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UNA COLOMBIA CON GRANDES RETOS

Los expertos en Colombia afirman que la globalización para nuestro país debe

partirse en dos: una primera parte llamada la teoría, en la que básicamente se describen

unas consecuencias positivas de la globalización en el ideal que ésta representa

condiciones de libre comercio a través del cual podremos exportar y especializar bienes

que producimos a mayor escala e importar aquellos bienes que no somos capaces de

producir o lo hacemos muy escasamente. Una segunda parte, sería la “cruda realidad”,

donde los críticos no se quedan cortos para describir los efectos negativos de la

globalización en Colombia como desastrosa, teniendo en cuenta que la globalización se

presenta al mundo; prediciendo igualdad en el ingreso en los países abiertos a tratados

de libre comercio y por ende a buenos índices de equidad y mejora en la riqueza de un

país.

Cosa que no pasa en Colombia, ya que la desigualdad, la inequidad, la pobreza y

la violencia en nuestro territorio sigue siendo una realidad estructural que continúan

desequilibrando la balanza e impiden alcanzar el desarrollo que merece su población y

que sin duda alguna necesita cambios institucionales de fondo que permitan a los

ciudadanos recibir una equitativa distribución del ingreso. Cambiando pero no


desconociendo de dónde venimos, recordemos que la primera globalización que llegó a

Colombia fue en los años 60, y se nos presentó en forma de “diablo” por qué no podría

llamarse de otra forma a las bonanzas marimberas y la cocaína que invadieron nuestros

territorios frente la mirada ignorante de un Estado débil que les permitió un libre

comercio; exportando drogas e importando elemento de contrabando. Que penetraron

la sociedad, la cultura, la política y la religión hasta hoy transformándose para viajar por

las mismas rutas donde viaja la legal globalización.

Para colmo de males, hay mucho qué decir del deterioro ambiental causado por

la explotación de los recursos naturales que son la base de la economía del país, esta

envergadura por exportar carbón y petróleo cumpliendo el compromiso que tiene el

Gobierno con Estados Unidos conforme al TLC y por mantener las relaciones

comerciales a nivel mundial, ha provocado una crisis ambiental devastadora. Aquí lo

importante es que se haga con responsabilidad social, que exista un equilibrio entre el

crecimiento económico y el desarrollo humano.

En un mundo de Globalización es conveniente llevar a cabo programas para el

desarrollo regional ya que forma parte del desarrollo en general de todo el país, teniendo

en cuenta de cada región tiene características y estructuras económicas y sociales

diferentes, sin embargo las políticas públicas de desarrollo son implementadas a escala
nacional bajo un mismo enfoque con racionalidad económica, capacidad de

coordinación y adecuación con el entorno y con la capacidad de dirección y

organización, como aspectos claves para la competitividad que le permitan alcanzar,

sostener y mejorar una determinada posición en entorno socioeconómico, por ello el

Estado debe fomentar en sus políticas de Gobierno las cualidades necesarias, como la

innovación, tecnología, estrategias y liderazgo que garanticen la actividad productiva

que permita la expansión de comerciantes netamente nacionales.

Existen índices que miden el desarrollo de los países, el más acertado de ellos es

el Índice de Desarrollo Humano, considera que más allá de lo económico existen unas

dimensiones determinantes para el desarrollo humano, evaluado por la salud, educación

y el nivel de ingresos, cuya última publicación por el PNUD arroja que Colombia ocupa

el puesto 95, para lograr la erradicación a la problemática de pobreza y el desarrollo

sostenible humano, es necesario eliminar todas aquellas acciones discriminatorias

arraigadas que persisten en nuestro Estado egoísta para acabar con la desigualdad de

acceso a la participación política y económica.

Para finalizar, se hace necesario que la interconexión económica con el resto del

mundo se haga bajo parámetros propios de las realidades de Colombia, es decir, basada

en las fortalezas y debilidades de nuestros territorios sin perder la relación entre


desarrollo y derecho de las partes, con las disposiciones internas adecuadas que recorte

las brechas económicas existentes. Para ello el país deberá poner en marcha política

fiscales favorables, impulsar más la industrialización, aumentar el componente local de

la producción que fomente la integración interregional, acelerando la facilitación de

mercados con un avance tecnológico.

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