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Directrices de la OMS para la calidad del agua potable, establecidas en Génova,

1993, son el punto de referencia internacional para el establecimiento de estándares


y seguridad del agua potable.
Como usted podrá observar, para algunos de los elementos y sustancias que se
mencionan no existe directriz. Esto es así porque no existen suficientes estudios
relativos a los efectos de esta sustancia en el organismo, y por tanto no es posible
definir un valor límite. En otros casos, la razón para que no exista directriz es la
imposibilidad de que esa sustancia alcance una concentración peligrosa en el agua,
debido a su insolubilidad o a su escasez.

La Unión Europea elaboró la Directiva 98/83/EC acerca de la calidad del agua para
el consumo humano, adoptada por el Consejo el 3 de noviembre de 1998. Esta fue
elaborada mediante la revisión de los valores de los parámetros de la antigua
Directiva del Agua Potable de 1980, y haciéndolos más estrictos en los casos en
que fue necesario de acuerdo con los últimos conocimientos científicos disponibles
(directrices de la OMS y del Comité Científico de Toxicología y Ecotoxicología). Esta
nueva Directiva proporciona una base sólida tanto para los consumidores en la UE
como para los proveedores de agua potable.

Estos son los cambios principales en los valores paramétricos:

- Plomo: La directriz fue reducida de 50 µg/l a 10 µg/l, y se definió un periodo de


transición de 15 años
para permitir la sustitución de las redes de distribución construidas en plomo.
- Pesticidas: Los valores para sustancias individuales y para pesticidas totales
fueron mantenidos (0,1µg/l/
0,5µg/l), en adición, se introdujeron valores más estrictos para ciertos pesticidas
(0,03µg/l).
- Cobre: El valor fue reducido de 3 a 2 mg/l.
- Algunos nuevos estándares fueron introducidos para nuevos parámetros como
trihalometanos, tricloroeteno y tetracloroeteno, bromato, acrilamida, etc.
Estándares de calidad del agua potable

Regulaciones concernientes a la calidad del agua para consumo


humano:
La Organización Mundial de la Salud (OMS), establece unas directrices para la
calidad del agua potable que son el punto de referencia internacional para el
establecimiento de estándares y seguridad del agua potable. Las últimas directrices
publicadas por la OMS son las acordadas en Génova, 1993.

Productos farmacéuticos en el agua potable


Resumen de las principales conclusiones y recomendaciones incluidas en el
informe técnico de la OMS sobre productos farmacéuticos en el agua potable y de
las contribuciones de otros expertos que efectuaron la revisión entre homólogos.

Antecedentes y ámbito
Los productos farmacéuticos son sustancias químicas sintéticas o naturales que se
pueden encontrar en medicamentos recetados, de venta libre y veterinarios. Estos
productos contienen ingredientes activos diseñados para provocar efectos
farmacológicos y beneficiar significativamente a la sociedad.

Los fármacos se pueden introducir en las fuentes de agua a través de aguas


residuales que transportan excretas de personas y pacientes que los hayan
utilizado; por eliminación inapropiada de medicamentos (por ejemplo, arrojándolos
por el inodoro); y por medio de residuos líquidos agrícolas, incluido el estiércol del
ganado. Estos productos se han convertido en una cuestión de creciente
preocupación para el público, debido a que podrían llegar a las fuentes de agua
potable.

Presencia de productos químicos en el agua potable


El uso generalizado de los productos farmacéuticos (tanto recetados como de venta
libre) ha dado lugar a una descarga continua de esos productos y sus metabolitos
en las aguas residuales. Además, los productos farmacéuticos llegan a las fuentes
de agua a través de los efluentes de instalaciones de fabricación o producción
insuficientemente controladas, principalmente las relacionadas con los
medicamentos genéricos.
Gracias a las mejoras en la sensibilidad de los métodos analíticos para la medición
de esos productos químicos en concentraciones muy bajas, algunos estudios
revelaron concentraciones de trazas de productos farmacéuticos en aguas
residuales, fuentes de agua y aguas potables. Por lo general, las concentraciones
en aguas superficiales, subterráneas y parcialmente tratadas eran inferiores a 0.1
µg/l (or 100 ng/l), mientras que en el agua tratada eran inferiores a 0.05 µg/l (or 50
ng/l). Estas investigaciones sugieren que los productos farmacéuticos están
presentes, aunque en concentraciones mínimas, en muchas fuentes de agua que
reciben efluentes de aguas residuales.

La presencia de los productos farmacéuticos específicos en una fuente de agua


puede variar de un lugar a otro en función del tipo de productos farmacéuticos y la
magnitud de la descarga en las masas de agua.

Los factores determinantes son los productos farmacéuticos recetados, utilizados o


fabricados en la zona, así como el tamaño de la población en la cuenca de
captación. La presencia y la concentración de productos farmacéuticos en las
fuentes de agua receptoras, que son la vía principal hacia el agua potable,
dependen de la dilución, la atenuación natural y el tipo de tratamiento de aguas
residuales aplicado.

Evaluación de riesgos de incorporación de productos farmacéuticos en el agua


potable
Actualmente existen pocos programas de seguimiento sistemático y estudios
completos sobre la exposición humana a productos farmacéuticos presentes en el
agua potable. Por lo tanto, el limitado número de datos disponibles sobre la
presencia de diversos grupos de productos farmacéuticos utilizados en la
actualidad, así como de sus metabolitos activos, representa un desafío clave para
evaluar el riesgo potencial para la salud humana derivado de la exposición a
concentraciones muy bajas de productos farmacéuticos en el agua potable.

Sin embargo, en el ámbito de la literatura científica se han publicado diversos


métodos de detección y priorización de productos farmacéuticos, que permiten
evaluar los riesgos para la salud humana derivados de la exposición a esos
productos a través del agua potable.

Por lo general esos métodos se rigen por el principio de la "dosis terapéutica


mínima" (también llamada "dosis mínima efectiva clínicamente") o la ingesta diaria
admisible, junto con factores de seguridad o de incertidumbre relativos a los
diferentes grupos de productos farmacéuticos, a fin de deducir un margen de
seguridad o de exposición entre el peor caso de exposición observado o previsto, y
la dosis terapéutica mínima o la ingesta diaria admisible.
Las observaciones actuales sugieren que es muy poco probable que la exposición
a niveles muy bajos de productos farmacéuticos presentes en el agua potable pueda
suponer riesgos adversos apreciables para la salud humana, ya que las
concentraciones de esos productos detectadas en el agua potable (generalmente
en magnitudes de nanogramos por litro) son varias órdenes de magnitud (por lo
general más de 1.000 veces y con frecuencia mucho más aún) inferiores a la dosis
terapéutica mínima.

Medidas de control y gestión de riesgos


Las concentraciones de la gran mayoría de productos farmacéuticos en el agua se
pueden reducir mediante procesos naturales (por ejemplo, adsorción sobre los
sedimentos, fotodegradación solar y degradación biológica) o durante los procesos
posteriores de tratamiento de agua potable y aguas residuales. A pesar de sus
propiedades farmacológicas únicas, la respuesta de los productos farmacéuticos al
tratamiento no difiere de la de otros productos químicos orgánicos, y las tasas de
eliminación dependen de sus propiedades físico-químicas y de la tecnología
utilizada en el tratamiento.

Los procesos convencionales de tratamiento de agua, por ejemplo, la cloración,


pueden eliminar aproximadamente el 50% de estos compuestos, mientras que los
procesos de tratamiento más avanzados, tales como la ozonización, la oxidación
avanzada, el carbón activado, la nanofiltración y la ósmosis inversa pueden lograr
mayores tasas de eliminación; la ósmosis inversa, por ejemplo, puede eliminar más
del 99% de las grandes moléculas de productos farmacéuticos.

Como cualquier intervención de salud pública, el financiamiento de toda medida


para mejorar la seguridad del agua procede de recursos limitados que se deben
asignar cuidadosamente, teniendo en cuenta sus efectos benéficos. Sin embargo,
la introducción de sistemas adicionales especializados y costosos para el
tratamiento de agua potable, en particular para reducir las concentraciones de
trazas de productos farmacéuticos, no se considera necesaria en este momento,
dado que el beneficio para la salud humana sería limitado.

El enfoque más adecuado para minimizar la presencia de productos farmacéuticos


en el agua potable y reducir la exposición humana consiste en prevenir o reducir su
paso al medio acuático, en la medida que sea razonablemente viable. Esto se puede
lograr mediante una combinación de medidas preventivas tales como el suministro
de mejor información al público sobre el uso y la eliminación racional de los
medicamentos y productos farmacéuticos (por ejemplo, evitar arrojar por el inodoro
medicamentos no utilizados); la capacitación de los prescriptores y la ejecución
sistemática de programas de recuperación de medicamentos.
Sin embargo, en consonancia con el plan para la seguridad del agua basado en el
principio de control de contaminantes en la fuente, sería apropiado tratar de mejorar
los métodos de tratamiento de aguas residuales con el fin de suprimir de la principal
vía de entrada en el medio acuático los productos farmacéuticos y otros
preocupantes contaminantes potenciales.

Seguimiento de la presencia de productos farmacéuticos en el agua


En vista de la falta de disposiciones normativas, el seguimiento regular de la
presencia de productos farmacéuticos en las fuentes de agua y el agua potable a
escala nacional no sería conveniente, excepto en casos en los que las
circunstancias locales sugirieran la posibilidad de concentraciones elevadas (por
ejemplo, fábricas con descargas de efluentes en el curso superior de una fuente de
agua potable).

En esas circunstancias se puede realizar un seguimiento de investigación, por


ejemplo, de las aguas superficiales y subterráneas, así como de los efluentes de
aguas residuales, a fin de evaluar los niveles de presencia y exposición posibles; en
caso necesario, los valores detectados se pueden elaborar junto con una evaluación
de los riesgos potenciales para la salud humana derivados de la exposición a los
productos farmacéuticos por medio del agua potable.

Sobre la base de los resultados de esa evaluación de riesgos se podrían examinar


posibles medidas de control, como parte de un plan de seguridad del agua. Entre
las dificultades prácticas asociadas con la ejecución de programas de seguimiento
de los productos farmacéuticos se incluyen la falta de protocolos estandarizados de
muestreo y análisis, los elevados costos y la limitada disponibilidad de los
instrumentos de análisis necesarios para medir la diversa gama de productos
farmacéuticos que podrían estar presentes.

Las encuestas de investigación deberían adaptarse a las circunstancias locales,


teniendo en cuenta los procesos existentes para el tratamiento de aguas residuales
y de agua, y los productos farmacéuticos (y sus metabolitos) que se comúnmente
prescritos, utilizados o fabricados en la zona de captación en cuestión. Tales
estudios deberían realizarse con las adecuadas garantías y rigurosas
comprobaciones de calidad, y planificarse con miras a determinar si el agua potable
plantea un riesgo significativo.

Falta de conocimientos
Si bien las actuales evaluaciones de riesgos indican que es muy improbable que las
bajísimas concentraciones de productos farmacéuticos presentes en el agua
potable planteen un riesgo considerable para la salud humana, existen lagunas de
conocimientos. Entre ellas se incluyen la falta de evaluación de los riesgos para la
salud humana asociados a la exposición prolongada a bajas concentraciones de
productos farmacéuticos, y los posibles efectos combinados derivados de las
mezclas de productos farmacéuticos.

Aunque los márgenes de exposición son sustanciales, sería conveniente confirmar


que esos márgenes son adecuados para potenciales subpoblaciones sensibles, y
caracterizar mejor los riesgos sanitarios, si los hubiere, de las exposiciones de bajo
nivel a largo plazo. Además, la investigación futura debería centrarse en el
desarrollo de métodos o protocolos para priorizar la evaluación global de todos los
riesgos derivados de productos farmacéuticos relacionados con el agua potable.

Resumen
En la actualidad, el análisis de los datos disponibles indica que existe un margen de
seguridad considerable entre las bajísimas concentraciones de productos
farmacéuticos que se consumirían con el agua potable y las dosis terapéuticas
mínimas, lo que sugiere un riesgo exiguo para la salud humana. De esta conclusión
se desprende que, actualmente, en el marco de las Guías de la OMS para la calidad
del agua potable no es necesario desarrollar valores de referencia formales basados
en la salud, en relación con los productos farmacéuticos.

Las preocupaciones concernientes a los productos farmacéuticos en el agua


potable no deberían desviar la atención de los proveedores de agua y de las
instancias normativas, de otras prioridades relativas al agua potable y la salud,
especialmente los riesgos microbianos que entrañan las bacterias, los virus y los
protozoos patógenos, así como otros riesgos químicos tales como el arsénico de
origen natural y los excesivos niveles de fluoruro.

Consciente de que los productos farmacéuticos en el agua potable constituyen un


problema incipiente, la OMS seguirá examinando las pruebas científicas pertinentes
y, en caso necesario, actualizará la orientación proporcionada en la presente hoja
informativa.

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