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PROYECTO DE LEY
Señor Presidente:
Los préstamos actualizables por medio del índice UVA se han presentado como
una política de estado (iniciada por el gobierno anterior y continuada y profundizada por el
actual), dadas la posibilidad cierta de lograr una tasa de interés menor y una cuota más
accesible. El estado presentó estas líneas de préstamos para vivienda, como una alternativa
segura para garantizar a los habitantes el acceso a una vivienda digna, y combatir el enorme
déficit habitacional que vive la argentina hace más de dos décadas. Se propuso así, una
respuesta distinta a la de construcción de viviendas sociales de forma directa por el estado.
Sin embargo, la nueva política de vivienda, dependía de factores conocidos por todos los
actores que la promocionaron, como la estabilidad económica (en especial en el caso de los
préstamos UVA, del combate exitoso contra la inflación), así como de un aumento sostenido
(o al menos similar a la inflación) de los salarios.
Lamentablemente, estos factores no han podido controlarse. Hemos llegado a una
situación grave, en donde los ciudadanos de todo el país que accedieron a estas líneas de
crédito -con el apoyo y promoción del estado que la asumió como una política pública de
vivienda-, ven constantemente agravarse las condiciones de sus préstamos: tanto por el
aumento sostenido del capital (que se actualiza de forma constante), como por la cada vez
mayor incidencia del pago de los préstamos en sus ingresos mensuales. Esta situación en
donde la inflación aumenta a mayor ritmo que la actualización de los salarios, vuelve inviable
la política de vivienda intentada y expone a los que buscaron la ayuda del estado para lograr
una vivienda propia (derecho básico garantizado por la Constitución) a los desalojos, el ahogo
económico extremo (ya que las familias deben relegar todas sus necesidades para afrontar
los pagos y no quedar en la calle) y la angustia ante la pérdida de uno de los bienes más
esenciales y preciados.
La situación se ha vuelto grave y se repite en todo el país, en el diagnóstico no
podemos diferir ninguno de los actores de todo el arco político. En lo que podemos tener
distintas visiones es tal vez en la solución, de por sí compleja dada la incidencia de otras
políticas públicas, la dificultad crónica de nuestro país de lograr un equilibrio macroeconómico
sostenible y el cada vez más extendido uso del índice para distintas operatorias. Por esto, y
para resguardar el derecho a la vivienda de más de 150.000 familias de todo el país, es
necesario declarar la emergencia de forma inmediata y suspender todo proceso de
desalojo. No podemos permitir que una política del estado, generada, incentivada y
apoyada por el estado para garantizar el derecho a la vivienda, termine en una oleada
de desalojos.
Por otro lado, no podremos arribar a una respuesta definitiva, sólida y sostenible
en el tiempo, si no otorgamos rápidamente las herramientas necesarias a los
legisladores de todos los bloques y de ambas cámaras para realizar una propuesta seria
y duradera, que resuelva de forma definitiva la situación de los actuales y futuros
consumidores que sean parte de esta política de vivienda.
Quedarnos de brazos cruzados, demorar una respuesta, o mirar para otro lado
esperando que el problema se solucione por sí mismo, no hace más que ahogar aún más a
los que confiaron en el país y en el estado, y tienen un derecho indiscutible a acceder y vivir
en su casa propia. Por este motivo, les proponemos a nuestros pares que se agilicen y
garanticen los mecanismos legislativos -por el término de la emergencia-, para poder obtener
toda la información necesaria y fidedigna, conocer a profundidad los factores afectados por
cualquier propuesta y salir de la emergencia, tanto fortalecidos los que confiaron en el estado
y decidieron construir un hogar con la ayuda pública, como para los futuros tomadores de los
préstamos.
Por los motivos expuestos, solicito a mis pares la aprobación del presente
proyecto de ley.