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Los castillos
Al comienzo los castillos eran de madera. Recién hacia el siglo XII se hicieron de
piedra. El castillo se construía sobre una cima y era un lugar amurallado y rodeado de
un profundo foso salvado por un puente levadizo. En su interior había un patio que
comunicaba con las diferentes estancias del castillos: los pabellones para la tropa y
los servidores, el almacén, los establos y la capilla. La parte más importante era el
edificio que servía de vivienda al noble y a su familia. En ella destacaba la torre del
homenaje, la de mayor elevación. La vida en el castillo resultaba generalmente
incómoda e insalubre debido a los rudimentarios medios de que se disponía, la escasa
aireación y la falta de higiene. Asimismo, era una vida monótona, sobre todo para las
mujeres, que apenas salían del castillo.
Los torneos
Para compensar las horas de tedio en el castillo, los señores feudales organizaban con
frecuencia cacerías y torneos. El torneo era la diversión predilecta. Se celebraba en
las proximidades del castillo, donde acudían numerosos nobles de otras comarcas que
instalaban sus tiendas ahí. Entonces, los guerreros más diestros y vigorosos se
preparaban para el combate. El torneo duraba normalmente dos días. El primero se
dedicaba a los combates individuales entre los nobles: cabalgando a gran velocidad
dos nobles se enfrentaban, armados con una lanza de madera. El que derribaba a su
contendor, era el triunfador. El segundo día, en cambio, se celebraban enfrentamientos
entre unidades completas de guerreros. Con cierta frecuencia, algunas personas
morían en los torneos. Aun así, a lo largo de este peligroso juego se realizaban grandes
banquetes y bailes.
El Vasallaje
La vinculación de relación social a la nobleza feudal se llamó vasallaje. El origen del
vasallaje, que fue un vínculo personal de hombre a hombre, se remonta a los pueblos
germánicos, cuyos miembros se vinculaban al rey por lazos de fidelidad personal. En
los reinos francos, el vasallo ofició de guerrero y fue utilizado por los reyes,
como Carlomagno, para afianzar su poder en el reino.
En la época feudal, el vasallaje dejó de ser una práctica necesariamente vinculada al
rey y pasó a convertirse en un contrato o compromiso verbal entre dos hombres
libres: el primero solicitaba protección al señor, y éste, más poderoso, se la daba.
De esta manera, se fue formando una jerarquía social, cuya característica principal
consistió en que los hombres libres se convertían en vasallos de otros más
poderosos.