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ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD 91

Reich describió la estructura del carácter neurótico-compulsiva como ca


rácter anal al que oponía, un poco esquemáticamente, el carácter genital. En-
ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD Y SÍNTOMAS mi estudio sobre la relatividad de la realidad {La relativité de la realité, 1937)
PATOLÓGICOS* yo también intenté esbozar el carácter oral, anal y genital, comprendiéndolos
a partir de su estructura influida por el medio ambiente.
Describí el yo como consistente de una parte individual y una parte colec
Rene Laforgue tiva, mayor. Amplié además el concepto del super-yo individual con el del
super-yo colectivo, social y religioso. Llegué así a la conclusión de que según
La SINTOMATOLOGÍa a la que hemos de enfrentarnos varía, tanto por la estruc la influencia del ego colectivo y del super-ego sobre el desenvolvimiento del
tura de la personalidad como por las normas que impone el medio ambiente, yo individual variará la realidad, es decir, nuestra concepción del mundo reco
y puede considerarse patológica o normal. Ligados como estamos a nuestro nocida como verdadera, así como nuestros sistemas de relación a los que
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sistema de relaciones europeo-occidental creemos en un hombre normal y en nos sometió la educación que recibimos. Con otras palabras, expuse, prin
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un desarrollo normal. Pero en la realidad este hombre normal y esta orienta cipalmente en el capítulo sobre la génesis de las necesidades causales, que todo
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ción rectilínea no existen. Se trata, más bien, de relaciones humanas determi conocimiento del que cree disponer nuestro ego es relativo y determinado por
nadas por la personalidad, que según el medio circundante se traducen de el medio. O mejor dicho: desde mi punto de vista el yo se convirtió en una
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una u otra manera en síntomas o se reflejan en la mentalidad. función de aquellas instancias que lo condicionan subterráneamente.
Ceñidos a nuestra idea de la norma, estamos familiarizados en particular Nuestro ego se tornó así un conmutador, en tanto que antes lo habíamos
con la personalidad depresiva y la estructura psíquica, o del carácter neu considerado un motor. En motor convertimos los instintos del individuo y
rótico-compulsiva y neurótico-angustiosa. Según la estructura de la persona los instintos del medio ambiente, de los que dispone el yo, de una u otra ma
lidad de que se trate y conforme a sus raíces, de acuerdo, también con la nera, para asegurar la unidad de la personalidad.
mentalidad reinante en el ambiente al que pertenezca un individuo, cambiará
No puedo ocultar que con estas concepciones de la estructura de la perso
nuestro criterio terapéutico. Así como Zullinger adapta su tratamiento al caso
nalidad no gocé de mucha suerte entre mis colegas —en una época en que se
específico de un paciente, debemos nosotros tomar en cuenta la estructura creía que lo inconsciente podía derivarse con gran acierto de lo consciente,
de la personalidad de nuestros pacientes y su atadura a la familia y al medio siguiendo el famoso principio de Freud: "Lo que era ello deberá ser yo." Freud
circundante.
mismo tachó mi investigación de filosófica.
Una neurosis, en nuestro ámbito, es por lo general un producto del am
En distintas ocasiones he insistido sobre este problema. Así lo hice también
biente creado por la familia; y en el marco de esta "neurosis familiar" la
en mi conferencia que acerca del contacto afectivo desde el punto de vista psico
neurosis del individuo tiene habitualmente una función determinada. Todos
analítico ("Le contact affectif du point de vue psychanalytique") pronuncié
nosotros conocemos estas neurosis familiares, de acuerdo con las cuales los
en el Congreso de Leyden. Intenté, esa vez, demostrar que el contacto afectivo
niños son educados bien como "chivos expiatorios", bien como parásitos o
encierra el resultado de la labor que el yo realiza, de comunicar entre sí dos
seguidores, debido a que los padres reproducen la tradición de la neurosis
familiar de sus propios padres. También conocemos las llamadas neurosis com
niveles, el del contacto exterior y el del contacto interior: El yo se encuentra
aprisionado entre dos mundos, el de los instintos y sentimientos que surgen
plementarias, que unen a dos compañeros y mantienen la estabilidad psíquica.
de los adentros, y el de las impresiones y exigencias provenientes del exterior.
Conocemos asimismo neurosis disfrazadas, casos en los que al verdadero pro
vocador de la neurosis familiar se le toma por persona normal mientras otros La tarea del yo consiste en situarse entre estos dos mundos y procediendo de
manera sintética hacer las veces de mediador entre ellos, bien sea resolviendo
miembros de la familia adoptan la actitud de neuróticos. Si curamos a éstos,
sin tomar en consideración al que ha disfrazado su neurosis, éste enfermera al mediante compromisos los conflictos emergentes, bien sea dominándolos por la
aliviarse los "chivos expiatorios". fuerza.
¿Qué es lo que determina nuestra actitud terapéutica, según el caso de En la investigación a que me refiero, siguiendo a Nunberg establecí una
que se trate? El conocimiento exacto de la estructura de la personalidad, diferencia entre la labor sintética del yo débil en la etapa de desarrollo oral;
condicionada por traumas, taras hereditarias o neurosis familiares, nos indica del yo anhelante de dominio, en la etapa anal y, finalmente, del yo en la
la dirección que hemos de seguir. Este conocimiento, adquirido con la expe etapa genital, por supuesto sin considerar en forma rígida esquemática estos
riencia, es el que habrá de sernos útil para orientar nuestros métodos de niveles de desarrollo entre los cuales hay muchas transiciones. Estos grados
curación ajusfándolo a la realidad. diversos de evolución del yo determinan, en cada caso, la forma característica
de sentir, pensar y actuar, creada a su vez por el medio ambiente. Son estas
* Última conferencia que pronunció el (?) autor en el Foro Internacional de Psicoaná
lisis (1963) en Amsterdam. Publicamos este trabajo en memoria del notable investigador
formas las que tenemos que esclarecer.
psicosomático y psicoanalista Rene Laforgue. ¿Cuál es —en la medida en que podemos advertirla— la estructura de la
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Laforgue, R., 1968: Estructura de la personalidad y síntomas pastológicos, in: Revista de Psicoanálisis, Psiquiatría y Psicología, México (No. 8, 1968), pp. 90-102.
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personalidad de individuos deprimidos que han permanecido en la etapa oral Un síntoma importantísimo de este desarrollo inhibido del yo es la alte
de desarrollo del yo? Tienen en común los deprimidos la inmensa influencia de ración de la sensación del cuerpo y la ausencia de sensibilidad aunada a una
un super-yo típico de todos ellos ya sea que tenga una repercusión patológica, pobre capacidad de establecer contacto hacia fuera y hacia dentro. En de
debida a factores hereditarios, a traumas o neurosis familiares, o que en el presivos graves la sensibilidad de la piel, por ejemplo, desaparece en parte o
marco de otra civilización distinta a la nuestra se la considere como normal casi totalmente, o existe una hipersensibilidad de ciertos órganos en contraste
y conveniente al medio. Bien sabemos que la influencia de este super-yo pre con una falta de sensibilidad de otros, de tal manera que el individuo no puede
potente e inexorable se explica a partir del medio ambiente en el que se ya situarse correctamente y se vuelve carente de tacto y sentimientos en un
desenvolvió el individuo en su niñez. Este super-yo domina a todos los indi grado patológico. Esto puede llegar al extremo de que personas depresivas
viduos que desde su nacimiento ignoraron el amor de madre (en sentido euro recurran a serios daños y hasta lesiones corporales con el solo propósito de
peo) —me refiero a los frustrados y en nuestro medio sobre todo a aquellos sentir que existen. Se hieren o flagelan para avivar artificialmente la sensa
niños que tuvieron una madre depresiva o enferma, cuyo contacto se reflejó ción del cuerpo, de la que carecen. En uno de nuestros casos, un paciente
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que había hecho serios intentos de suicidio, se clavó un cuchillo en el muslo,


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en el lactante despertando en él inhibiciones y sentimientos de culpa. Lo mismo


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puede afirmarse de niños huérfanos abandonados al cuidado de un personal acuciado por la necesidad de sentir algo siquiera, cerca de su mujer, con la
deficiente. que se había casado recientemente. Este joven, muy inteligente y dotado
El pequeño frustrado carece del amor materno, débase a que la madre lo de un gran talento matemático, confesó que podía compensar mejor la exi
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odia, o a que está enferma y teme el contacto con el niño preocupándose dema güidad de sus sentimientos mediante una actividad intelectual forzada, mo
siado o nada por su hijo. Esto explica por qué, en consecuencia, el niño adopta tivo por el cual se interesaba en especial por complicadas fórmulas mate
ante si mismo la actitud de la madre o del medio frustrante, de lo que resultan máticas.
síntomas típicos. Cuanto más se arredra la madre ante el niño tanto más Esta sensibilidad de cambiantes niveles se refleja también en la imagen
se desarrolla en él el temor a sí mismo. Mientras más pierde la madre con de la realidad que se forman estos individuos. Son sólo sensibles a determi
tacto con el niño, más se pierde éste a sí mismo —un proceso que puede nadas impresiones y escotomizan otras. Del cuerpo humano, al que no sien
manifestarse en sentimientos de inferioridad y abandono. El temor y el senti ten, no pueden hacer una "contrafigura" (imagen a semejanza). El contacto
miento de inferioridad ocasionan una grave experiencia de culpabilidad que con lo natural se les escapa; sólo en el campo de la abstracción actúa su mundo
inhibe toda iniciativa del niño, y puede convertirse en verdadera fobia: res sensible. Ya en 1925, en un estudio sobre esquizofrenia y escotomización, señalé
pecto del alimento y dondequiera que el niño rehuya el contacto con el mundo una típica inversión de la escala de sentimientos que se cristaliza en estos pa
circundante, bajo la presión de un miedo infinito. Es este mismo miedo el cientes. Dos niños atribuían el calor de madre del que carecían a los excre
que obliga a la criatura a llorar, con la esperanza de que la madre lo tranqui mentos con los que jugaban o a la orina que los calentaba. En vez de desarrollar
lice. Sin embargo, generalmente ocurre lo contrario: el niño es abandonado el contacto con lo viviente, lo hacían con lo digerido, descompuesto, decadente.
a sí mismo o maltratado y en breve no se atreve a moverse siquiera. En su desenvolvimiento ulterior compensaban la falta de relación con lo natu
Así, bajo la presión del super-yo desarrollado en estas circunstancias, van ral con el culto a las abstracciones a lo geométrico y teórico, sustitutos de la
tomando forma las serias alteraciones psíquicas del niño frustrado, abandonado madre y la naturaleza. En otras palabras: lo impuro se convirtió por esta
o huérfano. Se recoge más y más sobre su propio cuerpo y se aleja de la inversión de las apetencias en puro, y lo puro en impuro; lo muerto en vi
madre. Lucha furioso contra su sed, su hambre y su miedo a sí mismo, y viente y viceversa.
contra sí. Esta lucha puede adoptar la forma de la conocida manía de en Estos individuos desarrollan también una pasión por el pesimismo y lo de
flaquecer que se manifiesta en niños de madres arredradas ante la vitalidad primente, a cambio de lo luminoso y alegre. En este mundo de ideas todo ad
del infante, que fomentan en él la inclinación a no prosperar para mantenerlo quiere una figuración rectilínea y cubista, como puede observarse entre pintores
pequeño y débil. En casos extremos el niño decae al nivel de la depresión y actuales que cultivan en este nivel de la vida sentimental lo cubista y geomé
muere por falta de atención, como lo ha demostrado Rene Spitz. Cuando el trico en el cuadro y la imaginación, y prescinden de la representación de lo
miedo de la madre al hombre se expresa en una verdadera persecución del humano y de la naturaleza. En lugar de la imagen humana aparece un miembro
hombre y el niño, acompañada de fuertes agresiones contra ellos, el pequeño se despedazado; un óvalo como representación de una mujer, deshumanizado en
vuelve paranoico, es decir, adopta la manía de persecución de la madre, la el trazo. El ritmo uniforme del dibujo que repite continuamente el mismo
transfiere sobre sí mismo y en el curso de su propio desarrollo se convierte motivo corresponde al "mecerse" del niño frustrado, descrito por Rene Spitz,
en la víctima de un perseguidor o —si hay una acusada identificación con la un cunear que en el desarrollo posterior domina la palabra, el conjuro y el
madre paranoica— se convierte en perseguidor de otra víctima. En este punto, pensamiento como algo obligado, compulsivo, regular. A esta regularidad
también, el desarrollo impedido del yo puede conducir al niño a la esquizofre corresponde luego el culto a un legalismo inexorable, que sólo conoce la pala
nia o a una psicosis de relación sensitiva. bra, pero no el sentido, igual que conjuros rítmicos a los que se agarra el

Laforgue, R., 1968: Estructura de la personalidad y síntomas pastológicos, in: Revista de Psicoanálisis, Psiquiatría y Psicología, México (No. 8, 1968), pp. 90-102.
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débil yo del frustrado para vencer sus temores por medio de fuerza mágica conocida por los valiosos trabajos de Alexander (Psychoanalyse der Gesamt-
e inexorabilidad heroica. personlichkeit), de Nunberg (Neurosenlehere), de Reik (Dogma und Zwangs-
Menninger, que conoce bien a estos pacientes y los ha sometido a trata neurose, Gestandnis, Zwang und Strafbedürfnis) para no mencionar otros
miento, hace ver con cuánta dureza debe actuar el psicoterepeuta en estos más. En esta ocasión me remontaré a lo ya sabido, e intentaré aplicarlo a nues
casos, en que ha de desempeñar él, el papel de super-yo, para liberar a los tra nueva orientación.
pacientes de su enfermedad. A estos enfermos les hace bien aporrearse, aje Como sabemos, el yo del neurótico-compulsivo cierra un pacto con el su
trearse, mortificarse; y al transferir tales síntomas sobre el terapeuta lo absor per-yo para salvarse de ser anulado o destrozado. Renuncia a su libertad
ben y explotan y su agresión hacia él aumenta con el tiempo. El terapeuta y con esta limitación asegura para sí —al someterse a un ceremonial obligado—
se ve obligado a resistir para que el paciente se descargue de su agresión y se la benevolencia del super-yo. En esta forma escapa al miedo que el super-yo le
logre quizá restaurar el intercambio personal tan necesario para el desenvol infunde. O dicho de otra manera, el yo ahuyenta el miedo al super-yo con un
vimiento del yo. ceremonial mágico y en su lugar inserta un síntoma: la acción compulsiva. Me
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Otra es la situación en el caso de esquizofrénicos para quienes también es diante una legalidad —expiación y sufrimiento— atrae sobre sí el amor y la
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difícil crear una base que asegure la vida de su yo. Pero las reacciones de tolerancia de un super-yo severo; así se purifica y el super-yo lo reconoce como
fensivas de estos enfermos son distintas de las de depresivos cuya fuga se ma inocente y lo acepta como elegido.
nifiesta en suicidios parciales o absolutos. A pesar de la diversidad de síntomas De esta manera, el yo se instala en este sector limitado como en su hogar
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podemos reducir a un punto la alteración del desarrollo del yo en el esquizofré y observa escrupulosamente las reglas compulsivas, lo que despierta en él un
nico. Parece que por lo menos en el aspecto intelectual una parte del desenvol sentimiento de seguridad y fortaleza (que por cierto tiene que reforzar siempre
vimiento de su yo en el ambiente es satisfactoria, en tanto que en el aspecto de nuevo por medio de un ceremonial compulsivo adecuado). Sobre la base de
afectivo se encuentra suspendida. Desde un punto determinado de su crecimiento esta estructura de la personalidad el suicidio queda excluido. Sin embargo, el
se rompen los lazos que habían atado a su yo con el mundo interior y el yo se siente reducido en sus posibilidades de acción, es decir, no es libre, y
circundante. El enfermo, entonces, experimenta esta situación como el ocaso sólo de la siguiente manera puede mantener una estabilidad: permitiendo al
del mundo. En el plano afectivo se forma compensaciones que sin embargo super-yo atraer sobre sí la agresividad que reprimió como algo culpable, y cual
no ponen en peligro su vida, como ocurre con los depresivos. En detrimento del abreacción descargarla contra el yo en forma de compulsión. Se trata aquí,
yo consciente, de sí empobrecido afectivamente, su afectividad fluye por apar pues, no sólo de un pacto entre yo y super-yo sino de un proceso que una y
taderos. Las relaciones de su yo con el super-yo, con lo materno y paterno, otra vez entabla el super-yo para ejercer presión sobre él y a costa de su
adquieren un matiz erótico y el mundo del delirio ofrece al enfermo aquellas desarrollo liberarlo de la agresividad mediante pleitos y rituales. El yo se ve
satisfacciones afectivas que le permiten seguir existiendo en este estado aun integrado, así, a un complicado sistema de debe y haber y obligado a abogar
cuando haya perdido la razón —en el sentido del análisis existencial. y debatir ante el super-yo para justificar su iniciativa. Sólo bajo condiciones
En el marco de este trabajo me es imposible abordar las estructuras de la limitativas podrá establecer contacto con el mundo interior y exterior, contacto
psique esquizofrénica y sus variados síntomas. Ya en 1926 tuve oportunidad, que ha de mantener dentro de fronteras trazadas según el caso. Vive, por
en mis diferentes estudios sobre la esquizofrenia —que publiqué con la colabo decirlo así, bajo curaduría; sus posibilidades de intercambio con ambos mun
ración de Claude, Allends, Pichón y Codet— de señalar el papel que desempeña dos están estrictamente controladas. Esta renuncia suya a la libertad alimenta
el trauma del destete y de la frustración, en el origen de la esquizofrenia. No un sentimiento de protección y seguridad, adquirido y merecido por un com
creo necesario subrayar que el tratamiento en estos casos debe perseguir como portamiento justo, dócil y recto.
meta el fortalecimiento de la capacidad del yo de establecer contacto, y la Este sentimiento de justicia, basado en una reglamentación legal —que
reconciliación de las diversas partes disociadas de la personalidad, del yo pone a cubierto las necesidades de todas las instancias de la psique—, es el
y del super-yo. Con frecuencia es necesario que el tratamiento se prosiga du distintivo de la estructura de la personalidad compulsiva, caracterizada por un
rante largo tiempo, antes de que —por ejemplo— el paciente reconozca aluci modo de pensar metódico y concienzudo. En tanto que en los depresivos y
naciones auditivas como pensamientos conscientes. Debemos emplear nues también en los esquizofrénicos domina el poder ciego y desenfrenado de las
tros conocimientos psicoanalíticos para entender al paciente y mejorar su capa instancias del super-yo, tan difíciles de atajar, en la estructura de la perso
cidad de contacto; no mediante interpretación, sino con una dirección adecuada nalidad neurótico-compulsiva el yo se encuentra asegurado e inhibido y reina
de nuestra terapia. la paz. De esta manera el yo es capaz de afianzar bajo determinadas cir
Pero elevémonos ahora de las regiones abismales del yo abatido o disgre cunstancias el régimen del desarrollo del yo sobre la base prescrita.
gado, el yo del depresivo o del esquizofrénico, a un terreno en el que nos Todas estas consideraciones nos aclaran cómo llegó Freud, después de sólo
sentimos más seguros: me refiero al de aquel desarrollo del yo, en el cual una observación superficial, a trazar un paralelo entre neurosis y religión. Éste
domina la estructura de la personalidad neurótico-compulsiva. Ésta nos es ya lo encontramos especialmente en el caso de la neurosis de compulsión cuya

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estructura caracterizada por el ceremonial tanto se asemeja a las religiones de lo puro y lo impuro en el sentido del ghetto en el que se encerraron las
dogmáticas y sobre todo al mosaísmo, la religión de la justicia según Bienen- comunidades judías.
feld. Sin embargo, si observamos con más precisión encontraremos que hay Sabemos que el culto a esta mentalidad no está reservado a los judíos
religiones de variada estructura en las que el dogmatismo, al que le es propio solamente. Sabemos también, cómo ya en época temprana surgió entre los
un carácter compulsivo, no representa su cualidad más esencial —como creía judíos, bajo la presión de la inflexible ley, una contra-presión inspirada por
Freud. No debemos confundir, como él lo hizo, el ceremonial religioso con la mentalidad greco-romana, que condujo a la nueva alianza, al Cristianismo.
el sentimiento religioso, que puede existir independientemente del ceremonial Éste se hace notable ya entre diversas sectas judías mucho antes del adve
y al que Romain Rolland dio el nombre de sentimiento oceánico. Es un hecho, nimiento de Cristo. Recuérdese no más el libro de los Doce Patriarcas en el
empero, que la personalidad neurótico-compulsiva, inhibida en la expresión de que el acento cae no ya sobre la ley sino sobre el amor al prójimo y esto cien
sus sentimientos, no está en libertad de renunciar al ritual. Sólo puede elegir años antes de Cristo.
entre compulsiones internas o externas, dogmatismo interior o exterior, entre un En mis trabajos sobre el super-yo individual y colectivo intenté demostrar
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dios interior o exterior, como tan afortunadamente lo expuso Bienenfeld en cómo en todo lo ancho de la faja desértica africana, desde Marruecos hasta
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su ensayo sobre la religión de los irreligiosos judíos. Nos demuestra ahí cómo Arabia e inclusive India, el desarrollo y la fijación de la estructura de la
los judíos irreligiosos logran proyectar en su interior el ceremonial religioso personalidad neurótico-compulsiva se vieron determinados por el efecto frus
al que han renunciado, para mantenerlo activo inconscientemente bajo la trante de la vida en el desierto, patria original de los semitas. Condiciones
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bandera de ideologías, calculación exacta o especulaciones sutiles por mor de vida similares dominan también en el desierto de Gobi, donde los mogoles
de la verdad científica.
nómadas se desenvolvieron en forma análoga a los árabes errantes. Su super-
Quisiera agregar que lo anterior no sólo es acertado respecto a los judíos, yo totalitario parece semejante al de los turcos-mogoles y su legalismo. Pro
sino que puede aplicarse a todos los hombres que debido a posibilidades de cedentes del desierto, impusieron a los chinos, en épocas remotas, este super-yo.
desarrollo exiguas en el seno de la familia o de la sociedad se vieron inhibidos Sólo este legalismo y sus reglamentaciones hicieron posible que se elevaran
en el desenvolvimiento de su yo y hubieron de abroquelarse con palabras y esas barreras que a pesar de la frustración reinante en el desierto y que domina
leyes, porque el verdadero contacto con la vida les estaba impedido en mayor aun al bebé, impidieron al yo de la colectividad caer en la fase oral-depresiva
o menor grado. Lo mismo parece ocurrir a la mayoría de los individuos de con su imperio del super-yo destructivo, tan peligroso para la existencia del
nuestro medio que han recibido una educación tecnocrática. La estructura individuo. Si se abarca de una ojeada la historia china parece, incluso, que
de-la personalidad neurótico-compulsiva no tiene como tal nada que ver con este legalismo no hubiera bastado en un principio para desviar el peligro de
determinantes raciales, aun cuando pueda conducir al culto de ideas racistas. la formación de un super-yo entre los mogoles, que amenazara con impedir el
No corresponde, pues, a ningún tipo racial, sino que es característica de una desarrollo del yo. La historia del Tsin-Lieou-Ju nos demuestra cómo bajo el yugo
mentalidad para la cual, por supuesto, muestran los individuos una disposición de este super-yo rodaron las cabezas y en el seno de la familia se estran
más o menos acentuada y que se halla favorecida por las tradiciones. gulaban y casi devoraban unos a otros. Lo cual se prolongó hasta que con la
¿Cómo, entonces, se explica Bienenfeld la estructura neurótico-compulsiva influencia de los Leang, alrededor del año 500 a. c, el budismo con su potente
de tantos judíos? Él acusa a la tradición religiosa de ser la responsable; es legalismo detuvo esta regresión y puso en equilibrio al Estado chino del Norte,
ella la que ha provocado al judío a cerrar un pacto con su dios único, invisible, apoyándolo en la estructura de la personalidad neurótico-compulsiva del man-
inaccesible. No hay entre el judío creyente y su severo dios ningún interce darinismo.
sor. Ni debe hacerse una imagen de él. Sólo el pacto, la antigua alianza y su No puedo, en el marco de esta exposición, detallar este desarrollo del yo
ley, consignadas en la Sagrada Escritura, le conceden la posibilidad de esta individual y colectivo, tan instructivo para nosotros. Resumiendo, quisiera
blecer una relación reglamentada con ese dios. La observancia de innume señalar el hecho de que la psique neurótico-compulsiva deslindó las rela
rables mandamientos y prohibiciones, la justa interpretación por parte de los ciones afectivas con la naturaleza de las relaciones con lo material. En otras
exégetas de la palabra contenida en la Escritura, son los medios que permiten palabras: la fuerza del yo en la etapa anal del desarrollo estriba en una riqueza
al creyente que su temido dios lo distinga como puro entre los impuros, y lo acumulada de mercancías y tesoros, en conocimientos almacenados de índole
considere elegido. De ahí la tradición de los judíos de ponderar el sentido intelectual, en el intercambio de mercancías regulado legalmente mediante un
de cada palabra para luego interpretarla; de ahí la necesidad de pureza y de estado de cuentas que guarda proporción entre el debe y el haber sobre
aislamiento del contacto con lo impuro, inclusive con la mujer; de ahí la una base material, y en la delimitación de bueno y malo hasta el Juicio Final,
pasión por la verdad y la justicia absolutas que a lo largo de milenios dominó fundamentada en la justicia. El interés por lo viviente y lo humano es subor
las aspiraciones tan altamente evolucionadas del pueblo elegido al que nuestra dinado al interés por lo legal, estático, por los sistemas ideológicos o por las
civilización mucho debe en los aspectos científico, religioso y social. Así se ex ordenaciones sociales. De esta manera se imponen fronteras al desarrollo del
plica también el dogmatismo judío —dice Bienenfeld— y la estricta delimitación yo individual y colectivo. En el arte domina lo geométrico, en la ciencia el ele-

Laforgue, R., 1968: Estructura de la personalidad y síntomas pastológicos, in: Revista de Psicoanálisis, Psiquiatría y Psicología, México (No. 8, 1968), pp. 90-102.
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mentó analítico. El concepto de lo normal es también un producto de esta Quizá sea éste el momento en que el psicoanálisis podría jugar un papel
mentalidad neurótico-compulsiva que pretende nivelarlo todo. A esto se añade imprevisto —no sólo por el tratamiento de neurosis individuales sino princi
la idea del llamado hombre normal con un desarrollo normal y siempre pro palmente en terreno colectivo, mediante intervenciones que aspiren a neutrali
gresivo, que persigue la felicidad humana normal y la asegura: el paraíso en zar un super-yo destructor de lo humano. Ya una vez ocurrió en la historia
la Tierra. que se contrarrestara un desarrollo semejante: con el espíritu de Sidarta Gau-
No necesito añadir que esta creencia nada tiene en común con la realidad tama, el Buda histórico, y precisamente en la China septentrional en una épo
a la que hemos de enfrentarnos. En esta realidad hay individuos adaptados ca en que el poderoso super-yo colectivo —como ya se mencionó— impelía
al sistema de relaciones válido en su medio ambiente, que vistos a partir de a la destrucción del hombre guarecido tras la muralla china. La historia del
ese sistema pasan por normales aunque de acuerdo con otra escala de valores budismo y su influencia, que se extendió dondequiera se hacía necesario des
podrian juzgarse de anormales. La personalidad neurótico-compulsiva intenta arrollar contrapresiones semejantes, es en mi opinión de lo más esclarecedor
construir doquier pautas de orientación diagnósticas normalizadoras, aun cuando para nosotros. La doctrina de Buda de la línea media, su concepción de la
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no correspondan a las que da la naturaleza y hasta prescindan de éstas por relatividad de la realidad, sus observaciones acerca del ilusionismo de los pro
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cesos vitales como función de percepciones internas, su técnica de la lucha


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valerse de prejuicios y sistematizaciones.


Por ello es importante para nosotros tener una visión clara a este respecto contra el miedo a la conciencia moral y el miedo a la muerte (a los que opo
y no correr el riesgo, con nuestro psicoanálisis arraigado en un ritual y una nía serenidad, abnegación y liberación del aferramiento a la posesión), su re
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neurosis compulsiva, de petrificarnos en un bizantinismo alambicado. Porque nuncia a la agresividad y a las conquistas materiales a cambio de conquistas
es un hecho que en nuestro medio —debido al moderno desarrollo de la tec espirituales, su anhelo de disolución en el cosmos, tal como aparece descrito
nocracia— se cierne sobre nosotros la amenaza de volvernos esclavos del su en el Libro de los muertos tibetano, se engarzan enmarcados por ese ensayo
per-yo del maqumismo y —desarraigados— perder las fuentes donadoras de al que también conduce el psicoanálisis.
vida de nuestro yo. Con el nombre supuesto de progreso nos vemos obligados ¿No predicó Freud la liberación de la ilusión y nos proporcionó el conoci
a arrojar sistemáticamente nuestra tradición al montón de desechos y conver miento de que la experiencia y la comprobación y no la especulación intelectual
tirnos en el descargadero de la gigantesca producción de las fábricas que fun sola conducen al verdadero saber? ¿No se originaron sus análisis todos del "por
cionan cada vez más en foma automática. Esta producción de mercancías que venir de una ilusión" del "malestar de la cultura", en la necesidad de vencer la
hace caso omiso de las necesidades humanas significa un gran peligro en infelicidad y el sufrimiento de la humanidad mediante el saber y la compren
todos los aspectos de la vida humana. ¿De qué manera actúa sobre el des sión nacida de la experiencia? ¿No tenemos su ejemplo, tal y como nos lo
arrollo de nuestro yo? describen vivamente Jones y su esposa en el primer volumen de su Biografía
No puedo convenir con la exposición optimista de este desarrollo que de Freud? Un ejemplo que nos enseña a vivir con la miseria humana para
hace Alexander en su libro Transition in Western World. Tampoco sé si otros poder avanzar espiritualmente. Y sin embargo, Freud no estaba equipado con
psicoanalistas que han abordado el problema dan muestras de una visión diag los conocimientos de diversas posibilidades de desenvolvimiento del yo. No
nóstica suficientemente aguzada. Sólo sé que nuestras mujeres modernas pier podía aún tener una visión total de la cadena de limitaciones que prefijan
den más y más la capacidad de interesarse afectivamente por sus hijos, en tal o cual formación del yo y su correspondiente imagen del mundo, su sentir y
beneficio de sus propios exámenes y de su formación intelectual. Puedo com su pensar. Estaba Freud demasiado subyugado aún por todo aquel material que
probar cómo a nombre del progreso, médicos que nada saben de la dedicación aportan los pacientes y sometido a las exigencias de éstos de tomar en consi
afectiva obligan a las madres a destetar a sus niños prematuramente y les deración sólo su propio punto de vista para allanar sus dificultades. Freud
prohiben arrullarlos. Contribuyen, así, a crear aquella frustración que la men creía todavía en el oro puro del psicoanálisis y en lo impuro de la psicotera
talidad del desierto considera como normal. También sé que bajo la presión pia, creía en el progreso, en lo bueno y lo malo y en la supremacía de la civili
de este desarrollo del yo los lazos familiares que unen al niño y al indi zación europea. No se había concillado aún con la ineludible fatalidad que
viduo se aflojan cada vez más y se- sustituyen por relaciones reglamentadas hace posible que lo llamado malo suscite lo bueno y viceversa. No podía acep
legalmente. Veo, asimismo, cómo con este cercenamiento de la afectividad tar las condiciones que nos dominan omnímodamente como algo más fuerte
y raigambre, el hombre se convierte más y más en nómada y el desarrollo de que nosotros. Tenía fe en que "lo que era ello, deberá ser yo".
su yo amenaza desvanecerse en vista de los seguros y protección contra todo ¿Ya dónde hemos arribado con la nueva orientación del psicoanálisis?
peligro. Podríamos preguntarnos si ante el desvío del desarrollo del yo, ten Sabemos todos que ya no es suficiente pretender la curación de una neurosis
diente a la destrucción del yo por el prepotente yo maquinal, no nos acercamos compulsiva sustituyéndola en el paciente por la compulsión al psicoanálisis.
al punto de nuestro exterminio; sea por la atomización en el nombre de la jus Sabemos también que no basta con deshacerse de una religión dogmática para
ticia, del progreso y de la seguridad general, sea por la disociación de la per reemplazarla después por una neurosis de compulsión, en la creencia de que
sonalidad, como ya lo pudimos comprobar en el campo de la pintura abstracta. se combaten ilusiones. Conocemos las dificultades con las que topamos cuando

Laforgue, R., 1968: Estructura de la personalidad y síntomas pastológicos, in: Revista de Psicoanálisis, Psiquiatría y Psicología, México (No. 8, 1968), pp. 90-102.
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intentamos sacar a un enfermo compulsivo del sistema de pensamiento en el asilo y del médico. Lá supresión paulatina del sistema compulsivo —que dota
que se ha encerrado y tratamos de conseguir que se enfrente al miedo a la al yo de una sensación de fuerza al permitirle parapetarse— crea en el paciente
conciencia moral, ocasionado por la renuncia a los síntomas compulsivos. no sólo miedo sino un sentimiento de debilidad. Mientras más entra en con
Sabemos también que nuestro ambiente con su tendencia a la concentración tacto con las posibilidades vitales que corresponden a su capacidad de amar,
favorece el atrincheramiento de los individuos detrás de partidos, fábricas, cuar más reducido se siente su yo y más expuesto a peligros imaginarios y a
teles e incluso campos de concentración, para crear robots invadidos de un veces reales. ¿A qué se deberá?
sentimiento de seguridad fuerte, total, que persistirá hasta que todo se desplome. Sabemos que el neurótico-compulsivo elude el conflicto con el super-yo
Como terapeutas no hemos de preocuparnos con conversiones para asegu valiéndose de su compulsión. Si después renuncia a ella el conflicto con el
rar la salvación del alma humana. En principio sólo debemos atender a la super-yo se agudiza. En otras palabras: hacemos del enfermo compulsivo un
necesidad de sanar al paciente sinemitir juicios valorativos acerca del desarrollo neurótico angustioso y en ocasiones un paciente que se cree continuamente
de su yo impuesto por la naturaleza, ni las correspondientes posibilidades de perseguido. El neurótico angustioso, empero, quiere rehuir —igual que el
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curación. Pero sin querer reformar al mundo tenemos el derecho de traer neurótico compulsivo— al conflicto con el super-yo; sólo que no se refugia en
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en mientes los problemas planteados. Tenemos también el derecho de utilizar un sistema compulsivo, sino que huye de él para enredarse en complicaciones
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nuestra ciencia para apoyar la solución a los conflictos adecuada a cada caso de la vida que le provocan angustias o para ampararse en enfermedades con
y elegir entre los medios a nuestra disposición para asegurar el equilibrio de síntomas de histeria de conversión (el conocido padecimiento descrito por
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la personalidad o —para decirlo con Freud— para curar almas. Charcot, que proporcionó a Freud sus primeros pacientes). Se asegura que
Cuando la compulsión al psicoanálisis en sustitución de la neurosis com hoy día esta enfermedad ha desaparecido, lo que se explicaría por la precipita
pulsiva conduce al paciente a encerrarse en sistemas psicoanalíticos, santua ción de la psique colectiva europea en el sistema compulsivo. A menudo el
rios o sindicatos, podría ser ésta una solución acertada para algunos —también paciente sólo puede romper con él si acepta una histeria de conversión pasajera.
en el terreno de la religión de los irreligiosos, es decir la religión de los Nuestra tarea es ayudar al paciente angustioso a hacer innecesaria su huida
ateístas. En tales casos el psicoanálisis puede llegar a ser hasta un mito reli del super-yo, lo que podemos lograr fortaleciendo su yo y capacitándolo para
gioso —aun cuando oficialmente no pretenda convertir al psicoanalista en el comprender las exigencias del super-yo causantes de su angustia. Debe apren
dios invisible de su paciente creyente, un dios al que el paciente no debe verle der a mirar a la cara el enemigo, a hacerle frente sin cuidarse —aun cuando
el rostro. Pero para otros, por ejemplo los que padecen neurosis de angustia parezca que arriesga la vida. Dicho con otras palabras: conducimos al pa
y todos los que ajenos a reglamentaciones buscan el contacto con el mundo ciente a vencer su miedo, haciéndoselo soportable, y a este fin fortalecemos
interior y exterior, esta solución no bastará, pues significaría una limitación su yo en la lucha contra el super-yo. Le enseñamos a cargar con su culpa
de sus posibilidades de amar. y sus dudas y a no huir del miedo a la conciencia moral refugiándose en
¿No constituyó la labor suprema de Freud el haber comprendido el papel síntomas de enfermedad. Asimismo le enseñamos a aceptar el miedo real ante
de la libido, de eros, del amor, en la organización de la personalidad? ¿No nos un peligro como algo normal. Le ayudamos incluso a encarar la muerte —siem
enseñó cómo en el intercambio con el analista precisamente el amor trans pre que el miedo a la muerte se utilice para dramatizar situaciones y escapar
ferido conduce al paciente a vivir estos sentimientos en el sistema compulsivo a los problemas reales.
psicoanalítico? ¿Y no recomendó como meta del tratamiento la liberación del Para alcanzar esta meta, en el caso del neurótico angustioso hemos de re
paciente del amor transferencial es decir, el desprendimiento del análisis y nunciar también al ceremonial neurótico-compulsivo del psicoanálisis ortodoxo,
del psicoanálisis como compulsión? ceremonial que tratándose del neurótico compulsivo es ciertamente adecuado
Tenemos el derecho de aspirar también a esta meta de la curación; doquiera pero que carece de eficacia en el tratamiento de la neurosis de angustia. Debe
que corresponda a una necesidad: también cuando nos conduzca a serle infiel mos avanzar en etapas para ofrecer al paciente la posibilidad de consoli
a la religión de la compulsión y del ateísmo, para no vernos obligados a con darse en los niveles vitales que vaya alcanzando, es decir que resulta reco
denar los medios de la religión del amor o a tratarlos como ilusión. La reli mendable interrumpir el tratamiento de tiempo en tiempo, con frecuencia por
gión del amor no conduce necesariamente a Roma y su dogmatismo. Es una meses y a veces durante años. También hemos de prescindir de la observan
necesidad para todo individuo que quiera escapar al sistema compulsivo; aun cia de reglamentos fundamentales y de la distancia (ya que no encierran com
cuando no siempre le ponga una etiqueta, pues reconoce que las palabras en promiso alguno) para dar al paciente la oportunidad de establecer un contacto
este terreno en el que tanto se discute significan muy poco. humano con nosotros, sin que le temamos. Debemos, entonces, sustituir el
Conocemos los conflictos a los que en su camino a Damasco se ha de contacto analítico por el contacto humano natural. Esto exige que el analista
enfrentar el enfermo compulsivo para volverse libre. Este tema no sólo lo abandone la creencia en el efecto benéfico exclusivo del ceremonial y la inter
abordó Pablo de Tarso; también Strindberg, y precisamente desde el punto pretación, en el curso del tratamiento. También exige que el analista renuncie
de vista del terapeuta que pretende curar a un paciente de la demencia, del a la reglamentación de sus ingresos, garantizada por el ritual neurótico-com-

Laforgue, R., 1968: Estructura de la personalidad y síntomas pastológicos, in: Revista de Psicoanálisis, Psiquiatría y Psicología, México (No. 8, 1968), pp. 90-102.
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pulsivo del análisis ortodoxo. De esta manera sustituimos la actitud ceremonial


del analista por la del terapeuta, para quien la vida del paciente no está ya
PUBLICACIONES RECIBIDAS
dominada por reglas fundamentales exentas de compromiso.
Tratamos también de conservar esta orientación del análisis en el llamado
Se recibieron los siguientes libros para la biblioteca del Instituto Mexicano de
análisis didáctico. No es necesario mencionar que tendremos poco éxito entre
nuestros graduados si mantenemos una posición "comercial" y nos inclina Psicoanálisis, por cortesía del Consejo Británico de Relaciones Culturales:
mos por análisis calculados de antemano" en forma neurótico-compulsiva, uni Youth and the Social Order, por Musgrove, Frank. Routledge & Kegan Paul,
formados, trátese de quien se trate, con la misma medida: de 600 a 800 horas. Ed., 1965, 168 pp.
Por lo que a mí toca —no pretendo ocultar que no siempre impongo mi Transformations, Change From Learning to Growth, por Bion, W. R. William
punto de vista con mucho éxito— procedo de la siguiente manera: no existe Heinemann Medical Books LTD, 1965, 184 pp.
para mí diferencia entre el análisis didáctico y el terapéutico. Sigo las indi Maladjusted Boys, por Shaw, Otto L. George Alien & Unwin LTD, 1965, 168
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caciones terapéuticas de cada caso y las aplico sin reserva. Al final del aná
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páginas.
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lisis didáctico procuro si es posible librar al paciente del diploma que le brinda Children in Care, por Heywood, Jean S. Routledge & Kegan Paul Ed., 1965,
seguridad y que espera recibir como aprobación. También le permito que 254 pp.
elija libremente a cuál de las organizaciones psicoanalíticas quiere pertenecer, Porlrait of a Schizophrenie Nurse, por Wallace, Clare Marc. Hammond, Ham-
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sean éstas ortodoxas o no. mond & Co., LTD, 1965, 208 pp.
He intentado informar sobre algunas innovaciones, pero ante todo sobre Child Care, 1964, por Scottish Education Department. Edinburgh, Her Majesty's
cosas que debemos a Freud y que corrían peligro de caer en el olvido entre las Statinery Office Ed., 1965, 16 pp.
ruedas del tiempo. Que me perdonen aquellos que tengan la impresión de Sexual Life in England, por Bloch, Ivan. Corgi Books Ed., 1965, 542 pp.
que no he sacado de nuestras experiencias consecuencias que les serían pro Psychosomatic Disorders in Adolescents and Young Adults, por Hambling,
vechosas y les ayudarían a hacer carrera. Pero es mi convicción que no po John y Hopkins, Philip Ed. Pergamon Press, 1965, 244 pp.
dremos lograr más, en nuestra labor, que incorporarnos de nuevo humanamente The Development and Disorders of Speech in Chüdhood, por Morley, Muriel
a la miseria de nuestra época y a las necesidades del enfermo, en vez de en E. E. & S. Livingston LTD, 1965, 464 pp.
tregarnos a un bizantinismo y a un dogmatismo estéril. A fin de cuentas, las Child Care and the Growth of Love, por Bowley, John. Harmondsworth, Pen-
urgencias vitales a las que servimos son siempre más fuertes que nuestras guin Book, 1965, 250 pp.
especulaciones y disponen de nosotros de acuerdo con nuestra propensión y Suicide and Attempetd Suicide, por Stengel, Erwin. Macgibbon & Kee LTD,
nuestras necesidades. Por urgencias vitales entendemos lo que determina el 1965, 140 pp.
destino humano que ocultamente nos guía y nos señala nuestro lugar. A este de Living Together, por Cartland, Barbara. Freedrick Mullerf LTD, 1965, 128 pp.
terminante es al que debemos reconocer para trabajar al unísono con él, Thirty-Three Troublesome Children, por Stott, D. H. National Children's Home
siguiendo aquellas palabras: "Donde actúa el ello debe ayudar el yo"; y, como Ed. 1964, 134 pp.
diría Goethe, enlazar los hilos en la eterna rueca del tiempo.

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Laforgue, R., 1968: Estructura de la personalidad y síntomas pastológicos, in: Revista de Psicoanálisis, Psiquiatría y Psicología, México (No. 8, 1968), pp. 90-102.

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