Sie sind auf Seite 1von 246

Página1

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.


Es una traducción de fans para fans.
Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro.
También puedes apoyar al escritor con una reseña, siguiéndolo en redes
Sociales y ayudándolo a promocionar su libro.
¡Disfruta de la lectura!

2
Página
Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad.
Las editoriales y ciertas autoras tienen demandados a usuarios que suben
sus libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias historias. Al subir
libros de un autor, se toma como plagio.
Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque están
subidos a Wattpad, pidiendo en sus páginas de Facebook y grupos de fans las
direcciones de los blogs de descarga, grupos y foros.
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema que
enfrentan y luchan todos los foros de traducciones. Más libros saldrán si se deja de
invertir tiempo en este problema.
No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedarás sin Wattpad, sin foros
de traducción y sin sitios de descargas!

3
Página
MODERADORA
Julie
TRADUCTORAS
NicoleM CrisCras Dannygonzal
aa.tesares Julie Issel
Vani Mel Wentworth Alessandra Wilde
florbarbero Sofía Belikov MiryGPE
MaJo Villa SandyQu St.Rolan Fany Keaton
Beatrix anita0990 Mire
BeaG valS <3 Jasiel Odair
Dunadae ElyCasdel Jeyly Carstairs
Val_17 Mary Annie D
Nora Maddox Sandry Gise

CORRECTORAS
Vane hearts Melii Daniela Agrafojo
Alysse Volkov Fany Keaton Mary Warner
Mae Elizabeth Duran Vane Farrow
Verito Valentine Rose AriannysG
Cotesyta itxi SammyD
Kora Jasiel Odair Alessandra Wilde
Laurita PI Paltonika Mire
Helena Blake Daniela Agrafojo Julie
Yani B Alessa Masllentyle Sandry
Adriana Josmary Amélie.
*Andreina F* MariaE. Miry GPE
Dannygonzal Ampaяo

REVISIÓN FINAL
4
Página

Julie
DISEÑO
Snow Q
Sinopsis Capítulo 20
Capítulo 1 Capítulo 21
Capítulo 2 Capítulo 22
Capítulo 3 Capítulo 23
Capítulo 4 Capítulo 24
Capítulo 5 Capítulo 25
Capítulo 6 Capítulo 26
Capítulo 7 Capítulo 27
Capítulo 8 Capítulo 28
Capítulo 9 Capítulo 29
Capítulo 10 Capítulo 30
Capítulo 11 Capítulo 31
Capítulo 12 Capítulo 32
Capítulo 13 Capítulo 33
Capítulo 14 Capítulo 34
Capítulo 15 Epílogo
Capítulo 16 Poema de Melody
Capítulo 17 Fading Out
Capítulo 18 Sobre el autor
Capítulo 19
5
Página
A veces hay que perderse antes de encontrar el camino correcto.
El rugido del motor de una moto. La vibración entre sus muslos. La
sensación de la fría oscuridad besando su piel mientras atraviesa los caminos
sinuosos en la noche… Melody Lachlan vive por estas cosas. Desde que Mel y su
mejor amiga, Darla, escaparon de su ciudad pequeña y rustica, han viajado por el
país en busca de paseos rápidos, motociclistas tatuados y buenos momentos. Una
poeta autoproclamada y amante de todas las cosas libres, Mel ve su vida como un
largo paseo en motocicleta; con paradas breves a lo largo del camino para
adormecer el dolor. Pero nunca se vio a sí misma como una drogadicta. Sal de
fiesta tanto como montas en la moto. Ese es su lema... hasta que una noche trágica
roba su alma. Luego se ve obligada a hurgar debajo de la superficie, a donde
arrasan sus demonios.
Cuando conoce al drogadicto recuperado, Boone Randall, está más
dispuesta a golpearlo antes que besar el hoyuelo adorable de su rostro. Ella no
quiere su ayuda; no quiere admitir su responsabilidad en esa noche. Sólo quiere
cumplir su condena y mantener la promesa a su amiga. Sin embargo, Boone
desafía a Mel, y pronto, a ella no le importa compartir el viaje. Sólo cuando los
demonios secretos de Boone amenazan su seguridad recién descubierta y frágil, el
rumbo de Mel se vuelve inestable, y debe decidir si vale la pena dejar que se
desvanezcan sus huellas desgastadas para encontrar un nuevo camino.
Living Heartwood #2

6
Página
La poesía es un espejo que se hace más hermoso a
medida que está más distorsionado.

~ Percy Bysshe Shelley

7
Página
En ceder está el perdón; sígueme, amigo mío

Traducido por NicoleM


Corregido por Vane hearts

Melody
El ardor corre por mi nariz. Golpea el fondo de mi garganta. Cae mientras
trago. El sabor del amargo bicarbonato de sodio dando paso al adormecimiento.
Adormecida.
Saboreo el primer efecto adormecedor.
Como si hubiera estado mucho tiempo perdida y finalmente volviera a casa.
Es familiar y tranquilizador. Sudor pica sobre mi frente, escalofríos bailan por mi
espalda, y mi piel vibra.
Golpeando mi dedo sobre el espejito, lamo mis labios y luego froto la punta
blanca de mi dedo a través de mis dientes delanteros, a lo largo de mis encías. Solo
para ayudar a acelerar el placer.
—Mel, déjalo, maldición. —Darla está sentada a mi lado en el viejo, pequeño
Honda. Estira sus manos, esperando que le entregue la pajita y el espejo—. Quiero
entrar ya.
—Él esperará —digo, capturando otros restos de partículas antes de pasarle
su espejo—. Tu vagina no va a quemarse espontáneamente si no ponen una polla
en ella en los próximos cinco segundos.
8

Sosteniendo su recientemente teñido cabello rubio platino a un lado con una


Página

mano, se inclina hacia el equilibrado espejo sobre sus rodillas. Su pañuelo rosa se
desliza por su flequillo. Me da un vistazo y dice—: Claro que si lo hará. —Entonces
inhala la última raya de coca.
Me río. Tiene razón; si Darla no echa un polvo por lo menos dos veces al
día, tiene delirios temblorosos. Y no es bonito.
Voltea su cabeza hacia atrás e inhala, pellizcando su nariz, abriendo y
cerrándola para meter lo último de la cocaína en su sistema. Luego parpadea unas
cuantas veces mientras sacude la cabeza. —Guau. Es muy bueno, pero extraño...
—No lo digas —advierto. Dándole una mirada dura, alcanzo mi bolso.
Darla aprieta sus calientes rojos labios en una delgada línea e imita cerrar
una cremallera. —Estoy fuera —dice, ignorando por completo el hecho de que
acaba de cerrar su boca. Ruedo los ojos y sonrío—. Si lo veo esta noche hablándole
a esa puta barata, podría ponerme pandillera. Una perra va a ser lastimada. —
Luego se reajusta el pañuelo en su cabeza, abre la puerta, y sale pisando con fuerza
hacia el Bar de Randy. Los diez centímetros de sus botas de tacón hacen tambalear
sus piernas mientras se sube la falda de mezclilla.
No tengo miedo de Darla lastimando a una perra. Es tan fuerte como una
animadora. Bueno, quizá no tanto. Puedo ver a una de esas chicas poniéndose
revoltosa, no a Dar. Ella es toda rosa y brillos, como una princesa... adicta. Y tan
chiflada.
Pero maldición. ¿Por qué tenía que decir algo? Pasaron semanas desde que
me drogué inyectándome, y solo oír a alguien casi mencionarlo me estremece. Sin
embargo estoy bien. No es que tenga un problema que debe compararse con
perjudicial. Es que no quiero terminar como Jesse. Adicta y con tres viajes al año a la
sala de emergencia. Estoy más en control que él, pero aun así. Siempre hay una
probabilidad. Y he estado cerca. Hace cinco semanas, más o menos. Fue entonces
cuando decidí tomar un descanso de la aguja.
Darla no está en ello por el subidón, solo por la integración; no le gusta ser
excluida, va a inhalar, tomar, fumar, lo que éste a mano en el momento; pero no
necesito que saque el tema.
Rebuscando en mi lado del bolso, saco mi base favorita y desenrosco la tapa.
Incluso tan drogada como estoy ahora, olvido ese intenso sentimiento, ese primer
subidón cuando golpea tu torrente sanguíneo. Sé que podría alcanzar ese momento
de euforia si tomo un gramo... en vez de inhalarlo. Libero una pesada exhalación,
disfrutando el olor de regusto metálico, y aplico otra capa de suficiente color piel
en los rastros de las oscuras marcas llenando la parte interna de mi codo.
9
Página

Podría disfrutar mi cocaína, pero no lo divulgo. Demonios, incluso adictos


consumidos se ponen todos prejuiciosos al inyectarse.
Lanzando mi maquillaje al bolso, lo cierro y luego restriego mis uñas en mi
flequillo, separándolo. Una última inhalación fuerte para limpiar mi nariz, un tirón
para ajustar el pañuelo rosa alrededor de mi cuello, y alcanzo la manilla.
Esta basura le pertenece a Jesse. Su moto quedó destrozada durante su
última carrera, y desde entonces ha estado siguiendo el rastro de Lone Breed a
través de Florida en el viejo Honda de su madre. Menudo imbécil, pero tienes que
amarlo. Está empeñado en conseguir una nueva mañana en la carrera de moteros
en Daytona.
Mi moto, el amor de mi vida, está aparcada justo delante del pedazo de
mierda de Jesse.
Corriendo mis dedos a lo largo del elegante asiento mientras camino, podría
mojar mis bragas. Mi bebé, mi Harley CVO Breakout, podría considerarse por
algunos como una moto de “chica”, pero es fuerte como el infierno. Solo otro piloto
de Breakout entendería eso. No estoy en contra de los chicos con una bobber y sus
juguetes, pero mi cruiser puede superar su intensa devoción con sus 1800cc de
motor, a pesar de su peso... solo que ellos nunca lo admitirán. Maricas.
No importa. Mientras dejo mi brazo sobre el depósito de gasolina,
abrazando mí bestial maquina negra y cromo, acaricio con mi cabeza el manillar.
Dar y yo tenemos una diferencia: sucede que prefiero la vibración de una simple
moto entre mis piernas por sobre la de un patético chico. —¿Quién te ama, bebé?
—susurro.
—¡Mel! —Alzo la cabeza. Darla ondea su mano frenéticamente en la puerta
principal del bar—. Trae tu trasero aquí —grita.
Dándole a mi moto una última palmadita, me levanto y me dirijo al bar.
Cuando llego dónde Darla, se encuentra encendiendo un cigarrillo. —¿Qué
demonios, Dar?¿Por qué tienes tus bragas torcidas?
—Primero, no estoy usando ropa interior. —Sonríe y exhala una violenta
calada, arremolinando el humo por encima de su cabeza mientras inclina su
barbilla—. Segundo, Crank está con esa perra de nuevo. —Pasa la lengua por su
labio superior, haciendo una pausa mientras piensa—. No quiero entrar sola.
Por el amor de... —¿Cuándo vas a olvidarte de él? —Niego con la cabeza—.
10

No vale la pena para nada, Dar. En absoluto. El monta una jodida motoneta, por el
amor de Dios.
Página

Sus ojos delineados con negro me miran amenazadoramente. —No es una


motoneta.
—Es una Ninja. La misma mierda. —Me encojo de hombros.
Se mueve. —De todas formas, no soy una esnob de las motos... como tú. —
Sacude la cabeza—. Vamos. Es Crank —se queja, saltando sobre sus pies.
—Sí —digo; agarro el cigarrillo y doy una calada—. Y la semana pasada fue
fulano de tal. La próxima será otro perdedor. Se suponía que íbamos a pasar tu
semana de cumpleaños festejando, solo nosotras, ¿recuerdas? —Arruga sus labios
en una mueca, y suspiro. Entonces—: Oye, ¿qué pasa con Jesse?
Su boca se retuerce y su nariz se arruga. —Es como mi hermano. Y además,
él siempre ha tenido algo por ti. —Encoge un hombro.
—Lo que sea. —Miro a través de la ventana del bar. Está demasiado oscuro
para ver algo, pero el golpe de una batería marca el ritmo en sincronía con mi
creciente latido, atrayéndome. Miro a los fríos ojos azules de Darla—. Escucha,
Jesse es también como mi hermano mayor. Sí, hemos tenido algunos momentos...
pero no es mi tipo. Sabes que no salgo con nadie de los CM. Sin embargo, es un
buen tipo. Te trataría mucho mejor que los imbéciles por los que siempre estás
cayendo de rodillas.
Su boca se abre, pero continúo antes de que conteste. —Y estoy harta de esta
mierda, Dar. Vine aquí para escuchar a la banda, no para verte deprimiéndote toda
la noche, y luego enrollándote con otro chico más patético. Por esta vez, ¿podemos
estar como en los viejos tiempos? —Ahora que la cocaína ha hecho su camino a mi
torrente sanguíneo, me estoy sintiendo más cariñosa y compasiva. Nostálgica.
Quiero que Dar y yo recordemos y recuperemos a las dos chicas que por primera
vez salieron a la carretera, hace cinco años buscando una aventura.
Al menos, eso es lo que decimos; intencionalmente omitiendo por qué
abandonamos el infierno de Dodge. Es una mejor historia que la de huir del papá
de Darla, el tan pervertido quien no podía mantener su culo borracho lejos de mi
amiga, cuando finalmente cumplimos diecisiete.
Tomando su cigarrillo de vuelta, Darla sonríe. —Sí, a mí no me importa. Si
Crank quiere a esa basura, déjalo tenerla. Estoy segura de que puedo encontrar a
alguien mejor.
Suelto un profundo suspiro. No es exactamente lo que quiero decir, pero al
menos lo está intentando. —De acuerdo. Bar, cerveza, luego la pared del fondo,
donde está el escenario. —Bajo mi barbilla, encontrando directamente su mirada—.
11

Sin desvíos. Ni siquiera si Crank...


Página

—Sí, sí —dice, agitando su mano, luego bota la colilla al cemento y la apaga


con la punta de su bota—. Entendido, jefa. Solo me importa el amor de hermana
esta noche.
Enlaza su brazo con el mío mientras nos giramos hacia la puerta.
—Y tampoco estoy en el mercado para darle celos, Dar. —Empujo su cadera
con la mía, recordando el hecho de que la única vez que nos liamos para atraer a su
ex, no sucederá de nuevo. Estoy harta de toda la mierda por la que nos hace pasar
por esos idiotas.
—¿Ya no me quieres? ¿Qué, no soy lo suficiente sexy? —Alcanza la puerta y
su boca se convierte en los clásicos labios provocadores de Dar.
—Eres la chica más sexy con la que me he liado —le digo con toda seriedad.
Su ego es tan frágil como un copo de nieve—. Pero esa mierda es una estupidez
para hacer por ellos. ¿No lo entiendes? —Amplio mis ojos, esperando que note la
seriedad en mi tono.
La música nos envuelve al entrar al bar. Amortiguando su respuesta, acerco
mi cabeza a la suya. —¿Qué? —grito.
—Dije que estoy segura que a Jesse no le molestaría el espectáculo. —Se
aleja y me guiña.
¿Por qué demonios está en ese rollo con Jesse de repente? No me molesto
con una respuesta ingeniosa para esa. La coca obviamente la está poniendo más
cariñosa que a mí esta noche.
—Además —añade—, si salgo con Jesse, eso me haría su mujer, y entonces
tendría que liarme contigo si me lo dice. —Saca su lengua.
Tiene razón, por supuesto. Es la razón por la cual no voy a involucrarme
emocionalmente con cualquiera de los miembros de Lone Breed, soy una mujer
independiente. Pero para Dar, quien sigue liándose con perdedores, ser atada a un
tipo, quien la mantendría a salvo y ahuyentaría a los imbéciles, no sería tan malo.
Podría acostumbrarme... si eso significa que mi chica estuviera bien.
Cuando nos dirigimos hacia el bar, localizo a Jesse sentado allí. Su arrugada
chaqueta de cuero abierta muestra su camiseta blanca debajo. El parche inferior
blanco y negro en la espalda. Su pelo oscuro está desordenado por pasar sus
manos a través de él. Está completamente iluminado con alcohol e imagino una
reciente dosis de cocaína.
Mis entrañas tironean dolorosamente en mi vientre, las ansias me agarran
12

fuerte. Pero las sacudo, al igual que el brazo de Darla, y me siento junto a él.
Página

—¿Guardándolo solo para mí? —digo sobre la música, haciéndole señas al


camarero.
—Por supuesto. —Me guiña.
Asiento. —Eso es lo que pensé. —Me muevo para que Dar se siente en el
borde de mi taburete, pero su atención está en la multitud, buscando a Crank.
Bueno, eso duró un segundo.
—Ahora vuelvo —dice, con sus ojos aún explorando el lugar.
Agito mi mano en el aire, despidiéndola. Es un desperdicio preocuparse por
la necesidad de seducción de Dar. Siempre ha sido así, dándole una pizca de
poder, algo que pueda poseer. Estoy acostumbrada.
En vez de eso, ordeno mi habitual whisky americano con Coca a Suzie y
luego agarro la cerveza de Jesse para tomar un sorbo. El molesto trago se hace
espuma en mi boca, algunos residuos de la cocaína aún aferrándose a mi garganta.
Lo trago a la fuerza y relamo mis labios.
—Así que, ¿vas a conseguirla mañana? —le pregunto a Jesse, cambiando su
botella por el vaso que Suzie pone delante de mí.
Inclina su cabeza. —Me falta uno de los grandes. Pensé que iba a entrar a la
pista primero. Intento conseguir el dinero antes de dirigirnos hacia Daytona con
los demás.
Ruedo los ojos. —No.
Tira la cabeza hacia atrás. —¿Qué? Ni siquiera...
—No, pero lo harás. Y no vas a correr con mi bebé en la pista. Así es cómo
perdiste a tu Harley, amigo. Olvídalo.
Lo que doy a entender es que él se encontraba perdido cuando lo hizo, y
probablemente ya disparó al menos un kilo en sus venas desde que hemos estado
en St. Augustine. Los cuatro días. Pero, ¿quién soy yo para juzgar? Solo que no
dejo que nadie que no sea yo conduzca mi moto. Ni siquiera Darla. Siempre ha
sido mi segundo al mando, desde el instante en que salimos de Hazard, Kentucky
hasta ahora, ha montado conmigo. Incluso hice modificar el asiento de mi moto
especialmente para sentar su culo. Supongo que eso solo dice algo por nuestro
amor fraternal.
Jesse se encorva por encima de la barra, apoyando los antebrazos en el
borde y agachando su cabeza para encontrar mi mirada. Mierda. Va por los
13

malditos ojos de cachorro, y lo dirá.


Página

Me rescató del mierdástico desastre en que se convirtió mi breve conexión


con Simon: extraordinario motorista chupamedias. Él y Derick, el verdadero amor
de Dar durante un par de semanas, eran su propia raza de perdedores. Me
avergüenzo al recordar cómo incluso usé su pañuelo negro, dejándolo poder
reclamarme. Fue más por Dar que por él... Pero aun así. Nunca más.
Pero le debo una a Jesse. Después de que nos separamos de Sam y su chico
Holden, fue una interminable espiral descendiente para Simon y para mí una vez
que dejamos Kansas. Una de las razones por la cual me hice adicta a la aguja, y por
qué casi empujé a Jesse y terminé en la sala de emergencias.
Sin embargo esa noche no. Jesse y Tank se abalanzaron y me alejaron de una
sobredosis. No sé todavía cómo, solo que al día siguiente, estaba lista y ya mirando
el trasero de Simon desde el espejo de mi Breakout.
—Mierda, Mel... —se queja Jesse—. Una carrera. Puedo hacer lo suficiente
para mi nueva Harley y un poco extra. —Me da su sonrisa baja bragas que
funciona en cada chica al menos una vez. Incluso en mí. Pero solo una vez.
Suspiro. —¿Qué pasa con Tank? ¿No puedes usar su moto? —Tank era el
mejor amigo de mi padre, y el mentor de Jesse, el miembro completo patrocinando
a Jesse hasta que se convierta en miembro con parche oficial de Lone Breed por sí
mismo.
Jesse se gira sobre el taburete, con su rostro contraído en frustración. —Tank
me está haciendo un gran favor por no decirle a los otros que se dirigen a Daytona
sobre mi Harley... todavía. Pero dijo que tenía que ganar mi carrera por mi cuenta.
Así que no —dice, encontrando mi mirada—, no intervendrá.
Asiento solemnemente. —Te darían un momento jodidamente difícil, ¿eh?
Jesse suelta una entrecortada risa. —No tienes ni idea. —Vislumbro sus dos
parches traseros; el parche CM a la derecha, y en el parche inferior junto a él se lee
“Novato”. Está, básicamente, en la fase de novatadas de la iniciación del club de
motoristas. Mis condolencias están con él, ya que pasará por alguna mierda
importante si no consigue una nueva moto pronto.
—A la mierda. Una carrera —digo. Antes de que su brazo me rodee,
retrocedo y añado—: Pero con una condición.
Levanta sus cejas por encima de sus profundos ojos chocolate.
—Te olvidas del pequeño extra.
14

Pasando la lengua por su labio inferior, estrecha su oscura mirada. Me


estudia. —Puedo hacer eso. —Entonces se mueve más cerca, por lo que puedo ver
Página

la curva de su tatuaje asomándose por encima de su cuello—. Pero primero, harás


un pequeño extra conmigo esta noche.
Mis tripas se retuercen. Me sudan las manos, y mi corazón late fuerte contra
mis costillas. —No. —Niego con la cabeza y luego tomo un trago de mi bebida—. Y
no vas a ninguna parte cerca de mi bebe mañana si tu...
—Última vez. Esta noche —interrumpe—. Eres la única con la que siempre
consigo esa felicidad pura, Mel. Después de esto, no lo pediré de nuevo. —Usa su
dedo para cruzar su corazón.
Sé exactamente lo que quiere decir. La compañía puede hacer la diferencia
en el nivel que consigues al drogarte, y Jesse y yo parecemos alcanzar niveles
sorprendentes por alguna estúpida razón. No puedo explicarlo, excepto ahora
mismo; algo está casi arañándome desde el interior para conseguir esa sensación.
Intentando salir y atacar al chico frente a mí.
Echando un vistazo a través de la multitud, localizo a Darla. Ya está contra
la pared del fondo, Crank inclinado sobre ella mientras besa su cuello. Estará
ocupada durante al menos veinte minutos. Tal vez más... si Crank no está borracho
ya.
Cedo. Ni siquiera fue una pelea. —Muy bien —le digo a Jesse—. Pero acabo
de terminar unos gramos no hace mucho tiempo. No quiero una dosis completa. Y
quiero volver rápidamente para ver a la banda.
La gruesa boca de Jesse se curva en su sexy sonrisa, y pese a mi afecto
fraternal por él, puedo apreciarlo.
Hace girar mi taburete y se para delante de mí, entonces me levanta. —Al
cocaína móvil.
Me río. Una verdadera risa. Alcanzando detrás de mí, agarro mi bebida y la
termino rápidamente.
Me encuentro viva y despierta. Estoy a punto de encontrar mi felicidad.

15
Página
A las profundidades, a la oscuridad, al agujero dentro
de mí.

Traducido por aa.tesares


Corregido por Alysse Volkov

Melody
—Solo ponte a horcajadas sobre mí.
Gimo mientras me pongo en la parte superior de Jesse, tratando de calzar
mis rodillas a cada lado de sus caderas. —Maldita sea. ¿Por qué no podemos
simplemente estar en la parte de atrás? —Agarro la manija con la mano izquierda y
toco el techo con la derecha—. Esto no está funcionando.
Jesse niega con la cabeza. —El asiento trasero es demasiado obvio. De esta
manera lucimos como si estuviéramos ocupados. —Menea las cejas—. Oye, usa mi
chaqueta para bloquear la ventana. —Saca su chaleco de sus hombros, y libera un
brazo, clavando su mano en mi pecho.
—Auch.
—Lo siento… si tu culo no fuera tan grande…
—Cuidado —le advierto.
—Me encanta este culo grande —gruñe y agarra mis nalgas, dándoles un
apretón.
16

Riendo, le doy una palmada en el brazo. —Ya basta.


Página

Finalmente, se ha sacado su chaqueta, y ahora cuelga sobre la ventana del


lado del pasajero, atrapando la unión inferior entre la parte superior de la ventana
y la puerta. Baja la vista a los tatuajes que cubren sus brazos desde el cuello hasta
las muñecas. Diseños coloridos y complejos destacan sobre sus delgadas mangas
desgarradas.
Una pena. Dar tiene razón. Si no conociera al chico tan bien, y no fuera un
novato para el CM, probablemente sería un juguete muy bueno. Pero no soy una
mujer de Lone Breed. Eso sí lo sé.
—No tienes que disolverlo, ¿verdad? —pregunto, colocándome en una
posición poco cómoda encima de él.
—Ya mezclado y listo. —Me levanta, con una mano anclada a mi cintura,
mientras cava en el bolsillo con la otra. Trato de no pensar en lo bien que sus
movimientos se sienten en contra de mí... y siento alivio cuando saca el pequeño
frasco—. Mete la mano en la guantera.
Hago lo solicitado, con dificultad, ya que tengo que girar torpemente para
meter la mano en el compartimiento. Pero encuentro las jeringas de plástico
envueltas fácilmente. —Debes ocultarlas mejor. —Le entrego dos—. ¿De dónde
sacaste esto?
—Una tienda local de diabéticos. Mucho menos sospechoso que una clínica.
—Desenvolviendo una jeringa, me mira—. Y esa es mi razón si alguna vez me
preguntan por esto. Soy diabético. Así que no temas, bebé. —Sonríe.
Resoplo una risa, pero es forzada, con toda mi atención en las manos de
Jesse mientras pega la aguja en la tapa del frasquito. Mi piel ya hormiguea de
anticipación. Mis manos están sudorosas, y mi mandíbula se aprieta tan fuerte
como los músculos de mi estómago.
La última vez.
—¿Necesitas un lazo? —pregunta—. Ya que ha pasado un minuto, podría
ser capaz de encontrar una vena sin problemas… pero si prefieres que no haya
chance de una burbuja asquerosa…
—Uh, sí —le digo con aire ausente. Me acerco al asiento del conductor y
agarro mi bolso. Encuentro una banda de pelo y la envuelvo alrededor de mi
antebrazo, justo por encima del codo—. Está demasiado oscuro para ver.
Jesse se lame los labios y mantiene mi brazo entre nosotros. Golpea el centro
de mi brazo un par de veces, esperando a que aparezca una vena. —Se ven bien.
17

Supongo que fue inteligente esperar un momento. Puedo hallar una sin problema.
Página

Asiento. Con cualquier otra persona, me habría negado. Pero con esto,
confío en Jesse completamente. No me pincharía si no pudiera encontrar una vena.
Sabe el dolor que sufrí la única vez que la perdí, y una burbuja del tamaño de una
almendra apareció en mi mano. Era tan jodidamente doloroso que en realidad,
lloré. No desapareció por semanas.
Pero ese temor no es suficiente para evitar que me inyecte en la oscuridad y
en el regazo de uno de mis mejores amigos. La subida es una tentación demasiado
grande. Y como me he prometido a mí misma: esta es la última vez.
Siento un pinchazo rápido, y veo como inserta la aguja más profundo; el
tubo de suero y coca poniéndose rosa cuando algo de mi sangre entra en la mezcla.
Rosa pálido. Es un color hermoso. Mi favorito. Y mientras los primeros efectos de
la droga golpean mi sistema, mi cabeza cae hacia atrás. Es cálido. Hormiguea en un
primer momento. Entonces llega la quemadura. Pero es una quemadura tan dulce.
Puedo sentir que viaja a través de mí, de inmediato golpeando mi corazón. Que
late salvajemente.
—Increíble —le digo—. Esto no se corta mucho, ¿eh? —Cierro los ojos e
imagino la sinapsis explotando a través de mis párpados mientras cables de alta
tensión golpean mi cerebro. Los trazadores nadan a través de mi visión oscura. Mi
cabeza se aligera, pierde gravedad. Entonces…
Perfectamente…
Eufóricamente…
Entumecida.
Oigo la profunda risa de Jesse. —Es muy, muy puro —gruñe, y sé que está
tomando su propia parte.
Me fuerzo a inclinar mi cabeza y abro los ojos. —¿Qué estás haciendo, Jess?
No tiene que usar un lazo. Sus venas —a pesar de haber sido muy usadas—,
siempre se muestran. Supongo que esa es la ventaja de ser un chico y tener
músculos.
—Dudo el tener algo de qué preocuparme contigo —dice, usando la misma
jeringa que utilizó conmigo—. ¿Verdad? —Extrayendo la aguja de su brazo, alza su
mirada, con sus ojos oscuros casi negro al dilatarse sus pupilas.
Estoy paralizada en el momento para contestar. Y ni siquiera me importa
cuál era su pregunta. Se pierde, flotando y luego por encima de mi cabeza, hacia el
18

mar de estrellas por encima de nosotros.


Página

—Maldición… —suspira—. Te lo dije. Siempre es mejor contigo, Mel.


Se agitan mis entrañas. Ya sea por su elogio o el subidón haciéndose cargo
de todo mi cuerpo; no estoy segura. Pero lo recibo todo, deleitándome en la
ingravidez, el entumecimiento, que solo obtengo en estos breves momentos.
—Será mejor que pares eso —advierte Jesse.
—¿Qué? —le digo, sin dejar de pasar mis dedos por mi cabello. No me había
dado cuenta de lo que había estado haciendo.
—Agitarte encima de mí de esa manera. —Pone las dos manos a cada lado
de mis muslos, y el calor se extiende sobre mi piel, filtrándose dentro. Justo en mi
interior—. Sabes lo caliente que me pongo.
Mi mano cae de mi cabello y me río. Es cierto. La primera vez que nos
inyectamos juntos, terminamos follando. Pero eso fue cuando él era apenas un
ayudante del CM. He aprendido desde entonces a ocuparlo con otras cosas… pero
ahora, tan cerca de él y sintiendo su excitación —el bulto debajo de mí se vuelve
más duro y presiona contra mi clítoris—, es un poco difícil pensar en cualquier otra
cosa .
Gime, largo y profundo. Sus dedos se colocan sobre mis muslos, avanzando
poco a poco debajo de mi falda. —Sabes —dice, y observo mientras su mirada viaja
por encima de mi cuerpo, a la altura de mis ojos—, ya que esta es tu última vez…
debería acabar con un polvo. —Mueve sus caderas.
Una risa se desliza de mi boca. —Solo tú podrías decir algo tan burdo… —
Pero mi respuesta se corta en seco cuando siento sus manos vagando más arriba, a
lo largo de mis muslos internos—. Jesse… —Trato de encontrar las palabras, pero
están alojadas en mi garganta. Atascadas allí junto con mi fuerza de voluntad
desvanecida.
Se mueve por debajo de mí, alzando su entrepierna. Sus ásperas palmas de
mecánico ejercen presión sobre mis piernas, moviéndome contra él. —Te sientes
tan condenadamente bien —susurra, y mis malditas regiones inferiores explotan
con el calor. Las puntas de sus dedos rozan mi centro, simplemente acariciando la
cima de mi ropa interior, y un dolor comienza a palpitar muy dentro.
Mis ojos se cierran al tiempo que me muevo con más fuerza sobre él,
provocando un sonido gutural de su garganta. Su gemido reverbera a través de
cada nervio de mi cuerpo, disparando simultáneamente oleadas de calor y
escalofríos.
Mis manos buscan su pecho, y pronto están bajo su camisa y vagando por
19

sus duros abdominales. Me detengo. —No deberíamos hacer esto. Tú sabes que no
debemos.
Página

Sus dedos empujan mi ropa interior a un lado, y cuando pasa una punta
hacia mi apertura, encontrando mi clítoris, expulso un profundo suspiro. Todo se
siente intensificado; los sentidos en su punto máximo de placer.
—Muéstrame tus tetas —dice, con voz ronca.
Solo Jesse podría hacer que esa frase suene tan atractiva. Y maldita sea,
suena tan sexy. Saco mis manos de su pecho y agarro de la parte inferior de mi
camisa. Luego la paso por encima de las ondas redondas de mi sujetador.
—Me encantan tus tetas, Mel. Mierda, eres tan sexy. —Una de sus manos
deja mi muslo para agarrar mi pecho. Lo acuna y masajea, trabajando rápidamente
sobre la parte superior de mi sujetador rosa. Su cabello roza mi barbilla mientras la
calidez sedosa envuelve mi pezón. Me tiene en su boca y golpea la punta con la
lengua. Cada terminación nerviosa de mi cuerpo reacciona, disparada fuera de
control.
Mientras mueve su boca alrededor de mi pecho, sus dedos se sumergen
dentro de mí; las yemas ásperas de sus dedos resultan una fricción placentera
contra mi carne hinchada. Agarro su nuca, acercándolo más. Su pulgar frota mi
clítoris mientras sus dedos se hunden más, acariciando el centro palpitante que
ahora está pidiendo algo más.
Mi mente está confusa y mi cuerpo repiquetea. Un ruidito irritante en la
parte posterior de mi cerebro intenta llamar la atención sobre el silbido que llena
mis oídos. Pero es tan distante, solo un goteo entre el aguacero.
La boca de Jesse va a mi cuello. Su brazo rodea mi espalda, y su mano
aterriza sobre mi hombro. Tira de mí más cerca de él mientras saca sus dedos. Y
estoy tan cerca…
—Quiero tanto follarte. —Sus palabras son bajas y calientes contra mi piel.
Queman con el mismo fuego consumidor que la coca al correr por mis venas—.
Déjame follar ese pequeño coño, Mel. Acepta mi polla y bombéala tan fuerte…
mierda —espeta—. Cristo, tengo que follarte.
Y es también todo lo que quiero en este segundo. Solo para sentir que me
llena y lleva al límite. Ampliando mi subidón al máximo. Esta última vez.
Coloco mi mano entre nosotros y encuentro el broche de sus vaqueros.
Apurándome en abrir la bragueta, busco a tientas hasta que siento su longitud
dura a través de sus boxers. Entonces le estoy frotando duro, engatusando su polla
a través de la abertura.
20

—Mierda. —Se echa hacia atrás. Sus dientes agarran su labio inferior—.
Espera. Ve más despacio. Si no, voy a venirme.
Página

El oír lo excitado que está… cómo lo estoy excitando yo... solo acelera mis
movimientos. Deslizo mi mano por todo su eje, hacia abajo y luego, hacia arriba.
Me olvidé de lo grande que era, y disfruto de hacerlo retorcerse. Me hace sentir
poderosa. Siento que puedo hacer cualquier cosa. Cuando agarra mis caderas, con
sus dedos quietos en mi interior, lo siento temblando. Su mano se aferra a mí, y su
cuerpo se tensa mientras sus ojos se bloquean con los míos.
—Ponme dentro de ti —dice, y frena mis movimientos.
Un solo pensamiento atraviesa la espesa niebla que envuelve mi cerebro. —
¿Tienes un condón?
Se queja, y su cabeza cae a un lado. —No es posible que alguno de nosotros
vaya a disfrutar eso…
—Vete a la mierda, Jess —exploto. Mi subida cae momentáneamente—. Solo
ponte un condón.
Quitando sus dedos, me traslada a una de sus piernas, y estira el brazo a la
guantera. —No tengo ninguno. —Luego se echa hacia atrás en su asiento, con la
cabeza apoyada en el reposacabezas. Y ojos suplicantes.
Niego con la cabeza. —Oh, diablos no. —Tomo anticonceptivos, recibo las
vacunas cada seis meses en las clínicas, pero eso no es lo que me preocupa con
Jesse; es un drogadicto con las agujas. Voy a bajar mi camisa, pero su mano me
detiene.
No tengo ni idea de cómo lo hace pero de repente su brazo rodea mi cintura
y estoy sobre mi espalda. Se baja encima de mí, y su peso me empuja en el asiento.
Se inclina y hace pequeños cambios de la palanca hasta que el asiento cae de un
solo golpe.
Se cierne sobre mí, con una amplia sonrisa en un lado de su cara. —Solo
confía en mí. —Su mano deja mi muslo y engancha mis bragas. Bajan alrededor de
mis tobillos. Luego su mano está de vuelta en su posición, acariciando mi clítoris
con sus dedos. Mi cuerpo tiembla de la feroz sacudida de las muchas sensaciones
que se deslizan a través de mi sistema nervioso.
El calor está de vuelta. Gratamente nadando en mis venas, por encima y por
debajo de mi piel. Corrientes ardientes chisporrotean donde su piel toca la mía. Su
pecho suave frota contra mis pechos, haciendo que mi piel estalle con el calor de
nuestros cuerpos unidos.
Mi falda está arremolinada alrededor de mi cintura, y Jesse recorre toda la
21

longitud de su pene sobre mi clítoris. Un gemido cae de mis labios, y escucho su


Página

entrecortado suspiro. —Estás tan mojada… Podría perder mi mierda en este


momento…
El cambio de posición rápida y los estímulos están jodiendo mi cabeza. Me
siento como si girara. —Espera... —Pongo mis palmas contra su pecho—. Me está
afectando con fuerza. Necesito calmarme por un minuto.
No se detiene. Sus dedos me trabajan expertamente, preparándome para
tomarlo. Su pene se apoya en la parte superior de mi vientre. Siento su calor y la
dureza, mientras él muele su pecho contra mis manos.
—Esta es la mejor parte, Mel. No te lo pierdas. Hará volar tu mente. —Sus
dedos bucean más profundo, y yo lo empujo, tratando de salir de su agarre. Pero
estamos demasiado cerca. Me cuesta respirar. Mi pulso se acelera contra mis venas.
—No… tienes que esperar. Jesse… —Mis palabras son ecos suaves en mis
oídos. No estoy segura de poder oírlas yo, ni él—. No puedo. No.
—Ah, sí puedes —dice, finalmente liberándome. Absorbo una respiración,
jadeando cuando algunas de las sensaciones se detienen—. Estás tan lista.
Mi corazón martilla contra mi pecho al sentir su peso caer. Su cuerpo me
cubre mientras se hunde dentro… rápido, duro, profundo.
Una ola de calor golpea mi cabeza, y destellos de luz parpadean en contra
de mi visión. Mi boca está abierta, pero las palabras que cuelgan en mi lengua
permanecen atrapadas en mi boca. Mis uñas se clavan en su espalda. Se queja,
luego se echa atrás solo para conducir dentro de mí con más fuerza.
—Mierda… —Está bombeando ahora, y su cuerpo golpea contra el mío. Y
todo lo que puedo pensar es en el tirón de mi pelo. Las largas hebras enredadas
detrás de mi espalda y tirando de las raíces mientras soy presionada con el asiento.
Intento apretar sus lados con mis muslos, tratando de dejar que mi cuerpo
hable por mí. Anclo las piernas alrededor de su cintura, y aprieto mis músculos.
Pero eso solo hace que me joda más rápido.
Luego arde… donde su polla se desliza. La sensación es de sobrecarga. Y
estoy pensando… no se supone que se sienta así. Pero no va a detenerse. No va a
dejar que me detenga. Me sostiene tan fuerte como las manos de Jesse sujetan mis
caderas.
Mi visión se torna borrosa, y ahora mi mente se escabulle. Qué estúpida. Tal
vez mis emociones están desbordadas. Tal vez estoy disfrutando de esto y es
22

simplemente demasiado. Pero el ritmo frenético de mi corazón y la piel desgarrada


Página

debajo de mis uñas declara de manera diferente.


Él se queja duramente, y embiste una última vez, profundo. Luego sale y se
derrama por todo mi vientre.
Su cabeza cae sobre mi hombro, su respiración sale intensa; calientes jadeos
que abanican mi pecho. —Mierda, tan caliente.
Con una exhalación forzada, por fin me las arreglo para decir las palabras a
pesar de las náuseas en mi estómago. —Muévete… voy a vomitar.

23
Página
Purga, ya que tu lealtad es interminable

Traducido por Vani


Corregido por Mae

Melody
Pierdo el control de mi estómago. Agachada, colgando al lado del auto, con
la puerta abierta, cubriendo mi pecho con el brazo: lo dejo salir.
Un charco burbujeante de trozos de alcohol y galletas me devuelve la
mirada.
Líquido claro gotea de mi barbilla y la limpio con la palma de mi mano. Mi
estómago está frío donde Jesse se vino sobre mi piel. Parpadeo un par de veces
para centrarme, luego me incorporo y coloco mi espalda en el asiento. Siento la
mano de Jesse en mi espalda.
—¿Estás bien? —Una camisa es pasada por mi cabeza—. Toma. Vístete.
La coca sigue recorriéndome. No recuerdo haberme sentido así jamás; tuvo
que ser mezclada con algo fuerte. Tal vez. No lo sé. Tan pronto como estoy vestida
y limpia, salgo del auto y envuelvo mi cintura con los brazos.
—Necesito buscar a Dar y salir de aquí —digo, alejándome ya de Jesse.
Él está apoyado en el capó de su auto, con su camiseta cubriendo la mayor
parte de su pecho desnudo. No puedo recordar cuando se quitó su chaleco. —Sí,
24

está bien —dice, hundiendo las manos en los bolsillos—. ¿Quieres que la busque?
Estás enloqueciendo. —Trota hacia mí y engancha mi brazo para que reduzca la
Página

velocidad—. Oye. No deberías andar así. Puedo llevarte al motel.


Tiene razón. Estoy enloqueciendo. Eso es todo. Han sido cinco semanas
desde mi última intravenosa. Me acaba de golpear duro. Lo que pasó en el auto...
no fue nada. Solo estoy enloqueciendo.
Asiento lentamente, sintiendo mi piel estirarse y picar con mis movimientos.
—Bueno. Ve a buscar a Dar y vámonos.

—¡Ella no conducirá mi moto! —Estoy gritando, llamando la atención en el


estacionamiento.
En algún momento durante mi segunda ola, viniendo con toda su fuerza,
Jesse trató de convencerme de dejar a Darla conducir mi moto al hotel, y que él me
llevara en su auto. Pero a la mierda con eso. —Está drogada —digo, señalando a
Darla, quien me mira con un ojo abierto.
—No es cierto. Solo tengo humo de cigarrillo en mi ojo. —Se seca sin
cuidado su ojo, corriendo el rímel por su mejilla.
Miro a Jesse. Levanto las cejas. —A la mierda con esto. —Tomo mis llaves de
su mano y voy hacia mi Breakout—. Tú la llevas. Voy a ir sola.
Jesse se planta dos metros delante de mi camino. —Conduces muy bien,
Mel. Pero estos caminos son hábiles, y estás drogada.
Lo fulmino con la mirada. —Tú también estás drogado, Jess. ¿Qué
demonios?
Inclina la cabeza, desafiante. —Mírame. ¿Me veo drogado? ¿En serio? Creo
que los dos sabemos que soy bueno en eso. No presiones, Mel.
Maldita sea. Envuelvo con los brazos mi estómago y miro a Darla. Estaría
más segura con él. En comparación con la cantidad de mierda que Jesse suele
consumir en un momento dado, no está demasiado drogado.
Antes de que pueda admitirlo, él dice—: Si vas a ser una perra —Aprieto
mis dientes, deteniéndome de gritarle por ser insensible— entonces toma el auto.
Es más seguro que la moto.
25

—¡Deja de decirme qué hacer! No soy tu mujer, maldita sea.


Página

Su cabeza se sacude como si lo hubiera abofeteado. —Cierto. Sí. Lo sé. —


Jesse baja la vista para abrocharse el chaleco, desviando su atención de mí.
Se me revuelve el estómago, y creo que si no salimos pronto de aquí, ambos
terminaremos diciendo cosas que nos arrepentiremos.
Estoy muy alterada para discutir al respecto mucho más tiempo. Quiero un
baño. Joder, una ducha caliente. Y quiero meterme en la cama y enterrar la cabeza
bajo las sábanas. Siento como si algo jodido hubiera sucedido esta noche, pero
todavía no puedo descifrarlo. Estoy muy drogada para ordenar mis emociones
desbocadas.
—Está bien. Voy a conducir tu auto. —Extiendo mi mano y él deja caer las
llaves de su auto en la palma de mi mano.
—Quiero subirme a la moto. —Darla tropieza mientras se quita las botas—.
No me gusta ese auto. Huele a mugre y comida rápida. Quiero sentir el viento en
mi pelo y...
—¿Quieres decir tu nido de ratas recién jodido? —digo. Mi estómago se
encoge de inmediato; quién soy yo para hablar. Sus manos van derecho a su cabeza
en su intento de alisar los nudos embromados.
—Lo que sea —digo—. Estoy fuera. Jódanse ustedes par de idiotas. —Me
dirijo hacia el lado del conductor del auto de Jesse y abro la puerta—. Eso sí, no la
dejes hablar sobre batidos. —Frunzo el ceño ante Darla, que siempre insiste en
conseguir un batido de chocolate cuando está mal, entonces siempre se desmaya
antes de tomar un sorbo—. Quiero mi moto estacionada en mi presencia en menos
de diez minutos.
Jesse asiente, y su boca se abre. Hago una pausa antes de entrar en el auto.
Espero a que él diga lo que está en su mente, lo cual me hace querer vomitar por
alguna estúpida razón. Nuestras miradas se encuentran, y él cierra la boca. Su
mandíbula se aprieta mientras el músculo salta.
Niego con la cabeza y caigo en el asiento. Mientras enciendo el motor, alzo
la mirada, y veo a Darla subir a mi moto detrás de Jesse. Ella se retuerce y se agita,
luego me tira un beso. No puedo evitarlo. A pesar de la coca ampliando mis
sentidos, y mi ira por tener que conducir el pedazo de mierda de Jesse, dejo
escapar una risa. Esa es mi chica. Es la única que sabe cómo aflojar las ataduras que
me sostienen fuertemente.
26

Le devuelvo el beso. Sonríe, luego se da vuelta y se prende a la cintura de


Jesse. La espalda de este se eleva cuando salta y su pie golpea el pedal de arranque.
Página

Un gruñido furioso proviene de mi Harley, y luego se alejan.


El desvanecimiento del estruendo de mi moto resuena bajo mi piel. Un
escalofrío feroz desgarra mi cuerpo.
Las luces traseras resplandecen en el olvido.

27
Página
Rota por ella

Traducido por florbarbero


Corregido por Verito

Melody
Luces intermitentes. Sirenas. Gritos. Mis gritos, golpeando mis oídos en el
impacto.
Impacto.
La escena se extiende ante mi visión. Ondulante, como las ondas de vapor
que se producen en el pavimento por el calor de agosto. La grava presiona mi piel.
Raspa mis rodillas. Mis manos se encuentran cubiertas con sangre y cabello.
Paso los dedos por su pelo. Todavía lo tiene recogido en dos enormes
moños. Arrastro mi pulgar por su mejilla, debajo de su ojo, limpiando la mancha
de maquillaje negro. Para que luzca bonita. Porque ella no querría lucir como...
—¿Señorita?
Una gruesa voz masculina llega a mis oídos, distorsionada y distante.
—Señorita, debe retroceder ahora.
Manos me agarran por debajo de mis brazos y me alejan. Mis dedos se
enganchan a su bandana rosa, y hago una bola con ella en mi mano. La agarro con
tanta fuerza que duelen mis dedos. Mi mirada se mantiene en ella cuando me veo
28

obligada a ir detrás de la cinta amarilla.


Página

Hay demasiados ruidos y luces intermitentes. La estática de las radios y las


sirenas retumba contra mis tímpanos. Luces rojas y azules parpadeantes giran
intermitentes. Cierro los ojos, y puedo sentir su calor en mis párpados. Mi cabeza
se expande. Se encoge. Se expande. Se encoge.
—Señorita, ¿está bien?
Todo se oscurece cuando caigo al suelo.

29
Página
Asciende, y sé la salvación

Traducido por MaJo Villa


Corregido por Cotesyta

Melody
—¿Podría levantarse la acusada, por favor?
Mi abogada pro-bono toca mi brazo y ambas nos ponemos de pie. La mirada
del juez se mueve entre la hoja de papel delante de él y yo. No luce para nada
como los jueces que ves en la televisión. Nada de cabello blanco. Nada de calvicie.
Nada de una frente arrugada mientras me frunce el ceño. Parece demasiado joven
y demasiado feliz.
—Por el estado de Florida, por la presente le sentencio a seis meses de
libertad condicional, en los cuales, Melody Lachlan, se reportará a su oficial de
libertad condicional designado. —Su mirada se mueve hacia mí—. Después de lo
cual, en una evaluación completa realizada por el centro de conciencia mental del
condado de San Juan, serán, exitosamente, completados los veinte días de
rehabilitación en la instalación recomendada de su elección.
Mi estómago se cae, en una maldita caída libre. Empiezo a abrir la boca,
pero el pie de mi abogada me golpea en la espinilla. Está muy consciente de mis
arrebatos, y me recordó que “mantuviera mi boca cerrada” tres veces antes de que
entráramos en la sala del tribunal.
30

Me trago mi refutación.
Página

El juez se aclara la garganta. —Una vez completado, y aprobado que se halle


libre de todas las sustancias ilegales para la libertad condicional predeterminada
de seis meses, su caso será reevaluado y considerado como desestimación. —Baja
los papeles hacia su escritorio de juez, cualquiera que sea el nombre apropiado de
esas cosas descomunales donde te juzgan, e inclina su cabeza—. ¿Entiende que no
saldrá del estado de Florida durante su periodo de prueba?
Mi abogada me da un codazo. —Sí, señor —respondo.
—¿Entiende que la duración de su periodo de prueba puede y se extenderá
si no completa la rehabilitación con éxito o no cumple con los requisitos de su
oficial de libertad condicional asignado en este momento?
Muerdo mi labio inferior. Obligando a mi cabeza a permanecer en alto,
digo—: Sí, señor.
Asiente una vez.
Golpea el martillo.
El duro boom hace eco a través de la sala de audiencias, sellando mi destino.
Es un cliché tan jodido, quiero reírme. O llorar.
—Te lo dije —dice mi abogada Stephanie. Recoge las pocas páginas del
escritorio y las revuelve antes de deslizarlas en su maletín—. Ese es el mínimo. Te
dije que conseguirías el mínimo. Podría haber sido peor… considerando.
Es inteligente. No lo dirá. Una vez cometió ese error, y casi consiguió que sus
bonitos ojos azules perdieran el conocimiento.
La sigo afuera de la sala del tribunal mientras que la siguiente persona es
llamada hacia adelante. Mis ojos escanean el vestíbulo, buscando a Jesse. Su fecha
de audiencia es la misma que la mía. Sé esto, porque recién anoche lo visité en el
condado de encierro. Su caso, sin embargo, me dijeron, no iría mejor que el mío.
Pero Tank le consiguió al mejor abogado que el dinero puede comprar. Así
que tengo algo de fe; el Lone Breed se hará cargo de los asuntos legales.
Tank me ofreció lo mismo, pero prefiero manejar mi lío por mi cuenta. Por
respeto a mi padre, todavía cuidan de mí, asegurándose de que consiga trabajos en
la carretera, o un lugar donde dormir si lo necesito. Pero jamás pido favores.
Esas son deudas.
Nada, nada es gratis, todo viene con un precio.
Stephanie extiende la mano hacia mí para estrecharla. Me la quedo mirando,
31

y la vuelve a colocar a su lado. Pasa su mano sobre su pantalón de traje de color


púrpura. Púrpura. Qué mal gusto. Odio al maldito Florida.
Página

—De acuerdo. Eso es todo —dice—. Oh. —Busca dentro de su maletín y


saca una hoja de papel—. Lleva esto a la oficina de registro en el edificio cruzando
la calle. Ellos te darán toda la información. A dónde ir, a quién ver. Tendrán todo
preparado para ti. —Sonríe.
Sonrío, con mis dientes apretados fuertemente. Luego acepto el papel de sus
huesudas manos y me dirijo al exterior para encontrar la oficina de registro. Como
la buena chica que soy.
El olor de este lugar es rancio y viejo. Húmedo, como todo en Florida. Se
aferra a ti. Ningún aire acondicionado puede sacarte el hedor pegajoso. Me abanico
con el formulario mientras camino, agitándolo delante de mi rostro para sentir la
poca brisa que pueda.
Por fin después de atravesar los muchos laberintos de pasillos y elevadores,
encuentro la zona de oficinas correctas para presentar información de los casos
judiciales. E impresionante. Hay una fila larguísima. Instalándome contra la pared
para la espera, saco mi iPhone. Se lo tuve que dar a los policías de alquiler en la
corte para que lo guardaran durante mi caso. Así que al menos ahora puedo
revisar mis mensajes.
Nada.
Pfft. No es sorprendente, ya que todos a los que considero cercanos, quienes
se contactarían conmigo en un día como este, o están muertos o encerrados. Mamá
se encuentra ocupada con su nuevo esposo, Jack “Perro Loco”, otro miembro del
Lone Breed. Hemos tenido poco que ver entre nosotras desde la muerte de mi
padre. Tank, quien es casi como un tío, habría estado aquí, solo que le dije que no
viniera. Una cosa en la que estuve de acuerdo con mi abogada: su atuendo de
motero no habría sido bien recibido en la corte. Y el CM no se convierte o no se
convertirá a las normas del público.
Mejor si después solo lo pongo al corriente.
Me deslizo a través de mis fotos más recientes, y una profunda punzada se
lanza en mi pecho. Una imagen me muestra a mí y a Dar en el Bar de Randy la
noche antes de la última… la noche en la que todo se fue al infierno.
Sus labios se hallan pintados de rojo, estirados formando una O mientras
hace una cara tonta. Mi brazo alrededor de sus hombros, mi cabeza apoyada contra
la suya al tiempo que hago una cara estúpida similar. Ni siquiera estábamos
32

borrachas, aún no. Solo dando inicio a la noche con nuestras primeras bebidas y
esperando a que la banda local saliera al escenario.
Página

Una ira ardiente sube hacia mi garganta, casi ahogándome. Toso y parpadeo
la niebla de mis ojos.
Qué maldito desperdicio.
Salgo del álbum de fotos y veo un ícono rojo sobre mi bandeja de entrada.
No hay mucha gente que usa mi correo electrónico para contactarme, así que ya
tengo una buena idea de quién es. Cuando abro mi bandeja de entrada, me siento
nerviosa. Estoy de acuerdo con ser aficionada a dar consejos un tanto sonoros,
dejándome parecer ser más lista de lo que soy, y tratar de ayudar a almas pobres y
perdidas a encontrar su camino, la sabiduría de la motorista muy viajada, pero por
alguna razón, Sam me saca de quicio.
Me he mantenido en contacto con ella, una de las pocas chicas a las que
considero una amiga, y hablamos al menos dos veces a la semana. Por lo general
sobre su basura universitaria, Holden, y su festival de amor combinado de mierda.
Es genial. Siempre estoy feliz de escuchar que algo está funcionando para alguien
que me importa.
Pero hoy… en estos momentos… no estoy de humor.
Una voz irritante en mi cabeza me dice que tal vez debería pedirle a ella algo
de consejo. Eso no podría hacer daño. Perdió a su ex prometido en algún tipo de
accidente automovilístico hace un tiempo, sus padres la forzaron a ir a todas esas
reuniones psiquiátricas y esas mierdas. La recuerdo bailando consigo misma en un
bar cuando la conocí, cayéndose a pedazos por las costuras. Ahora, con Holden,
había conseguido colocarse de nuevo en el camino.
Pero este no es mi primer rodeo. Antes una vez he perdido a la persona más
importante en mi vida, y entonces lo aguanté. Ahora lo soportaría.
Además, llamar a Sam y llorar sobre esto sería admitir la derrota. Voy a salir
de esto. De todo. La pérdida de mi Harley. La rehabilitación. El encarcelamiento de
Jesse, si eso es lo que sucede. La sentencia de libertad condicional de seis meses
donde estoy atrapada en el maldito Florida y este maldito hoyo de infierno
sofocante de clima.
Sin embargo, solo deseaba haber podido ir al funeral de Darla.
Fue enviada de regreso a Hazard. El imbécil de su papá tuvo que venir aquí
y recogió “el cuerpo”, y la llevó de regreso. Odio que ese imbécil fuese quien la
depositó en su descanso. En ese pueblito de mierda con esas personitas de mierda.
Darla debería haber sido incinerada en algún lugar en la carretera, rodeada por sus
amigos y su verdadera familia.
33

En su lugar, sería incinerada de forma barata y sus cenizas estarían


Página

atrapadas en una urna pequeña. Probablemente situada sobre el piso de ese idiota
en el tráiler donde ella creció. Sé que odia eso. Estar atrapada allí de nuevo, sin
forma de salir.
Y yo, atrapada aquí e incapaz de salir de este estado olvidado por Dios, no
puedo hacer nada al respecto. La ira se eleva como la bilis hacia mi garganta.
Mi mano agarra el papel, convirtiéndolo en una bola antes de escuchar la
voz.
—Siguiente.
Mirando a mi alrededor, me doy cuenta de que soy yo. Doy un paso hacia
adelante y desarrugo el papel. —Se supone que debo darte esto a ti.
La señora detrás del vidrio se queda mirando hacia abajo al arrugado lío
que he hecho y suspira. Sube su grueso marco negro en su nariz. —Déjeme
conseguirle la información. —Entonces se balancea hacia la parte de atrás de su
oficina y busca entre más papeles.
Mi pie golpea con impaciencia, y no sé por qué estoy tan nerviosa. No es
como si tuviera otro lugar en el que estar. Supongo que solo me encuentro cansada
de toda la mierda. Esperando aquí. Esperando ahí. Las reglas y las regulaciones.
Estoy tan lejos de ser un ciudadano respetuoso como podrás imaginar. Y por las
próximas tres semanas, eso es exactamente en lo que me tendré que convertir.
Nada de motocicletas, nada de conducir una. Mi Breakout se sumó a los
restos del naufragio. Viviendo en una habitación de mierda de un motel. Una que,
porque se me han acabado mis ahorros, ya no me puedo permitir. No hay manera
de hacer dinero. Tuve que dejar mi trabajo de medio tiempo en el bar de Randy
debido a las horas ridículas de las citas. Randy, el dueño del bar y amigo cercano
de Tank y los Lone Breed, solo estaba haciéndome un favor hasta que estuviera de
regreso en la carretera. Dejándome trabajar ahí para ganar lo suficiente para llegar
a Daytona. Y ahora que soy una ciudadana respetuosa de la ley, circulando por el
buen camino, eso significa que tampoco hay trabajo adicional.
Solo he vendido la suficiente hierba para el cambio de bolsillo. Pero aun así,
fue agradable tener esa opción.
Estoy a punto de embestir mi cabeza a través de la ventana de vidrio cuando
la chica regresa de la oficina. —Ahora te puedes dirigir hacia abajo a la instalación
de la conciencia mental. —Arruga su nariz, como si estuviera oliendo el hedor de
ese lugar en mí—. Estás tramitando solicitudes para estar a punto de ser admitida
34

en un centro de rehabilitación de inmediato.


Le arrebato los papeles. —Gracias.
Página

Y ahora, soy una ciudadana comprometida, respetuosa de la ley. Genial.


Con nada más que mis ropas y algunos artículos personales, no me tomó
mucho tiempo el prepararme para las vacaciones de veinte días de mi vida.
Las cosas que me dijeron en el lugar de concienciación mental que no podía
llevar: mi música, mi teléfono, los efectos de Darla con los que no podía partir al
centro de habilitación Stoney Creek, están encerrados bajo su custodia. Tengo que
confiar en que es seguro; no tengo otro lugar para guardar mis cosas.
La única cosa de Dar conmigo: un amuleto de plata que recibió para su
cumpleaños. Lo encontré en nuestra habitación de hotel. No puedo recordar de
dónde o de quién lo recibió, pero no podría imaginar pasar una temporada en
rehabilitación sin ella. Su pañuelo rosa se encuentra encerrado con mis cosas. No
confío en quien sea esté compartiendo la habitación conmigo. Sin oportunidad de
perder eso, coloqué su amuleto en mi collar. Solo un poco de ella conmigo en
Stoney Creek.
¿Y qué clase de nombre es Stoney Creek para un lugar lleno de… adictos1?
Tonto.
Golpeo con mis dedos la mesa, esperando. De nuevo con la espera. Una
persona puede volverse loca solo por sentarse a esperar. Pero es todo lo que he
estado haciendo desde mi audiencia ayer en la corte.
No fui directamente hacia el lugar de trabajos de mierda como me dijeron.
Primero, tenía que intentar ver a Jesse. Descubrir qué le sucedió a él. Pero nadie
contestaba ninguna de mis preguntas en la corte. No soy un pariente. No soy su
cónyuge, me estremezco solo de pensar en la palabra. Así que ni siquiera puedo
averiguar si está en libertad bajo fianza, si continúa encerrado, o qué.
Ya que mi oficial de libertad condicional me llamó justo cuando trataba de
despedirme de Randy y a Tank, y de unos pocos miembros del Lone Breed quienes
se encuentran pegados alrededor hasta la liberación de Jesse, no tuve una muy
larga despedida para mi sentencia de veinte días.
35

Las cosas funcionan bastante rápido en Florida. Un día cruzas la carretera, al


siguiente, eres procesada e ingresada en rehabilitación. Realmente fantabuloso.
Página

1Texto original, stoners, hace referencia al nombre Stoney Creek, y como Stoney viene de stoners,
que significa adictos a las drogas
Si tan solo sus malditas farolas operaran a esta velocidad estelar…
—Melody. —Le enfermera que recibió un millón de pruebas, y tomó un
montón de ampollas de mi sangre, entra en la pequeña habitación—. Solo quería
hacerte saber que el personal del Stoney Creek se encuentra aquí para ayudar.
Cuando los efectos de abstinencia comiencen, pide ayuda. —Su mirada se agudiza
en mí mientras baja más su cabeza.
Me encojo de hombros. —No soy adicta —digo, agarrando mi mano en un
puño sobre la mesa—. No he sufrido de abstinencia ningún día de mi vida. —Sus
delgados labios bajan hacia sus bordes y añado—: Pero gracias —tratando de
aligerar mi tono.
Asiente, luego toma el asiento delante de mí en la pequeña mesa. —Tus
pruebas muestran que has consumido en las últimas veinticuatro horas, y que has
usado cocaína y otros estimulantes al menos una vez al día por las dos últimas
semanas. ¿Es eso un uso a largo plazo? ¿Cuánto tiempo has sido un usuario diario
de cocaína?
Me encojo de hombros. —Uso un poco aquí y allí. No una tonelada, quiero
decir. Solo para despertarme. Mejor que el café. —Sonrío, pero ella no. Una broma
patética, supongo. Con indiferencia, agarro la manga por debajo de mi codo,
cubriendo el reciente rastro de marcas.
Anota algo en su página. —Puedes sufrir algunos síntomas desagradables
durante tus primeros días aquí, solo —mira hacia arriba y deja caer su voz—, solo
déjanos ayudar ¿de acuerdo?
Dejo escapar un suspiro. Mientras más pronto deje que estas personas hagan
su trabajo, más rápido podré regresar a mi vida. O lo que queda. —De acuerdo. —
Miro alrededor de la habitación mientras ella llena su reporte.
Las paredes se encuentran cubiertas de toda clase de información útil.
Desde las muchas toxinas que se hallan en un cigarrillo promedio, hasta el número
de pasos que toma alcanzar la sobriedad máxima; hay un cartel para todo. Maldita
sea. ¿He estado fumando formaldehído? ¿Como el líquido de embalsamar?
A pesar del no tan apreciado conocimiento (podría haberlo dejado sin eso,
de verdad) mi deseo por fumar me golpea muy fuerte. Dirijo mi mirada de regreso
36

a la enfermera. —Entonces… este lugar es algo así como ¿súper estricto? ¿Puedo
fumar?
Página

Coloca un mechón de su cabello rubio detrás de la oreja y levanta su mirada


del papeleo. —Oh sí. Melody no es esa clase de centro. Puedes fumar, tomar
cafeína. No creo que pudiera sobrevivir sin mis tres tazas de café al día habituales.
—Se ríe.
Sonrío incómoda. Sí, los chistes de coca y de café en verdad no se fusionan.
Si este es su intento para formar algún lazo conmigo, como si estuviéramos en esto
juntas, de una adicta a otra, preferiría golpearme yo misma. No somos parecidas
en nada, esta chica y yo. Ella grita culo estrecho. Fanática del control. Cubierta de
la cabeza a los pies con detalles colocados intrincadamente, ni siquiera un cabello
fuera de lugar en su pulida cabeza rubia.
Lamo mis labios y me inclino hacia adelante. —¿También puedo usar un
teléfono? —Sus ojos se abren de par en par, y añado antes que pueda callarme—:
Sé que mi teléfono no. Pero ¿puedo hacer llamadas telefónicas? Tengo un amigo
con el que pronto necesito contactarme.
—Puedes realizar llamadas telefónicas una vez a la semana. Así que eso no
es un problema. Sin embargo solo a la familia. O alguien al que agregues a tu lista
de contactos. Pero tienen que firmar una exención si no son parientes antes de que
tú o ellos puedan ser contactados.
Bueno, mierda. —Esta persona no será capaz de firmar nada. —Al menos,
no lo creo. No sé si Jesse logró salir y odio eso. Odio no ser capaz de solo agarrar
mi motocicleta y conducirla hacia cualquier lugar, para ver a quien sea. También
odio que esté siendo condenado por un crimen que no cometió.
Espero que su caro abogado defensor sea mejor que el mío.
Debería haberme salido de esta mierda, sin cargos. Ningún cargo por
conducir bajo los efectos del alcohol en mi registro de conducir, ni nada. Porque
me encontraba ahí en la escena, y terminé desmayada y necesitando atención
médica, y me hicieron pruebas de alcohol y drogas. Estaba a un maldito .02 sobre
el límite legal de alcohol, y más tarde dio positivo por narcóticos en la guardia
médica de la cárcel.
Y aunque ni siquiera me encontraba al volante cuando la policía llegó, dejé
las llaves en el contacto. Me colocaron cargos por un tecnicismo. ¿Qué clase de
mierda es esa?
El estado de Florida es una perra dura. Independientemente de que es mi
37

primer delito, encontraron que era su deber de hacerlo mi último. Consiguiéndome


toda la ayuda que consideran que necesito a través de sus programas
Página

gubernamentales emitidos.
Como si meterme a mí misma en rehabilitación fuese algo que pudiera
permitirme. Claro.
Pero Jesse… él era quien manejaba la motocicleta que quedó tirada debajo
de un camión. Un camión cuyo conductor pasó nuestros niveles de alcoholemia
combinados. Un conductor que registró la luz roja un segundo demasiado tarde.
Esa probabilidad sin embargo no tiene importancia para la defensa de Jesse.
Él es un motorista frívolo que en esos momentos se encontraba cargado de cocaína.
Lo último que escuché de él, fue que el estado se hallaba presionando cargo contra
él en defensa de Darla. Homicidio involuntario.
Al menos no salió demasiado herido. Una fractura de costilla y algunos
moretones. Fue arrojado por el impacto de la motocicleta, fuera de la trayectoria
del camión. No como Dar… quien se encontraba sentada en su asiento modificado,
y quedó atrapada debajo.
Me trago el bulto duro en mi garganta, obligándolo a bajar hacia la boca de
mi estómago con el resto del dolor. No sé si ni yo siquiera he procesado todo. Que
uno de mis mejores amigos está siendo condenado por matar a otro.
—¿Melody?
La voz de la enfermera me saca de mis pensamientos oscuros. Alzo mi
mirada hacia ella.
—¿Me escuchaste? Dije que en caso de una emergencia, las comunicaciones
especiales se pueden hacer. Alguien puede contactar a tu amigo por razones
específicas, si es necesario. —Sonríe—. Pero solo para que lo sepas, puedes enviarles
una carta. La mayoría de los pacientes obtienen beneficios terapéuticos al escribir
cartas… al escribir sus pensamientos. —Sonríe tristemente de nuevo. Como si me
estuviera impregnando con algo de gran sabiduría.
Sonrío ampliamente, encrespando a regañadientes mis dedos en una bola.
Genial. Correo tradicional al rescate. Para el momento que lo tenga todo por
escrito y luego la envíe, ésta llegará a tiempo para mi liberación. ¿Cómo diablos es
eso terapéutico?
—De acuerdo. Estás lista. —Se levanta de su silla de un salto; el entusiasmo
acelera sus pasos hacia la puerta, como si fuéramos dos niñas ingresando a un
parque de diversiones. Tal vez lo somos, entrando a la casa de los locos.
Me hace señas con sus manos. —Justo a tiempo para tu primera reunión.
38

Una media sonrisa y medio sollozo escapa de mi boca enfurruñada. —Qué


Página

alegría.
Pasa hambre, y sé redimido

Traducido por Beatrix


Corregido por Kora

Boone
Las ansias no se detienen nunca. Aparecen más fácilmente, con tiempo y
distancia, pero siempre están ahí. Pudriéndose bajo tu piel. Arañando las paredes
de tu cerebro como pequeñas uñas afiladas hechas de hojas de afeitar. Buscan el
único punto débil donde pueden cortar y golpearte fuerte con una dosis extra
de necesidad.
¿Y comprometerse a hablar delante de alrededor de una veintena de adictos
una vez por semana...? Sí, eso no ayuda. Solo hace que las ansias sean más fuertes.
Pero una vez que lo pasas, una vez que dejas de estar al frente de la habitación,
habiendo enfrentado a tus demonios y ganado de nuevo, te da la fuerza suficiente
para luchar contra ellos durante otro día.
Es por eso que vengo a Stoney Creek todos los miércoles a las seis de la
tarde, y hablo de mi mierda.
Frotándome la nuca, contemplo la habitación. Una gran cantidad de caras
nuevas. Pero casi todo el mundo que estuvo aquí la semana pasada está de vuelta,
menos los pocos que no podían arreglárselas para hacerlo. Los que rompen ciertas
reglas y las transgreden solo para poder ser echados de patitas en la calle y de
vuelta a sus dosis.
39

No les culpo. Solía ser uno de ellos. Infiernos, todavía lo soy, técnicamente.
Página

Nunca dejas de ser un adicto.


—Boone, ¿estás listo?
Echo un vistazo a Denise y asiento.
—Sí. ¿Digo lo de siempre? —Levanto las cejas. Mi historia no cambia, pero
estoy jugando con ella. Tal vez incluiré algo nuevo esta vez, para variar.
Ella inclina la cabeza. —Es una gran historia, Boone. La cuentas bien. —
Colocando una delicada mano sobre mi hombro, me mira y sonríe—. La
honestidad es la mejor defensa.
Correcto. Honestidad. El tener que ser dueño de tu propia sucia mentira
para superar y patear los malos hábitos. Me lo sé de memoria. Tal vez un día le
daré una oportunidad.
No es probable.
Me inclino por la cintura, estirando mis músculos con moretones recientes, y
hago una mueca de dolor. Iré derecho a casa para relajarme después de esto.
Al salir de su espacio personal, digo—: Lo sé. Está bien, vamos a hacer esto.
Camino detrás de Denise mientras se dirige hacia el frente de la habitación y
comienza su introducción. —Gracias por estar con nosotros esta noche para
nuestros invitados especiales. Algunos ya han conocido a nuestro primer orador, y
aunque no es un requisito asistir, muchos de nuestros residentes descubren alguna
aclaración...
Su voz suave se desvanece en el fondo de mi mente mientras preparo mi
discurso. No importa cuántas veces lo haya hecho, todavía me pongo nervioso.
Según mis cuentas, catorce. Catorce semanas desde que me dieron el alta de este
mismo lugar solo para regresar. Es mi propia defensa personal; asegurarme de
nunca involucrarme de nuevo. Estoy aquí por elección propia, no por la de nadie
más.
Solo puedo suponer que aquellos que ya han escuchado mi historia y optan
por volver, lo hacen por puro aburrimiento. No hay mucho más que hacer en
Stoney, así que salir de tu habitación, de tu propia cabeza, durante treinta minutos
gana a quedarse mirando las paredes blancas vacías.
Denise termina con—: Su orador esta noche, Boone Randall. —Me mira y
asiente con la cabeza, reconociéndome—. Gracias por hablar con nosotros, Boone.
—Comienza a aplaudir y, poco a poco, el resto de la habitación absorbe el aplauso.
40

Eso vibra en mis entrañas mientras le doy una sonrisa con los labios apretados y
Página

paso al frente.
La reacción inicial es siempre la misma. Miradas curiosas. Inspecciones
detalladas. Alzamiento de cejas. La duda de que en realidad sea un drogadicto
recuperado.
Hundiendo mis manos en los bolsillos de los tejanos, doblo mis antebrazos,
encogiéndome de hombros en una especie de gesto que dice: “sí, sé que parezco un
fraude”. Una mujer mayor de aspecto rudo sentada en la primera fila me evalúa
una vez más, revisando abiertamente los tatuajes que cubren mis antebrazos, mis
orejas dilatadas y mis languidecidas puntas blancas y rubias. Pero sé lo que busca
realmente.
Sin embargo aquí va un truco: los tatuajes bonitos cubren las huellas de las
marcas muy bien. Tiene que mirar más de cerca, señora, para encontrarlas.
—Hola. —Es mi brillante introducción. Soy un hombre de pocas palabras, a
pesar de mi discurso practicado, y funciona bien para mí. Lo mantengo corto.
Directo. No se puede sacar demasiada mierda de la boca cuando esta no está
abierta mucho tiempo—. Sé lo que están pensando. Y tienen razón. Estoy lleno de
mierda por estar aquí, tratando de decirles todo sobre mi milagrosa recuperación.
Una que, si trabajan tan duro como yo en ustedes mismos, también podrán lograr.
Silencio, y unos gruñidos. Esperados.
—Pero —digo, cambiando mi postura de relajado a evasivo—, no se puede.
Nunca van a lograr una recuperación completa. Es un buen montón de mierda de
consejeros alimentándolos para marcar algunos pasos en sus libros y sentir que
hicieron todo lo posible por sus pacientes.
Mientras dejo absorber esta realidad, tomo un respiro. Se preparan para
sumergirse en mi historia. Y un pañuelo rosa atrapa mi atención. La chica usándolo
sobre su cabeza como una pieza central en su pelo de color borgoña y con mechas
negras me hace olvidar por completo dónde estoy. Sus ojos oscuros miran a través
de mí, y su hermoso pero sólido rostro hace que las palabras se atasquen en mi
garganta.
—Yo, eh... —Frunciendo mi frente, parpadeo, tratando de apartar mi mirada
de la de ella. Un extremo de su conocedora boca se arquea hacia arriba; me ha
pillado. Maldita sea—. Joder, ¿por dónde iba?
Esto consigue risas auténticas, y por sorpresa, la chica sonríe ampliamente.
Hace algo en mi interior. Reforzado con su aprobación, digo—: Recuperación. Es
un camino feo que ningún adicto nunca alcanza. Una batalla en curso nunca
conquistada. —Rápidamente vislumbrando el pañuelo de la chica, tomo nota de su
41

sonrisa desaparecida. Ya la he perdido—. Entonces, ¿cuál es el punto? ¿Por qué


Página

querría alguien esta lucha si nunca hay una línea de meta?


Es una pregunta retórica. Nadie contesta. Pero hoy, mi chica del pañuelo es
la primera.
—No lo sé, Daniel Boone. ¿Por qué no nos lo dices?
Mis entrañas caen a mis botas. Soy atrapado con la guardia baja mientras la
sala se ríe, pero solo por un momento. ¿Qué puedo decir? Me gustan los retos.
Aunque esa frase de Daniel Boone casi se pone a mi altura. Es buena.
Le doy una breve inclinación de cabeza. —Estoy a punto de hacerlo, Rizzo.
—Su sonrisa burlona se congela en su rostro. Mentalmente escondiendo esa para
más adelante, prosigo—. Elegimos luchar porque la alternativa es peor. Compartir
agujas sucias plagadas de enfermedades. Despertar en lugares extraños, olvidando
y lamentando lo que hicimos la noche anterior. —Cuento con mis dedos mientras
sigo—: Sexo barato y aburrido, comprado y pagado en estupor... y saben que
algunos de ustedes no pueden negar eso.
Los chicos se ríen, ganándose miradas de las mujeres. Pero es un buen
ejercicio, independientemente del hecho de que es una triste verdad. A partir de
aquí, tengo la mitad de su atención. No está mal.
Desde que la chica del pañuelo me ha sacado de mi juego, decido seguir con
el numerito habitual. Manteniéndolo bajo control. La historia de un chico que
creció viendo a sus padres drogándose, que fue testigo de la muerte de su madre
por una sobredosis. Quien casi perdió su vida por las drogas, pero se sobrepuso a
todo.
Cuando llego al final de mi discurso, mi mirada se desplaza de nuevo a ella.
A propósito he mantenido mis ojos lejos para así poder terminar mi discurso sin
juzgar la mirada en su cara como si estuviera viendo a través de mí, haciéndome
tropezar. Pero ahora no hay ningún juicio, solo desprecio. O tal vez es su mirada
para el aburrimiento soportado durante mucho rato.
Toso y digo—: Gracias por escuchar. Sé que la mayoría tenían cosas mucho
mejores que hacer —risas—, así que sí. Soy Daniel Boone, despidiéndome. —La
sala aplaude, y me dirijo hacia el lugar donde Denise ha permanecido todo este
rato.
—Gracias, Boone. Y manejaste muy bien a nuestra nueva residente. —Ella
mira hacia donde la chica todavía está sentada—. Es un caso difícil, pero tal vez le
afectaste un poco.
42

Tengo serias dudas sobre ello, pero asiento. —¿Cuál es su historia?


Sus labios se estrechan y sacude la cabeza. Su pelo gris cae suelto de su cola
Página

de caballo. —Sabes que no puedo hablar de un paciente…


Levanto mi mano. —Sé cómo va esto. Solo quería decir... —Miro hacia la
chica, pero ya se ha ido—. Nada. Solo parece muy... enfadada. —Y hermosa. Y
sorprendente, aunque probablemente ella ya ha escuchado eso suficientes veces, y
no le importa escucharlo de mí.
—Puedes tratar de hablar con Melody —dice Denise, ganando toda mi
atención—. No podría hacer daño.
Melody. Ese nombre no coincide en absoluto con la chica dura que me hizo
tropezar. —Bien. Sí, tal vez. —Le doy a Denise una sonrisa y entonces digo—: ¿A la
misma hora la semana que viene?
—Por supuesto. Cuídate, Boone. —Acaricia mi hombro, para darle un
apretón, y luego se dirige hacia los miembros del personal que rodean la mesa de
refrescos.
Ahora me encuentro ante un dilema: localizar a la deslumbrante y gruñona
chica del pañuelo o hablar con los pocos rezagados que siempre se quedan después
de acabar para charlar. O podría escabullirme e irme. Volver a mi apartamento
vacío y zapear los canales. Sobrio. Solo.
Conteniendo la respiración, planto la espalda contra la pared. Como si fuera
la única cosa constante que me mantuviera en pie. Todavía tengo que probar los
últimos pasos de mi tratamiento. Uno de los más grandes para mí: hacer nuevos
amigos. Encontrar nuevas aficiones, nuevo estilo de vida, etcétera. Andar solo ha
funcionado hasta ahora.
Pero sin duda alguna no ha sido fácil. Vivir en la misma ciudad toda tu
vida, donde los amigos son más como hermanos y las chicas te llaman, aún, lo
hacen casi imposible escapar. Podría mudarme. Podría cambiar mi número. Sin
embargo, eso es parte del castigo, supongo. Dondequiera que voy, me encuentro
con viejos amigos con los que me drogaba antes, chicas a las que me he follado...
gente que conoce la verdad. Recordatorios.
No me merezco empezar de nuevo.
Pero esa chica, Melody, por la razón que sea, es la primera persona en
despertar mi interés en mucho tiempo, lo que me hace desear ser capaz de dar ese
paso. Ella es el tipo de chica sobre el que me abalanzaría, urgiéndola para obtener
su número y estar dentro de sus bragas... de vuelta a lo que hacía antes. Pero algo
me dice que su historia es tan triste como la mía. ¿Y follar con un drogadicto? Eso
43

es lo último que tiene que ocurrir.


Dos adictos perdedores que recuerden los buenos viejos tiempos. Porque
Página

una vez que se han ido, se han ido.


Y ahora, yo también.
Por una plegaria no escuchada

Traducido por BeaG


Corregido por Laurita PI

Melody
¡Qué montón de mierda!
Galletas rancias, jugo de manzana en mal estado y lo que parece una salsa
hecha de mierda con nachos repartidos y un montón de motas amarillas y verdes.
¿Esto es lo que te da miles de dólares gastados en rehabilitación? Por favor. Los
bolsillos de alguien se están llenando, porque sin duda no es gastado en la cocina.
Solo estoy contenta porque no es mi “no existente” dinero.
Reviso las galletas que quedan en la bandeja, buscando algo con chocolate.
Esa es una de las ansias que no me puedo negar mientras estoy encerrada aquí. Y si
no consigo mi chocolate pronto, habrá muertes.
—Estuviste a punto de matarme allí.
Mis hombros se tensan y la galleta en mi mano cae. —Maldición. Esa era la
única con chispas de chocolate. —La busco de nuevo en la pila y le doy rápido un
mordisco, saboreando las dos chispas que están en el seco y deshecho desastre
horneado.
Vuelvo la cabeza para vislumbrar al tipo que dio el discurso en la sala, y
asiento una sola vez. —Lindos tatuajes —digo con la boca llena—. ¿Los obtuviste
44

encerrado aquí? ¿Te marcaron? —Su rostro se contorsiona en una media sonrisa
Página

adorable. Maldición, tiene un hoyuelo; por supuesto. Aparto la mirada—. Además,


yo no te nombré. Tienes que reclamarle a quien lo haya hecho.
Por el rabillo del ojo, lo veo meter las manos en sus bolsillos. —De acuerdo.
Bueno, esta conversación terminó antes de que empezara, así que te dejaré volver a
tu búsqueda de galletas.
Mis palabras me golpean. Como un puñetazo en la cara. —Mierda. —Luego
literalmente me golpeo la cabeza—. Mira, lo siento… no lo quise decir de esa
manera.
Su frente se arruga con confusión antes de decir—: Está bien. No te
preocupes. —Perdona mi comentario estúpido sobre su madre, la que acaba de
decir que perdió por una sobredosis, y mentalmente busco la ruta más rápida para
escapar. Eso fue un poco más chocante que de costumbre, incluso para mí—. No lo
tomé como algo personal —añade.
Se da la vuelta para irse, y luego se detiene. Mira sobre su hombro. —Por
cierto, linda bandana. ¿Estás afiliada a alguna pandilla, Dama Rosada?
Sonrío por dentro. Linda forma de salvarme por completo, y en realidad, fue
rápido en responderme; esa mierda de Rizzo casi me hizo reír. Pero honestamente,
no estoy de humor para que un chico me coquetee. En rehabilitación. —Para que lo
sepas, es una cosa mía y de mi chica. —Eso es todo lo que estoy dispuesta a decir.
Que es más de lo que alguien más aquí recibirá después del día que he tenido.
Del mes.
Girando lo suficiente para casi quedarse cara a cara, dice—: Ah. Bueno eso
est{ bien. Quiero decir… estoy contento de que hayas encontrado tu otra mitad y
eso. —Se rasca un lado de la barbilla, la cual noto tiene una sombra de barba. Y ahí
es cuando lo que est{ diciendo… o lo que no est{ diciendo… toma sentido.
—No una cosa de lesbianas, idiota. Mi mejor amiga. Mierda, ¿por qué los
hombres siempre tienen una sola cosa en la mente? —Arrojo una galleta de vainilla
y limpio mis manos en los vaqueros—. Paz. Disfruta tu libertad. —Un poco rudo.
Pero pensar en Dar, hace que cambie mi humor.
Agarra mi brazo, parando mi rápida retirada. —Oye. Lo siento. No hay
nada malo si fueras gay…
Su mano es cálida en el lugar que su piel toca la mía. Me zafo de su agarre.
—Sí, lo sé. Dile eso al otro millón de idiotas a los que llamas hermanos ¿está bien?
45

Jodidos idiotas. —Me vuelvo para irme, y de nuevo me detiene, atravesándose en


mi camino—. ¿Cuál es tu problema, amigo?
Página

—Sé que estás molesta por estar aquí, Melody. Pero no la pagues con un
chico ¿de acuerdo? —Trata con una sonrisa. Es dulce, en el sentido de: “soy un
pobre chico perdido”. Guau. Debió de haber sido un buen buscador de droga en
sus días de gloria. ¿Quién podría rechazar ese hoyuelo?
Luego el hecho de que sabe mi nombre pone al día mi cerebro hipnotizado
por el hoyuelo. —¿Cómo demonios ya sabes mi nombre?
Se encoge de hombros. —Es un lugar pequeño. No eres el niño nuevo por
mucho tiempo. —Noto sus ojos color avellana. Pupilas de tamaño normal. En serio
est{ limpio… tal vez.
—Así que esa mierda que hablaste ahí… —Muevo mi cabeza hacia el frente
de la habitación—. ¿Es la verdad? ¿O es algún programa que tienes que completar
para tu consejero?
Por primera vez, veo su rostro temblar. Sus rasgos se tensan, una sombra
pasa sobre ellos. —Las dos cosas, más o menos. Pero es mi decisión. Me reporto a
mi consejero y a ella le gusta escuchar que estoy involucrado con la comunidad. —
Hace señas de comillas en el aire.
Pero eso no es lo que le pregunté. Y lo sabe. Drogadictos… todos son lo
mismo. Nunca obtienes la historia completa. Algunos porque no tienen poder sobre
ello, otros porque arriesgan delatar a alguien más. Cual sea la razón, la historia de
un adicto por lo general es sesgada.
—La contaste bien, amigo. Tal vez algún día escucharé la verdadera, ¿eh? —
Lo rodeo y quito la bandana de mi cabello. Alzo mi pelo en una cola de cabello y
pongo a su alrededor la liga que se encontraba en mi muñeca, recibiendo el calor
que he sentido por su mirada en mi piel a lo largo de mi cabello.
—Oye, Melody —dice, y miro hacia atrás—. ¿Es esa una invitación?
Me río. —Seguro. Tan pronto como me puedas sacar de aquí, puedes decir
todo lo que quieras, chico. —Luego me voy, antes de hacer algo estúpido, como
mirar a ese maldito hoyuelo de nuevo. Puedo sentir su sonrisa quemando mi
espalda.
—Es una cita —grita.
Claro. Estoy segura de que en veinte días, tendrá un plan urdido. Pero lo
último que estoy buscando es otro chico con quien liarme.
46

Tengo una cita más importante que mantener cuando salga de aquí.
Página

Cerrando mi mano alrededor del dije de Darla de mi collar, salgo de la


habitación.
El silencio es casi peor que el dolor.
La noche. Es la mejor parte de día. Siempre mi favorita. Con largos
recorridos por oscuros caminos intricados, el zumbido de mi motocicleta hace eco
en los árboles y en el pavimento, al tiempo que mi rostro siente el beso frío de la
oscuridad. Es mi consuelo.
O los ruidosos bares, llenos de humo con una banda local destrozando el
escenario, Dar y yo bailando. Un bourbon y una Coca-Cola en mi mano, un pase de
coca en mi nariz… donde nunca hay silencio para escuchar mis pensamientos.
Ahora, con las paredes cerca, doblándose una encima de la otra, como una
trampa para ratas, la noche es el peor tipo de enemigo.
Atrayendo mis rodillas a mi pecho, me refugio dentro de la pequeña cama
individual. Mis pantorrillas duelen tanto que me gustaría poder empujar mi mano
entre el músculo y el hueso. Solo partir a los malditos en dos. Mi estómago está
ardiendo. Lo que sea que haya comido más temprano está a punto de hacer
presencia en todas las paredes blanco almidón de esta celda.
Estoy dividida entre escalofríos y fiebre. Mi cuerpo se siente entumecido,
pero no como me gusta. Es un entumecimiento pastoso. Un entumecimiento
húmedo y sudoroso que hace que mis movimientos sean lentos y suaves. No
puedo estar segura de si me estoy quemando o congelando. Mi piel está en carne
viva al tacto.
Mi compañera de cuarto yace dormida en la pequeña cama al lado de la
mía. Quiero despertarla y demandar que me dé lo que sea que tenga guardado
porque no hay ningún adicto en este lugar que no tenga al menos algo para
quitarse la ansiedad. Xanax, Ambien, Valium… algo. Ella est{ haciendo demasiado
ruido.
Planto un pie en las baldosas del suelo; el músculo de mi pantorrilla a punto
de explotar cuando aplico la menor de las presiones en mi pierna para levantarme,
y mi estómago se agita. Una capa abrasadora recorre mi garganta y no hay manera
47

de tragarla.
Página

El vómito golpea mis pies, pero no puedo sentirlo. No están más mojados
que el resto de mí.
—Mierda. Necesitas una enfermera. —Mi compañera de cuarto, Erin o Arial
o algo así, salta desde su cama—. No te muevas —dice mientras se detiene en la
puerta abierta. Nuestras puertas no tienen seguro y se supone que no podemos
cerrarla—. Ya vuelvo.
La enfermera que va a buscar es la que acaba de hacer las rondas apenas
hace cinco minutos. Hacen turnos en la noche, o eso me han dicho. Se queda en el
pasillo, vigilándonos. Si no estamos dormidos se supone que debemos alzar
nuestros brazos. Luego ella toma notas en un bloc. Algún recuento acerca de quién
se está aclimatando bien, y quién no. Los más saludables, que no son fármacos
dependientes, se quedan dormidos más rápido y durante toda la noche. Son
capaces de dormirse sin mirar la televisión, sin música, y ninguna droga para
noquearlos.
Mi mente está produciendo todos estos pensamientos sin sentido, cuando la
enfermera y mi compañera de cuarto entran a la habitación. —Ari, trae el
trapeador. —Ari, ese es su nombre, suelta un quejido y va de nuevo afuera.
—Mírame —instruye la enfermera. Tampoco puedo recordar su nombre, e
incluso el más mínimo intento de recordarlo se siente como un yunque rompiendo
mi cerebro.
Alzando mi cabeza, ella mueve la suya hacia la izquierda y la derecha,
apuntando una pequeña linterna de bolsillo a cada uno de mis ojos. —No eres tan
fuerte, ¿eh? —Sacude la cabeza—. Debiste ser honesta, Mel. Te podríamos haber
dado algo para disminuir los efectos.
Es la única que me ha llamado Mel desde la última vez que hablé con Jesse.
Lo que se siente como hace una vida atrás. Una ola de nostalgia por mi hogar me
atraviesa y abrazo mi vientre.
Nunca he tenido que pedir o suplicar por algo en mi vida. Cuando mi padre
murió y nos dejó a mi madre y a mí por nuestra cuenta, ella se puso a beber
durante el día, y no había ningún maldito alimento que comer, porque le había
cerrado la puerta en la cara a los buenos samaritanos que ofrecían una mano,
entonces fui directo a una cadena de supermercados y empujé un paquete de carne
de hamburguesa entre mis pantalones.
Recuerdo la piel de mi estómago volverse fría, picando mientras se
48

entumecía. Fue doloroso, pero se había sentido jodidamente bien. Porque sabía que
Página

me podía encargar de las cosas. Que no necesitaba a nadie más.


Pero ahora… me encuentro cerca de ponerme de rodilla y suplicarle a esta
mujer que me consiga algo. Infiernos, quizá me ofrezca a lamerle su coño.
—Quédate quieta, Mel. —Su voz es una alarma de sirena en mis oídos.
—Solo dame algo —digo más allá de la saliva llenando mi boca. Siento que
perderé mi estómago de nuevo—. Por favor. Lo que sea. Sé que tienes algo en este
lugar. —Mis ojos se encuentran con los suyos, y frunce el ceño por la desesperación
en mi voz.
—Voy a darte algo de Valium. Para esta noche. —Agarra la parte inferior de
mi franela y la saca sobre mi cabeza. No me había dado cuenta de que vomité
sobre mí—. Pero luego en la mañana, te llevaré a la sala médica. Estoy segura de
que el resto de tus resultados ya se hallan listos, y dependiendo de tus niveles, el
doctor te recetará algo para ayudarte a disminuir la ansiedad de la manera
correcta.
Caigo sobre mi espalda mientras Ari comienza a trapear mi desastre,
gruñendo para sí misma. —Si hubiese sido yo la que vomitó, ya me habría llevado
a observación. ¿Cierto, enfermera Bridge?
La enfermera me lanza una camiseta limpia y se vuelve hacia Ari. —Sí, pero
eso es porque tú no puedes permitirte perder más peso, flaquita. —Guiña un ojo, y
comparten una especie de entendimiento entre líneas antes de que la enfermera
desaparezca de la habitación.
Raras. Estoy demasiado ida como para molestarme en ponerme la remera,
así que la sostengo sobre mi pecho. No soy de las que les importa estar desnuda
cerca de otros. Aunque en este segundo, me siento más que desnuda; me siento
expuesta.
Para el momento en que la enfermera regresa, me hallo demasiado enferma
como para discutir. La dejo que me dé la pastilla y me dé tomar de la botella de
agua.
—Nunca he pasado por esto —digo, gruñendo en voz baja. Y no lo he
hecho. He pasado días sin consumir nada, y en el peor de los casos he tenido
fuertes ansias incluidas, y algunas veces me he convertido en una perra agresiva de
primera clase. Irritable, y algunas veces, letárgica. Pero nunca antes he vomitado
mi mierda.
La enfermera se pone encima de mí, con las manos en sus pesadas caderas.
49

—¿Paraste de consumir todo? ¿Fumar marihuana, beber, cigarrillos?


Mi frente se arruga, pero entiendo lo que dice. No, no dejé todo a la vez.
Página

Cuando no consumía, aún fumaría una pipa; para calmar mis nervios. En este
momento, incluso con mi estómago revolviendo la bilis, la idea de un cigarro hace
que mis molares se cierren juntos. Masticaría tabaco solo para tener un poco de
nicotina.
—Además —continúa la enfermera cuando no digo nada—, usualmente,
cuando alguien sabe que está a punto de dejarse ir por un tiempo, tienden a
maximizarlo. Convertirse en una llamarada. Si te querías ir de esa forma antes de
estar aquí, probablemente será un poco más difícil para ti, por ahora.
Desde la noche en la que murió Dar, no he pasado ni un momento sobria, si
podía evitarlo. Así que sí, sus palabras tienen sentido. No quiere decir que lo vaya
a admitir. Me esfuerzo por sentarme y cierro mis ojos por un momento, luego
empiezo a levantarme.
—¿Y adónde crees que vas? —dice la enfermera Bridge mientras le quita el
trapeador a Ari y le hace un gesto para que vuelva a su cama.
—A fumar un cigarro. —El Valium está comenzando a hacer efecto, y las
náuseas, aunque aún están pateando mi trasero, ya no son tan fuertes.
—Eso no le hará nada bien a tu estómago.
¡Al diablo! —Necesito al menos disminuir una de mis ansias o si no estrellaré
mi cabeza contra una pared —le digo.
Suspira. —Iré contigo.
Genial.
Los pasillos están fríos y demasiado silenciosos. Abrazo mi estómago en
tanto sigo a la enfermera Bridge hacia una puerta lateral de una de las salas
comunes. Atravesamos la puerta y me sorprende que no se encuentre bloqueada.
El aire cálido de la noche es un bálsamo bienvenido a mi piel sensible.
Prendo el cigarro con el encendedor y tomo una fuerte inhalación. A través de los
dolores, escalofríos y náuseas, la nicotina hace su magia. Siento como que estoy
peleando con un demonio menos.
O podría ser el Valium.
No importa. Solo sé que debo salir de este jodido hueco.
Estoy contemplando uno de las puertas desbloqueadas cuando la enfermera
Bridge dice—: Eres diferente.
50

Sus palabras hacen que me detenga a medio camino de una pitada y saco el
Página

resto del humo de mis pulmones. Alzo una ceja. —¿Sí? ¿Cómo? —Sacudo las
cenizas del cigarro—. ¿Mi proyectil de vómito es el mejor que has visto? Puedo
hacerlo a bastante distancia cuando quiero.
Una sonrisa triste cruza su rostro. —La mayoría de los casos atraviesan esas
puertas sin esperanzas. Seguro que algunos lo hacen voluntariamente, pero la
mayoría, como tú, son sentenciados. Rehabilitarse es un castigo para ellos.
Inhalo mi cigarrillo de nuevo y espero para expulsarlo. —¿Y cómo me hace
eso distinta? —En lo que a mí respecta esto no es un refugio.
Me mira a los ojos. —No necesitas a nadie que te castigue. Ya lo haces tú
misma. —Volviéndose para irse, voltea su cabeza sobre el hombro—. Pero solo tú
sabes por qué.
El silencio de la noche se traga todos los sonidos. Excepto sus palabras que
persisten. Ellas continúan rondando mis pensamientos mientras la puerta se cierra
con un clic, dejándome mirar la cerca de alambre que rodea mi prisión.

51
Página
Solo un susurro sentido, oh, suave caricia de la muerte

Traducido por florbarbero


Corregido por Helena Blake

Boone
Un rugido se atasca en mi garganta. Estoy en el exterior, mirándome...
puedo verme tan claramente como si estuviera mirando un espejo. La boca abierta,
los ojos saltones, mis manos agarrando mi pelo. El silencio consume esta escena
congelada en el tiempo. Succiono una bocanada de aire hasta mis pulmones, y
aunque intento con todas mi fuerzas moverme, despertarme, estoy eternamente
suspendido en este momento horrible.
Me levanto bruscamente de la cama. Mi espalda está rígida, mis músculos
tensos. Estoy empapado en sudor. Agarro las sábanas con mis manos. Las lanzo a
un lado, agradecido por la capacidad de moverme. Me aclaro la garganta, solo
para escuchar mi voz, luego saco mis pies sobre el borde de la cama y entierro la
cabeza en mis manos.
—Jodido infierno. —Pasando las palmas de mis manos por mi cara, dejo
salir un suspiro.
Una luz tenue ilumina mi habitación desde las rendijas de las persianas,
bañando las paredes de lavanda con las primeras luces del amanecer. Es un color
sombrío que coincide con las pesadillas que me despiertan cada mañana. Estoy
acostumbrado a ellas, pero la creencia inicial de que el sueño es real... que no
52

puedo cambiarlo... siempre me llena de pánico.


Página

Libero otra respiración pesada y salgo de la cama para ir al baño, tratando


de ignorar las paredes desnudas y los inquietantes contornos de las fotografías
enmarcadas que una vez se encontraron colgadas allí. Después de salpicar mi cara
con agua, orino y luego giro el pomo de la ducha.
Hoy es miércoles. Una vez más. Me sigo diciendo que si repito la historia
suficientes veces, un día seré capaz de enterrar todo donde corresponde. Seguir
adelante. Hasta entonces, realizo la misma maldita rutina.
Dentro de la ducha con paredes de cristal, me coloco bajo el agua casi
hirviendo, lavando todos los recuerdos de las pesadillas de la mañana. Oigo el
pitido del teléfono, notificándome de un mensaje de voz. Lo miro en el mostrador
del baño. Sé exactamente quién es. Mi oficial de libertad condicional. Ella llama
cada mañana, solo para comprobar si todavía estoy lográndolo. No lo he olvidado.
Todavía no la he decepcionado… no puedo olvidar.

Durante el verano de Florida, es casi inútil tomar una ducha por la mañana.
Tan pronto como salgo, el aire húmedo me baña en sudor, humedeciendo mi
camiseta y haciendo que mis vaqueros se peguen a mis muslos. Pero si no consigo
la ducha, no me siento despierto; es como un ritual que no puede comenzar hasta
que haya iniciado el primer paso.
Cruzo el estacionamiento del complejo de departamentos hasta donde está
aparcado mi Triumph. Me coloco el casco por encima de la cabeza, dejando las
correas desprendidas y me subo al asiento. Y por enésima vez desde que vi su cara
hosca la semana pasada, la chica con la bandana entra a mis pensamientos. Una
sonrisa fácil se forma en mis labios mientras aprieto el embrague y pongo en
marcha el motor. Ruge a la vida, el sonido hace eco en la mampostería de
hormigón del estacionamiento, y acelero antes de despegar.
Estuve coqueteando con Melody. Después de la reunión de la semana
pasada, creo que por un momento perdí la cabeza, porque eso no es algo que yo
haga. Ya no. He estado tratando de convencerme de que me probaba, viendo cuán
oxidado estoy. Según su respuesta, estoy muy muy oxidado. Pero no es como si
una chica caliente entrara en Stoney cada día; infiernos, nunca.
Honestamente, dependo de ese hecho. Es seguro aquí, sin tentaciones. No
estoy criticando a los pacientes, pero Stoney no es un centro de rehabilitación; spa
de clase alta que atrae a aspirantes a estrellas, o los usuarios de drogas de diseño.
53

Melody me tomó por sorpresa.


Página

La quería. En ese momento, ella era el objetivo, y yo era el misil. Se sentía


bien, demasiado, natural... hasta más tarde, cuando me di cuenta de que actuaba
en piloto automático. El viejo Boone, que maté y enterré, se arrastraba de nuevo a
la vida como un zombi. Debería poner una bala en su cabeza.
Pero, maldita sea, la fantasía puede ser divertida. Incluso ahora, mientras
me regaño a mí mismo, la estoy imaginando montando presionada detrás de mí,
con los brazos envueltos alrededor de mi cintura... y luego alejo esa visión de mi
cabeza.
Todo está mal. No parece ser del tipo de las que montan detrás; ella
conduce, tiene el control. Estoy bien con eso. Mientras tenga su propia motocicleta.
Nunca he dejado a nadie conducir la mía, y no me importa qué tan caliente es el
culo posado en mi asiento, eso no va a cambiar.
Un pesado mazazo de culpa golpea mi pecho. Estos pensamientos son
peligrosos.
Hace ciento treinta y nueve días, exactamente, desde que consideré al sexo
opuesto como algo más que una cosa dulce. Jacquie, mi consejera, dice que eso es
normal y lo esperado. Me pregunto si debo decirle sobre Melody. No es que no
note a las mujeres; lo hago. Cielos, soy un hombre. Pero hay demasiadas
consecuencias, demasiado equipaje y cosas que justificar implicadas.
—¡Oye, idiota!
Giro y esquivo el paragolpes de un auto que viene cruzando la intersección.
Mierda.
Volviendo al carril derecho, levanto el visor para ver al chico, quien a su vez
gira. Una oleada de adrenalina corre a través de mi torrente sanguíneo, y acelero
sobre mi motocicleta, en su dirección. Mi corazón golpea contra mi pecho mientras
acelero el motor, ganando velocidad sobre el asfalto.
Siguiendo a su viejo Miata, acelero el motor y me coloco al lado del
conductor. —Detén esa mierda, hijo de puta.
Sus ojos se abren con sorpresa por una fracción de segundo antes de dar
otro volantazo. La rabia rasga a través de mí. Me acercó a su auto y pateo la puerta.
Mi moto gira, y una bocina a todo volumen de un auto detrás se estrella contra la
niebla de ira que envuelve mi cerebro.
Golpeo los frenos y voy detrás del auto. Siguiéndolo de cerca, dejo que la
54

furia hierva a fuego lento hasta que se detiene en un semáforo en rojo. Entonces me
Página

saco el casco de la cabeza y voy hacia él.


—¡Bájate, chico rudo! —Golpeo mi casco contra su ventana que ahora se
encuentra cerrada. Es casi gracioso. El auto es bajo. Me inclino sobre la ventana y lo
miro—. Dije que te bajaras.
Él tiene dos opciones: ignorarme y continuar hasta su mierda de trabajo y
contarle a sus compañeros una historia acerca de “un tipo loco en una moto”. O ser
un hombre y enfrentar al tipo loco en la moto.
Supongo que su orgullo sacó lo mejor de él, porque le da un tirón a su
cinturón de seguridad y tira de la manija de la puerta, que se abre y me golpea
justo en la rodilla. Jodida mier...
—Quieres algo de esto, pedazo de mierda. —Está sobre mí, agarrándome
por el cuello de la camisa. No me di cuenta de lo grande que era, sentado en ese
pequeño coche de mierda. Pero el tipo es un Neandertal.
Recuperándome rápidamente, codeo sus costillas y me alejo de su control.
Su “ferocidad” lo deja cuando golpea contra el auto.
Todo en mí se tensa y quiero seguir golpeándolo, pero no destruiré a este
tipo. Se trata de dolor. El dolor físico amortiguará la opresión sin fin del dolor
emocional que me consume. Este chico solo pasa a ser quien me lo dé... el día de
hoy.
—Chupapollas. —Su puño lanza un golpe duro hacia mi mandíbula.
Mi único pensamiento: merezco esto, justo antes del contacto.
El dolor estalla a través de mi cara. Viaja por mi cuello. Está al rojo vivo, y
luces negras destellan en mi visión un segundo. Parpadeo de nuevo para eliminar
el agua de mis ojos. El sabor amargo y metálico de la sangre me llena la boca, pero
mi lengua está demasiado insensibilizada para sentir algún diente perdido.
Antes de que él sea capaz de obtener un segundo buen puñetazo, un grito
de un pitido zumba en mis oídos. Un auto de policía se detiene junto a nosotros.
Infiernos. Jacquie no estará feliz con esto.

—Más de tres meses. —Mi oficial de libertad condicional se recuesta en su


silla—. No he tenido que rescatarte de la cárcel por pelear en más de tres meses.
¿Te importaría decirme qué diablos pasó esta mañana para cambiar eso?
55

Puse la bolsa de hielo en el suelo, ocultando mi sonrisa. Jacquie raramente


Página

maldice. Nunca, en realidad. El hecho de que está lo suficiente molesta como para
utilizar “diablos”, dice algo. Está muy enojada.
Encubriendo mi sonrisa con tos, me siento en la acolchada silla roja,
encuentro su mirada, y luego me encojo de hombros. Mi hombro punza por el
dolor. Ese tipo me golpeó fuerte. —¿Ira de carretera?
Sus rasgos delicados se arrugan, y sus fosas nasales se abren. Acomoda su
cola ya perfectamente peinada y dice en un tono mesurado—: Puedo hablar con el
defensor público para conseguirte al juez Matthews. Quizá. Enviaré una solicitud.
Pero, Boone, no puedo prometerlo en este momento. Agotamos todos los viajes a
Stoney... dos veces. Eso no te salvará de la cárcel esta vez.
Mi oficial de libertad condicional / consejera / tutora para mantener mi culo
fuera de la cárcel, Jacquie, se ha tomado muchas molestias con mi caso. Le debo
más de lo que puedo pagar. Un músculo se tensa en mi mandíbula mientras
aprieto los dientes. La vergüenza borra el resto de mi sonrisa arrogante.
La pelea no habría sucedido si yo no hubiese faltado a mi “encuentro”
anoche. Mi secreto. La única forma en la que encuentro ayuda. Empezaba a
sentirme demasiado seguro, sentirme demasiado cómodo, no voy a dejar que
suceda de nuevo.
Arrastro una mano por mi pelo y asiento. —Lo sé, y gracias. Haré un poco
de servicio comunitario extra...
—Harás mucho más que eso. —Se sienta hacia adelante—. ¿Ese centro de
rehabilitación que quieres tanto? Serás voluntario allí. Tiempo completo.
Mi boca se abre. —Pero mi trabajo...
—Será entre el trabajo. Y después del trabajo. Siempre que no estés
trabajando. —Levanta una ceja rubia—. Tengo un amigo que es consejero allí. Un
consejero real —subraya. Quiero decirle que ha sido más una consejera para mí que
cualquiera de los demás, pero mantengo mi boca cerrada. Está enojada—. También
puedes tomar la clase de manejo de la ira que ofrecen allí. Al juez Matthews le
gustará. Y, honestamente, debí haberte enviado allí desde el principio. No puedo
darte la ayuda que realmente necesitas, Boone.
La ayuda que realmente necesito. Dejo escapar un largo suspiro. —No toqué a
ese tipo, Jacquie. No le puse una mano encima.
—No, porque eso no es lo que necesitas, ¿verdad? —Su mirada se agudiza
56

en mí—. Si sigues buscando el castigo que sientes que mereces, lo encontrarás. —


Su boca forma una línea delgada—. Con el tiempo, hallarás lo que estás buscando,
Página

y no te alejarás en ese momento.


Siento como si hubiera sido golpeado de nuevo. Jacquie podría no ser
violenta, o levantar la voz, ni siquiera pronunciar una mala palabra... pero
tampoco se guarda sus golpes. Lastima justo donde duele. Con la verdad.
Quiero asegurarle que no estoy buscando esto. Que no creo que me merezca
morir. Pero ambos sabemos que eso sería una mentira. Es la razón por la que dejé a
mi consejero “real”, y en su lugar seguí reuniéndome con mi oficial de libertad
condicional cada semana, incluso después de que fui liberado de los chequeos
mensuales. Me cansé de escuchar... de nunca ser capaz de escapar de la realidad.
Jacquie, al menos, me deja ser yo. Sabe que no estoy listo. No soy una de
esas personas que están cegados por la negación; la elijo voluntariamente.
Se las arregla para llamar mi atención cuando dice—: Así que, durante tu
discurso de esta noche, ¿por qué no intentas contar tu verdadera historia, Boone?
Miedo corre por mi columna vertebral. Esquivo su mirada evaluadora y
miro el suelo de baldosas. —Esa es la historia real —le digo. Al menos, es la
historia real de alguien.
Exhala una respiración rápida. —Sabes lo que quiero decir. Trata de contar
tu historia. Por qué terminaste como lo hiciste, y qué te llevó allí. —Baja la cabeza
para atrapar mi mirada—. Con el tiempo, tendrás que dejar entrar a alguien. Y
tendrás que aceptar que no había nada que pudi...
Esa es mi señal. Me levanto y voy hacia la puerta. —Gracias por todo... otra
vez. Nos vemos la semana que viene.
Ni siquiera Jacquie ha sido capaz de entrar en mí. Conoce la situación, ha
leído mi expediente. Pero yo no le conté los hechos. Y hoy no es el día para que eso
cambie.
Corro por la escalera hacia el resto de mi día. Hacia la rutina que mantendrá
a toda la mierda suprimida donde pertenece.

57
Página
Gritando en el vacío de nuestra decadencia

Traducido por Dunadae


Corregido por Yani B

Melody
Una semana dentro, y estoy seriamente a punto de perder los nervios.
Recogiendo una aguada cucharada de puré de patatas, me giro para decirle
algo sobre ellos a Dar…
Y la realidad me golpea fuerte en el estómago.
Sigo haciéndolo. Olvidando.
Maldita sea.
No sé cómo hacer esto. Darla y yo hemos sido prácticamente inseparables
desde el séptimo grado. Nos habíamos conocido antes, habíamos ido al mismo
colegio juntas, tenido las mismas clases, recreos, pero ella había sido esa cosita
tímida. Mientras yo salía con los chicos, golpeaba a la mayoría de ellos, y me
enamoraba secretamente de los demás, ella era una marginada. Su nariz siempre
en un diario.
No fue hasta que Marcy DeLuca —el engendro de satán y tu chica mala
residente (todas las escuelas tienen una)— acorraló a Darla en un cubículo del
baño, que nos hicimos amigas. Nunca había pensado mucho en la chica tímida,
58

que llevaba la misma ropa todos los días de la semana. Que parecía contenta con
preocuparse de sus propios asuntos. Diablos, yo como que la admiraba por eso.
Página

Pero cuando Marcy empezó a leer su diario en voz alta a los cacareantes clones de
Marcy, y observé a Darla derrumbarse en el suelo y empezar a hiperventilar, una
feroz necesidad de protegerla se unió a mi odio por los abusones y reaccioné.
Arranqué el diario de los dedos con manicura de Marcy y la empujé contra
la pared, amenazándola con decirle a toda la escuela sobre la vez que la encontré
borracha haciéndolo con Carter Lemons (tu trol residente de la escuela) en la
hoguera.
Le pasé a Darla su diario. Clavé mi mirada en las zorras mientras se
retiraban. No le pregunté a Darla sobre las partes de su diario que escuché, en
relación a su repugnante padre, y creo que eso fue por lo que nos hicimos amigas.
Yo venía de una familia rota y ella también. No necesitábamos
explicaciones.
Antes de Dar, nunca había necesitado a nadie. Aprendí pronto que no
podías confiar en la gente. Mi padre no cumplió su promesa de estar siempre ahí, y
mi madre… bueno, eso también es por mi viejo. Él me dejó atrás con ella.
Y me aseguré de no dejar a nadie acercarse lo suficiente para descubrir mis
debilidades y usarlas contra mí. No necesitaba que nadie lo deletreara para mí;
estaba enfadada, no era estúpida. Sabía cuáles eran mis problemas. Dar conocía sus
asuntos, también.
Desde entonces, fuimos inseparables. Hermanas. Dar empezó a salir de su
caparazón cerca del tercer año de instituto, cuando fuimos lo suficientemente
mayores para entrar en nuestro antro de motoristas locales. El estilo de vida del
CM había sido parte de mí desde siempre, la mayor parte. Y era lo más cercana que
todavía tenía con mi padre. Pero eso a un lado, amaba la idea de golpear la
carretera cuando quería, yendo a donde quería, la libertad. El escape.
Dar también amaba esta idea. Ella escuchaba con atención cada vez que le
hablaba de este ideal. Pero también disfrutaba la atención que recibía de los
motociclistas. Ese era su escape.
No juzgué. Se merecía divertirse después de la mierda de infancia que había
sufrido con su asqueroso padre y su emocionalmente inútil madre. Sabía que
nunca estaría muy seria con ninguno de esos chicos como para abandonarme. Y
me reía en la cara de cualquier chico que pensara que la abandonaría para irme con
él a la carretera. Esa era nuestra señal para largarnos. Era un entendimiento no
hablado entre nosotras. Siempre seríamos nosotras.
59

—¿Te importa si me siento?


Una voz ronca interrumpe mi ensoñación. Parpadeo.
Página

—Pareces pensar profundamente sobre ese puré de patatas —dice Boone


mientras se desliza en el asiento frente a mí.
Me doy cuenta de que sigo sujetando la cuchara, en tanto el aguado almidón
gotea grumos en mi plato. Bajando el cubierto, empujo la bandeja y enderezo la
espalda. —En realidad no te di permiso. —Alzando una ceja, miro su camiseta azul
bebé y los coloridos tatuajes que asoman por debajo de las mangas y viajan hasta
sus antebrazos.
—¿No es solo un formalismo? —Levanta una cucharada de su propio puré
aguado—. Además, esto no es la escuela primaria. No hay asientos asignados.
Confían en nosotros para tomar buenas decisiones.
Hago una mueca. —Claro, porque obviamente, eso es lo que nos trajo aquí.
Esto me consigue una sonrisa suya, y deja su cuchara en la bandeja sin
tomar bocado. —Así que aceptas la responsabilidad. Eso lleva años para algunos, y
la mayoría nunca lo consiguen. Es un paso enorme, Melody.
Mi interior arde y le doy una mirada cortante. Esta cosa de “salvador de
masas” tiene que ser fingido. Y si no lo es, es molesto como el infierno. —Mira, si el
doctor Sid te envía para “llegar a mí” —hago comillas en el aire—, no estoy
interesada. Dile simplemente que estoy en, como, el paso número tres o lo que sea.
Cualquiera sobre el que estés predicando. Eso debería hacerlo feliz y sacarlo de
encima de mí —murmuro la última parte.
—Ese es el paso número uno. —Inclinando la cabeza, sonríe. Es indignante,
con ese maldito hoyuelo. Pero no estoy tan encantada por sus poderes hoy, y es
más condescendiente que lindo ahora mismo. Pienso en pegarle un puñetazo—. Y
él no me envía. Solo creí que podías necesitar compañía.
Por mi visión periférica, espío todas las demás mesas rodeadas por grupos.
Este no es un sitio muy grande, tal vez treinta pacientes admitidos en un momento
dado, pero he descubierto que se agrupan rápidamente aquí. Como el grumoso
puré de patatas.
—No moriré de soledad los próximos doce días. De hecho, lo prefiero. —
Mantengo su mirada, dominando el farol, solo que mis palabras no podrían ser
más falsas. Siempre he estado rodeada de gente; miembros cercanos de Lone
Breed, como Jesse, que asisten a las mismas concentraciones. Nuevos amigos que
conozco en la carretera, camaradas para una noche de fiesta. Cualquier grupo
alrededor del que estuviera mi último amigo para follar. Clientes que conozco en
60

los bares donde consigo un trabajo.


Página

Y siempre estaba Dar. Incluso cuando me creía sola, ella se hallaba allí. Esta
es la primera vez en mi vida desde que me fui de casa que no tengo absolutamente
a nadie.
Boone entrecierra los ojos, como si tratara de descubrir la verdad. El chico es
listo; no creo que lo esté engañando. —Quizá necesito algo de tiempo a solas. —
Encojo los hombros—. ¿Has pensado alguna vez en ello, sabio? Para pensar en mis
cosas y mi mierda. Tu presencia aquí podría estar obstaculizando mi crecimiento
personal.
Sus rasgos se tensan en una sonrisa de labios apretados. Parece considerarlo
un momento antes de decir—: La soledad es el peor enemigo de un adicto.
Pongo los ojos en blanco. —Mira, si vamos siquiera a intentar ser afables...
—Él alza una ceja, así que aclaro—: No he dicho amigos, tonto. Afables. Conocidos
inofensivos del tipo agradable y no entrometido… entonces tienes que dejar de
decir mierda como esa. Estoy en rehabilitación. Deja que los rehabilitadores hagan
su trabajo. No necesito predicadores de la sobriedad viéndome desde todos los
ángulos.
Se presiona contra su silla; sus rasgos enmascarados, ilegibles. —Es justo. —
Se va a levantar y me río, deteniendo sus movimientos.
—¿Eso es todo? —pregunto. Vaya, nunca he rechazado tan eficientemente a
un chico. Ni siquiera estoy segura de que esa fuera mi meta.
—Claro —dice—. Conocidos inofensivos del tipo agradable y no
entrometido funciona para mí, y creo que por hoy hemos alcanzado la cuota de lo
agradable. —Me guiña un ojo y mis labios tiemblan con una sonrisa.
—Esto podría ser divertido, hombre —digo—. Así que, ¿más civismo no
invasivo mañana?
Mira su plato, agita sus patatas aguadas, y echa la silla hacia atrás. —Era en
serio lo que dije antes… —Su tono cambia a uno más serio y mis defensas arden—.
Sobre mantener esa cita. Ha pasado un tiempo para mí, queriendo pasar tiempo
con alguien, pero creo que podría manejarlo… o me gustaría… —Se aclara la
garganta y se frota la nuca, luciendo aturdido. Casi me sonrojo por su rareza, pero
en su lugar, solo observo. No puedo leerlo claramente. Si esto es parte de su juego
o si es de verdad.
—Mantenlo simple, ¿vale? —Agito la cabeza y amplío los ojos, tratando de
ayudarlo—. Recuerda, afable.
61

—Cierto. Puedo manejar eso. —Su mirada castaña se centra en mí—. Así
que estamos bien, no estoy buscando nada más. No tienes que temer eso. Todo lo
Página

que busco es simplemente pasar el rato con una persona de verdad en lugar de mi
televisión.
Arrugo mi cara, confusa.
—Hay un montón de tiempo en solitario cuando no te gusta salir con los
adictos en recuperación al dispensador de café local para los encuentros de grupo.
—Se pone en pie y me mira—. Lo sé todo sobre la soledad, Melody. Confía en mí,
no la llevas mejor que yo. —Da un par de pasos, para, se gira y añade—: Adiós.
Por ahora.
Mientras lo observo irse, me duele mi lado. Clavo mi puño en la punzada
bajo las costillas y ruedo los ojos. No quiero meterme en esto, involucrarme en la
triste historia de alguien más. Tomar a otro chico roto y follármelo hasta darme
cuenta de que es mercancía dañada. Más allá de la reparación. Me gustan mis
chicos como mis trabajos, fáciles de abandonar cuando ya no son divertidos.
Y de forma molesta, esa última y desesperada mirada que me dio empieza a
comerse mi resolución.
Es mi puta criptonita.
Siempre tengo que meter mi nariz allí. Yoda Mel, con sabiduría mundana al
rescate.
¿Cuál es mi problema, Dar? Toco su colgante, el pequeño árbol de plata de
ramas desnudas, deseando con ese siempre presente bulto en mi garganta que ella
pudiera responder. Ella debió haberme molestado más; me enamoro de tantos
pringados.
Pero Boone accedió a no fisgonear, lo que significa que si no pregunto, él no
preguntará. Puedo soportar un poco de atención masculina, incluso tal vez un
nuevo colega, mientras estoy alejada de todo en este lugar. Y es un colega guapo.
Realmente me gustan sus tatuajes y sus orejas dilatadas.
Con un gruñido, me pongo de pie y recojo mi bandeja. Después de tirar los
restos de bistec seco, judías frías y puré de patatas a la basura, pienso sobre seguir
a los demás a la sala de asambleas donde los oradores invitados están dando sus
discursos. Uno de los cuales es Boone.
¿Por qué diablos cuenta la misma maldita historia todas las semanas? ¿Por
qué diablos la misma gente va a escucharla?
Decido irme por mi cuenta. Pasear por el patio exterior. Prefiero derretirme
en el sofocante calor que escuchar de nuevo su historia sobre tocar fondo.
62

¿Insensible? Tal vez. ¿Hastiada? Absolutamente.


Página

Seguro, entiendo que es una historia “casi” tr{gica, pero está vivo, ¿verdad?
Bien está lo que bien acaba. No entiendo por qué está tan empeñado en la
recuperación cuando su historia no muestra realmente un tocar fondo. No el bajo
fondo. Como los demás oradores que escuché la semana pasada.
Perdió a su madre. Vale, es terrible. Trágico, incluso. Sé cuánto duele perder
a un padre, cómo puede joderle la cabeza a alguien. Especialmente ya que su
madre tuvo una sobredosis. Pero cuando perdí a mi padre, de forma bastante
parecida; toda una vida de fiesta le pasó factura, no me subí por las paredes y
empecé a gritar el credo a los cuatro vientos.
Y perdí a Darla…
La rabia forma una piscina de fuego caliente en la boca de mi estómago. Me
fuerzo a no pensar en ella, en esa noche, Jessie… Porque lamentarse es inútil. Nada
en la vida es para siempre. Menos las cosas o personas que amas. Lo que sí
importa: seguir adelante. Golpear la carretera y vivir, siendo libre. Por ellos y por ti
mismo.
Eso es exactamente lo que estaría haciendo si mis alas no hubieran sido
cortadas.
Lo que sea, ya he pensado en Boone y sus presuntos problemas demasiado
rato. Solamente porque no tengo nada más que descifrar. No habría pensado en él
más de un minuto de haber sido capaz de pillarlo y entrar en su cabeza.
O tal vez no hay nada que desentrañar.
Seguramente me estoy fijando en algo insignificante para ignorar el ruido
estridente de mi vida fracturándose, de forma totalmente inconsciente.
O puede ser que esté totalmente loca.
¿No se obsesionan los locos con detalles pequeños e insignificantes?
Mierda. Echo un vistazo alrededor. He caminado más allá de la puerta que
lleva al patio y he terminado de vuelta en las habitaciones.
Frustrada, me lanzo en la cama y saco un paquete de chicles. Desde mi
primera noche aquí, cuando las náuseas casi me matan, he estado masticando
frescor mentolado como si pudiera masticar mi camino a la libertad. Como si
pudiera mascar de vuelta cualquier vil sustancia exorcizada que pudiera escupir
de mi boca. La menta ayuda.
A pesar de todo, ha mejorado. Los síntomas de abstinencia más graves no
volvieron a aparecer después de mi primera purga inicial. No estoy temblando, ni
63

sudando ni teniendo calambres. Pero siempre lo tengo en mente; el deseo. La idea


constante de meterme una raya, ese sabor amargo. La caída, y el adormecimiento
Página

de los labios.
El sentimiento de la aguja entrando en mi piel. La tan buena quemazón. La
fiebre.
Solo pensar en ello me pone tan ansiosa que casi me muerdo la lengua.
—Oye. —Mi compañera de prisión entra y se sienta en el suelo, apoyando la
espalda contra su cama—. ¿Tampoco te apetecía ir?
Niego con la cabeza contra la almohada. —Nop. Escuchada una historia
trágica, escuchadas todas.
La veo sonreír por la esquina de mi ojo mientras se ata su rizado y oscuro
cabello con una goma. Ella es una cosita delgada y frágil. Es dulce, garantizado,
pero veo una gran rabia ardiendo bajo su fina superficie.
—Cierto —dice—. Siento lo mismo esta noche. —Escarba entre el colchón y
saca una libreta veteada en blanco y negro.
Enseguida pienso en Dar y sus diarios. Mientras Ari garabatea algo en el
margen de la página, me giro.
—¿Escribes poesía o algo parecido? —pregunto. Es la primera vez que he
preguntado algo a alguien aquí, y eso no es propio de mí. Me encanta conocer
gente nueva, aprender sobre sus vidas. Es una parte de la carretera que amo,
aprender diferentes modos de vida.
Pero aquí, todo lo que he querido hacer en las últimas semanas es
contemplar la huida. No me preocupa llegar a conocer a ninguno de ellos. Me
asusta que me vaya a atar de forma más segura a este lugar. Hacerme uno de ellos.
No salir nunca.
Ari niega. —No, poesía no —dice, y llega bajo su cama y coge otro diario—.
Toma. —Me lanza la libreta en la cama a mi lado—. Ayuda a que el tiempo pase
más rápido. E irónicamente —se da golpecitos en la cabeza— te ayuda a salir de
aquí.
—Vale, gracias. —Cojo el diario blanco y negro, y paso el dedo por la tela
del lomo. Los recuerdos inundan mi mente, mis sentidos. Puedo oler el aroma a
naftalina rancia del viejo remolque de Darla.
Apartando esos dolorosos recordatorios a un lado, prefiero desenterrar los
recuerdos de los mohosos libros de poemas alineados en las estanterías de mi
cuarto cuando era una niña. Es lo único que me arrepentí de dejar atrás cuando me
fui. Maya Angelou. Edgar Allan Poe. Lord Byron. Victor Hugo.
64

Hubiera sido reconfortante tener esos viejos amigos aquí conmigo ahora.
Página

Pero es malditamente complicado transportar pilas de libros en una moto. Un


sacrificio hecho.
—Solía escribir poesía —digo, un poco en voz alta, más para mí misma—.
La escribía en mi cabeza cuando estaba en la carretera. Solo cosas interesantes que
veía y quería recordar de alguna manera. —La miro—. No siempre puedes pararte
a hacer una foto cuando vas en moto.
Entrecierra un ojo. —Vaya, Mel. Eso es profundo. —Me sonríe para hacerme
saber que está bromeando conmigo—. Bueno, aquí es mejor escribirlo y sacarlo de
tu cabeza. No necesitas fotos mentales de este sitio.
—Cierto —concuerdo.
Voy a coger mi bolígrafo y me detengo. Miro otra vez a Ari; la curiosidad
me vuelve cotilla. —No pareces tener un problema de drogas. —Hago comillas con
una mano—. ¿Por qué estás aquí, Ari?
Metiendo su labio inferior entre los dientes, parece que está considerando si
contarme o no la historia real. Después dice—: No tengo uno. Técnicamente no. He
tenido un desorden alimenticio desde la escuela primaria y el año pasado me
pillaron con anfetaminas. En la universidad. —Aparta la vista de mí—. No era
adicta ni nada. Solo me metía cuando… cuando me sentía demasiado mal. Como si
necesitara la ayuda.
Siento como se frunce mi ceño. —¿Así que… te metiste tú misma aquí?
Niega. —Nop. Lo hicieron mis padres. Son del tipo al que no les gusta lidiar
con asuntos embarazosos, y hasta que no esté completa mi transferencia para una
nueva universidad, no quieren la carga. —Hace sus propias comillas en el aire.
—Pero espera; no eres menor. No pueden forzarte a tratarte, ¿o sí?
Suspira. —Es complicado. Dejémoslo así.
—Vale. —Le dirijo un rápido asentimiento. Sé cuándo es hora de
retroceder.
Mientras se adentra profundamente en su propio mundo, le doy cierta
privacidad y abro el diario. Me quedo mirando la crujiente página en blanco. Y lo
primero que me viene a la mente es Boone. Fue la primera persona de la que tomé
conciencia cuando llegué, y ha sido el que más emociones ha obtenido de mí.
Sin importar si es una emoción buena o mala… Supongo que aun así
65

cuenta.
Página

Tiene sentido. Es tan exasperante. Es el epítome del drogadicto recuperado.


Esos pesados que van por el buen camino y que fuerzan a todo el mundo a unirse a
ellos o a escuchar sus historias hasta que te sangran las orejas y te desanimas.
Normalmente, no soy tan crítica, y un buen chico como Boone ni siquiera
hubiera sido registrado en mi radar de burlas, pero joder, ha sido un mes de
mierda. Incluso yo necesito un saco de boxeo emocional de vez en cuando.
Alcanzo mi bolígrafo en la mesita al lado de mi cama. Boone puede ser por
donde empiece mi propia historia. O más bien, el desvío de mi historia.
Solo cuando empiezo a escribir, recordando nuestro trato sobre mantener
los secretos para nosotros mismos, me encuentro deseando que él pudiera haber
conocido a Dar. Quizás por eso estoy tan fuera de mi juego; ella es la otra mitad de
mí, la parte que ni él, ni nadie en mi futuro conocerá. No hay nada que le pueda
decir sobre mí misma sin ella.
¿Estás escuchando, rencor mío?
¿Oyes su silencio?
Susurros de pensamientos nunca expresados, el corazón no hizo eco en el vacío,
Abajo en las profundidades,
Ella persigue.
Me quedo mirando las palabras hasta que se hacen borrosas y se borran de
la página. Después apago la lámpara de la mesilla y entierro mi dolor tan profundo
que sería necesaria una excavación para desenterrarlo de nuevo.
Ahora, ella está en las páginas.

66
Página
Las lágrimas manchan, corroen y atraen a espíritus
malignos

Traducido por Val_17


Corregido por Adriana

Boone
Melody no vino a la noche del orador invitado. No sé por qué me di cuenta,
o por qué se encuentra en mi mente, además del hecho de que mientras estoy cerca
de ella, por más breve que sea el momento, no pienso en Hunter.
A pesar de que viene con su propia dosis confusa de culpa, no puedo dejar
de anhelar ese breve alivio. Tener un segundo donde no me aplaste el peso de todo
ello.
Ella es una distracción.
Una adictiva.
Deambulo por el pasillo de camino a firmar por mi tiempo como voluntario
en Stoney Creek. El calor del exterior se filtra a través de las paredes, las ventanas
y el techo. Casi se puede oler el sol abrasador calentando el asfalto exterior a través
del sistema de ventilación. El índice de calor de hoy está por encima de los 43° C.
Es por eso que Jose no estaba muy contento en dejarme salir temprano para
poder llegar a mi tiempo de servicio comunitario. La mitad de los chicos del
67

equipo se quejaban del calor, preguntando si podían irse unas horas antes o llegar
más tarde en el día. No queriendo soportar el golpe de calor. Si él me deja salir,
Página

tiene que hacer lo mismo por los otros.


Pero solo tengo cierto espacio para la culpa. Si este trabajo no funciona,
puedo encontrar otro. Hay un montón de chicos de piscina en Florida. Suelo pasar
por al menos dos empresas en un año.
En el mostrador de registro, Doris me sonríe. —Boone, llegas justo a tiempo
para tu cita con la doctora Carly.
Mierda. Olvidé que Jacquie arregló esto. Trabaja rápido. —Gracias, señorita
Doris. ¿Cómo está la familia?
—Bien, muy bien. —Su acento sureño es marcado, y arrastra las palabras—.
Bryn se gradúa este año, y está a punto de volvernos locos probándose vestidos. —
Sacude la cabeza—. Dios mío.
Mis labios se curvan. —Mujeres, ¿eh?
Asiente. —Que Dios te bendiga, Boone. Cuando encuentres una mujer con
la cual establecerte, estoy segura de que ella estará bien cuidada. —Señala con la
cabeza hacia la puerta lateral—. Puedes pasar.
Sus palabras se desvanecen en el fondo de mis pensamientos. Doris, aunque
es dulce, no tiene idea acerca de las mujeres de mi vida, o lo que me han hecho
pasar. Un problema de vestimenta es muy extraño comparado con lo que he
lidiado.
Golpeando con mis nudillos la puerta, me aclaro la garganta. Me pongo en
guardia de nuevo. Los consejeros —todos—, sin importar el tipo o sus creencias,
tienen algo en común: se entrometen hasta el fondo. Tratar de mantenerlos fuera
de tu cabeza y a tus emociones bajo control es agotador.
La puerta se abre, y una mujer mayor con gruesas gafas de marcos rojos, y
cabello canoso me mira detenidamente. —Boone, supongo. Entra. —Abre más la
puerta y hace un gesto hacia el sofá contra la pared.
Guau. Es de la vieja escuela. No he visto un sofá psiqui{trico desde… nunca.
Solo en las películas, con la persona angustiada acostada con una almohada
cubriendo su rostro. Esto se siente bastante cliché.
Tomo asiento. Pongo el talón sobre mi rodilla. Paso las manos por mis
vaqueros. Miro las placas y cuadros en las paredes. Ella está en uno, tal vez de
veinte años más o menos, en un crucero con un chico de pie junto a ella, que rodea
68

su hombro con el brazo. Sonriendo. Con la puesta de sol. Todo grita pareja feliz.
Página

Qué agradable. Me encanta cuando el consultorio de un psiquiatra tiene


constantes recordatorios de lo mentalmente sanos que son. Un recordatorio para
los pacientes sobre lo poco adaptados que estamos.
—Mi esposo —dice, señalando la foto—. En un crucero en los Cayos.
Asiento lentamente. En general, no me importa escuchar a la gente contar
sus historias. De hecho, me gusta llegar a conocer a las personas. No soy un
completo idiota. A diferencia de lo que sugieren mis acciones con el Tipo Miata del
día anterior. Pero ella no es una señora agradable que conocí en el supermercado.
Va a tratar de derrumbar mis paredes y hacerme hablar sobre mí mismo. Me
quiere causar dolor.
Ya he tenido suficiente de eso por el resto de mi vida. Solo tengo que acabar
con estas reuniones, hacer feliz a Jacquie de nuevo, y no joderla. Casi he estado
sobrio desde hace un mes después del “incidente”. Así es como Jacquie se refiere a
ello. Y esa mierda de ayer en la carretera solo fue un… desahogo reprimido.
Mi cuerpo presenta unos nuevos moretones por la noche anterior, así que la
rabia debería permanecer a raya por un tiempo.
—Así que, Boone, Jacquie dice que eres uno de sus casos especiales. No
acostumbro a tratar a personas que no están admitidos en Stoney Creek, pero ella
es una buena amiga, y respeto su opinión. Cree que tal vez podamos trabajar en un
par de cosas antes de la fecha de tu audiencia.
Eso llama mi atención. —¿Ya tiene una fecha?
Sus labios se extienden en una sonrisa brillante, pero puedo notar que es
forzada. Ha tratado con todo tipo de delincuentes. Seguro que está acostumbrada a
aquellos que solo están interesados en una cosa: en ellos mismos. Probablemente
no hace su trabajo más fácil.
—Sí, pero dejaré que ella lo discuta contigo. —Sonríe de nuevo, y capto la
indirecta. Nos estamos moviendo hacia el por qué estoy aquí—. En cierto modo he
leído tu expediente. —Da unas palmaditas en la carpeta sobre su regazo—. Pero
dime la razón por la que crees que estás aquí.
Directo al punto. Normalmente les toma un par de sesiones llegar a esta
pregunta. Sin embargo, el Estado no está pagando esta factura. Así que agradezco
que no se dé tantas vueltas.
—Perdí el control. Me enojé con un conductor, y dejé que mis emociones
sacaran lo peor de mí. —Paso una mano por mi cabello, sintiendo los mechones
69

desordenadamente esculpidos rebotar en su lugar—. Después, me sentí muy mal.


Como si supiera que lo que hacía no era lo correcto, pero perdí los estribos en ese
Página

momento. —Sonrío débilmente, poniéndole un poco de encanto—. En la corte


planeo disculparme con el tipo. No he tenido la oportunidad de hacerlo antes.
Las arrugas alrededor de su boca se profundizan mientras asiente y sonríe.
Las líneas desgastadas en su rostro sugieren que ha tenido una vida llena de ellas,
y ha estado sonriendo todo el tiempo. —Bueno, parece que estás muy consciente
de tu comportamiento. —Asiento, estando de acuerdo—. Y también de que eres un
adulador de mierda.
Sacudo la cabeza.
Sus cejas se levantan mientras abre el archivo y lo lee. —Estoy segura de que
eres bastante encantador, Boone. He escuchado tu discurso aquí un par de veces, y
veo lo bien que manejas a las enfermeras y los demás consejeros. Sabes cómo darle
a la gente lo que quiere.
Me muerdo el interior de mi mejilla. Entonces, le digo—: Entiendo lo que
hice, señora…
—Solo Carly. No necesito el recordatorio de mi edad. —Esta vez, sonrío—. Y
sí, creo que lo entiendes. Por eso no voy a dejarte salir de aquí tan fácilmente. —
Hojea un par de páginas—. Dado que he estado en esto durante mucho tiempo —
me mira—, y que has tenido suficiente terapeutas para contrarrestar mis años,
vamos a saltarnos las cosas de principiantes y entrar de lleno en el asunto, ¿de
acuerdo?
Aunque lo que está sugiriendo debería aterrorizarme, y me aterroriza, no
puedo dejar de apreciar a esta señora decidida y a su franqueza. —Dispare —le
digo.
Por primera vez, su sonrisa se desvanece. Y sé que va apuntar directo al
blanco.
—Háblame de Hunter.

Un agujero ha sido perforado en mi pecho. Estoy sangrando por todo el


piso. Mis pulmones se encuentran llenos de sangre. Me estoy ahogando, y los
pedazos destrozados de carne explotan del agujero, caen al suelo, salpican las
70

paredes.
Así que, cuando veo a Melody, y me dice—: ¿Eres un acosador, rarito? —Mi
Página

interior burbujea con rabia. El agujero crece y me traga. No puedo detenerlo.


—Y tú eres una engreída —le respondo, luego giro en la esquina al final del
pasillo, en dirección a la puerta lateral. Necesito aire.
—¿Qué demo…? —La escucho decir antes de que sus rápidos pasos
alcancen los míos.
Empujo las puertas que dan al patio exterior. El calor me golpea en la cara y
roba el resto del aire de mis pulmones. —Mierda. Estoy tan malditamente harto del
calor. —Levanto mi puño, dirigido hacia la pared de ladrillos, y me detengo a
medio puñetazo. Enredo la mano en mi cabello y agarro las raíces.
¡Qué demonios! No he tenido una reacción así en mucho, mucho tiempo. He
maniobrado con cuidado las cosas en mi vida para que estén fuera del alcance…
para los demás. Para que no lleguen a mí. Simplemente los mantengo a todos
sonriendo, felices y despreocupados. Y esa perra Carly solo… Cristo.
Gimo. Mis manos se deslizan por mi cara. Mi corazón late con fuerza en mis
oídos. Ya sea por el calor o mi presión sanguínea elevándose. Probablemente
ambas.
Puedo sentir a Melody detrás de mí. Percibirla. Pero no dice nada.
De repente, me doy cuenta de lo descontrolado que estoy. De cómo me debe
estar viendo. Todo lo contrario del chico tranquilo y controlado que ella vio dando
el practicado y perfecto discurso. La fachada se terminó. La persona genial y
compuesta que trataba de impresionarla se ha ido.
—¿Quieres salir de aquí?
Las palabras salen de mi boca antes de que mi cerebro pueda procesarlas.
Me doy la vuelta para mirarla; mi garganta está cerrada, mi pulso acelerado.
Melody está usando su pañuelo rosado alrededor de la muñeca. Me mira a
los ojos mientras juguetea con el material desgastado y doblado. —No se supone
que nos vayamos, ¿cierto?
Parece que realmente pensó en esa respuesta. Esperaba una respuesta
sarcástica; algo para burlarse de mi repentino desvío del señor Bienhechor. Si tan
solo supiera.
—No es un encierro. Necesitas terminar tu tratamiento, lo que la mayoría
encuentra más difícil si se van. —Meto las manos en mis bolsillos y hago un gesto
en dirección al estacionamiento—. Esa de allí es mi bobber. Un paseo. No te
delataré.
71

Su mirada se desplaza del patio hasta mi motocicleta, y sus ojos marrones se


Página

amplían. —¿Tienes una motocicleta? —Agarra mi brazo y me arrastra detrás de


ella mientras trota—. ¿Por qué demonios no dijiste eso desde el principio?
Los demonios sí envidian, sí sueñan.

Traducido por Nora Maddox


Corregido por *Andreina F*

Melody
Desde que fui encarcelada en Stoney Creek, me he convertido en un muerto
viviente.
Me muevo, hablo y como; existo, pero he dejado de vivir. He estado en un
patrón de espera, esperando que empiece la siguiente parte. Insegura de lo que
sería, o qué me gustaría ser. Todo lo que una vez importaba se ha ido. Nada podría
despertar mis sentidos embotados.
Hasta ahora.
El viento azota mis mejillas, mi cabello sopla en cintas enredadas detrás de
mí. El estruendo bajo mis muslos, la vibración que viaja a través de mi cuerpo, me
regocija, y es como despertar de un coma. Un paciente postrado en cama viendo el
cielo nuevamente por primera vez. Degustar chocolate después de nada más que
sopa de guisantes durante años.
Mierda. Ni siquiera sé si eso es lo que comen los pacientes en coma.
Probablemente lo vi en una telenovela, cuando era niña. Una de las que mi madre
se devoraba cada día, borracha, gritando a la pantalla. Pero no me importa. Me río
de mí misma. Abro la boca y en realidad escucho mi risa a todo volumen sobre el
72

rugido del motor.


Página

Boone mira por encima del hombro. —¿Te gusta?


—Claro que sí.
Retuerce el acelerador, y zumbamos sobre el asfalto. Costeando por la
autopista A-1 hacia un destino desconocido. Y no quiero saber dónde. Si me lleva
hasta la parte inferior del mundo en Key West y nunca regresamos, estaría muy
feliz.
Esquivamos los coches, pasamos camiones, navegamos a través de las luces.
El camino es nuestro.
Luego desacelera al dar una vuelta por un camino de tierra. Aprieto mi
agarre alrededor de su cintura. Nos apoyamos juntos cuando la moto se inclina... y
es como volver a casa. Estoy con ganas de conducir. Para llegar detrás del manillar
y acelerar el motor.
Demasiado pronto, la moto está llegando a su tope. Miro a mi alrededor y
digo—: ¿Dónde estamos?
Boone me permite deslizarme primero antes de que baje el soporte lateral.
Se sienta y apoya las manos en sus muslos vestidos de vaqueros; su mirada parece
cuestionar el lago gris. —Uno de mis escapes favoritos para combatir el calor. —
Ladea la cabeza hacia el banco de arena y luego se baja—. Pensé que un poco de
fresco y soledad podrían hacernos un tanto bien.
Sonrío, uniendo mis manos detrás de mi espalda. —Soledad. Correcto.
Porque no he tenido bastante de eso últimamente.
Patea una roca fuera de su camino. —¿Qué? Has estado rodeada de nada
más que personas. ¿No estás agobiada de compañeros, consejeros y enfermeras?
Medio sonrío y encojo de hombros. —Es diferente. Esas personas... no están
realmente... —Trato de encontrar la palabra correcta—, ahí. Son como adornos.
Accesorios en una película muy mala. Como una versión de mi propia realidad
desconocida. Todavía estoy esperando los créditos, para que todo esto se acabe.
Boone se detiene y se gira a mirarme, entrecerrando sus ojos color avellana
para contemplar mis pensamientos sonoros. Me doy cuenta de que estoy tocando
esa línea invisible, dándole un poco más de conocimiento de mí misma de lo que
probablemente quiere.
Tonto o no, esa regla está ubicada por un buen propósito. La única razón
por la que alguien no pregunta acerca de ti mismo es por lo general debido a que
73

no quieren que se les haga lo mismo. No estoy de humor para romper una regla,
así que dejo que el silencio se consuma el momento.
Página

Pero no puedo evitar preguntarme: ¿Qué pasó para que pierda la calma así?
No conozco al tipo, pero sí sé que trata de suprimir una rabia importante. Mucho
se ha omitido de esa historia que cuenta.
No dice nada, y en cambio se dirige hacia el agua. De acuerdo. No hay
preguntas, ni respuestas. No hay posibilidad de exigir nada de él. He estado cerca
de suficientes hombres exaltados para entender una cosa: probablemente no quiero
saber.
Deja que su disfraz se deslice, y eso probablemente debería haber enviado
una señal de alerta, agitándose frenéticamente hacia la salida lateral del escenario.
Pero dejo de lado la preocupación por el momento. Cualquier persona que tenga la
paciencia para personalizar su propia bobber tiene una segunda oportunidad.
Incluso si no es americana.
Lo atraparé más tarde, cuando esté en un mejor estado de ánimo. Sonrío
para mis adentros.
Encuentro un asiento de arena en la orilla, y miro las pequeñas ondas del río
oscuro volver hacia mis chanclas. Decido que esto es suficiente. No estoy dispuesta
a hablar de lo que me metió en Stoney, de discutir recuerdos dolorosos, y él no lo
está a revelar sus demonios. Es suficiente para saber que estamos llenos de mierda,
y queremos dejar las cosas así.
Demuestra aún más su necesidad de evitarlo, cuando dice—: ¿Quieres
nadar?
Una risa forzada sale de mi boca. —¿Así? —Miro mi atuendo: leggins, una
camiseta gastada de los Ramones, y mi pañuelo—. No, gracias. —Antes de la Mel
Rehabilitada, no habría pensado dos veces en desnudarme y saltar al agua con un
chico caliente. Pero la Mel sobria no.
Días de sobriedad y aburrimiento me han hecho no sentirme tan aventurera;
la diversión requiere demasiado esfuerzo. Por mucho que me duela admitirlo, es la
triste realidad. Nunca mejor dicha.
—No eres tan atrevida como pensé. —Boone me da una sonrisa desafiante
para que coincida con sus palabras, luego tira de su camisa por la cabeza.
Maldita sea. Lástima que ya he decidido no involucrarme con el chico. Su
cuerpo tonificado y bellamente esculpido me hace añorar con pesar. Pero precioso
o no, hoyuelo lindo o no, no estoy de humor para ser imprudente.
Mierda. Es la primera vez.
74

Desabrocha su cinturón y baja la cremallera de sus pantalones vaqueros, y


Página

me siento como si tuviera dieciséis de nuevo, a punto de conseguir mi primera


visión de la perfección masculina. Mi interior revolotea como una niña inocente de
la escuela. Cuando caen sus pantalones en los tobillos, miró con nostalgia a sus
boxers negros y azules, y el paquete completo que está ocultando. No hay
vergüenza en mi juego.
¿Lo que es adorable? Creo que Boone se sonroja. El chico está cubierto de
tatuajes magníficos y se ve más rudo que todo el infierno, pero sus mejillas se
encienden como el cuatro de julio cuando yo lo observo abiertamente.
Mi mirada se congela en un par de contusiones frescas en su abdomen. ¿Qué
pasó ahí? Se aclara la garganta, llevando mi atención a su rostro.
—La natación me relaja —dice, a manera de excusa para ponerse manos a
sus prendas íntimas.
—Ajá —es mi respuesta. Y este es mi primer rodeo, astuto.
Admito, ha sido un tiempo, como desde la escuela media, cuando un chico
trató de hacerme algo así. Pero es lindo. En cierto modo. Sacar a una chica de
rehabilitación, llevarla a dar un paseo en una motocicleta, y desnudarse para
nadar. Claro. Es todo sobre el nado relajante porque no hay nada más relajante
para un chico que la natación. Ajá.
Quiero creer que lo tenía descifrado desde el primer momento. Que su única
intención para hablar conmigo en esa primera noche era sacarme mi ropa interior...
pero a medida que se adentra en el agua, llevando aquel rubor adorable... algo no
encaja.
Todo está mal. Todavía no puedo interpretarlo, sus señales son cruzadas.
Como si estuviera emitiéndolas todas sobre la superficie, pero mi radar nota las
corrientes sutiles debajo.
Si tuviera que adivinar, diría que ha sido un minuto desde que este chico
consiguió un polvo. Casi me río a carcajadas. Tal vez es solo bueno en su juego. Tal
vez esta técnica tímida funciona en la mayoría de las chicas. Da igual. En cualquier
caso, es una distracción de mi ahora desastrosa vida.
Qué demonios.
Me levanto y arrastro mi camisa sobre mi cabeza, luego mis leggins. Boone
está de espaldas, así que paso rápidamente al lago y me sumerjo. Santo cielo, el
agua está más fría de lo que pensaba. Me estremezco y buceo bajo.
75

Yendo a su lado, le salpico agua. Él grita mientras yo jadeo por aire.


Página

Quitando el agua de mis ojos, sacudo mi cabello, adorando la sensación del


agua fresca en mi piel. La emoción de estar al aire libre. La adrenalina del viaje
todavía corriendo por mi sistema.
Su sonrisa revela el hoyuelo solitario mientras envía una onda de agua hacia
mí como venganza. —Debería haber sabido que jugarías.
Es más que una broma, o una insinuación; hay un indicio de acusación en
esa frase inocentemente expresada. Su mirada se sumerge lentamente a los tirantes
del sujetador de encaje color rosa sobre mis hombros, pero rápidamente se ajusta a
mi cara. Si este es su juego, es bueno.
Me encojo de hombros. —Tengo que mantenerte alerta, ¿no? Los chicos no
pueden tener toda la diversión. —Me deslizo a través del agua y me acuesto sobre
mi espalda. Floto y miro al cielo—. ¿Por qué no mencionaste que tenías una
bobber? La mayoría de la gente... los motociclistas... es lo primero que dicen.
Lo oigo moverse a través del agua cerca de mí, nadando cerca. —Porque no
soy un motociclista.
—Aun así. —Le echo un vistazo; el sonido sordo de debajo del agua silencia
mi audición en un oído. Su mirada vaga por encima de mi cuerpo extendido. Mi
pecho, estómago, piernas. Una explosión de calor estalla en mi vientre. Sería una
mentirosa si digo que tener la atención de este tipo no es emocionante.
Se pasa las manos mojadas por su cabello, alisándolo atrás de su cara. Las
hebras rubias se oscurecen a un amarillo intenso, y el contraste transforma sus iris
de color avellana a un dorado brillante. —No me considero un motociclista —
dice—. No viajo por el país, ni ando con una pandilla. Definitivamente no estoy
involucrado en las drogas. —Levanto mis cejas, y añade—: Nunca más. Así que sí,
la cosa de la pandilla no es para mí. Estoy más interesado en personalizar mis
paseos, construyendo algo que pueda disfrutar en mi tiempo. Además, tendría que
salir de Florida para unirme a una pandilla. Eso no estaría sucediendo.
Mis pies se hunden en el suelo fangoso del lago cuando gano mi equilibrio,
de pie mirando a Boone.
—La mayoría de los CM no son así —le digo—. Bueno, tal vez no la mayoría.
Pero muchos, no. Los conceptos erróneos acerca de narcotraficantes y actividad
mafiosa ha alcanzado el estatus de leyenda urbana. Para muchas bandas solo se
trata de llevar una forma de vida. —A pesar de que Lone Breed se meta en operaciones
ilegales... Dejo mi conocimiento de información privilegiada fuera del debate. Lo
que dije es verdad. En su mayor parte.
76

Boone frota su hombro, con la cabeza inclinada, estudiándome con sus ojos
Página

de cerca. —Uh... guau. Eres una apasionada de los motociclistas. —Se muerde el
labio, mirando como si quisiera probar, pero en su lugar dice—: ¿CM?
—Clubes de motociclistas ilegales. Suena más tabú o ilegal de lo que es. —
Nado más cerca de él—. Es solo un club motero o pandilla que no está respaldada
por la AAM. —Abre su boca, pero me adelanto a su siguiente pregunta—.
Asociación Americana de Motociclistas.
—Ah. Y tú sabes todo esto ¿por qué?
Estamos virando peligrosamente a esa línea invisible. La que ninguno de
nosotros quiere cruzar. Pero ha pasado demasiado tiempo desde que he tenido un
contacto con esa parte de mi vida, y es una parte enorme. La más grande. Hablar de
ello ahora, con él, hace que todo se sienta... seguro. Al igual que estoy más cerca de
volver a estar allí.
Le doy una sonrisa triste y digo—: Tuvimos un proyecto de la escuela una
vez. Mucha investigación. —Aunque no completé el programa de Bachillerato en
Ciencias. Tenía un proyecto sobre asociaciones americanas, e hice la investigación
haciendo a mi padre un millón de preguntas. Tenía nueve años en ese momento.
Mi padre nunca dulcificó nada; me dijo la verdad sobre su estilo de vida desde el
día en que nací.
Sin embargo, no voy a contársela a Boone. Puede tener la versión recortada.
—Entonces, ¿qué te detiene de salir? —pregunto, cambiando de tema. Cuando se
ve más perdido, digo—: Antes de mi monólogo sobre las cosas de motociclistas,
dijiste que tendrías que dejar Florida. Así que, ¿por qué no lo haces?
Esta pregunta podría estar cerca de romper nuestro acuerdo silencioso, pero
es él el que ofreció la primera pizca de información. Lo dejo colgando allí, y no
puedo evitar enganchar el hilo.
Vadea más cerca de mí, con unos treinta centímetros entre nosotros. Casi
puedo sentir el calor de su cuerpo. El agua es más fría por eso. —Compromisos —
dice simplemente—. De los que tengo que acabar.
Asiento. Tengo algunos de esos yo misma. —Bueno, con los compromisos a
un lado, si pudieras saltar en tu motocicleta e ir a cualquier lugar, ¿donde sería?
Da una breve risa y niega con la cabeza, al igual que nunca ha considerado
la posibilidad. Una sensación de hundimiento, como de nostalgia, se asienta en mi
estómago. La idea de estar atado a un lugar me hace marearme.
77

Entrecierro los ojos. —¿Es una pregunta escandalosa?


Página

—No lo sé. Puede ser. Digo, ¿no es en todas partes más o menos lo mismo?
—Se baja en el agua, sumergiendo sus hombros. Sus labios descansan justo por
encima de la superficie. Tengo la sensación innata de que está usando el agua para
protegerse de mi invasividad.
Es tan transparente como algo que haría un niño.
—No, en absoluto —le digo—. Y lo más impresionante acerca de ir a un
lugar nuevo, ver cosas que nunca has visto antes, es que es imposible permanecer
igual. Cada lugar te cambia un poco. Algunos más que otros. Tienes que ser terco
para viajar por el mundo y mantenerte con el mismo equipaje.
Su mirada dorada sostiene la mía por una cantidad casi desconcertante de
tiempo hasta que parpadea y mira hacia otro lado. Libero una respiración cortada,
enfriada por él y el agua fresca.
No me gusta esto. Con cualquier tipo, en cualquier lugar, siempre estoy en
control. Yo tomo las decisiones. Algo es distinto de una forma importante, y siento
la necesidad instintiva de huir. Salir antes de llegar a la trampa.
—Dakota del Sur —dice finalmente—. Sturgis. Supongo que me gustaría ir
allí. Ellos tienen una...
—Reunión motociclista —digo, y mis labios se extienden en una amplia
sonrisa.
Se ríe. —Por supuesto. Me olvidé que eras la experta. Seguro investigaste
todo eso para tu proyecto.
—Sí, bueno, hice un poco más de investigación. He ido. —En numerosas
ocasiones. Y era el próximo destino de Lone Breed justo después de Daytona para
el rally de este año. Que ya ha terminado, y me lo perdí, desde que estuve en
rehabilitación. Este es un recordatorio doloroso.
—¿Has ido? —Sacude la cabeza, y luego dice—: No sé si sentirme celoso,
impresionado, o intimidado.
—¿Todo lo anterior? —le ofrezco con una sonrisa. ¿Era coqueta?
Cuando sonríe, su cuerpo cada vez está más cerca del mío, decido que eso es
todo. Debo parar.
—Bueno, creo que ocurre a principios de agosto —dice, ya sea sin darse
cuenta de mi incomodidad o evitándolo intencionalmente—. Me lo perdí este año,
a pesar de todo. La libertad condicional te prohíbe salir del estado.
—Claro. Eso he oído. —Levanto mis pies desde el fondo resbaladizo y piso
78

el agua, poniendo cierta distancia entre nosotros.


Página

Asiente. Entonces mira a su alrededor, tal vez buscando un cambio de tema


que no requiera más preguntas.
—¿Cuánto tiempo más estás atrapado aquí? —dejo escapar.
Sus ojos encuentran los míos rápidamente. —No estoy atrapado. ¿Por qué
eres tan crítica?
—Guau, chico. Solo quería preguntarte cuándo había terminado tu libertad
condicional. Ese es el compromiso que te mantiene aquí, ¿verdad? Tal vez dirigirse
a Dakota del Sur o en otro lugar por un tiempo lo haría... —Me voy desvaneciendo,
deteniéndome antes de indagar demasiado—. Mira, no sé tus problemas, no quiero
saberlos, pero viajar siempre me ha ayudado; sé que es un consejo no deseado. Haz
lo que quieras. Pero creo que los drogadictos sobrevivirían sin tus discursos de
motivación. Tal vez hagas algo por ti mismo.
Una lenta sonrisa se eleva a un lado de su cara. —No lo entiendes, ¿verdad?
—Se mueve aún más cerca, una delgada barrera de agua entre nosotros—. Tú eres
nueva en el programa, y en este momento, no vas a dejar de consumir. Estás
aguardando el momento, haciendo lo que tienes que hacer para salir. Entonces vas
a volver a lo que te llevó a esa vida. No sabes lo que se necesita para mantenerse
limpio, Mel. No puedes simplemente subir a una motocicleta e irte. No se puede
simplemente dar la espalda a... —Cierra sus labios. Da un fuerte tirón a su cabeza.
Mis defensas se levantan. —¿Quién es el jodido critico? —Salpico el agua de
mi paso cuando empiezo a ir hacia la orilla, como si estuviera abriendo un camino
para mi dramática y enojada salida. Difícil de hacer en el agua—. No sabes nada de
mi vida. No puedo soportar a la gente como tú; empedernidos santurrones.
Buhoneros de la sobriedad. Eres peor que los fanáticos religiosos.
Agarra mi brazo, deteniendo mi retiro. —Tienes razón.
Miro hacia su mano, su piel caliente en la mía. Luego lo miro a la cara. —Ya
sabes, puedes estar sobrio. Estoy a favor de lo que funcione para ti. No me importa
de cualquier manera. Pero no empujes tus creencias a los demás como una forma
de mantenerse limpio. Maldición, hazlo por ti mismo. —Tiro mi brazo y me deslizo
fuera de su control—. Porque es más que grosero. Es espeluznante. ¿Lo sabías?
Sus labios apretados se curvan hacia arriba en una leve sonrisa. —He estado
vendiéndolo demasiado, y tienes razón, eso me mantiene en línea. Me recuerda
todos los días a no resbalar. Pero si alguna vez intentas abandonar, huir de toda la
escena, quizás averigües por qué algunos se unen al ocultismo del perdedor sobrio.
Al menos por un tiempo.
79

Lamiendo mis labios, pruebo el agua del lago. Pienso en su admisión unos
Página

dos segundos, porque es todo lo que necesito. Entiendo sus motivos... solo que no
quiero estar allí. Lo que significa que tengo que poner un poco de distancia real
entre nosotros.
—Volvamos a Stoney —le digo, asintiendo hacia la orilla—. No quiero una
infracción, o lo que sea que te dan cuando metes la pata.
Empiezo a vadear a través del agua, cuando dice—: Espera.
Maldita sea. Puedo sentir que la mierda que este chico ha enterrado me
hunde hacia abajo. Llevándome hacia una resaca figurativa. Debí haber escuchado
a esa voz molesta y quedarme lejos.
Aun así, le doy un segundo más.
Se mueve en frente de mí; su altura imponente bloquea mi escape. —¿Qué
significa el tatuaje? —Su mirada baja hasta mi pecho. A las palabras garabateadas
por debajo de mi clavícula en mi propia manuscrito.
Del Dolor Nace la Fuerza.
Alzo las cejas. —Creo que es bastante claro, Boone. Algo fácil de averiguar.
¿Qué opinas?
Levanta su mano desde el agua, como si me fuera a tocar... pero vacila. Con
su mano suspendida, su mirada fija en mi pecho, mi respiración se acelera. Luego
hace contacto, trazando lentamente con su dedo la primera palabra. Gotas de agua
gotean por mi piel, rodando entre mis pechos. El aliento se atora en mi garganta al
sentir su dedo áspero y tierno a la vez, un toque suave. Se mueve a la última
palabra, y desliza el dedo por debajo de la correa de mi sujetador. Lo mueve a un
lado. Para ver el tatuaje completamente.
Para verme plenamente.
—Creo —dice—, que no es nada simple descubrirte. —Sus dedos rozan más
abajo, sobre el oleaje de mi pecho, antes de retirarse. Luego me mira a los ojos—. Es
solo que no sé por dónde empezar, o si es un desafío muy grande.

80
Página
De azufre y beso

Traducido por CrisCras


Corregido por Dannygonzal

Boone
Ninguna palabra podía ser más cierta. Pero me sorprende que salieran de
mi boca.
Melody se halla atrapada en algún lugar entre la fascinación y el espanto.
No le dediqué un cumplido, y ella es lo suficientemente inteligente para entender
eso. La mayoría de las chicas se habrían sonrojado, sonreído, aceptado que las
palabras emergieran de lo profundo.
Ella no. Se está aferrando al significado subyacente. Intentando desentrañar
el misterio. Esa es la razón por la que debería dejarla malditamente en paz. Mi
primera conquista para volver al juego no debería ser ella; debería engancharme
con alguien m{s f{cil… no ese tipo de fácil. Bueno, bien, sí, tal vez. Alguien que no
vaya a mirar demasiado cerca. Que no arrancará las capas de forma dolorosa,
diseccionando todo lo que dejo escapar de mi boca. Es agotador el solo estar cerca
de ella, tratando de filtrar mis pensamientos.
Necesito algo sin complicaciones.
Eso es lo que decido. Le doy una última mirada de anhelo, dejo que mi
mirada recorra su sujetador rosa pálido, sus duros pezones marcados contra la tela
81

húmeda, y me hundo bajo el agua sutilmente para ajustar mi dura y dolorida polla.
Página

Sin embargo, la mirada que me está dando casi me hace ceder. Casi me hace
decir “a la mierda” y agarrarla, solo para terminar el tormento. Soy un cable de alta
tensión, tenso y a punto de romperse, muriendo por presionar su cuerpo contra el
mío. Solo para conseguir algo de alivio.
Entonces: —Nunca enfrentarás un desafío más difícil. —Sus palabras se
hunden en mí, hasta la médula. Me libera de su penetrante mirada, y dice por
encima del hombro, mientras comienza a alejarse nadando—: Vamos a dejarlo en
eso.
Y tiene razón. Otra vez. No necesito esta mierda. Me equivoqué esa primera
noche cuando me acerqué a ella, cuando dejé que su gravedad me atrajera. Estoy
seguro de que ahora hay una gran cantidad de tipos en órbita allí afuera, a quienes
mantiene a distancia. Esperando por el segundo en el que doble su dedo hacia
ellos.
Tengo que admitirlo; la primera vez que la vi, fui tentado por esa boca que
hace pucheros. Los grandes ojos oscuros y preciosos contra su cremosa piel. Capas
de cabello color burdeos y negro recogidos en una desordenada cola de caballo,
acariciando sus suaves hombros. Un pequeño y estrecho cuerpo con curvas en
todos los lugares correctos… suplicando por ser explorado. Parecía tan intocable,
de una forma que hacía la boca agua. Dura como clavos, y aun así suave y tierna.
Pero era más que eso. Ella cantaba, por encima de la multitud, por encima
del caos, su dolor. Lo llevaba como el escudo de una armadura impenetrable. Lo
tenía literalmente tatuado sobre su cuerpo. Gritaba, ya quisiera ser oído o no,
reconocido o no, y mi dolor respondía. Atracción física: cualquiera puede sentirla.
Cualquiera puede actuar al respecto. Pero ese profundo grito del alma, esa cruda
armonía que se reproducía en una frecuencia demasiado baja para oírla, eso es lo
que captó mi atención. Me atrapó.
Solo que al principio fui demasiado ignorante para reconocerlo por lo que
era.
No habría ningún escape con esta chica. No del tipo que yo anhelaba.
—Saca tu trasero, chico —grita desde el banco—. Date prisa. Tengo que
volver antes de que asuman que me ausenté sin permiso.
Entonces ahí está eso: andar por ahí con una adicta. Sería más seguro para
mí meter la mano directamente en el fuego. Porque este proverbio va a doler
mucho más.
Ese pensamiento ayuda a que la erección dura como una roca que está
82

haciendo una tienda de campaña en mis pantalones se marchite, y pueda salir del
agua. Pero maldición, tan pronto como estoy sólido respecto a mi elección,
Página

reprendiéndome mentalmente por casi mezclarme con otra adicta… ella se agacha
para agarrar sus pantalones.
Lleva esas cosas color rosa y crema que cubren la mitad de las mejillas de su
trasero. Tangas no, sé cómo llamarlos. Pero son sexys como el infierno. El encaje
adorna lo suficiente de su redondo culo para esconder la mayoría, pero revela toda
la sensualidad. Y no puedo evitarlo; miro fijamente. Miro con determinación.
Solo puedo vislumbrar la forma de sus labios a través de la tela. Imaginar su
clítoris… húmedo por el agua… resbaladizo y c{lido.
Mi polla empieza a palpitar dolorosamente. Mierda. Me dirijo de nuevo
directamente hacia el agua cuando me detiene. —Maldición, bebé. ¿Eso es por mí?
—Me guiña un ojo, con una sonrisa juguetona tirando de su boca, y mi rostro se
calienta.
Soy un jodido masoquista. Cualquier otra chica habría sido una elección
más segura.
Paso una mano a través de mi cabello, evitando a propósito bajar la mirada
a mi polla. —Soy un hombre, no un santo.
Una medio sonrisa maliciosa se cuela en su cara. —Bueno, ya era hora. —Se
acerca, llevando su camiseta en una mano, la otra ajustando el tirante de su
sujetador. Se detiene a centímetros de mí, sus pies desnudos plantados cerca de los
míos. Estoy mirándolos fijamente en lugar de su cara—. Puedes mirar. Mira todo lo
que quieras. Tengo que admitirlo, la actuación de tipo tímido como que está
excitándome.
La poca sangre que quedaba en mi cerebro se drena directamente a mi polla.
Un zumbido llena mi cabeza, haciéndome sentir mareado mientras muevo
lentamente mi mirada por su cuerpo. Asimilando las gotas de agua en sus muslos,
su ropa interior de cintura baja descansando en sus caderas, la piel suave de su
estómago, el sexy arco de su cintura. Cuando alcanzo sus ojos, me devuelven la
mirada directamente, tentándome. Desafiándome.
—Creo que tenemos permitido algo de diversión —dice, bajo y apasionado.
Estoy tan aturdido por esta chica, que no puedo comprender el pensamiento
irritante que golpea el fondo de mi cabeza. ¿Qué demonios? Se movió muy
rápidamente, de fría a caliente. Sin querer tener nada que ver conmigo a estar a
punto de saltar sobre mis huesos.
83

Luces rojas de advertencia destellan justo frente a mí, pero eso no es


suficiente para evitar que necesite tocarla. Saborearla. Solo que ella lo hace
Página

primero.
Presiona su cuerpo húmedo contra el mío, amoldando sus curvas en todos
los lugares correctos. Sus pechos se aprietan contra mis abdominales. Su cálido
estómago roza mi polla. Es tan pequeña que debería encajar mal, pero es perfecta,
maldición. Puedo sentirla temblando, la ligera brisa haciendo que se forme carne
de gallina en sus brazos mientras los levanta para unirlos alrededor de mis
hombros.
Absorbiendo su labio inferior en su boca, muerde, enviando un
estremecimiento a través de mi sistema nervioso. Desliza una de sus piernas entre
las mías, la cima de su muslo se desliza a lo largo del eje de mi polla, y sin pensarlo
conscientemente, envuelvo mis brazos a su alrededor y acuno su culo. Pegándola a
ras contra mí.
Me inclino hacia abajo y susurro—: ¿Sabes lo que estás haciendo?
Su rápida risa atraviesa mi sangre. —Y algo más.
Mis ojos se cierran con fuerza, y mis manos se cierran en puños, agarrando
la fina tela que apenas cubre su trasero. Puedo sentirla sonreír mientras se alza
unos centímetros de puntillas y pasa sus suaves labios por mi cuello. Su lengua me
acaricia ligeramente debajo de la oreja, y estoy a punto de salirme de mi piel.
Ha sido un tiempo malditamente largo desde que he estado así de cerca de
alguien. Físicamente. Sexualmente. Y estoy alejando cada excusa para no lanzarla
al suelo y follarla hasta sacarla de mi cabeza. Ella lo quiere, no importa lo que sea.
Casual o qué. Y quiero d{rselo…
Extiende la mano hacia abajo y me agarra. Envuelve los dedos alrededor de
mi polla. Aprieta con fuerza, desliza su palma hacia arriba y hacia abajo. Libero
una respiración temblorosa mientras se presiona contra la cabeza. Mierda. Se siente
tan jodidamente bien… pero cuando desliza sus dedos entre la rendija de mis
boxers y me acaricia sin ninguna barrera, piel a piel, la sensación casi hace que me
corra aquí mismo.
—Vamos —dice—, dame algo emocionante con lo que pueda evadirme.
Mis ojos se abren de golpe. Puedo sentir los músculos de mi cara ir de
relajados a tensos. Ella ve el cambio en mis rasgos y se aparta una fracción. Agarro
sus muñecas y traigo sus manos entre nosotros.
—Deberíamos volver —digo, odiándome a mí mismo cuando oigo las
palabras dejar mi boca.
84

—Cierto. —Asiente una vez, con fuerza—. ¿Porque…?


Página

Un resoplido escapa de mis labios en un apuro. —No voy a ser tu escape,


Mel. Tu emoción rápida para quitar la necesidad. —Se aleja más de mi alcance y
envuelve los brazos alrededor de sí misma—. No creo que sea lo que necesitas, y
yo sería un jodido imbécil si tomara ventaja de ti de esa manera.
Sus cejas se alzan de golpe. —¿Tomar ventaja? Oye, chico, estoy sobria. La
última vez que lo comprobé, también estaba en edad de consentir. Clara y libre
para elegir con quién y cuándo follo. —Se ríe—. No pido un compromiso, amigo. Y
seguro que no quiero nada serio de ti, así que no te preocupes por eso. Tomar
ventaja —murmura, sacude la cabeza. Se gira hacia la moto, se detiene. Vuelve a
girarse hacia mí—. Sabes qué, ¿quién demonios se murió y te nombró el jodido
Gandhi?
Mi cabeza se levanta de golpe. —¿Qué?
Habla rápido, con furia, mientras tira de la camiseta de los Ramones por
encima de su cabeza. —Siempre estás hablando sobre la mierda que crees que
sabes. Oh, estás recuperado, así que tienes que compartir tu sabiduría de
drogadicto con el resto del mundo. Eso no te convierte en un experto. —Saca la
cabeza a través del cuello y me lanza una mirada feroz—. Veo la forma en que te
trata el personal de Stoney. Piensan que eres la segunda manifestación de Buda.
Pero también veo toda la mierda que sigues teniendo por debajo. Estás lleno de
ella. ¿Y vas a intentar hacerme sentir barata? ¿O como si fuera algún tipo de puta
del crack porque quiero tener sexo? —Me da la espalda—. Volveré caminando.
Gracias.
—Guau… —La sigo. No vi venir esto—. Melody, espera. —La alcanzo antes
de que pase mi moto—. No intentaba ofenderte… o, infiernos, no te estoy
rechazando. —Palabra. Jodidamente. Equivocada. Sus ojos me atraviesan—. No
eres tú, soy yo…
—Tienes que estar bromeando —me corta—. ¿De verdad?
—Pero es verdad, ¿está bien? Soy un jodido idiota por como hice eso allí
atr{s. Pero… —Aprieto la mandíbula con fuerza, como si pudiera detener el flujo
de estúpida mierda que deja mi boca—, mira. No te equivocabas cuando
bromeaste sobre que llevo un modo de vida limpio. He dejado… todo. Por mí, tenía
que hacerlo. No había otra manera de desembriagarme. Y eso incluyo… —
Demonios.
Sus ojos se ensanchan. —Me estás jodiendo. ¿Nada de sexo?
Mi mandíbula permanece tensa mientras la observo intentar racionalizar mi
confesión. Necesito algún control de daños. Tal vez algo de la verdad, solo algo,
85

será suficiente para reparar su ego herido. ¿Pero qué sobre el mío?
Página

—Sí —digo, dejando caer mis manos—. Ha sido un largo tiempo para mí.
—No te creo. ¿Cuánto tiempo?
Suprimiendo la imagen de Hunter… o de la última vez que le vi… pienso en
Mandi, la última chica con la que tuve sexo. Es difícil separar uno del otro. Sé el
número exacto de días desde que vi a Hunter por última vez; esos están grabados
en mi alma para siempre, haciendo tic-tac como un reloj del juicio final a la inversa,
pero he intentado no pensar en Mandi, o en cualquier chica con la que tuve sexo sin
sentido por aquel entonces, desde…
—Casi un año.
—No me jodas. —Melody se cubre la boca y dice a través de las rendijas de
sus dedos—: Lo siento. Eso no salió de la manera correcta. Pero, amigo. ¿De
verdad? ¿Por qué?
Tener a una chica sexy mirándote como si fueras un bicho raro por no tener
sexo tiene que ser el peor tipo de golpe para el ego. Esto, justo aquí, es por lo que
no tengo nada más que algo casual con mujeres. Puede que mi pobre polla nunca
vuelva a ponerse dura de nuevo.
—Simplemente no lo hago. ¿Podemos dejarlo en eso? Preferiría no entrar en
ello, aquí, medio desnudo y arrugado.
La mirada de Mel salta a mi entrepierna. Genial. —Escucha. No me estoy
burlando de ti. Te tengo un gran respeto. Solo tengo curiosidad. ¿Cuántos años
tienes? Digo, no estás sexualmente confuso ni nada. —Recoge sus pantalones del
suelo y hace una pausa para alzar la mirada hacia mí con una pierna dentro—. No
es una cosa de curiosidad por la bisexualidad, ¿verdad?
—Qué, no. Tengo veinticinco y estoy malditamente seguro que me gustan
las mujeres. Sin ofender a los tipos gays, pero simplemente no soy uno. Nada malo
con ello…
—Ahórrate tu sermón. No hay ningún medio de comunicación al que
impresionar aquí. Lo entiendo.
Alcanzo mis pantalones. Después de tirar de ellos por mis caderas, digo—:
Una cosa a la vez. ¿Está bien? Uno de mis pasos es asegurarme de que puedes
cuidar de ti misma. Que estás saludable y, mierda, antes de que te metas en una
relación. —Me encojo de hombros—. Me tomo en serio mis propios pasos
personales. Es lo que funciona para mí. No estoy listo para… moverme al siguiente
86

paso.
—Pero el sexo no tiene nada que ver con las relaciones. Te lo dije, no quiero
Página

casarme contigo, amigo. Estoy segura de que en este año que pasó podrías haber
encontrado unas cuantas chicas que podrían haber sido capaces de follarte sin
perder sus corazones. —Me dedica una sonrisa burlona—. Es un nuevo siglo y
todo. Y sé que eres completamente encantador, pero no todas las mujeres sienten
atracción fatal por un hombre.
A pesar de la incomodidad de esta conversación, me río. Dudo que pudiera
haber admitido esto ante cualquier otra mujer, aunque lo hice para intentar evitarle
mi humildad. Pero Melody tiene una manera de relajarme y sacarme de quicio,
todo al mismo tiempo. Es una combinación exasperante, pero de alguna manera
equilibrada.
—Como dije, no es sobre ellas, ni tú ni nadie. Es sobre mí. —Tiro mi
camiseta por encima de mi cabeza, y la tela se pega solo parcialmente a mi piel
prácticamente seca, gracias al calor—. Sabré cuándo estoy listo. Simplemente no he
querido hacerlo.
Sonríe incluso más ampliamente. —Sí. Pude ver eso. Creo que tu compañero
allí está en desacuerdo contigo. —Le guiña un ojo a mi polla, y puedo sentirme
marchitarme incluso más.
—Bueno, creo que es de conocimiento universal que el miembro de un
hombre tiene mente propia.
—¿Miembro? —Cierra sus manos en puños sobre sus caderas—. ¿Quién
demonios eres tú?
Buena pregunta.
Mientras caminamos hacia la moto, le tiendo la mano. —Entonces, nada de
incomodidad. ¿Amigos? ¿Puedo contar con que dejes mi desmoronado ego
masculino intacto por lo que queda de tu estancia en Stoney Creek?
Ella baja la mirada a mi mano extendida, luego la alza a mi rostro. —Las
zorritas de Boone no oirán nada de esto. Tu reputación de chico malo seguirá
viviendo. Pero, ¿sabes lo que esto significa? Si vamos a ser amigos, más que
afables, como, amigos de verdad y esa mierda.
Una punzada de miedo me golpea, y no estoy seguro de si tomé la decisión
correcta. —¿Quiero saber?
Agarrando mi mano, le da un firme apretón. —Esto significa tortura. —Ante
mi mirada sorprendida, continúa—: No puedes decirle a una chica que eres célibe
y esperar que no se tome eso como un desafío, Boone. Es como hierba gatera para
87

chicas. También podrías haber dicho que eras virgen.


Página

Puedo sentir mi cara retorciéndose aún más. —¿Lo dices en serio? ¿Esa
mierda funciona?
Se monta en el asiento de la moto y se ríe. Puedo sentir el redoble gutural de
ella en mi estómago. Me encanta su risa. —Uh, sí. Vamos a pasárnoslo bien. Y,
¿oye? Al menos me da algo que hacer durante el próximo par de semanas.
Suprimo una sonrisa y asiento para que se mueva más hacia atrás antes de
montarme en el asiento. —Simplemente debí haber ido con lo de gay.
Sus brazos se deslizan alrededor de mi cintura. —Oh, amigo. Eso habría
sido mucho peor.
—¿De verdad?
—Has estado fuera del juego durante algún tiempo. ¿El mejor amigo gay?
Mierda. Un verdadero desafío para una chica es convertir al sexy chico gay.
—Mierda —digo, y enciendo el motor. Puedo sentir a Melody riéndose
contra mí.
Mientras salgo a la carretera, me siento ligeramente aliviado, y temeroso por
mi vida. Me las arreglé para poner de regreso la sonrisa en su cara, salvar cualquier
sentimiento herido por ser rechazada. Lo cual podría salvaguardar cualquier
futura posibilidad que podría tener con ella, tal vez.
Pero probablemente solo acabo de infligirme un daño al que no sobreviviré.

88
Página
De vidrio y hielo

Traducido por Vani


Corregido por Melii

Melody
Sí que sé cómo escogerlos.
Un vistazo a los abdominales y un paquete abultado, y estoy lanzando mis
convicciones por la ventana. Pero por lo menos soy honesta. Demonios, ¿qué chica
podría encontrar un tipo caliente totalmente duro por ella y simplemente alejarse?
Demasiada tentación de pasar un buen rato con eso.
Sin embargo, es mejor así. Admito, con toda honestidad, que cuando Boone
puso el freno, me molesté. Por una fracción de segundo el rechazo dolió. Pero hoy,
me siento aliviada. Es un lío menos complicado en mi larga lista de complicaciones
con las cuales tengo que tratar.
Él me cae bien. No tanto, debido a toda la cosa santo anti-drogas. Pero me
gusta pasar tiempo con él. Tiene un lado salvaje enterrado allí, y yo soy una buena
jueza de carácter. Creo que también hay toda una personalidad oculta en algún
lugar más abajo.
Y ya que estoy atascada en Stoney, sería divertido tener un proyecto para
mantener mi mente ocupada. Para evitar volverme loca. Ayudar a Boone a salir de
su capullo parece tan bueno como cualquier otro.
89

Esos pensamientos se arremolinan en mi cabeza mientras me dirijo a la


Página

oficina del doctor Sid. Tengo la sospecha de que voy a ser reprendida por dejar
Stoney ayer. La enfermera Bridge me sorprendió entrando por la valla y me llevó
directamente a la sala para hacerme la prueba de alcohol y drogas.
Cuando llegó a la conclusión de que estaba sobria, me envió a mi habitación
por el resto de la noche. Al igual que un padre enojado. En realidad pensé que me
iba a hacer empacar mis maletas, y echarme. Por un breve momento, temí no
completar el programa y acabar atrapada en Florida para siempre.
Todavía estoy aquí. Por ahora.
La puerta del doctor Sid está abierta, y él me saluda desde el interior antes
de que pueda tomar un asiento en el banco de espera. —Cierra la puerta detrás de
ti, por favor —dice.
Correcto. Hago lo solicitado y me siento en la silla frente a él. Su oficina está
vacía. No hay fotos ni pinturas. No hay señales de vida fuera de este lugar. Hay un
par de placas que indican que está calificado para su trabajo, pero por lo demás, es
una habitación estéril bastante deprimente.
Esta es mi cuarta visita. Vengo dos veces por semana, así que por mis malas
matemáticas, voy a tener ocho reuniones con él antes de estar en liberad.
Cómo el Estado o el juez creen que conseguiré cualquier ayuda con ocho
reuniones resulta alucinante. Creo que es toda una conspiración de dinero. Cuanta
más gente envían al tratamiento, más les pagan. Una especie de esquema
piramidal del gobierno.
Si me hubieran condenado en casi cualquier otro estado, habría sido enviada
lejos con un tirón de orejas. Tal vez una licencia suspendida. Maldita Florida.
—Por lo tanto, la enfermera Bridge me dice que tuviste tu primera salida. —
Alza la mirada desde el archivo abierto en su escritorio. Sobre sus lentes circulares.
Espero a que elabore, a que él presente en realidad una pregunta sin respuesta,
pero permanece sentado allí. Juzgando.
Me encojo de hombros. —Sí. Salí al mundo por un par de corruptas horas.
No sonríe. —¿Cómo fue?
Cruzo los tobillos. Pongo mi cara en blanco. —Fui a nadar.
—Con Boone —lo dice como una afirmación, no una pregunta. Hay una
especie de crítica subyacente allí. Tal vez solo las mujeres de Stoney son fanáticas
de Boone Randall.
90

—Sip —digo de nuevo, asintiendo lentamente—. Tiene una moto. —Tengo


Página

cinco años, diciéndole a mi papá sobre el chico genial de al lado con el juguete
impresionante. Es tan humillante.
—Ah —dice—. Sí. ¿Y cómo fue? ¿Estar en una moto de nuevo?
¿En serio? ¿Habla en serio? —Fue bueno. Me divertí mucho. ¿Hay un
objetivo...?
—Debido a que tu mejor amiga perdió la vida en una, pensé que tal vez te
causaría dudas. —Sus ojos pequeños y brillantes perforan a través de sus lentes
hacia mí—. Un momento de pánico, tal vez.
Todo mi cuerpo se tensa. Bueno, no pasó sino hasta que dijiste algo, cabrón.
Consejeros de mierda y sus tácticas de mierda. Vislumbro una imagen de mí
rasgando sus ojitos grises antes de decirle—: Nop. Es como andar en bicicleta. No
lo olvidas. —Sonrío. Es tan forzado que casi puedo oír a mis dientes agrietándose
bajo la presión.
Pero al menos no dijo su nombre. Nadie llega a decir su nombre. Ellos no
saben absolutamente nada sobre ella. La mayoría de las personas no les importa
una mierda sobre mi chica. No tienen que usar su muerte como una manera de
conseguir algo de mí.
—Y ella no murió por una moto —agrego—. Un camión chocó contra ella y
su cabeza se estrelló con la carretera. No fue culpa de ella, ni Jesse, ni de la moto.
—Mis manos se aprietan en puños—. Fue el imbécil borracho en el camión que los
golpeó el que tuvo la culpa.
Sus cejas se juntan, con una mirada curiosa. —Tú no... —Se interrumpe, baja
la mirada al archivo, y tengo un segundo fugaz de satisfacción por hacerlo
tropezar. Él halla lo que busca y se encuentra con mi mirada de nuevo—. ¿No crees
que el uso de drogas de Jesse tuvo algo que ver con el accidente?
Una cuchilla está lastimando mi cerebro, y los juicios reprimidos se escapan
por los cortes. La ira se eleva en mi pecho, intensa, pero logro controlarla antes de
que se desatase. Sé lo que trata de hacer. Conozco el juego, y no voy a jugar.
Presiono mi espalda en la silla y pongo mis manos en puños a mis costados.
—Su nivel de alcohol en sangre estaba por debajo del límite legal. Conozco a Jesse.
Puede manejar mucho más jodido de lo que estuvo esa noche.
—No dije nada acerca de su nivel de alcohol. —No pierde el ritmo—. Te dije
sobre su consumo de drogas. ¿No deberías considerar las acciones de Jesse, o falta
de reflejos, sus acciones de esa noche, como parte de los resultados, Melody?
91

—¿Qué demonios? —Me inclino hacia adelante—. Eres mi psiquiatra,


¿verdad? ¿No deberías estar predicando acerca de la aceptación, el perdón y toda
Página

la mierda? ¿Llegar a un acuerdo con las cosas con el fin de seguir adelante? ¿Por
qué estás obsesionado con culpar a un amigo por la muerte de otro? Eso es muy
jodido. Todos nos divertimos. Estuvimos drogados, bebiendo, pasando un buen
momento. Todos sabíamos... —Aprieto los dientes ante el resplandor de suficiencia
en su cara—. Dar era mi responsabilidad. Si alguien tiene la culpa de lo que le
pasó, soy yo.
Las palabras vuelan de mi boca tan rápido que no me entero hasta que están
flotando en el espacio entre el doctor Sid y yo. Derivando de nuevo a mis oídos.
Golpeando contra mi cabeza.
Dar siempre ha estado bajo mi ala. Desde ese momento en el baño de la
escuela secundaria cuando entré a protegerla, ella ha sido mi obligación. La dejé
pasear con Jesse. Debería haber puesto su culo borracho en el auto. No debería
haber jodido a Jesse ni drogarme y haber querido escaparme de allí. Un minuto
m{s tarde… solo un segundo… y ese camión nunca los habría golpeado.
—¿Melody? —Su voz irrumpe mis pensamientos, y parpadeo—. Sé que esto
va a salir como una tontería. Lo has escuchado un millón de veces en especiales
después de la escuela. —Sonríe, como si estuviera relacionándose conmigo. Como
poniéndose a mi nivel. Imbécil—. Pero —continúa—, somos la compañía que
mantenemos. ¿Has oído eso antes?
Asiento distraídamente, sin prestar atención a sus palabras. Son tonterías
filtrándose en mis oídos.
—Eres una amiga comprometida. Harías cualquier cosa para proteger a los
que te importan. Lo entiendo. —Toma una respiración, preparándose para el
“pero”—. Pero, ¿ellos te están protegiendo? No estás aquí por mucho tiempo, así
que si no consigues nada más de este tratamiento, quiero que te vayas con esto:
Echa un buen vistazo a tus amigos, y pregúntate si van a ayudarte a llegar a dónde
necesitas estar, o van a detenerte.
Suspira cuando no digo nada. —Tus acciones son tuyas. Eres responsable de
ellas. Pero es igual de importante reconocer las acciones de los que te rodean,
Melody. Quieres que alivie tu culpa, te diré que no fue culpa de nadie, cuando la
verdad es: Cada acción tiene una reacción. Hubo una cadena de acontecimientos
que llevaron a la muerte de tu amiga. —Él cierra el archivo—. Bien. Creo que es
suficiente por hoy.
Sí, no tiene que decirlo dos veces. Sin ningún tipo de palabras de despedida,
me paro y me dirijo hacia la puerta. Una roca en mi estómago. Un bulto caliente
92

alojado en mi garganta. Conteniendo las palabras que quiero lanzarle.


Página

Cuando salgo del ala de los consejeros, y me dirijo hacia las habitaciones,
una náusea repentina me consume. Todo lo que puedo ver es la cara de Dar: el
maquillaje corrido; los nudos enredando su pelo; su borracha sonrisa feliz;
soplándome un beso; sus vacíos ojos sin vida.
Entonces el cuerpo de Jesse moviéndose sobre el mío. Diciéndole “No” y
llevándolo dentro de mí...
Me tambaleo. Mi mano se extiende para sostenerme con la pared, recuperar
el equilibro. Tengo que sacar esta mierda de mi cabeza. No quiero pensar en esa
noche, ni en Jesse, ni Dar, ni nada de eso. Fue solo una horrible y jodida noche.
Acciones.
Todos jugamos una parte, me está susurrando mi mente. ¿Solo hay alguien más
para culpar?
Cuando llego a mi habitación, todo lo que quiero hacer es dormir. Solo caer
de bruces en el colchón lleno de bultos y dormir mil años.
Pero un sobre me detiene en seco al pie de la cama.
Una respiración se atrapa en mi pecho mientras leo el nombre de retorno:
Jesse.

93
Página
Una conciencia más clara, un hoyo libre de razón

Traducido por Julie


Corregido por Fany Keaton

Boone
El último lugar que quiero ver ahora es la instalación frente a mí.
Tras la muerte de Hunter, la detestaba. Odié cada segundo de haber sido
excluido tras sus muros. Luego, poco a poco, se convirtió en mi salvación. Un
escondite. Un santuario. El mundo exterior y sus tentaciones no me podían
alcanzar aquí.
Mi último día en Stoney, hice un compromiso con The Routine. Una tarde a
la semana, me mantendría lejos de los deslices. Una promesa a Hunter no era
suficiente; tenía que demostrar que yo no iba a meter la pata de nuevo. Así que
corté las conexiones. No solo con los amigos, sino con cada persona con la que
entro en contacto.
¿Por qué demonios dejé que Melody penetrara mi refugio? Ahora, al mirar a
Stoney, todo lo que veo es a ella, vagando por los pasillos, con su ceño enojado, su
lindo trasero y el pañuelo de color rosa.
Y la forma en que me miró ayer. Como si yo fuera una especie de bicho raro.
Durante el año pasado, he estado en algunas situaciones tensas... pero no
tan dolorosamente placenteras como ayer. Casi toda mi fuerza de voluntad se puso
94

a prueba; y casi cedí. Un segundo más de sus caricias... mirándome con esa mirada
Página

de deseo... joder.
Todavía sigo torturándome.
Después de dejarla, me costó mucho calmarme, y ahora estoy volviendo a
excitarme. Mierda, sigo mintiéndome a mí mismo. He estado dolorido desde la
primera vez que pestañeó en mi dirección.
Me decido a dejar de estar parado en medio de la playa de estacionamiento,
luciendo como un psicópata intimidante, y comienzo a dirigirme hacia las puertas
dobles. Con las manos metidas en los bolsillos y los ojos entrecerrados debido al
sol cegador. Lo que solía darme una sensación de paz, un refugio, ahora suscita
una combinación de inquietud y expectación dentro de mí. Mi cuello y hombros se
encuentran tensos cuando atravieso la puerta. No me encuentro seguro de si estoy
asustado o emocionado de ver a Mel.
Rodeo el pasillo de los terapeutas y me dirijo directamente hacia la
enfermera Bridge. Para ver si hay algún horario de mantenimiento que puedo
recoger para mi proactivo servicio a la comunidad. No hay nada que pueda
hacerme regresar a la oficina de la doctora Carly. La última vez fue suficiente. A
pesar de mi lapso momentáneo con el Tipo Miata, he llevado bien mi ira. O así era,
hasta que ella comenzó su interrogatorio de Hunter.
Si lo de ayer no fue prueba suficiente de que lo estoy haciendo bien por mi
cuenta, entonces no sé de qué otra manera demostrarlo. Si alguna vez iba a salir
corriendo a drogarme, ayer habría sido ese día. Pero no lo hice. ¿Pensé en hacerlo?
Sí. Sin embargo, no lo hice.
Jacquie tendrá que aceptar el servicio a la comunidad y olvidar las
reuniones de terapia. Si no es lo suficientemente bueno, a la mierda. Voy a cumplir
mi condena. Prefiero sentarme en una celda de dos por dos metros y hacerme
amigos con los convictos locales que sentarme durante un minuto más con ese
médico que agujerea mi cerebro.
—Boone, no sabía que volverías hoy. —Enfermera Bridge, justo a tiempo.
Salvándome de mis propios pensamientos frustrantes.
—Sí, bueno, enfermera Bridge. Denise me dijo que podría ayudar por aquí
un poco más. Si me necesitas. —Hundo las manos un poco más dentro en mis
bolsillos. Miro más allá de su cabeza, no a sus ojos.
No funciona; ella es lista. Arruga la cara, y la línea de preocupación entre
sus cejas se profundiza. —¿Pasa algo?
95

¿Aparte de que me encerrarán? —En realidad no. Solo pensé que sería un
Página

buen detalle para el juez. —Abre los ojos—. Por mi audiencia de libertad
condicional. Saldré pronto. —Lo cual es verdad; pero estoy tan lleno de mierda con
el resto. Sin embargo, no necesito que alguien más indague en mi vida. Hay
muchas personas por aquí que ya saben demasiado.
Sonríe y agita el archivo que sostiene hacia el final del pasillo. —El doctor
Sid se ha quejado de su luz de techo durante una semana. ¿Supongo que podrías
empezar por ahí?
Igualo su sonrisa y asiento una vez. —Puedo hacer eso.
La tensión en mi cuello ha comenzado a aflojarse. Mis pasos son más
relajados mientras rodeo la esquina hacia la oficina. Soy un adulto imbécil
comportándose como un maldito adolescente con una libido reprimida y furiosa.
Sonrío y sacudo la cabeza. Casi me río en voz alta hasta que la vista al final del
pasillo me obliga a detenerme.
Melody, sentada en el suelo de baldosas, con la espalda apoyada a la pared
y las rodillas dobladas contra el pecho. Tiene los brazos envueltos alrededor de sus
piernas y la cabeza apoyada contra la pared mientras mira al techo.
¿Y mi primera reacción? ¿Mi primer pensamiento egoísta? Correr en la
dirección contraria.
Estuvimos de acuerdo en no entrar a un terreno personal. Ninguno de
nosotros quiere que alguien se entrometa en nuestra mierda privada. Así que este
es el momento en el que se alejan los amigos casuales. Y vuelven cuando regresan
las sonrisas y los flirteos. Cuando sea seguro; y no estés obligado a hacer
preguntas.
Quedarme donde estoy, es la acción más inteligente. Sobre todo después de
lo que pasó ayer. Un hombre solo puede ser probado hasta cierto punto. No soy un
santo. Trato de serlo, por Hunter. Pero Mel es otro nivel de tentación.
Me he tomado demasiado tiempo para considerar mis opciones. Ella levanta
la mirada y me ve. Sus grandes ojos marrones me absorben, atrayéndome más
cerca. Ellos me halan hacia dentro, y antes de ser consciente de que me muevo, mis
pies cierran la brecha entre nosotros.
Tal vez ella no me vio, sino que miraba a la nada. Porque cuando se da
cuenta de que me estoy acercando, intenta borrar todo rastro de miedo, las
lágrimas y la tristeza de su rostro.
Aspira y se aclara la voz. Pero no dice nada.
Yo sí. —¿Qué pasa?
96

Ya está. Dos simples palabras. Podría tratarse de dos personas que se


Página

encuentran en un pasillo, haciendo lo mismo, y que no significara absolutamente


nada. Pero para nosotros, esas palabras rompen todas las barreras que hemos
armado.
Su elección: contestar algo evasivo, como “nada”, y no hacerme caso.
Asegurándose de que nuestra amistad informal siga del mismo modo. O, contestar
con sinceridad... cambiando todo.
No estoy seguro de cuál es la que quiero. Así como ayer, no me encontraba
seguro de si quería que ella aceptara mi rechazo, o empujara más allá de todas mis
barreras, me mandara a la mierda y tomara el control. Mentí cuando dije que me
sentía aliviado; quería que esta chica me asustara, que me hiciera reaccionar.
Su voz gutural interrumpe el miedo sofocante que se arrastra sobre mí. —
Recibí una carta. De un amigo. Acaba de ser liberado de la cárcel.
Noto el papel doblado en su mano. Las puntas de sus dedos lo aprietan,
manteniéndolo lejos de sí misma. —Es una buena noticia. —No es una declaración;
sino una pregunta.
Asiente. —Sí.
El silencio es incómodo entre nosotros.
—¿Caminamos? —ofrezco, con la esperanza de poder distraerla del mal que
ha causado este amigo.
Asiente otra vez, se levanta del suelo y pliega la carta para hacerla más
pequeña. La mete en el bolsillo trasero de su falda de vaquero antes de decir—:
Entonces, ¿cómo estuviste ayer con las bolas azules? Al parecer caminas bien.
Se me escapa una risa. Sé que evita el tema. No quiere hablar de la carta ni
de su amigo, así que puedo seguirle la corriente. —El peor caso que he tenido. —Y
eso no es mentira. Pensé largo y tendido en sacudir mi polla hasta el fin del mundo,
pero me conformé con las bolas azules. Una pequeña dosis de castigo extra por casi
meter la pata.
—Y ese es el mejor cumplido que he recibido. Gracias, Boone. —Me da un
golpecito con el hombro mientras sacudo la cabeza.
Tan pronto como salimos, me pongo los lentes de sol sobre mis ojos y, al
instante, me arrepiento de mi idea. Durante los segundos que estuve embelesado
con el dolor de Mel, con ella, me olvidé del altísimo índice de calor. —Mierda. Si
alguna vez hubo un mes para largarse de Florida —le digo.
97

—No me digas —concuerda. Volviéndose hacia mí, añade—: Tienes una


moto. Bueno, más o menos. No estoy segura de si clasifico como una a tu Bonnie
Página

Bobber... —Se detiene, y dejo pasar el insulto contra mi moto. La imaginaba como
la típica niña americana—. Pero podríamos ser como Bonnie y Clyde de camino a
Sturgis. Nunca mejor dicho. —Hace un guiño—. Siempre hay, como, un resultado
loco de las carrera de arrancones y las fiestas que le siguen al rally.
Quiero pensar que bromea. Pero tengo un presentimiento en la boca del
estómago de que si le ofreciera que nos fuéramos ahora mismo, ella se subiría a la
parte trasera de mi moto. Sin preguntas. Y de repente, siento una dolencia en mis
entrañas para que coincida con esa sensación… Quiero eso.
En algún momento, ya sea cuando me tocó, la mirada intensa en sus ojos, o
el segundo en que vi la desesperanza formarse a su alrededor en la sala... se cruzó
una línea. Ahora no hay modo de alejarse.
Esta chica va a destrozarme.
Y voy a rogarle que lo haga.
Llegamos a los bancos cerca de la cancha de baloncesto y ella se desliza
sobre el respaldo del asiento superior. Lamo mis labios, agradecido por mis
anteojos de sol mientras desplazo la mirada por sus piernas cremosas hasta los
muslos. Me imagino pasando la mano por ese mismo trayecto. Debajo de la falda...
Joder. En algún momento, voy a tener que desgastar mi polla. Cada vez que
voy a verla, antes, debería golpearla. Soy como un adolescente cachondo que
prueba la pornografía por primera vez. Es vergonzoso.
He pasado casi un año sin tentaciones reales. ¿De dónde diablos viene esta
chica? Ella me cegó.
Despejando mi cabeza, aparto la mirada de sus muslos entreabiertos y trato
de centrarme en el hecho de que ella se encuentra molesta por algo. Trato de
recordar la verdadera razón por la que la invité a venir aquí. Para alejar sus
pensamientos de lo que le molesta.
—No quiero entrar en muchos detalles —dice, mirando sus sandalias sobre
el banco de madera—. Solo quiero decirte algo y dar por terminado el tema.
—Bien. Creo que puedo manejar eso.
Desliza un pie fuera de su zapato y frota la uña pintada de color rosa por la
ranura en la madera. —Mi padre era un miembro de un CM... un club de
motociclistas. —Mi cerebro comienza a repasar las cosas que dijo en el lago,
conectando la distinción entre los diferentes clubes de motociclistas—. Por defecto,
ser la hija me da un nivel de aceptación de parte del CM. Protegen a los suyos, y mi
amigo... él también es un miembro. Bueno, un postulante. Todavía no es un
98

miembro titular.
Página

Ve mi expresión confusa, la cual estoy tratando de ocultar y seguir adelante,


y suspira. —No importa —dice, agitando la mano—. Es tonto. Y no debería estar
diciendo…
—No —le digo—. Vamos. No es tonto si es importante para ti, y voy a
mantenerme al tanto. —Le doy una sonrisa irónica—. No estoy al nivel de los
chicos geniales, pero puedo seguirte.
Aprieta los labios, reprimiendo una sonrisa. —Claro. Bueno, básicamente es
esto. Ellos tienen al mejor maldito abogado que el dinero puede comprar, y él está
libre bajo fianza. Además, dice que no tendrán una audiencia, todo será manejado
previo al juicio o algo así. Lo más probable es que no vaya a ser declarado
culpable. Lo cual no es, así que está bien.
Asiento y hundo las manos en mis bolsillos. Espero la siguiente parte. La
mala. Cuando no dice nada, pregunto—: Esto es bueno, ¿no?
Exhala profundamente y levanta las cejas. —Sí, claro. Eso es bueno. Pero
debido a que lo acusan de algo que tiene que ver con alguien cercano al CM, ellos
van a llevar a cabo su propia investigación. Y las leyes de los CM son diferentes de
los tribunales. —Mira hacia el estacionamiento y una expresión distante oscurece
sus rasgos—. Él podría haber estado más seguro en la cárcel.
Dejo que resuenen sus palabras. Melody, por lo poco que llegué a conocer
de ella, me está confiando mucho con esto. Lo que significa que no tiene a nadie
más a quien recurrir. Esto es algo serio de lo que necesitaba hablar, y no fue con su
terapeuta. Necesitaba a alguien neutral.
Y quiero arreglarlo para ella. Me gustaría tener la respuesta. Ya tiene que
enfrentar y lidiar con las suficientes cosas al tratar de lograr la sobriedad, y sé
mejor que nadie cómo el mundo exterior se infiltra en tu capullo, haciéndolo casi
imposible.
Entonces, recuerdo algo que dijo. —¿Tú eres miembro? —digo interrogante.
Niega con la cabeza. —No, las mujeres no pueden ser miembros.
—Pero dijiste que tu papá lo es.
—Era. Murió.
Maldita sea, esto se acerca a esa zona tensa entre nosotros. —Lo siento.
—Fue hace un tiempo. —Me mira—. Pero, ¿adónde quieres llegar?
—Valoran tu opinión. Si sabes que tu amigo es inocente y tienes alguna
99

prueba, entonces podrías testificar para ellos.


Página

Junta sus cejas, y no sé si acabo de avergonzarme a mí mismo, ya que no


tengo idea de cómo funcionan la política del club.
Algo parecido al miedo pasa por su cara. —Sí, tienes razón. Tengo que hacer
eso.
Asiento. —De acuerdo. —Pero me doy cuenta de que dijo tengo. Hay una
clara diferencia entre querer y tener que hacerlo. Por ahora lo dejo pasar.
—Gracias, Boone. De verdad. Me ayudaste a simplificar esto. —Sostiene mi
mirada; su expresión es audaz, decidida, e incluso aliviada. Pero la sombra de
duda subyacente anula todo eso. Sin embargo, no tengo derecho a cuestionarlo. Sin
importar lo mucho que quiero saber de qué o quién duda. Ella misma o su amigo.

100
Página
No sientas, el fuego solo consume.

Traducido por Beatrix & Val_17


Corregido por Elizabeth Duran

Melody
Cuando tenía doce años, le rogué a mi padre que me llevara a una de sus
reuniones. Tenía más de dos dígitos, por fin la edad suficiente para ser parte de su
mundo. Pero en cambio, me dijo que no. Luego explicó que no tenía nada que ver
con mi edad, pero lo cierto es que era una niña.
Las niñas no eran iguales a los hombres en el CM.
Nunca me mintió. Incluso cuando la verdad duele, era honesto. Y directo.
Pero nunca me trató como si fuera una niña; tan terrible como suena, eso era un
honor.
Me construyó una bicicleta playera y me llamaba pequeña jinete. No se me
permitía saber sobre su negocio del club, pero después de eso, no quería. Siempre
halló la manera de mostrarme el estilo de vida a través de sus ojos, cómo veía la
forma de un uno por cierto de la vida. Los aspectos importantes respecto a él.
Solo por eso, me sentí más incluida en su mundo que cualquier otra mujer o
un niño conectado a Lone Breed.
Más tarde ese año, cuando murió, la mejor parte de Lone Breed murió con
101

él. Sabía que el CM no nos dejaba morir de hambre, perder nuestra casa, ni estar
tan mal que tendríamos que dejar Hazard. No negué las ofertas de ayuda porque
Página

me encontraba temerosa e incluso enfadada, aunque me sentía amargada y


resentida. Y a pesar de que sabía que mi madre se follaba a uno de los miembros,
obteniendo sus propios apoyos financieros, quería demostrar a todos y a mí que
era igual que él. Como mi padre. Que era fuerte.
He ganado un montón de respeto por parte del CM. Pero he ganado más
que eso, mi libertad. Donde no estoy en deuda con ellos, pero puedo contarlos
entre la familia. La verdad es que hay una delgada línea entre la familia y el
enemigo... si cruzabas por el camino equivocado.
Empujando a un lado esos pensamientos conflictivos, salgo de mi cama. La
enfermera Bridge va a tener un ataque, pero cierro la puerta de mi habitación de
todos modos. Necesito un poco de tiempo a solas. Estirada en la cama de nuevo,
me acuesto de espaldas y apoyo la carta de Jesse en mi estómago. Cubriéndola con
mi mano.
Durante la última semana, he hecho más que mi mínimo habitual. Me
escribí cartas, requeridas por mi tratamiento, las cosas que el “nuevo yo” le diría al
“viejo yo” si pudiera viajar en el tiempo. No hice un escándalo, no discutí cuando
me pidieron que completara otras tareas ridículas. Escuché y retuve mi lengua con
el doctor Sid. Porque lo necesito para pasar sus pruebas y salir.
Por desgracia, eso significa no pasar más tiempo con Boone. Una vez que
me decidí por completar mi tratamiento, los ratos divertidos con Boone tenían que
desaparecer. A pesar de que es la imagen de la sobriedad y me podría ayudar a
atravesar el sistema; la verdad es, que simplemente estar cerca suyo me da ganas
de romper todas las reglas. Es el rebelde en mí. Si dice salta, me dejo caer en mi
culo. Si dice que se mira pero no se toca... Estoy ideando planes para despojarlo de
su ropa.
Vencer la batalla contra el aburrimiento total y dejar a un lado el fijarme en
el lindo culo de Boone, es demasiada distracción de mi objetivo. Claro, podríamos
pasar algún tiempo una vez que obtenga el alta de Stoney, pero tengo que volver a
mi vida. Una que está tan lejos de la ordenada y limpia que él trata de vivir.
Durante el tiempo que esté atrapada en Florida en libertad condicional, no necesito
hacer apegos permanentes. No necesito joder la vida de otra persona.
Levanto la carta de Jesse y pienso leerla de nuevo por enésima vez, luego la
meto debajo de mi colchón. Dice que si todo va bien, podría ganar su insignia
completa para el momento en que yo salga de rehabilitación. Lo que no dice, pero
lo puedo leer entre líneas, es que con el fin de ganar su insignia completa, tiene que
demostrar que no tuvo nada que ver con la muerte de Dar.
102

A pesar de que Dar no tenía familia biológica en Lone Breed, ella me tenía a
mí. Yo era su familia. Cada miembro del CM sabe eso, y la cuidaban igual que lo
Página

hacen por mí, porque siempre estábamos juntas.


No sé por qué pensé que podría enterrar esto, retomar y seguir adelante, sin
repercusiones. El CM tiene su propio conjunto de leyes y castigos aparte del resto
del mundo. Escondida aquí, lejos de esa vida, es fácil sentirse desconectado. Si soy
honesta, no me he sentido del todo conectada desde el momento en que perdí a mi
papá. Y luego al perder a Dar... mi cerebro dejo de funcionar.
He sido egoísta. Tan absorta en evitar mi propio dolor que no me he parado
a pensar en lo que Jesse está pasando. Su carta no decía que lo sentía. Ni mostraba
ningún sentimiento de culpa. Era breve y concreta. Pero sé que está torturándose a
sí mismo. ¿Cómo no podría? Y escribió esta carta justo antes de ser liberado. Él no
me va a preguntar sin rodeos, pero al divulgar los planes del CM de investigar,
cuenta conmigo para estar de su lado.
Boone tenía razón. Puedo testificar por Jesse. Debe ser una solución simple.
Pero lo que dijo el doctor Sid ha estado clavando un agujero en mis convicciones.
Haciéndome cuestionar esa noche y el efecto dominó de mis acciones y las de Jesse.
Maldita sea. Estas personas están cada vez más dentro de mi cabeza y torciendo las
cosas.
Me gustaría tanto que mi papá estuviera aquí. Podría preguntarle qué hacer.
Estoy confundida y asustada, y no me gusta admitir eso. Me siento tan débil. Y
cansada. He estado en la carretera un largo tiempo, en busca de respuestas, por la
vida que mi padre descubrió allí y que amaba tanto. Él siempre tenía una
respuesta, una manera de explicar las cosas, que hacía que la gente escuchara. He
tratado de ser como él, pero cuando se trata de mí, no tengo una respuesta para
nada.
Joder. Froto con mi mano mi cara, agotada por la cantidad enorme de
energía que se necesita para pensar. No debería haber dicho nada a Boone. Ahora
también tengo su virtuosa mierda corriendo por mi mente. Nunca he querido
drogarme tanto como ahora. Solo quiero desaparecer una hora y no pensar.
Tengo menos de una semana para ordenar mi mierda y arreglar mis ideas.
Cómo diablos la gente hace esto sobria.

103

—¿Por qué me estás evitando?


Mi espalda se tensa, y agarro la camisa en mis manos. —No lo hago. He
Página

estado ocupada. —Juntando las mangas, sigo doblando la camiseta.


Boone se mueve hacia la puerta de la lavandería y apoya su hombro contra
el marco, medio adentro y medio afuera. Su pelo no está arreglado. No puedo dejar
de notar que se ve muy lindo.
Cruza sus antebrazos tatuados sobre el pecho, mirándome doblar la ropa. —
¿Quieres un poco de ayuda?
—Yo puedo —digo, doblando rápidamente mi último par de vaqueros.
Agarro la pila doblada y la coloco en la cima del montón sin doblar en la canasta.
—Todavía necesito unas diez horas de servicio —dice—. No me importa. La
lavandería vence cualquier cosa que haya que hacer en el calor.
—Lo siento, todo listo. —Agarro la canasta y la anclo a mi cadera, luego doy
un paso a su alrededor.
Bloquea la puerta. —Mel, ¿qué pasa?
Me muerdo el labio inferior, mi mirada dirigida más allá de él. —Me quedan
literalmente tres días. Solo estoy tratando de cumplir con mi tiempo. En realidad,
estoy de un ánimo jodido últimamente. Eso es todo.
Deja caer los brazos. —No me di cuenta… maldición. El tiempo ha pasado
jodidamente volando.
—Sí, bueno… —Me encojo de hombros—. No lo ha hecho para el resto de
nosotros atrapados aquí. —Lo miro y ladeo mi cabeza hacia el área comunitaria—.
Tengo algunas tareas de último minuto que terminar.
No se mueve, en cambio, sigue mirándome, con sus rasgos tensos. Como si
al retenerme, hará que sea la primera en ceder. Pero soy buena en este juego; tiene
que importarte para perder. Podría estar aquí todo el día y solo estar enojada por
perderme el pastel de chocolate que nos prometieron para después de la cena.
Finalmente, dice—: Muy bien. —Y se hace a un lado. Muevo la canasta más
arriba en mi cadera mientras camino delante suya—. Oye —me llama, y me
congelo. Mi espalda hacia él—. Solo dime, ¿hice algo para molestarte? Quiero
decir, esto está lejos de ser amable.
Niego. —No eres tú, chico. No hiciste nada. —Echo un vistazo detrás de
mí—. Es solo… tengo que tomar esto en serio. Y eso es difícil de hacer cuando
104

estoy tramando malos métodos para alejarte del celibato.


Página

Un atisbo de sonrisa curva sus labios. Asiente lentamente, poniendo su labio


inferior entre los dientes mientras lo considera. —Seguro me habrías ganado. —Sus
ojos suben, buscando los míos—. Toda esta mierda a un lado, no soy el buen chico
por el que me tienes catalogado.
Una punzada golpea mi pecho. —Sí, Boone. Lo eres. —Sus labios se abren,
pero niego y continúo—: Sin embargo, no importa. Estoy haciendo lo que necesito
para tratar de salir de aquí. Punto. Sin distracciones.
Sus hombros se cuadran. —¿Tienes miedo de no salir?
¿Lo tengo? Después de mi último encuentro con doc Sid, que fue casi tan
bien como los otros… no estoy segura. Me doy vuelta y ajusto la canasta en ambas
manos, posicionándola como una barrera entre nosotros. —Saldré. Pero… ellos
joden con tu cabeza aquí —digo—. No soy… yo misma. Así que no estoy segura de
cómo seré una vez que esté fuera. No creo…
Alza una mano. —Lo entiendo, Mel. —Sus ojos color avellana inspeccionan
mi cara, y me siento más vulnerable—. Me alegro de que estés siendo honesta,
porque tienes razón. Habría sido difícil seguir cualquier amistad fuera de estas
paredes. —Comienza a alejarse, rozando mi hombro al pasar. Mi corazón se sacude
en mi garganta.
No lo entiende. Le estoy haciendo el favor más grande. Me conozco, ¿pero
qué mierda? Normalmente no me importa un carajo cuando alejo a un tipo. Lo
termino. Sigo adelante. Pero por alguna jodida razón, me siento avergonzada por
no decirle a Boone por qué estoy siendo una perra de hielo con él.
—Oh, espera… toma —dice.
Girándome lentamente para mirarlo, lo veo sacar algo de su bolsillo. Se
acerca a una de las mesas y levanta un lápiz. Anota algo en un pequeño trozo de
papel, luego camina hacia mí. Durante todo este proceso, ya estoy decidiendo que
cualquier ayuda que vaya a ofrecer terminará en la basura. No me quedaré en St.
Augustine por mucho tiempo. No soy alguien que necesite en su mundo ordenado,
así que ¿para qué preocuparme por mantener la farsa?
—En caso de que necesites algo. —Me da su número garabateado en el
papel. Lo tomo, suprimiendo el efecto que su toque rápido tiene sobre mí cuando
nuestros dedos se conectan.
Se encoge de hombros. —Sé que no vas a encontrar un padrino después del
tratamiento, y no estoy ofreciendo eso. Pero si alguna vez necesitas alguien con
quien hablar… —Suspira y pasa una mano por su pelo despeinado—. Seré lo que
105

sea que necesites.


El papel está caliente en mis manos. Lo meto en mi bolsillo trasero. —
Página

Hazme un favor —le digo, levantando la vista para encontrar su mirada. Cuando
levanta una ceja en pregunta, digo—: Encuentra una chica buena, Boone. Alguien
que te saque de esta escena, lejos de esta mierda deprimente.
Sonríe. —¿No puedo tener ambas?
Niego. —No, no puedes. Lo que sea que estés arrastrando aquí, día tras día,
alguna culpa, no la dejarás atrás hasta que estés alejado de Stoney. Sin importar
cuán malo sea lo que hayas hecho, eres un buen tipo. Deja de torturarte. El pasado
es pasado.
Su sonrisa fácil cae rápidamente. —No sabes… —Corta sus palabras; el
enojo es evidente en su tono. Mi estómago se hunde cuando aparta la mirada, con
la mandíbula tensa. Luego, con un suspiro, dice—: ¿Y si ya la encontré?
Mi interior se anuda. —Dije una chica buena.
Su mirada sigue sosteniendo la mía, flexiona la mano y la curva en un puño.
Su boca se frunce en una línea dura. —Cierto. Porque eres tan ruda, Rizzo.
Eso me hace sonreír un poco. Echo un vistazo a las baldosas del suelo,
obligándome a ponerme seria. —No, porque la gente que me importa sale
lastimada a mi alrededor —digo con seriedad, entonces levanto la mirada—. Lo
peor que podría hacer es preocuparme por ti. Te lo estoy diciendo ahora. —Lo
miro a los ojos; asegurándome de que vea la verdad—. Si esperabas algún tipo de
misión, donde te lanzabas y salvabas a la chica perdida, entonces correríamos
hacia el atardecer… Así no es como termina la historia. —Camino a su alrededor,
esperando que finalmente entienda el punto. No seré responsable por lastimar a
este chico, o descarrilarlo de su bien camino. Porque sé que no es a donde me
dirijo.
—¿Por qué la historia tiene que terminar? —grita.
Me giro una última más. —Siempre lo hacen. —Y porque me gusta terminar
las cosas con un tono grave, agrego—: Hazme otro favor. Asegúrate de que esta
chica te folle bien. Por mí. —Le guiño.
Ya está. Todo hecho. Me alejo sintiéndome ligeramente mejor conmigo
misma por cortar los lazos con este tipo. Iba unido a los problemas, y no tengo
ninguna manera de rescatarlo mientras estoy atrapada aquí. Está a salvo ahora.
106
Página
No pruebes, la dulzura es un engaño

Traducido por Julie


Corregido por Valentine Rose

Boone
Boone, el chico bueno. Ese soy yo. Casi me río. Pero la tragedia de esas
palabras rasga mi interior con bordes afilados de verdad, matando la broma. Sin
embargo, no puedo dejar de pensar en ellas. De preguntarme si tomé la decisión
equivocada al permitir que Melody las creyera.
Cuando dejó de hacerlo, se lo permití. Me alejé. Fue la decisión correcta.
Dejé que ella creyera la mierda que quisiera.
Apoyando los codos sobre las rodillas, me inclino sobre las manos y
comienzo a envolver. El olor a húmedo, a la alfombra sucia y amoníaco me irrita la
nariz. La botella de limpieza está ubicada junto a una mancha de sangre fresca
cerca de la puerta. El tarareo del tanque de los peces tropicales es el único ruido
que se escucha en la pequeña habitación, aparte del estirado y rasgado de la cinta.
Estiro y rasgo. Repito.
El pez colorido —amarillo, azul, naranja— aletea alrededor del tanque
sucio, y hace poco para calmarme como sugiere su propósito aquí. Estoy muy
tenso. Estiro y rasgo.
107
Sin embargo, es probable que acabe de esquivar una bala. Si Melody no
hubiese terminado conmigo, no la habría dejado sola. Habría seguido volviendo,
buscando más de ella, como si fuera mi nueva ayuda.
Página

Y eso es más o menos en lo que se convirtió durante su corta estancia en


Stoney. Porque ahora que ya no está cerca, siento el vacío. El deseo y la
necesidad… el anhelo. Solo estar cerca de ella y mirarla a los ojos oscuros, sentir su
piel suave, escuchar su voz gutural.
Eso es algo peligroso para un adicto. Cualquier cosa, cualquier cosa puede
convertirse en una adicción.
Pero, maldita sea si yo no le daba la bienvenida a la tortura. Mirar, pero no
tocar.
Quedé tan inmerso en mi fijación con esta chica, que ni siquiera dejé de ir a
donde Nickel tanto como debería. No sentí la atracción que siento normalmente. Es
por eso que ocurrió esa mierda con el Tipo Miata; era la primera vez que había
faltado. Así que tiene sentido que fuera a buscarlo en otro lugar. Melody podría
haber sido muy peligrosa para mí.
Este hecho demuestra aún más como estoy sentado aquí obsesionándome
con ella, en lugar de prestar atención a la forma en que envuelvo mis manos.
Mierda. Deshago la cinta blanca y empiezo de nuevo. Necesito sacar de mi cabeza
la idea de ella y su sexy culo.
Asomando la cabeza en la habitación pequeña y sombría, Turner ladea la
barbilla y levanta una mano, con los dedos extendidos. —Cinco minutos, hermano.
Asiento y vuelvo a vendar mis manos, dejando mis nudillos expuestos en
esta ocasión.
Unos buenos nudillos rotos deberían sacar a Melody de mi cabeza para
siempre.

108
Página
Sígueme, mi amor, al vacío

Traducido por Gise


Corregido por Itxi

Melody
—¡Allí está!
La voz de Randy se eleva por encima del caos de aplausos y bienvenidas
mientras entro al bar. Él se apresura y envuelve sus grandes y fornidos brazos a mi
alrededor y me levanta en el aire. Me río mientras doy vueltas, suspendida por este
hombre oso.
Pone mis pies en el suelo. Su barba desliñada engancha algunos de mis
cabellos mientras se aleja y me sonríe. —¿Qué clase de pájaros no vuelan?
Nunca entendí este dicho, pero le respondo de todas maneras. —¿Un pájaro
en una jaula?
Su profunda risa vibra a través de mí mientras me abraza contra el costado
de su pecho. —Así es, chica. Bienvenida de nuevo.
Me libera de su agarre e inmediatamente soy arrastrada a otro abrazo, esta
vez de Suzie, una de las camareras. Normalmente tiene turno cuando yo trabajo las
noches de entre semana. Cuando trabajaba… en tiempo pasado. Todavía no estoy
segura de dónde estaré trabajando ahora.
109

—Te extrañé, cariño —dice ella. Su acento es lento, en parte porque es del
sur, pero mayormente por el número de tragos que ya se bebió. Combina una
Página

enorme montura azul y roja con labios carnosos aún más rojos. Es un cliché
andante, pero es la mujer más dulce del mundo y además es genuina. Sonrío
mientras se desliza hacia atrás para ajustar su sujetador, aplastando sus pechos
más arriba hacia su cuello.
—Estas malditas cosas no funcionan como antes —dice, tirando de su
ajustada camisa hacia abajo. Luego me guiña un ojo—. No tomes tu juventud por
sentado, cariño.
Me río rodando los ojos. —Sí, Suzie, porque todo se trata de tetas turgentes.
—Infiernos que sí. Solo espera a que esos panqueques desinflados caigan a
tu alrededor. —Me mira, con un ojo entrecerrado—. Después sabrás porqué.
La música está a todo volumen, The Civil Wars suena por los altavoces. Se
me aprieta el pecho; es la primera canción que escucho desde mi encarcelamiento,
y es la banda favorita de Dar. Era la banda favorita de Dar. Ella estaría fuera de sí,
rogándole a Randy o a cualquiera que los haga sonar. Parece que alguien se
acordó.
Mientras camino a través de la multitud, alguno de los miembros de Lone
Breed me saludan, ya sea para preguntar sobre las técnicas de tortura en el “hoyo”,
o para decirme cómo mi papa estaría orgulloso por la manera en la que lo estoy
llevando… y me recuerda que esto —justo aquí— es lo que he extrañado tanto.
Echo un vistazo alrededor, saliendo lentamente del borde en el que he
estado desde que dejé Stoney. No estaba segura de cómo iba a manejar estar de
vuelta. Pero respiro el aire lleno de humo. Escucho la música. Pruebo la libertad. Y
es casi como si nada hubiera cambiado.
Luego veo a Jesse.
Se encuentra en el otro extremo de la barra, con su espalda contra la pared.
Su chaleco de cuero cerrado con cremallera, una mano hundida en su bolsillo, la
otra sosteniendo una botella de cerveza. Me mira directamente, una sonrisa torcida
en su rostro.
Desearía poder decir que mi estómago revolotea, o que me siento mareada;
por Dar, desearía poder. Pero en cambio, un dolor hueco se talla a través de mi
cuerpo. Verlo otra vez… sin ella… es como una enfermedad picando mi estómago,
mucho más fuerte que la nostalgia, pero sé que eso es lo que es.
Extraño tanto a Dar, que físicamente me duele seguir estando de pie. No
permito que mis piernas me descubran. Por primera vez, siento lágrimas en mis
110
ojos. Con un profundo respiro y parpadeo rápido, las empujo hacia atrás. Sacudo
mi cabeza para aclarar mis pensamientos.
Página

Antes de enfrentar a Jesse, echo otro vistazo alrededor de la habitación: las


risas, el baile, la fiesta. Es una celebración para mí, claro, mi bienvenida a casa de la
rehabilitación. Pero de alguna manera también es el velatorio de Darla. No habrá
ningún testamento lúgubre de su vida. Oraciones para que la vean en el cielo.
Apreciados y tristes recuerdos compartidos. Para el final de la noche, gente
borracha estará consolándome, sinceros sentimientos bien intencionados hablados
en voz alta, y podría haber incluso un par de peleas de los CM que se volvieran un
poco ruidosas.
Esta es su manera. Mi manera. Pero no puedo hacerlo. Es como si fuera el
funeral de mi papá otra vez; y de repente necesito aire fresco.
Doy la vuelta y avanzo hacia la puerta. Solo camino unos pocos metros
mientras la gente continúa amontonándose a mi alrededor, diciéndome lo mucho
que me han echado de menos, luego siento unos brazos fuertes enrollándose
alrededor de mi cintura. Mi primer instinto es clavarle un codazo en las costillas de
la persona, pero una profunda voz retumba cerca mi oído, deteniéndome de la
pelea.
—Te he extrañado, Mel. Dios, muchísimo. —Los brazos de Jesse se tensan
mientras inclina su frente contra la parte posterior de mi cabeza. Trago, forzando
hacia abajo el nudo duro. Las palabras no se forman. Pero no necesito decir nada
mientras soy levantada de mis pies—. ¡Hora de sacar la rehabilitación de la chica!
—Espera… Jesse. Tus costillas… oohhh. —Soy arrojada sobre sus hombros, y
el aire es sacado de mis pulmones.
—Estoy curándome bastante bien —dice. Aplausos y gritos se arremolinan a
mi alrededor mientras soy arrastrada hacia la barra. Solo puedo ver la parte trasera
de Jesse; su parche de novato y sus botas de combate negras. El suelo sucio. Luego
levanto mi cabeza lo suficiente para ver a la multitud arraigarse alrededor de
nosotros.
Aparto el cabello de mi cara, luego Jesse acuna sus brazos alrededor de mi
espalda. Me da la vuelta y me pone sobre la barra. Mi estómago toca fondo.
No es que no quiera un trago. Maldición, lo quiero. He querido uno desde el
segundo en que puse un pie en Stoney. Pero es mi primer día afuera, y ver a todos,
y tener la presencia de Dar tan… presente; estoy aterrorizada de perder el contacto
con la realidad en este momento. Solo necesito algo de tiempo para procesar, para
equilibrarme, antes de perder el control.
Jesse busca a través de mí una botella de bourbon, y agito mi mano en el
111

aire. —¡Jesse! No estoy lista…


Trayendo la botella de licor con él, la sostiene justo por encima de mí y mira
Página

hacia abajo, una sonrisa suave estirando sus labios. —Estás tan lista. —Y se siente
como si un peso me diera un golpe seco justo por encima de mi pecho. Todo mi
cuerpo se estremece, se enfría, se eriza.
Mis labios se adormecen, mi lengua se espesa, mi estómago se sacude como
si fuera a vomitar mientras un recuerdo emerge de la última vez que estuve con él.
Trato de levantar mi cabeza, pero alguien la sostiene firmemente. Suzie. Se está
riendo.
El pánico me inunda. Todo mi cuerpo se bloquea, y no entiendo por qué, o
qué estoy sintiendo. La necesidad repentina de huir. Todas estas emociones me
invaden y parecen durar para siempre en el corto tiempo que le toma a Jesse
inclinar la botella hacia mi boca.
El cálido líquido ámbar alcanza mis labios cerrados y corre por mis mejillas.
El olor a alcohol envuelve mis sentidos y se me hace agua la boca.
—¡Ábrela, Mel! ¡Puedes hacerlo! Es como montar una bicicleta —dice Suzie.
La multitud a nuestro alrededor está cantando y animándome, riendo, como si
simplemente hubiera olvidado como tomar un trago. Nadie nota el miedo que se
apodera de mis extremidades y mi mente. Ni siquiera Jesse, quien todavía sonríe
mientras inclina la botella de nuevo para otro baño de bourbon.
Por instinto, abro la boca y empujo mi lengua a la parte trasera de mi
garganta para no ahogarme. Cuando el hueco de mi boca está lleno, trago el cálido
licor. Repito esta acción cinco veces, escuchando a la habitación silbar dentro y
fuera de mis oídos, haciéndose cada vez más fuerte con aplausos de aprobación.
Finalmente, pataleo, dándome por vencida.
Me levanto con las manos mientras Jesse me ayuda a sentarme hacia
adelante. El bar gira, y parpadeo un par de veces intentando detener el remolino
de luces tenues. Líneas destellan ante mi visión. Las golpeo para alejarlas.
—Maldición, Mel. Por un segundo pensé que ibas a ahogarte. —Jesse frota
mi espalda, riendo mientras niego con la cabeza—. ¿Qué te hicieron ahí?
Molesta, empujo su mano y bajo de la barra. —Necesito ir al baño. —Miro
hacia atrás para ver la decepción en su rostro, pero no dice nada mientras atravieso
la multitud.
Me dirijo a la salida, sin pasar por el baño, y empujo la puerta. El aire
húmedo me explota en la cara, haciendo que mi estómago sienta nauseas. Mientras
112
la puerta se cierra detrás de mí, amortiguando los sonidos del interior, inhalo una
profunda y limpia respiración.
Página

La mordedura del alcohol pica la parte de atrás de mi garganta. Exhalo una


respiración caliente, probando el bourbon en mi lengua. Ya nubla mis
pensamientos. Entorpece mis sentidos. Debería saborear esta sensación, rogando a
la insensibilidad que termine de aliviar el dolor; pero estoy asustada. Es tan
estúpido, y por mi vida no puedo entender por qué.
Tal vez porque es la primera vez en un largo tiempo que he bebido sin Dar.
Tal vez estoy asustada de hacer cualquier cosa sin ella. Pero no, no creo que ese sea
el problema. Es la culpa, de que yo estoy aquí y ella no; yo no debería estar aquí,
festejando y pasando un buen rato, cuando ella nunca lo volverá a tener. Y en tanto
continúo contemplando las muchas y cada vez mayores razones, mi cabeza se
torna brumosa y aturdida, y sonrío. Quiero otro trago. Es todo lo que deseo, solo
terminar el trabajo y vaciar mi cabeza completamente.
—Cuando tu papa murió, me emborraché durante una semana.
Giro mi cabeza rápidamente, deseando no haberlo hecho mientras tropiezo
un poco con mis pies.
—Guau —dice Tank, una sonrisa iluminado su rostro envejecido—. Tómalo
con calma, peso ligero. No necesitas probar nada a nadie. Deberías mantener tu
ritmo, ya sabes.
Ruedo los ojos, burlándome. —Esta no fue mi idea. —Me doy cuenta de que
mi bandana se ha deslizado de mi cabello, así que la quito y empiezo a envolverla
alrededor de mi cuello.
Tank asiente mientras inclina su espalda contra la pared de ladrillos del bar.
—Lo sé, niña. Jesse no hace un buen trabajo transmitiendo sus… disculpas. —Alzo
una ceja—. Mira, es como un hijo para mí. Soy su mentor, pero seré el primero en
admitir que no tiene la menor idea cuando se trata de, uh, expresar sus
sentimientos. —Dice esta última parte como si tuviera un mal sabor en la boca, y
me río.
—Por favor no me digas que el CM está en terapia de grupo o alguna
mierda así —digo—. No creo que pueda entenderlos a ustedes estando de acuerdo
con los horarios.
Se ríe, larga y profundamente. He extrañado su risa. Me recuerda de cuando
mi papá y él solían pasar el rato en el comedor toda la noche, jugando cartas y
contando chistes subidos de tono. Mi corazón se angustia con tanta pérdida.
113
—Oye, estamos tratando —dice, empujándome—. Todo lo que digo,
pequeña jinete —me guiña un ojo, y el uso del apodo que me dio mi padre casi me
lleva a las lágrimas— es que tienes que dar al hombre un respiro. Ha estado en una
Página

terrible depresión desde esa noche, y cuenta contigo para ayudarlo a salir de esta.
Te necesita. Todo hombre necesita una buena mujer, y sé que estás herida, nena…
pero tu papá hubiera querido verte con un buen hombre. Ustedes dos, Jesse y tú,
pueden salir de esta juntos y bien. —Coloca una mano sobre mi hombro, pero
estoy tan sorprendida por las palabras que salen de su boca, que ni siquiera
reconozco el tacto—. Tómate un tiempo, luego haz lo que es correcto para ti
misma. No dejes que la muerte de tu amiga arruine dos vidas.
Con eso, me da un rápido abrazo con un solo brazo, unas palmaditas en el
hombro otra vez y asiente. —Todavía tengo mucho para beber antes de la pista de
mañana. ¿Irás?
Y así, el tema de mis futuros pretendientes está terminado. Me aclaro la
garganta y asiento. —Si, tal vez. No lo sé. No tengo una moto. Tal vez necesito…
—Usa la de Jesse. Es lo menos que puede hacer. Y te ayudara a reemplazar a
tu Breakout.
Dice esto como si fuera el final. Sin discusión. Así que digo—: Seguro. Suena
como un plan. —Pero mi estómago gira, y estoy deseando tener una moto en este
momento. Para salir de aquí y tratar de pensar en lo que está pasando.
—Buena chica —dice. Luego se va y me deja con mis pensamientos
confusos.
Por el amor de Cristo.
Pongo una mano sobre mi boca, sintiendo la rabia burbujeando dentro de
mí y a punto de vomitarla por todos lados. No sé qué me enoja más: el hecho de
que el mejor amigo de mi papá esté más preocupado por la posibilidad de
rechazarlo por la manera en que estoy llevando la muerte de mi mejor amiga, o
que el CM haya puesto claramente el futuro de Jesse en mis manos.
Es jodidamente simple; si me convierto en la mujer de Jesse, entonces él es
inocente por la muerte de Dar. Mi aceptación lo limpiará ante los ojos de los otros,
y se convertirá en un miembro titular. Puta mierda. Iba a apoyarlo de todos
modos… al menos, creo. Pero no me gusta que me digan lo que tengo que hacer. Y
menos aún, que me obliguen a algún tipo de relación retorcida para el beneficio del
CM.
Sé que Tank tiene buenas intenciones. Infiernos, es como un segundo padre
para mí. Pero mi papá nunca me hubiera puesto bajo tanta presión como ahora. Mi
114
papá nunca hubiera querido que me quedara con alguno de los del CM, de todos
modos. Él fue claro hace mucho tiempo, y es una regla a la que me he pegado. Una
de las pocas que he obedecido.
Página

También es una buena regla por una razón. Y no planeo romperla por nadie,
ni siquiera por el mejor amigo de mi papá.
Esto apesta. Volverse mayor, crecer y ver a la gente de una nueva forma
jodidamente apesta.
Las personas son imbéciles egoístas.
Me trago estos sentimientos dolorosos y sacudo mi cabeza hacia atrás,
determinada a que nadie me vea desmoronarme. Lloraré por Dar en privado. Haré
lo que tenga que hacer hasta que tenga mi moto y pueda salir de aquí. Nadie me
dirá lo que debo hacer.
Lo que da miedo; no sabía hasta este momento lo mucho que dependía de
Dar para tener agallas. Yo era más fuerte cuando estaba con ella, cuando la podía
buscar. Soy terrible para cuidar solo de mí misma.

115
Página
Hacia el aire sin perfume, libre de culpa

Traducido por Mel Wentworth


Corregido por Jasiel Odair

Melody
El primer reporte con mi oficial de libertad condicional después de que me
dieran el alta en rehabilitación, y ya estoy lista para salir corriendo. Esta chica
Jacquie parece más una terapeuta que una oficial de libertad condicional, y ya tuve
la cabeza demasiado examinada en Stoney.
Una cosa que voy a admitir que no creía que fuera posible: Extraño a la
enfermera Bridget. Aparte de los otros allí, ella era auténtica, tenía agallas. No
endulzaba nada y siempre decía lo que tenía en su cabeza. Echo de menos sus
sinceras ocurrencias. Su dominante fortaleza de mamá. Y simplemente extraño
sentirme como si no fuera una completa perdedora por ser yo misma allí.
Mi oficial de libertad condicional luce demasiado joven, muy inocente, y
demasiado dulce como para estar a cargo de mi libertad. Pero tal vez esto sea algo
bueno. No va a ser muy dura conmigo cuando falle. Porque no me voy a mentir y
decir que voy a estar bien, eso es algo que no hago; mentirme. Sé que van a haber
muchas tentaciones estos meses, y no voy a exagerar creyendo que no voy a recaer
ni una vez.
—Bien, señorita Lachlan, continuemos —dice, examinando el archivo en su
116

escritorio en lugar de mirarme—. ¿Ha encontrado un lugar para quedarse durante


el lapso de su libertar condicional?
Página

Sí… y no. Porque Jesse tiene que quedarse en St. Augustine durante las
cosas previas a su pre-juicio, el CM le dio un pequeño departamento para él. Con
la mayoría del depósito de la renta pagado, estoy segura. Jesse hizo la oferta la otra
noche, de dejar que me quede con él hasta que pudiera pagar mi propio lugar.
Esto no parecía una buena idea. Especialmente cuando Jesse está lejos de
estar limpio. Podría ser honesta sobre mi dependencia ahora —no adicción; hay una
diferencia— pero no necesito derribar la tentación innecesaria.
Además, después de la forma en que Tank dio la idea no tan sutilmente de
que Jesse y yo nos volvamos un ítem del CM, no quiero alentar a Jesse. No estoy
segura si la idea es de Tank o suya, o todo el CM presiona por esa idea; pero es
mejor no alentar a ninguno. Jesse va a hacer todo lo que le diga el CM. Si su guía le
dice que necesita una mujer para establecerse, para que lo mantenga fuera de
problemas, Jesse va a seguir las instrucciones. Sé que haría lo que sea en este punto
para ganarse el parche completo.
Sin embargo, no soy propiedad del CM. Y lo saben tanto Tank como Jesse.
Pero eso no significa que no vayan a intentar. Pensé que había dejado en claro mis
intenciones sobre eso hace un largo tiempo, pero tal vez solo están intentando
cuidarme. Pensando que necesito un hombre ahora que Dar ya no está.
He estado luchando con esto desde la otra noche. Simplemente no sé qué
creer. O que quiero creer. Esas son dos cosas diferentes.
—¿Melody?
La voz suave pero firme de Jacquie me saca de mis contemplaciones. Me
inclino hacia adelante. —Lo siento. Sí, tengo un lugar para quedarme.
Coloca el lapicero sobre la hoja. —¿Y dónde es?
Froto mi nuca, sintiéndome poco natural. —Alguien de Stoney Creek me
hizo el contacto con un departamento barato cerca de aquí. La renta es mes a mes.
Por ahora. —Esa sería la mamá enfermera Bridge. El día en que me dieron el alta,
me dijo que su hija iba a graduarse y dejaba libre un bonito departamento. La
sincronización fue perfecta, y me llevó allí esa tarde para firmar el contrato con el
casero y mudarme. Mis dos cajas completas y todo.
—Eso es genial. ¿Y has podido programar las reuniones grupales?
Mierda. —Uh, sí. —Asiento, aunque no, todavía no lo he hecho. Pero estoy
segura que la enfermera Bridget puede ayudarme con eso, también—. Una vez a la
semana, ¿verdad?
117

Jacquie levanta la mirada y sonríe. —Sí. Es requisito que te hagas una


prueba de drogas cada semana antes del grupo, y los consejeros también van a
Página

hacer visitas sorpresa a tu casa. Así que… ten eso en mente.


Genial. Me siento como una maldita vaca, pero en lugar de leche, mi ubre
está siendo ordeñada para obtener orina. El agua en botella va a ser mi nueva
mejor amiga. Ante ese pensamiento, mi corazón se aprieta. No tengo a nadie con
quien compartir mis bromas internas. Dar hubiera tenido un comentario gracioso
sobre esto. Puedo oírla corriendo por el departamento, fingiendo sonar un cencerro
cada vez que sonara el timbre.
—Podemos avanzar y programar las siguientes citas desde aquí. Elige un
día que te funcione mejor con tu cronograma semanal. Vamos a reunirnos una vez
por semana por los primeros dos meses, luego veremos cómo avanzamos desde
allí. —Ladea la cabeza inquisitivamente cuando no respondo con una afirmación
en el momento—. ¿Tienes preguntas hasta ahora?
Niego con la cabeza. —Ninguna. Permanecer sobria, fuera de problemas y
salir bien en cinco meses, ¿verdad?
Dobla las manos sobre el escritorio y hunde los hombros, con sus rasgos
severos, como si estuviera a punto de contar noticias terribles. —Melody, ¿has
tenido terapia de duelo?
Al mismo tiempo, mis defensas actúan por instinto. —Tuve demasiada
terapia en Stoney.
—Sí, pero ese fue un tratamiento corto de veinte días, primariamente
enfocado en darte las herramientas necesarias para batallar con la adicción. Con lo
que has pasado… —Da una pequeña sacudida con la cabeza antes de que sus ojos
perforen los míos—. Sería bueno que busques ayuda para lidiar con la pérdida de
una forma saludable. La mayoría de las personas que son físicamente dependientes
de substancias encuentras muy difícil salir y permanecer limpios, pero tener que
lidiar con la muerte de un amigo cercano hace que sea casi imposible. Te
recomiendo firmemente que veas a alguien, quien sea que confíes.
Quiero decirle a esta señora que he lidiado con cosas mucho peores en mi
corta vida, y sé muy bien cómo manejarlo. Pero no lo hago. Algo en su
comportamiento, sus ojos suaves, me dicen que ella no es como doc Sid y los otros.
Es mi oficial de libertad condicional, este no es su modus operandi, engancharme
con terapeutas y esa mierda.
Finalmente, encojo un hombro. —Lo arreglaré. Siempre y cuando no tenga
que hacer otra visita a Stoney, alejada de la civilización, estaré bien. —Me pongo
de pie y empujo la silla hacia atrás, yéndome sin que me importe si se acabó el
118

tiempo de la sesión o no.


Baja la mirada y anota algo en la hoja antes de decir—: Muy bien. Nos
Página

encontraremos de nuevo el próximo viernes y, por el momento, voy a poner en tus


notas que seguirás viéndome una vez a la semana hasta que te levanten la libertad
condicional.
De nuevo, parece más una consejera que un oficial; no es que tenga mucha
experiencia con ninguno. Estoy confiando en mis habilidades con las personas. Y
ella puede que sea alguien a quien en verdad le importe.
Voy hacia la puerta y ella dice—: Mi tarjeta está en tu carpeta. Llámame si
necesitas algo.
Espero no tener que hacer eso.

—Este no era el plan —digo, quitándome la chaqueta de Jesse y dándosela a


él.
La toma y la desliza sobre su camisa. Me la prestó antes de que me subiera
en la parte trasera de su nuevo cerdo, su Harley Cuarenta y Ocho con la que
obtuvo una buena oferta en Daytona. Estoy tan enferma de envidia que podría
ahogarme.
—Relájate —dice, haciéndome entrar por la puerta de una casa en
decadencia en medio de un vecindario que luce peor que lo peor de Hazard, y eso
es decir algo—. Te prometí que correrías en la pista, y vas a hacerlo.
—¿Entonces por qué estamos en una casa de crack? —Echo un vistazo
alrededor del vestíbulo mientras entramos. Las paredes son o pintadas con
amarillo nicotina, o la última vez que las pintaron fue para una filmación porno en
los años setenta.
Señala una puerta corrediza de cristal abierta del otro lado de la pequeña
casa, donde se oía a la gente presentándose. —Ya verás. Puedes hacer dinero en la
pista mañana, pero esto te dará un buen comienzo. Vas a ganar el doble en una
hora aquí.
Tank está monitoreando mis movimientos, y miro hacia él con las cejas
levantadas. —¿Lo apruebas?
Se ríe. —Una buena pelea es buena para el alma, cariño. Y el candidato tiene
119
razón. —Golpea a Jesse suavemente en el hombro. Aunque lo “ama como a un
hijo” incluso Tack se refiere a Jesse como un candidato hasta que sea el dueño de
un parche completo—. Vas a hacer una buena suma que te pondrá en marcha para
Página

tu nuevo cerdo.
Mientras caminamos hacia la puerta de vidrio, deslizo el pulgar en el
bolsillo de mi vaquero, asegurándome que lo último de mis ahorros sigue allí.
Prefiero tener la mayoría para la pista, donde sé con seguridad que puedo ganar.
Con la Cuarenta y Ocho de Jesse —una moto muy rápida— puedo al menos entrar
y ganar tres carreras. Eso me llevará hasta la mitad de la marca, y todavía tendré
suficiente para la renta y comida, y otras necesidades en las que normalmente no
pienso.
Como papel higiénico. ¿Quién se olvida de comprar eso? Yo. Cuando estoy
acostumbrada a usarlo en moteles, bares, baños públicos, lo que sea. Bueno, esta
mañana descubrí que ya no tenía del modo difícil.
El ruido de la multitud se intensifica mientras atravesamos el patio trasero.
Los cuerpos están presionados unos con otros, las cabezas moviéndose lado a lado
como si las personas intentaran atisbar algo en el centro de la conmoción.
Jesse jala mi mano, y me guía hacia un costado, alrededor de la multitud,
donde un grupo de moteros están lanzando los puños en el aire y gritando. Son
moteros de la vieja escuela; tatuajes de Harley Davidson descoloridos en sus
antebrazos, chalecos de cuero desgastados sin ninguna afiliación al CM. Bandanas
negras envueltas en sus cabellos grises y largos. Jesse asiente hacia uno y le entrega
un rollo de billetes.
Luego gira hacia mí y levanta las cejas, instigándome. Busco un montón de
billetes, maldiciendo en silencio mientras le doy a Jesse la mitad de mi reserva. —
Más vale que sea mejor que bueno —digo.
—No te preocupes. Te cubro. —Le da mi dinero al motero y dice—: Dos al
Cazador.
Exhalando un profundo aliento, me paro sobre la punta de los pies para
mirar sobre la multitud. Un ring de boxeo improvisado se encuentra en el centro
del patio con cerca de madera, y puedo distinguir dos tipos en el centro dando
vueltas alrededor del otro, con los puños levantados.
Mierda. Mi boca se abre y mi cabeza se gira de golpe hacia Jesse. —¿Una
pelea en un patio trasero?
Se ríe. —Relájate. La policía sabe sobre este club. De hecho, creo que ellos lo
patrocinan. —Señala hacia dos obvios policías a pesar de su ropa de civil. Siempre
te puedes dar cuenta por el corte de cabello y el aspecto cuidado sin importar cuán
120

descuidados intenten parecer. Es en la forma en que se paran, intentando lucir


cómodos pero como si hubiera un palo en sus traseros.
Página

—De todos modos —digo, cerca del oído de Jesse—, es ilegal, amigo. El
último lugar donde cualquiera de nosotros debería estar, ¿sabes?
Su frente se arruga. —Vaya, Mel. La rehabilitación sí que lastimó tu espíritu.
Mira… —Señala hacia el ring—. Una pelea y nos vamos. Solo relájate, ¿de acuerdo?
Te prometo que no hay nada de qué preocuparse. Esta mierda es enorme por aquí.
Está en todos lados. No hay razón por la que no podamos ganar dinero hasta que
podamos salir de aquí.
Girando mi atención de nuevo hacia los peleadores en el ring, intento
asegurarme que Jesse tiene razón. Quiero decir, los malditos policías están de pie a
unos metros de distancia, haciendo sus propias apuestas. ¿Cuándo me volví tan
nerviosa?
Justo cuando estoy moviéndome para tener una mejor vista, calmándome lo
suficiente para disfrutar del espect{culo… mi mirada aterriza en algo que eleva mi
ritmo cardíaco, y todas las apuestas están fuera.
Maldito chico bueno Boone.
El comprometido recto, vendedor ambulante de la sobriedad y portero del
celibato, Boone Randall.
En el ring.
—¿Qué rayos…? —Estoy atravesando la multitud, empujando a la gente y
zigzagueando hasta el frente de la multitud antes de saber lo que hago.
No tengo tiempo para procesar lo que veo, lo que siento; embaucada.
Engañada. Confundida. Muchas cosas se arremolinan en el caos que son mis
pensamientos mientras miro a Boone recibir un golpe duro en la mandíbula. Con
los nudillos desnudos. Sin guantes que suavicen el golpe.
Su cabeza se precipita hacia un costado, y un chorro rojo sale de su boca. Mi
estómago se tensa.
Finalmente alcanzo el ring, pero una banda de cinta amarilla me detiene de
llegar a las sogas. No tengo idea lo que voy a hacer una vez que llegue ahí; lo que
pretendo decir. La sorpresa de ver a Boone en el ring siendo golpeado atrofió todo
pensamiento racional y yo solo necesito… ¿Qué?
Todo pensamiento se detiene en el momento en que nuestras miradas se
encuentran.
121

Sus profundos ojos color avellana rodeados por sudor y piel hinchada. Los
míos tan abiertos, que juro que están a punto de salirse de sus cuencas. En los dos
Página

segundos que le toma a Boone registrarme, mi profunda confusión y desconfianza,


veo lo mismo en él. En una fracción de segundo, sus rasgos cambian de confusión
a conocimiento.
Luego una ligera sonrisa inclina sus labios.
El contrincante va hacia él y lanza un golpe a su rostro, y Boone mueve la
atención de mí hacia el tipo, rápidamente esquivándolo y entregando un poderoso
golpe en las costillas del tipo. Sin pausa, clava a su oponente contra el mismo
punto. Luego con su otro puño, lanza un golpe en la sien del tipo.
Tambaleándose, el contrincante parpadea y luego se bambolea hacia la
izquierda, incapaz de mantener los puños levantados.
Estoy segura que el luchador está acabado. Que quien está a cargo está a
punto de terminar el round, o la pelea, hacer sonar la campana, lo que sea. Pero los
gritos de la multitud alrededor se elevan, silenciando los sonidos del ring. Golpean
y cantan—: ¡Termínalo! ¡Termínalo!
Boone se limpia el sudor de la ceja, cambiando la mirada hacia la mía una
vez más antes de bajarla hacia su oponente. Se arrastra hacia atrás y envía un
gancho al mentón del luchador.
El tipo está acabado. Golpea la colchoneta con un golpe seco, y su cabeza
rebota un par de veces antes de desmayarse. Todo el mundo grita y anima, el
dinero es levantado en el aire, aferrado en puños y pasado hacia los demás. Es
caos.
Y todo el tiempo, mi mirada está en Boone. El Chico Bueno Boone. ¿Qué.
Demonios?

122
Página
Por quienes deben sentir el rápido ataque

Traducido por Sofía Belikov


Corregido por Paltonika

Boone
Hijo de puta.
Me inclino por debajo de la cuerda, y me siento al borde del tatami. Después
de flexionar la mano, me quito la cinta. Con la espalda reclinada contra el poste de
la esquina, maldigo en voz baja. Mis nudillos son un desastre lleno de sangre. Algo
de ella es mía, la mayoría del otro tipo en el ring.
Alargo una mano hacia la toalla en la silla junto a Turner para limpiarme el
rostro y las manos, y luego la lanzo sobre mi hombro desnudo.
¿Cómo llegó Melody aquí?
—No te he visto golpear a alguien así en semanas, hombre. ¿Qué fue eso? —
pregunta Turner, riéndose. Me tiende una botella de agua, y asiento, dándole las
gracias.
—No lo sé —digo, encogiéndome de hombros y haciendo inmediatamente
una mueca cuando el dolor se desliza a través de mi escápula. Duregger me dio
unos buenos golpes—. No tenía ganas de perder.
Se ríe y sacude la cabeza. —Bueno, la próxima vez trata de durar algo más,
123

hombre. Voy a tener que buscar a Jacob más rápido de lo que pensé y subirlo al
ring antes de que la multitud me coma vivo. —Se aleja. Pero antes de desaparecer
Página

en la audiencia, me grita—: ¡Asesino!


El dolor palpitando bajo mi piel se convierte en un fuego ardiente. Me bajo
del tatami, caminando a través de la masa de personas gritando el nombre de
Hunter e ignorando sus felicitaciones por haberles hecho ganar dinero, y me dirijo
rápidamente a la casa de Turner.
Esa palabra debería estar impresa en mi alma por ahora, una parte de mí; no
debería tener ningún efecto, pero de igual forma me destrozaría en un momento
expuesto. No estoy preparado para tratar con esta mierda mientras trato de pensar
en qué decirle a Mel. Si es que incluso debería molestarme en decir algo.
Alguien se aparta apresuradamente para poder entrar a la casa. Me dirijo
directamente a la pequeña habitación con el acuario, donde mi ropa y cosas están
apiladas. Casi estoy en la puerta cuando oigo su voz profunda y ronca.
—¿El Cazador2?
El aire abandona mi pecho. Mis pulmones se expanden y contraen mientras
me concentro en respirar. En darme tiempo antes de enfrentarla. Envuelvo el
remordimiento a mi alrededor como un arrullo, protegiéndome del juicio que sé
que veré en sus profundos ojos marrones, y luego me volteo. —Es un apodo.
Sus brazos están cruzados por encima de su pecho. Lleva una camiseta
ligera y un par de pantalones cortos que llegan justo por encima de sus botas de
caña larga. Hace un montón de calor afuera, incluso para ser de tarde, y su cabello
está atado en un moño suelto con una bandana rosada. Disfruto de la vista,
admirando cada centímetro de ella, avanzando lentamente hacia su rostro, y
tratando de evitar su mirada.
Pero cuando finalmente encuentro sus ojos, no hay ni ira ni resentimiento en
ellos; hay confusión. Tal vez algo de dolor. —Nunca te mentí —digo rápidamente,
intentando suprimir algo del sufrimiento—. No es un tema del que me guste
hablar. Diablos, pregúntale a cualquiera… —Me detengo, sin saber cómo
explicarlo, desde que ni siquiera puedo admitirme a mí mismo lo que hago aquí.
Melody asiente repetidamente. —Nunca me prometiste la verdad. Por lo
que recuerdo, acordamos no hablar de ese tipo de cosas. Así que, está bien, Hunter.
Ese dolor abrasador lanza rayos en mi pecho. Cree que le mentí sobre mi
auténtico nombre. El solo darme cuenta de ello me penetra lentamente, y mis
defensas se disparan antes de que pueda controlar mi ira. —No me llames así.
124
Más confusión se extiende por su rostro, sonrojando su piel. —De todas
formas —dice—, solo quería agradecerte. Me hiciste ganar un montón de dinero.
Página

2 Hunter en inglés.
Suelto una respiración profunda. Noto que estamos atrayendo demasiada
atención. —Ven. —Abro la puerta y entro en la habitación, esperando que Melody
me siga. Por alguna razón, me importa lo que piense de mí. Quiero una
oportunidad para explicarme, para no ser el tipo que la engañó.
Permanece en el marco de la puerta, su mirada escaneando la habitación, la
pecera y a mí. Luego, con un espectáculo forzado de bravuconería, entra. Cierro la
puerta detrás de ella y asiento hacia una de las dos sillas apoyadas contra la pared.
—No, gracias —dice, decidiendo en su lugar apoyar una bota contra la
pared e inclinarse allí, sin tocar lo funesto de este lugar. No la culpo—. No me he
inyectado una vacuna contra el tétano en unos buenos diez años. Además, no soy
fan de la sangre de otras personas, por no hablar de drogatas. —Me mira con
dureza.
Ignorando el desprecio contra sí misma, y si vamos al caso, contra mí,
asiento. Me he ganado algo de su ira, y en serio, ya ni siquiera soy consciente de la
sangre. O los lugares donde los chicos se han tumbado o desangrado. Me siento en
la silla metálica y desenvuelvo la cinta de mi mano derecha, luego lanzo el cúmulo
sangriento y enrollado en el basurero de la esquina, mientras mis nudillos están
sangrando y añadiendo su propio y arremolinado diseño a la alfombra manchada.
Mel se aparta de la pared. —Mierda, Boone. Eres un desastre. —Echa un
vistazo a su alrededor, y su mirada aterriza en el botiquín de primeros auxilios
cerca del tanque. Agarrándolo rápidamente, se acerca y arrodilla junto a mí.
—Mel, no tienes que…
—Cállate, idiota. —Abre el botiquín y luego agarra un trapo cerca del balde
de agua—. ¿Esta agua está limpia?
Asiento. Lo llené antes de la pelea por esta razón en específico. Remoja el
trapo y lo estruja.
Cuando sus manos toman las mías, no luce vacilante ni recelosa. La sangre
no parece afectarle, a pesar de su repulsión inicial hacia la habitación. O tal vez era
por mí, pero pareciera que ya ha hecho esto antes. Luce segura, pero también
gentil. Mi garganta se aprieta mientras quita la sangre con delicadeza y ternura.
Luego, cuando levanta la vista, su mirada encuentra la mía.
125

—Cierra los ojos —susurra. Lo hago, y siento la tela fría rozar mi ceja,
limpiando el corte por encima de mi ojo. Duele, pero ese pequeño dolor no es nada
Página

comparado con el escozor nítido y creciente que siento en mi pecho ante la


sensación de sus suaves manos mientras sujeta mi cabeza para examinar el daño.
Limpia mis mejillas y mandíbula. Luego mis labios. Abro los ojos.
Se detiene, y observo su garganta al tragar con dureza. Parpadea y pone el
trapo a un lado. Luego coge el vendaje. —¿Es por el dinero?
—Sí —respondo, reajustando mi posición así puede envolver mis nudillos—
. Y no.
Un pesado suspiro escapa de sus labios apretados. —Bien. Mantén tus
secretos. Pero…
—Espera. —De repente, y tal vez debido a que estoy aturdido por la pelea,
quiero que sepa todo. Excepto que no quiero pasar por el proceso de tener que
decírselo. Solo quiero que lo sepa ya. Sigue de rodillas frente a mí, mirándome con
sus profundos ojos castaños, esperando.
—Los adictos tienen que reemplazar su adicción utilizando algo más —digo
finalmente. Sus cejas se arquean—. Para mí, es todo sobre el balance.
Niega con la cabeza y suelta una carcajada. —No comiences con esta
mierda, idiota. En serio. No después de lo que te vi hacer allí afuera. Solo… no lo
hagas. —Sus ojos me dan una mirada conocedora.
Me reclino contra la silla, y presiono mis palmas recientemente vendadas
contra mis muslos. Encuentro su mirada, y decido que es hora de permitir que
alguien me conozca, parcialmente. Bien podría ser Mel. —Perdí a alguien. Fue mi
culpa.
Los rasgos de Mel caen, y se quita una hebra suelta de cabello cerca de su
ojo. —¿Sabes de por sí que fue tu culpa, o solo te sientes culpable?
—Lo sé. Porque si hubiera estado allí, él nunca habría muerto. Fui egoísta,
pensando en mejorar y… —En realidad no sé cómo explicar el resto, así que lo dejo
allí—. Fui tan malditamente egoísta. Pero esto… —Señalo la habitación, indicando
la riña—, es como me expío. Me hace sentir, incluso si lo único que siento es dolor.
Es lo único que merezco. Estoy vivo, estoy aquí, y él no.
Antes de que Melody sea capaz de procesar las palabras, me inclino hacia
adelante y hago a un lado la tira de su camiseta. En un principio se aparta,
atrapada con la guardia baja. Pero no permito que se aleje demasiado. Jalo de la
tira y de ella hacia mí, y luego la hago a un lado lentamente, revelando su tatuaje.
126
Paso el pulgar por su piel, trazando la palabra dolor.
—Del dolor nace la fuerza —digo—. Entiendes un poco de lo que hablo.
Página

Se lame los labios, sus ojos deslizándose hacia mi rostro. —No digo que no
lo haga, Boone. Pero, ¿cómo el ser golpeado hasta tal punto puede redimirte?
Todavía acariciando su piel, me encojo de hombros. —No lo sé. Pero se
siente bien. Y me mantiene sobrio. ¿No es suficiente?
Nos miramos fijamente. Y permanecemos en esta posición por lo que se
siente una eternidad. Tengo miedo de moverme, de que una vez que la suelte,
atravesará esa puerta y nunca la encontraré de nuevo. Entonces nunca encontraré
este sentimiento de nuevo, ese que hace que esté casi bien querer existir.
Sus labios se abren, pero antes de que sea capaz de decir algo, un ruido
irrumpe el silencio de la habitación. Parpadea y baja la mirada, sacando el teléfono
de su bolsillo. Sigo aferrándome, a ella y a este momento, mientras escribe algo en
la pantalla.
—Debo irme —dice, levantando la mirada.
—Claro. —Mi mano se aparta. La paso por mi cabello sudado—. Viniste
aquí con alguien, no sola, ¿cierto?
Asiente.
—Bueno. No es que crea que no puedes cuidarte sola, pero hay bastantes
personas sospechosas por aquí.
Arquea una ceja. —¿En serio?
Una sonrisa tira de mis labios. —Me lo merezco.
Antes de que pueda levantarse, le arrebato el teléfono de la mano. Apunto
rápidamente mi número, y en un par de segundos, mi propio teléfono suena en mi
mochila. —Ahora tienes mi número.
Levanto la mirada para medir lo enojada que está, y la puerta se abre. Entra
un tipo con una chaqueta de cuero y tatuajes cubriendo sus brazos. Ve a Mel, y
luego a mí. Su atención regresa a Mel.
—¿Est{s bien…? ¿Qué haces aquí? —dice mientras camina hacia Mel. Lo
pregunta tan rápidamente, tan encolerizado, que veo la mirada sorprendida en el
rostro de Mel mientras titubea antes de responder.
Sus manos sujetan sus hombros, y una llamarada atraviesa mi pecho. Estoy
de pie antes de que pueda responder. —Está bien. Me ayudó a vendarme.
127

La mirada del tipo se mueve rápidamente hacia mí, sus oscuros ojos me
recorren antes de asentarse en mi rostro. —No te hablaba a ti.
Página

Cuadro los hombros. —Bueno, pero yo te respondí.


—Oigan —interrumpe Mel—, dejen de actuar como idiotas. Relájense. —Se
pone entre nosotros, y se voltea hacia el tipo—. Lo conozco. Es un amigo… o algo
así.
—¿Lo conoces? ¿De dónde?
No me gusta la forma en que le habla. Como un hermano mayor posesivo.
O un novio posesivo. Y no me gusta la forma en que le responde. ¿Quién es este
idiota? La mano que no está sujetando el teléfono de Mel se aprieta.
—¿Qué importa, Jesse? Maldición. —Mel alarga una mano hacia mí para
tomar su teléfono, y observo la mirada de Jesse seguir sus movimientos. Su boca se
tensa en una fina línea.
—Cuídate —me dice—. Trata de no perder tanta sangre la próxima vez. —
Me da un guiño, y esa simple acción aplaca la ira llenando mi interior.
Jesse la hace a un lado. —No puedes huir así. Aquí no. Estaba
enloqueciendo.
Se aparta de su agarre. —Tú fuiste el que me trajo aquí. Fue tu idea. ¿Qué,
ahora no es seguro?
Su boca se abre. —No hagas esto. —Su mirada se desliza hacia mí, y
añade—: Ahora no, ¿bueno?
Algo no dicho y tenso pasa entre ellos, y luego—: Bueno —dice Mel, y se
dirige hacia la puerta. Me da una mirada rápida, sonríe y sale de la habitación.
El tipo, Jesse, la sigue, pero me da una mirada. Una que dice: Quédate
malditamente lejos de ella. Le doy un asentimiento, alzando la barbilla. No parece
gustarle. Cierra la puerta hasta que solo queda una ranura y da un par de pasos
hacia mí.
—Mel es propiedad del club —dice. Cuando mi rostro registra la confusión,
y repulsión al oír que es propiedad de alguien, señala—: Está fuera del límite.
Este tipo tiene mi altura, y le doy algo de crédito por cuadrar sus hombros y
pararse frente a mí. Pero también sé que acaba de ver lo que le hice a ese tipo en el
ring. Tal vez sienta que estoy cansado después de una pelea brutal, pero estoy lejos
de estarlo.
128

Levanto la barbilla más alto, desafiante. —Si eso fuera cierto —digo
Página

lentamente—, entonces no tendrías la necesidad de decírmelo, ¿no?


Su rostro se contorsiona con ira. Retrocede un paso, y luego otro, y espero
que me dé otra amenaza, pero no lo hace. Supongo que hay algo en su primera
advertencia que debería habérmelo dejado claro, pero no estoy acostumbrado a las
reglas de los clubes. A su estilo de vida. Por lo que me importa, cada mujer debería
ser libre para tomar sus propias decisiones.
Y por lo que recuerdo de lo que me dijo Mel, no es parte de algún club. Su
padre lo era. Así que, cualquier reclamo que esté tomando sobre ella no le
pertenece. Pero bueno, acaba de verme darle una paliza a alguien. Bien podría
estar tratando de cuidar de ella, lo que entiendo. Pero su método está mal. Él está
mal.
Se va sin otra palabra o amenaza, así que me desplomo en la silla. Tengo
que dejar de permitir que otras personas me irriten. Aunque me sentía como si este
caso estuviera justificado.
Mientras me paso la camiseta por encima de la cabeza, oigo mi teléfono al
vibrar. Extiendo una mano hacia mi mochila y saco el teléfono.
Número desconocido: Compartiste uno de tus secretos, por lo que me siento
obligada por las reglas de nuestro acuerdo a compartir uno mío. Parker’s
Dragway. Mañana, a las seis. Ven y descubre cuál es.
Una sonrisa curva mis labios, y hago una mueca ante la punzada de dolor
que siento debido al corte en mi boca. Programo el nombre de Melody al número
desconocido y le doy a guardar.
Lo amable ha alcanzado un nuevo nivel.

129
Página
Una corriente subterránea en mi mar de olas,
estrellándose

Traducido por SandyQu St.Rolan


Corregido por Daniela Agrafojo

Melody
Casi ha pasado una semana desde que salí de Stoney y sigo sobria, la mayor
parte.
Tengo un trabajo de tiempo parcial en una cafetería a unas cuadras de mi
apartamento. Es una clientela completamente diferente a la que solía hacerle
bebidas. Aunque Randy me ofreció tiempo completo en el bar, tuve que rechazar
esa simpática limosna. No significa que no vaya por una cerveza, pero me aseguro
de que sea cuando el CM no anda cerca, como cuando Jesse está trabajando en el
taller con Tank.
Hay un pequeño grupo de Lone Breed quedándose en la ciudad mientras
Jesse es absuelto de los cargos. Lo que su abogado de lujo cree que podría ser muy
pronto. Y me siento aliviada, honestamente. A pesar de cómo me volví contra él
ayer en la pelea del patio, de lo que dije… sé en mi corazón que la pelea no fue
culpa de Jesse. Y también creo que es mejor si se va de aquí. Si me deja a mí.
Al estar cerca de Jesse m{s y m{s… es difícil no pensar en inhalar, fumar,
130
dejarme llevar, elevarme por última vez… sé que siempre tiene una bolsa de algo.
Así que por ahora, satisfago los antojos con cerveza, y me mantengo lejos de
Página

las cosas fuertes. Voy a reuniones de grupo. Nunca hablo, solo escucho, pero estoy
ahí. Luego voy a mi mayormente vacío apartamento, sola.
Es lo más difícil que he tenido que soportar: vivir sola. Todas mis cosas
caben en una esquina del dormitorio. No tengo instrumentos de cocina. Ni
televisión. Ni muebles reales. El apartamento venía amueblado con lo más básico:
cama, sofá, una pequeña barra conectada a la cocina con dos taburetes. Pero es el
más pequeño, triste y deprimente apartamento del mundo.
Darla llenaba cualquier lugar con su gran presencia. Sin ella, el lugar es una
concha vacía. Trato de pasar aquí el menor tiempo posible. A pesar de que compré
un regalo casero para mí: un calendario. Cuelga en el refrigerador, y cada mañana
antes del trabajo, tacho otro día. El día de mi audiencia de libertad condicional en
menos de cinco meses está rodeado en marcador rojo.
Nunca antes tuve que hacer algo calendarizado, nunca. Ahora, esa es mi
vida. Todo programado a la hora. Reuniones de grupo. Reuniones con mi oficial de
libertad condicional. Facturas. Como luz y agua. Cosas por las que no me tuve que
preocupar antes.
Una ola de inquietud cae sobre mí mientras comienzo a pensar en todas las
cosas a las que tengo que darles seguimiento. Y pienso, no por primera vez, si
puedo persuadir a la enfermera Bridge de recomendarme a un doctor que pueda
darme medicamento para la ansiedad.
Pero entonces ahí está la molestia por la que tengo que pasar. Aprobar mi
libertad condicional; declaraciones enviadas a mis consejeros de grupo sobre mi
medicación para que mis exámenes de drogas no exploten. No vale la pena el
esfuerzo. Me quedo con la cerveza.
La ironía en todo esto es: siempre fui la responsable entre Darla y yo. La que
vio por ella, que hizo los planes en la carretera, la que nos buscó trabajos y lugares
para quedarnos. Quien la mantuvo a salvo, como una hermana mayor, quien cuidó
de nosotras… y me doy cuenta por primera vez en mi vida de que no tengo ni una
maldita pista de cómo ser un adulto. No del tipo real. Estaba llena de mierda.
Tomo un sorbo de cerveza tibia y contemplo el Parker’s Dragway. La pista
de carreras.
Siempre me pierdo antes de una carrera. Mi adrenalina se amplifica. Mis
nervios se aceleran. Estoy tan conectada y ni siquiera he hecho un golpe. La idea
acelera mi pulso. Antes de cada carrera, siempre ingiero. Así consigo enfocarme. El
deseo golpea duro en este momento.
131

Es como esa mierda de memoria aprendida o lo que sea que siempre dice el
doc Sid. Algo acerca de cómo tu cuerpo y tu mente recuerdan cosas en un estado
Página

de ebriedad, y no pueden hacerlas ni disfrutarlas sin el subidón que usualmente


consiguen como recompensa. Alguna otra mierda sobre dopamina; no puedo
recordarlo. Pero de pronto, me doy cuenta que no podré correr.
No sé si podré correr esta noche sin la inyección. No lo sé. Siento que debo
retirarme, esperar un par de semanas hasta que pase lo más difícil. Pero entonces…
¿alguna vez podré hacer algo de nuevo? Joder.
Mis manos pasan a través de mi cabello, sintiendo la suavidad de mi cuero
cabelludo. Hace un millón de grados aquí bajo el sol, y estoy cubierta de
escalofríos.
—¿Quieres algo, muñeca? —Tank se para en la parte inferior de las gradas,
apuntando al puesto de comida.
Sacudiendo con la cabeza, lo despido. Si bebo algo más, o trato de comer,
estoy segura de que vomitaré. Bajo la botella de cerveza y envuelvo mis brazos
alrededor de las piernas.
—¿Está tomado este asiento?
La profunda voz de Boone envía escalofríos por mi espalda. Con mis brazos
aún afianzados a mis piernas, levanto la vista. Su masiva estatura casi bloquea el
sol. No puedo creerlo, pero estoy aliviada de verlo.
No sabía si había hecho lo correcto al invitarlo a venir ayer. Temprano en la
cafetería, me arrepentí, pensando que había bajado demasiado la barrera entre
nosotros. Diablos, trabajé duro para alejarlo, tratando de mantenerlo lejos de mi
escena. Pero el día de ayer como que cambió todo. Perece estar en medio de su
propia jodida escena, por lo que siento que no dificulto su “crecimiento personal”.
Y necesito a alguien que entienda lo que estoy atravesando hoy.
No es que no pueda hacerlo yo sola. Lo he hecho bien hasta ahora. Pero este
día es una gran prueba. Necesito coraje extra, al parecer, y tener ese soporte extra
de un chico sexy nunca hace daño. No me importaría escuchar sobre su campaña
de sobriedad en este momento. Al menos entiende el problema.
—Toma el que quieras, chico —digo, sonriendo.
Se sienta en el soporte de metal junto a mí. Siento el calor de su cuerpo
contra mi costado, mi muslo, calentando el frío de mi piel. Se siente bien, y estoy
tentada a recostarme en él.
—¿Así que viniste a ver? —pregunta, como si a penas nos estuviéramos
132

familiarizando. Como si no hubiéramos estado juntos en rehabilitación, o nadado


juntos medio desnudos, o pensado en tener sexo.
Página

Una media sonrisa nerviosa tira de mi rostro. No nervios de estar cerca de


él; en realidad es el hecho de que me siento fuera de mi elemento. Y ahora, la
presencia de Boone confirma que todo ha cambiado. Un chico de rehabilitación,
aquí en la pista, donde corro. Donde Dar estaría festejando y animándome
mientras atrapa un nuevo chico juguete.
Todo se siente tan lejos de trayectoria.
De nuevo, ¿por qué lo invité?
—Sí, a mirar, y otras cosas —digo, finalmente. Su frente se arruga—. Voy a
correr esta noche.
Un destello de miedo se registra en su rostro. —Eso es muy peligroso. ¿No
me digas que esta es tu manera de cambiar un subidón por otro?
—Ja —finjo reírme—. Lo creas o no, corro todo el tiempo. Bueno, lo hacía
antes de perder mi motocicleta. —Veo más allá de la gradas, lejos de él, a donde las
dos motos se preparan para correr en la pista.
Siento la mano de Boone, que desliza sus dedos por mi cabello, mientras
mete un mechón detrás de mi oreja, regresando mi atención a él. —¿Así es como
terminaste en Stoney? —pregunta.
Bueno, él me ofreció una verdad parcial ayer… —No la destruí. Pero estuve
ahí y pasé el límite legal. —Inclino la cabeza, pensando—. Y tenía una gran
cantidad de droga en mi sistema. —Hay un destello en sus iris castaños; su droga
favorita, quizá—. De cualquier manera, el pasado es el pasado. Estoy fuera ahora y
tengo que ganar dinero rápido para comprar otra moto.
Sus labios rozan una sonrisa. —Así que fue la moto —dice.
—Totalmente la moto, amigo. —Codeo su brazo—. ¿De verdad creíste que
fui contigo ese día por tu trasero caliente?
Se ríe. —Un chico puede soñar.
Su mirada descansa en mí y yo le devuelvo la mirada; nos miramos el uno al
otro, y un estúpido aleteo comienza en mi estómago. Estúpidas hormonas. Aplasto
el sentimiento y regreso mi mirada a la pista.
—Así que eres motociclista —dice—. Del uno por ciento. Viviendo el estilo.
—Veo que has hecho tu investigación.
133
—Y algo más —dice. Vislumbro una expresión de cuidado cruzando su
rostro por mi periferia—. Pensaba que no habías estado en una pandilla de
motociclistas.
Página

—No lo estuve. No todos los motociclistas, menos las mujeres, son parte de
un CM. Puedes viajar a través del país sin una pandilla, sabes.
Él asiente lentamente. —Realmente te gusta todo sobre la carrera, ¿no?
—Puedo decir lo mismo de ti.
Su cara está muy cerca de la mía; puedo sentir su aliento caliente sobre mis
labios. Nuestro duelo de miradas se está volviendo demasiado intenso. Lamo mis
labios, viendo sus ojos seguir el camino de mi lengua a lo largo de mi boca.
—¡Mel! —grita Jesse desde el otro lado de la enorme valla, captando mi
atención y rompiendo el momento. Me recuesto de nuevo y lo veo. Está en la arena
con Tank, alistándose para su carrera—. ¿Vienes?
—¡Continúen! —grito en respuesta—. Estaré ahí pronto.
Jesse vacila, con su mirada dura sobre Boone y yo, antes de darse la vuelta y
dirigirse a su Cuarenta y Ocho. Una sensación de hundimiento golpea mi
estómago, y otra vez ansío drogarme. Empujo ese sentimiento hacia abajo. Es como
química o alguna mierda. Jesse está relacionado con el subidón. Causa y efecto.
Lo que me recuerda; Jesse se pasó de la raya con Boone y toda la mierda
posesiva del CM. Fue así también con Simon. Siempre pensé que era algún tipo de
protección fraternal. Pero los pasados días, he estado considerando lo que dijo Dar
aquella noche. Cómo ella seguía insinuando que Jesse y yo éramos como uno solo.
Es increíble la basura que tienes tiempo de pensar cuando estás sobrio. Nunca le
había dado dos segundos de mi tiempo.
—No le gusto mucho a tu amigo —dice Boone, interrumpiendo mis
extraños pensamientos.
Me encojo de hombros. —Jesse es así. No te preocupes por eso.
—No me preocupo, de verdad. —Baja la cabeza para encontrar mis ojos—.
Pero estoy preocupado de que parezca creer que eres de su propiedad.
Mi interior se enfurece. —No soy la maldita propiedad de nadie —escupo—.
Y tú no lo conoces. No conoces el CM. Es solo su forma… de querer, de cuidarme y
esa mierda.
Boone levanta sus manos en defensa. —Bájale una rayita, Riz. No busco una
pelea aquí.
—Es curioso. Creí que ese era tu Modus Operandi, club de pelea.
134

Eso me gana una gran sonrisa, y mi furia desaparece. —Es justo. ¿Tregua?
—Extiende su mano.
Página

Con un suspiro forzado, tomo su mano y la sacudo. Pero él no la suelta. En


cambio, sutilmente la gira así nuestros dedos se alinean, palma con palma, luego
enlaza sus dedos con los míos. Mi corazón traidor golpea en mi caja torácica.
—¿Cómo haré para verte allí? —dice.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir, no usarás la moto de antes, ¿cierto? Asumo que la moto que
usarás es de alguno de los chicos de ahí. —Asiente hacia la arena—. No hecha para
una mujer. —Me mira—. Una pequeña.
—Me molesta el hecho de que pienses que tengo que montar una moto de
chica.
Me mira lentamente, desde la cabeza, al cuerpo, y los dedos de los pies,
enviando un flujo de calor por todos lados. —¿Qué montabas antes?
Trato de ocultar mi sonrisa, haciendo un trabajo terrible. —Una Breakout,
¿de acuerdo? —Su sonrisa se ensancha y estoy tentada de darle un puñetazo en el
hombro—. Lo sé... lo sé. Pero tienes que admitir que aunque está técnicamente
diseñada para chicas, sigue siendo ruda. —Me encojo de hombros—. Necesito un
modelo inferior, siendo desafiada verticalmente y eso.
—Entiendo. Es ruda. Estoy seguro de que fue moldeada en el infierno.
—Claro que sí —agrego.
—Así que, ¿qué vas a montar esta noche?
Asiento hacia la pista, donde Jesse está preparándose para despegar. —Una
Cuarenta y Ocho.
La mirada de Boone sigue la mía hasta Jesse y su nuevo juguete. Le doy un
vistazo a su cara, sus cejas se juntan, antes de que diga—: No. De ninguna manera.
—¿Eh?
—Sin ofender. Estoy seguro de que eres una excelente corredora... pero no
puedo dejarte conducir esa bestia.
—Es una bestia —digo, concordando con él. Pero luego mi sentido femenino
se pone alerta. Es la segunda vez en dos días que un chico me dice lo que es bueno
para mí. Primero, Jesse y su acto celoso, cuando reiteraba una y otra vez cómo no
le gustaba que saliera con un peleador de patio. Y ahora, Boone está presionando
más. Pensando justamente, estoy tomando más que una apuesta con la moto de
135

Jesse.
—Monta la mía —dice Boone.
Página

Sorprendida, lo miro a los ojos. —¿En serio?


Su cara palidece ante un momento de duda, pero para su crédito, lo cambia
rápidamente. Sé cuánto trabajo ha hecho en su Bonnie. Y estoy segura de que no
confía lo suficiente en que no la destroce en la pista, nunca me ha visto correr.
—Estoy seguro —dijo—. Sienta bajo, y es una bobber, muy ligera. Corre
muy parecido a una Breakout, y puedes controlarla mucho mejor que esa otra de
allá.
En realidad es cierto. Su bobber está mejorada para ser veloz, y sienta bajo,
más bajo que una Breakout, de hecho. Solo una cosa. —No es americana —digo—.
No puedo montar una no americana.
Él sonríe. —¿Cómo sabía que dirías eso? —Le da un apretón a mi mano,
recordándome que aún las tenemos enlazadas, y me asusta cuán correcto se siente,
cuán normal—. En serio, Mel. Tienes que correr con mi moto si vas a hacer esto.
No dejes que tu testarudez te lastime.
Unas semanas antes, que él me dijera algo así hubiera terminado conmigo
diciéndole donde metérselo. Eso no es su asunto, en realidad, no. Pero mientras
veo nuestros dedos enlazados, luego su cara, el ligero moretón cubriendo una
mejilla, el corte sobre su ojo, sé que también entiende el dolor. La testarudez. La
determinación. El deseo, y todo lo demás contra lo que peleo.
Y de verdad, hoy no es el día que quiero perder el control. En la pista o
fuera de ella.
—¿Sabes cuan especial eres, que estoy ofreciéndote la oportunidad de correr
a mi bebé? —Su mano le da otro apretón a la mía, y es como una línea de vida; su
energía, su seguridad, fluyendo de él hacia mí.
No creo que yo le hubiera ofrecido lo mismo. Sé que es algo enorme dejar a
alguien más montar una máquina a la que le has puesto tanto de ti. En serio,
podría ponerme toda pegajosa con él en este momento.
En su lugar, palmeo su enorme mano entre las mías más pequeñas. —Voy a
escuchar mucha mierda por correr una Triumph.
136
Página
Por encima de los árboles, se eleva al cielo, toca las
estrellas

Traducido por anita0990


Corregido por Alessa Masllentyle

Boone
Melody no sufre de Delirio Tembloroso, se nota. Pero el brillante sudor en
su frente no es debido a la acalorada tarde de agosto. Está sufriendo de algo casi
peor que el dolor agudo y repentino que viene de la abstinencia; está anhelando.
Mucho.
Si correr siempre ha estado en su vida, como montar en moto, como viajar…
entonces estoy suponiendo que lo ha hecho drogada. Al menos la mayor parte. Es
como el hecho de abrir los ojos, cuando un drogadicto comprende por primera vez
que no puede funcionar, o hacer las cosas simples que ama, sobrio. Como para
Mel, que ahora está resquebrajando sus nudillos y pasando sus manos con ansias
por su cabello sudoroso. Una y otra vez, repitiendo lo que le indican sus nervios.
—Relájate —digo, colocando suavemente mis manos a cada lado de sus
caderas.
Oigo su suave y nerviosa risa sobre el ruido de mi motocicleta. —Esto es tan
malditamente embarazoso. Nunca he... debería estar instruyéndote para montar tu
137
propia motocicleta, amigo. Tengo esto bajo control.
Una sonrisa aparece en mi cara, y me acerco más a ella por la espalda. —No
Página

te voy a dejar tomar mi bebé, hasta que al menos le hayas dado una vuelta de
prueba.
—Lo tengo —dice, reajustando su agarre en el manillar—. Pero, ¿en serio
tienes que tratarme como si fuera una novata? —Suelta la palanca de nuevo para
sonar sus nudillos. O para intentar romperlos. Está anhelando, y si no estuviera
tratando de averiguar lo que está mal, ella ya se habría escapado, o en todo caso
me habría callado. Así es como sé que está anhelando. Está tratando de no pensar
en la carrera que le encanta mezclada junto con el subidón que necesita su cuerpo;
la droga.
Me gustaría poder tomar esta parte por ella, pero va a tener que enfrentarlo
con el fin de aprender a andar de nuevo. No aprender lo básico, como si fuera la
víctima de un accidente en recuperación que tiene que aprender a caminar de
nuevo. Sino similar. Tiene que aprender a simplemente existir en su mundo sobrio.
Es inutilizable hasta que lo conquistas.
No tiene caso no hablar del notorio elefante en la habitación. Bien podría
llegar a él y enfrentar el monstruo. Envolviendo mis antebrazos alrededor de su
cintura, le digo—: ¿Droga de elección? —Creo saber esto, ya que admitió haberse
inyectado antes de que fuera enviada a Stoney.
Siento su temblor debajo de mi agarre. Un escalofrío. —Cocaína.
—¿Método?
Inhala profundo. —Intravenosa.
—¿Cantidad?
—Al menos un octavo al día.
Mierda. No es una novata, y ¿cómo infiernos puede permitirse...? No quiero
saber. Nada bueno viene de descubrir cómo un drogadicto obtiene sus dosis. Me
concentro en el hecho de que sus respuestas están llegando más rápido, y su voz
no tambalea tanto.
—Pero no lo hice así todo el tiempo... —Se acomoda, y se encoge de
hombros—. De hecho, no había usado intravenosa durante más de un mes antes...
antes de esa noche.
Eso es algo, al menos. No es tan autodestructiva a como ella podría pensar.
—¿Por cuánto tiempo?
—¿Qué? —grita sobre el ruido del motor.
138

—¿Cuánto tiempo lo usaste?


Aquí, titubea. —Nueve años.
Página

Intento responder rápido, pensando en algo tranquilizador, pero mi mente


ya está haciendo los cálculos. No quiero que se pregunte si la estoy analizando
como doc Sid, por lo que digo—: Piensa en el mejor día de tu vida. Podría ser
cualquiera. Nada importante tuvo que pasar, nada del otro mundo. Solo un día en
el que te acuerdes que fuiste más feliz que nunca.
Por suerte, no responde con un chiste. Está confiando en mí, un poco, para
ayudarla a pasar por esto. Lo que me lleva a creer que está fuera de su elemento y
asustada. Mientras considera mi propuesta, no puedo evitar preguntarme cómo
una niña de trece años se drogó desde tan joven. ¿Qué pasó con la pequeña
Melody? Nueve años es una carrera de drogadicción.
—Tenía dieciséis, y Dar... mi amiga y yo nos saltamos la escuela para salir
con unos chicos. —Se ríe mientras recuerda—. Nunca nos encontramos con ellos.
No puedo recordar qué pasó, pero de alguna manera nos abandonaron o algo así,
y terminamos en una estación de gasolina sin transporte. Estábamos muy enojadas,
gastamos todo nuestro dinero en dulces, sodas y leche de chocolate. Acabamos
comprando cada pedazo de azúcar y cafeína para salir y tener un día relajante.
Suelta el manillar y palmea el tanque de gasolina, inclinando su cuerpo
hacia adelante. Trato tan desesperadamente de no notar que esta acción hace que
su culo se mueva hacia atrás, contra mi entrepierna. Joder, soy un chico, pero
maldita sea... concéntrate. En ella. Concéntrate en Mel.
—De todos modos —continúa—, fuimos a su casa ya que su papá estaba en
el trabajo. Pasamos todo el día viendo televisión mala, comiendo nuestros dulces y
toda esa mierda. Nos reímos todo el día, alcanzando una sobredosis de azúcar... y
a pesar de que deberíamos de haber estado cabreadas porque esos idiotas se fueron
con nuestra droga. —Vuelve la cabeza ligeramente hacia mí—. Es por eso que nos
reuníamos con ellos; tenían buena mierda. De todos modos, ni siquiera pensamos
en ello. No sucedió nada especial. Recuerdo estar tan vertiginosa y feliz de pasar
todo el día con ella, solo riendo. El mejor día relajante de mi vida.
Quiero preguntar dónde se encuentra esa amiga ahora, pero no lo hago. Ese
no es el punto de pedirle reavivar ese momento. Y existe la posibilidad de que las
cosas no hayan continuado por ese camino para Mel y su amiga. La mayoría de las
veces, nunca lo hace para nadie, solo que menos para los drogadictos. Esa es una
pregunta para otro día, otra razón.
—¿Cómo te sientes en este momento? —pregunto.
139

Mel empuja contra el tanque, presionando su espalda contra mí... Cierro mis
ojos mientras se inclina hacia mí. —Bastante bien, jefe. Tengo que admitirlo. Me
Página

siento más libre.


Soltando un suspiro tembloroso, permito que mis brazos la sostengan aún
más cerca. —Bueno. Ahora manten ese sentimiento y acelera un poco la moto.
—Muy bien —dice y se inclina hacia adelante. Estoy esforzándome por no
pasar mis manos por su cintura, por sus muslos, avanzando hacia... Bloqueo el
pensamiento. No estoy enfrentando mis demonios en este momento. Esto se trata
de Mel. Mantente enfocado en Mel.
Levanto mis pies del asfalto mientras gira el acelerador, y mi Bonnie se
dispara hacia adelante.
Toma la curva como un profesional, alguien que ha estado montando en
motocicleta casi toda su vida y estoy tan ridículamente excitado que puedo gritar
una sarta de maldiciones. Pero estoy orgulloso de ella, excitado y empezando a
calmarme por el hecho de que ella corra con mi moto por la pista. Sabe lo que está
haciendo; es una motociclista.
Pero mi pobre libido está llevándose la paliza de su vida.
Tortura.
Lo único seguro es que tengo que mirar hacia adelante con esta chica.

Melody luce muy apropiada en sus vaqueros y chaqueta de cuero. Botas


negras atadas hasta las rodillas. Casco ya en su lugar. Y montada a horcajadas
sobre mi Bonnie en la línea de salida.
Mi corazón está en mi garganta.
Sé que tiene que ganar por el dinero, para comprar otra moto. Es más que
importante para ella, es una necesidad. Es su vida. Pero después de nuestro viaje
en la práctica, creo que está muy emocionada de haber encontrado su punto ideal
de nuevo, el amor de montar por el puro placer de hacerlo.
Lo que sea que haya atravesado para llegar hasta aquí, ya no ocurre. Pero a
medida que veo su mirada a lo largo de la pista, la línea de meta en su vista, siento
que está en un camino vigoroso para llegar allí.
Honestamente, sin embargo, estoy esperando que gane. Quiero este triunfo
140

para ella. Y tengo que admitir que estoy totalmente excitado por ella a horcajadas
sobre mi moto. Eso es un gran extra.
Página

Nunca pensé que entregaría las riendas. No solo de mi moto, sino de todo.
Todo esto. Que otra persona sea parte de mi vida, como lo es ella. Se ha abierto
paso en mi vida y si se va esta noche, para nunca ser vista otra vez, sentiría la
pérdida.
Jesse, por otro lado, no está tan emocionado por su elección de máquina de
correr. Si yo fuera un idiota, le daría unos exuberantes pulgares arriba. Lo hago de
todos modos, y me lanza una mirada de “vete a la mierda”. Eh, los idiotas tienen
algunas gratificaciones. Como ver a la chica sexy de sus sueños, radiante detrás de
su visor mientras acelera el motor de una motocicleta. Jodidamente caliente.
No voy a dejar que ese idiota se lo arruine a ella, ni a mí. Tal vez ni siquiera
sea un idiota. Diablos, si yo estuviera en su lugar, también sería muy territorial.
Pero es más que una competencia de meadas lo que sucede entre nosotros; me
preocupa que él sea el tipo equivocado de amigo para ella en este momento. Sus
tatuajes hacen un buen trabajo, como los míos, en ocultar las marcas de la pista.
Pero no es suficiente. Ya que los suyos están frescos, puedo verlos. Sé lo que debo
buscar.
Mel toma sus propias decisiones, y una de ellas es elegir su compañía y
amigos... No soy un espeluznante idiota territorial que le sugeriría que abandone a
sus amigos. No es como si debiera hacerlo. Cada uno tiene que tomar sus propias
decisiones, para sus propias vidas. Pero no voy a mentir y decir que no estoy
asqueado por la idea de que se vaya con él después de esto. Ya sea para celebrar su
victoria, o consolarla por su derrota.
Mis pensamientos se detienen abruptamente cuando Mel revoluciona el
motor audiblemente y luego medio camina, medio monta, llevando mi bobber a la
línea de partida. Decido que no puedo ser dejado de lado. Literalmente. Y salto
sobre el marcado de la cinta.
—Para una moto extraña —dice Jesse, sin mirarme a mí, sino a Mel—, no es
del todo mala. ¿Has hecho las modificaciones tú mismo?
Tal vez eligió ser civilizado, porque se dio cuenta de que no me echará con
la facilidad que le gustaría. Sea cual sea la razón, acepto el cumplido. —Gracias, sí.
Todo personalizado. Me maté trabajando para pagar las cabeceras.
Se ríe. —Esos son excelentes. ¿Duales Vance y Hines?
—Sí.
Otro motociclista se detiene en la línea blanca, al lado de Mel, lo que aprieta
mi pecho. —¿Cuántas carreras ha ganado? —pregunto. Tengo muchas ganas de
141

saber el número de veces que ha corrido en realidad. Espero que el temblor en mi


voz no revele mi preocupación.
Página

Jesse se ve relajado. Como si ni siquiera ha pasado por su cabeza que podría


salir herida. —No sé —dice—. Lo suficiente como para hacer una buena vida en
ello si quisiera. No te preocupes, hombre. Sabe lo que está haciendo. Es una niña
grande.
Hay un indicio de amenaza, pero no estoy seguro de qué. Estoy seguro de
que Melody le ha dicho dónde me conoció. Que soy algo así como un líder de
sobriedad o alguna mierda. Su hipótesis es probablemente que soy un mojigato en
todos los aspectos, pero eso está lejos de ser cierto.
—Tu motocicleta está a salvo, hombre —continúa. Entonces me sonríe de
lado, mirándome de reojo.
Por una fracción de segundo, la idea de embestir mi puño en su rostro
arrogante se apodera de mí. Pero enjaulo mi rabia. Se me ocurre que podría estar
jodiendo conmigo, tratando de aliviar mis nervios al hacer una broma. Una muy
mala.
No me preocupa mi motocicleta; sino que Mel se lastime.
No tengo tiempo para responder al estúpido comentario ya que resuena una
bocina, robándose toda mi atención. El grupo de motociclistas que están a mi lado
se apresuran a la zanja de partida. Los sigo. Las motocicletas corren lejos de la línea
de salida, despidiendo humo de los neumáticos traseros. Un alboroto de aplausos
engulle la pista de carreras, pero solo por un segundo antes de que el ruido de las
motos haga eco en la pared de asfalto y cemento.
Mi corazón salta de mi garganta al puto suelo, lo juro.
Mi Bonnie acelera en la pista, y Mel la manipula maravillosamente, pero no
puedo respirar. Es un tiro recto a la línea de meta. Ni siquiera estoy prestando
atención a otro motociclista, toda mi atención se encuentra centrada en ella, con
mis nudillos doloridos mientras agarro la barra frente a mí.

142
Página
Su fuego devora, pero no hay necesidad de aire

Traducido por vals <3


Corregido por Josmary

Melody
Mierda. Golpeo un bache en el camino y la motocicleta casi se aleja de mí.
Siento la punta moviéndose hacia la izquierda. Desacelero y enderezo el volante, el
cual se siente tambaleante; más flojo que el de mi Breakout. El chico a la par mía
acelera y se dispara por delante de mí, saliendo de mi estúpido camino.
Maldición. Maldición. Maldición.
En todo lo que puedo pensar es en no chocar la moto de Boone. No golpear
el asfalto y patinar por la calle. No perder el camino.
No perder el camino.
Puedo sentir la moto acomodándose entre mis piernas, así que acelero. Mi
corazón pulsa en mis oídos, un vacío tump tump comiéndose mi pecho. Duele, el
agujero en mi pecho. El vacío de haber fallado. Porque nunca antes he pensado
mientras estoy en una carrera. Mis pensamientos están fuera de control.
Simplemente lo hice. Conduje. Conduzco tan persistentemente y tan rápido
como puedo, sin tiempo para los pensamientos. Mi subidón me lleva hasta la línea
final. Siento la adrenalina gritar en mis venas. Todo esto está mal. Estoy tan mal.
143

Mientras los pensamientos continúan desangrando mi cerebro, llenándome con


pánico, me alejo incluso. El chico está a unas buenas dos motocicletas de distancia
Página

de mí.
¡Joder!
El neumático delantero golpea otro bache, y estoy a punto de dejarlo…
entonces algo tan claro y seguro cae sobre mí, que me sobresalto.
Este momento. Es el momento que siempre me definirá; o me marcará.
Nunca dejaré atrás este momento, sin escalas. Sin repeticiones. Si me dejo llevar
por el miedo, no solo perderé la carrera, sino que me perderé a mí misma.
Trato de aferrarme al único verdadero sentimiento de felicidad que tuve con
Dar cuando estábamos en la escuela. El que Boone —amarga, pero dulcemente—
me hizo recordar, cuando no dejaba que el deseo de drogarme me consumiera,
cuando sabía exactamente qué era lo que amaba. Me aferro a eso. Todo salió mal
ese día, y debí haber estado enojada. El enojo que tuve que haber sentido por no
conseguirnos a Dar y mí la agitación que queríamos. Pero en su lugar, todo lo
incorrecto resultó ser tan correcto. Y ella dijo—: Deberíamos hacer esto siempre.
—¿Hacer qué? —pregunté.
—Esto —repitió, envolviendo un delgado brazo alrededor de mi cuello—,
ser nosotras mismas.
Tenía razón. Yo era débil, ella era fuerte. Pensé que era yo quien la cuidaba,
pero ella era la que tenía las respuestas. Ojalá hubiese sido lo bastante segura de sí
misma para decirme que yo estaba jodida. Que no necesitaba drogarme, que me
amaba más cuando estaba sobria, que eso no formaba parte de mí tanto como yo
pensaba.
Que no soy mi padre; no tengo que vivir su vida.
Los corredores, las personas y la pista, todo pasa. Ya no estoy pensando en
la carrera mientras mi pulgar choca con el acelerador, y cojo velocidad. Es tan corta
la distancia, este tramo de asfalto. Pero el tiempo es relativo. Incluso cuando han
sido solo segundos, he estado en este camino durante toda la vida.
Mi neumático está al ras con el de la moto a la par mía. Centímetro a
centímetro. Toma la delantera y luego la pierde. Cuando cruce la línea final, sea de
primera o de última, no hay regreso. La cruzo. Fin. Nuevo capítulo.
El rugido del motor envuelve mis sentidos, y me inclino hacia adelante, con
la barbilla contra el manillar. Estoy corriendo contra mí misma.
144

La bandera a cuadros blancos y negros ondea mientras paso volando.


Me levanto y aprieto el freno. Dejo caer el pie en el suelo, que rechina hasta
Página

parar, y el olor a goma quemada golpea mi nariz. Estoy agradecida de que Boone
tenga una Bobber. La Cuarenta y Ocho de Jesse probablemente me habría lanzado
por el camino. Yo hubiese sido una marca en el pavimento.
He avanzado hasta detenerme completamente unos metros después de la
línea final. Estoy temblando. El ruido de la moto debajo de mí ahoga la conmoción
de la pista, y me quedo allí, simplemente absorbiendo el momento antes de
volverme y mirar hacia atrás.
Jesse y Boone están corriendo por la pista. El motociclista justo detrás de mí
saca su casco y lo golpea contra su muslo.
Gané.
—¡Nena! ¡Eres increíble! —grita Jesse mientras me encuentra en la pista. Sus
brazos envuelven mi cintura y me saca del asiento. Estoy riendo mientras me da
vueltas, mareada por la pura descarga de adrenalina, mareada por los giros y la
victoria.
—Y también gané un montón de efectivo —le digo, aunque me estoy dando
cuenta que el dinero no era el objetivo de esta carrera.
—Sí, lo hiciste —dice Jesse, poniéndome nuevamente de pie—. ¿Corres de
nuevo?
Asiento. —Claro que sí. —Entonces miro rápidamente a Boone—. Quiero
decir, si eso está bien con el dueño de la moto.
Él está de pie al lado de Tank, con las manos en los bolsillos; una expresión
de orgullo ilumina su rostro. —Sí, por supuesto. Rompiste esa pista. No sabía que
mi moto era así de malota hasta que tú lo demostraste. —Me guiña el ojo.
Una sonrisa estúpida se extiende por toda mi cara, y te juro que me sonrojo.
Podría patear esas mariposas tontas que atacan mi estómago; pequeños duendes
cursi. Pero es todo el asunto: el sentimiento de haber ganado, el poder que siento
por derrotar mi pánico, Boone mirándome como si yo fuera la estrella más brillante
en su cielo.
Siento que el brazo de Jesse se mueve través de mi cuello, y me apoyo en él.
Muy pronto tendremos esa desagradable e incómoda charla donde aclaro que
nunca seré su mujer. No importa lo que piense su mentor. Pero por ahora, tomo el
sol con mi amigo. Tan pronto como Jesse se acostumbre a Boone, tal vez ni siquiera
piense en él como un pretendiente, se relajará. Pero sí, estamos muy atrasados para
145
una charla. Acerca de todo.
Tank se encoge de hombros y despeina mi cabello. —Esa es mi chica. Y mira
Página

lo que tengo aquí. —Abre un fajo de billetes y comienza a hojearlo—. Un par más,
y creo que tendrás suficiente para tu moto, niña.
Acepto el dinero, entonces comenzamos a movernos. Boone camina con su
moto al lado de Tank y de mí. Hay un crujido en el aire, una tensión. Debajo de la
atmósfera de celebración, la presión está aumentando.
Siento que la calma se asienta sobre mí, envolviéndome, y de repente se
siente frágil, efímera. Como el ojo de una tormenta. Me sacudo, alejando la
inquietud, tratando de permanecer en el presente. En este estado de relajación,
donde todo se siente seguro.
Mientras me preparo para correr de nuevo, mirando mientras los motoristas
que están por delante de mí, aceleran por la banda de arrastre, pienso en Dar,
deseando que ella me pudiese dar una idea de lo que estoy sintiendo. Siempre
sabía. A veces, antes que yo. Echo de menos tener ese resguardo. Mi contraparte.
Guardo su collar bajo el cuello de la camisa antes de deslizarme el casco.
Segura no es más que un concepto.
Dos carreras más tarde, he perdido más que mi racha de victorias

—Hijo de puta. —Golpeo mi espalda contra la valla metálica y paso una


mano por el pelo peinado hacia atrás. La humedad es sofocante, y las luces de la
pista resplandecen sobre mí, exponiéndome. Al igual que los proyectores.
—Los dos estaban prácticamente invictos, Mel —dice Jesse. Coge un par de
herramientas perdidas del suelo y las deposita en una caja de herramientas—.
Mira, no te preocupes. No te asustes. Te recuperarás.
Resoplo una carcajada áspera. —Lo conseguiré —repito, con tono amargo.
¿Desde cuándo he necesitado tratar de llegar a ninguna parte? Lo intenté. Estoy
luchando por aferrarme a esa sensación inicial de perseverancia que tuve después
de la primera carrera. En ese momento, me sentí como que podía pasar a través de
todo esto. Que tenía más de una elección en mi camino. Un plan.
Pero el que me fuera tan mal en las dos últimas carreras… maldición. Me
146
siento como una mierda. Estaba en lo alto antes, ahora estoy en las trincheras. Un
contraste agudo. Acabo de caer a un lado de un acantilado. Puta caída libre.
Página

—Aquí tienes. —Jesse me entrega una botella de Jack—. No te pongas de


mal humor. No está caliente.
A pesar de mí misma me río. —Gracias. —Tomo la botella y la inclino a mis
labios. Siento la quemadura en la parte posterior de mi garganta. Siento el sabor
amargo del alcohol cálido.
Esas dos carreras fueron más dinero que otras diez juntas. Sí esos tipos eran
perros superiores. Sí, probablemente tenía pocas posibilidades de vencerlos incluso
antes de perder mi Breakout. Sí, no debería ser una perdedora tan dolida; debería
estar feliz de haber ganado el dinero que tengo en mi bolsillo, y de estar corriendo
otra vez. Y punto.
Sé todo esto. Soy lo bastante autoconsciente como para ver desde todas las
perspectivas. Pero eso no significa que sea más fácil de aceptar. Yo solo... quería
esa descarga. Quería ese momento final, donde los astros se alinean para decirme
que todo va a estar bien de aquí en adelante. Tal vez ahora no es perfecto, pero en
la siguiente parte. Cuando me encontraría mi nueva vida. La de después de Dar y
yo. Al igual que cuando perdí a mi padre, y todo cambió. Pero me hallaba en la
siguiente fase.
Todo esto se siente atascado. Inmóvil. Estancado. Y odio estar todavía en
pie.
Tomando otro trago de licor, dejo que el duro ardor ahogue el alboroto en
mi cabeza.
Boone se acerca, con las manos metidas bajo los duros músculos de sus
bíceps. Se fue a aparcar su moto, y me alegro de que no presenciara mi semi
colapso.
Inclina la cabeza, inspeccionándome de cerca. —¿Necesitas un aventón?
Normalmente, después de una noche de carreras, nos dirigiríamos al bar de
Randy o a cualquier bar local, ocupado en cualquier ciudad. Pero miro hacia abajo
a la botella en mi mano y me encojo de hombros. —Probablemente debería irme a
casa. Sí.
Jesse apoya su brazo por encima de mi cabeza, con el dedo unido a la valla
metálica. —¿No irás conmigo al bar de Randy? —pregunta—. Vamos. Es tradición
o alguna mierda por el estilo. No te puedes ir a la cama toda enfurruñada por un
par de malas carreras. —Amplía sus ojos, implorando—. Son las reglas, Mel.
147

Son las reglas. Y a pesar de mi desinflado estado de ánimo, sé que no debo


dejar que la noche termine así. Nunca antes fue una cuestión; carrera, fiesta. Ganar,
Página

perder... siempre había un después. Pero falta una pieza vital del grupo, eso es lo
que me está afectando. No estoy segura de si podría o debería ser lo mismo sin Dar.
Tal vez solo tengo que ir a casa.
Esa idea está respaldada por la mirada en los ojos de Boone; el surco grave
de su frente. —No me importa llevarte, Mel.
Puedo sentir la tensión que irradia de Jesse al oír a Boone llamarme por mi
apodo. Antes de que se metan en otro batalla de meadas, alzo mi mano. —Estoy
cansada, no enfurruñada, aunque estas dos últimas carreras me afectaron —veo
entre ellos—, pero no quiero ir a casa y enfurruñarme. Una bebida, y luego vuelvo
a casa. —Echando un vistazo a Boone, asiento—. ¿Te veré más tarde? —Espero que
escuche el agradecimiento en mi voz, por ayudarme antes.
Se encoge de hombros. —¿Qué tal si simplemente te sigo allí?
Jesse se ríe. —Muy bien, hombre. No te quedes atrás. —Entonces está fuera,
golpeando la mano de Tank en reconocimiento mientras le entrega la última de sus
herramientas y se dirige al estacionamiento.
Confundida, me acerco a Boone. —¿A los santurrones les gusta salir a los
bares? ¿Crees que es una buena idea?
Sus ojos avellana —gris piedra contra la noche— se estrechan en mí. —¿Y tú
sí?
El juicio en su tono me pone en marcha. —No soy tú, Boone. No me he
jurado a la sobriedad absoluta y... —Casi me resbalo y digo el celibato, pero doy
marcha atrás rápidamente. No importa cómo esté actuando, echarle eso en cara no
está bien. Todavía no sé lo que le pasó para que tomara esa decisión—. Y lo que sea
—termino sin convicción.
Levanta una ceja, y le digo—: Escucha. Aprecio lo que hiciste. De verdad.
Estaba asustada antes de la carrera. Pero yo no opero así. —Me froto mi nuca,
ansiosa por limpiarme y calmarme. Necesito alguna clase de agitación. Incluso si es
borrachearme—. Y además, debes tener cuidado con estos chicos. No hagas algo
estúpido, ¿de acuerdo?
Una leve sonrisa curva la esquina de su boca. Después de ver lo que hizo en
la pelea el día de ayer, vale, sí, estoy segura de que puede cuidar de sí mismo. Pero
aun así, no es prudente cabrear al CM. No estoy segura de si siquiera yo podría
ayudarle si se mete en zonas profundas.
148
—Puedo manejarlo, Mel. Lo prometo. Todavía no estoy listo para dejarte,
eso es todo.
Página

Inclino la cabeza. —¿No estás solo cuidándome? ¿Asegurándote de que no


recaiga?
Niega con la cabeza. —Tú eres independiente. Eliges tus opciones y esa
mierda. No soy tu consejero ni tu oficial de liberta condicional ni el líder del grupo.
No soy tu novio. Solo quiero... —Sus rostro se ruboriza, y de nuevo, veo un toque
de su vulnerabilidad. Su inocencia a pesar de su duro caparazón exterior—. Solo
quiero ser tu algo. Cualquier cosa.
—Maldita sea, Boone. ¿Por qué tienes que ser tan adorable?
En su cara, aparece la sonrisa que revela sus hoyuelos, la cual es difícil de
conseguir, y admiro mi capacidad para hacerla aparecer. De repente, el final de
esta noche no se ve como una batalla perdida, sino tal vez un comienzo lento hacia
una victoria definitiva.
—Vamos —le digo, dejando la pista—. Vamos a conseguirte algún tipo de
bebida virgen varonil. —Pongo la mano sobre mi boca, fingiendo un desliz.
—Guau. Eso fue cruel. —Se ríe.
Me encojo de hombros. —Chico, todavía tienes que verme siendo cruel. —
Le guiño un ojo.
Juro que la expresión de su rostro es una de puro terror. Me río.

149
Página
Rodando y cayendo, de nuevo en el agujero

Traducido por Eli Hart


Corregido por MariaE.

Boone
Randy es un bar de motocicleta ruidoso y deteriorado, en las afueras del
distrito de bebedores de St. Agustine. Me lo topé hace más de un año, y he hallado
un lugar muy entretenido. Tal vez me haya emborrachado y terminado con una
severa paliza, pero me salí con la mía, y eso sería un recuerdo locamente divertido.
Por ahora, esos “locos” recuerdos son más vergonzosos que cariñosos. Eran
antes de Hunter. Y hubieran terminado ahí. Debí actuar como una persona madura
y responsable, y este último año hubiera sido algo horrible, alternándolo con la
pesadilla de la realidad.
Así que por eso estoy aquí. No por mí, sino por Melody. Mirarla montar la
motocicleta y andar por la pista solo hace aumentar mis intensos sentimientos por
ella, y no puedo alejarme. No cuando aunque sé lo fuerte y determinada que es,
sigue aferrándose a esa parte de ella. La que no se desprende de la destrucción.
Además, tengo que encontrar la manera de agotarme, para tal vez poder
dormir la mayor parte de mañana. Jacquie se ofreció —por hoy— a hacer que uno
de los doctores de Stoney me prescribiera medicina para dormir, o Valium. O
alguna droga que me ayude. Pero no voy a terminar con mi tiempo sin drogas.
150

Aún no.
Si el sueño falla, siempre está Nickel. Nada como algunos golpes bien
Página

plantados en la cabeza para noquearte.


Pero desde que Melody encontró su camino de regreso a mi vida, creo que
pondré mi auto-desprecio en espera. Para enfocarme en ella. Que ella me necesite
hoy… puedo hacerlo. Si quiere, estoy m{s que dispuesto a pasar las siguientes
veinticuatro horas dándole la ayuda que necesita.
Cree que su meta principal es acabar su libertad condicional. Lo que puede
ser la última razón, pero he atestiguado raros destellos debajo de la cubierta de su
existencia, y la chica dura que le muestra al mundo, no es la mujer astuta y poeta
que se esconde. Solo debe haberle revelado esa profundidad a un puñado de
personas, si acaso. Y quiero ser una de ellas.
Quiero pelear para no perder a esa mujer. Ya sea que pelee por ella
o contra ella.
La esencia del humo de cigarro mezclado con el alcohol llena mis fosas
nasales, y de alguna manera me avergüenza que eso no apeste en lo mínimo. Huele
muy bien. Estoy acostumbrado al inicio de los antojos, pero no significa que no se
vuelvan abrumadores.
Especialmente ahora, mientras miro a Melody tomarse un trago.
—¡Otro! —le grita Jesse a la barman rubia que ya sirve más tragos.
—Joder —dice Mel, ondeando su mano en el aire, sus ojos medio abiertos—.
Por qué no. No es como si tuviera un lugar especial al que ir mañana. No como si
estuviera recogiendo mi nueva Breakout.
—Ay, vamos —suplica Jesse—. ¿Quién demonios es esta? ¿Desde cuándo te
quejas como perrito?
Mis pelos se ponen de punta. Sé que es su actitud típica, y les funciona. En
serio no quiero ser ese chico, el que le demanda a una chica dejar a sus amigos por
él. Aún no estamos en ese punto, y no lo solicitaría, de todas formas. Odio a esos
chicos. Pero esto no se trata sobre mí y ella, sobre nosotros. Es sobre la recuperación.
Y este chico es tóxico para Mel.
—Jódete, perra —le responde Mel—. Puedo actuar como quiera. No soy la
que destrozó su motocicleta y la mía. Creo que me debes dinero por eso. —Su
cabeza se balancea un poco, siguiendo los movimientos de su cuerpo en el banco—
. De hecho, me debes mucho m{s que eso, como… —Se interrumpe mordiéndose
los labios.
151

Por un rápido segundo, la veo luchar con su estado ebrio; parpadea rápido,
niega con la cabeza. Se lame los labios, mientras intenta contener algo. Miro a Jesse,
Página

sintiéndome la tercera rueda entre ellos. Su expresión se pone blanca como una
hoja. Lo que acaba de decir no significa nada para mí, es una charla de borrachos,
pero parece como si estuviera a dos segundos de explotar.
Con inestabilidad en su mano, se estira por el vaso de vidrio frente a él y lo
traga. —No quiero hacer esto aquí —dice por lo bajo, intentando que solo Mel lo
escuche.
Mel me mira rápidamente, parpadea, luego se acomoda en su asiento y
mira a Jesse. —Creo que es el lugar apropiado, ¿no crees? Aquí es donde…
—¡Basta! —grita—. Aquí no. Ahora no. —La mira tan duramente que la
hace sentarse derecha, y empiezan a temblarle sus labios. Pero no es de miedo; es
enojo.
Lo que tienen entre ellos, no va a ir bien desde aquí. Jesse está llevando
mejor el licor que Mel, pero se drogó con algo. Habla un poco fuerte, mira mucho
los alrededores, paranoico; la respuesta opuesta al alcohol.
Gruñe y se pasa una mano por el cabello. —Sabía que esto pasaría —dice—.
Maldita sea, lo sabía. Solamente debimos irnos de este pueblo. Alejarnos.
Pongo el vaso del agua a la barra, listo para moverme como un rayo si uno
de ellos se pone agresivo. Mis ojos están en Mel, esperando ver rechaza o acepta
los efectos adormecedores del licor. Se balancea. Podría ser cualquiera de los dos.
Sus manos forman puños a sus costados. Sus ojos están empañados, al borde
de las lágrimas de enojo, y se ha recargado en la orilla del banco. Los tacones de
sus botas altas presionan la barra bajo el asiento, lista para saltar.
La música cambia, dando comienzo a una nueva canción. Y en el rápido
momento de silencio, escucho a Mel respirar profundo. Alcanza su trago y traga el
líquido ámbar de una sola vez. —Al diablo con esto —dice—. Estoy harta, Jess.
Necesito salir de aquí.
Él se gira para mirarla. —Eso es lo que digo. Debemos…
—No —le interrumpe—. Necesito salir de este maldito bar. Ahora. Te estás
perdiendo lo importante, como siempre.
Sus gruesas cejas se juntan. —¿Qué demonios significa eso?
Ella agita la cabeza, alejándose de la barra. —Pasa una buena noche, novato.
—Luego se baja del banco, y yo me pongo de pie.
152

Jesse le agarra el brazo, deteniendo su huida. —No te vas a ir. Vamos. —La
jala hacia él mientras baja de su propio banco.
Página

—Déjame ir, Jesse. Estoy fuera. No puedo hacer esto…


—A la mierda —espeta—. Lo vamos a hacer. —La jala hacia la parte trasera
del bar, y yo me muevo entre ellos.
Me he mantenido a raya toda la noche, diciéndome que solo me aseguraría
de que Mel llegara a salvo a casa. De que no lo arruinara. De que alcanzara su
marca de un mes sin drogas. No me involucraría personalmente. Pero no me voy a
quedar aquí sin haber nada mientras este chico —amigo o no— la lastima. Y no
pienso en algo físico, a pesar de que en su estado él no va a aceptar un no por
respuesta. Podría, sin intención, atacarla. No sería la primera vez que eso pasa.
En los pocos segundos que me toma alcanzarlos, Melody se ha alejado. Se
balancea, luego me ve, y se congela, esperando mi siguiente movimiento.
—Retrocede, nudillos desnudos. —Arrastra un poco las palabras, pero son
dichas con una pizca de claridad. Son ciertas. La verdad apesta—. No busco un
héroe esta noche, ¿bueno? Yo me encargo.
Mis dientes se aprietan con la presión de mi mandíbula. —Tal vez un héroe
es lo que necesitas. —Tan pronto como abandona mi boca, me desinflo. La furia se
evapora. Mi enojo no se suponía fuera hacia ella, y odio ser tan fácilmente
provocado.
Aunque no parece notarlo. Me sonríe divertida. —¿Tienes un corcel blanco,
chico? ¿O planeas llevarme lejos en tu bobber heroico?
Jesse es el siguiente en hablar. —Mierda, Mel, ni siquiera conoces a este
idiota. No es propio de… actúas como…
—¿Qué? ¿Quién? —Su cabeza se gira—. No es propio de mí. ¿Cómo Darla?
¿Eh? ¿Eso es lo que ibas a decir? —Todo su cuerpo se endurece de rabia—. ¿La
estás llamando puta? ¿Me llamas así? Maldita sea, ¿me estás llamando puta? —
Niega con la cabeza, riendo—. ¡Eres un maldito hipócrita!
A este punto, el bar nota su arrebato. Cabezas se giran en su dirección, se
acallan las conversaciones. Miro a Jesse. Su expresión cambia; es consciente de la
atención, y se mueve en el lugar, al tiempo que se cruza de brazos. Sudor caer por
su línea del cabello.
Melody mira la multitud, luego le da una mirada molesta. —No podemos
causar mala publicidad para el novato, ¿verdad?
Entrando en su espacio personal, él baja la voz. —Por favor, Mel. —Gira la
153
cabeza hacia la parte trasera del bar.
Estoy a punto de entrometerme, vociferar mi opinión de cuán mala idea es
Página

salir con este chico, cuando Mel dice—: Bien.


¿Qué? Estoy cruzando la distancia, no voy a dejar que pase esto, pero ella
me detiene a medio camino y me advierte con una mirada severa.
—Está bien —razona—. Yo puedo, ¿de acuerdo?
No, no está bien. Pero estoy en su césped. Su campo. Su forma. Yo soy el
invasor, me deslicé en su vida… sin entender realmente lo que quiero de ella, o de
nosotros, de esto. Pero quiero algo, y no es justo pedirle nada cuando no puedo
darle todo de mí a cambio.
Soy un bastardo egoísta.
Con un asentimiento forzado, me alejo. —Envíame un mensaje de texto si
me necesitas —digo—. Estaré afuera. —Y con eso, volteo para salir del ruidoso bar
con humo.
No miro atrás para verla desaparecer con Jesse. No puedo bloquear todo lo
malo en su vida; tiene que tomar sus propias decisiones. Soy un imbécil por
involucrarme con su mierda.
Abro la puerta, dejando que la humedad del aire nocturno dé la bienvenida
a un torrente de pensamientos claros. Si Mel no puede dejar la escena detrás, no
estará sobria, entonces ¿cuánto estoy dispuesto a involucrarme para protegerla? De
primera mano sé que nada puede hacer que un drogadicto deje de drogarse.
Ni tácticas de intimidación, ni montones de dolor, ni de remordimientos,
pueden forzar a alguien a corregirse. De cualquier cosa, esas solo son razones para
drogarse; bloquear el miedo y la culpa. Una última vez… luego lidiaré con ello
mañana. Un mantra clásico.
Ese era uno que me recitaba yo mismo, una y otra vez, y luego la noche que
murió Hunter. Suspiraba esa melodía mientras me ponía la aguja en el brazo, y
follaba a esa chica, demasiado drogado, mientras él tomaba su último aliento.
Frustrado, saco el paquete de cigarrillos de mi bolsillo trasero, quito un
cigarro y lo enciendo. Inhalo hondo y me recargo en mi moto. No he fumado en
meses. Pero los mantengo cerca, solo por si acaso. Y esto es estresante, el tipo de
momento “por si acaso”.
Lámparas de la calle iluminan el asfalto del estacionamiento de un gris poco
verdadero. Autos pasan por la A-1 llenando el silencio con un distante sonido de
zumbidos.
154

Estoy pensando en montarme en la moto y largarme, salir del camino de


Mel, cuando un golpe sobresalta el silencio. Con la colilla del cigarro entre mis
Página

labios, balanceo la cabeza hacia el sonido.


La puerta delantera se estrella contra la pared de afuera mientras Melody
sale rápidamente, alejándose de Jesse. Él intenta meterla dentro, pero ella se libera
de su agarre y pasa por la puerta. Pierde el balance al momento siguiente y cae
sobre las manos y rodillas en la acera.
Dejo caer mi cigarro, ya yendo hacia ella.
Jesse cierra la puerta, luego se hinca al lado de Mel.
La puerta se abre de nuevo, y Tank asoma la cabeza. Le dice algo a Jesse.
—Está bien —le asegura Jesse, haciéndolo regresar dentro—. Yo la voy a
cuidar. Es solo una mala noche.
Mientras más me acerco, Tank me mira con los ojos entrecerrados, luego
otro miembro del CM sale detrás de él. Jesse me mira rápidamente antes de asentir
hacia sus amigos, y desaparecen de nuevo en el bar.
Jesse acerca más su cabeza a Mel y susurra en su oído. Ella agita la cabeza.
—Se terminó. Nunca va a ser lo mismo. Todo eso… —Señala descuidadamente
alrededor—. Nunca podemos regresar, Jesse. Terminó. Se acabó. En el olvido.
Sus palabras salen entre sollozos. Mierda. En serio está mal. ¿Cuánto tiempo
se fue? ¿Cinco… diez… quince minutos? Mientras yo estaba aquí afuera haciendo
pucheros. Maldigo por lo bajo mientras me hinco a su lado. Nunca debí dejarla.
—Mel, vámonos. —Reviso sus manos rápidamente, notando los rasguños,
luego le limpio la tierra y el concreto, y pongo su brazo alrededor de mi cintura.
Enlazo una mano debajo de su otro brazo y comienzo a levantarla.
—¿Qué mierda? —Jesse se pone de pie mirándome—. No la vas a llevar a
ningún lado.
Estoy a menos de un segundo de perder mi autocontrol. Pongo a Melody de
pie, haciendo que su cuerpo débil se recargue en el mío. Su cabeza cuelga de forma
extraña sobre sus hombros. Si este chico me pega con ella en brazos, es lo último
que va a hacer esta noche, porque voy a terminar con él.
Mirando sus ojos oscuros y empañados, digo—: Ella está mal, hombre. Solo
la voy a llevar a su apartamento. Creo que necesita dormir, hablará contigo cuando
su cabeza esté clara, ¿de acuerdo?
Frunce las cejas, empuña las manos, y flexiona los brazos. —Te lo digo, esto
155

no te concierne. Solo eres uno de muchos, yo he estado aquí y estaré aquí, cuando
seas una partícula en el retrovisor. —Agita sus dedos frente a su rostro, sonriendo,
Página

con los ojos iluminados.


Y me doy cuenta de que está jodido. Digo, ninguna charla coherente sale de
eso. Metanfetaminas, tal vez, o metilendioximetanfetamina. El miedo invade mi
pecho mientras acerco a Mel más a mí.
—¿Qué le diste? —demando.
—Necesita olvidar su mierda un rato. Solo necesitaba que me escuchara…
—Se pasa una mano por su grueso cabello—. Solo que escuchara. Mel. —Ondea su
cabeza, intentando ganar la atención de ella—. Dile cómo somos juntos. Como
alcanzamos el altiplano, nena.
Mel acomoda su cabeza para mirar a Jesse. —Cómo éramos —sisea. Luego
niega con la cabeza—. Todo es una mierda sin Dar. Lo sabes.
La cabeza de Jessie se echa hacia atrás como si le hubieran dado una
cachetada. —Amaba a Darla. Sabes que lo que pasó… fue un accidente, Mel. No
tienes idea de lo horrible que me siento, nena.
La imagen de lo que llevó a Melody a rehabilitación comienza a esclarecerse.
Pero no estoy seguro de querer oír toda la historia. Mi estómago se hunde con cada
aceptación entre estos dos, y una ola de nauseas se estrella contra mí. Como una
historia de mierda que se repite.
—Te dije que no —murmura Mel. Mira al piso, con la vista desenfocada—.
Te dije que no. Si hubieras escuchado, entonces esa noche no habría pasado. —
Niega con la cabeza otra vez—. No, si ni siquiera hubiera estado contigo, no habría
pasado. Dominós. Dominós.
Mientras sigue murmurando para sí, estoy mirando a Jesse con una clase
nueva de odio. —¿De qué demonios habla?
Eso saca a Mel de su trance, y gira la cabeza hacia mí, ondeando su mano. —
Espera. No es así…
Pero le vuelvo a preguntar a Jesse. —¿Qué dice?
Recobrando la compostura, Jesse mueve los hombros. Inclina su barbilla. —
Nada que te importe. —Se estira por Mel, jalando su brazo—. No sabes de lo que
hablas. Vámonos.
Ella se aleja, acercándose a mí. —¡No estoy tan jodida! Sé lo que pasó esa
noche, y tú también. —Aunque se está balanceando, se enfoca duramente en Jesse,
lo que le hace retroceder.
Mi sangre hierve. El enojo corre por mis venas, calentando mi interior. Si no
156

fuera por la chica medio lúcida en mis brazos, ya estaría sobre Jesse. Puedo leer
entre líneas; lo que Mel intenta vociferar. Y mientras ese conocimiento divide la
Página

unión de mi cerebro, la llevo hacia la banqueta.


Intento acomodarla, pero pone una mano en mi pecho. Me mira a los ojos.
—Vámonos.
Aprieto los dientes. Mi mandíbula se endurece por la presión. Intento
suprimir la explosión lista para salir, la rabia amenazando la necesidad de conectar
carne con carne, infringir dolor, sentir dolor. Hacer que el ruido se detenga.
Con mi mirada firme en ella, trago. Necesita ir a un lugar seguro para
calmarse. Enfócate en ella. Nos giro hacia la moto y comienzo a caminar.
—Qué mierda —dice Jesse—. ¿En serio? Bien, Mel. Cristo, lo lamento. Lo
arruiné.
Melody sigue tambaleándose a mi lado, ignorando la admisión de Jesse.
Contengo mi rabia lo mejor que puedo.
—Eso es una porquería —grita—. Bien. Ve y fóllalo. Es solo otro idiota que
tengo que esperar a que hayas terminado con él, ¿no?
Siento a Melody tensarse en mis brazos. Sigo moviéndonos.
—¡Tal vez debí follar a Darla esa noche! —dice Jesse.
Y Mel se gira, liberándose de mis brazos. Su cara se pone roja, y solo la
agarro por la cintura, deteniendo su ataque. Pero las palabras intentan salir de
todas formas. Está siseando insultos y amenazas, pero son amortiguadas por su
lucha.
Gruño, y antes de que diga o haga algo de lo que se arrepienta, voy por ella
y tomo el mando.
Las últimas palabras reconocibles de ella son: “Ay, mierda” antes de que me
encuentre sobre Jesse. Lanzando puñetazos.

157
Página
Metálico brillante, fuerte y húmedo

Traducido por Mary Warner & Sandry


Corregido por AmpaЯo

Melody
—Ay, mierda.
Mis rodillas se tambalean, mis piernas parecen líquidas. Trato de llegar a
Boone mientras me deposita rápidamente en el pavimento, y mi culo golpea el
suelo duro, pero sale disparado hacia Jesse antes de que pueda tener una idea
firme.
Las farolas pasan a toda velocidad a través de mi visión, trazos multicolores
dejan caminos desdibujados. Golpeo el aire, tratando de moverlos de mi línea de
visión. No puedo dejar que esto pase; Boone y Jesse peleando. Es mi pelea, no la de
Boone.
Pero estoy suspendida, incapaz de moverme. Mi estomago cae mientras
oigo el enfermo crujido de unos puños encontrando un rostro.
Sacudo la cabeza. Más trazos. Arrastrándome sobre mis manos y rodillas,
me enfoco en las botas negras de Boone en el suelo, y sigo su ejemplo. Lento. Noto
que la grava está triturando mis rodillas, mis palmas, pero es una sensación tan
distante, como si le estuviera sucediendo a otra persona. Estoy sintiendo su dolor
158
residual.
Dos cuerpos conectan. Un golpe seco, una bofetada. La figura de dos objetos
Página

oscuros colisionando. Reconozco algo. Boone tiene a Jesse por el cuello de su


chaleco. Lo está llevando contra el edificio de ladrillos. Gritando.
Jesse le pidió a Tank que “lo dejara manejarlo” pero este podría cambiar de
opinión en cualquier momento. El CM destrozaría a Boone para proteger a los
suyos. Mi ansiedad aumenta.
Debemos irnos.
Trabajando en lograr que mi voz salga de mi pecho, escucho un murmullo
en mis cuerdas vocales. Entonces—: ¡Detente! —Creo que es lo suficientemente
fuerte. Y de repente las nauseas me tiran abajo.
Ruedo de lado, en tanto las lágrimas se deslizan por mis mejillas. No me he
drogado en mucho tiempo. Como en un año o más. No recuerdo que se sintiera así
de mal. Pero nunca estaba borracha cuando lo hice, y siempre me sentía feliz…
antes. No puedes hacer esta mierda cuando ya estás fuera. Cuando estás pensando
mucho en mierda mala. Eso jode contigo.
Jesse ofreció la droga: una corta raya. Puse mi cabeza en la barra del baño y
aspiré. Como en los viejos tiempos, solo para tratar de encontrar esa conexión con
él; ese dichoso momento cuando Dar seguía viva, y nos encontrábamos todos
juntos. Pero estuvo mal. Jesse me toqueteó, queriendo estar conmigo, tratando de ir
más allá ese segundo cuando todo cambió. Para hacerme olvidar. Sin embargo no
funcionó. Perderse en mí no la borrará.
—Mel.
La voz es un eco distorsionado. Pero es mi nombre. Parpadeo para abrir los
ojos. Centro mi visión doble en la cara de Boone repleta con preocupación.
—Estoy lista —murmuro, esperando que me entienda. Quiero irme. Sacarlo
de aquí. Deseo irme a mi cama. Es gracioso que tenga una cama a la que llamar
mía. Mi cabeza empieza a desplazarse a otros pensamientos opacos y difusos,
mientras Boone me carga. Sus brazos me acunan en su pecho.
Subo mi barbilla colocándola en su hombro y miro hacia atrás a Jesse. Está
sentado en la acera, con las manos empuñadas en su pelo y la cabeza gacha entre
sus piernas entreabiertas. El dolor se apodera de todo mi cuerpo, emergiendo de
mi pecho e irradiando a cada miembro. Un dolor cegador, desorientador.
Lo sé, lo sé. Maldita sea, sé que lo que le pasó a Dar esa noche, no fue su
159
culpa. Pero este maldito dolor tiene que tener una salida. Jesse desencadenó toda la
rabia cuando me tocó, como si nada hubiera cambiado entre nosotros. Pero todo ha
cambiado.
Página

Nunca será lo mismo.


Para el instante en que la motocicleta de Boone llega al estacionamiento de
mi apartamento, la droga se ha reducido. Ya no es más la esquemática fase
temprana, donde quiero desgarrar mi pelo, arañar mi piel. Usualmente, esa parte
no dura mucho, porque sé que el asunto se pasa rápidamente. La anticipación del
último subidón hace que sea solo la preparación para la siguiente fase.
Pero sé en mi confuso cerebro que la enorme cantidad de alcohol que
consumí primero no combinó bien con eso, y esa primera media hora era como
algo salido de un mal viaje. Ahora, el alcohol está saliendo de mi sistema, la raya
de droga viaja a través de mi sangre, y la euforia está finalmente haciendo efecto.
Hay una pizquita de culpa, de preocupación por mi próximo examen de
drogas. Que podría ser enviada de vuelta a Stoney o algo peor. Pero empujo esos
pensamientos en lo más profundo de mi mente, es solo un pequeño y molesto
susurro. No quiero pensar en ello ahora, desperdiciar este momento efímero de
felicidad.
Boone baja el pie de apoyo y fija su moto, luego corre sus manos por mis
brazos. Me hace sentarme frente a él, como un maldito niño. Porque no cree que
pueda manejarme por mi cuenta. Como si nunca antes hubiera montado en una
motocicleta. Este no es mi primer viaje en moto. Pero da igual. Si eso me lleva a mi
apartamento donde pueda relajarme, entonces que así sea.
—¿Te sientes bien? —pregunta.
Sacudo la cabeza. —Oh, sí. —Presiono mi espalda contra su pecho duro,
amando la sensación de sus tonificados músculos presionados contra mí.
Lo siento tensarse, pero entonces mueve su pierna detrás del asiento y la
desliza fuera de la moto. Maldita sea, está tan tenso. Un pensamiento se clava en
mi cerebro con la próxima ola de calor que sofoca mi piel. Boone necesita
desahogarse. Al igual que un buen polvo. Ni siquiera bebe. No tiene salida para
toda su mierda acumulada.
160

Me bajo de la moto. Me pongo de pie y miro hacia la noche. Millones de


estrellas ardientes brillan contra el telón negro de fondo como un mar de ascuas.
Página

Hacen que mi aliento se entrecorte en mi pecho. Podría estar aquí, escribiendo


versos en mi cabeza toda la noche.
La conciencia se escurre sobre mí. Puedo sentir a Boone mirándome y,
entonces me doy cuenta, o recuerdo, que su mecanismo de salida es pelear. Luchar.
Es un chico. Todo lleno de testosterona y bolas.
Deslizando mis dedos en los bolsillos traseros, bajo mi mirada hacia él. Solo
está de pie allí, con sus tatuados brazos cruzados sobre el pecho como un padre
regañando. No tengo idea porque este chico eligió ponerle fin a su vida sexual
junto con las drogas con el fin de mantenerse sobrio. Tal vez el sexo es un
desencadenante para él. (¡Ja! Aprendí algo en rehabilitación; desencadenantes).
Pero una buena ronda de sexo caliente contra la pared le haría mucho bien.
Necesita dejar salir un poco de vapor de la olla.
Le tiendo mi mano. —¿Caminas conmigo a mi apartamento?
Baja la mirada hacia ella, junta sus cejas, contemplando lo que sea que debe
o no hacer.
—Cristo, Boone. No es una decisión extrema. —Me dirijo hacia el pasillo y
las escaleras que llevan a mi casa. Entonces escucho su audible gemido no muy
lejos detrás mí. Sonrío.
—Pareces estar llevándolo todo bien ahora —dice mientras alcanzamos mi
puerta—. Creo que debería irme.
Me doy vuelta, con las llaves en la mano, y me encojo de hombros. —¿En
serio crees que no vas a preocuparte por mí toda la noche? —Mientas digo esto, me
balanceo un poco, completamente sin intención. Aún estoy un poco borracha por
los chupitos. Pero por suerte, no conseguí salirme del baño antes de conseguir una
pequeña bolsa de Jesse. Me quitaré el resto de mi borrachera de mi sistema en un
minuto.
Boone suspira pesadamente, y su ancho pecho cae con su profundo suspiro.
Empujando la llave en la cerradura, digo—: Estaré bien. Solo haz lo tuyo,
¿de acuerdo? Puedo cuidarme. —Entonces estoy dentro de mi apartamento y
odiando el vacio. Arrojo mis llaves y me encamino al bar cerca de la pequeña y
triste entrada. El eco reverbera a través de mí, y no quiero estar aquí sola.
Si Boone se marcha, llamaré a alguien, quien sea, para celebrar con él. Un
161

último subidón antes de comprometerme en serio con este programa de sobriedad


de mierda. Al menos por los próximos cuatros meses y algo.
Página

Hombre, donde está mi calendario. Me dirijo hacia la cocina, queriendo


contar los días de nuevo, como una obsesiva compulsiva. Me estoy volviendo loca.
Escucho la puerta cerrarse y los pesados pasos de Boone. —¿No tienes
televisión?
Buscando en la nevera, agarro el jugo de naranja. —Nop.
Tomo un trago, encogiéndome ante la amargura —Buag —luego coloco el
jugo en la encimera—. ¿Quieres algo de beber? —¿Un chupito de cien por ciento licor
para relejarte? Entonces me reprendo. Ni siquiera me importa que Boone esté tan
tenso. Pero no estoy de humor para lidiar con su intensidad esta noche.
Mientras entro a la sala, tomo nota de su postura rígida en mi única pieza de
mobiliario. Está sentado rígidamente en el sofá, con la espalda recta, las manos
sobre los muslos, y pies plantados de manera uniforme en el suelo. No me mira.
—Me quedaré hasta que te duermas, para asegurarme de que no te afecte
demasiado. —Pase una mano a través de su despeinado pelo rubio de punta—.
Has estado limpia el tiempo suficiente como para que esto pueda volverte loca…
pero estar{s bien. Solo por si acaso… —Levanta sus ojos hacia mí—. Me aseguraré.
Mi corazón retumba ansiosamente en mi pecho. Mis labios se curvan en una
sonrisa dura. No quiero a un Boone súper héroe de la sobriedad en este momento,
siendo un chico bueno, tratando de salvarme y esa mierda. No quiero sentirme mal
por haberme drogado, por hacer lo que hago, por ser quien soy.
—No soy una drogadicta —digo, recostando mi espalda contra la fría pared
por apoyo—. No soy una adicta, con llagas en la cara, pidiendo un cambio a un
lado de la carretera. Acostándose con repugnantes camioneros para conseguir una
bolsa. —Me muerdo el labio, deteniendo mi perorata. Pero la justificada rabia
continúa su ascenso.
Deja deslizarse una sonrisa. —Coloreaste una vivida pintura.
Finjo una risa. —Sí. Algunas veces me esfuerzo demasiado. —Bajando la
mirada hacia el piso de madera rayado, pienso en la revista junto al pañuelo de
Dar en mi mesita de noche tambaleante. Los pensamientos al azar que he puesto
en el papel desde mi primera semana en Stoney. Por cualquier razón, terapéutica o
aburrimiento, he continuado escribiendo. Poemas cortos transformándolos a largas
historias.
162
La más reciente: Dar y yo dando un paseo hace un año en las cataratas. Uno
de los lugares secretos que llamábamos nuestro. Cinco pequeños saltos de agua
que se canalizan en un pequeño arroyo ventoso. La mancha de barro rojo y naranja
Página

en contra de nuestros pies. Nos cubrimos con eso, presumiendo que era mejor que
una envoltura de barro elegante. Nuestros bañadores apelmazados con la arcilla;
parecíamos dos chicas desnudas súper bronceadas en motocicleta por la carretera
cuando nos fuimos.
Una punzada golpea mi pecho y cierro fuertemente mis ojos, tratando de
retener el recuerdo. Puedo sentir la bolsa de droga quemando un agujero en mi
bolsillo, llamándome. Convocándome a aspirar toda la mierda y detener el flujo de
recuerdos que amenazan con tirarme abajo.
—Ya regreso —digo, asintiendo hacia el baño.
Cierro la puerta detrás de mí. La barrera de madera separando a Boone de
mí no se siente suficiente. Como si él pudiera sentir lo que estoy a punto de hacer:
juicio, decepción. Mi reflejo en el espejo se burla de mí; pelo negro salvaje
arrastrado por el viento, pupilas contraídas, piel sonrojada. Necesito agregar una
capa de protección contra su desaprobación. Algo para calmar el escozor.
Buscando en mi bolsillo, saco la bolsa. La coloco en la encimera. ¡Cristo!
¿Qué estoy haciendo? Me aparto del lavamanos, empuñando mi pelo con las manos,
quitándolo de mi cara.
Poco a poco con calma, hablo conmigo misma. Solo otra raya. Solo para
relajarme, para evitar que el pasado se abra paso. De repente veo la sonrisa boba
de Dar mientras me guiña el ojo, riéndose de algo totalmente estúpido. Mi padre,
inclinado sobre un espejo, resoplando una raya de polvo blanco. Arrojando su
cabeza hacia atr{s, viéndome… y guiñ{ndome.
Los dos recuerdos chocan. Parpadeando como un carrete de película
antigua.
Todo estaba siempre a la intemperie. Nadie en mi vida contuvo secretos
sucios. Era la vida, normal, quiénes éramos. Toda esta rehabilitación y la mierda de
asesoramiento, la constante presencia tensa de Boone en mi vida es lo que está
torciendo mi percepción.
Y ni siquiera sé por qué me preocupo. Nunca me ha importado lo que
alguien piense de mí, menos un tipo temporal. Y en serio, si estoy jodida para él,
¿qué le hace eso? Se queja de las personas, infligiendo dolor, tratando de
infligírselo a sí mismo, como algo de castigo o redención.
163
Esa mierda es mucho peor que drogarse y no querer establecerse. ¿Quién
diablos quiere ser como el resto de los imbéciles que hay por ahí? Todo atado a un
perdedor que llega tarde a casa todas las noches, con dos niños atados en la cadera,
Página

descontenta, miserable.
A la mierda con eso.
Camino hacia la encimera y agarro la bolsa. Limpiando cualquier polvo del
mármol amarillo, despejo un lugar y vacio la mitad del contenido en la losa dura.
Busco en mi bolsillo trasero y saco mi carnet de identificación (mi licencia aún en
proceso de ser suspendida).
No pienso mientras lo corto. La tarjeta de plástico duro corta las diminutas
pepitas blancas, convirtiéndolas en polvo fino, haciéndome sudar. Siento el sudor
bajando por mi nuca. Ansiosa por saborear el amargo entumecimiento.
Mi vida no es más dura que la gente promedio trabajando de medio tiempo
de nueve a cinco; es solo… una clase diferente de dureza. Las personas pueden
entrar y salir de mi vida. Flotando a lo largo de la línea de tiempo como pequeñas
mariposas deformadas. Algunos me importan, a algunos amo, a otros incluso
desprecio. Pero en algún punto…
Todo el mundo me deja.
Bajo la cabeza y aspiro la raya en el mostrador.
El ardor corre a través de mi nariz, humedeciendo mis ojos. Parpadeo, y mi
respiración se atasca en mi pecho mientras trago. Forzando la saliva a bajar por mi
garganta. Jadeo cuando mis pulmones se liberan. Froto mi frente, sintiendo ya el
entumecimiento. Que hormiguea mi piel. Mis mejillas están pálidas, y toso para
terminar de aclarar el subidón inicial.
Giro la llave del grifo y dejo correr el agua a través de mis dedos, entonces
coloco una almohadilla en una fosa nasal, luego la otra. Pellizco mi nariz e inhalo.
Aspirando el resto de la droga para limpiar el residuo blanco. Otra gran dosis entra
a mi sistema, y me tropiezo. El agua siempre disminuye el zumbido.
Mi nariz se siente tan malditamente entumecida, pero mientras me miro en
el espejo, noto rastros de sangre. Ha pasado un minuto desde que he hecho algo
como esto, y habiéndome tomado tiempo libre de todo, estoy un poco sensible.
Rasgo un poco de papel higiénico del rollo y quito la mancha roja.
Mientras el subidón llega a su máximo efecto, presiono mi espalda contra la
pared, decidiendo que podría quedarme en este jodido baño toda la noche. Solo la
idea de Boone sentado en mi sala me hace moverme.
164
No lo puedo tener allí, enloqueciendo, llamando a una ambulancia o alguna
mierda así si no salgo.
Página

Pero antes de irme, aseguro mi pañuelo rosa alrededor de mi muñeca. Con


un último pensamiento de Dar, toco su collar con el dije de árbol, aún no puedo
recordar de donde lo consiguió, luego empujo todos los pensamientos en el fondo
de mi cabeza. Guardándolos lejos. Con todas las otras personas que ya no son
parte de mi vida.
Mientras entro, veo a Boone mirando mi teléfono. No me di cuenta que lo
dejé en la barra. Con mis llaves. Cierto. Camino hacia él, sintiéndome ingrávida.
—¿Algo interesante allí?
Su cabeza se alza bruscamente. Sus cejas se juntan. La conciencia ilumina
sus ojos color avellana. No es estúpido, y sabe que acabo de refrescar mi subidón.
—Estaba sonando. No quise mirar… pero la pantalla mostraba mensajes de textos
mientras llegaban. Sonaba urgente ya que la persona seguía insistiendo.
Asiento, sin importarme en lo más mínimo si registró mi teléfono. No tengo
nada que esconder. En realidad no. Camino pasándolo y recojo mi iPhone de la
encimera. Presiono el botón para iluminar la pantalla y veo cinco mensajes de Sam.
Mierda. Está preocupada, diciendo que me ha estado enviado correos y
mensajes y no ha tenido una respuesta. Que está a segundos de contratar a un
investigador privado para hallarme. O llamar a la policía. Sonrió al pensarlo; sin
embargo ella lo haría.
No trataba de evitarla… no realmente. Solo que aún no quería pasar por
toda la explicación de la muerte de Dar. No con ella, ni nadie más. Todavía no.
Pero rápidamente escribo una respuesta porque no la quiero más molesta de lo que
ya está.
Yo: Estoy bien, chica. Solo entre distintos lugares. Llamaré con los detalles
una vez que me instale.
Ella responde al instante.
Sam: ¡Por fin! Me tenías muerta de miedo. Las salvajes chicas motoristas
no pueden dejarnos al resto de las perdedoras fuera de onda, ¿sabes? Tendemos a
enloquecer. ¡Incluso le envié a Darla un mensaje! Tampoco me respondió. ☹ ¿Ha
recibido mi regalo de cumpleaños para ella? De todos modos, hazme saber cuando
y donde te quedas. Holden y yo estamos pensando en hacer un viaje pronto. Sería
fantástico si pudiéramos encontrarnos ☺
Un fuego abrasador viaja hasta mi pecho, cerrando mi garganta con un
165
sollozo. No puedo ni siquiera pensar en tratar de decirle a Sam por qué Dar nunca
responderá a sus mensajes. Se siente tan alejado de la realidad.
Página

Pero entonces... el cumpleaños de Dar. Durante la semana en que murió. Le


hicimos una fiesta con tanto esfuerzo y recibió un paquete. Yo me encontraba
borracha; no recuerdo de quién me dijo que era. Pero fue de Sam. Ella le debió
decir donde nos alojábamos. Mi regalo para ella fue una semana de fiesta. Me
estremezco y lucho contra las lágrimas.
Ardiendo en mi propia debilidad, escribo un mensaje: Muy bien, chica. Te
tomaré la palabra por el viaje pronto.
Pongo el teléfono en la barra. Sin otro pensamiento desperdiciado en
verdades duras e inevitables y en mierdas jodidas sobre las que no tengo control,
intento centrarme en Boone. En el tipo que, por un breve momento hoy, reveló este
lado completamente diferente de sí mismo. Cuando me animó a montar. Paciente,
estimulante, inteligente. Autoconsciente. Y totalmente en sintonía conmigo y lo
que necesitaba en ese momento.
Sonriendo para mí misma, tengo que admitir que fue divertido.
—¿Qué? —Boone asiente hacia mí mientras se reclina en el sofá. Niego con
la cabeza, sin dejar de sonreír toda estúpida. Mi subidón por las drogas está en
pleno apogeo.
—Estaba pensando en lo divertido que fuiste hoy. —¿Una cosa acerca de las
metanfetaminas? Te hacen brutalmente honesta—. Me gustaría que pudieras ser
así más a menudo. Confiado, no arrogante. —Le miro.
En realidad, eso hace que me dé una sonrisa rápida. —Bueno, hay dilemas
con los que necesitas ayuda todo el tiempo y voy a venir al rescate.
Pongo los ojos en blanco y me muevo para sentarme en el brazo del sofá.
—¿Qué pasa con tu maldito complejo de héroe?
—Me gusta hacer lo que pueda por otras personas.
—Lo que significa... —Uso mis dedos para hacer las comillas en el aire—:
“Salvar a otros drogadictos.”
Se encoge de hombros. —Te lo dije antes, me mantiene limpio. Me quita el
aburrimiento.
—Así que es algo completamente egoísta, esta necesidad de salvarme.
Parece incómodo y ajusta su posición, hundiéndose cada vez más en el cojín
del sofá. —Hemos tenido esta conversación antes, Melody. Vamos a dejarlo así esta
166

vez. —Frunce el ceño. Y sé que es porque estoy drogada. Estoy presionando sus
botones. Haciendo que lo anhele.
Página

Se forman piscinas de culpa en mi estómago y estoy a punto de pedirle que


se vaya. Pero entonces recuerdo por qué incluso lo quería aquí; para ayudarlo a
relajarse. Es lo menos que puedo hacer después de que me ayudara hoy. Logrando
que fuera más allá de los deseos para que pudiera montar y al menos ganar una
carrera. Esa embriaguez está ahora superada por la quemadura que me atraviesa,
eso es totalmente seguro.
Pero no es malo.
Me alejo del reposabrazos y caigo por accidente en el asiento. Reboto un par
de veces para estar más cerca de él.
—Mel... vamos. —Rueda los hombros, alejándose de mi proximidad—.
Mira, recaer es una parte de la recuperación. No te estoy juzgando. Yo he estado
allí. —Por fin me mira a los ojos—. Pero puedo elegir no compadecerme contigo
mientras te estás haciendo daño a ti misma.
Mi boca se aprieta en una mueca. —Dios, ¿por qué haces eso?
Su cabeza se sacude de nuevo.—¿Qué?
—Solo... —Niego con la cabeza, tratando de hallar las palabras adecuadas—.
Sermonearme. Lo entiendo, ¿de acuerdo? Haces lo que tienes que hacer para
mantenerte enfocado. —Paso los dedos por el pelo suelto, masajeándome el cuero
cabelludo. Se siente tan relajante—. Simplemente no me presiones. Especialmente
en estos momentos. No tengo ganas.
Resopla, dejando escapar un largo suspiro. —Está bien.
Está tenso de nuevo. Arg. Me muevo otro centímetro más cerca de él, por lo
que nuestros muslos se tocan. —¿Alguna vez vamos a hablar del elefante en la
habitación?
No hay respuesta.
—Está bien, entonces voy a meterme. —Me inclino cerca de él, descansando
mi brazo contra el respaldo del sofá—. ¿Por qué peleas, Boone? —Trazo un dedo
sobre el moretón de color púrpura en su mejilla.
Bajando la vista, se frota con una mano su antebrazo, llamando mi atención
a los tatuajes de colores que adornan su piel. Al final, se encoge de hombros. —Si
vamos a jugar a las veinte preguntas, tienes que contestar con sinceridad cuando
sea tu turno. —Ladea la cabeza en mi dirección y levanta las cejas.
167

Sí, no me gusta la forma en la que está resultando esto. Pero como no tengo
televisión por cable, ni cualquier otra cosa entretenida aquí, bien podría jugar hasta
Página

que ya no quiera jugar más. —Trato —le digo.


Sosteniendo mi mirada, dice—: Ya te dije que perdí a alguien cercano a mí.
Pero no te dije cómo. —Hace una pausa, y puedo verlo debatir sobre cuánto puede
revelar—. Su nombre era Hunter. Yo... debería haber sido quien le vigilara, pero
siempre se me escapaba. Y esa noche, me drogué, me coloqué jodidamente e hice lo
que mejor hacía en aquel entonces. Encontré a una chica a la que follar. Porque
estar colocado y follar era más o menos todo lo que importaba...
Quiero decirle que está bien, que la mayoría de los chicos más o menos son
así. Pero sé que no ha acabado. Hay un final en esta media historia que no es tan
normal, que lo cambiará todo, porque, obviamente, lo cambió a él. Me muerdo el
labio inferior, ansiosa, esperando. La droga hace más efecto en mi torrente
sanguíneo con cada segundo. Es difícil mantenerse quieta.
—De todos modos —resopla—, la persona con la que se encontraba Hunter
no era estable. Ella también era una drogadicta y se drogaba más de lo normal.
Tuvo una sobredosis. Lo que habría sido lo suficiente trágico por su cuenta, pero
conducía en ese momento... y me dijeron que comenzó a tener convulsiones. Con
Hunter en el coche.
Mierda. Apoyo la mano en su brazo. No tiene que terminar. Sé el resultado.
—Me llamaron para identificarlos a ambos. Colocado. Drogado como un
hijo de puta, mirando a sus cuerpos. Y podría haberlo resuelto de inmediato en ese
momento. Terminarlo. Yo quería hacerlo. Pero soy un cobarde de mierda. Tan
culpable como me sentía, con tanta culpa como yo poseía, todo lo que podía hacer
era pensar en conseguir otra solución para bloquear mis sentidos. Para no pensar
en ellos. En Hunter.
Se pasa la mano por el pelo, con los ojos muy abiertos y mueve la cabeza.
—Cuando por fin me decidí a dejar de consumir, me di cuenta de que estar
sobrio apestaba. —Me permito ofrecerle una leve sonrisa—. Todo lo que no piensas
cuando estás drogado, bueno, te golpea jodidamente cuando no lo estás. Exige ser
oído. Casi eché de menos el sentimiento de culpa por lo que pasó y no pude actuar.
Decidí que todo lo que disfruté mientras estaba drogado tenía que irse.
Lamo mis labios, ya que mi boca está muy seca. —Te reprimiste del sexo.
Asiente. —Sí.
—No porque sea un desencadenante... —apunto.
—No, supongo que puede serlo. Pero sinceramente, fui célibe porque estaba
168

más preocupado por conseguir un pedazo de culo que por lo que le pasaba esa
noche a Hunter. Así que tenía que dejarlo ir. No podía tener sexo sin ver su rostro,
Página

hecho una mierda, así que tenía que terminarlo. Junto con mis viejos amigos, los
lugares donde nos juntábamos, todo.
Esto es tan jodido. Para alguien que actúa como si lo manejara todo bien,
teniendo todas las respuestas, Boone está mal. —Lo siento, Boone. De verdad lo
siento. Lo que le pasó a tu amigo, fue un horrible accidente. Pero entiendes que fue
eso, ¿no? ¿Un accidente? Estoy segura de que tus consejeros te han insistido con
esto, pero debes escucharlo de mí. —Extiendo la mano y se la coloco en la mejilla,
volviendo su rostro hacia mí—. Tú no mataste a tu amigo. La muerte de Hunter,
aunque trágica y quizás evitable, no fue tu culpa.
A medida que las palabras salen de mi boca, escucho todas las cosas que me
dijeron en Stoney. Cosas que bloqueé; no dispuesta a escuchar porque sabía que la
muerte de Darla fue mi culpa. Pero al decírselo ahora a Boone, siento que la culpa
lentamente comienza a disolverse. Yo nunca he hecho nada a propósito para herir
a Dar. Nunca.
No hace que la culpa se vaya, pero podría ser un comienzo.
Sus ojos color avellana lucen vidriosos y rojos, a punto de derramar las
lágrimas. Pero tose, aclarándose la garganta, y parpadea. De la forma en la que un
tipo duro para los lagrimones. —Así que sí, después de no tener nada en mi vida,
excepto el dolor y la culpa, me volví un poco —lucha para decir el resto—, loco.
Me metí en una pelea una noche con ese auténtico imbécil. Él estaba en una cola en
la caja, haciéndole pasar un mal momento a la chica que le cobraba, y lo arrastré
fuera y le di un puñetazo.
No puedo evitarlo, me río. Imaginarme al ultra-santurrón de Bonne siempre
controlado, perder los papeles en medio de una tienda, bueno, no es divertido,
pero sí gracioso. —¿Así es como empezaste con las peleas?
—No, así es como me enteré de que había una salida. No le di una paliza a
ese tipo. Me detuve y terminé yéndome dándole una patada en el culo. Se sentía
bien. Y después, esa noche dormí. No había dormido una noche completa desde
que murió Hunter. Y por una fracción de segundo, mi conciencia estaba limpia. Me
dolía y estaba magullado y encerrado, pero el dolor que lo consume todo era
menos de lo que dolía el día anterior.
—Entonces ahí es cuando fuiste a buscarlo.
Asiente. —Yo interpreto un papel en Stoney. Cuento una historia y hablo
con los consejeros, dando un buen espectáculo para mantenerme a raya. Pero la
liberación real, la libertad de mi adicción, viene de que me peguen un puñetazo en
169

la cara.
—Maldita sea. ¿Sabes lo retorcido que es eso? —Bajo mi cabeza, hallando
Página

sus ojos—. Te estás castigando tú solo. Quiero decir, ¿qué pasa si la próxima vez no
te sales de la pelea?
Algo parece resonar dentro de él, sus características transmiten aceptación.
Mierda. Este tipo tiene un deseo de morir.
—Lo sé —dice—. Pero, ¿cuánto más retorcido es vivir el estilo de vida de un
drogadicto, Mel? Eso es tirar los dados todos los días, ¿no es así? No creo que un
adicto pueda jamás ser verdaderamente un individuo sano. Quiero decir, joder.
¿Quién demonios es realmente sano mentalmente? Pero en las peleas, al menos
tengo control sobre eso. Yo digo cuándo, quién, cuánto tiempo. Y no hace daño a
nadie más. Ni siquiera a mí. Porque puedo obtener más beneficio de ello que una
lesión. Es mejor que una receta. —Su mirada es tan intensa que mi respiración se
detiene—. Seguro que supera a las aburridas reuniones de Narcóticos Anónimos.
—Por lo menos admites que son aburridas —le digo, sacando el pelo de mis
hombros—. Deberías haber confesado esto hace un tiempo, habríamos tenido
mucho más de que hablar.
Esto consigue una pequeña sonrisa torcida, y puedo ver que está aliviado.
No voy a sondear más en su relación con Hunter. Por lo que sé, el chico es gay. O
tal vez bisexual. Él juró una vez antes que no lo era, pero tal vez eso solo es porque
no quería pensar en ello. Lo que me hace tener más preguntas. Quiero decir, tuvo
una erección en el lago. Pero entonces, eso podría ser casi un año de reprimida
frustración sexual que necesitaba dar rienda suelta.
De todos modos, me gusta ver este lado de Boone. El imprudente y rebelde.
Es sexy. Y tiene que saber que puede seguir adelante. Especialmente desde que
admitió que el sexo no es un desencadenante para él. Solo se está castigando a sí
mismo.
Me levanto del sofá.
—¿Adónde vas? Es tu turno de contestar algunas preguntas desagradables e
incómodas.
En mi camino al baño, le digo—: Ahora vuelvo. —Si voy a comprometerme
con esto, no puedo estar en lo más mínimo sobria. No quiero albergar ninguna
culpa por lo que estoy a punto de hacer. 170
Página
Probar solo el deseo, me llena

Traducido por Dannygonzal & Issel


Corregido por Daniela Agrafojo

Boone
Mierda, tengo que salir de aquí.
Mel ha estado en el baño más tiempo del que necesitaba, y sé que ella sabe
que soy consciente de lo que está pasando allí. Tiene un alijo. Estoy muy seguro de
que no es un soplo, porque está más que drogada; se encuentra excesivamente
extraña y balanceándose de manera sospechosa.
Jesse se veía como si estuviera drogado con metanfetaminas. Y si eso es lo
mismo que tiene ella, entonces no va a regresar por un rato. Lo único que puedo
hacer es evitar que se aburra, salir y hacer algo que podría lastimarla, hasta que
baje de la nube. Lo que no será lindo.
Mis propias ansias están atravesando el maldito techo. Solo saber que tiene
una bolsa de algo, está causando que mis manos se mojen de sudor. Mi estómago
se agita con calambres. Es por esta razón que elijo ser un solitario. Debí haberme
mantenido de esa manera.
Estoy a dos segundos de salir por la puerta, necesitando golpear algo,
cuando Mel sale del baño.
171

—No me mires así —dice—. Ya estábamos llegando a alguna parte. No lo


arruines.
Página

Exhalo, tan cansado que me duelen los huesos. Pero prometo quedarme solo
lo suficiente para asegurarme de que no subirá y que se irá al momento en el que
yo lo haga. —Está bien. Es mi turno.
Mientras se sienta a mi lado, lo suficientemente cerca para oler la esencia del
champú para chicas que usa, aprieto mis puños y pregunto—: ¿Jesse… se
aprovechó de ti?
Su rostro palidece. —Maldición, Boone. ¿Qué clase de pregunta…?
—¿Lo hizo? —Con todo lo que dijo en el bar, tuve la clara impresión de que
algo jodido ocurrió entre ellos. Por lo que no puedo entender por qué demonios se
mantiene todavía cerca de ese idiota.
Si no estuviera decidida a perder su mierda esta noche, en este momento él
sería un hombre muerto.
Mel sacude la cabeza. —No. No fue la experiencia m{s placentera… pero
realmente estaba jodida. Y hemos tenido sexo antes.
—Eso no significa que un chico no pueda violar a alguien con quien ya tuvo
sexo —replico. Ella es más inteligente que eso.
Se pone pálida, luego se recobra con rapidez; la ira es evidente es su rostro.
—Oye. Estábamos comenzando, y de repente no quise. Cambié de idea… pero era
demasiado tarde. Creo que no me escuchó, o no se dio cuenta de lo jodida que
estaba. Él se encontraba de la misma forma, y en realidad quedó atrapado en el
momento.
—Eso no fue lo que dijiste en el repentino momento de claridad que tuviste
antes. —Muevo la cabeza, indicando el bar—. Parecías culparlo. Y creo que esa es
la verdad. Mira, cuando estás jodido pasan cosas feas. Lo sé. Pero incluso a pesar
de lo drogado que me encontraba, nunca forcé a una chica. Mierda, han sido
muchas veces en las que pude haberlo hecho. Probablemente al otro día, ellas ni
siquiera lo recordarían. Además eso está más allá de jodido. Y si él no lo notó en
ese momento… seguro lo supo después.
Mueve nerviosamente su pañuelo rosa. Agitada. —De todas formas, no
importa. En esa noche se fue al diablo mucha mierda, la he olvidado. Puedo
encontrarme en un mal momento aquí y allá, pero está muy lejos de mi lista de
preocupaciones. O de lo que importa. O de lo que cuenta… —Su voz se desvanece,
perdida en sus pensamientos. Y me doy cuenta de que esta conversación tiene que
pasar para que ella aclare su cabeza.
172

Cambio de tema antes de enojarme y terminar persiguiendo a Jesse. —¿Qué


pasa con el pañuelo rosa?
Página

—Oh-oh, esas son dos preguntas. —Menea su delgado dedo hacia mí.
—La primera no cuenta. Porque sigues luchando contra la verdad, no creo
que puedas responder en realidad.
Eso la frustra incluso más, y hala el pañuelo de su muñeca y lo sostiene.
—Ya que una mujer no puede unirse al CM, mi amiga y yo decidimos que
usaríamos nuestros propios colores. Juntas seríamos nuestro propio pequeño CM.
Así que eso es.
Sonrío. —¿Así que en verdad eres una Señorita Rosa?
Rueda los ojos. —Somos mucho más geniales que eso, amigo.
Agarro el pañuelo y lo envuelvo alrededor de mis dedos. —¿Esto es de la
amiga que perdiste?
Manteniendo la vista en la tela rosa, evito mirarla. Espero por su respuesta.
Estoy seguro de cuál es, pero quiero escucharlo de ella. Si es tan cercana a esa
persona, estoy convencido de que para este momento ya la habría conocido.
—Sí —dice Mel—. Lo que significa que ahora soy un CM de una persona.
Qué aburrido.
—Murió recientemente. Fue ella a quien perdiste antes de que te enviaran a
Stoney. ¿Por qué en comparación a eso, lo que pasó con Jesse toma un papel
secundario? —Levanto la mirada. Sus ojos oscuros están lejos. Desenfocados. Sus
pupilas son dos pequeños puntos apenas visibles. Mierda, ¿cuánto ha consumido?
—No quiero hablar de eso —dice—. Vamos a poner las veinte preguntas en
pausa, bien. Hay algo más que tenemos que quitar del medio.
—¿Qué?
Me quita el pañuelo y lo coloca en la mesa detrás de ella, luego balancea una
pierna sobre una de las mías. Su rodilla presiona entre mis muslos. Calor crece en
mi estómago, un dolor en mis bolas, y me alejo de ella.
—No hagas eso —dice, y pone su palma en mi pecho. Estoy seguro de que
mi corazón está golpeando tan fuerte que puede sentirlo—. No. ¿De acuerdo? No
tenemos que hacer el amor ni follar. Pero necesitas desahogarte de alguna forma.
Darte alguna liberación, Boone. O algún día, vas a matar a uno de esos chicos en el
ring.
Sus palabras jadeantes se mueven directo hacia mi polla. La traidora. De
173

alguna forma mi cerebro salta justo sobre las cosas cruciales, oyendo solo “hacer el
amor” y “follar”. No la parte donde muestra preocupación por mí, lo que ahora
Página

comienzo a registrar mientras desliza una mano por mi pecho.


Planto mi mano sobre la de ella, deteniendo su progreso. —Agradezco tu
preocupación por tu compañero matón de segunda —digo, rodeando con mis
dedos su muñeca—. Y por mí. Honestamente, Mel. Sé lo que estás tratando de
hacer. Y piensas que es algún tipo de favor… pero… —Demonios. La última vez
que la rechacé, salió herida. ¿Cómo diablos responderá a un desastre como este?
Afortunadamente, se me adelanta. Saca su mano de mi agarre. —Bien. Lo
entiendo. Con chicas no, ¿verdad? —Hunde sus manos en el sofá y se echa hacia
atrás, recostando su cabeza contra el cojín.
Siento que mi cara se retuerce, y me giro para confrontarla. —¿Qué? ¿Crees
que soy gay? Pensé que ya habíamos cubierto eso. Te dije… —¿Qué demonios?
Cómo… quien… mi cerebro va hacia cada tipo de señal que posiblemente pude
haberle enviado para indicarle eso—. ¿Te estás vengando por ese primer día,
cuando asumí…? —me detengo, dándome cuenta que el día en que nos conocimos,
hice un comentario estúpido sobre ella y la amiga que perdió. Demonios. A veces
soy un idiota.
Pero ella se ríe mientras pone sus manos sobre el estómago. Mi mirada baja
justo para ver su abdomen desnudo. Su piel bronceada se asoma entre sus
pantalones bajos de motorista y el dobladillo levantado de su camisa. Trago con
fuerza, apartando la mirada.
—Está bien, está bien —dice—. Gay no. Solo célibe y altamente restringido.
Desde mi periferia, miro cómo sus dedos suben su camisa otro centímetro.
Delinea la piel lisa de su estómago.
—Entonces… explícame este celibato. ¿Ni siquiera tienes permitido darte
placer tú mismo? —Hace un movimiento rápido para abrir el botón de sus
pantalones. Dios, ten piedad.
Pasando las manos por mi cara, gruño una maldición entre mis palmas.
—No, me encargo de mis asuntos cuando tengo que hacerlo. —No quiero
dejarlo así, como una invitación. Rápidamente sigo con—: Pero soy un adulto, no
un adolescente con las hormonas locas. Tengo control.
Sonríe. Sexy como el infierno. —Estoy segura de que aun así se vuelve un
poco duro. Completamente hay un doble sentido allí.
Esta conversación, junto con sus dedos deslizándose de forma burlona bajo
sus bragas blancas, tuvo que haber terminado hace cinco minutos.
174

—Mel, escucha. No estás bien en este momento. ¿Por qué no te preparo algo
de comida…? —me detengo, sabiendo que comida es la última cosa que puede
Página

obligarse a ingerir. Si está drogada con coca o meta, su apetito es inexistente.


Pero mierda, tengo que desviar su atención hacia algo. —Televisión. Vamos
a ver televisión hasta que comiences a calmarte. —Golpeo mi frente—. Mierda. No
tienes una. En verdad tiene que conseguir un televisor. Y algunas otras cosas para
mantenerte ocupada.
Su sonrisa solo se amplía. —Cristo. ¿Te asusto tanto? No voy a violarte,
chico. Solo estoy dándome placer yo misma. Mis manos permanecerán sobre mí, lo
prometo. Eso no debería molestarte, ¿cierto?
Mi mandíbula se tensa mientras la miro arquear la espalda, colocándose en
una mejor posición, moviendo su mano bajo su ropa interior. ¿Por qué demonios
estoy mirando? Intento levantarme, necesitando calmar mi erección dura como
una piedra, pero sus pies descalzos aparecen y me atrapan, luego pone sus piernas
sobre mi regazo.
—No me dejes así —dice, susurrando—. Siento que algo me rasguña bajo la
piel. Solo necesito una pequeña liberación.
Diablos. Presiono mi espalda contra el cojín y miro la pared plana frente a
mí. —Mel, no puedo dejarte hacer algo de lo que te arrepentirás cuando estés
sobria. En este momento estás en lo alto como una maldita cometa, y mañana… —
Suspiro. Incluso tratar de racionalizar con ella es una pérdida de aliento.
Gime, y el sonido se enrosca en mi estómago, estirando mi piel. Estoy
enganchado, y mientras ella arquea su espalda, su camiseta se aprieta contra sus
pechos, sus pezones se alzan, y todo lo que puedo hacer es mirar. Infeliz como un
hijo de puta.
—No me arrepentiré —dice—. Solo relájate.
Y lo intento. Trato fuertemente de calmar mi acelerado corazón. Contengo la
intensa necesidad de sentirla. Además, mentalmente, estoy escalando las paredes.
No he estado así de cerca a una mujer, en este tipo de situación, en lo que se siente
como una eternidad. Soy como un jodido virgen consiguiendo una probada de
algo verdaderamente sexy y erótico por primera vez.
Melody es la criatura más sexy que existe. Ella no se reprime nada. Se
encuentra completamente cómoda con su sexualidad, y eso me excita más de lo
que cualquier mujer lo ha hecho antes. Nada que ver con el hecho de que he sido
célibe, y quiero liberar la tensión. Si hubiera follado cada día hasta ahora, aún
estaría totalmente asustado de ella.
175

Con movimientos hábiles, se quita los pantalones. Los patea hacia un lado
de la habitación. Mueve sus pies, colocándolos directamente debajo de sus
Página

dobladas y entreabiertas rodillas. Mi erección tira dolorosamente contra mis


pantalones al tiempo que la veo tirando su camiseta ajustada por encima de sus
pechos. Mierda. Ni siquiera está usando sostén. Se extiende ampliamente y se toca,
una mano trabaja bajo sus bragas blancas y la otra acaricia sus tetas.
Tengo que alcanzarme y ajustar mi dolorida polla. Muevo a la maldita para
ponerla contra mi estómago, pero solo quiero agarrarla y terminar el asunto. Una y
otra vez. Me imagino arrodillándome sobre ella, mirándola llegar al clímax, sexy
como el infierno, y acercando mi polla hasta encontrarla allí, viniéndome sobre su
suave piel.
Gime de nuevo, y aprieto los ojos. ¡Mierda! Mi corazón martilla duro en mi
pecho, golpeando contra sus paredes. Mis ojos se abren con su siguiente gemido
gutural. No puedo alejar la mirada. Voy a volverme loco. Justo aquí. Literalmente
perderé mi mierda.
Y como si ella supiera que estoy en el borde, comienza a deslizar la ropa
interior por sus caderas. Yendo a matar. Colocándome dos metros bajo tierra. Sus
bragas bajan a sus tobillos, y expande sus muslos aun más, dándome la vista
perfecta de su coño suavemente rasurado. Es la visión más hermosa que he visto.
Soy un hombre atrapado en el desierto, rogando por agua. Soy un maldito y
patético desperdicio de ser humano desesperado por redención. Quiero enterrarme
en ella, profundo hasta las bolas, hasta que cada pecado sea purgado de mi alma.
Su dedo se desliza delicadamente hacia dentro, y miro, hipnotizado,
mientras expertamente lo mete y lo saca. El lado de su pulgar masajea su clítoris,
como si supiera exactamente qué le gusta… llev{ndose hasta el borde. Usa su otra
mano para girar y tirar de su pezón rosado, moviendo sus caderas hacia arriba,
como si rogara por más penetración.
Es tan caliente que tengo que jalar mis pantalones, deslizar mis palmas
contra mis muslos, solo para conseguir alguna fricción contra mi palpitante polla.
Aclaro mi garganta, tomando una bocanada de aire. No he respirado ni
tragado en todo este tiempo, estoy seguro.
—Mel, te lo ruego. Tienes que parar —suplico. Porque si continúa un
segundo más, voy a bajarme los pantalones y a follarla justo aquí.
Y no quiero hacerlo. Mierda, no quiero ser ese hombre. Cambio mis
176
pensamientos al bastardo de Jesse, dándome una salpicadura mental de agua fría,
y mi dura erección se alivia un poco. Pero solo un poco. Me niego a tomar ventaja
de ella en ese estado. Evidentemente está montando la felicidad pura en lo alto.
Página

Sus ojos se abren y sus movimientos se detienen. —Si no me follas, voy a


lastimarte, Boone. Lo prometo, será malo.
Pero no me da tiempo de negarme a su tentadora oferta. Se sienta sobre sus
rodillas, y se mueve más cerca de mí.
—No tienes que hacer nada —dice. Balanceando una pierna sobre mí, se
sienta a horcajadas en mi regazo, con sus tetas justo en mi cara. Puedo sentir el
calor de su coño sobre mi polla—. Haré todo el trabajo. Solo mírame.
No puedo evitar mirarla. Estoy impactado. Soy un bastardo caliente y
hambriento de sexo rogando por un baile de regazo. Mis manos se pegan al
respaldo del sofá, lleno de fisuras, así no puedo tocarla.
Su mirada atrapa la mía mientras comienza a moverse sobre mí, sus caderas
empujando hacia adelante y hacia atrás. Hace presión contra mi polla, y un siseo
agudo escapa de mi boca. Sus labios se curvan en una sonrisa conocida. Adora
esto. Está presumiendo del simple hecho de que me vuelve loco.
—¿Nadie te dijo que no usaras pantalones en un baile de regazo?
Siento que mi frente se arruga, pero entonces noto lo que está haciendo. Se
estira debajo de ella para desabotonar mis pantalones… pero suelto una de mis
manos y la llevo hacia adelante, atrapando su muñeca.
—Si haces eso, después me odiaré.
La severidad en mi tono debe convencerla, porque lentamente aleja su
mano, luego pone ambas sobre mis hombros. Libero mi aliento contenido y muevo
mi mano de regreso al lugar seguro detrás de mí.
—De acuerdo —dice, bajo, suave—. De todas formas, esta clase de fricción
se siente bien. —Luego se muele duro contra mí, meciendo sus caderas, jodiendo
caliente como el infierno. Sus tetas rebotan con sus movimientos, y roza uno de sus
pezones contra mis labios. La sensación de su suavidad va justo hacia mi polla
palpitante.
Moviendo su cabeza cerca de mi oreja, se inclina hacia mí, presionando todo
su peso al tiempo que me monta. Su pesada respiración acaricia mi oreja, y cierro
los ojos. Solo dejo que pase. Y no puedo mentir, se siente jodidamente bien contra
mi polla. Es el peor y el mejor tipo de tortura.
Contra mi voluntad, mi pelvis comienza a levantarse para encontrarla cada
177

vez que ella baja. Cuando se percata del momento, su respiración se intensifica,
haciendo que mi polla lata al ritmo de mis rápidas palpitaciones.
Página

Sus caderas hacen círculos, una y otra vez, y presiona su pecho contra el
mío, acercándose lo más que puede. La tela entre nosotros es una barrera molesta
mientras ella gime. Remueve una mano de mi hombro y la baja para acariciarse a sí
misma, llevándose al orgasmo. Estoy demasiado tentado a tocarla, hacerlo por ella.
Pero reprimo el deseo.
—Mel, mierda… —Siento sus dedos trabajando en su clítoris, y también me
está trabajando a mí, golpeando mi polla justo en la parte sensible, y no puedo
evitarlo… me estiro y agarro sus caderas. Oblig{ndola a bajar m{s duro.
Su aliento caliente roza mi oreja al tiempo que su brazo se aferra a mi cuello,
y su cuerpo se presiona firmemente contra el mío, mientras la agarro, ayudándola
a llegar allí.
—Puedo sentirte —susurra—. Te quiero tanto dentro de mí… profundo,
golpeando ese dolor justo ahí.
Un ruido gutural desgarra mi garganta, y hundo mi cara en el espacio entre
su hombro y su cuello, rodeándome de su calor y su esencia. Mis manos la fijan
duro hacia mí mientras empujo una última vez y me libero en mis boxers.
El sensitivo latido palpita desde la cabeza de mi polla hasta los dedos de mis
pies, extendiéndose, llevando la réplica de mi orgasmo por mi cuerpo como una
ola. Y luego Mel se estrella contra mí, quebrándose, mordiendo su labio, con su
cuerpo tenso mientras se viene. Envuelvo mis brazos a su alrededor, egoístamente
queriendo sentirla venirse tan cerca como me es posible.
Su cabeza descansa ligeramente en mi hombro, sus respiraciones salen con
dificultad, su calor acaricia mi piel. —Eso fue tan ridículamente caliente —jadea.
A pesar de la conmoción en mi sistema, sonrío. Fue más allá de caliente.
Pero no sé cómo describirlo, así que me quedo en silencio. Escuchando su
respiración. Tengo miedo de moverme. De interrumpir la serenidad del momento.
No estoy seguro de si está sintiendo lo mismo que yo. Es más que sexual.
Más que solo enrollarnos. Es franco, es honesto decir que, incluso sin ese intenso
clímax, creo que no voy a experimentar eso con alguien más. Nunca.
Ese pensamiento me congela.
Cierro los ojos y maldigo internamente. Está drogada. Elevada casi hasta el
techo. Y cualquier cosa que tome de esta noche será velada por esa comprensión.
Cuando se endereza, buscando con sus ojos, probando, digo—: No le restes
178

importancia a esto en la mañana.


Página

Arruga la nariz. —¿A qué te refieres? Amigo, relájate. Disfruta el pequeño


momento de alivio. Por fin. —Pasa sus dedos a través de mi cabello, luego se
mueve para sentarse a mi lado—. Nunca he hecho eso antes. Solo venirme así. Ni
siquiera… sé qué fue eso.
—¿Quieres decir que soy el primero para algo?
Ella golpea mi estomago juguetonamente. —Tomaré eso como un lapso en
el poder mental debido a una repentina emisión de semen, y no como que me estás
llamando puta.
—Vaya. —Me giro hacia ella, dolorosamente consciente de la gran y
húmeda carga en mis boxers—. Créeme, no es nada de eso. Nunca diría eso. Solo
quiero… no sé. Mierda. En verdad no pienso que tenga permitido querer nada. Y
es una tortura.
Sus dedos se entrelazan con los míos, y no puedo evitar bajar la mirada
hacia ellos, y sus muslos desnudos. Rápidamente me estoy excitando de nuevo, y
en verdad necesito pedirle que se vista. Pero no quiero que lo haga. Quiero llevarla
a la habitación y meterme bajo las sabanas con ella por el resto de la noche.
—Darla era más que mi mejor amiga —dice, borrando todo pensamiento de
mi mente. Estoy de repente sintonizado con ella, esperando que me dé cualquier
detalle de sí misma. Queriéndolo todo—. Era mi hermana. Es mi hermana —
continúa—. No de sangre, ni nada. Pero éramos así de cercanas, más que eso. Y sí,
me culpo de su muerte. No directamente. Soy lo suficientemente inteligente para
saber que fue un jodido accidente. Pero —cierra su mano, sosteniendo la mía con
más fuerza—, una cosa que dijo el doctor Sid se quedó conmigo. Dominós. Yo
cuidaba de ella, y debí haberla protegido mejor. La cuidé desde el primer día que
nos vimos, amenacé al pedazo de mierda de su padre, e incluso golpeé a los
jodidos chicos en la cabeza con botellas de cerveza por ella... pero no pude
protegerla del efecto dominó que comenzó nuestras vidas. Sufrió por mi culpa. Se
ha ido porque no pude...
Girándome hacia ella, deslizo mi mano libre por su cabello, empujando los
mechones rojos detrás de su oreja con mis dedos. Necesito ver su cara. Sus ojos
están húmedos, pero no caen lágrimas. Lo está conteniendo todo.
—¿Que podías haber hecho? —pregunto.
Sacude la cabeza un poco, liberando un claro camino de lágrimas bajando
por su mejilla. —Nada. Estoy segura. No soy una jodida psíquica. Pero había
tantos otros cursos de acción que pude haber tomado esa noche, como muchas
179

noches antes, eso pudo haber alterado lo que venía.


—¿Mel, quién te cuida a ti? ¿Quién es responsable de tu dolor?
Página

Sus ojos oscuros se elevan, la pregunta la toma fuera de guardia, así que
escucho su ligero jadeo. —Quiero que digas algo en voz alta. Incluso si no lo dices
en serio. Solo di las palabras.
Lamo mis labios, deteniéndome para no besarla. En vez de eso, asiento. Sin
preguntas. Haría casi cualquier cosa por ella en este momento. —Di: No soy
responsable por la muerte de Hunter.
Mis cejas se arrugan, y sacudo la cabeza. —No. —No estoy seguro de lo que
está tratando de hacer, pero ha pedido una de las pocas cosas que no puedo hacer.
Ni siquiera por ella.
Eleva su mano para pasarla por mi mejilla. En este íntimo lapso de tiempo,
es posible que el mundo externo no exista. Es posible que, de alguna manera, no
sea responsable. Que quizás el destino sea una fuerza auténtica, y no haya nada
que hubiera podido hacer para prevenir su muerte. Que las acciones de Melody no
tuvieran nada que ver con lo que condujo a la muerte de su amiga
Pero más allá de esta burbuja, hay un mundo muy real, uno del que no
podemos escapar. Las acciones tienen consecuencias. Incluso si en tus sueños más
oscuros no pudieras haber predicho el dolor, el daño, la pérdida, cada acción tiene
una igual y una opuesta reacción. Esas son las leyes de la física, pero también son
las palabras que repiquetean dentro de mí a diario.
No quiero que ninguna de mis acciones le cause más daño a Mel del que ya
ha sufrido.
No estoy… completo. No puedo ofrecerle la vida que necesita para salir de
su rutina. Para estar sobria y en funcionamiento. Pensé que necesitaba mantenerme
alejado de ella por mi propio beneficio. Para mantenerme en el buen camino. Pero
ahora es evidente que es justo lo contrario.
Ella necesita alejarse de mí.
—Continuemos en otro momento —digo, y me da una mirada
cuestionadora—. En verdad debería ir… a limpiarme. —Bajo la mirada hacia mi
entrepierna.
Con una risa conocedora, dice—: Está bien... —Y se levanta, tomando su
ropa interior y colocándosela rápidamente—. De todas maneras necesito algo de
alcohol para calmarme. Ya regreso.
Mientras se dirige a la pequeña cocina, libero un suspiro. Le he dado más
180
que a cualquier otra persona; más de mi historia, de mí. Pero sigo conteniéndome.
Si puedo evitarlo, quiero impedirme ver esa expresión de desprecio en su
Página

cara, el juicio en su mirada que ni siquiera Melody sería capaz de enmascarar si


alguna vez descubriera la verdad.
Por mis desbordantes anhelos, dolor amargo

Traducido por Alessandra Wilde & anita0990


Corregido por Mary Warner

Melody
Rápidamente me tomo dos chupitos de whisky. Tenía media botella
escondida debajo de mi fregadero para situaciones de emergencia como ésta.
Gracias a Dios.
Aunque traté de no consumir, la verdad es, que no había forma de manejar
a Jesse de cualquier otra manera. Nuestra circunstancia técnicamente no podía ser
“manejada”, pero sí la enfrentamos. Bueno, casi toda. El conflicto ha terminado,
puedo seguir adelante y tratar de hacer un control de daños. Tiene que asimilar el
hecho de que tengo cero intenciones de convertirme en su mujer.
Pero eso es para otro día, otra situación incómoda, no esta noche.
Para asegurarme, me tomo un trago directo de la botella antes de taparla y
devolver el licor a su lugar debajo del fregadero. Solo quiero desmayarme y no
pensar en lo que pasó hoy hasta que el sol abrasador de la mañana me despierte
para lidiar con la resaca del siglo.
Hoy ha sido uno de los días más largos de la historia.
Al entrar en la sala de estar, me detengo a mitad de camino. La barbilla de
181

Boone está apoyada en su mano, su codo manteniendo su cabeza en alto. Si aún no


está dormido, lo estará pronto. Caminando hacia la barra, bajo la vista a mi
Página

teléfono y pulso el botón para encender la pantalla: 02:37. Bien. Probablemente ya


no se quede despierto hasta estas horas de la noche. Y de verdad, estoy segura de
que está cansado después de todo.
¿Qué chico no se desmayaría después? Tipos, pienso, sacudiendo la cabeza.
Sin embargo, me encanta verlo así. Todo relajado, su yo normalmente tenso
y arrogante demasiado agotado por un día completo de competir con su gran
necesidad de ser un salvador. Me pregunto con quién o cómo estaba antes de que
la mierda saliera mal en su vida.
Me pregunto si alguna vez obtendré la verdad completa de su historia.
Entonces me doy cuenta de que no quiero ni eso. Los pasados desastrosos
no deben jugar un papel para nosotros.
Mi cabeza está comenzando a girar con el alcohol que golpea mi torrente
sanguíneo, y agarro mi teléfono y me dirijo al sofá. Me instalo en el extremo
opuesto de Boone, tratando de no despertarlo, y desplazarme por mis mensajes.
Los de Sam, y algunos nuevos de Jesse.
Mi corazón se contrae mientras leo sus palabras desesperadas. Rogando,
implorando, pidiendo disculpas. Mierda, ¿cómo demonios las cosas se jodieron
tanto entre nosotros? Por enésima vez, me gustaría poder preguntarle a Dar lo que
debo hacer.
En realidad, si aún estuviera aquí, probablemente no le pediría consejos.
Siempre pensé que yo era mucho más inteligente que ella, que era el cerebro de
nuestro dúo. Que tenía todo resuelto. Pero todo eran patrañas. Ella veía a través de
mi mierda y me lo decía, y debería haberla escuchado más.
Bueno, no tuvo razón con la cosa entre Jesse y yo. En realidad, todavía no he
descubierto por qué siquiera pensó que nos engancharíamos. Pero tal vez fue por
la misma razón que yo quería eso para ella, para que se estableciera con alguien
que cuidara de ella. Tal vez me vio fuera de control y pensó... y pensó que alguien
como Jesse podía cuidar de mí.
Me paso la mano por encima de mi cara, y mi piel zumba con la calidez del
licor, y de repente me gustaría estar en algún lugar fresco, en el norte, lejos de este
calor.
Otro mensaje de texto emite un sonido de mi teléfono en mi regazo, y bajo la
vista, mirando a través de mis dedos.
Jesse: Me voy mañana. Ven conmigo.
182

Mierda.
Página

Dejo caer el teléfono como si fuera una serpiente lista para morder.
Jesse debió haber recibido noticias sobre su absolución hoy, y ni siquiera me
lo dijo. Borra eso. No le di la oportunidad de decirme. Eso es de lo que él quería
hablar en el bar, en el baño, pero, en mi ira, no lo escuché.
Sin embargo no me molesta. Es lo correcto, en última instancia. A pesar de
la mierda que hay entre nosotros, él no tiene la culpa de la muerte de Dar. Y se
merece obtener su completa absolución. Se lo ha ganado.
Todo mi ser ansía estar en la carretera. Viajar, montar, estar en un lugar que
no sea aquí. Pero le echo un vistazo a Boone, con la boca abierta en su sueño, con el
rostro tan pacíficamente inconsciente. Y sonrío.
No sé qué va a pasar si sigo con esta cosa de la libertad condicional. Si me
quedo en esta ciudad, con Boone. Podríamos luchar, pero puede ser que tengamos
también algunos momentos. No vamos a ver todo con claridad. Demonios, rara
vez vemos las cosas de frente. Pero…
No quiero dejarlo. Todavía no. Quiero ver lo que podría suceder si me
quedo. Si lo que pasó entre nosotros esta noche podría florecer en algo real. Se
sintió real. Y por primera vez en la historia, necesito algo real.
Con una última mirada a Boone, dirijo mi atención a mi teléfono y le escribo
un mensaje de texto a Tank.

Mierda. Mierda, mierda. Me siento horrible.


Salto desde el sofá, la melodía molesta que configuré como alarma suena a
todo volumen desde mi teléfono. Corriendo alrededor de mi apartamento, con una
pierna en mis pantalones, salto alrededor de mi sala de estar, tratando de vestirme
y llegar a tiempo al trabajo. Solo he estado despierta por un total de un minuto; el
recordatorio pesado de que en realidad tengo un trabajo de día se hunde más allá
de la niebla en mi cerebro con resaca.
Un jodido trabajo a las primeras horas de la mañana.
Amantes del café, los detesto.
Con una claridad sorprendente, los acontecimientos de ayer salen a la
superficie. La pista, la carrera, emborrachándome, drogándome, Jesse... y Boone.
183

Boone.
Echo un vistazo alrededor de la sala de estar y me fijo en el sofá, donde de
Página

alguna manera me quedé dormida a su lado. No está. Pero sus botas sí. Un golpe
en la cocina capta mi atención y mi corazón vibra con torpeza en el pecho.
Tirando de mis vaqueros sobre mis caderas, los abotono y me dirijo a la
cocina. Me peino con los dedos mi nido de ratas, abro la boca para decir hola, y me
detengo.
Boone está sentado en el bar con una botella casi vacía de whiskey. Un vaso
con un chorrito de licor ámbar ante él. Su cabeza enterrada en las palmas. Dedos
enredados en su cabello rubio.
Presa del pánico, saco a relucir el recuerdo de lo que hice con lo último de la
metanfetamina que tenía en el cuarto de baño. Solo había restos de polvo en la
bolsa de plástico... pero no podría soportarlo si tuve algo que ver con que Boone se
droga. Después de haber estado sobrio desde hace... Arrugo mi cara, dándome
cuenta de que nunca le pregunté cuánto tiempo ha estado sin consumir sustancias
fuertes.
Pero todos mis pensamientos cesan cuando levanta la cabeza y me clava con
una mirada descuidada.
Con un asentimiento mental, recuerdo que escondí la bolsita muy al fondo
en la parte posterior del armario del baño. O bien no la encontró o no estuvo
buscando, porque está demasiado borracho para intoxicarse con otra cosa.
Empujo lass manos en mis bolsillos traseros y camino hacia él. —Así que, es
desayuno líquido esta mañana, ¿eh?
Sonríe y suelta una risa ligera. Al menos no es un borracho abusivo. O tal
vez todavía no ha bebido lo suficiente. Su tolerancia es, probablemente, nada de
nada, pero es un tipo grande. Unos vasos de whiskey no lo afectarán tanto.
—No es exactamente la hora del desayuno —dice.
Miro hacia las tres ventanas que recubren la pared de mi sala de estar. Está
aún muy oscuro afuera, pero es mañana. Y mierda, voy a llegar tarde al trabajo.
Pero no puedo dejarlo así nada más. Algo cambió desde el momento que hablamos
por última vez hasta esta mañana, y tiene que ser bastante importante si el héroe
de la sobriedad Boone Randall está emborrachándose a primera hora de la
mañana.
Y maldita sea, mi cabeza está martillando en este momento. Un trago de
184
whisky, un poco de pelo del perro, realmente ayudaría en este momento.
—¿A dónde vas? —Examina mi ropa.
Página

—¿A trabajar?
—¿Pensé que habías dicho que tenías el día libre?
Mi cabeza se sacude de nuevo, y me doy la vuelta y corro hacia mi teléfono.
Oh, por favor que sea mi cerebro con resaca, ruego. Cuando enciendo la pantalla, veo el
día: sábado. Tengo este fin de semana libre. Creo... y entonces voy al calendario,
revisando mi maldito horario.
Un suspiro de alivio, una rápida mirada de vuelta al borracho de Boone, y
todo ese alivio es aplastado.
—Buena memoria —le digo. Me acerco, saco el taburete a su lado, y tomo
asiento—. Eso hubiera sido vergonzoso; aparecer en el trabajo. Con una resaca
loca.
Empujando su vaso con los nudillos, lo desliza hacia mí. —Solo hay una
manera de no estar con resaca.
Alzo mis cejas. —¿Me estás animando a emborracharme? Amigo, este no es
el chico que he llegado a conocer y que me molesta tanto.
Me da un indicio de una sonrisa. Encogiéndose de hombros, agarra el vaso y
se toma el resto de su propio vaso con whiskey. Bajándolo con fuerza, dice—: Este
es el único día del año en que creo que voy a hacer una excepción.
Separo mis labios, preparada para probar un poco, pero decido no hacerlo.
Cualquiera que sea el problema, tiene que ser uno importante, y manejado con
delicadeza. Y no me siento como mi yo sutil de costumbre. Estoy fuera de mi
juego. Apenas he dormido y mi cabeza está matándome.
Y huelo a bar.
Quiero tanto tomar una ducha y reiniciar esta mañana, pero a medida que
veo Boone servirse otro trago, tengo miedo de dejarlo solo. Podría irse, o cerrarse,
o levantar esas paredes a su alrededor, las que, por cualquier razón, han parecido
descender por este raro momento.
No tengo otra opción.
Deslizándome del taburete, me dirijo a mi escondite de vodka de repuesto.
No es mi primera opción, pero funciona bien en un aprieto. Suzie me lo dio como
regalo de despedida mi primera noche fuera de la rehabilitación. Pero reconozco
que no lo compró para mí, ni lo envolvió, lo sacó justo del estante de licor detrás de
185

la barra. Borracha y toda cariñosa. Sonrío al recordar.


Sacudiendo la cabeza, enfoco mis pensamientos en el aquí y ahora. En
Página

Boone. Agarro la botella de vodka sin abrir y una copa, y me reúno con él en el
mostrador. —La reserva —le digo—. Por si acaso.
Se ríe. —En realidad pensé que salir contigo podría mantener mi mente
demasiado ocupada para pensar. Mantenerme preocupado, centrado en ti... —se
calla—. Es curioso que tan bien nos mintamos a nosotros mismos. Ya casi me puse
justo en la boca del lobo.
Trato de no ofenderme, porque bueno, está justo en su propia boca del lobo
personal. Las drogas y el alcohol están rebosando aquí. Pero no debería tener que
ver y estar pendiente de todo el mundo. No soy responsable de él ni de sus
opciones. Eso sí que lo aprendí en mi breve paso por rehabilitación.
En su lugar, abro el vodka y me sirvo un pequeño chupito. Hago sonar mi
vaso contra el suyo y digo—: Por los lobos —antes de tomármelo de golpe. Mis
reflejos contra las nauseas entran en acción, mi garganta se engruesa, y me obligo a
tragar el líquido caliente y de sabor amargo.
Boone asiente y termina el resto del líquido ámbar en su propio vaso.
A medida que el vodka hace su magia, aliviando el latido en mis sienes y
por el momento, despejando la niebla, un poco de valentía me inunda. Miro hacia
adelante, a través de las ventanas, a la madrugada gris. El sol no está fuera por el
momento, pero el cielo se prepara para su entrada.
—¿Por qué es hoy la excepción? —pregunto. Me da un vistazo, con el ceño
fruncido—. ¿Por qué te pones subconscientemente en la boca del lobo? Quiero
decir, ya sabes cuando estás bien o no lo suficientemente fuerte como para resistir
la tentación. Me gustaría tener la culpa —retrocedo lo suficiente para pasar mi
mano sobre mi cuerpo como si fuera un escaparate de sexo caliente; él se ríe—,
pero no creo que nuestra cita tenga algo que ver con tu descarrilamiento, Boone.
No voy a tomar esa bala.
Con una exhalación forzada, se pasa la mano por el pelo. Luego por la cara.
Estoy segura de que se siente bastante insensible a estas alturas, físicamente. Pero
las líneas grabadas alrededor de sus ojos y su boca transmiten lo mucho que está
sufriendo internamente.
—Pensé que podría evitar el cumpleaños de Hunter —dice finalmente.
Mi corazón martillea en mi pecho. —Boone, ¿por qué demonios no lo
dijiste…? —Me detengo. Por alguna razón, tal vez es por la muerte reciente de Dar,
186

el pensar en cómo celebramos con tanta fuerza la semana de su cumpleaños, todo,


pero no puedo entender cómo Boone no me diría algo así. A nadie. O tal vez lo
Página

hizo. Tal vez a su consejero o quién sabe.


Pero aun así. Pasar el rato conmigo, en una cueva llena de alcohol... Habría
encontrado una mejor manera para que le haga frente a esto si lo hubiera sabido.
Me doy cuenta de lo absorta en mí misma que he estado últimamente.
Cómo, con toda esta mierda que he pasado, no me he detenido el tiempo suficiente
para considerar que tal vez él está luchando contra sus propios demonios. Siempre
parece tan calmado, tan fuerte, tan seguro. Pero es una fachada; nadie tiene todo
resuelto todo el tiempo. Y con su necesidad de “tratar” de luchar, acepta el dolor
como su propia forma de castigo personal, debí haber sido una mejor amiga. Estar
para él, de alguna manera.
No debería haber ido al bar la noche anterior. No debí haberme molestado
por Jesse y nuestros problemas. Debí —por una vez— no haber pensado que podía
lanzar consejos sin sentido como guías de vida, y haber estado más presente para
él.
Pero eso no importa ya. No puedo volver el tiempo atrás. Tan patético como
suena. Lleno mi vaso con más vodka y tomo un trago antes de comprometerme a
compensárselo.
—Deberías haberme dicho. Podríamos haber estado mejor preparados para
hoy, tener algo planeado. —Pongo mi mano en la barra, cerca de la suya, pero no
lo toco. Es un gesto para que sepa que estoy aquí—. Por mucho que me quieras
ayudar, podrías haberme permitido la oportunidad de quizá ayudarte.
—Soy consciente de eso, Mel. En serio. —Me mira, sus ojos color avellana
vidriosos y enrojecidos—. Pero nada podía prepararme para hoy. Es quizá mejor si
dejo que todo se estrelle a mi alrededor.
—Entiendo. Pero todavía podemos intentarlo. —Dirijo mis dedos hacia su
vaso y deslizo uno por encima del borde, luego se lo quito—. No creo que quieras
hacerte esto a ti mismo. Vas a castigarte muy duro por esto más tarde. Sé lo que se
siente no querer lidiar con las cosas, Boone. Simplemente perderse para no tener
que enfrentarse a la realidad. Joder, es mi modus operandi. Quiero decir, hago un
muy, muy buen trabajo en fingir que soy una ruda chica motorista con nervios de
acero, pero ambos sabemos la verdad. —Sonrío, y la punta de sus labios se eleva lo
suficiente para ofrecer una pequeña sonrisa.
—En fin —digo—, qué tal si no contamos esta últimas veinticuatro horas.
Tuvimos un montón de mierda en nuestro plato, y los dos nos descarrilamos
187
bastante duro. Pero si se lo atribuimos a que la vida es una mierda, y que a veces
tenemos que tragarnos esa mierda y seguir adelante, podemos empezar de nuevo
otra vez después de una siesta.
Página

Él asiente un par de veces. Como si estuviera considerando la posibilidad de


que pudiéramos borrar el día. Borrar y volver a empezar. Luego vierte lo último de
la botella de whiskey en su vaso.
—En primer lugar, quiero terminar lo que empecé. —Resopla de nuevo, en
tanto se fuerza a tragar con una lucha obvia. Baja el vaso—. Solo tengo que perder
el conocimiento. No estaba... Traté de no recordar hoy. Pero todo cayó como una
bomba atómica. No necesito pensar.
—Está bien. —Me tomo el resto de mi bebida—. Ahora vamos a olvidarnos
de ello.
Cuando lo llevo a la habitación, con mi mano en la suya, muy consciente de
su proximidad, su toque, me doy cuenta que nunca he ido por este camino antes,
nunca me he permitido la comodidad de solo dormir junto a alguien, confiar en
ellos. No con un chico. Hubiera salido por la puerta tan rápido, que azotaría la
puerta seriamente. Pero con Boone, es diferente. Sé que no está pidiendo nada que
no pueda dar.
No trata de salvarme de una manera que satisfaga egoístamente una
necesidad para él. No me codicia ni me desea sexualmente, aunque puede haber
algo de eso... pero no está tratando de cambiarme en general. Quiere que esté
sobria y a salvo. Porque piensa que estaré más feliz por ello, no porque sea un
ultimátum.
Honestamente, no sé por qué me eligió, por qué soy la chica que se destacó
del resto, de la que no podía alejarse. Por qué sintió que lidiaría mejor con lo del
cumpleaños de Hunter en mi compañía que con la de cualquier otro.
Con esa comprensión, un enorme sentimiento de culpa aprieta mi pecho. Se
envuelve a mi alrededor con tanta fuerza, que lucho por respirar. El fuego se
arremolina en mi estómago, proveniente del vodka que viaja por mi torrente
sanguíneo, encendiendo mis venas, mis miembros. Mi cara está ardiendo, y un
foso se escava dentro de mí.
—Acuéstate a mi lado —dice Boone, con voz distante, haciendo señas.
Me duele el corazón, y no puedo negarle su pedido. Me deslizo en la cama y
apoyo mi cabeza en la almohada, con él a mi lado. Sus ojos trazan los rasgos de mi
cara, sus parpados parpadean para cerrarse, pesados por el alcohol.
No quiero reconocer mi propio dolor; el recordatorio de Dar en el
cumpleaños de Hunter. Dos personas que nos fueron robadas, de la vida. Pero es
188

una conexión muy profunda. Algo que no puedo echar como una lección de vida.
Vivida y aprendida.
Página

La mano de Boone sube y sus dedos acarician lentamente mi mejilla, luego


mi frente, empujando mi flequillo lejos de mis ojos. Desliza mi cabello detrás de mi
oreja, descansa su mano en mi cara. Su palma se siente cálida y callosa. La fricción
alcanza mi sangre; un profundo deseo por él. Para que continúe tocándome.
En contra de mi mejor juicio, y voy a culpar al vodka luego, me inclino hacia
él y presiono mis labios en los suyos.
Por un segundo, pura conmoción hace que mi corazón revolotee y dé un
vuelco. Él también se sacude. Puedo sentirlo en su cuerpo tenso, encerrado y tieso,
en sus músculos flexionados. Luego, se relaja contra mí, su mano acerca más mi
cara, moviendo sus labios contra los míos.
Nuestros cuerpos se alinean, y él respira profundamente por la nariz; su
aliento caliente acaricia mi piel mientras me consume dentro de su beso. Y cuando
su lengua se desliza tentativamente a lo largo de mi labio inferior, probando,
degustando, envuelvo mi brazo alrededor de su cintura, permitiéndome acercarme
aún más a él.
Luego el beso se vuelve hambriento y suave a la vez. Lento y caliente.
Apresurado y paciente. Se abre paso por todo mi cuerpo con un satisfactorio dolor
de deseo, anhelo.
Pero me alejo muy pronto, sabiendo que tenemos que dormir y empezar de
nuevo. El efecto nebuloso del alcohol a primera hora de la mañana, justo después
de una noche de fiesta, nos está afectando rápidamente. Y por él, no voy a permitir
que hagamos nada de lo que nos podamos lamentar más adelante.
Lamo mis labios y susurro—: Descansa. —Sus ojos se cierran antes que los
míos.

El sabor de Boone continúa fuertemente en mis labios y mi mente cuando


despierto. Parpadeo para abrir mis ojos, y una sonrisa estúpida ya curva mi boca.
Pero mi respiración se detiene en mi pecho mientras vislumbro a Boone
dormido, con la mano en la almohada cerca de la cabeza, y una fotografía
enganchada entre sus dedos.
189

Ya tengo una idea de lo que voy a ver cuando me levanto para ver mejor,
pero nada me prepara para la conmoción total a mi sistema. Nada.
Página

Un hermoso y regordete bebé vistiendo un suave gorro de lana azul, con


mejillas regordetas y un solitario hoyuelo, sonriendo a la cámara. Tiene solo unos
pocos meses de edad, tal vez. Es decir, no lo sé. No sé nada acerca de bebés. Podría
tener seis meses... pero cuando todo se asimila, mi cerebro nublado y con resaca
comienza a hacer los cálculos, haciendo que todo encaje en un conmovedor hecho.
Sin aliento, bajo la mirada hacia Boone. Mi mirada viaja de ida y vuelta,
entre la imagen del bebé Hunter y el hombre en mi cama. Me arrepentiré tanto de
confirmar esto, pero con lentos y vacilantes movimientos, en un intento de no
despertarlo, deslizo la imagen de sus dedos. Le doy la vuelta.
Hunter Boone Randall.
Mierda. Se me revuelve el estómago, y pongo la palma en mi frente. Mareos
y deshidratación quitan todo razonamiento de mi cerebro.
Pensé que Hunter era su amigo... tal vez un hermano, incluso. O, infiernos,
incluso pensé que era un amante en algún momento. Y entonces cada cosa egoísta
y destructiva que he hecho alrededor de Boone entra en mi mente.
Este hombre, que ha experimentado un dolor que nunca podría imaginar,
de alguna manera halló una manera de continuar sobrio en este mundo de mierda,
y me burlé de él. Lo tenté. Bebí y me drogué delante de él. Él lo tenía resuelto, el
cómo mantenerse controlado, y anoche... lo arruiné completamente. Fui como una
explosión, aterrizando directamente en su mundo y destrozando su seguridad.
Soy un pedazo de mierda.
La vergüenza me llena, abrasándome, sofocándome.
Me deslizo fuera de la cama y agarro mi bolso cruzado, rellenándolo con
prendas aleatorias de ropa. Caminando hacia el baño de puntillas, arrojo todo lo
que pueda caber en la mochila. Agarro más ropa y mis botas en mi camino a través
de la sala de estar, luego engancho mi teléfono y el cargador.
Ni siquiera le echo un último vistazo a Boone, aún dormido, inconsciente,
antes de que me vaya como un rayo del apartamento.

190
Página
Y mis heridas se reabren, rasgadas y saladas

Traducido por Miry GPE


Corregido por Vane Farrow

Boone
Mi cabeza se encuentra desgarrada en las uniones, y el sol sangra dentro de
mi conciencia, sacándome de la pacífica inconsciencia.
Me incorporo rápidamente en la cama; pero no es la mía. Y por primera vez
desde que puedo recordar, no despierto en el tormento de la pesadilla. El cuerpito
sin vida de Hunter, extendido en esa enorme camilla de acero. El agujero negro me
agarra mientras lo miro fijamente, pálido y roto. Tan pequeño e indefenso. Solo un
bebé. Mientras trato de racionalizar de alguna manera el horror. Para que no sea
cierto.
Paso las manos por mi cara, sacudo la cabeza una vez, tratando de despertar
completamente. Estoy tan acostumbrado a la pesadilla, viviéndola cada noche,
cada mañana, que me siento casi culpable por no tenerla hoy.
Luego entiendo con perfecta claridad que estoy fuera de mi elemento. En la
cama de Melody, y que tomé un montón de Jack Daniels. Una respiración pesada
escapa de mis pulmones. Por supuesto, no sueñas cuando caes noqueado por el
alcohol. Sin embargo, por eso lo hice, ¿cierto? Por eso me emborraché cuando
desperté en el ataque de la pesadilla; habría sido el primer cumpleaños de Hunter,
191

una realidad tan desesperante que ya no podía manejar más el doblarme sobre mí
mismo.
Página

Planeé ir a Nickel a pasar el día. Pasar todo el día y la noche arrastrándome


a un estado de coma. Pero entonces... miré a Mel. Sus desnudas piernas cremosas
tan hermosas, su pecho subiendo y bajando mientras dormía. Sus mechones color
borgoña y negro cubriendo su rostro, sus ojos moviéndose bajo sus párpados
mientras soñaba.
Y no podía hacerlo. A ella no.
Comprendo que aún no somos nada. Pero significa más para mí que
cualquier otra persona en mi vida. Y a pesar de que no rechaza el mundo por
completo —como lo hago yo— de alguna manera sé que también quiero significar
algo para ella.
El pensamiento de su rostro marchitándose por el dolor mientras miraba
mis moretones y cortes, el dolor que me infligí convirtiéndose en suyo... por
primera vez, no quería perderme en una pelea.
Pero joder, tampoco quería enfrentar el cumpleaños de Hunter,
dolorosamente consciente.
Un momento de debilidad. Un segundo de duda. Y me puse en acción.
Equivocado, pero me evitó causar dolor a alguien que me importa.
Saliendo de la cama, me murmuro—: Día uno. —Comenzando de nuevo. Mi
récord de racha de sobriedad se va por el inodoro, junto con mi orina de la
mañana. Bajo el inodoro y noto las botellas y cintas para el cabello esparcidos
alrededor de la pequeña habitación.
El pánico se apodera de mí, abro la puerta y grito—: Melody…
Sin respuesta. Sacudiendo la cabeza, convoco los borrosos recuerdos de
antes. Ella diciendo que tenía que trabajar. Pero espera, no, antes dijo que tenía el
fin de semana libre. Encuentro mi teléfono. Sin llamadas. Sin mensajes de textos.
Miro la hora: 15:32. Demonios, ya es tarde. Dormí todo el día.
De regreso en el dormitorio, mi miedo empieza a desvanecerse hasta que
veo la fotografía de Hunter que guardo en mi cartera. Camino más lentamente
ahora, hacia esa fotografía y la comprensión de por qué me encuentro aquí solo.
Estoy bloqueado por el miedo mientras simplemente miro, deseando que mi
cuerpo se mueva. El malestar se esparce a través de mí, pero lo controlo y tomo la
fotografía. Miro durante mucho tiempo y con dificultad el regordete rostro de
Hunter, sus ojos azules, sintiendo el dolor empezando a derrumbarme, luego la
192

meto en mi cartera.
Página

Camino a la cocina, me sirvo un vaso con agua, lo tomo y me sirvo otro.


Intentando frenar la deshidratación que se apodera de mi cabeza y cuerpo. Así
puedo pensar. Apoyado en la encimera de la cocina, razono que probablemente
ella se fue. Cansada de verme dormir. Vio la fotografía y comprendió todo, supo la
verdad de lo condenadamente jodido que estoy.
Anoche le dije que me culpaba por la muerte de Hunter. Creyera o no en sus
palabras, trató de convencerme de que no era mi culpa; ahora estoy seguro que ella
no cree en esas palabras.
¿Quién demonios podría estar en algún lugar cerca de un jodido enfermo
que pierde a su hijo?
Sin embargo, eso no detiene mi intento desesperado por ponerme en
contacto con ella. Trato de llamarla, dejándolo sonar siete veces antes de colgar y
empezar a enviar un mensaje de texto rápido... pero mis pulgares se quedan sobre
la pantalla, congelados.
Odio esto. Todo el asunto de nuevo. El no saber qué estupidez hice o dije
mientras estaba hecho un desastre. No he tenido que lidiar con nada de eso por un
tiempo. Y especialmente no quiero enviarle a Mel un mensaje de texto con una
disculpa vacía.
Guardando mi teléfono en el bolsillo, encuentro mis botas cerca del sofá. Me
las pongo, luego me voy sin molestarme en atarlos, y recorro el estacionamiento
hasta donde aparqué mi motocicleta. Coloco el casco sobre mi cabeza y pongo el
motor en marcha, pero esta vez el rugido que normalmente me tranquiliza, eleva
mi ansiedad.

Nickel se encuentra escondido en el camino hacia un antiguo vecindario al


otro lado de St. Augustine, lejos de donde residen las personas decentes de la
ciudad.
Es húmedo y sucio. Y ahí es donde voy cuando mentalmente discuto
conmigo, tratando de auto-convencerme de no pelear esta noche. O sí pelear.
Mientras Turner las tiene programadas. Sin embargo, hice esa petición. Soy el que
le dijo “hay que hacerlo”.
193

Tal como Jacquie tan elocuentemente lo dijo: No planeaba apartarme esta


noche. Esta vez no. Yo habría sido escoltado en una camilla, o en una bolsa para
Página

cadáveres.
Pero eso fue antes de anoche.
Ahora, lucho con ese maldito degradante mensaje de texto a medio escribir,
intentando encontrar las palabras para expresarle a Melody... Mierda. No sé qué
decirle. Debí decirle toda la verdad sobre mi hijo antes de este momento. Antes de
que descubriera todo por su cuenta.
No estoy seguro de que el resultado hubiera cambiado. Seguiría sin querer
nada conmigo, pero era lo correcto. Me siento disgustado conmigo. Toda la mierda
sobre la que predico —honestidad, seguir los pasos, ser dueño de tu propia
mierda— y le fallé completamente.
En cambio, cambio el teclado de la pantalla y voy a mis contactos. Estoy
desesperado.
La voz de Jacquie se escucha por el auricular. —Boone, ¿estás bien?
Mi voz queda atascada en mi garganta. Nunca le había tomado la palabra a
Jacquie de llamarla si la necesitaba, pero en este momento, lo hago. Necesito a
alguien que me tranquilice.
—La perdí, y ni siquiera lo entiendo, Jacquie. —Tomo una respiración,
encontrando mi resolución—. Ni siquiera lo buscaba. Ella estaba ahí, y no pude
evitarlo. Quería el derecho de tener una oportunidad con ella.
—Boone, disminuye la velocidad. Primero dime si estás bien.
Odio causar el pánico en su voz. Jacquie no se merece el estrés, después de
todo lo que ha hecho por mí. —Sí, estoy bien. Me encuentro bien. Solo que la fecha
de hoy...
—Mierda —exclama. Y mis cejas se elevan—. Lo siento mucho. Lo tenía
marcado en mi calendario para recordarlo... Boone, lo siento mucho. ¿Dónde estás?
¿Te puedes reunir conmigo en algún lugar?
Paso mi lengua por los labios; mi boca se encuentra seca, y una punzada de
culpa golpea mi pecho sabiendo el por qué estoy aún tan deshidratado. —Jacquie,
lo arruiné. No le dije a Melody la verdad, aunque me dijiste que debía hacerlo. Que
cuente la historia real. Creo que está muy molesta, y no quiero que haga algo o
vaya a algún lugar donde podría meterse en problemas. No por mi causa, no por
mi estúpida mierda.
194

Alejo el teléfono de mi oreja por un segundo para tratar de recomponerme y


ordenar mis pensamientos. —Mira, solo necesito un favor. Necesito que encuentres
Página

su información, quien es su oficial de libertad condicional, y asegurarte que está


bien. Que no salió de la ciudad o algo así.
—Melody... ¿Te refieres a Melody Lachlan?
—Sí. —Miro alrededor del patio, hacia los autos que empiezan a llenar los
espacios de estacionamiento—. ¿La conoces?
—Boone, sabes que no puedo revelar…
—Lo sé. Solo hazme saber de alguna manera si es tu caso.
Un segundo, luego: —Lo es. Escucha, no puedo hablar de ella, pero lo que
puedo decir es que no creo que tengas de qué preocuparte. Ella es bastante dura,
puede cuidarse sola. —Hace una pausa—. Pero estoy preocupada de que ustedes
se involucren, Boone. No soy la terapeuta de ustedes, y no quiero meter mi nariz
en eso, pero te conozco, y aunque solo me he reunido con ella un par de veces, no
sé cómo…
—¿Cómo funcionará entre dos adictos que pueden o no ser responsables de
la muerte de un ser querido? —Mi corazón se desploma directo a mis botas. Todo
esto se hallaba condenado desde el momento en que acorralé a Mel en Stoney.
Escucho a Jacquie suspirar por el receptor. —Eso no es del todo lo que quise
decir. Ambos necesitan mucho… —Suspira—. Quiero que ambos se reporten a mi
oficina el lunes a primera hora. Me pondré en contacto con Melody. Me aseguraré
de que todo se encuentra bien con ella, pero necesito que hagas algo, Boone.
Mi mirada sigue a Turner mientras asiente hacia mí y luego entra a la vieja
casa. Le doy la espalda a la multitud y sigo su rastro. —¿Qué?
—Donde quiera que estés, lo que sea que estés a punto de hacer, solo aléjate.
Por un breve segundo, visualizo a Melody claramente en mi mente hallando
la fotografía de Hunter, la repulsión en su rostro, y sé que no puedo cumplir con la
solicitud de Jacquie. Más que nunca, necesito el castigo para compensar el dolor
que causé. Necesito el dolor para equilibrar el status quo.
—Gracias, Jacquie. Me voy, iré a casa. No te preocupes, ¿bien?
Hay un pequeño tirón en su voz, pero confía en mí. —Saldrás de esto,
Boone. Nos vemos el lunes en la mañana.
Guardo mi teléfono en el bolsillo y bajo la mirada al agrietado pavimento de
la calle. Preguntándome qué tan lejos llevé a Melody. Entonces me giro hacia
Nickel y me dirijo a la puerta.
195

Del dolor nace la fuerza.


Página

Demonios, cómo me gustaría que fuera verdad.


La resolución puede cegarte y aun así sanarte.

Traducido por Fany Keaton


Corregido por AriannysG

Melody
Mi juicio pudiera estar un poco erróneo, considerando que solo tuve tres
horas de sueño, y fue uno bastante duro, por cierto. Una noche llena de arranques
y seguido de una borrachera mañanera, no me da mucha confianza en cuanto a
mis decisiones, pero estoy corta de tiempo.
Jesse patea el neumático delantero de la Harley, una costumbre suya para
cuando está nervioso, porque, en serio, patear neumáticos no determinará si la
moto está o no en buen estado. —No es tan sólida como tu última moto, pero es
jodidamente buena para el precio.
No me mira cuando lo dice, guardando su orgullo. No me dejará tener un
buen vistazo del ojo negro que le dio Boone anoche. Solo siento una punzada de
culpa; ayer me dijo algunas cosas de mierda. Pero no voy a sacárselo en cara para
siempre.
Mi disculpa fue un mensaje para Tank. Así que pienso que estamos bien. A
ninguno de nosotros nos gusta arrastrar el drama. El pasado es pasado.
—Estoy de acuerdo —digo. Eso no es lo que me tiene estancada. Sino que
196
me encuentro confundida sobre qué debemos hacer después—. Dile que me la
llevaré.
Página

Miro a Jesse, y él por fin me mira, así que rebusco en sus ojos oscuros. Más
allá del moretón. Más allá del dolor. Él envió un último mensaje de texto,
desesperado por ganar mi atención, y funcionó. Tank conocía a un tipo tratando de
deshacerse de su Breakout, y que estaría en un taller solo por hoy.
Un trato de una sola vez.
A pesar de lo que decida después, voy a necesitar una moto. Es cuestión de
tiempo.
Jesse asiente y se va hacia donde el viejo motorista se encuentra hablando
con Tank. Normalmente me ocupo de mis propios asuntos, pero hoy no tengo
ganas. Y si Jesse siente que esta es su manera de hacer algún tipo de enmienda,
bien. Le dejaré salirse con la suya esta vez.
Pasando mi pierna sobre el asiento, me siento en la cima de mi nueva moto,
probando como se siente. Una inmediata diferencia notada suscita una profunda
tristeza dentro de mí. Falta el asiento personalizado de Dar.
Todo está mal. Mal, pero nunca podrá volver a estar bien.
Antes de que pueda perderme en mis pensamientos, mi teléfono vibra
contra mi trasero. Meto la mano en mi bolsillo trasero. Tengo un dedo listo para
enviarlo al correo de voz, temiendo ver el nombre de Boone en la pantalla. Pero no
es él.
El nombre de mi oficial de probatoria parpadea en sintonía con la vibración.
Además de Boone, en realidad, ella es la última persona con la cual quiero hablar
en estos momentos. Ya sé que me encuentro a punto de violar mi probatoria, sin
importar lo que decida al final. Y no necesito el recordatorio pesado de que estoy a
punto de ser una mujer cazada.
De acuerdo, eso es una exageración. No sé cuál es la consecuencia por violar
mi probatoria, pero me encuentro segura de que no es un viaje a Disney.
Con un gemido, contesto mi llamada—: Hola, Jacquie.
—Melody, te llamo para corroborar y hacerte saber que cambié nuestra cita
programada para el lunes.
Directo al punto. Esta mujer no se anda por las ramas. —Uh, no creo que
vaya a poder ir. Tengo que trabajar. —Y salir jodidamente de aquí.
—Melody —dice nuevamente y escucho la tensión en su voz—. Me han
dado algunas noticias alarmantes y quiero verificar que no sean ciertas.
197

Siento mi rostro arrugarse. —¿Qué noticias? ¿De quién?


—No puedo revelar eso, pero puedo decir que esta persona en particular
Página

está muy preocupada por ti. Creen que consideras dejar Florida. Y sabes que eso
sería una violación a tu probatoria. Serías enviada a juicio nuevamente, y en ese
caso es posible que vuelvas a Stoney Creek, o peor, vayas a prisión por un tiempo.
Mierda. Me siento derecha en el asiento y mi cuerpo completo se desinfla.
Mientras la comprensión de mi pobre realidad se asienta sobre mí, lo que dijo
comienza a entrar sobre mi miedo a estar comprometida. —Espera, ¿quién dijo
esto?
Ante su vacilación, veo rojo. Por supuesto que Boone y yo tendríamos el
mismo oficial. Y claro, ella sería una de las aficionadas de Boone. Me río en voz
alta, ni siquiera escuchando su respuesta. Oh, los destinos. Son unas perras un
poco difíciles.
—Jacquie, no voy a mentir y decir que eso no ha pasado por mi mente —
digo, cortando su discurso—. Pero por favor dile a Boone que esto no tiene nada
que ver con él, ¿de acuerdo? No soy alguien que se pueda establecer.
Se queda callada por un momento. Entonces habla—: Boone y tú tienen muy
pocas posibilidades, seré la segunda en admitirlo, después de ti. Pero no es
imposible, Melody. Él necesita decirte la verdad y sí, probablemente ya debería
habértelo dicho, pero debes saber al menos, que él no mató su hijo.
Estoy sorprendida.
Mi boca cuelga abierta, incapaz de formar palabras coherentes. No puedo
creer que mi oficial esté diciéndome esto sobre uno de sus casos. —No creía que él
lo haya he… —Exhalo, con mi pecho demasiado pesado—. Jacquie, incluso si lo
hubiera hecho ese no es el motivo. Mira, él tuvo un bebé. Un bebé. Un pequeño ser.
Y murió. Ese es el peor tipo de tortura que se puede soportar. Esa pena…. Tiene
que ser un infierno para él.
—Lo es —me interrumpe.
—Claro. No lo puedo arreglar para él. Ni siquiera puedo hacerlo bien.
Infiernos, tengo tanto desorden en mi propia vida, soy lo peor que le pudo pasar.
Es un buen chico, en serio. Y encontrará a una chica que será lo que él necesita en
su vida. Pero ella no soy yo. —Me encojo de hombros, con mi cuerpo totalmente
cargado.
—Es únicamente tu elección, Melody. Es tu derecho.
Siento como si me estuvieran mintiendo de alguna manera, pero no imagino
198
a Jacquie como la chica astuta. Mis propias emociones me confunden. —Gracias.
Escucha, no me voy a ir de Florida —miento, pero por lo que ella sabe, es la
verdad—. Es solo que no puedo seguir por aquí. Volveré a tiempo para nuestra
Página

reunión de costumbre.
Suspira. —Ten cuidado. Te veo la siguiente semana. Y Melody, trata de
hacer algo diferente, como hablamos. Al menos dile las razones. No desaparezcas
sin más.
La línea hace clic, colgada, antes de que pueda responder. Miro al teléfono
en mi mano como si fuera una granada. Esperando que explote y me diezme con la
siguiente llamada. Podría ser de Boone, y todavía así no tengo el coraje como para
escuchar su voz. Decirle cualquier cosa.
—Es toda tuya.
La voz de Jesse me saca del momento y levanto la mirada. Sonríe de manera
diabólica; esa sonrisa que te hace bajar tus bragas. Eso me duele más que todo,
todo lo que tuvimos, se acabó. Y por más difícil que es de admitir, también hay un
cierto nivel de libertad en ese conocimiento. Tengo el derecho de decidir mi futuro.
—Jess, ¿cuánto te debo? —Busco en mi bolso, pero él alza la mano.
—Cubrí el resto. Conserva lo demás.
Mi pecho se aprieta. No quiero deberle nada. —En verdad debería pag….
—Mel, no te voy a dejar. Sé que lo jodí… demasiado. Mierda, ni siquiera
puedo arreglarlo. Nada. —Escucho mis propios pensamientos sobre mi situación
con Boone en las palabras Jesse. ¿Todos los adictos piensan que tenemos control
sobre las personas o sucesos? ¿Qué somos poderosos?
Es que no es cierto.
Pero es aún más difícil hacerte creer en la verdad.
Jess reposa sus manos en el manillar, inclinándose sobre ellos, cerca de mí.
—Lo jodí esa noche.
Sacudo la cabeza, pero él sigue adelante. —Sí. Lo hice. Lo jodí en grande.
Quería hacerte mía tanto que… no pude escuchar un no, Mel. Era y soy un hombre
desesperado por ti. —Traga, el duro nudo en su garganta moviéndose como si
fuera a ahogarlo—. Es solo una excusa patética. No merezco tu perdón, pero
seguro de que moveré mi trasero para ganarlo si solo me das esa oportunidad.
Sujetando su mirada, en este momento, puedo mirar a nuestro futuro. Por
199

una fracción de un segundo, el mundo se detiene sobre su eje, y el destino abre un


portal solo para mí. Nos veo en la carretera, algunos días felices, otros miserables.
Página

Me veo sujetando la mano de Jesse en la sala de emergencias, preocupándome que


esta vez no pueda salir adelante.
Veo más allá, a nosotros discutiendo por cosas ridículas, yo acusándolo de
gastar el dinero para la leche del bebé en una bolsa de droga. El CM siempre
recomendándome estar ahí para mi hombre, necesitando mi apoyo. Y yo, una
madre drogadicta, apenas llegando a las reuniones con los maestros, en tanto mi
hijo me da esas mismas miradas que le di a mi madre…
Y estoy en un túnel.
De regreso al aquí y el ahora, con Jesse ofreciéndome algo que, si no hubiera
sido por los últimos meses, habría aceptado. Pero pasaron cosas. Dar murió. Jesse
sí me violó, alguien en el que pensé que confiaba más que cualquier otra cosa en el
mundo.
Nada en mi vida está seguro de nada.
Qué control pensé que tenía; para detener que las personas me dejaran, me
abandonaran, para dejarlas yo a ellas primero, es puro engaño.
El único control que tengo es sobre mí misma. Mis decisiones.
Con una roca en el estómago, coloco mi mano sobre la de Jesse. Miro a
nuestros dedos entrelazados. —Te perdono, Jess, y te amo, pero nunca podrá ser
de esa manera entre nosotros. Nos destrozará.
Al final, alzo la mirada y veo la resolución en sus ojos. Entiende. —Aun así
te veré en la carretera.
Es una pregunta. La manera de un motorista para afirmar que aún seguimos
siendo amigos. Y no puedo imaginar mi vida completamente vacía de él. —Por
supuesto. Tengo algunas cosas que hacer primero, pero estaré por ahí. Todavía
tenemos que celebrar que conseguiste tu parche completo.
Una sonrisa brillante ilumina su rostro. Se gira para mostrarme, por enésima
vez, el parche del CM. Y ahora, el novato se ha ido. De muchas maneras.
El mensaje para Tank funcionó. Mi voto de confianza en la inocencia de
Jesse, mi apoyo hacia él, absolviéndolo de cualquier responsabilidad, era lo que
quería el CM, más que el hecho de que Jesse y yo nos volviéramos una pareja. Esa
era la ilusión de Tank.
Y a cambio de mi testimonio, Tank juró que ninguna represalia se llevaría a
cabo contra Boone por el ataque a Jesse.
200

No fue un trato fácil. Pero al final, Tank quería a su novato completamente


iniciado más de lo que quería la venganza.
Página

Para mí, pude corregir dos errores. Mi conciencia no se halla totalmente


clara, pero con menos problemas.
—Mel, de acuerdo. Recordaré eso. —Me tira las llaves de la moto con una
sonrisa tensa—. Voy de camino a Hazar para la ceremonia oficial de bienvenida.
Luego… no sé. Solo grita cuando me necesites.
Asiento. —Regresaré allí pronto. Aún tengo algunos asuntos pendientes de
los que encargarme.
Lo dejo abrazarme, quizá por última vez. Sus brazos envuelven mi cintura y
los míos sus hombros. No es una despedida, sino un capítulo menos.
Lo observo caminar hacia Tank mientras aprieto el embrague y golpeo hacia
abajo el pedal de arranque, girando el motor de mi nueva moto. Tank me da una
fija y dura mirada antes de que aparezca una pequeña sonrisa en su rostro. Lo
saludo mientras conduzco lejos, a un camino ya trazado, un destino conocido.

201
Página
Ningún sacrificio es demasiado profundo

Traducido por Fany Keaton


Corregido por SammyD

Boone
Día tres.
Comenzar otra vez sobrio… uno pensaría que cada vez se hace más fácil. Al
haberlo hecho antes, debería estar memorizado. Pero es lo contrario.
Tienes las herramientas, sabes cómo utilizarlas para ponerlas a funcionar,
para reconstruir. Pero se sienten menos efectivas cada vez que tienes que comenzar
el proceso de construcción completamente. Como arrastrar tu trasero al trabajo.
Haces los movimientos, esperando que todo caiga en su lugar.
La culpa se halla ahí. La culpa, el odio a sí mismo, el aislamiento, todo
cuenta. Pero esos no son los cimientos. Son muros que se utilizan para encerrarse
dentro a uno mismo, lejos del mundo.
Mi casa ha hecho bien ese trabajo desde la muerte de Hunter. Dejé de beber,
hice los pasos, construí la casa, pero me olvidé de las puertas y ventanas. Y los
cimientos.
El perdón.
Debes estar dispuesto a perdonarte a ti mismo con el fin de abrirte a la
202

recuperación.
Sé esto de corazón, lo he escuchado repetirse una y otra vez en las
Página

reuniones. Simplemente no se ha sentido relevante para mí. Como si por algún


elemento mágico pudiera llegar ahí sin tener que cumplir ese paso fundamental
dentro de mí mismo.
Funciona por una razón; porque simplemente funciona.
Fuera lo que fuera que habría hallado con Melody, si se hubiera quedado
aquí, no hubiera durado mucho tiempo. Trataba de saltar el paso más grande para
llegar ahí.
Con suficiente castigo, tal vez pueda encontrar la redención. Entonces, tal
vez estaré dispuesto a perdonarme. Hasta entonces, lo mejor es dejarla ir y seguir
hacia adelante. Al menos sé lo que quiero ahora, y eso es algo. Es más de lo que
tenía antes.
Estos pensamientos se arremolinan en mi cabeza mientras me sumerjo un
segundo demasiado tarde, y el puño golpea mi cabeza. Mi mundo da vueltas.
La negrura cubre mi visión.
Tal vez mañana trabaje con esa parte de los cimientos. O ponga algunas
ventanas en la pared. O una puerta principal. Y tal vez le ruegue a Jacquie
misericordia hasta que me revele la dirección de Mel. La encontraré; pero primero
tengo que hallarme a mí mismo.
El pie sobre mi frente acaba conmigo.
Estoy agradecido por el sueño.

203
Página
Solo cuando los corazones egoístas se rompen

Traducido por Mire & Sandry


Corregido por Alessandra Wilde

Melody
La ciudad de Nueva York no es mi primera elección de destino en una
misión de búsqueda de conciencia, pero para este viaje en particular, hay una
persona que puede ayudar.
Por lo último que leí en uno de sus correos electrónicos, Sam se mudó a una
casa de piedra rojiza en East Village, cerca de la Universidad de Nueva York. Hizo
que su deseo de ir a la universidad de sus sueños se cumpliera. Y estoy feliz por
ella, pero me alegro de haberme tomado un minuto para leerlo en sus cartas antes
de recorrer las tierras bajas de Carolina del Sur en su busca.
Casi me puse loca cuando vi sus palabras en negrita: ¡Ciudad de Nueva
York! Santo infierno, ese es un largo camino en moto.
La verdad es que esta visita está desde hace mucho tiempo atrasada, así que
me armé de fuerza para hacer el viaje. La dejé esperando por mucho tiempo, ni una
palabra de mí, sin explicación por mi repentina desaparición, y eso fue algo malo.
Independientemente de si tuviera una razón o no.
Solo deseo no haber salido con una verdadera resaca.
204

Pero Sam merece enterarse sobre Dar en persona, no por teléfono. Ni por
correo electrónico, ni un mensaje de texto. Y necesito alguien con quien pueda
Página

contar para decírmelo con franqueza. Ella es la única otra mujer en mi vida que
considero digna de consejo además de Dar, y tampoco puedo perder a Sam.
Acelerando un poco más, empujo el motor de mi nueva moto más fuerte
mientras subo al puente. El horizonte de la ciudad de Nueva York se abre a mi
alrededor, edificios atraviesan el mullido blanco y azul, elevándose más y más
mientras conduzco sobre el puente. No creí que incluso llegaría al punto medio de
este viaje.
Siempre me he sentido orgullosa del hecho de que era solitaria. Un uno por
ciento. La carretera era mi compañera, y todo ese rollo. Eso es porque Dar fue
siempre más una parte de mí que una persona separada por completo. Esta es la
primera vez desde que me escapé de mi ciudad natal que he viajado a cualquier
distancia real yo sola.
Incluso si tuve que parar un par de veces; conseguir una habitación, alejar el
pánico. Dormir, convencerme a mí misma para continuar; he pasado todo este
viaje sola.
Cuando se hizo demasiado —las ansías de una raya, la necesidad de perder
toda conciencia en una botella— me detuve directo en algún pueblo pequeño fuera
del camino de la ciudad en Virginia, y me hice amiga de esta muy pequeña anciana
que dirigía un alojamiento y desayuno. Su esposo había muerto hace poco, y ella
me preguntó si quería un trabajo.
Me quedé todo el día allí, la ayudé a salir adelante, hice algo de dinero
rápido, y verdaderamente luché con el hecho de si quería irme. Es la primera vez
que no sabía lo que quería. ¿Me quedaría por miedo o porque sería un inteligente y
nuevo comienzo?
¿Tenía miedo de que no pudiera entrar ilegalmente ahí por mi cuenta?
¿Lamentaría violar la libertad condicional, al estar huyendo para siempre?
¿Al evitar Florida como la peste?
Es como si un extraterrestre se hubiera instalado en mi interior, girando y
arrancando palancas en mi cerebro, confundiéndome muchísimo. Con mis propios
sentimientos y pensamientos tan extraños; decidí, finalmente, que si todavía no me
conocía a mí misma, entonces no podría parar allí.
Tenía que seguir.
205
Y ese es un jodido pensamiento aterrador; no conocer tu propia maldita
identidad. Tus verdaderos deseos, necesidades, temores. De todas las cosas en mal
estado en mi vida, pensé que tenía esa cubierta. Pero estoy descubriendo que es la
Página

ilusión, la idea de quien pensaba que era la que proyectaba al mundo.


No la verdadera yo; no estaba lista para mirar tan profundo. Todavía no.
Además, la idea de no volver a ver a Boone me asustó; posiblemente más
que el descubrimiento de Hunter. Si él puede perdonarme por abandonarlo, sin
embargo, no lo sé. No merezco ningún perdón, ni su empatía por mi patética
reacción irracional, pero tengo que verlo, saber que está bien. Eventualmente.
Solo no sé cómo procesar todo; que está de luto por un niño muerto. ¿Cómo
pueden dos adictos en recuperación ayudarse el uno al otro a través de ese tipo de
dolor?
Tengo que arreglar mis ideas antes de poder seguir adelante. Pero quiero la
opción de hacer precisamente eso. Por ese posible futuro para nosotros.
Después de salir del puente, doblo a la derecha por la primera calle y voy a
hacer una parada en una gasolinera. Quiero salpicarme con agua, despertarme,
componerme de alguna manera antes de solo aparecer en la puerta delantera de
Sam.
Dar y yo fuimos a Manhattan una vez, solo por decir que lo hicimos. El
recuerdo es agridulce. Nos alojamos por un par de días en el peor hotel, en un
descuidado y sucio cuartito. Pero lo hicimos funcionar. Como siempre.
Asintiendo al empleado de la caja, me dirijo a la parte posterior de la
gasolinera. Me recluyo en el pequeño baño, en tanto mi corazón palpita fuera de
control. Poniendo la traba, presiono mi espalda contra la puerta. Inhalo, exhalo.
No puedo estar un minuto sin pensar en ella. Y cada vez es más paralizante.
No entiendo por qué me estoy rompiendo ahora, ¿por qué no cuando murió?
Mierda; estaba en shock. Se ha tomado tanto tiempo para finalmente golpearme, y
golpearme como un mazo.
De alguna manera, tal vez, tengo que dejar de buscar esa fuerza evasiva
interior de ella. Tal vez tengo que encontrarla dentro de mí. Se eso se trata esta
misión solitaria. Mientras la tenía a ella para seguir mi ejemplo, yo era fuerte, en
control, valiente. No le temía a nada ni a nadie.
Pero, en realidad, ella era mi base. He descubierto que tengo algunas de
ellas. Dependía de Dar para necesitarme. Mientras tanto, yo tenía un plan. Nunca
más que nuestra siguiente parada, o el siguiente rollo. Nunca planeé nada a largo
plazo, pero podía ser lo bastante fuerte para las dos cuando llegaba el momento.
206

Mirándome en el espejo sucio, quiero golpear a la chica que me regresa la


mirada. Solo atravesar el cristal y estrangularla. ¿Cómo le pude fallar a la única
Página

persona que contaba sumamente conmigo?


¿Cómo no pude cambiar la reacción en cadena antes de que el dominó de
Darla se viniera abajo?
Sencillo.
Porque real, verdadera y honestamente... cuando todo está dicho y hecho,
no tengo la disciplina que Boone tiene para encontrar una nueva forma de vida.
Solo conozco una manera; la mía. Pero ya no funciona.
Con ese pensamiento sombrío, dejo el baño, compro un paquete de
cigarrillos, y despego hacia el único refugio seguro donde puedo estrellarme y
arder.

Alguien me está comprobando a través de la mirilla. Luego la puerta se abre


completamente.
—¡Mierda! —Los brazos de Sam me rodean, tirándome a su pequeño cuerpo
(es más pequeña que yo, si eso es posible) en un apretado abrazo que casi aplasta
el aire de mis pulmones.
Le devuelvo el abrazo, inhalando su aroma lavanda champú mezclado con
el olor a disolvente de pintura y algún otro olor a pintura acrílica. Cuando se aleja,
parpadea para despejar las nuevas lágrimas en sus ojos, y yo ruedo los míos. Para
evitar desgarrarme también. Pero no necesita saber eso.
—Sorpresa —le digo, moviendo mis manos como si acabara de aparecer de
la nada.
—Ninguna mierda de sorpresa. ¿Qué estás haciendo aquí?
Le doy un encogimiento de hombros parcial. —Um, visitándote.
Se ríe y sacude la cabeza, haciendo que su cabello oscuro con flequillo azul a
rayas caiga estratégicamente sobre su frente. Luego pone su mano derecha sobre
ella. —¡Oh, está bien, adelante! Oh, Dios mío, no puedo creer que estés aquí, Mel.
—Me hace señas para que entre en su apartamento, y antes de siquiera atravesar
totalmente la puerta, se vuelve y dice—: ¿Dónde está Darla?
La pregunta me golpea como un puñetazo directo al estómago. El poco aire
207

en mis pulmones después de su abrazo se agota. Tomo una respiración completa


muy necesaria y no me detengo. —Sam, lo siento, no sabía cómo decírtelo antes...
Página

pero Darla… murió.


Sam se pone blanca. La sangre se drena de sus mejillas sonrojadas. Su
delgada boca se abre, se cierra y se abre de nuevo, buscando palabras que sé que
no puede encontrar. De alguna manera, se las arregla. —¿Disculpa? Mel, qué...
¿por qué? —Sacude la cabeza de nuevo—. Jesús. ¿Qué pasó? ¿Estás bien?
Me quito mi maleta y la dejo en el piso de madera dura. Ni siquiera he
tenido la oportunidad de mirar alrededor, pero mientras busco la mejor manera de
contarle todo, echo un rápido vistazo. Pinturas por todas partes. De ella y Holden,
de su viaje; de aquel en el que hicieron funcionar las cosas y de alguna manera se
encontraron el uno al otro de nuevo. Todo está documentado en coloridas pinturas
a lo largo de las paredes de ladrillo, contando su historia.
Y ubicada en un lienzo, una pintura de Dar y yo. No puedo jodidamente
creerlo. Sonrío y me dirijo directamente hacia el lienzo. —¿Es este el espectáculo
Bitchfits? —pregunto, estirándome para tocarlo, pero luego lo pienso mejor. Sin
saber si sus pinturas son sensibles a aceites de la piel o alguna mierda. Lo oí en
alguna parte.
—Sí —dice, con la voz demasiado suave, frágil—. La pasamos maravilloso,
no podía no pintarlo.
—La has capturado a la perfección. —Darla está parada a mi lado en la
barandilla, las tres con nuestras manos levantadas en el aire, y nuestros dedos
formados en los cuernos del diablo. Sus helados ojos azules resplandecen en la
oscuridad de la pintura, claros y capturando la escena, consciente. Viva.
Envuelvo los brazos alrededor de mi pecho apretado y enfrento a Sam. —Es
hermoso. Tienes mucho talento, chica.
Sam no responde. Camina hacia mí y enlaza sus brazos alrededor de mí una
vez más, y antes de que pueda procesarlo, me estoy rompiendo en sollozos. No
hay palabras. No hay explicaciones. Solo aceptación.
Lloro hasta que el dolor me consume, convirtiéndose en una entidad viva y
aparte que me devora, hasta que es todo lo que queda por sentir.

Sam pone una taza de café frente a mí en la pequeña y tambaleante mesa. Su


208

lugar es genial; chica elegante de universidad. Muebles baratos y algunos solo


recogidos directo de la esquina de la calle. Piezas de motor de Holden —cabeceras,
Página

tapones, carburadores— convertidos en arte a lo largo de las paredes. Una


colección mixta de arte y modernismo y vuelta en comedia romántica.
Este lugar es tan propio de ellos.
De alguna manera me las he arreglado para contarle toda la historia a Sam
sin hacer acusaciones contra Boone. Bueno, puede ser que lo haya llamado un
vendedor ambulante de moderación en un momento dado, pero fue al principio de
la historia. Se me permite hablar un poco mal de él en alguna ocasión. Me
mantiene... a mí. Real.
—Por mucho que quiero encerrarte y guardarte para mí —dice Sam,
tomando su taza de café cerca—, porque soy así de egoísta, ya sabes lo que tienes
que hacer, Mel. No necesitas que yo te diga eso. Tienes que volver. Y pronto. —Sus
ojos se agrandan para acentuar su punto—. Quiero decir, infiernos, puedes hablar
con esa oficial de libertad y estoy segura de que lo entenderá. Trabajar en algo
donde no tienes que volver a rehabilitación o la cárcel. Esas personas quieren
ayudar a los... adictos, no castigarlos.
Le doy crédito por solo ligeramente tropezar con esa palabra. Pero al menos
también lo mantiene real.
Asintiendo, digo—: Estoy segura de que lo haría. Sí.
—Y tienes que enviarle un mensaje a Boone pronto —insiste, sin perder el
ritmo—. Mel, este chico es guau. Intenso. Odio decirlo, pero es como tu igual. Te
reta. Y por mucho que te quiero, y sabes que lo hago, tienes que admitir que no
conectas con chicos que son mucho más que un desafío. Es una cuestión de
seguridad contigo. Nadie se acerca, y así no te quemas.
Así es Sam. Franca. Directa. No se retiene. Pero es por eso que estoy aquí.
Para obtener la verdad sin filtro. Sin embargo, no siempre fue así de segura de sí
misma; tuvo una tonelada de basura de cosas que averiguar, y de lo poco que me
ha dicho de lo que ha estado pasando con ella, sigue trabajando a través de ese
proceso. Pero la mujer fuerte que siempre vi en ella desde el principio, la que
enfrascaba en el fondo, está finalmente saliendo la superficie.
—Es por eso que estoy tan asustada de él —admito, abrazando mis piernas a
mi pecho—. Mira, no trato de traer cosas malas, pero ya sabes lo que puede hacerte
ese tipo de pérdida. —Por un segundo, vislumbro el pánico fugaz en sus ojos, la
lucha que tuvo que soportar después de la muerte de Tyler, su prometido. Pero lo
reafirma rápidamente—. Boone perdió a su hijo, Sam —continúo—. Su pequeño
209
bebé. Él debe estar allí afuera ahora en alguna pelea, consiguiendo que le den una
paliza. Está... sufriendo. Me aterroriza que yo aumente ese dolor. Estoy tan mal.
Tan jodida. Yo solo... —Bajo las piernas y pongo mis manos sobre mi cabeza,
Página

tratando desesperadamente de sacar las palabras de mi cerebro—. No soy lo que


necesita. Puede que tome la vida a la ligera, la trate como si fuera un paseo largo,
pero la verdad es que en realidad me importa si mi huella en este mundo hace que
alguien más sufra. No quiero eso.
Sam inclina la cabeza, sus ojos escudriñan en contemplación. —Sabes, para
alguien tan poética y mundana, alguien que se esfuerza por ser comprendida como
si se conociera a sí misma, no te ves a ti misma bajo la verdadera luz, Mel. Esa es la
mejor parte de ti, o al menos una de los mejores. Escucha, vas a hacerle daño, y él
va a hacerte daño. Eso no se puede evitar.
Suelto una pequeña y forzada risa. —Pensé que se suponía que me harías
sentir mejor.
—Oh, no —dice, dejando su taza sobre la mesa, y poniéndose luchadora—.
Vas a escucharme decir las cosas como son. El corazón quiere lo que el corazón
quiere, ¿recuerda eso? Me lo dijiste una vez, y ahora es mi turno de devolverte el
favor. Siempre he tenido fe en que finalmente atravesarías tu duramen.
Ante mi expresión confusa, suspira, luego se mueve hacia el sofá para
sentarse a mi lado. —Antes de su cumpleaños, Darla me llamó. Estaba volviéndose
loca. Se encontraba en una pelea con este chico Crank o algo, y dijo que se cansó de
dar tanto de sí misma a los perdedores que nunca serían “el indicado”.
La luz pasa en mi cabeza; recuerdo vagamente el drama de Dar sobre Crank,
y yo tratando de convencerla que lo supere. Siempre se enredaba con estos chicos,
perdiéndose en ellos, y me dolía verlo. Pero siempre fue su elección, y yo... diablos.
Siempre me convencí de permitirle algo de privacidad, pero en realidad, ¿alguna
vez quise que se estableciera con un buen tipo?
Ahora sé que la necesitaba más de lo que ella me necesitaba.
Aunque pensaba que ella y Jesse podían hacer que funcionara, no estoy
segura de a quién beneficiaría eso más. Podría haberse cuidado bien ella sola, o
finalmente no me dejaría. Con Jesse, ella siempre me necesitaría todavía de alguna
manera, siempre permanecería cerca.
Mierda, me siento aún peor. El premio a la peor mejor amiga va para mí.
Sam nota mi monólogo interior con una expresión de dolor. —Me estoy
yendo de tema. Rebobinemos. —Extiende su mano, desliza su dedo debajo de la
210
cadena de plata alrededor de mi cuello y engancha el talismán. Luego traza el
pequeño árbol entre su pulgar e índice.
Página

Mi mirada capta el tatuaje del árbol muerto en la muñeca de Sam. Las ramas
desnudas llegan hacia su antebrazo. Cómo me perdí la conexión entre el talismán
de Darla y Sam, no lo sé. Estaba tan perdida en mi propia negación emocional. En
la muerte de Dar, en la participación de Jesse, de la mía. De todo.
Es un milagro que mi psique no se fracturara la primera noche de
abstinencia en rehabilitación.
—A lo que quiero llegar, es que le envié esto a Darla con un recordatorio de
lo que hablamos.
Ante mi mirada confusa, sonríe, solo que está llena de tanto dolor. —Hace
un tiempo —dice—, me di cuenta de este vínculo entre los árboles muertos y yo.
Holden se había imprimido él mismo tan profundamente en mí que, no importaba
cuanto tratara de ser la mujer que no lo amaba, que no se rompía cuando pensaba
en nosotros, todo lo que hice y todo a mi alrededor parecía resonar con la muerte
dentro de los árboles que tanto amaba. Pero... realmente, no fue una muerte la que
nos unió. Amaba a su hermano. Me preocupaba tanto por Tyler, como mi mejor
amigo y amante, y podríamos haber hecho una vida juntos. No hay una verdadera
persona para nosotros, ni una especial alma gemela. Podemos encontrar diferentes
niveles de amor y comprensión y conexión en un millón de maneras diferentes,
con cualquier número de personas.
Hace una pausa, permitiendo que el árbol de plata caiga de sus dedos.
Coloca una mano sobre mi regazo, y envuelve sus dedos alrededor de los míos a lo
alto de mi muslo. —Pero estaba destinada a amar a Holden, y él estaba destinado a
completarme de una manera sin igual. Después de que murió Tyler, pensé que era
como el duramen de un árbol, la parte muerta. Pero hay un duramen muy especial
que es cualquier cosa menos muerta; vive. Una anomalía de vida que florece en
medio de tanta descomposición, putrefacción y ruina. La destrucción acabando el
árbol no toca esto. Se defiende y gana. Incluso prospera. Y la recompensa es algo
tan sorprendente que la naturaleza tiene que parar sus manos del tiempo solo para
reconocer a ese maravillosamente obstinado árbol.
No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que un cálido goteo baja por
mis mejillas. Son lágrimas silenciosas, un dolor profundo tan dolorosamente crudo
en mi pecho con el que tengo que luchar para respirar. Pero cuando llega el aliento
frío, una iluminación pura se derrama sobre mí, liberando. Liberándome de una
manera tan simple.
—Y dicen que yo soy la poeta. —Sonrío, mientras la humedad en mi cara se
extiende por las grietas de mis labios. Las limpio, y la mano de Sam sigue a la mía.
211

Ligeramente apropiándose de mi mejilla.


—¿Podrías amar a Boone? —pregunta. Siento que mi corazón da una patada
Página

a mi pecho ante sus palabras—. ¿Hay alguna manera de que con el tiempo todo
este dolor y auto-abuso que ambos se infligieron, la muerte que ha tomado mucho
de sus vidas, podría recuperarse en un duramen vivo?
Lamo mis labios agrietados, desesperados por la humedad escapándose de
mis ojos. —No es imposible. Creo que podría aprender a amarlo de la manera
correcta. Y tal vez él podría incluso curarse lo suficiente como para amarme
también.
Los ojos de Sam imploran. —Entonces es el momento de abandonar a los
fantasmas —dice, asintiendo hacia mis brazos. El rastro de las bien nacidas marcas,
algunas desvanecidas, algunas nuevas—. El tuyo es solo un poco más figurativo
que el mío. —Me da un guiño.
Y a pesar de la gravedad de su declaración, porque yo, literalmente, soy
testigo de la batalla de su fantasma, encuentra la manera de remover e incluso
aclarar el significado para mí. Tengo fantasmas. Me clavo la aguja en el brazo,
aspiro la raya de coca en la nariz, llevo la bebida a la boca, tratando cada día de
hacerlos desaparecer.
Para engañar a mi existencia desolada en la creencia de que es cualquier
cosa menos decaída. Viajo duramente. Vivo duramente. Lucho contra mis
demonios con obstinada determinación pura y no voy a sucumbir. Pero estoy tan
cansada de luchar...
Después de perder a Dar, esa lucha que nació de la valentía se transformó
en una guerra de rabia que me va a poner a dos metros bajo tierra. No puedo
ganar. No con las armas con las que me equipado. Son auto-destructivas.
—Tengo que llamarlo —digo de repente—. Lo dejé, simplemente me fui.
Debe pensar que es su culpa. Que no podía aceptarlo, o que no podía hacer frente a
su nivel de dolor.
Sam se sienta de nuevo, exhalando un largo suspiro. —Es necesario que lo
llames porque, sinceramente, debe pensar que lo culpas por la muerte de su hijo,
Mel.
Siento que mi rostro palidece. —¿Qué? Sé que no es responsable.
Levanta las cejas. —Por la forma en que te largaste, con lo último que te
admitió y luego viendo esa foto... sí. Creo que esa es una suposición segura.
Una sensación nauseabunda irrita mi estómago. Me trago el dolor horrible
212
descendiendo por la fosa. Antes de que pueda torturarme por más tiempo, me
dirijo directamente a mi mochila y hurgo en busca de mi teléfono. No hay mensajes
de él. Ni llamadas.
Página

Escribo un mensaje rápido: Lo siento. Coge el teléfono.


Entonces me desplazo por mis contactos y marco su número. Reboto con
nervios en las puntas de acero de mis botas, cada timbrazo aumenta mi ansiedad
otro escalón. En el décimo timbrazo, suena la voz del correo—: Te has puesto en
contacto con Boone, ya sabes qué hacer. Bip.
—Hola, ojalá pudiera cambiar la otra mañana. No fuiste tú, fui yo... Sí, lo sé.
Lo sé. Pero tan pobre como suena, es la verdad. Voy a volver. Tenemos que hablar,
¿de acuerdo? Yo...
Lo siento. Te echo de menos. No quiero haber jodido lo único real en mi vida...
Todas estas palabras son reales, pero no voy a dejarlas salir de mi boca. Odio los
correo de voz. En lugar de eso, termino con un—: Te veré pronto.
Tan pronto como golpeo el botón de finalizar la llamada, se abre la puerta
del apartamento. Y entra Holden.
Sacándome de mis pensamientos mórbidos, le sonrío. —Bueno, si es el
amante. —Primero sus ojos azules se ensanchan, entonces su sonrisa se pone al día
para que coincida.
—Chica motera —dice a modo de saludo—. Tanto me has echado de menos,
¿eh? Tenías que darme caza. Te lo dije, Sam no va a hacer un trío.
Una verdadera risa se me escapa mientras se acerca y envuelve sus brazos
musculosos y tensados alrededor de mí en un fuerte abrazo. Después de liberarme,
da un paso atrás y me mira, evitando la pregunta obvia en cuanto a donde se
encuentra mi compañera. Sam le debe haber dado una pista vía mensaje de texto.
Y realmente, Holden es del tipo silencioso. Al extremo. Pero aprecio su falta
de habilidades de comunicación en este momento. El que mis emociones se hayan
escurrido, y que Boone no conteste mi llamada ha agotado el resto de mi
bravuconería que se debilita rápidamente.
Mientras Sam y Holden juntos traman algún tipo de almuerzo rápidamente,
me estrello en el sofá, incapaz de dejar de mirar a escondidas el teléfono cada
minuto, casi rezando por un mensaje de Boone.
Una corazonada me hace saltar del sofá. —No puedo esperar más —digo, y
Sam y Holden se dan la vuelta para mirarme, con sus manos quietas en el proceso
de hacer sándwiches—. Tengo que volver allí. Algo no se siente bien.
Sam asiente hacia Holden, y comparten una especie de acuerdo tácito. Ella
213

me mira. —Vamos, entonces. Coge tu equipo.


Eso fue rápido. Tal vez demasiado rápido. —Espera... ¿qué? Me va a llevar
Página

un par de días. O, posiblemente, uno, si no hago ninguna parada innecesaria. Me


tengo que recuperar primero antes de hacer ese recorrido de nuevo. —Maldita
Florida.
—No vas a montar la moto —dice Holden, caminando hacia la mesa cerca
de la puerta. Agarra sus llaves—. Vas a volar. Nuestro regalo.
—Vaya. —Levanto mis manos—. Chicos, estoy muy agradecida, de verdad,
pero no puedo simplemente dejar mi moto en Nueva York. —No después de que
finalmente consiguiera una nueva. Pero maldita sea, Boone. No puedo no saber
qué diablos está pasando con él.
¿Por qué demonios me largué así? La culpa está empezando a acumularse
cuando Sam interrumpe mis pensamientos taciturnos. —Deja de atormentarte. Ya
has hecho bastante de eso, es el momento de que te muevas, Mel. Holden y yo
podemos ir en tu moto en unos días cuando cerremos la tienda. Planeábamos unas
mini vacaciones, de todos modos. —Ella le sonríe, y mi pecho se aprieta.
Un día, yo podría tener ese tipo de comunicación, ese tipo de comprensión,
de la forma en que la tienen ellos. Y ya la podría tener con Boone... si no lo hubiera
echado todo a perder.
Aprieto los dientes y muevo la cabeza. —Muy bien —digo, a pesar de que
mi alma está gritando. La última vez que dejé a alguien más mi moto, terminó...
simplemente terminó. El pánico estalla dentro de mí, pero lo aprisiono, exigiendo a
mis miedos que renuncien su control enloquecedor sobre mí.
Tengo que confiar. Realmente confiar. Tengo que dejar entrar a la gente que
conozco que se preocupa por mí. Por mucho que amara a Darla, y por mucho que
fuera una parte de mí, todavía me contenía, incluso con ella. Este cambio no va a
venir con facilidad, pero maldita sea, va a venir.
Con esa liberasión final de voluntad, sigo a Sam y a Holden por la puerta.
Estamos fuera y nos dirigimos hacia la camioneta de Holden antes de que pueda
darme la oportunidad de volver atrás.

214
Página
Repara y remienda, la fisura avanza

Traducido por Miry GPE


Corregido por Mire

Boone
Sin comprobar las notificaciones, apago mi teléfono y lo guardo en mi
bolsillo. Los mensajes de Jacquie empezaban a debilitar mi resolución. Me
sorprendió que no enviara a alguien a cazarme, no es que siga teniendo reuniones
obligatorias, pero la audiencia previa al juicio para resolver el incidente del tipo
Miata es esta semana. Y no he vuelto a comprobarlo con ella ni una vez.
No quiero escuchar la preocupación o el miedo en su voz.
Stoney tampoco ha visto mi cara desde la semana pasada. También es una
buena cosa. No sería capaz de lograr hablar con todos esos ojos recorriendo los
moretones y cortes. Demonios, de todos modos no sería capaz de soportarlo por
mucho tiempo. No con la paliza que he soportado los últimos días.
Mejor esperar hasta que las cosas se calmen. Pronto, estaré demasiado
golpeado para pensar, luego llegará la paz, la aceptación. Y más tarde la
reconstrucción. Arrastraré mi trasero de nuevo a Stoney, le pediré disculpas a
Jacquie, y tomaré cualquier castigo que venga hacia mí.
Pero ahora, paso por debajo de esta cuerda y me muevo hasta que queman
215
mis brazos. Consigo noquear los locos pensamientos en mi cabeza hasta que se
encuentren maltrechos y rotos, antes de que corten mi cabeza y la abran del todo.
Me siento tan cansado de pensar en Mel, en Hunter, una solución... de todo.
Página

Solo quiero que se detenga.


Turner golpea la cuerda y ladea la barbilla; mi señal para iniciar mi marcha
hacia el ring. El anunciador en medio de la alfombra grita a la multitud: ¡El
Cazador!, y los gritos, aplausos, las manos empuñando dinero elevadas en el aire,
todo se desvanece en el fondo de mi mente.
Mis manos se flexionan, probando la cinta, mientras subo al ring. El chico al
otro lado con la capucha cubriendo su rostro es enorme. Una bestia. Encorvado en
su silla, solo puedo distinguir su forma de más de un metro ochenta, bastante
amplia. Cuando se pone de pie, noto que soy algunos centímetros más bajo.
Maldición.
Esto dolerá.
Estiro los brazos, balanceándolos frente a mí y a mis lados, adelante y atrás.
Aflojándolos. Al mover mi cabeza de lado a lado, siento el jalón de la tensión que
llena mi cuello. Mi cuerpo ha sido empujado al límite antes; pero no así de duro.
Sin tantas peleas tan cercanas en cuestión de días.
Solo una más.
Suena la campana, y el peleador se acerca a mí antes de que me ponga en
guardia. Mis brazos suben por encima de mi rostro una fracción de segundo
demasiado tarde, y el puño se estrella contra mi mejilla. Mi cabeza se mueve
bruscamente hacia un lado, y oigo un pop en mi cuello. Siento la insoportable
quemadura recorrer un lado de mi cuerpo.
Estoy congelado en el lugar. El dolor es una telaraña al rojo vivo viajando
por mis venas. Luego, la rabia atrapa un atisbo de derrota, y me lanzo hacia
delante. Dejando el dolor acurrucarse y desvanecerse en la lona.
Mis puños entran en acción. Uno, uno dos. Sien, golpe corto. Costilla,
gancho. Soy una máquina sin proceso de pensamiento. Pero en lugar de números y
código binario corriendo por mi pantalla, mi visión se centra en la sustanciosa piel
de mi oponente; demolición. Furia. Destrucción.
Los gritos alentadores dentro y fuera de mi oído, envuelven el escenario,
mientras mi línea de ceros se centra en el fornido luchador. Su rostro luce tenso por
la frustración mientras se balancea, tratando de evadir mis golpes. Buscando el
golpe perfecto para contraatacarme.
Y cuando lo encuentra, golpea. Duro.
216

Su puño llega al ya sensible lugar justo debajo del costado izquierdo de mi


caja torácica. Dos veces. Dos rápidos y consecutivos golpes que me hacen tambalear.
Página

Un gruñido escapa de mi boca en una dura maldición que me sigue a la lona.


Envía su pie al mismo lugar, sacando el resto del aire de mis pulmones.
Jadeo, aspirando aire caliente como fuego, tratando de no desmayarme. Pero aún
no he terminado. La rabia no permite que se termine de esta forma; aceptaré mi
derrota. Mierda, le doy la bienvenida. Solo que primero, liberaré toda la mierda en
mi cerebro en una erupción violenta de purga.
Limpiadora.
Rodando a mi lado, bloqueo su siguiente patada con mis brazos, luego me
alejo de él con mis pies. Me acerco al borde de la lona y alcanzo la cuerda,
apoyándome en ella para levantarme. Alimentando mis extremidades con el
regusto amargo del resentimiento, anhelo esa oscuridad ahora, que el vacío me
trague.
El hombre sacude la cabeza, como si yo fuera un loco hijo de puta por
querer más. Supongo que lo soy. Porque justo en este segundo, me lanzo hacia él,
con mis puños cerrados y en guardia.
Mis puños descienden, dos golpes rápidos a su estómago. Su gemido acelera
la próxima ronda de golpes a sus costillas. Tropieza, da pasos hacia un lado y
consigue equilibrarse, antes de que esté sobre él de nuevo. Refleja mi postura,
bailando en tiempo mientras conecto golpe tras golpe, sus brazos los bloquean. Mi
frustración crece, necesitando una más, una buena ronda de golpes antes de
golpearlo una y otra vez.
Me tiro hacia atrás y lo enfrento. Pero esta vez, me encuentro con un experto
golpe y conecta.
Directo a mis entrañas.
Mientras caigo a una posición encorvada, lanza un puñetazo sucio a mi
garganta. El aire escapa de mis pulmones, mis ojos sobresalen, y el punto más duro
de su codo golpeando mi espalda me lleva hacia abajo. Esta vez, estoy demasiado
obsesionado por la necesidad de respirar, y el pánico hace que mis pulmones se
cierren, evitando que bloquee su ataque.
Mis costillas reciben una fuerte paliza.
En algún lugar de la espesa niebla rodeando mi cerebro, una dulce voz llega
a mis oídos. Estoy seguro que casi he muerto, sin poder levantarme. Sin sobrevivir
a esto... porque la voz de Melody es todo lo que escucho.
Es el único sonido que hace que esto esté bien. Hace que el final aquí sea
217

sencillamente bueno. Cierro los ojos, dejando que el sonido me envuelva como un
capullo. Una especie de tranquilidad inevitable.
Página

Desearía haberle dicho que me enamoré de ella. Solo una vez.


La oscuridad es todo lo que queda mientras me desvanezco.
Hasta que me ves

Traducido por Jasiel Odair


Corregido por Julie

Melody
La húmeda noche de Florida se hace más caliente por el montón de cuerpos
que compiten por una buena posición para ver el ring. Me muevo a través de la
casa llena de gente, ya que mi destino está muy cerca.
El avión tocó tierra hace un poco más de media hora, y fue un vuelo sin
escalas de dos horas y media. Cuando Sam y Holden lleguen aquí, les debo un
enorme fajo de efectivo por eso. No fue barato.
Pero en este momento, mi único pensamiento es Boone. Todo el viaje en taxi
hasta aquí, tuve mi estómago lleno de nudos, y mi sexto sentido me retorcía el
interior, solo para hacerme saber que algo va mal. Por favor, que haya llegado a
tiempo.
Subo, tratando de obtener una visión del ring en el centro del patio trasero
de Nickle. En realidad estoy rezando para no ver a Boone en ningún lugar cerca de
aquí y que él esté en su apartamento, viendo la aburrida televisión. O en Stoney,
buscando proyectos obsesivos y constructivos para ocupar su tiempo sobrio.
Pero esas esperanzas se hacen añicos en el momento en que diviso el ring
218

Boone está cerca del borde de la cuerda, encorvado. Y, oh, Dios mío, el chico
contra el que está luchando es un Neanderthal.
Página

Intentando bloquear el ataque, Boone lleva los brazos hacia arriba, pero es
muy lento. Miro el golpe en cámara lenta, viendo el enorme puño conectarse a su
garganta y, mi estómago toca fondo.
Boone cae a la lona.
Estoy gritando ahora, súplicas y amenazas a los que me rodean para que se
muevan. Mi voz sale rasgada al tiempo que trato de llegar a Boone.
El ring oscila a causa de la gente, todos rodeando a Boone y bloqueando mi
punto de vista. Me abro paso entre la multitud, con el pecho dolorido y mi corazón
martilleando. No estoy segura si debo parar y llamar al 911; si será demasiado
tarde para cuando llegue a él. Si debería conseguirle ayuda.
Hay gente agachada y de rodillas hacia el ring. Mi corazón late al mismo
tiempo que el dolor golpea mi cabeza, y le grito a la multitud, exigiendo que me
dejen pasar.
Dejo caer mi bolso sobre la lona y alcanzo la cuerda. Me impulso dentro del
ring, y sin pedir permiso, me arrastro directo a través de la gente hacia Boone. La
mano de alguien intenta echarme atrás, y estoy tentada a morderla, pero mi único
objetivo está puesto en un Boone inconsciente tumbado de espaldas, con los ojos
cerrados y sin respirar.
No. No. No.
Algún tipo de paramédico se inclina sobre él, comprobando sus signos
vitales. —Quédate atrás —me dice.
—¿Tiene licencia? —pregunto, con voz temblorosa. Pongo la mano en el
brazo de Boone. Está empapado en sudor y su piel es demasiada fría. Mis ojos
escanean los muchos moretones que cubren su cara y cuerpo.
El paramédico no responde a mi pregunta. Mete la mano en su bolso y saca
una especie de tubo de respiración con una placa frontal. Lo coloca sobre la boca y
la nariz de Boone, luego bombea el dispositivo, forzando el aire a sus pulmones.
Mi instinto está en llamas, exigiendo pedir ayuda real. Miro hacia atrás a mi
mochila, lista para recurrir a mi teléfono, justo cuando un jadeo brusco me hace
girar. El pecho de Boone se estremece cuando tose, luego sus ojos parpadean y
permanecen abiertos.
—¡Boone! ¿Puedes oírme? Estoy aquí. —Apoyo la mano en el lado de su
cara mientras el paramédico aparta el dispositivo, entonces apoya los dedos en la
219

muñeca de Boone, midiendo la frecuencia de su pulso.


Todo a nuestro alrededor —el alboroto, los gritos, las preguntas—
Página

desaparece cuando sus ojos hinchados me encuentran. En este momento, nunca he


querido nada tanto como quiero que esté bien. Que se aleje de esto y no regrese
jamás.
Incluso si no estoy con él. Solo déjalo vivir e irse, Dios.
Entonces su mano sube hasta encontrar la mía. Sus dedos enlazan nuestras
manos. —Estás en un gran problema con Jacquie. —Sus labios se estiran en una
leve sonrisa. Parece doloroso.
Con labios temblorosos, intento devolverle la sonrisa, pero estoy demasiado
aliviada. —Seguro que tengo uno grande —le digo, apretando mis dedos alrededor
de los suyos. Traigo su mano a mis labios, besando sus nudillos maltratados—.
Tengo que llamar a una ambulancia. Vuelvo enseguida.
—No, estoy bien —dice, y luego tose cuando el paramédico le coloca la
mano bajo el cuello para levantarle la cabeza.
—Tiene que ser trasladado a una habitación —dice el hombre.
Levanto la cabeza de golpe. —¿Trasladado? ¿No es eso lo que no se supone
que se debe hacer con una persona herida?
El paramédico, aunque ahora tengo serias dudas de que sea real, me ignora
de nuevo cuando comienza a mover a Boone hacia delante.
—¡Oye, idiota! Estoy hablando contigo.
Oigo la risa ronca de Boone y bajo la mirada. —No la enojes, hombre. Ella es
una luchadora de mierda.
En contra de mi angustia y la necesidad de asaltar al paramédico, siento que
una pequeña sonrisa tuerce mis labios. —Sí, bueno, deberías decir algo. De verdad,
tenemos que llevarte a un hospital. Necesitas un profesional. —Digo esta última
parte en voz alta y levanto la vista para mirar al paramédico.
Sacude la cabeza, y al final me dice—: Señorita, está bien. Solo recibió una
paliza. Vivirá.
Levanto una ceja. —¿Y esa es tu opinión profesional? —Miro a Boone.
Él está sentado, con los brazos extendidos sobre las rodillas. —Alguien solo
lléveme a la habitación trasera.
Entonces soy alejada físicamente de su lado cuando dos chicos deslizan los
brazos de Boone en el cuello y lo levantan. Mi instinto me dice que necesita ser
220

observado, pero todo lo que puedo hacer es seguirlos, mientras lo llevan fuera del
ring y por medio de la multitud.
Página

La gente corea el nombre Hunter, y niego con la cabeza. En serio quiero


poner mi puño encima de algunas caras. Este hombre casi murió... podría haber
sido herido tan gravemente que nunca volvería a caminar... y estos hijos de puta
piensan que vieron un buen espectáculo.
Pero la lucha de Boone para llegar a la casa me roba la atención. Me deslizo
el bolso por encima de mi cabeza y los sigo, apartando a las personas de mi
camino. Mi única preocupación es llegar a un lugar seguro y tranquilo. Lejos de
toda esta locura.
Una vez dentro, llevan a Boone a la misma pequeña habitación donde una
vez vendé sus heridas. Trago saliva, pensando en cómo debería haber dicho algo
entonces. Debería haber dejado caer mi fachada y rogarle que no luchara, que no se
hiciera daño.
Supe entonces que algo estaba fuera de lugar, y ahora es solo más culpa
para sumarle al montón con todas mis otras malas decisiones.
—Chicos, estoy bien —dice Boone. Se instala en el piso, presionando la
espalda contra la pared. Alguien le susurra al oído y él asiente—. Yo me encargo
de ella.
Luego salen de la habitación. El silencio se asienta entre nosotros, creando
una barrera e impidiéndome llegar a él. Mis pies se pegan al suelo. Todo mi cuerpo
quiere correr hacia él, pero estoy inmovilizada por el miedo a lo que sucederá a
continuación.
—Dime la verdad —le digo—. ¿Estás herido?
Se ríe. Limpiándose la frente con la parte trasera de su mano, dice—: Sí, Mel.
No me siento como si hubiese corrido una maratón, pero no es necesario ir a un
hospital. Tengo un par de costillas fracturadas, tal vez. Mi garganta probablemente
se cerrará en algún momento con la hinchazón... pero no me estoy muriendo.
Entonces mis pies se despegan. Atravieso la habitación y caigo de rodillas
delante de él, con las manos en sus muslos, solo para conectarnos. —Soy una perra
de mierda y lo siento. —Mi mirada atrapa la suya, luego, lentamente, sus ojos
trazan los contornos de mi cara. Buscando la verdad en mis palabras.
—¿Por qué lo sientes? —pregunta. Comienza a quitar la cinta de sus manos,
y yo alcanzo una y la tomo.
221

Me permite quitar la cinta e inspeccionar los daños. Sus nudillos están casi
negros. Siento la bilis en la garganta pero la trago. —No puedo entender por qué te
Página

haces esto. Tienes que parar.


Sus dedos agarran mi barbilla y levanta mi cara a la suya. —Sabes por qué.
Un suspiro tembloroso se escapa por mis labios. —Lamento no haberme
quedado allí, Boone. Me asusté. Y no puedo cambiarlo, y aunque pudiera, no
importaría. Tenemos unos cuantos problemas serios. —Presiono mi mejilla en su
palma y cierro los ojos, sintiéndolo—. Haré lo que sea, pero tienes que prometerme
hacer lo mismo. No más mierda. No más discursos a medias, y sobre todo no más
peleas, y yo...
Abro los ojos para ver su frente arrugada por el pensamiento. —Y tú, ¿qué?
¿Te desharás de tu familia CM? ¿Te establecerás en un solo lugar? —Sonríe—. ¿En
serio crees que si lo intentamos, no nos terminaríamos odiando y culpándonos al
final?
—Creo que vales la pena el desafío.
Sus ojos color avellana recorren mi cara, tocándome, entonces su mano se
mueve a mi pelo. Sus dedos sujetan mi nuca, y me hala hacia él. Nuestros labios se
conectan. Me besa con el deseo de un hombre hambriento de amor. A pesar de la
hinchazón que siento en su labio, ignora cualquier dolor que está sintiendo y me
devora con avidez, acariciando mi lengua con la suya de forma posesiva, hasta que
quedo sin aliento, respondiendo cada movimiento con la misma pasión.
Mi cuerpo se hunde en él, y entonces me estoy deslizando en su regazo, y
mis brazos encuentran su lugar en el cuello. Él lanza un silbido contra mis labios, y
me retiro.
—Mierda. ¿Te he hecho daño?
Se lame los labios y fija su mirada en la mía. —De la mejor manera. —
Entonces agarra mis muslos. Sus dedos se enganchan en mis vaqueros y me lleva
más cerca de él.
Sonrío y lo beso. Como si mis labios, mi cuerpo y mi alma siempre hubiesen
pertenecido a él. Solo esperaban el momento adecuado para que los hiciera encajar
en su lugar. Para que llegara a casa.

222

—Tan jodidamente terco —murmuro mientras presiono mi llave en la


cerradura.
Página

—Un baño caliente, unos paquetes de hielo, sueño y voy a estar bien, Mel.
—Se apoya en la puerta, luciendo como si estuviera a punto de desmayarse.
—Vamos a tener que dejar algo claro —le digo, empujando la puerta. Paso
su brazo por mi hombro cuando entramos—. Estoy a cargo aquí, ¿de acuerdo? Así
que escúchame siempre y esto va a funcionar muy bien.
Él se ríe, luego se estremece. —Mierda, mis costillas se sienten como cristal
roto.
—Bueno, eso es lo que pasa cuando dejas que ogros te utilicen como un saco
de boxeo. —Nos dirijo hasta el sofá, y Boone se tira en el cojín.
Mirando alrededor con nerviosismo y tratando de averiguar lo que necesita,
le digo—: Voy a preparar un baño. Pero no creo que el agua caliente sea buena...
para la hinchazón. —Voy hacia el baño, con el corazón en la garganta.
De alguna manera, lo convencí de que, al menos, volviera a mi apartamento
para que pudiera cuidar de él durante la noche. No va a ir al hospital, idiota terco.
Incluso sugerí que el taxi nos dejara en Stoney. Tienen médicos, y todo el mundo lo
conoce allí. Lo quieren allí. Pueden ayudarle.
Pero no quiere empañar su imagen. Todavía está preocupado por cómo lo
ve la gente; la ilusión. O tal vez recibió demasiados golpes en la cabeza. En
cualquier caso, si el dolor se vuelve insoportable, mañana voy a arrastrar su culo a
algún lugar.
Le doy la vuelta al grifo y dejo pasar el agua fría sobre mi mano. Sentada en
el borde de la bañera, miro fijamente los azulejos, mientras me llenan demasiados
pensamientos, preguntas e incertidumbres.
Lo escucho entrar, y levanto la mirada. —Está bien —dice. Baja la tapa del
inodoro y se sienta, ahora sin camisa, pero mantuvo puesto sus pantalones cortos
de lucha manchados de sangre—. Sé por qué te fuiste, y lo entiendo. No me debes
una disculpa, y no tienes que explicarte. Debí haberlo dicho desde el principio.
Niego con la cabeza. —No vayas allí. Ya estamos más allá de todo eso, ¿de
acuerdo? Cualquiera que sea la culpa que albergues, yo sé que veo la verdad. —Lo
miro; mi mirada sostiene la suya, inquebrantable—. Solo quiero que me respondas
una cosa.
Rodea su estómago con un brazo, preparándose mientras se inclina más a
223
mí. —¿Qué?
—La historia que cuentas en Stoney, se trata de Hunter, no de ti. Son los
Página

padres drogadictos de Hunter los que estaban destrozados, pero el niño no se alejó
de ese accidente, ¿verdad?
La garganta de Boone se mueve mientras traga saliva, con la cara tensa por
el esfuerzo y el dolor. —Sí. Es cómo me gustaría que terminara la historia en
realidad.
Asiento lentamente. —Entonces eso es todo lo que necesito saber.
Su boca se abre, listo para añadir algo, pero me pongo de pie y presiono mis
dedos sobre sus labios. —Vamos a meterte en la bañera. Hueles a pelea de patio
trasero.
A pesar de que su deseo de dejar las cosas claras es algo importante para él,
no dice una palabra más. Bajo la mano, y me permite ayudarlo a ponerse de pie.
Cuando examino los daños causados en su cuerpo, las ronchas rojas, moretones
oscuros y raspaduras; paso mis manos a lo largo de su piel. Sus abdominales. Su
pecho. Sintiendo los huesos rotos o puntos tiernos sensibles al tacto.
Él acepta mi examen de su cuerpo con los músculos tensos. Después de
hacer la conexión con él y Hunter, la historia que cuenta en Stoney, entiendo por
qué eligió el celibato. Por qué eligió, en cambio, aceptar el contacto del dolor más
que de afecto.
La noche en que su hijo fue asesinado en ese accidente, él estaba fuera
drogándose y echando un polvo. Lo cual, en sí mismo no es un delito. Pero
mientras que su hijo tomaba su última respiración dificultosa, Boone jadeaba de
placer. Para él, este fue el último error, y necesitaba hacer algo bueno.
Tenía que encontrar una manera de no ser esa persona egoísta que solo
piensa en sí mismo y sus deseos. Su placer, su dosis; ya sea drogas o el sexo. Ahora
lo entiendo. Y pienso en ese momento que compartimos en mi sofá y ojalá lo
hubiese sabido entonces.
Hubiera sido más delicada. O tal vez le hubiera dicho cómo sus caricias
liberaron un deseo enterrado tan profundo dentro de mí que no sabía que existía.
Eso fue más que una liberación; era una conexión que nunca había experimentado
con nadie.
Pero en este momento, solo quiero que mi contacto le transmita mi respeto
por él.
224
—Melody... —Su voz es ronca y cruda. Levanto la vista y sus ojos están
cerrados. Su mandíbula tensa—. No sé si alguna vez no voy a sentirme culpable...
No fui muy bueno con Ashely, la mamá de Hunter. Incluso si no éramos una
Página

pareja, técnicamente... Debería haber estado allí para ella. Ayudarla mucho más.
Estoy muy seguro de que no debería haber salido cuando me pidió que me llevara
a nuestro hijo por una noche. —Abre los ojos, y puedo ver su dolor derramándose
a través de cada vena irritada nublándolos—. No sé si alguna vez podré estar
simplemente contigo sin la vergüenza que sigue... —se calla.
—Shh —le susurro—. Un paso a la vez, ¿no? —Traga saliva audiblemente, y
pongo mi mano en la suya—. No espero nada más. Un día, un minuto, un segundo
a la vez.
Apretando mi agarre, lo llevo hacia la bañera, luego alcanzo los cordones de
sus pantalones cortos. Me permite desatarlos, y deslizo mis dedos por debajo de la
cintura. Deslizando hacia abajo a lo largo de los músculos duros y definidos de su
vientre bajo.
Bajo sus boxers, y caigo lentamente para encontrarme con sus pantalones
cortos alrededor de sus tobillos. Oigo su fuerte inhalación cuando mi cuerpo lo
roza ligeramente. Pero esto no se trata de sexo. Sino de mí cuidándolo, confiando
en él y que me permita cuidar de él.
Con un gruñido, camina por el borde de la bañera y se mete en el agua.
—¿Demasiado caliente? —pregunto, ajustando la temperatura.
Niega con la cabeza. No dice nada, pero me asusta que su dolor sea
demasiado intenso. Voy rápidamente hacia el armario y busco un paño limpio
desde el revoltijo de ropa de cama.
Cuando me doy la vuelta, la mirada de Boone está fija en mí. —Te quiero
aquí conmigo.

225
Página
Y me quemo, iluminada por tu antorcha

Traducido por Jeyly Carstairs


Corregido por Sandry

Boone
Melody se queda de pie congelada, con una toallita en su mano. Sus ojos me
enfrentan con una mirada de complicidad.
Desde el primer momento en que me tocó en este cuartito de baño ridículo,
he estado contando los segundos hasta hacer combustión. Cada terminación
nerviosa en mi cuerpo está gritando de dolor, pero es un rugido lejano comparado
con el deseo de tocar su suave piel. Probar su dulzura. Sentir su cuerpo contra el
mío.
Me levanto de la bañera, con mis piernas doloridas, pero voy a buscarla si
me hace esperar más.
Traga y se lame los labios, y doblo mis manos en puños.
Nunca he rogado por nada.
Nunca.
Pero si no me toca en este momento, en este segundo… Caeré de rodillas. Y
la retaré a darme solo una mirada que diga que ella es mía.
226
—Estás herido —dice.
—No me importa. —Y es así. Después de sufrir los últimos días sin ella, sin
Página

saber si la alejé para siempre, independientemente de si me desprecia… sin saber


si estaba drogada, perdida, en problemas; tengo que tocarla, asegurarme de que es
real, y que ella sepa lo mucho que voy a esforzarme por nosotros.
Estoy jodidamente asustado. Preocupado de que cuando la bese de nuevo,
imaginaré la cara de Hunter. Pálido y sin vida. El odio que siento hacia mí mismo
por no estar allí para protegerlo me paraliza, y puede llevar todo esto al infierno.
Pero por ella, estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para ser el hombre que
necesita. El que pueda sostenerla sin encogerse. Que sea lo suficientemente fuerte
para que cuando se estremezca por la necesidad de una dosis, voy a frotarle sus
pantorrillas, calmando el crudo dolor.
Cuando se angustie con su necesidad, quiero llenarla física y
emocionalmente; apartar tanto su mente de la adicción que se sienta segura para
perderse en sí misma, confiando en que yo sea el único en sacarla.
No soy tonto. Sé que es peligroso cambiar una adicción por otra, y no soy
tan engreído para pensar que podría ser eso para ella; pero soy lo bastante terco
como para negarme a dejar que esta mujer se me escape de los dedos otra vez.
Da un pequeño y vacilante paso hacia adelante, y es todo lo que necesito.
Estoy fuera de la bañera y corriendo hacia ella. Halo su cuerpo contra el mío y bajo
la cabeza, colisionando mis labios con los suyos.
Pese a mis dedos hinchados, consigo abrir el botón de sus pantalones
vaqueros. Mis manos se encuentran en una carrera para eliminar todas las prendas
de ropa, para sentir su piel sedosa contra la mía. Se da cuenta de mi lucha, y puedo
sentir su sonrisa contra mi boca mientras me ayuda a empujar sus pantalones por
las piernas.
Se aleja lo suficiente para dejarme sacar la camiseta sobre su cabeza, luego se
quita el sostén. Mis ojos devoran con avidez sus pechos y estómago, las curvas que
no puedo esperar para explorar. Sin ninguna indicación, me pongo de rodillas y
bajo su ropa interior.
Un gemido se escapa de mi boca mientras presiono mis labios contra sus
muslos. Su mano va a mi cabello, sus dedos se cierran en un puño mientras logra
mantener el equilibrio en contra de mi codiciosa necesidad por saborearla. Levanto
una de sus piernas y la coloco sobre mi hombro. Grita, agarrándose a la pared para
un mejor equilibrio.
Alzo la vista. —Lo siento, pero no vas a frenarme a estas alturas.
227
No estoy seguro de si se trata de emoción o miedo lo que veo en sus ojos
cuando encuentra mi mirada, pero su pecho sube y baja con cada apresurada
respiración, y sus ojos marrones suplican por… algo. Voy a averiguar que es ese
Página

algo; que es lo que se necesita para hacerla correrse más fuertemente de lo que
nunca lo ha hecho antes.
Frenando mis movimientos, paso la palma de mi mano a lo largo de la parte
interna de su muslo, moviendo mi dedo sobre sus suaves labios, deslizándolo entre
ellos. Toma una respiración rápida, y empujo mi dedo en su interior. Su calor y
humedad me rodea, y mi polla se muere por sentirla.
Presionando mi boca sobre ella, la beso suavemente, deslizando mi dedo
por su carne hinchada mientras empujo su muslo más arriba, abriéndola para mí.
Mi lengua traza sus labios, haciéndola temblar contra mí, hasta que encuentro el
punto que hace que su agarre se apriete en mi cabello. Y su muslo se estremezca.
Deslizo un segundo dedo, pasando mi lengua a lo largo de su clítoris, hasta
que su respiración se intensifica.
—Boone… por favor. Quiero correrme contigo dentro de mí.
Deteniéndome solo el tiempo suficiente para encontrar sus ojos, digo—: Te
vas a correr para mí ahora. Y te vas a correr para mí de nuevo cuando te llene. —
Empujo mis dedos más profundamente y la succiono en mi boca.
Ya no tengo huesos ni carne; las contusiones y la fractura de las costillas
fueron reemplazadas por puntos de placer. Como si hubiera cambiado cada
pedazo roto en mí por un ser intangible cuyo único propósito es adorar a esta
mujer.
Sus caderas se sacuden contra mí mientras masajeo, trabajando mis dedos
más rápido, llevándola más cerca del borde con mi boca. Agarro su cadera con una
mano, necesitando que no pierda el equilibrio, esperando poder mantenerla en esta
posición mientras gime, y sus piernas tiemblan. Est{ tan húmeda… Oh, mierda, mi
polla está tan dura como una piedra, palpitando contra mi muslo.
Luego ella se tensa. Sus paredes se contraen alrededor de mis dedos. Y en
tanto se corre, detengo mis movimientos, saboreando su dulce sabor, su clímax
entrecortado, llevándome sobre el borde con ella.
No me detengo allí. Me pongo de pie y la alzo en mis brazos, envolviendo
sus piernas alrededor de mis caderas mientras nos movemos hacia la bañera.
Sobran las palabras. El dolor es muy lejano. Mi hambre por ella elimina todo
pensamiento racional de mi cerebro.
Cuando sus pechos chocan contra mi pecho, y su húmedo e hinchado coño
228
se muele contra mi polla, mi único propósito, mi único deseo, es sumergirme en su
maravillosa calidez y así poder encontrar lo mismo en su interior.
Página

Me instalo en la bañera, con Mel encima de mí, llevándola hacia adelante y


así poder besar sus labios. Su cabello cae alrededor de mi cara, envolviéndome en
el olor de su champú. Pasando mis manos por su espalda, agarro sus hombros, y la
atraigo con fuerza contra mí mientras empujo mis caderas hacia arriba.
Envolviendo su cabello alrededor de mi mano, consigo un agarre firme y
aplico la fuerza suficiente para tirar su cabeza hacia atrás, dejando su cuello a mi
alcance. Sus jadeos provocan la necesidad de rozar con mis dientes su piel, deslizar
mi lengua por la columna de su garganta.
Mientras su coño se desliza a lo largo de mi eje, el agua nos rodea, y el tacto
resbaladizo hace que mis ojos rueden a la parte de atrás de mi cabeza. Estoy tan
condenadamente duro, dolorido, que si no entro en ella pronto, voy a correrme en
esta bañera.
Mel se retira y envuelve sus dedos alrededor de mi polla. Me estremezco y
mis dientes rozan su cuello. —Te quiero dentro de mí. Ahora —dice; sus palabras
entrecortadas acarician mi oído, causando que escalofríos se eleven por todo mi
cuerpo.
Mueve su mano a la parte superior de mi eje y luego retrocede. Me acaricia,
como si necesitara que esté más duro. Entonces, mientras cierro la mano en su
pelo, colocando la otra en su cadera, se levanta y coloca la cabeza de mi polla en el
centro de su entrada.
Joder. No voy a durar ni cinco minutos. Pero antes de que pueda
prepararme, se inclina, capturando mi mirada con sus ojos marones intensos, y
comienza a bajar lentamente. Sus paredes se abren a mi alrededor, llevándome a su
interior, y mi jodido aliento se detiene. Atrapado en mi pecho, hasta que me toma
por completo... entonces una dura espiración sale de mi boca.
—Respira —susurra. Una pequeña sonrisa divide sus labios—. Vamos a ir
tan lento como necesites.
Luego me rodea. Puedo sentir el pulso de mi polla contra su calor, y cuando
sacude sus caderas hacia adelante, la más erótica sensación pasa desde la cabeza de
mi polla hacia mi estómago. Coloco ambas manos sobre sus caderas.
Encuentro y sostengo su mirada. —Estoy enamorándome de ti.
Todo mi cuerpo se queda inmóvil mientras espero; suspendido en el tiempo,
hasta que veo su reacción. Sé que estoy corriendo un riesgo, especialmente después
de que acabo de asustarla tanto que se marchó durante días... pero no puedo
contenerme con ella. Todo o nada. Tiene que aceptar eso de mí.
229

En lugar del miedo que espero, dice—: Boone Randall, me enamoré de ti la


primera vez que me mostraste ese hoyuelo adorable. —Luego cae hacia adelante y
Página

aplasta sus labios contra los míos.


Ya no soy un hombre hambriento. Soy una persona insaciable. Codicioso y
egoísta, no quiero dejar de devorar a esta mujer, dándole todo lo que puedo en ese
segundo de asombro puro cuando sus ojos brillan mientras dijo esas palabras.
Nuestros cuerpos se mueven en sincronía: empujo mientras ella desciende,
conectándonos. Convirtiéndonos en uno. Ya no dos personas separadas buscando
su propia dosis, su propio placer. Sino experimentándolo juntos, dando y
recibiendo por igual, y nunca me había dado esta libertad antes. Ni tenido a
alguien ofreciéndose a sí misma tan completamente.
Mis manos se deslizan por sus suaves muslos, y mientras sus labios se
mueven con más fuerza contra los míos, la giro, mientras el agua salpica a nuestro
alrededor, así puedo presionarla más contra mí. Sentir cada centímetro de su
cuerpo.
Sostengo su cabeza con mi mano, para que no se golpee con la bañera
mientras me conduzco en su interior, provocando los gemidos más dulces de su
boca sensual. Sus piernas se envuelven alrededor de mi cintura, sus tobillos se
entrelazan para mantenerme golpeando ese punto que la vuelve loca.
Besándola a lo largo de su garganta, voy hasta su pecho, acunando su culo
mientras capturo un perfecto pezón entre mis dientes. Lo mordisqueo ligeramente,
y la siento tensarse con cada tenue sensación.
Su cuerpo me dice lo que necesita, cuando no puedo dejar de darle en este
momento. Bombeo más rápido, mis caderas empujando mi polla más profundo en
su interior hasta que arquea su espalda, frotando sus pechos contra el mío, y la
fricción libera un rugido gutural de mi garganta.
—No te atrevas a salirte —jadea. Me levanto lo suficiente para mirarla a los
ojos. Vidriosos y ardientes. Estoy aterrorizado... Ni siquiera pensé en utilizar
protección. Ha pasado tanto tiempo para mí. Me hice la prueba la última vez que
estuve con Stoney, pero aun así. Debería haber...
Agita su cabeza contra mi mano. —No vayas allí. Sé lo que estoy haciendo.
Estoy limpia, Boone, y sé que tú también. —Traga saliva; mis empujes vuelven más
lentos pero más profundos, recortando sus palabras.
Aun así… —¿Qué pasa con...?
—Estoy tomando la píldora. Estamos bien —sonríe, y es todo lo que necesito
230
escuchar.
Entierro mi polla muy profundo en su interior, provocando un suave grito
Página

de su parte, su placer envolviéndose a mi alrededor como un resbaladizo bálsamo


para mi dolor. Y mientras se aferra a mí, sus muslos con fuerza me jalan hacia ella,
cerrando los brazos con fuerza alrededor de mi cuello. Sacudo mis caderas y
empujo profundamente.
Mientras se corre, su cuerpo se tensa a mi alrededor. Me libero en su
interior, temblando mientras el pulso lleva oleada tras oleada estrellándose sobre
mí. Mi cabeza cae contra su pecho, mis respiraciones salen con dificultad, y la
sensación de ella sujetándose firmemente a mí continúa dejándome tambaleante,
necesitando más de ella.
Nos quedamos allí, escuchando el sonido de nuestras respiraciones que
vuelven a la normalidad, en tanto el agua se agita contra la bañera. Ninguno de los
dos dispuesto a moverse y perturbar la tranquilidad del momento.

Mi corazón se sacude en mi pecho y salto. Mi respiración se ajusta mientras


empujo la pesadilla de nuevo bajo mi subconsciente. Trago saliva, sintiendo un
dolor seco en mi garganta, y de repente los acontecimientos de ayer se disparan en
mí, una escena cayendo sobre otra.
—Está bien. Es solo un sueño.
Oigo la rasposa voz de Mel, siento su tacto contra mi espalda, y me giro
para verla acostada de lado cerca de mí. La manta levantada y fijada alrededor de
sus pechos. Su cabello rojo y negro extendido sobre la almohada.
Ella continúa aquí.
Caigo sobre mi espalda de nuevo en la cama, mirando al techo. Luego me
pongo de lado enfrentándola, ignorando la punzada de dolor en mis costillas
porque me encanta ver la mirada soñolienta en su rostro, el brillo de recién
despierta en su mirada. Paso mis dedos por su cabello. —Aún estás aquí.
Su sonrisa se extiende. —Todavía estoy aquí. No vas a conseguir deshacerte
de mí, lo prometo. Pero tengo que hacer un pis mañanero de locos.
Me río. Y noto que mi erección mañanera no se irá muy rápido; ella es
demasiado sexy a primera hora de la mañana. —Puede que tenga que esperar un
tiempo dolorosamente largo —suspiro, sintiendo mi erección volverse una
completa. Impresionante.
231

—Sufriré contigo —dice, guiñándome un ojo—. Además, he estado


recostada aquí tratando de averiguar cómo decirte algo.
Página

Acercándome más a ella, coloco mi mano sobre su cadera, extendiendo mis


dedos a lo largo de la esbelta pendiente de su cintura. —No tenemos que fingir que
las cosas van a ser fáciles para nosotros, Mel. Tenemos toda una vida de
preparación para esta parte, vamos a ser sinceros, ¿está bien? Solo dímelo.
Asiente contra la almohada. —Eso es lo que me gusta de ti, chico. Con la
honestidad incómoda y todo. —Apoyándose sobre su codo, se inclina hacia mí, sus
labios encontrando los míos. Le devuelvo el beso con ternura, aún abrumado y
aliviado de que decidió quedarse. Aguantar hasta el final. Por ahora, eso es todo lo
que podemos hacer.
Alejándose, apoya su frente contra la mía. Inhalando un tembloroso suspiro
—Mantenerme sobria… va a ser difícil, Boone. —Se recuesta y tira de su labio
inferior entre sus dientes antes de agregar—: No puedo hacer esto por nadie más.
Tiene que ser por mí. Y voy a joderlo... probablemente mucho.
Quito mi mano de su cintura y le sujeto la barbilla, moviendo mi dedo sobre
su carnoso labio inferior. —No soy un santo, Mel.
Pone los ojos en blanco. —Sí, bien. No tengo ni la mitad de la determinación
que tú tienes.
Siento mi frente arrugarse —Sí, la tienes. Y vamos a aclarar todo esto. El
primer día comienza aquí. Un segundo a la vez, ¿verdad?
Una lágrima rueda por su mejilla, y la quito con mi pulgar. —Solamente
prométeme paciencia —dice—. No voy a pedirte algo más, ni otra cosa.
Una sonrisa se extiende en mis labios. —Ya tienes mucho más de mí que
eso... nunca tienes que pedirlo.
Asiente con voz temblorosa. —De acuerdo. Entonces tengo que llamar a
Jacquie.
Ladeo mi cabeza en confusión, y dice—: Tengo que ver como está y también
conseguir que me ayude con algo.
—Bueno. Pero primero, un pacto. —Me siento y me giro hacia la mesita de
noche, donde guarda el pañuelo a juego que usa todos los días.
Lo agarro y espero que no la esté presionando demasiado, muy rápido.
Pero hace mucho tiempo aprendí que la oscuridad no te deja salir; tienes
que encender tu propia vela y encontrar una manera de vivir con ella. Y ella va a
232

tener que cumplir cualquier promesa que le haya hecho a su amiga antes de que
pueda empezar a dejar el pasado atrás.
Página

Deslizándome a su lado de nuevo, envuelvo el pañuelo alrededor de su


muñeca. —¿Ya has dado la despedida apropiada?
Un torrente de lágrimas se filtra por la comisura de sus ojos, y las devuelve
con un movimiento de su cabeza. —Estoy guardando eso para una persona. Le
prometí que la sacaría de nuestra ciudad, lejos de su padre... y ahora está allí de
nuevo. No puedo dejarla ahí.
Mucho más de esta mujer entra en el foco, y mi corazón se siente como si
fuera aplastado. Envuelvo mis brazos a su alrededor, y le digo—: Voy a ayudarte a
cumplir esa promesa. Lo que sea que necesites, nosotros lo haremos juntos, ¿de
acuerdo? ¿Pacto?
Asiente. —De acuerdo. Pacto.
Mientras la beso, tratando de hacer lo posible por hacerle olvidar su dolor,
hago mi propia promesa.
No solo por mí mismo, o por Hunter, o porque es lo que tengo que hacer.
Sino porque es el momento de embarcarme finalmente en el último paso.

233
Página
28 días después

Traducido por Annie D


Corregido por Amélie.

Melody
Empujando mi ropa recién lavada en mi bolsa de basura, me quejo. —No
puedo creer que en realidad tenemos que salir con una condenada bolsa de basura.
Es tan… vulgar.
Una carcajada suena detrás de mí, y sonrío. —¿De verdad? —Tiro otro par
de vaqueros a la bolsa—. Vamos, enfermera Bridge, puedes hacerlo mejor que esto.
La enfermera Bridge arrebata la bolsa de basura de mi mano y me da una
fija mirada. —Sabes, he tenido algunos pacientes obstinados y de mal humor antes,
pero eres la peor, princesa. —Sacude la cabeza, toda seria, y no puedo evitar
sonreír.
—Sabes que me extrañarás. Admítelo.
Su sonrisa cae, y siento la gravedad de este momento presionándome, como
si la habitación estuviera encogiéndose, las paredes cerrándose.
Este es el momento.
—No te voy a extrañar —dice, dejando caer mi bolsa en la cama, luego
coloca las manos en puños sobre sus caderas anchas—. ¿Y sabes por qué? Porque
234

nunca quiero verte aquí de nuevo. Lo digo en serio.


Con una respiración pesada, asiento. —Lo sé.
Página

—¿En serio? —Ladea la cabeza—. Te lo dije una vez, tú eres diferente. Y que
me condenen si no demuestras precisamente eso. Es raro cuando un paciente que
ha sido obligado a rehabilitación da la vuelta y se readmita voluntariamente. Eso
no sucede con frecuencia, Mel. Y será mejor que no pierdas esta oportunidad, es
incluso mucho más raro.
Maldita sea. Voy a extrañar su modo de mamá grande. —Solo dímelo
directamente, ¿por qué no lo haces?
Se ríe. —¿Penetraría esa gruesa cabeza tuya, de otra manera?
Pongo los ojos en blanco. —Tengo una fina y bonita cabeza, gracias. —Echo
un vistazo alrededor de mi pequeña habitación; la misma que tenía antes cuando
fui admitida por primera vez. Pero esta vez, no me espantan sus paredes. No me
siento encerrada y aislada.
Un tipo diferente de miedo me envuelve. El de tener miedo de salir. No
estoy segura si puedo mantener mi mierda en orden del otro lado de ellas.
—Oye. —La enfermera Bridge corta mis pensamientos. La miro, y dice—:
Vas a estar bien, Mel. No hay nada que temer.
Con ese voto extra de confianza, sonrío y me dirijo a mi cama donde saco el
diario de entre mis colchones. Los poemas e historias que he pasado el último mes
creando. Los momentos que compartí con la gente en el camino, los instantes que
tuve, las lecciones aprendidas, los errores cometidos, está todo documentado.
Es mi vida, y es mi fundamento.
No sé lo que traerá el mañana, pero sí quiero un mañana. Si comprendo
cómo tener un mañana. Ese es mi objetivo final. Mi nuevo lema; el que recito
cuando siento que la ansiedad comienza a hundirme. Quiero vivir, y quiero ser tan
feliz como pueda en esta vida.
Mientras ato mi bolsa de basura, Ari entra a nuestra habitación, con los
brazos cruzados sobre su pecho. Ha ganado un poco de peso durante su estancia
prolongada aquí, y espero que cuando se transfiera a su nueva universidad,
continúe viéndose a sí misma como lo hago yo, hermosa e inteligente. Capaz.
Ella se mueve a mi lado y trae algo de detrás de su espalda. Un diario
rosado. —No podemos conseguir buenos regalos de despedida aquí —dice,
sacudiendo la cabeza—. Pero todavía quería que tuvieras algo de mí.
Acepto el regalo y lo abro en la primera página. Un poema escrito por ella, y
235

su información de contacto. —Ari, esto es...


Página

—No es nada —dice—. No hagas un alboroto por esto. Y lee el poema más
tarde. —Su delgado rostro se sonroja, y cierro el diario.
—Gracias. —Le doy una sonrisa tensa—. Y escucha, cuando te instales en tu
nueva escuela, si alguna vez necesitas algo... simplemente llama, ¿de acuerdo? Voy
a estar allí.
Asiente y sonríe, pero puedo ver la angustia enterrada justo por debajo. La
preocupación de tener que volver a casa con sus padres; tener que volver a
empezar en un nuevo colegio. —Sigue escribiendo, Mel. Te extrañaré.
La abrazo, sintiendo la fragilidad de su cuerpo, y a pesar de su aversión por
el toque humano, ella envuelve los brazos a mi alrededor, ofreciéndome algo que
pocas personas reciben de ella. Su confianza.
La enfermera Bridge asiente hacia la puerta. —Es el momento. Creo que
alguien ha estado esperándote toda la mañana.
Mientras dejamos el espacio comunitario de Stoney Creek, digo mis
despedidas. Para el doc Sid y los demás consejeros, para unos amigos que hice, y la
facultad. Pero abrazo a la enfermera Bridge por más tiempo. Voy a extrañar a mi
mamá grande y a Ari más.
Después de firmar la salida, arrojo la bolsa de basura sobre mi hombro y
paso a través de las puertas. El brillante sol de la mañana me da la bienvenida de
vuelta al mundo, y estando de pie en el estacionamiento, con una sonrisa en su
rostro, otra bienvenida me espera.
Apoyado en su motocicleta, sus lentes de sol bajados y llevando una bella
sonrisa subiendo un lado de su rostro, un hoyuelo solitario solo para mí, Boone se
encuentra con las manos hundidas en los bolsillos de su vaqueros.
Si esto fuera una película, esta sería la parte donde la cámara se acerca y
captura su sonrisa arrogante y magnífica como el infierno. Entonces hace una toma
panorámica hacia mí, saliendo de rehabilitación, reuniéndome con el hombre con
el que comenzaré mi nueva vida. Un primer plano de mi rostro mientras sonrío.
Aparecen los créditos.
Pero no es una película. Y no es la historia de alguien más. Es la mía, y la
historia malditamente seguro no termina aquí.
Él me encuentra a medio camino y envuelve sus brazos a mi alrededor,
236

trayéndome a un abrazo. —Los jodidos veintiocho días más largos de todos. Te


extrañé.
Página

—Diablos, te extrañé más. —Acaricio mi nariz en su pecho, saboreando el


aroma fresco y varonil, amando este lugar perfecto que encontré es todo mío. Es
como volver a casa de una manera que nunca había sentido antes.
Boone se aleja y asiente hacia el terreno. —Sé que voy a ser un poco
regañado cuando veas lo que he conseguido hacer.
Mi mirada se desplaza al lugar donde su motocicleta está estacionada, y
junto a ella, mi motocicleta Breakout. —Mierda. Sí, vas a ser algo regañado, y algo
más. ¿Sam y Holden? ¿Ellos de verdad trajeron mi motocicleta hasta aquí desde
Nueva York? Mierda, me hubiera gustado ver eso.
Se ríe. —Oh sí. Lo hicieron. Y entonces monté la mía hasta aquí, tomé un
taxi de vuelta, y conduje la tuya aquí. Maldición, chica. Eres exigente. Espero ganar
algunos puntos aquí.
Me río y lo sigo hasta nuestras motos. Y tan emocionada como estoy de
embarcarme en este nuevo viaje, un momento repentino de pánico se clava en mi
sangre. Boone debe sentir mi vacilación, porque se detiene justo antes de llegar a
las motos.
—No es ahora o nunca, Mel. Podemos esperar hasta que estés lista.
Sacudo la cabeza. —Estoy lista. Lo estoy. Ha sido demasiado tiempo ya. —
Coloco mi bolsa en el suelo y saco la ropa, transfiriéndolas al bolso que Boone
guardó en la parte posterior de mi asiento. Los sobres están al lado, las cartas
escritas a mano de Boone.
Mientras estaba en rehabilitación, esta vez por mi propia elección, Boone
comenzó las sesiones de asesoramiento con un especialista en manejo de la ira. Por
mucho que quería verlo en los pasillos, tenerlo cerca cuando luchaba, el apoyo que
añadía, yo sabía que él se había convertido en una muleta para mí. Tengo que
encontrar mis propios mecanismos de supervivencia, para que él no se convierta
en uno de ellos. Necesitaba tiempo por mi cuenta para concentrarme en mis
problemas y en mí misma, y él necesitaba buscar salidas más saludables. Un
consejero que Jacquie organizó tres veces a la semana en vez de compartir la
historia de Hunter por su cuenta y causar peleas.
Maldita sea, somos una pareja jodida, pero ¿quién ha dicho que las cosas
algunas vez eran fáciles?
Sin embargo, sus cartas eran un consuelo; escucharlo haciendo progresos en
el mundo real me dio fe de que encontraríamos nuestro propio camino. Una mejor
237

manera. Pero primero, hay una promesa que tengo que mantener.
—Es un largo viaje. ¿Segura que no quieres descansar primero y salir
Página

mañana?
Poniendo mi bolso en la parte posterior de mi asiento, digo—: De ninguna
manera, y ¿darle a Jacquie la oportunidad de cambiar de opinión? He estado
contando los días hasta que pudiera darle a Florida la vieja despedida del dedo
medio.
Boone se ríe. —Y aun así, el hecho de que estás ahora siguiendo las normas
no parece obstaculizar tu imagen de chica mala en absoluto.
Me acerco y ligeramente le doy un puñetazo a su brazo. —¿Estás tratando
de iniciar una pelea? ¿Quieres que me ponga toda ruda contigo?
Mientras me muevo para darle otro puñetazo juguetón, Boone atrapa mi
muñeca y tira de mí hacia él. Baja la mirada a mis ojos, envolviendo los brazos
alrededor de mi cintura. —Nada me encantaría más. —Entonces sus labios bajan a
los míos, acariciándolos en un tierno beso.
Con las manos atrapadas detrás de mi espalda, me apoyo sobre los dedos de
mis pies para coincidir con la pasión en su beso.
El acuerdo que Jacquie y yo hicimos era simple: en lugar de entregar mi caso
a un juez para decidir mi destino, admití que tenía un problema. Me registré de
nuevo en rehabilitación. Y si tengo comentarios positivos de mis consejeros, podría
salir de libertad condicional temprano con mi licencia de nuevo para arrancar.
Es increíble lo que puede suceder cuando se trabaja con el sistema, en lugar
de en su contra. Pero no escuchaste esas palabras de mí. Va en contra de todos los
valores que una vez mantuve cerca —lo que mi padre me enseñó, lo que el CM me
inculcó— pero la verdad es, todo eso todavía es una parte de mí, solo no es la
única parte.
Estoy a favor de las capas estos días.
Al igual que los árboles muertos de Sam. Me gusta pensar en mi madera
duramen en capas. Hay algunos lugares frágiles, una rama rota o dos, incluso algo
de muerte. Pero también hay un nuevo crecimiento, brotando alrededor de la
decadencia, sanando y transformando mi árbol en algo increíblemente hermoso y
nuevo.
Y mientras me libero del agarre de Boone, uniendo los brazos alrededor de
su cuello, estoy más que dispuesta a explorar todas las nuevas capas con este chico
mío.
238

Él se separa lo suficiente para susurrar contra mis labios—: Vámonos. Antes


de que cambie de opinión y te lleve lejos a un lugar privado.
Página

—Encontraremos un montón de pequeños lugares clandestinos para eso en


el camino. —Le doy un guiño.
Luego estoy ensillando mi motocicleta, amando el cosquilleo en mi
estómago cuando pongo en marcha el motor. Mi bebé ruge a la vida, despertando
el alma de motociclista muy dentro de mí, y una sonrisa incontenible curva mis
labios.
Busco en mi bolsillo trasero y saco el pañuelo rosa de Dar. Lo envuelvo
alrededor de mi muñeca, haciéndole saber que estaré allí pronto. No pienso dejar
que su padre me mantenga lejos o que tenga la última palabra; ella viene conmigo.
Donde pertenece.
Entonces ato mi propio pañuelo alrededor de mi cuello y coloco el casco
sobre mi cabeza.
Cuando Boone anda delante de mí, liderando el camino de regreso a mi
ciudad natal, sé que tenemos un largo camino por delante. Los baches y desvíos
sucederán. Algunas paradas más largas que las otras. Y puede que incluso caiga un
par de veces.
Pero una vez que has perdido el rastro, no es imposible encontrar tu camino
de nuevo. La esperanza es la clave.
No importa cuán dolorosas son las marcas desgastadas de tu pasado, tú
puedes pavimentar un nuevo futuro. Ese camino delante de mí se encuentra lleno
de esperanza.
Y, oye, tengo una moto patea traseros para el viaje.

239
Página
Algunos años a lo largo del camino

Traducido por Fany Keaton


Corregido por Miry GPE

Boone
Soy un jodido desastre.
Recibí una llamada a primera hora del día. Mi garganta se cerró, incapaz de
responderle a la persona al otro extremo de la línea. Mi estómago era una bola de
nudos, mis pies llevándome fuera del trabajo hasta mi moto, sin dar explicaciones
cuando colgué el teléfono y me fui.
Ahora, caminando a través de las puertas de la sala de emergencias del
hospital, la rápida brisa del aire frío golpea mi rostro, enviando un shock a mi
sistema. Mientras me acerco al mostrador, apenas puedo formar palabras en mi
boca.
La recepcionista me mira con los ojos muy abiertos. Luego dice—: ¿Le
puedo ayudar?
Asiento. —Eh, sí. ¿Melody Lachlan? ¿Fue admitida esta mañana?
La señora inhala una respiración profunda y se gira hacia la computadora.
Comienza a teclear y luego se detiene. Sujeto el borde del mostrador, mis nudillos
se ponen blancos. Luego teclea un poco más. Jodida mierda. ¡Vamos!
240

La agitación se cuela entre mis defensas, así que cuando se gira y dice—:
¿Tiene alguna identificación? —Me alejo en dirección a las puertas laterales de la
Página

sala—. ¡Señor! Tiene que llenar…


Pero no me detengo para escuchar el resto. Empujo puerta tras puerta,
caminando por el laberinto de pasillos. Nada me impedirá llegar a ella; que se joda
el papeleo.
Por fin, veo a una enfermara con rostro de saber algo. —¿Puede decirme en
qué habitación se encuentra Melody Lachlan?
Me mira y sacude la cabeza. —No obtuvo un pas….
—Por favor —le ruego, cerrando los puños con fuerza—. Solo tengo que…
¿se encuentra bien? No puedo llegar tarde.
Apartando un mechón de cabello rubio de sus ojos, inclina su cabeza hacia
un lado y me sonríe. —¿Es la primera vez?
Esa pregunta no me hiere tanto como pensé que haría. Tal vez porque me he
preparado para esto desde hace meses. O tal vez porque me encuentro demasiado
preocupado por Mel en este momento como para procesarlo completamente.
Simplemente asiento. —¿Puedo verla? ¿Por favor?
Una sonrisa compasiva se forma en sus labios y asiente. —Venga.
Mis pies tragan la distancia, cada paso llevándome más cerca, pero se siente
como si caminara en cámara lenta. Las luces vacilantes en el techo me hacen
parpadear, tratando de despertar de este sueño, de este momento surrealista.
Cuando se detiene en una puerta, contengo la respiración hasta que la abre.
Y veo a Mel yaciendo en la cama del hospital.
—Él tendrá que llenar los papeles —le dice la enfermera a una Melody
atontada—. Pero si no lo dejaba entrar aquí, me temo que tendría una crisis.
Una lenta sonrisa tuerce su boca a la vez que me muevo a su lado y tomo su
mano. —¿Te encuentras bien?
Levanta una ceja sobre sus profundos ojos marrones. El rojo en ellos hace
que mi corazón golpee dolorosamente contra mi pecho. —Estoy bien —dice, con
voz rasposa—. Solo cansada.
Beso su frente y aparto el cabello húmedo de su frente. —Siento llegar tarde.
Acabo de recibir la llamada, literalmente.
241

Se ríe. —Bueno, alguien tenía prisa, puedo decírtelo. No creo que incluso
fueran a esperar por mí.
Página

Bajo la mirada hacia ella; mis latidos finalmente se normalizan lo suficiente


como para ver su apariencia. Su vientre plano. Los tubos en sus brazos. La bata
azul claro de hospital. Su cara se encuentra un poco hinchada, pero es lo más
hermoso que he visto.
Hasta que vislumbro a la personita que ingresan a la habitación.
Mi garganta se contrae, y no creo que tenga suficiente espacio en mi alma
como para abarcar todo el amor que me llena.
—Cariño —dice Mel—, conoce a tu hija.
La enfermera coloca a la bebé durmiendo en mis brazos a pesar de mi torpe
intento por sujetarla correctamente. Acuno su cabeza, con mis brazos extendidos
delante de mí, hasta que me siento lo suficientemente seguro para acercarla a mí.
Es tan diminuta… tan pequeña. Tan preciosa. Mi mirada recorre cada
centímetro suyo; su corto cabello enmarañado en su delicada cabecita, pequeñas
pestañas rozando sus mejillas rosadas. Luego sus ojos se abren. Me observan
brillantes iris azules, robando mi aliento. Mis propios ojos se nublan. Parpadeo
para alejar las lágrimas y exhalo un suspiro tembloroso.
—¿Ya eligieron un nombre? —pregunta la enfermera.
Echo un vistazo para notar que Mel nos observa. Lágrimas se reúnen en el
rabillo de sus ojos y parpadea, limpiándolas. Le asiente a la enfermera. —Sí, lo
tenemos. —Me sonríe—. Darla Hunter Randall.
La enfermera dice—: Melody, ese es un hermoso nombre.
Llevando a la pequeña Darla conmigo, me siento en una silla al lado de la
cama. Coloco a nuestra bebé en los brazos de Mel, y paso el mío sobre la almohada
para acercarme lo más posible. —¿Lista para esta aventura? —le pregunto.
—Oh, sí. —Se ríe, y me encanta su sonido. Bastante—. Pero no creo que
vayamos a conseguir un asiento de bebé para la parte trasera de tu moto. ¿Tienes
algún otro plan?
Presiono mis labios en su frente, y susurro—: Para ti… siempre.

242
Página
Traducido por Annie D
Corregido por Miry GPE

En ceder está el perdón; sígueme, amigo mío,


A las profundidades, a la oscuridad, al agujero dentro de mí,
Purga, ya que tu lealtad es interminable,
Rota por ella,
Asciende, y sé la salvación,
Por una plegaria no escuchada,
Solo un susurro sentido, oh, suave caricia de la muerte,
Gritando en el vacío de nuestra decadencia,
Las lágrimas manchan, corroen y atraen a espíritus malignos,
Los demonios sí envidian, sí sueñan,
De azufre y beso,
De vidrio y hielo,
Una conciencia más clara, un hoyo libre de razón,
No sientas, el fuego solo consume,
No pruebes, la dulzura es un engaño,
Sígueme, mi amor, al vacío,
243
Hacia el aire sin perfume, libre de culpa,
Por quienes deben sentir el rápido ataque,
Página

Una corriente subterránea en mi mar de olas, estrellándose,


Por encima de los árboles, se eleva al cielo, toca las estrellas,
Su fuego devora, pero no hay necesidad de aire,
Rodando y cayendo, de nuevo en el agujero,
Metálico brillante, fuerte y húmedo,
Probar solo el deseo, me llena,
Por mis desbordantes anhelos, dolor amargo,
Y mis heridas se reabren, rasgadas y saladas,
La resolución puede cegarte y aun así sanarte,
Ningún sacrificio es demasiado profundo,
Solo cuando los corazones egoístas se rompen,
Repara y remienda, la fisura avanza,
Hasta que me ves,
Y me quemo, iluminada por tu antorcha.

244
Página
El amor significa atenuarse para que el otro brille
más fuerte.
Ropa correcta. Escuela correcta. Prometido correcto.
Como una Wyndemere, se espera que Arian cumpla
con las normas. La más importante: Ser perfecta. Pero
su vida aparentemente perfecta está lejos de ser eso.
Una expulsión vergonzosa del alma máter de sus
padres la hace caer en una ya incontrolable obsesión
poco saludable, dejando expuesta una oscura verdad.
Frente a tener que asistir a una pequeña universidad
privada después de una temporada en rehabilitación,
Arian está preparada para simplemente permanecer
bajo el radar y reparar algunos de los daños, pero el
control amenazante de su padre es como una mordaza ahogando su suministro de
aire.
Cuando un desacuerdo con el amado quarterback estrella de Braxton, Ryder Nash,
pone a Arian en la mira de sus compañeros devotos, lo último de su controlado y
ordenado mundo se trastorna. A medida que las bromas y venganzas aumentan, la
rivalidad de Arian y Ryder toma un giro apasionado. Y una vez que Arian consiga
un vistazo debajo del exterior de atleta estrella que proyecta Ryder, ella se da
cuenta de que él es mucho más que un deportista idiota.
A medida que su relación se intensifica, las fuerzas externas sienten la amenaza.
Dejar atrás su pasado no significa que la historia no va a repetirse, pero Ryder no
puede permitir que eso ocurra. Él está a solamente un juego de campeonato para
romper el molde. Solo un momento, una elección, podría cambiarlo todo.
245
Página
Desde muy temprana edad, Trisha Wolfe, ha inventado
mundos de fantasía y personajes, y fue acusada de hablar
consigo misma. Hoy, vive en Carolina del Sur con su
familia y escribe a tiempo completo, usando sus mundos
de fantasía como una excusa para seguir hablando
consigo misma.

246
Página

Das könnte Ihnen auch gefallen