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CANTARES
Exposición
Pablo A. Deiros
Ayudas Prácticas
Bernardo Stamateas
INTRODUCCION
El amor es la fuerza humana más poderosa que existe en el mundo. El Cantar de los
Cantares es el libro de la Biblia que presenta los poemas más extraordinarios en
cuanto al amor que une a un hombre y una mujer. En él se habla de un amor
consumidor y todopoderoso. Sus cánticos exaltan un amor irresistible, invencible y
triunfante. El libro no es meramente una composición delicada ni tan sólo una pieza
literaria atractiva. Hay algo impresionante y celestial en el Cantar, que llega al límite
de lo fantástico y sublime. Se trata de una égloga, que alaba el idilio de una pareja.
Por sobre todas las cosas, es una colección de cantares de amor, un amor que
trasciende las barreras del espacio y el tiempo, para vencer y someter todo lo que se
pone en su camino.
SU LUGAR EN LA BIBLIA
SU AUTOR Y FECHA
La razón para atribuir el libro a Salomón es sin dudas el hecho de que el libro lo
menciona (1:1, 5; 3:7, 9, 11; 8:11, 12); y también porque era muy sabio y compuso
muchos poemas (1 Rey. 4:32). Además, Salomón fue famoso por sus muchas esposas y
concubinas (1 Rey. 11:1–3), un “experto” en cuestiones amorosas. Sin embargo, es
dudoso que el libro en su conjunto le pertenezca. Se ha sugerido que el lenguaje y el
estilo indican una fecha posterior a Salomón (971–931 a. de J.C.). El vocabulario es
muy particular y contiene muchas expresiones en arameo. Hay también palabras que
vienen del persa y del griego (4:13; 3:9). No obstante, la aparición esporádica de
palabras tardías no prueba que el libro en su conjunto sea tardío, ya que podrían ser
adiciones posteriores. Es difícil fechar el libro. Hay cierto consenso en asignarle una
fecha postexílica, en el siglo III ó II a. de J.C. Los que hacen una interpretación cúltica
del poema dicen que la forma original es preexílica.
El carácter del libro debe ser determinado por sus evidencias internas. Hay dos
posibilidades. El libro puede ser considerado como una obra poética homogénea o bien
como una colección de cánticos separados. Algunos siguen el primer criterio y lo ven
como un drama. Pero no hay evidencias de un desarrollo dramático o una trama
coherente. Ni siquiera hay seguridad de quién está hablando en ciertos momentos, ni
cuál es el escenario de la acción. Más bien, parece ser que la pieza poética es lírica en
su carácter. Hay quienes ven al libro como un solo poema, que describe el progreso del
amor humano desde las primeras expresiones de afecto, pasando por el noviazgo y
casamiento, hasta el estado matrimonial. Pero el libro presenta más bien episodios y no
hay mucha evidencia de continuidad de pensamiento entre ellos.
Lo más probable es que Cantares sea una colección de poemas amorosos, de origen
incierto, compuestos simplemente como una expresión del amor humano más sublime.
Las diversas piezas poéticas provendrían de autores diferentes, tendrían un carácter
eminentemente popular y provendrían de diferentes partes de Palestina. Si bien el libro
no tiene una estructura coherente, la unidad de estilo y la temática general presuponen
un trabajo de edición final. Esto no excluye la posibilidad de que algún material haya
sido de origen salomónico.
SU INTERPRETACION
Si bien los poemas de Cantares pueden ser usados para ilustrar verdades
espirituales, la debilidad básica del método alegórico aplicado a los mismos está en su
subjetividad. Además, toda vez que en la Biblia se emplea alegóricamente la relación
hombre-mujer, ello se indica explícitamente (Eze. 16; 23; Ose. 1–3). Pero en Cantares
los lugares y las situaciones son reales. Por otro lado, el método alegórico de
interpretación es de origen pagano, y acepta el concepto platónico y gnóstico de que
todo lo físico y material es malo por definición, particularmente la sexualidad.
SU ESTRUCTURA
A los efectos del presente comentario, se seguirán en general las divisiones que
presenta el texto de la RVA. Sin embargo, parece evidente que el libro está dividido en
dos partes con un clímax en el medio (ver comentario sobre 5:1). La primera parte
describe las experiencias de la amada y el amado, posiblemente previas a la
consumación de su amor (3:6–5:1). La segunda parte considera sus experiencias
matrimoniales. A su vez, es posible definir subdivisiones del material tomando en
cuenta la repetición de la sentencia ¡Juradme, oh hijas de Jerusalén! (2:7; 3:5 y 8:4),
como conclusión a esas partes. Otras subdivisiones concluyen con experiencias de
consumación sexual (5:1 y 8:14). A su vez, cada sección comienza con la idea de la
excitación sexual de uno o ambos amantes (2:10; 5:2; 8:5) o la llegada de uno de ellos
y la invitación del otro (1:2, 4; 2:8, 10; 3:6; 5:2; 8:5–7).
BOSQUEJO DE CANTAR DE LOS CANTARES
I. TITULO, 1:1
2. El amado, 4:1-15
3. La amada, 4:16
4. El amado, 5:1
AYUDAS SUPLEMENTARIAS
Cate, Robert L., Introducción al Estudio del Antiguo Testamento. El Paso: Casa
Bautista de Publicaciones, 1990.
I. TITULO, 1:1
El libro comienza con las palabras hebreas sir hassirim 7892, lit. “de todas las
canciones, ésta es la canción,” es decir, la mejor o la más hermosa. El cual es de
Salomón puede referirse a que Salomón lo escribió, lo editó o publicó, o que fue
dedicado a él. También puede indicar que Salomón es el protagonista masculino de
Cantares.
(1) La amada, 1:2–4a. Las primeras palabras del libro son las de la muchacha
enamorada que anhela los besos de su amado. Ella espera también su amor sexual
(dode 1730), que le resulta más apetecible que el vino. En la cultura hebrea el vino era
símbolo de una celebración gozosa. Al pensar en el nombre de su amado, la joven
recuerda un perfume de gran valor que es derramado. Así es su aprecio por él. Tan
atractiva es la personalidad de su amado que otras doncellas se sienten atraídas por él.
En la antigüedad, existía la costumbre de frotar el cuerpo con aceite de oliva
perfumado después de bañarse, especialmente para ocasiones festivas. El calor del
cuerpo hacía que poco a poco el ungüento expidiera su aroma (Sal. 133:2). La joven
enamorada, excitada por estos pensamientos, pide a su amado que la lleve a su
dormitorio, ¡y que lo haga pronto! Es notable el poder que tiene el amor para atraer a
los que se aman (ver Jer. 31:3; Ose. 11:4).
(3) La amada, 1:5–7. Ella habla primero a otras doncellas de Jerusalén, y les
expresa sus dudas sobre su atractivo físico. Como toda casamentera, se siente mirada
por las demás mujeres, quizá de piel menos curtida que la de ella. Su piel está
bronceada por el sol, quizá por ser una muchacha campesina que pasó mucho tiempo
al aire libre. A pesar de sus temores, sabe que es bella como las tiendas en Quedar (ver
nota de RVA), o como los cortinados (pabellones) que Salomón tenía en su palacio,
también hechos con pelos de cabras negras. Luego la muchacha parece hablarse a sí
misma (v. 6b), al reflexionar sobre su aspecto físico y las razones que justifican su
rusticidad. La frase los hijos de mi madre estaría fuera de lugar si su padre viviera, por
lo cual esta joven sería huérfana de padre. Sus hermanos eran muy estrictos y la
obligaron a trabajar duro en las viñas de la familia todo el día. Probablemente esto
ocurrió en las montañas del Líbano (4:8). No se dice en el texto por qué sus hermanos
se enojaron con ella. La cuestión es que por cumplir con el deber impuesto ella no pudo
prestar atención a su propia persona y a hacer realidad sus sueños: ¡Mi propia viña no
cuidé! ¡La joven era una especie de Cenicienta! ¡Cuántas jovencitas en América Latina
corren la misma suerte de esta morenita del norte de Israel!
Semillero homilético
1:5–11
Introducción: Siempre nos interesa considerar todo lo que tenga que ver con
un matrimonio de éxito. Es interesante que el autor de los Cantares nos
ayuda con tres elementos.
Conclusión: Los tres elementos son tan necesarios hoy como en el día de
Salomón. Necesitamos promover la expresión sincera del amor en estas
maneras.
El amante sigue pensando en los arneses de una yegua, engalanados con joyas,
metales preciosos, cuero, telas y plumas. Al hacerlo, compara estas imágenes de
belleza decorativa con la belleza del rostro de su amada, que se ve resaltada por los
ornamentos que lo rodean. De igual modo, su cuello luce precioso engalanado con
collares. Tal es el entusiasmo del joven, que le promete mandar hacer otras joyas de
oro y plata para obsequiarle. En todas las culturas de todos los tiempos los regalos han
sido una manera adecuada de expresar amor. La belleza natural de la joven y el
cuidado que ella pone en resaltarla con su arreglo personal, no sólo son un incentivo
para la alabanza de él, sino también para que él se sienta movido a hacerle regalos.
(5) La amada, 1:12–14. Parece que finalmente ocurrió el encuentro amoroso tan
esperado. La mujer se describe recostada junto al rey sobre su diván. Este era una
especie de cama donde las personas se reclinaban para comer. La escena
aparentemente es de un banquete íntimo. La mujer se perfumó con nardo, que era una
fragancia aceitosa muy cara e insinuante. Con el calor del cuerpo, el perfume se iba
liberando, mientras los dos comían juntos.
Intimidad afectiva
1:15, 16
Se ha dicho que la casa es una extensión del cuerpo de la mujer. Una casa bonita,
bien decorada y arreglada, no puede ser otra cosa que el resultado de una mujer que se
siente ella misma como la rosa de Sarón. Sarón es la región de la llanura de la costa al
sur del monte Carmelo. Allí crecía abundantemente una rosácea silvestre de color
carne con un tallo sin hojas. El lirio de los valles se refiere a una planta de seis hojas o
una flor de seis pétalos que crecía en los valles fértiles y húmedos. La belleza que la
mujer se reconoce es como la de las flores silvestres: sencilla en su aspecto, pero
atractiva. ¡Cuánta belleza hay en la mujer hispanoamericana, sencilla, humilde, la más
de las veces pobre, pero llena de valor, nobleza y pasión!
La amada no tiene inhibiciones en expresar toda la pasión y deleite sexual que siente
junto a su amado. Lo compara con un manzano, que es un símbolo del amor (ver 8:5).
Ella pondera aquí su destreza para hacer el amor. En América Latina, donde
generalmente son los varones los que alardean de sus cualidades sexuales, sería
interesante conocer qué piensan las mujeres. Nótese el paralelismo entre las palabras de
ella y las de él en el versículo anterior. La expresión me agrada sentarme bajo su
sombra; su fruto es dulce a mi paladar ha sido un rompecabezas para los exégetas. En
buena medida, esto es así debido a prejuicios respecto de las expresiones de la
sexualidad en la pareja humana. Se ha sugerido que la mujer se está refiriendo al efecto
El amante sigue pensando en los arneses de una yegua, engalanados con joyas,
metales preciosos, cuero, telas y plumas. Al hacerlo, compara estas imágenes de
belleza decorativa con la belleza del rostro de su amada, que se ve resaltada por los
ornamentos que lo rodean. De igual modo, su cuello luce precioso engalanado con
collares. Tal es el entusiasmo del joven, que le promete mandar hacer otras joyas de
oro y plata para obsequiarle. En todas las culturas de todos los tiempos los regalos han
sido una manera adecuada de expresar amor. La belleza natural de la joven y el
cuidado que ella pone en resaltarla con su arreglo personal, no sólo son un incentivo
para la alabanza de él, sino también para que él se sienta movido a hacerle regalos.
(5) La amada, 1:12–14. Parece que finalmente ocurrió el encuentro amoroso tan
esperado. La mujer se describe recostada junto al rey sobre su diván. Este era una
especie de cama donde las personas se reclinaban para comer. La escena
aparentemente es de un banquete íntimo. La mujer se perfumó con nardo, que era una
fragancia aceitosa muy cara e insinuante. Con el calor del cuerpo, el perfume se iba
liberando, mientras los dos comían juntos.
En este contexto de intimidad, la mujer responde a la comparación que hizo su
amante (v. 9), con otras dos comparaciones: Por un lado, dice que él se parece a un
manojito de mirra. La mirra era una resina que se obtenía de un árbol del sur de
Arabia. Era la costumbre que la mujer llevara una bolsita de mirra alrededor del cuello
durante la noche. Ella está diciendo que su amado, apoyado entre sus dos pechos, es
como esa bolsita perfumada de mirra. La otra comparación dice que él es como un
racimo de flores de alheña. La alheña es una planta común en Palestina, cuyas hojas se
utilizaban como tintura de color naranja o amarillo, y cuyas flores son fragantes. El
oasis de En-guedi (ver nota de RVA), “el lugar de las cabras salvajes”, fue por siglos
un lugar de refrigerio para los viajeros. Las viñas se refiere a todo tipo de plantas que
crecen allí, especialmente aquellas de las que se fabrican cosméticos y perfumes. Así
como en 1:9 la yegua es el mejor de todos los equinos del faraón, aquí los productos de
En-guedi son lo mejor de lo mejor. La muchacha devuelve los cumplidos de su amante
en términos de lo mejor que ella conoce, las viñas (ver v. 6) de En-guedi. Siempre es
bueno hablar de la persona que se ama usando los mejores términos y conceptos.
Mucho mejor es decirle a él o ella las cosas más bonitas que puedan brotar de la mente
y el corazón.
Intimidad afectiva
1:15, 16
Se ha dicho que la casa es una extensión del cuerpo de la mujer. Una casa bonita,
bien decorada y arreglada, no puede ser otra cosa que el resultado de una mujer que se
siente ella misma como la rosa de Sarón. Sarón es la región de la llanura de la costa al
sur del monte Carmelo. Allí crecía abundantemente una rosácea silvestre de color
carne con un tallo sin hojas. El lirio de los valles se refiere a una planta de seis hojas o
una flor de seis pétalos que crecía en los valles fértiles y húmedos. La belleza que la
mujer se reconoce es como la de las flores silvestres: sencilla en su aspecto, pero
atractiva. ¡Cuánta belleza hay en la mujer hispanoamericana, sencilla, humilde, la más
de las veces pobre, pero llena de valor, nobleza y pasión!
La sala del banquete (lit. “casa del vino”) es el lugar donde el vino se cultiva, se
produce, almacena o consume (i.e. la viña). Puede ser la recámara o dormitorio
privado donde se celebra el banquete íntimo. El toma la iniciativa en llevarla al lugar
de celebración del amor. Su bandera se refiere al hecho de que él es dueño de ella, y en
consecuencia, ella puede mirarlo y seguirlo en la dirección en que él la conduzca. Esta
dirección, en este momento particular, es hacer el amor con ella. La frase puede ser
traducida literalmente “y su deseo en cuanto a mí fue hacer el amor”, o más
simplemente “sus intenciones eran hacer el amor”.
La razón de tal juramento no está muy clara en el texto. Puede ser que ella no
quiere forzar el amor para que nazca antes de tiempo, sino que se desarrolle como algo
natural. Según el comentarista bíblico Delitzsch, lo que ella está pidiendo es que “no
interrumpan el dulce sueño de amor que ella está gozando, llamándola a la realidad de
la situación presente”, o, como es más probable en el contexto, “no comiences el
proceso de intercambio amoroso hasta que se presente la oportunidad y ocasión
apropiada”. La expresión puede querer decir: “No despierten, no aceleren la pasión,
antes que esté lista para brotar.” Quizá la joven está advirtiendo a las “hijas de
Jerusalén” a no entregarse sexualmente a nadie (relaciones premaritales), hasta que
sea con la persona adecuada y en el momento debido, como parece ser el caso de ella.
Si esta interpretación es la correcta, nos recuerda la exhortación de Pablo en 1
Corintios 6:12–20 y el sabio consejo de Eclesiastés 3:1.
Obstáculos a la intimidad
El machismo
Cantar de los Cantares tira abajo el mito del cowboy evangélico que
sigue vivo en muchos creyentes. Creen que ser hombre es algo así como el
hombre solitario y silencioso, de pocas palabras, en busca de aventuras que
enfrentará con valentía. No hay lugar para los sentimientos y debilidades, no
hay lugar para el llanto, para conmoverse. Sencillamente ser un cowboy
evangélico es no expresar NUNCA ningún sentimiento.
Ahora él ha arribado (v. 9) y se encuentra detrás de nuestra cerca, mirando por las
ventanas. El amado está todavía fuera de la casa, pero busca a su amada a través de
cada ventana abierta. La expresión atisbando por las celosías sugiere que el amado se
acerca para mirar por entre las hendijas. Uno se pregunta por qué se demora en esta
acción, en lugar de entrar directamente al interior de la casa y encontrarse con su
enamorada. Quizá su intención es excitarse y excitar a su amada sexualmente con este
juego de escondidas y con la demora del encuentro.
Después del olivo, la higuera era el árbol más importante en Israel y, como la vid,
era símbolo de paz y seguridad (1 Rey. 4:25; Miq. 4:3–5; Zac. 3:10). La higuera florece
hacia mediados de marzo e inmediatamente produce un primer higo de verano, que es
el precursor del verdadero higo, que madura hacia agosto y septiembre. Si el árbol no
produce los primeros higos estériles, tampoco va a producir los verdaderos frutos (ver
Mat. 21:18–22). Otra evidencia de la llegada de la primavera es que las vides están
florecidas (2:15; 7:12). La atmósfera está saturada de la fragancia que despiden las
flores silvestres y las vides en flor. No hay tiempo que perder. La mejor opción para el
día es salir a pasear por el campo. ¡Levántate, oh amada mía! ¡Oh hermosa mía, ven!
(v. 13.)
Obstáculos a la intimadad
Estereotipos
Varón Mujer
Independiente Dependiente
Semillero homilético
2:15
I. ¿Cuáles son?
Conclusión: Para evitar que las cosas pequeñas dañen el matrimonio, hay
que estar atentos a lo que está pasando. Las cosas pequeñas no tienen
importancia, pero la verdad es que son como el comején. Aunque no lo ve,
está trabajando para dañar el mueble.
En toda pareja hay cosas pequeñas que echan a perder los mejores sueños y
proyectos de amor. Las zorras socavaban y roían las raíces de las viñas. La joven era
una experta en cuidar viñas (1:6), y utiliza esa figura para ilustrar su argumento. Las
viñas, hermosas y con flores fragantes, se refieren a su pacto de amor, mientras que las
zorras parecen ser un símbolo de los pequeños problemas que carcomen la relación
floreciente de los amantes. Estos pequeños conflictos no pueden ser dejados de lado.
Deben ser encarados (“atrapados”) y resueltos antes que la relación pueda seguir
desarrollándose. Estos peque-ños animales rara vez medían más de 40 cm. Al cavar sus
hoyos aflojaban la tierra y afectaban el crecimiento de las vides. Las zorras son
símbolos de destrucción bien conocidos (Neh. 4:3; Eze. 13:4).
A pesar de que ella reconoce que la relación se encuentra algo deteriorada por
algún conflicto, no obstante es clara en la afirmación de su pacto de amor con su
amado: ¡Mi amado es mío, y yo soy suya! (ver 6:3; 7:10). La expresión enfatiza la
devoción mutua y la dedicación del uno al otro. Más allá de los pequeños problemas
domésticos, ambos saben que el amor los une y que se deben el uno al otro. Por eso,
ella tiene esperanza y no abriga temor (1 Jn. 4:18). El amor que se tienen hará que las
sombras presentes huyan, y que raye el alba (ver 4:6). Ningún conflicto entre dos que
se aman de verdad puede durar mucho tiempo.
Mientras tanto, ella es de la idea de que él apacienta entre los lirios. La expresión
puede querer decir que ella desea que él le brinde su amor, a pesar de encontrarse
peleados. Ella se considera como el lirio de los valles (2:1), y él mismo la estima de ese
modo (2:2). “Apacentar” es pastorear, cuidar y alimentar. Pero en Cantares, la
expresión tiene un profundo sentido erótico (ver 4:5). La mejor manera de distender las
situaciones de tirantez en la pareja es una buena relación sexual. No debe esperarse a
solucionar todos los problemas antes de entregarse sexualmente. La Biblia dice que no
hay más que una sola razón para no hacer el amor: la dedicación a la oración (1 Cor.
7:3–5). Puede ser también que los vv. 16, 17a sean una expresión de la entrega mutua
total de los amantes, y de la manera en que ese amor compartido se expresa haciendo
el amor a lo largo de toda la noche, hasta que raye el alba, y huyan las sombras.
Obstáculos a la intimidad
Coraza dura
Donald Winnicott, famoso psicoanalista inglés, dice que las personas con
dificultades para relacionarse y expresarse son personas que tienen una
coraza dura en su exterior que protege un núcleo débil y blando en su
interior (el cual trata de mantener oculto), que es la falta de confianza en sí
mismo.
Este exterior "duro" hace que nadie permita conocer su interior "débil".
Decimos que cuanto "más macho" por fuera más débil por dentro, cuanto
más inexpresivo por fuera, más sentimental por dentro. Son personas que no
pueden "desnudarse" emocionalmente, creen que deben ocultar ciertas
partes de sí, ya que si otro las conociera eso sería algo vergonzoso y
peligroso. Viven entonces cuidando de que los demás no conozcan aquello
que vigorosamente ocultan para no ser descubiertas. Justamente para estas
personas intimar sería que el otro descubra este núcleo débil y pobre,
entonces asume características de firmeza y dureza. La persona que puede
intimar es la que posee un exterior permeable, y un núcleo firme y
consistente. Su autoestima está firme y segura, su interior es estable, puede
abrirse y permitir que otros lleguen a lo más profundo de su ser.
Por eso, Erik Erikson, otro psicólogo, dice que el deseo de compartir es
una característica del hombre maduro.
En 3:1–5, la amada parece seguir recordando aquella noche triste en que se sintió
sola, en medio de sueños eróticos y pesadillas, debido al alejamiento de su compañero.
La cama sobre la que está recostada es una cama de amores (miskab dodim 1730, Eze.
23:17). La connotación del término es evidente aquí (ver Gén. 49:4; Núm. 31:17–20).
El deseo sexual por él, estimulado por pensamientos o sueños eróticos, hacía que ella
lo buscara ansiosamente en su cama. Nótese la repetición del verbo para énfasis, y la
gran frustración de la mujer al no encontrar a su compañero.
Semillero homilético
3:1–5; 5:2–6
Introducción: Estamos viendo un aumento en el número de padres solteros,
debido al divorcio, el abandono, y mujeres embarazadas que no se casan.
Las consecuencias de estos sueños despedazados se pueden percibir en los
sufrimientos de las personas que han quedado solas. El autor de Cantares
menciona en estos dos pasajes algo de los sentimientos.
Esta sección de Cantares constituye el corazón del libro, mientras que 4:16 y 5:1
son el pivote central sobre el que gira todo el poema. Toda la preparación de la pareja
a lo largo de la primera parte concluye en la boda y la consumación del acto sexual
entre los que se aman.
Intimidad corporal
Por eso en nuestros hogares existe tan poca intimidad corporal. Hay
parejas que han perdido "el toque", "el beso", "la caricia". Muchas mujeres
al ser tocadas en el hombro ya lo interpretan como sinónimo de coito: "No
querido, hoy no tengo ganas", "¿Otra vez esta noche?". Todo toque se ha
genitalizado, por eso lo mejor es evitarlo, y así nuestra intimidad corporal se
ha perdido.
Parejas que nunca se han bañado juntas, ¡nunca se han visto desnudas!,
nunca se han acariciado, solo se tocan para tener relaciones sexuales...
La marcha nupcial
3:6–11
1. Se describe su belleza.
Es probable que la reina viajase en la litera del v. 7, mientras que el rey estaba en
la carroza real, sobre la que estaba su asiento de púrpura o trono (v. 10). Todo era de
lujo en esta carroza: la madera, las columnas, el respaldo, el asiento, el interior. ¡Todo
era digno de un gran rey! Y allí estaba él, con la diadema que le ciñó su madre en el
día de sus bodas. No se trata de la corona real, sino de una cinta hecha con ramas
(como la corona de laureles de los Juegos Olímpicos), o bien con piedras o metales
preciosos (Sal. 21:3). Esta diadema simbolizaba honor y gozo en ocasión de las bodas
del rey. Por eso, quien corona es la madre. En el caso de una coronación real quien
coronaba era el sumo sacerdote, como representante de Dios (1 Rey. 1:32–48; 2 Rey.
11:11–20).
2. El amado, 4:1-15
Esta larga sección está dividida en dos partes. La primera termina en el v. 7, que
resume la belleza de la amada, que se describe en detalle en los versículos anteriores.
La segunda comienza y termina con la mención del Líbano en los vv. 8 y 15. Todo el
pasaje se caracteriza por un intenso erotismo. La pasión parece ir en aumento, hasta
alcanzar la consumación en 4:16–5:1.
Intimidad intelectual
Anotará en bosquejo qué piensa uno del tema, qué le gusta y qué no, en
forma detallada. Luego de completarlo, se encontrarán los dos para
compartir lo escrito. Es importante solamente compartir lo escrito sin
"querer cambiar la opinión del otro", menos todavía discutir.
Intimidad sexual
Muchas parejas tienen relaciones sexuales cuando sus hijos duermen con
ellos y creen que porque ellos estan dormidos ¡no se dan cuenta!, otros
manifiestan que tienen relaciones con la puerta abierta para "escuchar si le
pasa algo al nene".
Mientras besa la cabeza de su amada, el esposo percibe el aroma que ella despide
(v. 10b). No se trata del olor de los cosméticos y perfumes artificiales que ella usa, sino
de la fragancia natural de sus cabellos y de todo su cuerpo. Nuevamente el amante
utiliza aquí una alabanza, que ella ya ha hecho de él (1:3). Al besar los labios de su
esposa (4:3; 5:13; 7:9), el amado encuentra sus besos tan dulces como la miel. La
lengua de él se encuentra con la de ella para paladear juntos tanta dulzura. Una vez
más (v. 11b), el esposo pondera la fragancia de su amada, pero en esta ocasión no de
su cuerpo sino de sus vestidos. La palabra puede referirse al cubrecamas o las sábanas
del lecho matrimonial (Deut. 22:17), o bien a la ropa ligera y perfumada que ella lleva,
que le permite lucir sus encantos físicos.
Por fin, el esposo llega otra vez a los genitales de ella (vv. 12–15), y parece
detenerse allí, para expresar en detalle cuánto placer encuentra en esa parte del cuerpo
de su esposa. Metafóricamente, el jardín es utilizado como eufemismo para referirse a
los órganos sexuales femeninos. El esposo dice que los genitales de ella son como un
jardín cerrado. Probablemente lo que él quiere decir es que ella todavía es virgen. El
juego amoroso no ha llegado a su culminación, con el desfloramiento de ella.
Antiguamente, los manantiales se sellaban para proteger el agua para el uso exclusivo
de su legítimo dueño (ver Prov. 5:16). Al pensar en la vagina de ella (su jardín), él
encuentra satisfacción en saber que su esposa es virgen y no se ha entregado a otro
hombre.
El acto de amor
Joya bíblica
3. La amada, 4:16
4. El amado, 5:1
La respuesta del amado es tan apasionada como los reclamos de ella, y la intimidad
plena que ahora gozan es la culminación que tanto han deseado. En la RVA se
traducen los tiempos verbales como pretéritos perfectos (He venido, etc.), lo cual
sugiere una acción comenzada en el pasado y que continúa en el presente. Pero quizá,
a la luz del contexto, sería mejor traducir los verbos como lo que en inglés se llama
“presente continuo” (estoy viniendo), lo cual indica una acción en curso o en vías de
completarse.
Nótese que el amado, mientras penetra a su esposa, va respondiendo a cada una de
sus invitaciones. El huerto está ahora abierto para él (ver 4:12). Ella ya no es virgen.
En consecuencia, ya no será más la novia, sino la esposa (amada, ver 6:4). El está
recibiendo todo el placer que había anticipado durante el juego amoroso (mirra y
perfume, vv. 13b, 14). Toda la dulzura de ella ahora es suya (panal y miel, ver 4:11a), y
él se deleita en saborear tanto placer que ella le prodiga (vino y leche, ver 4:11b). En la
poesía amatoria del Cercano Oriente, frecuentemente se usaba la figura de la miel y del
panal como eufemismos para referirse a los genitales femeninos.
Las tres líneas finales del versículo presentan el problema de quién o quiénes están
hablando, y a quiénes se está invitando. Algunos eruditos sugieren que quien habla es
el esposo, lo cual no es probable porque estaría invitando a un grupo de personas a
servirse sexualmente de su esposa, que le pertenece a él de manera exclusiva. Otros
han dicho que las palabras se dirigen a la pareja de enamorados, de parte de los
testigos imaginarios de la boda. Es posible que quien habla sea Dios, a quien por otro
lado no se lo menciona en todo el libro. De ser así, Dios estaría hablando a los que se
aman en este punto culminante del poema, animándolos a disfrutar de su sexualidad,
que es fruto de su amor providencial y poder creador. En este caso, Dios estaría
invitando a los amados (dode 1730, “los que hacen el amor”) a beber de su pasión
sexual hasta que estén borrachos de amor (¡bebed en abundancia!).
El corazón despierto
5:2
(2) El cortejo nupcial, 5:9. Las preguntas de las muchachas de la ciudad sirven
para montar la escena para una descripción pormenorizada de los encantos del amado.
El amado parece ser mejor que cualquier otro amante, y las muchachas parecen tener
curiosidad en averiguar en qué aspectos él es el mejor. Nótese que ellas nombran a la
amada (ver 6:1) de la misma manera en que él ya la ha calificado (1:8).
(3) La amada, 5:10–16. Los poemas de amor que describen los encantos físicos de
los enamorados eran comunes en el mundo antiguo, especialmente en relación con la
mujer. Este es uno de los pocos casos en que un poema pondera la belleza física del
varón. Como en el caso de la descripción de la belleza de la amada (4:1–5; 6:5–7;
7:1–5), el amado es descrito desde la cabeza hasta los pies, se lo compara con algunos
animales, con bellezas naturales, con flores y especies, con fuentes y arroyos, con la
obra de los arquitectos, herreros y joyeros. La belleza que se presenta es la de un varón
ideal. El es un hombre modelo.
Nuevamente se mencionan las mejillas (ver 1:10), pero esta vez son las de él las que
se alaban. Es interesante notar que muchos de los piropos que él le ha dicho a su
amada, ahora ella los aplica a él. ¡Más de un varón hispanoamericano se sentiría algo
molesto si su amada lo ponderara por estar bien perfumado! Pero un poco de loción
facial no viene mal, si se aplica para agradar a la persona que se ama. Lo mismo vale
para los labios, como instrumentos del beso amoroso (ver 4:3). Es difícil que una
mujer, por enamorada que esté, quiera besar a un hombre barbudo, con mal aliento y
transpirado.
Maravillosamente hecho
El cuerpo humano está hecho de tal manera que puede derivar el placer
del toque de todas las partes que se mencionan en los Cantares. Un ejercicio
positivo para las parejas es el siguiente: La pareja debe retirarse a un lugar
íntimo y disponer de por lo menos 1 hora. Uno de los dos comenzará a
masajear y acariciar al otro por lo menos durante 20 minutos. El que es
masajeado solamente percibirá las caricias y el placer recibido, diciéndole
cómo y dónde gusta más ser tocado, en qué forma, velocidad y presión.
Para la amada, él es superlativo desde la cabeza hasta los pies (v. 15b). Para ella,
su figura es como el Líbano, puesto que no hay nada más majestuoso que esa región al
norte de Palestina, ni nada más imponente que los cedros que allí crecen. A sus ojos, él
no tiene parangón. Además, reconoce que su boca, como órgano del habla, es dulce
(ver 2:3). Este hombre no sólo es físicamente atractivo para ella, sino que su
conversación la seduce. ¡Todo él es deseable! (v. 16). El es su amado (heb. dode 1730,
“amante,” 1:13), es decir, su compañero sexual. Pero también es su amigo, es decir, su
camarada y compinche. Un buen esposo debe ser ambas cosas para su esposa: un buen
amante y un buen amigo.
(4) El cortejo nupcial, 6:1. Después del panegírico de la amada, las doncellas de
Jerusalén levantan una segunda pregunta. Esta pregunta no significa que él se haya
alejado de ella, o se esté ocupando en otros menesteres. Más bien parece ser un recurso
retórico del poeta para introducir el acto amoroso, que parece consumarse en 6:2, 3.
La pregunta de las muchachas sirve para que la amada diga cuál fue la reacción de su
amado al juego amoroso que ella inició. Se nota una cierta envidia de parte de las
doncellas, que quieren participar, como ella, del placer que la amada ha anticipado.
En las familias más normales estos mitos son más conscientes para la
persona, pueden modificarse, se acercan más a lo que podríamos llamar
"expectativas".
Este sector de Cantares hace énfasis en el respeto mutuo que sienten los
cónyuges. Pueden expresar en forma franca la apreciación que tienen el uno
por el otro, sin temor a ofender o herir.
(5) La amada, 6:2, 3. Ella responde segura de contar con el afecto y la pasión fiel
de su amado. Después de un período de creciente excitación sexual, en el que ella tomó
la iniciativa mediante la alabanza del cuerpo de su amado, ahora él desciende a su
huerto (v. 2). Como se indicó (ver 4:16–5:1), esta expresión y las que siguen se refieren
al acto sexual. La repetición de expresiones poéticas (cuatro en total), que tienen que
ver con el acto amoroso, no sólo expresan la tremenda excitación sexual del momento
sino que sirven para enfatizar la intensidad del mismo. Al entregarse a su esposo, ella
vuelve a experimentar lo que ya ha experimentado antes (2:16) y volverá a
experimentar más tarde (7:10). El acto sexual es un poderoso recurso para sellar el
pacto de mutua pertenencia entre los esposos. No hay otra experiencia, en la vida de
una pareja, que sirva mejor para confirmar y solidificar las mutuas promesas de amor
y fidelidad (Gén. 2:24).
(6) El amado, 6:4–12. Terminado el acto amoroso, mientras ella descansa relajada
a su lado, el amado parece seguir excitado y entusiasmado con la belleza de su amada.
Quizá hasta el momento de hacer el amor se mostró algo resentido, probablemente por
la anterior indiferencia de ella (5:3). Pero ahora, después de haber disfrutado juntos el
uno del otro, él se siente más que motivado a exaltar los encantos del cuerpo y el
carácter de su amada. Muchos de estos piropos ya han sido dichos, pero hay otros que
se mencionan por primera vez en el poema.
Ella es bella. Esta no es sólo su opinión (1:15; 4:1), sino también lo que otras
personas piensan (6:1). Ella es tan bella como la capital del reino, Jerusalén (Lam.
2:15), o como una de las ciudades más deleitosas de Palestina, Tirsa (ver nota de la
RVA). Ella es radiante y espléndida (imponente como ejércitos abanderados, ver 6:10).
Nótese que él comienza con una descripción general de la belleza de ella, para pasar
luego a una descripción pormenorizada de sus encantos (6:5–7). En este sentido, su
panegírico sigue el orden inverso del hecho por la amada, quien comenzó con los
detalles (5:10–15a), para concluir con una observación general (5:15b, 16).
(7) El cortejo nupcial, 6:13a. Los textos hebreo y griego numeran a este versículo
como el primero del cap. 7 (ver nota de la RVA), de modo que este capítulo consta allí
de 14 versículos en lugar de 13 como en la RVA. Es evidente la urgencia del pedido que
hacen los testigos anónimos (vuelve, subi 5437 se repite cuatro veces). Lo que no parece
muy claro es el propósito del reclamo. Aparentemente, lo que estas personas quieren es
que la mujer regrese, a fin de que ellos puedan examinar detenidamente la belleza de
ella, que acaba de ser descrita. Por primera vez, se nos da a conocer el nombre de la
amada. Sulamita puede indicar un nombre propio, o el nombre del lugar de donde ella
proviene. También es probable que no signifique otra cosa que “mujer de Salomón” y
sea simplemente una forma femenina del nombre Salomón (ver nota de la RVA).
La última línea plantea un serio problema interpretativo. La danza era una parte
importante de la cultura hebrea, como expresión de gozo por la victoria en una batalla
(Exo. 15:20; 1 Sam. 18:6), de alegría en la adoración a Dios (Sal. 149:3; 150:4), o
simplemente de gozo por acontecimientos felices (Jer. 31:13). Generalmente era una
práctica grupal, acompañada de canto e instrumentos. En este caso, probablemente se
trata de un tipo particular de danza, conocida como la danza en medio de los dos
campamentos o “danza de los dos grupos” (o ejércitos). De ser así, la mujer está
preguntando a los testigos anónimos: “¿Por qué quieren ustedes mirarme a mí cuando
hay tantos otros participando en esta danza?” Una vez más (ver 1:6), la amada hace
gala de su modestia y recato.
(9) El amado, 7:1–9. El amado parece ser el que responde a la pregunta que
levanta su amada (6:13b). La respuesta se presenta en dos partes. En la primera (vv. 1–
5), el amado parece repetir algunas metáforas y comparaciones anteriores (4:1–6; 6:5–
7), agregando nuevos elementos. En la segunda (vv. 6–9), la descripción es más íntima
y personal. En ambos casos, el contenido de la descripción es bien explícito y erótico.
Los ojos del amado pasan de las caderas en movimiento ondulante al vientre
desnudo, que también se mueve de manera sugestiva. La palabra traducida ombligo
(sarr 8270) muy probablemente se refiere a toda la zona genital femenina. La palabra
árabe sirr indica las partes “secretas”. La raíz sr significa un valle o un lugar para ser
cultivado. La idea de “arar” como eufemismo para la relación sexual está bien
atestiguada en la literatura. De ser así, las partes íntimas de ella no sólo estaban
perfumadas sino que eran promesa de gran placer (vino). De allí, el amado pasa a
describir el vientre propiamente dicho, es decir, la parte baja del abdomen, por debajo
del ombligo. La referencia al montón de trigo puede querer significar el color de la piel
en esa parte del cuerpo, mientras que la expresión rodeado de lirios puede ser una
referencia al bello púbico. ¡Este hombre no deja de ponderar cada solo centímetro
cuadrado del cuerpo de su amada, con el lenguaje más exquisito que uno se pueda
imaginar! La mención de los dos pechos repite su alabanza de 4:5, sólo que aquí la
comparación con los venaditos y los mellizos de gacela parece más adecuada, en razón
de los movimientos de la mujer mientras danza.
Un contraste marcado
Hay un contraste marcado entre las palabras que se expresan aquí por el
autor de los Cantares y algunos conceptos contemporáneos que rechazan la
igualdad.
El recorrido de la mirada del amado sigue ahora más arriba, para presentar sí-
miles repetidos, pero modificados. En 1:10 y 4:4, el cuello aparece rodeado y
engalanado con bellos collares; aquí se lo alaba por su belleza natural (su dignidad,
torre; y su color, marfil). Los ojos, que anteriormente se los comparó con los tonos
iridiscentes de la malva y el gris de las palomas (1:15; 4:1; etc.), aquí son descriptos
como estanques, es decir, calmos, profundos. Cerca de los ojos está la nariz, que es
mencionada aquí por primera vez. Se la compara con la torre del Líbano. Es probable
que el símil se refiera a la blancura (laben 3836, “ser blanco”) de la nariz, más que a su
tamaño o forma. El v. 5 completa la observación de la cabeza, que se presenta
majestuosa como el monte Carmelo. La cabellera, arreglada primorosa y lujosamente
(como púrpura real), cae sobre los hombros de la mujer aprisionada (peinada) en
trenzas.
En 7:6–9 la alabanza que el amado hace de su esposa adquiere un tono aún más
íntimo. El hombre está encandilado con la belleza física de su mujer (ver 1:8), quizá
tanto como ella lo está respecto a él (ver 1:16). El no puede dejar de pensar en el
placer que le produce recordar cuando hizo el amor con ella (4:16–5:1), o anticipar tal
experiencia (7:10–12). ¡No hay nada más grande para un hombre y una mujer
enamorados, que hacer el amor! Como dice el amado: “Qué extraordinariamente
deleitoso es el amor por sobre todos los demás placeres.”
Ella es alta y elegante como una palmera. Sus pechos, que ya fueron descritos como
dos venaditos (7:3; 4:5), ahora son comparados con racimos de dátiles, quizá para
continuar con el símil de la palmera y expresando la dulzura y deleite que producen.
Sumamente excitado, él quiere abordarla sexualmente y acariciar sus pechos. En el v.
8b continúa el símil en relación con los pechos, pero esta vez su dulzura (placer) es
comparado con racimos de uvas. La palabra traducida boca (ver nota de RVA) puede
referirse a los pezones o a la vagina. En razón del contexto altamente erótico de este
pasaje, es muy probable que el amado esté hablando de la fragancia de las partes
íntimas de su esposa, bajo la excitación sexual (como de manzanas, ver 2:3, 5). En este
momento, los besos de ella son tan placenteros como el buen vino. Para ella los de él
son igualmente deleitosos (ver 1:2).
(10) La amada, 7:10–8:4. Ahora, la mujer que ha sido objeto de tantos piropos de
parte de su amado, le responde afirmando su entrega total. Por tercera vez (2:16; 6:3),
ella confirma su fidelidad y su confianza en el amor que él le profesa. Ella se considera
plenamente realizada, porque se siente una mujer deseada por su esposo. Su respuesta
al deseo de él se expresa en los términos en que él ya la ha invitado a disfrutar de la
vida (2:10–14). La idea de ir al campo es para pasar allí la noche juntos (ver nota de
RVA). Se nota cierta urgencia en su invitación (madruguemos, lit. “comencemos
temprano”). Las frases que siguen se refieren todas al acto amoroso y tienen un
marcado tinte erótico (ver 1:6; 2:13, 15; 6:11). Ella está ansiosa por hacer el amor con
su esposo (¡allí te daré mi amor!).
Fray Luis León en 1583 en "La Perfecta casada" decía: "No las dotó
Dios del ingenio que piden los negocios mayores ni de fuerza... mídanse con
lo que son y conténtense con lo que es su suerte, y entiendan en su casa y
anden en ella, pues las hizo Dios para ella sola."
En el v. 4 se repite por tercera vez este refrán (2:7; 3:5), que concluye con una
cuarta sección de Cantares. A estas alturas, el amor ya está despierto y consumado (ver
8:5), y no necesita de mayor estímulo por parte de los testigos anónimos. De esta
manera, toda esta parte, que comenzó con sueños confusos y frustraciones,
alejamientos y desencuentros, concluye con los amantes cada uno en los brazos del
otro.
En esta última sección de Cantares, todos los protagonistas del poema amoroso
parecen darse cita para hacer sus últimos comentarios, mientras los amantes
consolidan su relación de amor reafirmando su compromiso mutuo, sellándolo con la
unión sexual.
(1) El cortejo nupcial, 8:5a. Esta sección comienza con las mismas palabras con
que se inicia la tercera sección de Cantares (3:6–5:1), y ambas terminan con la
consumación del amor. La pregunta ¿Quién es ésta? aparece también en 6:10, si bien
en 8:5 la respuesta es explícita: se trata de la amada. Ella viene recostada sobre su
amado, lo cual indica cercanía e intimidad. Los enamorados parecen regresar de hacer
el amor en el campo (7:11, 12). Ahora están tranquilos y su amor se ha vuelto a
confirmar. La intervención del cortejo provee una transición a lo que sigue.
(2) La amada, 8:5b–7. Una vez más es la mujer quien toma la iniciativa para
expresar sus sentimientos respecto a las experiencias sexuales que está viviendo. En
este caso, ella está asociando el manzano con la casa materna del amado. Ya se ha
indicado la connotación sexual que tiene el manzano en Cantares. En una ocasión
anterior, ella comparó a su amado (el que hace el amor) con un manzano (2:3), y pidió
ser refrescada con manzanas (satisfecha sexualmente, 2:5). Probablemente aquí se esté
dando a entender que la pareja tuvo alguna relación sexual sobre la misma cama donde
la madre del amado lo dio a luz (ver 3:4; 8:2). Así como ella “despertó” sexualmente
(ver 2:7; 3:5; 8:4) en aquella ocasión, él también lo hizo gracias a ella.
Joya bíblica
Los vv. 6, 7 son los más hermosos de todo Cantares, y resumen el tema central de
todo el poema, que es el amor. En estos versículos, la amada presenta tres imágenes, y
cada una de ellas, a su vez, sugiere una característica distintiva o una cualidad del
amor. Las imágenes son la muerte, la tumba y el fuego; los atributos o virtudes
sugeridos por estos cuadros son la fuerza, la pasión y la vehemencia.
La muerte es algo que ningún poder en la tierra jamás ha podido vencer. La muerte
tiene una fuerza irresistible. Nadie ha podido contra ella, salvo Jesucristo. Así es el
amor para la amada: inquebrantable e irresistible como la muerte. De esta manera, el
v. 6 presenta el grito apasionado y urgente de la amada, que quiere estar cerca de su
amado, para ya no separarse nunca más de él. Esto se ve claramente en la referencia al
sello sobre tu corazón y sobre tu brazo. El sello era un anillo trabajado o una piedra
preciosa labrada. El hombre lo llevaba en uno de sus dedos, y la mujer atado con un
cordel colgando de su cuello y arreglado de manera que pendiera sobre su corazón.
Cuando estos sellos eran intercambiados por los amantes, esto era señal de que sólo la
muerte podía separarlos. La fuerza de su amor era tan sólida e irresistible como la
muerte misma. Además, los sellos eran usados como marca de propiedad, como la
firma personal en nuestros días. El contexto sugiere que la amada quiere marcar a su
amado como propio (ver 2:16; 6:3; 7:10).
Estas son algunas de las razones por las que el amor no está a la venta ni se lo
puede comprar (v. 7c). El amor no tiene precio. Si alguien ofreciera todas sus riquezas
por un poco de amor, lo único que recibiría serían las burlas de la gente. ¿Por qué la
gente despreciaría a una persona así? Porque piensa equivocadamente que el amor se
puede ganar, comprar o merecer. La amada, de amante pasa a ser filósofa, y a partir de
su propia experiencia personal presenta una de las reflexiones más profundas y
hermosas sobre el amor que une a un hombre y una mujer.
(4) La amada, 8:10. Quien habla ahora es una mujer madura y sexualmente
realizada. En clara referencia a las imágenes usadas por el cortejo en los dos
versículos anteriores, la amada proclama su madurez y disposición para el amor y el
matrimonio, que ya está experimentando. Ya no es la jovencita que necesitaba
protección y disciplina; ahora es una mujer plenamente desarrollada (ver Eze. 16:7–
14). Desde su pubertad frágil y su sexualidad inmadura, esta mujer ha llegado a ser,
con el correr de los años, una persona sexualmente admirable para su esposo (a sus
ojos). En la relación con su amado, ella es una fuente permanente de “paz,” es decir,
de plenitud, armonía y realización total. No es extraño que su nombre sea Sulamita: “la
pacífica” (ver nota de RVA en 6:13), “la plena” o “la completa”.
(5) El amado, 8:11–13. Las palabras iniciales de este verso recuerdan la parábola
de la viña de Isaías 5:1–7, que es también una canción de amor. En el caso de Isaías se
trata de una alegoría (Isa. 5:7), pero aquí no, si bien la interpretación tradicional
identifica la viña con el harén de Salomón (ver 1 Rey. 11:3). Pero no debe identificarse
necesariamente al amado con el rey Salomón. El contraste que estos versículos
plantean es entre los derechos del rey a administrar sus propias posesiones y el derecho
de la amada sobre su propia persona. Algunos ven aquí un contraste entre las grandes
propiedades de Salomón (su harén con numerosas esposas y concubinas) y la persona
de la amada, sobre la cual sólo ella tiene plenos derechos. Ella no es una propiedad de
la que él pueda disponer y entregar al cuidado de otros, como pudiera ser el caso de
otras mujeres de su harén.
Así sucede muchas veces con la pareja: Se parte del presupuesto falso de
la desigualdad en los derechos y libertades, de los papeles y
responsabildades de cada uno. El problema no son las peleas, sino el
erróneo presupuesto del cual se ha partido.
Anticipando el placer del último encuentro sexual, con el que concluye Cantares, el
amado reclama ahora a su amada una palabra personal. Los compañeros (¿de él o de
ella?; el hebreo no dice mis) son probablemente el grupo que se reunió para la
celebración en 6:13. Ellos quieren oír a la amada, el personaje central de todo el
poema, decir una última palabra. El más ansioso por oírla es su esposo, que la invita a
responder a su presencia y reclamo sexual (ver 2:14).