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UNIVERSIDAD NACIONAL DE MOQUEGUA

ESCUELA PROFESIONAL DE INGENIERÍA AMBIENTAL

BIODIVERSIDAD

TEMA:

ECOSISTEMA MICROBIANO

DOCENTE:

PRESENTADO POR:

1. ALEJANDRA STEFANY MARCA CHACAPACHA


2. MARIA ADELA COLQUE LLOCLLA
CICLO: VIII

ILO, MOQUEGUA – PERÚ

2019
INDICE
1. INTRODUCCIÓN
Los ecosistemas ya sean del suelo, lagos, ríos, o las cepas subterráneas, poseen muchas
características comunes, incluyendo la presencia de microorganismos. Sabiendo que la
ecología microbiana es el estudio del comportamiento y las actividades de los
microorganismos en sus ambientes naturales.

El agua y los suelos varían en su estructura física, composición en nutrientes temperatura


y potencial de agua. Todos estos factores se combinan, los cuales al ser combinados nos
influyen en los tipos y números de microorganismos presentes.

En los sedimentos marinos profundamente enterrados, los cuales puede comprender una
décima parte de la biomasa viviente de la Tierra, se sabe poco acerca de estos organismos,
su fisiología, y sus influencias en el ambiente de la superficie. En los ecosistemas
microbianos el crecimiento de las bacterias es controlado por las propias bacterias y por
el sistema inmune. En el ecosistema en eubiosis el sistema funciona correctamente y todos
sus componentes están en equilibrio. En ocasiones el sistema se altera y determinadas
especies aumentan a un número que no es normal, secretando productos que resultan
tóxicos y se habla de ecosistema en disbiosis.
2. DESARROLLO
a. MARCO TEORICO

¿Qué es un ecosistema microbiano?

Un ecosistema microbiano es la suma de todos los microorganismos y los factores abióticos de


un ambiente particular.

Las superficies representan importantes hábitats microbianos por dos razones:

-Las superficies absorben nutrientes

-Los MO's pueden unirse a las superficies

La energía entra a un ecosistema como:

 Luz

 Carbono orgánico

 Sustancias inorgánicas reducidas: H2, Fe++, S0, NH3

El crecimiento de los MO's depende de los recursos disponibles

 Temperatura

 pH

 Disponibilidad de agua

 Disponibilidad de O2

 Fuente de E (Luz, C.O., C. I)

 Carbono orgánico/inorgánico

 Macronutrientes

 Micronutrientes

 Factores de crecimiento

 Dadores de e-

 Aceptores de e-
Para el desarrollo de las comunidades o ecosistemas microbianos son importantes dos aspectos:

 Homeóstasis: La constituyen un conjunto de mecanismos regulatorios de compensación de


las perturbaciones, de forma que se mantiene un equilibrio estable.

 Sucesión ecológica: Si las condiciones ambientales cambian, cíclicamente o no, se da un


cambio en la ocupación biológica del nicho y el hábitat.

ECOSISTEMA A ESCALA MICROBIANA

- Aguas saturadas, asociado a superficie

Ejemplos: sedimentos de aguas dulces, sedimentos oceánicos, sedimentos sub-superficiales.

Características: Gradientes de estilos de vida y la densidad de la biomasa afecta la intensidad


del gradiente, el fluido de líquido y los procesos hidrodinámicos determinan el flujo de
nutrientes.

- Aguas no saturadas, asociado a superficie

Ejemplos: Suelos

Características: La accesibilidad al agua es el factor limitante para la actividad biológica y


la dispersión, la distribución de nutrientes es en parches aleatorios.
- Asociado a macroorganismos

Ejemplos: Rizósfera, epífitas, tracto gastrointestinal

Características: Coevolución mediante interacciones específicas con moléculas de la


superficie celular.

- Planktónico

Ejemplos: Océanos abiertos y lagos

Características: Alta afinidad por la captura de múltiples tipos de nutrientes (oligotrofia)


3. CARACTERISTICAS

4. APLICACIONES

4.1 Las comunidades microbianas y la importancia de su estudio

Cuando se desea analizar a una especie o grupo biológico, es importante conocer el


contexto ambiental y biológico en el que se encuentra; esto último se refiere a las especies
con las que coexiste y en muchos casos de las que depende (hospedero). El conjunto de
especies que coexisten en un lugar y tiempo constituye la comunidad o consorcio (Begon
et al. 2006). En un sistema microbiano el crecimiento celular forma poblaciones; las
poblaciones metabólicamente relacionadas se denominan gremios y el conjunto de estas
agrupaciones interaccionan formando comunidades microbianas. Por lo tanto, las
comunidades microbianas consisten en poblaciones de células de varias especies; que
interactúan entre sí desarrollando múltiples actividades funcionales al interior de la
comunidad y con su hospedero (Díaz y Wacher 2003).

En el enfoque ecológico, la mayoría de las comunidades bacterianas sufren


perturbaciones intermitentes como escasez de alimento, sequía, congelamiento-
descongelamiento, exposición a altas concentraciones salinas y otras alteraciones
causadas por las variaciones naturales del entorno o por la actividad humana. Estos
factores ambientales estresantes y los metabolitos que liberan los microorganismos para
enfrentarlas (enzimas, exopolisacáridos, aminoácidos, azúcares, ácidos orgánicos,
antimicrobianos, entre otros), crean oportunidades para que nuevas especies se
establezcan dentro de la comunidad. Cabe citar que una perturbación fuerte puede causar
la desintegración del microhábitat y la disrupción de los límites entre poblaciones, lo que
permitirá que los recursos locales estén disponibles para una mayor proporción de la masa
microbiana total, es decir, más individuos, pero menos especies (Torsvik y Ovreas 2002).
A pesar de estos antecedentes, aún se tiene poca información sobre las relaciones
simbióticas, comensales o parasitarias que mantienen los miembros de una comunidad
microbiana (Zengler et al. 2002).

La integración de una comunidad microbiana funcional se regula mediante señales


químicas denominadas autoinductores, usadas como comunicación de célula a célula con
sus vecinos en el hábitat (Kaeberlein et al. 2002). La N-acil-homoserina lactona (AHL)
es uno de los autoinductores más estudiados en bacterias Gram-negativas, liberada como
una señal de censado (Enterobacteriaceae), que permite coordinar diferentes funciones
(Dong et al. 2002; Joost et al. 2007) de conveniencia (simbiosis), competencia
(antagonismo), activación o represión de genes específicos, los cuales pueden participar
en la determinación de la densidad poblacional, debido a la competencia por un nicho
ecológico o sustrato (Joost et al. 2007), formación de biopelículas (Lyautey et al. 2005),
síntesis de compuestos inhibitorios como los antibióticos, actividad como agentes de
biocontrol y otras funciones biológicas como la producción de factores patogénicos con
su hospedero (Wiklund et al. 2000, Huber et al. 2004).

En términos de ecología microbiana, la abundancia y distribución de las especies, pueden


ser usados para describir la estructura de la comunidad; existen índices como el índice de
Shannon-Weaver y el de Simpson, entre otros para calcular la diversidad, modelos
biológicos y teóricos para explicar la distribución del número de especies en clases de
abundancias. La utilización de estas medidas se hace dentro de un contexto funcional, es
decir, la diversidad o el reparto de los individuos entre las especies es consecuencia de
interacciones ecológicas entre ellas, de las relaciones entre éstas y su medioambiente
(Magurran 2004).

El estudio de las comunidades bacterianas presentes en el medioambiente tiene una


enorme relevancia en cuanto al conocimiento de la diversidad biológica global y de los
ciclos biogeoquímicos que tienen lugar en el planeta (López y Zaballos 2005), como es
el caso de las bacterias sulfato reductoras Desulfotalea/Desulforhopalus, Desulfofaba,
Desu liosa reina y Desulfobacter (Purdy et al. 2003).

Los microorganismos son capaces de utilizar nutrientes y diversos elementos que otros
organismos superiores no pueden explotar. Mediante el reciclado de estos elementos
(Lyautey et al. 2005) regulan la disponibilidad de nutrimentos en los ambientes acuífero
y marino, que pueden ser utilizados por los peces y mariscos (Purdy et al. 2003) y, en el
terrestre, predomina la fertilidad del suelo y el desarrollo de las plantas que sustentan el
reino animal, por lo que constituyen la base de la cadena alimentaria en la que los
compuestos elementales se movilizan en la biosfera (Guerrero y Berlanga 2005). El
análisis de las comunidades bacterianas permite inferir sobre las funciones positivas y
negativas de los gremios o poblaciones que la conforman (Huber et al. 2004, Domínguez
et al. 2006, Aly et al. 2008), permitiendo el aprovechamiento de consorcios, cepas y
metabolitos bacterianos con actividades funcionales aprovechables por el hombre. En los
últimos años en la acuicultura de camarones Litopenaeus vannamei y peces se han
aprovechado los consorcios microbianos como fuente de alimento, así como en el
mejoramiento del ambiente en el cultivo (Becerra-Dórame et al. 2011, 2014).

Recientemente el estudio de las comunidades microbianas, su diversidad y estatus


metabólico era difícil, debido a que la mayoría de los microorganismos no son cultivados
mediante el uso de las técnicas tradicionales de la microbiología. Esto obedece a diversas
razones, condiciones ambientales, requerimientos nutricionales, desconocimiento de la
fisiología del microorganismo de interés y fundamentalmente, a causa del amplio
desconocimiento de las interacciones que tienen lugar en la comunidad microbiana. En la
actualidad la aplicación de técnicas moleculares, permiten el análisis de las secuencias de
genes específicos e incluso de genomas completos, permitiendo grandes avances en el
estudio de los microorganismos en poco tiempo (Giraffa y Neviani 2001, Torsvik y
Ovreas 2002, Croci et al. 2007).

4.2 Actividades Microbianas importantes en la vida

4.2.1 Actividades Microbianas promotoras de crecimiento vegetal


Uno de los grupos más estudiados en la promoción del crecimiento son las
bacterias con la capacidad de fijar N, también denominadas diazótrofos (Bhattacharyya y
Jha, 2012). Estos diazótrofos han promovido el crecimiento en cultivos como maíz, arroz,
trigo, sorgo y caña de azúcar, especialmente (Bhattacharyya y Jha 2012). El desarrollo de
inoculantes bacterianos con diazótrofos es cada vez más relevante, no solo por la
importancia del N para el establecimiento de cultivos de interés comercial sino por el
aumento en el precio de la fertilización nitrogenada (Adesemoye y Kloepper, 2009). Los
diazótrofos de vida libre rizosféricos más empleados son Azotobacter, Clostridium,
Azospirillum, y endófitos como Herbaspirillum, Burkholderia y Azoarcus (ver revisión
de Choudhury y Kennedy, 2004).

Para que exista un efecto benéfico por inoculación de una PGPR, esta debe
colonizar la raíz, sobrevivir, multiplicarse y competir en la rizósfera (Barea et al., 2005).
La supervivencia de una PGPR depende de factores como los contenidos de materia
orgánica, la fracción arcillosa (Bashan, Holguin y de Bashan, 2004), el tipo de suelo, el
balance de agua, las prácticas agrícolas como la fertilización, el control químico de
enfermedades y los genotipos (Fages, 1994). Esto explica las inconsistencias de los
resultados en el campo y el laboratorio; además del vacío que existe entre la investigación
básica y las aplicaciones a gran escala en la agricultura (Lucy, Reed y Glick, 2004; Díaz-
Zorita y Fernandez-Canigia, 2009).

4.2.1.1 Reguladores de crecimiento Vegetal

Los microorganismos, mediante la emisión de reguladores de crecimiento, son


capaces de estimular el crecimiento de la planta; consecuentemente, intensificar la
producción de metabolitos de la planta y utilizarlos para su propio crecimiento (Gaudin,
Vrain y Jouanin, 1994). Las hormonas vegetales son señales químicas que se sintetizan
en una parte de la planta y se transportan a otro lugar (tejido diana) para regular cambios
morfológicos y fisiológicos en la planta, como la estimulación e inhibición del
crecimiento vegetal (Saharan y Nehra, 2011). Las cinco fitohormonas más importantes
son: auxinas, giberelinas, citoquininas, etileno y ácido abscísico. Estas deben ser
reconocidas y capturadas por las células para unirse a una proteína receptora, capaz de
causar algún cambio metabólico que conduzca a amplificar la señal o del mensajero
hormonal (Salisbury y Ross, 1994).

4.2.1.2 Fijación Biológica de Nitrógeno


La fijación biológica de N es el proceso mediante el cual las bacterias fijadoras
de N (diazotróficas) reducen el N atmosférico a amonio, una forma que puede ser
metabolizada por las plantas. Este proceso le provee a la planta un mayor acceso al N y,
por ello, promueve su crecimiento (Gamalero y Glick, 2011). El mecanismo mediante el
cual la bacteria rompe el triple enlace del N atmosférico está relacionado con la acción de
un complejo enzimático denominado nitrogenasa (Gamalero y Glick, 2011). La presencia
de la nitrogenasa se puede determinar por la amplificación del gen que codifica para la
enzima nitrogenasa (nifH, Dixon y Kahn, 2004), cuantificando la actividad fijadora de N
con isótopos de 15N, o por cromatografía de gases mediante el ensayo de reducción de
acetileno (Zahran, 1999).

La actividad de la nitrogenasa se ve afectada por la temperatura, los nutrientes


inorgánicos, el nivel de pH, la disponibilidad de fósforo en el suelo y la concentración de
oxígeno (Sánchez et al., 2006). Por ejemplo, la B. macerans sólo en condiciones
anaeróbicas fija N porque no tiene un mecanismo de protección de su enzima nitrogenasa
ante los efectos dañinos del O2. No obstante, se ha reportado que la Streptomyces
thermoautotrophicus presenta una nitrogenasa inusual que no es afectada por la presencia
de oxígeno (Ribbe, Gadkari y Meyer, 1997). De acuerdo con la relación que tienen con
las plantas, las PGPR se han dividido en dos grupos: las bacterias simbióticas (entre las
que se encuentran las diazotróficas Rhizobium spp.) y las diazotróficas de vida libre (de
las cuales las representantes más comunes son Azotobacter, Azospirillum, Bacillus, y
Klebsiella sp.) (Hayat, 2010).

Las bacterias diazotróficas de vida libre han sido ampliamente reportadas en


plantas como caña de azúcar, el arroz, el algodón y el maíz (López et al, 2008). Estas
relaciones se dan por la dependencia de las diazotróficas no simbióticas de algunos
recursos que les brindan este tipo de plantas, como fuentes de carbono, elementos como
el molibdeno, o el vanadio en el suelo (Hayat, 2010). La bacteria modelo en promoción
de crecimiento es Azospirillum sp. Esta cepa puede causar un aumento de más de un 12%
en los niveles de N en cultivos de trigo, algodón o caña de azúcar, a partir de una
cuantificación con 15N (Hayat, 2010). Aunque hay distintos géneros de bacterias
reconocidos por su capacidad de fijar N, se sabe que el rendimiento de las PGPR, no sólo
depende de los genes que codifican para el complejo enzimático de nitrogenasa (Dixon y
Kahn, 2004), sino también de otros factores como (i) la disponibilidad de determinados
metales; (ii) de si la relación con la planta es endófita o de vida libre, (iii) el tipo de
cultivo; si es en invernadero o en un cultivo abierto, pues presentan variación en la
disponibilidad de N atmosférico, entre otros (Sánchez et al, 2006).
4.2.1.3 Solubilización de Fosforo

El fósforo (P) es uno de los principales macronutrientes para el crecimiento


vegetal (Ahemad y Kibret, 2014) ya que está involucrado en el desarrollo de raíces, tallo,
flores, formación de semillas, madurez del cultivo y resistencia a enfermedades (Khan et
al., 2009). Se estima que las plantas requieren entre 10 y 30 kg. de fósforo por hectárea
(Richardson y Simpson, 2011). En la naturaleza el P se encuentra en estado orgánico e
inorgánico y es tomado por las plantas en dos formas solubles, monobásico (H2PO4) en
suelos ácidos y como iones dibásicos (H2PO4-) en suelos básicos (Ahemad y Kibret,
2014). Sin embargo, la concentración de fósforo disponible para las plantas es muy baja,
debido a que el fósforo soluble reacciona con iones como el calcio (en suelos alcalinos),
el hierro o el aluminio (en suelos ácidos) que provocan la precipitación y retención de
fósforo en el suelo entre el 75 y el 90% (Khan et al., 2009).

El fósforo inorgánico se encuentra, en la naturaleza, en formas no solubles para


las plantas, tales como fosfato tricálcico, fosfato dicálcico, hidroxiapatita y roca fosfórica
en apatitas como la fluorapatita, las cloroapatita y las hidroxiapatita (Khan et al., 2009).
La solubilización del fósforo se da mediante la disminución de pH y la producción de
ácidos orgánicos como el ácido glucónico, el ácido 2-cetoglucónico, el ácido glicólico,
oxálico, malónico y ácido succínico (Adesemoye y Kloepper, 2009). Ciertas bacterias
pueden producir estos ácidos, entre las cuales están las Pseudomonas, Bacillus,
Rhizobium, Agrobacterium, Microccocus, Flavobacterium y Erwinia (Khan et al., 2009).
Es importante destacar que la solubilización y la mineralización de fosfato pueden
coexistir en la misma cepa bacteriana (Ahemad y Kibret, 2014)

4.2.1.4 Micorremediacion

El término micorremediación, generalmente, se refiere a la explotación de una


capacidad única de los hongos para utilizar varios contaminantes orgánicos o para
remover los metales pesados de sustratos contaminados, ampliando, mediante su
aplicación, la revitalización de áreas degradadas y orgánicamente empobrecidas (Piškuret
al., 2013). Los hongos están equipados con un sistema que les otorga la capacidad de
crecer en una amplia gama de sustratos tanto naturales como sintéticos. Estos
microorganismos producen y secretan altas concentraciones de diferentes enzimas
extracelulares hacia su entorno periférico, degradando varios substratos a moléculas
sencillas, las cuales pueden ser absorbidas y/o metabolizadas (Pakdaman, Mohammadi y
Varma, 2013). La micorremediación involucra las técnicas para remediar o restablecer
matrices de suelo, agua o aire a un estado óptimo, libre de contaminantes o, al menos,
reducir la concentración a niveles no tóxicos. Dentro del contexto de la aplicabilidad de
los hongos en la biodegradación de xenobióticos, el estudio de enzimas involucradas en
la degradación de plaguicidas y la investigación de complejos enzimáticos de los hongos
de pudrición blanca constituyen un interesante campo de acción, con gran potencial
biotecnológico. La habilidad de los hongos para degradar el polímero de lignina y otros
compuestos aromáticos estructuralmente relacionados, como los complejos derivados de
petróleo, componen un método eficaz para remover plaguicidas e hidrocarburos
aromáticos policíclicos de ambientes alterados (Hammel,1996).

4.2.1.4.1 Hongos en la Bioconversión de Residuos Industriales

Los hongos son organismos únicos por sus características morfológicas,


fisiológicas y genéticas; son ubicuos, capaces de colonizar todas las matrices (suelo, agua,
aire) en ambientes naturales y juegan un papel importante dentro del contexto del
equilibrio de los ecosistemas. Analizando las diferentes matrices, el aire es un vehículo
importante para la dispersión de propágulos fúngicos (conidios y esporas), los cuales
representan el principal componente de un bioaerosol. El medio acuático, tanto marino
como de agua dulce, constantemente es colonizado por hongos; sin embargo, el principal
hábitat de estos microorganismos es el suelo. Dentro de esta matriz compleja y
heterogénea, los hongos se encuentran en una variedad de nichos ecológicos, desde la
tundra ártica a las dunas de arena del desierto, en donde son fundamentales para el
mantenimiento de los ecosistemas (Anastasi, Tigini y Varese, 2013). Los hongos y sus
interacciones con otros organismos son indispensables para el funcionamiento estable de
los ecosistemas y la biósfera. La actividad de los hongos es única e irremplazable en los
ciclos biogeoquímicos de nutrientes; además, representan un reservorio genético con un
enorme potencial para restaurar y conservar el equilibrio ambiental (Piškuret al., 2013). La
capacidad para catabolizar la celulosa y hemicelulosa es una característica común para
diversos hongos y otros microorganismos. Sin embargo, al ser la lignina un heteropolímero
muy recalcitrante, solamente es mineralizado (transformado hasta dióxido de carbono y
agua) en forma limitada por algunas bacterias y extensivamente por un grupo de hongos.
La mayoría de los hongos ligninolíticos pertenecen al grupo Basidiomycetes y son los
microorganismos más eficientes en degradar totalmente la lignina. Estos organismos
secretan varias enzimas extracelulares que son esenciales para la transformación inicial de
la lignina y que, en conjunto, logran su mineralización (Dávila y Vázquez, 2006). El
crecimiento filamentoso de basidiomicetos que forman cordones miceliales es una ventaja
significativa para la colonización del suelo, en el cual la distribución de los nutrientes no
es homogénea. En el caso de los hongos de pudrición blanca que producen cambios en la
lignina (polímero estéreo-irregular) mediante mecanismos oxidativos, el sistema
enzimático ligninolítico es poco específico, ya que las peroxidasas y oxidasas actúan al
azar sobre la molécula de lignina, generando radicales libres que son inestables y tienden
a polimerizarse. Las principales enzimas que actúan directa o indirectamente sobre la
lignina son: lacasas, manganeso peroxidasas (MnP) y peroxidasas (LiP). Ciertos hongos
de pudrición blanca producen las tres enzimas, algunos solo dos y pocos producen solo
una (Díaz, 2009). Este mecanismo de radicales libres proporciona la base para el carácter
inespecífico de la degradación de una variedad estructuralmente diversa de contaminantes,
disminuyendo los tiempos de adaptabilidad fisiológica de estos microorganismos a la
complejidad química que están degradando (Anastasi, Tigini y Varese, 2013).

4.2.1.4.2 Micoremediación de suelos contaminados por Compuestos con


Residualidad y Recalcitrantes

Existen estudios que se han enfocado principalmente en la remoción de metales


pesados y diferentes tipos de tintes, usando varias especies fúngicas (células muertas o
viables), con o sin pretratamiento químico o físico. Los estudios con metales pesados y
tintes han generado un gran interés en el uso potencial de la biomasa fúngica como
biosorbente. La mayoría de observaciones de acumulación de plaguicidas dentro de las
células son registradas con hidrocarburos clorados como DDT, dieldrin, aldrin y
heptacloro. Se ha encontrado que no solo las células bacterianas, sino también las células
autoclavadas, muestran una toma similar de plaguicidas (Arunachalam y Lakshmanan,
1988). Las altas concentraciones de metales pesados (HM, por sus siglas en inglés) en el
suelo tienen efectos perjudiciales sobre los ecosistemas; a su vez, son un riesgo para la
salud humana, ya que pueden entrar en la cadena alimentaria mediante productos
agrícolas o agua potable contaminada. La fitorremediación es una tecnología sostenible
y económica que se fundamenta en la eliminación de los contaminantes del medio
ambiente de las plantas; sin embargo, la fitorremediación es un proceso lento, por lo cual,
al incorporar, por ejemplo, hongos formadores de micorrizas arbusculares (HFMA) se
puede mejorar la eficiencia y estabilización del proceso, convirtiéndolo en un sistema
atractivo. Durante la interacción simbiótica, la red hifal se extiende dentro del sistema de
la raíz y, por lo tanto, las plantas en simbiosis con HFMA tienen el potencial para absorber
metales pesados en un amplio volumen de suelo (Göhre y Paszokowski, 2006). El
resultado de la colonización micorrízica en la limpieza de suelos contaminados depende
de la combinación de plantas, hongos y metales pesados; así mismo, está influenciado por
las condiciones del suelo. Los metales pesados absorbidos por las hifas de los hongos
pueden ser transportados a la planta; en algunos casos, las plantas micorrizadas pueden
mostrar mayor absorción para el transporte de metales pesados (fitoextracción), mientras
que en otros casos, los hongos HFMA contribuyen a la inmovilización dentro del suelo
(fitoestabilización) (Göhre y Paszokowski, 2006).

4.2.1.4.3 Potencial de Biorremediacion de los Hongos de la Pudrición Blanca

Dentro de los procesos en los que la biotecnología puede tener un gran potencial,
se destaca la degradación de residuos lignocelulósicos para su bioconversión a biomasa y
enzimas de interés en el procesamiento de pulpa, papel, desarrollo de biosensores y
degradación de compuestos contaminantes, entre otros (Kuhad, Singh y Eriksson, 1997).
Los basidiomicetos responsables de la pudrición blanca de la madera son especies con
características potenciales para ser utilizados en diferentes procesos biotecnológicos,
incluidos los de biorremediación (Déley, 2010). Este tipo de hongos poseen la capacidad
de degradar, principalmente, la lignina hasta su mineralización (Mendieta et al., 2013).

Entre la amplia diversidad microbiana, solo un pequeño número de


microorganismos son responsables de la biodegradación de la lignina, de los cuales, los
hongos de la podredumbre blanca constituyen el grupo más importante, gracias a la
producción de enzimas ligninolíticas extracelulares, lignino peroxidasa (LiP) y
manganeso peroxidasa (MnP) de gran capacidad oxidante (Hammel, 1996). En la
degradación enzimática de la lignina interviene una serie de reacciones inespecíficas que
originan la formación de radicales libres en el biopolímero y dan como resultado la
desestabilización de los enlaces y, finalmente, la ruptura de la macromolécula (Barr y
Aust, 1994). A partir de la década de los años 80, se ha incrementado el interés acerca de
la posibilidad de usar hongos de la pudrición blanca en biorremediación. Estos hongos
pertenecen a la clase Basidiomicetes y son conocidos por degradar la lignina de la madera.
Uno de los primeros trabajos sobre el tema reporta la degradación de una amplia variedad
de contaminantes ambientales (Bumpus et al., 1985). Las principales ventajas de estos
hongos son (i) la tolerancia a concentraciones considerablemente altas de contaminantes
y (ii) su capacidad para crecer a bajos valores de pH. Igualmente, gracias a la extensión
de sus hifas en el suelo, pueden alcanzar contaminantes que no son biodisponibles ni
biodegradables para otros organismos; y, puesto que requieren de sustratos
lignocelulósicos para su crecimiento, es posible adicionar residuos de muy bajo costo
(viruta de madera, carozo de maíz o paja de trigo) en los sitios contaminados, para
promover su crecimiento e incrementar la degradación de los contaminantes (Quintero,
2011).
4.2.1.4.4 Biorremediacion de Hidrocarburos Aromaticos Policiclicos por hongos
Lignocelulosicos

Los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAHs) están ampliamente


distribuidos en el ambiente y se encuentran asociados con las actividades humanas, ya
que se forman durante la combustión incompleta de materiales orgánicos, tales como
carbón, petróleo, gasolina, leña y basura; también se encuentran en el petróleo crudo, en
el alquitrán, creosota y asfalto, junto con algunos de sus derivados nitrados (Xu y Obbard,
2004). Debido a que estos compuestos son persistentes y se acumulan en plantas, peces e
invertebrados terrestres y acuáticos, representa una amenaza tanto para la salud humana
como para la de los ecosistemas donde se encuentran, dado que pueden ser absorbidos
por inhalación, contacto dérmico o, con menor frecuencia, por ingestión directa, en tanto
que las plantas pueden absorberlos a través de las raíces en suelos contaminados (Blanco
et al., 2006). Se considera que los PAHs son compuestos químicos orgánicos, constituidos
por dos o más anillos aromáticos o bencénicos fusionados, muy estables y conformados
por átomos de H y C (Jacques et al., 2008), con arreglos lineales, angulares y agrupados
(Juhasz y Naidu, 2000). Estos se clasifican en moléculas de alto peso molecular (HMW,
sigla en inglés) y de bajo peso molecular (LMW, sigla en inglés) (Guo et al., 2010);
señalando que los de alto peso molecular tienen de cuatro a cinco anillos aromáticos
fusionados (Masaphy et al., 1999).

4.2.2 APLICACIÓNES BIOTECNOLOGICAS

Para los biotecnólogos los microorganismos halófilos han resultado de gran


interés, debido a que estos además de tener una aplicación a nivel industrial en la
producción de enzimas, biopolímeros o solutos compatibles; sus propiedades fisiológicas
facilitan su explotación comercial (Ramírez, Serrano, y Sandoval, 2006).

4.2.2.1 Producción de enzimas

Las conocidas como extremoenzimas, obtenidas de los microorganismos


extremófilos, han sido objeto de explotación por parte de la biotecnología. Su estabilidad
ofrece oportunidades en procesos de biocatálisis y de biotransformación. El potencial de
aplicación industrial de enzimas hidrolíticas extracelulares producidas por
microorganismos halófilos, tales como: amilasas, proteasas, lipasas, nucleasas y
esterasas, han sido de amplio interés en el desarrollo de productos como detergentes,
productos dietéticos, procesamiento del cuero, papel y alimentos cárnicos, así como en la
industria farmacéutica en la síntesis de productos enantioméricos, y la biodegradación de
productos tóxicos (Castillo y Barragan, 2011).

4.2.2.2 Producción de biopolímeros

Exopolisacáridos, biosurfactantes, liposomas, lectinas y bioplásticos son algunos


de los biopolímeros sintetizados a partir de microorganismos halófilos. Los
exopolisacáridos o EPS son utilizados en la industria farmacéutica, cosmética, médica,
alimentaria y en procesos de biodegradación; estos son producidos extracelularmente por
bacterias halófilas, los cuales, en la naturaleza, le brindan la capacidad, a estas bacterias,
de formar biofilms para la adhesión a superfices y en la captación de metales pesados.

En la biorremediación son utilizados los biosurfactantes, ya que estos disminuyen


la tensión superficial del agua, aumentando su solubilidad y promueven la degradación
(Castillo y Barragan, 2011). Además de ello, los biopolímeros surfactantes y
emulsionantes aumentan la eficacia en los procesos de extracción de crudo del subsuelo,
mediante el aumento de la viscosidad del agua que se le aplica a las bolsas utilizadas en
este proceso (Ramírez, Serrano, y Sandoval, 2006).

4.2.2.3 Biotecnología alimentaria

Los procesos de fermentación pueden ser llevados a cabo en condiciones de alta


salinidad. Los microorganismos halófilos ofrecen la capacidad de fermentar alimentos
en presencia de sal, además de la producción de compuestos que dan características de
sabor, consistencia y aroma a los productos, y pueden actuar como biocontroladores de
microorganismos no deseados (Castillo y Barragan, 2011). En la elaboración de la salsa
de soya participan determinadas especies del género Tetragenooccus, donde estas actúan
como un indicador de la fermentación, en donde la concentración de NaCl en la salsa
de soya es de aproximadamente 3M (Ramírez, Serrano, y Sandoval, 2006).

5. CONCLUSIONES

6. BIBLIOGRAFIA

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