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Frente al mal en el mundo debemos

confiar en la victoria final de Dios,


alienta el Papa

VATICANO, 20 Jul. 14 / 10:14 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa


Francisco, en sus palabras previas al rezo del Ángelus hoy, alentó a
los cristianos a hacer frente a la cizaña en el mundo imitando la
paciencia de Dios, alimentando la esperanza y confiando en que al
final triunfará el bien.

El Santo Padre señaló que “en estos domingos la liturgia propone


algunas parábolas evangélicas, o sea breves narraciones que Jesús
usaba para anunciar a la multitud el Reino de los cielos. Entre
aquellas presentes en el Evangelio de hoy, se encuentra una más
bien compleja que al inicio no se entiende, la cual Jesús explica luego
a discípulos: es aquella de la semilla buena y de la cizaña, que
enfrenta el problema del mal en el mundo y pone en relieve la
paciencia de Dios”.

“La escena se desarrolla en un campo en donde el propietario


siembra la semilla; pero una noche llega el enemigo y siembra la
cizaña, término que en hebreo deriva de la misma raíz del nombre
‘Satanás’ y evoca el concepto de división”.

Francisco indicó que “todos sabemos que el demonio es un cizañero:


trata siempre de dividir a las personas, a las familias, a las Naciones
y a los pueblos”.

“Los peones quisieran de inmediato arrancar la hierba mala, pero el


propietario lo impide con esta motivación: ‘porque al arrancar la
cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo’. Porque todos
sabemos que, cuando la cizaña crece, se parece mucho a la semilla
buena y existe el peligro de confundir una con otra”.

Citado por Radio Vaticano, el Papa destacó que “la enseñanza de la


parábola es doble. Ante todo dice que el mal en el mundo no proviene
de Dios, sino de su enemigo, el Maligno. Es curioso: él va de noche a
sembrar la cizaña, en la oscuridad, en la confusión… Donde no existe
la luz, él va y siembra la cizaña”.
“Este enemigo es astuto: ha sembrado el mal en medio del bien, de
manera que es imposible para nosotros hombres separarlos
netamente; pero al final, Dios, podrá hacerlo. Él se toma el tiempo”.

El Santo Padre subrayó también el tema de “la contraposición entre la


impaciencia de los peones y la paciente espera del propietario del
campo, que representa a Dios. A veces nosotros tenemos una gran
prisa en juzgar, clasificar, poner de un lado a los buenos, y del otro a
los malos”.

“Pero acuérdense de la oración del hombre soberbio: ‘te agradezco,


Dios, porque yo soy bueno y no soy como ese otro que es malo’.
Acuérdense de esto. Dios en cambio sabe esperar. Él mira en el
‘campo’ de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve
mucho mejor que nosotros la suciedad y el mal, pero también ve los
retoños del bien y espera con confianza que maduren”.

Francisco remarcó que “Dios es paciente, sabe esperar. ¡Que


hermoso es esto! Nuestro Dios es un padre paciente, que nos espera
siempre, y nos espera con el corazón en la mano para acogernos,
¡para perdonarnos! Nos perdona siempre si vamos hacia Él”.

“La actitud del propietario es aquella de la esperanza fundada sobre


la certidumbre de que el mal no tiene ni la primera ni la última
palabra. Y hay más: gracias a esta paciente espera de Dios la misma
cizaña, o sea el corazón malvado con tantos pecados, al final puede
convertirse en semilla buena”.

“Pero atención –continuó– la paciencia evangélica no es indiferencia


al mal; ¡no se puede hacer confusión entre bien y mal! Frente a la
cizaña presente en el mundo el discípulo del Señor está llamado a
imitar la paciencia de Dios, a alimentar la esperanza con el apoyo de
una inquebrantable confianza en la victoria final del bien, o sea de
Dios”.

El Papa recordó que “al final, de hecho, el mal será arrancado y


eliminado: al tiempo de la cosecha, o sea del juicio, los cosechadores
seguirán la orden del propietario separando la cizaña para quemarla”.

“En aquel día de la cosecha final el juez será Jesús, Aquel que ha
sembrado la semilla buena en el mundo y que se ha vuelto Él mismo
‘semilla’, ha muerto y resucitado”.
Francisco indicó que “al final todos seremos juzgados con la misma
medida ¿Con cuál? ¿Con cuál medida? con la misma medida con la
que hemos juzgado: la misericordia que habremos tenido para con
los demás será usada también con nosotros”.

“Pidamos a la Virgen, nuestra Madre, que nos ayude a crecer en la


paciencia, en la esperanza y en la misericordia con todos los
hermanos”, concluyó.

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