. Ya regreso.
Mientras se dirige a la pequeña cocina, libero un suspiro. Le he dado más
180
que a cualquier otra persona; más de mi historia, de mí. Pero sigo conteniéndome.
Si puedo evitarlo, quiero impedirme ver esa expresión de desprecio en su
Página
Melody
Rápidamente me tomo dos chupitos de whisky. Tenía media botella
escondida debajo de mi fregadero para situaciones de emergencia como ésta.
Gracias a Dios.
Aunque traté de no consumir, la verdad es, que no había forma de manejar
a Jesse de cualquier otra manera. Nuestra circunstancia técnicamente no podía ser
“manejada”, pero sí la enfrentamos. Bueno, casi toda. El conflicto ha terminado,
puedo seguir adelante y tratar de hacer un control de daños. Tiene que asimilar el
hecho de que tengo cero intenciones de convertirme en su mujer.
Pero eso es para otro día, otra situación incómoda, no esta noche.
Para asegurarme, me tomo un trago directo de la botella antes de taparla y
devolver el licor a su lugar debajo del fregadero. Solo quiero desmayarme y no
pensar en lo que pasó hoy hasta que el sol abrasador de la mañana me despierte
para lidiar con la resaca del siglo.
Hoy ha sido uno de los días más largos de la historia.
Al entrar en la sala de estar, me detengo a mitad de camino. La barbilla de
181
Mierda.
Página
Dejo caer el teléfono como si fuera una serpiente lista para morder.
Jesse debió haber recibido noticias sobre su absolución hoy, y ni siquiera me
lo dijo. Borra eso. No le di la oportunidad de decirme. Eso es de lo que él quería
hablar en el bar, en el baño, pero, en mi ira, no lo escuché.
Sin embargo no me molesta. Es lo correcto, en última instancia. A pesar de
la mierda que hay entre nosotros, él no tiene la culpa de la muerte de Dar. Y se
merece obtener su completa absolución. Se lo ha ganado.
Todo mi ser ansía estar en la carretera. Viajar, montar, estar en un lugar que
no sea aquí. Pero le echo un vistazo a Boone, con la boca abierta en su sueño, con el
rostro tan pacíficamente inconsciente. Y sonrío.
No sé qué va a pasar si sigo con esta cosa de la libertad condicional. Si me
quedo en esta ciudad, con Boone. Podríamos luchar, pero puede ser que tengamos
también algunos momentos. No vamos a ver todo con claridad. Demonios, rara
vez vemos las cosas de frente. Pero…
No quiero dejarlo. Todavía no. Quiero ver lo que podría suceder si me
quedo. Si lo que pasó entre nosotros esta noche podría florecer en algo real. Se
sintió real. Y por primera vez en la historia, necesito algo real.
Con una última mirada a Boone, dirijo mi atención a mi teléfono y le escribo
un mensaje de texto a Tank.
Boone.
Echo un vistazo alrededor de la sala de estar y me fijo en el sofá, donde de
Página
alguna manera me quedé dormida a su lado. No está. Pero sus botas sí. Un golpe
en la cocina capta mi atención y mi corazón vibra con torpeza en el pecho.
Tirando de mis vaqueros sobre mis caderas, los abotono y me dirijo a la
cocina. Me peino con los dedos mi nido de ratas, abro la boca para decir hola, y me
detengo.
Boone está sentado en el bar con una botella casi vacía de whiskey. Un vaso
con un chorrito de licor ámbar ante él. Su cabeza enterrada en las palmas. Dedos
enredados en su cabello rubio.
Presa del pánico, saco a relucir el recuerdo de lo que hice con lo último de la
metanfetamina que tenía en el cuarto de baño. Solo había restos de polvo en la
bolsa de plástico... pero no podría soportarlo si tuve algo que ver con que Boone se
droga. Después de haber estado sobrio desde hace... Arrugo mi cara, dándome
cuenta de que nunca le pregunté cuánto tiempo ha estado sin consumir sustancias
fuertes.
Pero todos mis pensamientos cesan cuando levanta la cabeza y me clava con
una mirada descuidada.
Con un asentimiento mental, recuerdo que escondí la bolsita muy al fondo
en la parte posterior del armario del baño. O bien no la encontró o no estuvo
buscando, porque está demasiado borracho para intoxicarse con otra cosa.
Empujo lass manos en mis bolsillos traseros y camino hacia él. —Así que, es
desayuno líquido esta mañana, ¿eh?
Sonríe y suelta una risa ligera. Al menos no es un borracho abusivo. O tal
vez todavía no ha bebido lo suficiente. Su tolerancia es, probablemente, nada de
nada, pero es un tipo grande. Unos vasos de whiskey no lo afectarán tanto.
—No es exactamente la hora del desayuno —dice.
Miro hacia las tres ventanas que recubren la pared de mi sala de estar. Está
aún muy oscuro afuera, pero es mañana. Y mierda, voy a llegar tarde al trabajo.
Pero no puedo dejarlo así nada más. Algo cambió desde el momento que hablamos
por última vez hasta esta mañana, y tiene que ser bastante importante si el héroe
de la sobriedad Boone Randall está emborrachándose a primera hora de la
mañana.
Y maldita sea, mi cabeza está martillando en este momento. Un trago de
184
whisky, un poco de pelo del perro, realmente ayudaría en este momento.
—¿A dónde vas? —Examina mi ropa.
Página
—¿A trabajar?
—¿Pensé que habías dicho que tenías el día libre?
Mi cabeza se sacude de nuevo, y me doy la vuelta y corro hacia mi teléfono.
Oh, por favor que sea mi cerebro con resaca, ruego. Cuando enciendo la pantalla, veo el
día: sábado. Tengo este fin de semana libre. Creo... y entonces voy al calendario,
revisando mi maldito horario.
Un suspiro de alivio, una rápida mirada de vuelta al borracho de Boone, y
todo ese alivio es aplastado.
—Buena memoria —le digo. Me acerco, saco el taburete a su lado, y tomo
asiento—. Eso hubiera sido vergonzoso; aparecer en el trabajo. Con una resaca
loca.
Empujando su vaso con los nudillos, lo desliza hacia mí. —Solo hay una
manera de no estar con resaca.
Alzo mis cejas. —¿Me estás animando a emborracharme? Amigo, este no es
el chico que he llegado a conocer y que me molesta tanto.
Me da un indicio de una sonrisa. Encogiéndose de hombros, agarra el vaso y
se toma el resto de su propio vaso con whiskey. Bajándolo con fuerza, dice—: Este
es el único día del año en que creo que voy a hacer una excepción.
Separo mis labios, preparada para probar un poco, pero decido no hacerlo.
Cualquiera que sea el problema, tiene que ser uno importante, y manejado con
delicadeza. Y no me siento como mi yo sutil de costumbre. Estoy fuera de mi
juego. Apenas he dormido y mi cabeza está matándome.
Y huelo a bar.
Quiero tanto tomar una ducha y reiniciar esta mañana, pero a medida que
veo Boone servirse otro trago, tengo miedo de dejarlo solo. Podría irse, o cerrarse,
o levantar esas paredes a su alrededor, las que, por cualquier razón, han parecido
descender por este raro momento.
No tengo otra opción.
Deslizándome del taburete, me dirijo a mi escondite de vodka de repuesto.
No es mi primera opción, pero funciona bien en un aprieto. Suzie me lo dio como
regalo de despedida mi primera noche fuera de la rehabilitación. Pero reconozco
que no lo compró para mí, ni lo envolvió, lo sacó justo del estante de licor detrás de
185
Boone. Agarro la botella de vodka sin abrir y una copa, y me reúno con él en el
mostrador. —La reserva —le digo—. Por si acaso.
Se ríe. —En realidad pensé que salir contigo podría mantener mi mente
demasiado ocupada para pensar. Mantenerme preocupado, centrado en ti... —se
calla—. Es curioso que tan bien nos mintamos a nosotros mismos. Ya casi me puse
justo en la boca del lobo.
Trato de no ofenderme, porque bueno, está justo en su propia boca del lobo
personal. Las drogas y el alcohol están rebosando aquí. Pero no debería tener que
ver y estar pendiente de todo el mundo. No soy responsable de él ni de sus
opciones. Eso sí que lo aprendí en mi breve paso por rehabilitación.
En su lugar, abro el vodka y me sirvo un pequeño chupito. Hago sonar mi
vaso contra el suyo y digo—: Por los lobos —antes de tomármelo de golpe. Mis
reflejos contra las nauseas entran en acción, mi garganta se engruesa, y me obligo a
tragar el líquido caliente y de sabor amargo.
Boone asiente y termina el resto del líquido ámbar en su propio vaso.
A medida que el vodka hace su magia, aliviando el latido en mis sienes y
por el momento, despejando la niebla, un poco de valentía me inunda. Miro hacia
adelante, a través de las ventanas, a la madrugada gris. El sol no está fuera por el
momento, pero el cielo se prepara para su entrada.
—¿Por qué es hoy la excepción? —pregunto. Me da un vistazo, con el ceño
fruncido—. ¿Por qué te pones subconscientemente en la boca del lobo? Quiero
decir, ya sabes cuando estás bien o no lo suficientemente fuerte como para resistir
la tentación. Me gustaría tener la culpa —retrocedo lo suficiente para pasar mi
mano sobre mi cuerpo como si fuera un escaparate de sexo caliente; él se ríe—,
pero no creo que nuestra cita tenga algo que ver con tu descarrilamiento, Boone.
No voy a tomar esa bala.
Con una exhalación forzada, se pasa la mano por el pelo. Luego por la cara.
Estoy segura de que se siente bastante insensible a estas alturas, físicamente. Pero
las líneas grabadas alrededor de sus ojos y su boca transmiten lo mucho que está
sufriendo internamente.
—Pensé que podría evitar el cumpleaños de Hunter —dice finalmente.
Mi corazón martillea en mi pecho. —Boone, ¿por qué demonios no lo
dijiste…? —Me detengo. Por alguna razón, tal vez es por la muerte reciente de Dar,
186
una conexión muy profunda. Algo que no puedo echar como una lección de vida.
Vivida y aprendida.
Página
Ya tengo una idea de lo que voy a ver cuando me levanto para ver mejor,
pero nada me prepara para la conmoción total a mi sistema. Nada.
Página
190
Página
Y mis heridas se reabren, rasgadas y saladas
Boone
Mi cabeza se encuentra desgarrada en las uniones, y el sol sangra dentro de
mi conciencia, sacándome de la pacífica inconsciencia.
Me incorporo rápidamente en la cama; pero no es la mía. Y por primera vez
desde que puedo recordar, no despierto en el tormento de la pesadilla. El cuerpito
sin vida de Hunter, extendido en esa enorme camilla de acero. El agujero negro me
agarra mientras lo miro fijamente, pálido y roto. Tan pequeño e indefenso. Solo un
bebé. Mientras trato de racionalizar de alguna manera el horror. Para que no sea
cierto.
Paso las manos por mi cara, sacudo la cabeza una vez, tratando de despertar
completamente. Estoy tan acostumbrado a la pesadilla, viviéndola cada noche,
cada mañana, que me siento casi culpable por no tenerla hoy.
Luego entiendo con perfecta claridad que estoy fuera de mi elemento. En la
cama de Melody, y que tomé un montón de Jack Daniels. Una respiración pesada
escapa de mis pulmones. Por supuesto, no sueñas cuando caes noqueado por el
alcohol. Sin embargo, por eso lo hice, ¿cierto? Por eso me emborraché cuando
desperté en el ataque de la pesadilla; habría sido el primer cumpleaños de Hunter,
191
una realidad tan desesperante que ya no podía manejar más el doblarme sobre mí
mismo.
Página
meto en mi cartera.
Página
cadáveres.
Pero eso fue antes de anoche.
Ahora, lucho con ese maldito degradante mensaje de texto a medio escribir,
intentando encontrar las palabras para expresarle a Melody... Mierda. No sé qué
decirle. Debí decirle toda la verdad sobre mi hijo antes de este momento. Antes de
que descubriera todo por su cuenta.
No estoy seguro de que el resultado hubiera cambiado. Seguiría sin querer
nada conmigo, pero era lo correcto. Me siento disgustado conmigo. Toda la mierda
sobre la que predico —honestidad, seguir los pasos, ser dueño de tu propia
mierda— y le fallé completamente.
En cambio, cambio el teclado de la pantalla y voy a mis contactos. Estoy
desesperado.
La voz de Jacquie se escucha por el auricular. —Boone, ¿estás bien?
Mi voz queda atascada en mi garganta. Nunca le había tomado la palabra a
Jacquie de llamarla si la necesitaba, pero en este momento, lo hago. Necesito a
alguien que me tranquilice.
—La perdí, y ni siquiera lo entiendo, Jacquie. —Tomo una respiración,
encontrando mi resolución—. Ni siquiera lo buscaba. Ella estaba ahí, y no pude
evitarlo. Quería el derecho de tener una oportunidad con ella.
—Boone, disminuye la velocidad. Primero dime si estás bien.
Odio causar el pánico en su voz. Jacquie no se merece el estrés, después de
todo lo que ha hecho por mí. —Sí, estoy bien. Me encuentro bien. Solo que la fecha
de hoy...
—Mierda —exclama. Y mis cejas se elevan—. Lo siento mucho. Lo tenía
marcado en mi calendario para recordarlo... Boone, lo siento mucho. ¿Dónde estás?
¿Te puedes reunir conmigo en algún lugar?
Paso mi lengua por los labios; mi boca se encuentra seca, y una punzada de
culpa golpea mi pecho sabiendo el por qué estoy aún tan deshidratado. —Jacquie,
lo arruiné. No le dije a Melody la verdad, aunque me dijiste que debía hacerlo. Que
cuente la historia real. Creo que está muy molesta, y no quiero que haga algo o
vaya a algún lugar donde podría meterse en problemas. No por mi causa, no por
mi estúpida mierda.
194
Melody
Mi juicio pudiera estar un poco erróneo, considerando que solo tuve tres
horas de sueño, y fue uno bastante duro, por cierto. Una noche llena de arranques
y seguido de una borrachera mañanera, no me da mucha confianza en cuanto a
mis decisiones, pero estoy corta de tiempo.
Jesse patea el neumático delantero de la Harley, una costumbre suya para
cuando está nervioso, porque, en serio, patear neumáticos no determinará si la
moto está o no en buen estado. —No es tan sólida como tu última moto, pero es
jodidamente buena para el precio.
No me mira cuando lo dice, guardando su orgullo. No me dejará tener un
buen vistazo del ojo negro que le dio Boone anoche. Solo siento una punzada de
culpa; ayer me dijo algunas cosas de mierda. Pero no voy a sacárselo en cara para
siempre.
Mi disculpa fue un mensaje para Tank. Así que pienso que estamos bien. A
ninguno de nosotros nos gusta arrastrar el drama. El pasado es pasado.
—Estoy de acuerdo —digo. Eso no es lo que me tiene estancada. Sino que
196
me encuentro confundida sobre qué debemos hacer después—. Dile que me la
llevaré.
Página
Miro a Jesse, y él por fin me mira, así que rebusco en sus ojos oscuros. Más
allá del moretón. Más allá del dolor. Él envió un último mensaje de texto,
desesperado por ganar mi atención, y funcionó. Tank conocía a un tipo tratando de
deshacerse de su Breakout, y que estaría en un taller solo por hoy.
Un trato de una sola vez.
A pesar de lo que decida después, voy a necesitar una moto. Es cuestión de
tiempo.
Jesse asiente y se va hacia donde el viejo motorista se encuentra hablando
con Tank. Normalmente me ocupo de mis propios asuntos, pero hoy no tengo
ganas. Y si Jesse siente que esta es su manera de hacer algún tipo de enmienda,
bien. Le dejaré salirse con la suya esta vez.
Pasando mi pierna sobre el asiento, me siento en la cima de mi nueva moto,
probando como se siente. Una inmediata diferencia notada suscita una profunda
tristeza dentro de mí. Falta el asiento personalizado de Dar.
Todo está mal. Mal, pero nunca podrá volver a estar bien.
Antes de que pueda perderme en mis pensamientos, mi teléfono vibra
contra mi trasero. Meto la mano en mi bolsillo trasero. Tengo un dedo listo para
enviarlo al correo de voz, temiendo ver el nombre de Boone en la pantalla. Pero no
es él.
El nombre de mi oficial de probatoria parpadea en sintonía con la vibración.
Además de Boone, en realidad, ella es la última persona con la cual quiero hablar
en estos momentos. Ya sé que me encuentro a punto de violar mi probatoria, sin
importar lo que decida al final. Y no necesito el recordatorio pesado de que estoy a
punto de ser una mujer cazada.
De acuerdo, eso es una exageración. No sé cuál es la consecuencia por violar
mi probatoria, pero me encuentro segura de que no es un viaje a Disney.
Con un gemido, contesto mi llamada—: Hola, Jacquie.
—Melody, te llamo para corroborar y hacerte saber que cambié nuestra cita
programada para el lunes.
Directo al punto. Esta mujer no se anda por las ramas. —Uh, no creo que
vaya a poder ir. Tengo que trabajar. —Y salir jodidamente de aquí.
—Melody —dice nuevamente y escucho la tensión en su voz—. Me han
dado algunas noticias alarmantes y quiero verificar que no sean ciertas.
197
está muy preocupada por ti. Creen que consideras dejar Florida. Y sabes que eso
sería una violación a tu probatoria. Serías enviada a juicio nuevamente, y en ese
caso es posible que vuelvas a Stoney Creek, o peor, vayas a prisión por un tiempo.
Mierda. Me siento derecha en el asiento y mi cuerpo completo se desinfla.
Mientras la comprensión de mi pobre realidad se asienta sobre mí, lo que dijo
comienza a entrar sobre mi miedo a estar comprometida. —Espera, ¿quién dijo
esto?
Ante su vacilación, veo rojo. Por supuesto que Boone y yo tendríamos el
mismo oficial. Y claro, ella sería una de las aficionadas de Boone. Me río en voz
alta, ni siquiera escuchando su respuesta. Oh, los destinos. Son unas perras un
poco difíciles.
—Jacquie, no voy a mentir y decir que eso no ha pasado por mi mente —
digo, cortando su discurso—. Pero por favor dile a Boone que esto no tiene nada
que ver con él, ¿de acuerdo? No soy alguien que se pueda establecer.
Se queda callada por un momento. Entonces habla—: Boone y tú tienen muy
pocas posibilidades, seré la segunda en admitirlo, después de ti. Pero no es
imposible, Melody. Él necesita decirte la verdad y sí, probablemente ya debería
habértelo dicho, pero debes saber al menos, que él no mató su hijo.
Estoy sorprendida.
Mi boca cuelga abierta, incapaz de formar palabras coherentes. No puedo
creer que mi oficial esté diciéndome esto sobre uno de sus casos. —No creía que él
lo haya he… —Exhalo, con mi pecho demasiado pesado—. Jacquie, incluso si lo
hubiera hecho ese no es el motivo. Mira, él tuvo un bebé. Un bebé. Un pequeño ser.
Y murió. Ese es el peor tipo de tortura que se puede soportar. Esa pena…. Tiene
que ser un infierno para él.
—Lo es —me interrumpe.
—Claro. No lo puedo arreglar para él. Ni siquiera puedo hacerlo bien.
Infiernos, tengo tanto desorden en mi propia vida, soy lo peor que le pudo pasar.
Es un buen chico, en serio. Y encontrará a una chica que será lo que él necesita en
su vida. Pero ella no soy yo. —Me encojo de hombros, con mi cuerpo totalmente
cargado.
—Es únicamente tu elección, Melody. Es tu derecho.
Siento como si me estuvieran mintiendo de alguna manera, pero no imagino
198
a Jacquie como la chica astuta. Mis propias emociones me confunden. —Gracias.
Escucha, no me voy a ir de Florida —miento, pero por lo que ella sabe, es la
verdad—. Es solo que no puedo seguir por aquí. Volveré a tiempo para nuestra
Página
reunión de costumbre.
Suspira. —Ten cuidado. Te veo la siguiente semana. Y Melody, trata de
hacer algo diferente, como hablamos. Al menos dile las razones. No desaparezcas
sin más.
La línea hace clic, colgada, antes de que pueda responder. Miro al teléfono
en mi mano como si fuera una granada. Esperando que explote y me diezme con la
siguiente llamada. Podría ser de Boone, y todavía así no tengo el coraje como para
escuchar su voz. Decirle cualquier cosa.
—Es toda tuya.
La voz de Jesse me saca del momento y levanto la mirada. Sonríe de manera
diabólica; esa sonrisa que te hace bajar tus bragas. Eso me duele más que todo,
todo lo que tuvimos, se acabó. Y por más difícil que es de admitir, también hay un
cierto nivel de libertad en ese conocimiento. Tengo el derecho de decidir mi futuro.
—Jess, ¿cuánto te debo? —Busco en mi bolso, pero él alza la mano.
—Cubrí el resto. Conserva lo demás.
Mi pecho se aprieta. No quiero deberle nada. —En verdad debería pag….
—Mel, no te voy a dejar. Sé que lo jodí… demasiado. Mierda, ni siquiera
puedo arreglarlo. Nada. —Escucho mis propios pensamientos sobre mi situación
con Boone en las palabras Jesse. ¿Todos los adictos piensan que tenemos control
sobre las personas o sucesos? ¿Qué somos poderosos?
Es que no es cierto.
Pero es aún más difícil hacerte creer en la verdad.
Jess reposa sus manos en el manillar, inclinándose sobre ellos, cerca de mí.
—Lo jodí esa noche.
Sacudo la cabeza, pero él sigue adelante. —Sí. Lo hice. Lo jodí en grande.
Quería hacerte mía tanto que… no pude escuchar un no, Mel. Era y soy un hombre
desesperado por ti. —Traga, el duro nudo en su garganta moviéndose como si
fuera a ahogarlo—. Es solo una excusa patética. No merezco tu perdón, pero
seguro de que moveré mi trasero para ganarlo si solo me das esa oportunidad.
Sujetando su mirada, en este momento, puedo mirar a nuestro futuro. Por
199
201
Página
Ningún sacrificio es demasiado profundo
Boone
Día tres.
Comenzar otra vez sobrio… uno pensaría que cada vez se hace más fácil. Al
haberlo hecho antes, debería estar memorizado. Pero es lo contrario.
Tienes las herramientas, sabes cómo utilizarlas para ponerlas a funcionar,
para reconstruir. Pero se sienten menos efectivas cada vez que tienes que comenzar
el proceso de construcción completamente. Como arrastrar tu trasero al trabajo.
Haces los movimientos, esperando que todo caiga en su lugar.
La culpa se halla ahí. La culpa, el odio a sí mismo, el aislamiento, todo
cuenta. Pero esos no son los cimientos. Son muros que se utilizan para encerrarse
dentro a uno mismo, lejos del mundo.
Mi casa ha hecho bien ese trabajo desde la muerte de Hunter. Dejé de beber,
hice los pasos, construí la casa, pero me olvidé de las puertas y ventanas. Y los
cimientos.
El perdón.
Debes estar dispuesto a perdonarte a ti mismo con el fin de abrirte a la
202
recuperación.
Sé esto de corazón, lo he escuchado repetirse una y otra vez en las
Página
203
Página
Solo cuando los corazones egoístas se rompen
Melody
La ciudad de Nueva York no es mi primera elección de destino en una
misión de búsqueda de conciencia, pero para este viaje en particular, hay una
persona que puede ayudar.
Por lo último que leí en uno de sus correos electrónicos, Sam se mudó a una
casa de piedra rojiza en East Village, cerca de la Universidad de Nueva York. Hizo
que su deseo de ir a la universidad de sus sueños se cumpliera. Y estoy feliz por
ella, pero me alegro de haberme tomado un minuto para leerlo en sus cartas antes
de recorrer las tierras bajas de Carolina del Sur en su busca.
Casi me puse loca cuando vi sus palabras en negrita: ¡Ciudad de Nueva
York! Santo infierno, ese es un largo camino en moto.
La verdad es que esta visita está desde hace mucho tiempo atrasada, así que
me armé de fuerza para hacer el viaje. La dejé esperando por mucho tiempo, ni una
palabra de mí, sin explicación por mi repentina desaparición, y eso fue algo malo.
Independientemente de si tuviera una razón o no.
Solo deseo no haber salido con una verdadera resaca.
204
Pero Sam merece enterarse sobre Dar en persona, no por teléfono. Ni por
correo electrónico, ni un mensaje de texto. Y necesito alguien con quien pueda
Página
contar para decírmelo con franqueza. Ella es la única otra mujer en mi vida que
considero digna de consejo además de Dar, y tampoco puedo perder a Sam.
Acelerando un poco más, empujo el motor de mi nueva moto más fuerte
mientras subo al puente. El horizonte de la ciudad de Nueva York se abre a mi
alrededor, edificios atraviesan el mullido blanco y azul, elevándose más y más
mientras conduzco sobre el puente. No creí que incluso llegaría al punto medio de
este viaje.
Siempre me he sentido orgullosa del hecho de que era solitaria. Un uno por
ciento. La carretera era mi compañera, y todo ese rollo. Eso es porque Dar fue
siempre más una parte de mí que una persona separada por completo. Esta es la
primera vez desde que me escapé de mi ciudad natal que he viajado a cualquier
distancia real yo sola.
Incluso si tuve que parar un par de veces; conseguir una habitación, alejar el
pánico. Dormir, convencerme a mí misma para continuar; he pasado todo este
viaje sola.
Cuando se hizo demasiado —las ansías de una raya, la necesidad de perder
toda conciencia en una botella— me detuve directo en algún pueblo pequeño fuera
del camino de la ciudad en Virginia, y me hice amiga de esta muy pequeña anciana
que dirigía un alojamiento y desayuno. Su esposo había muerto hace poco, y ella
me preguntó si quería un trabajo.
Me quedé todo el día allí, la ayudé a salir adelante, hice algo de dinero
rápido, y verdaderamente luché con el hecho de si quería irme. Es la primera vez
que no sabía lo que quería. ¿Me quedaría por miedo o porque sería un inteligente y
nuevo comienzo?
¿Tenía miedo de que no pudiera entrar ilegalmente ahí por mi cuenta?
¿Lamentaría violar la libertad condicional, al estar huyendo para siempre?
¿Al evitar Florida como la peste?
Es como si un extraterrestre se hubiera instalado en mi interior, girando y
arrancando palancas en mi cerebro, confundiéndome muchísimo. Con mis propios
sentimientos y pensamientos tan extraños; decidí, finalmente, que si todavía no me
conocía a mí misma, entonces no podría parar allí.
Tenía que seguir.
205
Y ese es un jodido pensamiento aterrador; no conocer tu propia maldita
identidad. Tus verdaderos deseos, necesidades, temores. De todas las cosas en mal
estado en mi vida, pensé que tenía esa cubierta. Pero estoy descubriendo que es la
Página
Mi mirada capta el tatuaje del árbol muerto en la muñeca de Sam. Las ramas
desnudas llegan hacia su antebrazo. Cómo me perdí la conexión entre el talismán
de Darla y Sam, no lo sé. Estaba tan perdida en mi propia negación emocional. En
la muerte de Dar, en la participación de Jesse, de la mía. De todo.
Es un milagro que mi psique no se fracturara la primera noche de
abstinencia en rehabilitación.
—A lo que quiero llegar, es que le envié esto a Darla con un recordatorio de
lo que hablamos.
Ante mi mirada confusa, sonríe, solo que está llena de tanto dolor. —Hace
un tiempo —dice—, me di cuenta de este vínculo entre los árboles muertos y yo.
Holden se había imprimido él mismo tan profundamente en mí que, no importaba
cuanto tratara de ser la mujer que no lo amaba, que no se rompía cuando pensaba
en nosotros, todo lo que hice y todo a mi alrededor parecía resonar con la muerte
dentro de los árboles que tanto amaba. Pero... realmente, no fue una muerte la que
nos unió. Amaba a su hermano. Me preocupaba tanto por Tyler, como mi mejor
amigo y amante, y podríamos haber hecho una vida juntos. No hay una verdadera
persona para nosotros, ni una especial alma gemela. Podemos encontrar diferentes
niveles de amor y comprensión y conexión en un millón de maneras diferentes,
con cualquier número de personas.
Hace una pausa, permitiendo que el árbol de plata caiga de sus dedos.
Coloca una mano sobre mi regazo, y envuelve sus dedos alrededor de los míos a lo
alto de mi muslo. —Pero estaba destinada a amar a Holden, y él estaba destinado a
completarme de una manera sin igual. Después de que murió Tyler, pensé que era
como el duramen de un árbol, la parte muerta. Pero hay un duramen muy especial
que es cualquier cosa menos muerta; vive. Una anomalía de vida que florece en
medio de tanta descomposición, putrefacción y ruina. La destrucción acabando el
árbol no toca esto. Se defiende y gana. Incluso prospera. Y la recompensa es algo
tan sorprendente que la naturaleza tiene que parar sus manos del tiempo solo para
reconocer a ese maravillosamente obstinado árbol.
No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que un cálido goteo baja por
mis mejillas. Son lágrimas silenciosas, un dolor profundo tan dolorosamente crudo
en mi pecho con el que tengo que luchar para respirar. Pero cuando llega el aliento
frío, una iluminación pura se derrama sobre mí, liberando. Liberándome de una
manera tan simple.
—Y dicen que yo soy la poeta. —Sonrío, mientras la humedad en mi cara se
extiende por las grietas de mis labios. Las limpio, y la mano de Sam sigue a la mía.
211
a mi pecho ante sus palabras—. ¿Hay alguna manera de que con el tiempo todo
este dolor y auto-abuso que ambos se infligieron, la muerte que ha tomado mucho
de sus vidas, podría recuperarse en un duramen vivo?
Lamo mis labios agrietados, desesperados por la humedad escapándose de
mis ojos. —No es imposible. Creo que podría aprender a amarlo de la manera
correcta. Y tal vez él podría incluso curarse lo suficiente como para amarme
también.
Los ojos de Sam imploran. —Entonces es el momento de abandonar a los
fantasmas —dice, asintiendo hacia mis brazos. El rastro de las bien nacidas marcas,
algunas desvanecidas, algunas nuevas—. El tuyo es solo un poco más figurativo
que el mío. —Me da un guiño.
Y a pesar de la gravedad de su declaración, porque yo, literalmente, soy
testigo de la batalla de su fantasma, encuentra la manera de remover e incluso
aclarar el significado para mí. Tengo fantasmas. Me clavo la aguja en el brazo,
aspiro la raya de coca en la nariz, llevo la bebida a la boca, tratando cada día de
hacerlos desaparecer.
Para engañar a mi existencia desolada en la creencia de que es cualquier
cosa menos decaída. Viajo duramente. Vivo duramente. Lucho contra mis
demonios con obstinada determinación pura y no voy a sucumbir. Pero estoy tan
cansada de luchar...
Después de perder a Dar, esa lucha que nació de la valentía se transformó
en una guerra de rabia que me va a poner a dos metros bajo tierra. No puedo
ganar. No con las armas con las que me equipado. Son auto-destructivas.
—Tengo que llamarlo —digo de repente—. Lo dejé, simplemente me fui.
Debe pensar que es su culpa. Que no podía aceptarlo, o que no podía hacer frente a
su nivel de dolor.
Sam se sienta de nuevo, exhalando un largo suspiro. —Es necesario que lo
llames porque, sinceramente, debe pensar que lo culpas por la muerte de su hijo,
Mel.
Siento que mi rostro palidece. —¿Qué? Sé que no es responsable.
Levanta las cejas. —Por la forma en que te largaste, con lo último que te
admitió y luego viendo esa foto... sí. Creo que esa es una suposición segura.
Una sensación nauseabunda irrita mi estómago. Me trago el dolor horrible
212
descendiendo por la fosa. Antes de que pueda torturarme por más tiempo, me
dirijo directamente a mi mochila y hurgo en busca de mi teléfono. No hay mensajes
de él. Ni llamadas.
Página
214
Página
Repara y remienda, la fisura avanza
Boone
Sin comprobar las notificaciones, apago mi teléfono y lo guardo en mi
bolsillo. Los mensajes de Jacquie empezaban a debilitar mi resolución. Me
sorprendió que no enviara a alguien a cazarme, no es que siga teniendo reuniones
obligatorias, pero la audiencia previa al juicio para resolver el incidente del tipo
Miata es esta semana. Y no he vuelto a comprobarlo con ella ni una vez.
No quiero escuchar la preocupación o el miedo en su voz.
Stoney tampoco ha visto mi cara desde la semana pasada. También es una
buena cosa. No sería capaz de lograr hablar con todos esos ojos recorriendo los
moretones y cortes. Demonios, de todos modos no sería capaz de soportarlo por
mucho tiempo. No con la paliza que he soportado los últimos días.
Mejor esperar hasta que las cosas se calmen. Pronto, estaré demasiado
golpeado para pensar, luego llegará la paz, la aceptación. Y más tarde la
reconstrucción. Arrastraré mi trasero de nuevo a Stoney, le pediré disculpas a
Jacquie, y tomaré cualquier castigo que venga hacia mí.
Pero ahora, paso por debajo de esta cuerda y me muevo hasta que queman
215
mis brazos. Consigo noquear los locos pensamientos en mi cabeza hasta que se
encuentren maltrechos y rotos, antes de que corten mi cabeza y la abran del todo.
Me siento tan cansado de pensar en Mel, en Hunter, una solución... de todo.
Página
sencillamente bueno. Cierro los ojos, dejando que el sonido me envuelva como un
capullo. Una especie de tranquilidad inevitable.
Página
Melody
La húmeda noche de Florida se hace más caliente por el montón de cuerpos
que compiten por una buena posición para ver el ring. Me muevo a través de la
casa llena de gente, ya que mi destino está muy cerca.
El avión tocó tierra hace un poco más de media hora, y fue un vuelo sin
escalas de dos horas y media. Cuando Sam y Holden lleguen aquí, les debo un
enorme fajo de efectivo por eso. No fue barato.
Pero en este momento, mi único pensamiento es Boone. Todo el viaje en taxi
hasta aquí, tuve mi estómago lleno de nudos, y mi sexto sentido me retorcía el
interior, solo para hacerme saber que algo va mal. Por favor, que haya llegado a
tiempo.
Subo, tratando de obtener una visión del ring en el centro del patio trasero
de Nickle. En realidad estoy rezando para no ver a Boone en ningún lugar cerca de
aquí y que él esté en su apartamento, viendo la aburrida televisión. O en Stoney,
buscando proyectos obsesivos y constructivos para ocupar su tiempo sobrio.
Pero esas esperanzas se hacen añicos en el momento en que diviso el ring
218
Boone está cerca del borde de la cuerda, encorvado. Y, oh, Dios mío, el chico
contra el que está luchando es un Neanderthal.
Página
Intentando bloquear el ataque, Boone lleva los brazos hacia arriba, pero es
muy lento. Miro el golpe en cámara lenta, viendo el enorme puño conectarse a su
garganta y, mi estómago toca fondo.
Boone cae a la lona.
Estoy gritando ahora, súplicas y amenazas a los que me rodean para que se
muevan. Mi voz sale rasgada al tiempo que trato de llegar a Boone.
El ring oscila a causa de la gente, todos rodeando a Boone y bloqueando mi
punto de vista. Me abro paso entre la multitud, con el pecho dolorido y mi corazón
martilleando. No estoy segura si debo parar y llamar al 911; si será demasiado
tarde para cuando llegue a él. Si debería conseguirle ayuda.
Hay gente agachada y de rodillas hacia el ring. Mi corazón late al mismo
tiempo que el dolor golpea mi cabeza, y le grito a la multitud, exigiendo que me
dejen pasar.
Dejo caer mi bolso sobre la lona y alcanzo la cuerda. Me impulso dentro del
ring, y sin pedir permiso, me arrastro directo a través de la gente hacia Boone. La
mano de alguien intenta echarme atrás, y estoy tentada a morderla, pero mi único
objetivo está puesto en un Boone inconsciente tumbado de espaldas, con los ojos
cerrados y sin respirar.
No. No. No.
Algún tipo de paramédico se inclina sobre él, comprobando sus signos
vitales. —Quédate atrás —me dice.
—¿Tiene licencia? —pregunto, con voz temblorosa. Pongo la mano en el
brazo de Boone. Está empapado en sudor y su piel es demasiada fría. Mis ojos
escanean los muchos moretones que cubren su cara y cuerpo.
El paramédico no responde a mi pregunta. Mete la mano en su bolso y saca
una especie de tubo de respiración con una placa frontal. Lo coloca sobre la boca y
la nariz de Boone, luego bombea el dispositivo, forzando el aire a sus pulmones.
Mi instinto está en llamas, exigiendo pedir ayuda real. Miro hacia atrás a mi
mochila, lista para recurrir a mi teléfono, justo cuando un jadeo brusco me hace
girar. El pecho de Boone se estremece cuando tose, luego sus ojos parpadean y
permanecen abiertos.
—¡Boone! ¿Puedes oírme? Estoy aquí. —Apoyo la mano en el lado de su
cara mientras el paramédico aparta el dispositivo, entonces apoya los dedos en la
219
observado, pero todo lo que puedo hacer es seguirlos, mientras lo llevan fuera del
ring y por medio de la multitud.
Página
Me permite quitar la cinta e inspeccionar los daños. Sus nudillos están casi
negros. Siento la bilis en la garganta pero la trago. —No puedo entender por qué te
Página
222
—Un baño caliente, unos paquetes de hielo, sueño y voy a estar bien, Mel.
—Se apoya en la puerta, luciendo como si estuviera a punto de desmayarse.
—Vamos a tener que dejar algo claro —le digo, empujando la puerta. Paso
su brazo por mi hombro cuando entramos—. Estoy a cargo aquí, ¿de acuerdo? Así
que escúchame siempre y esto va a funcionar muy bien.
Él se ríe, luego se estremece. —Mierda, mis costillas se sienten como cristal
roto.
—Bueno, eso es lo que pasa cuando dejas que ogros te utilicen como un saco
de boxeo. —Nos dirijo hasta el sofá, y Boone se tira en el cojín.
Mirando alrededor con nerviosismo y tratando de averiguar lo que necesita,
le digo—: Voy a preparar un baño. Pero no creo que el agua caliente sea buena...
para la hinchazón. —Voy hacia el baño, con el corazón en la garganta.
De alguna manera, lo convencí de que, al menos, volviera a mi apartamento
para que pudiera cuidar de él durante la noche. No va a ir al hospital, idiota terco.
Incluso sugerí que el taxi nos dejara en Stoney. Tienen médicos, y todo el mundo lo
conoce allí. Lo quieren allí. Pueden ayudarle.
Pero no quiere empañar su imagen. Todavía está preocupado por cómo lo
ve la gente; la ilusión. O tal vez recibió demasiados golpes en la cabeza. En
cualquier caso, si el dolor se vuelve insoportable, mañana voy a arrastrar su culo a
algún lugar.
Le doy la vuelta al grifo y dejo pasar el agua fría sobre mi mano. Sentada en
el borde de la bañera, miro fijamente los azulejos, mientras me llenan demasiados
pensamientos, preguntas e incertidumbres.
Lo escucho entrar, y levanto la mirada. —Está bien —dice. Baja la tapa del
inodoro y se sienta, ahora sin camisa, pero mantuvo puesto sus pantalones cortos
de lucha manchados de sangre—. Sé por qué te fuiste, y lo entiendo. No me debes
una disculpa, y no tienes que explicarte. Debí haberlo dicho desde el principio.
Niego con la cabeza. —No vayas allí. Ya estamos más allá de todo eso, ¿de
acuerdo? Cualquiera que sea la culpa que albergues, yo sé que veo la verdad. —Lo
miro; mi mirada sostiene la suya, inquebrantable—. Solo quiero que me respondas
una cosa.
Rodea su estómago con un brazo, preparándose mientras se inclina más a
223
mí. —¿Qué?
—La historia que cuentas en Stoney, se trata de Hunter, no de ti. Son los
Página
padres drogadictos de Hunter los que estaban destrozados, pero el niño no se alejó
de ese accidente, ¿verdad?
La garganta de Boone se mueve mientras traga saliva, con la cara tensa por
el esfuerzo y el dolor. —Sí. Es cómo me gustaría que terminara la historia en
realidad.
Asiento lentamente. —Entonces eso es todo lo que necesito saber.
Su boca se abre, listo para añadir algo, pero me pongo de pie y presiono mis
dedos sobre sus labios. —Vamos a meterte en la bañera. Hueles a pelea de patio
trasero.
A pesar de que su deseo de dejar las cosas claras es algo importante para él,
no dice una palabra más. Bajo la mano, y me permite ayudarlo a ponerse de pie.
Cuando examino los daños causados en su cuerpo, las ronchas rojas, moretones
oscuros y raspaduras; paso mis manos a lo largo de su piel. Sus abdominales. Su
pecho. Sintiendo los huesos rotos o puntos tiernos sensibles al tacto.
Él acepta mi examen de su cuerpo con los músculos tensos. Después de
hacer la conexión con él y Hunter, la historia que cuenta en Stoney, entiendo por
qué eligió el celibato. Por qué eligió, en cambio, aceptar el contacto del dolor más
que de afecto.
La noche en que su hijo fue asesinado en ese accidente, él estaba fuera
drogándose y echando un polvo. Lo cual, en sí mismo no es un delito. Pero
mientras que su hijo tomaba su última respiración dificultosa, Boone jadeaba de
placer. Para él, este fue el último error, y necesitaba hacer algo bueno.
Tenía que encontrar una manera de no ser esa persona egoísta que solo
piensa en sí mismo y sus deseos. Su placer, su dosis; ya sea drogas o el sexo. Ahora
lo entiendo. Y pienso en ese momento que compartimos en mi sofá y ojalá lo
hubiese sabido entonces.
Hubiera sido más delicada. O tal vez le hubiera dicho cómo sus caricias
liberaron un deseo enterrado tan profundo dentro de mí que no sabía que existía.
Eso fue más que una liberación; era una conexión que nunca había experimentado
con nadie.
Pero en este momento, solo quiero que mi contacto le transmita mi respeto
por él.
224
—Melody... —Su voz es ronca y cruda. Levanto la vista y sus ojos están
cerrados. Su mandíbula tensa—. No sé si alguna vez no voy a sentirme culpable...
No fui muy bueno con Ashely, la mamá de Hunter. Incluso si no éramos una
Página
pareja, técnicamente... Debería haber estado allí para ella. Ayudarla mucho más.
Estoy muy seguro de que no debería haber salido cuando me pidió que me llevara
a nuestro hijo por una noche. —Abre los ojos, y puedo ver su dolor derramándose
a través de cada vena irritada nublándolos—. No sé si alguna vez podré estar
simplemente contigo sin la vergüenza que sigue... —se calla.
—Shh —le susurro—. Un paso a la vez, ¿no? —Traga saliva audiblemente, y
pongo mi mano en la suya—. No espero nada más. Un día, un minuto, un segundo
a la vez.
Apretando mi agarre, lo llevo hacia la bañera, luego alcanzo los cordones de
sus pantalones cortos. Me permite desatarlos, y deslizo mis dedos por debajo de la
cintura. Deslizando hacia abajo a lo largo de los músculos duros y definidos de su
vientre bajo.
Bajo sus boxers, y caigo lentamente para encontrarme con sus pantalones
cortos alrededor de sus tobillos. Oigo su fuerte inhalación cuando mi cuerpo lo
roza ligeramente. Pero esto no se trata de sexo. Sino de mí cuidándolo, confiando
en él y que me permita cuidar de él.
Con un gruñido, camina por el borde de la bañera y se mete en el agua.
—¿Demasiado caliente? —pregunto, ajustando la temperatura.
Niega con la cabeza. No dice nada, pero me asusta que su dolor sea
demasiado intenso. Voy rápidamente hacia el armario y busco un paño limpio
desde el revoltijo de ropa de cama.
Cuando me doy la vuelta, la mirada de Boone está fija en mí. —Te quiero
aquí conmigo.
225
Página
Y me quemo, iluminada por tu antorcha
Boone
Melody se queda de pie congelada, con una toallita en su mano. Sus ojos me
enfrentan con una mirada de complicidad.
Desde el primer momento en que me tocó en este cuartito de baño ridículo,
he estado contando los segundos hasta hacer combustión. Cada terminación
nerviosa en mi cuerpo está gritando de dolor, pero es un rugido lejano comparado
con el deseo de tocar su suave piel. Probar su dulzura. Sentir su cuerpo contra el
mío.
Me levanto de la bañera, con mis piernas doloridas, pero voy a buscarla si
me hace esperar más.
Traga y se lame los labios, y doblo mis manos en puños.
Nunca he rogado por nada.
Nunca.
Pero si no me toca en este momento, en este segundo… Caeré de rodillas. Y
la retaré a darme solo una mirada que diga que ella es mía.
226
—Estás herido —dice.
—No me importa. —Y es así. Después de sufrir los últimos días sin ella, sin
Página
algo; que es lo que se necesita para hacerla correrse más fuertemente de lo que
nunca lo ha hecho antes.
Frenando mis movimientos, paso la palma de mi mano a lo largo de la parte
interna de su muslo, moviendo mi dedo sobre sus suaves labios, deslizándolo entre
ellos. Toma una respiración rápida, y empujo mi dedo en su interior. Su calor y
humedad me rodea, y mi polla se muere por sentirla.
Presionando mi boca sobre ella, la beso suavemente, deslizando mi dedo
por su carne hinchada mientras empujo su muslo más arriba, abriéndola para mí.
Mi lengua traza sus labios, haciéndola temblar contra mí, hasta que encuentro el
punto que hace que su agarre se apriete en mi cabello. Y su muslo se estremezca.
Deslizo un segundo dedo, pasando mi lengua a lo largo de su clítoris, hasta
que su respiración se intensifica.
—Boone… por favor. Quiero correrme contigo dentro de mí.
Deteniéndome solo el tiempo suficiente para encontrar sus ojos, digo—: Te
vas a correr para mí ahora. Y te vas a correr para mí de nuevo cuando te llene. —
Empujo mis dedos más profundamente y la succiono en mi boca.
Ya no tengo huesos ni carne; las contusiones y la fractura de las costillas
fueron reemplazadas por puntos de placer. Como si hubiera cambiado cada
pedazo roto en mí por un ser intangible cuyo único propósito es adorar a esta
mujer.
Sus caderas se sacuden contra mí mientras masajeo, trabajando mis dedos
más rápido, llevándola más cerca del borde con mi boca. Agarro su cadera con una
mano, necesitando que no pierda el equilibrio, esperando poder mantenerla en esta
posición mientras gime, y sus piernas tiemblan. Est{ tan húmeda… Oh, mierda, mi
polla está tan dura como una piedra, palpitando contra mi muslo.
Luego ella se tensa. Sus paredes se contraen alrededor de mis dedos. Y en
tanto se corre, detengo mis movimientos, saboreando su dulce sabor, su clímax
entrecortado, llevándome sobre el borde con ella.
No me detengo allí. Me pongo de pie y la alzo en mis brazos, envolviendo
sus piernas alrededor de mis caderas mientras nos movemos hacia la bañera.
Sobran las palabras. El dolor es muy lejano. Mi hambre por ella elimina todo
pensamiento racional de mi cerebro.
Cuando sus pechos chocan contra mi pecho, y su húmedo e hinchado coño
228
se muele contra mi polla, mi único propósito, mi único deseo, es sumergirme en su
maravillosa calidez y así poder encontrar lo mismo en su interior.
Página
tener que cumplir cualquier promesa que le haya hecho a su amiga antes de que
pueda empezar a dejar el pasado atrás.
Página
233
Página
28 días después
Melody
Empujando mi ropa recién lavada en mi bolsa de basura, me quejo. —No
puedo creer que en realidad tenemos que salir con una condenada bolsa de basura.
Es tan… vulgar.
Una carcajada suena detrás de mí, y sonrío. —¿De verdad? —Tiro otro par
de vaqueros a la bolsa—. Vamos, enfermera Bridge, puedes hacerlo mejor que esto.
La enfermera Bridge arrebata la bolsa de basura de mi mano y me da una
fija mirada. —Sabes, he tenido algunos pacientes obstinados y de mal humor antes,
pero eres la peor, princesa. —Sacude la cabeza, toda seria, y no puedo evitar
sonreír.
—Sabes que me extrañarás. Admítelo.
Su sonrisa cae, y siento la gravedad de este momento presionándome, como
si la habitación estuviera encogiéndose, las paredes cerrándose.
Este es el momento.
—No te voy a extrañar —dice, dejando caer mi bolsa en la cama, luego
coloca las manos en puños sobre sus caderas anchas—. ¿Y sabes por qué? Porque
234
—¿En serio? —Ladea la cabeza—. Te lo dije una vez, tú eres diferente. Y que
me condenen si no demuestras precisamente eso. Es raro cuando un paciente que
ha sido obligado a rehabilitación da la vuelta y se readmita voluntariamente. Eso
no sucede con frecuencia, Mel. Y será mejor que no pierdas esta oportunidad, es
incluso mucho más raro.
Maldita sea. Voy a extrañar su modo de mamá grande. —Solo dímelo
directamente, ¿por qué no lo haces?
Se ríe. —¿Penetraría esa gruesa cabeza tuya, de otra manera?
Pongo los ojos en blanco. —Tengo una fina y bonita cabeza, gracias. —Echo
un vistazo alrededor de mi pequeña habitación; la misma que tenía antes cuando
fui admitida por primera vez. Pero esta vez, no me espantan sus paredes. No me
siento encerrada y aislada.
Un tipo diferente de miedo me envuelve. El de tener miedo de salir. No
estoy segura si puedo mantener mi mierda en orden del otro lado de ellas.
—Oye. —La enfermera Bridge corta mis pensamientos. La miro, y dice—:
Vas a estar bien, Mel. No hay nada que temer.
Con ese voto extra de confianza, sonrío y me dirijo a mi cama donde saco el
diario de entre mis colchones. Los poemas e historias que he pasado el último mes
creando. Los momentos que compartí con la gente en el camino, los instantes que
tuve, las lecciones aprendidas, los errores cometidos, está todo documentado.
Es mi vida, y es mi fundamento.
No sé lo que traerá el mañana, pero sí quiero un mañana. Si comprendo
cómo tener un mañana. Ese es mi objetivo final. Mi nuevo lema; el que recito
cuando siento que la ansiedad comienza a hundirme. Quiero vivir, y quiero ser tan
feliz como pueda en esta vida.
Mientras ato mi bolsa de basura, Ari entra a nuestra habitación, con los
brazos cruzados sobre su pecho. Ha ganado un poco de peso durante su estancia
prolongada aquí, y espero que cuando se transfiera a su nueva universidad,
continúe viéndose a sí misma como lo hago yo, hermosa e inteligente. Capaz.
Ella se mueve a mi lado y trae algo de detrás de su espalda. Un diario
rosado. —No podemos conseguir buenos regalos de despedida aquí —dice,
sacudiendo la cabeza—. Pero todavía quería que tuvieras algo de mí.
Acepto el regalo y lo abro en la primera página. Un poema escrito por ella, y
235
—No es nada —dice—. No hagas un alboroto por esto. Y lee el poema más
tarde. —Su delgado rostro se sonroja, y cierro el diario.
—Gracias. —Le doy una sonrisa tensa—. Y escucha, cuando te instales en tu
nueva escuela, si alguna vez necesitas algo... simplemente llama, ¿de acuerdo? Voy
a estar allí.
Asiente y sonríe, pero puedo ver la angustia enterrada justo por debajo. La
preocupación de tener que volver a casa con sus padres; tener que volver a
empezar en un nuevo colegio. —Sigue escribiendo, Mel. Te extrañaré.
La abrazo, sintiendo la fragilidad de su cuerpo, y a pesar de su aversión por
el toque humano, ella envuelve los brazos a mi alrededor, ofreciéndome algo que
pocas personas reciben de ella. Su confianza.
La enfermera Bridge asiente hacia la puerta. —Es el momento. Creo que
alguien ha estado esperándote toda la mañana.
Mientras dejamos el espacio comunitario de Stoney Creek, digo mis
despedidas. Para el doc Sid y los demás consejeros, para unos amigos que hice, y la
facultad. Pero abrazo a la enfermera Bridge por más tiempo. Voy a extrañar a mi
mamá grande y a Ari más.
Después de firmar la salida, arrojo la bolsa de basura sobre mi hombro y
paso a través de las puertas. El brillante sol de la mañana me da la bienvenida de
vuelta al mundo, y estando de pie en el estacionamiento, con una sonrisa en su
rostro, otra bienvenida me espera.
Apoyado en su motocicleta, sus lentes de sol bajados y llevando una bella
sonrisa subiendo un lado de su rostro, un hoyuelo solitario solo para mí, Boone se
encuentra con las manos hundidas en los bolsillos de su vaqueros.
Si esto fuera una película, esta sería la parte donde la cámara se acerca y
captura su sonrisa arrogante y magnífica como el infierno. Entonces hace una toma
panorámica hacia mí, saliendo de rehabilitación, reuniéndome con el hombre con
el que comenzaré mi nueva vida. Un primer plano de mi rostro mientras sonrío.
Aparecen los créditos.
Pero no es una película. Y no es la historia de alguien más. Es la mía, y la
historia malditamente seguro no termina aquí.
Él me encuentra a medio camino y envuelve sus brazos a mi alrededor,
236
manera. Pero primero, hay una promesa que tengo que mantener.
—Es un largo viaje. ¿Segura que no quieres descansar primero y salir
Página
mañana?
Poniendo mi bolso en la parte posterior de mi asiento, digo—: De ninguna
manera, y ¿darle a Jacquie la oportunidad de cambiar de opinión? He estado
contando los días hasta que pudiera darle a Florida la vieja despedida del dedo
medio.
Boone se ríe. —Y aun así, el hecho de que estás ahora siguiendo las normas
no parece obstaculizar tu imagen de chica mala en absoluto.
Me acerco y ligeramente le doy un puñetazo a su brazo. —¿Estás tratando
de iniciar una pelea? ¿Quieres que me ponga toda ruda contigo?
Mientras me muevo para darle otro puñetazo juguetón, Boone atrapa mi
muñeca y tira de mí hacia él. Baja la mirada a mis ojos, envolviendo los brazos
alrededor de mi cintura. —Nada me encantaría más. —Entonces sus labios bajan a
los míos, acariciándolos en un tierno beso.
Con las manos atrapadas detrás de mi espalda, me apoyo sobre los dedos de
mis pies para coincidir con la pasión en su beso.
El acuerdo que Jacquie y yo hicimos era simple: en lugar de entregar mi caso
a un juez para decidir mi destino, admití que tenía un problema. Me registré de
nuevo en rehabilitación. Y si tengo comentarios positivos de mis consejeros, podría
salir de libertad condicional temprano con mi licencia de nuevo para arrancar.
Es increíble lo que puede suceder cuando se trabaja con el sistema, en lugar
de en su contra. Pero no escuchaste esas palabras de mí. Va en contra de todos los
valores que una vez mantuve cerca —lo que mi padre me enseñó, lo que el CM me
inculcó— pero la verdad es, todo eso todavía es una parte de mí, solo no es la
única parte.
Estoy a favor de las capas estos días.
Al igual que los árboles muertos de Sam. Me gusta pensar en mi madera
duramen en capas. Hay algunos lugares frágiles, una rama rota o dos, incluso algo
de muerte. Pero también hay un nuevo crecimiento, brotando alrededor de la
decadencia, sanando y transformando mi árbol en algo increíblemente hermoso y
nuevo.
Y mientras me libero del agarre de Boone, uniendo los brazos alrededor de
su cuello, estoy más que dispuesta a explorar todas las nuevas capas con este chico
mío.
238
239
Página
Algunos años a lo largo del camino
Boone
Soy un jodido desastre.
Recibí una llamada a primera hora del día. Mi garganta se cerró, incapaz de
responderle a la persona al otro extremo de la línea. Mi estómago era una bola de
nudos, mis pies llevándome fuera del trabajo hasta mi moto, sin dar explicaciones
cuando colgué el teléfono y me fui.
Ahora, caminando a través de las puertas de la sala de emergencias del
hospital, la rápida brisa del aire frío golpea mi rostro, enviando un shock a mi
sistema. Mientras me acerco al mostrador, apenas puedo formar palabras en mi
boca.
La recepcionista me mira con los ojos muy abiertos. Luego dice—: ¿Le
puedo ayudar?
Asiento. —Eh, sí. ¿Melody Lachlan? ¿Fue admitida esta mañana?
La señora inhala una respiración profunda y se gira hacia la computadora.
Comienza a teclear y luego se detiene. Sujeto el borde del mostrador, mis nudillos
se ponen blancos. Luego teclea un poco más. Jodida mierda. ¡Vamos!
240
La agitación se cuela entre mis defensas, así que cuando se gira y dice—:
¿Tiene alguna identificación? —Me alejo en dirección a las puertas laterales de la
Página
Se ríe. —Bueno, alguien tenía prisa, puedo decírtelo. No creo que incluso
fueran a esperar por mí.
Página
242
Página
Traducido por Annie D
Corregido por Miry GPE
244
Página
El amor significa atenuarse para que el otro brille
más fuerte.
Ropa correcta. Escuela correcta. Prometido correcto.
Como una Wyndemere, se espera que Arian cumpla
con las normas. La más importante: Ser perfecta. Pero
su vida aparentemente perfecta está lejos de ser eso.
Una expulsión vergonzosa del alma máter de sus
padres la hace caer en una ya incontrolable obsesión
poco saludable, dejando expuesta una oscura verdad.
Frente a tener que asistir a una pequeña universidad
privada después de una temporada en rehabilitación,
Arian está preparada para simplemente permanecer
bajo el radar y reparar algunos de los daños, pero el
control amenazante de su padre es como una mordaza ahogando su suministro de
aire.
Cuando un desacuerdo con el amado quarterback estrella de Braxton, Ryder Nash,
pone a Arian en la mira de sus compañeros devotos, lo último de su controlado y
ordenado mundo se trastorna. A medida que las bromas y venganzas aumentan, la
rivalidad de Arian y Ryder toma un giro apasionado. Y una vez que Arian consiga
un vistazo debajo del exterior de atleta estrella que proyecta Ryder, ella se da
cuenta de que él es mucho más que un deportista idiota.
A medida que su relación se intensifica, las fuerzas externas sienten la amenaza.
Dejar atrás su pasado no significa que la historia no va a repetirse, pero Ryder no
puede permitir que eso ocurra. Él está a solamente un juego de campeonato para
romper el molde. Solo un momento, una elección, podría cambiarlo todo.
245
Página
Desde muy temprana edad, Trisha Wolfe, ha inventado
mundos de fantasía y personajes, y fue acusada de hablar
consigo misma. Hoy, vive en Carolina del Sur con su
familia y escribe a tiempo completo, usando sus mundos
de fantasía como una excusa para seguir hablando
consigo misma.
246
Página